You are on page 1of 16

Plauto

Comedia
Anfitrión
1

PERSONAJES
Mercurio
Sosia
Júpiter
Alcmena
Anfitrion

La acción se realiza en Tebas, frente a


las puertas de la casa de Anfitrión.

Se desarrolla en un
Prólogo y un Enredo
Anfitrión
2
PRÓLOGO

MERCURIO.- Ahora voy decirles en primer lugar el ruego


que he venido a hacerles; después expondré el argumento
de esta tragedia... ¿Por qué arrugan la frente? ¿Porque
dije que iba a ser una tragedia? Soy un dios, en un
instante la transformaré. Esta misma obra, si quieren, la
convertiré de tragedia en Comedia, sin cambiar un solo
verso. ¿Lo quieren, sí o no? Pero ¡seré tonto! ¿Cómo si yo
no supiera, siendo un dios, que sí lo quieren? Sé muy bien
cuál es su parecer sobre este punto. Haré que sea una
mezcla de comedia y tragedia. Pues hacer que sea
comedia por completo una obra en la que intervienen
reyes y dioses, no me parece conveniente. Entonces, ¿qué
hacer? Pero, como también un esclavo hace un papel en
ella, haré que sea, tal como he dicho, una tragicomedia.
Así que, repito, el propio Júpiter va a actuar hoy en esta
representación y yo con él. Ahora atiendan, que les voy a
exponer el argumento de esta comedia.
Esta ciudad es Tebas. En esa casa que ven, ahí vive
Anfitrión, nacido en Argos, de padre argivo, y casado con
Alcmena, hija de Electrión. En este momento Anfitrión
está al frente de las legiones, pues el pueblo tebano se
encuentra en guerra con los teléboas. Sin embargo, antes
de partir a la guerra, dejó embarazada a su esposa
Alcmena. Creo que ya saben cómo es mi padre, qué
libertades se permite en todas estas cuestiones y con qué
apasionamiento ama a toda mujer de la que se enamora.
Empezó a amar a Alcmena a escondidas de su esposo,
usufructuó su cuerpo, la violó y, como consecuencia, la
dejó embarazada. O sea, para que lo entiendan mejor,
Alcmena está embarazada de los dos, de su marido y del
Supremo Júpiter. En este momento mi padre está ahí
dentro acostado con ella, y por este motivo la noche se ha
prolongado, mientras él disfruta de la mujer que ama.
Pero ha tomado el aspecto de Anfitrión. En cuanto a mí,
no les extrañe este mi atuendo, con el que me he
Anfitrión
3
presentado en escena, con este atavío de esclavo. Voy a
ofrecerles una versión nueva de una historia vieja y an-
tigua, por eso, me he presentado de esta manera nueva.

EQUÍVOCO
SOSIA.- ¿Y para qué lo quieres saber tú, que deshuesas la
cara de los hombres con tus puños? Ulises declara.
MERCURIO.- ¿Eres esclavo o libre?
SOSIA.- Soy lo que se me antoja.
MERCURIO.- ¿Ah, sí?
SOSIA.- Por supuesto que si.
MERCURIO.- ¡Eres un apaleado!
SOSIA.- Mientes.
MERCURIO.- Pero pronto tendrás que admitir que digo la
verdad.
SOSIA.- ¿Qué necesidad hay de ello?
MERCURIO.- ¿Puedo saber adónde vas, de quién eres o a
qué has venido?
SOSIA.- (Señalando el palacio de Anfitrión) Vengo aquí y soy
esclavo de mi amo. ¿Te has enterado?
MERCURIO.- Me voy a cargar yo esa maldita lengua,
bellaco.
SOSIA.- Imposible. Es casta y está bien guardada.
MERCURIO.- ¿Sigues con tus agudezas? ¿Y qué haces
merodeando por esta casa?
SOSIA.- Di más bien, ¿qué haces tú?
MERCURIO.- El rey Creonte pone aquí un centinela todas
las noches.
SOSIA.- ¡Bien hecho! Como estábamos en el extranjero,
hizo proteger nuestra casa. Pero ahora vete. Dile que han
Anfitrión
4
llegado los familiares.
MERCURIO.- No sé yo qué grado de familiaridad es el
tuyo. Pero si no te largas inmediatamente, querido
familiar, te aseguro que tendrás un recibimiento muy poco
familiar.
SOSIA.- Te digo que yo vivo aquí y soy esclavo de esta
casa. Pero ¿no te digo que soy un esclavo de esta familia?
MERCURIO.- Ten cuidado, que te vas a llevar una paliza,
si no te largas inmediatamente de aquí.
SOSIA.- ¿Es que pretendes impedirme entrar en la casa a
mi llegada del extranjero?
MERCURIO.- ¿Es ésta tu casa?
SOSIA.- Te digo que sí.
MERcURIO.- Y entonces, ¿quién es tu amo?
SOSIA.- Anfitrión, que en estos momentos está al frente
de las legiones y está casado con Alcmena.
MERCURIO.- Dime, ¿cómo te llamas?
SOSIA.- Sosia, hijo de Davo, me llaman los tebanos.
MERCURIO.- Es el colmo de la osadía. Te juro que hoy has
venido aquí para tu desgracia, con esas mentiras tan bien
tramadas, con esos engaños tan bien zurcidos.
SOSIA.- Te equivocas: vengo con las túnicas zurcidas, no
con los engaños.
MERCURIO.- Sigues mintiendo: vienes con los pies, no
con las túnicas.
SOSIA.- Sí, esa es la verdad.
MERCURIO.- La verdad es que ahora mismo vas a recibir
una paliza.
SOSIA.- Por Pólux, la verdad es que no quiero.
MERCURIO.- Pero la verdad, por Pólux, es que la vas a
recibir, quieras o no. (Le pega) ¿Ya ves que la verdad es de
Anfitrión
5
las buenas, de las que no admiten discusión?
SOSIA.- ¡Perdón, te lo suplico!
MERCURIO.- ¿Así que te atreves a decir que eres Sosia,
cuando ese soy yo?
SOSIA.- ¡Muerto estoy!
MERCURIO.- Poco es eso, comparado con lo que te
espera. Y ahora ¿de quién eres?
SOSIA.- Tuyo, porque con tus puños me has hecho tuyo
por derecho de uso. ¡Socorro, ciudadanos de Tebas!
MERCURIO.- ¿Y gritas, bellaco? Dime, ¿a qué has venido?
SOSIA.- A que me golpearas con tus puños.
MERCURIO.- ¿De quién eres?
SOSIA.- De Anfitrión, te digo. Soy Sosia.
MERCURIO.- ¿Ah, sí? Pues por mentiroso vas a recibir otra
paliza mayor. Yo soy Sosia, no tú.
SOSIA.- ¡Quieran los dioses que lo seas tú y sea yo quien
te golpee!
MERCURIO.- ¿Y refunfuñas?
SOSIA.- Ya me callo.
MERCURIO.- ¿Quién es tu amo?
SOSIA.- Quien tú quieras.
MERCURIO.- Y ahora, ¿cómo te llamas?
SOSIA.- Sólo como tú me ordenes.
MERCURIO.- Decías que eras Sosia, de Anfitrión.
SOSIA.- Me equivoqué. Quise decir que era socio de Anfi-
trión.
MERCURIO.- Ya sabía yo que no había otro esclavo Sosia
en la casa más que yo. Tú has perdido el juicio.
SOSIA.- ¡Qué pena que no te hubiera ocurrido a ti lo mis-
Anfitrión
6
mo con los puños!
MERCURIO.- Yo soy ese Sosia que hace un momento tú
pretendías ser.
SOSIA.- Te suplico: déjame hablarte en paz, sin peligro
de recibir una paliza.
MERCURIO.- Está bien. Si quieres decirme algo, hagamos
una tregua momentánea.
SOSIA.- Sólo hablaré una vez firmada la paz, dado que
tus puños son más fuertes.
MERCURIO.- Di lo que quieras, que no te haré daño.
SOSIA.- ¿Puedo fiarme de ti?
MERCURIO.- Puedes
SOSIA.- ¿Y si me engañas?
MERCURIO.- Entonces que la cólera de Mercurio caiga
sobre Sosia
SOSIA.- Escucha, ahora que puedo hablar libremente. Yo
soy Sosia, el esclavo de Anfitrión.
MERCURIO.- ¿Otra vez?
SOSIA.- Hice la paz, hice un pacto: te digo la verdad.
MERCURIO.- ¡Qué paliza te vas a llevar!
SOSIA.- Como quieras, haz lo que quieras, dado que tus
puños son más fuertes. Pero, hagas lo que hagas, te juro,
por Hércules, que esto no me lo callaré.
MERCURIO.- En tu vida conseguirás que yo deje de ser
Sosia.
SOSIA.- Y tú puedes estar seguro, por Pólux, de que no
lograrás que yo cambie de dueño y deje de pertenecer a
mi amo. Y en la casa no hay otro esclavo Sosia más que
yo. Yo, que fui con Anfitrión a la guerra.
MERCURIO.- Estás loco.
SOSIA.- ¿Loco yo? Tú sí que estás loco. ¡Diablos! ¿No soy
Anfitrión
7
yo Sosia el esclavo de Anfitrión? ¿No ha llegado esta
noche nuestra nave del puerto pérsico y yo vine en ella?
¿No me envió aquí mí amo? ¿No estoy ahora delante de
nuestra casa? ¿No tengo un farol en la mano? ¿No estoy
hablando? ¿No estoy despierto? ¿No me acaba de golpear
este tipo con sus puños? Por Hércules, claro que me
golpeó. Y todavía, pobre de mí, me duelen las
mandíbulas. Entonces, ¿por qué dudo? O ¿por qué no
entro en nuestra casa?
MERCURIO.- ¿Cómo? ¿En “nuestra” casa?
SOSIA.- Sí, claro que sí.
MERCURIO.- ¡Mientes! Todo lo que acabas de decir es
completamente falso. Esta noche zarpó nuestra nave del
puerto pérsico y conquistamos la ciudad en la que reinó
Pterelao e hicimos prisioneras a las legiones de los
teléboas por la fuerza de las armas y el propio Anfitrión
degolló al rey Pterelao en el combate.
SOSIA.- (Aparte) Desconfío hasta de mí mismo, cuando le
oigo decir todo eso. Pero es cierto que relata fielmente
todo lo ocurrido allí. (A Mercurio) Pero, dime, ¿qué regalo le
dieron a Anfitrión los teléboas?
MERCURIO.- La copa de oro en la que solía beber el rey
Pterelao.
SOSlA.- (Aparte) ¡Lo ha dicho! (A Mercurio) ¿Y dónde está
ahora esa copa?
MERCURIO.- En un pequeño cofre, sellado con el sello de
Anfitrión.
SOSIA.- Y, dime, ¿qué hay grabado en ese sello?
MERCURIO.- El sol naciente con su cuadriga... ¿Por qué
tratas de pillarme, granuja?
SOSIA.- (Aparte) Sus pruebas con irrefutables. Me ha
vencido. He de buscarme otro nombre. No me explico
desde dónde pudo verlo todo. Pero ahora mismo voy a
agarrarlo. Pues lo que hice yo mismo, a solas, sin
Anfitrión
8
testigos, en la tienda, a buen seguro que no podrá decirlo.
(A Mercurio) Sí tú eres Sosia, cuando las legiones estaban
en el furor del combate, ¿qué hacías tú en la tienda? Si lo
dices, me doy por vencido.
MERCURIO.- Había allí un cántaro de vino. Llené una
jarra.
SOSIA.- (Aparte) Va por buen camino.
MERCURIO.- Y este vino me lo bebí, completamente puro.
SOSIA.- (Aparte) Sí, es cierto, yo allí me vacié una jarra de
vino puro. ¡Cualquiera diría que estaba escondido dentro
de la botella!
MERCURIO.- ¿Y qué? ¿Te convences de que no eres
Sosia?
SOSIA.- ¿Tú niegas que lo sea?
MERCURIO.- ¿Cómo no voy a negarlo, si yo soy Sosia?
SOSIA.-Te juro por Júpiter que yo lo soy y que no estoy
mintiendo.
MERCURIO.- Y yo te juro por Mercurio que Júpiter no te
cree. Estoy seguro de que creerá más una simple palabra
mía que todos tus juramentos.
SOSIA.- Y entonces, ¿quién soy yo, si no soy Sosia? Con-
testa. (Sale Júpiter disfrazado)
JÚPITER.- Adiós, Alcmena. Ocúpate de nuestra casa,
como hasta ahora, y, sobre todo, por favor, cuídate: ya
sabes que estás fuera de cuentas. Yo tengo que irme.
Pero tú, sea niño o niña, reconoce a la criatura.
ALCMENA.- ¿Y por qué motivo, esposo mío, te vas tan
precipitadamente de casa?
JÚPITER.- Desde luego, por Pólux, no porque esté
cansado de ti o de mi hogar. Pero cuando el comandante
en jefe no está con sus tropas, más pronto se hace lo que
no se debe que lo que se ha de hacer.
Anfitrión
9
MERCURIO.- (Aparte) ¡Vaya! Hábil impostor que está hecho
mi padre. Ya verán con qué halagos va a engatusarla.
ALCMENA.- Ya veo, por Cástor, en qué alta estima tienes
a tu esposa.
JÚPITER.- ¿No te basta con que te quiera más que a
ninguna otra mujer?
MERCURIO.- (Aparte, elevando la vista al cielo) Te aseguro, por
Pólux, que si ella se enterara de que te dedicas a estas
cosas, preferirías, sin duda alguna, ser Anfitrión a Júpiter.
ALCMENA.- Eso preferiría yo saberlo por experiencia a que
tú me lo digas. Te vas antes de haber tenido tiempo de
calentar el lado de la cama en que te acostaste. Viniste a
media noche y ya te vas. ¿Te parece bonito?
MERCURIO.- (Aparte) Me acercaré y le diré algo. Voy a
darle una mano a mi padre. (A Alcmena) No creo yo, por
Pólux, que haya otro mortal tan perdidamente enamorado
de su esposa como éste lo está de ti.
JÚPITER.- ¿Crees que no te conozco, granuja? ¿Quieres
largarte de mi vista? ¿Qué tienes tú que meterte en esto,
bribón, o decir una palabra? Con este bastón te voy a...
ALCMENA.- No, por favor.
JÚPITER.- (A Mercurio) ¡Atrévete a abrir la boca!
MERCURIO.- (Aparte) A punto ha estado de costarme caro
mi primera mano.
JÚPITER.- (A Alcmena) En cuanto a eso que dices, esposa
mía, no tienes que enfadarte conmigo. Por ti he dejado en
secreto el campamento y me he sustraído todo este
tiempo a mis obligaciones, para que fueses tú la primera
en saber de mi boca cómo he dirigido la campaña. Todo te
lo he relatado detalladamente. Si no te amara más que a
nadie, no lo habría hecho.
MERCURIO.- (Aparte) ¿No se los decía? Trata de vencer sus
temores con halagos.
Anfitrión
10
JÚPITER.- Ahora, para que las tropas no sospechen nada,
debo regresar en secreto al campamento, no vayan a
decir que he antepuesto mi esposa a los intereses del
Estado.
ALCMENA.- Haces llorar a tu esposa con tu partida.
JÚPITER.- Cállate, no estropees tus ojos, volveré en un
instante.
ALCMENA.- Un instante que va a ser eterno.
JÚPITER.- No creas que me alegra tener que dejarte y
separarme de ti.
ALCMENA.- Ya me doy cuenta, pues te vas la misma
noche de tu llegada.
JÚPITER.- ¿Por qué te empeñas en retenerme? Se me
hace tarde. Quiero salir de la ciudad antes de que
amanezca. Pero antes, toma: esta copa, que me dieron
como regalo en recompensa de mi valor, en la que bebía
el rey Pterelao, al que maté con mis propias manos, te la
regalo.
(Salen Júpiter y Mercurio. Llegan Anfitrión y Sosia)
ANFITRIÓN.- ¿Qué pasó?
SOSIA.- Ya estaba yo delante de la casa mucho antes de
haber llegado.
ANFITRIÓN.- ¡Diablos! ¿Qué tonterías son esas? ¿Tú estás
bien de la cabeza?
SOSIA.- Estoy como me ves
ANFITRIÓN.- A este pobre hombre una mala mano le ha
causado un maleficio, después de que me dejó.
SOSIA.- Sí, lo admito. Pues me han molido a puñetazos
de la manera más maléfica.
ANFITRIÓN.- ¿Y quién te golpeó?
SOSIA.- Yo mismo, el yo que está ahora en casa.
Anfitrión
11
ANFITRIÓN.- Guárdate de contestar sólo a lo que te
pregunte. En primer lugar, dime: ¿quién es ese Sosia?
SOSIA.- Tu esclavo.
ANFITRIÓN.- Pero si yo contigo solo tengo más de lo que
quiero. Y, además, en toda mi vida, he tenido otro esclavo
que tú.
SOSIA.- Pues yo te digo otra cosa, Anfitrión: cuando
llegues a casa, te encontrarás, te lo aseguro, con tu
esclavo Sosia, otro distinto de mí, claro, nacido del mismo
padre Davo que yo, del mismo aspecto y edad que yo
(Señalándose a sí mismo) En resumen, este Sosia se te ha
duplicado.
ALCMENA.- (Sola. Aparte) ¿Las alegrías que recibimos a lo
largo de nuestra vida y de nuestra existencia no son tan
poca cosa en comparación con nuestras penas? Este es el
destino de todos, ésta es la voluntad de los dioses: que de
la alegría sea fiel compañera la tristeza; más aún, que si
te toca en suerte alguna dicha, mayor dolor e infelicidad
de inmediato aparezcan. Yo, lo estoy comprobando ahora
por propia experiencia, lo estoy sabiendo por mí misma.
Me fue concedido un corto periodo de alegría, mientras
tuve la posibilidad de ver a mi marido: una sola noche.
Pero él de pronto se alejó de mi lado sin esperar siquiera
al día. Y ahora me siento sola, porque el hombre que más
amo, está lejos. Mayor pesar he recibido con la partida de
mi marido, que alegría con su llegada. Pero al menos me
hace feliz saber que venció a los enemigos y regresó a
casa cubierto de gloria. Este es mi consuelo. Que esté
lejos, con tal que regrese a su casa alcanzada la gloria
Aguantaré, soportaré sin queja alguna su partida con
fortaleza y firmeza. Sólo conque se me conceda la
compensación de que mi marido sea celebrado como el
vencedor de la guerra, me consideraré satisfecha. El valor
es la mejor recompensa. El valor sin duda aventaja a
todas las cosas. Libertad, salud, vida, hacienda, padres,
patria e hijos, él es quien los protege y conserva. El valor
Anfitrión
12
lo encierra todo. El que es dueño del valor tiene todos lo
bienes.
ANFITRIÓN.- (Sin ver a Alcmena) Creo, por Pólux, que mi
mujer espera ansiosamente mi llegada, porque me quiere,
como yo a ella, sobre todo después de terminada
felizmente la campaña y vencidos los enemigos. Todos los
consideraban invencibles. Pero bajo mi mando y mis
pronósticos los hemos vencido al primer combate. Sí,
estoy seguro de que mi mujer desea y espera
ansiosamente mi llegada.
SOSIA.- ¿Y no crees que mi amiga también espera
ansiosamente la mía?
ALCMENA.- (Viendo a Anfitrión) ¡Pero si es mi marido!
ANFITRIÓN.- (A Sosia, sin ver a Alcmena) Tú sígueme por aquí.
ALCMENA.- (Aparte) Pero, ¿cómo será que vuelve, sí hace
un momento aseguraba tener mucha prisa? ¿O vendrá
con el propósito de probarme y querrá comprobar cómo
lamento su partida? Por Cástor, que no me disgusta su
regreso.
SOSIA.- (Viendo a Alcmena) Anfitrión, sería mejor que
regresáramos a la nave.
ANFITRIÓN.- ¿Por qué motivo?
SOSIA.- Porque nadie nos va a dar de comer a nuestra
llegada.
ANFITRIÓN.- ¿Y por qué se te ocurre eso?
SOSIA.- Pues porque llegamos tarde.
ANFITRIÓN.- ¿Por qué?
SOSIA.- (Señalando el vientre de Alcmena) Porque veo a
Alcmena delante de casa y tiene la barriga llena.
ANFITRIÓN.- Claro, la he dejado embarazada al partir.
SOSIA.- ¡Ay, pobre de mí, estoy perdido!
ANFITRIÓN.- ¿Qué te pasa?
Anfitrión
13
SOSIA.- Que llego a casa en el momento justo para
acarrear el agua, al cabo de los diez meses, por los
cálculos que veo que haces.
ANFITRIÓN.- Ten ánimo.
SOSIA.- No sabes bien todo el ánimo que tengo. En
cuanto agarre el cubo, por Pólux, no vuelvas a creerme
nunca ni una sola palabra, si yo, una vez que empiece, no
le saco toda el ánima a ese pozo.
ANFITRIÓN.- Tú sígueme por aquí. Yo encargaré a otro
ese trabajo. No temas.
ALCMENA.- (Aparte) Creo que cumpliría mejor con mi
deber, saliendo a su encuentro.
ANFITRIÓN.- (Dirigiéndose a Alcmena) Anfitrión saluda con
alegría a su añorada esposa, a quien su marido considera
la mejor de todas las de Tebas y de quien los tebanos
proclaman su honestidad. ¿Has estado siempre bien? ¿Te
alegras de mi llegada?
SOSIA.- (Observando la sorpresa y frialdad del recibimiento de
Alcmena, aparte con ironía) No he visto alegría mayor. Se
alegra tanto que lo saluda ni más ni menos que a un
perro.
ANFITRIÓN.- Me alegro de verte embarazada, de verte
tan lozana.
ALCMENA.- Te lo suplico, por Cástor, ¿por qué quieres
burlarte de mí, saludándome y hablándome como si no
me hubieras visto hace un rato, como si volvieras ahora
por primera vez a casa de la guerra? Me hablas como si
hiciera mucho tiempo que no me ves.
ANFITRIÓN.- Te aseguro que hasta ahora no te había
visto en parte alguna.
ALCMENA.- ¿Por qué lo niegas?
ANFITRIÓN.- Porque me han enseñado a decir la verdad.
ALCMENA.- Pues no obra bien el que olvida lo que le han
Anfitrión
14
enseñado. ¿Es que vienes a probar sentimientos? Pero,
¿por qué vuelves tan pronto? ¿O es que te han retenido
los auspicios? ¿O es el mal tiempo el que te impide ir a
reunirte con tu ejército, como me decías hace un rato?
ANFITRIÓN.- ¿Hace un rato? ¿Hace un rato sucedió eso?
ALCMENA.- Tú quieres probarme: hace un rato, hace un
momento.
ANFITRIÓN.- Pero, por favor, ¿cómo puede ser eso que
dices: “hace un rato, hace un momento”?
ALCMENA.- ¿Qué te figuras? ¿Que respondo con burlas a
tus burlas, porque dices llegar ahora por primera vez,
cuando hace un momento que te has ido de aquí?
ANFITRIÓN.- Sin duda esta mujer delira.
SOSIA.- Espera un momento a que despierte de su sueño.
ANFITRIÓN.- ¿Quién? ¿Ella? Pero si sueña despierta.
ALCMENA.- Por Cástor, claro que estoy despierta y
despierta te cuento lo que ha ocurrido. Pues hace un rato,
antes de amanecer, los vi a éste y a ti.
ANFITRIÓN.- ¿Dónde?
ALCMENA.- Aquí, en tu propia casa.
ANFITRIÓN.- No es cierto.
SOSIA.- (A Anfitrión) Calla. ¿Y si la nave nos ha traído hasta
aquí desde el puerto mientras dormíamos?
ANFITRIÓN.- ¿También tú le das la razón?
SOSIA.- ¿Qué quieres que haga? ¿Tú no sabes que si
pretendes llevarle la contraria a una bacante en báquico
delirio loca, la volverás más loca y te golpeará más veces?
En cambio, si le sigues la corriente, te librarás de ella al
primer golpe.
ANFITRIÓN.- Por Pólux, que no me disgusta poder
compartir mis bienes a partes iguales con Júpiter. Vete a
casa y haz preparar los vasos sagrados para propiciarme
Anfitrión
15
con numerosas víctimas a Júpiter Supremo. Yo voy a
buscar al divino Tiresias para consultarle qué cree que
debo hacer. Al mismo tiempo le contaré todo lo ocurrido.
Pero, ¿qué sucede? ¡Qué trueno tan espantoso! ¡Dioses,
se los suplico, ayúdenme!
JÚPITER.- (Bajando del cielo, posiblemente como un deus ex machi-
na) Tranquilízate, Anfitrión. Aquí estoy para ayudarte, a ti
y a los tuyos. A los adivinos y magos, mándalos a paseo a
todos. Lo que va a suceder y lo que ha sucedido te lo
revelaré yo mucho mejor que ellos, que por algo soy
Júpiter. En primer lugar yo usufructué el cuerpo de
Alcmena, y como consecuencia la dejé embarazada. Tú
también la dejaste embarazada al partir para la guerra.
En un solo parto ha dado a luz a los dos niños. Uno, el
que ha sido engendrado por mí, y que con sus hazañas te
dará una gloria inmortal. Tú vuelve a la concordia de
siempre con tu esposa Alcmena. No ha hecho nada de que
puedas acusarla. Lo que hizo, lo hizo forzada por mí. Yo
me retiro al cielo. (Júpiter desaparece)
ANFITRIÓN.- Cumpliré tus órdenes, pero te suplico que
mantengas tus promesas. Me voy adentro junto a mi
esposa y mando a paseo al viejo Tiresias. Ahora,
espectadores, en atención al gran Júpiter, aplaudan
fuertemente.

FIN

You might also like