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La guerra de la leche

Grupos de apoyo a la lactancia acusan a los pediatras de favorecer a los fabricantes de leche
artificial y desincentivar la alimentación materna
INÉS GALLASTEGUI// FOTOS: RAMÓN L. PÉREZ Y ARCHIVO / GRANADA

Si uno pregunta en un congreso de pediatras quién está a favor de la


lactancia materna, el 100% levantará la mano. Pero si entramos a las consultas de esos mismos
médicos comprobaremos que no siempre son coherentes con tal adhesión teórica. Unos ordenan a las
mamás dar fruta, cereales o verdura a sus bebés a partir de los 4 meses, a pesar de que la
Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses y
complementada con otros alimentos hasta los 2 años o más. Otros 'recetan' leche de farmacia si el
bebé no ha ganado el peso previsto en las tablas -por cierto, elaboradas sobre niños de biberón, que
crecen y engordan de forma distinta a los de pecho-, aduciendo que a la madre «se le ha retirado la
leche», una eventualidad rarísima. También los hay que animan a las mujeres a establecer horarios
rígidos para la teta (cada 3 horas, 10 minutos) y, en los intervalos, 'engañar' al pequeño con agua o
manzanilla para que no llore, cuando lo correcto es dar el pecho a demanda y evitar los sustitutos,
sobre todo los azucarados. En otros casos, aconsejan abandonar la lactancia natural porque la madre
ha de tomar algún fármaco -esté o no contraindicado-, o sufre alguna enfermedad -como la mastitis,
que, al revés, se ve aliviada con la succión-. Y no son raros los pediatras que tienen en su consulta un
muestrario de leche de fórmula de diferentes marcas para regalar a los padres, algo expresamente
prohibido por el Código de Comercialización de los Sucedáneos de la Leche Materna desde 1981.

El pasado puente del Pilar, 1.200 pediatras se reunieron en el Palacio de Congresos de Granada
convocados por la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP).
En la calle, la asociación de apoyo a la lactancia materna Mamilactancia montó su propio puesto.
Según su presidenta, Vicky Linares, los organizadores del congreso, que en principio habían accedido
a ceder un 'stand' a este grupo, rectificaron presionados por las empresas patrocinadoras del
congreso, encabezadas por la poderosa Nestlé. El presidente de la sociedad pediátrica, José Luis
Bonal, incluso llamó a la Policía para que desalojara a las mamás, pero los agentes comprobaron que
tenían la preceptiva autorización.

La batalla no pasó a mayores, pero es sintomática de un conflicto que ya dura años: los intereses de la
industria frente a la salud de los niños. No hay que olvidar que la alimentación natural no sólo es mejor,
sino también más barata. Por cada madre que decide dar de mamar a su hijo, los fabricantes de leche
artificial dejan de ingresar dinero contante y sonante, entre 50 y 100 euros mensuales de media.

De momento, la industria va ganando la guerra de la leche. Según el estudio 'La situación de la


lactancia materna en Andalucía', de la pediatra Josefa Aguayo, sólo el 6,4% de las mujeres mantiene la
lactancia exclusiva o predominante a los 6 meses, y un 20% combina su leche con la de fórmula en la
alimentación del bebé. El primer motivo de destete precoz es la «falsa hipogalactia», es decir, la
percepción errónea de que la leche del pecho es insuficiente. El segundo, la «recomendación médica».

¿Por qué la mejor alimentación es minoritaria? ¿Ayudan los profesionales de la salud a las mujeres
que quieren dar de mamar o las desaniman? Las generosas donaciones de la industria alimentaria a
los médicos ¿son legales? ¿Y éticas? Cuatro expertos responden.

VICKY LINARES

Presidenta de Mamilactancia

«Somos sus aliadas, no sus enemigas»

Para Vicky Linares, los datos que revela el estudio son «alarmantes» y representan «un fracaso
social». No comprende la actitud de los pediatras. «Los grupos de apoyo a la lactancia materna somos
sus aliados, no sus enemigos». Recuerda que Mamilactancia «les quita trabajo» a los médicos:
continuamente les envían madres con problemas de lactancia desde los hospitales y las consultas de
atención primaria: pezones con grietas por una incorrecta succión, bebés que se declaran en 'huelga',
crisis de lactancia... Casi todo tiene fácil solución si se sabe qué hacer. A su juicio, el origen del
problema tiene dos caras. Por un lado, la falta de formación en lactancia materna, una materia que ni
siquiera se estudia en la carrera. Por otro, la presión y la publicidad de las casas comerciales, a las que
«ni el más honrado» puede sustraerse. La industria de la alimentación infantil, asegura, patrocina
congresos, paga viajes «muy apetecibles» y financia investigaciones. A cambio, coloca en hospitales y
ambulatorios su leche, sus chupetes, su suero glucosal, sus carteles publicitarios con lustrosos niños
rubios... «Se supone que no es legal, pero ¿quién le mete mano a eso?», se pregunta.

Linares, educadora social con tres hijos, explica que un pediatra mal informado puede, desde su
posición de autoridad, aconsejar mal a una madre inexperta. Pero hay otros factores que influyen en
las mujeres, desde la brevedad de la baja maternal hasta el estereotipo que presenta a la madre
lactante como una esclava «resignada y sacrificada» y a la que usa el biberón, como una profesional
«moderna e independiente». Sin embargo, destaca, hoy amamantan más las mujeres con mayor nivel
de formación y las que trabajan, por encima de las amas de casa. El viejo paradigma de la lactancia,
las gitanas, está pasado de moda: en Granada, los pediatras de la Zona Norte «se las ven y se las
desean» para que las madres den el pecho. En Estados Unidos, agrega, la tasa de lactancia es
superior entre las blancas que entre las negras e hispanas. Estas últimas siguen siendo víctimas de la
publicidad que presenta la leche en polvo como un signo de riqueza y progreso que, además, vuelve a
los bebés preciosos y rubios.

BLANCA HERRERA

Matrona

«La formación es errónea»

Blanca Herrera reconoce que tanto los pediatras como las matronas han recibido una formación
«errónea» y desfasada en relación a la alimentación infantil, por lo que deberían reciclarse. La
Asociación Andaluza de Matronas, a la que pertenece, pide patrocinio para sus congresos a «casas
comerciales que apoyan la lactancia materna» -por ejemplo, las que fabrican sacaleches- y no a las
que producen fórmula. «Hay que ser un poco coherente con lo que se predica», afirma.

En su opinión, muchos médicos hacen gala de un «desconocimiento bastante intenso» en este terreno.
«Una pediatra me contó que su bebé era tan glotón que tuvo que darle alimentación complementaria
casi desde el principio. Cualquiera que conozca un poco la lactancia materna sabe que una mujer
produce leche suficiente para amamantar a su bebé. Pero como ésa es su creencia, ésa es la creencia
que transmite en su consulta. En realidad, sólo el 1% de las mujeres no puede dar de mamar por una
causa médica justificada -recuerda Herrera-. Y en el momento en que empiezas a dar suplementos a
niños de menos de 6 meses, la lactancia prácticamente está perdida: los biberones sacian más, el
bebé tiene menos ganas de comer y, al no haber succión, la madre va perdiendo la leche».

Otro ejemplo: la mayoría de los bebés sufren una «crisis de lactancia» hacia los 4 meses y vuelven a
pedir teta cada hora y media. Eso no significa que la madre no tenga suficiente leche -cuanto más
succione el niño, más producirá-, pero si no está bien asesorada, puede acabar tirando la toalla y
cogiendo el biberón.

«Se busca la solución rápida, la fácil», lamenta la matrona, quien recuerda que el bebé amamantado
tiene menos alergias -ha probado muchos alimentos a través de su madre-, menos asma y menos
infecciones; por tanto, acude menos al médico. «Mi pediatra conoce a mis hijas del Control del Niño
Sano: no han tomado antibióticos en su vida».

La matrona admite que muchos aliados de la fórmula no pertenecen al mundo sanitario. «En la época
de nuestras madres no estaba bien visto dar el pecho, así que hemos perdido el apoyo de la
generación que nos tenía que enseñar a amamantar», lamenta.

JOSÉ LUIS BONAL

Presidente de la SEPEAP

«Hay presión porque gusta el bebé rollizo»


José Luis Bonal, presidente de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención
Primaria, asegura en cambio que estos profesionales defienden la lactancia materna «a ultranza». Y
matiza: «Lo que no somos es extremistas; cuando esa lactancia no se puede dar, por ejemplo porque a
la madre se le retira el pecho, evidentemente tenemos que echar mano a las fórmulas infantiles, que
para eso están». Según sus cálculos, «la leche se retira en un 40% de los casos antes de los 6 meses,
quizá por el estrés que vive la madre», especialmente si tiene que reincorporarse a su trabajo.

Aunque «no discute» que algún pediatra incumpla la normativa que prohíbe regalar muestras de leche,
Bonal considera que el ámbito adecuado para defender la lactancia «no es donde hay pediatras, sino
donde hay padres». Niega que estos facultativos carezcan de formación y, respecto a la acusación de
que los médicos favorecen la leche de fórmula porque los fabricantes financian sus actividades, la
califica de «error».

«Hubo una época en la que se difundió un concepto erróneo sobre la lactancia -desfiguraba a la
madre, no tenía tantas ventajas...-, pero eso ya se ha desterrado. Ahora la madre casi siempre quiere
dar el pecho, y hay veces que puede y otras que no puede».

Bonal afirma que él valora la eficacia de la lactancia materna en función del peso y la talla del bebé.
«Hay una presión bastante grande en nuestro medio, pero no de la industria, sino de la estética infantil:
gusta el niño rollizo y todo el mundo presiona a la mamá para que le dé las papillas y la alimentación
complementaria».

Sin embargo, este pediatra realiza afirmaciones que pocos especialistas en lactancia materna
suscribirían: «La manzanilla no quita el apetito». «El bebé lactante tiene que saber que hay otras cosas
aparte del pecho, como el agua o la manzanilla». «Porque tome un biberón, el bebé no va a abandonar
la lactancia materna».

«No queremos crearle un complejo de culpabilidad a la madre porque no pueda darle el pecho a su
hijo. Hay personas terriblemente angustiadas porque ven que se les retira el pecho, el niño lleva dos o
tres semanas sin coger peso y evidentemente tienes que meter una alimentación complementaria»,
concluye.

JOSEFA AGUAYO. Pediatra y vocal de Unicef-España. «El niño tiene derecho a lo mejor»

Vocal de Unicef y del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (AEP),
Josefa Aguayo admite que muchos de los conocimientos sobre lactancia materna que aprendieron ella
y sus colegas «se han quedado antiguos», por lo que es necesaria la autocrítica y, a continuación, el
reciclaje. Aguayo es coautora de una guía para «promover y apoyar la lactancia materna en la práctica
pediátrica» que está a disposición de todos los miembros de la AEP.

Asegura que la publicidad de la leche de fórmula influye «claramente» en los profesionales, que
además dependen de la financiación de la industria para organizar sus congresos, editar sus revistas y
desarrollar sus proyectos de investigación. En este aspecto, el sector «aprovecha las debilidades del
Código de Comercialización», que no prohíbe expresamente esas actividades. Para los fabricantes,
«es un mercado demasiado suculento para dejarlo escapar».

Aguayo recuerda que sólo algunos bebés con enfermedades raras no pueden mamar y un mínimo
porcentaje de mujeres no deben dar el pecho por razones médicas: infección por VIH, consumo de
drogas o uso de fármacos muy agresivos, como los que se utilizan contra el cáncer. La infección local
en el pezón es sólo una contraindicación temporal: la leche se extrae con sacaleches y se tira hasta
que la infección sea superada. En cambio, ni la mayoría de los fármacos, ni la mayoría de las
enfermedades de la madre, ni siquiera el tabaco, están contraindicados con la lactancia materna,
asegura la pediatra. Por ello, aboga por tratar la leche de fórmula como un fármaco que debe recetarse
sólo en esos casos excepcionales.

La pediatra recuerda que hay que respetar a las mujeres que no quieren dar el pecho. Pero considera
que algo se está haciendo mal cuando, de un noventaytantos por ciento de embarazadas que desean
lactar, sólo el 85% sale del hospital haciéndolo tras el parto; al tercer mes son sólo el 53% y al sexto, el
26%. Es una lástima, afirma, porque el niño «tiene derecho a la mejor alimentación». Y resulta que
está en su madre.

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