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Seminario 1 - Reflexión

Juan Haro Rodríguez

Desde el inicio de la vida, el ser humano intenta dar sentido a su entorno; lo que en un primer
momento es semejante a un caleidoscopio de sensaciones, más tarde se convertirá en un todo
con sentido. Del caos estimular al cosmos mental, del mundo como un todo al mundo como un
conjunto de objetos y personas que se rigen por algún tipo de leyes. Por tanto, parece tarea
primordial en el estudio del desarrollo cognitivo, el conseguir responder a la pregunta sobre
cómo se consigue esta transición

Tal cómo diría Piaget : “Para los niños en la subetapa 5, el mundo es su laboratorio y pasan
el día realizando tranquilamente un miniexperimento tras otro.” Esta descripción supone algo
que me resulta fascinante, y es como el ser humano al no poseer ningún conocimiento sobre el
mundo, al no disponer de creencias fundadas y sólidas sobre la realidad (más allá de aquellas
que se presupone poseemos de forma innata) intenta comprender las leyes que dominan
la naturaleza y para ello hace uso, con sus limitaciones metodológicas, de un proceso tan
importante para el progreso como es el método científico. Más fascinante aun puede parecer
como “Los sucesos no anticipados no sólo les resultan interesantes, sino algo que debe ser
explicado y entendido.”; dónde se evidencia que si mediante modificaciones en la acción el
resultado no es el esperado, el ser humano en sus primeras etapas del desarrollo, intentará
comprender el porqué ese resultado no corresponde con la expectativa sobre su primitivo
conocimiento del funcionamiento del mundo.

El bebé a lo largo de su desarrollo consigue entender e interiorizar el mundo que le rodea,


comienza a formar un pensamiento de base probabilística, un sistema de creencias que le
permite predecir y anticipar ciertos sucesos que siguen algún tipo de regularidad. Pero el bebé
no construye este sistema de la nada, parece quedar claro que el bebé no es una ‘tabula rasa’,
y es en este punto donde han discrepado (y siguen discrepando) los diferentes marcos teóricos
Los teóricos, tanto nativistas como ambientalistas, se enfrentan al debatir la naturaleza del
aprendizaje; un eterno debate que ha permitido una evolución en la ciencia psicológica y ha
facilitado una respuesta a la pregunta ¿cuál es la dotación de serie que poseemos al nacer,
o bien es, como creen algunos, una tabula rasa?. Podríamos dar una respuesta clara con un
ejemplo: bebés con pocos meses de edad ya utilizan principios matemáticos.

Habiendo intentado introducir mi reflexión sobre la temática tratada, nombraré algunos


conceptos que desconocía y que me han llamado la atención. He de reconocer que me han
sorprendido muchos aspectos de la lectura, pero para no nombrarlos todos, intentaré destacar
dos de ellos: el inicio del pensamiento según Piaget y la incapacidad de recuperar recuerdos de
una etapa inicial del desarrollo o ‘amnesia infantil’ explicada por la teoría del procesamiento de
información.

Piaget determinó que la imitación que representaban los niños durante la etapa de inicio del
pensamiento, era una clara evidencia de imaginería mental. Al simular un hecho pasado, un
acontecimiento al que el niño había sido expuesto, éste debía haber asimilado esa realidad
en forma de pensamientos, imposibilitando cualquier otra explicación al transcurrir un lapso de
tiempo elevado entre el hecho vivenciado y la representación simbólica.

Por otro lado, la ‘amnesia infantil’ parece un tema controvertido. Existe mucho debate al
respecto e intentando decantarme por alguna explicación, me quedo con aquella que me
parece más lógica. La teoría del procesamiento de la información intenta dar una explicación
a la incapacidad de recordar eventos de la infancia más temprana por parte del ser adulto. La
hipótesis que se plantea es que los recuerdos son codificados mediante el lenguaje y por tanto
el vocabulario primitivo en el que se almacenó el recuerdo es prácticamente indescifrable por el
niño ya mayor o bien adulto.

He nombrado estos dos temas, además de por el interés que me han suscitado, para presentar
dos teorías enfrentadas -o en algunos casos complementarias- y que intentan explicar el
desarrollo cognitivo del niño, pero haciendo uso de diferentes niveles de explicación. Dejando
de lado el enfrentamiento entre los teóricos de uno y de otro bando, intentaré expresar una
duda de carácter general y de este modo concluir la reflexión del primer bloque del seminario.

El texto estudiado sugiere que la precisión, o nivel de concreción, del sistema de


procesamiento de la información le resta habilidad para poder dar una explicación general
del ‘rompecabezas del desarrollo cognitivo’, en cuanto a que éste se centra en la descripción
minuciosa de sus ‘piezas’. En cambio, el modelo piagetiano, al ser menos minucioso (o preciso
en su metodología) podría conseguir una explicación global sobre la naturaleza del desarrollo
cognitivo. La duda es: si ambos enfoques son complementarios y explican la realidad del
desarrollo a diferentes niveles, ¿cómo puede el enfoque piagetiano explicar el ‘rompecabezas
completo’ sin describir sus piezas? y ¿por qué la teoría del procesamiento de la información,
aun siendo posterior a la piagetiana (además de complementaria a ésta) y más precisa en
su metodología, no puede dar una visión general igual de exacta o incluso más si cabe del
problema? Puede que la respuesta se encuentre en que son complementarias y que además
explican una misma realidad a diferentes niveles, pero ¿no sería cierto que si una realidad se
explica desde sus elementos básicos poseerá una mayor validez que aquélla que trabaja con
ellos como un todo?

Bien, si el primer bloque del seminario se centraba en los aspectos innatos del desarrollo,
en la segunda parte se propone una visión ambientalista del desarrollo cognitivo; en la cual
la relación padres-niño es la base de todo el proceso de aprendizaje. Participación guiada,
Andamiaje y desandamiaje, negociación al alza y sistema de exigencias y apoyos balanceado
son los fundamentos de la intervención que deben llevar a cabo los padres. Por tanto, gran
parte de las aportaciones de este segundo bloque del seminario estarían relacionadas con los
instrumentos y mecanismos que los padres deben usar para guiar el desarrollo del niño.

Se propone que la interacción padres-niño es un proceso de participación, donde los padres


dan el soporte necesario para realizar aquellas actividades que el niño por si mismo no puede
llevar a cabo. De forma que, partiendo de las capacidades el niño posee, se puedan desarrollar
nuevas habilidades, pero siempre teniendo en cuenta las limitaciones de éste. Los instrumentos
y mecanismos para ejecutar correctamente esta participación guiada deberían formar parte
del sentido común de los padres; estos instrumentos y mecanismos se fundamentarían en el
concepto de sensibilidad parental, es decir, la capacidad parental para estimular “de manera
adecuada las necesidades y posibilidades que el niño presenta”.

Además, debe existir una negociación al alza por parte de los padres hacia sus hijos, citando
textualmente sería “compartir una definición de situación, que habitualmente estará más acá
de la que tiene el padre, pero más allá de la que inicialmente tenía el bebé”. Esta negociación
sería una constante a lo largo del desarrollo del niño y, de este modo, le permitiría redefinir las
situaciones a las que se ve expuesto de un modo más maduro.

Los padres deben ser los encargados del andamiaje que le permitirá al niño alcanzar
sus metas. Para conseguir esa meta, los padres deberían facilitar un correcto balance de
exigencias y apoyos. En base a la lectura creo entender que esta función se podría desglosar
en:

1. El padre propone un reto al niño.


2. El niño se ve estimulado a conseguir ese reto.
3. Si el niño no posee las competencias adecuadas para alcanzarlo, y siempre y cuando
estas metas no estén demasiado alejadas de su nivel de desarrollo, el padre ayudará a
que éste alcance los objetivos inaccesibles.
4. Una vez conseguido, los padres deben retirar su soporte para que el niño pueda
llevar a cabo la acción solo.

No puedo dejar de comentar otra aportación interesante -y la que más me interés ha


despertado en mí-: la descontextualización del pensamiento. Conseguir una transición de lo
concreto a lo general, es otra de las funciones que los padres deben desempeñar. Con esto
se consigue que el niño ‘trascienda la realidad’ obteniendo una visión más allá de su entorno
próximo. Y es el lenguaje el principal objetivo de la descontextualización: los padres deben
reconocer y trabajar el lenguaje como herramienta que dé origen a un diálogo interno en el
niño y que siente las bases del sentido de planificación y racionalidad. No se puede negar
que el diálogo interior es una habilidad única y fascinante del ser humano; éste surge en
nosotros cuando somos niños y ya no nos abandona. Resulta casi imposible concebir nuestra
experiencia consciente silenciando la voz en off de nuestra conversación interna ¡Y pensar que
ésta nace con la comprensión y producción del lenguaje! Realmente increíble.

Siguiendo con la importancia de la descontextualización, me quedo con un ejemplo extraído


de la lectura: una madre le enseña a su hija a comprender que lo que está viendo en ese libro
sobre animales que tiene delante, en realidad forma parte de algo allá fuera; ésto parece algo
tan cotidiano, que a simple vista puede parecer intrascendente, pero es de esta forma como
nacerá un complejo sistema de creencias y relaciones entre el entorno próximo y el global; le
dará al niño un “modo de contemplar la realidad, trascendiéndola”.

Por último y para acabar este intento de reflexión, dejo un par de citas de la lectura donde,
desde mi punto de vista, se sugiere que la labor de los padres como instructores puede ser
suplida y que además, en algunos casos, podría no ser del todo satisfactoria. De esta forma los
padres serían poseedores, supuestamente en exclusividad, de la labor afectiva.

“En todo caso, deben tener claro que es más fácil que alguien haga por ellos [refiriéndose a los
padres] la labor de instrucción que la de afecto incondicional.”

“Finalmente, hay que prever la posibilidad de que algunos padres [...] no sean capaces
de estimular suficiente o adecuadamente las posibilidades evolutivas de sus hijos [...] es
imprescindible articular desde lo antes posible y durante el mayor número de años posibles,
medidas de intervención educativa compensatoria.”

A raíz de ésto, me surge la necesidad de conocer cómo los modelos teóricos que estudian el
proceso educacional se posicionan en este asunto.

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