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Capítulo 1

Discapacidad. ¿De quién? ¿Mía, tuya,


n uestra?

C O M E N Z A R É ESTE LIBRO, C O N T Á N D O L E S U N C U E N T O . S e g u r a -
m e n t e a todos, alguna v e z nos ha g u s t a d o que alguien
nos contara cuentos. Cuentos de niños, de hadas, de m o n s t r u o s ,
de animales. Este c u e n t o habla de Tico, el pajarito de las alas do-
radas de L E O L E O N N I . C o m o todo cuento, c o m i e n z a así...
"Conocí hace muchos años un pajarito llamado Tico. El se
sentaba sobre mis hombros y me hablaba de las flores, de los
heléchos, de las altas montañas, hasta que un día me contó la
historia de su vida. Y me dijo.. .No sé cómo pudo suceder pero
cuando era joven, no tenía alas. Cantaba igual que los otros pá-
jaros y saltaba como ellos, pero no podía volar. A veces yo me
preguntaba ¿por qué no puedo volar como los otros pájaros?,
¿por qué no puedo atravesar el gran cielo azul y volar sobre
pueblos y caminos?
Un día se me apareció el pájaro de los deseos y me dijo: 'Dime
un deseo y se convertirá en realidad'. Recordé mis sueños y mi de-
seo de volar y con toda, mi fuerza, deseé un par de alas de oro. De
pronto, sobre mi espalda, aparecieron dos alas doradas. Yo era
muy feliz. Volé un día entero. Pero cuando mis amigos me vieron
bajar del cielo, fruncieron el ceño y dijeron:
—Tú te crees que eres mejor a nosotros con esas alas de oro.
¡Pero no lo eres! Tú eres diferente. Y remontaron vuelo sin agre-
gar palabra.
Yo me preguntaba, ¿por qué se enojaron? ¿Qué tiene de ma-
lo ser diferente?
Mis alas eran las alas más bellas del mundo. Pero mis
amigos me habían abandonado y me sentía muy solo.
Con el correr del tiempo fui dando cada, una de mis
plumas de oro a quien lo necesitaba y en su lugar aparecía una
pluma de verdad. Hasta que un día mi plumaje fue igual al de
los otros. Decidí entonces volar hacia el gran árbol donde esta-
ban mis amigos. ¿Cómo me recibirían? Pensaba.
Cantaron alegremente al verme.
—Ahora tú eres igual a nosotros. Me dijeron.
—Era cierto, yo era igual a ellos, pero no me sentía como
ellos. Y pensaba: ahora mis alas son negras, pero aun no soy
como mis amigos.
Todos somos diferentes. Por qué cada uno tiene sus propios
recuerdos y sus propios sueños dorados invisibles".

Este hermoso cuento me sirve de introducción para hablar sobre


el tema de la discapacidad.
Me pregunto entonces: ¿qué piensan ustedes los que van a leer
este libro acerca de la discapacidad? ¿cuáles son sus ideas al respec-
to, sus fantasías, sus prejuicios, sus mitos? ¿cuál será vuestro recorri-
do en la lectura de estas páginas? Podremos llegar a pensar al cabo
de cierto tiempo como el pajarito Tico, que todos somos diferentes. Ve-
remos. Pero creo que lo importante es que juntos podamos reflexionar
y compartir esta aventura acerca de este tema tan delicado y comple-
jo como es la discapacidad.
La discapacidad fue abordada desde distintos puntos de vista con
el correr de los años. Primero fue objeto de estudio de la medicina. El
t e n a en cuestión era el cuerpo. Luego, la educación se fue interesando
por estas personas, para que ellas no quedaran marginadas ni segrega-
das del resto de la humanidad. Pero en los últimos años, se empezó a
conceptualizar y a pensar a este niño, adolescente o adulto como un su-
jeto. Sujeto pensante, deseante o sufriente, formando parte de una fa-
milia, de una escuela o de la sociedad. Es decir, se fue dando un profun-
do viraje en la mirada y en la escucha acerca de este tema.
Sabemos que la discapacidad, no es una enfermedad. A u n q u e
puede ser, la secuela de la misma. Tampoco es un síntoma que al ca-
bo de cierto tiempo va a desaparecer. Es una marca real, que va a
acompañar a este niño, adolescente u adulto, a lo largo de la vida.
Pensar que esta temática no debe ser estudiada por la medicina es
erróneo. Lo fundamental es que podamos comprenderla en el sentido
más amplio, para que este sujeto no se pierda o no se confunda con
una pieza de un mecano que deba ser ajustado o simplemente alguien

10
e quien h a y que quitarle o ponerle algunas tuercas.
Como psicoanalista pienso que solamente considerando al sujeto
es su totalidad, no lo discapacitaremos más, ni nos discapacitaremos
uosotros.
"El individuo de la especie humana es un deficiente instin-
tivo. Nada en su sistema genético-neurológico, le define el obje-
to capaz de calmar su malestar (sin la presencia de los otros).
A diferencia de las otras especies, el bebé humano queda ex-
puesto a sus necesidades sin recursos biológicos suficientes pa-
ra definir ni con qué ni cómo satisfacerlas" ( J E R U S A L I N S K Y ) .
1

El animal sabe casi instintivamente cómo calmar o buscar la res-


puesta a ella. El bebé en cambio necesita de un adulto que pueda res-
ponder a sus demandas y necesidades. Deseos y demandas se inseri-
ré- aún antes del nacimiento y por ello, desde el v a m o s ocupa un bu-
zar en la cadena de significantes de los padres.
Si bien en la Antigua Grecia, a los niños con discapacidad se los
araba de las alturas del monte Taigeto, medida acorde para la cultu-
ra de esa época, nuestra civilización a veces, arroja al niño con una
raarca indeleble a un vacío, al vacío de la indiferencia o de la super-
:,e:nología. Estudios médicos interminables o técnicas diversas de tra-
ía miento v a n alejando a ese niño de su lugar de goce de los padres,
l l e g a n d o los padres m á s de una vez, a no saber realmente cómo es
ese niño, qué quiere, qué necesita, qué piensa o qué siente y hasta por
:ue hace ciertos gestos o contorsiones. Sólo saben que deben estimu-
larlo, llevarlo de médico en médico, de profesional en profesional pa-
ra "su bien". Pero ese supuesto "bien" ¿cuál es?, ¿para quién es?, ¿pa-
re el niño o para los padres?
El niño puede nacer sordo, ciego, con parálisis cerebral o con de-
n u d a d mental o bien una enfermedad insidiosa c o m o la meningitis
rudo haber dejado secuelas importantes en el plano neurológico, pe-
ra para los padres y la familia toda, este suceso pudo haber causado
ra efecto enloquecedor. El diagnóstico médico es preciso. "Su hijo es
ra discapacitado sensorial, motriz, o mental". Informe exacto y sin
equívoco, pero cae el psiquismo de los padres como un balde de agua

1
JERUSALINSKY, ALFREDO y col.: Psicoanálisis en problemas del desarrollo
-.-'zntil. Nueva Visión, Buenos Aires (1988), pág. 25.
fría siendo el tiempo de recuperación, en ocasiones, demasiado largo.
Ningún padre está preparado para recibir a un niño con "una
marca". Esta es una realidad q u e ellos no e s p e r a b a n .
La discapacidad marca. Pero m a r c a no solamente con su marca
al niño, sino a la familia toda. A s í c o m o no hay dos familias iguales,
tampoco h a y dos padres iguales. Ellos tienen sus propias historias,
su propio pasado, algunos felices, otros no tanto.
U n a psicoanalista francesa, P I E R A AULAGNIER, decía: "El naci-
miento de un niño implica un riesgo relaciona!"? y si nos detenemos
a pensarlo, ésta es una gran verdad. Nunca nadie sabe a ciencia cier-
ta cómo será ese encuentro con ese niño que va a nacer.
La madre ante de encontrarse con un hijo encuentra un cuerpo.
Y ese cuerpo podrá ser el esperado, soñado o no, pero es recién a par-
tir de la libidinización que se podrá tornar en hijo.
Recuerdo el caso de Juan, un niño que nació con un síndrome de
sordera asociado a ojos de distinto color. La madre de Juan durante
años no pudo reponerse a semejante impacto. Siendo éste pequeño,
un intento de suicidio de ella en presencia de él, busca poner fin a tal
sufrimiento. Juan, actualmente con sus trece años es sordo, como
siempre lo fue, pero lo más grave en él no era su sordera,, sino su de-
ficiencia psíquica. Un cuadro emocional severo se instaura temprana-
mente asociado con trastornos biperquinéticos, lo que dificulta su es-
colarización más que la sordera misma. Sería una imprudencia y has-
ta un sin sentido responsabilizar solamente a esa madre de lo acon-
tecido a ese hijo. Pero no podemos negar que esa discapacidad senso-
rial de él, más el daño neurológico, la discapacita a ella desde el va-
mos en su lugar de madre. Injuria narcisista que no puede elaborar.
La deja sin capacidad ni recursos para poder sostener y contener a
ese bebé inmerso en un profundo silencio.
Ese niño no era lo que ella esperaba. El encuentro con lo impen-
sable la desestabiliza. Su psiquismo no tolera la muerte simbólica de
ese bebé largamente soñado. Muerte también de una imagen de ma-
dre que ella debió desear ser y que impulsivamente recreará con el in-
tento de suicidio delante de él.
Por eso sostengo que las marcas orgánicas de un niño, marcan so-

AULAGNIER, PlERA.: Cuerpo, historia e interpretación. Editorial Paidós,


Buenos A i r e s (1991), p á g . 151.

12
- :: io a las madres, y a la pareja parental, más que al mismo niño.
Todos s a b e m o s del c o n t i n u o peregrinar y sufrimiento de los
ires. en b u s c a de orientación, prevención y tratamiento. Algu-
- ¿e ellos e n c u e n t r a n r á p i d a m e n t e las respuestas adecuadas,
- ~ :ambio otros por cuestiones culturales, sociales o e c o n ó m i c a s
: _e: en desprotegidos, bajan sus brazos y ese niño con posibilida-
d e s de r e e d u c a c i ó n o e d u c a c i ó n pasa a i n g r e s a r el s u b m u n d o de
i marginados. Los profesionales que trabajan en las graneles
arres p o s i b l e m e n t e no estén tan en contacto con esta realidad
• : a c i t a n t e , pero profesionales del interior saben de esta dolo-
rasa verdad. P a r e c e un contrasentido, p e r o la p r e s e n c i a de un ni-
: : a una m a r c a en el cuerpo representa algo tan difícil para
..arar que m u c h o s en cierta m a n e r a c o n t r i b u i m o s sin querer-
la, obstaculizando m á s q u e resolviendo los p r o b l e m a s .
Los q u e a b o r d a m o s psicoanáliticamente estas cuestiones sa-
ruars del lugar que o c u p a n la resistencia y la compulsión a la re-
• - en los abordajes de los conflictos individuales.
Resistencia es el m e c a n i s m o p o r el cual un sujeto coloca obs-
rlos para no conectarse con aspectos dolorosos de una reali-
La c o m p u l s i ó n a la repetición es la reiteración de m a n e r a in-
• a ente de c o n d u c t a s , ideas y p e n s a m i e n t o s q u e surgen en for-
- -- repetitiva en un intento de elaborar o tolerar situaciones que
•si otra forma serían r e c h a z a d a s por el y o .
La sociedad, al ser f o r m a d a por los h o m b r e s no está exenta de
estas m e c a n i s m o s psíquicos. La resistencia al c a m b i o y la c o m -
pulsión a la repetición lleva a que la sociedad p r o m u e v a p o r ejem-
: : la modalidad del peregrinar en vez de orientar r á p i d a m e n t e .
es lo m i s m o hacer estimulación t e m p r a n a que estimulación
tardía. No es igual un niño asistido en su r e e d u c a c i ó n a los 3 años
rae a los 8 o a los 10 años.
No es v e r d a d que "hay t i e m p o para todo". E s o es u n a s i m p l e
rxrresión de deseos, para calmar, nuestros sentimientos de falta
- responsabilidad o de operatividad. Un niño sin una asistencia
:eaaada y apropiada no sólo se discapacita, t a m b i é n discapaci-
ae aadirectamente a su familia.
Si no c o l a b o r a m o s r á p i d a m e n t e , la familia, i n c o n s c i e n t e m e n -
te, reorganiza su propia e c o n o m í a psíquica sustentando la ilusión
de q u e el t i e m p o no p a s a y ese hijo p u e d e c o m e n z a r a funcionar
c o m o el eterno b e b é o "el pobrecito" a quien los padres y los her-

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m a n o s están obligados a atender por el resto de sus vidas promo-
viendo fantasías de que a esa persona es necesario cuidarla siempre.
Este lugar tan especial que ocupa la persona con discapacidad
moviliza sentimientos ambivalentes en la familia, en las escuelas y
en otras instituciones de la sociedad.
En lo manifiesto m u c h a s de estas familias se presentan con el
discurso de estar dando la vida por sus hijos, otros en cambio se au-
tomarginan y dejan de compartir su vida con familiares, amigos u
otros hijos, pero en lo latente sentimientos de remordimiento, culpa
o resentimiento se fortalecen .
"La palabra resentimiento se define como el amargo y el enraiza-
do recuerdo de una injuria particular. Su sinónimo es el rencor. El su-
jeto resentido puede dejar de recordar, no puede olvidar... y lo traumá-
tico permanece como cuerpo extraño, que quedará aislado del curso
3
asociativo con el resto del y o " . La sociedad indiferente a veces acentúa
estos dolores. Ella se siente cómoda con hombres y mujeres perfectos
y la presencia del hombre "no del todo perfecto" la desorienta.
La sociedad anhela algo así c o m o la ilusión de una unidad espa-
cial y temporal sin fracturas. La existencia de la discapacidad quie-
bra la idea mítica de completud o de perfección narcisista. El resen-
timiento y el remordimiento son pues los sentimientos que promue-
v e n ciertas reacciones observadas en los padres c o m o en la sociedad
tales como:

L Falso proteccionismo que induce inmovilización al sujeto supues-


tamente fallado debiendo este miembro con discapacidad evitar
el hacer cambios con el fin de mantener cierta homeostasis fami-
liar o social,
2. o se lo intenta preservar promoviendo en él una alta dependen-
cia vincular.

Todos somos conscientes de que la modalidad vincular de sobre-


protección esconde la no protección y remite a una culpa. No h a y na-
da peor que proteger excesivamente a alguien, no permitiéndole ha-
cer uso de sus verdaderas capacidades.
En realidad d e b e r í a m o s reflexionar si no s o m o s nosotros los

KANCIPER, LUIS.: Resentimiento y repetición. Editorial Paidós, Buenos


Aires (1992), pág. 17.

14
verdaderos discapacitados q u e v i v i m o s sujetados y no h a c i e n d o
iso de nuestras creatividades para colaborar en forma eficiente y
•:::va con la p e r s o n a con necesidades especiales.
D e b e m o s t e r m i n a r por disolver las d i c o t o m í a s entre lo s o m á -
tico y lo psíquico, entre lo familiar y lo extrafamiliar, entre lo q u e
: :rresponde a ellos o lo que nos c o r r e s p o n d e a nosotros. D e b e m o s
pensar al niño y al adulto d i s m i n u i d o s i m p l e m e n t e c o m o una per-
;:r_a con m á s o m e n o s limitaciones, d o n d e su cuerpo habla del
i siquismo y el p s i q u i s m o se e x p r e s a en el c u e r p o . Lo que nosotros
trofesionales de la s a l u d y de la e d u c a c i ó n d e b e m o s profundizar
cuestionarnos es s o l a m e n t e p o r q u e "ese n i ñ o débil o no, presen-
ta un lenguaje relacional perturbado y el m i s m o se expresa p o r
4
ir. c a m i n o extraviado".
"Si para todo niño transformarse en un sujeto abierto al deseo, es
0
- r trámite difícil y costoso", para estos niños y para estos padres
r í e desde el nacimiento cargan con un trastorno del desarrollo, el
trámite se dificulta m á s aún. Este trastorno se constituye en un ele-
mento más resistente a la simbolización. No da lo mismo nacer por
ejemplo con una mala formación, que implica intervenciones quirúr-
gicas tempranas, que no nacer con ellas. Todo esto es algo más a sim-
bolizar y se irá resolviendo de acuerdo a las posibilidades familiares
a la gravedad de los trastornos en juego.
Es necesario que nosotros los profesionales posibilitemos que ese
i:ño ingrese a un espacio de deseo de los padres, pues sino estará so-
emente formando parte del m u n d o físico-químico que nos rodea.
Sabemos que la marca real va a dejar su efecto no solamente en
'. :- constitución del esquema corporal sino en la imagen inconsciente
te cuerpo. Concepto aportado por F. DOLTO quien dijo que la imagen
inconsciente de nuestro cuerpo es una imagen relacional, construida
e partir de las vinculaciones con el gran Otro (los adultos relevantes)
r í e a partir de la mirada, de las caricias y de las palabras aportarán
elementos para nuestra integración como sujetos.
Un niño con problemas en su desarrollo puede ser un niño sano
: enfermo psíquicamente como cualquier otro niño, pero eso depende-

4
MANNONI, MAUD.: El niño retardado y su madre. Editorial Paidós, Buenos
Aires ( 1 9 6 4 ) , pág. 2 8 .

RODULFO, RICARDO: Pagar de más. Nueva Visión, Buenos Aires ( 1 9 8 6 ) , pág. 156.

15
rá exclusivamente de la estructura familiar que lo sostiene y de la
trama mítica que lo envuelve. Las huellas de lo no estructurado van
a indicar que en algún lugar del trípode edípica estuvo la falla y no en
la marca del cuerpo.
Si nosotros los profesionales de la salud y de la educación sola-
mente priorizamos la rehabilitación, lo psicológico, o lo médico y no
podemos pensar a ese sujeto c o m o una persona, contribuiremos nue-
vamente a discapacitar m á s a esa familia y nos ubicaremos en el lu-
gar de los poseedores del saber, q u e es lo peor que nos puede suceder
H a y un viejo refrán que dice "Solo sé que no sé nada". Creo que
esa debiera ser nuestra ubicación en este delicado tema.
Tratemos de recordar la conjugación del verbo Saber, aprendida
cuando éramos niños.

• Yo sé
• Tú sabes
• El sabe
• Nosotros sabemos
• V o s o t r o s sabéis
• Ellos saben

Si solamente YO SE, discapacito a las personas con discapacidad


y discapacito a la familia que es quien tiene generalmente un saber
que no lo puede exteriorizar.Y fomentamos inconscientemente en los
padres "el no sé" o Usted sabe.
D e s d e ese lugar se rigidizan los saberes.
A p r e n d a m o s a reconocer el tú sabes o nosotros sabemos o to-
dos sabemos. Cada uno en el lugar que le corresponde.
A c e p t e m o s las diferencias pues c o m o decía Tico:

"Todos somos diferentes porque todos tenemos nuestros propios


sueños dorados invisibles".

16
Tapítulo 2
Lo esencial es invisible a los ojos.
Entre obstáculos e instrumentos

ALICIA ARENAZA - ROSA CARRANZA


6
ALICIA MALIK - MARTA SCHORN

Caminante no hay camino


se hace camino al andar
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.

E STOS CONOCIDOS VERSOS D E A N T O N I O M A C H A D O tienen la pro-


fundidad poética de sugerirnos la enorme cantidad de obs-
- que el H o m b r e ha ido encontrando a su paso por la Historia
ie la Cultura, logrando la genialidad de transformar muchos de ellos
en instrumentos que posibilitaron continuar su avance.
El psicoanalista no ha sido la excepción, abriéndose camino en
raía tierra fértil pero muchas veces plagada de dificultades que in-
centivaban su curiosidad intelectual, encontró en el propio obstácu-
JI muchas veces la salida del laberinto.
Xo hace demasiado tiempo se cuestionaba la analizabilidad de
-.¿tientes psicóticos, narcisistas, niños, familias, considerándolo sin
luí acidad de transferencias, o porque técnicamente resultaba difícil
;u abordaje.
Actualmente nadie niega para estos pacientes su pertenencia al

Trabajo presentado en la Escuela Argentina de Psicoterapia para


Graduados, año 1995.

17
ámbito psicoanalítico, aunque de acuerdo a las líneas teóricas que se
sigan, serán abordados de una u otra forma.
Pero no parece haber corrido igual suerte la atención de pacientes
con marcas orgánicas, a quienes y desde su estructura psíquica, los po-
demos encontrar neuróticos, psicóticos, psicosomáticos, perversos, et-
cétera que, con las mismas características desplegarían fenómenos
transferenciales y contratransferenciales. Entonces ¿por qué los esca-
sos trabajos sobre el tema? ¿Existiría algo desde la estructura psíqui-
ca que los torna tan distintos que casi parecerían innombrables?
Es verdad que la discapacidad es considerada en muchos casos
como una intervención divina, en donde el ser discapacitado es enten-
dido c o m o una suerte de castigo o privilegio, lo que puede operar c o -
mo defensa en dicho sujeto y algunos de los que los rodean, pero que
se plasma en un justificativo para la poca estima que existe hacia la
persona discapacitada y su familia.
En tanto uno no es el agente discapacitante, quedamos eximidos
de la responsabilidad de considerar a dichas personas, no interesán-
donos en la prevención de la discapacidad y no promoviendo o facili-
tando los servicios de atención necesarios.
En nuestro lenguaje habitual solemos referirnos a dichas perso-
nas como "el hombre enfermo", y, de hecho, es tratado como tal. Dicho
término tiene una connotación inadecuada de caridad, pena y lásti-
ma. Naturalmente como resultado de esto, en muchos casos dichas
personas se ven a sí m i s m a como un objeto que merece poco respeto
y reaccionan en concordancia a ello, afectando su autoestima al dis-
minuir el desarrollo de su propia imagen y la confianza que tiene en
sí misma.
Así el encuentro con un hijo vivido como "no perfecto" y la desilu-
sión de esta vivencia conlleva, deja una inscripción especial que al pa-
ciente con marcas visibles que luego desplegará en la transferencia.
La m a r c a en el trabajo analítico, aparece entonces como un ter-
cero que está presente y es hablante. Pero: ¿realmente se nomina, o
se la ignora? Seguramente que para que esta marca deje de ocupar
ese lugar de tercero, deberá necesariamente ser nominada por el te-
rapeuta, como debió ser nominada antes por la madre. Pero en algu-
nos casos observamos que en el lugar de ello se la silenció. Podríamos
pensar que al actuar de esta forma, la marca debería dejar de operar
únicamente desde lo físico visible y se instalaría en un espacio men-
tal, un espacio de simbolización.

18
Aquí es válido analizar la diferencia que FRANCOISE DOLTO hace
are imagen corporal y esquema corporal. Este último es un dato
:: mico en el que el cuerpo puede estar sano o lesionado, mientras
U n e la imagen corporal es un dato histórico que se va construyendo
c. .:- ayuda del medio y de esta forma "un esquema corporal muy le-
z do puede estar habitado por una imagen del cuerpo integrada",'
7 : tara que esto ocurra, será necesario que la madre nomine esta
iulua. a la vez que le signifique otras partes del cuerpo no lesionadas,
'—•-riendo por ejemplo: "Si tú tuvieras brazos podrías abrazar como yo
te abrazo, pero yo siento tu mirada como un abrazo".

"Cuando el niño se ve afectado por una invalidez, es indispen-


sable que su déficit físico le sea explicado referenciándolo a su pa-
sado no-inválido. O, si este no es el caso, a la diferencia congénita
entre él y los demás niños. Asimismo tendrá que poder, con el len-
guaje mímico y la palabra, expresar y fantasmatizar sus deseos,
sean éstos realizables o no, según este esquema corporal lisiado".
"La imagen del cuerpo es aquello en lo cual se inscriben las expe-
riencias relaciónales de la necesidad y el deseo, valorizantes o desvalo-
rizantes, es decir narcisisantes o desnarcisisantes", FRANCOISE D O L T O . 8

WiNNICOTT también nos dice que "no es el niño el que se percibe co-
actuoso sirio que es su madre la que lo mira como defectuoso o no".
La mirada es un tema abordado por muchos psicoanalistas: L A -
<¿ en el Estadio del Espejo; DOLTO en el Niño que es hablado frente
- a r i o y la importancia de este SER H A B L A D O . WiNNICOTT teori-
: : terca del lugar de la madre como espejo del hijo, posibilitando que
e¿ ruño se mire en ella. Pero cuando esto no ocurre (por ejemplo con
. ¿res depresivas) ¿qué sucede? El niño mira a su madre intentan-
: rescifrar sus estados de ánimo y no se ve a sí mismo. Esto atenta
ara sus posibilidades de creatividad y favorece la construcción de
En falso self.
Nos preguntamos entonces ¿qué pasa en el terapeuta con la mi-
re ia en este posible encuentro con alguien que deja ver sus marcas
_ -. • rales?

' DOLTO, FRANCOISE: La imagen inconsciente del cuerpo. Editorial Paidós,


Buenos Aires ( 1 9 8 6 ) , p á g . 2 0 .
5
DOLTO, FRANCOISE: ídem, pág. 1 8 .

19
Podemos arriesgar como primera hipótesis la aparición en el te-
rapeuta del temor a ser envidiado por ser distinto, entre comillas
"completo". Puede ser que no se pueda hablar de esto, porque alude
en él a aspecto ligados a lo no resuelto, en tanto la marca, la carencia,
da cuenta de la castración que se presentifica desde un primer m o -
mento cobrando las características de lo siniestro.
Para FREÜD lo angustioso se torno siniestro cada vez que se des-
vanecen los límites entre realidad y fantasía. "Siniestro sería enton-
ces aquella suerte de espanto que afecta las cosas conocidas y familia-
res desde tiempo atrás".
Podemos pensar que el encuentro con una persona con marcas vi-
sibles infaliblemente producirá en nosotros el efecto de lo siniestro,
pero el mismo FREUD nos plantea m á s adelante en dicho artículo
"cuando más orientado esté el hombre en el mundo, tanto menos fácil-
mente las cosas y los sucesos de éste le producirán la impresión de lo
siniestro". Este manuscrito del año 1 9 1 3 , publicado en el año 1 9 1 9 , es-
tuvo archivado en un cajón seis años antes de salir a la luz. "Qué si-
niestro destino freudiano éste del manuscrito de 'lo ominoso' de perma-
necer oculto seis años en un cajón, receptáculo significante a la vez del
ocultamiento y de la muerte", comenta N É S T O R PROPATO al hacer la re-
visión de lo Siniestro en F R E U D .
9

BLEGER señala que para que lo familiar se torne ambiguo en for-


ma brusca, insólita o inesperada, produciendo el efecto de lo siniestro,
es necesario que se encuentre con un yo ambiguo e inmaduro. Pero
también estos hechos pueden producir simplemente la vivencia de ex-
trañeza conectada al misterio cuando hay un Yo m á s integrado que
resulte capaz de enfrentarse a lo ambiguo. Este autor considera que
un Yo que haya logrado la madurez puede transitar por momentos re-
gresivos que haga vivenciar como siniestras experiencias que en otro
m o m e n t o no habrían sido sentidas como tales. Por lo tanto, como per-
sona, nadie está exento de caer en la renegación y el repudio de lo que
se le aparece ante sus ojos. Y los psicoterapeutas tampoco. Algo de es-
te orden se debe articular en m u c h a s de las dificultades para la aten-
ción de personas que portan discapacidades.
Repudio y renegación en tanto mecanismo que opera psíquica-
mente desconociendo o rechazando lo que está presente.

9
PROPATO, NÉSTOR.

20
Cuando renegamos nos defendemos de reconocer una percepción
atizante, que viene desde la realidad. En tal sentido la visión
la falta de alguna parte o función en el cuerpo del otro puede vivir-
x m o la emergencia desde lo real, de lo posible y temido ligado a la
ción y en último término a la muerte. De este m o d o rehusando
mención psicoanalítica del paciente con déficit intelectual, motriz o
Knsorial, se crea una suerte de ilusión en donde lo temido vivido co-
: terrorífico y siniestro no existe y por lo tanto no nos ocurrirá.
II daño físico en el otro suele percibirse c o m o la muestra vivien-
te nuestra propia finitud. Muerte que se puede negar para poder
Eguir viviendo pero aceptar y reconocer para poder crear y producir.
Sobrevivientes

Cuando en un accidente
\¿na explosión
un terremoto
un atentado
?e salvan cuatro o cinco
creemos
y-.sensatos
jue derrotamos a la muerte
pero la muerte nunca
:s impaciente
seguramente porque
sabe mejor que nadie que los sobrevivientes
cambien mueren.

"Inventario Dos", M A R I O BENEDETTI.

Cuando tratamos personas con marcas visibles en el cuerpo, ine-


tabléntente seremos conectados con la posibilidad de nuestro propio
reaparecer o con el desaparecer de alguna capacidad corporal o in-
lectual.
Algo semejante se observa en el poco interés existente en la for-
ón y asistencia de gerentes. A viejos todos llegaremos y los que
será porque h e m o s muerto en el intento...
WLNNICOTT nos dice:
"El analista debe creer en la naturaleza humana y en el proceso de
desarrollo. El analista no debe refugiarse en la teoría ni en la técnica".

21
En tal sentido opinamos que muchos terapeutas podrían no inte-
resarse en la atención e investigación de sujetos con discapacidades,
pero podrían operar sobre el medio o atenderlos mirándolos principal-
mente como sujetos sufrientes.
En el caso Liro, WINNICOTT nos enseña cómo un niño nacido con
sindactilia (dedos pegados) manifestó el deseo de ser amado tal cual
era, para recién luego dejarse operar y poder trabajar mejor con sus
manos, dejando ver claramente que lo traumático no sería lo quirúr-
gico, sino el no ser deseado como se es.
Otro j o v e n con un grado m u y importante de espasticidad le dijo
en una ocasión a su terapeuta cuando se realizaba los preparativos
para una intervención quirúrgica m u y difícil y traumática con la que
se podían obtener resultados m u y limitados: "si me aceptaran como
soy no harían tanta historia con esta operación. No estoy en contra de
que me operen, pero lo que me duele es que siempre me están arreglan-
do como si no les gustara como soy".
WINNICQTT nos permite encontrar en su obra casos de personas que
más acá o más allá de su discapacidad son presentados como sujetos
cuyo padecimiento está determinado más por su historia individual o
familiar que por la discapacidad misma. Quizás sea éste un modelo de
persona que podemos imitar, alguien que logró una atención más inte-
grada del sujeto humano, suponemos debido a que su formación inter-
disciplinaria pudo operar permanentemente en su cabeza.
Lo que el psicoanalista debe y puede ofrecer es un lugar donde la
persona aquejada con alguna discapacidad llegue a pensarse como
sujeto, hablar en nombre propio y decidir en función de sí mismo y no
en el de la ciencia como portadora de un saber absoluto. Por lo tanto
nuestra tarea no está dirigida a reparar lo irreparable, a marca visi-
ble de la discapacidad operando desde el daño real. Daño que se ins-
cribirá y será vivido en el m u n d o interno de acuerdo con las estructu-
ras psíquicas del sujeto. Pero para que esto sea posible será necesario
brindarle ese espacio como a cualquier otro sujeto que demande tra-
tamiento.
U n a j o v e n discapacitada, portadora de una distrofia muscular
progresiva de un mal pronóstico, en una sesión dijo, refiriéndose a un
chico que le gustaba: "quisiera ser grande para haber pasado por es-
to, o chica para no pensar. Pero... como sé que a grande no voy a lle-
gar, tengo que vivirlo ahora como pueda". La paciente vivió mucho
m á s de lo que la ciencia suponía, tal vez por su capacidad de nominar

22
íauíasmatizar la muerte y conectarse con su deseo. No lo sabemos.
! sí podemos saber es que este camino, en algunos casos lo de-
posibilitar nosotros escuchando y dejando hablar, conociendo
. historia y sus proyectos.
Laura, una niñita con sindactilia, de cinco años, cuando sus pa-
lé sugerían una nueva operación dijo en una sesión (después de
. ¿ño y medio de tratamiento): "todavía no quiero operarme, soy chi-
pias adelante cuando sea grande puede se?; Ahora puedo escribir,
dibujar, puedo usar la tijera". A los dos años de tratamiento,
a ira planteó: no quiero venir más, no quiero más hablar. Quiero ir
-.zcer natación. Quiero ser igual que las otras nenas". El analista es
mediador que ha posibilitado la representatividad y significado a
aaerpo biológico reconstruyendo su historia e insertándolo en la

Pero volvamos a nuestro primer interrogante. Por qué somos tan


[pacos los profesionales que atendemos a este tipo de pacientes. La
eaadad es que muchas veces no nos conocemos entre nosotros. Pero
7 una simple verdad que nos alienta: cuando el encuentro se torna
ae las dificultades disminuyen.
A la vez el poder actuar interdisciplinariamente alivia y al mismo
ipo nos muestra frente a estos pacientes en nuestra incompletud.
A veces los que atendemos a personas con alguna discapacidad
enecemos a una misma institución. En estos casos los obstáculos
teñen de las dificultades internas para relacionarnos, miedo a
er nuestro estatus profesional al mezclarnos con otras líneas de
niento, temor de perder autoridad frente al paciente (no lo po-
todo, lo cual es una herida narcisista a nuestra omnipotencia),
ttros casos, los profesionales que atienden a una misma persona
-alian dispersos en consultorios médicos diferentes, públicos y pri-
o pertenecen a distintas instituciones
Qué hacer entonces? Creemos que el trabajo interdisciplinario
aa excelente modelo de abordaje y una modalidad de funciona-
• í e i i t o mental. Es allí, más allá de las distancias concretas desde lo
: aal donde se debe crear un ámbito de encuentro e intercambio.
Pero volvamos a dirigirnos a todos aquellos que por una supues-
elección, por temor, desconocimiento o por otras circunstancias no
luán podido contactar con las personas portadoras de una discapa-
aad. Es importante remarcar que el trabajo con este tipo de pacien-
tes es una vivida forma de conectarse con las propias carencias y li-

23
irritaciones, con lo que ha quedado escindido de uno mismo, con la cas-
tración. Es decir, con lo que no se es, lo que no se será, lo que no se
tiene ni se tendrá. Sin embargo y paradojalmente, sólo integrando ese
doloroso reconocimiento podemos trabajar maduramente en nuestra
profesión.
Pero volvamos a nuestros versos del comienzo "Caminante, no
hay camino". Trabajemos en una tarea mancomunada, y aceptándo-
nos enriqueciéndonos con las diferencias. "Cuando el individuo ya no
tiene miedo de perderse es cuando tienen más posibilidades de alcan-
zar realmente lo que uno es".
No olvidemos nunca que lo esencial es invisible a los ojos. La in-
validez le ocurre a los inválidos pero incide en todo ser humano, pues
se trata de algo originario en cada uno de nosotros. En nuestros orí-
genes todos necesitamos del otro. Hagamos un puente para encon-
trarnos.

24
Tapítulo 3
Habrá un lugar en el psicoanálisis de
:
nes del milenio para niños y padres
alto riesgo?

:ULOS TEMPRANOS.
NECESIDAD D E E Q U I P O S I N T E R D I S C I P L I N A R I O S

P ROFUNDIZAR ACERCA DE LA EXISTENCIA de bebés, niños y padres


de alto riesgo, no es un tema que habitualmente nos hemos
:eaido a pensar, porque no se presenta habitualmente en nuestra
[ p o é t i c a privada o institucional. Nuestro quehacer como psicólogos o
malistas está más centrado en la atención de niños neuróticos,
seóticos o psicosomáticos. Mi interés es pues reflexionar conjunta-
re con ustedes acerca de las vicisitudes de los vínculos primarios
us niños que han sufrido enfermedades pre y post natales, opera -
:: ues traumáticas después del nacimiento, niños prematuros con
y.^"formaciones, o con problemas neurológicos que han dejado como
tela discapacidades intelectuales y sensoriales, sostenidos todos
en sus primeros meses, por una alta complejidad técnica que les
posibilitado la vida. Ante ésto, surge en mí el interrogante acerca
la incidencia o no que estas marcas podrán tener en la estructura-
del psiquismo. Si las mismas podrán ser significadas o simple-
ite quedarán encapsuladas como todo aquello que no puede ser
atizado.
Es por ello importante que prontamente podamos ayudar a estos
y padres de alto riesgo, durante ese primer año vida para po-
• encontrar vías de resolución a las dificultades del vínculo y evitar
:unsecuencias patológicas en un sujeto en estructuración.

25
La vida transcurre en una íntima relación entre un pequeño nú-
mero de personas, padre, madre, hermanos, esposos, hijos y un gru-
po reducido de amigos íntimos. Gran parte de los momentos de felici-
dad o de tristeza se comparte con ellos y todo a partir de un momen-
to c o m ú n e inicial que es el nacimiento, momento de encuentro, de ilu-
siones, de proyectos, y porque no de duelos y de pesares. Tan impor-
tante es este m o m e n t o que fue y es uno de los temas de estudio y de
investigación propuesto por la Organización Mundial de la Salud co-
mo ser ' l a incidencia de los vínculos tempranos en el desarrollo de la
personalidad".
BOWLY, SPITZ, hablaron desde ya hace tiempo de la necesidad de
apego del bebé hacia su madre o hacia una figura sustituta. Esta fi-
gura de apego dice BOWLY: no sólo debe ser accesible, sino que debe es-
tar dispuesta a responder de manera apropiada para brindarle su
10
consuelo o protegerlo".
Pero esta relación no comienza a partir del m o m e n t o del naci-
miento, sino m u c h o antes, cuando a esa pareja se le confirma la ges-
tación del hijo o incluso m á s tempranamente aún, a través de las fan-
tasías que cada uno de ellos como hombre o mujer ha tenido respecto
de la paternidad o en su condición de hijos con sus respectivos padres.
Este bebé, por consecuencia, no es solamente la unión de un esperma-
tozoide y un óvulo, su espera de nueve meses y su nacimiento, sino
que es la gran creación de todo ser humano, pero no necesariamente
transcurre igual para todos.
Durante meses la madre y por qué no, el padre, han construido
una imagen del niño que va a nacer. Imagen procedente de sus pro-
pias identificaciones, de sus aspiraciones, de sus frustraciones y lue-
go acontece el nacimiento. Revelación, descubrimiento. La madre se
topa con el cuerpo del niño y surge el riesgo. Ese cuerpo, ese ser ¿es
el que se ha esperado o es un real desconocido?
La madre se refleja en el niño y el niño en su madre. El feedback
permanente los ayuda a retroalimentarse. Los vínculos de apego se
solidifican. En esta situación diádica, el bebé no es un compañero pa-
sivo. Todo lo contrario es sumamente activo. Está en interacción cons-
tante con el entorno en general y con el entorno maternal en particu-
lar. El bebé no solo recibe cuidados, sino que emite señales que lenta-

1 0
BOWLY, JOHN: La separación afectiva. Edit. Paidós, Buenos Aires (1985).

26
- r- su madre aprenderá a decodificar para recibir lo que él necesi-
ta, alimento, aseo, cariño.
AJURIAGUERRA decía: "El niño es un creador de madre". La madre
5E¿-aramente también será una creadora de hijo.
Un vínculo armonioso desde el comienzo, hace que el entorno con-
-i al niño como una persona, poseedor de un yo-individual.
"/a vínculo perturbado, vivencias de desapego, separaciones, hos-
azaciones prematuras, un cuerpo no esperado produce fracturas
rirge un ser herido, marcado.Este vínculo original, primario entre
nnadre e hijo es el modelo en el que se asentarán todos los otros vín-
^ : ; que habrá de entablar el niño para la constitución de su sí-mis-
e su identidad.
El hecho de nacer h u m a n o no lo constituye al bebé como sujeto,
• c i a t o s de niños criados por animales, los famosos niños lobos, nos
untan con la realidad, que para constituirse como sujeto h u m a n o
- - a t e y pensante, el niño requiere de un entorno, madre, padre o
feúras sustitutas que le aportan afectos, palabras, cultura.
DlDIER ANZIEU refiere que "el bebé adquiere la percepción de su
• través de las experiencias de contacto entre su cuerpo y el cuer-
11
-: su madre. Aparece el reconocimiento de un YO-PIEL". Lo que
i-aui se juega, dice, no es la incorporación fantasmática del pecho ma-
•HTIO sino la identificación primaria con un objeto soporte contra el
« 3 2 ! el niño se abraza y que lo tiene en brazos, es la pulsión de aga-
amiento o de apego la que encuentra m a y o r satisfacción.
Este YO-PIEL que el bebé va estructurando surge de los juegos en-
atadre e hijo. La madre da respuestas gestuales y viscerales a las
=aciones y a las emociones del bebé que refuerza la envoltura táctil.
WiNNICOTT nos habla también del papel estructurante de la ma-
en el desarrollo de la personalidad. La integración comienza se-
él desde el mismo principio de la vida.
"El pequeño necesita de que haya una persona que recoja sus pe-
cios. La tendencia a integrarse en el bebé dependerá de dos series
: experiencias: de la técnica de los cuidados infantiles y de sus agu-
12
u; experiencias instintivas"l El comenta que hay niños que a las

1 1
ANZIEU, DIDIER: El Yo-piel. Edit. Biblioteca Nueva, Madrid (1987).
_ i
WiNNICOTT, DONALD: Escritos de pediatría y psicoanálisis. Edit. Laia,
larcelona (1979), pág. 210.

27
veinticuatro horas de haber nacido se los observa bien metidos con la
vida, en cambio otros sufren un retraso o tienen contratiempos.
Siendo la madre madura y comprensiva y físicamente capaz de-
berá ser tolerante para poder convertirse en el primer lazo entre el
pequeño y un objeto externo. Una falla en esa objetividad de la reali-
dad externa se presentará como falla en esta etapa del desarrolle
emocional primitivo. La madre es la que lo llevará al encuentro con
esa realidad y le ayudará a crear la ilusión de omnipotencia que el be-
bé necesita. Luego cuando el bebé llega a adquirir confianza en su ca-
pacidad para crear objetos y creer en el m u n d o real, ella lentamente
lo irá desilusionando.
El nacimiento es una revelación, es un descubrimiento. La madre
se topa con el cuerpo del niño y emerge el encuentro. Una madre rela-
taba ese encuentro como trágico. —"Este no es mi niño, me lo han cam-
biado. Yo no lo reconozco". Otros padres en cambio, inmediatamente
tratan de asimilar a ese niño a su condición de hijo y miembro de la pe-
queña comunidad familiar. "Es hermoso, es tierno, se parece a..."

NACIMIENTO DE UN NIÑO DISTINTO

El encuentro con un niño con malformaciones, con deficiencias


sensoriales, motrices o mentales, con daño neurológico no es un en-
cuentro al cual padre o madre se haya preparado. La madre está con-
vulsionada en sus fueros más íntimos, por sentimientos y fantasías de-
presivas, terroríficas que la atrapan y ponen a prueba su psiquismo.
En algunos casos esto produce fallas en la narcisización, y en la
madre aparece la sensación de estar frente a un extraño, frente a un
13
pedazo de sí mismo que no se sabe cómo soltar (SlLVTA BLEICHMAR).
Ese día, el del nacimiento, o el de la enfermedad, los padres lo
describen como que "el mundo tambaleó a sus pies", "como el agujero
negro que se instaló en la cabeza, el no poder pensar, el no saber qué
hacer", etcétera. En general, aparece el rechazo, el miedo o la búsque-
da de protección. Todos pasan por un período de vivencias fuertemen-
te emotivas, tales como:

13
BLEICHMAR, SILVIA: La fundación del inconsciente. Amorrortu Editores,
Buenos Aires (1993), pág. 28.

28
1 Conmoción: abrupta alteración de los estados anímicos. Deseos de
muerte para sí o para el bebé, sensación de impotencia, llanto, de-
seos de huir.
. Descreimiento o negación. Los padres dicen no puede ser, no me
puede suceder esto a mf.
Tristeza, ira o ansiedad. Aparecen sentimientos de depresión, bus-
rueda de un culpable, la furia hacia Dios o hacia la vida, desplie-
gue de una ansiedad abrumadora.
- Gradual atenuación de la tristeza y de la ansiedad.
reorganización. Los padres comienzan a aceptar los problemas
¿el hijo, y asumen que no es el hijo largamente soñado y descu-
bren al niño real.
I. sufrimiento de un niño, rara vez deja indiferente a los padres,
e mayoría despierta el recuerdo de la fragilidad, de la dependen-
n : e la necesidad de ayuda, del recuerdo que el adulto conserva
re de sí del niño que él fue. En esos momentos, los padres nece-
z también crear vínculos de apego, para poder ellos sostener a ese
ea :¡ cuerpecito. En esto dependerá mucho la historia personal de
.: ano de ellos, la historia previa de la pareja y la elaboración o no
-lelos preexistentes,
l u é es lo que ve el bebé distinto, cuando mira el rostro de su
mere?
3 ¡ la madre puede sobreponerse a la profunda herida narcisista
_ • r ate ese hijo, seguramente que cuando el bebé la mira encon-
r u alguien que le devolverá la sensación de que todo está bien. Si
rabio, al descubrir el rostro de la madre, encuentra la rigidez, o
retado de ánimo depresivo, se le devolverá una imagen incierta de
erturbada y esto le producirá una angustia inconcebible,
l i t e sentimiento de angustia, también lo refieren las madres,
u i o al nacer sus hijos, son separadas de ellos. La angustia y el
a lo desconocido y las fantasías que se entremezclan son mu-
peores que la realidad.
De esto, se deduce la importancia que tiene el mirar y ser mira-
rtores en sí, cohesionantes del vínculo de apego.
La madre necesita mirar y ver a su hijo con todas sus dificulta-
'.: más tempranamente posible, así como el bebé debe conectarse
rearada de su madre para poder sobreponerse a la violencia que
n . as reces ese cuerpecito sufre tempranamente.

29
U n o de los objetivos para un proceso de prevención temprana se-
rá pues abrir las vías para el logro de una simbolización, evitando los
anudamientos patológicos y propiciando los desanudamientos a partir
de las asociaciones que acompañan nuestro intercambio discursivo.
La confusión es lo que más prepondera en estos tiempos y lo que
más daña. Los padres sólo escuchan las palabras de los otros, de los
profesionales de las más diversas índoles, de la familia, de los amigos,
pero no pueden escuchar sus propias voces o hacer uso de su propio
sentido común. Muchos de ellos han sido buenos padres con otros hi-
j o s , padres sostenedores, cariñosos y en cambio con este hijo se sien-
ten paralizados. Pero el niño que nace diferente, requiere igual que
cualquier otro, de estímulos cotidianos para vivir, para reaccionar an-
te el m u n d o exterior.

AL ENCUENTRO DE UN EQUIPO INTERDISCIPLINARIO

Un niño ha nacido. Pero este es un niño diferente, no solamente


por su aspecto físico, o por sus anomalías orgánicas, su deficiencia
sensorial o intelectual, sino porque posiblemente requerirá una aten-
ción muchas veces m a y o r que otros niños y no solamente ellos, sino
también la familia.
Los padres salen con su pequeño hijo en brazos del sanatorio, del
hospital y la pregunta que ellos se hacen es ¿y ahora qué? ¿cómo en-
frentamos la familia, los amigos, los otros hijos?, ¿qué debemos ha-
cer?, ¿cómo debemos atenderlo?
Es necesario que haya equipos conformados por varios especialis-
tas, pediatras, psicoanalistas, psicólogos, estimuladores tempranos,
asistentes sociales que en forma conjunta y cohesionada acompañen
y trabajen preventivamente para orientar a las familias. Es necesa-
rio hablarle a esa madre y a ese padre a cerca de todo lo que ese niño
puede o podrá hacer en lugar de enunciar y repetir sistemáticamen-
te lo que no puede o no podrá hacer. H a y que darles confianza a esos
padres, hay que evitar en la madre conductas que la subordinen a
una palabra ajena, que "la capture en una pasividad traumatizante"
(SILVIA BLEICHMAR), ellas difícilmente se equivocan, ellas saben lo que
está bien y lo que está mal. Son los padres quienes deben tener al ni-
ño en los brazos, los que los deben acariciar, los que les deben hablar.
H a y que ayudarlos para que tengan una participación activa a fin de

30
Bce encuentren la actitud más adecuada para el despertar del niño.
El niño es un todo, los padres son un todo, la familia es un todo.
S": se los puede ver al niño fragmentariamente. No se puede atender
u pequeño sin ocuparse de los padres, sin escucharlos, sin compartir
a a ellos sus vivencias. Hubo una época no m u y lejana, que los niños
írun atendidos exclusivamente desde el punto de vista médico siendo
eteutuadas las reeducaciones sin la presencia de los padres, relegados
T.-.S de una vez a una sala de espera, a fin de evitar perturbaciones.

FUNCIÓN DEL P S I C O A N A L I S T A O D E L P S I C Ó L O G O
ILÍXICO EN UN EQUIPO INTERDISCIPLINARIO

Estos profesionales colaboran dentro de un equipo para que los


. . - puedan durante los primeros meses.
tevelar las fantasías inconscientes, generalmente persecutorias,
tue interfieren la relación con ese hijo, "tenemos un hijo raro, un
hijo diferente",
- Les ayudan a comprender que las mismas no son más que la pro-
yección masiva del ataque que nuestro superyó hace a nuestro yo
tur la profunda herida narcisista al no tener el hijo perfecto,
us acompañan a elaborar los sentimientos de culpabilidad por el
taño que ellos consideran haber causado al hijo,
- :: atribuyen a que ellos descubran sus reales posibilidades como
padres, reconociendo a ese hijo invalidado como objeto de deseo,
rutando que ese niño pase a ser para, esa pareja de padres, el per-
manente objeto bebé negando su crecimiento o retrasando su ma-
auración.

• L R O L DEL ESTIMULADOR TEMPRANO

El otro pilar de este equipo es indudablemente el estimulador. Mi


; ta: que no es hablar de la faz técnica, sino de hablar de lo que
- aabla, de cómo el estimulador temprano interviene o aporta al
tal: A m é n de estimular las funciones lentificadas del niño o de
r en aquello que no se da espontáneamente, el estimulador tem-
es el mediador, entre esa madre, ese niño y ese cuerpo.

3]
Sabemos que muchas madres con niños disminuidos no se atre-
ven a ese contacto corporal, a ese j u e g o de miradas, de caricias, por-
que no lo pueden hacer o porque lo consideran innecesarias. La re-
tracción narcisista de los padres impide el descubrimiento de ese pla-
cer. Consideran que no hacen las cosas bien o temen incluso dañar-
los. La falta, una ausencia, una falla en ese encuentro contribuiría sin
que se lo proponga a un resquebrajamiento de esta envoltura madre-
niño-piel común.
¿Qué es lo que conjuntamente el psicoanalista y el estimulador
posibilitarían en una tarea m a n c o m u n a d a ?
Seguramente la idea será la de ayudar a armar una red entre ni-
ño y madre, que con sus finos hilos permita el entrecruzamiento de
fantasías. Y en los casos que no hay que armar red, seguramente ha-
brá que coser, para que el agujero no sea mayor y luego sea imposible
reparar. En niños m u y pequeños, esta tarea conjunta colaboraría a la
instauración de vínculos simbióticos necesarios (MALHER) para que en
un futuro no demasiado lejano pueden ir separándose.
Esta unión simbiótica debiera quedar representada en esa ima-
gen táctil y olfativa en que los dos cuerpos, el del niño y la madre tie-
nen una superficie común.
Las técnicas del despertar permiten poner de manifiesto las ex-
ploraciones motrices, la búsqueda del equilibrio, las reacciones senso-
riales. Ayudados por los profesionales, los padres empezarían a des-
cubrir los movimientos espontáneos, el mirar, el sonreír, reconocerían
su carácter, sus deseos, sus rechazos.
Así, sintetizando, la tarea entre el estimulador y el psicoanalista
posibilitarían:

1) Que la madre encuentre y estructure su lugar de sujeto-continen-


te. Lugar que permitirá al bebé poder descansar en alguien con-
fiable. A partir del j u e g o entre su cuerpo y el cuerpo del niño, des-
cubrirá las sensaciones y las emociones y dará respuestas gestua-
les y vocales que refuerzan la envoltura táctil.
2) Ayudaría a recrear o crear las conductas del apego bueno, nece-
sarias para la estructuración de un psiquismo sano. Este debe
discriminarse del apego ansioso o de la sobredependencia, que la
madre inconscientemente fomenta en el niño, impidiendo o dete-
niendo el uso que éste puede hacer de sus reales posibilidades fí-
sicas o psíquicas. Las madres llamadas comúnmente sobrepro-

32
rectoras, son aquellas que alimentan excesivas gratificaciones,
muchas veces como defensas frente a sus heridas narcisistas,
siendo los niños considerados casi como partes del cuerpo de
ellas.
: Acompañarían a la madre para que pueda llegar a ser "suficien-
: emente buena", es decir que pueda actuar como un ser adulto,
me posibilite al bebé el descubrimiento del afuera y no el mante-
mmiento de una situación de envoltura narcisista, o de encapsu-
lamiento que la misma discapacidad favorece.
4 Contribuirían al logro del j u e g o espontáneo gozoso y no exclusi-
"emente favorecedor de adquisiciones postulares o hábitos. Los
padres reconocerían y valorizarían los pequeños objetos transicio-
nales que el niño descubre a su alrededor, como ser la sabanita,
el sonajero, que le producen al niño intenso placer.
7 evorecerían a esa madre para que sea capaz de ilusionar a su
bebé, adaptándose a las necesidades de él. Para que pueda él
- uttirse con la suficientemente omnipotencia para tener la ilu-
sión que él crea el m u n d o que lo rodea, y así luego poder lenta-
mente desilusionarlo.
I s t e equipo primario crearía un espacio potencial entre el bebé y
su madre. Espacio potencial que la madre debiera usar para que
s dé el jugar.
Es necesario a partir de lo anteriormente expuesto, remarcar
erras condiciones que favorecerían que se estructure o no una per-
ra: d fuerte:
3 aber que la adquisición de habilidades o el desarrollo de funcio-
nes motoras, o sensoriales, no implica necesariamente el desarro-
Eo de un sujeto. Estos logros pueden ser adquisiciones valiosas
siempre y cuando están acompañadas con un crecimiento de la
personalidad, de la diferenciación con los otros, de un proceso de
discriminación de la madre respecto del hijo.
1 Muchos niños que de bebés han estado en tratamiento de estimu-
lación temprana, exclusivamente, y no se ha trabajado el víncu-
lo, han estructurado un falso-se/f (falso-yo). Entendiéndose por
ello, aquella estructuración subjetiva que implica una estructura-
r o n psíquica fallida, solamente una acomodación a lo esperable,
una sumisión a las exigencias del medio ambiente. "Con este 'fedso-

33
self'el niño se construye un juego de relaciones falsas y no son más
que la copia de lo que se supone que se espera de él". (WiNNICOTT).
3) El estimulador temprano, c o m o el psicoanalista deben apuntar al
desarrollo de la función materna que es en sí, la estructurante del
sujeto-bebé.
4) El juego entre madre-hijo es el eje de la estructuración subjetiva.
La madre aportará significantes, que le permitirán al niño asir-
se. Los profesionales simplemente serán colaboradores para que
esto pueda emerger. El juego es el trabajo del niño. Hay que res-
petarlo, y fomentarlo. El juego no es algo pasivo, ni debe ser algo
impuesto, todo lo contrario. R O D O L F O R O D U L F O dice: "El bebé es un
agujereador nato, chupa, pellizca, agarra. El bebé debe poder agu-
1:>
jerear a su madre, sino será él, el que será agujereado".

La idea de crear un espacio y tiempo para que los padres puedan


entender que les pasa a su hijo y que les pasa a ellos con su hijo, lle-
va ya implícito un cambio en la mirada. No hay nada peor que no ser
mirado o no ser pensado por "el otro". No h a y algo más frustrante pa-
ra una madre que un niño que no responde. Bebés con déficit en el
sistema nervioso, por fallas en el desarrollo madurativo, son bebés
apáticos, indiferentes, que causan incertidumbre y desconcierto en la
madre.
M. SOULÉ hablaba ya de niños que con su pasividad son capaces
de enloquecer a la madre. A partir de la posibilidad de encontrar una
manera diferente de relación con el hijo los padres descubren los m o -
vimientos espontáneos, el mirar, el sonreír, reconocerán su carácter,
sus deseos, sus rechazos.
Es un observable, que muchas madres cuyos hijos tienen daño or-
gánico, no pueden tocar a sus hijos. DlDIER A N Z I E U decía que "el bebé
adquiere la percepción de su piel a través de las experiencias de contac-
to entre su cuerpo y el cuerpo de su madre. Así descubre la noción de
un límite entre el exterior y el interior, elementos incipientes de su es-
w
tructuración" . La madre debe actuar, pues, como objeto soporte con
el cual el niño deberá abrazarse, solidificando sus vínculos de apego.
Pero para que todo esto se pueda llevar a cabo, hay que cambiar

I !
' RODULFO, RODOLFO: El niño y el significante. Edit. Paidós, Buenos Aires (1991).
1 6
ANZIEU, DIDIER: El Yo-piel. Biblioteca Nueva, Madrid (1987), pág. 49.

34
dirireccionalidad y la intencionalidad de la mirada.
Una distinta mirada es lo que ha permitido que en los últimos
. los niños dejen de ser vistos solamente por la medicina, para ser
y mirados por el psicoanálisis y por otras ciencias de la salud,
arpo deja de ser el único objeto de estudio. Durante años el me-
te arrojó el poder de dar diagnósticos precisos y pronósticos que
al padre una visión de su hijo casi desde el nacimiento has-
:
muerte. Un diagnóstico por preciso que sea no basta para deter-
-r el futuro de un niño pequeño y de su familia,
i veces uno se pregunta ¿qué hacen los padres con uña informa-
Tan perfecta? En realidad poco y nada. Los médicos, tan ocupa-
ción el cuerpo no se preocupan de la desesperación de los padres
nauta información. Lo que en realidad los padres necesitan es que
t tu cuchados y ayudados.
Z arante décadas hubo una comprensión fragmentaria del ser hu-
: que desembocaba en una atención parcializada y tardía. Esto
z a que médicos y padres frente al niño con marcas orgánicas se
i taran a la reeducación o a la sobre-estimulación. Actitud que to-
ta realiza. Últimamente la manera de mirar y de cuidar a los
de alto riesgo y a sus padres es cada vez m á s tolerante, pero sin
a las dificultades no por eso desaparecen,
recuerdo haber leído que hasta la década del 1 9 6 0 , los niños pre-
; tenían contactos con sus padres recién al mes y medio o dos
debiendo cumplirse una serie de prescripciones, según un in-
tuí doctor G L U C H de 1 9 4 2 , tales como: 1 ) no tocar sin necesidad
tto prematuro, 2) no permitir que nadie entre en la habitación
alón de la enfermera y el médico, 3) no dejar que el niño pre-
duerma en la habitación de los padres, 4) no apartarse del ho-
para alimento, baño y vestido. Pero a pesar de tantos cuidados
los bebés morían por causas inexplicables. Entre 1 9 5 0 y
m produjeron cambios revolucionarios para el tratamiento de
ros. La fortaleza inexpugnable de la sala de neonatología em-
. resquebrajarse. Profundas investigaciones y estudios conside-
u conveniencia de permitir que las madres entren a la sala de
tt logia poco después del nacimiento para acariciarlos y después
aumentarlos cuando todavía estaban en la incubadora para evi-
JUS consabidos estados depresivos en la madre y las dificultades
u.aculos de apego entre madre y bebé.
Arnaalmente la situación es otra, pero las dificultades no del to-

35
do h a n desaparecido. Es por ello necesario armar equipos interdisci-
plinarios para la atención de bebés y padres de alto riesgo
Retomo por último la pregunta que me he hecho al comienzo,
¿habrá un lugar en el psicoanálisis de fin del siglo XX para niños y pa-
dres de alto riesgo? Respondo afirmativamente y lo considero impres-
cindible. Pues es necesario que demos respuestas, aclaremos interro-
gantes, se elaboren las fantasías de muerte, los sentimientos de cul-
pabilidad y extrañeza que los padres tienen frente a estos hijos. Sen-
timientos que en sí m i s m o dificultan la calidad del vínculo.
La ciencia y la tecnología moderna salvan actualmente muchas
vidas. Niños que hasta hace pocos años morían al nacer, actualmen-
te viven. Pero ¿quién se ocupa de esos padres y esos niños? Creo que
esto debiera ser un tema de interés para el psicoanálisis actual y del
próximo milenio.

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