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¿Qué es evaluar?

“Dar una nota es evaluar, hacer una prueba es evaluar, el registro de las notas se denomina
evaluación. Al mismo tiempo varios significados son atribuidos al término: análisis de
desempeño, valoración de resultados, medida de capacidad, apreciación del “todo” del
alumno” (Hoffman, 1999)
La evaluación es una práctica que no se restringe al ámbito educativo. Cada vez
más, nuestra vida está cruzada por procesos evaluativos. La evaluación es un acto que
parte de un examen, de una indagación. Este acto de inspeccionar, analizar y estudiar a una
persona o cosa se concreta en una instancia que, por lo general, se denomina prueba:

"Prueba: f. Acción y efecto de probar. // Razón con que se demuestra una cosa: dar una
prueba de lo que se afirma (SINÓN. Demostración y testimonio)
"Probar: v.t. (lat. probare). Experimentar las cualidades de una persona, un animal, una
cosa. (SINÓN. v. Ensayar. ) // Examinar la medida o exactitud de una cosa: probar un
vestido. // Manifestar la verdad de una cosa (...)"

La evaluación produce una cierta información. Una evaluación se propone probar,


comprobar algo relativo a las cualidades esperadas de una persona o una cosa. Como la
prueba tiene el fin de demostrar la bondad o la calidad de algo, también tiene un fin moral:
demostrar que alguien o algo es probo. Evaluar es fijar o establecer el valor social de una
cosa o persona en función de una situación de examen y de una prueba. Se puede valorar
los conocimientos de un alumno, su obediencia; se puede valorar el precio fijado a un
inmueble o el costo de oportunidad de realizar una inversión. Evaluar es un acto de sopesar,
medir, estimar. Y el resultado de una evaluación suele ser una calificación. "Calificar: Dar o
poner una nota a un alumno."
La calificación define un lugar, un valor o un precio socialmente reconocido para el
individuo o la cosa evaluada.
Evaluar es una acción que supone el ejercicio de un poder; el poder del evaluador. El
que evalúa es reconocido como una autoridad capaz de preguntar, inspeccionar, examinar,
valorar, calificar, jerarquizar personas y cosas; puede tratarse de un economista destacado,
de un periodista deportivo reconocido, de un crítico de arte o de un docente. Evaluar se
parece mucho a la situación de administrar justicia. Se trata de sopesar y valorar pruebas,
calificar aun individuo y tomar una decisión respecto de su situación. Evaluar es establecer
un juicio acerca de una cosa o persona. El evaluador no es un mero analizador de datos
sino alguien que juzga, que toma una decisión. No por casualidad la evaluación escolar se
relaciona muya menudo con el poder de premiar, castigar o vigilar.

Dos modelos de evaluación


Primer modelo: evaluar es medir productos de aprendizaje para
calificar a los aprendices
Lo denominaremos "modelo de evaluación tradicional". En este tipo de evaluación la
evaluación tiene por función central la calificación del alumno; calificarlo con una nota y
acreditar los supuestos saberes que este alumno posee (o no).

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Las evaluaciones que se realizan sobre los productos del aprendizaje son llamadas
evaluaciones sumativas. La evaluación sumativa se propone apreciar el grado de
apropiación de los contenidos por parte del alumno. Su objetivo es emitir un juicio sobre los
resultados, sobre lo que el alumno ha aprendido. El enfoque de este tipo de evaluación es
retrospectiva: juzga al aprendiz desde el final del proceso y se preocupa por ver qué y
cuánto ha aprendido un alumno.
El proceso de examen, la prueba y la calificación se aplican sobre el desempeño del
aprendiz en una relación de poder marcada por la desigualdad y la concentración del juicio
evaluativo en el docente. En este modelo de evaluación
analizan los errores de la evaluación o de las estrategias de enseñanza y tampoco se utiliza
ningún tipo de instrumento o prueba para hacer un diagnóstico de la situación del aula.
Esta forma o modelo "tradicional" de evaluación es, por lo general, intermitente; no
se realiza en forma continua. Los instrumentos privilegiados para la evaluación son las
pruebas escritas, que se plasman en un instrumento de poder: el boletín de calificaciones.
En este modelo de evaluación, lo que se examina es la posesión de ciertos saberes o
la realización de ciertos procedimientos por parte del aprendiz. El docente fija los
estándares que se debe cumplir y la evaluación se realiza en función de un desempeño
modelo.
Esta visión de la evaluación destaca el logro de los objetivos propuestos. Las pruebas
deben medir el comportamiento observable del alumno o un producto que sea consecuencia
de la adquisición de esa conducta. La evaluación se identifica, prácticamente, con la
medición.
Este tipo de evaluación centra su atención en la medición de los productos
educativos. Los instrumentos de evaluación tradicional, como las clásicas pruebas escritas
con preguntas o con problemas o las pruebas de elección múltiple ("multiple choice")
funcionan en ese sentido.
Entre los problemas que presenta este modelo de evaluación basado en la medida de
los productos del aprendizaje, está el que el evaluador efectúa una valoración y emite un
juicio pero no explica ni investiga las causas que llevaron a ese desempeño. El problema es
que no cuenta con mucha información adicional porque los instrumentos que ha dispuesto
para examinar a sus alumnos por lo general no le aportan otro tipo de datos. En su versión
más tradicional -tan típica de la escuela secundaria- la evaluación basada en la medida
tiene, ante todo, una función de control: comprobar los contenidos que el alumno domina
para calificarlo, castigar o controlar los actos de indisciplina, decidir sobre la promoción del
aprendiz.

Segundo modelo: la evaluación es un juicio complejo acerca del


desempeño de los aprendices y las estrategias de enseñanza
Para este segundo modelo de evaluación, evaluar no es simplemente estimar
productos o rendimientos para asignar una nota; evaluar no es solamente medir y clasificar
a los alumnos en función de los resultados de esa medición. Desde esta perspectiva, evaluar
es emitir un complejo juicio de valor con la finalidad de comprobar un saber pero que, a su
vez, se relaciona estrechamente con la necesidad de mejorar los procesos de enseñanza.

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La evaluación tiene, en este segundo modelo, un lugar más complejo y significativo
en el contexto de las tareas de enseñanza y de aprendizaje. Veamos algunas de las
características de esta concepción:

1. La evaluación no es un proceso neutral u objetivo. Evaluar es efectuar una estimación


compleja de una realidad compleja. Los datos y las informaciones que debe recolectar y
elaborar el docente no se refieren sólo a los productos del aprendizaje o al desempeño de
los alumnos. Hay muchos otros elementos que debe considerar a la hora de evaluar a sus
alumnos: su propia acción, las estrategias de enseñanzas que ha planificado, el currículum
con el que está trabajando, etc.
2. La evaluación se acerca hacia un modelo de investigación. Para evaluar, además de
medir, hay que comprender circunstancias, procesos, significados, historias personales.
3. La evaluación sirve para retroalimentar la tarea de enseñanza; ejerce una influencia
formativa muy importante sobre la labor del desarrollo, tanto de la planificación inicial como
de las revisiones que se van haciendo sobre la marcha.
4. En esta perspectiva, se distingue entre una evaluación sumativa y una evaluación
formativa. La evaluación formativa se orienta a recolectar datos del proceso de enseñanza
y aprendizaje; se realiza con el objetivo de mejorar los procesos de enseñanza y de
aprendizaje, el proyecto educativo de una escuela o la utilización de algún material
didáctico. A diferencia de la anterior, no es retrospectiva sino prospectiva, en tanto su
preocupación se dirige a mejorar lo que queda por realizar.
5. La evaluación diagnóstica, también utilizada en este segundo modelo permite, antes de
comenzar un proceso de enseñanza, analizar el punto de partida de los diversos
estudiantes.
6. Este segundo modelo de evaluación no desconoce la evaluación sumativa. No se plantea
la desatención del estudio de los resultados de aprendizaje o de los logros alcanzados por
los alumnos. Lo que distingue a un modelo de otro es el peso relativo que tiene uno u otro
tipo de evaluación y la perspectiva con la que -entre otros aspectos- se analizan los
resultados de aprendizaje.

Síntesis de los dos modelos analizados


Si se analiza en detalle la cuestión, estos dos modelos dan respuestas diferentes a las
preguntas fundamentales de la evaluación:
1. ¿Qué se evalúa?
2. ¿Cómo se evalúa?
3. ¿A quién/es se evalúa?
4. ¿Quién evalúa?
5. ¿Qué decisiones se vinculan con la evaluación o qué efectos prácticos provoca?

Lo que aparece claro es que en el primer modelo, la evaluación es normativa, basada


exclusivamente en criterios establecidos de antemano. La evaluación es un proceso
totalmente preordenado que mide éxitos o fracasos. En el segundo caso, la evaluación toma
en cuenta las particularidades específicas de los procesos de enseñanza y de aprendizaje. La
evaluación es un proceso que responde y se adapta a los sucesos y se propone describir y
comprender. En la primera perspectiva se evalúa al aprendiz y se excluye la evaluación de

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la enseñanza y del proyecto institucional. Se trata de aspectos que no forman parte de la
evaluación en la enseñanza. En la segunda perspectiva, por el contrario, se amplía lo que
entra dentro del foco de la evaluación, incluyendo la evaluación del currículum, del proyecto
institucional y del plan o diseño del docente. Entre el primero y el segundo modelo o
perspectiva cambia el objetivo y el objeto de la evaluación.

Instrumentos de evaluación ¿Cómo evaluar?


La evaluación, como hemos mencionado, puede ser utilizada como un instrumento
de control social que fija parámetros y legitima niveles de acreditación. Sin embargo, una
mirada reflexiva sobre las prácticas pedagógicas, implica concebirlos como herramientas
que permiten identificar el modo en que el alumno construye su conocimiento. Esto implica:

Comprender el significado de las respuestas elaboradas por el alumno.


Considerar el tipo de información relevada por el docente en relación al proceso de
aprendizaje y al proceso de producción.

Los instrumentos de evaluación, no pueden plantearse al margen de los criterios de validez,


confiabilidad, practicidad y utilidad que mencionaremos a continuación:

• Validez: se refiere al grado de precisión con que se mide lo que se desea


medir. En este sentido es absolutamente relevante la muestra sobre la cual se
ejecuta la medición. Porque no se trata de determinar si el instrumento es o no
válido. La validez se refiere siempre a los resultados, para lo cual deben
considerarse el uso que se hará de éstos. “Cuando se requiere determinar si un
instrumento es válido se requiere, entonces, información acerca de los criterios que
han presidido su construcción y administración. Los criterios son entonces, externos
a la evaluación misma” (Camilioni, 2003)

• Confiabilidad: se refiere al grado de exactitud con que se mide un


determinado rasgo. La confiabilidad debe ser estable y objetiva,
independientemente de quien utiliza un programa o un instrumento de evaluación.
“Un instrumento confiable permite aislar los aspectos que mide de otros que para el
caso se consideran irrelevantes” (Camilioni: 2003)

• Practicidad: se refiere a la viabilidad de la construcción, administración y


análisis de resultados.

• Utilidad: refiere a la medida en que una evaluación resulta últil para la


orientación tanto de los alumnos como de los docentes, la escuela o a los sectores
interesados en la calidad de la educación.

Tipos de instrumentos de evaluación


Existen diversos instrumentos de evaluación y se clasifican según estén orientadas
hacia los procesos o hacia los productos. En el primer grupo se mencionan los portafolios,

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las entrevistas, las observaciones documentadas, los registros de aprendizajes diarios, la
auto evaluación, los informes de entrevistas sobre proyectos, productos y muestras del
alumnos y la expresión en voz alta del pensamiento del alumno. Más orientadas a la
evaluación de productos encontramos instrumentos tales como las pruebas de ensayo (que
pueden ser de respuesta extensa o limitada), los proyectos, las carpetas de trabajos,
Muestras, Investigaciones, Productos de expresión artística y test estandarizados del tipo de
“Multiple choice”.

De Ketele, describe una serie de estrategias de evaluación que, en nuestra opinión,


conforman una buena orientación al momento de definir cual sería el instrumento de
evaluación más adecuado:

Evaluación clásica puntual empírica: en esta categoría ubica los exámenes escritos
tradicionales y la “lección oral” tradicional que denomina “Entrevista libre”. Al respecto de
este tipo de evaluaciones señala que a menudo no están establecidos claramente los
criterios de evaluación porque muchas veces se trata de criterios implícitos.

Evaluación centrada en los objetivos: incluye aquí otros instrumentos de evaluación que
se diseñan conforme a parámetros más precisos, como los tests o entrevistas centradas en
objetivos, así como el análisis de contenidos. Estos instrumentos se caracterizan por poseer
criterios explícitos aunque varíe su nivel de puntualización.

Evaluación durante el proceso: aquí se encuentran diferentes alternativas de


observación destinadas a establecer valoraciones a lo largo del proceso educativo. De Ketele
denomina a estos instrumentos “observación libre, sistemática y provocada”.

SOBRE LOS CRITERIOS DE EVALUACION


CRITERIO: regla, norma, pauta. Juicio, discernimiento, convencimiento, cordura,
sentido común, persuasión. (Federico Carlos Sainz de Robles. Diccionario Español de
Sinónimos y Antónimos, Aguilar, 1953).

Desde el punto de vista evaluativo general un criterio puede definirse como un


enunciado claro y comunicable que expresa un desarrollo educativo deseable al cual se debe
llegar a partir de un proceso de interacción entre las directivas institucionales, los
profesores, los estudiantes y en algunos casos los padres de familia. En otras palabras el
criterio (ya sea general o específico) es una manifestación de algo considerado como
importante para la comunidad educativa. El enunciado de un criterio cumple, entonces, el
papel de orientación y guía para quienes están involucrados en el desarrollo de los procesos
educativos y sirve de base para emitir el juicio evaluativo.

La evaluación con base en criterios supone partir de dos elementos


fundamentales:

1. La definición clara y explícita del aspecto educativo que se quiere evaluar. Pensemos, por
ejemplo, qué se está evaluando cuando le decimos al estudiante que un trabajo escrito se

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juzgará a partir de la "coherencia interna" que presente; o cuando nos interesa evaluar
aspectos tales como la "comprensión de una situación social", "capacidad de
planteamiento", "crítica a un concepto", "calidad del trabajo en grupo", etc.

2. En la evaluación basada en criterios es necesario describir con suficiencia el significado


de cada uno de los aspectos educativos que se quiere evaluar, esta descripción se hace por
medio de la explicitación de criterios pertinentes a cada uno de los aspectos que será objeto
de evaluación.

A manera de ejemplo, si lo que se quiere evaluar es el aspecto "calidad de los


procesos de trabajo en grupo" debo descomponer ese aspecto en algunos criterios que me
ayudarán a explicar y comunicar a los estudiantes el sentido de la evaluación que se
realizará.

Algunos criterios podrían ser: "suficiencia del tiempo dedicado al trabajo", "calidad de
la participación de los diferentes miembros del grupo", "coherencia de los planteamientos
realizados", "pertinencia de la bibliografía consultada", "cumplimiento en la entrega de los
trabajos".

Los criterios deben explicarse para lograr un adecuado nivel de comunicación con los
estudiantes Por ejemplo: el criterio "pertinencia de la bibliografía utilizada" pueda
entenderse como "la consulta de obras de carácter investigativo relacionadas con el tema y
publicadas durante los últimos cinco años".

Bibliografía
Gvirzt, Silvina y Palamidessi, Mariano. Primera edición (1998),”El ABC de la tarea docente:
currículum y enseñanza” Capitulo 8, Aique, Buenos aires.

Angulo Rasco, F. (1995), “La evaluación del sistema educativo: algunas respuestas críticas
al por qué y al cómo”, en: AAVV, Volver a pensar la educación (Vol. II), Morata/Paideia,
Madrid, pp. 194-219.
CAMILLONI, A. (1998 ) “La calidad de los programas de evaluación y de los instrumentos
que los integran” y “Sistemas de calificación y regímenes de promoción” en: A. Camilloni y
otros: La evaluación de los aprendizajes en el debate didáctico contemporáneo. B Paidós
Educador, Buenos Aires.
DE KETELE, J. M. (1984), “Cap. 2: Evaluar para educar: ¿por qué?, ¿qué?, ¿quién?,
¿cómo?", en: Observar para educar, Visor, Madrid
HOFFMAN, J. (1999), “Cap. 1: “Evaluación y construcción del conocimiento”, en: La
evaluación: mito y desafío: una perspectiva constructivista, Mediaçäo, Porto Alegre.
Imbernón, Francisco (1993) “Reflexiones sobre la evaluación en el proceso de enseñanza-
aprendizaje. De la medida a la evaluación", en Revista Aula de Innovación Educativa Nro
20, Año II, Depto de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Málaga

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