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SEGUNDA RESEÑA

ACERCA DE LA TEORÍA SOCIAL HOY, páginas 1-8


Nelson Ronderos González

RESUMEN

“Dado que tiene por objeto la vida,


la ciencia social depende de la propia
capacidad del científico (…); depende
de las capacidades idiosincrásicas, para
experimentar, comprender y conocer…”
(J. Alexander)

El documento “La teoría social, hoy” de Jeffrey Alexander y otros autores, en su aparte

la “Centralidad de los clásicos”, fija su reflexión en la relación entre las ciencias

sociales y los clásicos, hallando problemas no solo a la teoría social, sino en estudios

culturales en general.

El autor hace su recorrido desde los partidarios del positivismo en relación con el tema,

hasta los de postura humanista en las ciencias sociales contemporáneas, sosteniendo que

“(…) los clásicos ocupan un lugar central en las ciencias sociales contemporánea”,

identificando como punto central en las diferentes posturas del debate, la discusión de si

existe o no una “interrelación entre la interpretación de los clásicos y la ciencia social

contemporánea”.

Así mismo plantea que para comprender la relación entre ciencia social y los clásicos,

hay que considerar la cuestión de la naturaleza de la ciencia social empírica y la relación

que guarda con las ciencias naturales, como también qué significa analizar los clásicos y

su relación con los intereses científicos contemporáneos.


INTRODUCCIÓN

Para Jeffrey Alexander la definición de un clásico es: “Los clásicos son producto de la

investigación a los que se le concede un rango privilegiado frente a las investigaciones

contemporáneas del mismo campo”. Para él, el concepto de rango privilegiado significa

que “los científicos contemporáneos dedicados a esa disciplina creen que entendiendo

dichas obras anteriores pueden aprender de su campo de investigación tanto como

puedan aprender de la obra de sus propios contemporáneos”.

Su análisis se desarrolla a través de diferentes acápites como “La crítica empirista a la

centralidad de los clásicos”, en el que afirma que tal como se ha definido lo clásico, en

las ciencias naturales no existen actualmente los clásicos; y hace el análisis según

planteamientos positivistas de Whitehead y Merton.

Seguidamente pasa a “La visión post-positivista de la ciencia” en la que revisa la tesis

contraria a la centralidad de los clásicos, en la que se supone que la ciencia es

acumulativa en tanto que es empírica y por lo tanto no creará clásicos; Alexander en

contrario dice que el hecho de que una disciplina posea clásicos, no depende de su

empirismo, sino del consenso que exista en esa disciplina en cuestiones no empíricas.

Complementa el anterior acápite preguntándose “Por qué no hay clásicos en la ciencia

natural: una visión post-positivista” a partir de planteamientos de epistemólogos de la

ciencia (Holton, Collingwood, Kuhn, Habermas).

Después pasa al estudio de “La defensa post-positivista de los clásicos”, en el que

plantea que “A causa de la existencia de un desacuerdo persistente y extendido, los

supuestos de fondo más generales que quedan implícitos y relativamente invisibles en la

ciencia natural entran activamente en juego en la ciencia social” y revisa los debates

sobre la verdad científica en la ciencia social, según las razones cognoscitivas y


valorativas que explican las grandes diferencias en el consenso acerca de la naturaleza

exacta del conocimiento.

Sigue su análisis con el acápite “Ingenuidad fenomenológica: por qué deben

deconstruirse los debates clásicos”, en el que pretende mostrar empíricamente que no

existe división entre historia y sistemática -según la crítica de Merton con respecto a la

mezcla de las dos en la teoría sociológica-, apoyándose en Husserl y Derrida.

A continuación viene “La interpretación de los clásicos como argumento teórico: T.

Parsons y su crítica del período de postguerra” acápite en el que afirma que “Es posible

entender la teoría sociológica del período que se extiende aproximadamente desde la II

Guerra Mundial hasta comienzos de la década de los ochenta como una disciplina

relativamente coherente”, según que apareció la teoría Estructural-funcional con

relativa predominancia en el trabajo científico de la época.

Finaliza su extenso ensayo con el acápite “Humanismo y clásicos: por qué es errónea la

crítica historicista”, en el que intenta justificar la centralidad de los clásicos frente a las

críticas surgidas dentro de las disciplinas humanísticas, sobre todo con el enfoque

historicista de la historia intelectual según la obra de Quentin Skinner.

1. La crítica empirista a la centralidad de los clásicos

Tal como Alexander ha definido el concepto de lo clásico, se puede decir que en las

ciencias naturales no existen actualmente los clásicos, sin embargo dice (Whitehead:

1974) que “una ciencia que vacila en olvidar a sus fundadores está perdida”, afirmación

que significa para los positivistas que la ciencia social prescindirá de los clásicos y que

en caso de tenerles en cuenta será para información empírica, ya que la exégesis y el

comentario no cuentan en las ciencias sociales; esto se basa en que la ausencia de textos

clásicos en las ciencias naturales, nos está mostrando su carácter empírico, a pesar de la

consideración de que el status empírico para ambas ciencias es básicamente idéntico.


2. La visión post-positivista de la ciencia

A la tesis contraria de la centralidad de los clásicos – en la que una ciencia es

acumulativa en tanto es empírica y en tanto acumulativa no creará clásicos- J.

Alexander sostiene que por el contrario una disciplina que posea clásicos no depende de

su empirismo, sino del consenso que existe dentro de esa disciplina acerca de cuestiones

no empíricas.

Por la anterior afirmación el autor dice que la corriente positivista se basa en 4

postulados fundamentales: a) La existencia de una ruptura epistemológica radical entre

las observaciones empíricas (específicas y concretas) y las proposiciones no empíricas

(generales y abstractas); b) Dando por sentado la existencia de esta ruptura, las

cuestiones más generales y abstractas (filosóficas o metafísicas) no tiene importancia

para la práctica de una disciplina de orientación empírica; c) Las cuestiones de índole

general, abstractas y teórica, solo pueden ser evaluadas con observaciones empíricas; la

teoría he de ser formulada de forma proposicional y los conflictos teóricos se deciden

según contrastaciones empíricas y experimentos cruciales; d) El desarrollo científico es

“progresivo”, lineal y acumulativo; las diferencias de un campo científico y otro, es el

producto de la especialización en diferentes dominios científicos.

Postulados que aceptados por la mayoría de los científicos sociales, han sido criticados

por la nueva tendencia de la filosofía, historia y sociología post-positivista de la ciencia

natural, mientras los positivistas reducen la teoría a los hechos, los post-positivistas

retoman los aspectos teóricos.

3. Por qué no hay clásicos en la ciencia natural: una visión post-positivista

“La epistemología de la ciencia no determina los temas particulares a los que se aplica

la actividad científica de una disciplina científica dada”, básicamente el autor plantea en

este acápite la discusión post-positivista entre empiristas y antiempiristas, es decir cual


es el papel que juega la epistemología de la ciencia en la actividad científica; estos

últimos reconocen que lo que distingue a las ciencias naturales de las ciencias humanas

es que las primeras centran su atención en problemas empíricos, ya que la actividad

científica se aplica a lo que se considera científicamente problemático. Así el autor llega

a plantear que “En la ciencia natural no hay clásicos porque la atención, normalmente,

se centra en sus dimensiones empíricas…” para sostener que “La ciencia natural no es

menos apriorística que la ciencia social. Una postura no apriorística, puramente

empírica, no explica la “ausencia de clásicos” en la ciencia natural (…) en vez de

clásicos, la ciencia natural tiene lo que Kuhn llamaba modelos ejemplares”, modelos

que aunque tengan asuntos metafísicos y no empíricos, incluyen definiciones y

conceptos que proporcionan técnicas y operacionalizan el trabajo científico.

4. La defensa post-positivista de los clásicos

Según el autor la aplicación de la ciencia a la sociedad engendra desacuerdo en la

aplicación de modelos y clásicos en la ciencia social, ya que si bien los supuestos de

fondo en la ciencia natural quedan implícitos y relativamente invisibles, en la ciencia

social se activan y entran en juego en un sentido u otro (acuerdo o desacuerdo); por lo

que Alexander plantea que “… las condiciones de la ciencia social hacen altamente

improbable el acuerdo consistente acerca de la naturaleza exacta del conocimiento, y,

con mayor motivo, el acuerdo sobre leyes subsuntivas explicativas”.

Algunas de las razones cognitivas y valorativas que explican las diferencias entre C.N. y

C.S. en el grado de consenso científico, son: a) A diferencia de la C.N. en el que el

objeto de estudio es externo, en las C.S. los objetos son estados mentales, o condiciones

donde se incluyen esos estados, la posibilidad de confusión entre los estados mentales

del observador y el sujeto observado es ostensible; b) Las dificultades para acuerdos

sobre los referentes empíricos se debe a la naturaleza valorativa de la C.S., así mismo
las implicaciones ideológicas inciden en las descripciones de los objetos de

investigación; c) Cuanto más difícil sea obtener un consenso en los referentes empíricos

de la C.S., tanto más difícil es alcanzar consenso respecto a las abstracciones basadas en

referentes empíricos; d) Mientras no haya acuerdos sobre los referentes empíricos, ni

sobre leyes, todos los elementos no empíricos añadidos a la percepción empírica, serán

objeto de debate.

5. Ingenuidad fenomenológica: por qué deben deconstruirse los debates clásicos

En este acápite el autor pretende mostrar empíricamente lo que anteriormente

argumentó en teoría, sobre la inexistencia de escisión entre historia y sistemática, sin

embargo sí hay un lugar en que dicha escisión sucede, como es en la mente de los

científicos sociales. Según la “actitud ingenua” (Husserl: 1977) los científicos sociales

aunque “Inmersos en fórmulas clásicas (…) no pueden entender que son ellos mismos, a

través de sus intereses e intenciones teóricas, quienes convierten los textos en clásicos y

otorgan a cada texto clásico su significado contemporáneo”.

El autor a partir de Derrida, quien sugiere que todo texto es una construcción

intencional, no el reflejo de una determinada realidad; plantea que toda descripción de

ésta es selectiva, dejando por fuera ciertos elementos, ya que lo que se describe no solo

produce “presencias” de lo que incluye, sino también la ausencia de lo que excluye, para

así mismo llegar a decir, que el carácter central de los clásicos para ser demostrado es

necesario reconstruir las discusiones de la C.S. sobre los clásicos.

6. La interpretación de los clásicos como argumento teórico: T. Parsons y su…

En este acápite lo que plantea J. Alexander es que la teoría sociológica desde finales de

los 30’s hasta comienzos de la década de los ochenta, fue una disciplina con forma

relativamente coherente, es decir, la teoría Estructural-funcionalista tuvo predominancia

en el campo científico hasta finales de los 60’s, no sin la aparición de críticas


importantes a este enfoque, desarrollos que en la actualidad han creado un campo

teórico nuevo que supera la antigua mirada coherente de los últimos cuarenta años.

El autor hace una mirada crítica y referencia autores -Coser, Martindale, Levin,

Gouldner, Giddens, Bendix, etc.- que criticaron al funcionalismo no parsoniano, a partir

del sustento teórico que hizo Parsons de los clásicos y de los clásicos que no incluyó en

su desarrollo teórico como Simmel y Marx: “El esfuerzo de base por acabar con la

hegemonía de la teoría funcionalista no consistió solo en encontrar nuevas formas de

interpretar los clásicos y en proponer nuevos clásicos. También consistió en desarrollar

nuevas escuelas teóricas capaces de ofrecer una alternativa sistemática a lo que se

consideraban los énfasis característicos del funcionalismo”; surgió entonces la teoría del

conflicto, la del intercambio, la del interaccionismo simbólico, la de la etnometodología

y una forma específicamente sociológica de la teoría social humanista o radical. Estas

escuelas definieron sus propios clásicos no solo en oposición a las interpretaciones sino

también al propio Parsons.

7. Humanismo y clásicos: por qué es errónea la crítica historicista

En este acápite el autor intenta justificar la postura de defensa de la centralidad de los

clásicos frente a las críticas surgidas desde las propias disciplinas humanísticas, en

particular refiere la crítica de Skinner por criticar al empirismo reduccionista

contemporáneo de las C.S.; las humanidades están más referidas con la interpretación

que con la explicación.

A su vez Alexander plantea que “El historicismo detesta que se introduzcan de forma

errónea problemas contemporáneos en la comprensión de textos anteriores” y que los

dos supuestos más importantes del historicismo son la idea de que el contexto

intelectual y la intención del autor son inmediatamente accesibles a los estudios

culturales, de esto se sigue un tercer supuesto, la idea de que es posible leer y


comprender sin especiales problemas textos motivados o históricamente situados; y

seguidamente hace una crítica a los supuestos en que se basa el historicismo a partir de

las polaridades de: contexto singular vs. contexto infinito; intención transparente vs.

intención opaca; y textos explícitos vs. textos polivalentes.

A la pregunta: ¿Qué aportes rescata de la lectura en la formación de su pensamiento

como futuro/a trabajador/a social y por qué?

-Respondo que me ayudó a entender el por qué considerar a los clásicos frente a los

autores contemporáneos, en los estudios e investigaciones de las ciencias sociales y

también el contexto del surgimiento de las diferentes miradas críticas a la teoría

parsoniana del Estructural-funcionalismo que dio como resultado la emergencia de

nuevas tendencias en las teorías sociológicas a partir de los años 60’s y en particular

teorías como la del conflicto, la del intercambio, la del interaccionismo simbólico, la de

la etnometodología y la de la teoría social humanista o radical.

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