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Desde el inicio de la vida, el ser humano intenta dar sentido a su entorno; lo que en un primer
momento es semejante a un caleidoscopio de sensaciones, más tarde se convertirá en un todo
con sentido. Del caos estimular al cosmos mental, del mundo como un todo al mundo como un
conjunto de objetos y personas que se rigen por algún tipo de leyes. Por tanto, parece tarea
primordial en el estudio del desarrollo cognitivo, el conseguir responder a la pregunta sobre
cómo se consigue esta transición
Tal cómo diría Piaget : “Para los niños en la subetapa 5, el mundo es su laboratorio y pasan
el día realizando tranquilamente un miniexperimento tras otro.” Esta descripción supone algo
que me resulta fascinante, y es como el ser humano al no poseer ningún conocimiento sobre el
mundo, al no disponer de creencias fundadas y sólidas sobre la realidad (más allá de aquellas
que se presupone poseemos de forma innata) intenta comprender las leyes que dominan
la naturaleza y para ello hace uso, con sus limitaciones metodológicas, de un proceso tan
importante para el progreso como es el método científico. Más fascinante aun puede parecer
como “Los sucesos no anticipados no sólo les resultan interesantes, sino algo que debe ser
explicado y entendido.”; dónde se evidencia que si mediante modificaciones en la acción el
resultado no es el esperado, el ser humano en sus primeras etapas del desarrollo, intentará
comprender el porqué ese resultado no corresponde con la expectativa sobre su primitivo
conocimiento del funcionamiento del mundo.
Piaget determinó que la imitación que representaban los niños durante la etapa de inicio del
pensamiento, era una clara evidencia de imaginería mental. Al simular un hecho pasado, un
acontecimiento al que el niño había sido expuesto, éste debía haber asimilado esa realidad
en forma de pensamientos, imposibilitando cualquier otra explicación al transcurrir un lapso de
tiempo elevado entre el hecho vivenciado y la representación simbólica.
Por otro lado, la ‘amnesia infantil’ parece un tema controvertido. Existe mucho debate al
respecto e intentando decantarme por alguna explicación, me quedo con aquella que me
parece más lógica. La teoría del procesamiento de la información intenta dar una explicación
a la incapacidad de recordar eventos de la infancia más temprana por parte del ser adulto. La
hipótesis que se plantea es que los recuerdos son codificados mediante el lenguaje y por tanto
el vocabulario primitivo en el que se almacenó el recuerdo es prácticamente indescifrable por el
niño ya mayor o bien adulto.
He nombrado estos dos temas, además de por el interés que me han suscitado, para presentar
dos teorías enfrentadas -o en algunos casos complementarias- y que intentan explicar el
desarrollo cognitivo del niño, pero haciendo uso de diferentes niveles de explicación. Dejando
de lado el enfrentamiento entre los teóricos de uno y de otro bando, intentaré expresar una
duda de carácter general y de este modo concluir la reflexión del primer bloque del seminario.
Bien, si el primer bloque del seminario se centraba en los aspectos innatos del desarrollo,
en la segunda parte se propone una visión ambientalista del desarrollo cognitivo; en la cual
la relación padres-niño es la base de todo el proceso de aprendizaje. Participación guiada,
Andamiaje y desandamiaje, negociación al alza y sistema de exigencias y apoyos balanceado
son los fundamentos de la intervención que deben llevar a cabo los padres. Por tanto, gran
parte de las aportaciones de este segundo bloque del seminario estarían relacionadas con los
instrumentos y mecanismos que los padres deben usar para guiar el desarrollo del niño.
Además, debe existir una negociación al alza por parte de los padres hacia sus hijos, citando
textualmente sería “compartir una definición de situación, que habitualmente estará más acá
de la que tiene el padre, pero más allá de la que inicialmente tenía el bebé”. Esta negociación
sería una constante a lo largo del desarrollo del niño y, de este modo, le permitiría redefinir las
situaciones a las que se ve expuesto de un modo más maduro.
Los padres deben ser los encargados del andamiaje que le permitirá al niño alcanzar
sus metas. Para conseguir esa meta, los padres deberían facilitar un correcto balance de
exigencias y apoyos. En base a la lectura creo entender que esta función se podría desglosar
en:
Por último y para acabar este intento de reflexión, dejo un par de citas de la lectura donde,
desde mi punto de vista, se sugiere que la labor de los padres como instructores puede ser
suplida y que además, en algunos casos, podría no ser del todo satisfactoria. De esta forma los
padres serían poseedores, supuestamente en exclusividad, de la labor afectiva.
“En todo caso, deben tener claro que es más fácil que alguien haga por ellos [refiriéndose a los
padres] la labor de instrucción que la de afecto incondicional.”
“Finalmente, hay que prever la posibilidad de que algunos padres [...] no sean capaces
de estimular suficiente o adecuadamente las posibilidades evolutivas de sus hijos [...] es
imprescindible articular desde lo antes posible y durante el mayor número de años posibles,
medidas de intervención educativa compensatoria.”
A raíz de ésto, me surge la necesidad de conocer cómo los modelos teóricos que estudian el
proceso educacional se posicionan en este asunto.