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CEACCU, 2008
Edita: CEACCU
© de esta edición: CEACCU, 2008
Autoras: Lourdes Ferrando Villalba, Inés Kuster Boluda y Natalia Vila López
Diseño, Fotomecánica
y Producción Gráfica: Servigrafía. servigrafia.ag@telefonica.net - servigrafia.ag@hotmail.com
VERSION Q 6 LIBRO AHORRO E INVERSIONES:Maquetación 1 22/04/2008 12:11 Página 3
NÚM. 03
ÍNDICE
ESTUDIOS Y DOCUMENTACIÓN
La protección de los consumidores ante el ahorro y la inversión
Pág. 7
1. INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pág. 9
3
VERSION Q 6 LIBRO AHORRO E INVERSIONES:Maquetación 1 22/04/2008 12:11 Página 4
El estudio encargado por CEACCU que ahora se presenta se integra dentro del conjunto
de análisis efectuados en diversos países occidentales cuya finalidad es poner de
manifiesto que la mayor parte de los consumidores tienen dificultades para gestionar
su situación financiera.
Por ello, CEACCU quiere sumarse a las iniciativas de los gobiernos de nuestro entorno,
de las autoridades de supervisión y regulación (Banco de España, Comisión Nacional del
Mercado de Valores), e insistir en la necesidad de que los consumidores de estos
servicios tomen conciencia de la importancia que tiene para efectuar un consumo
responsable la mejora de su formación en este campo. La educación financiera es un
complemento esencial de las normas de tutela para reforzar la posición del consumidor.
El estudio que CEACCU presenta tiene, por tanto, la finalidad de convertir al consumidor
de servicios financieros en un consumidor activo, capaz de tomar decisiones financieras
fundadas. El consumidor podrá y deberá, no obstante, completar la información en él
contenida por el asesoramiento experto de intermediarios y asesores financieros, así
como con información obtenida de otras fuentes privadas.
1. Introducción
1. Introducción
Del mismo modo, la evolución del consumo en nuestro país ha hecho que en los
últimos tiempos el recurso al crédito se convierta en habitual por parte de la mayoría
de los consumidores, accediendo a él a través de los tradicionales préstamos o
créditos, o mediante otras modalidades crediticias como el uso de tarjetas de crédito.
Las entidades de crédito incluyen, por otra parte, como veremos en la segunda
parte del presente estudio, la denominada cláusula de cuenta única en sus
formularios contractuales, permitiéndose de este modo la compensación de
los saldos acreedores y deudores del consumidor, de forma automática y sin
previa notificación a éste. Cuando existe una total reciprocidad entre los
titulares de las posiciones activas y pasivas (deudas y créditos) no existe aquí
problema alguno, al tratarse de la aplicación de la compensación tal y como
está regulada en nuestro Código Civil, pero sí cuando la deuda de uno de los
titulares se compensa con el saldo de la cuenta que es, además, de otros
titulares con carácter solidario. En este supuesto, aun cuando jurídicamente
podría defenderse la posibilidad de proceder a la compensación, reclamando
después los demás titulares de la cuenta contra el deudor, el Servicio de
Reclamaciones del Banco de España ha tenido ocasión de manifestarse al
La transferencia bancaria es, por tanto, una operación que forma parte
del servicio de caja que oferta la entidad a los consumidores. A través
de la transferencia el consumidor ordena a su banco que, con cargo a
su disponibilidad de fondos, abone una cantidad de dinero en la cuenta
de otra persona, quien, a su vez, es cliente del mismo banco o de otra
entidad, solicitándole además que verifique las correspondientes
operaciones contables de cargo y abono en sus respectivas cuentas.
Desde un punto de vista económico, la transferencia es un servicio más
del banco que hace posible pagar deudas pecuniarias sin necesidad de
manipular ni de movilizar el dinero (se trataría de un medio de pago o
de movimiento de fondos).
La transferencia pone en marcha una pluralidad de relaciones jurídicas:
de una parte, la del cliente ordenante con su banco o entidad, que
realiza la transferencia; de otra, la relación entre las entidades
bancarias, así como la relación entre el cliente beneficiario y su propia
entidad, de la que recibe el abono en cuenta; por último, la relación
subyacente entre ordenante y beneficiario, que es la que justifica la
transferencia.
La entidad a quien se ordena llevar a cabo la transferencia está
obligada a aceptar y a verificar la orden que recibe de su cliente,
siempre que éste posea en él fondos o disponibilidad crediticia, con
independencia de que tenga conocimiento de que ordenante y
beneficiario han pactado o no este medio de pago. Una vez se ha
efectuado la transferencia, se producirá en la cuenta del ordenante una
reducción de la disponibilidad (adeudo en cuenta). Distinto de la
transferencia es el traspaso entre cuentas del cliente dentro de la
misma entidad, que debe efectuarse en tiempo real (no debe
producirse ninguna diferencia de valoración) y no debe generar en
ningún caso coste alguno para el cliente.
crédito, pagar comisiones por los servicios prestados, así como restituir
los abonos realizados por error por la entidad de crédito.
a) La provisión de fondos.
El art. 250 C. de co. impone al comisionista la obligación de proveer de
fondos al comitente, como presupuesto para que la entidad quede
obligada a ejecutar las instrucciones de su cliente, y, como
consecuencia de ello, en los formularios contractuales suele aparecer
una cláusula por la que la entidad no quede obligada a admitir
disposiciones que supongan descubiertos en la cuenta.
En el caso de que, por la confianza que le mereciese el consumidor, y
para gestionar adecuadamente sus intereses evitándole mayores
perjuicios, la entidad autorizase el descubierto, podrá exigir su pago
inmediatamente al cuentacorrentista, devengándose un interés por el
período en que el descubierto subsista. La mayoría de formularios
contienen una cláusula estableciendo que en estos casos el
descubierto deberá ser reintegrado por el titular de forma inmediata y
sin necesidad de requerimiento alguno. En todo caso, aun cuando
dicha cláusula no se hubiera incorporado al condicionado general del
contrato, la posibilidad de exigir inmediatamente el pago del
descubierto se derivaría del tenor del art. 1158 del C. civil, que permite
al que pagase por cuenta de otro reclamar del deudor lo que hubiera
pagado, siempre que no lo hubiera hecho contra su expresa voluntad.
La autorización del descubierto por parte de la entidad comportará
para el consumidor el deber de satisfacer los correspondientes
intereses por descubierto fijados en el contrato y debidamente
contenidos en el folleto de tarifas de comisiones, condiciones y gastos
repercutibles a clientes de la entidad. No obstante, al tratarse de un
consumidor, la fijación de la TAE del descubierto en cuenta corriente no
es libre, sino que debe ajustarse al límite máximo imperativo
establecido por la Ley de crédito al consumo y por la Circular 8/1990,
del Banco de España, en el sentido de que la TAE del descubierto (que
deberá integrar, por lo demás, todos los costes adicionales de la
operación, además del tipo de interés) no podrá exceder de 2,5 veces el
interés legal del dinero. Además de la limitación anterior, contenida en
el art. 19, 4 de la Ley de Crédito al Consumo, el TRLGDCU contempla
expresamente como cláusula abusiva en su art. 89, 7 “la imposición de
condiciones de crédito que para los descubiertos en cuenta corriente
superen los límites que se contienen en el artículo 19, 4 de la Ley 7/1995,
de 23 de marzo, de Crédito al Consumo”.
tanto uno como otro deberían esperar al vencimiento del plazo para proceder
a la cancelación, se reconoce al consumidor la posibilidad de solicitar una
cancelación anticipada.
b) La Deuda Pública (Letras del Tesoro, Bonos y obligaciones del Estado, Deuda
autonómica y de otros organismos públicos).
Letras del Tesoro, que son activos a corto plazo (máximo 18 meses)
emitidos por el Estado a través de la Dirección General del Tesoro. Son
siempre al descuento y se representan exclusivamente mediante
anotaciones en cuenta, por lo que no se entrega al inversor un título físico.
letras del Tesoro. En la página web de la Dirección General del Tesoro, puede
obtener información sobre cualquier emisión de deuda pública del Estado,
acudir a las subastas de deuda y contratarla sin coste alguno (www.tesoro.es).
De otro lado, podemos considerar renta fija privada, los siguientes productos
financieros:
Son emisiones con un rating muy elevado, pero que pueden resultar de
Las acciones pueden estar representadas por títulos físicos o por anotaciones en
cuenta, si bien las sociedades anónimas cotizadas sólo pueden representarlas de
esta última forma, a través de registros informáticos.
Una de las clasificaciones de las acciones que más interesan al inversor es la que
hace referencia a los derechos concedidos al titular, y así puede hablarse de:
Acciones ordinarias, que son las más habituales y que confieren como
derechos económicos el de participar en la distribución de beneficios de la
sociedad (derecho al dividendo), y, llegado el caso, en el producto de la
liquidación de la sociedad. Incorporan el derecho político de asistencia y voto
en las Juntas, así como el derecho de suscripción preferente.
Acciones privilegiadas, que incluyen algún privilegio económico adicional con
respecto a las acciones ordinarias, generalmente un mayor dividendo. Estas
emisiones son escasas y no deben confundirse con las participaciones
preferentes.
Acciones sin voto, que conllevan los mismos derechos que las ordinarias, salvo
el voto en las Juntas generales, concediéndose al titular como
contraprestación, el derecho a un dividendo mínimo, adicional al distribuido
para las acciones ordinarias.
Acciones rescatables, de reciente implantación en nuestra legislación, pueden
ser amortizadas o rescatadas por la sociedad emisora a solicitud de ésta, de
los accionistas, o de ambos. No tienen, por tanto, una duración
indeterminada, puesto que en los acuerdos de emisión se fijan las
condiciones para el ejercicio del rescate. Si la posibilidad de rescate se reserva
exclusivamente al emisor, no podrá ejercitarlo hasta que no transcurran 3
años desde la fecha de emisión.
No obstante, no todas las sociedades pueden ser admitidas a cotización, sino que
Ya hemos señalado que los accionistas de una sociedad que amplía capital
mediante la emisión de nuevas acciones, tienen derecho de suscripción
preferente frente a terceros no accionistas, de modo que esto les permita
mantener el mismo porcentaje de participación en el capital social.
2. Reducciones de capital.
Las reducciones de capital se han de acordar en la Junta general de
accionistas. Puede reducirse el capital principalmente por dos motivos:
porque el capital social de la empresa excede de las necesidades de la
misma, o bien porque la sociedad debe ajustar la cifra de capital a su
patrimonio cuando ha sufrido pérdidas.
Las consecuencias que este tipo de OPAS tienen para los accionistas son
evidentes, dado que la sociedad dejará de cotizar en el mercado de valores,
de modo que las acciones carecerán de liquidez, siendo mucho más difícil
la desinversión del accionista. Por otro lado, el accionista será titular de un
derecho de información más limitado, regido exclusivamente por la
legislación de sociedades anónimas, y en el supuesto de existir uno o
varios socios mayoritarios, el protagonismo de los minoritarios será
mucho menor, dado que además, el número de éstos se habrá reducido
drásticamente tras la aceptación de la OPA de exclusión.
De otro lado, una OPA puede ser total o parcial, en este último caso cuando
no va dirigida a la totalidad de las acciones existentes. En este caso,
cuando el número de aceptaciones por los accionistas exceda el máximo
de la oferta, se realizará un prorrateo entre los aceptantes.
Deberá tenerse en cuenta, por último, que una OPA puede estar
condicionada a la obtención, por parte del oferente, de una participación
mínima en el capital de la afectada, quedando sin efecto en caso contrario.
5. Fusiones y escisiones.
Se trata de modificaciones estructurales societarias, que afectan de modo
esencial a la estructura y organización de la sociedad.
a) Tipos de fondos.
En nuestro país se ofrece una amplia variedad de fondos de inversión,
clasificados según los valores en los que se invierte (vocación inversora), con
la finalidad de que el consumidor pueda adoptar la decisión sobre la inversión
lo más ajustada posible a sus preferencias y necesidades. Dicha información
debe figurar en su Reglamento y en el folleto explicativo que debe figurar a
Los FIAMM invertían en activos de renta fija a corto plazo (plazo remanente
de reembolso inferior a los 18 meses) y no podían invertir en renta variable.
Eran, en consecuencia, los que conllevaban menores riesgos pero también
menor rentabilidad, pudiendo incluso ésta ser negativa si invertían en activos
con plazo remanente de reembolso inferior a los seis meses.
Los FIM podían invertir en una gama más amplia de productos, permitiendo
una mayor combinación de activos en beneficio de la rentabilidad del
inversor.
Otra categoría o clase de fondo son los fondos globales, fondos que no tienen
definida con precisión su política de inversión. Se caracterizan precisamente
por su libertad para no fijar previamente los porcentajes en los que se va a
invertir en renta fija o variable, la moneda en que se denominan los activos o
la distribución geográfica de la inversión.
Fondtesoros, que sólo invierten en Deuda del Estado, puesto que sus SGIIC
han firmado con el Tesoro público un convenio para adquirir la deuda.
Fondos índice, que son aquellos que deciden las inversiones tomando
como referencia un determinado índice bursátil o de renta fija.
Necesariamente deben indicar en su denominación la expresión índice o
cualquier otra indicativa de su naturaleza.
Fondos especializados en valores no negociados en mercados secundarios,
bien de renta fija, bien de renta variable. A estos fondos, además de los
riesgos ordinarios, se añade un riesgo adicional, al existir menos
regulación sobre los emisores de estos valores.
Fondos de fondos, que son aquellos que a su vez invierten en otros fondos.
Deben contener la expresión “de fondos” o bien identificarse mediante sus
siglas.
FIM principales, aquellos que tienen como partícipes a otros fondos,
llamados fondos subordinados, que igualmente deberán identificarse
claramente como tales, a través de la expresión “subordinados” o de sus
siglas.
Fondos en divisas, en una moneda distinta del euro, cuya denominación
debe recogerse de forma expresa en su Reglamento.
Otro tipo de fondos, sí indicados para el consumidor, son los fondos de fondos
de inversión libre, que no son más que instituciones de inversión colectiva
creadas para permitir a los inversores particulares acceder a los productos de
inversión alternativa.
Aun cuando estos fondos resultan más adecuados para el consumidor que los
fondos de inversión libre, dada su liquidez limitada y más elevado riesgo, no
resulta recomendable que invierta la totalidad de sus ahorros en este
producto, debiendo consultar adecuadamente el folleto informativo antes de
invertir y asegurarse de entender por completo sus características, contenido
y grado de riesgo antes de firmar el documento de consentimiento.
El inversor, sobre todo cuando hablamos del pequeño y mediano inversor, que
carece de un elevado patrimonio, esto es, del modelo de consumidor de
fondos de inversión, debe saber que puede sufrir pérdidas en sus inversiones
en renta variable, pero también en renta fija, aunque con la primera, por su
propia naturaleza, asume mayor riesgo.
Existe una gran variedad de órdenes de valores, si bien aquí nos referiremos a
las más comunes entre los consumidores.
Las comisiones que podrá cobrar por la prestación del servicio, ya que las
entidades financieras están obligadas a especificar los importes exactos
que se devengan por un determinado servicio, así como a informar de las
comisiones aproximadas asociadas a una concreta operación. El
consumidor debe adoptar una posición activa, reclamando toda esta
información.
El folleto de tarifas, una vez registrado, debe estar a disposición del público
en el domicilio social y en el tablón de anuncios de cada sucursal,
pudiéndose igualmente consultar en el registro oficial de la CNMV y en su
página web.
d) El cobro de la prestación.
Una vez producida la contingencia que el plan asegura, el partícipe (cuando la
contingencia es la jubilación) o en otro caso el beneficiario por él designado
adquieren el derecho al cobro de la prestación, debiendo solicitarlo en el plazo
de seis meses. Dicho cobro puede realizarse en dos modalidades diferentes,
como son el rescate total de la misma o la renta vitalicia o temporal. En el
primer supuesto, el beneficiario del plan recibirá en una vez la cantidad que le
corresponda como dinero acumulado; en el segundo caso, cobrará una renta
durante el tiempo que dure su vida o durante el tiempo que permita
mantenerla el dinero acumulado, realizando para determinarlo una serie de
cálculos financieros.
En todo caso, el consumidor puede tener más de un plan y definir en cada uno
de ellos cómo desea cobrar la prestación, no existiendo incompatibilidad entre
ninguna de estas formas de cobro y la percepción de la prestación
correspondiente del sistema público (Seguridad Social o derechos pasivos de los
funcionarios).
Las personas que no dispongan de rentas del trabajo, así las amas de casa,
podrán igualmente contratar un plan de pensiones, pudiendo su cónyuge, si se
cumplen las normas fiscales, deducirse parte de dichas aportaciones al plan. Así
también, puede contratarse un plan para que sea cobrado por un minusválido,
cuando éste tiene un grado de minusvalía mínimo del 65%, pudiendo cobrarse
sólo en forma de renta.
Los planes de jubilación serán más adecuados para los consumidores que
deseen invertir a largo plazo (no sólo para completar la pensión) y que puedan
precisar el rescate de su inversión en un momento determinado.
La rentabilidad obtenida por uno y otro producto, dependerá del tipo de plan
que se contrate. En los planes de jubilaciones, la rentabilidad se conocerá en su
mayor parte de antemano, en el momento de contratar, interesa aquí sobre
todo al consumidor conocer el período en el que se aplicarán penalizaciones por
el rescate. Debe asimismo saber el consumidor que en los primeros años de vida
del plan es cuando se cargan la mayor parte de comisiones, de modo que la
rentabilidad es mucho menor a la pactada. En el supuesto de los planes de
pensiones, la rentabilidad dependerá del tipo de plan que se contrate y de la
composición de su cartera, esto es, de los títulos en los que invierta.
Naturalmente, a mayor riesgo mayor rentabilidad esperada, debiendo no
obstante aconsejar al consumidor que diversifique sus inversiones atendiendo
al horizonte temporal que le falta hasta su jubilación. Cuanto menos tiempo
reste hasta la jubilación, menor inversión en renta variable debería realizar. Por
el contrario, una persona joven que contrata un plan de pensiones puede
permitirse el aumentar el porcentaje de inversión en renta variable, asumiendo
una posición más prudente conforme se acerque la fecha de jubilación.
pensiones, dado que para obtener la máxima ventaja fiscal, los planes de
jubilación deben mantenerse durante bastantes años.
Los depósitos indexados o estructurados son, por tanto, depósitos a plazo en los
cuales la rentabilidad pactada no se encuentra predeterminada, como en los
depósitos a plazo tradicionales, sino que se determinará en un momento
posterior, normalmente el vencimiento del mismo, por la evolución que hayan
sufrido determinados índices a los que se encuentran vinculados.
Los depósitos estructurados son contratos complejos con dos partes bien
diferenciadas: una primera que se comercializa como un plazo fijo tradicional,
con una rentabilidad superior a la del mercado normalmente, y una segunda que
es aquella cuya rentabilidad va referenciada a la evolución (rentabilidad media o
global) de un índice o conjunto de índices bursátiles. Normalmente, las entidades
de crédito comercializan estos productos haciendo referencia a sus ventajas,
dado que permiten al cliente participar en la inversión bursátil sin asumir
pérdidas de capital. No obstante, debe alertarse al consumidor, dado que el
hecho de no mantener la inversión durante el tiempo previsto puede suponer
que finalmente, la parte de capital cuya rentabilidad esté indexada o
referenciada sufra merma dado que ha de afrontar un coste elevado en
comisiones, que harán disminuir la rentabilidad inicialmente prevista por el
consumidor. En todo caso, éste debe ser informado sobre la modalidad de cálculo
de la rentabilidad de la parte referenciada del depósito estructurado, así la
rentabilidad será mayor si la referencia es el incremento global de un índice que
si se trata de su rentabilidad media, por ejemplo.
libertad que tienen las entidades para solicitar aquellas garantías que
estimen convenientes para garantizar la satisfacción de su crédito.
La fianza podrá ser prestada por uno o por varios fiadores (supuesto de
cofianza), en cuyo caso deberá hacérseles asumir la fianza como solidaria, no
sólo respecto al deudor principal, sino también entre ellos, renunciando
expresamente al denominado beneficio de división, que les permitiría
rechazar una reclamación por el total de la deuda garantizada, ya que aquel
beneficio les permite dividir su cuantía en tantas partes como cofiadores son.
Por lo tanto, si el consumidor se convierte en cofiador solidario, le podrá ser
reclamado el pago total de la deuda.
La fianza puede otorgarse además sin que intervenga el banco, de forma que
en este caso se tratará de un contrato a favor de tercero, que podrá exigir su
cumplimiento siempre que hubiera dado su aceptación, que puede ser
expresa o tácita antes de que se revoque la fianza constituida a su favor.
B. El préstamo hipotecario.
1. La garantía hipotecaria.
El cumplimiento de las obligaciones del prestatario en un contrato de
préstamo bancario de dinero puede garantizarse de diversas formas, y una de
ellas es la constitución de una hipoteca sobre un bien inmueble, cuyo valor en
el porcentaje establecido por la entidad cubra las responsabilidades
hipotecarias. Por lo tanto, se trata de una modalidad del préstamo bancario
de dinero atendiendo a las garantías de las cuales dispone la entidad de
crédito para asegurar el pago por parte del prestatario del capital prestado
más los intereses pactados.
Nada obsta a que la garantía hipotecaria se constituya sobre un bien distinto
al que se pretende adquirir con el importe del préstamo garantizado con la
hipoteca (de hecho, es usual hipotecar bienes que ya se encontraban dentro
del patrimonio del solicitante del préstamo hipotecario; así también, en
aquellos supuestos en los que resulta necesario para el prestatario, puede
constituirse una hipoteca unilateral por éste, pudiendo ser posteriormente
aceptada por una entidad crediticia). Por lo tanto, siempre que de la tasación
del bien resulte un valor que sea suficiente para cubrir el importe del
préstamo, junto con los demás gastos y responsabilidades a los que se ha de
extender la hipoteca, podrá hipotecarse cualquier bien titularidad del
prestatario, o, incluso de otra persona que constituye la garantía a favor del
prestatario (p. ej., padre que constituye la hipoteca sobre su piso garantizando
el pago del préstamo solicitado por su hijo).
2. La constitución de la hipoteca.
La hipoteca es un contrato formal en nuestro ordenamiento, lo cual quiere
decir que la ley exige el cumplimiento de una serie de formalidades
necesarias para su perfección. De este modo, sólo existirá hipoteca cuando se
haya formalizado en escritura pública ante Notario y se inscriba en el Registro
de la Propiedad, dándose de este modo publicidad a la afección del bien
inmueble hipotecado al pago de las obligaciones derivadas del contrato de
préstamo garantizado con la hipoteca.
Aún cuando aparentemente pueda parecer que la contratación de un
préstamo hipotecario supone un mayor coste del crédito, dado que la ley
exige el cumplimiento de las formalidades antes mencionadas, la garantía
hipotecaria y la seguridad y menor grado de morosidad que conlleva
permiten a los prestatarios beneficiarse de unos tipos de interés más bajos
que los aplicados a los préstamos con garantía personal, así como también de
plazos más largos para la devolución del préstamo.
que suban o bajen los tipos, es sufrido tanto por el banco como por el
consumidor prestatario, puesto que si los intereses bajan éste no podrá
beneficiarse de este descenso en el coste del crédito, mientras que si los
intereses suben la situación será la contraria, siendo la entidad financiera
la perjudicada al no poder repercutir al consumidor el aumento en el
porcentaje de intereses.
Como consecuencia de ello, los plazos suelen ser más cortos en los
préstamos a interés fijo, con el objeto de reducir al máximo las variaciones
de los tipos de interés. No obstante, los préstamos a interés fijo permiten
conocer desde el primer momento con exactitud el importe exacto de las
cuotas de amortización durante toda la vida del préstamo, siendo ésta su
principal ventaja.
determinación.
Una vez haya sido aprobada la solicitud del préstamo del cliente, deberá
hacérsele entrega de la oferta vinculante, que es un documento firmado por
un representante del banco en el cual se recogen las condiciones financieras
del préstamo en el mismo orden con el cual aparecen en la escritura pública
del préstamo (capital del préstamo, sistema y plazo de amortización,
intereses ordinarios, comisiones aplicables y gastos a cargo del prestatario).
Esta oferta vinculante contará con una validez mínima de 10 días hábiles
desde su entrega al cliente.
hipotecarios).
- Gastos de notaría, derivados del otorgamiento de la escritura pública, cuya
cuantía dependerá de los aranceles establecidos oficialmente.
- Impuestos, ya que la constitución de hipoteca está sometida al Impuesto
de Actos Jurídicos Documentados (se calcula aplicando un porcentaje, que
depende de cada Comunidad Autónoma, a la responsabilidad hipotecaria,
que es aproximadamente el doble del importe del préstamo).
- Gastos de inscripción en el Registro de la Propiedad, cuya cuantía
dependerá igualmente de los aranceles oficiales en cada momento
vigentes.
En este caso, y sin perjuicio de que la subrogación surta todos sus efectos,
el juez que fuese competente para entender del procedimiento de
ejecución, a petición de la entidad acreedora o de la entidad subrogada,
citará a éstas, dentro del término de ocho días a una comparecencia, y,
después de oírlas, admitirá los documentos que se presenten, y acordará,
dentro de los tres días, lo que estime procedente.
b) La formalización de la subrogación.
La subrogación, al igual que cualquier otra modificación del préstamo
hipotecario, será necesario otorgarla en escritura pública, que será inscrita
en el Registro de la Propiedad.
En consecuencia, responderá:
El uso que está dando el público a esta operación entraña un gran riesgo, dado
que se está utilizando la función de garantía del inmueble hipotecado para cubrir
pagos que reducen el patrimonio del consumidor, y no para respaldar la inversión
patrimonial que supone la compra de una vivienda. Además, la publicidad
comercial sobre estos productos, muy agresiva, incide en considerarlos casi como
productos de ahorro, dado que el efecto inmediato para el consumidor será una
reducción en la cuota crediticia a pagar mensualmente, pero la reducción sólo es
aparente. Y ello por las siguientes razones:
principal del préstamo, en cuyo caso, el cliente pagará menos al mes por más
cantidad y por más plazo de tiempo, o bien el consumidor declara recibir un
préstamo por una cantidad superior a la efectivamente percibida, cuya diferencia
se cifrará en la cantidad debida por estos conceptos. Por lo tanto, el cliente debe
cerciorarse también en las entidades que ostentan un crédito o préstamo
anterior que se va a reunificar o refinanciar, de cuáles son estos costes de
cancelación o comisiones que deba soportar y que deberá computar a la hora de
calcular el coste económico final de la refinanciación.
El consumidor debe ser además muy cauto en cuanto al tipo para subasta que se
fije en este préstamo hipotecario, cuando se trata de intermediarios no
sometidos a la normativa sobre entidades de inversión o de crédito, muchas
veces el tipo para subasta fijado en la escritura de hipoteca es muy reducida. En
estos casos, si el consumidor no paga el préstamo y se ejecuta la garantía, esto
es, se subasta la vivienda hipotecada, el consumidor no obtendrá en muchas
ocasiones más que la cancelación del préstamo, pero ninguna cantidad adicional,
aun cuando el valor del bien superara en gran medida el del préstamo concedido.
Por ello, creemos necesaria una breve exposición sobre las normas que afectan
a los consumidores de servicios financieros, y que imponen a las entidades
oferentes especiales obligaciones informativas, que si son correctamente
cumplidas cumplirán un doble objetivo: la tutela del consumidor, de un lado,
que podrá tomar su decisión inversora con un pleno conocimiento de su
capacidad financiera y de las características del producto o servicio que
contrata; y, de otro, la existencia de un mercado de servicio de inversión más
eficiente y competitivo. No obstante, excluimos en este punto del trabajo el
tratamiento particular de aquellas normas sobre la materia que ya han sido
objeto de tratamiento específico en otros apartados, al tratar, por ejemplo, de
la contratación de servicios financieros a distancia, o de las operaciones
hipotecarias.
1. El concepto de consumidor.
En efecto, el art. 3 del Texto Refundido dispone que “a efectos de esta norma
(…), son consumidores y usuarios las personas físicas o jurídicas que actúan
en un ámbito ajeno a una actividad empresarial o profesional”,
considerándose por otra parte empresario “a toda persona física o jurídica
que actúa en el marco de su actividad empresarial o profesional, ya sea
pública o privada”.
La distinción con la norma anterior resulta evidente, dado que el art. 1, 2º de
la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios establecía
expresamente: “son consumidores o usuarios las personas físicas o jurídicas
que adquieren, utilizan o disfrutan, como destinatarios finales, bienes
muebles o inmuebles, productos, servicios, actividades o funciones,
cualquiera que sea la naturaleza pública o privada, individual o colectiva, de
quienes los producen, facilitan, suministran o expiden”, excluyendo
expresamente de dicha calificación a “quienes, sin constituirse en
destinatarios finales, adquieran, almacenen, utilicen o consuman bienes o
servicios, con el fin de integrarlos en procesos de producción,
transformación, comercialización o prestación a terceros”.
De este modo, queda matizado, pero simultáneamente ampliado, el
concepto de consumidor o usuario, bastará con acreditar un uso o disfrute
ajeno a la actividad empresarial o profesional, para justificar la aplicación
de la norma. Evidentemente, este uso ajeno a la actividad empresarial o
profesional implicará un uso como destinatario final del bien o servicio, no
permitirá en ningún caso la incorporación del bien o servicio, ni aún de
forma indirecta al proceso de producción o transformación propio de dicha
actividad. La modificación en el texto supone, principalmente, evitar en la
medida de lo posible las dudas en la interpretación de la condición de
consumidor o usuario, en aquellos supuestos, sobre todo en el caso de
personas jurídicas en los que resultaba dudosa la naturaleza de
destinatario final de los bienes o servicios. De este modo, bastará con
justificar que el bien o servicio contratado no es propio de la actividad, para
permitir la aplicación directa de la norma. Se trata, en definitiva, de una
TRLGDCU).
Esta norma fue objeto de desarrollo por la Norma Tercera de la Circular del
Banco de España 8/1990, que debe completarse con lo dispuesto en la Norma
Sexta en cuanto a la entrega de las tarifas de comisiones, así como respecto
al contenido contractual en operaciones activas o pasivas en las que
intervenga el tiempo y que exigen una mayor concreción de su coste efectivo
para el cliente. En efecto, la Norma Sexta, número 6, letra c) establece la
necesidad de recoger en el clausulado contractual, de forma explícita y clara,
“las comisiones que sean de aplicación, con indicación concreta de su
concepto, cuantía, fechas de devengo y liquidación, así como, en general,
cualquier otro dato necesario para el cálculo del importe absoluto de tales
conceptos”, no siendo admisible una remisión genérica a las tarifas.
1º) Es necesario que las tarifas de comisiones y gastos recojan todas las
operaciones y servicios habitualmente prestados por las entidades de
crédito, por lo que no se requiere la inclusión de “comisiones derivadas de
servicios financieros de carácter excepcional o singular y las que puedan
corresponder a garantías crediticias, a aseguramiento de emisiones
privadas y a servicios de factoraje sin recurso”. No obstante, podrán figurar
unas comisiones “indicativas” en relación con dichos supuestos.
Igualmente, las tarifas de comisiones y gastos repercutibles indicarán los
2º) Tanto las comisiones como los gastos repercutibles deben responder a
servicios efectivamente prestados o gastos habidos. No podrán cargarse
comisiones o gastos por servicios no aceptados o solicitados en firme por
el cliente.
conocimiento medio suficiente por parte del cliente minorista, bien que
tienen elevado grado de liquidez y escaso riesgo, o bien que se encuentran
negociados en un mercado regulado que ofrece, por los controles
intrínsecos al mismo, suficiente protección para el consumidor de
productos de inversión. No obstante, la entidad sólo podrá eximirse del
cumplimiento de esta obligación cuando el servicio se preste a solicitud
del consumidor, y se haya informado debidamente a éste sobre la
inexistencia de la obligación de valorar la adecuación del servicio de
inversión a sus condiciones subjetivas.
Esta Ley se ocupa, por otra parte, de la delicada cuestión de las renovaciones
tácitas de determinados contratos que suponen un pago inmediato o
aplazado para el consumidor, estimando que no se considerará renovación
tácita en estos casos, debiendo consentir expresamente el consumidor.
Igualmente, para el supuesto de servicios no solicitados, el consumidor no
debe quedar expuesto a la obligación de comunicar el rechazo de la oferta, su
falta de negativa no puede entenderse como consentimiento. En todo caso, no
quedará sujeto a pago alguno en concepto de comisiones u otros, a no ser que
hubiera hecho uso efectivo del servicio y únicamente por el período efectivo de
disfrute, sin que pueda entenderse que ha realizado una contratación nueva
por el hecho de proceder a dicho pago.
B. Metodología
Esquema de actuación
Muestreo estratificado con afijación proporcional. Diseño y aplicación de
cuestionario. Control de calidad 100% cuestionarios. Codificación y grabación de
los resultados.
Tabulación de datos. Análisis cuantitativo
Características muestrales
Ámbito: Nacional.
Universo: Individuos que tengan algún tipo de relación con una o más entidades
financieras.
Edad: de 18 años en adelante.
Metodología: Encuesta personal.
Fechas de actuación
Confección del cuestionario: 4 de diciembre 2007
Realización de las entrevistas: 5 al 12 de diciembre de 2007
Grabación, tabulación, edición informe: 13 al 17 de diciembre de 2007
C. Análisis cuantitativo
1. Relación con las entidades financieras
Cerca del 85% de los entrevistados que trabajan con algún banco, lo hacen
exclusivamente con uno. La edad media de relación es ligeramente superior a
los 10 años.
Son las personas más jóvenes y las de menor capacidad de ahorro las que
trabajan con menos bancos.
Se produce un hecho muy similar en el caso de las cajas de ahorro, aunque la
edad de relación es 4 años superior a la de los bancos, y en el de las
cooperativas de crédito. En este último caso, el nivel de respuesta es muy bajo.
La banca tradicional es la que se utiliza mayoritariamente con cerca del 95%
de los encuestados. El mayor uso lo realiza la gente de mayor edad y los que
son muy jóvenes (menos de 20 años).
La banca On-line la utiliza un 15%, principalmente gente joven y de mediana
edad y con alto nivel de estudios.
Los contratos se formalizan, de manera absolutamente habitual, en la propia
oficina bancaria.
Esporádicamente, se realiza a través de Internet y, en menor medida, de de
forma telefónica. Los usuarios de Internet suelen ser de mediana edad y con
un alto nivel de estudios.
Cuando se contrata un producto financiero, en torno al 70% conserva la
documentación y se informa de los costes de los productos. En estos casos, los
que más se preocupan son los que poseen una mayor capacidad de ahorro.
El menor interés, menos del 50%, se produce a la hora leer toda la información
del contrato, incluida la letra pequeña. Son las mujeres y los de mayor nivel de
estudios los que dedican más tiempo a informarse de todas las cláusulas del
contrato.
Respecto a la banca tradicional, los aspectos que producen menor
satisfacción son el coste de las comisiones y la accesibilidad horaria.
En la banca On-line, la mayor satisfacción se produce en la accesibilidad
horaria y la rapidez en la atención. La peor valoración es para la atención
personalizada.
Los mayores problemas que se producen en las entidades financieras son la
limitación del horario para el pago de recibos y la obligación de utilizar, en
algunos casos, los medios electrónicos, por ejemplo, tener que sacar dinero en
los cajeros electrónicos.
La dificultad de acceso a la sucursal y la negación a devolver recibos
indebidamente cobrados son los problemas menos habituales.
Cerca del 30% de los entrevistados se considera nada informado de los
distintos productos financieros que existen en el mercado.
Las personas que se consideran menos informadas son las de mayor edad y
las que son muy jóvenes, con bajo nivel de estudios, sin trabajo y con menor
capacidad de ahorro.
Menos del 15% se consideran totalmente informados.
Los productos financieros a los que más riesgo se les atribuye son a las
acciones y los fondos de inversión variable. Concretamente, las acciones son a
las que se asocia con un nivel de riesgo muy alto.
Los que se consideran más rentables son, principalmente, las acciones y otros
títulos, fondos y depósitos.
Los productos financieros a los que más riesgo se les atribuye son a las
acciones y los fondos de inversión variable. Concretamente, las acciones son a
las que se asocia con un nivel de riesgo muy alto.
Los que se consideran más rentables son, principalmente, las acciones y otros
títulos, fondos y depósitos.
Los menos utilizados, o previstos para contratar en un futuro, son los títulos.
que más les puede influir, es el asesoramiento que les ofrecen en su entidad
bancaria habitual. Esta opinión se acentúa cuando hablamos de préstamos
hipotecarios y créditos personales.
Los motivos por los que se contrata un producto financiero son los siguientes:
Por la alta rentabilidad: fondos, tanto de renta fija como de renta variable.
Por tener un riesgo bajo: los depósitos a plazo fijo y los planes de
pensiones y jubilación.
Los productos con los que se está más satisfecho con su contratación son la
cuenta corriente y las tarjetas. Los títulos y los fondos de inversión son los
menos atractivos para quien los contrató.
La información que ofrece la entidad bancaria es menos adecuada en el caso
de los títulos y los fondos de inversión.
El 70% de las personas encuestadas conoce las diferencias entre las tarjetas
de crédito y las de débito.
Entre las personas que no distinguen entre las dos tarjetas (16,5%) los más
habituales son los de mayor edad, los jubilados y los de menor nivel de
estudios.
El tipo de tarjeta más habitual es la de débito, con un uso del 70%. La tarjeta
de crédito está contratada por el 61% y posee tarjetas comerciales un 36%.
Hay muchos servicios que no se pueden contratar sin tarjeta, así que la
emisión por parte de la entidad bancaria debería ser gratuita.
Cerca del 50% de los entrevistados no conoce las diferencias entre planes de
jubilación y planes de pensiones. Es la gente joven, con menor nivel de
estudios y menor nivel de ahorro, la que menos las distingue.
Menos del 20% considera que conoce perfectamente las diferencias entre los
dos tipos de planes.
Para los planes de pensiones, las afirmaciones con las que se está más de
acuerdo son, por un lado, considerarlos un producto de ahorro para prevenir
el futuro y, por otro, que poseen beneficios fiscales. No se está de acuerdo con
que es una cuenta asociada a jubilados.
En el caso de los planes de jubilación, se asocia a una cuenta para jubilados y, al igual
que en el caso de los planes de pensiones, que posee beneficios fiscales.
5. Tipos de depósitos.
Los que mayor desconocimiento tienen son la gente joven, los de menor nivel
de estudios y los de menor nivel de ahorro.
Los aspectos que parecen más adecuados a los distintos depósitos son:
6. Préstamos hipotecarios.
Cerca del 65% no sabe que existe un fondo de garantía en el caso de quiebra
de la entidad bancaria. Son los jóvenes y de mayor edad, con menor nivel de
estudio y sin trabajo, los que menor conocimiento tienen acerca de este
aspecto.
Cerca del 60% no tiene constancia sobre inversiones en arte, joyas, sellos, etc.
Más del 25% considera que este tipo de inversiones no tienen ningún tipo de
garantía.
9. Conclusiones
Existe poco uso de otros productos financieros como depósitos, títulos, etc.,
principalmente por falta de dinero.
A. Objetivos y metodología
Este Informe tiene como objeto mostrar una visión general sobre el grado de
satisfacción, conocimiento y confianza de los consumidores españoles sobre las
entidades y productos financieros.
De manera más específica, a través del presente informe, se pretende lograr los
siguientes subobjetivos específicos:
En este punto se analiza cual es el perfil de ahorro del consumidor del territorio
español en lo que a productos financieros respecta.
Sólo el 20% de los encuestados declara ahorrar más de 3.000 euros al año.
Más aún, solo el 5% de los encuestados considera que pertenece a una
familia con gran capacidad de ahorro.
Casi la mitad de los consumidores encuestados (49%) no sabe lo que ahorra, o no
quiere contestar a esta pregunta.
El 46,3% de los encuestados que indica que pertenece a “una familia con gran
capacidad de ahorro” tiene estudios universitarios y en un 58,8% de los casos vive
casado/a en pareja.
En cuanto a su situación laboral, el 53,3% de los que ahorran más de 18.000 euros
al año son trabajadores por cuenta ajena. Los trabajadores por cuenta propia
declaran ahorrar menos, así como los que no trabajan fuera de casa o están
parados.
Las variables que mejor explican tanto la situación familiar ante el ahorro, como
la capacidad de ahorro son dos: el estado civil y el nivel de estudios.
Las Cajas de Ahorro es el formato financiero que más utilizan los consumidores
en nuestro país, seguido por los bancos y, a mayor distancia, por las cooperativas
de crédito.
Estos datos denotan la falta informativa que existe en el público acerca de las
posibilidades que ofrecen las entidades financieras; situación que debería
tratar de enmendarse mediante programas integrales de comunicación tanto
personal como masiva. No en vano, como se comenta en líneas posteriores, es
el asesoramiento de la entidad la principal fuente informativa que los
consumidores utilizan para conocer y contratar los productos y servicios
financieros.
Por el contrario, los productos con mayor riesgo asociado son las acciones
(41% de los encuestados declaran que poseen un riesgo elevado), los
préstamos hipotecarios (31,8%), los fondos de inversión de renta variable
(27,8%) y los créditos personales al consumo (27,3%).
El consumidor financiero opina que los productos menos rentables son: las
tarjetas de crédito/débito (70,9% de los encuestados declara que es nada
rentable) los créditos personales/consumo (67,8%), la cuenta corriente, libreta de
ahorro, o cartilla (68,4%), y los préstamos hipotecarios (65,4%).
Por el contrario, los productos percibidos con un mayor nivel de rentabilidad son
las acciones (88%), los fondos de inversión de renta variable (86%), los planes de
pensiones (86%), los fondos de inversión de renta fija (86%), los depósitos a plazo
fijo (75%), la deuda pública (74,5%), y los planes de jubilación (72%).
Sólo en el caso de los títulos (acciones, títulos de deuda, bonos, etc.), el 30% de
los entrevistados cree que no ha tomado una decisión adecuada al
contratarlos. La razón puede hallarse en que este mismo porcentaje afirma
que no ha recibido la información adecuada sobre este tipo de productos,
especialmente sobre los conceptos por los que le cobra la entidad.
consumidores declaran estar muy bien informados por su entidad sobre estos
productos.
El personal de la entidad es, a día de hoy, la herramienta informativa más valorada por
el consumidor en el momento de la contratación de cualquier producto financiero.
Más del 50% de los encuestados afirman que no poseen dinero disponible
para poder contratar fondos de renta fija y de renta variable, depósitos a plazo
fijo, planes de pensiones y de jubilación, deuda pública y acciones.
Esta confusión es mayor entre el segmento más joven o de mayor edad (por
lo general jubilados) y con menor nivel de estudios.
Sólo un 28,9% asocia este producto a los jubilados y un 41,7% piensa que se
puede rescatar el dinero en cualquier momento.
Existe gran confusión sobre las diferencias que existen entre planes de
jubilación y de pensión.
El consumidor financiero piensa que no tiene claras las diferencias entre los
distintos tipos de depósito.
4. Préstamos hipotecarios
Sin embargo, una cuarta parte de la muestra no sabe que parte de esta cuota
corresponde a intereses y que parte a devolución del principal; desconociendo
además cómo calcular las cuotas a pagar.
Cabe añadir que sólo el 8% de los encuestados afirman haber sido advertidos
por el notario sobre la posible existencia de cláusulas abusivas en el contrato
que se estaba firmando.
La mitad de los encuestados cree que debe asumir más gastos de los que
legalmente están estipulados.
Así, más del 80% de los entrevistados está de acuerdo en que este servicio
permite incrementar el plazo para liquidar las deudas contraídas
disminuyendo el importe de las cuotas que se pagan, así como incrementar la
deuda original a pagar.
Por último, sólo el 27,1% de los encuestados afirma que las inversiones
no controladas no poseen garantía alguna.
F. Implicaciones
Las implicaciones que aquí se presentan son consecuencia de las conclusiones
obtenidas a partir de los resultados de la encuesta realizada a 1.600
consumidores de productos financieros con edad superior a los 18 años; datos
que han sido facilitados por la consultora Creed España.
Las mismas van dirigidas tanto a consumidores, como a aquellos entes públicos
y/o privados defensores de los derechos del consumidor financiero. La finalidad
no es otra que poder facilitar el conocimiento, la información y la confianza del
consumidor español sobre distintos productos financieros, en especial, aquellos
referidos a productos de ahorro e inversión.
Frente al caso anterior, en el que la banca tradicional hace uso de la banca on-line
como complemento de su oferta física, existen entidades que sólo ofrecen sus
productos y servicios a través de Internet. Puesto que el consumidor ha señalado
que recibe escasa o insuficiente información por parte de estas entidades, se
debería hacer un esfuerzo por mejorar tanto la frecuencia de envío como la
calidad de la información que es remitida al consumidor final.
ventajas fiscales que todavía los hacen más atractivos. Esto explicaría porqué los
consumidores que los han contratado están muy satisfechos con ellos y con la
información facilitada por la entidad. Consecuencia de ello, el consumidor
debería recibir más información que la procedente del personal de la entidad, es
decir, es necesaria una mayor labor informativa procedente de otras fuentes
fiables.
las ventajas del ahorro, así como las de estos tipos de productos. Para ello, los textos
podrían acompañarse con fotografías ilustrativas que facilitaran la comprensión de
los beneficios que este tipo de productos pueden reportar en el futuro.
Con relación a los distintos tipos de depósito, los consumidores financieros tienen
problemas a la hora de diferenciar entre depósitos estructurados e indexados.
Dicha confusión es mayor cuando se les pide que definan las características de los
depósitos estructurados. Por este motivo, resulta prioritario que el consumidor
final conozca las diferencias existentes entre los distintos tipos de depósitos. Así,
debería desarrollarse material promocional capaz de complementar el
asesoramiento que se recibe en la entidad, al tiempo que sirva para instruir y
educar al propio personal de contacto que actúa de enlace entre la empresa y el
consumidor final.
Por otra parte, los resultados han puesto de manifiesto cómo un porcentaje muy
reducido de los consumidores financieros es advertido por el notario de la
existencia de posibles cláusulas abusivas en los contratos firmados sobre algún
tipo de crédito (de consumo, personal, hipotecario). Es por ello que las asociaciones
de consumidores y otros colectivos deberían dirigirse a los Colegios Oficiales a fin
de que éstos a su vez estimulasen al cuerpo notarial sobre el importante papel que
desempeñan en las buenas prácticas en la formalización de contratos. Deben ser
conscientes de que su labor informativa beneficia al consumidor final, evitando
que éste sufra perjuicios por la imposición posibles prácticas abusivas por parte de
ciertas entidades financieras.
En suma, y recordando que quien tiene la información tiene el poder, hay que
equipar a los consumidores financieros con las armas informativas que precisan
para adoptar decisiones de compra adecuadas desde el conocimiento real y veraz
de los distintos productos financieros, así como de las entidades que los ofrecen.
Para ello, cobra especial protagonismo la variable comunicación. Es necesario
desarrollar programas integrales de comunicación dirigidos a todos los
participantes de este mercado financiero, tanto oferentes como demandantes.
A pesar de lo expuesto, los datos revelan que el consumidor español posee una
Junto a las acciones que deberían llevarse a cabo por parte de los agentes que
integran este sector, las asociaciones en defensa del consumidor desempeñan un
papel clave de apoyo al consumidor en muchas ocasiones indefenso. Es por ello, que
dichas instituciones deberían darse más a conocer para que su interesante y
necesaria labor no pase desapercibida al consumidor. Se deberían difundir de
forma masiva publicaciones como las de CEACCU, disponibles de forma gratuita,
que se encuentran en la Web, pero que los consumidores desconocen.