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Los noticieros de televisión de las 9 y media de la noche alcanzaron a dar la noticia. Antes de
concluir sus emisiones del martes 7, dieron lectura a un breve comunicado de la Casa de Nariño:
"El Gobierno Nacional informa a la ciudadanía que, como consecuencia de los análisis de
inteligencia de los organismos de seguridad del Estado, existen indicios graves, que permiten
afirmar que el secuestro del doctor Alvaro Gómez Hurtado, fue realizado por el grupo subversivo
M-19".

La historia de estos indicios graves parecia haber comenzado a principios del año, mucho antes
del secuestro del ex candidato conservador.

"Paz a las Fuerzas Armadas. Guerra a la oligarquía... que responda con su vida, honra y bienes
por los crímenes cometidos en desarrollo de la guerra sucia...". Así decía un aparte de un
comunicado que el M-19 hizo llegar en enero a los medios de comunicación. Este abrupto cambio
de objetivos políticos no fue tomado muy en serio ni por los medios, ni por la opinión pública en
general. Sobre todo, porque en uno de sus párrafos habia una especie de llamado
misticoromántico a sus architradicionales enemigos: "Que los soldados, oficiales, guerrilleros y
pueblo seamos hermanos en Colombia. Qué los cuarteles se conviertan en santuarios de la vida y
bastiones de la patria antioligárquica. Que los CAIS sean verdaderos campamentos de paz...".

La propuesta de reconciliación con los miembros de las Fuerzas Armadas para hacer causa común
contra la clase dirigente sonó tan descabellada como las de "humanización de la guerra", el
"gabinete de paz", "somos gobierno" y otras tantas consignas que ha hecho el M-19 prácticamente
desde que perdió el rumbo, cuando se le salió de las manos el Diálogo Nacional. Que el grupo que
con mayor audacia y osadia se enfrentara y desafiara en el pasado a los militares, les declarara
ahora una tregua unilateral y los invitara a voltear sus fusiles contra la "oligarquia", no hacia pensar
a nadie que se trataba de un planteamiento serio. No sólo porque para muchos analistas el M-19
como tal ya no existia, sino porque sus reductos no han dado muestras de cordura. El grupo no
sólo ha visto caer uno a uno a sus principales dirigentes, sino que ha visto disminuir varios grados
bajo cero su popularidad, debido fundamentalmente a su errático manejo del proceso de paz que
culminó con la masacre del Palacio de Justicia. Hoy por hoy se reduce a un puñado de hombres
cuyó centro de acción se ha localizado en los páramos del Cauca.

Cuando se produjo el secuestro de Gómez Hurtado y algunos alcanzaron a sospechar que se


trataba de una acción tipica del M-19,esta hipótesis pasaba rápidamente a un segundo plano
cuando se hacia un pequeño análisis de la situación actual de esa organización guerrillera. Nadie
pensaba que el movimiento podía tener la capacidad para llevar a cabo una acción-de esa
naturaleza. Por esa misma razón, las primeras interpretaciones apuntaron a los "narcos", quienes
tenían los recientes antecedentes del secuestro de Andrés Pastrana y el asesinato del Procurador
Carlos Mauro Hoyos; o al ELN, que viene adelantando en los últimos meses una intensa campaña
terrorista.
La mafia de Medellin negó rotundamente cualquier vinculación con el secuestro de Gómez.
Además, SEMANA se enteró de que funcionarios del gobierno hicieron contactos con abogados
del "cartel" con el propósito de averiguar la veracidad del comunicado de los "Extraditables", según
el cual nada tenían que ver con el secuestro del ex candidato conservador. Inmediatamente
después, el gobierno puso en acción una táctica acusatoria. El general Miguel Maza fue el
encargado de asegurar publicamente que el responsable era el ELN.
El grupo guerrillero negó también su participación. Entonces le tocó el turno al ministro de
Gobierno, quien, basado en nuevas informaciones del jefe del DAS, acusó al M-19.

La impresión que dejó la actitud del gobierno fue la de que estaba dando palos de ciego. Sin
embargo, la aparente jugada de "decir mentiras, para sacar verdades" pareció funcionar. El silencio
de la dirección del M-19 dio para pensar.

De los archivos se desempolvó el comunicado que anunciaba la "Guerra a la oligarquía". Así


mismo, los organismos de inteligencia recordaron que algunas semanas atrás habían tenido
informaciones sobre supuestos planes del M-19 contra dirigentes nacionales, a lo cual no se le
concedió mucha importancia. De inmediato se revisó la trayectoria del M-19 caracterizada por
acciones audaces de gran impacto político y publicitario. De su larga lista de operativos (ver
recuadro), el secuestro de Camila Michelsen había mostrado que la organización aún conservaba,
por lo menos, una célula urbana con infraestructura suficiente para mantener en cautiverio a un
rehén "estrella" sin ser descubierto.

TEJIENDO LA RED
Cuando la tesis de la autoría del M-19 cobró fuerza, se conoció el primer comunicado de los
secuestradores. La familia Gómez divulgó una declaración anunciando que había recibido un
mensaje firmado simplemente "Colombianos por la Salvación Nacional". Trascendió que también
recibieron pruebas que indicaban que se trataba efectivamente de los verdaderos secuestradores.
Además les aseguraron en forma creíble que "goza de sus plenas facultades físicas y mentales".
Simultáneamente el Procurador General de la Nación recibió otro texto de similares características,
acompañado de la licencia de conducción del ex candidato conservador.

Lo de la "Salvación Nacional" fue otra pista para tejer la red que llevaba a darle credibilidad a la
hipótesis de que el M-19 era el autor del secuestro.
Ese movimiento guerrillero viene utilizando los mismos términos en forma persistente durante los
últimos meses. A esto se suma el hecho de que en el comunicado que recibió el Procurador decía
que, "ante la detención de Alvaro Gómez pretendemos que los medios de comunicación, siempre
al servicio de los poderosos y sometidos a la mordaza, abran espacio a la voz de las víctimas de la
guerra sucia". Enseguida le solicitan expresamente al diario de Alvaro Gómez, El Siglo, y al
noticiero de televisión 24 Horas, "que inicien caminos de reconciliación abriendo sus medios a los
familiares, amigos y allegados de quienes han muerto o desaparecido por querer el cambio y creer
en una Colombia mejor". El tema de los desaparecidos ha sido reiterativo en el M-19. Se trata de
un tema que los afecta en carne propia. Muchos de sus militantes han desaparecido. Tan solo el
pasado 17 de abril denunciaron la supuesta detención por parte del DAS de tres de ellos (Jaime
Bermeo, Benjamín Muñoz y Fernando Erazo) en Bogotá, y su posterior desaparición, sin que las
autoridades se hayan pronunciado al respecto.

EL MODUS OPERANDI
En los secuestros una de las tácticas características es la del silencio para crear incertidumbre
sobre los motivos y los autores. También ha sido típica la proliferación de comunicados apócrifos y
de llamadas telefónicas reclamando la autoría. El propósito es confundir a las autoridades,
inundarlas de pistas falsas que no pueden tampoco desecharse olímpicamente.
Mientras las familias de las víctimas no sepan con certeza quién es el autor, no pueden preparar
una estrategia de negociación clara.

En el caso de Gómez, al señalarse que fue el M-19, esta organización perdió el factor sorpresa. La
familia y los diferentes sectores de opinión tuvieron un primer respiro al saber que no era un grupo
como el ELN con el cual era muy difícil cualquier tipo de transacción, o la mafia cuya violencia e
irracionalidad presagiaba un mal desenlace. Era como saber, al fin, que entre la gama de posibles
autores, los del M-19 eran los menos peores. Al fin y al cabo, con el M-19 ha habido antecedentes
de negociaciones con desenlaces positivos.
Si bien en el plano de los contactos individuales de la familia con el propósito de lograr la liberación
de Gómez sano y salvo hay optimismo, en el plano de los efectos políticos y las pretensiones del
grupo subversivo el panorama es otro.

Desde su aparición 14 años atrás, el M-19 se ha caracterizado por dar golpes primero y analizar
sus consecuencias después. Normalmente ni siquiera han sido ellos los que han "capitalizado"
para sus fines los efectos de sus operativos politico-militares.
Por el contrario les han servido a otras organizaciones guerrilleras y han desatado reacciones
oficiales que afectan las libertades individuales. Asi sucedió con el "Diálogo Nacional" propuesto
por Bateman a Betancur, en el marco del cual se firmó la tregua con las FARC, el M-19 y otros
grupos guerrilleros. En ese periodo todos los grupos se fortalecieron, con excepción del M-19 que
prácticamente se extinguió politica y militarmente, por su incapacidad de darle contenido y forma a
sus vagas propuestas, cuando tuvieron tribuna pública en la legalidad. También sucedió durante el
gobierno de Turbay Ayala, cuando asaltaron en 1979 el Cantón Norte del Ejercito en Bogotá, para
robarse 5 mil armas. En esa época las autoridades consideraban que apenas contaban con 300
militantes. Entonces se trataba de un golpe de opinión contra el honor del Ejército ya que no tenian
quiénes emplearan las armas. Pero esta audacia, que no tuvo beneficios tangibles para la guerrilla,
desato la peor campaña represiva de las últimas décadas con la expedición del llamado "Estatuto
de Seguridad", que suspendia las garantias individuales, y llevó a la proliferación de denuncias
sobre tortura sistemática y detenciones arbitrarias muchas de las cuales fueron confirmadas por el
Consejo de Estado. Es decir, el accionar del M-19 no ha producido--como lo pregonan--el
fortalecimiento del estado democratico de derecho, sino un deterioro del mismo y un retraso del
debate politico, pues todos los temas del desarrollo nacional se han supeditado a la resolución del
problema de orden público.

HASTIO DE GUERRA
En el secuestro de Gómez Hurtado es evidente, aparte del boom publicitario, que los efectos
políticos para la guerrilla y la Nación son negativos.
En primer lugar, el M-19 no sólo carece de banderas, sino que perdió su capacidad de
convocatoria. No tiene nada que ofrecerle al país y ya ni siquiera despierta simpatias en la opinión
nacional, crecientemente hastiada de la violencia de la extrema izquierda, de la extrema derecha,
de los narcotraficantes, y de la delincuencia común.

En este contexto, el secuestro del más destacado doctrinario del conservatismo colombiano ha
producido la unificación del "establecimiento" en torno a un aspecto: la necesidad de adoptar una
nueva política para controlar el orden público, lo que ya produjo un primer resultado con la
inyección adicional de 10 mil millones de pesos para las Fuerzas Armadas.
Para algunos, esta inyección significa 10 mil millones menos para invertir en áreas prioritarias de
inversión social. Acompañada de esta automática reacción estatal para fortalecer los organismos
de seguridad, han surgido algunas propuestas para entregarle el poder a los militares como la del
padre Garcia Herreros, propuesta que implicaria montar en Colombia el modelo dictatorial de
Argentina y Uruguay --instaurado en los 70- sobre la misma excusa facilitada por la extrema
izquierda de la "amenaza subversiva a las instituciones".

Por este tipo de reacciones, muchos consideran que un eventual desenlace fatal del secuestro de
Alvaro Gómez Hurtado, convertiría de inmediato a la victima en el Calvo Sotelo colombiano. Calvo,
la cabeza doctrinaria de la derecha de la convulsionada España de los años 30, fue secuestrado
por los republicanos españoles, quienes al poco tiempo decidieron fusilarlo. Para muchos, éste fue
el detonante de la guerra civil española que cobró un millón de víctimas, y que llevó a la dictadura
del general Francisco Franco durante casi 40 años con los resultados de sobra conocidos.

¿UNA LARGA ESPERA?


Pero más allá de todos estos análisis, la familia Gómez, el gobierno y todo el país, se preguntan
cuánto va a durar este dramático episodio. Por lo pronto, lo único que pueden hacer los allegados
al ex candidato es lo que muchos han interpretado como la respuesta a las peticiones del
comunicado dirigido por los secuestradores al Procurador General Horacio Serpa.
El tema de los desaparecidos ha sido tratado reiteradamente en los últimos días, en forma paralela
a las escasas informaciones sobre el secuestro y a las menos escasas sobre la toma por un grupo
de medio centenar de personas de la sede del Consejo Episcopal Latinoamericano, Celam, en
Bogotá, que, al igual que otras tomas anteriores de sedes diplomáticas de la capital, parece
destinada a denunciar la cuestión de la guerra sucia y los desaparecidos.

Pero esta rápida respuesta no parece haber afanado al M-19 que, dada su trayectoria, es de
esperarse que pretenda sacarle el máximo provecho a su acción, prolongando el cautiverio.

Si se considera que uno de los propósitos expresos de los secuestradores es el de hacer notorio el
problema de los desaparecidos en Colombia, con el secuestro de Gómez es probable que el M-19
no tenga entre sus planes inmediatos una pronta liberación del ex candidato, a menos que las
autoridades se encarguen de lograrlo. Por otro lado, si se recuerda las exigencias que el M-19 ha
hecho en casos similares, no cabe descartar que soliciten la difusión de sus puntos de vista en los
medios de comunicación, y una demanda económica para financiar su "revolución" .

De todas formas, el secuestro de Gómez por parte del M-19 ratifica de nuevo el alejamiento de esa
organización de la realidad política nacional, que es lo que los ha llevado a crear situaciones
caóticas para el país y para ellos mismos. Si lo que querian era hacer propaganda sobre la
situación de derechos humanos, lo que han de "guerra sucia" en Urabá y Santander pasen a un
segundo plano de la atención nacional. Si lo que pretendian era golpear a la derecha, lo que han
logrado es fortalecerla y facilitar la adopción de nuevas medidas para combatir a la guerrilla. Si
pretendían hacerle un juicio político a Alvaro Gómez--como quisieron hacérselo a Belisario
Betancur en el Palacio de Justicia--lo que han logrado hasta ahora es popularizar la imagen de un
líder que, al ser liberado, tendrá más razones para justificar sus posiciones y una solidaridad
generalizada, pues ha sido victima de uno de los crimenes más atroces contra el ser humano.

Lo único que cabe esperar hoy es que el desenlace sea lo más rápido y positivo posible. Esto
evitaría que la cuerda de la situación nacional fuera templada hasta su máximo punto de tolerancia
y terminara por reventarse.

-LOS SECUESTROS DEL M-19.


El M-19, como las demás organizaciones guerrilleras del país ha recurrido al secuestro como
fuente principal de financiación y propaganda. Sin embargo, fiel a su característica de realizar
siempre acciones espectaculares, los secuestros del M-19 también se han inscrito dentro de esta
modalidad, al punto que se puede hacer una clasificación entre los secuestros que ha hecho. Los
hay políticos, como el de José Raquel Mercado; laborales, como el de Hugo Ferreira Neira;
publicitarios, como el de Germán Castro Caycedo, netamente económicos, como el de Miguel de
Germán Ribón. Jaime Bateman decía en el año de 1982, en el libro de la periodista Patricia Lara:
"Queremos hacer un secuestro más, uno solo, pero uno que nos deje tres millones de dólares...
Así solucionaríamos definitivamente, con un costo político muy bajo, el problema económico de la
revolución. Haga la cuenta: tres millones de dólares bien invertidos rentan dos millones y medio de
pesos mensuales. Con eso financiabamos la revolución colombiana..."
A pesar de que han sido muchos los secuestros realizados por esta organización que no han sido
conocidos, SEMANA presenta a continuación una lista de los más publicitados e importantes:
1.975
Agosto 5 Donald Cooper, gerente de Sears. Liberado el 5 de noviembre.
El rescate fue de un millón de dólares.
1.976
Febrero 15 José Raquel Mercado, presidente de la CTC. Acusado de traicionar a la clase obrera y
de ser agente del imperialismo norteamericano, fue sometido a un "juicio público": la gente debería
escribir "SI" o "No", se debe "ajusticiar", en lugares públicos.
El 19 de abril, en conmemoración de su segundo aniversario, fue asesinado. Su cuerpo fue
encontrado el 20 de abril, envuelto en una bandera, en el parque El Salitre de Bogotá.

Agosto 19 Hugo Ferreira Neira, ex ministro de Agricultura y gerente de Indupalma. Condicionan su


liberación a un acuerdo favorable con los trabajadores del ingenio. El 14 de septiembre, día en que
se firma la Convención Colectiva, aceptado el 100% de las peticiones de los obreros, Ferreira Neira
fue liberado en Bogotá.

1.978
Marzo 25 Miguel de Germán Ribón, ex embajador y productor de flores. Realizaron este secuestro
conjuntamente con unos miembros de la organización Tupamara del Uruguay, quienes después
fueron capturados.
El 13 de septiembre fue liberado.
Nunca se ha sabido el monto del rescate.

Mayo 10 William Baquero Montiel, embajador de la Nicaragua de Somoza en Colombia. Fue


liberado después de unas horas. El objetivo de este secuestro fue denunciar la dictadura somocista
y llamar a la solidaridad con el Frente Sandinista.

Mayo 29 Nicolás Escobar Soto gerente de la Texas Petroleum. La texas nunca quiso llegar a un
acuerdo económico. El 3 de enero de 1979, e] Ejército descubrió la "cárcel del pueblo" en donde
estaba Escobar Soto, en el barrio Lucena, al sur de Bogotá. En el rescate murieron los
secuestradores y el secuestrado.

1.980
Febrero 27 El comando Marcos Zambrano, bajo el mando de Rosem berg Pabón, atacó la
Embajada de 1 República Dominicana y tomó a 40 personas como rehenes, incluyendo 12
embajadores, entre ellos al Nuncio Apostólico y al embajador de los Estados Unidos. Las
condiciones para la liberación eran: publicación de un comunicado del M-19 en la prensa
internacional, un millón de dólares y la libertad para 300 presos políticos. Esta última petición había
originado el secuestro colectivo. Al cabo de 60 días, el 27 de abril, después de múltiples reuniones
de negociación, el grupo de secuestrados y secuestradores viajó a Cuba, donde fueron liberados
los rehenes. Bateman declaró públicamente, que el gobierno colombiano les entregó un millón de
dólares.

Abril 19 Germán Castro Caycedo, periodista. Con este secuestro se inauguró la modalidad de
retener periodistas para enviar propuestas al gobierno: Fernando González Pacheco, Patricia Lara,
Maria Jimena Duzán y muchos otros periodistas se entrevistaron así con el M-19.

1.985
Julio 30 Luis Alfredo Grajales, agroindustrial del Valle del Cauca.
Fue liberado días después.
Agosto 9 Juan Martín Carvajal arquitecto caleño. Rescatado sano salvo por las autoridades el 16
de agosto. Después de un intenso tirotec con el Ejército en una finca, a la afueras de Cali, los siete
guerrillero que custodiaban a Carvajal fueron muertos.

1.986
Septiembre 24 Camila Michelsen Niño, hija del ex presidente del Grupo Grancolombiano Jaime
Michel sen Uribe. 22 meses después, el 31 d julio, fue liberada. La familia Michel sen asegura que
pagó muy poco dinero por su liberación. Los negociadores del M-19, Gerardo Quevedo y Luz
Marina Zuluaga, fueron encontrado muertos un año después.

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Después de tres años de búsqueda de una salida política, se han vuelto a discutir las posibilidades
de una salida militar al conflicto interno que vive el país desde hace más de dos décadas. "Ni el
Ejército puede derrotar a la guerrilla, ni la guerrilla puede derrotar al Ejército", ha insistido repetidas
veces el secretario del Partido Comunista, Gilberto Vieira, para apoyar la tesis de la salida política
negociada como única opción.
De hecho, dos de los principales protagonistas de este proceso, las Fuerzas Armadas y el M-19, se
vienen enfrentando en forma sistemática desde hace ya varios meses, con sensibles bajas de lado
y lado. ¿Pueden las primeras derrotar al segundo?

LA "TROIKA"
El sector que en los últimos meses se ha consolidado en los puestos de mando del Ejército está
dirigido por los generales Miguel Vega Uribe, Manuel Guerrero Paz y Hernando Díaz Sanmiguel.
Estos dos últimos, quienes se han sucedido a la cabeza de la Escuela Superior de Guerra, vienen
elaborando un proyecto de ley antiterrorista, que contemplaría varios puntos. En primer término, el
establecimiento de la pena de muerte para actos subversivos. Segundo, la ampliación del pie de
fuerza y, ante todo, el "reenganche" de soldados que han terminado ya su servicio militar para
organizar "unidades contraguerrilleras especiales" de soldados profesionales. Tercero, se buscaría
mejorar la imagen de las Fuerzas Armadas ante la opinión pública y las conflictivas relaciones
existentes hoy, según los analistas, entre los distintos estamentos militares: oficiales, suboficiales y
la tropa.
La Fuerza Elite Militar, propuesta durante el primer año de este gobierno y cuyo adiestramiento ya
se halla en curso, fue constituída mediante el Decreto N° 2157, firmado por el presidente Betancur
y el general Vega Uribe. La unidad estará compuesta inicialmente por 1.000 hombres: 300 del
Ejército, 300 de la Policía, 100 de la Marina y 100 de la Aviación, además de los oficiales y
suboficiales, esperando abarcar en algunos años entre un 10% y un 30% del conjunto de las
FF.AA.
En íntima concordancia con este proyecto de Ley Antiterrorista, el alto mando militar comenzó a
estructurar un programa de aniquilamiento selectivo del movimiento armado.
La experiencia desarrollada a lo largo de más de dos décadas de guerra de contrainsurgencia, ha
evidenciado con creces la imposibilidad física de destruir el movimiento armado, dada la extremada
dispersión de los frentes guerrilleros. Un Ejército obligado a distribuir sus fuerzas en innumerables
brigadas, batallones, puestos, en un territorio inmenso, imposibilitado de concentrar fuerzas en una
sola zona tiene una reducida eficacia. Suponiendo, incluso, que la totalidad de los 130 mil hombres
que componen actualmente las Fuerzas Armadas y de Policía, estuviesen todas en zonas de orden
público, no podrían copar el conjunto de las áreas donde se mueven frentes de las FARC, M-19,
EPL, ELN, Ricardo Franco y Quintín Lame.
Las FF.AA. tienen en Colombia una capacidad de control del orden público, más no una capacidad
de aniquilamiento total de los grupos guerrilleros.
En El Salvador combate un número sensiblemente semejante de insurgentes y de soldados,
siendo las condiciones más favorables para el Ejército salvadoreño que para el colombiano: un
territorio tan pequeño como el del Valle del Cauca, enorme apoyo logístico externo, asesores
militares norteamericanos en el terreno mismo de las operaciones bélicas, armamento sofisticado,
etc. Con todo y eso, la situación continúa sin cambios sustanciales en el plano militar después de
cinco años de guerra total.
Por ello, la estrategia evidente de las FF.AA. en el país, en esta etapa, es la de circunscribir el área
de los enfrentamientos militares a un espacio reducido con objeto de multiplicar su eficacia bélica.
Solamente en una ocasión en los últimos años las Fuerzas Armadas pudieron concentrar la casi
totalidad de sus fuerzas especiales de contrainsurgencia: en el Caquetá contra el M-19, gracias a
la declaratoria unilateral de tregua decretada por las FARC, ante la proximidad de las elecciones
de 1982. Esto no condujo al aniquilamiento de las columnas del M-19, pero sí a su debilitamiento.
Esta experiencia se quiere repetir, aprovechando la tregua con las FARC. Por ello, el ataque contra
el campamento del M-19 en Yarumales y la prohibición del congreso de Los Robles se inscriben en
un mismo objetivo: presionar la ruptura de la tregua con el M-19, para enfrentarlo mediante el
conjunto del dispositivo militar del país.
El cálculo que realizan las Fuerzas Militares no se basa en el aniquilamiento total de las columnas
del M-19, sino en una guerra de desgaste progresivo, mediante una lucha sin cuartel.
La eficacia de esta política se funda, para las Fuerzas Armadas, en tres hipótesis. Primero, en que
los enormes errores de conducción política del M-19 le han generado un vacío de opinión pública
que lentamente va ir reduciendo su capacidad de nuevos reclutamientos. Segundo, en que tras la
experiencia exitosa del M-19 en Yarumales, este movimiento continúa desarrollando una táctica de
guerra de posiciones, perdiendo sus ventajas propias fundadas en la movilidad y la sorpresa. Y,
tercero, que las Fuerzas Armadas pueden disponer de su plena capacidad durante un período más
o menos largo, sin tener que dispersar nuevamente sus fuerzas ante la emergencia de nuevos
polos conflictivos.
Con respecto al segundo punto, un analista consultado se pregunta si la combinación de movilidad
y defensa de posiciones, no se corresponde con las nuevas tácticas desarrolladas en El Salvador
por el Frente Farabundo Martí, precisamente para controlar zonas restringidas. Dado lo reducido
del territorio salvadoreño, la inexistencia de una retaguardia segura debido a que las fronteras con
Honduras y Guatemala son hostiles para la guerrilla, éstas se han visto obligadas a cambiar las
normas tradicionales de la guerra de guerrillas: una suerte de guerra intermedia -ni de movilidad
total, ni de posiciones irreductibles-, que les permiten un relativo control de ciertas áreas del
territorio salvadoreño.
En todo caso, las hipótesis se fundan, en palabras de un directivo del Instituto de Estudios
Liberales, en el hecho de que "para las Fuerzas Armadas, las FARC siempre han representado el
mayor riesgo en el plano militar, mientras que el M-19 representa el mayor riesgo en el plano
político. Entonces, derrotado el M-19 frente a la opinión pública se impone la rápida salida militar,
cuyos costos no deberían ser excesivamente altos".
Es evidente que la profunda inconsistencia de la línea política del M-19, su comportamiento
errático, lo hacen muy vulnerable en esta etapa: el rompimiento de la tregua, si bien podía ser
comprensible ante el hostigamiento militar, no era ni militarmente viable, ni políticamente
justificable. En el plano militar, el M-19 arriesga soportar el peso total del dispositivo militar, sin
tregua ni descanso; en el plano político, su margen amplio de opinión pública se ha reducido
drásticamente, afectando su juego en este plano. Hoy en día, el interlocutor del gobierno son las
FARC, cuando los dos gestos más espectaculares del gobierno Betancur (las reuniones con el M-
19 en Madrid y México), hacían del M-19 el pilar estratégico del proceso de apertura política.
"La actitud frente a las FARC es totalmente diferente", añade el directivo del IEL. "Mientras que con
respecto al M-19 se trata de una política de aniquilamiento total, con respecto a las FARC se busca
realizar en esta etapa un hostigamiento sistemático para evitar su expansión política". Sólo en el
caso eventual que hubiese éxitos en la política actual frente al M-19, se pasaría al estadio de la
confrontación total con las FARC.

Estos proyectos explican las palabras del general Vega Uribe hace algunos días en Cali,
declarando al país "en estado de guerra. El pueblo colombiano a veces parece que viviera en las
nubes y no se da cuenta cuál es la realidad que está pasando. ¿A qué obedece que se hayan
registrado 34 muertos? No propiamente a carnavales". Palabras que reflejan la creciente
polarización que se vive en el país.
Sin embargo, nada induce a pensar que el M-19 se halle al borde de la destrucción: la aparente
ratonera en la cual se ha concentrado (la intersección del Valle, Cauca y Tolima) tiene, no
obstante, múltiples puntos que permiten su repliegue ante una ofensiva militar envolvente, como lo
comprueba la evasión de las columnas que han sido objeto de cercos de aniquilamiento. De otra
parte, el empleo de nuevas tácticas militares por parte de las guerrillas, experimentadas con éxito
en El Salvador, que amenazan cambiar las modalidades de la guerra insurgente en el país. Y,
finalmente, la creación reciente de una "coordinadora nacional guerrillera" que puede conducir a la
constitución a mediano plazo, de un estado mayor conjunto de los grupos insurgentes que actúan
en el país. En suma, todo tiende a mostrar que la respuesta puramente represiva sólo puede
agravar las condiciones de la confrontación.
Por ello, todavía subsisten sectores en el país que creen que no podrá haber una salida militar, y
que Colombia no está en capacidad de soportar los costos de una guerra civil. "El falso dilema de
la subversión o el militarismo", como dijo recientemente el procurador general de la nación Carlos
Jiménez Gómez. Desde distintas vertientes de la opinión pública (la Unión Patriótica, Luis Carlos
Galán Sarmiento, Alvaro Leyva Durán) se viene insistiendo en la necesidad de reanudar el diálogo
con el M-19.
Este grupo debe comprender, afirman diversos analistas consultados , "que la sobrevivencia militar
no se identifica con sobrevivencia política". La pérdida de un radio de acción política por parte del
M-19, amenaza con llevarlo al foquismo guerrillero, a una guerra estéril, sin ningún beneficio. En
todo caso, el cuarto de hora de la reconciliación nacional se acorta dramáticamente...

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Cuando la Fiscalía reabrió el expediente por las desapariciones del Palacio de Justicia, tuvo que
escudriñar en todos los archivos castrenses para establecer responsabilidades y competencias de
determinados mandos de la fuerza pública.

En la reconstrucción de los antecedentes que rodearon la toma del Palacio por parte del M-19,
confirmó lo que desde entonces se advertía. Que el asalto subversivo estaba anunciado y que el
Ejército conoció, a través de varios documentos, las intenciones del grupo insurgente.

Esa información reposa en los expedientes de la Fiscalía y fue consignada en la providencia que
acusaba al coronel Alfonso Plazas Vega, hasta la fecha, el único oficial de alto rango condenado
por las desapariciones.

En las inspecciones judiciales realizadas entre 2005 y 2007 se encontró un documento que llegó al
Comando General del Ejército el 16 de octubre de 1985 en donde se anuncia que el M-19 se
tomará el Palacio de Justicia. La toma se produciría, según ese documento, el 17 de octubre, una
vez estuvieran todos los magistrados de la Corte Suprema de Justicia.

También se encuentra el documento del B2 en donde pone en conocimiento del Dinte, el DAS y la
Policía este hecho y se encuentra manuscrita la orden de que se impida en la fecha mencionada o
en posteriores y se tomen las medidas pertinentes para conjurar este hecho.

Ese documento decía lo siguiente

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Después de ese texto aparece una inscripción a mano que dice ³D2 Coordine seguridad para evitar
estos hechos en la fecha señalada o en otras con los organismos correspondientes de EJC y
PNC´.

Ese documento también registra el reporte al Comando del Ejército al Dinte y otros organismos de
inteligencia y seguridad del Estado, mediante el memorando 2789 CG2 ItM-252 para jefatura Dinte,
M2, A2, Dijin, Central INT DAS

El memorando completo está firmado por orden BG Jaime Gómez Martínez Jefe de Departamento
del D2 EMC y también está acompañada la firma del Coronel Argemiro Cruz García.

La Fiscalía también asegura que desde 1984 y en particular en 1985, ³se esperaban acciones de
grandes magnitudes´, con ocasión del recrudecimiento de las acciones del M-19.

³Era más que conocida la posible toma del Palacio de Justicia y la fecha aproximada de la misma y
que la finalidad de la presunta toma era el secuestro de los 24 magistrados de la Corte Suprema.
Además, la reunión fallida para reanudar el proceso de paz de Álvaro Fayad en marzo de 1985 con
el Procurador, y la amenaza de violencia se evidencia desde los primeros meses del año 85 que
llevaron a una gran escalada´, señala las conclusiones de la Fiscalía.

Para esa fecha, el Ejército tenía desplegados tres planes de acción contra la guerrilla. Eran los
Planes Tricolor, el Plan GEMA y el Plan Escorpión, instructivos en los que se enmarcó los
operativos de retoma del Palacio, que correspondieron a la Brigada Trece de Bogotá.

El Plan Tricolor, puesto en marcha desde 1984, establecía la intensificación de ³operaciones de


acción sicológica, inteligencia y contra-inteligencia, de control y combate contra los grupos
subversivos para controlar su expansión y crear condiciones favorables para la destrucción´.

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El Plan GEMA, de contra inteligencia, establecía el È  



   
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'  *, y en esa disposición se enmarcan acciones como la de los interrogatorios al que
fueron sometidos cuantos eran liberados del Palacio en la Casa del Florero.

Lo que la Fiscalía ha querido demostrar con la recopilación de estos antecedentes es que es que el
asalto armado al Palacio de Justicia estaba anunciado y el que el Ejército estaba alertado. Pero
como no se pudo controlar, reaccionó de acuerdo a los planes ya establecidos, y así operaron para
retomar el control.

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En una casa ubicada en el número 8-42 de la Calle 6a. Sur un grupo de guerrilleros diseñó el que
sería el golpe de mayor trascendencia del M-19.

Esta guerrilla, que desde los años 70 había sorprendido con grandes impactos mediáticos, como la
toma de la embajada de República Dominicana, el robo a la espada de Bolívar y el de las armas
del Cantón Norte, estaba dispuesta a hacer un juicio histórico al presidente Belisario Betancur.

Sería el juicio final de su lucha subversiva y pretendía un certero golpe de Estado y tomarse el
poder.

La toma al Palacio de Justicia, según investigaciones de inteligencia, había sido planeada por
Álvaro Fayad, quien con medio año de anticipación diseñó el asalto.

Los detalles del plan fueron encontrados en un allanamiento del servicio de inteligencia de la
Policía (SIJÍN) a la casa del sur en Bogotá. El mismo 7 de noviembre de 1985 los investigadores
encontraron fotos, planos, mapas y documentos que certificaban los propósitos del M-19.

Según los borradores, la guerrilla tenía un plan táctico y un plan estratégico. El primero consistía
en la toma del Palacio, un edificio que los guerrilleros tenían muy bien analizado.

El plan del M-19 tenía tres fases. Una de preparación logística, una de toma del edificio y de
rehenes y la tercera, un juicio revolucionario al presidente Belisario Betancur y a tres de sus
principales ministros.

La toma del edificio contemplaba el ingreso pacífico de algunos miembros del M-19, quienes
accederían como ciudadanos del común para adelantar diligencias en los despachos.
Una información que, quizá, fue crucial para que en la retoma del palacio por parte del Ejército se
sospechara de muchos inocentes. En los documentos encontrados por la Policía no hay órdenes
que sustentaran esta tesis.

Aunque el asalto al Palacio de Justicia el 6 de noviembre de 1985 sorprendió a todos, el M-19 lo


tenía planeado y podría haberlo ejecutado con anterioridad.

El 23 de octubre de ese año, día del atentado del comandante del Ejército, general Rafael Samudio
Molina, el M-19 envió casetes a los medios de comunicación en los que anunciaba ³una acción que
aterraría y sorprendería al mundo´.

La toma estaba diseñada para las 11:40. Los guerrilleros entrarían por los dos únicos accesos del
Palacio: la puerta grande que daba a la Plaza de Bolívar y el sótano.

La hora escogida tenía una razón concreta. A las 12 del medio día terminaba la jornada de la
mañana y los funcionarios salía a almorzar. Lo mismo sucedía en despachos y guarniciones
militares.

Según el plan, el asalto contemplaba la toma de los primeros pisos e incluía la muerte de los
vigilantes del Palacio. Luego, la ocupación de los edificios, hasta la toma de rehenes.

Pero lo que se descubrió en los borradores incautados en la casa del sur de Bogotá era el plan
estratégico que tenía la toma.

La idea era, luego de controlar el palacio, presentarle al mundo imágenes de la toma. Exigir la
presencia en el edificio del presidente Betancur con tres de sus principales ministros: el de
Gobierno, Jaime Castro; el de Justicia, Enrique Parejo, y el de Defensa, general Miguel Vega
Uribe, y adelantar una negociación.

Si las cosas se producían en ese sentido, en las salas de sesiones de la Corte Suprema, el M-19
adelantaría la negociación.

Pero con los documentos encontrados, el Ejército siempre ha confiado en la hipótesis de que la
guerrilla asesinaría al Presidente y sus ministros y adelantaría el golpe de Estado.

En la casa 8-42 de la Calle 6ª Sur se organizaron los grupos de asalto, se asignaron las armas y se
fijaron las responsabilidades de cada uno de los escuadrones que adelantarían la toma.
Según los documentos encontrados, el plan táctico contemplaba las siguientes acciones:

-El ingreso a Palacio de un grupo operativo que lo ocuparía militarmente y tomaría como rehenes a
dignatarios de la más alta jerarquía.
- El control de puntos clave del entorno por parte del grupo militar de apoyo externo que hostigaría
a la fuerza pública.
- Un grupo de apoyo político llegaría a emisoras, estudios de televisión y redacciones de diarios
bogotanos para dar la versión del asalto como una ³operación heroica´.

El plan de la guerrilla comprendía que diez hombres vestidos de civil, que ingresaban como
abogados al Palacio, tomarían posesión en determinados lugares del palacio. El operativo armado
entraría en dos camiones que irrumpirían en el sótano.

El asalto se produjo casi al pie de la letra. A las 12 del día, el Palacio ya estaba tomado y la
resistencia de los vigilantes y los escoltas fue insuficiente. Dos vigilantes y el administrador del
edificio fueron asesinados y los pisos primero y segundo fueron controlados por los guerrilleros en
cuestión de instantes.

Este es el documento encontrado por la SIJÍN en el allanamiento y en el que se registra el


operativo de asalto al Palacio.

 

 



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*Los documentos hacen parte de las piezas de las investigaciones que la Fiscalía adelanta por la
desaparición de 11 personas del Palacio de Justicia, caso reabierto en noviembre del 2005 por el
fiscal Mario Iguarán.

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Queremos decirles desde nuestro corazón que estamos con ustedes, que los asiste el Dios de la
justicia en este debate sobre la historia. Han tenido el valor de reconocer el grave error que
significó la toma del Palacio de Justicia y la entereza de pedir perdón a las víctimas, cosa que no
ha hecho ningún otro actor implicado en la tragedia.

Pero hay más, ustedes abrieron la senda de los procesos de paz de los años 90 del siglo pasado y
con su ejemplo nos indujeron a nosotros. Un grupo de hombres y mujeres que militábamos en el
ELN a buscar también la reconciliación nacional.
No se nos olvida que fueron las guerrillas y no el Estado las que tomaron la iniciativa en aquellos
procesos de paz. No se nos puede olvidar que fuimos nosotros quienes tomamos la determinación
de dejar las armas independientemente de la actitud de quienes gobernaban a Colombia por ese
entonces. Fue nuestra convicción indeclinable de que el camino de las armas antes que favorecer
el desarrollo y el bienestar del país traería más desgracias y aflicciones para nuestros compatriotas
la que nos llevó a la paz. Esa actitud pesará en la historia por siempre.

Sea porque este episodio de acusaciones en la que se ha oído de nuevo la voz adolorida de las
víctimas y también la diatriba de políticos con intereses perversos se cierre sin dejar más huellas
que las heridas al alma de personas que se han empeñado en la paz o sea porque dé paso a una
comisión de la verdad. Nosotros estamos con ustedes.

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8 )!99;El tiro por la culata
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En una cancha de fútbol del municipio de Caloto, Cauca, hace 20 años, se firmó el primer acuerdo de paz entre el
movimiento M-19 y el Gobierno del presidente Virgilio Barco.

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Carlos Pizarro, comandante del M-19 preside la entrega de armas y da paso a su desmovilización, surgiendo como
candidato presidencial. Mes y medio después fue asesinado.
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Pizarro fue asesinado el 26 de abril de 1990 mientras viajaba en un avión de Avianca. Era candidato presidencial por
la que fuera la Alianza Democrática M-19, movimiento político que surgió del grupo guerrillero M-19 tras su
desmovilización.
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Carlos Lemos Simonds, negociador del Gobierno Nacional y el guerrillero Antonio Navarro celebran junto a Carlos
Pizarro la firma del acuerdo de paz. Navarro continúa en la política y hoy es gobernador de Nariño.
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Andres Pastrana acababa de agasajar con un almuerzo a todo su gabinete, que se encontraba en
ese momento tomándose un tinto en uno de los pasillos del Palacio de Nariño, cuando escucharon
un totazo que los dejó a todos fríos. Algunos creyeron que era la Guardia Presidencial recibiendo
con un cañonazo al recién posesionado Alvaro Uribe pero otros, menos ingenuos, aclararon que se
trataba del estallido de una bomba de poca intensidad.

Información
Relacionada
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6 Cambio de mando
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6 Las Farc atacan

Minutos antes el presidente Pastrana había salido hacia su oficina y los generales se habían
desplazado hacia el Congreso para alertar al nuevo mandatario sobre la posibilidad de que fuera a
suceder algo grave en Palacio.

Miembros de la Fuerza Pública corrían por los alrededores de las carreras sexta, séptima y octava
en el centro de Bogotá. Por los pasillos de Palacio la confusión era total. Finalmente Pastrana, que
permaneció siempre en su oficina blindada acompañado de cuatro asesores, dio la orden de llevar
a los ministros y a sus parejas al teatro del Palacio, el lugar más seguro del recinto por estar
ubicado en el sótano. Allí permanecieron hasta que llegó el general Jorge Enrique Mora,
comandante del Ejército, y les dijo que la situación estaba controlada. Pero nadie se tranquilizó.

Al presidente Pastrana el ataque no lo tomó por sorpresa. Una hora antes de que la granada
impactara la cornisa de la oficina que ocupó durante tres años Camilo Gómez se reunieron en la
residencia presidencial los generales del Ejército Freddy Padilla y Mora, el comandante de la
Policía de Bogotá, Héctor Darío Castro, y el general Luis Ernesto Gilibert, director de la Policía
Nacional, a analizar el ataque a la Escuela Militar de Cadetes realizado por las Farc a las 11 y 30
de esa mañana.

Desde hacía tres meses el DAS sabía que las Farc atentarían contra el Palacio de Nariño y por eso
habían extremado el dispositivo de seguridad sobre el centro de la ciudad. Unos 20.000 hombres y
mujeres de la Fuerza Pública, entre policías, soldados y detectives, vigilaban Bogotá. Los vuelos
comerciales habían sido suspendidos y tres aviones del servicio de aduanas de Estados Unidos
especializados en detectar todo tipo de aeronaves supervisaban el espacio aéreo.

Los servicios de seguridad del Estado fallaron, sin embargo, en su análisis del alcance de la
tecnología militar con que contaban las Farc. Calculaban que la guerrilla atacaría con carros
bomba, petardos, cilindros o inclusive con mortero como los que en efecto utilizaron, sólo que no
imaginaron que podrían tener tanto alcance. "No se tenía conocimiento de que tuvieran tecnología
para lanzar esto a tres kilómetros. Era la primera vez que la utilizaban", afirma el general Castro.

Al medio día, dos minutos y 50 segundos después de que cayeran los primeros morteros en los
barrios aledaños a la Escuela Militar, una patrulla de Policía avisó al general Castro que habían
localizado una casa en la calle 99A con carrera 57, en el barrio Pontevedra, al noroccidente de
Bogotá, desde donde se lanzaron las granadas. Los gases que salían del patio de la casa alertaron
a los cuatro policías, que salvaron a toda la ciudad de una tragedia mucho mayor. Ellos entraron
con máscaras de gas a la casa y hallaron en el patio descubierto 102 proyectiles recostados sobre
unas plataformas de hierro que eran activadas a control remoto con un sistema electrónico, que
posiblemente también falló.
Mientras los agentes se disponían a desactivar los morteros recibieron el reporte sobre una pareja
que a unos 300 metros de allí emprendió la huida en una moto de alto cilindraje. Los terroristas
sólo lograron activar 10 morteros. Les quedaron otros 92, dispuestos en tal forma que unos
apuntaban hacia el Cantón Norte, otros hacia la Floresta y otros a la Escuela Militar. "Hubiera sido
una lluvia de bombas sobre Bogotá, afirma Castro. Esta patrulla evitó una desgracia".

Conscientes ya de que las Farc tendrían capacidad para atacar desde una distancia tan grande los
generales decidieron en ese miniconsejo de las 2 de la tarde reforzar la seguridad de la Casa de
Nariño. Ya no les quedaba duda de que ese sería el próximo objetivo.

Un desertor de las Farc que se había acogido al programa de protección de testigos hacía tres
meses había informado al DAS sobre los planes terroristas que tramaban contra la residencia del
Presidente. Según reportaron las autoridades el joven de 20 años informó que hacía tres meses un
grupo de 25 guerrilleros de los frentes 27 y 40, del que él formaba parte, llegó a Bogotá desde la
antigua zona de distensión para planear los atentados que fueron concebidos por el 'Mono Jojoy' y
'Romaña'. Con base en la información aportada por el desertor, el coronel Germán Jaramillo alertó
al país sobre la inminencia de este atentado que, como otras tantas tragedias en Colombia,
también fue anunciado. Sin embargo, y pese a que él contaba con la información más privilegiada
sobre el plan terrorista, Jaramillo viajó a ocupar el cargo de agregado de Policía en España un día
antes del 7 de agosto.

Con estos antecedentes y conociendo el alcance de las nuevos morteros que utilizarían las Farc,
los generales pensaron que cualquier ataque sobre el Palacio vendría desde la parte alta de la
ciudad. Trasladaron entonces a 450 agentes con binóculos a Egipto, La Candelaria y a la
Circunvalar y reforzaron la vigilancia con patrullas motorizadas.

Cuando la primer granada -que explotó en frente de Medicina Legal-fue lanzada contra Palacio uno
de los aviones de inteligencia de Estados Unidos envió al comando de la Policía una señal de
alarma en la que localizaba el sitio exacto de la casa en el barrio Santa Isabel. Uno de los agentes
que vigilaba el barrio Egipto también divisó con sus binóculos el humo que salía de esta casa,
ubicada en la carrera 30 con tercera. Y varios vecinos alertaron a la Policía sobre el estruendo que
acababan de escuchar. Dos minutos después un teniente reportó al general Castro que a unos 80
metros de allí acababa de capturar a un hombre que tenía en su poder un radio de antena grande y
un celular.

Según el teniente, el hombre intentó manipular el radio y al preguntarle por el aparato dijo que
alguien que pasaba por allí se lo había entregado para que lo arreglara. Posteriormente se
descubrió que la frecuencia de ese radio coincidía con la del detonador de los morteros.

El detenido, Jhony Triviño Vargas, vivía a cuadra y media de la casa donde encontraron las
plataformas de lanzamiento, en una pieza que, según Castro, el sindicado alquiló hacía 25 días.
Las sospechas de que este hombre formaba parte del grupo que había atacado la Escuela Militar
fueron confirmadas cuando descubrieron que al alquilar la habitación había dado como referencia
el mismo celular que había dejado la arrendataria de la casa de Pontevedra al celador de la cuadra
para que le avisara si algo raro sucedía cuando ella estuviera ausente.

La Policía también descubrió que Triviño, un hombre de 29 años con cédula de El Castillo (Meta),
tenía el pelo teñido de color rojizo oscuro que ahora lucía peinado hacia adelante mientras que en
una fotografía más antigua que encontraron en su billetera lo usaba hacia atrás. También le
encontraron en el cuerpo cicatrices causadas por esquirlas de granada. Y como si necesitaran más
pruebas -dice Castro- cuando lo trasladaron a Pontevedra los vecinos de la casa donde se planeó
el otro operativo lo identificaron como el hombre que entraba con frecuencia a este lugar con un
equipo de soldadura.

Justo en el momento en que capturaban a Triviño explotaron en El Cartucho el segundo y el tercer


proyectiles que mataron a 14 personas que se encontraban en una casa de hojalata. Luego
explotaron otros cinco: uno en el parqueadero de Palacio, otro cerca del Batallón Guardia
Presidencial, otro más al lado del Museo Arqueológico, y otros dos en la calle 7 con carrera 15 y en
la sexta con carrera 17. El último cayó junto al Banco de Bogotá en la Caracas con octava, pero no
estalló (ver infografía en las páginas 26 y 27).

De no haber sido capturado Triviño con el control que activaba las plataformas el general Castro
calcula que las 90 granadas que no se dispararon -dada la forma como estaban orientadas-
hubieran causado daño desde la Avenida Caracas hasta la carrera quinta entre las calles décima y
sexta. Y a juzgar por las muertes que causaron, el número de víctimas mortales habría superado
con creces el centenar si hubieran logrado activar todas las que tenían listas.

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Como en otras ocasiones, las Farc no se han atribuido el atentado pero tampoco han desmentido
las sindicaciones que se les han hecho. Sin embargo para las autoridades no cabe duda de que
fueron las autoras. La procedencia del capturado, oriundo de un municipio con influencia de las
Farc; la tecnología de los morteros, de hechura artesanal, que según un experto británico es la
misma utilizada por el IRA; la información del desertor y la advertencia que hace un año hizo 'Jojoy'
de que llegarían a la ciudad les permiten asegurar que la mano de las Farc está detrás de este
acto criminal.

"Las Farc no se lo han atribuido porque fue un fracaso", afirma Castro. Considera que el hecho de
que apenas hubieran logrado activar un 10 por ciento de los morteros que tenían -operación que
calcula les debió costar unos 400 millones de pesos- y que el efecto de la operación haya sido el
asesinato de 20 personas, la mayoría de ellas en la miseria más absoluta, llevaría al grupo
guerrillero a no reivindicar el operativo.

Otros analistas disienten. Creen que las Farc consiguieron el impacto político que buscaban.
Lograron burlar los extremos esquemas de seguridad y atacar el símbolo del poder político a plena
luz del día, creando en la ciudadanía una sensación de impotencia en el mismo instante en que se
posesionaba el hombre que les prometió a los colombianos recuperar la autoridad del Estado.

Lo que sí es claro es que el ataque refleja las inmensas dificultades que tiene el gobierno
colombiano -como cualquier Estado, en realidad- de controlar el terrorismo. Sobre todo la debilidad
de los organismos de inteligencia, que no anticiparon la capacidad de la guerrilla para usar estos
morteros. Más aún cuando el M-19 lanzó hace 20 años uno de fabricación industrial con el doble
de alcance contra el mismo Palacio de Nariño para despedir al presidente Turbay Ayala.

El ataque también desenterró la negligencia del Estado y de la sociedad, que permitieron durante
años la consolidación del máximo ejemplo de miseria humana que es El Cartucho y que pese a los
esfuerzos de las últimas dos alcaldías no se ha podido transformar por completo.

En lo que atañe a las Farc, la guerrilla mostró una vez más su increíble irresponsabilidad. Al dirigir
armas hechizas con un amplio margen de error , pues fueron lanzadas indiscriminadamente y a
más de dos kilómetros de distancia en una zona donde era inevitable que cayeran civiles
inocentes, incluidos niños como los tres que perdieron la vida, desplegó nuevamente su absoluta
indiferencia criminal por las vidas de los colombianos.

Con este acto demencial las Farc estrenaron la que seguramente será su nueva estrategia de
guerra: golpear el poder central del Estado en las ciudades.

El cambio en la ecuación militar por el fortalecimiento que tuvieron las Fuerzas Militares durante los
últimos cuatro años, la derrota política de las Farc y su desposicionamiento internacional han
llevado a la guerrilla a ensayar tres estrategias de guerra tras la ruptura de los diálogos. Primero
ensayaron el terrorismo económico, que sostuvieron hasta comienzos de abril volando puentes y
torres. Después se dieron cuenta de que podían surtir un efecto político mayor y menos costoso
amenazando a los alcaldes del país. Esta estrategia, barata pues basta un fax, y eficaz, por el
terror que provoca, se desgastó porque sólo tenían la capacidad para hacer renunciar a los
alcaldes de los municipios pequeños que en todo caso ya controlaban.

El ataque del 7 de agosto podría indicar que ahora las Farc realizarán operativos contra
representantes del Estado central que implican un mínimo riesgo para los guerrilleros y que
tendrían un efecto político máximo con menos daño sobre la población civil (suponiendo que sus
armas atinaran). Esa estrategia la complementarían con el secuestro de personalidades para
insistir en el canje.
Pese a que las autoridades creen que la guerrilla carece de la capacidad suficiente para repetir
otro ataque de esta magnitud en el corto plazo -por los costos y la preparación que implica- lo
cierto es que el país ya quedó advertido sobre esta nueva modalidad terrorista de realizar ataques
a gran distancia planeados por comandos guerrilleros especializados en explosivos.

De ahí el desafío que tiene Uribe de mejorar la capacidad de inteligencia del Estado. La ciudadanía
también tiene que estar alerta hoy más que nunca para denunciar cualquier movimiento extraño en
su barrio.

Porque este ataque desesperado parece indicar que las Farc ya no sienten que tienen el tiempo de
su lado. La reciente autorización del gobierno de Estados Unidos para usar los equipos del Plan
Colombia en operaciones contrainsurgentes y las medidas de seguridad que el Presidente ha
anunciado obligan a las Farc a jugársela militarmente con todo lo que tienen para generar una
crisis total del Estado o para fortalecer su posición en una eventual negociación con Uribe que
empezaría más temprano que tarde. Este podría ser el único elemento esperanzador de este acto
terrorista.

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SIEMBRA VIENTOS Y RECOGEBAS TEMPESTADES, de Patricia Lara. Editorial Fontamara,


Barcelona.
Algunos piensan que cometió una peligrosa imprudencia. Otros, que habría sido mejor el silencio.
Pero Patricia Lara, robusta y entusiasta periodista de 31 años, con ideas de izquierda pese a ser
hija del millonario Rómulo Lara, se salió con la suya escribiendo un libro testimonial del M-19,
poéticamente titulado "Siembra vientos y recogerás tempestades".
El libro comprende un prólogo donde se traza de manera esquemática la historia de la violencia en
Colombia y donde, con base en declaraciones de Carlos Toledo Plata, se intenta reconstruir la
génesis de ese movimiento.
El resto de la obra lo integran entrevistas o testimoniales, un poco a la manera de Oscar Lewis en
"Los Hijos de Sánchez", de los tres más importantes dirigentes del M-19 Alvaro Fayad, Iván Marino
Ospina y el propio Jaime Bateman. Como apéndice se incluye una serie de declaraciones públicas
del M-19, así como una cronología de sus acciones. Por lo demás, muy respetuosa de la facción:
José Raquel Mercado fue fusilado y Charles Bitterman fue asesinado, pues en su muerte declara el
M-19 no haber tenido arte ni parte.
La autora se ha limitado a transcribir lo que le manifestaron: no comenta, no contradice y por lo
tanto no existe distancia alguna -y mucho menos una distancia crítica- entre la facundia de sus
interlocutores y el texto final. Sin duda, el procedimiento es legítimo y hoy se emplea en abudancia,
aunque la validez del resultado depende mucho de la alternatibilidad de los puntos de vista y de la
relación directa entre narrador y cronista. Pero aquí la autora se eclipsa para ser el instrumento, el
escriba que transmite el mensaje, un mensaje que parece provenir de lo alto.

HIJOS DE LA VIOLENCIA
No obstante, el libro cumple una función periodística importante al darnos el perfil biográfico de los
líderes del M-19 y un esbozo de su pensamiento. De paso, a través de estos testimoniales
biográficos va apareciendo una realidad sociológica y política inquietante, que se sigue con interés
(el ex-presidente Lleras Restrepo, según se cuenta, leyó el libro de un jalón, hasta las tres de la
mañana), salvo cuando la línea narrativa cede el paso al discurso político, un discurso a la verdad
sin mucha consistencia y con una carga de pasión, que uno no sabría si atribuírlo al entrevistado o
a quien transmite sus palabras.
De este largo y alterno testimonio de tres de nuestros más célebres "subversivos", quedan en claro
dos hechos:
a) son ellos hijos de la violencia. Fayad y Ospina nacieron ambos en el Valle del Cauca y ambos
vivieron de manera atroz la violencia de los años 50. No siempre en el mismo bando, pues Ospina,
pese a que su tío fue asesinado por liberal en sus propias narices cuando él (Ospina) tenía cuatro
años de edad, toma más tarde el partido de los célebres "pájaros". Bateman, que es costeño (de
Santa Marta), la vive también a su manera, pero de manera referencial.
b) El concepto militar pesa más que el concepto político, en los dirigentes del M-19. Formado en
las FARC, Bateman ha tenido tiempo de hacer una crítica de las deficiencias de esta organización
en el plano armado. Dicho análisis lo lleva a constituir el M-19 sobre bases más dinámicas y con
formas de acción más versátiles y probablemente más eficaces: no vacila ya en abandonar las
formas de la guerrilla clásica, para adoptar sistemas del terrorismo moderno. El romanticismo
guerrillero del Che Guevara o de Camilo Torres ya está lejos, y ahora el menú incluye platos tales
como secuestros, bombas y ejecuciones dignas de las Brigadas Rojas.

BOMBAS Y RETORICA
De pronto, pues, el libro provoca un escalofrío. El subdesarrollo no sólo nos fabrica formas
elementales y abruptas de desarrollo capitalista, no sólo está en la tantas veces denunciada clase
dirigente, sino también en los revolucionarios que aspiran a suplantarla. No hay análisis, un análisis
comparable al que permitió al venezolano Teodoro Petkof convertir sus asediadas guerrillas de la
década del sesenta en un importante movimiento de masas (el MAS, tercer partido venezolano).
El discurso de Bateman está impregnado de una retórica muy colombiana con fondo de himno
nacional ("hasta que esa libertad no esté asegurada, su espada como lo quiso el Libertador, nunca
regresará al combate... Jamás será envainada"). Hay un encomio a la eficacia de la organización
("tenemos estudiantes de diplomacia en Londres"), una romántica fe ("No sabemos ya cuántos
somos") y unos cuántos anuncios tremendistas y sin mayor sustento en una reflexión política:
"Sabotearemos las elecciones mediante operativos que extiendan la guerra y nos conduzcan a una
guerra popular". Guerra que, por un subjetivismo voluntarista "vamos a ganar".
El libro de Patricia Lara refleja una realidad del M-19 no bien conocida: se trata de una
organización ultraísta donde el concepto militar de sus dirigentes se impone sobre el análisis de
una realidad política con todos sus matices. Implica un regreso al concepto voluntarista,
vanguardista y tremendista típico del foquismo de otros tiempos. Leyendo este testimonio, el lector
está tentado a recordar la frase que Ursula Iguarán le dirige a su hijo, el Coronel Aureliano Buendía
en "Cien Años de Soledad": "a fuerza de combatir a los militares, a fuerza de odiarlos, has
terminado por parecerte a ellos" .

http://www.semana.com/noticias-cultura/cuando-habla-m19/64373.aspx

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La muchacha, que acababa de salir de clase, opuso resistencia. Pero los tres hombres, tras una
breve lucha presenciada por un puñado de transeuntes, fue introducida en un Renault 12 color
naranja, que partió a toda velocidad. Aquel secuestro, ocurrido delante de la Universidad de
Antioquia el 12 de noviembre del año pasado a las ocho de la mañana, parecía uno más de los
muchos que mantienen con el Credo en la boca a las familias pudientes de Medellín una ciudad en
otro tiempo tranquila y laboriosa que desde hace diez años vive una pesadilla de sangre, raptos,
atentados y ajustes de cuentas.
En realidad el secuestro de Martha Nieves Ochoa, una pecosa, firme y sonriente muchacha de 26
años, hija del conocido ganadero y propietario de caballos de paso Fabio Ochoa, iba a provocar en
Colombia la aparición del MAS, una organización constituída en principio para combatir el
secuestro por medios extra-legales que está convirtiéndose en una réplica del temible "Escuadrón
de la Muerte del Brasil", de la "Triple A", Argentina y del "Diente por Diente" guatemalteco. Sus
procedimientos son análogos y sus recursos, según informan sus propios fundadores,
considerables: 446 millones de pesos aportados por 223 "caids" de la droga, y 2.230 hombres de
choque, bien pagados, a quienes no les tiembla el pulso para apretar el gatillo.

SECUESTROS A LA CARTA
La industria del secuestro existe en Colombia desde hace más de dos décadas, ligada primero al
bandidismo que apareció en el país en los años cincuenta como secuela de la violencia y luego a
grupos guerrilleros de filiación marxista como las FARC, que encontraron en el secuestro de
ganaderos y hacendados ricos un medio de financiar sus actividades.
Las fuerzas Armadas, que llevan al día la contabilidad de efectivos, bajas y asaltos de los grupos
armados, calculan que los últimos secuestros de las FARC, en la zona rural, han producido 125
millones de pesos.
La modalidad urbana de esta industria tenebrosa apareció en la última década con el desarrolo de
la guerrilla urbana propiciada por la organización "ADO" (de inspiración trotzkista), el "PLA"
(maoista) y muy especialmente por el surgimiento del M-19.
Según confidencias recibidas por periodistas secuestrados, fue el propio Jaime Bateman Cayón
(alias "Pablo"), principal inspirador del M-19, quien inició en nombre de este movimiento
operaciones armadas en la zona urbana para recaudar fondos. Junto con dos compañeros,
Bateman penetró en el apartamento de un rico comerciante de Bogotá, armas en mano, donde
según sus informes esperaba encontrar 270.000 dólares. La operación tuvo un desenlace
picaresco: el comerciante quien se hallaba con su amante, fue sorprendido no sólo por el M-19
sino también por su esposa, y no tenía la esperada suma en dólares. Bateman y sus amigos
abandonaron el apartamento, dejando a sus espaldas una tormenta conyugal.
Pero sus procedimientos no tardarían en tecnificarse. Propiciada por delincuentes comunes o por
extremistas políticos, la fructuosa cosecha de secuestros ha contado entre sus víctimas no sólo los
grandes apellidos de la élite industrial y social del país (Eder Lara, Echavarría, de Bedout, Angel,
Urige Campuzano, Londoño, Germán Ribón, Sarmiento) sino también aquellos que pertenecen a la
menos conocida pero próspera clase emergente de provincia. Temiendo un secuestro, gigantescos
dispositivos de seguridad han sido erigidos por los dueños de las grandes fortunas. La residencia
del poderoso hombre de negocios Carlos Ardila Lulle, por ejemplo, es protegida por cincuenta
hombres muy bien armados y de tanta confianza suya que ya forman parte de la familia. Dispone,
inclusive, en caso de emergencia, de una especie de "bunker" blindado con un sofisticado sistema
de comunicaciones y alarmas. Cuando viene a Bogotá, Julio Mario Santodomingo se desplaza en
una camioneta "Ranger" blindada a prueba de "bazooka".
El síndrome del secuestro, que planea sobre toda fortuna superior a los 20 millones de pesos, ha
provocado hacia Miami y otros lugares de la Florida un éxodo de comerciantes, industriales,
banqueros y profesionales en busca de seguridad.
Hasta el momento, los riesgos corridos por los secuestrados eran relativamente escasos, pues por
obvias razones sus negociaciones con la familia del secuestrado suelen desarrollarse a espaldas
de la policía y los servicios de seguridad. Pero el secuestro de Martha Nieves Ochoa cambiaría de
una manera espectacular y con consecuencias todavía imprevisibles, la tradicional relación de
fuerzas entre secuestrados y secuestradores.
La muchacha permaneció secuestrada tres meses y dos días vigilada por hombres y mujeres
encapuchados. Primero estuvo en un cuarto de dos metros cuadrados, iluminado día y noche por
luz de neón, bajo la música atronadora y permanente de dos estaciones de radio y sin más
distracción que "La Montaña Mágica" de Thomas Mann y dos novelas de Truman Capote. Luego
fue llevada a otra ciudad, presumiblemente Armenia, a una celda más amplia, con cortinas y baño,
vigilada esta vez por hombres con capuchones blancos, al parecer universitarios afiliados al M-19,
que oían emisoras de Nicaragua y eran de un extraordinario dogmatismo político (alguno llegó a
definirse como maostalinista). Pero les gustaban las películas románticas en la televisión, y el 31
de diciembre pusieron en manos de la muchacha un vaso de champaña.
En sus primeras conversaciones por teléfono, los secuestradores solicitaron a la familia Ochoa, sin
que les temblara la voz, la suma de doce millones de dólares. El 16 de febrero Martha Nieves
Ochoa era devuelta a su familia en un hotel de Armenia después de 92 días de reclusión. Sin que
se pagara por su rescate un sólo peso.
¿Qué había ocurrido? Parte del secreto de todo lo ocurrido quedaría entre las paredes adornadas
de aperos y objetos de bronce de una casa en La Loma, cerca de Envigado, donde vive la familia
Ochoa. Allí, entre azulejos y orquídeas que endulzan la vista, don Fabio Ochoa, y sus hijos
tomaron la noche de Año Nuevo una fría decisión: el rescate no sería pagado. En cambio, pondrían
un fondo de 25 millones de pesos para quien diera informes que permitieran liberar a Martha
Nieves.
La familia Ochoa tiene el perfil clásico de las familias antioqueñas: numerosas, católicas,
patriarcales y con un olfato agudo para los negocios. El orígen de su fortuna es nítido. Partió de un
pequeño restaurante llamado "Las Margaritas", en el que el jefe de cocina era la propia esposa de
don Fabio. Aquellas Margaritas florecieron en sucursales no sólo en Cali y Bogotá, sino también en
Caracas y Panamá. Don Fabio compró tierras, ganado y caballos, espléndidos caballos de paso
que lo han hecho célebre en la región. Y se volvió millonario. De todos sus hijos es Jorge quien
mejor heredó su visión y su garra. Pero los negocios de éste no se limitan a las reses y caballos del
patrimonio familiar, sino que se extienden a las áreas, a veces ambiguas según algunos, donde la
clase emergente de todas las procedencias construye en poco tiempo fulgurantes fortunas hoy en
Colombia.
Es difícil saber cómo se tendieron los hilos entre la angustiada familia Ochoa y los fundadores del
MAS, que a raíz del secuestro de Martha Nieves decidieron actuar.

UN CAPITAL PARA MATAR


Literalmente hablando, el anuncio sobre la creación de esta organización armada, de un tipo hasta
ahora desconocido en Colombia, cayó del cielo: el dos de diciembre, en Cali, pocos minutos antes
de comenzar el partido de fútbol entre América y Nacional, una avioneta lanzó sobre el estadio y la
ciudad una lluvia de volantes con un comunicado de once puntos y cuatrocientas cincuenta
palabras firmado por el MAS.
El comunicado en cuestión anunciaba en nombre de la mafia la creación de un fondo de 446
millones de pesos (cada participación en la reunión de Cali aportaba dos millones). Para combatir
el secuestro, los cuales serían invertidos en "recompensas, ejecuciones y equipo", y la formación
de un grupo de acción formado por 2.230 hombres.
La filosofía de esta organización era expuesta en forma más explícita 40 días más tarde por un
curioso aviso de página, aparecido en "La Patria" de Manizales y firmado por un tal Carlos Enrique
Lehder Rivas (exsecuestrado). Con un humor que delata su tierra natal, Lehder ironiza sobre los
recursos legales que protegen a los secuestradores cuando son capturados y sus condiciones de
detención. (Están "elegantes, gorditos, pulcros y sin pecado", dice). Impugna a la Comisión de
Derechos Humanos por ocuparse más de los secuestradores que de los secuestrados (quienes
"desnudos y encadenados permanecen enterrados en vida sufriendo humillaciones, infecciones y
maltrato") y exalta la creación de una fuerza táctica anti-secuestro en la que debían participar,
según él, mercenarios extranjeros del Vietnam y Sur-Africa y "grandes del F2, guerreros del B-2,
inteligencia del DAS, halcones de la Fuerza Aérea y tiburones de la Marina".
Recién fundado, el MAS hizo su asombrosa aparición el 30 de diciembre. El periodista Pedro Nel
Córdoba maduro y curtido rastreador de la crónica judicial en "El Colombiano", fue despertado a las
once de la noche por una llamada telefónica en su casa del barrio Los Laureles, en Medellín.

"Habla el MAS -dijo la voz-. Le tenemos una muchacha implicada en el secuestro de Martha Nieves
Ochoa. Usted verá si se la dejamos en el periódico o en su casa". "Aquí ni de vainas -respondió
Córdoba- déjenla en el periódico, que voy para allá"
El periodista de "El Colombiano", que es capaz de ponerse los zapatos en tres segundos para
correr detrás de una "chiva", llegó antes que el MAS. Debió esperar media hora antes de ver
aparecer, en el silencio de medianoche, frente al periódico, un Renault 4 rojo. Del interior bajaron a
toda prisa varios hombres con una muchacha, a la que amarraron a la enrejada ventana del
periódico; luego desaparecieron. La muchacha tenía las muñecas ceñidas por esposas. En los
lentes negros que llevaba puestos, sobre el pecho y la espalda, tenía la sigla del MAS.
Era Martha Elena Correa (de Bernal), antigua condiscípula de Martha Nieves Ochoa vinculada
ahora al M-19. Las dos muchachas habían sido amigas íntimas diez años atrás (como hermanas,
dice la familia Ochoa) cuando estudiaban en el Conrado González, un colegio mixto de Medellín.
Vivián en el mismo barrio, El Poblado, montaban a caballo juntas y entraban una a la casa de la
otra como a la suya. Pero su destino iba a ser muy distinto. Martha Nieves, siguiendo la vocación
de su familia por los negocios, iría a estudiar administración y economía y a casarse con un activo
constructor Luis Guillermo Yepes. Martha Elena, enamorada de un agitador izquierdista, Luis
Gabriel Bernal, se formaría en otra escuela: la clandestinidad, el tráfico de armas, el M-19.
La manera como el MAS logró descubrir la implicación de Martha Correa y su marido Luis Gabriel
Bernal -cerebro de la operación- en el secuestro de Martha Nieves Ochoa, en sólo 15 días, forma
parte del secreto profesional de la organización. Sin duda los millones puestos en circulación
desataron lenguas. Lo cierto es que de la mañana a la noche los papeles resultaron invertidos. Los
secuestradores, víctimas de su propio invento, aparecieron secuestrados, (veinticinco personas,
entre ellas el hermano, la cuñada y amigos muy cercanos de Bernal) o amenazados de muerte.
Sintiendo que la tela de araña gigantesca tendida a todo lo largo del país por el MAS, podía
atraparlo, Bernal decidió huir del país secuestrando un avión, el 727 de Aerotal con armas que
logró pasar en estuches de plomo burlando el control de los rayos X. Interceptado el avión por un
camión militar en el aeropuerto de Cali, finalmente Bernal consiguió, mediante arduas
negociaciones con las autoridades, huir a Cuba en una avioneta facilitada por el industrial Carlos
Ardila Lulle para salvar la vida de los pasajeros de Aerotal.
La Habana, Panamá, Bogotá, Medellín, Armenia: en diciembre, enero y parte de febrero, las
negociaciones secretas entre el MAS y la familia Ochoa por una parte, y por otra, el M-19, tienen
como puntos cardinales estas ciudades y se desarrollan conforme a los escalofriantes códigos con
que las bandas de Chicago negociaban en otro tiempo vidas y fortunas.
Finalmente, el MAS abre sus manos para dejar, libres o en poder de las autoridades ,los hombres
del M-19 o sus familiares que habían secuestrado. Y el M-19 deja, sana y salva en Armenia, el 16
de febrero, a Martha Nieves Ochoa. Sin recibir rescate.

LAS OREJAS DEL LOBO


Hasta aquí, los móviles del MAS parecen los enunciados por su comunicado inicial: combatir el
secuestro con sus propias armas, sin asumir contenido político alguno. Su primera acción, muy
eficaz, cuenta inclusive con simpatías en la aterrorizada Medellín, que ha vivido con angustiada
expectativa la suerte de Martha Nieves, una muchacha que, con su carácter, sus aspiraciones, su
sonrisa y sus pecas representa muy bien a la antioqueña de las nuevas generaciones. La vieja
Medellín, la de siempre, la que ha rezado el rosario en familia, cierra filas frenta a esa historia de
ruido, de furor y sangre que ha caído como una maldición desde hace diez años: la droga, las
motos de la muerte, los muchachos que matan en las esquinas, queman monjas con cocteles
Molotov o entran encapuchados a un liceo para acribillar a un profesor frente al tablero de clase.
La segunda acción del MAS, realizada también con una escalofriante eficiencia, fue una operación
de castigo, contra dos secuestradores, Fernando Correa y Marco Antonio Mira, que habían
secuestrado y dado muerte a un niño de tres años el 5 de diciembre en Medellín. Detenidos y
llevados a la cárcel de La Ladera, el MAS anunció su condena a muerte, el 29 de enero. Cinco días
después, pese a toda la protección que se dio a los presos estos eran, en efecto liquidados por dos
hampones comunes, ya presos, quienes armados de un revólver saltaron el muro del patio más
seguro del penal.
Pero muy pronto, tras la máscara de Robin Hood asumida en estas acciones, el MAS dejaría ver
las orejas de lobo de una organización políticamente orientada contra sindicalistas, periodistas y
juristas similar a las que en otros países de América Latina han dejado ya sus huellas sangrientas.
El inquietante parentezco del MAS colombiano con los grupos paramilitares surgidos en
Centroamérica y otros países latinoamericanos como réplica a los secuestros de guerrillas
urbanas, empezó a perfilarse con la detención de sindicalistas antioqueños, y la muerte de uno de
ellos, Luis Javier Cifuentes, en enero. Funcionario del sindicato seccional de Coltabaco, Cifuentes
fue torturado con ácido y ultimado de tres tiros en la cabeza, cuando su organización sindical
discutía un pliego de peticiones en representación de 3.500 obreros.
Líder del sindicato de empleados bancarios de Medellín, Jesús María Arias fue secuestrado en su
casa de Envigado, a las once de la noche del 13 de diciembre, por un comando armado del MAS,
que lo llevó en ropas interiores a bordo de un Renault 12. Fue liberado con tres sindicalistas más,
luego de semanas de encierro. Según el MAS, habían sido tomados como rehenes y presuntos
simpatizantes del M-19.
Hasta entonces todas las acciones del MAS habían tenido como escenario principal la atemorizada
ciudad de Medellín. Pero el primero de febrero, en un remoto barrio del sur el MAS hizo su
orgulloso debut en la capital, matando de 17 disparos a un hombre, escapado de la cárcel Modelo,
que la policía buscaba inútilmente desde hacía meses: William de Jesús Parra Castillo, militante
del movimiento de autodefensa obrera (ADO) acusado de haber participado en el asesinato del ex-
ministro Pardo Buelvas. El anuncio de la muerte fue hecho por una llamada telefónica a "El
Tiempo".
La noticia fue registrada en el periódico en la página 15, considerando sin duda que una "vendetta"
entre asesinos no merecía mayor despliegue. Pero un mes después, el sanguíneo e impetuoso
director de "El Tiempo", Hernando Santos Castillo, dictaba a Gladys, su secretaria, un editorial
titulado "Muerte a la Muerte" que rezumaba en cada línea inquietud. "El abominable MAS debe ser
puesto a buen recaudo", decía. "Encarna este organismo la fuerza del mal, mientras pretende
presentarse como la justicia aplicada por manos propias".
¿Qué había ocurrido? En mes y medio, del lluvioso febrero y las dos primeras semanas de marzo,
el MAS había logrado saltar de la página 15 a la primera y a las notas editoriales con un atentado a
la periodista María Jimena Duzán y con un asesinato, firmado por dicha organización, que le daba
a sus presuntos actos justicieros un alcance escalofriante: el del abogado penalista Enrique
Cipagauta Galvis.
No se trataba esta vez de ningún autor de secuestros, ni de cómplice de los mismos, ni de un
altruísta de izquierda o simpatizante del M-19. Nacido en La Uvita, un pueblo de recalcitrantes
conservadores, en el norte de Boyacá. Cipagauta Galvis habría podido ser por vocación y por
influencias regionales, un respetado y pacífico canónigo. Llegó inclusive a pisar el seminario. Pero,
graduado en la Universidad Javeriana, especializado en Roma y en Inglaterra, su vocación
definitiva sería el Derecho Penal.
Fogoso y agudo en sus alegatos jurídicos, martillando despiadadamente las consonantes,
Cipagauta llegaría a convertirse en el ave negra de los juicios realizados por la justicia penal
militar, como apoderado de presos sindicados de acciones subversivas. "Los militares son tan
ineptos con los códigos como un abogado lo sería manejando una bayoneta", solía decir. Sostenía
que en dichos juicios la sentencia era fijada de antemano y de manera caprichosa. Defensor de
varios sindicados por el asesinato del General Rincón Quiñones, de un ganadero de Honda
apellidado Camelo, detenido como presunto miembro del M-19, del sacerdote Saturnino Sepúlveda
y de tres religiosas sindicadas de ocultar un arsenal subversivo, su defensa más sonada había sido
en los últimos tiempos la de Carlos Duplat Sanjuan, acerca de la cual había escrito un libro con la
explosiva carga verbal de un panfleto, titulado "Cien días de ignominia".
El asesinato de Cipagauta, perpetrado el 10 de marzo por dos hombres que dispararon desde una
moto Suzuki 185 de color blanco, cuando el abogado iba en su automóvil por una calle de Bogotá,
revelaba que el MAS ampliaba ahora su radio de acción, poniendo en la mira de sus revólveres y
ametralladoras a todos los penalistas que se ocupaban de los sindicados por delito de subversión.
Menos de una semana después del asesinato de Cipagauta Galvis el barbudo senador y abogado
comunista Humberto Criales de la Rosa defensor de presos presuntamente vinculados a las FARC
y al M-19, recibía en su oficina una breve esquela, que con unos cuantos gramos de humor negro
decía: "El MAS después de analizar concienzudamente sus servicios prestados a elementos
subversivos y secuestradores..., decide presentar por anticipado al señor doctor Humberto Criales
de la Rosa su MAS sentida condolencia por su sensible y próxima desaparición".

"¡LA PROXIMA VEZ, LO MATAMOS!"


Criales no tenía esta vez razones para considerar que era una de tantas de las amenazas, de las
muchas que ha recibido en su vida por la misma causa. El MAS no se andaba con bromas. En la
primera semana de marzo, en las afueras de Bogotá (en el kilómetro uno de la carretera de
Villavicencio y en los alrededores del Club Campestre) fueron encontrados los cadáveres de dos
hombres muertos en circunstancias idénticas. Habían sido estrangulados, "empalados" y colgados
por una cuerda de las ramas de un árbol. Fotocopia de sus cédulas y libretas militares fueron
enviadas por el MAS a la redacción de los periódicos. Nunca se supo la razón concreta de su
muerte aunque presuntamente se trataba de cómplices del M-19.
Seis días después un nuevo cadáver, colgado también de un árbol y acribillado de balas, había
aparecido en el Alto de San Miguel, en la vía de Fusa a Bogotá. El MAS, en una llamada telefónica
al diario "El Bogotano", reivindicaba el crímen. Se trataba según la voz anónima, de un
ajusticiamiento.
Criales, como todo el país, tampoco había olvidado el atentado contra la periodista de "El
Espectador", María Jimena Duzán. Secuestrada por el M-19, llevada al Putumayo (contra su
voluntad), María Jimena permaneció una semana en plena selva entrevistando a Jaime Bateman y
otros dirigentes del M-19. La víspera de la publicación de su primer artículo en el diario, 24 horas
después de haber sido depositada por el M-19 en una avenida de Bogotá, una bomba estalló en la
casa de la periodista. María Jimena acababa de entrar a su casa. Estaba en el segundo piso,
saludando a su madre, cuando se produjo la explosión, que arrancó de cuajo la puerta de la calle y
la arrojó, siete metros más allá, contra el fondo del salón. Su primer pensamiento fue el de que se
trataba de una acción del MAS. No se equivocó. Cinco minutos después, cuando los vecinos se
agolpaban frente a la puerta pulverizada, sonó el teléfono. María Jimena pensó que se trataba del
director de su diario, Guillermo Cano. Pero en el teléfono, oyó una voz desconocida: "Vieja h... p...,
habla el MAS. La próxima vez,la matamos".

UN PAIS AMENAZADO
Las organizaciones paramilitares como el MAS cumplen en todas partes la misma parábola. La
triple A argentina, por ejemplo, empezó liquidando militantes de "Los Montoneros". Pero a la vuelta
de pocos meses su menú semanal de secuestros y muertes incluía periodistas, escritores,
psicoanalistas, sociólogos y hombres de televisión y del teatro, liberales o marxistas, que nunca
habían disparado un revolver y cuyos cadáveres aparecían en basureros, descampados o flotando
en el río de La Plata.
En realidad los sistemas de estas organizaciones tienen una extraña filiación con los utilizados por
los servicios secretos de toda índole, llámense KGB o CIA, sean israelitas o libios. La guerra fría,
bien es sabido, conlleva hoy una guerra caliente, que se adelanta en la sombra. Rusos, libios,
palestinos o cubanos entrenan en grupos de choque, expertos en bombas y atentados y en
comandos militares que operan en diversas zonas explosivas del mundo una de ellas
Latinoamérica. Por otra parte, expertos de la CIA y de los servicios secretos israelíes dan soporte a
contra guerrillas y organizaciones paramilitares que se oponen a los primeros. Se trata de una
guerra sin reglas de juego y sin paños tibios entre dos ejércitos marginales que desde la sombra
manejan alegremente el terror. Es posible que unos y otros muevan ya fichas en el tablero
colombiano. Colombia ya no es para ellos un país de cumbias y reinas de belleza, sino una ficha
crucial en el tempestuoso ajedrez del Caribe.
Las recientes acciones del MAS van mucho más allá de una guerra entre "mafias" y
secuestradores. Hay en ellas una estrategia política, que ya en otros lugares del continente ha sido
probada. Se trata de combatir a la guerrilla no sólo en sus activistas, sino neutralizando, mediante
la intimidación, la periferia política e intelectual que podría servirla de soporte.
En la lógica de tales sistemas operativos, los enemigos liquidables pueden ser un Arzobispo como
Monseñor Romero de El Salvador (ultimado a tiros cuando oficiaba la Misa) o el canoso director del
respetable y moderado diario bonarense "La Opinión", Jacobo Timerman, que terminó en una sala
de torturas recibiendo descargas eléctricas.
El MAS parece seguir esta línea de inspiración no sólo al atentar contra una periodista o al
asesinar a un abogado, sino al anunciar una lista de futuras víctimas, de la cual se conocen
apenas tres nombres: el de la propia María Jimena Duzán, el del ex Embajador y ex-Ministro
Alfredo Vásquez Carrizosa y el del escritor Gabriel García Márquez, hoy residente en México.
Curiosa paradoja, la amenaza incluye un abanico político bastante amplio: un conservador, un
liberal y un izquierdista. El punto que tienen en común es que todos abogan por los derechos
humanos.
Tomando muy en serio las amenazas proferidas en contra suya, el escritor Garcia Márquez señaló
en su nota publicada el 14 de marzo en el diario "El Espectador" que "el MAS podría estar
constituido por comandos del servicio de inteligencia militar, armados de los mismos sistemas
represivos de la Argentina, Uruguay y Chile".
Indirectamente el presidente Julio César Turbay ha refutado esta afirmación (en carta dirigida al
abogado comunista Humberto Criales de la Rosa el 18 de marzo), asegurando que: "El Ministro de
Justicia y el Comandante de las Fuerzas Armadas en Medellín fueron categóricos en la
condenación del MAS, que usted y sus compañeros tienen interés en presentar como un
organismo protegido o tolerado por el gobierno.
Por su parte, el ex-Ministro Vasquez Carrizosa no aventura hipótesis alguna. Pero en una nota
publicada por "El Espectador" el 16 de marzo, ve en la escalada de actos terroristas una amenaza
al derecho de disentir en el campo de los Derechos Humanos. Su predicción es sombría: "Por la
pendiente por donde rodamos habrá en un tiempo no muy lejano una Colombia fascista".
"Somos la paz", pregona en grandes vallas la propaganda electoral de Belisario Betancur. "La paz
es liberal", replica la propaganda de López Michelsen. El joven candidato Luis Carlos Galán y el
anciano Gerardo Molina hacen de la paz un tema preferencial en sus discursos. Es significativo.
Aunque después de las elecciones del 14 de marzo, los atentados, bombas, muertos y secuestros
se hayan atenuado, el problema que ellos plantean sigue pesando agudamente en el ánimo del
elector colombiano. La paz es hoy su preocupación número uno.
Para ese elector medio colombiano, que no cree en opciones de sangre y pólvora, las amenazas
contra la paz provienen de todos los confines de la lucha armada: de la guerrilla endémica, tipo
FARC; de las acciones de nuevo tipo patentadas espectacularmente por el M-19 y ahora de grupos
paramilitares como el MAS. Si los propósitos y los contenidos ideológicos de estos grupos difieren
diametralmente, sus métodos empiezan a tener entre sí un lúgubre aire de familia.
Tradicionalmente sumergido en sus querellas domésticas Colombia es un país que comienza a
mirar por encima del mundo para interesarse por lo que ocurre en los patios vecinos. El torturado
El Salvador, la revuelta Guatemala, la sangre vertida en Nicaragua, inquietan a los colombianos.
Hay un incendio en el vecindario, y nadie desea que las llamas alcancen la propia casa. Y esta
inquietud, por encima de cualquier otra, proyecta su sombra sobre las urnas del 30 de mayo.

A LA MODA DE CHICAGO
Y era la ciudad más tranquila de Colombia. Una ciudad de madrugadores hombres de empresa
que vigilaban de cerca las acciones de Coltejer y de señoras piadosas que organizaban bazares de
caridad y desfiles florales. Quebraban las discotecas por falta de clientes. Pero las iglesias estaban
llenas a la hora de la misa y en la penumbra de las casas, a las seis de la tarde, como en el siglo
pasado, se rezaba el rosario.
La vieja estampa patriarcal de Medellín se quebró hace apenas diez años, cuando un azar
geográfico la colocó en un centro crucial de operaciones para la "colombian connection", que
transporta cocaína desde el Cauca y el Putumayo hasta las calles de Nueva York.
De pronto, los muchachos que jugaban con pelotas de trapo en las calles del barrio Antioquia, al
suroccidente de la ciudad, encontraron algo más próspero que vender cigarrillos en las calles:
llevar cocaína, en los vuelos regulares a Miami, en bolsas plásticas que entregaban, en guitarras o
en los tacones de sus zapatos. Algunos quedaban tras las rejas de una cárcel americana, pero los
que no, al cabo de algunos viajes escalaban las alturas privilegiadas de El Poblado.
Pero la droga viene siempre acompañada de sangre y trágicas "vendettas". El primer crimen
ocurrió el 27 de septiembre de 1972, cuando un delincuente, Ramón Antonio Aristizabal, hizo
matar a su mejor amigo, Evelio Giraldo, a veinte pasos de "El Colombiano", en un oscuro ajuste de
cuentas. Desde entonces la droga ha dejado cada semana una sangrienta cosecha de muertes.
189, en 1979; 732 en 1981. Modalidad local: los asesinos, siempre en pareja, andan en moto.
Las víctimas, incialmente, eran como sus asesinos, traficantes. Es el caso de Guillermo Palacio
Acevedo, crecido en las polvaredas del barrio Antioquia, y muerto el 24 de mayo de 1978 sobre los
mármoles de su flamante casa en el barrio Conquistadores.

Dos años después empezaron los asesinatos de jueces penales que investigaban delitos
relacionados con la droga. Murieron cinco, entre ellos la juez Ana Cecilia Cartagena, de 35 años,
muerta en el centro, dentro de su carro, por un hombre que iba en una moto azul.
Todo al estilo de Chicago, a las once de la mañana del pasado 13 de enero, cinco hombres bajan
de un auto y descargan ráfagas de ametralladora en la oficina de finca raíz de Joaquín Builes
Gómez. Mueren seis personas, entre ellas el hijo del cónsul francés, Nicolás Le Flohic, que estaba
allí casualmente, al igual que la aseadora, el celador, un cliente ocasional y un chofer. Pero el
objeto del atentado, Builes Gómez, no estaba, y desde entonces desapareció. El 19 de diciembre
del 81, dos granadas estallan en la granja de Juan Morales Vargas, en Girardot, al oriente de
Medellín. Mueren cuatro personas, un perro y los cerdos del chiquero.
La mafia antioqueña tiene el brazo largo. Mata también fuera de la ciudad. El 28 de noviembre
pasado, presuntos traficantes, Alfonso Arrubla y María Eugenia Delgado, mueren asfixiados con
trapos, en su lujoso apartamento del condado de Dade, en Miami. Muere también una pareja
colombiana de servicio, pero el bebé de la casa es abandonado, vivo, en un basurero.
El 31 de enero de este año, en Nueva York, es baleado dentro de su Mercedes Benz, en el barrio
Queens, un colombiano que usa el nombre de Orlando Gálvez. Se trata de Julio Erney Muñoz, otro
traficante salido del barrio Antioquia. Su esposa, a quien en su barrio natal llamaban "la Chola", es
asesinada en su apartamento con su hijo, el mismo día que su marido. La Chola, muchacha pobre
de otros días, poseía al morir 950 mil dólares en joyas, y en su apartamento había 14 millones de
dólares en cocaína pura.
La mafia de Medellín no tiene nada que envidiarle al Chicago de Al Capone. En efecto.

http://www.semana.com/noticias-especiales/terrorismo-carta/64372.aspx

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La muchacha, que acababa de salir de clase, opuso resistencia. Pero los tres hombres, tras una
breve lucha presenciada por un puñado de transeuntes, fue introducida en un Renault 12 color
naranja, que partió a toda velocidad. Aquel secuestro, ocurrido delante de la Universidad de
Antioquia el 12 de noviembre del año pasado a las ocho de la mañana, parecía uno más de los
muchos que mantienen con el Credo en la boca a las familias pudientes de Medellín una ciudad en
otro tiempo tranquila y laboriosa que desde hace diez años vive una pesadilla de sangre, raptos,
atentados y ajustes de cuentas.
En realidad el secuestro de Martha Nieves Ochoa, una pecosa, firme y sonriente muchacha de 26
años, hija del conocido ganadero y propietario de caballos de paso Fabio Ochoa, iba a provocar en
Colombia la aparición del MAS, una organización constituída en principio para combatir el
secuestro por medios extra-legales que está convirtiéndose en una réplica del temible "Escuadrón
de la Muerte del Brasil", de la "Triple A", Argentina y del "Diente por Diente" guatemalteco. Sus
procedimientos son análogos y sus recursos, según informan sus propios fundadores,
considerables: 446 millones de pesos aportados por 223 "caids" de la droga, y 2.230 hombres de
choque, bien pagados, a quienes no les tiembla el pulso para apretar el gatillo.

SECUESTROS A LA CARTA
La industria del secuestro existe en Colombia desde hace más de dos décadas, ligada primero al
bandidismo que apareció en el país en los años cincuenta como secuela de la violencia y luego a
grupos guerrilleros de filiación marxista como las FARC, que encontraron en el secuestro de
ganaderos y hacendados ricos un medio de financiar sus actividades.
Las fuerzas Armadas, que llevan al día la contabilidad de efectivos, bajas y asaltos de los grupos
armados, calculan que los últimos secuestros de las FARC, en la zona rural, han producido 125
millones de pesos.
La modalidad urbana de esta industria tenebrosa apareció en la última década con el desarrolo de
la guerrilla urbana propiciada por la organización "ADO" (de inspiración trotzkista), el "PLA"
(maoista) y muy especialmente por el surgimiento del M-19.
Según confidencias recibidas por periodistas secuestrados, fue el propio Jaime Bateman Cayón
(alias "Pablo"), principal inspirador del M-19, quien inició en nombre de este movimiento
operaciones armadas en la zona urbana para recaudar fondos. Junto con dos compañeros,
Bateman penetró en el apartamento de un rico comerciante de Bogotá, armas en mano, donde
según sus informes esperaba encontrar 270.000 dólares. La operación tuvo un desenlace
picaresco: el comerciante quien se hallaba con su amante, fue sorprendido no sólo por el M-19
sino también por su esposa, y no tenía la esperada suma en dólares. Bateman y sus amigos
abandonaron el apartamento, dejando a sus espaldas una tormenta conyugal.
Pero sus procedimientos no tardarían en tecnificarse. Propiciada por delincuentes comunes o por
extremistas políticos, la fructuosa cosecha de secuestros ha contado entre sus víctimas no sólo los
grandes apellidos de la élite industrial y social del país (Eder Lara, Echavarría, de Bedout, Angel,
Urige Campuzano, Londoño, Germán Ribón, Sarmiento) sino también aquellos que pertenecen a la
menos conocida pero próspera clase emergente de provincia. Temiendo un secuestro, gigantescos
dispositivos de seguridad han sido erigidos por los dueños de las grandes fortunas. La residencia
del poderoso hombre de negocios Carlos Ardila Lulle, por ejemplo, es protegida por cincuenta
hombres muy bien armados y de tanta confianza suya que ya forman parte de la familia. Dispone,
inclusive, en caso de emergencia, de una especie de "bunker" blindado con un sofisticado sistema
de comunicaciones y alarmas. Cuando viene a Bogotá, Julio Mario Santodomingo se desplaza en
una camioneta "Ranger" blindada a prueba de "bazooka".
El síndrome del secuestro, que planea sobre toda fortuna superior a los 20 millones de pesos, ha
provocado hacia Miami y otros lugares de la Florida un éxodo de comerciantes, industriales,
banqueros y profesionales en busca de seguridad.
Hasta el momento, los riesgos corridos por los secuestrados eran relativamente escasos, pues por
obvias razones sus negociaciones con la familia del secuestrado suelen desarrollarse a espaldas
de la policía y los servicios de seguridad. Pero el secuestro de Martha Nieves Ochoa cambiaría de
una manera espectacular y con consecuencias todavía imprevisibles, la tradicional relación de
fuerzas entre secuestrados y secuestradores.
La muchacha permaneció secuestrada tres meses y dos días vigilada por hombres y mujeres
encapuchados. Primero estuvo en un cuarto de dos metros cuadrados, iluminado día y noche por
luz de neón, bajo la música atronadora y permanente de dos estaciones de radio y sin más
distracción que "La Montaña Mágica" de Thomas Mann y dos novelas de Truman Capote. Luego
fue llevada a otra ciudad, presumiblemente Armenia, a una celda más amplia, con cortinas y baño,
vigilada esta vez por hombres con capuchones blancos, al parecer universitarios afiliados al M-19,
que oían emisoras de Nicaragua y eran de un extraordinario dogmatismo político (alguno llegó a
definirse como maostalinista). Pero les gustaban las películas románticas en la televisión, y el 31
de diciembre pusieron en manos de la muchacha un vaso de champaña.
En sus primeras conversaciones por teléfono, los secuestradores solicitaron a la familia Ochoa, sin
que les temblara la voz, la suma de doce millones de dólares. El 16 de febrero Martha Nieves
Ochoa era devuelta a su familia en un hotel de Armenia después de 92 días de reclusión. Sin que
se pagara por su rescate un sólo peso.
¿Qué había ocurrido? Parte del secreto de todo lo ocurrido quedaría entre las paredes adornadas
de aperos y objetos de bronce de una casa en La Loma, cerca de Envigado, donde vive la familia
Ochoa. Allí, entre azulejos y orquídeas que endulzan la vista, don Fabio Ochoa, y sus hijos
tomaron la noche de Año Nuevo una fría decisión: el rescate no sería pagado. En cambio, pondrían
un fondo de 25 millones de pesos para quien diera informes que permitieran liberar a Martha
Nieves.
La familia Ochoa tiene el perfil clásico de las familias antioqueñas: numerosas, católicas,
patriarcales y con un olfato agudo para los negocios. El orígen de su fortuna es nítido. Partió de un
pequeño restaurante llamado "Las Margaritas", en el que el jefe de cocina era la propia esposa de
don Fabio. Aquellas Margaritas florecieron en sucursales no sólo en Cali y Bogotá, sino también en
Caracas y Panamá. Don Fabio compró tierras, ganado y caballos, espléndidos caballos de paso
que lo han hecho célebre en la región. Y se volvió millonario. De todos sus hijos es Jorge quien
mejor heredó su visión y su garra. Pero los negocios de éste no se limitan a las reses y caballos del
patrimonio familiar, sino que se extienden a las áreas, a veces ambiguas según algunos, donde la
clase emergente de todas las procedencias construye en poco tiempo fulgurantes fortunas hoy en
Colombia.
Es difícil saber cómo se tendieron los hilos entre la angustiada familia Ochoa y los fundadores del
MAS, que a raíz del secuestro de Martha Nieves decidieron actuar.

UN CAPITAL PARA MATAR


Literalmente hablando, el anuncio sobre la creación de esta organización armada, de un tipo hasta
ahora desconocido en Colombia, cayó del cielo: el dos de diciembre, en Cali, pocos minutos antes
de comenzar el partido de fútbol entre América y Nacional, una avioneta lanzó sobre el estadio y la
ciudad una lluvia de volantes con un comunicado de once puntos y cuatrocientas cincuenta
palabras firmado por el MAS.
El comunicado en cuestión anunciaba en nombre de la mafia la creación de un fondo de 446
millones de pesos (cada participación en la reunión de Cali aportaba dos millones). Para combatir
el secuestro, los cuales serían invertidos en "recompensas, ejecuciones y equipo", y la formación
de un grupo de acción formado por 2.230 hombres.
La filosofía de esta organización era expuesta en forma más explícita 40 días más tarde por un
curioso aviso de página, aparecido en "La Patria" de Manizales y firmado por un tal Carlos Enrique
Lehder Rivas (exsecuestrado). Con un humor que delata su tierra natal, Lehder ironiza sobre los
recursos legales que protegen a los secuestradores cuando son capturados y sus condiciones de
detención. (Están "elegantes, gorditos, pulcros y sin pecado", dice). Impugna a la Comisión de
Derechos Humanos por ocuparse más de los secuestradores que de los secuestrados (quienes
"desnudos y encadenados permanecen enterrados en vida sufriendo humillaciones, infecciones y
maltrato") y exalta la creación de una fuerza táctica anti-secuestro en la que debían participar,
según él, mercenarios extranjeros del Vietnam y Sur-Africa y "grandes del F2, guerreros del B-2,
inteligencia del DAS, halcones de la Fuerza Aérea y tiburones de la Marina".
Recién fundado, el MAS hizo su asombrosa aparición el 30 de diciembre. El periodista Pedro Nel
Córdoba maduro y curtido rastreador de la crónica judicial en "El Colombiano", fue despertado a las
once de la noche por una llamada telefónica en su casa del barrio Los Laureles, en Medellín.

"Habla el MAS -dijo la voz-. Le tenemos una muchacha implicada en el secuestro de Martha Nieves
Ochoa. Usted verá si se la dejamos en el periódico o en su casa". "Aquí ni de vainas -respondió
Córdoba- déjenla en el periódico, que voy para allá"
El periodista de "El Colombiano", que es capaz de ponerse los zapatos en tres segundos para
correr detrás de una "chiva", llegó antes que el MAS. Debió esperar media hora antes de ver
aparecer, en el silencio de medianoche, frente al periódico, un Renault 4 rojo. Del interior bajaron a
toda prisa varios hombres con una muchacha, a la que amarraron a la enrejada ventana del
periódico; luego desaparecieron. La muchacha tenía las muñecas ceñidas por esposas. En los
lentes negros que llevaba puestos, sobre el pecho y la espalda, tenía la sigla del MAS.
Era Martha Elena Correa (de Bernal), antigua condiscípula de Martha Nieves Ochoa vinculada
ahora al M-19. Las dos muchachas habían sido amigas íntimas diez años atrás (como hermanas,
dice la familia Ochoa) cuando estudiaban en el Conrado González, un colegio mixto de Medellín.
Vivián en el mismo barrio, El Poblado, montaban a caballo juntas y entraban una a la casa de la
otra como a la suya. Pero su destino iba a ser muy distinto. Martha Nieves, siguiendo la vocación
de su familia por los negocios, iría a estudiar administración y economía y a casarse con un activo
constructor Luis Guillermo Yepes. Martha Elena, enamorada de un agitador izquierdista, Luis
Gabriel Bernal, se formaría en otra escuela: la clandestinidad, el tráfico de armas, el M-19.
La manera como el MAS logró descubrir la implicación de Martha Correa y su marido Luis Gabriel
Bernal -cerebro de la operación- en el secuestro de Martha Nieves Ochoa, en sólo 15 días, forma
parte del secreto profesional de la organización. Sin duda los millones puestos en circulación
desataron lenguas. Lo cierto es que de la mañana a la noche los papeles resultaron invertidos. Los
secuestradores, víctimas de su propio invento, aparecieron secuestrados, (veinticinco personas,
entre ellas el hermano, la cuñada y amigos muy cercanos de Bernal) o amenazados de muerte.
Sintiendo que la tela de araña gigantesca tendida a todo lo largo del país por el MAS, podía
atraparlo, Bernal decidió huir del país secuestrando un avión, el 727 de Aerotal con armas que
logró pasar en estuches de plomo burlando el control de los rayos X. Interceptado el avión por un
camión militar en el aeropuerto de Cali, finalmente Bernal consiguió, mediante arduas
negociaciones con las autoridades, huir a Cuba en una avioneta facilitada por el industrial Carlos
Ardila Lulle para salvar la vida de los pasajeros de Aerotal.
La Habana, Panamá, Bogotá, Medellín, Armenia: en diciembre, enero y parte de febrero, las
negociaciones secretas entre el MAS y la familia Ochoa por una parte, y por otra, el M-19, tienen
como puntos cardinales estas ciudades y se desarrollan conforme a los escalofriantes códigos con
que las bandas de Chicago negociaban en otro tiempo vidas y fortunas.
Finalmente, el MAS abre sus manos para dejar, libres o en poder de las autoridades ,los hombres
del M-19 o sus familiares que habían secuestrado. Y el M-19 deja, sana y salva en Armenia, el 16
de febrero, a Martha Nieves Ochoa. Sin recibir rescate.

LAS OREJAS DEL LOBO


Hasta aquí, los móviles del MAS parecen los enunciados por su comunicado inicial: combatir el
secuestro con sus propias armas, sin asumir contenido político alguno. Su primera acción, muy
eficaz, cuenta inclusive con simpatías en la aterrorizada Medellín, que ha vivido con angustiada
expectativa la suerte de Martha Nieves, una muchacha que, con su carácter, sus aspiraciones, su
sonrisa y sus pecas representa muy bien a la antioqueña de las nuevas generaciones. La vieja
Medellín, la de siempre, la que ha rezado el rosario en familia, cierra filas frenta a esa historia de
ruido, de furor y sangre que ha caído como una maldición desde hace diez años: la droga, las
motos de la muerte, los muchachos que matan en las esquinas, queman monjas con cocteles
Molotov o entran encapuchados a un liceo para acribillar a un profesor frente al tablero de clase.
La segunda acción del MAS, realizada también con una escalofriante eficiencia, fue una operación
de castigo, contra dos secuestradores, Fernando Correa y Marco Antonio Mira, que habían
secuestrado y dado muerte a un niño de tres años el 5 de diciembre en Medellín. Detenidos y
llevados a la cárcel de La Ladera, el MAS anunció su condena a muerte, el 29 de enero. Cinco días
después, pese a toda la protección que se dio a los presos estos eran, en efecto liquidados por dos
hampones comunes, ya presos, quienes armados de un revólver saltaron el muro del patio más
seguro del penal.
Pero muy pronto, tras la máscara de Robin Hood asumida en estas acciones, el MAS dejaría ver
las orejas de lobo de una organización políticamente orientada contra sindicalistas, periodistas y
juristas similar a las que en otros países de América Latina han dejado ya sus huellas sangrientas.
El inquietante parentezco del MAS colombiano con los grupos paramilitares surgidos en
Centroamérica y otros países latinoamericanos como réplica a los secuestros de guerrillas
urbanas, empezó a perfilarse con la detención de sindicalistas antioqueños, y la muerte de uno de
ellos, Luis Javier Cifuentes, en enero. Funcionario del sindicato seccional de Coltabaco, Cifuentes
fue torturado con ácido y ultimado de tres tiros en la cabeza, cuando su organización sindical
discutía un pliego de peticiones en representación de 3.500 obreros.
Líder del sindicato de empleados bancarios de Medellín, Jesús María Arias fue secuestrado en su
casa de Envigado, a las once de la noche del 13 de diciembre, por un comando armado del MAS,
que lo llevó en ropas interiores a bordo de un Renault 12. Fue liberado con tres sindicalistas más,
luego de semanas de encierro. Según el MAS, habían sido tomados como rehenes y presuntos
simpatizantes del M-19.
Hasta entonces todas las acciones del MAS habían tenido como escenario principal la atemorizada
ciudad de Medellín. Pero el primero de febrero, en un remoto barrio del sur el MAS hizo su
orgulloso debut en la capital, matando de 17 disparos a un hombre, escapado de la cárcel Modelo,
que la policía buscaba inútilmente desde hacía meses: William de Jesús Parra Castillo, militante
del movimiento de autodefensa obrera (ADO) acusado de haber participado en el asesinato del ex-
ministro Pardo Buelvas. El anuncio de la muerte fue hecho por una llamada telefónica a "El
Tiempo".
La noticia fue registrada en el periódico en la página 15, considerando sin duda que una "vendetta"
entre asesinos no merecía mayor despliegue. Pero un mes después, el sanguíneo e impetuoso
director de "El Tiempo", Hernando Santos Castillo, dictaba a Gladys, su secretaria, un editorial
titulado "Muerte a la Muerte" que rezumaba en cada línea inquietud. "El abominable MAS debe ser
puesto a buen recaudo", decía. "Encarna este organismo la fuerza del mal, mientras pretende
presentarse como la justicia aplicada por manos propias".
¿Qué había ocurrido? En mes y medio, del lluvioso febrero y las dos primeras semanas de marzo,
el MAS había logrado saltar de la página 15 a la primera y a las notas editoriales con un atentado a
la periodista María Jimena Duzán y con un asesinato, firmado por dicha organización, que le daba
a sus presuntos actos justicieros un alcance escalofriante: el del abogado penalista Enrique
Cipagauta Galvis.
No se trataba esta vez de ningún autor de secuestros, ni de cómplice de los mismos, ni de un
altruísta de izquierda o simpatizante del M-19. Nacido en La Uvita, un pueblo de recalcitrantes
conservadores, en el norte de Boyacá. Cipagauta Galvis habría podido ser por vocación y por
influencias regionales, un respetado y pacífico canónigo. Llegó inclusive a pisar el seminario. Pero,
graduado en la Universidad Javeriana, especializado en Roma y en Inglaterra, su vocación
definitiva sería el Derecho Penal.
Fogoso y agudo en sus alegatos jurídicos, martillando despiadadamente las consonantes,
Cipagauta llegaría a convertirse en el ave negra de los juicios realizados por la justicia penal
militar, como apoderado de presos sindicados de acciones subversivas. "Los militares son tan
ineptos con los códigos como un abogado lo sería manejando una bayoneta", solía decir. Sostenía
que en dichos juicios la sentencia era fijada de antemano y de manera caprichosa. Defensor de
varios sindicados por el asesinato del General Rincón Quiñones, de un ganadero de Honda
apellidado Camelo, detenido como presunto miembro del M-19, del sacerdote Saturnino Sepúlveda
y de tres religiosas sindicadas de ocultar un arsenal subversivo, su defensa más sonada había sido
en los últimos tiempos la de Carlos Duplat Sanjuan, acerca de la cual había escrito un libro con la
explosiva carga verbal de un panfleto, titulado "Cien días de ignominia".
El asesinato de Cipagauta, perpetrado el 10 de marzo por dos hombres que dispararon desde una
moto Suzuki 185 de color blanco, cuando el abogado iba en su automóvil por una calle de Bogotá,
revelaba que el MAS ampliaba ahora su radio de acción, poniendo en la mira de sus revólveres y
ametralladoras a todos los penalistas que se ocupaban de los sindicados por delito de subversión.
Menos de una semana después del asesinato de Cipagauta Galvis el barbudo senador y abogado
comunista Humberto Criales de la Rosa defensor de presos presuntamente vinculados a las FARC
y al M-19, recibía en su oficina una breve esquela, que con unos cuantos gramos de humor negro
decía: "El MAS después de analizar concienzudamente sus servicios prestados a elementos
subversivos y secuestradores..., decide presentar por anticipado al señor doctor Humberto Criales
de la Rosa su MAS sentida condolencia por su sensible y próxima desaparición".

"¡LA PROXIMA VEZ, LO MATAMOS!"


Criales no tenía esta vez razones para considerar que era una de tantas de las amenazas, de las
muchas que ha recibido en su vida por la misma causa. El MAS no se andaba con bromas. En la
primera semana de marzo, en las afueras de Bogotá (en el kilómetro uno de la carretera de
Villavicencio y en los alrededores del Club Campestre) fueron encontrados los cadáveres de dos
hombres muertos en circunstancias idénticas. Habían sido estrangulados, "empalados" y colgados
por una cuerda de las ramas de un árbol. Fotocopia de sus cédulas y libretas militares fueron
enviadas por el MAS a la redacción de los periódicos. Nunca se supo la razón concreta de su
muerte aunque presuntamente se trataba de cómplices del M-19.
Seis días después un nuevo cadáver, colgado también de un árbol y acribillado de balas, había
aparecido en el Alto de San Miguel, en la vía de Fusa a Bogotá. El MAS, en una llamada telefónica
al diario "El Bogotano", reivindicaba el crímen. Se trataba según la voz anónima, de un
ajusticiamiento.
Criales, como todo el país, tampoco había olvidado el atentado contra la periodista de "El
Espectador", María Jimena Duzán. Secuestrada por el M-19, llevada al Putumayo (contra su
voluntad), María Jimena permaneció una semana en plena selva entrevistando a Jaime Bateman y
otros dirigentes del M-19. La víspera de la publicación de su primer artículo en el diario, 24 horas
después de haber sido depositada por el M-19 en una avenida de Bogotá, una bomba estalló en la
casa de la periodista. María Jimena acababa de entrar a su casa. Estaba en el segundo piso,
saludando a su madre, cuando se produjo la explosión, que arrancó de cuajo la puerta de la calle y
la arrojó, siete metros más allá, contra el fondo del salón. Su primer pensamiento fue el de que se
trataba de una acción del MAS. No se equivocó. Cinco minutos después, cuando los vecinos se
agolpaban frente a la puerta pulverizada, sonó el teléfono. María Jimena pensó que se trataba del
director de su diario, Guillermo Cano. Pero en el teléfono, oyó una voz desconocida: "Vieja h... p...,
habla el MAS. La próxima vez,la matamos".

UN PAIS AMENAZADO
Las organizaciones paramilitares como el MAS cumplen en todas partes la misma parábola. La
triple A argentina, por ejemplo, empezó liquidando militantes de "Los Montoneros". Pero a la vuelta
de pocos meses su menú semanal de secuestros y muertes incluía periodistas, escritores,
psicoanalistas, sociólogos y hombres de televisión y del teatro, liberales o marxistas, que nunca
habían disparado un revolver y cuyos cadáveres aparecían en basureros, descampados o flotando
en el río de La Plata.
En realidad los sistemas de estas organizaciones tienen una extraña filiación con los utilizados por
los servicios secretos de toda índole, llámense KGB o CIA, sean israelitas o libios. La guerra fría,
bien es sabido, conlleva hoy una guerra caliente, que se adelanta en la sombra. Rusos, libios,
palestinos o cubanos entrenan en grupos de choque, expertos en bombas y atentados y en
comandos militares que operan en diversas zonas explosivas del mundo una de ellas
Latinoamérica. Por otra parte, expertos de la CIA y de los servicios secretos israelíes dan soporte a
contra guerrillas y organizaciones paramilitares que se oponen a los primeros. Se trata de una
guerra sin reglas de juego y sin paños tibios entre dos ejércitos marginales que desde la sombra
manejan alegremente el terror. Es posible que unos y otros muevan ya fichas en el tablero
colombiano. Colombia ya no es para ellos un país de cumbias y reinas de belleza, sino una ficha
crucial en el tempestuoso ajedrez del Caribe.
Las recientes acciones del MAS van mucho más allá de una guerra entre "mafias" y
secuestradores. Hay en ellas una estrategia política, que ya en otros lugares del continente ha sido
probada. Se trata de combatir a la guerrilla no sólo en sus activistas, sino neutralizando, mediante
la intimidación, la periferia política e intelectual que podría servirla de soporte.
En la lógica de tales sistemas operativos, los enemigos liquidables pueden ser un Arzobispo como
Monseñor Romero de El Salvador (ultimado a tiros cuando oficiaba la Misa) o el canoso director del
respetable y moderado diario bonarense "La Opinión", Jacobo Timerman, que terminó en una sala
de torturas recibiendo descargas eléctricas.
El MAS parece seguir esta línea de inspiración no sólo al atentar contra una periodista o al
asesinar a un abogado, sino al anunciar una lista de futuras víctimas, de la cual se conocen
apenas tres nombres: el de la propia María Jimena Duzán, el del ex Embajador y ex-Ministro
Alfredo Vásquez Carrizosa y el del escritor Gabriel García Márquez, hoy residente en México.
Curiosa paradoja, la amenaza incluye un abanico político bastante amplio: un conservador, un
liberal y un izquierdista. El punto que tienen en común es que todos abogan por los derechos
humanos.
Tomando muy en serio las amenazas proferidas en contra suya, el escritor Garcia Márquez señaló
en su nota publicada el 14 de marzo en el diario "El Espectador" que "el MAS podría estar
constituido por comandos del servicio de inteligencia militar, armados de los mismos sistemas
represivos de la Argentina, Uruguay y Chile".
Indirectamente el presidente Julio César Turbay ha refutado esta afirmación (en carta dirigida al
abogado comunista Humberto Criales de la Rosa el 18 de marzo), asegurando que: "El Ministro de
Justicia y el Comandante de las Fuerzas Armadas en Medellín fueron categóricos en la
condenación del MAS, que usted y sus compañeros tienen interés en presentar como un
organismo protegido o tolerado por el gobierno.
Por su parte, el ex-Ministro Vasquez Carrizosa no aventura hipótesis alguna. Pero en una nota
publicada por "El Espectador" el 16 de marzo, ve en la escalada de actos terroristas una amenaza
al derecho de disentir en el campo de los Derechos Humanos. Su predicción es sombría: "Por la
pendiente por donde rodamos habrá en un tiempo no muy lejano una Colombia fascista".
"Somos la paz", pregona en grandes vallas la propaganda electoral de Belisario Betancur. "La paz
es liberal", replica la propaganda de López Michelsen. El joven candidato Luis Carlos Galán y el
anciano Gerardo Molina hacen de la paz un tema preferencial en sus discursos. Es significativo.
Aunque después de las elecciones del 14 de marzo, los atentados, bombas, muertos y secuestros
se hayan atenuado, el problema que ellos plantean sigue pesando agudamente en el ánimo del
elector colombiano. La paz es hoy su preocupación número uno.
Para ese elector medio colombiano, que no cree en opciones de sangre y pólvora, las amenazas
contra la paz provienen de todos los confines de la lucha armada: de la guerrilla endémica, tipo
FARC; de las acciones de nuevo tipo patentadas espectacularmente por el M-19 y ahora de grupos
paramilitares como el MAS. Si los propósitos y los contenidos ideológicos de estos grupos difieren
diametralmente, sus métodos empiezan a tener entre sí un lúgubre aire de familia.
Tradicionalmente sumergido en sus querellas domésticas Colombia es un país que comienza a
mirar por encima del mundo para interesarse por lo que ocurre en los patios vecinos. El torturado
El Salvador, la revuelta Guatemala, la sangre vertida en Nicaragua, inquietan a los colombianos.
Hay un incendio en el vecindario, y nadie desea que las llamas alcancen la propia casa. Y esta
inquietud, por encima de cualquier otra, proyecta su sombra sobre las urnas del 30 de mayo.

A LA MODA DE CHICAGO
Y era la ciudad más tranquila de Colombia. Una ciudad de madrugadores hombres de empresa
que vigilaban de cerca las acciones de Coltejer y de señoras piadosas que organizaban bazares de
caridad y desfiles florales. Quebraban las discotecas por falta de clientes. Pero las iglesias estaban
llenas a la hora de la misa y en la penumbra de las casas, a las seis de la tarde, como en el siglo
pasado, se rezaba el rosario.
La vieja estampa patriarcal de Medellín se quebró hace apenas diez años, cuando un azar
geográfico la colocó en un centro crucial de operaciones para la "colombian connection", que
transporta cocaína desde el Cauca y el Putumayo hasta las calles de Nueva York.
De pronto, los muchachos que jugaban con pelotas de trapo en las calles del barrio Antioquia, al
suroccidente de la ciudad, encontraron algo más próspero que vender cigarrillos en las calles:
llevar cocaína, en los vuelos regulares a Miami, en bolsas plásticas que entregaban, en guitarras o
en los tacones de sus zapatos. Algunos quedaban tras las rejas de una cárcel americana, pero los
que no, al cabo de algunos viajes escalaban las alturas privilegiadas de El Poblado.
Pero la droga viene siempre acompañada de sangre y trágicas "vendettas". El primer crimen
ocurrió el 27 de septiembre de 1972, cuando un delincuente, Ramón Antonio Aristizabal, hizo
matar a su mejor amigo, Evelio Giraldo, a veinte pasos de "El Colombiano", en un oscuro ajuste de
cuentas. Desde entonces la droga ha dejado cada semana una sangrienta cosecha de muertes.
189, en 1979; 732 en 1981. Modalidad local: los asesinos, siempre en pareja, andan en moto.
Las víctimas, incialmente, eran como sus asesinos, traficantes. Es el caso de Guillermo Palacio
Acevedo, crecido en las polvaredas del barrio Antioquia, y muerto el 24 de mayo de 1978 sobre los
mármoles de su flamante casa en el barrio Conquistadores.

Dos años después empezaron los asesinatos de jueces penales que investigaban delitos
relacionados con la droga. Murieron cinco, entre ellos la juez Ana Cecilia Cartagena, de 35 años,
muerta en el centro, dentro de su carro, por un hombre que iba en una moto azul.
Todo al estilo de Chicago, a las once de la mañana del pasado 13 de enero, cinco hombres bajan
de un auto y descargan ráfagas de ametralladora en la oficina de finca raíz de Joaquín Builes
Gómez. Mueren seis personas, entre ellas el hijo del cónsul francés, Nicolás Le Flohic, que estaba
allí casualmente, al igual que la aseadora, el celador, un cliente ocasional y un chofer. Pero el
objeto del atentado, Builes Gómez, no estaba, y desde entonces desapareció. El 19 de diciembre
del 81, dos granadas estallan en la granja de Juan Morales Vargas, en Girardot, al oriente de
Medellín. Mueren cuatro personas, un perro y los cerdos del chiquero.
La mafia antioqueña tiene el brazo largo. Mata también fuera de la ciudad. El 28 de noviembre
pasado, presuntos traficantes, Alfonso Arrubla y María Eugenia Delgado, mueren asfixiados con
trapos, en su lujoso apartamento del condado de Dade, en Miami. Muere también una pareja
colombiana de servicio, pero el bebé de la casa es abandonado, vivo, en un basurero.
El 31 de enero de este año, en Nueva York, es baleado dentro de su Mercedes Benz, en el barrio
Queens, un colombiano que usa el nombre de Orlando Gálvez. Se trata de Julio Erney Muñoz, otro
traficante salido del barrio Antioquia. Su esposa, a quien en su barrio natal llamaban "la Chola", es
asesinada en su apartamento con su hijo, el mismo día que su marido. La Chola, muchacha pobre
de otros días, poseía al morir 950 mil dólares en joyas, y en su apartamento había 14 millones de
dólares en cocaína pura.
La mafia de Medellín no tiene nada que envidiarle al Chicago de Al Capone. En efecto.

http://www.semana.com/noticias-especiales/terrorismo-carta/64372.aspx

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Algo curioso ocurre con el candidato Alfonso López Michelsen. En los últimos días, sus mejores
intervenciones tienen como escenario pequeñas poblaciones del norte del Tolima, Quindió y más
recientemente Boyacá. Allí donde podría esperarse una arenga fácil, ante sudorosos "calentanos"
que agitan banderas rojas o friolentos boyacenses, López Michelsen, con un verbo fluído y a veces
caústico, se ha referido a los temas de la política económica o internacional del país, sin considerar
que están por encima del nivel medio de su oyente.
Han sido, pues, los mejores momentos de su campaña. Sus amigos hasta cierto punto lo lamentan,
porque hubiese preferido que dichas intervenciones tuviesen un escenario con mayor acústica
nacional que las reverberante plaza de una población cafetera.
En Supía, punto clave de los predios electorales del senador Renán Barco López fue recibido con
banderas rojas y blancas y el súbito vuelo de 200 palomas. López no se anduvo con rodeos para
indicar el alcance de su propuesta de paz. La paz era ofrecida a las guerrillas. "Las del Caquetá,
las del Magdalena Medio, las de la Sierra de la Macarena, las de Urabá".
Fue allí mismo donde se refirió al lema acuñado por su adversario conservador, a propósito de las
casas sin cuota incial. "Qué voy yo a decir que no se pueden hacer casas sin cuota inicial, si
durante mi gobierno se hicieron. "Lo que no era posible era ofrecer un millón de casas en estas
condiciones en un lapso de cuatro años, dijo.
Al día siguiente, en Quimbaya, (Quindío) López apareció con un sombrero de paja color blanco y
una camiseta de rayas rojas, acompañado por su esposa Cecilia y por Alberto Santofimio. Su
discurso tuvo como aperitivo duras alusiones al partido conservador (que había "perdido el bus" en
darle su puesto a la mujer, en establecer la igualdad entre los hijos legítimos y los naturales, y en la
política petrolera), y como plato principal una explicación de fondo sobre la filiación de liberalismo a
la social democracia.
Fue una declaración rotunda, una definición de principios. El partido liberal debía ir hacia el
socialismo porque el crecimiento económico ha "producido una concentración de la riqueza y la
constitución de monopolios, que un gobierno de izquierda tiene que combatir".
Aquel mismo día, en Chinchiná, el candidato liberal lanzó un duro ataque contra el partido social-
cristiano COPEI, de Venezuela, como respuesta a las declaraciones de su secretrio internacional,
que se permitió pronosticar la derrota liberal en las elecciones del 30 de mayo.
López Michelsen tenía razones para reaccionar. Para nadie en un secreto que las simpatías de
Acción Demócratica son para el candidato liberal, así como las del partido de gobierno venezolano
van para Betancur. Recíentemente los servicios de prensa de la candidatura liberal habían
divulgado fotografías que mostraban al cónsul venezolano y amigos suyos con los altos mandos de
la campaña belisarista, en un acto público, según afirman.
Aquel día, en Chinchiná, López decidió litoralmente "mandar al diablo" al partido Copei:
"Al diablo el partido de gobierno venezolano si cree que se puede meter a intervenir en la política
colombiana", dijo.
López afirmó que el de Copei era el gobierno que más abusivamente había tratado a los
colombianos residentes en Venezuela. ¿"Con qué aquellos que golpearon al músico (vallenato)
Alfredo Gutiérrez... pretenden darle consejos al electorado colombiano para que vote contra los
liberales y favorezca a los ronservadores?"
En Armero y Líbano, poblaciones que le fueron adictas desde los lejanos tiempos del MRL, la
tónica fue la misma: combativa y centrada sobre los mismos temas (la paz, la filiación de izquierda
del liberalismo). Unica sombra: la incómoda agresividad verbal de los amigos de Guillermo Alfonso
Jaramillo contra Santofimio su rival político.
El tono cambia, desde luego, en los foros que López cultiva tanto como los discursos de balcón y
plaza. Pocos días antes de su gira por el Quindío y el Tolima, el candidato liberal habló de la paz
en un foro de Concejales, en el Teatro Pablo Tobón Uribe de Medellín, con una inusitada
franqueza.
"Yo pongo como árbitros de si somos la paz o no, a aquellos que están en estado de beligerancia
contra las instituciones. Que les pregunten a los de las FARC, al ELN, al M-19, al ELP, si ellos
creen que la paz la van a tener con un gobierno conservador, o con un gobierno liberal".
La paz, tema crucial de su campaña traza un categórico punto de deslinde con su adversario
conservador.
En las zonas maltratadas por las luchas guerrilleras, se le presta atención a López. Es también la
explicación de que gentes de izquierda, como García Márquez, lo apoyen. En el contexto del
Caribe, amenazado por la guerra caliente y fría, dos fuerzas se afrontan: una que se identifica con
la democracia cristiana y otra con la social-democracia. Dos lenguajes, dos sensibilidades distintas.
López representa la segunda alternativa. Y le gusta recordar que la primera no hizo callar en otros
países el ruido de las bombas y las armas.

COMO LA VE UN HOMBRE DE LOPEZ


JAIME CASTRO, liberal lopista: "El partido liberal repetirá, una vez más, las amplias mayorías que
lo han acompañado durante los últimos cincuenta años y que mostró en el reciente debate
electoral. La disidencia, a la larga, prestará un servicio a la colectividad: evitara que los tibios de
corazón, aquellos cuya filiación partidista es frágil, sufraguen por el adversario. El liberalismo
presenta como candidato al mejor de sus estadistas, al más experimentado de sus gobernantes, al
más imaginativo de sus hombres públicos y al de mayor prestigio internacional, y ofrece el
programa que requiere la Colombia de los años 80: paz pública, federalización, nuevas relaciones
Estado-Iglesia, rescate de la vocación agrícola y preservación del Estado democrático".

COMO LA VE UN HOMBRE DE BELISARIO


IVAN PUYO. belisarista. "El 30 de mayo habrá un sustancial aumento de la votación por el
candidato nacional, lo cual es natural porque ya no existen las interferencias de una campaña en la
cual están en juego una serie de intereses claramente partidistas, como en la del pasado 14 de
marzo. El movimiento nacional ha superado esos esquemas partidistas, lo que le permitirá recoger,
una muy amplia votación de grupos diferentes al partido conservador. Nosotros somos
pragmáticos, y más que en las manifestaciones, que a diferencia de otras personas creemos que
son indicativos en la medida en que son espontáneas como las nuestras, nos basamos en las
encuestas, que tienen una preparación científica y que muestran últimamente una evolución
positiva de la candidatura nacional. No me sorprendería que sacáramos más de tres millones de
votos".

http://www.semana.com/noticias-nacion/lopez-banderas-rojas-palomas-blancas/63567.aspx

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La noticia estalló como una bomba el pasado viernes. Carlos Lleras Restrepo, cabeza de la
Comisión de Paz, presentaba su renuncia ante el presidente Turbay junto con otros cinco
integrantes de la misma. ¿Sus razones? "El proceso propuesto por nosotros, después de
prolongados estudios y gestiones, para alcanzar el sometimiento al orden constitucional de los
grupos alzados en armas, no ha sido considerado practicable por el gobierno". "Hemos llegado a la
conclusión -decía Lleras Restrepo- de que nada nuevo podemos hacer para llevar a feliz término la
delicada misión que usted nos confió".
Los hechos (confidenciales) que condujeron a esta renuncia, se ordenaron en el curso de un mes
escaso como una novela de suspenso.
El 16 de marzo, apenas dos días después de las elecciones, un miembro del M-19, que acababa
de salir de la cárcel, solicitó una entrevista privada con el ex-Presidente Carlos Lleras Restrepo. Se
trataba de Ramiro Lucio Escobar, abogado (Javeriana, Externado), de 35 años de edad, quien
dentro de la organización subversiva había tenido el rango de oficial. Lucio -tal es su apellido- fue
hecho prisionero por las Fuerzas Armadas durante un encuentro armado en el municipio de Bolívar
(Santander) junto con el conocido líder del M-19 Andrés Almarales, aún en prisión. El abogado
Lucio Escobar, condenado en Consejo de Guerra a tres años de cárcel, pagó su condena en la
Cárcel Modelo de Bucaramanga. Desde allí, y a lo largo de ese tiempo, sostuvo correspondencia
con su amigo John Agudelo Ríos, casualmente miembro de la comisión de paz.
Liberado después de las elecciones Lucio Escobar consiguió a través de Agudelo Ríos que Carlos
Lleras Restrepo lo recibiera en su residencia de la calle 70A, para manifestarle su interés en un
eventual proyecto de amnistía. "El problema -le manifestó el exPresidente- es saber hasta qué
punto y bajo qué condiciones está el M-19 dispuesto a acogerse a ella". Lucio se ofreció como
emisario para consultar a los dirigentes del M-19 en la Cárcel de la Picota, respecto del
anteproyecto de decreto preparado por el exPresidente.
Los principales puntos contemplados por Lleras Restrepo eran los siguientes:
1) La aministía contemplada en el decreto 474 se haría extensiva a los delitos conexos con la
sedición (extorsión y secuestro);
2) Se eliminaría la condición de que los grupos armados se entregaran previamente antes de que
se procediera a la liberación de los presos que pertenecieran a dichas organizaciones.
3) Se exigiría tan sólo que manifestaran públicamente su voluntad de incorporarse a la vida
democrática y civil del país.
Gracias a un salvoconducto pedido por el propio ex-Presidente Lleras Restrepo al Minjusticia Felio
Andrade, Lucio pudo entrevistarse en repetidas ocasiones con los dirigentes del M-19 recluídos en
La Picota. Aquel fue un intenso ir y venir entre la casa de Lleras y la carcel, Lucio sostuvo casi una
docena de entrevistas con el ex-Presidente.
Los dirigentes del M-19 no objetaron el ante-proyecto e inclusive, según rumores bien fundados,
llegó a pensarse en una entrevista de Lleras Restrepo con Jaime Bateman en el exterior
(posiblemente Panamá).
El anteproyecto fue presentado al presidente Turbay, quien lo sometió a consulta con los jefes
políticos del bipartidismo. López Michelsen declaró que apoyaría lo que el presidente "encontrara
provechoso para la salud pública". El ministro conservador Felio Andrade, en cambio, objetó el
proyecto, en sintonía con los demás jefes conservadores. A estos se unieron los altos mandos
militares, quienes sugirieron que el arreglo propuesto por la Comisión de Paz resultaría
desmoralizante para las instituciones armadas y que al ser un compromiso exclusivo con el M-19,
podría dar pábulo a la reanudación de las acciones guerrilleras por parte de las FARC.
Es interesante anotar que el candidato conservador Betancur, quien en su última intervención
televisiva, anterior a estos hechos, había asegurado que "respaldaría todas las gestiones de la
Comisión de Paz", no se diferenció de lo manifestado por Felio Andrade y los jefes conservadores.
Sopesados tales criterios, el gobierno nacional comunicó a Lleras Restrepo que, no estaba "en
condiciones de aceptar la propuesta", pues ella contravenía "la conducta que el ejército ha
observado durante los últimos cuatro años".
En consecuencia, Lleras Restrepo renunció a la Comisión de Paz que había sido creada por el
gobierno en octubre del año pasado, y otro de cuyos miembros, el candidato Gerardo Molina, se
había retirado de ella a mediados de abril de este año.

http://www.semana.com/noticias-nacion/carlos-lleras-mision-imposible/63324.aspx

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SEMANA. Y unos procedimientos con los cuales usted. respetable profesor, no debe coincidir. No
son los métodos clásicos de la guerrilla: bombas, secuestros y "ajusticiamientos" como el de
Raquel Mercado.
GERARDP MOLINA. Yo estoy totalmente opuesto al terrorismo. No es esa la vía para tomarse el
poder. El terrorismo resuelve situaciones personales, elimina un tipo o se toma un banco. Esos no
son, bajo ningún punto de vista, los métodos que yo aconsejo. Yo pienso en un M-19 reintegrado a
la vida civil.
S. ¿También las FARC? Se ha sostenido que las FARC constituyen el brazo derecho del partido
comunista. ¿Cree usted que se puede jugar a la vez en dos tableros: el campo legal y el campo de
la lucha armada?
G.M. Yo creo que entre las FARC y el partido comunista existe una relación de tipo ideológico.
Pero es una tontería pensar que desde Bogotá el partido comunista maneja las FARC. Los
dirigentes de las FARC pueden ser comunistas en su formación pero tienen una estrategia propia.
Si las FARC volvieran a la vida civil seguramente trabajarían con el partido comunista.
S. Hablemos de las elecciones que se avecinan. Usted es el candidato de la izquierda. Fundadores
con usted, del movimiento FIRMES, como García Márquez, parecen inclinarse hacia la candidatura
de López Michelsen, desde una perspectiva de izquierda. Piensan que el momento no está para
candidaturas simbólicas.
G.M. Sí, hay mucha gente que está pensando así. Que debe tomarse una posición realista y
definirse entre las dos candidaturas visibles. Entiendo esa posición. No la comparto, porque sea
que se tome la línea de López o la línea de Betancur ninguno de los dos será capaz de realizar el
cambio social que el país necesita.
S. Los izquierdistas que apoyan a López seguramente piensan como usted en este punto concreto.
Pero creen que existe un grave riesgo para el país, si no se le da un tratamiento político al
problema subversivo. Y tienen la impresión de que López es el candidato que puede abordar este
problema. ¿Qué piensa usted?
G.M. Sería una justificación de los dos gobiernos: lograr en una primera etapa que vuelvan a la
vida civil los alzados en armas. La segunda etapa serían los cambios sociales. Creo que López es
de los dos el que tiene más posibilidades de lograr el reintegro de la gente a la vida normal. Con
esto y con la recuperación de las libertades democrática, se justificaría un gobierno, cualquiera que
fuera su jefe.
S. Cerardo Molina: usted ha tenido una larga trayectoria de izquierda. El país lo respeta como un
viejo luchador. ¿Si tuviera que recomenzar de nuevo su vida política, tendría alguna rectificación
que hacer?
G.M. Sí. Me habría gustado estar más ligado a las masas. Es evidente que yo tuve por mucho
tiempo una visión un poco teórica, académica, de la realidad, derivada de mi participación larga en
la cátedra.
S. ¿Y ahora?
G.M. Con mi candidatura he tenido oportunidad de palpar otra realidad. De tener un contacto más
estrecho con el pueblo. De saber cuáles son sus aspiraciones inmediatas y concretas. Sí, creo que
he aprendido mucho en estos últimos días.

http://www.semana.com/noticias-nacion/izquierda/63687.aspx

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El regreso de Alfonso López Michelsen al país. el lunes 28 de junio. puso fin a la inercia política
que había reinado en los últimos quince días. No había alcanzado a bajarse del avión. cuando
López bronceado por el sol de la Florida, estaba ya rodeado por un cerco de micrófonos y
sometido al fuego graneado de los reporteros políticos. En unas breves y cáusticas respuestas el
ex-Presidente liberal removió un avispero que habría de convertirse en el tema político de la
semana.
Las declaraciones de López Michelsen tuvieron tres elementos centrales:
a) Carlos Lleras Restrepo es el responsable de la derrota liberal. No le ha ganado al partido
conservador, sino al candidato de su propio partido;
b) Se hayan o no adelantado conversaciones preliminares con Belisario Betancur, la decisión sobre
la participación liberal en el gobierno corresponde a la junta de parlamentarios; c) No ha sufrido
modificación alguna su posición sobre el artículo 120. Este no ha hecho sino perpetuar
disposiciones constitucionales que fueron concebidas como transitorias al crearse el Frente
Nacional.
De estos tres puntos, el que fue recogido en las primeras planas por la prensa fue el primero. El
intercambio de acusaciones López-Lleras demuestra que el litigio entre los dos exPresidentes está
lejos de desaparecer y que, por el contrario, determinará alinderamientos en el inmediato futuro de
la política liberal.
Por su parte, Lleras Restrepo acaba de publicar un comentado editorial en "Nueva Frontera" en el
cual, en forma más categórica que de costumbre, no solo trazaba las pautas de la política liberal
sino también, indirectamente, las del futuro gobierno.
El ex-Presidente,en efecto,reitera que el partido liberal debe participar en el gobierno de Betancur y
que el Presidente electo debe reconocer y dar representación a todos los matices o grupos que
tengan la intención de colaborar. Dentro de su interpretación, el sector galanista sería una fuerza
diferente del sector llerista. No obstante la negativa del primero, el segundo estaría dispuesto a
hacer parte de la administración.
Algunos observadores ven en esta propuesta una estrategia política. Se trataría de repetir la
fórmula utilizada por el propio Betancur en los últimos cuatro años, de aparecer independiente
frente al gobierno, y al mismo tiempo tener una participación burocrática a través de interpuestas
personas. La unión de estos dos elementos, en el caso de Betancur, fue elemento clave en el
triunfo.
La diferencia entre López Michelsen y Lleras, entonces, radica en su concepción sobre la manera
cómo puede adelantarse la colaboración con el gobierno. López estima que esta participación debe
ser decidida tomando al partido como una entidad vertebrada con la cual el gobierno tendría que
entenderse. El segur,do ve hoy al liberalismo como una federación de matices, no dependientes de
una entidad central, y los cuales, de manera unilateral, podría Betancur invitar al Gobierno.
Aunque el Presidente Betancur se ha mostrado excepcionalmente cauteloso, sin redelar ni dejar
siquiera translucir sus intenciones, algunos observadores aseguran que la atomización del partido
en un abanico de cuatro grupos. favorece los objetivos de los estrategas belisaristas. en el sentido
de consolidar un movimiento suprapartidista liberándose de una dependencia frente a las dos
colectividades tradicionales.
Lo que está en juego, en el fondo, no es tanto la rivalidad entre los exPresidentes liberales. sino la
superviencia del sistema bipartidista tradicional. Algo muy claro es que el balón no lo tienen hoy en
día, ni los ex-Presidentes liberales, ni la Junta de Parlamentarios. ni los dos jefes del partido
conservador, Gómez y Pastrana. sino Belisario Betancur Cuartas.

BELISARIO - GARCIA MARQUEZ: FRUSTRADO ENCUENTRO


El regreso al país del escritor Gabriel Garcia Márquez ha sido objeto de discretas, laboriosas y
delicadas negociaciones. El Presidente Betancur, que ha obtenido las más altas calificaciones en
el manejo de sus relaciones públicas, considera que contar con la asistencia del autor de "Cien
Años de Soledad" a su posesión, sería una operación publicitaria de gran alcance. Como se
recordará, Garcia Márquez decidió pedir asilo en la Embajada de México a mediados del año
pasado cuando amigos suyos le informaron qué podia ser detenido por las autoridades militares.
Supuestamente seria interrogado en relación con el desembarco de grupos subversivos del M-19
provenientes de Cuba. No obstante las aclaraciones oficiales, en el sentido de que no existia
contra él cargo alguno, Garcia Márquez consideró que no existian garantias para su permanencia
en el país y que sólo regresaria cuando cambiaran las circunstancias. En concreto, el cambio de
circunstancias que anticipaba era el triunfo electoral de Alfonso López Michelsen, a cuya campaña
contribuyó en una entrevista al periodista líder Giraldo.
Al perder López las elecciones, el regreso de Garcia Márquezse convertía en una alternativa tan a
largo plazo como lo habia sido su promesa,después violada, de no escribir nuevas novelas hasta
que cayera el régimen del General Augusto Pinochet. Evidentemente interesado en ofrecer una
nueva imagen que rompiera con el periodo de estado de sitio y el estatuto de seguridad, el
Presidente electo manifestó en una conversación privada su deseo de invitar al escritor a
acompañarlo el siete de agosto. Es de recordar que el Presidente de Francia habla invitado a éste
a su posesión. Mucha más razón habia para que su prestigio acompañara a un Presidente de su
propio pais. Una sola cosa preocupaba a Betancur. La posibilidad de una reacción imprevisible y
quizás espectacular de Garcia Márquez, quien en el pasado ha marcado su independencia en esta
forma frenta a situaciones similares. Uno de sus interlocutores, el acertado encuestador Oscar
Lombana, tomó la iniciativa de sondear la actitud de Garcia Márquez.
Después de intensas pesquisas, logro ubicarlo en Atenas, lugar escogido por el escritor para sus
vacaclones veraniegas. La llamada fue hecha desde las oficinas de La Oveja Negra, donde
Lombana se encontraba con un grupo de amigos, incluyendo a José Vicente Catarain y láder
Giraldo. Lombana le participó a la vez el propósito del Presidente Betancur y su inquietud de una
respuesta que fuera resultar desobligante. Medio en serio y medio en broma, Garcia Márquez dio a
entender que no estaria en condiciones de aceptar la invitación. Manifestó sin embargo que si el
nuevo Gobierno tenia interés de que él regre sara al país, sería bueno que el Presidente dispusiera
de una información pertinente que seguramente desconocia. Ante la obvia imposibilidad de discutir
el asunto por teléfono, Lombana indicó que solicitarla a Eetancur lo enviar,a como su emisario
personal a París. Así lo hizo. Pero hubo un imprevisto con el cual no contaba, el Presidente,
enterado de las gestiones de su bien intencionado amigo, se disgustó, sin embargo, de que se
hubiesen realizado delante de testigos, y decidió no proseguirlas. La reacción de García Márquez
no se conoce todavía. Los dos principales protagonistas de este episodio, amigos desde hace
muchos años, poco han tenido que ver con lo ocurrido.

http://www.semana.com/noticias-nacion/como-agua-aceite/63509.aspx

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FABIOLA ACOSTA: Doctor Lleras ¿Quién fracasó en el intento de paz? ¿fracasó el gobierno?
¿fracasaron las Fuerzas Armadas? ¿fracasó la Comisión de Paz? ¿quién en realidad fue el que
fracasó?
CARLOS LLERAS: Yo pensé, cuando se constituyó la Comisión de Paz que, naturalmente, había
que combinar varias cosas:una politica general de carácter social para transformar las condiciones
de las clases marginadas. Esa es la que tiene que ser la política de un gobierno. Eso no lo puede
conseguir una comisión. Es una política de largo plazo. Precisamente lo que me ha llamado la
atención en el programa del doctor Belisario Betancur es el sitio que él le concede al cambio de las
condiciones de las clases marginadas de la sociedad colombiana, pero eso tiene que ser todo un
programa de gobierno para que realmente caiga sobre la Jurisdicción del Ejecutivo y el Legislativo.
Una labor larga y compleja.
Fracasó la fórmula porque la tercera parte de las formas jurídicas que eran aceptadas por el M-19 y
que yo pienso que hubieran acabado siendo aceptadas por sus movimientos no recibieron el apoyo
del gobierno. No las consideró el gobierno aceptables.
F.A.: Usted, en uno de sus escritos de "Nueva Frontera" decía que había fórmulas practicables y
que debían en este momento ejecutarse. ¿ Cuáles eran estas fórmulas para usted practicables y
eficaces?
C.LL.: En materia de medidas jurídicas, yo consideraba, primero, que había que proceder, de
acuerdo, y estrictamente con la ley y con un gran respeto a los derechos humanos en la represión
de los delitos; eso lo he considerado, lo consideré siempre y lo sigo considerando vital, por grave
que sea la situación de orden público. Las autoridades no se pueden apartar de los métodos
civilizados. No pueden obrar fuera del respeto de los derechos esenciales de la persona humana,
que constituyen no solo una obligación natural sino una obligación jurídica de todas las autoridades
de los países que han aprobado la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En segundo
lugar, habría que establecer unas fórmulas que llevaran a que los grupos alzados en armas
renunciaran al uso de la violencia, entregaran las armas y gozaran de una clemencia por parte del
Estado. Y en tercer lugar, y de acuerdo con esos grupos, organizar la transformación de las
regiones donde estaban actuando.
El primer decreto que se dictó perseguía ese objetivo de dar garantía de los derechos humanos,
por ejemplo, de que cualquier individuo que se detuviera pudiera o tuviera derecho a dar aviso
inmediatamente a sus familiares y no entráramos por el camino que en algún momento empezó a
recorrer el Estado colombiano, de que se pierda la gente, de que no se sabe dónde está. Yo quería
que el Estado, a su vez, respetara puntualmente todas las garantías de la persona humana.
Iban a seguirse los juicios correspondientes de las personas que resultaran culpables y las
condenadas estaban sujetas a una condena revocable, a una condena condicional, es decir,
gozarían de su libertad pero esa libertad sería revocada en caso de que incumplieran las
obligaciones que contemplan los códigos Penal y de Procedimiento Penal y las adicionales que
pudiera establecer el juez en la sentencia. De manera que yo creo que le daba una garantía de paz
al Estado y que abría camino ampliamente para que otros grupos se sintieran tentados a acogerse
a estas fórmulas. Una de las objeciones que se le puso a la fórmula era que el M-19 no era sino
uno o dos grupos y que había varios grupos.
Había que comenzar y el M-19 fue el que se presto más facilmente a una conversación. Yo
lamento que esto no se haya hecho así. Se prefirió, pues, hacer juicios de eternas sentenciasno sé
cuál sea la condición en las regiones donde ha habido movimientos subversivos después de que
se desecharon las fórmulas de la Comisión de Paz. Hubo algunos incidentes, últimamente he visto
que no hay, ojalá se restablezca la paz.
OLGA BEHAR: Dr. Lleras, cuando usted presentó su propuesta final, cuando se disolvió la
Comisión de Paz, parecía que estaba alterado el orden público; unos poquísimos días después se
levantó el Estado de Sitio con el argumento de que ya el país estaba en calma ¿usted qué
explicación tiene sobre esta situación?
C.LL.: No, no tengo ninguna explicación y no me he podido explicar nunca como se paso de la
situaclon de considerar que había una grave perturbacion,y que era necesario buscar fórmulas
para modificar esa situación, a la completa tranquilidad.
Para mí ha sido una sorpresa, por demás agradable, saber que el país está en completa paz.
O. B.: Presidente Lleras, en estos días se han hecho nuevas propuestas para lograr la paz en el
país; el general Landazábal, por ejemplo, ha planteado una estrategia para la paz, consistente en
varios programas sociales, políticos y militares.
C. LL.: Yo considero que la marcha hacia una sociedad crecientemente igualitalia, con una serie de
medidas económicas y sociales tiene que ser un programa a largo plazo. Por eso yo lo llamo
Programa de un gobierno progresista y transformador. El general Landazábal lo llama "Una
estrategia" porque ese es el lenguaje militar. Por eso, naturalmente, la Comisión de Paz considefó
que es un programa largo.
Si se quiere extender a todo el país debe ser un programa a largo plazo. Es un programa de
gobierno, de parlamento y de gobierno, que requiere proyecciones presupuestales grandes,
medidas gubernamentales. Como le dije, también hay un programa o, para emplear la terminología
del general Landazábal, una estrategia local, sobre ciertas regiones que necesitan ser atendidas,
modificadas sus condiciones materiales y culturales. Caso típico son las regiones de la frontera, yo
las llamaría "de frontera", como el Caquetá o el Urabá, donde hay que hacer una serie de obras; de
campañas humanitarias, educativas y culturales, económicas y de desarrollo económico, dar
trabajo. Me parece que en eso coincidimos y que hay que mantener el imperio de la ley. Yo no creo
que se pueda hacer cumplir la ley por medidas coactivas. Cuando haya gente empeñada en
quebrantar las normas legales, el Estado siempre tiene que tener la vision de impedir que se violen
los derechos ajenos, que se quebranten las normas vigentes y tiene que ejercer también justicia,
para que las penas tengan un efecto disuasivo sobre quien se sienta tentado a quebrantar la ley.
Parece que en eso no hay diferencias en los planteamientos. Hay personas en el país que crcen
que lo único es el empleo de la fuerza. Yo comparto el criterio de que, sin descartar la fuerza
cuando sea necesario, hay que buscar la paz con medidas de la naturaleza de las que le
mencionaba, sin hacerme la ilusión de que el crimen desaparezca por entero.
F. A.: Señor presidente, pero si no hay diálogo, si el gobierno no llama a dialogar, estos grupos
subersivos tienen que manifestarse de otra forma ¿Cómo podrán atenderlos o escucharlos? ¿qué
irá a pasar ahora después del 7 de agosto si no se va a manifestar el gobierno? ¿seguirá esta
misma lucha, o llegaremos a una paz verdadera en este país?
C.LL.: Por ejemplo, una de has cosas que pedían el M-19 y otros grupos era el cese del Estado de
Sitio. Por eso querían entablar diálogo. El gobierno, de repente, resolvió que sí se podía hacer y lo
hizo, de manera que en eso, aun cuando no hubiera el gobierno hecho diálogo directo, nosotros sí
lo hubiéramos hecho en la Comisión de Paz, pues es fácil. Acepto el punto de vista de los grupos
subversivos sobre que había que levantar el Estado de Sitio y desapareciera el Estatuto de
Seguridad. Cosas que el gobierno había considerado antes imposibles. A mí me agradó mucho
que el gobierno las haya considerado posibles.

CAMBIA EL GOBIERNO, PERO NO LA POLICIA


Jamás imaginó el profesor Gerardo Molina, al bajarse del avión el 6 de julio pasado en el
aeropuerto de Orly, proveniente de Busarest, que la policía francesa, mostrando a la vez su
conocido mal humor y su buena memoria, seguia juzgándolo extranjero indeseable, como en 1951.
En aquella remota época, Colombia era gobernada por el Presidente Laureano Gómez y los
liberales se encontraban en la oposición denunciando, en documentos clandéstinos, violencias y
persecuciones. Gerardo Molina era virtualmente un exiliado en París, y en su condición de tal,
editaba un periódico bilingue llamado "Colombia Libre", parcialmente financiado por el
exPresidente Edvardo Santos. El periódico era una especie de hoja romántica, en la que iba
consignándose toda suerte de denuncias y testimonios enviados sigilosamente, en carta, desde
Colombia. Su cuerpo de redacción, contaba, entre otros, a dos futuros Embajadores en Francia,
llernando Durán Dussán y Enrique Pardo Parra, el primero de ellos también exiliado en París.
La tenaz hoja del profesor acabó irritando al gobierno colombiano. Gestiones fueron adelantadas
ante la Cancillería francesa por el embajador de turno. El despistado gobierno francés de aquella
caótica Cuarta República acabó prohibiendo la edición del periódico y expulsando del país al
tranquilo Molina, quien jamás ha constituido para nadie una amenaza. Desde entonces muchas
cosas han cambiado en Colombia y muchas también en francia. Gerardo Molina fue en los
pasados comicios el respetado candidato de la izquierda, y el gobierno de Francois Mitterrand se
encuentra en la línea de sus afectos ideológicos. Era de esperarse que un socialista sería bien
recibido en una Francia socialista. Pero no ocurrió así, porque las policias nada tienen que ver con
estos idilios políticos. Y la policía francesa, que es gruñona, testaruda y con uno que otro pecado
en su pasado, no ha cambiado tanto como lo quisieran el ministro (del interior) Gaston Deferre y
desde luego el propio Mitterrand. La "courtoisie" no es su fuerte.
Así que, fiel al prontuario de 1951, detavo al profesor Molina durante varias horas en Orly y lo
despojó de su pasaporte y de su billete de avión. Al regresar al país, el ex-candidato a la
presidencia escribió una carta al Embajador francés en Bogotá, solicitando una reparación moral.
Sin duda tiene razón en exigirla. Como la tendria cualquier personaje político francés si algún
policia colombiano, por vicios del oficio, le prohibiera la entrada al país.

http://www.semana.com/noticias-nacion/nosotros-hubieramos-hecho-dialogo-19/63686.aspx
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Termina un reino y empieza otro. El 7 de agosto, en el mundo militar, tan hermético para los civiles,
concluye el reino controvertido del más prusiano de nuestros Generales, Luis Carlos Camacho
Leyva, y empieza, según todos los indicios, el de Fernando Landazábal Reyes.
Pese a todas las ampollas que sus siempre desconcertantes editoriales en la Revista del ejército
han levantado, pese a todo lo que sobre él se ha dicho, el país no lo conoce. El general
Landazábal es hasta ahora un enigma. Así como su antecesor, General Camacho Leyva, había
definido de antemano su perfil de hombre robusto y autoritario, sin medias tintas, habituado a
sorprender por la rudeza de sus conceptos, el futuro Ministro de la Defensa suscita a la vez, tal es
la ambiguedad que lo rodea, esperanzas e inquietudes.
Su misma figura sin rasgos acusados, esquiva para los fotógrafos, distante del desordenado
mundo civil y de la frivolidad muy bogotana de recepciones y cocteles, acentúa esta ambiguedad.
Se sabe que tiene una excelente hoja de servicios y que sus colegas lo respetan como un hombre
estudioso y reflexivo. Un autodidacta, dicen siempre. Pero sus ideas, que expone con frecuencia,
no ayudan, la verdad sea dicha, a poner muy en claro las cosas. El desprevenido civil, al
encontrarse frente a sus editoriales de largos períodos, de reflexiones prolijamente encadenadas,
de divagaciones no estrictamente militares sobre la realidad nacional, tiene la impresión de que
hay, tras el uniforme del General de tres soles, un sociólogo en ciernes. Desde luego, se advierte
que hay en él una preocupación social pero como pieza de un engranaje estratégico militar frente
al problema de la subversión.
LA HUELLA DE UN PANZER
Como sea, su designación, aunque esperada, no deja de representar un relevo importante en el
manejo de los altos mandos militares. El país, no sabe aún lo que Landazábal piensa hacer, ni
cómo lo va a hacer, pero sí lo que queda atrás. Cada Ministro de Defensa ha dejado la huella de su
propio carácter. Al lado del General discreto Abrahán Barón Valencia, que no hizo nunca alardes
de autoritarismo castrense, el General Camacho Leyva, su sucesor, dejó a lo largo de su
beligerante cuatrienio la huella de un Panzer. El país comprendió, un mes después de iniciado el
actual gobierno, que el drástico Estatuto de Seguridad era como un traje de férreas disposiciones
cortado a su medida. Desde luego, muy poco saben que nuestra legislación contemplaba ya
normas coactivas de iguales efectos para combatir delitos como atentados, secuestros y extorsión,
pero el paquete, destinado a lograr un efecto sicológico de choque sobre amplias zonas de la
opinión traumatizadas por la inseguridad, tuvo efectos quizás imprevisibles. Apoyándose en este
instrumento legal y en la rudeza verbal de un ministro que parecía invitar sin demasiadas trabas a
hacer uso de él, oficiales de menor rango desencadenaron operativos de gran envergadura, sin
excesivos miramientos, en los que en busca de un presunto terrorista, centenares de personas sin
implicación con hechos subversivos eran sacadas de su cama al amanecer y llevadas a los
cuarteles del Norte de Bogotá.
Quizás buena parte del país ha olvidado los hechos que motivaron aquellos despliegues de fuerza:
el robo de las armas del Cantón norte, la toma de la Embajada Dominicana, el asesinato del ex-
ministro Pardo Buelvas, el sinnúmero de bombas y atentados, los secuestros de aviones y el
desembarco de armas, el recrudecimiento de las acciones guerrilleras en el Chocó, el Putumayo y
el Caquetá, es decir todas las acciones realizadas en los últimos cuatro años por el M-19 y las
endémicas acciones de otros grupos como las FARC, que configuraban en conjunto una situación
virtual de guerra. Pero en cambio, el país sí recuerda al ya anciano poeta Luis Vidales con los ojos
vendados en los cuarteles de Usaquén, la casa muchas veces revuelta del profesor Abadía, Feliza
Bursztyn y García Márquez refugiados en la Embajada de México y el explosivo informe de una
entidad como Amnistía Internacional, que en todas partes es oída con respeto, denunciando
vejaciones y torturas.
Desde luego, cuando indiscretos periodistas le recuerdan estos hechos, el general Camacho
Leyva, que es un hombre inteligente y con la formación jurídica que le dejaron sus años de
universidad, tiene siempre una respuesta a mano. No ha podido establecerse que haya torturas. La
comisión de Amnistía Internacional sólo duró vertebrada quince días y quienes redactaron su
informe lo hicieron con un partido tomado de antemano. Las medidas asumidas eran
proporcionales a las dimensiones de la insurrección. En su concepto, una guerra no se hace con
paños tibios.
No es un secreto para nadie, y menos para sus más allegados, que al general Camacho Leyva el
levantamiento del estado de sitio le parece una medida de alcance puramente político. No tiene
razones para suponer que las causas que hicieron necesario el estado de excepción hayan
desaparecido.
Pero este problema ya no es suyo. En estas postrimerías del Gobierno del cual, según se afirma,
fue el hombre fuerte, él contempla con tranquilidad un cambio radical de su vida. Reciente abuelo,
buen miembro de familia, aficionado al golf y a la buena mesa ahora se alista para un decoroso
exilio diplomático, después de 38 años de carrera militar. Sus más empecinados enemigos como el
ex-canciller Vásquez Carrizosa lo despiden deseándole días luminosos y felices en la antigua
ciudad de los Césares, si es que el gobierno socialista de Pertini concede al "agreement" a un
tronante militar que la prensa internacional, cuando se ha ocupado de él, ha descrito como un
hombre de mano dura y bota firme.
Se abre ahora, con su retiro toda suerte de expectativas. Después de años de turbulentos
problemas de orden público, el país vive en estos días de julio, y muy probablemente en el ventoso
agosto, una especie de calma chicha. Inclusive los ocasionales disparos de mortero con que el M-
19 recuerda su existencia son vistos como simples fuegos de artificio, golpecitos en el hombro de
la opinión pública, que en estos momentos nadie toma en serio.
UN SOCIOLOGO CON KEPIS
¿Realmente algo va a cambiar con Landazábal? Desde luego, la pregunta impone una reserva. Es
en primera instancia al presidente Betancur a quien corresponde definir una política frente a los
problemas de orden público.No en balde la Constitución le confiere la jerarquía de jefe supremo de
las fuerzas armadas.
Y es difícil suponer que un hombre que parece dispuesto a tener en la mano todas las cuerdas del
poder, descuide una tan importante como es ésta que con relativa autonomía manejó el general
Camacho Leyva.
Betancur en este dominio ha cultivado también una prudente ambiguedad. En el curso de su
campaña electoral habló muchas veces de la paz, pero no aventuró propuestas concretas frente a
los grupos en armas. Su diagnóstico en este sentido es que las causas del problema subversivo
son sociales y económicas. Mientras estos problemas subsistan, la amnistía no pasaba de ser una
compresa ante un mal que requería antibióticos de alcance más profundo. Sin embargo,
interrogado por SEMANA (No. 1) habló de restablecer la melancólicamente disuelta Comisión de
Paz.
No sorprende, entonces, que sea el general Fernando Landazábal Reyes su ministro de Defensa.
El General no lo asusta. Inclusive, pese a ser el uno un civil que en sus mocedades estuvo más
cerca del seminario que del cuartel, y el otro un militar formado en la más estricta disciplina
castrense, los dos hablan un lenguaje en el que florecen en buena compañía similares
preocupaciones literarias y sociológicas. Los dos hablan de la paz en términos análogos, como
resultante de un desarrollo social y no de una fórmula.
¿La llegada de Landazábal significa un viraje con repecto al manejo de los problemas de orden
público realizado por Camacho Leyva? Indagaciones realizadas por SEMANA parecen indicar que
las diferencias son de forma y no de fondo. En realidad, pese a tantas especulaciones sobre
supuestas tendencias encontradas dentro de la institución armada, el ejército es monolítico. Su
estrategia en torno al problema insurreccional reposa en dos principios: seguridad y desarrollo. De
nada sirve lo uno sin lo otro.
Para el ejército, la guerrilla en Colombia es ficha importante en un juego de sistemas cuyo tablero
es el mundo. Existiría un plan estratégico cuya línea estaría trazada desde Moscú para
desestabilizar el mundo capitalista, fomentando movimientos guerrilleros en los países del Tercer
Mundo en una concepción de lucha a largo plazo, larvada y constante. Dentro de este plan,
Colombia, por su posición geográfica, juega un papel fundamental: sería un enclave capaz de
proyectar una influencia decisiva en el área del Caribe, en Venezuela y Centroamérica.
Las secuelas dejadas por la violencia, pero muy especialmente el desigual desarrollo del país, el
abandono de las zonas rurales y la pauperización de las clases medias, serían factores internos
propicios para que la estrategia conducida desde el exterior tenga efectividad.
Sobre esta base, la estrategia de lucha anti-subversiva, como usualmente se le designa, requiere
atender por igual los dos frentes: el militar y el social. El primero combate los efectos; el segundo
busca erradicar las causas. A partir de esta certeza común, las diferencias que a veces los civiles
parecen percibir entre representantes de los altos mandos militares son apenas de carácter táctico.
Mientras Camacho Leyva pone todo el énfasis en el aspecto exclusivamente militar o coercitivo,
dejando en manos del poder civil el otro frente, pareciera que Landazábal considera esencial una
acción conjunta en los dos frentes, sin inhibirse de señalar, exponer y presionar a la autoridad civil
para actuar sobre las causas socio-económicas.
EL M-19, UN BOXEADOR "GROGGY"
Se trata de diferencias adjetivas, pues hay un punto, quizás ignorado por muchos políticos
liberales, conservadores y de izquierda cuyas esperanzas de paz giran en torno a la amnistía en
que todos los matices del ejército confluyen: hay un estado de guerra que para ellos no admite
tregua. Su enemigo de mayor consideración no es, como podría pensarse el M-19, sino las FARC.
Para los estrategas del Estado Mayor, el M-19 es un movimiento derrotado. "Algo así --explica un
oficial de alta graduación-- como el boxeador que está 'groggy'. Basta un golpe más para que caiga
en la lona. Hay que darle el 'knock out' antes de que la campanilla lo salve". Esa campanilla
buscada por Bateman, sería la amnistía.
Las FARC, por el contrario, no la desearían. Altos oficiales en ejercicio y en retiro, consultados por
SEMANA, coinciden todos en afirmar que este movimiento armado, nacido en la época de la
violencia, y con fuerte implantación en las zonas rurales y una táctica muy versátil orientada a una
lucha larga y de desgaste, es el que más seriamente pone en peligro la estabilidad del país. Para
ellos, es la pieza clave de un engranaje internacional que no se desarma con medidas políticas
como la amnistía, sino combinando prácticas de acción armada y de desarrollo social que permitan
sustraerle su base campesina. En este orden de cosas, tan importantes como los fusiles serían los
puestos de salud, las escuelas, caminos vecinales y cooperativas.
Sobre estas bases, según todos los indicios, parece proyectarse la acción del próximo gobierno.
¿Será posible adelantarla sin estado de sitio y sin las prácticas denunciadas por juristas y
entidades internacionales que rodearon la acción del General Camacho Leyva? Esta es una de
tantas incógnitas que pesan sobre el inmediato futuro. El punto de intolerancia que cualquier
investigador objetivo parece encontrar en los altos mandos militares es el que respecta a una
eventual amnistía, así ésta sólo fuera negociada y acogida por el M-19. "Es un comienzo" ha dicho
con razón el expresidente Lleras Restrepo. Y saltando sobre las tradicionales divergencias que lo
separan de éste, el ex-presidente López Michelsen sostiene un punto de vista análogo, cuando
anuncia un proyecto de ley que recogería las propuestas de la Comisión de Paz. Es muy probable
que detrás de ellos haya un gran sector de la opinión pública, no exclusivamente liberal. Los
chinos, que son los sabios de siempre, recomendaban dejar al enemigo una puerta abierta para
que, en dado caso, pudiese escapar. Quizás esta táctica sutil sea, en las actuales circunstancias
del país, más efectiva que la última trompada al boxeador "groggy".

http://www.semana.com/noticias-especiales/camacho-landazabal-cual-cambio/63611.aspx

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SEMANA: ¿Qué diferencias fundamentales ensuentra entre la primera Comisión de Paz y la


integrada en estos días?
GERARDO MOLINA: Las diferencias principales radican en la posibilidad de fórmulas de paz. En la
comisión anterior éstas eran muy escasas. En cambio hoy, por la evolución a partir del 7 de agosto,
esas posibilidades se han ensanchado y ya le permiten ver al país la viabilidad de un arreglo de
esta magna cuestión. La segunda diferencia: las posiciones de los dos gobiernos que han tenido
que ver con esto. El del doctor Turbay era reticente no estaba bien definido en su política dé paz,
tal vez por las dificultades que tenía en el ejército y en algunos de los sectores políticos que lo
acompañaban, concretamente una parte del conservatismo. En cambio el gobierno actual está
decidido a hacer todos los esfuerzos necesarios para ello.
S.: ¿Usted piensa que la retisencia de los conservadores ante este nuevo gobierno ha dado una
vuelta?
G.M.: Sí, ha dado una vuelta; usted está viendo en las declaraciones de "El Siglo" y de los
senadores conservadores que ha habido un cambio completo.
Yo lo atribuyo a dos factores: de un lado que el gobierno es presidido hoy por un hombre de origen
conservador y naturalmente el conservatismo no puede irse en contra de una política personificada
en un presidente de su propia corriente; y, en segundo lugar, el cambio en la política o en la
situación del país, que hoy es más exigente que hace dos meses en lo que se refiere a la
necesidad de la paz. El conservatismo por no quedarse atrás del país tiene que meterse en esta
corriente.
De todas maneras quedan algunos obstáculos para el logro de esa paz y de esa amnistía real y
plena.
S.: ¿Cuáles serían en su concepto esos obstáculos?
G.M.: Por fuera del Parlamento existen las siguientes dificultades. Una, yo no estoy convencido de
que todo el ejército sea partidario de una política de paz y, concretamente, de una amnistía. Creo
que allí hay un poco de resistencia.
En segundo lugar, fuera del capitolio está el hecho de que puede haber por parte de los grupos
alzados en armas una posición sectaria que dificulte el arreglo. Anoto dos posibilidades que
estorbarían esta política de paz: una, la actitud del M-19 al reclamarle al gobierno que prescinda de
su ministro de Defensa. Es una proposición a mi juicio inoportuna, por lo menos. También puede
haber una dificultad en el hecho de que el M-19 dice que no entrega las armas; claro que habrá
que buscarle una solución en la práctica y seguramente se encontrará pero por el momento es una
dificultad para este proceso de pacificación. Por otra parte los llamados delitos atroces; aún no hay
claridad sobre éso ni se ha encontrado una fórmula.
S..¿El hecho de que la Comisión esté integrada por tantos miembros y sea tan heterogénea, no
dificultaría ese trabajo?
G.M.: Estoy de acuerdo. Por éso yo era partidario de una comisión representativa de los diferentes
sectores sociales, económicos y políticos involucrados en este gran problema de la paz. Pienso
que con una Comisión de 18 personas, la mitad justamente, habría sido suficiente para los
propósitos que se buscan; pero el gobierno fue de otro parecer y ya no hay nada que hacer a ese
respecto, sólo procurar que dentro de esa mezcolanza tan grande que hay ahí de intereses y de
opiniones se llegue a un acuerdo.
S.: ¿Usted no piensa que las condiciones actuales han cambiado porque el anterior gobierno
practicó la represión, y logró, hasta cierto punto, el acorralamiento militar del M-19 y que por ello
este gobierno encontró unas condiciones más favorables para dar vía libre a este proyecto?
G.M.: Lo que creo es que hay dos filosofías encontradas. Para el gobierno anterior, presionado por
militares estilo Camacho Leyva, la paz sólo era posible a base de represión. El presidente Turbay
dándose o no cuenta de ello se metió o se dejó meter en ese callejón.
En cambio, ahora tenemos una filosofía distinta en el gobierno, consistente en que reconoce que
ya la represión no es suficiente. El país lleva muchos años de represión y sin embargo la paz no
llega.
Ahora este gobierno, con acierto, resolvió ensayar el camino de las negociaciones y el diálogo y yo
creo que ahí está la novedad del experimento y el posible o el casi seguro éxito que va a tener.
S.: Si se llegara a dar una amnistía plena en el país, el partido que usted está formando, el Partido
Socialista ¿daría cabida a los integrantes de las organizaciones rebeldes, una vez amnistiados?
G.M.: Bueno, el problema no está en si nosotros les damos cabida, si no es ver si ellos proponen
que se les abra la puerta, es cuestión de conversar. No podría yo decirle ahora en qué actitud van
a salir los grupos guerrilleros a la vida civil. Ya sabemos que un sector de estos grupos guerrilleros
está ubicado políticamente en el Partido Comunista de modo que sería allá a donde ellos irían.
Otra vertiente o agrupación importante es la del M-19 que seguramente va a trabajar en el campo
político; ellos nos han hecho saber por vías indirectas que miran con interés y aún con simpatía los
esfuerzos por constituir el movimiento socialista para crear luego el partido de ese nombre. Si ellos
miran con interés nuestra propuesta, pues habrá que oirlos una vez que ya estén en la vida normal.
Todo es cuestión de hablarlo, ver con qué ideas y aspiraciones vienen, si llegan muy radicales o
muy moderados.
S.: Carlos Lleras Restrepo se ha pronunciado en el sentido de que no vería necesaria la creación
de un partido socialista, dando a entender que tal vez el liberalismo acogería todas esas
inquietudes. ¿Usted que piensa?
G.M.: Bueno, pienso que el doctor Lleras Restrepo no interpreta correctamente el fenómeno
nacional, y propiamente el del partido liberal al cual él pertenece. Hasta hace unos 30 años sí era
exacta la tesis del doctor Lleras y yo lo expuse en un libro que él cita a menudo, y según el cual
hasta esa época el Partido Liberal sí estuvo en condiciones de aceptar o incorporar los
movimientos socialistas que se esbozaban, porque era un partido que hasta ese momento tenía
mucha tradición de "partido del pueblo" que fue como se formó en el siglo pasado. Por éso Olaya
Herrera, López Pumarejo, el mismo Benjamín Herrera antes de ellos, dijeron que, dentro del
partido liberal, cabían las ideas socialistas. Y era cierto el partido liberal tuvo siempre un ala
socialista desde el siglo pasado, pero eso ya pasó a la historia. A partir del año 50 de este siglo, ya
el país empezó un proceso de alto desarrollo capitalista que hizo que el liberalismo cambiara de
orientación y en vez de seguir siendo el partido del pueblo, se convirtió en un partido al servicio de
los intereses de la alta burguesía y, por consiguiente, vino una conservatización de este partido.
Por éso usted ve que, en los últimos años, nadie dentro del liberalismo habla de aceptar las ideas
socialistas; las consideran como ideas extrañas y aun peligrosas. De modo pues que para los
últimos años el enfoque del doctor Lleras ya no es exacto, porque el Partido Liberal hoy no está en
condiciones de abrirles cauce a las ideas socialistas. De ahí que haya que aceptar buscar otro
camino.
http://www.semana.com/noticias-opinion/muchos-anos-represion-paz-no-llega/63409.aspx

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Una fuerte e inesperada explosión, que siguió a un fugaz tableteo de ametralladoras sacudió el
pasado jueves, al amanecer los cimientos de la residencia del Embajador de Israel en Colombia,
señor JAIME ARON, situada en el lujoso y apacible sector de El Chicó, al Norte de Bogotá, sobre la
calle 92 y entre las carreras 12 y 13.
Primero se oyó el ruido de una detonación fuerte y seca y los vecinos del sector pensaron de
inmediato que una bomba había hecho explosión.
Pero inmediatamente después la detonación se hizo sentir en varias oportunidades, lo que
aumentó el pánico en el sector. Desde las ventanas de los edificios que caracterizan la zona
residencial, se alcanzaba a ver un Renault 12 de color gris y un taxi negro de la misma marca,
desde donde vomitaban incesantemente las ametralladoras sus proyectiles.
Mientras la sede diplomática recibía el recio impacto del ataque, que derribó una pesada y gigante
puerta metálica, a prueba de balas, y destruyó la sala y otros enseres de la residencia diplomática,
aparecieron dos agentes de la policía y uno del DAS, de la escolta personal del Ministro de
Gobierno, Rodrigo Escobar Navia, quien vive diagonal a la casa del Embajador Arón, y se
enfrentaron a los autores del atentado. El abaleo prosiguió con caractéres cinematográficos y
obligó a la retirada de los autores del atentado, mientras vecinos y transeúntes se lanzaban
desesperadamente al suelo, huyéndole al tiroteo. Afortunadamente dentro de la sede diplomática
no hubo víctimas que lamentar.
El atentado fue rápidamente reivindicado por el M-19, que invocaba así su solidaridad con la causa
palestina. A su vez el señor Arón, quien se encontraba ausente en el momento del atentado,
responsabilizó del mismo a "terroristas inspirados por la OLP, que desde hace veinte años nos han
hecho vivir así dentro y fuera de Israel". El acto terrorista causó consternación en diversos
estamentos por tratarse del primer acto violento contra la comunidad judía desde la polémica
guerra del Líbano.
Colombia nunca ha tenido una tradición antisemita y es por ello que preocupa que un acto
terrorista de naturaleza política pueda ser confundido con un acto motivado por factores sociales o
religiosos. No ha contribuído a aclarar el asunto que el atentado haya coincidido con la semana del
año nuevo judío. A esto se suma que la percepción mundial sobre los dos bandos involucrados en
la guerra del Líbano ha dado un viraje de 180 grados en los últimos meses. La indignación
generalizada por las acciones de la OLP en los días de la masacre de Munich, o la sangrienta
balacera en el Aeropuerto de Lot, han quedado atrás frente al despliegue publicitario de la violencia
israelí en la invasión al Líbano. En esto se ha confundido, injustamente, el Estado israelí y la raza
judía, olvidándose que dentro del propio Israel ha habido fuertes movimientos de protesta contra la
política oficial del Gobierno.
http://www.semana.com/noticias-nacion/atentado-contra-embajada-israel/63407.aspx

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No habían terminado los colombianos de enterarse de que el Mundial de Fútbol no se haría en


Colombia, cuando tuvieron que empezar a preocuparse por la suerte del proyecto de amnistía. La
apertura política. que en medio de bombo y platillos se había iniciado en la Cumbre en el ministerio
de Gobierno hace apenas quince días, durante la semana pasada fue tropezando, día tras día con
obstáculos de envergadura. Entre ellos, los más notorios fueron, de un lado el marginamiento de
Carlos Lleras de la Comisión de Paz, y de otro, la exclusión de la Cumbre del representante del M-
19.
El expresidente Lleras anunció su retiro de la Comisión aduciendo motivos de salud. Oficialmente,
según su carta al presidente Betancur, sus médicos le habrían ordenado un riguroso reposo que lo
obligaría a suspender por el momento sus actividades como presidente de la Comisión. Aunque
Lleras puntualizaba el carácter transitorio de su decisión y se expresaba en términos de respaldo al
gobierno, estas aclaraciones no fueron suficientes para impedir que se desatara una ola de
conjeturas y rumores sobre las verdaderas causas. Era a todas luces inevitable que una
comunicación pública de esta naturaleza tuviera un impacto sicológico negativo sobre la opinión
pública en relación con la efectividad de la Comisión. ¿Cuál era entonces la necesidad de
oficializar el retiro, si una ausencia temporal por motivos de salud no hubiera tenido connotaciones
políticas?
Vulnerable desde su nacimiento por su heterogeneidad y su numerosa composición, la comisión
había adquirido legitimidad gracias al prestigio del expresidente, y su marginamiento de ésta la
dejaba en condiciones precarias. Si a esto se le agrega la renuncia previa de doña Nydia Quintero
de Turbay, la representatividad, por lo menos en términos de jefes naturales del liberalismo,
quedaba menos clara.
Aunque nadie las expuso con precisión, se rumoró la existencia de razones políticas detrás de todo
esto. Las claras diferencias en materia de política internacional entre Lleras y el gobierno,
puntualizadas en "Nueva Frontera" tres días antes del retiro (ver artículo "El clavo ardiente")
obviamente no eran razón suficiente. Tampoco parecían razón de peso las diferencias de opinión
en materia económica.
Mayor credibilidad tenían las versiones en torno a la disparidad de criterios sobre el manejo de la
paz. Como de los tres proyectos de amnistía presentados al Congreso el gobierno se inclinó
abiertamente por el del senador Molina, se especuló que el expresidente no habría visto con
buenos ojos el que se hubiera dejado de lado el proyecto presentado por Jaime Castro y otros
senadores liberales, que se basaba en las propuestas del propio Lleras en la antigua comisión de
paz. En este sentido, no faltaron quienes recordaron cómo, en la oportunidad anterior, el
temperamento del expresidente le llevó a retirarse cuando no fue aceptada su propuesta de
amnistía.

DOS A FALTA DE UNO


Aún cuando trascendió menos, el retiro de Ramiro Lucio de la cumbre también dio lugar a la
incertidumbre. En el momento en que el ministro de gobierno adujo que el representante del M-19
no podía estar presente porque el suyo era un grupo "que no ha depuesto las armas y no ha sido
legalizado", lo que hacía era poner fin a la situación altamente irregular que había creado él mismo
a la primera reunión de la Cumbre. En efecto, en esa oportunidad de repente se encontraron
sentados cara a cara, en una misma mesa, los representantes del gobierno, de los partidos
tradicionales y de dos organizaciones armadas a las cuales se les daba tratamiento de igualdad: El
ejército de Colombia y un grupo considerado al margen de la ley, el M-19. El hecho trajo
repercusiones inmediatas. Tanto los militares como Germán Zea, representante del partido liberal,
y Omar Yepes, representante del partido conservador señalaron la variedad de implicaciones que
esto tenía y exigieron su rectificación.
Lo atípico de la situación pareció tan patente que hasta el propio M-19 disimuló el incidente del
retiro y lo aceptó tácticamente, sin que por ello rompiera el diálogo.
El otro obstáculo que se presentó en relación con el M-19, aunque también se superó rápidamente,
fue más difícil y menos folklórico que el primero.
SEMANA supo de fuentes autorizadas que el propio Bateman estuvo a punto de romper el diálogo
cuando el presidente, en carta al Congreso, excluyó expresamente los delitos atroces. Este impase
quedó superado en menos de 24 horas, cuando el gobierno precisó que sólo consideraba como
"delito atroz" el homicidio fuera de combate. Tras esta aclaración, el M-19 pareció recobrar la
calma, hasta el punto de restarle toda trascendencia al incidente de la exclusión de Lucio.
FORCEJEOS
Lo que pudo aparecer como un obstáculo adicional, el forcejeo de algunos congresistas liberales
frente a los ministros de Justicia y Gobierno echando mano de sutilezas jurídicas, resultó no ser
más que una escaramuza parlamentaria contra el gobierno, que finalmente no pasó a mayores.
Un hecho que sí parece enrarecer el clima es el de que la búsqueda de la paz no se ha logrado
acompañar con un "alto al fuego". Lejos de haber tregua mientras duran las negociaciones--lo cual
hubiera sido visto por la opinión pública partidaria de la amnistía como un síntoma alentador--se ha
percibido en estos días un ambiente beligerante. Lo creó el M-19 con su atentado a la embajada
israelí. Lo caldeó el ministro Landazábal, en su gira por el Caquetá, cuando omitió pronunciarse
sobre la amnistía y enfatizó en cambio en la "acción permanente" que debe mantener el ejército
contra la guerrilla.
El MAS, por su parte, en lo que ha sido considerado como saboteo a la amnistía, reanudó su
ofensiva de amenazas contra periodistas, abogados y otras personalidades a quienes acusó de
fomentar la subversión armada. Fue aún más allá reivindicando el asesinato de una concejal del
partido comunista, confirmando así el temor de algunos sectores de que esta organización busque
convertir en letra muerta cualquier amnistía "ajusticiando" por cuenta propia a quienes siga
considerando "culpables".

LA MANZANA DE LA DISCORDIA
Por último, sigue pesando la falta de acuerdo sobre los llamados"delitos conexos". Estas son las
dos palabras que en la actual discusión amenazan con monopolizar la atención de la opinión
pública de la misma manera que un par de meses atrás, durante la discusión del artículo 120, lo
hicieran los términos "adecuado y equitativo".
Las interpretaciones en vez de disminuir aumentan. Un jerarca de la iglesia solicitó que fueran
incluidas entre los delitos atroces las recientes estafas a los ahorradores. "El Siglo" ilustró lo sibilino
del debate llamando la atención sobre la dificultad de establecer el grado de atrocidad de sacar el
ojo a un niño. Mucha tinta correrá sobre el tema antes de que las dos partes lleguen a un acuerdo.
El debate apenas comienza.

http://www.semana.com/noticias-nacion/bypass-para-comision/63468.aspx

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La aparición oficial y legal del M-19 en la rueda de prensa del 6 de octubre, mostró que las
consecuencias de la amnistía se están anticipando a la propia materialización de ésta.
Aunque el espectáculo no fue en la Media Torta sino en el Capitolio, contó con la animación de
Pacheco y con la emoción de un Sabariedades.
Los protagonistas, siete máximos dirigentes del M-19, hicieron su aparición saludando de abrazo a
quien oficiaba de anfitrión, Germán Bula Hoyos, y a los demás parlamentarios presentes, con
quienes aspiran, según declaraciones de Ramiro Lucio, a compartir escaños a partir de las,
próximas elecciones.
Esta conferencia del 6 de octubre se transformó en los hechos en el lanzamiento legal del M-19
como partido político, y en ella sus dirigentes se presentaron como tales y expusieron lo que serán
las bases de su política.
Se trataría, según sus declaraciones, de una orientación "nacionalista, democrática y popular" cuya
meta inmediata sería convocar desde los trabajadores hasta los empresarios, pasando por la
Iglesia, los "militares progresistas"y el conjunto de los partidos políticos, para un gran acuerdo
nacional que garantizara la apertura democrática.
En medio de su entusiasmo patriótico, los dirigentes del M-19 hablaron de las armas y del monte
casi como de un espejismo en la memoria. La nueva imagen que presentaron llevó a algunos
observadores a opinar que la declaración que en días pasados hiciera Bateman, en el sentido de
que tras la amnistía conservarían las armas como garantía de la paz, quedaba reducida a una
mera frase simbólica, la necesaria para "salvar el honor".
Aunque sería prematuro augurar éxitos o fracasos para esta corriente política recién asomada a la
legalidad, puede decirse, sí, que cuenta con un grado no despreciable de simpatía, que logró
gracias a la espectacularidad de algunas de sus acciones. Sin embargo, hay quienes aventuran la
opinión de que el M-19 puede perder su carisma cuando cambie los tiros por los discursos y el
uniforme de combate por la corbata, y que va a encontrar, como mínimo, difícil competir por un
espacio político que es, en último término, el mismo que hoy llena y personifica el propio presidente
Betancur. Pero si la aceptación de la amnistía y la consecuente legalización puede significarle a
esta corriente senos riesgos para su rentabilidad política, aparece en todo caso como la única
salida viable que tenía por delante. Un balance retrospectivo indicaría que la resonancia de sus
éxitos propagandísticos había tendido a bajar de tono durante la última época, opacada por las
derrotas militares sufridas por el grupo, que incluían la frustración del más audaz de sus planes, la
entrada de hombres y armas por el litoral Pacífico.
El paso a la legalidad implicará para el M-19 todo un proceso de readaptación no sólo de su
política sino también de su estructura interna. La noticia dada a conocer por "El Siglo" sobre la
nueva cabeza del movimiento podría obedecer a estos cambios: la máxima figura pasaría a ser
Andrés Almarales, ideólogo y hombre de ideas, mientras que sobre la ubicación de Bateman, el
guerrero, queda planteada una incógnita.
Todo parece indicar que esta amnistía, si se logra cristalizar como promete, cobijará al M-19 y
como mínimo al más importante sector de las FARC, el que responde a sus dirigentes históricos
Jacobo Arenas y Manuel Marulanda, quienes han manifestado su inclinación favorable a la
propuesta.
Si esto resulta así, podrá hablarse de un gran éxito, independientemente de la decisión que
finalmente tomen grupos como el ELN, el EPL y el ADO --hasta ahora reticentes-- los cuales
posiblemente no signifiquen, todos juntos, ni el 15% de los alzados en armas en el país.--


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