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EL HOMBRE Y DIOS

A lo largo de la historia de la humanidad, la relación entre el hombre y Dios, o mejor


dicho, la permanente búsqueda de Dios por parte del hombre, ha marcado todos los
acontecimientos destacables y ha estado detrás de todos los grandes errores y también
de aquellos avances que supusieron pasos importantes en la evolución del hombre. Las
religiones han sido el epicentro de todo. No ha existido gobernante que no estuviera
vinculado o aconsejado por algún sector religioso o espiritual, del signo que fuese, y
siempre con evidentes intereses de acumulación de poder, de ocupar lugares de
privilegio.

Ahora, en el siglo XXI, Dios sigue siendo el gran misterio sin resolver y los grupos religiosos se
han fanatizado aún más, aferrándose a sus áreas de poder, compitiendo entre ellos y
manteniendo postulados y creencias que en el ciudadano un poco inteligente causan rechazo y
alejamiento.
Consecuencia, que cada día el hombre y Dios se mantienen más alejados que nunca, porque
los intermediarios han demostrado su incapacidad para resolver cuestiones fundamentales del
pensamiento humano, básicamente porque a ellos lo que les interesa es cualquier cosa menos
Dios y su obra.
Pero, aunque el hombre no encuentre a Dios, El sigue abriendo vías para que el encuentro se
produzca, y desde luego no lo hace utilizando intermediarios, sino a través de la misma vida, de
la naturaleza, de la Madre Tierra, de los elementos e, incluso, de los avances científicos.
Dios es el Creador y el hombre su criatura. De la veracidad de ese hecho, aunque haya quien
no lo admita, emana todo lo demás, sobre todo la "necesidad" del Padre de que sus hijos le
reconozcan y se preparen para compartir su proyecto.
Entre el caos actual de valores, pensamientos, filosofías e ideologías, está surgiendo algo que,
de forma sencilla y natural, abrirá las puertas a la comprensión y reconocimiento de la
naturaleza de Dios y de su Sueño, su proyecto.
El hombre, incluso manifestando que no cree en Dios, comienza a actuar con una coherencia,
con una mentalidad universal, con una "humanidad", con una conciencia de equipo que entra
de lleno en lo que Jesús llamaba fraternidad, es decir, todos hijos del mismo Padre.
Y es curioso y sintomático que precisamente quienes más se mueven en esas direcciones son
aquellos que reniegan del Dios de las religiones, los que ven o entienden que lo único válido es
preocuparse y ocuparse de la familia humana, de los demás, de solucionar los problemas más
urgentes que, curiosamente, son provocados en gran medida por la actitud egoísta e
interesada de los otros, de los que hablan constantemente de Dios, de los que se dicen
representar a Dios o se creen que Dios les eligió para hacer algo diferente.

Con todo ello, desde Fusión entendemos que la Nueva Era que comienza está marcada por el
hundimiento de las religiones, quienes se apropiaron indebidamente de la idea de Dios y la
prostituyeron para satisfacer sus más bajos y mezquinos intereses, y por el renacimiento de un
nuevo tipo de hombre, que no se obsesiona tanto del Entre el caos actual de
encuentro místico con Dios y que se preocupa más de valores, pensamientos,
luchar por una humanidad más equilibrada, más justa, más
fraterna.
filosofías e ideologías, está
Y, sin pretenderlo explícitamente, el ser humano encontrará surgiendo algo que, de
a Dios en su entrega a los demás, sin intermediarios, sin forma sencilla y natural,
asesores espirituales, con lo que actuará tal y como hizo el abrirá las puertas a la
Hijo, Jesús, quien rechazó y condenó públicamente a los comprensión y
mandamases espirituales de la época y mostró el camino
del encuentro personal con el Padre a través de la vivencia
reconocimiento de la
práctica del Amor, a través de la entrega a los demás. naturaleza de Dios y de su
La gran diferencia está en que esto es lo que siempre las Sueño, su proyecto.
iglesias recomendaron, pero que nunca practicaron.
La búsqueda personal e individual de Dios a través de la entrega a los demás es el único
camino válido y es lo que, en medio de tanta confusión, está emergiendo en la sociedad por
medio de muchos grupos que, pasando de lo establecido, de lo dogmático, de la simple
retórica, hacen de su vida una permanente lucha por una humanidad más auténtica, más justa.
Y esa es la base sobre la que se levantará el proyecto de Dios para el futuro, para el hombre
nuevo, para desarrollar un mundo diferente. ∆

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