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UNIVERSIDAD DEL VALLE

VICERRECTORIA DE EXTENSION
Universidad
del Valle

SISTEMA INSTITUCIONAL DE
EDUCACIÓN DESESCOLARIZADA

Curso
HISTORIAS DE LAS IDEAS
POLÍTICAS
CÓDIGO : 950021

Autores:
ERIC RODRIGUEZ WORONIUK
P.h. D. en Ciencia Política.
MARIA MARTA ARTAZCOZ
Lic. en Ciencias de la Educación
Esp. en Psicología.

Santiago de Cali, 1997.


LA TRANSFORMACIÓN DE LOS CONFLICTOS
FRENTE A LA ESTRUCTURACIÓN DE UNA FORMA
"MIXTA DE GOBIERNO": UNA LECTURA DE
ARISTÓTELES Y MAQUIAVELO.

Tema general a tratar:

En la presente unidad abordaremos el pensamiento de Aristóteles y Maquiavelo,


concentrándonos en los procesos políticos y la transformación de los conflictos
conforme lo consideran los respectivos autores, colocando especial énfasis en las
formas de gobierno.

Objetivo:

Reflexionar a partir de las teorías de Aristóteles y Maquiavelo acerca de la


concepción de forma de "gobierno mixto", como la mejor forma de gobierno, en
relación con los mecanismos de transformación de los conflictos y el cambio
político.

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HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
Presentación:

Si bien Aristóteles (nacido en el año 384 antes de J.C.) y Maquiavelo (nacido en el


año 1469 del actual milenio) presentan profundas diferencias en cuanto a su
concepción del hombre, de la sociedad y de la política, encontramos que ambos
coinciden en considerar a la forma "mixta de gobierno" como la mejor.
Conservando las diferencias en los supuestos básicos de sus teorías, éstas
sostienen que la mejor fórmula política es aquella en donde logran coexistir,
teniendo representación en el gobierno, diversos sectores sociales: principalmente
los que podríamos denominar "sectores populares" y "sectores dirigentes".

La estructuración de esta forma de gobierno, la cual es definida de manera distinta


en los dos autores, encuentra diversos obstáculos que pueden entorpecer su
cristalización. La consideración de estas dificultades y las claves propuestas para
su superación, resultan de interés en el estudio de la transformación de los
conflictos políticos.

Finalmente se destaca que si bien ambos autores desarrollan su pensamiento


sobre la organización política de las ciudades, en el caso de Aristóteles se trata
de la ciudad griega en la Antigüedad y en Maquiavelo de las ciudades italianas
del Renacimiento.

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HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
VEA LECTURAS OBLIGATORIAS:

No.1. La Política. Aristóteles. Ed. Espasa Calpe Madrid, 1978.

No.2. Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio

Maquiavelo, Nicolás. Ed. Alianza, Madrid, 1987.

No.3. La Teoría de las Formas de Gobierno en la Historia

del Pensamiento Político. Bobbio Norberto. Ed. Fondo de Cultura

Económica, México 1987.

Lecturas Recomendadas.

No.1. Historia de la Teoría Política. Sabine, George. Ed. Fondo de Cultura


Económica Bogotá 1992.

No.2. Política v Perspectiva. Wollin, Shendon. Ed. Amorrortu, Buenos Aires 1960.

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HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
ARISTÓTELES.

Aristóteles (384-322 a. de J.), el máximo filósofo sistemático de la antigua Grecia -quien


marcó como ningún otro pensador los caminos que habría de transitar la filosofía- nació
en Estagira, ciudad de Macedonia. Pasó 20 años en la Academia de Platón en Atenas
en calidad de discípulo y maestro. A la muerte de este (347) abandonó la Academia y
mas tarde marchó hacia Macedonia como preceptor de Alejandro, hijo del rey Filipo.

En el año 344 volvió a Atenas y fundó su propia escuela: el Liceo. Aquí desarrollo una
enorme actividad intelectual; el material científico que reunió permitió hacer avanzar de
un modo incalculable el saber de su tiempo. Como consecuencia de la reacción
antimacedónica que siguió a la muerte de Alejandro Magno, en 323, Aristóteles fue
acusado de impiedad, y se trasladó a Calcis donde murió al año siguiente.

Concepción del hombre:

Para Aristóteles el hombre por naturaleza es un ser social y no puede existir por fuera
de ella. Este autor se caracterizó por evitar los dualismos contundentes que han
dominado la psicología moderna: cuerpo y espíritu, objetivo y subjetivo. Su análisis
acerca de las funciones humanas concluye en una visión del hombre

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HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
como definidamente racional, capaz de expresar autoconscientemente su
naturaleza y de arribar a una comprensión contemplativa de los principios
ordenadores en los distintos campos de conocimiento.

"... se concluye que el Estado evidentemente es un


natural, que él hombre es un ser naturalmente
sociable que el que vive fuera de la sociedad por
organización por efecto del azar es, ciertamente, o
un ser degenerado un ser superior a la especie
humana y a él pueden aplicarse aquéllas palabras
de Homero: sin familia, leyes y sin hogar. El hombre
que no fuese por naturaleza tal como lo pinta el
poeta, sólo guerra, porque sería incapaz de unirse
con nadie, sucede a las aves de rapiña.”

Aristóteles.
Glosa de La
Política.

En la Etica a Nicomano el estagirita plantea la cuestión del bien como fin último
de las cosas, y por lo tanto, de las acciones humanas; el bien supremo es la
felicidad. La felicidad es la plenitud de la realización activa del hombre en lo que
tiene de propiamente humano; es cierta vida activa del hombre que tiene razón.
Esta forma de vida es la vida contemplativa o teorética, superior a la vida de los
placeres, cuyo carácter no es justamente la exclusión de la acción, sino la propia
acción purificada. Si bien la contemplación teorética es considerada como la más
alta actividad del hombre, la mayor parte de los estudios de Aristóteles se dirigen
hacia el bien práctico en los usos y relaciones sociales humanas.

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HISTORIA DE LAS IDEAS POLITK5AS
Perspectiva metodológica:

La gran obra de este pensador abarca casi todas las disciplinas: lógica y teoría
de la ciencia, física, biología, psicología, metafísica, ética, política, retórica,
estética. Si bien con la aparición de la ciencia moderna se produjo una reacción
contra sus postulados filosóficos, su obra humanística y social continuó y aún
continúa ejerciendo una influencia fundamental.

Aristóteles divide las ciencias en teóricas, practicas y poéticas. Lo característico


de esta última consiste en que se trata de una actividad que tiene un fin distinto de
ella misma, por ejemplo, la fabricación de una mesa, cuyo fin es la mesa. Sus
obras poéticas principales son la Poética, y la Retórica.

Las ciencias practicas son las que atañen a la vida individual y social del hombre:
la ética, la política y la economía. La praxis o práctica es una acción, una
actividad cuyo fin es ella misma, tiene el fin en sí misma y no en una cosa
exterior al actuar. Sus escritos capitales son las tres Eticas: Etica a Nicomano,
Etica a Eudemo y Gran Etica; la Política, y los Económicos.

Las ciencias teóricas son la matemática, la física y la metafísica. La theoria o


contemplación es un modo de praxis, pero es la praxis suprema, a diferencia de
lo que sólo es práctico sin llegar a ser teórico. La contemplación es una
actividad cuyo fin lo constituye ella misma y que tiene en sí misma su objeto. Las
obras principales de este grupo son la Física, el libro Del Cielo, el Del Mundo, el
De

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HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
Anima; toda una serie de tratados sobre cuestiones físicas y biológicas; y sobre
todo los catorce libros de la Metafísica o Filosofía Primera.

De esta distinción se desprenden tres tipos de vida y tres modos de ciencia; más
aún, hay una ciencia que no entra en ninguno de ellos, sino que es anterior: la
lógica. Esta (el Organon) es instrumento y sirve a todas las ciencias, su parte
fundamental es el silogismo y analiza las formas generales de inferencia. La
concepción del conocimiento sistemático es racionalista, dirigida a la organización
deductiva, con premisas primarias que postulan la esencia y teoremas que, a partir
de ellas, derivan las propiedades.

El científico debe investigar la materia, la estructura, los agentes causales y los


fines o funciones directrices. Estos conceptos constituyen respuestas a las
preguntas: ¿De qué esta hecho? ¿Qué es? ¿De dónde procede? ¿A dónde se
dirige?. Su metodología le permitió descubrir la existencia de un orden existente
bien clasificado: especies animales, y bien elaborado: las constituciones de las
ciudades-estado.

Concepción de la política y la sociedad:

Para Aristóteles entre ética y política no hay solución de continuidad. La primera


estudia las virtudes en tanto hábitos y la segunda investiga las instituciones. Sin
embargo las dos se preocupan por encontrar las maneras mediante las cuales el
ser del hombre se realiza mas plenamente y cómo puede ser esto alcanzado en
condiciones no ideales.
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HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
Aristóteles se ocupó profundamente de los problemas de la sociedad y el Estado
en los ocho libros de su Política. Así mismo poseía un material documental
extraordinario sobre las constituciones de las ciudades griegas (158) de las que
sólo una se ha conservado, la de Atenas; y a esto unía un conocimiento profundo
de las cuestiones económicas. En la Política se encuentra el concepto de un
orden natural de las instituciones humanas, la concepción de un orden ideal, y
la clasificación y análisis de las formas socio políticas existentes; así como su
valoración, a fin de elaborar un programa practico.

Aristóteles sostuvo la concepción de la antigua ciudad-estado: la polis, la


comunidad urbana organizada, que representa la realización natural de la
sociabilidad del hombre. Los sofistas habían insistido en una dicotomía entre
naturaleza y convención e interpretaban a la polis como ley o convención. Este
lo P»
autor, por el contrario, incluye la sociedad en la naturaleza, es decir, basar su
posición en el carácter natural -no el convencional o contractual- de las
relaciones sociales. Su idea rectora es que la sociedad es algo inherente al
hombre y no simplemente estatuido.

Para interpretar el ser de la polis parte del supuesto de que toda comunidad o
sociedad tiende a un bien. La polis es una comunidad perfecta, autérquica, que
se basta a sí misma y es también naturaleza; por consiguiente el hombre es por
naturaleza un "animal político", un viviente social. El que vive -por naturaleza- sin
ciudad es inferior o superior al hombre: es una bestia o un Dios.

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HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
La participación directa en el proceso constitucional de la polis es la esencia de la
ciudadanía; la megapolis, suma de individuos aislados en soledad, es contraria a
la naturaleza. El potencial conservador que existe en su concepto de orden
natural, se vislumbra en su defensa de la esclavitud y en la posición subordinada
que ocupa la mujer, propia de una racionalidad inferior, mas inclinada a seguir un
bien prescrito que a comprenderlo activamente.

Aristóteles identifica la sociedad y el estado: lo social es lo político, y la polis


significa la interpretación estatal de la sociedad. Como en su contexto histórico
coinciden: la sociedad perfecta es la polis, el Estado-ciudad, no se da cuenta
que la sociedad no es el estado.

Plantea una clasificación dual de las constituciones: a) una dicotomía entre formas
puras, dirigidas al interés común, y formas corrompidas, en las que los dirigentes
gobiernan en provecho propio, b) una clasificación numérica de los gobernantes
en uno, pocos o muchos.

Esta doble clasificación da lugar a la monarquía, la democracia y la república


(gobierno de muchos ciudadanos acomodados) como formas puras, y a la
tiranía, la oligarquía y la democracia como corrupción en provecho del monarca,
de los ricos y de los pobres respectivamente. Tras esta clasificación formal hay un
anhelo por determinar las distinciones esenciales que se visualizan en su
funcionamiento según el carácter y organización de la sociedad. De este modo
identificaba la oligarquía mas con el gobierno de los rícos que de los pobres, y
la democracia como expresión de los intereses de los pobres. Presta una
especial atención a las
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HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
causas de la revolución y expone los mecanismos para evitarla, en este sentido

consideró a la desigualdad como la situación propicia para la revolución.

Para Aristóteles el carácter básico de la vida política de su época es la guerra entre


ricos y pobres y su formula para la armonía entre los ciudadanos es la politeia. Esta
idea es acorde con su opinión general de que la rectitud se sitúa en el medio. En la
Política el medio consiste en equilibrar las fuerzas opuestas de la oligarquía y de la
democracia, de modo que se evite tanto la arrogancia del rico como la desesperación
del pobre.

De acuerdo al tratamiento dado a las revoluciones en La Política de Aristóteles, realice


una relatoría teniendo en cuenta la consigna siguiente:

♦ ¿Cómo define Aristóteles las revoluciones y cuales serían sus causas y los

mecanismos para evitarlas en la democracia y en la tiranía?.

Tenga presente para iniciar la relatoría (conforme al texto de Bobbio acerca de

estagiríta), qué entiende Aristóteles por una revolución, qué es una democracia y

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HISTORIA DE LAS IDEAS JPOUT4CAS
una tiranía, y cuales son las distintas posiciones sociales que reconoce y qué tipo
acciones que llevan a cabo sus titulares conforme a cada forma de gobierno. Una
vez aclarados estos puntos Ud. podrá iniciar su relatoría. Es importante que los
estudiantes escriban desde su experiencia personal. Por lo tanto deberán tener
en cuenta tanto las lecturas realizadas de manera previa a este curso, como sus
experiencias personales.

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HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
MAQUIAVELO

Nicolás de Maquiavelo nació en Florencia durante 1469. Es sabido que esta


ciudad de empresarios, comerciantes y banqueros dio en ser durante las
postrimerías del S. XIV y comienzos del XV el ámbito propicio para el desarrollo
de un vigoroso movimiento científico, filosófico, literario y artístico. A lo largo del
gobierno de los Medici, especialmente con el mecenazgo de Lorenzo el
Magnífico, la ciudad se convirtió en el centro del humanismo renacentista italiano.

A los 29 años Maquiavelo entró al servicio del gobierno de la República de


Florencia, en calidad de segundo canciller y secretario de los Dieci di Liberta e
Pace, un consejo ejecutivo con jurisdicción tanto en el plano interno como en el
militar y en relaciones exteriores. Durante el período en que inició sus tareas, la
ciudad se encontraba envuelta en problemas complejos. En 1492 había muerto
Lorenzo de Medici, quien no sólo supo manejar con habilidad la política interna
de Florencia, sino que fue también un diestro negociador en el delicado equilibrio
de poder entre los intereses de su ciudad y los cuatro Estados importantes entre
los cuales se encontraba dividida la península itálica: Milán, Venecia, Ñapóles y
el Papado. A lo largo de 1494, los Medici fueron expulsados de Florencia,
reestableciendose de inmediato las instituciones de la vieja república en medio de
una democracia tumultuosa que llevo a Fray Girolamo Savonarola a la primera
magistratura de la ciudad (quien fue depuesto y llevado a la hoguera en 1498).

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HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
De esta manera, muy poco alentadoras perspectivas políticas brindaba Florencia
cuando Maquiavelo en el mismo año en que fue sacrificado Savonarola,
comenzó sus tareas como nuevo secretario en la Segunda Cancillería. La
ciudad en su interior se encontraba dividida en numerosas facciones -las que
tenían mas presencia eran las que respondían a los Medicis y los seguidores del
fallecido Savonarola-, y en las relaciones exteriores la autoridad de Florencia
había mermado de manera evidente.

El problema no consistía en el hecho de haber emprendido una política exterior


equivocada, sino en que no se había definido política alguna. En este sentido, no
se tenía decidida una posición para asumir frente a los profundos conflictos
suscitados entre las principales ciudades italianas. Maquiavelo tuvo así la
experiencia de lo que significaba negociar sin autoridad, sin criterio y sin un poder
material para sostener los principios y propósitos.

Durante 14 años se desempeñó en este cargo. Con la restauración de los


Medid, Maquiavelo conoció la prisión y la tortura. Liberado al poco tiempo, fue
desterrado de Florencia y se retiró en la pobreza a la pequeña finca que su
familia poseía en San Casciano. Después de 13 años de inactividad pública, los
Medici solicitaron en 1525 su vuelta al servicio público, pero, al ser derribados
dos años mas tarde, el nuevo gobierno republicano volvió a excluir a Maquiavelo.
Murió en ese mismo año.

Miguel Ángel Granada en la introducción a su compilación de documentos

históricos de Maquiavelo, sostiene que el pensamiento del secretario florentino es


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HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
la teorización de una crisis, la explicación de sus razones y la búsqueda de una
salida constructiva y reglamentadora: la crisis y el hundimiento florentino e italiano
fueron vividos por él con dramatismo debido a su patriotismo, a su estrecha
vinculación con el destino de la República de Florencia y a su convicción acerca
del valor supremo del Estado en un horizonte humano.

Concepción del Hombre:

Debe tenerse en cuenta que las ideas surgidas de este método se encuentran
fundadas en gran medida en ciertos supuestos previos acerca de la realidad
humana y su comportamiento.

Tanto su propia observación como sus lecturas históricas le llevaron a afirmar que
la naturaleza humana era inalterable y esencialmente mala. A diferencia de
Aristóteles, Maquiavelo empleaba el concepto de naturaleza humana en un
sentido mucho más descriptivo que normativo.

Las características básicas del hombre


según Maquiavelo son las siguientes:

♦ Es una criatura de insaciables deseos y ambición ilimitada, cuyo

móvil primordial es la propia conservación.

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HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
♦ Su estrechez de miras tiende a orientarle en función de la
recompensa inmediata más que de las consecuencias a largo plazo
de sus acciones.

♦ Es también un ser imitativo, inclinado a seguir el ejemplo de los que


encarnan la autoridad.

♦ Es de una rigidez tal, que los patrones de conducta sólo pueden

alterarse hasta cierto límite.

No obstante estas malas cualidades del hombre, no excluye la posibilidad de un


esfuerzo cooperativo por parte de éste; según Neal Wood, muchas de ellas
facilitan la cooperación social.

A la vista de estas características puede parecer lejana la cooperación social


entre los hombres, sin embargo de hecho no es así: el deseo de
autoconservación y la propia limitación de miras permiten que los hombres sean
aptos para ser manipulados por sus dirigentes; la tendencia a la imitación les
predispone a aceptar los condicionamientos impuestos por los líderes y la
organización política. Por otra parte, cuando sus vidas se ven amenazadas por
un medio físico hostil o por actos agresivos, el deseo de autoconservación les
mueve a actuar cooperativa y amistosamente, de este modo demuestran
entonces que pueden ser trabajadores, templados y abnegados. Incluso cuando
ya no pesa una amenaza

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HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
inmediata que ponga en peligro su supervivencia, es posible mantener las virtudes
sociales por medio de un liderazgo sagaz y de una buena organización social.

De este modo Maquiavelo distinguía entre una naturaleza originaria mala y una
segunda naturaleza socialmente buena. En consecuencia, la naturaleza
esencialmente mala del hombre puede ser modelada por los líderes y la
organización política; aunque esa naturaleza originaria restringe en alguna medida
esta posibilidad. Por lo tanto es factible imprimir en la naturaleza primitiva del
hombre modos de conducta deseables por medio de la educación. El
comportamiento humano puede ser vitalmente afectado por las finalidades
socialmente establecidas que canalizan sus deseos. Todos los hombres son en
alguna medida producto de una convención, no simples hombres naturales. En
efecto, es imposible que exista un hombre absolutamente convencional o
absolutamente natural, de la misma forma que no es posible encontrar un hombre
absolutamente bueno o absolutamente malo: de una u otra forma todos pueden
situarse en una escala entre ambos extremos.

Perspectiva metodológica:

Maquiavelo no fue un constructor de un sistema en sentido estricto. En ninguno de


sus tratados llegó a realizar una exposición sistemática de su teoría del hombre y
del gobierno. Sus concepciones se ofrecen en una forma difusa esparcidas a lo
largo de sus obras. Sin embargo, no es posible negar la existencia de un sistema y
de una acusada coherencia ideológica, aunque ésta no se revele en primera
instancia y dependa del lector.

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HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
Entre los logros de Maquiavelo figura el intento de descubrir un orden propio de
la vida política, con independencia de cualquier referencia o causalidad externas.
La política es examinada autónoma y racionalmente, analizando las formas en
que el poder puede obtenerse y conservarse. Se muestran los tipos de acciones
que, en circunstancias diversas, pueden conducir al éxito o al fracaso políticos. Y
aunque no se preocupara de la obligación moral y política o del análisis de los
conceptos morales o políticos, la mayor parte de sus escritos están presididos
por la concepción de una sociedad buena.

Maquiavelo estaba interesado en el descubrimiento de las condiciones de éxito


político. Trató de arribar a ellas estableciendo qué tipo de acciones operaron como
beneficiosas o perjudiciales para los políticos que las lleven a cabo. Su reflexión
acerca del poder político y la forma de conservarlo, son un resultado de una
observación atenta de la experiencia. En este sentido cabe citar una carta
privada, ni bien había finalizado El Príncipe, en donde afirma:

"... Llegada la noche, vuelvo a casa y entro en mi escritorio; en su puerta


me despojo de la ropa cotidana, llena de barro y mugre, y me visto con
paños reales y curiales; así decentemente vestido, entro en las viejas
cortes de los hombres antiguos (...) Estando allí no me avergüenzo de
hablar con tales hombres, interrogarles sobre las razones de sus hechos, y
esos hombres por su humanidad me responden. Durante cuatro horas no
siento fastidio alguno; me olvido de todos los contratiempos; no temo a la
pobreza ni me asusta la muerte. De tal manera quedo identificado con
ellos. Y como Dante dice que no hay ciencia si no se recuerda lo que se ha
comprendido, he anotado cuanto he podido de sus
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HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
conversaciones y compuesto de esta manera un opúsculo, El Principe, en
el cual he ahondado cuanto puedo los problemas de tal asunto, discutiendo
qué es un principado, cuántas clases hay de ellos, cómo se adquieren,
cómo se mantienen, por qué se pierden...".

En efecto, los acontecimientos políticos, las luchas y las guerras de su


tiempo; los varios tipos de príncipes del momento y lo que puede
denominarse "conocimiento histórico", fueron las fuentes para el desarrollo
de su pensamiento político.

El Príncipe "...debe hacer como los ballesteros


bien advertidos que, viendo su blanco muy
distante para la fuerza de su arco, apuntan
mucho más alto que el objeto que tienen en la
mira, no para que su vigor y flechas alcancen a
un punto de mira en esta altura, sino a fin de
poder, asestando así, llegar en líneas parabólica
a su verdadero blanco”

Maquiavelo.
Glosa extraída de El Príncipe.

Con su método buscaba demostrar la verdad de sus afirmaciones a través del


empleo de un cálculo: citaba numerosos ejemplos -como lo señalamos extraídos
de la historia y de los acontecimientos de su época- susceptibles de verificar una
proposición particular sobre las condiciones de éxito político, y a continuación
exponía otros ejemplos que negaban, en principio, la validez de la afirmación
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HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
inicial. Luego de un aplicado examen de los casos negativos pasaba, a decidir si
eran realmente, o solo en apariencia, consecuencia de circunstancias distintas.

Concepción de la sociedad y la política:

En la concepción de Maquiavelo, el fin supremo de la política es la utilidad pública,


la seguridad y el bienestar de la comunidad, por encima de los fines morales que
atribuían a la política los pensadores anteriores. Cuando trataba de establecer la
validez de un precepto político, examinando las consecuencias de actos políticos
particulares, consideraba los actos morales o de cualquier otro tipo desde un
punto de vista instrumental. Siempre le interesaron más las consecuencias
sociales y políticas de los miembros que la intencionalidad moral de los autores,
puesto que, en última instancia, en los asuntos humanos los efectos de los actos
siempre pueden ser buenos y malos. En lo esencial, no se ocupó de los problemas
de la filosofía moral, sin embargo es posible que una de las aportaciones de
Maquiavelo a este campo, nunca articulada explícitamente, haya sido establecer la
dependencia de las condiciones de la moralidad personal con respecto a la
seguridad garantizada por la inmoralidad del Estado.

Lo anterior no quiere decir que Maquiavelo exculpara las violaciones de la


moralidad personal ni que él mismo fuera inmoral. Mantuvo la distinción entre
actos morales e inmorales, en el sentido convencional, y nunca dejó de afirmar
claramente que el empleo de medios inmorales en nombre del bien común podía
más bien disculparse que justificarse. La propia violación de las pautas de la
moralidad personal sólo es excusable cuando resulta necesaria para la utilidad
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HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
pública. El hombre de Estado debe saber actuar inicuamente al servicio del bien
común; pero la violencia, la crueldad y el engaño, nunca deberían considerarse
como finalidades propias y es preciso someterlas a un control racional.

Según este autor el objetivo más alto que el individuo puede proponerse es la
gloria. Esta es conferida por los actos que recuerda y enaltece la humanidad. El
simple éxito o la reputación emanada del poder o de una gran riqueza tienen
mucho menos valor que la verdadera gloría. La gloria mas elevada se alcanza
(en orden decreciente de importancia) fundando una religión, estableciendo un
Estado, en el mando de los ejércitos o en la creación literaria.

La verdadera gloría depende de la virtud de un individuo o de un pueblo.


Maquiavelo hace una utilización ambigua del término, aunque parece pensar
cuando lo emplea, en el soldado que en una batalla despliega previsión,
autodisciplina, constancia, resolución, perseverancia, decisión, valentía, arrojo y
vigor. La guerra es solamente el conflicto arquetípico entre la virtud (cualidad viril)
y la fortuna (mudable, imprevisible, caprichosa); porque de hecho toda la vida
consiste en esa lucha.

El control sobre el medio físico y social, esencial para el bienestar y la


supervivencia, depende de la oposición entre la virtud y la fortuna. La acción
virtuosa permite a los individuos regular una parte de sus vidas y limitar los
caprichos del azar.

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HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
Otra vez, este autor, apela al estudio de la historia para descubrir las condiciones
susceptibles de generar el mayor grado posible de virtud en una república y el
consiguiente logro de la gloria, señalando que las comunidades mas virtuosas
fueron las de la antigüedad clásica (especialmente las de la Roma republicana).
Considera que la virtud de un pueblo depende totalmente de la educación.
mientras que la de los príncipes o jefes es innata, aunque este configurada por la
educación.

Bajo estos requisitos se podrán alcanzar el mayor y más duradero poder político
y la máxima estabilidad del orden político. De este modo los elementos básicos de
la concepción de dicho orden son la gloría, la virtud y la libertad. Maquiavelo
lamentaba la decadencia de la virtud en su época y condenaba el predominio del
lujo y de la vida mercantil. Al respecto dirigía sus esfuerzos al problema de
restaurar las condiciones que hicieran posible la gloria.

Para este autor, el mas importante instrumento de que dispone el hombre para
poner freno a su naturaleza egoísta y canalizarla hacia finalidades socialmente
deseables es el Estado. Solo él hace posible la creación de las condiciones para
la seguridad y el bienestar.

Su concepción acerca del Estado está mucho más próxima al mecanicismo que
al organicismo. El Estado no tiene ni una finalidad superior ni un propósito
espiritual; tampoco tiene una vida y una personalidad independientes del pueblo
que le constituye. Lo que más tarde pasó a llamarse "razón de
Estado" (expresión que nunca utilizó Maquiavelo) no es un orden superracional
sino la política prudente y

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HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
calculada del hombre de Estado para mejorar los fines seculares de los
gobernados.

Para Maquiavelo la existencia y grandeza de un Estado estaban aseguradas


cuando el poder militar ocupaba el debido lugar en el orden político. Al respecto
escribió en El Príncipe: "...no pueden haber buenas leyes donde no hay buenas
armas, y donde se cuentan con buenas armas deben haber buenas leyes...";
esta idea es retomada en Los Discursos... donde afirma que "...la base de todo
Estado es una buena organización militar...".

En El Príncipe y en los Discursos, Maquiavelo establece una clasificación dual de


los Estados, basada en el numero de los que gobiernan, cuyos términos
antagónicos son la monarquía y la república. La primera puede ser limitada,
despótica o tiránica y la segunda popular o equilibrada. Dentro de esta ultima
existen dos tipos principales: la aristocracia y la democracia. También hay en su
clasificación dos formas inestables intermedias entre las repúblicas y las
monarquías: la oligarquía y la monarquía plebiscitaria.

Los Estados también pueden calificarse de acuerdo con otros criterios: según la
forma de adquisición del poder; según su tendencia a la expansión o a la
conservación, a la corrupción o a la virtud; o según la constitución haya surgido de
un legislador singular o se haya desarrollado a lo largo del tiempo en función de la
experiencia.

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HISTORIA 06 LAS IDEAS POLÍTICAS
De acuerdo a la lectura Los Discursos de la Década de Tito Libio de Maquiavelo
realice una relatoría, teniendo como referencia la siguiente consigna:

♦ Reflexionar acerca del papel de los conflictos entre la plebe y los nobles en la
construcción de la república.

Para la iniciación de la relatoría tenga en cuenta, de acuerdo al texto de Bobbio acerca


del autor florentino, cómo considera Maquiavelo a la mejor forma de gobierno. Por
otra parte, tener presente qué posiciones ocupan tanto la plebe como los nobles en la
sociedad romana, y de acuerdo a ello cuales son las acciones que llevan a cabo. Una
vez tenga en claro estos puntos, podrá iniciar la escritura de la relatoría. Recuerde que
su posición personal es importante.

44
HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
"...Creo que el verdadero camino para
llegar al Paraíso es conocer el camino
del Infierno para evitarlo..."

Maquiavelo.
Glosa de la carta personal enviada
a Francisco Guicciardi en 1521

Tarea 3
Ensayo de la primera unidad.

Una vez realizadas las relatorías acerca de Aristóteles y Maquiavelo Ud. estará en

condiciones de escribir un pequeño ensayo de no mas de diez páginas. Tenga en

cuenta la siguiente consigna:

♦ Relacione la concepción de forma de "gobierno mixto" en Aristóteles y en Maquiavelo


(Lectura de Norberto Bobbio: La Teoría de las Formas de Gobierno en la
Historia del Pensamiento Político). Una vez hecha esta relación, reflexione
acerca de las transformaciones de los conflictos, conforme a cada autor.

Tenga en cuenta que el ensayo, como en ninguna otra expresión escrita, la


posición personal de quien escribe es fundamental.

45
HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
LECTURA OBLIGATORIA No.1

LA POLÍTICA

Por: Aristóteles.
Edic. Espasa Calpe Madrid, 1978.

102
LIBRO OCTAVO (1) TEORÍA
GENERAL DE LAS REVOLUCIONES
CAPITULO I
PROCEDIMIENTOS DE LAS REVOLUCIONES

Todas las parte del asunto de que nos proponemos tratar aquí están, si pueden decirse
así, casi agotadas. Como continuación de todo lo que precede, vamos a estudiar, de una
parte, el número y la naturaleza de las causas que producen las revoluciones en los
Estados, los caracteres que revisten según las constituciones y las relaciones que más
generalmente tienen principios que se abandonan con los principios que se adoptan; de
otra, indagaremos cuáles son, para los Estados, en general y para cada uno en
particular, los medios de conservación; y, por último, veremos cuáles son los recursos
especiales de cada uno de ellos. Hemos enunciado ya la causa primera a que debe
atribuirse la diversidad de todas las constituciones, que es la siguiente: todos los sistemas
políticos, por diversos que sean reconocen ciertos derechos y una igualdad proporcional
entre los ciudadanos, pero todos en la practica se separan de esta doctrina. La demagogia
ha nacido casi siempre del empeño de hacer absoluta y general una igualdad que sólo
era real y positiva en ciertos conceptos; porque todos son igualmente libres se ha creído
que debía serlo de una manera absoluta.

La oligarquía ha nacido del empeño de hacer absoluta y general una desigualdad que
sólo es real y positiva en ciertos conceptos, porque siendo los hombres desiguales en
fortuna han supuesto que debe serlo en todas las demás cosas y sin limitación alguna.
Los unos firmes en esta igualdad, han querido que el poder político con
todas sus atribuciones fuera repartido por

___________________________
(1)
Colocado generalmente en el quinto
104
igual; los otros, apoyados en esta desigualdad, sólo han pensado en aumentar
sus privilegios, porque esto equivalía a aumentar la desigualdad. Todos los
sistemas bien que justos en el fondo1, son sin embargo, radicalmente falsos en
la práctica. Y así los unos con los otros, tan pronto como no han obtenido, en punto
a poder político, todo lo que tan falsamente creen merecer, apelan a la
revolución. Ciertamente, el derecho de insurrección a nadie debería
pertenecer con más legitimidad que a los ciudadanos de mérito superior,
aunque jamás usen de este derecho; realmente la desigualdad absoluta sólo es
racional respecto a ellos1. Lo cual no impide que muchos sólo por su nacimiento
es ilustre, es decir, porque tienen a favor la virtud y la riqueza de sus antepasados
a que deben su nobleza, se crean en virtud de esta sola desigualdad muy por
encima de la igualdad común.

Tal es la causa general, y también puede decirse el origen de las


revoluciones de las turbulencias que ellas ocasionan. En los cambios que producen
proceden de dos maneras. Unas veces atacan el principio mismo del gobierno
para reemplazar la constitución existente con otra, sustituyendo, por ejemplo,
la oligarquía a la democracia, o al contrarío; o la república y la aristocracia a una
u otra de aquéllas; o las dos primeras, o las dos segundas. Otras, la revolución,
en vez de dirigirse a la constitución que está en vigor, la conserva tal como la
encuentra; y a lo que aspiran los revolucionarios vencedores es a gobernar
personalmente observando la constitución. Las revoluciones de este género son
muy frecuentes en los Estados oligárquicos y monárquicos. A veces la revolución
fortifica o relaja un principio; y así, si rige la oligarquía, la revolución la aumenta o la
restringe; si la democracia, la fortifica o la debilita; y lo mismo sucede en cualquier
otro

___________________________
1
Aristóteles hace constantemente estas reservas en favor del genio.

105
sistema. A veces, por último, la revolución sólo quiere quitar una parte de la
constitución, por ejemplo, fundando o suprimiendo una magistratura dada;
como cuando, en Lacedemonía, Lisandro quiso según se asegura a,
destruir el reinado, y Pausianas 2 la institución de los éforos. De igual modo
en Epidamno sólo se alteró un punto de la constitución, sustituyendo el
senado a los jefes de las tribus. Hoy mismo miembros del gobierno estén
obligados a reunirse en asamblea general; y en esta constitución el arconte
único es un resto de oligarquía. La desigualdad insoportable; y en general
puede decirse que las revoluciones se hacen para conquistar la igualdad.
Esta igualdad tan ansiada es doble3. Puede entenderse respecto del número
y el mérito. Por la del número entiendo la igualdad o identidad en masa, en
extensión: por la del mérito entiendo la igualdad proporcional. Y así, en
materia de número, tres es más que dos, como es más que uno; pero
proporcionalmente cuatro es a dos como dos es a uno. dos efectivamente,
está con cuatro de la misma relación que uno con dos; es la mitad en
ambos casos. Puede estarse de acuerdo sobre el fondo mismo del derecho
y diferir sobre la proporción en que debe concederse. Ya lo dije antes: los
unos, porque son iguales en un punto, se creen iguales de una manera
absoluta; los otros, porque son desiguales bajo un solo concepto, quiere ser
desiguales en todos sin excepción.

De aquí procede que la mayor parte de los gobiernos son oligárquicos y


democráticos. La nobleza y la virtud son el patrimonio de pocos; y las
cualidades contrarias, el de la mayoría, en ninguna ciudad puede citarse
cien personas de nacimiento ilustre, de virtud intachable; pero casi en todas
partes se encontrará masas de pobres. Es peligroso pretender constituir la
igualdad real o proporcional con todas sus consecuencias; los hechos están

___________________________
2
Pausianas murió en el año IV de la Olimpiada 75,477 años a. de J.C.
3
Esta distinción muy importante en política, como lo es en cualquiera otra materia, es de Platón.
Véase las Leyes, lib. VI. Pag. 317

106
ahí para probarlo. Los gobiernos cimentados en esta base jamás son
sólidos, porque es imposible que el terror que se cometió en un principio no
produzca a la larga un resultado funesto. Lo más prudente es combinar la
igualdad relativa al número con la igualdad relativa al mérito. Sea lo que
fuere, la democracia es más estable y está menos sujeta a trastornos que la
oligarquía. En los gobiernos oligárquicos la insurrección puede nacer de los
puntos, según que la minoría oligárquica se insurreccione contra sí misma o
contra el pueblo; en las democracias sólo tiene que combatir a la minoría
oligárquica, el pueblo no se insurrecciona jamás contra si propio o, por lo
menos, los movimientos de este género no tienen importancia. La república
en que domina la clase media y que se acerca más a la democracia que a
la oligarquía, es también el más estable de todos estos gobiernos.

CAPITULO II

CAUSAS DIVERSAS DE LAS

REVOLUCIONES

Puesto que queremos estudiar de dónde nacen las discordias y trastornos


políticos, examinemos, ante todo, en general, su origen y sus causas.
Todas éstas pueden reducirse, por decirlo así, a tres principales, que
nosotros indicaremos en pocas palabras y que son: la disposición moral de
los que se rebelan, el fin de la insurrección y las circunstancias
determinantes que producen la turbación y la discordia entre los ciudadanos.
Ya hemos dicho lo que predispone en general los espíritus a una revolución;
y esta causa es la principal de todas. Los ciudadanos se sublevan, ya en
defensa de la igualdad, cuando considerándose iguales se ven sacrificados
por los privilegiados; ya por el deseo de la desigualdad y predominio político,
cuando,
107
no obstante la desigualdad en que se supone, - no tiene más derechos que
los demás, o sólo los tienen iguales, o acaso menos extensos. Estas
pretensiones pueden ser racionales, así como pueden también ser injustas.
Por ejemplo, uno que es inferior se subleva para obtener la igualdad; y una
vez obtenida la igualdad, se subleva para dominar. Tal es, en general, la
disposición del espíritu de los ciudadanos que inician las revoluciones. Su
propósito, cuando se insurrecciona, es alcanzar fortuna y honores, o también
evitar la oscuridad y la miseria; porque con frecuencia la revolución no ha
tenido otro objeto que el librar a algunos ciudadanos o a sus amigos de
alguna mancha infamante o del pago de una multa.

En fin, en cuanto a las causas e influencias particulares que determinan la


disposición moral y los deseos que hemos indicado, son hasta siete, y, si se
quiere, más aún. Por lo pronto, dos son idénticas a las causas antes
indicadas, por más que no obren aquí de la misma manera. El ansia de
riquezas y de honores, de que acabamos de hablar, puede encender la
discordia, aunque no se pretenda adquirir para sí semejantes riquezas ni
honores y se haga tan sólo por la indignación que causa ver estas cosas
justa o injustamente en manos de otro. A estas dos primeras causas puede
unirse el insulto, el medio, la superioridad, el desprecio, el acrecentamiento
desproporcionado de algunas parcialidades de la ciudad. También se puede,
desde otro punto de vista, contar como causas de revoluciones las cabalas,
las negligencias, las causas imperceptibles y, en fin la diversidad de origen.
Se ve sin la menor dificultad y con plena evidencia toda la importancia política
que puede tener el impulso y el interés, y cómo estas causas producen
revoluciones. Cuando los que gobiernan son insolentes y codiciosos, se
sublevan las gentes contra ellos y contra la constitución que les proporciona
tan injustos privilegios, ya amontonen sus riquezas a costa de los
particulares, ya a expensas del público. No es más difícil comprender la

108
influencia que puede ejercer los honore y cómo puede ser causa de
revueltas. Se hace uno revolucionario cuando se ve privado personalmente
de todas aquellas distinciones de que se colma a los demás. Igual injusticia
tiene lugar cuando, sin guardar la debida proporción, unos son honrados y
otros envelecidos, porque, a decir verdad, sólo hay justicia, cuando la
repartición del poder está en relación con el mérito particular de cada uno.

La superioridad es igualmente un origen de discordias civiles en el seno del


Estado o del gobierno mismo, cuando hay una influencia preponderante, sea
de un solo individuo, sea de muchos porque, ordinariamente, da origen a una
monarquía o a una dinastía oligárquica. Y así, en algunos Estados se ha
inventado contra estas grandes fortunas políticas el medio del ostracismo, de
que se hecho uno en Argos y en Atenas. Pero vale más prevenir desde su
origen las superioridades de este género que curarlas con semejante
remedios después de haberlas dejado producirse.

El miedo causa sediciones cuando los culpables se rebelan por temor al


castigo, o cuando, previendo un atentado, los ciudadanos se sublevan antes
de ser ellos víctimas de él. De esta manera, Rodas los principales
ciudadanos se insurreccionaron contra el pueblo para sustraerse a los fallos
que se habían dictado contra ellos.

El desprecio también da origen a sediciones y a empresas revolucionaria; en


la oligarquía, cuando la mayoría excluida de todos los cargos públicos
reconoce la superioridad de sus propias fuerzas; y en la democracia, cuando
los ricos se sublevan a causa del desdén que les inspiran los tumultos
populares y la anarquía. En Tebas, después del combate de los enófitos
(1), fue derrocado el gobierno democrático porque su administración era

109
detestable; en Megara y sus desórdenes. Lo mismo sucedió en Siracusa antes
de la tiranía de Gelón, y en Rodas antes de la defección.

El aumento desproporcionado de algunas clases del ciudad causa,


igualmente, trastornos políticos. Sucede en esto como en el cuerpo humano, cuyas
partes deben desenvolverse proporcionalmente, para que la simetría del conjunto
se mantenga firme, porque correría gran riesgo de perecer si el pie aumentase
cuatro codos y el resto del cuerpo tan sólo dos planos. Hasta podría mudar el ser
completamente de especie si desenvolviese sin la debida proporción, no sólo
respecto a sus dimensiones, sino también a sus elementos constitutivos, el
cuerpo político se compone se compone también de diversas partes, algunas de
las cuales alcanzan en secreto un desarrollo peligroso; como por ejemplo, la clase
de los pobres en las democracias y en las repúblicas. Sucede a veces que este
resultado es producto de circunstancias enteramente eventuales. En Tárente (2),
habiendo perecido la mayoría de los ciudadanos distinguidos en un combate contra
los japiges, la demogogía reemplazó a la república, suceso que tuvo lugar poco
después de las guerras Médica. Argos, después de la batalla de Eudómada o de
siete, en la que fue destruido su ejercito or Cleomenes el espartano, se vio
precisada a conceder el derecho de ciudadanía a los siervos.

___________________________
(1) Esta batalla en la que fueron derrotados los atenienses por los tebanos, se dio el año cuarto de
la Olimpíada. 80. 458 años a. de J.C..
(2) La batalla de que habla aquí Aristóteles tuvo lugar el año cuarto de la Olimpíada 76. 473 años a. de
J,C. después de la batalla de Plates

110
Género son más raras en las democracias que en los demás gobiernos; sin
embargo, cuando el número de los ricos crece y las fortunas aumentan, la
democracia puede degenerar en oligarquía violenta o templada.

En las repúblicas, la cabala basta para producir, hasta sin movimientos


tumultuosos, el cambio de la constitución, en Herea, por ejemplo, se
abandonó el procedimiento de la elección por el de la suerte, porque la
primera sólo había servido para elevar al poder a intrigantes.

La negligencia también puede causar revoluciones cuando llega hasta tal


punto que se deja ir el poder a manos de los enemigos del Estado, en
Orea (1) fue derrocada la oligarquía sólo porque Heracleodoro había sido
elevado a la categoría de magistrado, lo cual dio origen a que éste
sustituyera la república y la democracia al sistema oligárquico.

A veces tiene lugar una revolución como resultado de pequeños cambios; con
lo cual quiero decir que las leyes pueden sufrir una alteración capital
mediante un hecho que se considera como de poca importancia, y que
apenas se percibe. En Ambracia (2), por ejemplo, el censo, al principio, era
muy moderado, y al fin se abolió por entero, tomando como pretexto el que un
censo tan bajo valía tanto o casi tanto como no tener ninguno.

La diversidad de origen puede producir también revoluciones hasta que la


mezcla de las razas sea completa; porque el Estado no puede formarse con
cualquier gente, como no puede formarse en una circunstancia cualquiera.
Las más veces estos cambios políticos han sido consecuencia de haber
dado el derecho de ciudadanía a los extranjeros domiciliados desde mucho
tiempo atrás o a los recién llegados. Los Aqueos se unieron a los
trezenos para

111
fundar a Sibaris; pero habiéndose hechos éstos más numerosos, arrojaron a
los otros, crimen que más tarde los sibaritas debieron expiar. Y éstos no
fueron, por lo demás, mejor tratados por sus compañeros de colonia en
Turium, puesto que se les arrojó porque pretendieron apoderarse de la
mejor parte del territorio, como si les hubiese pertenecido en propiedad. En
Bizancio, los colonos recién llegados se conjuraron secretamente para oprimir
a los ciudadanos, pero fueron descubiertos y batidos y se les obligo a
retirarse. Los antiseos, después de haber recibido en su seno a los
desterrados de Quios, tuvieron que libertarse de ellos dándoles una batalla.
Los zacleos fueron expulsados de propia ciudad por los samios, que ellos
habían acogido. Apolonia del Ponto Euxino tuvo que sufrir las consecuencias
de una sedición, por haber concedido a colonos extranjeros el derecho de
ciudad. En Siracusa, la discordia civil no paró hasta el combate, porque
después de derrocar la tiranía, se había convertido en ciudadanos los
extranjeros y los soldados mercenarios. En Amfípolis, la hospitalidad dada a
los colonos de Calcis fue fatal para la mayoría de los ciudadanos, que fueron
expulsados de su territorio.

En las oligarquías la multitud es la que se insurrecciona; porque, como ya he


dicho, se supone herida por la desigualdad política y se cree con derecho a
la igualdad. En las democracias son las clases altas las que sublevan,
porque no tienen derechos iguales, no obstante su desigualdad.

La posición topográfica basta a veces por sí sola para provocar una


revolución; por ejemplo, cuando la misma distribución del suelo impide que la

___________________________
(1) Colonia ateniense en la Etolia.
(2) Colonia de Corinto, en el mar Jonio

112
ciudad tenga una verdadera unidad. Y así, ve en Clazomenes la causa de la
enemistad entre los habitantes de Chitre y loa de la isla; y lo mismo sucede con los
colofonios políticas de las diversas partes de la ciudad; y así los habitantes del
Piero son más demócratas que los de la ciudad. En un combate basta que
haya algunos pequeños fosos que salvar u otros obstáculos menores aún, para
desordenar las falanges; así en el Estado una demarcación cualquiera basta para
producir la discordia. Pero el más poderoso motivo de desacuerdo nace cuando
están la virtud de una parte, y el vicio de otra; la riqueza y la pobreza vienen
después; y por último vienen todas las demás causas, más o menos influyentes, y
entre ellas la causa puramente física de que acabo de hablar.

CAPITULO III
CONTINUACIÓN DE LA TEORÍA PRECEDENTE

El verdadero objeto de las revoluciones es siempre muy importante, por más que el
hecho que las ocasione pueda ser fútil; nunca se apela a la revolución, sino por
motivos muy serios. Las cosas más pequeñas, cuando afectan a los jefes del
Estado, son quizá de la mayor gravedad. Puede verse lo que sucedió hace
tiempo en Siracusa. Una cuestión de amor, que arrastró a los jóvenes a la
insurrección, produjo un cambio en la constitución. Uno de ellos emprendió un viaje,
y el otro, aprovecho su ausencia supo ganar el cariño de la joven a quien aquél
amaba. Este, a su vuelta, queriendo vengarse, consiguió seducir a la mujer de su
rival, y ambos comprometiendo en la querella a los miembros del gobierno,
dieron lugar a una revolución. Es preciso, por tanto, vigilar desde el origen con el
mayor cuidado esta clase de

113
querellas particulares, y apaciguar los ánimos tan pronto como surgen entre
las personas principales y más poderosa del Estado. Todo el mal está en el
principio porque como dice aquel sabio proverbio: "Una cosa comenzada,
está medio hecha". En todas las cosas, la más ligera falta, cuando radica
en la base, reaparece proporcionalmente en todas las demás partes de la
misma. En general, las divisiones que se suscitan entre los principales
ciudadano, se extiende al Estado entero, que concluye bien pronto por tomar
parte en ellas. Hestiea nos ofrece un ejemplo de ello poco después de las
guerras Médicas. Dos hermanos se disputaban la herencia paterna, y el
más pobre pretendía que su hermano había ocultado el dinero y el tesoro
que había descubierto su padre, y comprometieron en esta querella, el
pobre a todo el pueblo y el rico, que lo era mucho, a todos los ricos de la
ciudad. En Delfos, una querella que tuvo lugar con ocasión de matrimonio,
causó las turbulencias que duraron tan largo tiempo. Un ciudadano, al ir lado
de la que había de ser su esposa, tuvo un presagio siniestro y con este
motivo se negó a tomarla por mujer. Los parientes heridos por ese desaire,
ocultaron en su equipaje algunos objetos sagrados mientras él hacia un
sacrificio y descubierto que fue, le condenaron a muerte como sacrilego. En
Mitilene, la sedición verificada con ocasión de algunas jóvenes herederas,
fue el origen de todas las desgracias que después ocasionaron y de la
guerra contra los atenienses en la que Paques se apoderó de Mitilene. Un
ciudadano rico, llamado Timofanes, había dejado dos hijas; y doxandro, que
no había podido conseguirías para sus hijos, inició la sedición, excitando la
cólera de los atenienses, de cuyos negocios estaba encargado en aquel
punto. En focea (1), produjo la querella entre Mnaseo, padre de Mneson., y
Eutícrates, padre de Onomarco, y como consecuencia la guerra sagrada
tan funesta a los focencses. En Epidauro un asunto matrimonial produjo
asimismo un cambio en la constitución. UN ciudadano había prometido se
hija a un joven, cuyo padre, siendo magistrado, condenó al padre de la
prometida al pago de la

114
multa, y para vengarse éste de lo que consideraba como un insulto, hizo que
se sublevara todas las clases de la ciudad que no tenía derechos políticos.

Para ocasionar una revolución que convierta el gobierno en una oligarquía,


en una democracia o en una república, basta que se concedan honores o
atribuciones exageradas a cualquier magistratura o a cualquier clase de
Estado. La consideración excesiva que obtuvo el Areópago en la época de
la guerra Médica, apareció dar demasiada fuerza al gobierno. Y en otro
sentido, cuando la flota consiguió la victoria de Salamina y conquistó para
Atenas, a la vez que la preponderancia marítima, el mando de la Grecia, la
democracia no dejo de sacar provecho de esto, En Argos, los principales
ciudadanos, orgullosos con el triunfo que alcanzaron en Mantinea (1) contra
los lacedonios, quisieron aprovecharse de esta circunstancia para echar
abajo la democracia. En Siracusa (2), el pueblo, que consiguió por sí solo la
victoria sobre los atenienses, sustituyó la democracia a la república, en
Calcis, el pueblo se hizo dueño del poder desde el momento en que quitó
la vida al tirano Foxos al mismo tiempo que a los nobles, en Ambracía, el
pueblo arrojó igualmente al tirano Piríandro y a los conjurados que
conspiraban contra él atribuyéndose a sí mismo todo el poder. Es preciso
tener en cuenta que, en general, todos los que han adquirido para su patria
algún nuevo poder, sean particulares o magistrados, tribus u otra parte de la
ciudad, cualquiera que ella sea, son para el Estado un foco perenne de
sedición. O se rebelan los demás contra ellos por la envidia que tienen a su
gloria; o ellos, enorgullecidos con sus triunfos, intentan destruir la igualdad
que ya no quieren.

Es también origen de revoluciones la misma igualdad de fuerzas entre las


partes del Estado, que parecen entre sí enemigas; por ejemplo entre los
ricos y los pobres, cuando no hay entre ellos una clase media, o es poco

115
numerosa la que hay. Pero tan pronto como una de las dos partes adquiere
una superioridad incontestable y perfectamente evidente, la otra se libra
muy bien de arrostrar inútilmente el peligro de una lucha. Por esto los
ciudadanos que se distinguen por su mérito, nunca provocan, por decirlo así,
las sediciones, porque están siempre en una excesiva minoría
relativamente a la generalidad.

Tales son, sobre poco más o menos, todas las causas y todas las
circunstancias de los desórdenes y de las revoluciones en los diversos
sistemas de gobierno.

Las revoluciones proceden empleando ya la violencia, ya la astucia. La


violencia puede obrar desde luego y de improvisto, o bien la opresión puede
venir paulatinamente; y la astucia puede obrar también de dos maneras,
pues primero, valiéndose de falsas promesas, obliga al pueblo a consentir
en la revolución, y no recurre sino más tarde a la fuerza para sostenerla
contra su resistencia. En Atenas, los Cuatrocientos (3) engañaron al
pueblo, persuadiéndole de que el Gran Rey suministraría al Estado medios
para continuar la guerra contra Esparta, y como les saliera bien este
fraude, procuraron retener el poder en sus manos. En segundo lugar, la
simple persuasión basta a veces para que la astucia conserve el poder con
el consentimiento de los que obedecen, así como fue bastante para que lo
adquiriesen.
Podemos decir que, general, las causas que hemos indicado producen
revoluciones en los gobiernos de todos los géneros.

___________________________
(1) La batalla de Martines, en la que pereció Epaminondas , tuvo lugar el segundo año de la
Olimpíada 104. 362 años a. de J.C.
(2) La derrota de los atenienses en Siracusa corresponde al cuarto año de la Olimpíada. 91, 411 años
a. de J.C.
(3) La creación de los Cuatrocientos tuvo el primer año de la Olimpíada 92, 411 años a. de J.C.

116
CAPITULO IV

DE LAS CAUSAS DE LAS REVOLUCIONES EN LAS


DEMOCRACIAS

Veamos ahora a qué especies de gobiernos se aplica especialmente cada


una de estas causas, teniendo en cuenta la división que acabamos de
hacer.

En la democracia las revoluciones nacen principalmente del carácter


turbulento de los demagogos. Con relación a los particulares, los
demagogos con sus perpetuas denuncias obligan a los mismos ricos a
reunirse para conspirar, porque el común peligro aproxima a los que son
más enemigos; y cuando se trata de asuntos públicos, procuran arrastrar a
la multitud a la sublevación. Fácil es convencerse de que esto ha tenido
lugar mil veces.

En Cos (1), los excesos de los demagogos produjeron la caída de la


democracia, poniendo a los principales ciudadanos en la necesidad de
coligarse contra ella. En Rodas, los demagogos, que administraban los
fondos destinados al pago de los sueldos, impidieron satisfacer el préstamo
que se debía a los comandantes de las galeras, los cuales para evitar las
vejaciones de los tribunales, no tuvieron otro recurso que conspirar y
derrocar al gobierno popular. En Heraclea, poco tiempo después de la
colonización, los demagogos también ocasionaron destrucción de la
democracia. Con sus injusticias precisaron a los ciudadanos ricos a
abandonar la ciudad; pero se reunieron todos los expatriados, volvieron a la
ciudad y arrancaron al pueblo todo su poder.
___________________________
(1) Partría de Hipocrates

117
En Megara desapareció poco más o menos la democracia de la misma manera.
Los demagogos, para multiplicar las confiscaciones condenaron a destierro a
muchos de los principales ciudadanos, con lo cual en poco tiempo llegó a ser
crecido el número de los desterrados; pero éstos volvieron de nuevo a la ciudad,
y después de derrotar al pueblo en batalla campal, establecieron un gobierno
oligárquico. La misma fue en Cumas, la suerte de la democracia, que destruyó
Trasímaco. Estos hechos y otros muchos demuestran que el camino que
habitualmente siguen las revoluciones en la democracia es el siguiente: o los
demagogos, queriendo congraciarse con la multitud llegan a irritar a las clases
superiores del Estado a causa de las injusticias que con ellas cometen, pidiendo el
repartimiento de tierras y haciéndoles que corran a su cargo todos los gastos
públicos, o se contentan con calumniarlos, para obtener la confiscación de las
grandes fortunas. Antiguamente, cuando un mismo personaje era demagogo y
general, el gobierno degeneraba fácilmente en tiranía y casi todos los antiguos
tiranos comenzaron por ser demagogos. Estas insurpaciones eran en aquel tiempo
mucho más frecuentes que los son hoy, por una razón muy sencilla; en aquella
época, para ser demagogo, era indispensable proceder de las filas del ejercito,
porque entonces no se sabía todavía utilizar hábilmente la palabra. En la
actualidad, gracias a los progresos de la retórica, basta saber hablar bien para
llegar ser jefe del pueblo; pero los oradores no se convierte nunca o raras veces en
usurpadores, a causa de su ignorancia militar.

Lo que hacía también que fueran las tiranías en aquel tiempo más frecuentes que
en el nuestros, era que concentraban poderes enormes en una sola magistratura,
como sucedía con el pritaneo de Mileto, donde el magistrado que estaba
revestido de tal autoridad reunía numerosas y poderosas atribuciones. También
debe añadirse que en aquella época los Estados eran

118
muy pequeños. Ocupando el pueblo en las labores del campo, que le
proporcionaban la subsistencia, dejaba que los jefes nombrados por él alcanzaran
la tiranía a poco que fueran hábiles militares. Para realizar su propósito, les
bastaba declararse enemigos de los ricos. Véase lo que hizo Pisístrato en Atenas
cuando excitó a la rebelión contra los habitantes de la llanura; Véase lo que hizo
Teagenes, en Megara, después que hubo degollado los rebaños de los ricos,
que sorprendió a orillas del río. Acusando a Dafnoeo (1) y a los ricos, Dionisio
consiguió que se decretara a su favor la tiranía. El odio que profesó a los
ciudadanos opulentos le sirvió para ganar la confianza del pueblo, que le
consideraba como su amigo más sincero.

A veces una forma más nueva de democracia se sustituye a la antigua. Cuando


los empleos son de elección popular y no es necesario para obtenerlo
condición alguna de riqueza, los que aspiran al poder se hacen demagogos, y todo
su empeño se cifra en hacer al pueblo soberano absoluto, hasta por cima de las
leyes. Para prevenir este mal, o por lo menos hacerle menos frecuente, deberá
procurarse que el nombramiento de los magistrados se haga separadamente
por tribus, en vez de reunir al pueblo en asamblea general.

Tales son, sobre poco más o menos, las causas que producen las
revoluciones en los Estados democráticos.

___________________________
(1) Dafnoeo era general de los siracusanos. Dionisio lo hizo asesinar en el tercer año de la
Olimpíada 93. 360 años a. de J.C

119
CAPITULO V DE
LAS CAUSAS DE LAS REVOLUCIONES EN LAS
OLIGARQUÍAS

En las oligarquías, las causas más ostensibles de trastorno son dos: una
es la opresión de las clases inferiores, que aceptan entonces al primer
defensor, cualquiera que él sea, que se presente en su auxilio; la otra, más
frecuente tiene lugar cuando el jefe del movimiento sale de las filas mismas
de la oligarquía. Esto sucedió en Naxos (1) con Ligdamis (2), que supo
convertirse bien pronto en tirano de sus conciudadanos.

En cuanto a las causas exteriores que derrocan la oligarquía, pueden ser


muy diversas. A veces los oligarcas mismos, aunque no los que ocupan el
poder, producen el cambio, cuando la dirección de los negocios está
concentrada en pocas manos, como en Marsella, en Istros, en Heracleay
en otros muchos Estados. Los que estaban excluidos del gobierno se
agitaban hasta conseguir el goce simultáneo del poder, primero, para el
padre y el primogénito de los hermanos, y después hasta para los
hermanos más jóvenes. En algunos Estados la ley prohibe al padre y a los
hijos ser al mismo tiempo magistrado; en otros se prohibe también serlo a dos
hermanos, uno más joven y otro de más edad. En Marsella la oligarquía se
hizo más republicana; en Istros, concluyó por convertirse en democracia; en
Heraclea, el cuerpo de los oligarcas se extendió hasta tal punto, que se
componía seiscientos miembros. En Cnde (3) la revolución nació de una
sedición provocada por los mismos ricos en su propio seno, porque el poder
no salía de algunos ciudadanos, y porque el padre, como acabo de decir, no
podía ser juez al mismo tiempo que su hijo, y de los hermanos sólo el
mayor podía ocupar los puestos públicos. El pueblo, aprovechándose de la
discordia de

120
los ricos y escogiendo un jefe entre ellos, supo apoderarse bien pronto del poder,
quedando victorioso, porque la discordia hace siempre débil al partido en que
se introduce. En Eritrea (4), bajo la antigua oligarquía de los Basílides, a pesar de
la exquisita solicitud de los jefes del gobierno, cuya falta única consistía en ser pocos,
el pueblo, indignado con la servidumbre, echó abajo la oligarquía.

Entre las causas de revolución que las oligarquías abrigan en su seno debe
contarse el carácter turbulento de los oligarcas, que se hacen demagogos, que
pueden serlo de dos maneras. En primer lugar, el demagogo puede encontrarse
entre los oligarcas mismos, poco numerosos que sean; y así en Atenas, Carides fue
un verdadero demagogo entre los Treinta, y Frínicos hizo el mismo papel entre los
Cuatrocientos. O también pueden los miembros de la oligarquía hacerse jefes de
las clases inferiores como el Larisa (1), donde los guardadores de la ciudad se
hicieron los aduladores del pueblo, que tenía el derecho de nombrarles. Esta es la
suerte de todas las oligarquías en que los individuos de gobierno no tienen el poder
exclusivo de nombrar para todos los cargos públicos, y donde estos cargos, sin
dejar de ser privilegio de las grandes fortunas y de algunas clases, están, sin
embargo, sometidos a la elección de los guerreros o del pueblo. Puede servir de
ejemplo la revolución de Abidos (2). También es éste el peligro que amenaza a
las oligarquías cuando los mismos miembros del gobierno o constituyen los
tribunales, porque la importancia de las providencias
judiciales da lugar a que se halague al pueblo y a que se eche por tierra la
constitución, como el Heraclea del Ponto.

___________________________
(1) Una de las Cíctades.
(2) Hacíala Olimpíada 67, 510 años a. de J.C.
(3) Esta colonia de Esparta estaba sometida a una oligarquía muy poderosa.
(4) Colonia ateniense en la Jonia.

121
En fin, esto sucede también cuando la oligarquía intenta concentrarse
demasiado, porque los oligarcas, que reclaman para sí la igualdad no tiene
más remedio que llamar al pueblo en su auxilio. Otra de revolución en las
oligarquías puede nacer de la mala conducta de los oligarcas, que han
dilapidado su propia fortuna en medio de sus excesos. Una vez arruinados,
sólo piensan en la revolución, y entonces, o se apoderan por sí mismos de
la tiranía, ola preparan para otros, como Hiparino la preparó para Dionisio en
Siracusa. En Amfilopis, el falso Cleotimo supo introducir en la ciudad colonos
de Calcis, y una vez establecidos en ella, los lanzó contra los ricos. En
Egina, el deseo de reparar las pérdidas de fortunas del individuo que dirigió la
conspiración contra Cares (3), fue la causa de haber querido cambiar la
forma de gobierno. A veces, en lugar de derrocar la constitución, los
oligarcas arruinados roban el tesoro público, y entonces, o la discordia se
introduce en sus filas, o la revolución sale de las de los ciudadanos, que
repelen a los ladrones por la fuerza. De esta clase fue la revolución de
Apolonia del Ponto.

Cuando hay unión en la oligarquía, corre ésta poco riesgo de destruir a sí


propia, y la prueba la tenemos en el gobierno de Farsalia. Los miembros
de aquella oligarquía, aunque en excesiva minoría, saben, gracias a su
sabía moderación, mandar sobre grandes masas.

Pero la oligarquía está perdida cuando dentro de su seno nace otra


oligarquía. Esto tiene lugar cuando, estando el gobierno todo compuesto
sólo de una débil minoría, los miembros de ésta no tienen todos parte en las
magistraturas soberanas de lo cual es testimonio la revolución de Elis (1),
___________________________
(1) Ciudad de Tesalia.
(2) Colonia de Mileto en el Helesponto
(3) General ateniense que fue vencido en Queronea en el año 389 antes de J.C.

122
cuya constitución muy oligárquica , no permitía la entrada en el senado más que a
un escasísimo número de oligarcas, porque noventa de estos puestos eran
vitalicios, y las elecciones, limitadas y entregadas a las familias poderosas, no
eran mejores que en Lacedomonia.

La revolución lo mismo tiene lugar en las oligarquías en tiempo de guerra que en


tiempo de paz. Durante la guerra, el gobierno se arruina a causa de su
desconfianza respecto del pueblo del cual se ve precisado a valerce para rechazar
al enemigo. Entonces, o el jefe único, en cuyas manos se pone el poder militar, se
apodera de la tiranía, como Timófanes en Corinto; o si los jefes del ejército son
muchos, crean para sí una oligarquía por medio del violencia. A veces, por temor
a estos dos escollos, las oligarquías han concedido derechos políticos al pueblo,
cuyas fuerzas estaban precisadas a emplear.

En tiempo de paz, los oligarcas, a consecuencia de la desconfianza que


recíprocamente se inspiran, encomiendan la guarda de la ciudad a soldados que
ponen a las órdenes de un jefe que no pertenece a ningún partido político, pero
con frecuencia sabe hacerse dueño de todos. Esto es en que Larisa hizo Salmus,
bajo el reinado de los Aleuades, que le habían encomendado el mando; y lo
que sucedió en Abidos, bajo el reinado de las asociaciones una de las cuales
era la de Ifiades.

Muchas veces la sedición reconoce como causa las violencia que los mismos
oligarcas ejercen unos sobre otros. Los enlaces y los procesos les dan ocasión
bastante para trastornar el Estado. Ya hemos citado algunos hechos del primer
género. En Eretria, Diágoras acabó con la oligarquía de

___________________________
(1) Capital de la Eólida
(2) Isla situada cerca de las costas de Asia menor.

123
los caballeros, por creerse desairado con motivo de sus
legítimas pretensiones de matrimonio. La providencia de un tribunal causó
la

revolución de Heraclea; y una causa de adulterio, la de Tebas. El castigo


era merecido, pero el medio fue sedicioso , lo mismo el seguido en Heraclea
contra Euetion, que el empleado en Tebas contra Arquías. El
encarnizamiento de los enemigos fue tan violento, que ambos fueron
expuestos al público en la picota-Muchas oligarquías se han perdido a
causa del exceso de su propio despotismo, y han sido derrocadas por
miembros del gobierno mismo, quejosos por haber sido objeto de algunas
injusticias. Esta es la historia de las oligarquías de Cnide y de Quios (2). A
veces un hecho puramente accidental produce una revolución en la
república y en las oligarquías. En estos sistemas se exigen condiciones de
riqueza para entrar en le senado y formar parte de los tribunales y para el
ejercicio de las demás funciones. Ahora bien, el primer censo se ha fijado
con frecuencia atendiendo a la situación del momento, de lo cual ha
resultado que correspondía el poder sólo a algunos ciudadanos en la
oligarquía, y a las clases medias en la república. Pero cuando el bienestar
se hace más general, como resultado de la paz o de cualquiera otra
circunstancia favorable, entonces las propiedades, si bien son las mismas,
aumenta mucho en valor, y pasan con exceso la renta legal o el censo, de
tal manera que todos los ciudadanos concluyen por poder aspirar a todos
los destinos. Esta revolución se verifica ya, por grados y poco a poco, sin
percibirse de ello, ya más rápidamente.

124
Tales son las causas de las revoluciones y de las sediciones en las
oligarquías, debiendo añadirse que en general los oligarquías y las
democracias pasan a los sistemas políticos de la misma especie con más
frecuencia que no a los sistemas opuestos.

Y así, las democracias y las oligarquías legales se hacen oligarquías y


democracias violentas, y viceversa.

CAPITULO VI

DE LAS CAUSAS DE LAS REVOLUCIONES EN LAS


ARISTOCRACIAS

En las aristocracias la revolución puede proceder, en primer lugar, de que las


funciones públicas son patrimonio de una minoría demasiado reducida. Ya hemos
visto que esto mismo era un motivo de trastorno en las oligarquías; porque la
aristocracia es una especie de oligarquía; pues en una como en la otra el poder
pertenece a las minorías, si bien éstas tienen en uno y otro caso caracteres
diferentes. Por esta razón, a veces se considera la aristocracia. El género de
revolución de que hablamos se produce necesariamente sobre todo en tres casos.
El primero, cuando está excluida del gobierno una masa de ciudadanos, los
cuales, en su altivez, se consideran iguales en mérito a todos los que le rodean;
como, por ejemplo, los que en Esparta se llamaban partenios, y cuyos padres no
valían menos que los de los demás espartanos. Como se descubrirá una
conspiración entre ellos, el gobierno les envió a fundar una colonia en Tarento.
El segundo lugar, ocurre la revolución cuando hombres eminentes y que a nadie
ceden en mérito, se ven ultrajados

125
por gentes colocadas por cima de ellos: esto sucedió con Lizandro, a quien
ofendieron los reyes de Lacedemonia. Por último cuando se excluye de todos los
cargos a un hombre de corazón como Cinadón, que intentó tan atrevida empresa
contra los espartanos bajo el reinado de Agesilao.

La revolución, en las aristocracias, nace igualmente de la miseria extrema de los


unos y de la opulencia excesiva de los otros, y éstas son consecuencia bastante
frecuentes de la guerra. Tal fue la situación de Esparta durante las guerras,
deMesenia, como lo atestigua el poema de Terteo (1), llamado la Eunomía;
algunos ciudadanos arruinados por la guerra, habían pedido el repartimiento de
tierras. En ocasiones la revolución tiene lugar en la aristocracia porque hay algún
ciudadano que es poderoso, y que pretende hacerse más con el fin de apoderarse
del gobierno para sí solo. Es lo que se dice que intentaron, en Esparta,
Pausanias, general en jefe del a Gracia durante la guerra Médica, Hannon en
Cartago.

Lo más funesto para las repúblicas y las aristocracias es la infracción del derecho
político, consagrado en la misma constitución. Lo que causa la revolución entonces
es que, en la república, el elemento democrático y el oligárquico no se
encuentran en la en la debida proporción; y en la aristocracia estos dos
elementos y el mérito están mal combinados. Pero la desunión se muestra sobre
todo entre los dos primeros elementos, quiero decir, la democracia y la oligarquía,
que intenta reunir las repúblicas y la mayor parte de las aristocracias. La fusión
absoluta de estos tres elementos es precisamente lo que hace a las aristocracias
diferentes de las llamadas repúblicas, y que les da más o menos estabilidad;
porque se incluyen entre las aristocracias todos los gobiernos que se inclinan a la
oligarquía, y entre las repúblicas todos los que se inclinan a la democracia. Las
formas democráticas son las más sólidas de todas, porque en ellas es la mayoría
la

126
que domina y esta igualdad de que se goza hace cobrar cariño a la constitución
que la da. Los ricos, por el contrario, cuando la constitución les garantiza la
superioridad política, sólo quieren satisfacer su orgullo y su ambición. Por lo
demás, de cualquier lado que se incline el principio del gobierno, degeneran
siempre la república en demagogia y la aristocracia en oligarquía, merced a la
influencia de los dos partidos contrarios, que sólo piensan en el acrecentamiento
de su poder. O también sucede todo lo contrario, y la aristocracia degenera en
demagogia cuando los más pobres, víctimas de la opresión, hacen que
predomine el principio opuesto; y la república en oligarquía, porque la única
constitución estable (2) es la que concede la igualdad en proporción del mérito y
sabe garantizar los derechos de todos los ciudadanos.

El cambio político de que acabo de hablar se verificó en Turium; en primer lugar,


porque teniendo en cuenta que las condiciones de riqueza exigidas para obtener
los cargos públicos, eran demasiado elevadas, fueron disminuidas éstas y
aumentando el número de las magistraturas; y en el segundo, porque los
principales ciudadanos, a pesar de) deseo del legislador, habían acaparado todos
los bienes raíces, porque la constitución que era completamente oligarcas, les
permitía enriquecerse cuanto quisieran. Pero el pueblo, aguerrido en los
combates, se hizo bien pronto más fuerte que los soldados que oprimían y
redujo las propiedades de todos los que las tenían excesivas. Esta mezcla de
oligarquía que encierran todas las aristocracias, es precisamente lo que facilita a
los ciudadanos el hacer fortunas inmensas.

___________________________
(1) Es sabido que Tirleo fue enviado a Lacedomonia por Atenas en la segunda guerra de
Mesenia, hacia el año 284 a. de J.C. Conocemos algunas de sus admirables poesías, pero no se
conserva nada del poema de que habla aquí Aristóteles.
(2) Es preciso unir este pasaje a otros muchos anteriores y que disculpan completamente a
Aristóteles de los cargos que tantas veces y tan injustamente se le han dirigido. Es difícil reclamar
la igualdad en términos más positivos. Por desgracia , la igualdad, tal como la entendieron
siempre los antiguos. Sólo era deplorable injusticia, pues que al lado de los ciudadanos estaban
los esclavos, B.S, -H., pág. 247.

127
En Lacedemonía todos los bienes raíces están acumulados en unas
cuantas manos, y los ciudadanos poderosos pueden conducirse allí
absolutamente como quieran y contraer vínculos de familia según convenga
a su interés personal. Lo que perdió a la república de Locres fue el haber
permitido que Dionisio se casara allí. Semejante catástrofe nunca hubiera
tenido lugar en una democracia, ni en una aristocracia prudente y templada.

Las más veces las revoluciones se realizan en las aristocracias sin que
nadie se aperciba de ello y mediante una destrucción lenta e insensible.
Recuérdese que, al tratar del principio general de las revoluciones, dijimos
que era preciso contar entre las causas que las producen, las desviaciones,
hasta las más ligeras, de los principios. Se comienza por despreciar un
punto de la constitución que al parecer no tiene importancia; después se
llega con menos dificultad a mudar otro, que es un poco grave; hasta que
por últimos llega a mudar su mismo principio y por entero. Citaré de nuevo el
ejemplo de Turium. Una ley limitada a cinco años las funciones de general;
algunos jóvenes belicosos, que gozaban de un gran influjo entre los
soldados y que mirando con desprecio a los gobernantes creían poder
suplantarlos fácilmente, intentaban ante todo reformar esta ley y obtener del
sufragio del pueblo, demasiado dispuesto a dárselo, que declarara la
perpetuidad de los empleos militares. Al principio, los magistrados, a
quienes tocaba de cerca la cuestión, y que se llamaban conocenadores,
quisieron resistirlo; más imaginado que esta concesión garantizaría la
estabilidad de las demás leyes, cedieron, como todos; y cuando más tarde
quisieron impedir nuevos cambios, fueron impotentes, y la república se
convirtió bien pronto en una oligarquía violenta en manos de los que habían
intentado la primera innovación.

128
Puede decirse en general de todos los gobiernos que sucumben, ya por
causas internas de destrucción, ya por causas exteriores; como por ejemplo,
cuando tienen a sus puertas un Estado constituido conforme a un principio
opuesto al suyo (1), o bien cuando este enemigo, por distante que esté es
muy poderoso. Véase la lucha entre Esparta y Atenas; los atenienses
destruían por todas partes las oligarquías, mientras que hacían lo mismo lo
lacedemonios con todas las constituciones democráticas.

Tales son, sobre poco más o menos, las causas de los trastornos y de las
revoluciones en las diversas especies de gobiernos republicanos.

CAPITULO VIl

MEDIOS GENERALES DE CONSERVACIÓN Y DE


PROSPERIDAD EN LOS ESTADOS DEMOCRÁTICOS,
OLIGÁRQUICOS Y ARISTOCRÁTICOS.

Veamos ahora cuáles son, para los Estados en general y para cada uno de
ellos en particular, los medios de conservación. Es cosa evidente que si
conocemos igualmente las causas que arruinan les Estados, debemos
conocer igualmente las causas que los conservan. Lo contrario produce
siempre lo contrario, y la destrucción es lo opuesto a la conservación.

En todos los Estados bien constituidos, lo primero de que debe cuidarse es


de no derogar ni en lo más mínimo de la ley, y evitar con lo más escrupuloso
esmero el atentar contra ella ni en poco ni en mucho. La ilegalidad mina
sordamente al Estado, al modo que los pequeños gastos muchas veces
repetidos concluyen por minar fortunas. No se hace alto en las pérdidas que
se experimentan, porque no se hacen los gastos en grande; escapan a la
observación y engañan al pensamiento, como lo hace esta paradoja de los
sofistas: < si cada parte es pequeña el todo debe ser también pequeño >,
idea que es a la vez en parte verdadera y en parte falsa, porque el
conjunto, el todo mismo, no es pequeño; pero se compone de partes que
son pequeñas.
En este caso es preciso prevenir el mal desde el origen. En segundo lugar,
es necesario no fiarse de estos ardides y sofismas que se urden contra el
pueblo; por estos manejos que pasan por ingeniosos. Pero es preciso
convencerse de que muchas aristocracias y también muchas oligarquías
deben su duración, no tanto a la bondad de la constitución, como con los
simples ciudadanos como con sus colegas, los cuales procuran
cuidadosamente evitar toda injusticia respecto a los que están excluidos de
los empleos, pero sin dejar nunca de contar con los jefes para la dirección
de los negocios; se guardan de herir las preocupaciones relativas a la
consideración social de los ciudadanos que aspiren a obtenerla, y lastimar a
las masas de intereses materiales; y sobre todo conservan en las relaciones
que mantienen entre sí y con los que toman parte en la administración
formas completamente democráticas; porque entre iguales, este principio
de igualdad, que los demócratas creen encontrar en la soberanía del
mayor número, es no sólo justo, sino también útil. Así pues, si los miembros
de la oligarquía son numerosos, será bueno que muchas de las
instituciones que la constituyen sean puramente populares; que, por
ejemplo, las magistraturas sólo duren seis meses, para que todos los
oligarcas, que son iguales entre sí

___________________________
(1) Según este principio no podría subsistir gobiernos absolutos en la Europa occidental sin dar
lugar a guerras.
(2) Lib. VI, cap. X.
puedan desempeñarlas por turno. Por lo mismo que son iguales, forman
una especie de pueblo; y esto es tan cierto, que como ya he dicho, pueden
salir de su propio seno los demagogos. Esta breve duración de las funciones
es además es un medio de prevenir en las aristocracias y en las
oligarquías la denominación de las minorías violentas, cuando se
desempeñan por poco tiempo las funciones públicas, no es tan fácil causar
el mal como cuando se permanece en ellas mucho tiempo. La duración
demasiado prolongada del poder es únicamente la que causa la tiranía en
los Estado oligárquicos y democráticos. O son ciudadanos poderosos los
que aspiran a la tiranía, aquí los demagogos, allí los miembros de la minoría
hereditaria; o son magistrados investidos de un gran poder después de
haberlo disfrutado por mucho tiempo.

Los Estados se conservan no sólo porque las causas de destrucción están


distantes, sino también a veces porque son inminentes; pues entonces el
miedo obliga a ocuparse con doble solicitud del despacho de los negocios
públicos. Así, los magistrados que se interesan por el sostenimiento de la
constitución deben a veces, suponiendo próximos peligros que son lejanos
de producir pánicos de este género, para que los ciudadanos velen y estén
alerta por la noche, y no descuiden la vigilancia de la ciudad. Además es
preciso prevenir siempre las luchas y disensiones de los ciudadanos
poderosos por medios legales, y estar a la mira de los que son extraños a
las mismas, antes que tomen parte en ellas personalmente. Pero el
reconocer de este modo los síntomas del mal no es propio de espíritus
vulgares; tal perspicacia sólo es propia del hombre de Estado.

Para impedir en la oligarquía y en la república las revoluciones que la


cuantía del censo puede producir, cuando permanece fija en medio del
aumento general del numerario, conviene revisar las cuotas
comparándolas con las
del pasado todos los años, en los Estados en que el censo es anual, y cada tres o cinco
en los grandes Estados. Si las rentas se han aumentado o disminuido
comparativamente a las que ha servido primero de base a la concesión de derechos
políticos, es preciso poder en virtud de una ley elevar o rebajar el censo; elevarlo
proporcionalmente al nivel que tenga la riqueza pública, si ésta ha aumentado; y
reducirlo de igual modo, si ha disminuido. Si no se toma esta precaución en los Estados
oligárquicos y republicanos, bien pronto se establecerá aquí la oligarquía, allí el gobierno
hereditario y violento de una minoría; o la demagogia sucederá a la república, y la
república o la demagogia a la oligarquía.

Un punto igualmente importante en la democracia y en la oligarquía, en una palabra,


en todo gobierno, es cuidar de que no surja en el Estado alguna superioridad
desproporcionada; así como dar a los cargos públicos poca importancia mucha
duración más bien que conferirles de golpe una autoridad muy extensa; porque el poder
es corrupto, y no todos los hombres son capaces de mantenerse puros en medio de la
prosperidad. Si no ha podido organizarse el poder sobre estas bases, debe por lo
menos guardarse bien de retirarle toda la autoridad de una vez y tan imprudentemente
como se le había dado, es preciso, por el contrario, ir restrigiéndolo poco a poco. Pero es
sobre todo por medio de las leyes como conviene evitar la formación de estas
superioridades temibles, que se apoyan ya en la gran riqueza, ya en las fuerzas al
extranjero. Por otra parle, como las innovaciones pueden introducirse, en primer término,
en las costumbres de los particulares, debe crearse una magistratura encargada de vigilar
a todos aquellos cuya vida no guarde conformidad con la constitución (1): en la
democracia, con el principio democrático; en la oligarquía, con el oligárquico.

___________________________
(1) Platón sólo propuso esto respecto a los magistrados, pero organiza con mucho cuidado la
responsabilidad el poder, de que Aristóteles no habla.
Esta institución es aplicable a todos los demás gobiernos. Por la misma razón es preciso
no perder de vista el acrecentamiento de prosperidad y de fortuna que pueden adquirir
las diversas clases de la sociedad; mal que se puede prevenir poniendo el poder y la
gestión de los negocios en manos de los elementos opuestos me refiero de un lado a
los hombre distinguirlos y al vulgo, y de otro a los pobres y a los ricos. Deben procurarse: o
confundir en una unión perfecta a pobres y a ricos, o aumentar la clase media, que sólo
así se impiden las revoluciones que nacen de la desigualdad.

Veamos otro punto capital en todo Estado. Es preciso que, valiéndose de la legislación
o empleando cualquier otro medio poderoso, se impida que los cargos públicos
enriquezcan a los que los ocupan. En las oligarquías, sobre todo esta medida es de la
más alta importancia. A la masa de los ciudadanos no irrita tanto el verse excluida de
los empleos, exclusión que quid está compensada con la ventaja de poderse dedicar a
sus propios negocios, como le indigna el pensar que los magistrados puedan robar los
caudales públicos, porque entonces tiene un doble motivo de queja, puesto qué se ven
privados a la vez del poder y de las utilidades que él proporciona.

Una administración pura, si es posible establecerla, es el único medio para hacer


que coexistan en el Estado la democracia y la aristocracia, es decir, para poner
en acuerdo las respectivas pretensiones de los ciudadanos distinguidos y de la
multitud. En efecto, el principio popular es la facultad de poder obtener los empleos
concedida a todos: el principio aristocrático consiste en confiarlos sólo a los
ciudadanos eminentes. Esta combinación podrá ser realizada si los empleados no
puede ser lucrativos. Entonces los pobres, como nada podrían ganar, no querrán
el poder, y se ocuparán con preferencia de sus intereses personales; los ricos
podrán aceptar el poder,
porque ninguna necesidad tienen de aumentar con la riqueza pública la propia.
De esta manera, además los pobres se enriquecerán dedicándose a sus propios
negocios, y las clases altas no se verán obligadas a obedecer a gente sin
fundamento.

Por los demás, para evitar la dilapidación de las rentas públicas, que se obligan
a cada cual a rendir cuentas en presencia de todos los ciudadanos

reunidos, y que se fijen copias de aquellas en las fratrías, en los cantones y en las
tribus; y para que los magistrados sean íntegros, que la ley procure recompensar
con honores a los que se distingan como buenos administradores.

En las democracias es preciso Impedir, no sólo el repartimiento de los bienes de los


ricos, sino hasta que se haga esto con los productos de aquellos; lo cual se hace
en algunos Estados por medios indirectos. También es conveniente no
conceder a los ricos, aun cuando lo pidan, el derecho de subvenir a aquellos
gastos públicos que son muy costosos, pero que no tienen ninguna utilidad real,
tales como las representaciones teatrales, las fiestas de las antorchas (1) y otros
gastos del mismo género. En las oligarquías, por el contrario, debe ser eficaz la
solicitud del gobierno por los pobres, a los cuales es preciso conceder aquellos
empleos que son retribuidos. También debe castigarse toda ofensa hecha por los
ricos a los pobres con más severidad que las que se hagan los ricos entre sí. el
sistema oligárquico tiene también gran interés en que las herencias se adquieran
sólo por derecho de nacimiento y no a título de donación, y que no puedan nunca

___________________________
(1) Carreras ecuestres, en las que pasaban las antorchas encendidas de mano a mano,
cuya explicación se halla en el poema de Lucrecio.
acumularse muchas. Por este medio, en efecto, las fortunas tienden a
nivelarse y son más los pobres que llegan a adquirir medios de vivir.

Es igualmente ventajoso en la oligarquía y en la democracia el reconocer un


derecho igual, y hasta superior a todos aquellos empleos que no son de
suma importancia, en el Estado, a los ciudadanos que sólo tienen una
pequeña parte del poder político; en la democracia, a los ricos; en la
oligarquía, a los pobres. En cuanto a las funciones elevadas, deben ser
todas, o, por lo menos, la mayor parte, puestas exclusivamente en manos
de los ciudadanos que tienen derechos políticos, el ejercicio de las
funciones supremas exige en los que las obtienen tres cualidades: amor
sincero a la constitución, gran capacidad para los negocios y una virtud y
una justicia de un carácter análogo al principio especial sobre cada
gobierno se funda, porque variando el derecho según las diversas
constituciones, es toda necesidad que la justicia se modifique en la misma
forma. Pero aquí ocurre una cuestión. Como se ha de elegir y escoger
cuando no se encuentra todas las cualidades requeridas reunidas en el
mismo individuo? Por ejemplo, si un ciudadano dotado de gran talento
militar no es probo y es poco afecto a la constitución, y otro es muy hombre
de bien y partidario sincero de la constitución, pero sin capacidad militar,
cual de los dos se escogerá? En este caso, es preciso fijarse bien en dos
cosas: cuál es la cualidad vulgar y cuál es la cualidad rara. Y así, para
nombrar un general es preciso mirar a la experiencia más bien que a la
probidad, porque la probidad se encuentra mucho más fácilmente que el
talento militar. Para elegir el guardador del tesoro exigen mucha más
probidad que la que se halla en la mayor parte de los hombres, mientras
que el grado de inteligencia necesario para su desempeño es muy común.
Pero podría decirse: si un ciudadano, es a la vez capaz y adicto a la
constitución, para que exigirle, además, la virtud?
Las dos cualidades que posee no le bastará para cumplir bien? No, sin duda,
porque al lado de estas dos cualidades eminentes puede tener pasiones
desenfrenadas. Si los hombres, hasta cuando se trata de sus propios interés,
que estiman y conocen, no se sirven muy bien a sí propios, quién responde que,
cuando se trata de intereses públicos, no harán lo mismo?.

En general, conforme a nuestras teorías, todo lo que contribuye mediante la ley al


sostenimiento del principio mismo de la constitución es esencial a la conservación
del Estado. Pero lo que más importa, como repetidas veces hemos dicho es hacer
que sea más fuerte la parte de los ciudadanos que apoya al gobierno que el
partido de los que quieren su caída. Es preciso, sobre todo, guardarse mucho de
despreciar lo que en la actualidad todos los gobiernos corrompidos desprecian, que
es la moderación y la mesura en todas las cosas. Muchas instituciones que en
apariencia son democráticas son precisamente las que arruinan la democracia; y
muchas instituciones que parecen oligárquicas destruyen la oligarquía. Cuando
se cree haber encontrado el principio único verdadero en política, se le lleva
ciegamente hasta el exceso, en lo cual se comete un grosero error. En el rostro
humano, la nariz aunque se separe de la línea recta, que es la forma más bella y
se aproxime un tanto a la aguileña o a la roma, puede, sin embargo, tener un
aspecto bastante bello y agradable; pero si se lleva al exceso esta
desviación, por lo pronto se quitaría a esta facción las proporciones que debe
tener y perdería, al cabo, toda apariencia de nariz, a causa de sus propias
dimensiones, que serían monstruosas, y de las dimensiones excesivamente
pequeñas de las facciones que la rodean; observación que lo mismo podría
aplicarse a cualquiera otra parte de la cara. Lo mismo podría aplicarse a
cualquiera otra parte de la cara. Lo mismo sucede absolutamente con toda clase
de gobiernos. La democracia y la oligarquía,
al alejarse de la constitución perfecta, pueden constituirse de la manera que puede
sostenerse; pero si se exagera el principio de la una o de la otra , al pronto se
convertirán en malos gobiernos y concluirán por no ser siquiera gobiernos.

Es preciso que el legislador y el hombre de Estado sepan distinguir, entre las medidas
democráticas u oligárquicas, las que conservan y las que destruyen la democracia la
oligarquía. Ninguno de estos dos gobiernos puede existir ni subsistir sin encerrar en su
seno ricos y pobres. Pero cuando llega a establecer la igualdad en las fortunas, la
constitución tiene que cambiar; y al querer destruir las leyes ya hechas teniendo en
cuenta ciertas superioridades políticas, se destruye con ellas la constitución misma. La
democracia y las oligarquías cometen en esto una falta igualmente grave. En las
democracias, en que la multitud puede hacer soberanamente las leyes, los
demagogos, con sus continuos ataques contra los ricos, dividen siempre la ciudad en
dos campos, mientras que deberían en sus arengas sólo ocuparse del interés de los
ricos; lo mismo que en las oligarquías el gobierno sólo debía tener en cuenta el interés
del pueblo. Los oligarcas deberían, sobre todo, renunciar a prestar juramento del
género de los que prestan actualmente; porque he aquí los que en nuestros días hacen
en algunos Estados: Yo seré enemigo constante del pueblo; le haré todo el mal que
pueda.

Sería preciso hacer lo contrario, y cambiando de disfraz, decir resueltamente en los


juramentos de esta especie: No haré nunca daño al pueblo.

El punto más importante (1) entre todos aquellos de que hemos hablado

___________________________
(1) Carreras ecuestres, en las que pasaban las antorchas encendidas de mano a mano, cuya
explicación se halla en el poema de Lucrecio.
respecto de la estabilidad de los Estados, si bien hoy no se hace aprecio de él, es el
acomodar la educación al principio mismo de la constitución. Las leyes más útiles, las
leyes sancionadas con aprobación unánime de todos los ciudadanos, se hacen ilusorias si
la educación y las costumbres no corresponden a los principios políticos, siendo
democráticas en la democracia y oligárquicas en la oligarquía; porque es preciso tener
entendido que si un solo ciudadano vive en la indisciplina, el Estado mismo participa de
este desorden. Una educación conforme a la constitución no es la que enseña a hacer
todo lo que parezca bien a los miembros de la oligarquía o a los partidarios de la
democracia; sino que es la que enseña a poder vivir bajo un gobierno oligárquico o bajo
un gobierno democrático. En las oligarquías actuales, los hijos de los que ocupan el
poder viven en la molicie, mientras los hijos de los pobres, endurecidos con el trabajo y la
fatiga, adquieren el deseo y la fuerza para hacer una revolución. En las democracias
sobre todo en las de que están constituidas más democráticamente, el interés del Estado
está muy mal comprendido, porque se forma en ellas una idea muy falsa de la
libertad. Según la opinión común, los dos caracteres distintivos de la democracia son la
soberanía del mayor número y la libertad. La igualdad es el derecho común; y esta
igualdad consiste en que la voluntad de la mayoría sea soberana. Desde entonces
libertad e igualdad se confunden en la facultad que tiene cada cual de hacer lo que
quiera: < todo a su gusto>, como dice Eurípides. Este es un sistema muy
peligroso, porque no deben creer los ciudadanos que vivir conforme a la constitución
es una esclavitud; antes por el contrario, deben encontrar en ella protección y una
garantía de felicidad.

Hemos enumerado casi todas las causas de revolución y de destrucción, de


prosperidad y de estabilidad en los gobiernos republicanos.
LECTURA OBLIGATORIA No. 2

DISCURSO SOBRE LA PRIMERA

DECADA DE TITO LIVIO

Por: Maquiavelo, Nicolás Edic.

Alianza, Madrid. 1987.


MAQUIAVELO
DISCURSO DE LA DECADA DE TITO LIVIO

3. QUE ACONTECIMIENTOS PROVOCARON LA CREACIÓN DE LOS


TRIBUNOS DE LA PLEBE EN ROMA Y COMO SE PERFECCIONÓ LA
REPÚBLICA.

Como demuestra todos los que han meditado sobre la vida política y de los
ejemplos de que está llena la historia, es necesario que quien dispone una
república y ordena sus leyes presuponga que todos los hombres son malos,
y que pondrán en práctica sus perversa ideas siempre que se les presente la
ocasión de hacerlo libremente; y aunque alguna maldad permanezca oculta
por un tiempo, por provenir de alguna causa escondida que, por no tener
experiencia anterior, no se percibe, siempre la pone al descubierto el tiempo,
al que llaman padre de toda verdad.

Parecía haber en Roma, tras la expulsión de los Tarquinos, una grandísima unión
entre la plebe y el senado6 como si los nobles hubiesen de puesto su soberbia y
se hubiesen vuelto de espíritu popular, tolerables para cualquiera, por
ínfimo que fuese.

Esta impresión engañosa nacía de causas que permanecieron ocultas mientras


vivieron los Tarquinos, pues la nobleza, temiendo a éstos, por un lado, y teniendo
miedo por otra parte, de que la plebeyo se le uniese si era

6
En efecto, Tito Livio habla del acuerdo perfecto entre la plebe y la nobleza y de la comunidad del intereses
que los unía y manifiesta que las primera medidas del senado, tras la expulsión de los reyes, contribuyeron
grandemente "a mantener la concordia en el Estado y a unir al pueblo con los senadores"(libro ü< cap. 1).
maltratada, se portaba humanamente con ella, pero apenas murieron los Tarquinos y se
desvaneció el temor de los nobles, comenzaron a escupir contra la plebe el veneno que
habían escondido en su pecho, y la ofendían de todas las maneras posibles7.

Esto da fe de lo que comentaba anteriormente cuando afirmaba que los hombres sólo
obraban bien por necesidad, pero donde se puede elegir y hay libertad de acción se
llena todo, inmediatamente, y confusión y desorden. Por eso se dice que el hambre y la
pobreza hacen ingeniosos a los hombres y las leyes los hacen buenos.

Ycuando una cosa marcha bien por sí misma no es necesaria la ley, pero en cuanto

desaparece esa buena costumbre, la ley se hace necesaria con urgencia. Por eso en
cuanto faltaron los Tarquinos, que ponían freno a la nobleza con el temor, fue preciso
buscar un nuevo orden que hiciese el mismo efecto que los Tarquinos cuando vivían.

Yasí, tras mucha confusión, alborotos y peligros que surgieron entre la plebe y la nobleza,

se llegó a la creación de los tribunos, para salvaguardar de la plebe, y fueron instituidos


con tanta preeminencia y reputación que pudieran actuar de intermediarios entre la plebe
y el senado y frenar la insolencia de los nobles.

4. QUE LA DESUNIÓN ENTRE LA PLEBE Y EL SENADO ROMANO


HIZO LIBRE Y PODEROSA A AQUELLA REPÚBLICA

No quiero pasar por alto los tumultos que hubo en Roma desde la muerte de Tarquino
hasta la creación de los tribunos, contradiciendo la opinión de

___________________________
7
Tito Livio escribe que, nada más conocerce la noticia de la muerte de Tarquino, noticia que alegró por
igual al senado y al Pueblo, la plebe, que había sido tratada con miramientos, comenzó a ser "objeto de
la opresión de ios graneles" (Libro II. cap. 21)
muchos que afirman que Roma era una república alborotadora y tan llena de confusión
que, si la buena suerte y la virtud militar no hubieran superado sus defecto, hubiera
sido inferior a cualquier otra república. No quedo negar que la fortuna y la milicia fueran
causas del imperio romano, pero creo que no se dan cuenta de que, donde existe un
buen ejército suele haber una buena organización, y así raras veces falta la buena
fortuna. Pero vayamos a las particularidades de aquella ciudad. Creo que los que
condenan los tumultos entre los nobles y la plebe atacan lo que fue la causa principal de
la libertad de Roma, se fija más en los ruidos y gritos que nacían de esos tumultos
que en los buenos efectos que produjeron, y consideran que en toda república hay dos
espíritus contrapuestos: el de los grandes y el pueblo, y toda las leyes que se hacen en
pro de la libertad nacen de la desunión entre ambos, como se puede ver fácilmente por
lo ocurrido en Roma, pues de los Tarquinos a los Gracos transcurrieron más de
trescientos años, y, en ese tiempo, las disensiones de Roma raras veces comportaron el
exilio, y menos aún la pena capital.

Por tanto, no podemos juzgar nocivos esos tumultos, ni considerar dividida una república
que, en tanto tiempo, no mandó al exilio, como consecuencia de sus luchas internas,
más que a ocho o diez ciudadanos, ejecutó a poquísimos y ni siquiera multó a muchos.
No se puede llamar en modo alguno, desordenada una república donde existieron tantos
ejemplos de virtud, porque los buenos ejemplos nacen de la buena educación, la buena
educación de las buenas leyes, y las buenas leyes de esas diferencias internas que
muchos, desconsideradamente, condenan, pues quien estudie el buen fin que
tuvieron encontrará que no engendraron exilios ni violencia en perjuicio del bien común,
sino leyes y órdenes en beneficio de la libertad pública.
Y si alguno dice que los medios fueron extraordinarios y casi feroces, pues se ve al
pueblo unido gritar contra en el senado, al senado contra el pueblo, correr
tumultuosamente por las calles, saquear las tiendas, marcharse toda la plebe de
Roma8 cosas estas que espantan, más que otra cosa, al que las lee, le respondo
que toda ciudad debe arbitrar la vías por donde el pueblo pueda desfogar su
ambición, sobre todo las ciudades que quieran valerse del pueblo, en los asuntos
importantes: de éstas era la ciudad de Roma, que lo hacía de esta manera: cuando
el pueblo quería que se promulgase alguna ley, o protestaba en la forma que
hemos descrito o se negaba a enrolarse para ir a la guerra, de modo que era
preciso aplacarlo satisfaciendo al menos en parte, sus peticiones.

Además , los deseos de los pueblos libres raras veces son dañosos a la libertad, porque nacen,
o de sentirse oprimidos, o de sospechar que puedan llegar a estarlo.

Y si estas opiniones fueran falsas queda el recurso de las palabras,


encomendando a algún hombre honrado que, habiéndoles, les demuestre que se
engañan, pues los pueblos, como dice Tulio, aunque sean ignorantes, son capaces
de reconocer la verdad, y ceden fácilmente cuando la oyen de labios de un hombre
digno de crédito9.

___________________________
8
Se refiere particularmente a los desórdenes que culminaron con el atrincheramiento de la plebe fuera de la ciudad,
en el monte Sacro, el año 494 a. C. (véase Tito Uvio, Libro II, cap. 27 a 33)
9
No localizo el lugar en que Cicerón, hace esa afirmación concreta, pero esa confianza en el poder de la verdad
para imponerse por si misma, en su capacidad de convicción (que se acentúa aún más si quien la pone de manifiesto
es de fiar, pero que no depende exclusivamente de ello) es característica del sentido romano de la elocuencia,
fuertemente teñido de ética y recuperado con entusiasmo por los retóricos renacentistas.
Por eso se debe criticar con mayor moderación el gobierno romano, considerado que
tantos buenos efectos no se derivaron sino de óptimas causas. Y los tumultos fueron
causa de la creación de los tribunos merecen suma alabanza, pues además de dar su
parte al pueblo en la administración, se constituyeron en guardianes de la libertad
romana, como se demostrará en el siguiente capítulo.

DONDE SE RESGUARDARA MAS SEGURAMENTE LA LIBERTAD, EN


EL PUEBLO O ENTRE LOS GRANDES, Y QUIENES TIENEN MAYORES
MOTIVOS PARA CAUSAR TUMULTOS, O QUIENES QUIEREN
CONQUISTAR Y QUIENES MANTENER?

Los que organizan prudentemente una república, consideran, entre las cosas más
importantes, la institución de una garantía de la libertad, y según sea mas o menos
acertada, durará más o menos el vivir libre. Y como en todas las repúblicas hay
magnates y pueblo, existen dudas acerca de en qué manos estaría mejor colocada esa
vigilancia. Los lacedemonios y, en nuestros días, los venecianos, la ponen en manos de
los nobles, en cambio los romanos la confiaron a la plebe.

Es necesario, pues analizar cuál de estas repúblicas hizo mejor elección. Y en cuanto a
los motivos unas y otras los tiene razonables, pero se vemos sólo los resultados, nos
inclinaríamos por los nobles, porque la libertad de Esparta y de Venecia tuvo una vida
más larga que la de Roma. En cuanto a las razones, colocándome, en primer lugar, del
lado de los romanos, creo que se debe poner como guardianes de una cosa a los que
tienen menos deseos de usurparla.
Y , sin duda, observando los propósitos de los nobles y de los plebeyos,
veremos en aquéllos un gran deseo de dominar, y en éstos tan sólo el deseo
de no ser dominados, y por consiguiente mayor voluntad de vivir libres,
teniendo menos poder que los grandes para usurpar I libertad. De modo que.
si ponemos al pueblo como guardián de la libertad, nos veremos
razonablemente libres de cuidados, pues no pudiéndola tomar, no permitirá
que otro la tome.

Por otro lado, los que defienden el orden espartano y vénto dicen que los
que ponen la vigilancia en manos de los poderosos hacen dos cosas buenas:
la una satisfacer más la ambición de los nobles, que teniendo más
participación en la república, por tener en sus manos ese bastón de mando,
tienen más razones para contentarse; la otra, que quitan un cargo de
autoridad de los ánimos inquietos de la plebe, que son causa de infinitas
disensiones y escándalos en una república y que pueden reducir a la nobleza
a una desesperación que tendría efectos muy nocivos. Y ponen como
ejemplo a la propia Roma que por haber puesto esta autoridad en manos de
los tribunos de la plebe, no les bastó con tener un cónsul plebeyo, sino que
pretendieron que lo fueran los dos: luego quisieron que fuera partidarios
suyos el censor, el pretor y todas las otras dignidades del gobierno de la
ciudad10, no bastándoles esto, llevados por el mismo furor comenzaron, con

___________________________
10
Como cuenta Livio en su libro sexto, los tribunos de la plebe consiguieron que se votara una
ley por la cual, obligatoriamente, uno de los dos cónsules debía ser plebeyo. Esto sucedió
em 367 antes de Cristo, y el primer cónsul plebeyo de Sestio. Dice Livio que los patricios, la
principio, no quisieron aceptar el nuevo cónsul y que "el pueblo estuvo a punto de retirarse,
después de haber hecho espantosas amenazas de guerra civil". En el siglo II a. C. se
eligieron alguna vez dos cónsul plebeyos, pero de forma excepcional. El cuestor y el prestor
limitaban el poder de los cónsules. Al principio sólo podían ser elegidos entre los patricios,
pero más tarde comenzaron los plebeyos a optar a estos cargos. La ley Hortensia, del 287
a.C. confirmaba su derecho a tal elección.
el tiempo a adorar a los hombres que consideraban aptos para derrotar a
la nobleza, de donde nació el poder de Mario y la ruina de Roma.

Y ciertamente, considerando bien lo uno y lo otro, podríamos dudar al elegir


un guardián para la libertad, sin saber qué tipo de hombre es más perjudicial
para la república, el que desea mantener el honor ya adquirido o el que
quiere
adquirir el que no tiene.

Por fin, quien analice todo sutilmente acabará por llegar a esta conclusión:
podemos hablar de una república que quiera construir un imperio, como
Roma, o de otra a la que le baste con conservarse en su estado. En el
primer caso es preciso imitar lo que hizo Roma, y en el segundo se puede
copiar a Venecia y Esparta, por los motivos y del modo que se verá en el
próximo capítulo.
Y volviendo a la cuestión de qué hombres son más perjudiciales para la
república, si los que quieren adquirir o los que temen perder lo adquirido, digo
que, cuando se nombró dictador a Marco Menenio, y jefe de los caballeros a
Marco Fulvio (los dos eran plebeyos) para investigar ciertas conjuras que se
fraguaban en Capua contra Roma11 , el pueblo les dio también autoridad
para perseguir a los que, en la propia Roma, por ambición y haciendo uso
de
medios excepcionales, se las ingeniasen para alcanzar el consulado y otros
honores.

___________________________
11
Lo cuenta Livio en el libre IX. El peligro era grande pues Roma, en plena guerra contra los salmistas, debía
hacer frente a la defección de varios de sus aliados y a la conjura fraguada por los aristócratas de Capua. Estas
fue rápidamente desarticulada por el nuevo dictador, y sus dos jefes se suicidaron. Sucedió en el año 314 a.
C. Livio prosigue contándose las intrigas de la nobleza e incluyendo un bello discurso exculpatorio del dictador,
acusado injustamente, en el momento de presentar la dimisión.
La nobleza juzgaba que tal autoridad le había sido otorgada al dictador
ilegalmente, y se dedicó a esparcir por la ciudad el rumor de que no eran los
nobles los que buscaban los honores por ambición de forma
desacostumbrada, sino los plebeyos, que como desconfiaban de su sangre
y su virtud, buscaban caminos extraordinarios para acceder a aquellos
grados, acusando particularmente de ello el dictador.

Y tan poderosa fue aquella acusación que Menenio, después de un


discurso en el que se dolía de la calumnia difundida por los nobles, depuso
la dictadura y se sometió al juicio del pueblo, y, vista su causa, fue absuelto,
lo que dio origen a disputas sobre quién es más ambicioso, el que quiere
mantener o el quiere conquistar, pues fácilmente ambos apetitos pueden ser
causa de grandísimos tumultos.

Estos, sin embargo, son causados la mayoría de las veces por los que
poseen, pues el mido de perder genera en ellos las mismas ansias que
agitan a los que desean adquirir, porque a los hombres no les parece que
poseen con seguridad lo que tienen si no adquieren algo más. A esto se
añade que, teniendo mucho, tienen también mayor poder y operatividad
para organizar alteraciones. Más aún: sus maneras descorteses y
soberbias encienden en el pecho de los desposeídos ambición de poseer,
o para vengarse de ellos despojándolos o para acceder a esas riquezas y
honores que ven mal empleados en los otros.
6. SI EN ROMA SE PODÍA INSTITUIR UN GOBIERNO QUE ACABASE
RÁPIDAMENTE CON LA ENEMISTAD ENTRE EL PUEBLO Y EL
SENADO.

Hemos tratado ya de las consecuencias que tuvieron las controversias entre el pueblo y
el senado. Pero como éstas siguieron hasta la época de los Gracos, en que fueron
causa de la ruina de la libertad podría alguien desear que Roma hubiera obtenido
aquellos grandes efectos sin que hubiera existido tales enemistades. Por eso me
parece algo digno de consideración ver si en Roma se hubiera podido organizar un
estado que evitase las citadas controversias. Y para examinar esto, es preciso recurrir a
las repúblicas que, sin tantas enemistades y tumultos, han permanecido libres por mucho
tiempo, y ver qué forma de gobierno tienen y si se hubiera podido introducir en Roma. Los
ejemplos, ya citados por mí, son Esparta entre los antiguos y Venecia entre los modernos,
Esparta instituyó un rey con un pequeño senado que la gobernase.

Venecia no ha dividido el gobierno verbalmente, sino que todos los que pueden
encargarse de la administración reúnen bajo el apelativo de patricios, lo que es producto
del azar más que de la prudencia de sus legisladores, pues, habiéndose refugiado, por la
causas que dijimos arriba, muchos habitantes en las lagunas donde ahora está la
ciudad, como su número había crecido tanto que necesitaban unas leyes si querían vivir
juntos, convinieron en una forma de gobierno, y juntándose a menudo en consejo para
deliberar sobre los asuntos de la ciudad, cuando les pareció que eran suficientes para
constituir un orden político, cerraron el acceso al gobierno a todos los que se
incorporaron posteriormente a la comunidad, y, con el tiempo llegó a haber
muchos habitantes fuera del gobierno y, por dar honra a los que gobernaban, los
llamaron patricios, y los otros, populares. Este tipo de gobierno puede nacer y
mantenerse sin tumulto, porque, cuando nació, todos los que vivían
en Venecia formaban parte del gobierno, de modo que ninguno podía
lamentarse, y los que vinieron después a vivir allí, encontraron un estado
firme y cuyo acceso estaba cerrado, por lo que no tenían causa ni facilidad
para levantarse. No tenían causa, porque no se les había despojado de
nada, y no tenían facilidad porque los gobernantes mantenían firmes la
riendas y no dejaban ningún resquicio por donde se les pudiera arrebatar
autoridad. Además, los que fueron luego a establecerse en Venecia no
fueron muchos, y, por un número, no hubo gran desproporción entre los
gobernantes y gobernados, pues los patricios eran tantos y más numerosos
que ellos. De modo que por esta razones pudo Venecia organizar su
estado y mantenerlo unido.

Esparta, como ya he dicho, estaba gobernada por un rey y un pequeño


senado. Pudo mantener así durante mucho tiempo porque teniendo pocos
habitantes y habiendo cerrado el camino para que viniesen a establecerse
allí, y teniendo mucho respecto a las leyes de Licurgo (que si eran
observadas escrupulosamente, impedían toda causa de tumultos) pudieron
vivir unidos, largo tiempo. Porque Licurgo, con sus leyes, estableció mucha
igualdad en esencia y poca en la categoría; pues todos eran igualmente
pobres, y los plebeyos carecían de ambición, ya que los cargos públicos se
repartían entre muy pocos ciudadanos y se mantenían alejados de la
plebe, y tampoco la nobleza, con sus malos tratos, despertaba los deseos
de obtener el acceso a ellos. Esto se debía a los reyes espartanos que,
colocados en aquel principado en medio de la nobleza, no tenían otro
remedio, para mantener su dignidad, que defender a la plebe de toda
injuria; de modo que la plebe ni tenía ni deseaba el poder, y no teniendo
poder ni miedo, no había lugar para que surgiese alguna rivalidad con la
nobleza ni causa para los tumultos, de modo que pudieron vivir unidos
mucho tiempo. Pero esta unión tuvo dos causas principales: una que los
habitantes de
Esparta eran pocos, de modo que podían ser gobernados por pocos, la otra que, no
aceptando forasteros en su república, no tenían ocasión de corromperse ni de crecer
hasta el punto de que la ciudad resultase ingobernables por sus instituciones.

Volviendo sobre todo lo dicho, vemos cómo los legisladores de Roma, si querían que
esta ciudad estuviese tranquila, como las citadas repúblicas, hubiesen debido o no
recurrir a la plebe en caso de guerra, como los venecianos, o no permitir la influencia
de extranjeros, como los espartanos.

Como hicieron ambas cosas lo que proporcionó a la plebe fuerza y aumento, permitieron
que naciese infinitas ocasiones de alterar el orden público. Pero si el estado romano
hubiera sido más tranquilo, habría tenido el inconveniente de ser también más débil,
porque habría cerrado el camino para poder llegar a aquellas grandeza que alcanzó, de
modo que, quitando de Roma la causa de tumultos, se quitaba también la de su
engrandecimiento. Y toda las cosas humanas sucede, si bien se mira, que no se puede
quitar un inconveniente sin que inmediatamente surja otro. Por tanto, si quieres un
pueblo numeroso arruado para poder construir un gran imperio, será de tal calidad que
luego no lo podían manejar en su antojo, y si lo mantienes pequeño y desarmado para
poder manejarlo, si conquistas algún territorio no lo podrás mantener, o se volverá de
ánimo tan vil que serás presa de cualquiera que te asalte. Y por eso en este asunto se
debe considerar dónde hay menos inconveniente y obrar en consecuencia porque algo
totalmente ventajoso, sin ningún recelo, no se encuentra jamás. Podía pues Roma, a
semejanza de Esparta, instituir un príncipe vitalicio y un pequeño senado, pero
entonces, lo mismo que Esparta, no podría aumentar el número de sus ciudadanos para
formar un gran imperio, o de otro modo el rey vitalicio y el reducido número de senadores
le serviría de bien poco para mantener la unidad.
De manera que si alguno quiere organizar de nuevo una república, debe considerar si
desea que amplía, como Roma, su dominio y su poder, o si va a mantenerla dentro de
estrechos, límites. En el primer caso, es necesario ordenarla como Roma, dando lugar
a tumultos y disensiones, pues sin gran número de hombres armados no podrá crecer
una república, y si cree no podrá mantenerse. En el segundo caso, puede imitar a
Esparta o a Venecia, pero, como la aplicación es el veneno de repúblicas semejantes,
deberá, de todas las maneras posibles, impedir cualquier conquista, pues las conquistas,
cuando se apoyaba en una república débil, constituyen su ruina segura. Así sucedió en
Esparta y en Venecia: la primera habiendo sometido a casi toda Grecia, mostró su débil
fundamento ai primer ligero incidente, pues, tras la rebelión de Tebas, llevaba a cabo
por Pelópidas, se rebelaron las otras ciudades y se arruinó completamente aquella
república12; de igual manera, Venecia habiendo ocupado gran parte de Italia, en la
mayoría de los casos no por las armas, sino con dinero y astucia, cuando quiso poner a
prueba sus fuerzas lo perdió todo en un soto día13 . Estoy convencido de que, para
construir una república muy duradera, el método es ordenarla interiormente
como Esparta o como Venecia, colocarla en un lugar fuerte y bien defendido, de
modo que nadie piense que se la puede tomar fácilmente y, por otro lado, no hacerla tan
grande que parezca formidable a sus vecinos, y así podrá gozarse en su estado por
mucho tiempo. Pues por dos razones se hace la

___________________________
12
Se refiere a Maquiavelo a la breve hegemonía espartana tras la guerra del Peloponeso, y a la derrota
que sufrió el ejército lacedemonio ante los tebanos, mandados por Epaminondas, en 371 a. C, en
lectura.
13
Alude Maquiavelo a la batalla de Agnadeilo, en la que los venecianos fueron derrotados por los ejércitos
combinados de Francia, España el imperio y el Papa en 1509, viéndose obligados a abandonar las posesiones en
tierra firme que habrán convertido la ciudad en una gran potencia en tierra y no sólo en mar y que habían ido
acumulándose durante cien años.
guerra a una república: para convertirse en su señor o por miedo de que ella
te invada. Estas dos razones se evitan de la manera indicada, pues siendo
casi inexpugnable, como la presupongo, y organizando bien su defensa, y
raras veces o nunca podrá alguien proponerse conquistarla. Si ella se
mantiene en sus límites y se ve por experiencia que carece de ambición
nadie la hará la guerra por miedo, sobre todo si las constituciones o leyes le
prohibiesen la ampliación. Y no cabe duda de que, si se pudiera mantener
este equilibrio, se encontraría la verdadera vida política y la auténtica
quietud de una ciudad. Pero como las cosas de los hombre están siempre
en movimiento y no pueden permanecer estables, es preciso subir y bajar,
y la necesidad los lleva a muchas cosas que no hubiéramos alcanzado por
la razón, de modo que, si una república está organizada de forma apta para
mantenerse, pero sin ampliación, y la necesidad la obliga a extenderse, en
seguida temblarán sus cimientos y la harán desplomarse en ruinas. Y
además, si el cielo le fuese tan benigno que la librase de la guerra, esto
haría nacer el ocio, que la volvería afeminada o dividida, cosas que juntas o
por separado, serían causa de sus ruina. Por tanto, como no se puede, en
mi opinión, mantener el equilibrio ni quedar indefinitivamente en el justo
medio, es preciso, al establecer la república, tomar el partido más
honorable y organizaría de modo que, cuando la necesidad la obligue a
engrandecerse, pueda hacerlo, y sea capaz de conservar lo que conquista.
Y para volver al primer razonamiento, creo que es necesario seguir el
modelo romano, y no el de las otras repúblicas, pues no me parece posible
encontrar un camino intermedio entre ambas posibilidades, y hay, pues que
tolerar aquellas enemistades entre el pueblo y el senado, considerándolas
como un inconveniente necesario par a alcanzar la grandeza romana.
Porque además de las razones antes expuestas donde se demostraba que
la autoridad tribunicia fue necesaria para reguardar: la libertad, se puede
considerar fácilmente el bien que hizo en la república la capacidad de
acusar, que
estaba, entre otras muchas, encomendada a los tribunos, como veremos en el
capítulo siguiente.

7. QUE NECESARIO ES, EN UNA REPÚBLICA, EL PODER DE


ACUSAR, PARA MANTENER LA LIBERTAD.
A los que han sido colocados como guardianes de la libertad en una ciudad, no se
les puede dar una autoridad más útil y necesaria que la de poder acusar a los
ciudadanos ante el pueblo o ante cualquier magistrado o consejo si atentasen
en algo contra la libertad pública. Esta determinación produce dos efectos
útilísimos para la república. El primero que los ciudadanos, por medio de la
acusación, no intentan nada contra el estado y si lo hacen, son rápidamente
perseguidos sin consideración. La otra que se ofrece un camino para desfogar los
humores que, de un modo u otro, crecen en las repúblicas contra tal o cual
ciudadano, y que si no está previsto un camino para que desfoguen, lo hacen por
vías extraordinarias que pueden arruinar la república entera. Y por esto nada hace
tan estable y firme una república como ordenar en ella la manera en que estas
alteraciones de humores que la agitan tengan una salida prevista por la ley. Lo que
se puede demostrar con muchos ejemplos, y en particular con lo que cuenta Tito
Livio sobre Coriolano, donde dice que estando irritada la nobleza romana contra la
plebe, porque le parecía que estás había adquirido demasiada autoridad con la
creación de los tribunos que la defendían, y estando además Roma con gran
penuria de vituallas, por lo que el senado había enviado a por grano a Sicilia.
Coriolano, enemigo del partido popular, manifestó que había llegado la hora de
poder castigar a la plebe y arrebatarle el poder que se había tomado en
detrimento de la nobleza, manteniéndola hambrienta y no distribuyéndole el trigo.
Este dictamen llegó a oídos del pueblo, que se indignó contra Coriolano de tal
manera que le hubieran matado tumultuosamente a la salida del senado si los
tribunos no le hubiera citado a
comparecer para defender su causa14 Este ilustra lo que decía antes sobre
lo útil y necesario que es en la repúblicas que las leyes prevean una
manera de desfogar las iras que concibe la universidad contra un ciudadano
porque cuando no existen estos procedimientos normales se recurre a los
extraordinarios y sin duda éstos tienen peores consecuencias que aquéllos.

Porque si un ciudadano es perseguido por procedimientos legales, aunque


se le cause un perjuicio, se sigue poco o ningún desorden en la república,
pues todo se ejecuta sin recurrir ni a fuerzas privadas ni a fuerzas
extranjeras que son las que arruinan las libertades, sino con órdenes y
fuerzas públicas, que tienen límites; precisos y que no trascienden a nada
que pueda arruinar la república.

Y para corroborar esta opinión don los ejemplos entre los antiguos me basta
este de Coríolano, y que cada uno considere por sí mismo cuánto mal le
hubiera acaecido a la república romana si, él hubiera muerto violentamente
a manos de la multitud, pues esto suponía una ofensa privada a un
particular, lo que engendra miedo, y el miedo lleva a prepararse para la
defensa, y estos preparatorios provocan la aparición de partidarios, y de los
partidarios nacen las facciones en las ciudades, y de las facciones la ruina
del estado. Pero como el asunto lo manejó quien tenía autoridad para ello,
se pudieron evitar todos los males que podían haber acontecido si se
hubiera resuelto privadamente.

___________________________
14
Tito Livio expone el caso en el libro segundo. Según él, las opiniones de Coriolano no sólo disgustaban a la
plebe hasta el punto de ponerla al borde de la rebelión armada, sino que también le parecía demasiado
violentas al senado. Coríolano (que había ganado este sobrenombre por sus glorias militares) se negó a
comparecer en el juicio, fue condenado y, saliendo de Roma, se estableció con los volscos, enemigos de
Roma, poniendo a su servicio su experiencia militar. Los resultados fueron tan favorables para los volscos
que Roma se apresuró a enviar legados a Coriolano, que se mostró inflexible. Al fin, su madre y su esposa
presentándose suplicantes ante él. consiguieron hacerle deponer su actitud.
Nosotros mismos hemos visto, en nuestro tiempo, cuánto desórdenes ha
provocado, en la república de Florencia, el no poder desfogar la multitud su
indignación contra un ciudadano por vías legales, como sucedió en la época
en que Francesco Valori era prácticamente el príncipe de la ciudad, pues
muchos pensaban que era un hombre ambicioso, que con su audacia y
temeridad quería colocarse por encima de las leyes, pero como no había
en aquella república más camino para oponérsele que la formación de un
partido contrario al suyo, sin temor al empleo de procedimientos
excepcionales comenzó el uno a buscar partidarios que los defendiesen, y,
por otra parte, los que se oponían a él, sin ningún recurso legal para
hacerle frente, recurrieron también a medios excepcionales, de modo que
acabó por llegar a las armas15 . Y si hubiera sido posible oponérsele por
procedimientos previstos por la ley, se le hubiera despojado de su
autoridad con daño para él solo, mientras que al recurrir a medios
extraordinarios no se le perjudicó sólo, sino a muchos otros nobles
ciudadanos. Podríamos añadir aún, para sostener dicha conclusión, los
incidentes acaecidos en Florencia en torno a Pietro Soderini, que
sucedieron únicamente por no haber en aquella república ningún
procedimiento de acusación contra las ambiciones de los ciudadanos
poderosos. Pues acusar a un poderoso ante ocho jueces no basta: es
preciso que los jueces sean bastante, pues los pocos siempre obran a
gusto de los pocos16 De modo que, si hubiera existido una regulación al
respecto, o los ciudadanos lo hubiesen acusado por haber

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15
Se refiere a Maquiavelo a los graves incidentes que acaecieron en la primavera de 1498. Valori, antiguo
partidario de los Medici se convirtió a la causa de Savonarola, llegando a ser el jefe de este partido. Fue
gonfaloniero en 1497. luego, los partidarios de los Medici lograron colocar un gonfaloniero de su partido, pero
Valori le acusó de traición y presionó para que fuera condenado a muerte. Luego Valori se puso a la cabeza
de la ciudad con poderes extraordinarios, y su gobierno fue derivado por los desórdenes a que alude
Maquiavelo, en el transcurso de los cuales encontró la muerte el propio Valori. Tras esto, el partido de
Savonarolaa perdió toda influencia.
16
Alude a la dimisión de Pietro Soderini y a la caída de la república florentina en 1512, episodio que
Maquiavelo lamentaba profundamente y al que ya hecho referencia anteriormente ( en el capítulo H
Ver también la nota en la que se resume el incidente.
obrado mal, y de este modo, sin hacer venir al ejército español, se hubiera
calmado los ánimos, o, no habiendo obrado mal, nadie se hubiera
empeñado en enfrentarse a él por medio de que la acusación se volviese
en contra suya, y así, de cualquier manera, hubiera cesado aquella
inquietud que fue causa del desorden.

Hasta el punto de que se puede establecer esta conclusión: siempre sucede


que cuando una parte de los ciudadanos recurre a la ayuda de fuerzas
extranjeras, la causa es el mal ordenamiento jurídico, que no incluye la
manera de poder canalizar los rumores nocivos que se producen en los
hombres sin recurrir a procedimientos excepcionales; y esto se evitaría
completamente establecido una acusación pública ante numerosos jueces y
dándole gran importancia. Estos procedimientos estuvieron tan bien
regulados en Roma que con tanta dimensión entre la plebe y el senado,
nunca ni el senado ni la plebe ni ningún ciudadano particular planeó valerse
de fuerzas extranjeras, pues teniendo el remedio en casa no era necesario
buscarla fuera, y aunque los ejemplos citados son suficientes para probarlo,
aún añadiré otro más, contado por Tito Livio en su historia: refiere, en
efecto, que habiendo sucedido en Chiusi, entonces ciudad muy importante
de la Toscana, la violación de una hermana de Arunte por un lucumón17 y
no pudiendo Arunte vengarse por la elevada posición de violador, fue al
encuentro de los galos, que reinaban entonces en lo que hoy es
Lombardía, y los animó para que tomasen las armas contra Chiusi,
indicándoselo para, por mediación suya, vengarse de la injuria recibida; y si
Arunte se hubiera podido vengar según las normas de su ciudad, no
hubiera ido a buscar los ejércitos bárbaros. Pero así como estas
acusaciones públicas son muy

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17
Tito livio lo cuenta en el libro quinto. El lucumón era supremo magistrado de una ciudad etrusca. Livio dice que
había ssido violada la esposa, y no la hermana, de Arunte.
útiles en un república, son en cambio, inútiles y dañinas las calumnias, como
demostraremos en el capítulo siguiente.

LAS ACUSACIONES SON MUY UTILES A LA REPÚBLICA, PERO


LAS CALUMNIAS LE SON PERNICIOSAS.

Aunque la virtud de Furío Camilo, gracias al cual se vio libre Roma de la opresión de los
galos, se ganó el reconocimiento de todos los ciudadanos, sin por ello sentir mengua en
su categoría o reputación, sin embargo Manlio Capitollino no podía soportar que se le
atribuyese tanto honor y tanta gloria, pero pensaba que, en lo que respecta a la salvación
de Roma, él que había salvado el Capitolio, merecía tanto, como Camilo, y en las otras
hazañas guerreras tampoco le era inferior. De modo que roído por la envidia no
pudiendo descansar por la gloría del otro, y viendo que no podía introducir la discordia
entre los senadores se volvió a la plebe, sembrando en ella ideas siniestras. Decía, entre
otras cosas, que el tesoro que había reunido entre todos para entregarlo a los galos, y
que luego no se les entregó, había sido usurpado por ciudadanos particulares, que si se
recuperarse, podía emplearse en asuntos de utilidad pública, aligerando a la plebe de
los impuestos o de las deudas privadas. Estas palabras tuvieron bastante eco en la
plebe, de modo que comenzaron a extenderse rumores y a organizarse, con este motivo,
repetidos alborotos en la ciudad, lo que disgustó al senado, que juzgando peligrosa la
situación, nombró un dictador para que tomase cartas en el asunto y frenase los ímpetus
de Manlio18 De lo que resultó que el dictador le hizo comparecer a juicio
inmediatamente, y

___________________________
18
Livio cuenta el caso al principio del libro sexto. El dictador elegido en 366 a.C. fue Auto Cometió Coso, El
personaje de Camilo que con un ejército de ancianos y adolescentes, desaminados y poco operativos,
consiguió con su astucia, inteligencia y valor derrotar a tres ejércitos fuertes y con la moral muy alta,
resulta particularmente simpático. En cuanto al tesoro, al que se añadió el presio de la venta de los
prisioneros enemigos, se devolvió y, con el sobrante se labraron tres copas de oro que ofrecieron a
Juno en nombre de Camilo.
se encontraron en público, frente a frente, el dictador en medio de nobles y Manlio
rodeado por la plebe. Se le preguntó a Manlio qué sabía del paradero de ese tesoro
del que tanto hablaba, pues el senado estaba tan deseoso de oírlo como la plebe, a lo
que Manlio no respondía nada concreto, sino que, con evasivas, decía que no era
necesario repetir lo que sabía todo el mundo, de modo que e dictador le hizo encarcelar.

Se pone de manifiesto en este ejemplo cuan detestable resulta la calumnia, tanto en las
ciudades libres como en cualquier tipo de régimen político, y cómo, para atajarla, se
deben emplear cuantos medios se tenga a mano, sin excepción. No puede haber mejor
método para cerrarle el paso que emplear la acusación pública, porque tanto como las
acusaciones favorecen a república la perjudican las calumnias y una y otras se
diferencian en esto: que las calumnias no tienen necesidad de testigos y de otras
pruebas, de modo que cualquiera puede ser calumniado por cualquiera, pero no puede,
en cambio ser acusado, porque las acusaciones necesitan el apoyo de pruebas
verdaderas y de circunstancias que demuestre lo fundado de la acusación. Los hombres
son acusados ante los magistrados, ante el pueblo, ante el consejo; son calumniados
por las lazas y los sopórtales. Se emplea más la calumnia donde se usa la acusación
o en las ciudades que no la tiene prevista en sus ordenanzas. Por eso, el que organiza
una república debe establecer cauces legales para que se pueda acusar públicamente a
cualquier ciudadano, sin ningún miedo, sin ninguna consideración, y hecho esto y
observado escrupulosamente, debe castigar duramente a los calumniados, los cuales
no pueden quejarse si son castigados, habiendo lugares abiertos donde podían hacer
oír los cargos que iban difundiendo calumniosamente por los pórticos. Y cuando este
punto asunto no está debidamente regulado, se sigue siempre grandes desórdenes,
pues las calumnias irritan a los ciudadanos y no castigan, y los irritados piensan en
vengarse, odiando, y no temiendo, los cargos que se les hacen.
Esta cuestión, como digo, estaba bien regulada por la ley en Roma, y estado siempre
mal organizada en nuestra ciudad de Florencia. Y lo mismo que en Roma ese orden hizo
mucho bien, en Florencia este desorden ha causado mucho mal. Y quien lea la historia
de esta ciudad, verá cuántas calumnia se han levantado en todas las épocas a todos
los ciudadanos que han tomado parte en los asuntos importantes del gobierno. De uno
decían había robado los dineros públicos, de otro que no había llevado a buen término una
empresa por haber sido corrompido, y de aquél que por su ambición había causado tales
o cuales perjuicios. De esto nacían odios por todas partes, lo que daba lugar a la división.
La división engendraba facciones, y las facciones llevaban a la ruina del estado, si
hubiera existido en Florencia un procedimiento para acusar a los ciudadanos y castigar
a los calumniadores, se habría evitado la mayoría de los alborotos que han tenido lugar
en ello.

Porque aquellos ciudadanos, ya hubieran sedo condenados, ya absueltos, no habrían


podido perjudicar a la ciudad, y habría sido acusados con menos frecuencia que
fueron calumniados, no siendo tan fácilmente, como dije antes, acusar a alguien como
calumniarle.

Y entre otros medios de que se valen algunos ciudadanos para engrandecerse, se


encuentran las calumnias de este tipo, que, dirigiéndola contra ciudadanos poderosos
que se oponen a sus designios, favorecen la realización de éstos, pues poniéndole de la
parte del pueblo y convenciéndolo de la mala opinión que le merece aquellos
ciudadanos, se lo hacen amigo.
Y aunque se podrían aducir muchos, ejemplos, me contentaré con uno solo.
Estaba el ejército florentino en el campo de Luca, mandado por el señor
Giovanni Guicciardini , a quien se le había encomendado, quiso, su poco
acierto o su mal fortuna, que no se consiguiese la conquista de aquella
ciudad. Sea como fuere, sin embargo, fue culpado el señor Giovanni, del
que se afirmaba que había sido corrompido por los de Luca19 , y esta
calumnia, favorecida por sus enemigos, casi le llevó a la mayor
desesperación. Y aunque para justificarse se pusiera en las manos del
capitán del pueblo 20, no se podía justificar plenamente, por no haber en esa
república un procedimiento para ello, con lo que fue creciendo el enojo entre
los amigos del señor Govanni, que era la mayor parte de los nobles, y entre
ellos algunos, que deseaban novedades en Florencia y I cuestión fue
creciendo de tal modo, por estas y otras razones parecidas , que acarreó la
ruina de aquella república21.

Manlio Capitolino era un calumniador, y no un acusador, y los romanos era


un calumniador, y no un acusador, y los romanos mostraron en este cada de
forma fehaciente cómo saben ser castigados los calumniadores. Pues es
parecido convertirlos en acusadores, y si la acusación resulta verdadera,
premiarlos o, al menos, no castigarlos, pero si resulta falsa, hay que
castigarlos, como hicieron con Manlio.

___________________________
19
Los hechos sucedieron en 1430. Luca recibió frecuentes y eficaces ayudas del duque de Milán, al sazón
Filipo María Visconti.
20
Era un funcionario público que tenía a su cargo juzgar las acusaciones.
21
en el 1433, el partido aristocrático, al mando de Rinaldo Albizzi, dio un golpe de estado, pero no mantuvo el
poder por mucho tiempo.
9. QUE ES PRECIO QUE SEA UNO SOLO EL QUE ORGANICE DE NUEVO
UNA REPÚBLICA O EL QUE LA REFORME TOTALMENTE, SIN TENER EN
CUENTA LOS USOS ANTIGUOS.

Alguien podrá pensar que me he adentrado mucho en la historia de Roma sin hacer
todavía ninguna mención de los organizadores de aquella república, ni de las reglas
concernientes a la religión o a la milicia. Y por eso, no queriendo tener en suspenso por
mas tiempo a los que quieran saber algo de estos asuntos, comenzaré diciendo que
tal vez muchos consideren un mal ejemplo que el instaurador de un orden civil, como
fue Rómulo, hubiese antes matado a su hermano y consentido, más tarde, la muerte
de Tito Tacio, sabino, elegido como compañero suyo en el trono22 juzgando, que los
ciudadanos podrían, autorizados con el ejemplo del príncipe por ambición o por deseo
de poder, ofender a cualquiera que se oponga a sus ordenes. Esta opinión parecería
verdadera si no analizáremos los propósitos que lo indujeron a someter homicidio.

Debe tomarse como regla general que pocas veces, o nunca, sucede que una
república o reino esté bien ordenada desde el principio, o reordenada de nuevo fuera de
los usos antiguos, si o ha sido ordenada por una sola persona.

De modo que es necesario que sea uno solo aquél de cuyos métodos e
inteligencia dependa la organización de la ciudad. Por eso, un organizador prudente,
que vela por el bien común sin pensar en sí mismo, que se

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22
Livio lo cuenta en el libro primero, en cuanto al fratricidio, da dos versiones: según una Rómulo mató a
Remo en el curso de una disputa sobre la interpretación de unos augurios; según la otra, le mató porque,
tras haber jurado que moriría todo el que soltase los muros de Roma, el hermano, por juego o por
desafío, unos tumultos, pero Rómulo no vengó su muerte ni pareció sentirla mucho.
preocupe de sus herederos sino de la patria común, debe ingeniársela para ser el
único que detenta la autoridad y jamás el que entienda de estas cosas le
reprochará cualquier acción que emprenda, por extraordinaria que sea para
organizar un reino o constituir una república. Sucede que aunque, le acusan los
hechos, excusan los resultados.y cuando éstos sean buenos, como el caso de
Rómulo, siempre le excusarán, porque se debe reprender al que es violento para
estropear, no al que lo es para componer, si en prudente y virtuoso, también
evitará dejar en herencia a otro la autoridad que ha conseguido, pues, como los
hombres son más inclinados al mal que el bien, podría su sucesor usar
ambiciosamente aquello que él ha empleado virtuosamente.

Además, si uno es apto para organizar, no durará mucho la cosa


organizada si se le coloca sobre las espaldas de uno solo, y sí lo hará que se
preocupan de mantenerla. Porque del mismo modo que no conviene que sean
muchos los encargados de organizar una cosa, porque las diversas opiniones
impedirían esclarecer lo que sería bueno para ella, una vez que esto se ha
establecido no será fácil que se aparten de ahí.

Y que Rómulo sea de los que merecen excusa por la muerte de su hermano y de
su compañero, y que lo hizo por el bien común y no por ambición, lo demuestra el
hecho de que en seguida estableció un senado que le aconsejase y de
acuerdo con el cual tomaría las decisiones.

Y si examinamos con cuidado la autoridad que Rómulo reservó para sí, vemos
que se limita exclusivamente a mandar el ejército en caso de guerra y a convocar
al senado. Lo que se vio después, cuando Roma quedó libre por la expulsión
de los Tarquinos, pues los romanos no hicieron ninguna innovación en el orden
antiguo, sino solamente que en lugar de un rey
vitalicio pusieron dos cónsules anuales, lo que prueba que el orden antiguo de aquella
ciudad era más adecuado para un régimen civil y libre que para uno absoluto y
tiránico.

Se podría citar numeroso ejemplos de los dicho, como Moisés, Licurgo y otros
fundadores de reinos y repúblicas los cuales pudieron, atribuyéndose, pero lo dejaré de
lado como cosa ya sabida. Solamente aduciré uno, no tan célebre, pero digno de
consideración por parte de los que quieran ser buenos legisladores; es éste: Agís, rey de
Esparta, quería encerrar de nuevo a los espartanos en los límites fijados por las leyes de
Licurgo, pues le parecía que, por haberse desviado algo de ellas, la ciudad había perdido
bastante de la antigua virtud y, en consecuencia , de fuerza y de poder; apenas había
comenzado esta labor fue muerto por los éforos espartanos, como si hubiera querido
convertirse en tirano. Pero sucediéndole en el reino Cleómenes, en quien los recuerdos
y los criterios de Agís, habían hecho nacer el mismo deseo, considerado el propósito y
las razones que le movían a ello, éste se dio cuente de que no podía hacerle este
beneficio a la patria si no era el único que tuviese autoridad, pues dada la ambición de
los hombres, juzgaba que no le iba a ser posible hacer bien a muchos contra la voluntad
de unos pocos; de modo que, cuando se le presentó una ocasión conveniente,
hizo matar a todos los éforos y a cualquiera que pudiese oponerse a sus
designios y luego restauró completamente las leyes de Licurgo23 . Esta decisión era
apropiada para hacer resurgir Esparta, dando a Cleómenes una reputación similar
a Licurgo, si no hubiera sido por la potencia de los macedonios y la debilidad de las
demás potencias griegas. Pues después de esa restauración fue atacado por
los macedonios, y encontrándose inferior en

___________________________
23
Agís fue asesinado en 240 a. C. por los éforos, que eran los funcionarios electos encargados de controlar ta política
interior. En los cuatro años de su reinado trató de reformar Esparta mediante una aplicación estricta de
las leyes de Licurgo. Cleómenes.
Recursos y no teniendo a quien recurrir, fue vencido, y aquél propósito suyo,
aunque justo y laudable, quedó imperfecto.

Teniendo en cuenta, pues todas estas cosas, concluyo que para organizar una
república es imprescindible estar solo en el poder, y que Rómulo merece
excusa, y no reproches, por la muerte de Reno y de Tito Tacio.

10. QUE LAUDABLES SON LOS FUNDADORES DE UNA


REPÚBLICA O UN REINO, Y QUE VITUPERABLES, EN CAMBIO,
LOS TIRANOS.
Entre todos los hombre dignos de elogio, los que más alabanza merecen son los que
han sido cabezas y fundadores de las religiones. Inmediatamente después, los que
han fundado repúblicas o reinos. Después de éstos, son celebrado los que,
puestos a la cabeza de los ejércitos, han ampliado sus dominios a los de la patria.
A éstos se añaden los hombres de letra, y como éstos son de más clases, se alaba
a cada uno según su categoría.

A cualquier otro hombre, y si número es infinito, le toca alguna parte de loor, que se
le atribuye gracias al arte u oficio que ejerce, son, por el contrario, infames y
detestables los hombres que destruyen las religiones, que disipan los reinos y las
repúblicas, enemigas de la virtud, de las letras y de toda arte que acarree utilidad y
honor para el género humano, como son los impíos, los violentos, los ignorantes,
los ineptos, los ociosos y los viles. Y no habrá nunca nadie tan loco o tan sabio,
tan triste o tan bueno, que si se le da a elegir entre las cualidades del hombre no
alabe las dignas de alabanza y reproche fas reprochables.

___________________________

hijo de su colega , se casó con la viuda de Agis. Rey desde el año 237, fue vencido quince años más
tarde por Antígono, rey de Macedonia.
Sin embargo, luego casi todos, engañados por un falso bien y una falsa gloria, se dejan
arrastrar, voluntariamente o por la ignorancia, a lo que merece reproches que
alabanzas, y pudiendo fundar, con perpetuo honor para ellos, una república o un reino,
se convierte en tiranos, no percatándose, al tomar este partido de cuánta gloría, honor,
seguridad, quietud y satisfacción del alma dejan de lado, y cuánta infamia, vituperio,
reproches, peligrosos e inquietud echan sobre sí.

Y es imposible que los que viven privadamente en una república a los que por
fortuna o por virtud han llegado a ser príncipes, y leyes en la historia e hicieran
acopio de la memoria de los antiguos, no prefiriesen, los particulares, vivir en su
patria como Escipión y no como César, y los príncipes parecerse a Agesilao,
Timoleón, Dión, y no Nabis, Falaris o Dionisio24: verán que éstos son vituperados
por todos, y aquéllos alabados hasta el exceso.

Verán además que Timoleón y los otros no tuvieron en su patria menos autoridad que
Dionisio o Falaris, y tuvieron, en cambio, más seguridad.

Y que nadie se engañe por la gloría de César, al ver cómo lo celebran los
escritores, porque los que le alaban están corrompidos por sus fortuna y
despavoridos por la magnitud del imperio, que, amparándose bajo su nombre, no
permitía que los autores hablasen libremente de él.

Pero el que quiera saber lo que dejan los escritores libres, que lea los que dijeron
de Catilina, y César es todavía más vituperable, pues merece más

___________________________

24
Escipión, pese a sus triunfos militares , entre los que destaca el haber vencido a Aníbal, permaneció leal a la
República, al contrario que César, Agesilao de Esparta, Timoleón de Corinto y dión de Siracusa vivieron en el siglo IV
a. C. y fueron gobernantes moderados y benéficos. En cambio los otros tres fueron tiranos: Nabis de Esparta, en
los últimos años del siglo III a. C. Falaris, e Agrígento, en el siglo VI a. C. siendo particularmente célebre por su
crueldad; y Dionisio, de Siracusa, en le siglo IV a.C,
reproches el que hace un mal que el que ha querido hacerlo. Y lea también con cuántas
alabanzas celebran a Bruto, pues no pudiendo criticar a aquél por su poder, celebran
a su enemigo.

Considere ahora el que ha llegado a ser príncipe cuánta alabanza merecieron, después
que Roma se convirtió en imperio, los emperadores que vivieron sujetos a las leyes y como
buenos príncipes, y no los que hicieron lo contrario; y verá como Tito, Nerva, Trajano,
Adriano, Antonio y Marco no necesitaban soldados pretorianos ni multitud de
legiones para su defensa personal, porque sus costumbres, la benevolencia del
pueblo y el amor del senado los defendía, verá también que a Caligula, Nerón, Vitelio y
tantos otros emperadores asesinados no les bastaron los ejércitos orientales y
occidentales para salvarse de aquellos enemigos que se habían ganado por sus
costumbres y su mala vida. Y si se reflexionase profundamente sobre la historia de
todos éstos sería suficiente enseñanza para cualquier príncipe mostrarle el camino de la
gloria o el vituperio de la seguridad o el temor. Pues de veintiséis emperadores que hay
de César a Maximino, dieciséis fueron asesinados diez murieron de muerte natural, y si
entre los asesinados se encuentra tal vez alguno bueno, como Galba o Pertinax, murió
por la corrupción que su antecesor había dejado en los soldados, y si entre los que
murieron es su cama hay alguno depravado, como Severo, debe este fin a su grandísima
fortuna y habilidad, dos cosas que acompañan a pocos hombres25 Verá además, leyendo
la historia de todos ellos, cómo se puede organizar bien un reino, pues todos los
emperadores que sucedieron a su predecesor por herencia excepto Tito, fueron
malos, y los que lo hicieron por

___________________________

25
Los emperadores son: César ( asesinado), Augusto, Tiberio, Caligula (asesinado), Claudio (asesinado) Nerón
(asesinado), Galba (asesinado), Otón (asesinado), Vitelio (asesinado), Vespasiano, Tito, Domiciano (asesinado),
Nerva, Trajano, Adviano, Antonio Pío, Marco Aurelio, Commodo (asesinado) Pertinax (asesinado), Juliano
(asesinado), Septimio Severo, Caracalla (asesinado) , Macríno (asesinado), Heliogábaklo (asesinado), Alejandro
Severo (asesinado) y Maximino (asesinado). Ocupan un período que va desde el último tercio del siglo Y a.C. hasta
la primera mitad del siglo III de nuestra era.
adopción fueron todos buenos como los cinco que van de Nerva Marco
Aurelio; y cayendo luego el imperio en manos de los heredados de éste,
volvió a arruinarse.

Póngase ante los ojos de un príncipe el período que va de Nerva a Marco


Aurelio, confrontándolo con el anterior y el posterior, y luego, que elija en cuál
quisiera haber nacido o qué subditos quisiera tener a su cargo. Pues bajo
unos gobernantes verá a su príncipe seguro en medio de sus seguros
ciudadanos, y el mundo lleno de paz y de justicia; verá al senado con su
autoridad, al magistrado con sus honores, a los ciudadanos ricos gozando e
sus riquezas, la nobleza y la virtud exaltadas; verá toda quietud y todo
bien, y en cambio, desterrado todo rencor, toda licencia, corrupción y
ambición. Verá los tiempos dorados en que cada cual oía sustenta y
defender la opinión que quisiera. Verá al mundo triunfante: lleno de
reverencia y de gloría el príncipe, de amor y de seguridad el pueblo.

que analice después minuciosamente los tiempos de los otros emperadores,


los encontrará atroces por las guerras, discordes por (as sediciones, crueles
en la guerra y en la paz: tantos príncipes muertos por la espada, tanta
guerra, civil o internacional, Italia afligida y llena de infortunios nunca vistos,
arruinadas y saqueadas sus ciudades. Verá a Roma incendiada, el
capitolio destruido por sus ciudadanos, lo antiguos templos abandonados,
las ceremonias corrompidas, la ciudad llena de adulterios: verá el mar
repleto de exiliados, las rocas empapadas de sangre. Verá suceder en
Roma innumerables crueldades, y la nobleza, la riqueza, los antiguos
honores y, sobre todo, la virtud considerada como un grave pecado.

Verá premiar a los calumniadores, corromper a los siervos en contra de su


señor, a los libertos contra su patrón, y a los que carecen de enemigos
ultrajados por sus amigos. Y conocerá entonces de forma concluyente cuánto
le deben a César, Roma, Italia y el mundo entero.

Ysin, duda , si ha nacido de hombre, se apartará de toda imitación de los tiempos

desdichados y sentirá que se enciende en él un inmenso deseo de copiar a los


buenos.

Yverdaderamente, si un príncipe busca la gloria del mundo, debería desear ser

dueño de una ciudad corrompida, no para echarla a perder completamente,


como César, sino para reorganizarla, como Rómulo. Y en verdad los cielos no
pueden dar a los hombres mayor ocasión de gloria, ni los hombres la pueden
desear mayor. Y si, al querer ordenar debidamente una ciudad, hubiera necesidad
de renunciar al principado merecería alguna excusa el que, para no perder aquella
categoría, la dejase desordenarla, no tiene excusa alguna para no hacerlo, en
suma, podemos considerar que aquellos a los que el cielo da tal ocasión ven
abrirse ante sí dos caminos: uno que les hará vivir, seguros y, tras la muerte,
volverse gloriosos, y otro que les hará vivir es continuas angustias y los dejará,
después de la muerte, en sempiterna infamia.
LECTURA OBLIGATORIA No.3

LAS TEORÍAS DE LAS FORMAS DE


GOBIERNO EN LA HISTORIA DEL
PENSAMIENTO POLITICO.

Por: Bobbio Norberto


Edic. Fondo de Cultura Económica, México 1987.

172
Ill ARISTÓTELES

LA TEORÍA clásica de las formas de gobierno es la expuesta por Aristóteles


(384-322 a.c.) en la política, tan es así que dicha teoría ha sido repetida durante
siglos sin grandes variaciones. También en este caso Aristóteles parece haber
fijado para siempre algunas categorías fundamentales de las

174
que nosotros, herederos, continuamos sirviéndonos para comprender la
realidad. La Política está dividida en ocho libros, de los cuales dos - el
tercero y el cuarto - están dedicados a la descripción y a la clasificación de
las formas de gobierno (el primero trata del origen del Estado; el segundo
critica las teorías políticas anteriores, especialmente la platónica; el quinto
aborda los cambios de las constituciones, o sea, el paso de una forma de
gobierno a otra; el sexto se aboca en particular a las diversas formas en las
que Aristóteles se detiene con mayor atención en toda la obra; en el séptimo
y el octavo escribe sobre la mejor forma de constitución).

el termino que Aristóteles usa para indicar lo que hasta entonces se llamaba
"forma de gobierno"es politeia, , que habitualmente es traducido como
"constitución". Lo primero que debe resaltarse es que en la política hay
muchas definiciones de "constitución" de las que conviene partir. Una de
ellas se encuentra en el tercer libro:

La constitución es la estructura que da orden a la ciudad estableciendo el


funcionamiento de todos los cargos y sobre todo de la autoridad soberana (1278 b).

La traducción que utilizó ( la de C. A. Viano publicada en la colección


"Classici Politici" de la Utet, 1955 ) * quizá sea un poco redundante.
Aristóteles se limita a decir que la constitución, la politéa, es "taxis ton archon,
es decir "ordenamiento de las magistraturas " (o con otra expresión, de los
"cargos públicos"). Una definición de este tipo corresponde grosso modo a
lo que nosotros hoy entendemos por "constitución". ( Digo grosso modo
porque en la actualidad en una constitución ponemos algo más). Cuando
hablamos de la constitución italiana, francesa o china, lo hacemos de la ley
fundamental de un Estado, es decir, de las leyes que establecen cuáles sus

175
relaciones recíprocas, etc. En suma, para decirlo como Aristóteles, el
"ordenamiento de las magistraturas".

* Para la traducción al Español de los pasajes de Aristóteles en este


capítulo me apoyo en: Aristóteles Política, Laterza, Barí, 1983; Aristóteles,
La Política, Editora Nacional, México, 1967; Aristóteles, La política, Editora
Nacional, Madrid, 1977, y Aristóteles, Etica Nicomaquea, UNAM, México,
1983. [T.]

Aristóteles no se cansa de llamar la atención del lector respecto a que hay muchas
constituciones diferentes y en consecuencia una de las primeras tareas del estudioso
de la política es describirlas y clasificarlas. Aristóteles aborda el problema en el 8 7
del tercer libro, en un pasaje que por su importancia histórica debe citarse completo:

Ya que constitución y gobierno significa lo mismo y el órgano de gobierno es el poder


soberano de la ciudad es necesario que el poder soberano sea ejercido por una persona o
unos pocos o la mayoría. Cuando el uno, pocos o la mayoría ejercen el poder en vista
del interés general, entonces forzosamente estas constituciones serán rectas,
mientras serán desviaciones los que atienden al interés particular de uno, de pocos o de
la mayoría [..] Tenemos la costumbre de llamar monarquía al gobierno unipersonal
que atiende al interés general, y aristocracia al gobierno de pocos [...] cuando se
propone el bien común; cuando es el mayor número el que gobierna atendiendo al interés
general recibe el nombre común a todas las constituciones políticas [...] Las
degeneraciones de las mencionadas formas de gobierno son: La tiranía de la
monarquía, la oligarquía de la aristocracia, y la democracia de la política. La tiranía en
efecto, es una monarquía orientada hacia el interés del monarca, la oligarquía hacia el
de los ricos y la democracia hacia el interés de los pobres. Pero ninguna de ella atiende al
provecho de la comunidad. (1279 a-b).
Son pocos renglones pero en ellos está presente con gran concisión y
simplicidad la célebre teoría de las seis formas de gobierno. Es evidente que
esta tipología es producto del uso simultáneo de los dos criterios fundamenta
les de quién, las constituciones se distinguen según si el poder del gobierno
reside en una sola persona (monarquía), en pocos personas (aristocracia)
o en muchas (politia). Con base en el criterio de cómo, las constituciones
son buenas o malas, y como consecuencia a las tres formas buenas se
contraponen y se agregan las tres malas (o sea, la tiranía, la oligarquía y la
democracia), la simplicidad y la claridad de esta tipología son de naturaleza
que no sería necesario ningún comentario si no fuese para hacer una
consideración terminológica. "Monarquía", propiamente, significa gobierno
de uno solo, más en la tipología aristotélica quiere decir gobierno bueno de
una persona, al que corresponde la tiranía como malo. Al contrario,
"oligarquía", que de hecho significa gobierno de pocos, quiere decir gobierno
malo de pocas personas, al que corresponde la "aristocracia"como bueno, el
término "oligarquía", en efecto ha conservado, a través de los siglos su
significado peyorativo original: Hoy también se habla de "oligarquía" en
sentido negativo, para indicar grupos restringidos de poder que gobiernan
se el consentimiento popular ( y por tanto en contraposición a la
"democracia).

En cuanto a la "aristocracia" que significa gobierno de los mejores, es el único


de los tres términos que designan a las formas buenas que en sí mismo
tiene significado menos negativo que la oligarquía; pero ha perdido el original
de gobierno de los mejores (en el lenguaje político de la época moderna,
habitualmente los gobiernos "aristocráticos" están formados por grupos
restringidos que se transmiten por herencia del poder).
La mayor novedad y se decir con extrañeza, terminológica, es iluso de
"politia" para la constitución caracterizada por ser un gobierno de muchos y
bueno. Hablo de rarezas porque se ha visto anteriormente, "politia" (
traducción politéia) significa ni más ni menos constitución y por lo tanto es un
término de género y no de especie. Cuando hoy se quiere usar una palabra
griega para indicar el gobierno de muchos se dice "poliarquía" ( por ejemplo
la usa el politólogo Robert Sadhl para nombrar a la democracia pluralista de
los Estados Unidos) de Norteamérica). No es que los griegos no conociesen
este término (por ejemplo se encuentre en Tucídes, VI 72, pero tiene un
sentido peyorativo de mando militar de muchos que crea en el lector e; uso
de; término genérico "politia"o "constitución "para indicar una de las seis
posibles constituciones, ya que en la Etica nicomaquea, Aristóteles, al
repetir la clasificación de las formas buenas y malas, usa el término
'timocracia"para indicar la tercera forma buena, que fue utilizado por Platón
para designar a la primera de las cuatro formas de gobierno que derivan de
la forma buena. Citamos todo el fragmento.

Son tres las formas de gobierno así como tres son las desviaciones
correspondientes. Tales formas son: la monarquía, la aristocracia y la
tercera forma es la que se basa en el consenso y que conviene llamarla
timocracia, aunque muchos acostumbran denominarla "politia" [...] La
desviación de la monarquía es la tiranía [...] en cambio de la aristocracia se
pasa a la oligarquía por maldad de quienes mandan [...] de la timocracia se
pasa a la democracia (1161 a-b)

De cualquier manera, el uso de un término genérico como "politia", o


impropio como "timocracia", confirma lo que habíamos advertido en Platón, es
decir que a diferencia de lo que sucede con las dos primeras formas para
las que existen dos términos consagrados por el uso para indicar
respectivamente la forma buena y la mala, para la tercera en el uso común
existe solamente el término "democracia". En consecuencia, una vez que se
le ha adoptado para indicar exclusivamente la forma mala como hace
Aristóteles (contrariamente a lo que hará como veremos poco más adelante,
Polibio), no queda un término igualmente consagrado por el uso para señalar
la forma buena.

Como se dijo en la introducción, el uso axiológico de una tipología no


solamente implica la distinción entre formas buenas y mala sino también una
jerarquía entre las diversas forman o sea, la distinción entre formas mejores o
peores. El orden jerárquico acogido por Aristóteles no parece diferente del
sostenido por Platón en el político, que expuse al final del capítulo anterior.
El criterio de jerarquización es el mismo: la peor forma es la degeneración de
la mejor, en consecuencia, las degeneraciones de las formas que siguen es
este criterio el orden jerárquico de las seis formas es el siguiente: monarquía,
aristocracia, politia, democracia, oligarquía y tiranía. Digámoslo con las
palabras de Artitóteles:

Es evidente cuál de estas generaciones sea peor y cuál venga


inmediatamente después de ella. En efecto, peor necesariamente es la
constitución deriva por degeneración de la primera y más divina de las
formas. Ahora bien, la monarquía o es tal solamente de nombre, pero en
realidad, o es tal porque quien reina sobresale extraordinariamente por
encima de los demás, de manera que la tiranía, que es la peor degeneración,
es la más alejada de la verdadera constitución. En segundo lugar está la
oligarquía (de la que la aristocracia es muy diferente), mientras la democracia
es más moderada (1289 a-b)
Una confirmación de este orden se encuentre en la Etica nocomaquea. En
el fragmento anteriormente citado se lee, del listado de las seis formas de
gobierno:
De ellas la mejor forma es la monarquía, la timocracia es la peor (1160 a.)
Y poco más adelante:

Sin embargo la democracia es la desviación menos mala. En efecto, poco se


desvía de la correspondiente forma de gobierno (1160 b).

Al establecer de esta manera el orden jerárquico, se aprecia que la máxima


diferencia está entre la monarquía (la mejor constitución de las buenas) y la tiranía
(la peor de las malas), y, al contrario, la mínima diferencia se encuentra entre la
politia (la peor de las buenas) y la democracia (la mejor de las malas). Esto explica
por qué las dos formas de la democracia pueden haber sido llamadas con el
mismo nombre, ya que estando una al final de la primera serie y otra al principio de
la segunda son tan parecidas que pueden confundirse. Mientra entre lo mejor y lo
peor de las distancia es grande e irresoluble, entre los menos buenos y lo menos
malo hay una vía continua que impide trazar entre uno y otro una clara línea de
demarcación.

En necesaria todavía una observación acerca de la distinción entre formas buenas


y malas: qué criterio utiliza Aristóteles para distinguir unas de otras? Recuérdese lo
que dije en la última parte de la lección sobre Platón, en referencia a la distinción
que plantea en el político. El criterio de Aristótles es diferente: no es el consenso
o la fuerza, la legalidad o la ilegalidad, sino principalmente el interés común o el
individual. Las formas buenas don aquéllas en las cuales los gobernantes ejercen
el poder teniendo presente el interés público, en las malas los gobernantes ejercen
el poder de acuerdo con el interés individual. Tal criterio está íntimamente
vinculado con el concepto
de Aristóteles tiene de la polis ( o del Estado, en el sentido moderno de la
palabra). La razón por la cual los individuos se reúnen en la ciudad y forman una
comunidad políticano es solamente la de vivir en común, sino también la de "vivir
bien" (1252 b y 1280 b). Para que el fin de la "vida buena" pueda ser realizado
en necesario que los ciudadanos persigan todos juntos o mediante sus
gobernantes el interés común. Cuando los gobernantes aprovechan el poder que
recibieron o conquistaron para luchar por intereses particulares, la comunidad
política se desvía de su objetivo, y la forma política que asume es una forma
corrupta o degenerada con respecto a la pura, es decir, en referencia al objetivo.
Aristóteles distingue tres tipos de relaciones de poder; la del padre sobre el hijo, la
del amo sobre el esclavo y la de gobernante sobre el gobernado. Estas tres formas
de poder se distinguen a partir del tipo de interés que persiguen. El poder patronal
es ejercido para benéfico del amo, el paternal de los hijos, y el político de los
gobernantes y gobernados. De esto se deriva la siguiente conclusión.

Es evidente que todas las constituciones que contemplan el interés común


son constituciones rectas en cuanto se apegan a la justicia absoluta,
mientras que las que contemplan el interés de los gobernantes están erradas y
son degeneraciones con respecto a las constituciones rectas (1279 a).

Como se ha dicho, la importancia histórica de la teoría aristotélica de las seis formas


de gobierno es enorme. Pero no conviene sobrevaluar la importancia de ella
dentro de la obra aristotélica, que es mucho más rica en observaciones y
determinaciones de lo que pueda parece en una tipología. Incluso se puede decir
que el éxito histórico de la clasificación, fácilmente comprensible aunque como
todos los esquemas reductora frente a una realidad histórica compleja, como
la de las ciudades griegas, y sus
evoluciones y revoluciones, terminó por favorecer la lectura simplista de la
Política y por descuidar la complejidad de sus articulaciones internas. Cada
una de las seis formas es analizada por Aristóteles es su especificidad
histórica y subdividida en muchas especies particulares, cuya determinación
muestra al esquema general mucho menos rígido de lo que ha sido
entregado a la tradición del pensamiento político; ocasionalmente esquema
parece tambalearse al pasar de una subespecie a otra. Considérese por
ejemplo la primera forma de gobierno, la monarquía. Al iniciar el estudio de
ésta Aristóteles dice:
Ante todo es necesario establecer di la monarquía constituya un solo
género o si se distinga en géneros diferentes; es fácil darse cuenta de que
la monarquía comprende muchos géneros en cada uno de los cuales el
mando se ejerce de manera diferente (1285 a).

Hecha esta aclaración, el discurso sobre la monarquía se articula mediante


la distinción de varías especies de monarquía como: la de los tiempos
heroicos "que era hereditaria y estaba basada en el consenso de los
subditos", la espartana, en la que el poder supremo se identifica con el
poder militar y es perpetua; el régimen de los"eximios", es decir, de los
'tiranos electivos", de los jefes supremos de una ciudad que eran elegidos
para un cierto período o de manera vitalicia si hubiera graves conflictos entre
facciones opuestas; o la monarquía de muchos pueblos bárbaros.

Me detengo de manera especial en esta última porque introduce una


categoría histórica destinada a tener en los siglos subsecuentes un gran
éxito, la monarquía despótica, o ratíone loci, de "despotismo oriental" (sobre
el que trataremos frecuentemente). Las características específicas de este
trio de monarquía son dos:
a. El poder se ejerce tiránicamente y por este motivo se asemeja al poder
del tirano.

b. Sin embargo, el poder ejercido con tiranía es legítimo porque es aceptado,


y lo es debido a que "estos pueblos bárbaros, siendo más serviles que los
griegos, y los pueblos asiáticos son más serviles que los europeos y
soportan sin dificultad un poder despótico sobre ellos" (1285 a). Estas dos
características hacen que tal tipo de monarquía no se asemeje a la tiranía,
porque los tiranos "dominan sobre súbditos descontentos de su poder", y por
tanto ese poder no está fundamentado en el consenso, en sentido estricto no
es "legitimo", y al mismo tiempo se distingue de las monarquías griegas
porque domina sobre pueblos "serviles", sobre los cuales el poder no puede
ser ejercido más que despóticamente. El poder despótico, precisamente en
griego despotes, es el que ejerce el amo sobre los esclavos, y que se ha
visto es diferente tanto el poder paternal, es decir, de que el padre ejerce
sobre los hijos, como el político, o sea del poder que el gobernante ejerce
sobre un pueblo libre.

El poder despótico, es absoluto y se ejerce en interés del amo, es decir de quien lo


posee, a diferencia del paternal que se detenta en beneficio de los hijos, y del
poder civil que se desempeña en función tanto de quien gobierna como de quien
es gobernado, como se sabe, Aristóteles justifica la esclavitud con base a la
consideración de que hay hombres esclavos por naturaleza; así como hay
hombres de este tipo también hay pueblos esclavos por naturaleza (los "pueblos
serviles" de las grandes monarquías asiáticas). Sobre pueblos esclavos por
naturaleza el poder no puede ser diferente al del amo sobre los esclavos, o sea,
no puede ser más que "despótico". Tal poder, aunque sea despótico, es
perfectamente legítimo porque es el único acorde con la naturaleza de ciertos
pueblos; así como el
poder del amo sobre los esclavos, pese a que es extremadamente duro, es
el único compatible con ellos. Tan es verdad, que estos pueblos aceptan
dicho poder "sin dificultad", o mejor dicho sin lamentarse (la traducción latina
medieval dice "sine trístítía"), mientras que los tiranos, a diferencia de los
déspotas orientales, tienen por sujetos pueblos libres y dominan sobre
subditos "descontentos". Por tanto, sin contar con su consenso (y por esto la
tiranía es una forma corrupta de gobierno a diferencia de cualquier tipo de
monarquía.

Para apreciar cuan grande es la diferencia entre el esquema general de las


seis formas de gobierno y el análisis particular, nada mejor que ver más de
cerca la forma llamada, a falta de otra denominación más apropiada
"politia". En el esquema la politia corresponde a la tercera forma, es decir,
debería ser la constitución caracterizada por el poder de muchos que se
ejerce en función del interés común; más si uno lee la definición que
Aristóteles da de ella, se comprueba que es algo totalmente distinto:

En general la politia es una mezcla entre la oligarquía y la democracia; y


comúnmente se suele llamar politias los gobiernos que tienden más bien a la
democracia y aristocracia que aquellos que se orientan a la oligarquía(1293 b).

Obsérvese, la politia es una mezcla de oligarquía y democracia. Pero de


acuerdo con el esquema abstracto la oligarquía y la democracia no son dos
formas corruptas? En consecuencia, el primer problema que nos presenta la
constitución llamada "politia" es que una forma buena puede ser resultado de
una mezcla entre dos formas malas. En segundo lugar, si la politia no es,
como debería serio de acuerdo con el esquema, el gobierno del pueblo o la
democracia en su forma correcta, sino que se trata de una mezcla entre
oligarquía y democracia, ello quiere decir que - y entramos propiamente al
segundo problema - el gobierno bueno de muchos que aparece en el tercer
lugar del esquema general es un espacio vacío, o sea, es una idea abstracta
a la que no corresponde concretamente ningún régimen que haya existido o
exista históricamente. El problema se complica (pero a la vez se vuelve
más interesante desde el punto vista histórico) por el hecho de que
contrariamente al esquema general, una vez más, ni la oligarquía es para
Aristóteles, como lo da entender el significado del término, el gobierno de
pocos, ni la democracia el del pueblo. El criterio que Aristóteles utiliza para
distinguir la oligarquía y la democracia de ninguna manera es el genérico
numérico, sino uno con mucho más cuerpo: la diferencia entre ricos y pobres.

Hay democracia si los libres y los pobres, siendo en número mayor, son
señores del poder; hay oligarquía si lo son los ricos y los más nobles que
constituyen la minoría (1290 b).

Que la oligarquía sea el gobierno de pocos y la democracia en de muchos


puede depender solamente del hecho de que generalmente los ricos en toda
sociedad son menos que los pobre; pero lo que distingue una forma de
gobierno de otra no es el número, sino la condición social de quienes
gobiernan, no un elemento cuantitativo sino cualitativo. Como prueba de lo
anterior léase el siguiente fragmento.

Lo que diferencia a la democracia y a la oligarquía es la pobreza y la riqueza ,


de suerte que donde dominan los ricos, por muchos o pocos que sean, habrá
necesariamente una oligarquía, y donde dominan los pobres la democracia,
aunque como se ha dicho suceda que los ricos sean pocos y los pobres
muchos, porque los que se enriquecen son pocos mientras todos tienen
parte de la libertad (1280).
Así pues, decíamos que la olitiaa es una mezcla de oligarquía y
democracia. Ahora que se aclarado en que consisten la oligarquía y la
democracia, estamos en posibilidades de entender mejor esta mezcla: esta
combinación es un régimen en el que la unión de los ricos y pobres debería
remediar la mayor causa de tensión en toda sociedad, que es precisamente
la lucha entre quien no tiene y quien tiene. Es el régimen que debería
asegurar mejor que cualquier otro la "paz social".

En la mayor parte de las ciudades se proclama vivamente la politia, y se


pretende realizar la sola unión posible entre los ricos y los pobres, entre la
riqueza y la pobreza (1294 a).

Aristóteles también se ocupa de I manera en que se mezcla los dos


regímenes para producir un tercero mejor que ambos. Particularmente se
tiene en tres rubros, que son muy interesantes desde el punto de vista de
los que hoy se llamaría "ingeniería política".

1.Se concilian disposiciones que serían incompatibles: mientras en las

oligarquías se establece una pena para los ricos que no participan en las
actividades públicas y no hay un premio para los pobres si toman parte en
ellas, al contrario en las democracias no se concede ningún premio a los
pobres que intervienen en los asuntos políticos y no se fija ninguna pena a los
ricos que no participan. Como dice Aristóteles, la conciliación podría
consistir "en algo intermedio y común", por ejemplo, establecer una ley que
estipule una pena para los ricos que no participen y un premio para los
pobres que sí lo hagan.

2.Se toma el "medio” entre los ordenamientos extremos de los dos


regímenes: mientras el oligárquico solamente atribuye el derecho de
participar en las asambleas a quienes tienen un ingreso muy alto, el régimen
democrático reconoce tal derecho para todos, incluso para los desposeídos, o
de cualquier manera aun para quienes tienen un ingreso exiguo, el punto
medio en este caso consiste en disminuir los altos requerimientos exigidos en
el régimen de los ricos y en aumentar la estipulaciones establecidas en el
régimen de los pobres.

3. Se admite lo bueno de los dos sistemas legislativos: mientras en la


oligarquía los cargos se le atribuyen por elección aunque solamente a
quienes tienen un determinado ingreso, en la democracia los cargos se
sortean entre todos independientemente del ingreso. En este casos tomar lo
bueno de cada sistema significa conservar el método de elección del régimen
oligárquico y excluir los requisitos de ingreso que es una característica del
democrático.

El ideal que inspira este régimen de la "mezcla" es el de la "mediación \que


es la ambición de toda la ética aristotélica. La "mediación ", como se sabe,
está fundamentada en el valor eminentemente positivo de los que está en
medio de dos extremos. No por casualidad Aristóteles habla de este ideal
en el siguiente fragmento.

Si en la Etica se ha explicado satisfactoriamente que la vida feliz es la que se


acuerdo con la virtud ofrece menos impedimentos, y el término medio es la
virtud, la intermedia será la vida mejor, por estar al alcance de cada cual el
término medio (1295 a).

Inmediatamente después el criterio del punto medio se aplica a las clases que
componen la sociedad:
En todas las ciudades hay tres parte: los muy ricos, los muy pobres, y tercero, los
intermedios entre éstos. Ahora bien: puesto que se reconoce que lo moderado es
lo mejor y lo intermedio, obviamente, también en el caso de los bienes de fortuna,
la propiedad intermedia es la mejor de todas, y a que es la más fácil de
someterse a la razón (1295 b).

Una vez confrontado con la realidad histórica el ideal ético del punto medio se
resuelve en el famoso elogio de la "clase media" * (ara quien como nosotros anda
en busca de "temas recurrentes", éste es uno de ellos):

Es evidente entonces que la comunidad política mejor es la de la clase media, y que


pueden tener gran gobierno aquellas ciudades donde la clase media sea numerosa
y muy superior a ambos extremos, y si no, a uno u otro pues agregándose
produce la nivelación y evita la aparición de los excesos contrarios (1295 b ).

La razón fundamental por la que las ciudades mejor gobernadas son aquellas en las
que predomina la clase media es la mayor estabilidad. Al respecto Aristóteles
señala poco más delante:
Que el régimen intermedio es el mejor resulta obvio, ya que sólo él está libre de
sediciones, pues donde es numerosa la clase media se originan con menos
frecuencia revueltas y revoluciones entre los ciudadanos (1296 a).

Llamo la atención sobe este tema: la estabilidad. Asunto verdaderamente central


en la historia de las reflexiones sobre el "Buen gobierno", porque uno de los
criterios fundamentales con base en los cuales se acostumbra distinguir
(incluso hoy) el buen gobierno del malo es si éste es y en qué medida "estable".
Lo que hace buena la mezcla de democracia y oligarquía, si por ella se entiende
una cierta forma política ala que corresponde determinada estructura social
caracterizada por la preponderancia de una
clase ni rica, como la que prevale en las oligarquías, ni pobre, como la que
predomina en las democracia, es precisamente que ella está menos
expuesta a cambios repentinos que son la consecuencia de los conflictos
laborales los que a su vez se derivan de la división demasiado marcada
entre las clases contrapuesta.

También me detuve en la "politia" por otra razón: es el producto de una


"mezcla". La idea de que el buen gobierno es el fruto de una combinación de
formas de gobierno diferentes es uno de los grandes temas del pensamiento
político occidental que, como veremos, llega hasta nuestros días. Sobre el el
el tema del "gobierno mixto" todo gran escritor político tendrá luego que
decir en favor o en contra, y su formulación más exitosa es enunciada
precisamente por el escritor que examinaré en el capítulo siguiente, Polibio *

* No puede tomarse el concepto "clase" en sentido marxista, es decir, de


acuerdo con el papel que ocupa en las relaciones de reducción. [ T. ]
VI. MAQUIAVELO

Con Maquiavelo inicia muchas cosas importantes en la historia del


pensamiento político, incluso una nueva clasificación de las formas de
gobierno. Maquiavelo aborda las formas de gobierno tanto en el príncipe
como en los discursos sobre la primera década de Tito Livio. ocuparé de
ambas obras, advirtiendo que también respecto al tema que nos atañe, el
estudio resiente la diferencia entre los dos escritores: el primero es de
política militante, el segundo de teoría política, más separado de los
acontecimientos de la época.

La novedad el la clasificación de Maquiavelo con respecto a la catalogación


clásica, aparece desde las primeras palabras con las que se abre el príncipe,
dedicadas precisamente en nuestro tema:

Todos los Estados, todas las dominaciones que ejercieron y ejercen imperio
sobre los hombres, fueron y son repúblicas o principados.*

Estos renglones también son importantes para la historia del pensamiento


político porque introducen la palabra, destinada a tener gran éxito. Estado,
para indicar lo que los griegos llamaron polis, los romanos res publica, y
un gran pensador político francé, Jean Bodin, medio siglo después de
Maquiavelo, llamará république. Recientemente se ha escrito mucho sobre
el uso y la fortuna del término Estado en la época de Maquiavelo e
inmediatamente después, en Italia y fuera de ella. No me detengo en esto
porque es un tema extraño al curso, pero para quién quiera saber un poco
más del asunto le sugiero leer el capítulo IV de la Dottrina dello stato, de
A, Passserin d'Entreves, titulado "II nome stato: genesi e fortuna di un
neologismo" (Giappichelli, Turin, 1962, páginas 47-60.

Del fragmento citado se desprende que Maquiavelo presenta una


bipartición en ves de la tripartición clásica aristótelico-polibiana.

El principado corresponde al reino, la república abarca tanto la aristocracia


como la democracia. La diferencia continúa siendo cuantitativa (más no
sólo cuantitativa), pero es simplificada: los Estados estás regidos por unos o
por varios. Esta es la diferencia verdaderamente sustancial: los "varios"
pueden ser pocos o muchos, de allí que en el ámbito de las república se
distingan las aristocráticas y las democráticas; esta segunda distinción ya
está basada en un diferencia esencial. Dicho de otro modo: o el poder
reside en la voluntad de uno solo, y se tiene el principado, o el poder radica
en una voluntad colectiva, que se expresa en un colegio o en una
asamblea, y tiene la república en sus diversas formas. La diferencia entre
la voluntad de un colegio restringido, como puede ser el de una república
aristocrática, y la de una asamblea popular, como puede ser la de una
república democrática, no es tan relevante como la diferencia entre la
voluntad de soberano único, que es la de una persona física, y la de un
soberano colectivo, que es la voluntad de una persona jurídica (de una :
Persona ficta"). Lo que cambia en el paso del principado a la república es la
naturaleza misma de la voluntad; lo que cambia en el paso de la república
aristocrática a la república democrática solamente es la diferente formación
de una voluntad.

* Para la traducción de los fragmentos de Maquiavelo en este capitulo me apoyo en: Nicolas Maquiavelo.
El príncipe, porrúa, México, 1970, y en: Nicolas Maquiavelo, Otras Políticas, Instituto Cubano del libro, La
habana, 1971. [T.]
Una voluntad colectiva, cualquiera que ésta sea para formarse tiene
necesidad de que se respeten ciertas reglas de procedimientos (como por
ejemplo la de la mayoría), que no se aplican a la formación de la voluntad
única del príncipe, en cuanto ésta se identifica como la de una persona física.

Independientemente de estas consideraciones jurídicas, la distinción de


Maquiavelo corresponde mucho mejor a la realidad de su tiempo que la
clasificación de los antiguos. La teoría de las formas de gobierno formulada
por los griegos no nació de la cabeza de los filósofos: fue producto de la
observación de la constituciones de las ciudades griegas, de sus
características y de sus mutaciones. Tenía una base histórica como puede
apreciarse en los ejemplos que tanto en Platón como Aristóteles toman de
esta o aquella constitución real cada vez que les presenta la ocasión. No
debe olvidarse que el mismo Aristóteles, en una obra que se perdió, recopiló
158 constituciones de su tiempo. La realidad política de la época de
Maquiavelo había cambiado profundamente. No que trae su apariencia podía
escapar a quien había escrito de política que era "más conveniente ir tras la
verdad efectiva de las cosas que tras la apariencia", y mira con
desconfianza a todos aquellos que "se han imaginado como existentes de
veras a repúblicas y principados que nunca se han visto ni conocido" (El
príncipe, XV). La Europa del tiempo de Maquiavelo ofrecía al observador
desinteresado el espectáculo de los regna, como el inglés, el francés, el
español, que se había formado poco a poco después de la caída y disolución
del imperio romano, y que se estaban transformando en grandes Estados
territoriales de los cuales nació el "Estado moderno", y el de las civitates,
que crecían y extendían sus dominio en el territorio circundantes que
comprendía otras ciudades menores regidas por señores temporales y
electivos, por colegios o consejos de notables o representantes o por ambos
y de las cuales Italia exhibía en tiempos de Maquiavelo ejemplos conspicuos,
como las repúblicas de Genova, Venecia y Florencia. Tampoco debe
olvidarse que con respecto a la historia pasada, el campo de las reflexiones
de Maquiavelo no fueron las ciudades griegas sino la república romana: una
historia secular y gloriosa hecha a propósito en su desarrollo dividido
principalmente, salvo los primeros siglos, en una república y un principado,
para confirmar la tesis de que los Estados son precisamente como quería
demostrarse, o república o principados.

La prueba de que esta distinción no fue una diferenciación trivial o


puramente libresca, se encuentra en el hecho de que Maquiavelo la retorno
en diversas ocasiones y se sirvió de ella para comprender la realidad de su
tiempo. Me limito a citar un fragmento de un escrito menor, Discurso sobre la
reforma del Estado de Florencia hecho a instancias del Papa León X:

La causa de los frecuentes cambios de Instituciones en Florencia consiste en haber


sido nunca ni republicanas ni monárquicas con las cualidades genuinas de cada
un de estas formas de gobierno; porque se llama monarquía sólida en que la
deliberación es de muchos y la ejecución de uno, y no puede ser república
duradera aquella en que no se satisface la opinión de la mayoría, pues al
desatenderla, se arruina el régimen republicano (cito de Tutte la opere, Mil'n,
Mondadori, 1950, vol, II, p. 526).*

La cita no deja lugar a dudas sobre la importancia que Maquiavelo atribuye a


la distinción. Se trata de una distinción verdaderamente esencial, tan es así

* Este escrito se encuentre en español en: Nicolás Maquiavelo.Obras políticas, p. 261. [ T.]
que un Estado bien ordenado no puede tener más que una u otra
constitución. Cada una de las dos formas, hoy se diría, tiene su propia
"lógica", que debe ser respetada si no se quiere crear confusiones, y dar
origen a Estados "defectuosos". El fragmento siguiente, del mismo Discurso,
es todavía más explícito.

Respecto al estado de Cosme, digo que ningún Estado puede vivir


ordenadamente sino con verdadera monarquía o verdadera república, porque todo
régimen intermedios defectuoso. La razón es clarísima: la monarquía como la
república, sólo tienen en camino para desintegrarse; para aquélla convertirse en
república, para ésta, en monarquía. Los Estados intermedios tiene dos vías: una la
que les conduce hacia la monarquía, y otra la que les lleva hacia la república, y de
aquí su inestabilidad (p. 530).

El fragmento también es interesante por otra razón: en la distinción neta entre


principados y repúblicas no hay lugar para "los Estados intermedios". Y no hay lugar
para ellos, es decir, para los Estados que no son ni principados ni repúblicas,
porque estos Estados sufren del mal que es característico, como hemos visto ya
en diversas ocasiones, de los malos Estados, o sea la inestabilidad.

Una tesis de este tipo parece contradecir la teoría del Estado mixto, del cual, a
pesar de todo, Maquiavelo, admirador de la república romana, es, en la misma
línea de Polibio, un partidario. También, como se ha dicho, una de las razones de
la excelencia del Estado mixto es la estabilidad. Ahora parece que para
Maquiavelo, los Estados estables son los simples, principados o repúblicas,
mientras la inestabilidad sería una característica de los "Estados intermedios".
Estos Estados son inestables por la misma razón por la cual en los partidarios del
Estado mixto, como Polibio, son inestables las formas
simples, es decir, porque en ellos y no en las formas simples se produce más
fácilmente el paso de una forma a otra.

Esta no es la única contradicción entre Maquiavelo historiador y teórico de la


política y el Maquiavelo político y consejero de príncipes. Más, se trata
verdaderamente de una contradicción? Los Estados intermedios" y los
"gobiernos mixtos" son la misma cosa? Creo que no. En efecto, se puede
sostener que no todas las combinaciones entre las diversas formas de
gobierno son buenas, es decir, son verdaderos, y propios gobiernos mixtos.
No es suficiente mezclar una forma de gobierno con otra para tener un
gobierno mixto; hay combinaciones que tiene éxito y otras que no lo tienen.
Una combinación puede ser una síntesis bien lograda de constituciones
propuestas y entonces será superior a las constituciones simples; pero
también puede ser una contaminación de constituciones que no pueden estar
juntas, y entonces una constitución simple será superior. Como veremos
más adelante, el gobierno mixto que Maquiavelo identifica en el Estado
romano es una república, compuesta, compleja formada por diversas parte
que mantienen relaciones de concordia y discordia entre ellas. En cambio,
el Estado intermedio que él critica no deriva de una fusión de diferente parte
en un todo que las trasciende, sino de un acuerdo provisional entre dos parte
en conflicto que no lograron encontrar una constitución unitaria que las
abarque y supere. De cualquier manera, este discurso sobre la reforma del
Estado de Florencia está demasiado vinculado a la coyuntura histórica que
trata como para ser comparado sic el simpliciter con el discurso teórico
sobre las formas de gobierno en general, que Maquiavelo expone en los
discursos.

Una vez diferenciados los Estados en principados y república, el príncipe


se aboca al estudio de los primeros:
Dejaré a un lado el discurrir sobre las repúblicas porque ya en otra ocasión
lo he hecho extensamente. Me dedicaré sólo a los principados, para ir
tejiendo la urdimbre de mis opiniones y establecer cómo pueden gobernarse y
conservarse tales principados (cap. II).

Aquí solamente me detengo en la clasificación de los principados. La primera


distinción tratada en el libro es entre principados hereditarios, en los cuales
el poder se transmite con base en una ley constitucional de sucesión, y
principados nuevos, en los que el poder es conquistado por un señor que
antes de conquistar aquel Estado no era "príncipe" (como sucedió en Milán,
para tomar el ejemplo con el mismo Maquiavelo inicia el discurso sobre los
principados nuevos, gracias a Francisco Sforza). El libro está dedicado casi
completamente a los principados nuevos. Lo que preocupa a Maquiavelo es
establecer las premisas que le permitan invocar al último, en la famosa
exhortación final, el "príncipe nuevo", que deberá redimir Italia del "domino
bárbaro", el novel " Teseo". el "redentor. en cuanto a los principados
hereditarios,los hay de dos especies:

Los principados [ se entiende los hereditarios de los que habla es este


capítulo ] de que se guarda memoria han sido gobernados de dos modos
distintos: o por un príncipe que elige de entre sus siervos, que lo son todos,
los ministros que lo ayudará a gobernar, o por un príncipe asistido por
barones que, no a la gracia del señor, sino a la antigüedad de su linaje, deben
la posición que ocupa (cap. IV.)

El criterio de distinción entre estas especies de principados es claro: hay


príncipes que gobiernan sin intermediarios, cuyo poder es absoluto con la
consecuencia de que los subditos son con respecto a él "siervos", incluso
aquellos que por concesión graciosa del soberano lo ayudan como
ministros; hay príncipes que gobiernan con la intermediación de la nobleza,
cuyo poder no depende del rey sino que es originario. Esta segunda especie
de príncipes ya no tiene un poder absoluto, porque lo comparte con los
"barones", aunque conserva sobre todos un poder eminente.

Para la primera especie de principado Maquiavelo retorna el tradicional


concepto de monarquía despótica, el que había hablado Aristóteles, es decir,
e de la monarquía en la cual la relación entre dominante y dominado es
semejante a la que existe entre amo y esclavo. La distinción inmediatamente
es aclarada por los ejemplos que siguen:

Los ejemplos de estas dos clases de gobierno se hallan hoy en el Gran Turco
y en el rey de Francia. Toda la monarquía del Turco está gobernada por un
solo señor, del cual los demás habitantes son siervos [... ] En cambio, el rey
de Francia está rodeado por una multitud de antiguos nobles que tienen sus
prerrogativas, que son reconocidas y amados por sus subditos y que son
dueños de un Estado que el rey no puede arrebatarles sin exponer (ibid.).

El ejemplo del Truco es interesante con la categoría de la monarquía


despótica también se retorna la idea del despotismo oriental que como se ha
visto Aristóteles la conocía perfectamente.

Esta idea continuará hasta Hegel (e incluso más adelante). Siempre hay un
Estado del oriente, no europeo, que es útil para demostrar la existencia de
una forma de gobierno, propia de los " pueblos serviles". En Aristóteles era
Persia, en Maquiavelo Turquía en el siglo XVIII China.
En cuanto a los principados nuevos, a los que se dedica la mayor parte del
libro, Maquiavelo distingue cuatro especies de acuerdo con el diversos modo
de conquistar el poder:

a. Por virtud
b. Por fortuna.
c. Por maldad (es decir por violencia).
d. Por el consenso de los ciudadanos.

Estas cuatro especies se disponen en parejas antitéticas: virtud- fortuna,


fuerzas- consenso, como se sabe, los conceptos de virtud y de fortunas
son centrales en la concepción maquiaveliana de la historia. Maquiavelo
entiende por virtud la capacidad personal de dominar los acontecimientos y
de realzar, inclusive recurriendo a cualquier medio, el fin deseado; por
fortuna, entiende el curso de los eventos que no dependen de la voluntad
humana. Hoy diríamos el momento subjetivo y el objetivo del movimiento
histórico. Para Maquiavelo lo que uno consigue no depende del todo ni de
la virtud ni de la fortuna, es decir, traducido a palabras nuestra, ni todo por el
mérito personal, ni todo por el favor de las circunstancias, sino por una y otra
causa en igual proporción:

Sin embargo, y a fin de que no se desvanezca nuestro libre albedrío, acepto


por cierto que la fortuna sea juez de la mitad de nuestra acciones, pero que
nos deja gobernar la otra mitad, o poco menos (cap. XXV).

La diferencia entre los principados adquiridos por virtud y los logrados por
fortuna esta en que los primeros duran más, los segundos, en os cuales el
príncipe nuevo llega más que por los propios méritos personales por
circunstancias externas favorables, son hábiles y están destinados a
desaparecer en corto tiempo.

El principado "por Maldad " (mediante crímenes) nos permite presentar otra
consideración: en la distinción maquiavelina entre principado y república no
sólo desaparécela tripartición clásica que ya no aparece, por lo menos
directamente, la duplicación de las formas de gobierno en buena y malas. Al
menos por lo que se refiere a los principados, que es la materia del príncipe,
Maquiavelo no introduce la distinción entre principados buenos y malos, o
sea, no repite la distinción clásica entre príncipe y tirano.

Como se ha visto, él distingue los diversos tipos de principado con base en el


diferente modo de adquisición, y si bien uno de éstos, el que adquiere el
poder "por maldad", corresponde a la clásica figura del tirano, nuestro autor
lo considera un príncipe como todos los demás. La verdad es que todos los
príncipes nuevos, si se observa la figura del tirano ilegítimo, o sea, la del
tirano ex defectu tituli, son tiranos, y no solamente el príncipe malvado.

en el sentido moderno de la obra son tiranos porque su poder es de hecho y


su legitimación se presenta, cuando es el caso, solamente ante un hecho
consumado. Precisamente porque todos los príncipes nuevos son en cierto
sentido tiranos, ninguno es verdaderamente tirano, en el discurso
maquiavelino su figura no tiene ninguna connotación negativa aún, los
príncipes nuevos por virtud son alabados como los fundadores de Estados,
son aquellos grandes protagonistas del desarrollo histórico que Hegel
llamará "individuos cósmicos- históricos", y en torno a los cuales Max Weber
construirá la figura del jefe carismático. Diferente es el caso del príncipe que
conquista el Estado "por maldad", o "por un camino de perversidad y
delitos"(cap. VIII). Este es el tirano en el sentido tradicional de la palabra,
juicio de Maquiavelo no es moralista. El criterio para distinguir la buena
política de la mala es el éxito; el éxito para un príncipe nuca se mide por su
capacidad de conservar el Estado (una vez más entra en escena el valor de
la estabilidad). La utilización del criterio del éxito como única medida del
juicio político permite a Maquiavelo distinguir también dentro de la categoría
del tirano malvado, al buen tirano del malo.. Bueno es el tirano que como
Agotocles, a pesar de haber conquistado el Estado mediante delitos
terribles, logró conservarlo. Mal tirano es Liverotto da Fermo que logró
mantener el Estado solamente un año, luego de lo cual tuvo el mismo fin
que sus adversarios. En que consiste la diferencia entre los dos príncipes?
"creo que depende - comenta Maquiavelo con una de aquellas frases que lo
hicieron al mismo tiempo famoso y cruel - del buen o mal uso que se hace de
la crueldad". Los dos príncipes fueron crueles pero la crueldad de uno fue
usada, para los fines del resultado, que es lo único que cuenta en política,
bien de manera útil para la conservación del Estado; la crueldad del otro no
sirvió para el único objetivo al que un príncipe debe apegar sus acciones,
que es mantener el poder. Cedo la palabra a Maquiavelo:

Llamaría bien empleadas a las crueldades (si a lo malo se le puede llamar bueno)
cuanto se aplican de una sola vez por absoluta necesidad de asegurarse, y
cuando se insiste en ellas, pero por el contrario, se trata de que las primeras se
vuelvan todo lo beneficioso posible para los subditos. Mal empleadas son las que,
aunque poco graves al principio, con el tiempo antes crecen que se extinguen.

Una proporción de este tipo es un claro ejemplo del conocido principio


maquiavélico " el fin justifica los medios" Cuál es el fin de un príncipe? Es
mantener el poder. El juicio sobre la bondad o maldad de un príncipe no
parte de los medios que utiliza, sino solamente del resultado que, no
importando los medios de que se valga, obtiene: Trate, pues un príncipe de
vencer y conservar el Estado, que los medios siempre serán honorables y
loados por todos (cap.XVHI).

Como observamos, Maquiavelo, al iniciar el príncipe, señala que ya en


otra ocasión discutió sobre las repúblicas extensamente. Se refiere al primer
libro de los discursos sobre la primera década de Tito Livio que ya
había escrito cuando inició el príncipe (en 1513) El capítulo II de este libro
se titula: " De cuántas clases son las repúblicas y a cuál de ellas
corresponde la romana " Como se ve, hay una influencia polibiana,
Maquiavelo, igual que Polibio, al abordaje la historia de Roma se detiene
para escribir su constitución, y por tener que tratar con una constitución
particular empieza con un breve estudio de las constituciones en genera.
Pero la influencia no es solamente de Polibio, como ha sido indicado y
comentado en diversas ocasiones, el segundo capítulo de los discursos es
una paráfrasis, o incluso una traducción, del libro VI de las historias de
Polibio. que este capítulo sea una paráfrasis y tal vez una traducción casi
literal de Polibio, no quiere decir que éstas tan discutidas páginas no
contengan reflexiones originales.

Pero ciertamente la derivación es evidente y la semejanza entre los dos


textos impresionantes. En las páginas de Maquiavelo se reencuentra los tres
tema enunciados y desarrollados por Polibio: la tipología clásica de las seis
formas de gobierno, la teoría de los ciclos, y la del gobierno mixto,
ejemplificada, como en Polibio, por los gobiernos de Esparta y roma. ( como
Polibio, Maquiavelo distingue a Esparta de Roma por el hecho de que aquélla
obtuvo su constitución de un legislador, Roma por la fuerza de los
acontecimientos, por una tradición que se formó paulatinamente, casi por
naturaleza: Maquiavelo dice: " en distintas ocasiones, al acaso y según los
sucesos"). Maquiavelo, como Polibio, enriquece las observaciones sobre las
constituciones general y la romana en particular, con un apunte de historia universal
que describe el surgimiento de los Estados de la condición primitiva y salvaje
cuando los hombres vivían "dispersos y a semejanza de las bestias”

Comencemos por la tipología:


Algunos de los que han escrito de las repúblicas distinguen tres clases de gobierno
que llaman principado, notables y popular y sostiene que los legisladores de una
Estado debe preferir el que juzgue más a propósito. Otros autores que en
opinión de muchos son más sabios, clasifican las formas de gobierno en seis,
tres de ellas pésimas y otras tres buenas en sí misma; pero tan expuestas a
corrupción, que llegan a ser perniciosas. Las tres buenas don las antes dichas; las
tres malas son degradaciones de ellas, y cada cual es de tal modo semejante a
aquella de que procede, que fácilmente se pasa de una otra porque el principado
con facilidad se convierte en tiranía; el régimen de los notables en Estado de
pocos, y el popular sin dificultad en licencioso. De suerte que un legislador que
organiza en el Estado una de estas tres formas de gobierno, la establece por poco
tiempo, porque no hay precaución bastante a impedir que degenere en la que es
consecuencia de ella por la similitud que en este caso hay entre la virtud y el vicio
(de. cit.,vol. Y, 97-98).

En la presentación de la tipología clásica, Maquiavelo ya plantea la sucesión de la


constitución que analizará extensamente en las páginas siguientes, para explicar,
aunque brevemente siempre bajo la guía de Polibio, las razones del paso de
una forma a otra. Se trata de la sucesión polibiana de acuerdo con la cual toda
constitución buena degenera en la correspondiente mala, en el siguiente orden:
gobierno de uno, de pocos y de muchos. Desde el punto de vista terminológico,
debe indicarse que de los antiguos y
originarios términos griegos no quedó más que el de " tiranía ": los otros
son términos latinos: principado, notables, gobierno de pocos, gobierno
popular, gobierno " licencioso " ( que señala el gobierno corrupto de
muchos: en otro lugar para indicar el Estado popular corrupto, dice
simplemente " licencia"). El paso de una constitución a otra es una vez más
muy rápido. Cada una de las constituciones mencionadas dura "poco
tiempo". Y por tanto, el defecto de las constituciones simples es la
inestabilidad. Este defecto es tan grave que incluso las constituciones que
serían buenas por sí misma en realidad son malas por la alta de estabilidad.

Esta acentuación del aspecto negativo de las constituciones positivas es aun


más fuertes que en Polibio. En el fragmento anteriormente citado,
Maquiavelo escribió que las constituciones, aunque " buenas en sí mismas",
pero tan "expuestas a corrupción", deben ser consideradas " perniciosas".
Para reafirmar este concepto más adelante dice:

Todas estas formas de gobierno son perjudiciales; las tres que calificamos de
buenas por su escasa duración, y las otras tres por la maignidad de su índole
(p.100).

En Maquiavelo, como en Polibio, la clasificación de las constituciones camina


de la mano con la indicación de su sucesión en el tiempo. También para
Maquiavelo esta sucesión está preestablecida y permite enunciar una
verdadera y propia ley natural. Es la ley natural de los ciclos históricos, la
polibiana "anaciclosis". Aquí la cercanía entre Maquiavelo y el historiador
de Roma es tan grande que la ley de los ciclos es presentada casi con las
mismas palabras (como si se tratase de una traducción). Polibio escribió (lo
repetimos):
Esta es la rotación de las constituciones: ésta es la ley natural por la cual las
formas políticas se transforman, decaen y regresan al punto de partida.

Maquiavelo escribe:

Tal es el círculo en que giran todas las naciones, ya sean gobernadas, ya se


gobiernen por sí (p. 100).

Sin embargo, la tesis de Maquiavelo no es una repetición total de la de


Polibio; Maquiavelo es un escritor realista. Que e los ciclos, o "círculos"
como los llama, se repitan infinitamente no tiene ningún vínculo con la
realidad, sobre todo para un escritor que es capaz de contemplar una realidad
histórica mucha más rica y variada que la que podían observar los griegos,
Maquiavelo parece creer en la secuencia de las seis formas; pero no está tan
dispuesto en admitir la repetición indiscriminada de la secuencia. Como
hemos visto en diversas ocasiones, el punto débil de la teoría del ciclo era el
siguiente: qué cosa sucede al final de la primera secuencia, cuando el
proceso de degradación llega a su término (en Platón con la tiranía, en
Polibio con la oclocracía)? Polibio respondió sin dificultades: se produce el
regreso al principio, de donde viene la idea de la "rotación". En este punto
Maquiavelo es mucho más prudente. Después de enunciar la tesis del
"círculo" agrega:
Pero rara vez restablecen la misma organización gubernativa, porque casi
ningún estado tiene tan larga vida que sufra muchas de estas mutaciones sin
arruinarse, siendo frecuente que por tantos trabajos y por falta de consejo y
de fuerza quede sometido a otro Estado vecino, cuya organización sea mejor
(p.100).

Esta observacion es totalmente digna de un escritor que, debiendo escribir


de cosas políticas, se había propuesto ir tras la "verdad efectiva".
Maquiavelo duda de que un Estado que cae al nivel más bajo de decadencia
tenga la fuerza suficiente para remontarse al punto de partida. El deduce
que la solución más probable es que una vez que cae tan bajo se convierta
en fácil presa de un Estado vecino más fuerte cuya "organización sea mejor".
De esta manera no se presenta el regreso a los orígenes en el ámbito del
mismo Estado, sino una transferencia del dominio de un Estado a otro.

Es superfluo señalar que una visión de este tipo es más realista.


Efectivamente sirve para dar una imagen mucho más congruente con la
dinámica de las fuerzas históricas que crean y destruyen los Estados, porque
comprenden no solamente las fuerzas internas sino también las externas.

De cualquier manera, la teoría de los ciclos confirma la concepción


eminentemente naturalista que Maquiavelo tiene de la historia. La tarea del
historiador es recabar del estudio de la historia las grandes leyes que en
ella regulan los acontecimientos. Sólo quien es capaz de explicar por qué las
cosas suceden, está en posibilidad de prever cómo acontecerán. Al enunciar
la ley de la rotación Polibio escribió:

Quien domine esta doctrina con profundidad puede que se equivoque en


cuanto al tiempo que durará un régimen político, pero en cuanto al
crecimiento de cada uno, a sus transformaciones y a su desaparición es difícil
que yerre (VI, 9).
También Maquiavelo cree que el historiador puede prever los
acontecimientos futuros a condición de que sea agudo y profundo, para poder
explicar los sucesos del pasado. Me limito a citar dos: fragmentos (el
problema de la concepción de la historia y de la ciencia en Maquiavelo es
demasiado complejo para tratarlo aquí):
El que estudia las cosas de ahora y las antiguas conoce fácilmente que en todas
las ciudades y en todos los pueblos han existido y existen los mismos deseos y los
mismos humores; de suerte que, examinando con atención los sucesos de la
antigüedad, cualquier gobierno republicano prevé lo que ha de ocurrir, puede aplicar
los mismos remedios que usaron los antiguos; y, de no estar en uso imaginarlos
nuevos, por la semejanza de los acontecimientos (discursos, libro Y, cap.
XXXIX, p. 181).

También de los Discursos:

Suelen decir las personas entendidas, y no sin motivo, que quien desee saber lo
provenir consulte lo pasado, porque todas las cosas del mundo en todo tiempo, se
parecen a las precedente. Estos depende de que, siendo obras de los hombres,
que tienen siempre las mismas pasiones, por necesidad ha de producir los mismos
efectos (discursos, libro III, cap. XLIII, P.435).

El supuesto de la formulación de leyes históricas es el reconocimiento de la


constancia de ciertas características de la naturaleza humana. En ambos
fragmentos Maquiavelo insiste en este punto. En el primer pasaje habla de
"mismos deseos" y de "mismos humores" y en le segundo de "mismas pasiones".
La repetición de lo "mismo", el retorno del siempre igual, explica el movimiento de las
constituciones de acuerdo con un orden preestablecido.

La compresión de las leyes profundas de la historia no solamente sirve para prever


lo que sucederá, sino también aunque parezca una contradicción, para
prevenirlo, es decir para poner remedio al mal, si es un mal lo que ley permite
prever. En el primer fragmento, Maquiavelo no solamente dice que quien
examina con diligencia las cosas pasadas es capaz de prever las
futuras, sino también que una vez hecha la previsión es posible ponerle
remedio.

Maquiaveio aplica al problema de las constituciones esta doble posición


previsión- prevención. La secuencia de las seis constituciones demuestra
que todas son "perjudiciales ", no sólo aquellas tradicionalmente malas,
sino también las buenas a causa de su rápida degeneración. Pero el
hombre no sería el ser parcialmente libre que es, no determinado
completamente por la "fortuna" (reléase el pasaje del cp. XXV sobre el
hombre que no es determinado completamente por los eventos pero que
tampoco es del todo libre), si no fuese capaz, una vez descubierto el mal, de
inventar un remedio. Así pues, el remedio al fracaso de las constituciones
simples existe, y es - otra vez una inspiración polibiana - el gobierno mixto.
En efecto, inmediatamente después de haber dicho que todas las
constituciones simples son "perjudiciales", Maquiaveio continúa:

Un legislador prudente que conozca estos defectos, huirá de ellas,


estableciendo una que participe de todas, la cual sea más firme y estable;
porque en una constitución donde coexista el principado los notables y el
gobierno popular, cada uno de estos poderes vigila y contrarresta los abusos
de los otros (p. 100).

En consecuencia elogia a Licurgo, quien:

[ . . . ] organizó de tal manera a Esparta, que distribuyendo la autoridad


entre el rey, los notables y el pueblo, fundó un régimen de más de
ochocientos años de duración, con gran gloria suya y perfecta tranquilidad del
Estado [... ]
mientras Solón que instituyó en Atenas un gobierno popular "lo hizo tan de
poca duración, que antes de morir vio nacer la tiranía de Pisístrato".

El objetivo que Maquiavelo se propone al elogiar el gobierno mixto es exaltar,


como lo había hecho Polibio, la constitución de la república romana, la que, a
diferencia de la espartana, producto del cerebro de un legislador, se formó
como se ha dicha, mediante un largo proceso que duró siglos, no por
voluntad de un legislador, sino " rebus ipis ac factis ". Después de la
expulsión de los reyes, Roma se convirtió en un república, pero conservó la
función real con la institución de los cónsules, por tanto:

Los cónsules y el senado hacían la constitución romana mixta de dos de los tres
elementos que hemos referido, principado y notables. Falta, pues dar entrada al
pueblo. Llegó la nobleza romana a hacerse insolente, por causas que después
diremos, y el pueblo se sublevó contra ella. A fin de no perder todo su poder, tuvo
que conceder parte al pueblo [...] . Tan favorable le fue la fortuna, que aun
cuando la autoridad pasó de los reyes y de los notables al pueblo por los mismos
grados y por las mismas causas antes referidas, sin embargo no abolieron por
completo el poder real para aumentar el de los nobles, ni se privó a éstos de toda
su autoridad para darla al pueblo, sino que haciéndola mixta, se organizó una
república perfecta) pp. 101 -102).

Nótese en el último renglón el nexo entre el ser la república romana "mixta" y


el ser "perfecta". Y tómese es cuenta que las constituciones que no son
mixtas habían sido llamadas, poco antes, "perniciosas" y "perjudiciales".
Cuando la república romana era aristocrática, aunque contaba con la
presencia de los cónsules, no era perfecta. Sólo con la institución de los
tribunos de la plebe, que representan el elemento popular, alcanza junto con
lo completo de la mezcla de las tres constituciones simples, la perfección.
Hemos visto en varias ocasiones en qué consiste la perfección de un
gobierno mixto: en la capacidad de durar por largo tiempo; pero no daríamos
la importancia justa al ingenio de Maquiavelo si no nos percatáramos de que
la virtud del gobierno mixto, en su análisis, hace de la constitución de la
república romana otra cosa. Es necesario leer el importante cap. IV titulado:
"La desunión del pueblo y del senado hizo libre y poderosa la república
romana ". La lectura de este capítulo produce una nueva observación. El
contraste entre las dos parte antagónicas de la ciudad, los patricios y los
plebeyos, para decirlo como Aristóteles, los ricos y los pobres, una vez
resuelto constitucionalmente mediante el gobierno mixto, al mismo tiempo
aristocrático y popular no garantiza solamente la duración de la constitución
sino también la libertad interna del Estado. En el siguiente fragmento, que
se ha vuelto célebre, Maquiavelo hace una afirmación que será considerada
como una anticipación de la concesión moderna de la sociedad civil, de
acuerdo con tal afirmación, no es la armonía sino el conflicto, el antagonismo,
to que establece las condiciones de la salud de los Estados - es los siguientes
siglos se dirá del progreso histórico - y el primer requisito de la libertad:

Sostengo que quienes censuren los conflictos entre la nobleza y el pueblo


condenan lo que fue la primer causa de la libertad de Roma, teniendo más en
cuenta los tumultos y desórdenes ocurridos que los buenos ejemplos que
produjeron, y sin considerar que en toda república hay dos partidos el de los
nobles y el del pueblo. Todas las leyes que se hacen en favor de la libertad
nacen del desacuerdo entre estos dos partidos [...] No se pueden, pues calificar
de nocivos estos desórdenes, ni de dividida una república que en tanto tiempo, por
cuestiones internas, sólo desterró ocho diez ciudadanos y mató muy pocos, no
siendo tampoco muchos los multados; ni con razón se debe llamar desordenada a
una república donde hubo tantos ejemplos de virtud; porque los buenos ejemplos
nacen de la buena educación, la buena
educación de las buenas leyes, y éstas de aquellos desórdenes que muchos
inconsideradamente condenan. Fijando bien la atención en ellos, se
observará que no produjeron destierro o violencia en perjuicio del bien común,
sino leyes y reglamentos en beneficio de la liberta pública (p. 104).

La importancia de una afirmación de este tipo - los "tumultos" que muchos


condenan no son la causa de la ruina de los Estados sino la condición para que se
promulguen buena leyes en defensa de la libertad - jamás será exaltada
suficientemente: tal aseveración expresa claramente una nueve visión de la
historia, que podríamos llamar justamente "norma", de acuerdo con la cual el
desorden, no el orden, el conflicto entre las partes contrapuestas, no la paz
social impuesta desde arriba, la desarmonía, no la armonía, los "tumultos", no la
tranquilidad derivada de un dominio de la libertad. Además, mediante esta visión
de la función benéfica del contraste entre las dos partes opuestas, de los
patricios por una parte y de los plebeyos por otra, de los dos "humores"
presentes en toda república, la concepción del gobierno mixto es decir, el gobierno
en el cual las diversas partes conviven aunque en una situación de antagonismo
permanente, adquiere una profundidad histórica que la teoría meramente
constitucional del gobierno mixto no había tenido hasta entonces. El gobierno
mixto ya no es solamente mecanismo institucional, es el reflejo (la
superestructura!) de una sociedad determinante: es la solución política de un
problema - el del conflicto entre las partes antagónicas - que nacen en la sociedad
civil.
LECTURAS RECOMENDADAS

UNIDAD 1

No.1. HlSTORIA DE LA TEORÍA POLÍTICA Por: Sabine,

george. Edic. Fondo de Cultura Económica Bogotá

1992.

No.2. POLÍTICA Y PERSPECTIVA. Por: Wollin,

Shendon. Edic. Amorrortu, Buenos Aires 1960.


LECTURA RECOMENDADA No.1

HISTORIA DE LA TEORÍA
POLÍTICA

Por: Sabine, george.


Edic. Fondo de Cultura Económica Bogotá 1992.
GEORGE SABINE

LECTURA RECOMENDADA DEL PUNTO REFERIDO A


ARISTÓTELES

EL CONFLICTO ENTRE LO IDEAL Y LO


REAL

Hasta ahora he bosquejado los ideales políticos de Aristóteles sin alentar ningún
problema respecto a las discrepancias y dificultades que aparecerían en caso de
que tales ideales se pusieran en relación con las instituciones y prácticas reales de
las ciudades. El ideal es en sí casi tan deductivo como el de Platón y al parecer se
formó mediante una especie de análisis dialéctico de los defectos de la teoría
anterior. Pero es evidente que las discrepancias entre la práctica y los fines
realmente perseguidos por el gobierno son mucho más importantes en Aristóteles
que en Platón. En este no había supuesto nunca que un ideal necesite, para ser
válido, encarnar en la práctica y nuca aceptó que la costumbre como tal tuviese
el título de sabiduría que le adjudicaba la doctrina aristotélica. Si los hechos no
pueden cuadrar con los ideales, Platón podría decir siempre, como el matemático
o el místico, tanto peor para los hechos. Aristóteles, que siente un gran respeto por
el sentido común y la sabiduría de los siglos pasados, no puede ser tan radical.
Podía ser reformistas, pero nunca revolucionario. Su pensamiento tiene que
inclinarse hacia la opinión de que, aunque el ideal sea una fuerza efectiva,
tiene que ser una fuerza que se encuentre dentro de la corriente real de los
hechos, y no en tenaz oposición contra ella.

El saber inherente a la costumbre tiene, por así decirlo que ser un principio
guía que utilice la plasticidad ofrecida por las condiciones reales para elevar a
éstas gradualmente, dándole una conformación mejor. Esta es la concepción
de la naturaleza a la que acabó por llegar Aristóteles como resultado de su
reflexión, tanto sobre el problema sociales como sobre cuestiones biológicas.
Que Aristóteles no dejaba de preocuparle este problema, ni siquiera cuando
escribió el tratado sobre el estado ideal, se deduce claramente de las
complejidades del libro III, en el que se estudian los problemas cruciales de
toda la obra. La conclusión del libro muestra que estaba destinada servir de
introducción al estudio de un estado ideal. Sin embargo, los libros Vil Y VIII
prueban que Aristóteles quedó tan poco satisfecho de la ejecución de su
proyecto que no lo completó nunca, y cuando amplió la primera redacción,
no lo hizo continuando el esquema del estado ideal, sino insertando los libros.
IV a VI. Estos libros tienen una finalidad claramente realista y lo mismo
puede decirse de su tono, pero el pensamiento sigue unas líneas iniciadas
en el libro III. Podemos concluir que la construcción de un estado ideal fue
siendo cada vez menos simpática al modo de pensar de Aristóteles
conforme iba éste aumentando en edad, y también que el Estagirita acabó
por encontrar en el libro III una introducción a una investigación que no
había intentado hacer en un principio. La lectura del propio libro III apoya
esta conclusión. Sus complejidades se deben, al menos en parte, al hecho
de que una introducción al problema del estado ideal implica, para la mente
de Aristóteles, un estudio bastante extenso de las clases de estados
existentes. Con frecuencia tiene evidentemente más interés en el estudio
empírico que en la finalidad que se ha propuesto. En resumen, las razones
que llevaron a Aristóteles a insertar los libros IV a VI después del III eran
sólidas, aunque
todo hace presumir que no eran las mismas que le llevaron a escribir en
primer lugar el libro III. El plan excedió de su objetivo primero, pero ello fue
resultado de intereses que se daban desde un principio.

No es difícil ver la naturaleza general de la dificultad con que se enfrenta


Aristóteles. El ideal político transmitido por Platón presumía que ciudad y
ciudadano son términos estrictamente correlativo. Eso explica las tres
preguntas que plantea el comienzo del libro III: Que es un estado? Quién
es ciudadano? Es la virtud de un hombre bueno la misma que la de un
ciudadano bueno? Un estado es una asociación de hombres encaminada a
conseguir la mejor vida moral posible. El tipo de vida que un grupo de
hombres viva en común depende de qué clase de hombres sean y qué fines
se propongan realizar y, recíprocamente, el fin del estado determinará
quiénes pueden ser miembros y qué clase de vida pueden vivir
individualmente. Desde este punto de vista una constitución es, como dice
Aristóteles, una organización de ciudadanos o, como dice en otra parte, un
modo de vida, y una forma de gobierno es la expresión del modo de vida
que el estado trata de fomentar. La naturaleza ética del estado no sólo
domina, sino que, por así decirlo, se sobrepone por entero a su naturaleza
política y jurídica. De este modo concluye Aristóteles que un estado dura
únicamente lo que dura su forma de gobierno, ya que un cambio en la forma
de gobierno significaría un cambio de constitución o de; "modo de vida"
latente que los ciudadanos estén tratando de llevar a la práctica. Derecho,
constitución, estado, forma de gobierno, tienden todos a coincidir, ya que
desde un punto de vista moral todos ellos son igualmente relativos a los
fines que son la causa de que exista la asociación.

En la medida en que se trate de formular el modelo de un estado ideal,


esto se constituye una objeción insuperable. En efecto, tal estado se
hallaría
dominado por el modo de vida más alto posible y, al menos Platón, había
supuesto que una compresión de la idea del bien mostraría qué fuera éste.
Pero llegar a la idea del bien, primero y utilizarla después, como pauta para
la crítica y la valoración de las vidas reales y de los estados reales, era
precisamente lo que provocaba la desesperación de Aristóteles. Si, por el
contrario, se comienza con la observación y descripción de los estados
reales, hay evidentemente que hacer distinciones. Como señala
Aristóteles, el hombre bueno y el ciudadano bueno no pueden ser por
completo idénticos, más que en un estado ideal. En efecto, a menos que
las finalidades del estado sean las mejores posibles, su realización exigirá
en los ciudadanos un modo de vida inferior al mejor posible. En los estados
reales tiene que haber diferentes especies de ciudadanos con diferentes
clases de "virtud". De modo semejante, cuando Aristóteles define al
ciudadano como el hombre que puede tomar parte en la asamblea y actuar
como jurado -definición basada en la práctica ateniense -, se ve obligado a
señalar al punto que la definición no puede encajar más que en un estado
democrático. Y cuando concluye que la identidad del estado cambia con su
forma de gobierno, tiene que añadir la advertencia de que no por ello está
justificado en nuevo estado ni deja de pagar las deuda y de hacer honor a
las obligaciones contraídas por el estado anterior.

En la práctica hay que hacer distinciones. Una constitución no es sólo un


modo de vida de los ciudadanos, sino también una organización de
magistrados para llevar adelante los negocios públicos y, en consecuencia,
no es posible identificar de golpe sus aspectos políticos con su finalidad ética.
El mero hecho de observar estas complejidades es percibir la dificultad de
construir un estado ideal que sirva de pauta para todos los estados.
Un sentido semejante de las complejidades de su problema aparece cuando
Aristóteles entra a estudiar; a clasificación de las formas de gobierno. Adopta
aquí la clasificación de seis términos ya utilizada por Platón en el Político.
Habiendo distinguido el gobierno con arreglo de derecho del despótico, por el
principio de que aquél se ejerce para bien de todos y el último sólo para el
bien de la clase gobernante, entrecruza esta división con la tradición a la
clasificación tripartita y con ello obtiene un grupo de tres formas puras (o
estados sujetos a la ley) - monarquía, aristocracia y democracia moderada
(noXuia) - y tres formas impuras ( o estados despóticos) - tiranía oligarquía
y democracia extremada o demagogia (Svnotfpoma). * La única diferencia
entre la exposición platónica y la aristotélica consiste - y ello no parece tener
importancia - en que la primera presenta a las formas puras como estados
cometidos a la ley, en tanto que la última las presenta como estados
gobernados para el bien general. Dado su análisis de lo que significa el
gobierno con arreglo a derecho, Aristóteles tiene que haber pensado que
las dos descripciones significaban prácticamente la misma cosa. Sin
embargo, en cuanto ha acabado de formular su clasificación de seis formas
de gobierno, señala que presenta series dificultades. La primera de ellas
consiste en que la clasificación popular basada en el número de
gobernantes es superficial y no dice, salvo por accidente, cómo la
interpretan quienes la usan . Lo que todo el mundo entiende por oligarquía
es el gobierno de los ricos, así como por democracia se entiende el gobierno
de los pobres. Es cierto que hay muchos pobres y pocos ricos, pero ello no
hace que los números relativos a ambos grupos describan las dos clases
de estado. La esencia de ello consiste en que hay dos títulos diferentes de
poder, basado el uno en los derechos de la propiedad y el otro en el
bienestar del mayor número posible de seres humanos.
LOS DIVERSOS Y CONTRAPUESTOS TÍTULOS DE
PODER

La corrección de la clasificación formal lleva a Aristóteles muy lejos, ya que plantea


el problema de cuáles don los títulos de poder justificables en el estado y la de
cómo, caso de ser más de uno, pueden acomodarse de tal modo que todos
resulten compatibles. Como ya se ha dicho, a Platón se le habían presentado
problemas semejantes11 Hay que anotar que esos problemas no se refieren aún
estado ideal - y Platón no suponía que así ocurriera -, sino a los méritos relativos
de los estados reales y los títulos relativos de las diversas clases dentro del mismo
estado. Puede decirse que la sabiduría y la virtud tienen un título absoluto; al
menos así lo había pensado Platón, y Aristóteles no lo negó. Pero este es un
punto de interés meramente académico. Lo que se discute no es un principio moral
general, sino el modo de aproximarse a él en la práctica.

Todo el mundo admitirá, dice Aristóteles, que el estado debe realizar la justicia
en la mayor medida posible y también que la justicia significa alguna forma de
igualdad. Pero significa la igualdad que todo el mundo deba contar como uno y
nadie como más de uno, como supone el demócrata? O significa que un hombre
poseedor de grandes propiedades y situado acaso en un buena posición social y
dotado de una buena educación debe contar como más de uno, como cree el
oligarca? admitido que el gobierno debe

* Los traductores españoles ha sólido denominar simplemente democracia a la it olnsia y


demagogia a la Srmoxpcma [T.]

___________________________

11
Leyes, 690 a ss
ser ejercido por gobernantes sabios y virtuosos, dónde habrá de colocarse el
poder para conseguir la sabiduría y I virtud, o al menos la máxima
aproximación posible a ambas cosas?

Planteado así el problema, Aristóteles percibe inmediatamente que una pregunta


relativa exige una respuesta relativa. Mientras con bastante facilidad que la
riqueza no tiene un título moral absoluto que la autorice a ejercer el poder, ya que
el estado no es una sociedad de mercaderes ni un contrato, como había dicho el
sofista Licofron. También es fácil demostrar que contar a cada uno como uno, es -
en el mejor de los casos - una ficción útil. Pero por otra parte, puede decirse que la
propiedad no tenga derecho? Aristóteles estaba convencido de que la aventura
emprendida por Platón en esa dirección había resultado desastrosa y, en
cualquier caso, como él señala, una democracia que saquea no es más honrada
que una oligarquía que explota. La propiedad tiene consecuencias morales y por
esta razón es demasiado importante para que nadie que quiera ser realista pueda
dejarla enteramente de lado. La buena cuna, la buena educación, las buenas
relaciones, el ocio - y todas estas cosas acompañan hasta cierto punto a la riqueza
- no son títulos despreciables de influencia política. También el demócrata tiene
algo que decir en favor de su título. El número de personas afectadas por una
medida es, sin duda una consideración moral constante al estimar sus
consecuencias políticas y además Aristóteles está convencido de que una opinión
pública desapasionada tiene a menudo razón cuando personas alas que se
consideran sabias se equivocan. El resultado del estudio es que hay objeciones
válidas contra todo título de poder que se pueda presentar y también que todos
los títulos usuales tienen un cierto mérito. Es difícil ver hasta qué punto pueda
servir esta conclusión para constituir un estado ideal, pero es también evidente
que Aristóteles se ha
ocupado de una disputa perenne en la ética política con incomparables sentido
común. Fue este examen de los títulos contrapuestos de la democracia y la
oligarquía lo que llevó posteriormente a Aristóteles a abandonar la búsqueda de
un estado ideal y a ocuparse del problema, más modesto, de la mejor forma de
gobierno que fuera posible encontrar en la mayor parte de los estados.

La conclusión de que ninguna clase tiene un título absoluto de poder refuerza el


principio de que la ley debe ese suprema, ya que su autoridad impersonal está
menos sujeta a la pasión de lo que pueden pretender estarlo los hombres.
Pero Aristóteles reconoce que ni siquiera esto, constituye una de sus convicciones
más profundas, puede afirmarse en términos absolutos. En efecto, la ley es
relativa a la constitución y, en consecuencia, es probable que un estado malo
tenga leyes malas. La legalidad no es pues, sino una relativa garantía de bondad,
mejor que la fuerza o el poder personal, pero muy posiblemente mala. Un
estado bueno tiene que ser gobernado con arreglo a derecho, pero esto no es lo
mismo que decir que todo estado gobernado con arreglo a derecho sea
bueno.

Al parecer Aristóteles creía que sólo la monarquía y la aristocracia tienen algún


título que pueda permitir que se les considere con estados ideales. Dice con
respecto a la aristocracia, pero se ocupa de la monarquía con alguna extensión.
Es precisamente el estudio de un estado que se opone ideal, lo que muestra con
mayor claridad lo poco qué tiene que decir acerca del tema y lao que une de modo
más claro con el nuevo estudio enteramente realista de la democracia y la
oligarquía que aparece en el libro IV. La monarquía debe ser retóricamente la
mejor forma de gobierno, si se da por supuesto que es posible encontrar un rey
sabio y virtuoso.
El filósofo- rey de Platón sería quien se aproximaría más a tener un título
absoluto que le autorizase a ejercer el poder. Pero se trataría de un dios que
viviera entre los hombres. Sería ridículo permitir que los demás hombres hicieran
leyes para un dios mortal y no sería enteramente justo aplicarle el ostracismo. La
única alternativa posible es autorizarle a gobernar

Atribuye tanta importancia a la igualdad que debería existir entre los


ciudadanos del mismo estado, que discute si aun la vida perfecta podría constituir
una excepción. El problema de la igualdad se plantea en todas las formas de
gobierno tanto puras como impuras.

Sin embargo Aristóteles se inclina a admitir que la monarquía sería adecuada a


una sociedad en la que una familia fuese muy superior a todas las demás en
virtud e y en capacidad política.

La verdad es que la monarquía ideal es para Aristóteles algo perfectamente


académica. Es probable que, a no ser la autoridad de Platón, nunca la hubiese
mencionado.

Observar que la monarquía sometida a la ley no es, en realidad, una forma de


gobierno y, si esto se toma literalmente, el hecho de que el gobierno bueno
tenga que reconocer la supremacía de la norma jurídica excluye en realidad a la
monarquía de las formas puras de gobierno.

Una monarquía de tipo local corresponde más bien a la autoridad doméstica que a
la política. Nada sino el hecho de que acepta la clasificación platónica de seis
formas de gobierno hace que la tome en cuenta.
Cuando Aristóteles para el examen de las monarquías existentes, abandona en
absoluto la consideración de un estado ideal. Conoce dos formas puras de
monarquía, la espartana y la dictadura, pero ninguna de ellas es una constitución,
y dos clases de constitución monárquica, la monarquía oriental y la de los
tiempos heroicos.

Esta última es, desde luego, cuestión de conjetura y se encuentra en realidad fuera
de la experiencia de Aristóteles.

La monarquía oriental es más bien una forma de tiranía, aunque es legítima para
los bárbaros, ya que los asiáticos son esclavos por naturaleza y no se oponen al
gobierno despótico. Por consiguiente, la monarquía real, tal como lo conoce
Aristóteles equivale en sustancia a un gobierno como el de Persia. Sin embargo, la
importancia que tiene el estudio de la monarquía consiste en el lecho de distinguir
varías clases de monarquía, más bien que en lo que dice acerca de ellas.

Es evidente que la clasificación de seis formas de gobierno había perdido ya


sentido para Aristóteles en relación con sus estudio empírico del
funcionamiento real de los gobiernos. Fue precisamente en este punto donde
volvió a emprender el examen de la oligarquía y la democracia - es decir, las
formas de gobierno griegos - en el libro IV de la Política.

Debe ser ya claras para el lector las razones por las que los ideales políticos de
Aristóteles no dieron por resultado la construcción de un estado ideal. El estado
ideal representa una concepción de la filosofía política heredada de Platón y poco
acorde con el espíritu aristotélico.
Cuanto más se aproximaba el Estagirita a un pensamiento y una línea de
investigación independiente, tanto más se inclinaba al análisis y descripción
de las constituciones reales. La gran colección de ciento cincuenta y ocho
historias constitucionales hecha por él y sus discípulos, señala el momento en
que cambia su pensamiento, y sugiere una concepción más amplia de la
teoría política. Esto no significa que Aristóteles se dedicase únicamente a la
descripción. La esencia de la nueva concepción consistía en unir la
investigación empírica con la consideración, más especulativa de los ideales
políticos. Los ideales morales - supremacía de la ley, la libertad e igualdad
de los ciudadanos, el gobierno con arreglo a derecho, el perfeccionamiento
de los hombres en una vida civilizada - son siempre para Aristóteles los
fines para los que debe existir el estado. Lo que descubrió fue que la
realización de esos ideales era infinitamente complicada y requería infinitos
ajustes a las condiciones del gobierno real. Los ideales tienen que existir,
no como el paradigma celestial de Platón, sino como fuerzas que operen
por medio de instrumentos en modo alguno ideal.
LECTURA RECOMENDADA No.2

POLÍTICA Y PERSPECTIVA

Por: Wollin, Shendon.

Edic. Amorrortu, Buenos Aires 1960.


SHELDEN W0LIN
POLÍTICA Y
PERSPECTIVA

LECTURA RECOMENDADA CORRESPONDIENTE A


MAQUIAVELO.

V LA ECONOMÍA DE LA VIOLENCIA.
Antes de Maquiavelo, habían sido pocos los teóricos políticos dispuesto a
cuestionar la formalicen elemental de que "la seguridad es imposible para el
hombre, a menos que esté en conjunción con el poder",87 pero eran todavía
menos los que habrían aceptado declarar que le poder era el atributo
distintivo del Estado. En verdad ha sido y continúan siendo una de las
persistentes inquietudes del teórico político occidental elaborar ingeniosos
velos de eufemismo con los cuales ocultar el hecho desagradable de la
violencia, veces ha hablado, en tono demasiado sonoro, de "autoridad",
"justicia" y "ley", como si estas expresiones honoríficas pudieran por sí sola
trasformar la coacción de simple restricción.

___________________________

84
Prince, II; Discourses, Y, vi (7)
85
Ibid., Y, vi (9). En un momento Maquiavelo utilizó la metáfora de un árbol que necesitaba un tronco lo
bastante grande para sostener varias ramas [ Discourses, II iiii (3) . También fue pertinente su crítica a
Esparta por no haber logrado adaptarse a las exigencias del imperialismof Ibid, II, iii (2-3)]. Los métodos de
expansión para una república fueron examinados en ibid., II. iv
86
Discourse, I, ii (13)

87
Ibid., Y, y (8); History, H, ii (págs 52-53)
Es cierto que el impacto psicológico del poder se suaviza y despersonaliza si
se lo presenta como agente de un objetivo. También es cierto que hay
numerosas sutiles formas de coacción que se van trasformando a medida
que se alejan del extremo de la violencia. Que tal aplicación de la violencia
sea considerada anormal representa una significativa adquisición de la
tradición política occidental, pero si se la acepta con demasiada naturalidad,
puede llevar a descuidar el hecho primordial de que el núcleo esencial del
poder es la violencia, y que ejerce el poder suele ser aplicar violencia sobre
la persona o posesiones de alguien. No se puede acusar a los autores
anteriores a Maquiavelo de haber ignorado el poder.

Los teóricos clásicos medievales han hablado mucho y con elocuencia de


sus efectos embrutecedores y corruptores en quienes han debido ejércelo.
Sin embargo pocas veces encararon el problema del efecto acumulativo
producido en la sociedad por la aplicación constante de la coacción y el
empleo frecuente de la violencia. Esta evasión tuvo lugar, en gran medida,
porque el interés por que poder había surgido primordialmente en relación
con el establecimiento o la reforma de un sistema político. Se presupuso que,
una vez puestos en movimiento los asuntos por los carriles prescritos, una
vez que la educación adecuada, la difusión del conocimiento o de la fe, el
mejoramiento de la moralidad social y todas las demás presiones derivadas
de un medio correctamente ordenado hubieran comenzado a actuar,
disminuiría gradualmente la necesidad de aplicar la fuerza de modo
sistemático.

Tampoco es fácil ver en qué sentido el teórico político moderno ha aclarado


este problema mediante los conceptos focales de "elaboración de
decisiones", "procesos políticos", y "quién obtiene qué, cuándo y cómo. Todo
lo que pueda decir con seguridad es que los eufemismos que constituyen al
poder y la violencia no han sido disipados por el positivismo.

con Maquiavelo, fueron descartados lo eufemismos, y el Estado fue


directamente encarado como una suma de poder, cuyo perfil era el de la
violencia. Maquiavelo opinaba que los elementos vitales de la actividad
política no podían ser controlados ni orientados sin aplicar la fuerza y al
menos la amenaza de violencia. Esta conclusión era sustentada' en parte por
cierto escepticismo acerca de lo que Yeats llamó una vez "la profana
perfección de la humanidad". Era producto también de una convicción acerca
de la estabilidad inherente al mundo político, que podía ser combatida,
aunque solo parcialmente, mediante una acción resuelta. Sin embargo, de
igual importancia para convertir al poder y la violencia en cuestiones
urgentes era la naturaleza del contexto en el cual se ejercía el poder: la
condición fuertemente estructurada del espacio político, que ridiculizaba todo
intento verbal de traducir el poder en simple dirección o supervisión de los
asuntos de la sociedad. La función del actor político era, inevitablemente,
aplicar violencia. Esto era definido con suma nitidez en el caso del
gobernante que, una vez tomado el poder, se veía obligado a "organizar
todo de nuevo en ese Estado".88 "Más que todos los demás príncipes, el
nuevo no puede evitar que lo llamen crueles".89 Aun cuando el actor político
no se veía ante la tarea de crear una tabula rasa, no podía evitar que su
acción causara perjuicios a alguien. Tenía que actuar condicionado por
intereses creados y expectativas, privilegios y derechos, ambiciones y
esperanzas, todos los cuales exigían acceso preferencial a una cantidad
limitada de bienes.

___________________________
88
Discourses, I, xxvi (1).
89
Prince, XVII (1)
Si esta es la naturaleza de la acción política, lo que se ha denominado la
obsesión por el poder de Maquiavelo es más bien su convicción de que le
nuevo "nuevo camino" no podía efectuar contribución mayor que crear una
economía de la violencia, una ciencia de la aplicación controlada de la
fuerza. Tal ciencia tendría por tares proteger el límite que separaba la
creatividad política de la destrucción. "Porque quien merece reproche es el
hombre que emplea la violencia para estropear las cosas, y no quien la
utiliza para corregirlas".90 El control de la violencia dependía de que la
nueva ciencia pudiera administrar la dosis precisa adecuada para
situaciones específicas. En las sociedades corruptas, por ejemplo, la
violencia representaba el único medio de impedir la decadencia, un
tratamiento de shock breve, pero severo, destinado a restaurar la
conciencia cívica de la ciudadanía.91 En otras situaciones, oída disminuir la
necesidad de acciones extremas; se podía manejar a los hombres
recurriendo a sus temores, utilizando la amenaza en lugar de la coacción
efectiva, pero toda aplicación debía ser meditada juiciosamente, porque el
ejercicio indiscriminado de la fuerza y el constante reavivamiento del temor
podían provocar el mayor de todos los peligros para cualquier gobierno: ese
tipo de difundida apresión y odio que empujaba a los hombres ala
desesperación. La verdadera prueba de que la violencia había sido
utilizada correctamente la daba el hecho de que las crueldades aumentaran
o disminuyeran con el tiempo.92

Esta preocupación de Maquiavelo por la economía se manifiesta asimismo


en su examen de las formas exteriores de violencia: guerra, imperialismo y
___________________________
90
Discourses, I, ix (2)

91
Ibid, III, xxii (4). Sin embargo,también había sociedades que se habían corrompido hasta ser irredimibles.
En estas de nada valía el poder. Discourses., I, xvi (2).
92
Prince, VIII (7); Discourses, I, xb/ (3-4); HI, vi (3-4). En Prince, XDC, se trazaba un significado contraste
entre el grado y tipo de violencia necesaria para establecer un nuevo Estado, tal como 1 o ejemplificaba Severto,
con la necesaria para mantener el Estado, como en el caso de Marco, solo a ésta última llama
verdaderamente gloriosa Maquiavelo.
colonialismo. Uno de los objetivos fundamentales del arte de la guerra, era
demostrar que, si bien la acción militar seguía siendo un hecho inevitable de
la condición política, era posible reducir su costo con una adecuada atención
a la estrategia, disciplina y organización. El príncipe y los discursos
continuaba el mismo tema de la economía con consejos como estos: un
príncipe debe tener minuciosamente en cuenta sus recursos porque una
guerra, aunque podía se iniciada por capricho, no era tan fácil de concluir, un
ejército inseguro era un instrumento de violencia ineficaz, porque multiplicaba
la desviación sin obtener ninguna de las compensaciones que otorga la
victoria; evitar una guerra necesaria era costoso, pero prolongarla lo era
igualmente; cuando un príncipe veía debilitada su posición aun habiendo
salido victorioso, era porque había sobrestimado sus recursos de poder.93

Respecto del imperialismo, Maquiavelo aludía al ejemplo de Roma por el


importante motivo de que la política imperial romana había procurado
preservar la riqueza de las poblaciones sometidas y sus instituciones nativa,
limitando así costo que podía provocar la devastación, tanto para los
conquistadores como para los conquistados. Si el imperialismo era manejado
con eficacia, se podía minimizar las consecuencias destructiva, y reducir
toda la transacción a un simple cambio de poder. 94 Las guerras destructivas
impuestas por necesidades tales como hambre, peste o superpoblación
contrastaban con el uso controlado de la violencia por parte de Roma.95 La
necesidad era el enemigo de la violencia calculada.

Si bien la economía de la violencia examinada por Maquiavelo abarcaba


acciones tanto internas como externas, este nunca abrigó seriamente la idea

___________________________
94
Discourses, II, x; III. xxxii; History, VI, i

95
Discourses, II vi, xxxii.
de que fuera posible reducir de modo apreciable la incidencia de la fuerza en
la política internacional. Aunque se pudiera controlar los efectos de la
violencia, el recurso a ella no disminuiría.

Maquiavelo advirtió con suma claridad que la ausencia de disposiciones


arbitrales, como la ley y los procedimientos institucionales, daba al campo
internacional más expuesto que el interno a los conflictos de intereses y las
96
presiones de la ambición. Creía por otro lado, que se podía estructurar la
política interna de la sociedad mediante diversos métodos encaminados a minimizar
la necesidad de actos extemos de presión. La importancia de la ley las
instituciones políticas y los hábitos de civilidad residía en que, al regularizar la
conducta humana, ayudaba a reducir la cantidad de casos en que se debía
aplicar la fuerza y el temor.

La más importante intuición de Maquiavelo en torno del problema de la actividad


política del poder interno apareció cuando comenzó a explorar las implicaciones de
un sistema político basado en el apoyo activo de sus miembros. Comprendió que
el sentimiento popular representaba una forma de poder social que,
adecuadamente explotada, reducía la magnitud de la violencia dirigida hacia la
sociedad en su conjunto. Una razón de la popularidad del sistema republicano
consistía en que era mantenido por la fuerza del populacho, y no por la fuerza
sobre el populacho.97 Cultivar el apoyo del pueblo correspondía a los interese del
príncipe por la economía de fuerza resultante cuando aquel experimentaba una
sensación de participación común en el orden político, si esto, el príncipe debería
recurrir a sus propias reservas de violencia, con el resultado eventual de "
medidas
___________________________
96
Véase el borrador de Maquiavelo reproducido en Machiavel, toutes les letres, E Barimcou, de., París:
Gallimard, 2 vols., 6a de., 1955, vol. I. pág 311

97
Discourses, I, ix (3).
anormales " de represión. "Cuanto mayor es su crueldad, más débil se hace
su régimen".98 La aprobación pública lejos de limitar su iniciativa, podría ser
utilizada para reducir el alto costo en violencia que implicaban las reforma
profundas. En una revolución por consenso (commune consenso) no era
necesario perjudicar mas que a unos pocos. 99

Al evaluar la economía de violencia de Maquiavelo, es fácil criticarla como


producto de la admiración de un técnico por los recursos eficaces. A un siglo
como el nuestro, que ha precenciado la eficiencia sin paralelo desplegada por
los regímenes totalitarios en el complejo del terror y la coacción le resulta
difícil ser tolerante a este respecto.

Sería totalmente erróneo, sin embargo, ver a Maquiavelo al filósofo del


himmlerismo; y la razón fundamental; de esto no es solo que Maquiavelo
consideraba la economía de violencia como medio para reducir la magnitud
del sufrimiento en la condición política, sino que advertía con claridad los
peligros derivados de confiar su uso a los moralmente obtusos. Lo que
esperaba promover mediante su economía de violencia era el empleo" Puro"
del poder, no mancillado por el orgullo la ambición ni motivos de mezquina
venganza.100 Un contraste más significativo con Maquiavelo sería el gran

___________________________

98
Ibid.,Y,xvi(5)
99
Ibid., Ill, vn (2).
100
Ibid., II,xx (4); III, vii (2). Esta preocupación resalta con suma claridad en el notable fragmento
donde describió el destino que acecha a quienes profanan los medios. Se nos explica que le buen
príncipe, que utilizaba el poder para restaurar la salud de la comunidad tenía asegurada fama eterna;
quien destruían o mutilaban sus principados, estaban condenados a eterna infamia [ ibis., I, x (9-101)].
correspondía un condena especial al gobernante inepto que, habiendo recibido un Estado seguro y libre,
lo despreciaba estúpidamente fibid, I, x ( 1, 2, 6); III, v (2) ]. Además, la actividad política tiene, como
la religión, su hagiologí, su jerarquía de sanatos integrada por quienes ha utilizado creativamente el
poder. La primera categoría correspondía a los fundadores de religiones: la siguiente, a quienes habían
establecido reinos o repúblicas; venían luego, en orden de excelencia, los generales, hombres de letra
y,por último, los que se habían destacado en cualquiera de las artes. Pero había tenido también una
lista paralela de los nihilistas, enemigos del futuro, que habían destruido religiones, reinos repúblicas, las
letras y la virtud misma.
teórico moderno de la violencia, Georges Sorel. Este exhibe un ejemplo
auténtico de intelectual político y responsable, encendido por ideas románticas
de heroísmo, predicando el uso de la violencia para fines deliberada y
orgullosamente presentados bajo el vago perfil del " mito" irracional, sin pensar
en el precio, segado por una visión de viriles bárbaros proletarios que
revitalizarían al decadente Occidente.101 No había, en cambio, sugerencia alguna
de infantil deleite cuando Maquiavelo preveía la bárbara y salvaje destructividad
del nuevo príncipe, que barría con los ordenamientos establecidos de la
sociedad y "nada dejaba intacto". Si surgía en cambio, la lacónica observación
de que era preferible ser un ciudadano privado a emprender una carrera que
entrañaba ruina para los otros hombres.102 Esto sugiere que un teórico como
Maquiavelo consciente de la limitada eficacia de la fuerza y dedicado a explicar
cómo utilizar su técnica con más eficacia era mucho más sensible a los dilemas
morales de la actividad política y estaba mucho más entregado a la preservación
del hombre que aquellos teóricos que, saturados por la indignación moral y
ansiosos de regeneración heroica, predicaban la purificación por la sagrada
llamada de la violencia.

___________________________
101
Aunque es posible que el intento de Maquiavelo de crear un mito político-teológico no parezca muy
convincente, y aunque podemos cuestionar su seriedad en cuanto a esperar que el actor político sea
influido por el temor al juicio de la historia, estas consideraciones atestiguan, si la seriedad moral de la
nueva ciencia.

102
Reflexiones sur la violence. París, 10a. de., 1946, págs. 102 - 22, 168, 173 - 74, 202. 273

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