Pareciera haber pasado desapercibida en los ámbitos deportivos argentinos, un
acontecimiento ocurrido durante los últimos Juegos Olímpicos de Verano realizados en Sydney. Allí, y en el marco del esquema de reformas emprendido en las estructuras del Comité Olímpico Internacional, se hizo una elección entre los participantes, para elegir a los deportistas en actividad y retirados que pasaran a integrar las estructuras gubernativas del Comité Olímpico Internacional. Con esa medida se apunta a dar mayor transparencia a la gestión del máximo organismo planetario del deporte de competición, muy cuestionados por algunas practicas sospechadas de corrupción Esta medida, nos hizo acordar que la participación de los deportistas en actividad en la conducción de las federaciones deportivas, fue una de las banderas que levanto en Argentina, la Asociación Argentina de Atletas, que funciono en la ciudad de Buenos Aires, entre fines de 1973 y marzo de 1976. Lo que sigue tiene el valor de un testimonio y por nuestras actividades académicas, sabemos que suele haber mucha distancia entre los testimonios y las investigaciones históricas, pero al respecto lo único que puede manifestar es que lo que sigue es el recuerdo que tengo de la participación en aquella sublime quijotada. En ese entonces ( desearía que ahora no sucedieren cosas parecidas), los dirigentes de las federaciones deportivas argentinas, eran propensos al siguiente “modus vivendi”: Se localizaba a algún personaje destacado en la vida del país, que preferentemente hubiera practicado en su juventud el deporte que regenteaba la federación. Obviamente, la persona elegida estaba ajena a la cotidianidad de dicha federación. El candidato aceptaba el cargo, y los dirigentes, lo utilizaban como “abre puertas” y ellos le “ahorraban” la penosa tarea de administrar la respectiva federación. Así fue, como algunos dirigentes de la Federación Atlética Metropolitana, “descubrieron” que un encumbrado dirigente sindical, reunía el perfil para ser presidente. Por ello ese dirigente sindical de reconocida trayectoria devino en presidente de la Federación Atlética Metropolitana y, efectivamente abrió muchas puertas, algunas de ella permitieron a la Federación obtener su sede ( Parece que tener una sede física es una obsesión de los dirigentes de las federaciones deportivas...). Como el “caballito de batalla" de ese dirigente era la “cogestión", a algunos ingenuos nos pareció que ese era el momento mas adecuado, para introducir la “cogestión “ en la Federación Atlética Metropolitana. Nos parecía que con ello, se podría revertir las tensas relaciones que hasta entonces, eran parte de lo cotidiano entre dirigentes y deportistas en actividad. Así es que pusimos en marcha lo que denominamos la Asociación Argentina de Atletas. Entre los que andábamos en eso recuerdo a “Teddy” Gago, a Marcelo Tiberi, a Mario Díaz, a Alberto Páez, a Rodolfo Lyon, a Alfredo Ailemberger, a Carlos Mathon , a Carlitos Oberti, a Aníbal Figinni, a Graciela Pinto. A poco de funcionar, nos dimos cuenta que al menos para el atletismo, la “cogestión” no corría para ese dirigente. En lo personal, entonces y ahora, tenia en claro que a los que no les convenía la “cogestión” era a los dirigentes que bajo el ala del Presidente, querían seguir repitiendo esas practica de las que todos abominábamos. Y como suele suceder entre los que lo llevaron a esa posición y los que queríamos la “cogestión “ en el atletismo argentino, el dirigente optó por sus amigos. Ello llevó primero a una huelga de atletas de la Federación Metropolitana, previa al campeonato Nacional de 1974. Como represalia la Federación no envió delegación al evento que se realizo en Mar del Plata. Pero allí fue una delegación de la Asociación Argentina de Atletas, para esclarecer al resto de los atletas. En noviembre de ese año, el conflicto llegó a la Asamblea de la Federación Metropolitana, una de las mas concurridas de las que se recuerde, y allí en medio de un clima muy tenso, donde aparecieron personajes que nunca habíamos visto por el atletismo, el dirigente sindical renunció a su cargo, sintiéndonos apoyados los miembros de la asociación (que ya presidía el jabalinero Rafael Difonzo) por la inmensa mayoría de los concurrentes. La Asociación continuo su desarrollo, siempre en relación de conflicto con los mismos dirigentes que llevaron a esa situación y los acontecimientos sobrevenidos en el país en marzo de 1976, sugirieron que era tiempo de cesar sus actividades. Debe reconocerse que hacia 1984, se sanciono en la provincia de La Pampa, una ley que da un sitial en el Consejo Provincial del Deporte a los deportistas en actividad. Somos de los que pensamos que una reglamentación creativa de la Ley Nacional del Deporte(20.655) o la que la reemplace debe prever esos mecanismos de participación efectiva. Vaya pues a raíz de este significativo cambio introducido en las estructuras del Comité Olímpico Internacional, nuestro emocionado recuerdo para esa hermosa experiencia cual fuera la Asociación Argentina de Atletas, que tuvimos el honor de integrar.