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FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES

FLACSO-SEDE ECUADOR
SUSTAINABLE AGRICULTURE AND NATURAL RESOURCE MANAGEMENT
COLLABORATIVE RESEARCH SUPPORT PROGRAM

SANREM-CRSP

MONTAÑAS DE NANEGAL: PERCEPCIONES, IMAGENES, PRACTICAS.

Mtra. Amparo Eguiguren

Quito, Agosto 1997


INDICE

I. INTRODUCCION.............................................................................................................................3
Orientaciones teóricas de la investigación..............................................................................................................3
Metodología de investigación..................................................................................................................................5
II. LA ECONOMIA POLITICA Y LOS RECURSOS NATURALES EN NANEGAL ......................6

III. USOS Y PERCEPCIONES DE LOS RECURSOS NATURALES EN NANEGAL......................9


Usos y conocimientos sobre los recursos naturales................................................................................................9
Conceptos de "montaña"........................................................................................................................................10
Imágenes de "montaña" en los niños.....................................................................................................................13
IV. LAS PERCEPCIONES EN EL CONTEXTO SOCIOECONOMICO: DIFERENCIAS POR
EDAD, GENERO Y TRABAJO.........................................................................................................15
Primer eje: ¿pobladores alertas o indiferentes frente a la montaña?....................................................................17
Segundo eje: ¿utilizar o conservar la montaña?....................................................................................................18
Tercer eje: ¿Poseer tierras y bienes o aspirar a poseerlos?...................................................................................19
V. ETNOCLASIFICACIONES Y VALORACIONES DE LOS RECURSOS...................................20
Clasificaciones y prácticas....................................................................................................................................21
Clasificaciones de los recursos naturales .............................................................................................................24
VI. FORMAS DE VIDA Y CATEGORÍAS DE TRABAJO: SU RELACIÓN CON EL USO DE
LOS RECURSOS. ..............................................................................................................................25
Identidades en Nanegal .........................................................................................................................................25
Trabajo y “formas de vida”...................................................................................................................................26
VII. CONCLUSIONES.......................................................................................................................30

BIBLIOGRAFIA.................................................................................................................................31

2
MONTAÑAS DE NANEGAL: PERCEPCIONES, IMAGENES, PRACTICAS.

Mtra. Amparo Eguiguren1

I. INTRODUCCION

El tema de las percepciones e imágenes locales sobre los bosques, la tierra y otros
recursos naturales, no siempre ha sido tomado en cuenta en los debates sobre desarrollo
sostenible, aún si este tema se encuentra estrechamente relacionado con las prácticas
cotidianas campesinas y con la elaboración de políticas nacionales o regionales de
desarrollo.

El presente artículo muestra algunos de los complejos procesos y mecanismos que


intervienen en las acciones de los campesinos, destinadas al uso y control del bosque y de
los recursos naturales. Dichos procesos y mecanismos se presentan en los resultados de la
experiencia exploratoria de investigación llevada adelante por la Facultad Latinoamericana
de Ciencias Sociales (FLACSO), bajo la cobertura y lineamientos del Programa "Sustainable
Agriculture and Natural Resource Management Collaborative Research Support Program"
(SANREM CRSP)2, auspiciado por USAID.

Algunos de los propósitos de este Programa fueron indagar y descubrir los principios
de sustentabilidad existentes en las prácticas campesinas agrícolas y de manejo de los
recursos naturales. A la vez, promover formas alternativas de manejo de dichos recursos,
que se vean reflejadas ya sea en una mejor calidad de vida y seguridad alimentaria de las
poblaciones o en formas de sostenibilidad medioambiental y de equidad social y de género
(SANREM CRSP, 1995). En esta línea, el estudio realizado por FLACSO se orientó hacia el
conocimiento de los principios conceptuales campesinos, que pueden ya sea facilitar o bien
dificultar, la implementación de mecanismos apropiados de manejo de los recursos
naturales.

La investigación fue desarrollada con los pobladores de las comunidades de


Palmitopamba, La Perla, Chacapata y Playa Rica, pertenecientes a las parroquias Nanegal y
San José de Minas, del cantón Quito, Noroccidente de la provincia de Pichincha, Ecuador.
Esta región está ubicada al sur de la Reserva Ecológica Cotacachi-Cayapas, en su zona de
amortiguamiento y se caracteriza por la presencia de cultivos de caña de azúcar, plátano,
yuca, maíz, fréjol, pastizales y remanentes de bosques húmedos subtropicales, parcialmente
intervenidos.

Orientaciones teóricas de la investigación

El eje conceptual en torno al cual se desarrolló este estudio se fundamentó en las


propuestas de la Etnociencia -una rama de la Antropología-, en especial en aquella que
promulga la estrecha vinculación entre pensar y actuar. Como advierte Virginia Nazarea,
toda conducta sobre el medio ambiente está mediada por los complejos procesos cognitivos

1
La revisión del presente documento contó con la valiosa colaboración de la Dra. Susan Poats. La
investigación fue realizada por los investigadores de FLACSO Sede Ecuador: Dr. Jorge Recharte, Mtra.
Amparo Eguiguren y Dra Susan Poats.
2
Durante la fase de trabajo de campo, el estudio tuvo la colaboración del Dr Robert Rhoades, del
Departamento de Antropología de la Universidad de Georgia.
3
o de pensamiento, que realizan las poblaciones para captar mentalmente el medio en el que
se desenvuelven y actuar sobre éste (Nazarea, s/f: 90). Cabe destacar que estos procesos
cognitivo-prácticos incorporan tanto factores histórico-estructurales (locales, regionales y
nacionales), como elementos culturales desarrollados localmente.

La Etnociencia examina los puntos de vista del grupo, a diferencia de los estudios
que se centran exclusivamente en la visión del observador externo. Esta ciencia se relaciona
con otras disciplinas tales como la Lingüística, la Biología y, especialmente, la Etnoecología,
esta última profundizada desde los años 50, cuando Harold Conklin (1954) introdujo el
término "etnoecología" en su estudio sobre los Hanunoo en las Filipinas, con una orientación
hacia la etnografía ecológica o etnociencia.

Por su parte, J. P. Brosius (1986) y D.A. Posey (1986) señalan que la etnoecología
estudia las formas según las cuales los grupos organizan y clasifican sus conocimientos del
medio ambiente y de los procesos medioambientales. También M. Bellon (1990) considera
que la etnoecología ayuda al entendimiento de los vínculos entre conocimiento, cognición y
conducta, dentro de la interacción entre seres humanos y medio ambiente. En una
perspectiva muy parecida, las investigaciones etnoecológicas exploran las formas según las
cuales los grupos humanos perciben y organizan mentalmente la naturaleza, sea a través de
sus creencias o de sus conocimientos e imágenes sobre cómo usarla y apropiarse de ella
(Toledo, 1992: 6). Estas orientaciones etnoecológicas no son lejanas para la Etnociencia ni,
por tanto, para este estudio, pues la finalidad de esta orientación conceptual es introducirse
en los modelos de la realidad que tienen las poblaciones locales para entender la base
misma de sus decisiones y de sus formas de resolver los problemas (Nazarea, op. cit).

Por otro lado, tanto en las propuestas y prácticas institucionales de desarrollo como
en las prácticas e intereses campesinos de uso de los recursos, existe una mediación
simbólica relacionada con las imágenes, modelos o ideales sociales de progreso y
modernidad, con las imágenes ideales de uso de los recursos naturales, con los ideales de
equidad social, etc. En este sentido es válida la propuesta de Rappaport (1979: 79), de
reconocer la actuación de los grupos humanos en términos de sus imágenes de la
naturaleza y visiones del mundo. En estos grupos se incluyen campesinos, investigadores,
agentes de desarrollo, etc. Como señala Víctor Toledo, los autores que han usado enfoques
etnoecológicos (Vayda y Rappaport, 1968; Harris, 1968; Johnson, 1974; Ellen, 1982;
Barahona, 1987; Bellon, 1990) han criticado los métodos que no reconocen la importancia
del análisis cognitivo en la conducta diaria de la gente.

Las investigaciones etnoecológicas y etnocientíficas proponen superar la aparente


separación entre el fenómeno intelectual (cognitivo) y la práctica, mediante el entendimiento
del nexo existente entre las formas de pensamiento y los contextos socio económicos y
culturales. Para la investigación desarrollada en Nanegal esta idea ha sido fundamental,
pues se ha puesto en el centro del análisis a la unidad constituida por las prácticas de
subsistencia (agroindustriales y pecuarias), los conocimientos y percepciones campesinas y
el contexto histórico en el que se desarrollan dichas prácticas y conocimientos.

Para la Etnociencia, el conocimiento y las formas de clasificar los recursos naturales,


por parte de un grupo humano, constituyen un "corpus" o construcción cultural e histórica
específica. Este concepto alude a un repertorio entero de símbolos, ideas, conceptos y
percepciones sobre la naturaleza y está conectado con la praxis o conjunto de operaciones
prácticas a través de las cuales se produce la apropiación material de los recursos. Como se
verá en este documento, la unidad corpus/praxis descubre a los grupos humanos como
sujetos sociales que ponen en acción procesos intelectuales (conocimientos, percepciones y
creencias), toman decisiones y ejecutan operaciones prácticas para apropiarse de la
4
naturaleza (Toledo, op. cit: 9-10).

Uno de los elementos importantes que se incluye actualmente en el enfoque


etnocientífico es el análisis de género, pues permite tomar en cuenta, analizar y comprender
las percepciones, los roles, derechos y responsabilidades, problemas y necesidades del
hombre y de la mujer en un determinado contexto (Poats, 1995). El enfoque de género ha
logrado sacar a la luz las acciones y representaciones de mujeres y hombres de diversas
culturas. Este enfoque facilita la comprensión de las relaciones entre las diferentes personas
y su entorno ambiental y entre los diferentes grupos de personas. Susan Paulson señala
que varios estudios demuestran como varían los roles de las mujeres, los niños y los
hombres en la gestión ambiental, de acuerdo a factores tales como los conocimientos, la
toma de decisiones, las responsabilidades, la distribución de los beneficios, los usos de las
plantas y animales, las formas de intercambio y comercialización, etc. (Paulson, 1995: 35).
Como se verá en adelante, son importantes las diferencias de género y generación para el
análisis de las percepciones, clasificaciones y conductas.

Metodología de investigación

Uno de los aportes principales de los estudios etnocientíficos son sus métodos, los
cuales se orientan a revelar las bases de la conducta. En este estudio recurrimos
adicionalmente a los métodos cualitativos y cuantitativos tradicionalmente usados en la
Antropología, es decir, entrevistas en profundidad y encuestas mediante muestreo aleatorio.
Por otro lado, durante el trabajo de campo exploramos algunas posibilidades de
investigación participativa, especialmente en la recolección de datos con las comunidades y
en el diseño de instrumentos de investigación. Para recoger los datos de campo utilizamos
varios métodos de investigación en los que participaron activamente los pobladores:

1. Retomamos los datos del Censo realizado en las 5 comunidades del área en el marco del
Proyecto SANREM (Censo Participativo Heifer Project International/Terranueva), para
orientar la aplicación de entrevistas a las familias, según comunidades y formas de tenencia
de la tierra y para recoger información sobre los distintos usos del bosque en la zona.

2. Los niños y niñas de las escuelas primarias de las 4 comunidades, ubicados en un rango
de edad de 8 a 13 años, realizaron aproximadamente 150 dibujos de sus visiones sobre el
paisaje local. El posterior análisis estadístico y cualitativo de los dibujos reveló los conceptos
de "montaña" presentes en los niños y los significados socioculturales asignados al conjunto
del paisaje y a cada elemento explícito en este concepto.

3. Realizamos un conjunto de entrevistas mediante el sistema de Tests de Percepción


Temática (TAT's) y de "elicitación fotográfica", sobre las formas de clasificar y ordenar los
distintos elementos que componen los conceptos de "montaña", "bosque", "agua", "suelo",
"cultivos", "chaparro", "paisaje", "animales". Igualmente, realizamos entrevistas sobre las
diferentes categorías de trabajo o "formas de vida" identificadas en la zona: "cañicultor/a",
"agricultor/a", "panelero/a", "cortador", "jornalero/a", "ganadero/a", entre otras. Tanto los
conceptos y elementos sobre el paisaje como las categorías de trabajo fueron agrupados
dentro de jerarquías lógicas que ubican a cada campo semántico (o concepto) y generan
nuevas subjerarquías de elementos.

4. Para comprender la relación entre clasificaciones y acciones prácticas, realizamos


entrevistas y cuadros de síntesis de las relaciones población-medio ambiente. Entrevistas y
cuadros indagaron sobre el uso de algunos de los recursos que fueron mencionados como
constitutivos de los campos semánticos y sobre las formas más apropiadas de uso de cada
recurso, según los pobladores.
5
5. Otro método de recolección y análisis participativo de la información fueron los talleres
sobre la historia de cada comunidad, mediante los cuales se pudo conocer el proceso de
transformación del paisaje humano y natural del área, en relación con los procesos
nacionales mercantiles y políticos. El análisis comunitario permitió enriquecer el simple relato
de los hechos históricos, con las percepciones locales sobre el paisaje natural y humano y
sus transformaciones.

6. Para los fines de la investigación fue necesario complementar la información cualitativa


ofrecida por los actores, con otros métodos de análisis cuantitativo. Así, en un esfuerzo
conjunto con la Universidad de Georgia, se aplicó una encuesta por muestreo a 278
personas pertenecientes a las 4 comunidades, al centro poblado de Nanegal y a la
comunidad de Marianita. Luego realizamos análisis de variables, de clases y factorial de la
opinión que tienen sobre la montaña mujeres y hombres, jóvenes y adultos. Estos análisis
muestran distintas percepciones sobre los efectos producidos por la disminución de la
montaña, como también algunas valoraciones sobre la utilidad de ésta.

7. Por último, con algunos jóvenes de la zona, entrevistamos a informantes calificados para
obtener información sobre la relación población-ambiente, mediante formatos o cuadros
específicos que relacionan las actividades agrícolas con las prácticas de uso de la montaña.

La combinación de estos métodos propició una gran riqueza de información desde


distintos ángulos y perspectivas y facilitó obtener las opiniones de mujeres y hombres,
adultos, jóvenes y niños. El análisis que a continuación presentamos, se basa en este
conjunto de datos de campo, entendidos a la luz de las propuestas teóricas antropológicas,
etnoecológicas y etnocientíficas. Esperamos que constituya un contribución al debate acerca
de la necesidad de incorporar los pensamientos de las poblaciones en las propuestas
institucionales de diseño de planes de ordenamiento territorial y de manejo de los recursos
naturales.

II. LA ECONOMIA POLITICA Y LOS RECURSOS NATURALES EN NANEGAL

La antigua zona de bosques primarios de Nanegal, a pesar de haber sido habitada


desde épocas anteriores a la conquista colonial, durante las cinco últimas décadas se ha
visto transformada rápidamente y se ha tornado en un área principalmente agrícola y
pecuaria.

En las regiones boscosas de Nanegal la tecnología de intervención agropecuaria se


ha basado principalmente en la roza y quema del bosque para la siembra inmediata de
pastizales, cañaverales y cultivos agrícolas 3. Esta práctica, unida al arribo paulatino de
nuevos pobladores procedentes de otras zonas del país y aún de Colombia (que adquirieron
tierra o accedieron a ella por otros medios), provocó fuertes presiones sobre las áreas de
bosque primario y secundario, logrando una gran ampliación del territorio agropecuario 4. Las
3
Si bien esta tecnología ha sido la principal, también se han aplicado técnicas agrícolas distintas
que han implicado menor destrucción del bosque. Por ejemplo, a inicios del presente siglo los
pobladores tumbaban algunos árboles y sembraban fréjol en las zonas desboscadas, pero no
quemaban la vegetación remanente.
4
Los Mapas de Uso Actual y de Cobertura Vegetal de 1966, 1990 y 1994, elaborados por el Centro de
Datos para la Conservación (CDC), muestran los cambios ocurridos durante las últimas tres décadas:
en 1966 el bosque cubría un 79,8% del territorio de las comunidades, en 1994 se redujo a un 44%. Al
6
prácticas de transformación masiva del paisaje en áreas agropecuarias han afectado el
curso natural de la generación de agua y han provocado la reducción y hasta el exterminio
de especies de flora y fauna5.

La transformación ocurrida durante varios siglos en estos bosques y recursos


naturales se relaciona con las diversas formas de aprovechamiento y control, mantenidas
por varios grupos humanos: indígenas "yumbos" en la época precolonial 6, hacendados,
invasores de territorios, colonos, compradores de tierra, trabajadores asalariados y
propietarios de pequeñas y medianas fincas desde la época republicana hasta la actualidad.

Los diversos grupos presentes en el área, como también actores externos a ella, han
actuado y pensado sobre los bosques y demás recursos naturales, influyendo en la
conformación actual del paisaje natural y humano de la zona. La mayor parte de los actuales
pobladores de las comunidades son campesinos propietarios de pequeñas y medianas
extensiones de tierra (desde menos de 1 hasta 60 hectáreas), aunque se mantienen aún
unas pocas haciendas 7. El acceso a la tierra en la zona estuvo marcado profundamente por
el proceso de disolución de las haciendas y por la dinámica mercantil de la tierra (Echarte,
1977: 29). Desde el siglo pasado toda la tierra tenía propietarios, excepto algunas áreas
boscosas que fueron revertidas al Estado.

Actualmente la economía regional se desenvuelve principalmente en torno a la


fabricación de aguardiente, al mantenimiento de pastizales y ganado y al cultivo de algunos
productos agrícolas. Cerca de la mitad del territorio de la zona está destinado actualmente a
cultivos agrícolas y pastizales; el resto son bosques y zonas en barbecho o cubiertas por
matorrales. El uso forestal del territorio es mínimo, pues los remanentes de bosques se
encuentran generalmente en quebradas o zonas de difícil acceso. La mayor parte del área
de bosques húmedos de Nanegal se encuentra intervenida y es muy escasa la presencia de
especies maderables comercialmente valiosas; igualmente, gran parte de la fauna y flora
silvestre ha desaparecido 8.

Durante algunas décadas la región ofreció una pequeña cantidad de madera de


buena calidad a los mercados urbanos. La falta de carreteras durante los años de
desbosque e implantación de cañaverales y pastizales, impidió la comercialización de la
madera y gran parte de ésta fue quemada. En los años posteriores, cuando se habían
abierto carreteras, los árboles maderables que quedaban fueron explotados y
comercializados. Una de las razones para la transformación del área en una zona
agroindustrial fue la imposibilidad de efectuar un uso forestal sostenible, tanto de los
productos maderables como de los no maderables, ya sea por la falta de sistemas
adecuados de transporte y de mercados nacionales o por la carencia de conocimientos y
experiencias forestales de los migrantes procedentes de zonas ecológicas distintas a la de
contrario, las zonas destinadas a cultivos se incrementaron de 11.2% en 1966 a 26.3% en 1990 y el
área de pastos de 7.8% en 1966 a 18.9% en 1990. En 1994 las zonas agropecuarias cubrían el 45.2%
de la región.
5
Por ejemplo, el soche y el venado, que son animales muy apreciados por su carne, han desaparecido
de la zona y se encuentran solamente en los sitios más alejados. A pesar de la escasa presencia de
animales silvestres, todavía hay personas que cazan y comercializan, o capturan con fines alimenticios,
aves, armadillos y raposos.
6
Ver el informe SANREM de COMUNIDEC, sobre la historia de la zona.
7
Para un mayor conocimiento de la estructura de tenencia de la tierra, referirse al Informe SANREM de
Heifer Project/Terranueva.
8
Ver informes SANREM de CDC y Universidad San Francisco de Quito.
7
Nanegal.

Sin embargo, otras razones también influyeron fuertemente en la orientación


agropecuaria del uso del suelo. Una de ellas es la manera en que fue formulada la Ley de
Reforma Agraria y Colonización (1964), que impulsó la siembra de pastizales para la
producción pecuaria y para demostrar un "uso efectivo del suelo". La ley señalaba que
previamente a la adjudicación legal de un lote de terreno, el colono debía deforestar una
parte del área de bosque. A la presión ejercida por la ley, se sumó la expansión de la
frontera agropecuaria originada en la demanda de alimentos y en las dinámicas del
mercado; esto trajo consigo algunos millones de hectáreas de bosques tropicales
deforestados (INEFAN, 1996: 2).

Uno de los fundamentos e ideales de la colonización fue hacer productivas las tierras
consideradas "improductivas". "Producir" significaba transformar los bosques en tierras
agrícolas y ganaderas. Detrás de estas ideas existía un "modelo" o imagen de los recursos
naturales subtropicales: la tierra considerada útil para extraer y sacar provecho de ella. La
tierra, siempre que sea productiva, era un sinónimo de progreso. Cabe señalar que en las
mentes de los campesinos de Nanegal, como también en las de los decisores de políticas,
habían ideas bastante similares. La tierra fue considerada como productora de alimentos,
tanto en las políticas como en el manejo que realizaron los pobladores, mientras las áreas
destinadas a la conservación de los bosques eran concebidas como “improductivas”: no
producen dinero, son tierras "inválidas" que no generan ingresos.

En este contexto, una zona cuya vocación es forestal pero cuyo principal destino
productivo no es el forestal, puede constituir un escenario de confrontación humano-
ecológica. Al ser Nanegal una zona orientada a la producción agropecuaria, en varias
ocasiones el bosque ha constituido un obstáculo para la producción, en especial en relación
con el espacio necesario para desarrollar una agricultura extensiva como es la cañicultura y
la implantación de pastizales. Igualmente se ha producido una confrontación entre el
aprovechamiento agrícola del suelo y la presencia de animales silvestres que se acercan a
los cultivos de yuca, maíz o zanahoria blanca. Según los pobladores de la zona, los "puercos
de monte" o sahinos y algunas aves pueden acabar en un día un maizal o un cultivo de
zanahoria blanca. En el análisis que sigue cabe destacar la conjugación de estos y otros
factores históricos, laborales, culturales, económicos y políticos, que crean particulares
formas de pensamiento con relación a los recursos naturales.

Como se analiza en las siguientes secciones, la relación entre los pobladores de


Nanegal y el bosque se aproxima fuertemente a sus prácticas agrícolas, aunque sus
percepciones sobre la utilidad y valor del bosque o montaña no se limitan únicamente a las
funciones agropecuarias que ésta pudiera tener. Las siguientes secciones ofrecen un
análisis interpretativo de las percepciones de los actuales pobladores del área de Nanegal
sobre sus recursos, diferenciándose sus visiones, en algunas ocasiones por generación y
género.

8
III. USOS Y PERCEPCIONES DE LOS RECURSOS NATURALES EN NANEGAL

Hemos señalado que la Etnociencia examina los puntos de vista del grupo y las
formas según las cuales éste organiza y clasifica sus conocimientos del medio ambiente y
de los procesos medioambientales y actúa sobre dicho medio. En otras palabras, la
Etnociencia examina los "modelos" de la realidad que construyen las poblaciones locales a
través de sus prácticas. Estos modelos son construidos desde una profundidad histórica, en
una conjugación constante entre las prácticas-percepciones locales y los contextos
económico-políticos regionales y nacionales. El estudio de estos "modelos" de pensamiento
permite entender la base misma de las decisiones y las formas de resolver los problemas
(Nazarea, op. cit). Este principio etnoecológico ha servido de eje para la investigación sobre
las percepciones y formas de organizar los conocimientos y prácticas por parte de los
pobladores de Nanegal.

Los años de permanencia de estos pobladores en la zona, han creado una historia
de relación población-recursos naturales y de conocimiento sobre el medio ambiente. Vamos
a considerar esta historia como un "corpus" o construcción cultural específica en la zona,
que conjuga las prácticas con las percepciones, conocimientos y formas de clasificar los
recursos naturales. Aún si la orientación principal del uso de la tierra en Nanegal es
agropecuaria, los pobladores de las comunidades manifiestan una percepción más amplia
sobre la "montaña", conforme a su relación histórica con ella, y organizan sus conocimientos
de acuerdo a una serie de parámetros no únicamente agropecuarios: la utilidad de la
montaña, las funciones específicas y la diversidad de sus recursos, el simbolismo de la
montaña, la belleza escénica y el aire puro, etc.

Usos y conocimientos sobre los recursos naturales

Las entrevistas a informantes calificados y los “talleres de historia”, revelan que las
décadas de permanencia de los actuales pobladores, sus padres y sus abuelos en la región
de Nanegal, han creado un complejo sistema económico, simbólico y cultural que involucra
sea a la producción de caña y aguardiente, como a las redes mercantiles, a las políticas
nacionales y a los ideales de desarrollo que estuvieron presentes en las mentes de estos
"agricultores" y de los "decisores de políticas". También las percepciones y los conocimientos
sobre los comportamientos y potencialidades de uso de las plantas y animales forman parte
de este sistema simbólico y cultural.

Como hemos señalado, los modelos, las percepciones, los corpus, son construidos
históricamente, de tal manera que los conocimientos no son homogéneos entre todos los
pobladores; existen diferencias entre las opiniones de los habitantes más adultos que
llegaron a la región cuando ésta se encontraba mayoritariamente cubierta por bosques,
aquellos que llegaron en los años posteriores y los más jóvenes que nacieron en la zona
cuando ésta ya era una región de producción agroindustrial9.

Muchos de los pobladores, especialmente los mayores, conocen y mencionan los


usos de especies maderables y leñosas, de los animales y productos no maderables que se
encuentran en los bosques secundarios y en las laderas con pendientes fuertes. Los
habitantes que llegaron a la región hasta los años setenta aseguran que por aquellos años
9
Nos referimos a la zona como agroindustrial por el cultivo de cañaverales y la fabricación de
aguardiente.
9
toda el área era una "montaña espesa, cubierta totalmente por árboles de gran tamaño y
habitada por varias especies de animales silvestres". Estos árboles y arbustos10 eran
apreciados por su uso como postes para cercas, construcción de viviendas, obtención de
leña y elaboración de muebles, y los animales eran valiosos por su carne para la
alimentación11. Aquí se revela claramente la conjugación entre percepciones (apreciaciones
y valoraciones) y usos de la montaña, que no se reducen a la función agrícola del suelo.

Los agricultores de Nanegal señalan también algunos conocimientos y usos de los


productos no maderables, revelando claramente diferencias de género y generación. Los
relatos se refieren a las casas construidas enteramente con productos del bosque, hasta
hace pocos años: los hombres decían "vamos a comprar clavos", lo que significaba ir a
recoger mimbre, "que es duro y fuerte para amarrar los techos y las vigas". Los hombres
utilizaban caña guadúa para construir las paredes, pisos y hasta tejados, partiendo un tronco
en muchos pedazos pequeños llamados "chillas" y colocándolas en forma vertical atadas
con mimbre a otras cañas colocadas en forma horizontal. Los tejados se construían
generalmente con hojas de la palma llamada "bijao". En las comunidades aún hay casas de
caña guadúa y bijao, aunque éstas son escasas y pertenecen a la población más pobre que
no puede acceder a otro tipo de materiales para la construcción. Hasta hoy se mantiene un
conjunto de conocimientos y usos de los productos no maderables del bosque, como la caña
guadúa, con la cual las mujeres elaboran las "chalas" o canastas, utilizando la corteza tierna
cortada antes de que se abran las ramas y hojas. Las mujeres también confeccionan
lámparas y pequeños canastos con el mimbre y el bejuco llamado "vena china”. En Playa
Rica aún fabrican almohadas con el algodón obtenido del árbol de balsa.

No obstante, el uso de productos del bosque es menos frecuente conforme


disminuye la zona montañosa. El conocimiento de algunos de los productos del bosque,
especialmente de los no maderables, no tiene actualmente una aplicación cotidiana
permanente, especialmente entre la población joven. Las últimas dos décadas han
provocado fuertes cambios en las formas de aprovechamiento de los recursos: la
recolección de productos para elaborar artefactos domésticos, de alimentos silvestres e
inclusive de leña ha disminuido notablemente; la cacería de animales es poco frecuente y la
extracción de madera es pequeña. Estas prácticas de acercamiento actual (praxis) se
reflejan también en las percepciones y conocimientos de los pobladores (corpus), para
muchos de los cuales los bosques no tienen una función de recolección sino de generación
de agua, básica para la agricultura, la ganadería y la fabricación de aguardiente.

Conceptos de "montaña"

La unidad corpus/praxis se revela en los conceptos de "montaña" de los pobladores


de Nanegal. A través del método de elicitación fotográfica se planteó la pregunta ¿qué es

10

En sus narraciones es relevante la presencia de pacche, teme (colorado y amarillo), malva, helecho
arborescente, balsa, cedro, ceibo, motilón, nogal, guadúa, guarumo, choagalo, pigua, roble, arrayán,
lechero, pachaco, roble, pacche blanco, canelo, aguacatillo, palmito, carachacoco.
11
Se menciona la alimentación con todo tipo de aves (picches, loros, predicadores, marrajos, tórtolas,
gallos de la peña, perdices, gavilanes, guajalitos, codornices, pavas de monte, carpinteros, moledores,
azulejos, ticteres, pavos reales, gallinazos, torcazas), varias especies de serpientes y animales
mamíferos (armadillos, guatusos, guantas, venados, cuyes de monte, cusillos, chucuris, puercos de
monte, cuyagos, monos, tutamonos).

10
para usted la "montaña"? a mujeres y hombres adultos de la zona12. Se obtuvieron 32
respuestas que demuestran varios conceptos.

1. La montaña es lo "natural: no creado por los seres humanos, formado durante mucho
tiempo a través de los años"; es lo "virgen: no trabajado, no cultivado, no talado, bruto,
donde no ha entrado la mano del hombre”; “no se utiliza, permanece allá, tranquilita". Estas
concepciones relacionadas con el orden simbólico como forma importante de organizar el
pensamiento, fueron manifestadas en 11 de las respuestas. En éstas, la montaña se
relaciona con lo lejano, con lo opuesto al trabajo y a la presencia humana.

2. Al contrario, 13 respuestas advierten una percepción más relacionada con la utilidad de la


montaña, con su cercanía a los seres humanos: es "muchísimos árboles grandes para
aserrar; de ahí se saca la madera". Varias respuestas denotan una concepción utilitaria
relacionada con la agricultura y la ganadería: "es donde se desarrolla la vida de los
animales, de las personas, donde las personas siembran y cultivan los frutos para el
desarrollo de ellos mismos”; “es lo fecundo por el agua que no se seca nunca y la vegetación
que sirve para el alimento de la tierra, para producir con mejor fortaleza las plantas, los
productos que uno siembra”; “es un complemento para el bienestar del mundo". Esta
percepción, si bien continúa en el orden simbólico, tiene como trasfondo la idea de la
intervención humana, relacionada con el trabajo extractivo o agropecuario, y la cercanía
entre paisaje natural y paisaje humano. Este conjunto de respuestas también conceptúan a
la montaña como un sitio habitable para los seres humanos: es el lugar "donde el aire es
más puro, donde podemos estar tranquilos. Es el lugar donde nosotros estamos habituados,
bueno, bonito. Sirve para tomar aire fresco, es bueno para la salud. Para saber todo esto
uno debe ser parte de la montaña". La idea de cercanía entre vida humana y paisaje natural
se manifiesta claramente aquí: los seres humanos son parte del paisaje.

3. Por otro lado, 7 respuestas denotan la idea de diversidad y conocimiento de la variedad


de recursos: "en la montaña hay muchas cosas, no solo árboles para madera, hay
vegetación diversa, árboles, animales y plantas, palomas del monte, quebradas con
piedras...". En estas respuestas se puede percibir una tensión entre lo lejano y lo cercano,
entre la presencia y la ausencia humana y la belleza del paisaje: "es bueno para mirar,
bonito para mirar, para observar cosas silvestres, para ir a pasear. Está alejada de la
ciudad".

Esta variedad de percepciones muestra distintos acercamientos prácticos, simbólicos


y lingüísticos a un hecho real, la montaña, conceptuada como natural, virgen, tranquila,
fecunda, bonita, buena, alejada, etc. Anteriormente hemos señalado la relación existente
entre la Etnociencia y la Lingüística. Esta relación facilita el entendimiento de las palabras
como actos lingüísticos relacionados con la cultura e historia del pueblo que da un nombre a
las cosas.

Una de las fuentes que alimenta a la Etnociencia es la Lingüística, en especial


aquellos autores que relacionan acción y lenguaje como Raymond Williams (1977), H.
Gadamer (1975), P. Winch (1964) y otros. Para Williams (1977) las interacciones materiales
pueden entenderse como intercambios comunicativos sujetos a determinaciones culturales,
históricas y de poder. No existen acciones materiales -tales como los procesos productivos
agrícolas, las diversas prácticas de aprovechamiento de la naturaleza, la relación de un

12
Debido al número de entrevistas realizadas no es posible hacer un análisis estadístico diferenciado
por género y edad. Cada grupo de respuestas no tiene un número mínimo que facilite este análisis.
11
cazador con la montaña, el paseo en las montañas durante un fin de semana por un joven
de Nanegal que estudia en Quito, etc.-, que se encuentren separadas de los actos o hechos
lingüísticos, sean éstos discursos, denominaciones, calificaciones. Los actos lingüísticos se
expresan entonces en los nombres dados al objeto de la acción material: montaña fecunda,
montaña silvestre, montaña lejana, montaña bienestar del ser humano, etc.

El discurso y las palabras revelan el significado que tiene el mundo para las personas
(Ulin, 1990: 225). Una montaña es un conjunto de elementos para los pobladores de
Nanegal. En el orden de clasificación de los recursos naturales, la palabra "montaña" se
encuentra en la cima de un esquema jerárquico compuesto de elementos reales expresados
en palabras, que están agrupados en el "dominio" o "campo semántico" llamado "montaña":
árboles, tierra, agua, animales de monte, bejucos, helechos, musgo, flores, rocas, peñas,
quebradas, insectos, reptiles, personas. En otras palabras, estos diversos elementos son
clasificados como integrantes del dominio semántico "montaña", pero a la vez cada
elemento se convierte en un nuevo dominio o campo semántico que agrupa objetos
clasificados como parte del mismo dominio; así, los suelos negros, arcillosos, arenosos,
barrosos, amarillos, rojizos, laderosos, planos, etc. son parte del campo "tierra".

Sin embargo, el hecho de relacionar un elemento con otro hasta formar un conjunto
que compone un concepto o campo semántico, está vinculado estrechamente con las
prácticas y experiencias del individuo que compone tal conjunto. Así, cada uno de los tres
tipos de respuestas que presentamos antes no incluye todos los elementos enunciados en
líneas anteriores. Incluye solamente los elementos que se relacionan más directamente con
su formas de acercamiento mental y práctico a la montaña.

Las clasificaciones, mediadas por procesos lingüísticos y cognitivos, nos remiten a


las prácticas, a la cultura y a la construcción de percepciones y significados por parte de las
poblaciones. Es decir, si una persona clasifica su tierra como fértil o como laderosa, hace
una referencia tanto a sus prácticas agrícolas (fertilidad del suelo) como a sus procesos
cognitivos (una ladera es contraria a una superficie plana). Al considerar esta relación entre
palabras, percepciones y prácticas culturales, concordamos con Víctor Toledo en la
necesidad de poner en el centro del análisis no a los términos lingüísticos por si solos, o a
las estructuras cognitivas, o a los símbolos o imágenes perceptibles, sino al proceso global a
través del cual las personas (con su familia, comunidad y grupo cultural) producen y
reproducen sus condiciones materiales y culturales (Toledo, op. cit: 9).

Este proceso de reproducción de las condiciones de vida constituye una unidad y no


una dualidad, que pone en escena simultáneamente los elementos cognitivos (conceptos,
percepciones) y prácticos, incluyendo las relaciones con el contexto socioeconómico, cultural
y político local, regional, nacional. La re-producción de las condiciones de existencia lleva
consigo tanto procesos materiales de trabajo, como procesos intelectuales y simbólicos que
incorporan las construcciones de sentidos sobre la realidad; se trata de la unidad corpus-
praxis de la que hablamos en páginas anteriores.

Uno de los ejemplos de esta unidad en la zona de Nanegal, son las ideas y prácticas
campesinas sobre la conservación de pequeños remanentes de bosque, sea para obtener
leña o para recoger postes para construir cercas para estabular al ganado, construir
pequeños puentes sobre las quebradas y puertas de ingreso a los potreros. Estos bosques
remanentes se encuentran en los sectores más "laderosos", donde no es posible realizar
agricultura o ganadería; son lugares considerados "muy pendientes para trabajar" o inaptos
para la agricultura que debe ser realizada en "espacios amplios y limpios de monte". Aquí se
percibe la relación entre las prácticas (agricultura, conservación de remanentes de bosque,
extracción de postes) y el proceso cognitivo y lingüístico que permite clasificar y denominar
al paisaje como zonas amplias, zonas laderosas, zonas limpias de monte, espacios

12
cerrados, etc. En otras palabras, esta unidad corpus-praxis tiene implicaciones sobre el
manejo de los recursos naturales.

Imágenes de "montaña" en los niños

Las imágenes sobre la montaña construidas por los niños en sus dibujos, reflejan las
acciones prácticas del grupo en su entorno social y ambiental, como también el ejercicio
cognitivo de aprehender la realidad y elaborar un concepto. La construcción de conceptos e
imágenes es un proceso en el que participan los contextos sociales, económicos, políticos,
generacionales, étnicos, religiosos. Como señala Greg Urban, al “codificar historias sobre el
mundo” en forma de conceptos e imágenes, éstas se convierten en espejos que tratan de
aprehender la realidad (Urban,1991: 17).

Para entender los dibujos de los niños de las escuelas y buscar un concepto de
montaña reflejado en el lenguaje de la imagen, nos hemos basado en un análisis estadístico
y cualitativo de los elementos que componen cada dibujo. Antes de que realizaran los
dibujos, solicitamos a los niños de cada una de las escuelas que pensaran en la montaña
que conocen e insistimos en que no dibujen imágenes de los libros, sino lo que conocen a
través de su propia experiencia. Luego analizamos los dibujos de manera cuantitativa y
cualitativa; para el primer análisis realizamos una lista de todos los elementos presentes en
los dibujos y cuantificamos el número de imágenes que presentan cada elemento. Luego
realizamos un dibujo que sintetiza una imagen común de "montaña", con el número
promedio de elementos más importantes y el número de veces en que éstos se repiten.

El análisis estadístico de estos dibujos expresa un concepto de montaña en el que


aparecen jerárquicamente los árboles (94% de los dibujos), el sol (91%), las lomas (65%),
las aves (62%), los animales silvestres en especial las serpientes (62%), las construcciones
humanas como casas y caminos (54%), los ríos (50%), las personas (48%), los potreros
(46%), las flores silvestres (45%), los animales domésticos (34%), las mariposas e insectos
(21%) y los sembríos (16%).

En el análisis cualitativo consideramos la localización de los elementos, su tamaño y


perspectiva. Los elementos presentes en los dibujos forman un conjunto que demuestra las
referencias empíricas en las que se basan los niños para dibujar “la montaña”.
Denominamos este hecho “actualización referencial¨, aunque no desconocemos la influencia
de la escuela en ciertas imágenes estereotipadas que colocan siempre soles, nubes y
arcoiris.

Luego combinamos el análisis cualitativo con los datos numéricos, en la búsqueda de


un concepto unificado; encontramos así, que en el centro de los dibujos, como eje que
articula la composición de las imágenes, se presentan en orden jerárquico, las lomas con
árboles, las los ríos, las casas y los animales. Estas son, en primer lugar, las
“actualizaciones referenciales” que realizan los niños para construir sus imágenes. El tamaño
de los diversos elementos y la proporción que guardan con el conjunto, también permiten
comprender la importancia dada a cada uno. En la mayor parte de los casos aparecen con
un tamaño superior, desproporcionado, los árboles (40% de los dibujos), las casas (27%),
las serpientes (25%), las aves (18%), los ríos (15%) y las flores (14%).

El análisis que presentamos se basa sobre la premisa de que al hacer dibujos desde
imágenes mentales, las personas tienden a distorsionar la proporción y escala de las cosas,
13
agrandando los rasgos que figuran prominentemente en las decisiones diarias y
minimizando aquellos que consideran irrelevantes (Nazarea, op. cit.). En esta medida, los
dibujos realizados proveen información sobre lo que es significativo para la población y lo
que es menos importante. Desde el estudio de la perspectiva, hay claramente dos clases de
dibujos: aquellos que presentan en un plano cercano, desde dentro, la montaña con árboles,
animales silvestres y ríos; y segundo aquellos que representan la montaña como lomas
lejanas con árboles y aves en la parte superior, mientras en primer plano se encuentran las
casas, los animales domésticos, los caminos y las personas. Si bien la primera imagen está
presente en muchos de los dibujos (55%), la segunda también se repite con mucha
frecuencia (45% de los casos).

El análisis de la perspectiva muestra que la percepción del espacio no es un hecho


puramente visual, sino un suceso que refleja una práctica. En este sentido, hay que hacer
una diferenciación entre los dibujos de los niños y los de las niñas. Las niñas muestran, en
mayores ocasiones que los niños, montañas lejanas cubiertas con árboles y en un plano
cercano la casa, los cerdos, las gallinas, los patos, los potreros; esto se expresa en el 47%
de los dibujos de las niñas a diferencia del 20% de los varones. Los dibujos de éstos, con
mayor frecuencia, muestran en primer plano, horizontal y muy de cerca, los árboles, los ríos
y los ligeros relieves de las lomas, muy cercanas: esto se encuentra en el 40% de los dibujos
de los niños y solamente en el 30% de las niñas.

Los dibujos de los varones también representan más animales silvestres, serpientes,
leones, tigres, ardillas, caracoles, caballos y puentes sobre los ríos. Ante esta observación,
cabe tomar en cuenta que los niños son quienes más van a la montaña, con sus padres, a
cortar árboles. Ellos tienen en su repertorio mental a los animales silvestres, los árboles, los
puentes. Las niñas van poco a la montaña, para ellas es algo lejano y su realidad más
cercana es la casa, los potreros, los animales domésticos, los sembríos. Para ellas, la
montaña está más referida a la práctica agropecuaria y la conceptualizan de esta manera en
mayores ocasiones que los niños. Estas disimilitudes hacen relación a las prácticas
diferenciadas por género y muestran también que las percepciones de lo que es más
significativo (la casa, los animales silvestres, etc.) tiene connotaciones de género.

Existe también una diferencia entre las comunidades de la zona: en Palmitopamba y


La Perla, los varones dibujaron menos animales silvestres que en Playa Rica y Chacapata,
donde también las niñas dibujaron algunos animales del bosque. Las dos primeras
comunidades actualmente tienen muy poca montaña, a diferencia de las dos últimas, que
aún mantienen proporciones de bosque en las fincas. Cabe mencionar también que en la
mayor parte de los dibujos de niños y niñas, especialmente de Palmitopamba, están
integrados como parte de la montaña los pastizales, las casas y los animales domésticos.
Estos son los elementos visuales, prácticos, cercanos que sirven a los niños para definir la
montaña que se encuentra en su escenario cotidiano. Esto evidencia también la ausencia de
bosques primarios en la mayor parte de la zona y la presencia de bosquetes pequeños y
degradados, muy relacionados con la actividad agropecuaria y doméstica.

14
IV. LAS PERCEPCIONES EN EL CONTEXTO SOCIOECONOMICO:
DIFERENCIAS POR EDAD, GENERO Y TRABAJO

La investigación de campo ofreció algunos datos que manifiestan la diversidad


existente en las percepciones de la población de la zona, sea por razones de edad, género,
forma de trabajo, lugar de origen, propiedad de la tierra, entre otras. Complementariamente,
la encuesta aplicada presenta algunas de las formas de acercamiento a los recursos que
tienen los pobladores de la zona. El análisis de variables y factorial de las encuestas revela
estas distintas formas de acercamiento.

En la encuesta se preguntó la percepción de los pobladores sobre la utilidad que


tiene la montaña; un alto porcentaje de los encuestados (26.7%) no respondió a la pregunta
o no supo la respuesta. También se preguntó si el encuestado considera que la montaña ha
disminuido de tamaño durante los últimos años: un 59.2% dijo que sigue igual y un 37.5%
opinó que ha disminuido. Un 43.6% de hombres consideró que la montaña ha disminuido y
un 52.1% opinó que no; entre las mujeres, el 31.4% opinó que ha disminuido y el 66.4% que
sigue igual. Las respuestas por grupos de edad también muestran algunas diferencias: entre
los jóvenes de 15 a 24 años un 29% consideró que la montaña ha disminuido y un 67.7%
que sigue igual; del grupo de 25 a 54 años, un 42.3% opinó que ha disminuido y un 53.8%
que sigue igual; entre las personas que tienen 55 años en adelante, un 33.9% opinó que ha
disminuido y un 64.4% que sigue igual. Igualmente, se vieron diferencias según el nivel de
educación: entre aquellos encuestados que solamente habían cursado la primaria, un 38%
consideraba que la montaña ha disminuido de tamaño y un 59% que sigue igual; al
contrario, aquellos que habían llegado al nivel universitario tenían otra opinión: el 66.7%
consideraba que la montaña ha disminuido y el 33.3% que sigue igual en su tamaño. Como
veremos más adelante, el análisis factorial demuestra un conjunto de elementos asociados a
estas distintas opiniones.

Habíamos señalado también que el enfoque de género permite un conocimiento más


acertado de la realidad. En la encuesta aplicada, las opiniones de hombres y mujeres sobre
la utilidad de la montaña no presentan extremos muy grandes, aunque si se notan
diferencias. Como se puede observar en el Cuadro 1, un mayor porcentaje de hombres
considera útil la madera, los animales de cacería y la conservación del ambiente, frente al
porcentaje de mujeres que opinan esto. Al contrario, para un número mayor de mujeres que
de hombres, es útil la montaña por su función agrícola y por la generación de agua.

Cuadro N. 1
USOS DE LA MONTAÑA (porcentajes de opinión según sexo)

Uso Hombres Mujeres Total


Madera 24,3 18,2 21,3
Conservación 14,3 10,9 12,6
Cacería 11,4 9,5 10,5
Agricultura 11,4 13,1 12,3
Agua 10,0 11,7 10,8
Otros 4,3 5,1 4,7
Distracción 1,4 0,7 1,1
N/R 22,8 30,6 26,7
Total 100,0 100,0 100,0

15
Ya hemos señalado que, a diferencia de otros pueblos como los amazónicos, el
bosque en esta zona no constituye la fuente indispensable de abastecimiento de una amplia
gama de productos y del sostenimiento material y espiritual. Tener tierra para sembrar caña
o potreros para mantener al ganado es casi suficiente, aunque hay una percepción sutil de la
relación entre agroindustria y bosque: en él se proveen de leña y postes para cercas y se
abastecen de agua, fundamental para la caña, el ganado y la elaboración de aguardiente.

En Nanegal los bosques o la "montaña" son conocidos, valorados y usados por las
personas de acuerdo a sus prácticas productivas, a las diferencias generacionales e
inclusive a los distintos niveles de educación. Las diferencias de opinión entre jóvenes y
adultos y entre distintos niveles de educación son importantes, como se puede observar en
los Cuadros N. 2 y 3.

Cuadro N. 2
Principales utilidades de la montaña. Porcentajes según grupos de edad.
Uso 15-24 25-54 55 años Total
años años y más
Madera 8,1 25,0 25,4 21,3
Conservación 16,1 11,5 11,9 12,6
Cacería 12,9 10,3 8,5 10,5
Agricultura 4,8 14,7 13,6 12,3
Agua 12,9 11,5 6,8 10,8
Otros 4,8 2,6 10,2 4,7
Distracción 0 1,3 1,7 1,1
N/R 40,3 23,0 22,0 26,7
Total 100,0 100,0 100,0 100,0

Los jóvenes de 15 a 24 años señalan como prioritaria la conservación, luego el agua


y la cacería; para ellos la madera es menos importante, lo mismo que la agricultura. Para las
personas que tienen entre 25 y 55 o más años de edad, la madera es el principal producto
de la montaña, luego está la agricultura y por último la conservación. Para este grupo la
cacería es menos importante, al igual que la generación de agua, como lo demuestra el
Cuadro N. 2.

En el Cuadro N. 3 se observa cómo las diferencias en los niveles de instrucción se


reflejadan en las distintas percepciones sobre la utilidad de la montaña. Para el grupo que
no tiene ningún nivel de instrucción, lo más relevante es la utilidad agrícola que puede
proporcionar la montaña. Para ellos, lo menos importante es la cacería y no perciben la
utilidad para la generación de agua. Para el grupo que tiene instrucción primaria, la utilidad
más importante es la madera, seguida de las posibilidades de conservación del ambiente y
agua. Es menos relevante para ellos la utilidad de distracción que pudiera ofrecer la
montaña. También para el grupo con instrucción secundaria, la utilidad principal es la
agricultura, seguida por la cacería.

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Cuadro N. 3
Principales utilidades de la montaña. Porcentajes según niveles de instrucción.
Uso Ninguno Primario Secundario
Madera 18,4 24,0 12,5
Conservación 10,5 13,5 10,0
Cacería 0 12,0 15,0
Agricultura 21,1 8,3 17,5
Agua 5,3 12,0 12,5
Otros 7,9 4,2 5,0
Distracción 0 1,6 0
N/R 36,8 24,4 27,5
Total 100,0 100,0 100,0

Al igual que en la pregunta por la disminución de la montaña, en esta también hay


una alta proporción de personas que no responden a la pregunta, lo cual es constante en los
tres grupos de instrucción. En el análisis factorial presentamos algunas hipótesis
interpretativas de esta situación.

Mientras el análisis de variables muestra de manera cuantitativa las opiniones, el


análisis factorial permite reunir las respuestas de los encuestados en varios grupos o ejes
opuestos de opinión, cada uno de los cuales incorpora un conjunto de variables asociadas
entre sí y manifiesta diversas líneas de percepción. Si bien el análisis por ejes de opinión no
muestra cifras o números de personas que piensan de esa manera, si expresa las diversas
formas de pensamiento existentes en la zona. Adicionalmente, el análisis de “clases” o
conjuntos de personas que opinan de la misma forma ofrece datos numéricos o porcentajes
de población que reúnen ciertas características (sea de trabajo, de procedencia, de género)
asociadas a los grupos de opinión. Presentamos tres ejes principales que denotan las
características asociadas a los grupos de personas que manifiestan determinadas opiniones
sobre la montaña:

Primer eje: ¿pobladores alertas o indiferentes frente a la montaña?

La hipótesis interpretativa del primer eje de opiniones opuestas, es que los


pobladores de la zona se encuentran física y mentalmente cercanos o lejanos a la montaña,
lo cual se refleja en un "interés" o una "indiferencia" ante los cambios que ocurren en ella.
Los distintos factores que aparecen asociados a cada polo demuestran que en este primer
eje no es tan importante la utilidad específica de la montaña, cuanto la presencia o ausencia
de ésta en la mente de las personas y la preocupación o indiferencia ante los efectos de su
reducción.

El alto porcentaje de encuestados que no responden a la pregunta o que consideran


que la montaña sigue igual en su tamaño, forma un primer polo de este eje de opinión. El
conjunto de elementos asociados a este grupo de personas son: el género, la edad, el nivel
educativo y el tipo de actividad productiva alejada del bosque. Los integrantes de este grupo
no ven ninguna utilidad en la montaña o no responden a la pregunta, es decir, para ellos el
bosque está fuera de su radio de acción y percepción. La única ocupación específica que
aparece asociada a un grupo de mujeres de este polo, es el trabajo doméstico y el sitio de
trabajo es el pueblo de Nanegal; ninguno de los pobladores de este grupo tiene trapiche o
realiza actividades agrícolas.

17
En el otro extremo, los encuestados que consideran que la montaña ha disminuido
de tamaño, manifiesta una mayor cercanía con lo que ocurre con ésta. En este grupo se
encuentran los pobladores vigilantes, preocupados, a la expectativa de los cambios que
ocurren en el tamaño y características de la montaña. Ellos notan que ésta ha disminuido
durante los últimos años y sienten sus efectos en una serie de aspectos tales como la mala
producción, el cambio de clima, la falta de madera, la desaparición de algunas especies de
animales, la frecuencia de deslaves y la erosión. Consideran que la montaña es útil para
conservar el agua y el ambiente, para la agricultura y la madera y para obtener un suelo fértil
para cultivar la caña. Este grupo de personas está compuesto por aquellos que desarrollan
trabajos agrícolas como la cañicultura, o actividades vinculadas a la montaña como la
carpintería, la limpieza del monte y el manejo de motosierras. El análisis factorial demuestra
que estas personas trabajan principalmente en las comunidades de la zona.

Otras características importantes que se asocian a ambos grupos se refieren a la


procedencia de las personas y a su edad. En el primer extremo se ubican jóvenes de 15 a
24 años de edad, nacidos en Nanegal o procendentes de lugares cercanos (San José de
Minas o Quito) producto de una migración reciente en una sola etapa hasta llegar al pueblo
de Nanegal. En el segundo grupo se ubican los migrantes que tienen entre 35 y 44 años de
edad, quienes han seguido varias etapas de migración antes de llegar a las comunidades.
Claramente, la opinión sobre la importancia (“vigilantes”) o irrelevancia (“indiferentes”) de la
montaña se relaciona en este caso con la actividad económica, la edad y la procedencia de
las personas.

Segundo eje: ¿utilizar o conservar la montaña?

La encuesta ofrece resultados interesantes sobre lo que se considera útil en la


montaña: los usos más frecuentemente mencionados son la extracción de madera (21.3%),
el uso del suelo para la agricultura (12.3%), la generación de agua (10.8%) y la cacería
(10.5%); pero también un porcentaje importante señala la conservación del ambiente
(12.6%) como una utilidad de la montaña. Esta información se complementa con el segundo
eje de opiniones en el análisis factorial, en el cual la hipótesis interpretativa es que existe
una oposición entre las opiniones que ven en la montaña un uso concreto, inmediato del
suelo o de los animales silvestres y las que encuentran en la montaña una utilidad global
para la conservación del medio ambiente.

En el primer extremo del eje -uso concreto- las opiniones de los pobladores se
agrupan en torno a los efectos negativos de la disminución de la montaña por la pérdida de
recursos que este hecho implica: desaparecen los animales, falta madera, el suelo no es tan
productivo. Concomitantemente, a esta opinión se suma la idea de que el bosque es útil
para la cacería, para la agricultura y para obtener agua. Este grupo está compuesto por
personas que trabajan con caña y madera y algunos jornaleros agrícolas que trabajan en las
comunidades de la zona.

En oposición, el segundo extremo agrupa la idea de la utilidad de la montaña para su


conservación y manifesta preocupación por la disminución de la montaña debido a sus
efectos sobre el medio ambiente: cambia el clima, se producen deslaves y erosión del suelo.
Este grupo ofrece una mirada desde fuera del bosque y considera que éste es útil para la
conservación del ambiente (oxígeno, humedad). Esta opinión se encuentra principalmente
en personas que realizan actividades no relacionadas con la agricultura o la madera y cuya
18
ocupación aparece asociada a la albañilería fuera de la zona.

Los extremos de este eje muestran grupos de personas que tienen opiniones
diferentes respecto a la utilidad de la montaña. En este eje no aparecen como importantes
las características de género, edad y nivel de instrucción. El rasgo asociado más
importante es el tipo de ocupación desempeñada por las personas.

Tercer eje: ¿Poseer tierras y bienes o aspirar a poseerlos?.

Un tercer eje de fenómenos está compuesto por la idea central de la propiedad o


carencia de los recursos, a partir de lo cual están construidas las opiniones sobre la
utilidad agrícola de la montaña. Se presenta una oposición entre aquellos que poseen
animales, tierra y trapiches y usan leña para elaborar el aguardiente, y aquellos que no
poseen ninguno de estos bienes. Los primeros son cañicultores o ganaderos y trabajan en
sus fincas en las comunidades del área. Los segundos no son propietarios y trabajan fuera
de la zona, en Quito o en el centro poblado de Nanegal. Para el primer grupo la utilidad de
la montaña es forestal (por su leña y la madera) y de conservación en la medida en que
mantiene el agua y la humedad del ambiente. Para ellos el problema de la disminución del
bosque es el cambio de clima que se ha producido, la erosión y deslaves.

Para el segundo grupo la utilidad de la montaña se relaciona con el potencial


productivo del suelo: es útil para sembrar pastizales y cañaverales. El problema de la
disminución del recurso es la falta de madera que existe actualmente, la mala producción y
la desaparición de los animales.

En este eje de fenómenos es importante la contradicción propiedad/carencia de


bienes (ganado, tierra, trapiches). El grupo de propietarios ve la incidencia de la
disminución de la montaña sobre las posibilidades agroindustriales y pecuarias: la falta de
agua provoca daños en los cultivos y pastizales, la carencia de leña dificulta las tareas en
los trapiches.

Para el grupo que carece de bienes, la montaña constituye un potencial rico para
obtener suelos productivos y sembrar caña o pastos para mantener al ganado. En este
segundo grupo también se incluyen propietarios de pequeños lotes de terreno, muy
gastados o insuficientes para satisfacer las necesidades familiares. Por esta razón, la
aspiración a poseer tierras “nuevas” de montaña, fértiles, incluye a estos pequeños
propietarios. Las percepciones sobre el suelo de la montaña confirman esta opinión,
común en muchos pobladores: “ese suelo es bueno porque cuando se tumba la montaña,
todo lo que se siembra se produce bien. La montaña como no está todavía trabajada, es
mejor tierra, negra, tierra buena, el suelo bueno es la tierra negra; en cambio la tierra que
es amarilla o arenosa esa se dice que no vale, que no produce lo mismo que la tierra
negra”13.

En este eje de opiniones opuestas no se presentan características asociadas al


género, la edad o el nivel de instrucción. Las características más fuertes son la propiedad
de los bienes, el sitio de trabajo y la categoría ocupacional.

13
Entrevista a una mujer mayor de La Perla.
19
En los tres ejes presentados, existen rasgos que se asocian al tipo de opiniones
vertidas sobre la utilidad y efectos de la disminución de la montaña. Para complementar
esta información, es pertinente presentar un análisis de “clases”, esto es, del número de
personas que se agrupan en un conjunto de opiniones similares. Encontramos
básicamente 7 clases:

1. Un grupo de 82 personas (30% de los encuestados) opina que la montaña no ha


disminuido en su tamaño y que su utilidad es, principalmente, la cacería de animales y
la obtención de pastos y hierba para el ganado. En este caso, la utilidad de la montaña
es ocasional.
2. Un grupo de 56 personas (20%) opina que la montaña sigue igual en su tamaño, pero
su utilidad principal es el agua, la madera y la leña. Este grupo de personas trabaja en
las comunidades y utiliza leña para hacer trago. Son principalmente cañicultores de las
comunidades, para quienes la montaña tiene una utilidad inmediata y concreta.
3. Un grupo de 39 personas (14%) también opina que la montaña sigue igual y, por
consiguiente, no ve ningún efecto de su disminución. No encuentran útil la montaña o
no responden a la pregunta. Son jóvenes de 15 a 24 años de edad, nacidos y
residentes en el pueblo de Nanegal.
4. Un cuarto grupo de 40 personas (14%) considera que la montaña si ha disminuido y
que esto produce efectos en el cambio climático; para ellos la utilidad principal de la
montaña es la conservación del ambiente. Es un grupo de migrantes asalariados, que
ha vivido en dos o tres sitios antes de llegar a Nanegal y que actualmente no tiene
bienes en la zona.
5. Otro grupo de 37 personas (13%) también considera que la montaña ha disminuido,
pero no advierte efectos específicos. Son asalariados que trabajan en las comunidades
o que migran a otros sitios para trabajar. Su escenario de acción y trabajo está
desvinculado de la montaña.
6. Un grupo de 18 personas (7%) opina que la montaña ha disminuido con efectos
negativos sobre la presencia de animales silvestres. Para ellos la principal utilidad de la
montaña es la cacería.
7. Un último grupo de 5 personas (2%) también considera que la montaña ha disminuido y
que sus efectos son negativos por la falta de madera. Son personas de 25 a 34 años de
edad, que no quisieran quedarse a trabajar y vivir en la zona.

Los 7 grupos demuestran una estrecha relación entre su ocupación y edad y sus
opiniones sobre el tamaño de la montaña, su utilidad y los efectos de su disminución.
Dichas opiniones constituyen también valoraciones sobre los recursos naturales, en
estrecha vinculación con las categorías de ocupación de esta población (agricultura,
ganadería, quehaceres domésticos, cañicultura, estudios, etc.). En adelante vamos a
analizar cómo son valorados ciertos recursos naturales, en el caso de personas adultas de
las comunidades, vinculadas al trabajo agropecuario.

V. ETNOCLASIFICACIONES Y VALORACIONES DE LOS RECURSOS.

Las clasificaciones de los recursos naturales hacen referencia a mundos de


significado y a cosmovisiones concretas de las poblaciones. Entre los quichuas de la
Amazonía, por ejemplo, se considera que las plantas que crecen solas (“plantas solitarias”),
son venenosas, causan daño a otras plantas, tienen poderes mágicos o están habitadas por
seres sobrenaturales (Alarcón, 1987: 95). Hay un conjunto de valoraciones y de
construcciones culturales que llevan a clasificar así a las plantas. En esta sección vamos a
ver algunos elementos que conforman las clasificaciones sobre el bosque y los recursos
naturales en el área de estudio.

20
Para la obtención de los datos hemos recurrido a los métodos etnocientíficos de
recopilación de las taxonomías o clasificaciones construidas por el grupo local. Escogimos
26 informantes claves (mujeres y hombres adultos de las 4 comunidades) y les pedimos que
identifiquen, definan y clasifiquen algunos elementos que son importantes en el campo
semántico bajo investigación. Pedimos a los informantes que definan lo que entienden por
montaña, mediante preguntas como “Cuando piensa en montaña, ¿qué es lo que le viene a
la mente?”, para entender que clases de elementos se incorporan en el concepto. Después
les pedimos que subclasifiquen estos elementos, es decir, que digan de que clase son cada
una de las cosas que nombraron.

Con cada uno de los informantes se estructuró el conjunto de elementos en forma de


jerarquía lógica, es decir, se partió del concepto o dominio principal, debajo se ubicaron los
elementos que lo conforman y por último, bajo cada uno de ellos se colocaron sus distintas
clasificaciones. Entre los elementos del dominio o campo semántico “montaña”, los
informantes señalaron los árboles, el agua, el suelo, las personas y los animales; luego le
pedimos que digan qué clase de árboles, de agua, de suelo, etc. conocen. Estas nuevas
clasificaciones o subclasificaciones fueron parte del orden jerárquico que se iba
conformando.

Los principales elementos que componen el concepto de montaña para el conjunto


de entrevistados son los árboles, el suelo, el agua, los animales, los caminos, la vegetación,
los cultivos, los pastizales y las personas.

Clasificaciones y prácticas

Las clasificaciones o taxonomías incorporan los planes de acción de los individuos.


Así por ejemplo, si una planta es clasificada como mala hierba o bien como cultivo, la acción
de los individuos sobre esta planta es distinta (eliminarla o cuidarla). Otro ejemplo es la
categorización realizada por el grupo étnico quichua de la Amazonia, para quienes diversas
plantas llevan el mismo nombre pues sirven para curar la misma enfermedad (Alarcón, op.
cit.: 96), lo que muestra la orientación práctica de las clasificaciones.

Como se puede observar en el Gráfico N. 1, en el caso de Nanegal las


clasificaciones de los recursos son orientadas a las prácticas de uso: los árboles se
clasifican como "buena madera" para la elaboración de muebles, otros son buenos
combustibles, otros son considerados "madera mala" con fines de deshecho luego de su uso
en encofrados para la construcción. La tierra clasificada como laderosa no es apta para la
agricultura, l contrario de la tierra negra y de montaña que es buena para la agricultura; los
animales silvestres pueden ser medicinales o alimenticios, o ser perjudiciales para los
cultivos, tales como las aves comen las cosechas o los roedores que dañan los cultivos.

Los resultados de las clasificaciones revelan conceptos, percepciones y perspectivas


de uso de los recursos. Así la montaña es concebida como una el sitio donde "se desarrolla
la vida de los animales, de las personas, donde las personas siembran y cultivan los frutos".
Si bien las ideas asociadas a la “montaña” son las de riqueza y sitio promisorio que facilita la
vida humana, también existe la idea de que es un recurso que se va perdiendo, o que, en
otros casos ya no existe.

Estas ideas de hombres y mujeres adultos agricultores, se relacionan con los


21
resultados obtenidos de los dibujos de los niños de las escuelas. Vimos que las imágenes
que construyeron los niños y niñas son un lenguaje o discurso que "habla" de las ideas o
conceptos y de los significados que tienen las cosas o hechos impresos en la imagen.
Muchos dibujos incluían en el concepto de montaña a los seres humanos y su intervención
sobre el paisaje (pastizales, cultivos, animales domésticos, casas, puentes, carreteras, etc.)
además de las lomas, los árboles, los animales silvestres, las flores, los ríos. Esto significa
que el concepto de montaña incorpora también elementos socio-históricos, es decir, los
cambios que se han producido en el paisaje y en el uso dado a los recursos.

Las clasificaciones y modelos sobre la realidad -conceptos de montaña, de tierra


buena y mala, de paisaje, de relaciones entre los diversos elementos del medio ambiente, de
utilidad y uso correcto de cada recurso- se transforman en la práctica en modelos para
actuar. Así se entiende que los modelos conducen a la acción. Los sistemas agrícolas son
acciones prácticas de uso de los recursos, que parten de una coherencia o lógica existente
en la mente de quienes los practican. Estos sistemas agrícolas, o de uso del suelo, también
incorporan el entendimiento que las personas tienen sobre los fenómenos naturales y las
relaciones entre los varios componentes del medio ambiente.

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GRAFICO N. 1

MONTAÑA

Tierra Animales Arboles y plantas Agua

Buena Mala Buenos Perjudiciales Maderables Adorno Frutales Limpia Contaminada

nueva negra, de laderosa amarilla alimenti- medici- Insectos Serpien- aves: roedores: madera madera leña beju- flores alimenticios consum agricul- uso agrícola
montaña no pro- no sirve cios nales tes comen dañan buena mala cos o tura
duce para la cultivos humano
trabajar cosecha
Las percepciones de la población de Nanegal están enmarcadas en un conjunto de
condiciones constituidas en el contexto local y global de producción de conocimientos y
percepciones. En este contexto existen diferencias sociales, económicas y culturales que
llevan a apreciaciones diversas sobre la utilidad de los recursos. Al mismo tiempo, el
contexto de intercambio sociocultural local ha formado a lo largo de los años un marco que
permite encontrar regularidades y formas comunes de percepción de los recursos.

Clasificaciones de los recursos naturales

Uno de los métodos utilizados para recoger información sobre el uso (real e ideal)
de los recursos mencionados como constitutivos de la montaña, es el llamados por la
etnociencia sondeo de percepción temática (TAT). Es un procedimiento de elicitación
usado para investigar las percepciones locales sobre las relaciones y contrastes entre los
ítems que se encuentran bajo un mismo concepto. La metodología consiste en la
presentación de conjuntos de tres cartas (dibujos, fotografías, etc.), que son examinadas
por los informantes; luego ellos juntan dos cartas que consideran similares y aislan la
tercera sobre la base de contraste. Se pide a los informantes que señalen cuál ítem no
pertenece al conjunto y por qué (Nazarea, 1997).

Los conjuntos de fotos o dibujos se constituyen a partir de especies de plantas (o


del dominio del que se trate) que son usadas por la población o que se encuentran en la
zona. Para hacer las tríadas se escogen cartas al azar, sin pre-clasificarlas. En el caso de
nuestro estudio, buscábamos que la población defina y señale los elementos del dominio
llamado paisaje. Para esto, tomamos tres fotografías de la zona y pedimos a 15
informantes (mujeres y hombres de las 4 comunidades) que escojan aquellas que “no son”
paisaje y las que “si son” y que señalen por qué. La forma de analizar los resultados de las
tríadas es agrupar los ítems que son más frecuentemente mencionados. La frecuencia
relativa de cada criterio mencionado da la clave de la relevancia que éste tiene. Estos test
también advierten la relación entre los sistemas locales de producción y las formas de
clasificación y priorización de los recursos. El análisis de los resultados de esta
metodología ofrece varias ideas asociadas al dominio paisaje en la zona de Nanegal,
fundamentalmente:

1. Un paisaje se determina por la amplitud o extensión de la imagen. Es decir, el concepto


incorpora la idea de varios planos (primeros, segundos, terceros y más planos) y no se
considera paisaje una vista solamente de un primer plano: la lejanía o extensión del
terreno da la pauta para el concepto de paisaje, es decir, “cuando se observa la pendiente
de la tierra, se ve la profundidad, las nubes y el cielo”.

2. La idea de belleza escénica estuvo siempre asociada al concepto de paisaje. Los


informantes señalaron que es un paisaje cuando es bonito, cuando se ve bien, como una
sabana verde, cuando no hay erosión. “Eso es un verdadero paisaje”.

3. El orden visible entre los elementos y el trabajo humano encaminado a dar dicho orden,
demuestran también un paisaje adecuado: las respuestas de los informantes muestran su
percepción de "paisaje" como un conjunto de elementos ordenados: "las plantaciones,
cómo han distribuido los cultivos o los potreros, se ve bonito. Están bien cultivadas para
que se vea más bonito, para que las personas que vienen de afuera, que no conocen
digan: aquí la gente ha sabido trabajar, han sabido distribuir, han sabido las formas de
planificar en dónde deben sembrar cada cosa".

4. Un último aspecto es la idea de obligatoriedad de varios elementos para conformar el


concepto de paisaje: los test de tríadas mostraronn que dicho concepto incluye ríos,
montañas, lomas, plantas, árboles; es decir, incorpora un conjunto de elementos
evaluados como inseparables. Ninguno de estos elementos por si solo es considerado
paisaje.

VI. FORMAS DE VIDA Y CATEGORÍAS DE TRABAJO: SU RELACIÓN CON EL USO DE


LOS RECURSOS.

Hemos señalado que la relación entre la población y los recursos naturales


depende de una serie de factores, entre ellos, las percepciones y valoraciones sobre tales
recursos. En esta sección vamos a analizar como las relaciones entre los seres humanos
también inciden en las formas de vinculación con la naturaleza y cómo a partir de estas
relaciones se construyen categorías de trabajo específicas.

En las comunidades de Nanegal tanto los hombres como las mujeres siembran
productos agrícolas, participan en el cultivo y procesamiento de la caña y cuidan animales
para el consumo doméstico, es decir, participan plenamente en el ciclo productivo para el
mercado y para el consumo familiar, aunque hay roles o funciones productivas asignadas
específicamente a cada género. La cultura y las relaciones sociales construyen categorías
o denominaciones lingüísticas para referirse a esas funciones. Así, de los hombres se
espera que “limpien el monte” y se les llama “macheteros”; esta actividad no es asignada a
las mujeres y no se les puede llamar “macheteras”. Los valores de género y las conductas
respecto del medio ambiente se reflejan en las categorizaciones de los distintos tipos de
trabajo que realizan esos hombres y mujeres aunque generalmente hay trabajos que son
considerados más masculinos o más femeninos que otros, pero en la práctica son realizados
por hombres o por mujeres indistintamente.

Identidades en Nanegal

Los pobladores del área no son indígenas, la mayor parte son campesinos migrantes
y solamente una proporción pequeña de ellos ha nacido en la zona. La palabra "colonos" no
los describe plenamente, pues la mayoría no fueron colonizadores de tierras baldías sino
compradores de tierras que ya tenían ocupantes anteriormente; por esto, tampoco ellos se
sienten identificados con este término. Actualmente se autoidentifican como "agricultores",
palabra que deja entrever su orientación productiva y su percepción de la zona como un
área agrícola. Si bien no es el propósito de este artículo profundizar en las formas de
identificación y denominación de los pobladores, cabe mencionar que varias personas de la
zona en ocasiones se refieren a sí mismas como habitantes o "habituados a la montaña" en
contraposición a los habitantes de la ciudad. Al contrario, otras personas consideran que son
los citadinos quienes los señalan como habitantes de la montaña, aunque ellas no se
sienten así, como lo demuestra el siguiente testimonio: “en otras comunidades no le llaman
así por que no hay monte, no hay bosque, como aquí donde había madera y árboles bien
grandes; en nuestra tierra (Carchi) si dicen ‘vive en la montaña’, pero en sí ya no es
montaña, ya es distinto".

25
Las formas de identidad que asumen los individuos siempre son múltiples. Alguien
puede autoidentificarse como agricultor, pero a la vez considerarse “cañicultor”, por ejemplo.
En adelante mostramos algunas de las “categorías de trabajo” que constituyen una de las
formas de identidad de los pobladores de Nanegal. Entre éstas están las de agricultor(a),
cañicultor(a), aserrador, cortador, cargador, chacriador(a), ganadero, etc. Cabe recalcar que
dichas categorías de trabajo son expresiones lingüísticas producidas en un marco de
relaciones sociales como también entre los individuos y el medio ambiente.

Trabajo y “formas de vida”

Al igual que en las clasificaciones de los recursos naturales, en este caso también
hay grandes clasificaciones que luego se subdividen en otras específicas y éstas a su vez
en otras más específicas (Gráfico N. 2).

GRAFICO N. 2

AGRICULTOR

Machetero Fumigador Sembrador Desherbador Cosechador Desgranador

Prepara el (o chacarero) (o limpiador) (o chaciador


terreno o si cosecha para
desbroza el autoconsumo)

Hombres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Mujeres


Mujeres Hombres Mujeres Hombres Niños
Niños(as) Niños(as) Hombres

Dentro de la categoría agricultor hay algunas subcategorías que se basan en el


mismo tipo de actividad, como cosechar o “chacrear”, cuyos significados son distintos porque
el destino de la cosecha y el proceso de manejo del recurso es diverso. La cosecha puede
referirse a cualquier producto, aunque está más destinado al mercado; chacrear se refiere
solamente al hecho de cosechar en las chacras pequeñas destinadas al autoconsumo. El
sembrador hombre es el “chacarero” aunque también hay mujeres chacareras y
básicamente ellas son las que siembran y cosechan para el consumo familiar. Aquí se
reproducen los valores de género y las percepciones de que las actividades femeninas se
refieren al cuidado de la casa y producción para el consumo familiar y las masculinas a la
producción agropecuaria que genera ingresos.

En las categorías lingüísticas se reflejan con mayor claridad los valores asignados a
los géneros, aunque en la práctica dichos valores pueden contradecirse. Así, por ejemplo los
testimonios revelan que muchas mujeres que “saben coger la bomba, fumigar, saben de
amarrar tomate, saben deshierbar tomate”. Pero al preguntar por las categorías de trabajo
se habla solamente de hombres que deshierban y que fumigan: “deshierbador”, “fumigador”.

Una de las formas de trabajo más importantes en la zona es la relacionada con el


26
proceso de trabajo de la caña; conjuntamente, existe un conjunto de subcategorías o
términos para referirse a cada parte del proceso. Los propietarios de cañaverales y trapiches
son cañicultores, aunque también algunos jornaleros que “solo se dedican al trabajo con
caña” pueden ser considerados como tales. Esta relación entre propiedad y dedicación
exclusiva a la caña es la que determina la categoría y la designación de la persona, como se
puede observar en un testimonio: “Para llamarle a alguien cañicultor tiene que ver con la
cantidad de tierra que tiene, porque, digamos esta es una fábrica grande. Para tener una
fábrica así, pasa de tener unas cinco hectáreas o de diez en adelante”. También a quienes
compran cañaverales se les puede designar como cañicultores: “Al que compra la caña se
puede llamar cañicultor aunque no siembre, pero no hay personas aquí que vivan así, sino
que todo el mundo tiene su caña, muele y si le hace falta o alguien no tiene fábrica, le
compra la caña, carga y muele en su propiedad. Pero así gente que viva sólo comprando y
moliendo no hay”.

Entre las subcategorías relacionadas con la caña están las de sembrador, trabajador,
cortador o “raumador”, cargador, moledor, bagaceador, sacador, destilador, melero,
panelero, vaciador, descachazador, quemador. Cada una de éstas tiene un lugar en la
jerarquía lógica de clasificaciones, como se observa en el gráfico N. 3. En estos casos las
mujeres también pueden realizar este tipo de trabajos, pero con las mismas valoraciones y
distinciones entre trabajo femenino y masculino: “Claro que pueden ser, porque son mujeres
de uno que tiene caña y ellas también cortan caña, también cargan. También hacen trago.
Hay mujeres de cañicultores y se dedican a eso: a moler, todo, se les puede decir
cañicultoras”.

Las personas que cargan la caña o que la cortan pueden ser jornaleros o peones.
Ellos no son cañicultores porque están prestando un servicio al cañicultor dueño de la finca.
Su trabajo es “al diario” o por obra, generalmente se contrata por hectárea. El “contratista” es
quien hace por obra los trabajos. (Ver procesamiento de la caña y categorías en el gráfico N.
4).

Adicionalmente, las clasificaciones están relacionadas con las valoraciones sobre las
distintas formas de trabajo. En la zona se considera la cañicultura como una de las mejores
formas de trabajo: “es un trabajo bastante rentable, porque de esta forma de trabajo sale
dinero”. Al contrario una de las peores formas de trabajo, la más pobre de todas, es la
agricultura de hortalizas, por ser la menos rentable. “Se siembra yuca, plátano, pero sólo
para la comida. Todo agricultor debe combinar ese trabajo con otra actividad económica
“porque de esto no saca nada”.

Como señalamos anteriormente, existe una relación entre las valoraciones del
paisaje y las categorías de trabajo. La mejor forma de trabajo (cañicultura) fue relacionada
con la tierra más apreciada (cañaverales): “es el sector más simpático para poder trabajar”.
Al contrario, la montaña fue considerada como el sitio que menos importancia tiene, porque
“es una parte que no tiene forma de trabajar, es una ladera. Lo que puede haber es madera,
puede ser un campo de explotar madera. En la parte que no hay como sembrar y hay
vegetación, puede haber, por ejemplo, canelo, cedro”.

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GRAFICO N. 3

CATEGORIAS DE TRABAJO

CULTIVO DE CAÑA
(Cañicultor)

sembrador trabajador cortador cargador moledor sacador panelero


(destilador)

siembra la limpia la hierba corta carga” inserta la “bagacea” quema revisa los bate
caña del suelo amontona transporta caña el horno tanques la miel
“despaja” “baja”
GRAFICO N. 4
PROCESO DE LA CAÑA
SIEMBRA
(Sembrador, jornalero)

TRABAJO
(Contratista)

Deshierba Despaje Aporque


(desherbador) (despajador)

COSECHA

CORTE
(cortador)

CARGADA
(cargador)

MOLIENDA
(moledor y bagaceador)

ELABORACION ELABORACION
AGUARDIENTE PANELA
(destilador) (panelero)

Jugo de caña Jugo de caña

Cajones de
fermentación

Calentadora Calentadora
(hornero) (hornero)

Pondo Pailas
olla o caldera banda

Evaporadora Punto Batido


(melero)

Serpentina Moldeado
(acomodador)

Recolector de Empaque
aguardiente (empapelador)

Venta Venta
Las actividades relacionadas con la explotación de madera también tienen
designaciones específicas. Se llama aserrador a quien tumba los árboles, los corta y hace

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tablas o vigas. El “terciador” es quien carga la madera en los caballos o mulas y la lleva al
sitio de entrega. Luego el “carpintero” procesa la madera elaborando muebles, puertas,
ventanas, etc.

Los ejemplos presentados muestran como las relaciones sociales y de género,


construidas en un marco histórico específico de esta zona, asignan roles a cada persona y
conforman agrupaciones o categorías de trabajo, identificadas a su vez, mediante términos
lingüísticos.

VII. CONCLUSIONES

La experiencia de investigación realizada por FLACSO, en el marco del proyecto


SANREM CRSP Ecuador, ofrece algunos resultados útiles para el conocimiento de los
principios conceptuales campesinos que se relacionan con el manejo de los recursos
naturales. Los datos de campo, recopilados a través de las encuestas, los dibujos
conceptuales, los talleres de historia o las entrevistas, demuestran una variedad de
percepciones y de acercamientos prácticos, simbólicos y lingüísticos a los recursos
naturales.

Estas percepciones se han desarrollado en el contexto de la relación entre las


prácticas y el proceso cognitivo y lingüístico que permite clasificar y denominar a los
elementos presentes en el medio ambiente. A la vez, las valoraciones, imágenes y
clasificaciones de los recursos naturales y de las categorías de trabajo existentes en la zona,
revelan su relación con las prácticas agropecuarias como eje fundamental de la economía y
relaciones sociales del área.

Estos resultados permiten algunas conclusiones encaminadas a ofrecer aportes al


proceso de construcción de un desarrollo rural sostenible, el cual depende, entre otros
factores, de un correcto uso de los recursos naturales para la producción. Es importante la
aplicación de métodos científicamente válidos para la comprensión de las formas de
apropiación humana de la naturaleza (conceptual y práctica). Los métodos etnocientífcos
constituyen un aporte para esta comprensión, directamente relacionada con las
percepciones y visiones de los seres humanos sobre su medio ambiente.

En este artículo hemos buscado un conocimiento de las formas según las cuales las
personas clasifican y utilizan los recursos. Esto es, hemos visto sus modelos de decisión.
Así, la clasificación local de los suelos, por ejemplo, es en si misma una forma de manejo de
este recurso. Si los suelos son clasificados como buenos, malos, cultivables, no cultivables,
en descanso, arables o no, reforestables, inservibles, etc. esa clasificación ofrece una idea
de la acción que las personas desarrollan sobre esos suelos: cultivar, dejar en descanso,
arar, no arar, reforestar, dejar como se encuentra, etc.

Los procesos de deforestación de los bosques tropicales y subtropicales demuestran


que las prácticas de explotación de las áreas de bosque pueden ser rentables por la
extracción de madera, pero destructivas del medio ambiente a muy corto plazo. Peor aún, en
el caso de Nanegal se han utilizado muy pocos recursos del bosque y se han deshechado
grandes remanentes. Este uso no ha sido sostenible ni ecológica, ni económica ni
socialmente. La investigación de las percepciones nos permite concluir que dichas prácticas
no son el producto de una “barbarie campesina”, sino de un proceso histórico que combina
30
las potencialidades ecológicas, los contextos mercantiles, las políticas nacionales y el
desafío de la subsistencia humana. Las ideas de “conservar y desarrollar” no estuvieron
presentes en los decisores de políticas al momento de formular la Ley de Colonización, por
ejemplo. Estos tampoco pensaron en promover prácticas adecuadas que generen una
producción sostenida a largo plazo, mejoren la calidad medioambiental o promuevan una
distribución equitativa de roles e ingresos.

Esto nos lleva a concluir que el “desarrollo rural sostenible”, y dentro de éste la
conservación de los recursos naturales, no es solamente un problema local, sino de contexto
regional, nacional, internacional. Tampoco es solo un problema económico, sino social,
cultural y de representaciones. El uso de los recursos naturales, sostenible o no, está
enmarcado en estos contextos.

El análisis y práctica del desarrollo sostenible requiere juntar la acción con la


investigación para conocer los modelos de uso adecuado o inadecuado de los recursos
naturales y potenciar mejores formas de aprovechamiento. A partir del conocimiento
interdisciplinario propiciado en la zona de Nanegal, es posible impulsar prácticas de “uso
sostenible de los recursos”, lo que implica escoger un uso alternativo y no degradativo de los
mismos, propiciar una mayor participación de los miembros de la comunidad y una
distribución más equitativa de los roles e ingresos entre hombres y mujeres, jóvenes y
adultos. Durante los últimos años se ha producido una creciente conciencia de la necesidad
de reorientar los sistemas productivos rurales hacia nuevos modelos de uso de los recursos
naturales ecológicamente sostenibles.

El conocimiento de las prácticas culturales relacionadas con el medio ambiente,


como también de los conceptos y las percepciones, puede contribuir a definir de manera
más adecuada los planes de manejo de un ecosistema. Este conocimiento también involucra
las aspiraciones de la población. Como señala Posey, "La mayoría de los ambientalistas
experimentados ha descubierto que, a no ser que la gente tenga una ventaja directa y un
interés en la conservación, los proyectos -por más que sean los mejor diseñados en el
mundo- tienen pocas oportunidades de lograr un éxito a largo plazo" (Posey, 1992).

Para concluir, queremos señalar con Virginia Nazarea, que cualquier proceso de
desarrollo requiere no solamente reconocer, sino construirse, en base a los conceptos y
creencias locales, elementos básicos para entender cómo los miembros de una población
piensan, clasifican y hacen sentido de su medio ambiente (Nazarea, op. cit: 91).

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