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"Dijo el necio en su corazón: "No hay Dios." Se han corrompido; han hecho cosas abominables.
No hay quien haga el bien. (Salmo 14: 1).
El ateísmo es la ideología popular hoy en día; el punto de vista generalmente aceptado y que
domina. Los medios de comunicación son controlados por ateos cuyas opiniones se difunden por
doquier. El ateísmo "manda." Puesto que el ateísmo es la posición que prevalece ahora, la gente
tiene la impresión que es el único punto de vista válido, una filosofía establecida a base de puros
argumentos sólidos. Sin embargo, el ateísmo es totalmente lo contrario y resulta sumamente fácil
exponer la superficialidad y la debilidad de la argumentación atea, así como los métodos
tramposos que utiliza para atrapar a otros.
Al considerar la trágica y degenerada condición de la raza humana, el apóstol Pablo cita al rey
David y el Salmo 36, "No hay temor de Dios delante de sus ojos," (Romanos 3: 18) como su
explicación. La palabra griega utilizada por Pablo para describir temor es una palabra fuerte, que
indica terror o alarma. Quiere decir: "no pueden alarmarse." El tipo de temor que considera es el
instinto de que "Dios está ahí" que súbitamente alarma a la gente. ¿Cuándo puede suceder esto?
Ocurre normalmente cuando una persona tiene la intención de cometer algún acto vil o algún
pecado. En tal ocasión la conciencia puede ser sacudida por el reconocimiento de que Dios
existe, y puede experimentar un poderoso freno y quizás aún más, un temor a juicio. A la hora de
alzar el cuchillo, hablando metafóricamente, para cometer el acto, entonces el reconocimiento de
que existe un Juez supremo sacude al pecador en potencia.
El principal objetivo del ateísmo es deshacerse de este freno indeseable. Se le considera como
algo que interfiere con nuestra libertad de gobernar nuestras propias vidas y hacer lo que nos
venga en gana. El ateísmo quiere definir sus propios caminos moralmente hablando. La idea de
que Dios está ahí y que es Santo y que puede llamarnos a cuentas, es un obstáculo y un
inconveniente que deben desecharse. La gente dice, "quiero gobernar completamente mi propia
vida. No quiero ser intimidado por un Dios puritano. No quiero que ninguna voz suene en mis
oídos de manera crítica interfiriendo con mis planes. No voy a tolerar el sentido de vergüenza
que se apoderaría de mí si creyera en Dios o en las normas de la Biblia." Esto es el ateísmo. Un
ateo es una persona que ha decidido erradicar completamente de su mente la conciencia
instintiva de Dios.
Hablando con objetividad, el ateísmo se puede clasificar a grandes rasgos en dos clases. Por un
lado está el promotor militante del ateísmo: el no-creyente agresivo y ardiente, determinado a
comprobar que Dios no existe, que rechaza la fe y que trata de persuadir al mayor número de
personas para que asuman su postura. Por el otro lado, está el "ateo-pasivo," o el "ateo-
receptivo." Esta persona simplemente absorbe el ateísmo promovido por el incesante bombardeo
de propaganda anticristiana y enemiga de lo espiritual que nos asedia en la actualidad.
Los ateos-pasivos, al igual que los promotores militantes del ateísmo, "no tienen temor de Dios
delante de sus ojos." Eliminan a Dios de sus pensamientos y de sus vidas y rehúsan creer que Él
existe y que ve sus obras. Esto, debido a que han sido engañados constantemente por el ateísmo
militante y han absorbido sus mentiras. No decimos que los ateos-pasivos están exentos de
responsabilidad por su ateísmo, ya que todo ateísmo es pecado, el cual eventualmente será
juzgado por Dios. Aun si soy solamente una "víctima" que he 'aceptado' el ateísmo de la
sociedad que me rodea, soy culpable, ya que soy una víctima voluntaria. En el juicio final no
podré argumentar que simplemente fui arrastrado juntamente con la multitud. La verdad que
sustenta mi ateísmo es: así lo quiero yo. Me conviene no tener temor de Dios delante de mis ojos.
Lo primero que debemos decir sobre el ateísmo es que a los ojos de Dios no es una opción
intelectual creíble, sino un pecado. De hecho, según la Biblia, es peor que el pecado de
homicidio. ¿Cómo puede ser que, rehusar creer en Dios sea peor que el homicidio? La respuesta
es que la incredulidad está detrás del homicidio, al igual que está detrás de cada pecado. La
incredulidad (el ateísmo) es la que niega la existencia de Dios, rechaza todas Sus normas morales
y borra cualquier idea de que un día el pecador tendrá que rendir cuentas a Dios por todas sus
obras. La incredulidad es lo que da al pecador 'libertad' para hacer lo peor. Por lo tanto, la
incredulidad es lo que da rienda suelta a todo el mal.
Una de las críticas más leves que se pueden aplicar al ateísmo es que es orgullosamente
malagradecido. El ateo dice, "no le debo nada a nadie. Estoy aquí, existo, soy un ser humano, y
no tengo la intención de reflexionar acerca de dónde vengo ni cómo vine aquí. En lo que a mí
concierne, no le debo gratitud alguna a ningún Creador." Así es el ateísmo. Es la actitud de un
niño altamente consentido que se considera a sí mismo el centro y único objeto del universo, y
que ve a sus padres, que son fuente de todos sus beneficios, como sirvientes que le deben todo.
No hay nada más irrazonable que rehusarse a creer en Dios. Va en contra de toda la avalancha de
evidencias visibles a nuestro alrededor. Cuando contemplamos el mundo creado con su orden,
complejidad y diseño, y sus sistemas y sus siclos, podemos ver con certeza la evidencia y las
indicaciones de una inteligencia creativa. Pero debido a que el ateísmo es más un prejuicio que
un punto de vista, no siente el reto que presenta la evidencia del universo.
Precisamente ahora, este país está experimentando una tormenta de preocupación por el crimen y
el desorden social. La gente se encuentra alarmada por el incremento de la delincuencia juvenil
así como por los crímenes cometidos contra los niños, perpetrados aun por sus propios padres.
De pronto, tanto los periódicos como los documentales de la televisión, han comenzado a reflejar
la preocupación pública, y los políticos se han visto forzados a aceptar que algo ha producido
una catástrofe en nuestra sociedad. Lo que contemplamos no es más que el resultado de muchas
décadas de hostilidad persistente en contra de los valores y las normas de Dios. Es el fruto del
ateísmo.
El ateísmo, sin embargo, nunca aceptará responsabilidad alguna. Ciertamente los militantes ateos
nunca dirán: "hemos delineado el perfil moral de la sociedad durante casi medio siglo y lo que
vemos ahora es el fracaso de nuestros conceptos desastrosamente erróneos acerca de la
naturaleza moral de los seres humanos."
Las palabras de la Biblia: "No hay temor de Dios delante de sus ojos," son muy fuertes. Forman
una figura de lenguaje que describe a la gente como rechazando el conocimiento de Dios en su
horizonte personal. Dondequiera que alcen su mirada, no quieren ver la más pequeña indicación
de que Dios pueda existir. La meta del ateísmo es sacar a Dios de cualquier rincón de la
sociedad.
Es preciso comentar acerca de los métodos del ateísmo, debido a que allí radica mucha de la
evidencia de su carácter tan ruin que lo hace completamente ofensivo a Dios. Por muy amable
que sea la carátula externa del ateísmo, sus métodos son invariablemente despiadados y
engañosos. Esto no significa que todas las personas que son ateas, son en sí mismas despiadadas
y engañosas. Esta es una observación válida acerca de todo el movimiento o cruzada del ateísmo
tomado en su conjunto.
En mi época de adolescente leí una serie de novelas escritas por una prominente figura literaria
que abogaba por la relajación del vínculo matrimonial en la sociedad. En su obra se encontraban
los argumentos a favor de rechazar las tradicionales nociones bíblicas de lealtad matrimonial y
conceptos similares. Se trataba de los argumentos del ateísmo. Era fácil sentirse atraído por los
personajes de estas novelas, pero súbitamente me di cuenta que el autor estaba sumergido hasta
el cuello en una técnica deshonesta. Su meta era demostrar que no es razonable, que es cruel,
esperar que dos personas permanezcan unidas de por vida, y que el divorcio debe ser una
respuesta aprobada y disponible al experimento de las relaciones matrimoniales. También tenía
por meta convencer a sus lectores que las normas cristianas eran una escandalosa limitación para
el disfrute de la vida. ¿Cómo establecía su punto de vista? Creaba situaciones por las que
desfilaban personas buenas, amigables, ingeniosas y atractivas todas ellas, y con la necesidad de
divorciarse, pero impedidas de hacerlo por leyes defendidas por grupos de mentes estrechas y
desagradablemente obtusas. Aquellos que se oponían al divorcio eran infelices en sus
matrimonios, mientras que los pocos que se aventuraban a divorciarse (a pesar de las dificultades
que existían entonces), encontraban su felicidad con plenitud.
¿Por cuáles medios, entonces, estas novelas demolían el mandato de Dios que exige unidad,
lealtad y amor en el matrimonio? ¿Era sólida su argumentación o su razonamiento estaba
apoyado por la evidencia? No, era por medio del engaño; era haciendo trampa. La ficción se hizo
argumento; la invención se tornó evidencia. Y ésta es la técnica acostumbrada que utiliza el
ateísmo. Al no contar con elementos creíbles para apoyarse en su cruzada en contra de los
valores morales revelados por Dios, el ateísmo recurre a la ficción para influenciar a las masas.
Hoy en día, la ficción de la televisión le lava el cerebro a la sociedad sin cesar, la cual es escrita
invariablemente por personas ateas, en su mayoría evidentes partidarios de un estilo de vida
promiscuo, egoísta, profundamente ambicioso, entregado a los placeres y a favor de la
homosexualidad. No solamente escriben para hacer dinero, sino también paralelamente, para
justificar su propio sistema de vida y para persuadir a la sociedad de que se burle de las normas
morales. No hay temor de Dios delante de sus ojos mientras se esfuerzan en imprimir sus propios
gustos y características sobre toda una generación. Ellos aducen que su trabajo es un reflejo de la
sociedad, pero es fácil ver que guían a la sociedad en cuanto a la decadencia, conformándola y
delineándola.
Indudablemente, los dramas y las telenovelas de hoy están cambiando el punto de vista y el
comportamiento de la sociedad, pero esto lo hacen mediante el uso de técnicas deshonestas, al
describir la ambición, la autoestima y la inmoralidad como cosas naturales, razonables y
satisfactorias. Esta falsa "evidencia" está muy lejos de la verdad. Los propios escritores, con
frecuencia, llevan vidas de mucha infelicidad y desesperado dolor, salpicadas de enfermedades
transmitidas sexualmente, problemas de adicción y dolorosos rompimientos en sus relaciones
personales. Entre tanto, la nueva generación recibe la impresión que la "sociedad normal"
siempre ha sido una enervante ronda de promiscuidad y perversión.
Hay otra negra característica del ateísmo. Es sin lugar a dudas, la fuerza más cruel en el mundo
de hoy, que desata la lujuria y la violencia a un nivel que nunca alcanzarían si no fuera por su
influencia. ¿Nos hemos preguntado alguna vez por qué hay tanto abuso en contra de los niños,
comparado con épocas anteriores? Vivimos en una época en la que los niños que están por nacer
pueden ser asesinados al gusto, y en la que los niños son frecuentemente descuidados cuando sus
padres se divorcian. ¿Es sorprendente entonces que la dureza de los padres abarque el abuso
indecente en contra de los niños? El ateísmo ha enseñado a la gente a complacerse a sí mismos y
a despreciar al Dios que todo lo ve. ¿Hay acaso algo sorprendente en eso? Quitemos la existencia
de Dios, aun su posibilidad, de la vista de la gente, y veremos que van de mal en peor, escalando
niveles inusitados de avaricia, lujuria, deslealtad, violencia y crimen. Esta es la crueldad
potencial del ateísmo.
Cuando leemos sobre gente que sufre a consecuencia de engaños, fraudes, crímenes sexuales o
violencia desenfrenada, debemos entender claramente que todo ellos se debe a la crueldad del
ateísmo y la cooperación de gente irrazonable que sigue promoviéndolo, sin importar todo lo que
está ocurriendo. En medio de un flujo incesante de deprimentes estadísticas, recientemente
hemos escuchado que al menos una de cuatro mujeres (ya sea casadas o no), será golpeada o
maltratada por su compañero en algún punto de su relación. ¿Qué es lo que ha ocurrido en la
sociedad, que logra convertir a los hombres en tales monstruos? ¿Qué ha sucedido para que
pueda engendrar individuos tan cobardes e incontrolables? La respuesta es: el ateísmo.
El ateísmo, con el paso del tiempo, deshumaniza a la gente y la sujeta a sus propias pasiones,
empujando a muchos, más allá del poder del dominio propio, hasta los límites de un
comportamiento repugnante y degradado. Consideremos también la crueldad infligida sobre toda
una generación de niños que crece fuera de un sistema razonable de castigos que les enseñe a
respetar tanto las reglas como a los seres humanos que les rodean. El ateísmo insiste en la
"bondad innata" de los niños y por lo tanto suprime toda disciplina. ¿Pero será capaz el ateísmo
de librar a un gran número de esto jóvenes de una criminalidad temprana y de un crecimiento sin
"carácter" y sin dominio propio?
El ateísmo, a los ojos del Dios Todopoderoso, es un pecado horrible. Es cruel. Es orgulloso. Es
un engaño. Es terriblemente caro. No produce consuelo. El ateísmo no puede hacer nada bueno
por nosotros. No nos explica por qué estamos aquí. No es capaz de mejorar una sola vida
humana, ni mejorar o edificar el carácter. Nadie ha experimentado una reforma del carácter
moral bajo la influencia de algún plan o de alguna teoría propuesta por el ateísmo. Es incapaz de
dar a los individuos algún poder sobre sí mismos y no puede llevar a alma alguna al cielo. El
ateísmo es una fuerza indecente, incapaz de levantar o mejorar a nadie.
Si el ateísmo es tan malo, ¿por qué goza de tanto éxito? ¿A qué se debe que la gente no vea sus
entrañas y lo rechace? La respuesta es que el ateísmo se abre paso por medio de sobornos hasta
el corazón de los hombres. Nos ofrece prácticamente toda la libertad que nos plazca, de la
manera y en el momento que la queramos. Promete concedernos el derecho de hacer lo que nos
venga en gana, sin tener que enfrentar ninguna consecuencia o juicio. Nos dice que no hay razón
para tener por qué enfrentar un remordimiento de conciencia más. Este ofrecimiento es tan
atractivo que lo aceptamos sin preguntarnos nada más acerca de su credibilidad, sin
cuestionarnos si puede cumplir. Puesto que somos pecadores, el ateísmo nos ofrece una fórmula
de vida sumamente atractiva. Sin embargo, antes de ser arrastrados por el ateísmo, debemos
considerar hasta qué punto es repulsivo para Dios. ¿Estamos entre los millones de ateos-pasivos
con el cerebro lavado y condicionado a declarar la independencia frente a Dios, debido a la
influencia del ateísmo militante?
Imaginemos el último toque de crueldad hacia la víctima con su cerebro lavado por el ateísmo,
cuando la "lámpara de vida" se extinga en su cuerpo y el alma sea transportada a la eternidad y a
la presencia del Juez eterno. ¡Qué miedo y qué temor la rodearán en ese momento! El mito tan
ridiculizado del cielo y del infierno se tornará entonces en una realidad eterna y el alma, sin
ninguna preparación ni perdón, será llamada a rendir cuentas. La crueldad definitiva del ateísmo
es el "genocidio" espiritual de millones de almas vivientes que van a llegar al final de su
peregrinar, despojadas de la menor posibilidad de felicidad futura.
Hay otra alternativa de vida disponible para nosotros. Nos es posible ser conducidos a una
relación viva con el Dios Todopoderoso, puesto que Él está listo para perdonar nuestra rebelión e
incredulidad y darnos Su propia revelación.
¡Nosotros necesitamos desesperadamente todo lo contrario del ateísmo! Dios quiera que ningún
lector sea arrastrado por la moda actual de antagonismo y hostilidad contra Dios. Más bien,
creamos en Cristo, avergonzándonos de nuestros pecados, pidiendo el perdón de Dios y Él nos
recibirá. Contrario a lo que el ateísmo afirma, el Señor está aquí. Creamos en Él y en todo lo que
nos ha revelado en la Biblia y pidámosle que perdone nuestra anterior incredulidad, y nuestro
egoísmo, arrogancia y necedad. También pidámosle que nos otorgue vida espiritual. Si lo
pedimos de todo corazón, Él nos escuchará, nos recibirá y obrará en nosotros con mucho poder,
y seremos liberados del flagelo del ateísmo, y ya no estaremos huyendo de nuestras conciencias
y de nuestro Dios.
***
Nota del Traductor: El Doctor Peter Masters es el actual Pastor del Tabernáculo Metropolitano,
Newington, Londres. (La iglesia que construyó C. H. Spurgeon).