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El arte: factor determinante en el proceso educativo

Bertha Lorena Vera Verján

(Extracto)

Esta investigación es una aportación teórico metodológica con la finalidad de


proporcionar conocimientos y experiencias propias del arte interpretativo, creativo y
expresivo en el niño de edad escolar y está dirigido a aquellos maestros interesados
en impartir la educación artística. Este estudio explica los procesos que subyacen en
el desarrollo creativo, sensitivo e intelectual del escolar, así como las conductas que
se producen en la práctica artística, y se fundamenta en aspectos psicológicos,
pedagógicos y estéticos.

El arte es de vital importancia en la educación ya que es generador del desarrollo de


la expresión creativa natural que todo ser trae consigo, y estimula tanto las
cualidades como los valores sociales, morales y la autoestima. Además, tiene la
finalidad de introducir al educador y al educando en la ardua y fascinante tarea de la
creatividad, la sensibilidad, la apreciación artística y la expresión, factores que
contribuyen al espíritu creativo y social de todo individuo.

El hombre es por naturaleza un ser que necesita comunicarse y expresarse para


relacionarse con los demás. Es un ser único, con una capacidad de autenticidad en
su expresión individual y con un lenguaje que lo diferencia del mundo animal.
Precisamente por este lenguaje el hombre puede expresarse y crear sus propios
símbolos. El individuo ha creado una simbología a través del tiempo; ésta se va
transformando de acuerdo con su evolución intelectual, social y cultural. El hombre
crea diferentes lenguajes y expresa sentimientos ya sea por medios orales, escritos,
corporales, musicales o gráfico pictóricos. Al ir desarrollando su lenguaje el hombre
está contribuyendo a su desarrollo intelectual, creativo y sensitivo. "En la primera
infancia, los niños construyen un repertorio de sensaciones, rutinas y expectativas. A
partir de sus experiencias, confieren un sentido práctico a sus mundos físico y social.
Basándose en esta experiencia, entre los dos y los seis años, los niños normales
recorren el enorme camino que los transforma de animales exploradores en seres
humanos usuarios de símbolos" (D. J. Hargreaves, 1991:44-47).

Trasladando estos fundamentos a la expresión y creatividad en el arte, tendremos a


consideración el desarrollo evolutivo en el educando que le permita "manifestarse
artísticamente en el campo escolar y por ende socialmente". De acuerdo con sus
etapas de desarrollo el dominio de la actividad artística va persistiendo de forma
creativa e interpretativa. Para que llegue a su cauce se necesita de la estimulación
del ambiente escolar y de la sociedad misma. El niño, desde el momento de su
nacimiento, busca el conocimiento del mundo por medio de la percepción, ya sea
visual, táctil o auditiva, y posteriormente llega a una etapa de conocimiento
interpretativo e imitativo. En la medida que va creciendo, busca la forma de
comunicación y expresión en relación con los demás; para esto, toma los elementos
que considera importantes para su entendimiento, comienza a utilizarlos
artísticamente y a proyectar situaciones vivenciales, que expresan sus relaciones
con lo social, lo familiar y lo escolar.

Es aquí donde el niño (de acuerdo con su etapa de desarrollo) comienza a manejar
la simbología (su simbología), su interpretación del mundo de acuerdo con su edad.
La creatividad y la imaginación van de la mano con estos dos elementos; crea sus
fantasías transformándolas en elementos artísticos según la manifestación simbólica
que van adquiriendo; es así como va creciendo dentro de ese proceso de creación
artística; su intelectualidad debe ir a la par con su imaginación para ir creando su
autenticidad expresiva. "El simbolismo o lenguaje intelectualizado presupone, por lo
tanto, el lenguaje imaginativo o lenguaje propiamente dicho. Debe haber, en
consecuencia, una relación correspondiente entre las teorías sobre los dos"
(Collingwood, 1993:213-214).

Artísticamente el niño va fortaleciendo su conocimiento. Cuando ingresa a la


escuela primaria recibe un condicionamiento que va limitando su
forma de expresión, esto es, cuando el niño no recibe de manera
integral la educación. Aquí comienza el problema, cuando no se le promueven
las habilidades y las destrezas, cuando la educación se convierte en teoría y se
pierde la practicidad y se aplica un aprendizaje conductivo y no inductivo. Todo esto
constituye un rompimiento en el desarrollo que vuelve al niño más retraído y menos
expresivo.

El respeto de la individualidad y expresividad del educando es muy importante, ya


que esto proporciona al niño el equilibrio para que su aprendizaje sea más
significativo. Artísticamente, el niño cumple una función evolutiva que le va ha
permitir el desarrollo creativo y colectivo, así como cierta estabilidad emocional. Si el
maestro no respeta al niño en su expresión, éste está contribuyendo a crear un
problema en el educando que imposibilita su formación integral, con la consecuente
subestimación y confusión del valor que esto representa. A esto agregamos que los
maestros, al romper la necesidad real de expresión de sus alumnos, comienzan a
tomar modelos dados para que el niño reproduzca formas, representaciones e
imitación de vivencias u objetos que no le corresponden. Pedagógicamente, el
maestro no está logrando su función social, ni el niño se está formando como un ser
creativo y con la capacidad para resolver los problemas con los que se enfrenta.

Si el niño no está en contacto con la enseñanza artística como un objetivo necesario


para su desarrollo psicomotor, sensitivo e intelectual en la primaria, esto ocasiona
que al iniciar el nivel secundario tenga dificultades tanto del manejo psicomotor de
las habilidades físicas, como en el desarrollo de su pensamiento. Se vuelve un
reproductor de esquemas, sin propuestas ni iniciativas, ya que el entusiasmo que
desprendía del hecho de ser niño en el campo del conocimiento del mundo se
transformó en desinterés del saber porque ha perdido el elemento más importante: la
creatividad.

"Aquello que enriquece al niño en su capacidad creativa no es la obra creadora sino


su proceso creador, es decir, ese suceder continuo de decisiones de toma de
postura ante un diálogo abierto con aquello que se está creando. Esto es lo que le
afianza en su personalidad. ¿Y no es acaso esto la base de partida de toda
educación? Lo que no queda plasmado en el papel, aquello que no se puede elogiar
como obra maestra, puesto que no se ve ni se oye, es importante porque ha
quedado plasmado en lo más profundo del ser y es el alimento de sus raíces que ha
sido engendrado durante el proceso creativo" (Bisquert, 1977:93).

La danza, la música, el teatro y las artes plásticas en la educación establecen una


serie de condiciones importantes que ayudan a la integridad en el desarrollo del
alumno, tales como la psicomotricidad, la expresión y la simbología; la imaginación y
la creatividad, el sentido estético, la apreciación artística, la sensibilidad, la
percepción y el conocimiento. Si estos elementos integradores de la
educación artística no se establecen en el campo educativo, la
formación del niño no se realizará dentro de un sentido pleno y
difícilmente habrá una relación armónica entre el individuo y el
mundo exterior.
En los campos educativos fundamentalmente existe la ausencia del trabajo creativo y
expresivo, por el hecho de que en la educación no se imparten las actividades
artísticas. Esta situación tiene su base en el hecho de que existen pocos maestros
especializados en el área y pocas escuelas dedicadas al arte; esto ocasiona una
falta de promoción de las actividades creativas e intelectuales, un desequilibrio
emocional y corporal, y una cadena de inseguridades en el educando, así como la
desvalorización individual, ocasionada por el desinterés tanto de padres de familia
como de educadores mismos, esto es; por el desconocimiento de lo que es y
significa el arte en la educación. Otra problemática surge cuando el maestro, aparte
de su desconocimiento en el área, no lleva una metodología adecuada con una
pedagogía creativa y comienza a utilizar elementos equivocados en las actividades,
esto es, cuando recurre a:

• La repetición de estereotipos.

• El condicionamiento reforzado por la reproducción de modelos ya establecidos (la


copia).

• La utilización de dinámicas puramente individuales y no colectivas.

• La realización de actividades que no apoyan la formación del alumno, partiendo de


su etapa de desarrollo.
• La falta de estimulación en el desarrollo motor, creador e intelectual.

• La falta de respeto de la simbología del niño.

• La no realización de una decodificación pedagógica (interpretación del trabajo


creativo del niño).

• El manejo de las actividades artísticas de forma eventual y no como continuidad del


proceso educativo.

En este contexto, la educación artística, "el arte, es utilizado nada más que como un
medio y no como un fin en sí mismo". El propósito de la educación por el arte es usar
el proceso de creación para conseguir que los individuos sean cada vez más
creadores no importando en qué campo se aplique esa capacidad.

La introducción de la educación artística en los primeros años de la infancia


podría muy bien ser la causa de las diferencias visibles entre un hombre con
capacidad creadora propia y otro que, a pesar de cuanto haya sido capaz de
aprender, no sepa aplicar sus conocimientos, carezca de recursos o iniciativa
propia y tenga dificultades en sus relaciones con el medio en que actúa. Puesto
que percibir, pensar y sentir se hallan igualmente representados en todo proceso
creador, la actividad artística podría muy bien ser el elemento necesario de equilibrio
que actúe sobre el intelecto y las emociones infantiles" (Lowenfeld, 1961:2-5).

¿Por qué fomentar el arte en la escuela?

El arte en la educación es un factor determinante en el proceso del desarrollo


evolutivo, sensitivo e intelectual del alumno, constituye un medio para comunicarse y
expresarse en pensamientos y sentimientos. Cuando se imparte en el aula, se
comienza a trabajar con la creatividad, la expresión y el desarrollo de la apreciación
estética; elementos que logran integrar la personalidad del alumno, y que, en sí
mismos, pueden llegar a ser terapéuticos, ayudar a liberar tensiones y a proponer
soluciones creativas en la vida cotidiana. Su objetivo fundamental es lograr el
proceso creativo en la educación; esto resultaría de forma más objetiva si este
proceso llevase un planeamiento teórico práctico en los doce años de educación
básica media; su importancia reside en la maduración de la personalidad del
educando y considera un equilibrio en cuanto a pensamiento/cuerpo,
razonamiento/sensibilidad.

Hemos podido constatar que el proceso creador proporciona al que lo realiza gran
satisfacción personal, una satisfacción equilibrante que armoniza al individuo consigo
mismo, estableciendo las bases necesarias para su maduración e integración social.
Asimismo, la persona que experimenta un proceso de creación, desarrolla hábitos y
pautas creativas que luego extenderá a otros contextos y situaciones.
La creación artística, el conocimiento e interpretación de la imagen o la apreciación
estética, son palabras —conceptos— con las que intentamos referirnos a ese gran
mundo de las creaciones plásticas.

En la mayoría de los casos, las ideas no son muy claras. Nuestra educación, que ha
tomado mucho de los lados más deshumanizados de lo científico y lo técnico, y ha
hecho un falso culto de lo racional, consigue que el ámbito del arte nos parezca algo
mágico, irracional e inapreciable, imposible de organizar metodológicamente y, por
tanto, no evaluable.

Solamente algunas personas muy dotadas —pensamos— pueden acceder o


aproximarse a ese mundo: los artistas. Y rápidamente los clasificamos como un
grupo especial, distinto y raro, fuera de la norma, con los cuales poco o nada
podemos tener en común.

Precisamente es la idea contraria la que nosotros, educadores de arte, apoyamos.


La educación artística entendida de esta manera se integra en un concepto de
educación más amplio, que nos llevará a un desarrollo total del individuo, al que "sólo
le ha sido otorgada una única oportunidad de vivir, con esperanzas y desilusiones,
con dolor y temor, con el anhelo de amar y el miedo a la nada y a la separación"
(Fromm, 1970).

La imaginación y la creatividad, factores determinantes en el proceso


educativo
La imaginación nace a partir de las imágenes que va percibiendo el alumno; el niño
elabora también imágenes que sueña y anhela; su fantasía está dentro de lo que él
conoce, su realidad interna le permite la imaginación. La afectividad es uno de los
factores que intervienen en el desarrollo de la imaginación, así como la percepción;
el niño o joven puede imaginar cosas inexistentes, pero sólo al imaginarlas y
plasmarlas a través del arte se convierten en existentes. La asociación de
pensamiento e imagen permite el desarrollo cognoscitivo con el que se asimila la
realidad externa del alumno, desde el punto de vista neurológico las imágenes se
manifiestan en la mente cuando surge el movimiento de las ondas corticales o
musculares, esto es, a partir de la percepción surge el movimiento y aparece la
imagen mental.

La creatividad no es la copia fiel de un objeto determinado o de una realidad; para


ello existe la fotografía, que resuelve en instantes este problema; la creatividad
consiste en el desarrollo de la imaginación y el sentimiento, que nos permite
representar la realidad por medio de una particular interpretación de elementos,
líneas, masas, tonos, colores, movimientos, formas, espacialidad, musicalidad,
coordinación, etcétera; no es la simple observación y reproducción de algo externo.
Cada individuo reacciona ante las imágenes reales en forma diferente, según su
carácter, sensibilidad, formación, experiencia ante los hechos más significativos de
su vida, lo que le permite desarrollar una expresión personal que da lugar a
imágenes muy emotivas. Por esto al lenguaje artístico no solamente se le considera
como un difícil pero maravilloso oficio, sino, principalmente, como un medio de
conocimiento que desarrolla nuestra capacidad creativa y conceptual.

El sentido estético, aspecto necesario en el desarrollo artístico que permite


integrar en el educando un estilo propio de expresión

La belleza induce al hombre a la interiorización espiritual, a la forma y el


pensamiento; logra en él, el desarrollo de la sensibilidad, la flexibilidad mental para
llegar al conocimiento y el trato directo de la materia.

Muchos de nosotros separamos el sentimiento del pensamiento y es necesario que


estos dos se equilibren para lograr la concepción integral de la sensibilidad a la
belleza. El desarrollo de la sensibilidad hace la apreciación estética; el hombre debe
aprender a despertar su sentido perceptivo para que pueda reconocer el sentido
estético.

A través del arte el hombre ha logrado desarrollar su actitud estética con respecto al
mundo, ya que por el medio artístico es capaz de expresar y reflejar los valores, y, al
mismo tiempo, la actitud subjetiva del artista (recordemos que el proceso creador
trae como consecuencia la obra, ya sea a nivel educativo artístico o a nivel artístico
profesional).

La estética está ligada a las formas sociales y a la conciencia del hombre de su


entorno, así como la creatividad en el arte, que viene siendo el método artístico, el
estilo y la dirección, ayudan al hombre a encontrar una orientación útil, humanista,
que encuentra una razón en la existencia de los diferentes fenómenos de la vida, a
elaborar un ideal estético avanzado de acuerdo con la vida social.

Cuando el niño maneja la creación estética está desarrollando su capacidad en


diferentes niveles de potencialidad en el aspecto creativo e imaginativo; estamos
convencidos los maestros que manejamos la educación artística de que son
cualidades innatas y no podemos caer en el error de pensar que la educación no
interviene en el proceso creador si no se estimula al educando en dirección a esto;
caemos en el peligro de que vaya perdiendo su capacidad expresiva y creativa. El
aspecto pedagógico didáctico en la educación artística es muy importante, ya que
actúa de manera favorable en el desarrollo del niño, de su sentido estético y crea la
capacidad de aceptación o no aceptación para determinar, puesto que los cánones
de belleza van cambiando de acuerdo con el tiempo y la época, al igual que todas las
culturas. El objetivo de la estética en la educación es proporcionar al educando
elementos que propicien la transición incondicional de actitudes ante la sociedad que
no se sujeten a la pasividad o a cuestiones ya establecidas, sino que intervengan en
el alumno como un abanico de posibilidades con características divergentes ante las
expectativas vivenciales en su entorno social y cultural.

El arte en la educación crea individuos con actitud abierta y progresiva, capaces de


pensar por sí solos, con espíritu de crítica y capacidad de romper lineamientos ya
estructurados; es importante intervenir con una pedagogía creativa, que dé
soluciones y expectativas, estimulando con el desarrollo estético y eliminando
conceptualizaciones cerradas de belleza absoluta que imponen cánones que
definitivamente obstaculizan el pensamiento creativo.

A modo de conclusión
Estas bases o fundamentos tienen que traducirse a unas líneas de practicidad donde
se articule una mezcla de teoría y experimentación; es conveniente que esta forma
de aprendizaje se realice desde la experiencia personal. Como afirma Torrente
Ballester: "El arte no se entiende: se vive". Esto es tan cierto, que cabría decir que la
enseñanza artística, más que un cúmulo de conocimientos, es un estilo, una
manera de enfocar nuestra actitud hacia las cosas, hacia el entorno; una
especie de predisposición especial para captar la belleza y la armonía y a su
vez producirla. "El arte se encuentra verdaderamente en la naturaleza y lo posee
quien de ella puede extraerlo", nos dice Durero. Y, en realidad, ¿qué somos los
hombres sino naturaleza?

Tomemos en cuenta que el avance del educando se irá dando según la capacitación
que tengamos como maestros; es preciso despojarnos de ideas arcaicas que
suponen que el niño sacará de una manera espontánea todas sus habilidades,
destrezas y creatividad; el alumno se desarrollará de forma espontánea y sincera
pero siempre y cuando el maestro lo estimule, dándole los elementos prácticos de la
expresión artística, para que él se desenvuelva en ese campo.

Para concluir es necesario recordar a todos los maestros, preocupados por la


educación artística, que un programa representa una guía de estudio, que no
necesariamente se tiene que manejar paso a paso como receta, sino que tiene que
tener una flexibilidad que permita adecuarse a las necesidades del grupo escuela, en
el ámbito sociocultural. Además, es necesario hacer la reflexión de que un profesor
de educación artística requiere conocimientos generales, que le permitan estar
constantemente actualizado, ya sea en esta área, así como en otras que estén
ligadas directamente con la educación artística y la cultura.

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