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DOCTRINA
Título: Contestaciones al programa de derecho administrativo para acceso a las
carreras judicial y fiscal
Autor: Teso Gamella
Fecha: / /2000
TEMA 2º: El sistema de fuentes del derecho
administrativo
Texto
TEMA 2º: El sistema de fuentes del derecho administrativo
(Esquema)
ii. la constitución
1. La Constitución como norma jurídica
2. La Constitución como norma suprema
3. Principio de interpretación conforme a la Constitución
v. el reglamento
1. Concepto
2. Fundamento
3. Clases de reglamentos
a) fuentes directas:
b) fuentes indirectas:
II. LA CONSTITUCIÓN
1. Clases de delegación
La delegación de las Cortes al Gobierno, prevista en el art. 82 CE, puede revestir dos
formas:
1. Mediante ley de bases, en los casos en que la delegación tiene por objeto la
formación de textos articulados, respetando siempre el contenido de la ley de bases
aprobada por las Cortes.
2. Mediante ley ordinaria de autorización, cuando la finalidad es refundir varios textos
legales en uno solo: textos refundidos.
2. Requisitos
V. EL REGLAMENTO
El salto final descendente en la escala jerárquica del sistema normativo nos sitúa ante
los reglamentos.
1. Concepto
El reglamento es toda norma escrita con rango inferior a la Ley dictada por una
Administración Pública.
2. Fundamento
Históricamente el fundamento se encuentra en la idea de la división de poderes. A
cuyo fundamento ha de añadirse otro de orden lógico que se encuentra en disponer de
normas más ágiles que permitan rapidez en elaboración y derogación (lo que Carl
Schmidt denomina la legislación motorizada). Y finalmente el fundamento jurídico
se encuentra en la atribución de esta potestad reglamentaria que se realiza en la
propia CE (art. 97).
3. Clases de reglamentos
a') Por su origen o por razón del sujeto se clasifican (según los titulares de la potestad
reglamentaria) en estatales, autonómicos y locales:
Reglamentos estatales: los de mayor jerarquía son los Reales Decretos del Consejo
de Ministros, art. 97 CE, subordinados a estos se encuentran las Ordenes de las
Comisiones Delegadas del Gobierno, las Ordenes ministeriales, y finalmente las
instrucciones o circulares de órganos inferiores a ministro dentro del propio
departamento.
Reglamentos de las Comunidades Autónomas: que suelen reproducir la misma
Hemos visto cómo dentro de las clases de reglamentos y según su relación con la ley
distinguíamos entre reglamentos ejecutivos e independientes. Los primeros son
dictados en desarrollo o para la aplicación de una ley, y los segundos se producen sin
previa habilitación legal y en materias no reservadas a la ley.
Pues bien los reglamentos ejecutivos son la forma tradicional y más habitual de
colaboración entre la ley y el reglamento. La ley regula una materia, dejando al
Gobierno que establezca mediante un reglamento las normas necesarias para su
ejecución. Sin embargo en la evolución de esta colaboración se han ido generando
una variedad cada vez mayor de formas de colaboración en un proceso cuya línea
directriz es la apelación creciente de la ley al reglamento, y esta colaboración ha ido,
según Santamaría Pastor, creciendo en cantidad y calidad de modo constante hasta
nuestros días.
El resultado de este proceso ha ido generando una variedad de modalidades de
colaboración entre ley y reglamento, así además del reglamento ejecutivo se han
acuñado otras nociones tales como la de reglamentos delegados o
deslegalización de materias que se produce cuando se entrega al reglamento la
regulación de materias completas por una ley que no contiene apenas regulación
sustantiva sobre las mismas.
Otras relaciones entre la ley y reglamento son las que se derivan de su distribución de
competencias. Así en principio la ley posee un ámbito de actuación ilimitado (dejando a
salvo las atribuciones específicas de competencia que la CE establece), sin embargo
el reglamento debe tener, por necesidad, un campo de actuación residual y limitado: el
que la ley unilateralmente le deje. La ley puede regular cualquier materia (incluso
desplazando al reglamento si éste lo hubiera hecho ya), y el reglamento sólo puede
regular aquellas materias no ocupadas por el legislador, y respetando los casos en que
la CE imponga su regulación por ley.
Nuestra CE recoge el principio de reserva de ley que veremos en la siguiente
pregunta, pero no recoge el principio de reserva reglamentaria, no hay materias
constitucionalmente reservadas al reglamento.
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VII. RESERVA DE LEY, COMPETENCIA Y JERARQUÍA NORMATIVA
Las denominadas instrucciones de servicio o circulares son aquellas órdenes que con
carácter general, en materia de organización administrativa, el superior jerárquico
impone a sus subordinados.
La mayoría de la doctrina ha negado que estas instrucciones sean manifestación del
ejercicio de la potestad reglamentaria o constituyan una fuente del Derecho. Y ello es
así, porque no innovan el ordenamiento jurídico sino que se limitan a dar órdenes o
impartir directivas a los órganos inferiores indicándoles el sentido de su actuación. A
ellas se refiere el art. 21 de la LRJPAC al disponer que los órganos administrativos
podrán dirigir las actividades de sus órganos jerárquicamente dependientes mediante
instrucciones y órdenes de servicio.
Esta configuración tiene dos consecuencias:
sus efectos jurídicos se producen como consecuencia de la obediencia en que se
concreta la jerarquía administrativa (y no por ser manifestación de la potestad
reglamentaria, que no lo son), no vinculando a los jueces o a los particulares, y
sus efectos jurídicos se producen con independencia de que hayan sido publicadas
(aunque su publicación se preve para algunos casos según art. 21.1 párfo. 2º
LRJPAC), basta con que el subordinado haya tenido conocimiento de dicha orden o
instrucción.
El incumplimiento de la instrucción no afecta, por si solo, a la validez del acto, sin
perjuicio de la responsabilidad disciplinaria del funcionario responsable (art. 21.2
LRJPAC)
Finalmente ha de advertirse que, en ocasiones, bajo el nombre de circulares e
instrucciones se esconden verdaderas normas jurídicas y estamos ante verdaderos
reglamentos que regulan o afectan a situaciones jurídicas de los particulares. En estos
casos, para que produzcan efectos jurídicos es necesario que aparte de la publicación
se den todos los requisitos que condicionan el ejercicio de la potestad reglamentaria.
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Los Principios Generales del Derecho son, siguiendo a García de Enterría, aquellos
sobre los cuales se constituyen como tal, las convicciones ético-jurídicas
fundamentales de una comunidad. Pero no se trata de vagas ideas o de principios
morales, sino de principios técnicos fruto de la experiencia de la vida jurídica.
Su admisión como fuente del Derecho viene establecida en el art. 1.4 CCivil. Además,
en la exposición de motivos de la vieja LJCA de 1956 tenía su ya clásico
reconocimiento, al disponer que la conformidad o disconformidad de un acto con el
Derecho no se refiere sólo al Derecho escrito sino al Derecho, en general, al
Ordenamiento jurídico, por entender que reconducirla simplemente a la leyes equivale
a incurrir en un positivismo superado y olvidar que lo jurídico no se encierra y
circunscribe a las disposiciones escritas, sino que se extiende a los principios y a la
normatividad inmanente en la naturaleza de las instituciones.
Algunos de estos principios ya fueron recogidos por la jurisprudencia de nuestro TS, y
muchos de ellos se han ido positivizando. Así la adecuación de las potestades
administrativas a los fines públicos previstos (art. 70.2 LJCA y 63.1 LRJPAC); la
interdicción de la arbitrariedad en el ejercicio del poder (art. 9 CE); la objetividad como
regla de actuación administrativa (art. 103 CE); el principio de irretroactividad (art. 9
CE); las condiciones de igualdad, mérito y capacidad para el acceso a la función
pública (art. 14 y 23.2 CE).
Igualmente estos principios, además de ser fuente del Derecho y de su carácter
informador del ordenamiento jurídico (art. 1.4 Código Civil), son utilizados como una
técnica de control de la actividad discrecional cuya inobservancia determina la
invalidez del acto que los infringe. De este modo, los principios generales proporcionan
criterios a tener en cuenta para enjuiciar las actuaciones discrecionales. No se trata de
sustituir el criterio de la Administración por el del Juez (sustituir la discrecionalidad
administrativa por la judicial) sino de penetrar en la decisión enjuiciada para encontrar
una explicación objetiva que exprese un principio general.
Por último, los expresados principios ya estaban reconocidos para el Derecho
administrativo, en la Exposición de Motivos de la vieja Ley de la Jurisdicción
Contencioso administrativa al señalar que la conformidad o disconformidad de un acto
con el Derecho se refiere, no al Derecho escrito, sino al Derecho en general, al
Ordenamiento jurídico, por entender que reconducirla simplemente a las leyes equivale
a incurrir en un positivismo superado y olvidar que lo jurídico no se encierra y
circunscribe a las disposiciones escritas, sino que se extiende a los principios y a la
normatividad inmanente en la naturaleza de las instituciones.