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El control obrero: ¿una alternativa a los rescates?

Publicamos este debate que tuvo lugar en el portal británico Libcom.org acerca de las
cooperativas y la autogestión y su posible utilización como herramientas estratégicas
contra el capitalismo.

¿Es el control obrero de empresas en quiebra una solución factible a los problemas que
surgen a la clase obrera en momentos de crisis del capitalismo, en oposición a los
rescates financieros por parte del Estado? ¿Son realmente válidas en la lucha contra el
capitalismo o más bien lo refuerzan?

Grupo Ruptura

¿Rescates o cooperativas?

Al entrar el capitalismo en crisis (de nuevo), los Estados han acudido al rescate del
sector financiero, y se ha demandado ayuda para salvar determinadas industrias. Hay
muchas razones para rechazarlo, pero el problema es que sus trabajadores resultarían
perjudicados de no llevarse a cabo. Como tal, creo que sería muy acertado por parte de
los anarquistas que tuvieran alguna idea de qué hacer – más allá, por supuesto, de las
llamadas a la revolución social.

¿Sería buena idea que en lugar de rescatarlas, las empresas se convirtiesen en


cooperativas? Se trataría de una alternativa libertaria frente a darles dinero a los
capitalistas o nacionalizar los centros de trabajo.

En 1848, Proudhon decía que él: “no quería ver al Estado confiscar las minas, los
canales y los ferrocarriles; eso se sumaría a la monarquía y resultaría en más esclavitud
asalariada. Queremos que las minas, los canales y los ferrocarriles sean entregados a
asociaciones obreras organizadas democráticamente…”

En su obra clásica La idea General de la Revolución, sugirió algo similar como parte de
su crítica al capitalismo, influyendo en los Communards, que convirtieron los centros de
trabajo vacíos en cooperativas.

En 1912, Kropotkin se expresó de una forma parecida. Señalo que “Las fases del Estado
que estamos atravesando ahora parecen ser inevitables”. Sin embargo, ayudando “a los
sindicatos a obtener la posesión temporal de las empresas industriales” los anarquistas
estarían proporcionando “un medio efectivo para controlar la nacionalización estatal”.
Es decir, existe una tradición anarquista que reclama este tipo de medidas.

A todo esto hay una objeción obvia; la de que esto no es socialismo sino tan sólo
“capitalismo obrero”.

De acuerdo, no es socialismo, pero contiene más elementos socialistas que las


alternativas del rescate o la nacionalización. Es una propuesta que se podría aplicar aquí
y ahora, donde una revolución social es actualmente poco probable. Si nuestra postura
es la de la pureza revolucionaria, es bastante probable que nadie nos haga mucho caso y,
si estalla una revuelta, nuestra influencia será menor de la que sería posible si
afrontásemos las cuestiones sociales de hoy. Formulada de forma correcta, esta
propuesta podría emplearse para acercarnos a nuestro objetivo inmediato: un
movimiento social libertario que use la acción directa y la solidaridad para mejorar la
sociedad.

¿Qué pasa con la idea de que esto no es más que “capitalismo obrero”? Es una idea
confusa. No es capitalismo porque los trabajadores poseen y controlan sus propios
medios de producción. Si citar a Engels no está demasiado fuera de lugar, el “objeto de
la producción –producir mercancías- no da al instrumento el carácter de capital” ya que
“la producción de mercancías es una de las precondiciones de la existencia del capital…
siempre que el productor venda sólo lo que él produzca, no es un capitalista; sólo se
convierte en capitalista en el momento en que hace uso de su instrumento para explotar
el trabajo asalariado de otros.”

Así que las asociaciones de obreros no son capitalistas, como Marx también dejó claro.

Esta es la distinción que hacía Proudhon entre propiedad y posesión, y colocaba a las
asociaciones de obreros en el corazón de su anarquismo, considerándolas como “una
denuncia del sistema del trabajo asalariado” y una “negación del dominio de los
capitalistas”. Mientras estas asociaciones siguiesen siendo democráticas (i.e. todas las
personas que trabajasen allí serían sus miembros) supondrían una socialización de los
medios de vida (aunque dentro del capitalismo). La clave para entender la socialización
es recordar que esta trata fundamentalmente sobre el acceso que cada uno tenga el
mismo derecho que los demás a acceder a los medios de vida.

Esta era la postura de Proudhon, que “cada individuo empleado en la asociación… tiene
una parte indivisible de la compañía”, tiene “el derecho a ocupar cualquier puesto en la
compañía, de acuerdo a su sexo, edad, aptitud y duración del empleo” y que “todos los
puestos son electivos, y los estatutos están sujetos a la aprobación de todos sus
miembros”. Bakunin también era un firme partidario de las cooperativas, como lo era
Kropotkin –aunque ambos tenían claras sus limitaciones.

Este debería ser el criterio para cualquier rescate propuesto a partir de ahora: convertir
la compañía en una cooperativa dirigida por sus miembros y en la que cualquier nuevo
trabajador sea automáticamente un miembro con los mismos derechos que el resto.

Por supuesto, es poco probable que cualquier gobierno esté de acuerdo con este tipo de
socialización de las compañías. A menos que se le presione desde abajo, seguirán
rescatando o nacionalizando (parcial o totalmente) para mantener funcionando el
capitalismo. Si se les ignorase, los trabajadores deberían simplemente socializar sus
centros de trabajo ocupándolos y haciéndolos funcionar directamente por ellos mismos.
Esto no debería limitarse simplemente a aquellas empresas en busca de rescate. Se
deberían ocupar todos los centros de trabajo en peligro -lo que, con suerte, animaría a
todos los trabajadores a hacer lo mismo.

El apoyo a las cooperativas debería ser visto como una respuesta práctica a los actuales
acontecimientos, un medio de extender el mensaje anarquista y hacer que la gente actúe
por sí misma. Como mínimo, ayudará a la gente que está sufriendo la crisis mostrando,
al mismo tiempo, que otro mundo es posible. ¡Y es bastante dudoso que la gente cuyo
trabajo y comunidad estén en peligro por las decisiones de sus jefes puedan hacer
mucho más daño que el que les están haciendo a ellos!
Pero esto sólo es una solución libertaria a corto plazo a la crisis. Una alternativa que
puede emplearse para crear algo mejor. El capitalismo ha fallado. Es tiempo de darle
una oportunidad a la libertad económica.

http://libcom.org/library/bailouts-or-co-operatives

¿Cooperativas o conflictos?

La nacionalización ha sido desde siempre una demanda básica de la izquierda, pero


ahora que una nacionalización sin precedentes del sistema bancario no nos ha llevado al
socialismo, parecen justificados los argumentos anarquistas de que el control estatal no
le ofrece nada a la clase trabajadora.

Esto crea una oportunidad para presentar las ideas anarquistas no críticas a la izquierda,
sino como propuestas con derecho propio. Frente a la demanda de nacionalizar las
empresas en apuros, muchos han opuesto la demanda de control obrero. Pero esta
demanda no es menos problemática, por dos razones.

En primer lugar, lo que ya es significativo, no estamos en posición de demandar nada.


Como una pequeña minoría de nuestra clase, nuestros “llamamientos” a esto o aquello
son lamentos impotentes. La nacionalización de los bancos no ocurrió porque los
miembros del parlamento escuchasen a los diferentes grupos trotskistas, sino por una
necesidad material de prevenir un derrumbamiento del sistema bancario y el
consiguiente desplome económico, la caída de los beneficios y el peligro de descontento
social que esto conllevaría.

La única manera de que nuestras reivindicaciones se puedan convertir en una necesidad


para el capital es que estén respaldadas por un movimiento de clase capaz de
imponerlas. Pedir esto o lo otro en ausencia de este poder de clase es hacernos ilusiones;
hay asuntos más urgentes a mano. Volveremos a esto en un momento.

El segundo problema está a un nivel más básico. Mientras que muchos se dan cuenta de
que el control obrero bajo el capitalismo es simplemente explotación autogestionada,
generalmente se reivindica como una especie de demanda intermedia, “realista” en
ausencia de revolución. Sin embargo, como la nacionalización, el control obrero no es
una reivindicación basada en nuestras necesidades materiales concretas como clase, sino
en cómo debería ser gestionado el capital.

El capital no puede ser gestionado en nuestro interés, así que no tiene sentido intentarlo.
Por el contrario, debemos plantear reivindicaciones materiales concretas: no a los
despidos, no a los recortes en los salarios o en los servicios públicos, no a los desalojos
y desahucios; y yendo aún más allá: pedir aumentos, menos horas sin pérdida de sueldo,
mejores servicios públicos, etc.

La explotación autogestionada no es sólo un bonito juego de palabras, es un


reconocimiento de cómo el capital domina la vida social. Lo hace verticalmente, a
través del jefe y lo hace horizontalmente, a través de las fuerzas del mercado. Muchos
anarquistas se centran principalmente en el dominio vertical de la jerarquía laboral, y así
ven el en control obrero un paso más hacia el comunismo libertario.
Sin embargo, no se trata de ningún peldaño sino de un callejón sin salida. Por ejemplo,
yo trabajo en una empresa de servicios financieros. Como os imaginareis, durante una
crisis financiera, estamos sintiendo el apretón. Se están produciendo despidos y a los
‘afortunados’ supervivientes se les está haciendo trabajar más tiempo y más duro. Si nos
convirtiésemos en una cooperativa, esas mismas fuerzas de mercado que hacen que mis
jefes hagan recortes seguirían estando allí, pero no tendríamos nadie a quién decirle NO,
tampoco bajo la presión de aumentar la tasa de explotación para sobrevivir en un
mercado hostil.

Por supuesto, utilizando los antiguos salarios de los directivos seríamos capaces de
despedir menos o de mejorar los salarios. Pero si la empresa tiene los recursos para
hacer esto, y solo seríamos capaces de crear una cooperativa con una lucha de clases
suficientemente grande como para expropiar a los jefes, deberíamos simplemente
reivindicar las cosas materiales concretas que queremos –en este caso estabilidad
laboral y mejores condiciones – y no cómo debería ser gestionado el capital para
cumplir nuestras necesidades actuales.

Conseguir crear una cooperativa es conseguir cambiar una forma de alienación por otra,
la del proletario por la del pequeño burgués. Pero hay una razón por la que los
trabajadores son potencialmente una clase revolucionaria y las personas con pequeños
negocios no lo son: el antagonismo de clase. Cuando el capital presiona a los jefes a
través de las fuerzas del mercado, éstos tienen que imponérselas a los trabajadores, y los
trabajadores pueden resistirse. Las necesidades de los trabajadores están en
contradicción directa con las necesidades de la acumulación capitalista.

Sin embargo, si nos convertimos en nuestros propios jefes, no tenemos a nadie a quien
negarnos y las necesidades del capital aparecen como los imperativos naturales de las
fuerzas del mercado. La lucha de clases –y con ella el potencial para el cambio
revolucionario- sufre un cortocircuito. Los fines están hechos de medios. Algunos
medios nos acercan a lo que queremos, otros lo hacen más lejano y finalmente eliminan
su misma posibilidad.

¿Así que cuál es la respuesta comunista libertaria a la crisis? Las reivindicaciones


comunistas son reivindicaciones materiales concretas que reflejen nuestras necesidades
como trabajadores. Para estar en posición de plantear estas reivindicaciones,
necesitamos alcanzar un nivel de poder y confianza de la clase trabajadora actualmente
inexistente. Por tanto, nuestra actividad debería dirigirse a aumentar la confianza, el
poder y la combatividad del conjunto de la clase trabajadora.

El boletín de trabajadores Tea Break es uno de estos proyectos con este fin, aboga por
tácticas comunistas libertarias para conseguir reivindicaciones materiales concretas.
Estas tácticas son la defensa de la acción colectiva, para que los trabajadores militantes
tejan redes entre ellos o cara a cara, para que las asambleas de masas, que incluyan a
todos los trabajadores sin importar su militancia sindical (menos esquiroles y jefes,
claro), que controlen la lucha, y porque se relacionen los trabajadores divididos por
lugar de trabajo, sector, sindicato, contratos temporales o permanentes y las otras
múltiples divisiones actuales (nacionalidad, género, etc.).
Como proyecto concreto dirigido a extender las tácticas comunistas libertarias y
aumentar el poder y la confianza de la clase, es al menos un paso pequeño pero definido
en la dirección adecuada.

http://www.libcom.org/library/co-ops-or-conflicts

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