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Intervención Psicosocial en la Familia | 1

UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA Y A DISTANCIA


UNAD

ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES, ARTES Y


HUMANIDADES

PROGRAMA DE PSICOLOGÍA

CURSO

DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL EN LA FAMILIA

Elaborado Por: Miguel Miranda

Actualización: Ps Erika Jazmín Rodríguez Alarcón


Intervención Psicosocial en la Familia | 2

INTERVENCION PSICOSOCIAL EN FAMILIA

UNIDAD 1 ACERCAMIENTO A LA FAMILIA

CAPITULO 1 APROXIMACIONES AL CONCEPTO DE FAMILIA


LECCION 1 El concepto de familia
LECCION 2 La familia a la luz de los enfoques psicológicos
LECCION 3 La Familia desde la propuesta ecosistémica
LECCION 4 Genograma familiar
LECCION 5 Tipología familiar
CAPITULO 2 CICLO VITAL DE LA FAMILIA
LECCION 1 Aproximación histórica al concepto de ciclo vital
LECCION 2 Principios del desarrollo de los sistemas complejos
LECCION 3 Características de familia como sistema evolutivo
LECCION 4 Transición y cambio
LECCION 5 Etapas del ciclo vital de las familiar
CAPITULO 3 TERAPIAS FAMILIARES
LECCION 1 Desarrollo
LECCION 2 Técnicas
LECCION 3 Evolución de la Psicoterapia Breve
LECCION 4 Técnicas de la psicoterapia Breve
LECCION 5 Terapia sistémica Transgeneracional.

UNIDAD 2 ACERCAMIENTO A UN PROCESO DE ATENCION

CAPITULO 1 DEMANDA Y DIAGNOSTICO


LECCION 1 Afirmación
LECCION 2 Información
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LECCION 3 Comprensión
LECCION 4 Diagnóstico: Situacional
LECCION 5 Diagnóstico: Estructural y funcional
CAPITULO 2 INTERVENCION Y CAMBIO
LECCION 1 Preventiva
LECCION 2 Crítica
LECCION 3 Constructiva
LECCION 4 Proceso de cambio situacional
LECCION 5 Proceso de cambio Estructural y funcional
CAPITULO 3 EVALUACION Y EXPERIENCIAS
LECCION 1 Procesos
LECCION 2 Metas
LECCION 3 Propósitos
LECCION 4 Dimensión ética de la Terapia Familiar
LECCION 5 La Terapia desde el punto de vista del constructivismo social
BIBLIOGRAFIA
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UNIDAD 1

ACERCAMIENTO A LA FAMILIA

CAPITULO 1 Aproximaciones al concepto de Familia

Sin la pretensión de hacer una exposición exhaustiva de las múltiples


aproximaciones que han querido explicitar el funcionamiento de la familia, se
mencionan aquellas más relevantes, partiendo de varios supuestos:

1. Los niveles de salud, bienestar y desarrollo de las personas y las familias


están determinados por múltiples factores interrelacionados.
2. La probabilidad individual y familiar de desviarse de la salud y del bienestar
depende del equilibrio existente entre esfuerzos, recursos y necesidades.
3. La familia es un contexto de por si complejo e integrador, que participa en la
dinámica interaccional de los sistemas biológico, psicosocial y ecológico,
dentro de los cuales se movilizan los procesos fundamentales del desarrollo
humano.
4. El adecuado funcionamiento familiar es un factor protector del desarrollo, en
tanto que la disfunción familiar es un factor predisponente de la aparición de
dificultades psicosociales (factor de riesgo).
5. La familia goza apenas de una relativa autonomía, dado que esta sujeta a
una serie de relaciones y de controles por parte de otras instancias sociales
que la impulsan a desarrollar nuevas practicas y a responder tanto por los
efectos que se supone genera en los hijos, como por fenómenos sociales
que van cambiando, conforme se van modificando a través de la historia los
marcos socioeconómicos y culturales. En la actualidad, entre esos
fenómenos están las adicciones, la locura, de delincuencia, las crisis
existenciales y hasta la infelicidad de los hijos.
6. El estudio de la familia ha estado ligado al progreso de las ciencias, pero
sobre todo al desarrollo de la humanidad, en cuanto a que las estructuras,
el funcionamiento y el sentido de este grupo primario son el resultado de la
evolución misma de los hombres.
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7. El aporte de la psicología al estudio de la familia ha corrido paralelo con el


avance de las escuelas y enfoques psicológicos más difundidos en el
mundo, los cuales han nutrido diversas prácticas sociales, dentro de la
familia y en las instituciones y sistemas que entran en contacto con ella.

LECCION 1 El concepto de familia

Se adopta la concepción de la familia como un sistema natural y evolutivo. No


obstante, es interesante contemplar otras concepciones, pues es esta
diferenciación la que permite comprender los distintos niveles de abordaje y de
intervención.

1. La familia como institución social

Como institución, la familia es una serie de abstracciones de la conducta, un


sistema de normas que tienen el carácter de reglas de comportamiento para sus
miembros. Las normas sociales se organizan en patrones que son particulares
para cada tipo de institución según el área de la vida de la cual se ocupe. Así, a la
familia le corresponde garantizar:

1) El adecuado funcionamiento biológico de los individuos de la sociedad.


2) La reproducción de sus miembros.
3) Su adecuada socialización.
4) La provisión y distribución de los bienes y servicios.
5) El mantenimiento del orden dentro del grupo y en su relación con el resto
del sistema social.
6) La definición del sentido de la vida y la motivación para preservar la
supervivencia individual y del grupo (Collins, 198).

En cuanto institución garante de la protección de los miembros de la sociedad, la


familia es objeto jurídico de estudio y de intervención.
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2. La familia como grupo

A través de la familia como grupo humano, la institución social se activa y se


perpetúa en el tiempo. Como grupo, de familia es un conjunto de personas que
interactúan en la vida cotidiana para preservar su supervivencia, de manera que el
foco de estudio se orienta mas hacia su funcionamiento interno, que hacia las
relaciones normativas con el exterior.

Esto no significa que se pueda estudiar a la familia separando estas dos visiones,
pues ambas coexisten y mantienen una relación reciproca e indisociable. Lo que
ocurre es que las aproximaciones teóricas a la explicación de esta relación han
variado en el tiempo, según el grado en que consideren a la familia como un
agente social activo o pasivo; si su papel es activo, se la definirá como causal de
cambios en otros aspectos de la estructura social; y si es pasivo, ella será el
receptáculo de la incidencia de otras instituciones, principalmente la economía y la
política, cuyos avances se definen a veces como más rápidos y determinantes
absolutos de cualquier otro cambio.

No obstante, en la actualidad nadie se inclina por tal sobre simplificación, sino que
se admite que la familia es tanto causa como efecto de cambios hacia dentro y
hacia fuera de si misma, posición justamente asumida por el enfoque sistémico
(Burr, 1973).

3. La familia como construcción cultural

La familia es un constructo cultural, constituido por valores sociales, tradicionales,


religiosos y políticos, puestos en acción por sus miembros en la medida en que la
forma que adquiere la familia, así con el estilo de relación entre las personas que
la componen y las posturas políticas y religiosas inherentes a su constitución, son
todas establecidas por el medio cultural. Sin embargo, cada núcleo familiar
interpreta ese dictamen proveniente del gran sistema social, lo modifica y lo
concreta según su propia experiencia, en patrones de relación, rituales y
celebraciones idiosincráticos que determinan su identidad como familia.
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Esos rituales y rutinas ayudan a reducir el impacto negativo de los cambios y de


los eventos inesperados de la vida, constituyéndose por lo tanto en fortalezas que
favorecen la estabilidad familiar, sin necesariamente restringir su evolución, pues
en ese continuo intercambio con el ambiente exterior, las familias re-forman la
cultura, re-formulan la tradición y cambian la sociedad.

4. La familia como conjunto de relaciones emocionales

La familia es una forma de vida en común, constituida para satisfacer las


necesidades emocionales de los miembros a través de la interacción.

El afecto, el odio, la complacencia y todos los demás sentimientos, muchas veces


encontrados, proveen un ambiente dentro del cual los individuos viven procesos
que determinaran su estilo de interacción en otros contextos, tales como la
escuela, el trabajo y sus relaciones afectivas fuera de su núcleo de origen.

Las emociones se actúan inicialmente en la familia, porque en principio, este seria


el medio mas seguro para practicar la alegría, la rabia, la tristeza, el miedo, el
amor, etc., en la medida en que ella proporcione un ambiente protector e intimo,
basado en el afecto incondicional entre sus miembros.

Cuando la familia no logra mantener ese clima, fracasa en su función de satisfacer


las necesidades emocionales de sus integrantes.

LECCION 2 La familia a la luz de los enfoques psicológicos

Las ciencias humanas, y específicamente la psicología, no son disciplinas


autónomas sino saberes inmersos en el devenir histórico y cumplen con una
función de validar y orientar, científicamente``, ciertas practicas inherentes a los
cambios del sistema social. Estas unciones adscritas a las profesiones recientes,
han favorecido la psicologizacion de la cultura a través de un discurso de
divulgación, coherente con fuerzas sociales que giran, en forma contradictoria, en
pro y en contra de a unidad familiar
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Así, los distintos enfoques se han originado y han contribuido a soportar


movimientos y costumbres dentro de una red de interacciones científicosociales
complejas y circulares, antagónicas y complementarias, de manera tal que es
imposible saber si son las teorías psicológicas las que han impulsado esos
movimientos o si tan solo los han validado.

Ese afianzamiento del discurso psicológico sobre la dinámica familiar, se asocia


con varios hechos que implican el cambio en la función social de la familia.

En el régimen anterior a la industrialización y a la creación de grandes núcleos


urbanos, la atención a la familia se dirigía ante todo a afirmar su posición
económica, social y de poder, pues como unidad de producción, su subsistencia y
su continuidad dependían del sentimiento de pertenencia y de la fidelidad de sus
miembros, con lo cual se concedía primacía a la filiación como medio para
preservar y mejorar esa posición a través de los hijos.

Ahora las relaciones tienden a ser contractuales, por la prevalecía de la


satisfacción de la necesidades individuales sobre la conservación de los núcleos
primarios, lo cual, junto con el predominio de la estatización de la economía y el
incremento de los servicios públicos, ha designado a la familia como un grupo
encargado de una cuidadosa labor educativa, mas que como un núcleo de
producción.

Las consecuencias de este movimiento se aprecian en la transformación de la vida


familiar en dos dimensiones fundamentales:

En primer lugar, se ha producido un aislamiento –principalmente de la familia


nuclear en las grandes ciudades-, acompañado por la difusión de nuevas formas
que llevan consigo una intensificación de la vida al interior del grupo familiar. Es
decir, la familia esta ahora más centrada sobre si misma, más atenta que antes a
los menores detalles de la educación de los niños, y por lo tanto, se ha vuelto
ávida consumidora de cualquier producto que le permita darse cuenta de su propia
manera de ser.
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Esta circunstancia favorece la aparición de diversas disciplinas y profesiones que,


como la psicología, ofrecen alternativas, tanto a los padres como a los hijos, para
hacer frente a un fenómeno psicológico e internacional sin precedentes en la
historia, porque por primera vez, padres e hijos, cara a cara en pequeños
espacios, deben manejar los fenómenos propios de una convivencia tan estrecha.
Este se constituye así en un proceso de sofisticación psicológica y en la norma de
la familia feliz, fuera de la cual, algunos parecen no encontrar salvación.

Otra transformación, contradictoria con la anterior porque facilita la


desestabilización de la familia, corresponde a la reciente preocupación por la
calidad de la vida sexual y afectiva de los padres, de manera que las parejas
actuales deben ser a la vez padres muy dedicados a sus hijos para prevenir
cualquier posibilidad de trauma, excelentes amantes y profesionales en asenso,
para responder a las elevadas expectativas de realización individual.

Así, la problemática de la familia actual aparece entre estas dos líneas de


transformación, siendo que además su margen de autonomía se esta reduciendo,
porque al tiempo que se le adscriben inmensas demandas afectivas, deben
redoblar los vínculos psicológicos como medida de contención de sus miembros,
lo cual se interpone a las expectativas de autonomía individual.

Si antes el valor fundamental era el de filiación, ahora el éxito personal esta en la


individuación y no en la aceptación de una herencia o de un destino familiar, de
esta forma se alimenta un conflicto, pues los padres proveen un inevitable modelo,
del cual el individuo tiene que liberarse con ayuda de estrategias psicológicas.
Pero liberación implica el debilitamiento del círculo familiar y el sacrificio del rol de
la madre –para quien el hijo era antes el principal objeto posible de inversión de
afecto-, aunque esto ocurre a favor del ejercicio de la sexualidad de la mujer.

Curiosamente, a medida que aumentaron los estudios sobre la importancia del


apego en la relación madre-hijo, también aumentaron los relativos a la sexualidad
femenina.
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Por otra parte, con la saturación de normas higiénicas, psicológicas y pedagógicas


provenientes del medio, se hace difícil diferenciar a la familia del continuum
disciplinario del aparato social.

En coherencia con todo esto, la familia tiene hoy un doble papel sobre la infancia:
uno de liberación protegida en beneficio de la individuación y otro de libertad
supervisada, para cumplir la función de filtro desde y hacia el entorno social, ya
que debe cuidar a los hijos de las malas influencias exteriores, tanto como
equiparlos para desenvolverse adecuadamente en el medio.

La liberación protegida que caracteriza la educación de los niños, proviene de las


enseñanzas de Freíd, Decroly, Montessori, Spitz y Bowlby, entre otros, a partir de
las cuales se han escrito toda serie de textos dirigidos a los padres que desean
evitar traumatizar a sus hijos, como guardianes que deben protegerlos tanto de los
peligros interiores como exteriores a la familia.

Dentro de este panorama, han aparecido movimientos y programas de atención a


la familia, que conjugan conceptos y técnicas psicológicas provenientes de los
distintos enfoques, en consonancia con las circunstancias históricas, cuyo impacto
se describe brevemente a continuación.

1. Incidencia del psicoanálisis

Aunque Freud no se propuso nunca hacer una teoría sobre la familia, es evidente
que se refirió a ella en distintos tópicos de su discurso, provocando sin duda
mucha mayor incidencia teórica y social que cualquier otro modelo de abordaje
psicológico de la familia. Freud se refirió a ella en estudios de caso, al hablar
sobre la técnica analítica, en sus estudios de metapsicologia y en sus trabajos
interpretativos sobre la historia, la sociedad y la cultura. No obstante, como lo
plantea Porter (1978), habría varios obstáculos importantes para que Freud
lograra una amplia conceptualización de la familia.

En primer término, estaría la misma práctica terapéutica basada en la cura


individual, a pesar de que el mismo dijera que:
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´´debido a que la naturaleza de los hechos forma el material del psicoanálisis,


estamos obligados a prestar mucha atención en las historias de los casos a las
circunstancias puramente humanas y sociales de nuestros pacientes, tanto como
a los datos somáticos y a los síntomas del desorden. Sobre todo, nuestro interés
estará dirigido hacia las circunstancias familiares´´ (Freud, 1953).

Esto significa que si bien la familia es el contexto de las experiencias con las que
trabaja el psicoanálisis, Freud busca descomponer al individuo en sus relaciones
familiares, esenciales pero inconscientes; porque tomando como unidad aislada, el
individuo seria incomprensible para el analista, razón por lo cual debe darle
sentido a la vida interior del analizado, rastreando sus contenidos en el pasado
significativo de la familia.

Vista así, la familia es el secreto del individuo; su referente, pero no realmente su


contexto. Por lo tanto, esta postura dificulta la comprensión sicoanalítica de la
realidad social, desplazándola hacia el nivel biológico del inconsciente o
simplemente hacia el nivel individual.

Otro obstáculo tiene que ver con la universidad del complejo de Edipo promulgada
por el psicoanálisis, principio que podría ser valido como explicación de
formaciones psíquicas dentro de estructuras familiares muy particulares, pero no
como una conceptualización generalizable a una teoría social mas amplia, que se
ha teñido de ideología, tal como señala Malinowski (1982), quien reconoce la
existencia de un complejo nuclear de la familia, pero con características que no
son fijadas por mecanismos de orden biológico, sino que varían en función de la
cultura.

Un tercer obstáculo consiste en la limitada posibilidad del psicoanálisis ortodoxo


para explicar el funcionamiento de los grupos humanos, debido a su intento de
reducir todos sus fenómenos a los mismos patrones emocionales aplicados al
inconsciente individual con respecto a la familia de origen; ello implica desconocer
los factores histórico-sociales que sirven de contexto tanto a la familia como a
cualquier otro grupo, dado que Freud presenta la dimensión psicológica de la
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historia como el recuento del progresivo crecimiento, linear y continuo de la


estructura psíquica individual, como si la ontogenia recapitulara la filogenia.

Sin embargo, dentro del psicoanálisis contemporáneo, Lacan (1977) introduce un


cambio de foco, pasando del estudio intrapsiquico de los instintos a los patrones
de interacción expresados lingüísticamente por los miembros de la familia y
condicionados por factores culturales. Para él, el consciente esta constituido por el
interjuego simbólico entre los padres y el hijo, con lo cual la visión individualista de
Freud parece superada. Por su parte, Deleuze y Guattari (1972), plantean en su
obra ´´Anti-Edipo´´, como la familia no es más que el lugar del deseo durante un
cierto periodo de la vida, ya que por lo demás ella esta siempre abierta al mundo y
estructurada por él.

Autores como Donzelot (1979) han causado además al psicoanálisis por su


complicidad con el ´´establecimiento´´, afirmando que se ha puesto al servicio de
un orden social basado en la máxima evitación de las cuestiones políticas, para
justificar y renovar los dos principales marcos de referencia que lo sostienen:

El uno, la norma social como un principio de realidad, y el otro, la familia su


aniquilación y sus privilegios como un principio de valor.

No obstante sus limitaciones en relación con la comprensión de la familia, hay una


serie de premisas psicoanalíticas sobre la naturaleza humana que han sido
asimiladas por la cultura, tales como:

1) El determinismo del desarrollo de la personalidad en la infancia y la


explicación de la patología como la inadecuada resolución de alguna de sus
fases.
2) Con base en el complejo de Edipo, todos los conceptos relativos al apego
en la relación madre-hijo y las explicaciones de los conflictos entre los
miembros de la familia.
3) La utilización de los mecanismos de defensa como explicación de los
problemas interacciónales, tanto en la familia como en otras instancias
sociales.
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4) El concepto de trauma como explicación de las dificultades personales.


5) El concepto de transferencia, que justifica la psicoterapia como un territorio
para reparar las malas experiencias de la infancia.

Como consecuencias de la aplicación de estos principios, aparecen los siguientes


riesgos:

1) La culpabilizacion de los padres por el comportamiento de los hijos.


2) La propuesta de reemplazar las malas familias por buenas instituciones de
asistencia y protección de la infancia. Solo en los últimos años, cuando el
Estado se ha sentido incapaz de cubrir los costos de las instituciones, ha
vuelto a buscar en la familia y en la comunidad el auxilio para la crianza.
3) La psicologizacion de la vida en un lugar de su politización, en la medida en
que se atribuyeron las causas de todos los problemas, aun sociales, a los
fenómenos de la intimidad familiar, y se desconocieron las incidencias de
los demás contextos e instituciones.

2. Aportes del conductismo

De este enfoque provienen sobre todo aportes a la comprensión de a familia como


unidad de control, evidentes en:

a. La definición de familia como una instancia educativa, que utiliza los refuerzos
primarios y los refuerzos sociales condicionados, en cooperación con las
expectativas culturales sobre la conducta de los individuos; teniendo en cuenta
que la familia como grupo también es susceptible al reconocimiento y a la
censura de su entorno, responde al condicionamiento social que la premia o
no, según la eficacia con que cumpla su encargo de educar y controlar a sus
miembros.
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b. La idea de que funciones humanas tan complejas como la paternidad, la


relación conyugal o el ejercicio de la sexualidad, se aprenden como si fueran
habilidades meramente conductuales, lo cual ha llevado a que se confundan
los procesos de enseñar y aprender, en el sentido de creer que todo lo
aprendido es susceptible de ser enseñado, de manera consiente, lógica,
ordenada y racional.

Esta confusión descalifica muchos otros procesos psicológicos involucrados en


estos fenómenos, como el marco valorativo, el mundo emocional y los procesos
inconscientes implícitos en los problemas y en sus soluciones. Aunque no pueda
generalizarse esta afirmación, se diría que estas ideas han nutrido, en cierta
medida, el espíritu de las escuelas de padres y de la educación sexual.

c. La explicación y sistematización de los mecanismos de control a través de los


principios del aprendizaje en términos de de condicionamiento, castigo y
extinción, los cuales se han descrito en abundante literatura psicológica de
divulgación acerca de la crianza, confirmando la idea de que las relaciones
conyugales y finales pueden programarse de la misma manera que otros
procesos simples de condicionamiento.

3. Influencia de los llamados modelos humanistas

De estos modelos que propugnan por el desarrollo del potencial humano, ha


venido el énfasis en la búsqueda de la individualidad, aunque ello implique la
ruptura con la familia, principalmente con los padres, vistos como figuras de
normalización, de quienes es necesario liberarse.

Estos modelos, donde caben la terapia rogeriana, la gestalt, la bioenergética y aun


el análisis transaccional y la antipsiquiatria, se extendieron durante las mismas
décadas de difusión del feminismo y de otros movimientos de liberación de las
minorías. Por lo tanto no han escapado a la ideologización de los cambios en los
roles sexuales y familiares y han servido como fundamento a la creación de los
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grupos de apoyo como modalidad de trabajo con personas en dificultad, donde se


aplican técnicas terapéuticas que favorecen la descarga emocional como vía de
liberación y el respaldo del grupo como recurso para enfrentar a los supuestos
opresores.

La conjugación de todas estas teorías como normas para la definición de lo normal


y lo patológico, ha inducido ciertos planteamientos riesgosos para la sana
promoción de la familia: por un lado, han surgido utopías e ideologías acerca del
funcionamiento familiar, que tomadas como norma universales de la vida, pueden
conducir a una deformación de la realidad histórica, social e idiosincrásica de
cada familia. Por otro, ha progresado una tendencia a la patologización de ciertas
etapas del ciclo vital del individuo (como la adolescencia y la vejez), y a la de
fenómenos estructurales que afectan a la familia (como la separación conyugal o
el nacimiento de un segundo hijo), al definirlos como problemáticos por naturaleza,
cuando por el contrario, vistos desde otra perspectiva, estos eventos son muchas
veces motores necesarios para impulsar la evolución de la familia y de sus
miembros.

Otra limitación de los abordajes psicoanalíticos, conductuales y humanistas, es


que han pretendido explicar un fenómeno grupal como es la familia, con base en
principios surgidos del estudio del psiquismo individual tomado como objeto.

Nadie puede dudar que las intervenciones psicológicas desde cualquier enfoque
han aportado a la recuperación de muchas personas y familias, pero es necesario
apuntar los riesgos y limitaciones de tales medidas, sobre todo cuando se aplican
desconociendo los paradigmas y los valores que implican y movilizan, pues los
agentes de intervención no pueden pecar por ingenuidad filosófica ni por omisión
de acciones.

Por otra parte, las visiones parciales sobre la familia son insostenibles si se
analizan a la luz del paradigma sistémico-ecológico de la ciencia, el cual reconoce
la diversidad y la complejidad como condiciones para la comprensión de los
fenómenos en este momento histórico, y la noción de eco-dependencia, según la
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cual, toda acción que se ejerza sobre uno de ellos, repercute inevitablemente
sobre el individuo, la familia y su contexto

LECCION 3 La Familia desde la propuesta ecosistémica

Esta perspectiva surge como resultado de un salto paradigmático, del individuo al


grupo familiar como objeto de estudio e intervención y trae como consecuencia el
cambio de foco, de los atributos a los procesos interacciónales como unidades de
análisis. Por otra parte, permite asumir una posición menos catastrófica con
respecto al futuro de la familia, pues conduce a creer, según las mismas
evidencias históricas, que seguirá quizá cambiando la estructura familiar en cuanto
a su composición, al tipo de unión conyugal, a la permanencia del vinculo y al
estilo de relación intergeneracional, pero permanecerá su organización como
grupo que suple la satisfacción de las necesidades psicoafectivas y sexuales, con
base en una clase de vínculos que no se da en otros contextos; por ejemplo, las
comunas como alternativa a la familia no sobrevivieron.

El concepto de sistema

Un sistema es un todo resultante de partes interdependientes. La definición de


sistema incluye los conceptos de totalidad, interdependencia, jerárquica,
comunicación y control, teniendo en cuenta que:

a. La interdependencia entre los componentes no es mecánica sino interactiva,


pues todas las partes del sistema existen en un conjunto de relaciones
mutuamente condicionantes.
b. Si bien un sistema social esta integrado por partes, es a su vez una parte de un
sistema mayor en expansión.
c. Los subsistemas se organizan en un orden jerárquico, no horizontal. La
jerarquía más que un simple ordenamiento a lo largo de una dimensión lineal,
representa una serie de niveles de complejidad creciente que se contienen
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unos a otros. Así el individuo es contenido por la familia, esta por su


comunidad inmediata y esta por la sociedad en general, por ejemplo.
d. El sistema desarrolla patrones de comunicación y mecanismo de control que
son autogenerador y autorregulados, en función de las tendencias que
coexisten en todo sistema a la homeostasis y a la evolución y el cambio.

La delimitación del sistema depende del observador. Por la razón, según el nivel
de observación elegido, el sistema puede ser: el individuo en su contexto familiar,
laboral, escolar social, etc.; la familia; el sistema de ayuda, conformado por el
profesional y los consultantes; la empresa o la institución; la escuela; el barrio, etc.

Esta delimitación corresponde a la de los niveles de intervención e implica un


cambio en los objetos de estudio, pues ya no son los entes ontológicos en si
mismos (el individuo, su personalidad, la familia, etc.), sino que los objetos de
observación y análisis son ahora los patrones de interacción que constituyen el
sistema.

La familia como sistema

En la aproximación sistémica, la familia se concibe como un todo diferente a la


suma de las individualidades de sus miembros, cuya dinámica se basa en
mecanismos propios y diferentes a los que explican la del sujeto aislado.

La familia es un sistema social natural, que puede ser estudiado en términos de su


estructura, o forma como esta organizado en un momento dado, y sus procesos, o
formas en las cuales cambia a través del tiempo.

La familia es un sistema, en la medida en que esta constituida por una red de


relaciones; es natural, porque responde a necesidades biológicas y psicológicas
inherentes a la supervivencia humana; y tiene características propias, en cuanto a
que no hay ninguna otra instancia social que hasta ahora haya logrado
reemplazarla como fuente de satisfacción de las necesidades psicoafectivas
tempranas de todo ser humano.
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Existe además una serie de lealtades entre sus miembros, cuya intensidad, a
pesar de que fluctúan a través de los años, la distingue de otras instancias
sociales a las cuales equivocadamente se ha equiparado la familia. Aunque
instituciones como la escuela realicen tareas de socialización similares, en
ninguna se da el grado de apego afectivo propio de a familia, teniendo en cuenta
que por medio del afecto se generan no solo los fenómenos de vinculación
emocional concomitantes, sino que este sentimiento se constituye en un
instrumento de control, en el buen sentido, o de manipulación cuando es mal
usado en las relaciones interpersonales.

Como sistema, la familia obedece al principio de no sumatividad, en cuanto a que


el todo es mayor y diferente de la suma de sus partes, por lo cual no puede ser
descrita simplemente por la adición de los rasgos de sus miembros individuales.

La organización familiar y los patrones interacciónales implican un interjuego de la


conducta de sus integrantes, de modo que lo que se enfoca en la observación del
funcionamiento del sistema familiar son sobre todo los patrones de conexión y no
solo el desempeño individual.

El grupo familiar, como todo sistema, tiene unos limites que constituyen su
perímetro; ellos tienen la función de contener a sus integrantes, protegerlos de las
presiones exteriores y controlar el flujo desinformación que entra y sale en sus
relaciones con el entorno, de manera que cumplen funciones tanto protectoras
como reguladoras, con el fin de conservar a los miembros unidos y al sistema
estable. Cuando la permeabilidad de los límites es excesiva, el sistema puede
perder su identidad e integridad, y cuando es escasa, el sistema se cierra y se
aísla.

También como sistema, la familia se ajusta al concepto de casualidad circular, en


cuanto a que siendo un grupo de individuos interrelacionados, un cambio en uno
de ellos afecta a los demás y al grupo total, en una cadena circular de influencia.
Cada acción en esta secuencia es a la vez una reacción y por lo tanto la causa de
las dificultades no se buscara, como desde la perspectiva lineal, intentando
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identificar un evento traumático, sino que, obedeciendo al principio de


equifinalidad, se asumirá que el mismo origen puede llevar a diferentes resultados
y el mismo resultado puede surgir de distintos orígenes.

La especificidad de la familia como sistema reside además en un conjunto


particular de roles y de reglas implicáis y explicitas de funcionamiento, a partir de
las cuales se organizan las responsabilidades y la interacción familiar, se prescribe
y se limita la conducta de los miembros para mantener la estabilidad del grupo.
Los roles de madres, padres e hijos son exclusivos de la familia y encarna
expectativas sociales que a su vez movilizan patrones de interacción correlativos a
normas de orden cultural, las cuales se acoplan a cada familia según su
idiosincrasia y su marco de referencia particular.

Los patrones de interacción son secuencias comunicacionales repetitivas, que


caracterizan a cada unidad familiar conforme al «principio de redundancia»; estas
tiene un carácter netamente descriptivo de las secuencias interacciónales del
sistema, pero a medida que avanza la familia por su ciclo vital, actúan como
«normas» que sirven para evaluar la conducta de los miembros, en consonancia
con valores que provienen de la cultura y de la religión, a su vez asimilados en una
forma particular en cada familia.

Para mantener el sistema en un estado estable a través del tiempo, las reglas se
delimitan y se refuerzan por medio de mecanismos homeostáticos, asociados ante
todo a procesos de retroalimentación que se evidencian en interacciones
complementarias o reciprocas. Así, una amplia desviación de la norma familiar
puede ser contrarrestada para regular la tensión y restaurar el equilibrio familiar u
homeostasis.

A lo largo de su historia, la familia podrá reorientar o reestructurar su sistema de


normas, estableciéndose una dinámica entre las normas y los hechos, de manera
que, por ejemplo, la forma como una familia asimile el nacimiento de un hijo,
dependerá de la concepción que tenga acerca de ese mismo hecho y de los
patrones de funcionamiento que desplieguen en coherencia para enfrentarlo.
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Ese proceso morfostatico, orientado a preservar la estabilidad, es insuficiente para


comprender la marcha de un sistema abierto como la familia, por lo cual su
funcionamiento se explica además con base en proceso morfogenéticos, gracias a
los cuales ejerce su flexibilidad para adaptarse a los cambios externos e internos a
los que esta sujeta. Estos últimos corresponden a los imperativos del desarrollo,
en la medida en que la familia como todo y cada uno de sus integrantes,
evolucionan en el curso de su ciclo de vida; los cambios externos corresponden a
eventos críticos provenientes del entorno, pero tanto los unos como los otros
demandan modificaciones en los patrones de interacción, con el fin de que la
familia logre establecer ese balance entre estabilidad y cambio, propio de los
sistemas complejos.

Otra de las características típicas de la familia es su estructura de poder, con una


jerarquía asociada con las diferencias de edad y de sexo de sus integrantes, cuya
valoración e implicaciones para la interacción, están determinadas tanto por los
factores culturales como por los idiosincráticos de cada familia.

Una definición completa de familia incluye por lo tanto tres perspectivas: una
estructural, relativa a los aspectos de composición, jerarquía, limites, roles,
subsistemas, etc.,; otra funcional, relacionada con los patrones y fenómenos de la
interacción, y otra evolutiva, donde se considera la familia como un sistema
morfogenetico en creciente complejidad. Estructura, funcionamiento y evolución,
conducen a identificar la cosmovisión de la familia como tal y de la sociedad y los
individuos sobre ella, de modo que en su estudio se incluya también su marco de
creencias y valores, contemplando al mismo tiempo las ideologías allí
subyacentes.

Todos estos elementos están en permanente interacción, en forma tal que las
creencias por ejemplo, pueden mantener cierto tipo de estructura y de
funcionamiento, lo mismo que cambios en uno de estos dos aspectos pueden
conducir a un cambio de creencias.
Intervención Psicosocial en la Familia | 21

Dentro de la visión sistemática, los trastornos individuales se connotan como


síntomas de una disfunción familiar, teniendo en cuenta que si bien el
comportamiento y el desarrollo de un individuo son desadaptativos en relación con
el exterior, puede ser funcionales y adaptativos dentro del contexto familiar. Los
desajustes individuales operarían entonces como un regulador de la estabilidad
familiar, aunque en otro nivel aparezcan como expresión y motivo de tensión
dentro del sistema. Así, la sicopatología se define como un problema relacional y
la conducta sintomática individual se ve anclada en un patrón disfuncional de
interacción.

Dada la naturaleza circular de la casualidad, la respuesta familiar al desajuste


individual será un importante factor de recuperación del individuo portador de
sintomatología, considerando que las familias que atraviesan por un periodo de
disfunción tienden a mantener los síntomas a través de los procesos
interacciónales.

Los síntomas serian indicios del intento del sistema total por maximizar o
minimizar una cierta conducta, proceso que aparece entonces como una
desviación extrema de su rango homeostático, pero tal desviación es sojuzgada
finalmente mediante procesos de orden superior que pueden incluir a otros
sistemas. Es decir, la aparición de síntomas en una persona seria tan solo un
punto específico dentro de los patrones recursivos y reflejarían un intento de su
sistema familiar de ajustarse a modificaciones de su estructura interna, de su
desarrollo o a exigencias del entorno en el proceso de interacción.

A pesar de su intensa interacción con el ambiente, cada familia es un organismo


social que conserva su organización y su identidad, aunque a lo largo del tiempo
cambien las relaciones efectivas que tienen sus integrantes. Esto significa que lo
que se modifica es solamente el modo de conservar su organización, pero no su
estructura esencial, pues de lo contrario perdería su autonomía y su identidad,
dejando de ser reconocible como unidad y como totalidad.
Intervención Psicosocial en la Familia | 22

En la perspectiva eco-sistémica, el individuo y la familia o son nociones


sustanciales sino organizacionales, que emergen dentro de lo que Edgar Morin
(1986) y Gregory Bateson (1979) llaman apertura ecológica, en la cual la
existencia es la cualidad de un ser que se produce sin cesar, en relaciones de
eco-dependencia o de autonomía dependiente. Esta paradoja se comprende al
aceptar que el entorno es constitutivo de los seres que se alimentan en el y
coopera sin interrupción con su organización a través de relaciones variadas que
pueden ser complementarias, concurrentes y antagonistas.

En los sistemas humanos como la familia, tal ecodependencia esta plenamente


mediatizada por los dominios lingüísticos, dentro de los cuales se generan y se
preservan tanto as relaciones como la construcción de la realidad, partiendo del
supuesto de que como humanos, solo tenemos el mundo que creaos con otros,
dentro de un contexto histórico social donde el pasado y el futuro contienen
causas y finalidades móviles, simultáneamente con la construcción de sentido en
los niveles individual, familiar, social y cultural.

LECCION 4 Genograma familiar

Definición y aspectos generales:

El genograma es una representación gráfica de una constelación


multigeneracional (por lo menos tres generaciones), que registra información
sobre los miembros de esa familia y sus relaciones. Su estructura en forma de
árbol proporciona una rápida “gestalt” de las compleja relaciones familiares y es
una rica fuente de hipótesis sobre cómo un problema clínico puede esta relaciona
con el contexto familiar y su evolución a través del tiempo.

Por lo general el genograma se construye durante la primera sesión y luego se lo


revisa a medida que se obtiene información. El genograma ayuda al terapeuta y
ala familia a ver un “cuadro mayor”, tanto desde el punto de vista histórico como
del actual: es decir, que la información sobre una familia que aparece en el
Intervención Psicosocial en la Familia | 23

genograma puedes interpretarse en forma horizontal a través del contexto familiar


y vertical a través de las generaciones.

El genograma incluye por lo menos a tres generaciones de familiares así como


también sucesos nodales y críticos en la historia de la familia, en particular los
relacionados con el “ciclo vital”.

Aunque los teóricos de la terapia familiar estructural y estratégica (Minuchin,


Haley, etc) no utilizaron genogramas en sus enfoques, prefiriendo concentrarse en
las relaciones emocionales de la familia inmediata, sin embargo, están interesados
en las estructuras jerárquicas, en especial en las coaliciones donde se cruzan los
límites generacionales.

La familia se repite a sí misma. Lo que sucede en una generación a menudo se


repetirá en la siguiente, es decir, las mismas cuestiones tienden a aparecer de
generación en generación, a pesar de que la conducta pueda tomar una variedad
de formas. Bowen lo denomina transmisión multigeneracional de pautas familiares.

La hipótesis es que “las pautas vincularas en generaciones previas pueden


suministra modelos implícitos para el funcionamiento familiar en la siguiente
generación”. En el genograma, se buscan estas pautas que continúan o se
alternan de una generación a otra.

Carter considera que el “flujo de ansiedad” en un sistema familiar seda tanto en la


dimensión vertical como en la horizontal. El flujo “vertical deriva de pautas de
funcionamiento que se transmiten históricamente de una generación a otra, en
especial a través del proceso del triangulo emocional. El flujo de ansiedad
“horizontal” surge de las tensiones actuales que pesan sobre la familia medida que
avanzan a través del tiempo soportando los cambios inevitables, las desgracias y
las transiciones en el ciclo vital familiar. Con la tensión suficiente en este eje
horizontal, cualquier familia experimentará disfunción. Además, las tensiones en el
eje vertical pueden crear nuevos problemas de modo tal que hasta una pequeña
tensión horizontal puede tener serias repercusiones en el sistema. Por ejemplo, si
una mujer tiene muchas cuestiones son resolver con su propio padre (ansiedad
Intervención Psicosocial en la Familia | 24

vertical), le puede resultar difícil trata las dificultades normales en la relación de


pareja con su propio esposo (ansiedad horizontal). El genograma ayuda al
terapeuta a rastrear el flujo de ansiedad a través de las generaciones y del
contexto familiar actual.

Elaboración del genograma familiar:

Elaborar un genograma supone tres niveles:

1. Trazado de la “estructura” familiar:

La base del genograma es la descripción gráfica de cómo diferentes miembros de


una familia están biológica y legalmente ligados entre sí de una generación a otra.
Este trazado es la construcción de figuras que representan personas y líneas que
describen sus relaciones.

A continuación se detalla los respectivos símbolos que se utilizan para la


construcción de los genogramas:

1) Cada miembro está representado por un cuadro o un círculo según sea


varón o mujer.

2) El “paciente identificado” viene representado con doble línea en el cuadro o


círculo.

3) Para una persona fallecida se coloca una “X” dentro del cuadro o circulo.
Las figuras en el pasado distante (mas allá de tres generaciones), no se
marcan ya que están presumiblemente muertas.

4) Los embarazos, abortos y partos de un feto muerto se indican por los


siguientes símbolos:

• Embarazo: Triangulo

• Parto de un feto: Cuadro con una cruz en su interior

• Aborto espontáneo: Circulo negro


Intervención Psicosocial en la Familia | 25

• Aborto provocado: Cruz

5) Las relaciones biológicas y legales entre los miembros de las familias


representan por líneas que conectan a dichos miembros.

6) Si una pareja viven juntos pero no están casados se utiliza una línea de
puntos.

7) Las barras inclinadas significan una interrupción del matrimonio: una barra
para la separación y dos para el divorcio.

8) Los matrimonios múltiples pueden representarse de la siguiente manera:

• Un marido con varias esposas: Se une el actual matrimonio con una


línea recta y los anteriores con una línea que tangencialmente es
cortada por otras dos.

• Cada cónyuge tuvo varios consortes: Se una el actualmente


matrimonio con una línea recta y los anteriores matrimonios se unen
con líneas rectas que tangencialmente son cortada por otras dos

9) Si una pareja tiene varios hijos, la figura de cada hijo se coloca conectada a
la línea que una la pareja. Los hijos se van situando de izquierda a derecha
desde el mayor al más joven.

10)Se utiliza una línea de puntos para conectar un niño adoptado en la línea de
los padres.

11)Los hijos mellizos se representan por la conexión de dos líneas


convergentes a la línea de los padres; si son monocigoticos (idénticos) esto
a su vez están conectados por una barra.

12)Para indicar los miembros de la familia que viven en el hogar inmediato, se


utiliza una línea punteada para englobar a los miembros que convenga.

2. “Registro” de la información sobre la familia:


Intervención Psicosocial en la Familia | 26

Una vez que se ha trazado la estructura familiar podemos comenzar agregar


información sobre la familia:

a) Información demográfica: Incluye edades, fechas de nacimiento y muertes,


ocupaciones y nivel cultural. Se ponen en el interior del círculo (mujeres) o
cuadrados (hombres) la edad. Si han fallecido además se cruzan
interiormente con una cruz.

b) Información sobre el funcionamiento: La información funcional incluyen


datos más o menos objetivos sobre el funcionamiento médico, emocional y
de comportamiento de distintos miembros de la familia. La información
recogida sobre cada persona se sitúa junto a su símbolo en el genograma.

c) Sucesos familiares críticos: Incluyen cambios de relacione, migraciones,


fracasos y éxitos. Estos dan un sentido de continuidad histórica de la
familia. Los hechos críticos de la vida están registrados en el margen del
genograma o, si fuera necesario, en una hoja separada.

3. Descripción de las “relaciones” familiares:

El tercer nivel en la construcción del genograma comprende el trazado de las


relaciones entre los miembros de una familia. Dichas descripciones están
basadas en el informe de los miembros de la familia y en observaciones
directas. Se utilizan distintos tipos de líneas para simbolizar los diferentes tipos
de relaciones entre dos miembros de la familia.

Como las pautas vinculares pueden ser bastantes complejas, resulta a menudo
útil representarlas en un genograma aparte.

A continuación se expone la representación grafica de distintos tipos de


relaciones:

Fusionados: tres líneas paralelas.

Unidos: Dos líneas paralelas.


Intervención Psicosocial en la Familia | 27

Distante: Una línea.

Apartados: Una línea cortada tangencialmente por otra línea.

Conflictivos: Una línea quebrada que une a los dos individuos.

Fusionados conflictivos: Tres líneas paralelas que en su interior contiene una


línea quebrada.

Interpretación del genograma:

Para continuar con los criterios metodológicos se establecen varias categorías que
sirven para la interpretación de un genograma. Aunque se presenten por
separado, las categorías suelen superponerse unas con otras.

a) Composición del hogar:

Un vistazo a la estructura del genograma suele mostrar la composición de la


familia, es decir, si una familia nuclear intacta, una familia son uno de los
padres solamente, una familia que volvió a casarse, una familia de tres, etc.

b) Constelación fraternal:

La posición fraternal puede tener una particular importancia para la posición


emocional de una persona dentro de la familia de origen y en las futuras
relaciones con su cónyuge e hijos. A menudo, los hijos mayores sienten que
son especiales y en particular responsables de mantener el bienestar de la
familia o dela continua con al tradición familiar. Del hijo mayor siempre se
esperan grandes cosas.

Al hijo menor quizá se le trate como al “bebe” de la familia y puede estar


acostumbrados a que otros se ocupen de él. Los más jóvenes pueden sentirse
más libres y menos cargados con la responsabilidad familiar.

No es sorprendente que los hijos únicos tienden a ser mas independientes


desde el punto de vista social y menos orientados hacia las relaciones con sus
iguales. Los hijos únicos tienen características mezcladas tanto de los hijos
Intervención Psicosocial en la Familia | 28

mayores como de los menores, aunque haya predominio de las primeras como
resultado de ser el único de atención de los padres.

Es común que los hijos del medio muestren características ya sea de hijo
mayor y del hijo menor o de ambos combinadas. Con frecuencia, un hijo del
medio, a menos que él o ella sea el único varón o la única mujer, debe luchar
para obtener un rol en la familia. Un niño así puede escapar de las
intensidades dirigidas al mayor o al menos, pero también deberá luchar para
que lo tomen en cuenta.

La posición fraterna puede predecir algunas dificultades maritales. Por ejemplo,


Tolman predice que aquellos, que contraen matrimonio con un cónyuge de la
misma posición fraternal tendrán más dificultades en adaptarse al matrimonio.

Sostiene que para las parejas que provienen de posiciones fraternales


complementarias, el matrimonio será más difícil porque todo sigue siendo igual
(el matrimonio repite su constelación de hermanos).

El género es otro factor importante en la interpretación de las configuraciones


de la constelación fraterna en un genograma. Por ejemplo, un chico con todas
hermanas tendrá mucha experiencia con las niñas pero muy poca con los
varones y viceversa. Dichas experiencias (o falta de ellas) con el sexo opuesto
pueden afectar también la compatibilidad marital.

Otro factor para comprender las constelaciones familiares es la diferencia de


edad entre hermanos. Una regla práctica es que cuando mayor es la diferencia
de edades, menor es la experiencia de hermanos que posiblemente hayan
tenido. Por lo general, los hermanos con una diferencia de edad mayor de seis
años son más hijos únicos que hermanos, ya que han pasado las etapas del
desarrollo por separado.

Es importante no tomar las hipótesis sobre la constelación fraterna en forma


demasiado literal. La investigación empírica en este terreno no es concluyente
porque existen muchos factores que pueden modificara o moderar la influencia
Intervención Psicosocial en la Familia | 29

de la constelación fraterna. Sin embargo, tener conocimiento de la constelación


puede proporcionar, desde el punto de vista clínico, explicaciones
normalizadoras útiles sobre los roles de las personas en su familia.

Otros factores que pueden influir modificando el rol de la constelación familiar


son: el momento del nacimiento de cada hermano en la historia familiar; las
características especiales del niño; el “programa” familiar para el niño; las
actitudes e inclinaciones parentales sobre las diferencias sexuales: la posición
fraterna del hijo respectó a la del padre.

c) Configuraciones familiares inusuales:

Al estudiar el genograma, a veces ciertas configuraciones estructurales “saltan


a la vista”, sugiriendo temas o problemas críticos para la familia.

A modo de ejemplo, se pueden observar:

• Multitud de separaciones y/o divorcios.

• Preponderancia de mujeres profesiones de éxito: artistas, científicos,


políticos, etc.

• Frecuencia en adoptar hijos.

• Las mujeres por línea paterna están solteras – hermanos de una familia
contraen matrimonio con hermanas de otra familia.

• Reiteración en la elección de un tipo de profesión: maestros, médicos,


comerciantes, etc.

d) Adopción al ciclo vital:

Esta categoría implica la comprensión de las transiciones del ciclo vital a las
cuales se esta adotando una familia. El ajueste de edades y fechas en un
genograma nos permite ver si los sucesos del ciclo vital se dan dentro de las
expectativas normalizadas. De no ser así, se puede seguir investigando las
posibles dificultades al manejar esa fase vital del ciclo evolutivo de la familia.
Intervención Psicosocial en la Familia | 30

Por lo tanto, es importante observar en el genograma aquellas edades que


difieran mucho de la norma para su fase del ciclo vital. Las fechas de
nacimientos, muertes, abandono del hogar, de casamientos, separación y
divorcio que aparecen en el genograma son muy útiles a este respecto.

e) Repetición de pautas a través de las generaciones:

Dado que las pautas familiares pueden transmitirse de generación en generación,


el terapeuta debe estudiar el genograma para tratar de descubrir pautas que se
hayan ido repitiendo a través de las generaciones.

El funcionamiento de los miembros de una familia puede repetirse a través de las


generaciones. En dichos casos, un estilo particular de funcionamiento (ya sea de
adaptación o inadaptación) o de la forma de tratar un problema pasa de una
generación a otra. Esta transmisión no necesariamente se da en la siguiente
generación un padre alcohólico puede tener hijos abstemios y los hijos de éstos
pueden convertirse en alcohólicos.

LECCION 5 Tipología familiar

La familia es el núcleo o el epicentro donde se forma la sociedad o el país. Por


esta razón no debe ser maltratada, violada, esclavizada, ignorada por su color de
piel, desterrada por sus orígenes o principios de religión. Tampoco debe ser
odiada por el sitio donde se ubica o vive en este mundo.

Los lazos principales son de dos tipos: vínculos de afinidad derivados del
establecimiento de un vínculo reconocido socialmente, como el matrimonio (que,
en algunas sociedades, sólo permite la unión entre dos personas mientras que en
otras es posible la poligamia), y vínculos de consanguinidad, como
la filiación entre padres e hijos o los lazos que se establecen entre los hermanos
que descienden de un mismo padre. También puede diferenciarse la familia según
el grado de parentesco entre sus miembros:
Intervención Psicosocial en la Familia | 31

 Familia nuclear, padres e hijos (si los hay); también se conoce como
«círculo familiar»;
 Familia extensa, además de la familia nuclear, incluye a
los abuelos, tíos, primos y otros parientes, sean consanguíneos o afines;
 Familia monoparental, en la que el hijo o hijos vive (n) sólo con uno de los
padres;
 Otros tipos de familias: aquellas conformadas únicamente por hermanos,
por amigos (donde el sentido de la palabra "familia" no tiene que ver con un
parentesco de consanguinidad, sino sobre todo con sentimientos como la
convivencia, la solidaridad y otros), etcétera, quienes viven juntos en la mismo
espacio por un tiempo considerable.

En muchas sociedades, principalmente en Estados Unidos y Europa occidental,


también se presentan familias unidas por lazos puramente afectivos, más que
sanguíneos o legales. Entre este tipo de unidades familiares se encuentran las
familias encabezadas por miembros que mantienen relaciones conyugales
estables no matrimoniales, con o sin hijos.

Según expone Claude Lévi-Strauss, la familia encuentra su origen en el


matrimonio, consta de esposo, esposa, reproducción de una sociedad, esto es, la
incorporación de nuevos miembros en el tejido de relaciones sociales, no se
realiza únicamente por medios biológicos. Si se considera que la familia debe
reproducirse biológicamente, esta conceptualización de la institución que se
aborda en el artículo no serviría para calificar como «familias» a aquellos grupos
donde Ego 3 o su consorte (o ambos) están incapacitados de reproducirse
biológicamente.

En estos casos, la función reproductiva se traslada a los mecanismos de


reclutamiento socialmente aceptables (como la adopción). El reclutamiento de
nuevos miembros de una familia garantiza su trascendencia en eizadora de la
familia en Occidente se ha debilitado conforme se fortalecen las instituciones
especializadas en la educación de los niños más pequeños. Esto ha sido
motivado, entre otras cosas, por la necesidad de incorporación de ambos
Intervención Psicosocial en la Familia | 32

progenitores en el campo laboral, lo que lleva en algunas ocasiones a delegar esta


función en espacios como las guarderías, el sistema de educación preescolar y,
finalmente, en la escuela. Sin embargo, este fenómeno no se observa en todas las
sociedades; existen aquellas donde la familia sigue siendo el núcleo formativo por
excelencia.

Por otra parte, la mera consanguinidad no garantiza el establecimiento automático


de los lazos solidarios con los que se suele caracterizar a las familias. Si los lazos
familiares fueran equivalentes a los lazos consanguíneos, un niño adoptado nunca
podría establecer una relación cordial con sus padres adoptivos, puesto que sus
"instintos familiares" le llevarían a rechazarlos y a buscar la protección de los
padres biológicos. Los lazos familiares, por tanto, son resultado de un proceso de
interacción entre una persona y su familia (lo que quiera que cada sociedad haya
definido por familia: familia nuclear o extensa; familia monoparental o adoptiva,
etc.). En este proceso se mezclan un fenómeno puramente biológico: es también
y, sobre todo, una construcción cultural, en la medida en que cada sociedad define
de acuerdo con sus necesidades y su visión del mundo lo que constituye una
«familia».

CAPITULO 2 Ciclo vital de la familia

LECCION 1 Aproximación histórica al concepto de ciclo vital

En la primera mitad del siglo veinte se despertó especial interés por el concepto de
ciclo vital, tanto en la sociología como en la psicología. Freud propuso las etapas
del desarrollo psicosexual, A. Gesell y H. Wallon describieron las del desarrollo
moral en el niño, J. Piaget planeó su teoría sobre los estadios de la inteligencia y
Spock se encargó de interpreta la conducta infantil para el grueso público.

Erik Erickson planteó un esquema gradual de maduración individual, como una


sucesión de cambios en la formación del yo, dentro de un gran plan de crecimiento
en ocho etapas, cada una de las cuales surge en un momento especifico.
Intervención Psicosocial en la Familia | 33

Daniel Levison y Roger Gould estuvieron entre los primeros estudiosos del
desarrollo psicológico del adulto y su trabajo fue base para el betseller que Gail
Sheeh publicó en 1976, titulado “Passages: Predictable Crises of adult Life”. La
orden. La obra de Levison “The Seansin of a Man’s (1978) reportó los resultados
de un estudio longitudinal a lo largo de diez años sobre la vida de cuarenta
hombres norteamericanos, recogiendo influencias de S. Freud, C. Jung, E.
Erickson, O. Rank, A. Adler, W. Reich y de varios psicólogos sociales.

Gould (1972) hizo una mayor contribución con un estudio que intentó definir las
fases de la vida adulta: aunque trabajó desde un punto de vista individual más que
familiar, destacó la importancia de los cambios interpersonales de los adultos,
mostrando su extrañeza sobre cómo hasta ese momento los investigadores
habían hecho de cuenta que el tiempo del desarrollo de detenía con la mayoría de
edad; por el contrario, subrayó que los cambios biológicos, psicológicos y
relacionales continúan a lo largo de toda la vida.

Berenice Neugarten (1976), en numerosos estudios sobre los patrones del


desarrollo adulto, ha afianzado la idea de que al trazar el curso del ciclo vital,
debemos considerar el entrelazamiento del tiempo histórico y del tiempo biológico,
en el contexto de una tercera dimensión que seria la del tiempo social.

Según ella, toda la sociedad tiene un sistema de expectativas sobre las conductas
que corresponde a cada etapa de la vida, de forma tal que el individuo pasa desde
el nacimiento hasta su muerte por un ciclo socialmente regulado, en una sucesión
de status asociados a la edad y a una serie de derechos, deberes y obligaciones
específicos. Así, el ingreso formal a la escuela, el matrimonio, la paternidad, la
iniciación laboral, etc, son puntuaciones en el ciclo de vida que implica cambios en
el autoconcepto y en el sentido de la identidad, pues señalan la asunción de
nuevos roles sociales y emocionales que requieren nuevas adaptaciones.

Considera que ciertos eventos del ciclo vital serán quizá traumáticos si ocurren
fuera del período esperado, de la misma manera que los principales estresores
serían aquellos eventos que alteran la secuencia y el ritmo de dicho ciclo, como
Intervención Psicosocial en la Familia | 34

son la prematura muerte de uno de los padres durante la infancia de los hijos, la
llegada tardía o demasiado temprana de los hijos, la lenta realización profesional,
etc. Aclara sin embargo que la psicología del ciclo de vida no es la psicología de la
crisis sino la de la sincronía en el transcurrir del tiempo.

Los primeros pasos hacia el estudio del ciclo de vida familiar fueron dados en la
sociología por Reuben Hill y Evelyn Duvall, quienes presentaron sus trabajos en
mayo de 1948 en el Congreso Nacional sobre Vida Familiar en Estados Unidos. A
pesar de que aún se concebía la familia como una suma de vidas individuales,
estos autores destacaron su carácter interdependiente, haciendo notar que si bien
cada uno de los miembros tenía diferentes tareas según su etapa de desarrollo, el
logro de dichas tareas dependía y a la vez contribuía al logro de las de los demás,
dada la complemetariedad de sus roles.

Al final de la década del cincuenta, los pioneros de la terapia familiar –Murray


Bowen, Nathan Ackerman, Don Jackson, Virginia Satir, Carl Whitake-, empezaron
también a considerar a la familia como una unidad de evolución y debieron
interesarse por los aspectos “normativos” del ciclo de vida, porque tenían que
empezar a diferenciar los procesos de cambio en las familias disfuncionales de
aquellas que no lo eran.

Sin embargo, dicen Carter y McGoldrick (1980), que en el ciclo de vida familiar
como una estructura útil para los clínicos, no comenzó a aparecer en la literatura
sino hasta la década de los sesenta, gracias a la a la confluencia de tres
tendencias descritas en los párrafos anteriores: el estudio psicoevolutivo del
adulto; la conceptualización sociológica de los procesos del desarrollo familiar y la
inquietud de los terapeutas de familia por conocer la incidencia del ciclo vital sobre
sus intervenciones.

No obstante, el ciclo vital era desde antes una premisa implícita de la evaluación
en la iniciación del proceso de terapia familiar. Bowen, por ejemplo, lo consideraba
al elaborar los genogramas de tres generaciones; Satir, lo indagaba en su
“Cronología de la Vida Familiar”, como parte central de la primera entrevista, y
Intervención Psicosocial en la Familia | 35

Nathan Epstein (1978), en la formulación de su modelo sobre el funcionamiento


familiar, afirmaba que la primera función de la familia es apoyar el desarrollo de
sus miembros.

En 1973, Jay Haley publicó Terapia No Convencional, donde usó el ciclo vital
familiar para conceptualizar el trabajo clínico de Milton Erickson, introduciendo
además la idea de que los síntomas individuales representan un estancamiento en
los puntos de transición de dicho ciclo. En ese mismo año M. Solomon escribió su
artículo sobre la concepción evolutiva como una premisa para la terapia familiar.

Desde entonces, el concepto de ciclo vital de la familia y sus etapas han sido
objeto de múltiples investigaciones y son uno de los factores fundamentales para
el abordaje y comprensión de la dinámica de las familias funcionales y
disfuncionales, con base en modelos inspiradores en su mayor parte en aportes
del paradigma sistémico-cibernético de las ciencias, cuyas premisas con respecto
a los procesos evolutivos de los sistemas complejos se presentan a continuación.

LECCION 2 Principios del desarrollo de los sistemas complejos

1. La dimensión temporal de los sistemas:

A partir de la metáfora de Heráclito sobre la imposibilidad de bañarnos dos veces


en el mismo río, diversos autores muestran cómo, por naturaleza, todo sistema
vivo está situado en el devenir y en el tiempo (Jantsch & Waddington, 1976; Morin,
1977; Luhmann, 1990, entre otros).

Porque el tiempo forma parte de la definición interna de toda organización activa, y


la actividad, como fenómeno inherente al cambio, sólo ocurre en el tiempo.
Además, el cambio es una de las condiciones necesarias para la supervivencia de
los sistemas.

Pero una vez entra en la organización activa, el tiempo se disocia en dos: el


tiempo secuencial o cronológico como atraviesa y recorre el sistema, y el tiempo
Intervención Psicosocial en la Familia | 36

del bucle, que se vuelve a cerrar sobre sí mismo; es decir, el tiempo forma
doblemente parte de la definición de la organización activa, puesto que es a la vez
tiempo irreversible y tiempo circular (de Ronay,1975, pag 212).

Los conceptos de reversibilidad e irreversibilidad tienen sentido sólo en relación


con los cambios, aceptando que algo reversible supone un cierto grado de
irreversibilidad y que la presencia de estas dos condiciones corresponden no sólo
a una abstracción del contexto espacio – temporal, sino a un hecho del orden
macroscópico de la naturaleza, el cual se mueve en estos diferentes niveles de
complejidad para garantizar el proceso evolutivo.

El tiempo irreversible es desintegrador, en cuanto implica cambiar y abandonar


patrones; pero permaneciendo irreversible y desintegrador, se transforma en el
tiempo del recomenzamiento, la regresión, la reorganización y la reintegración, y
permite apreciar el presente como diferente del pasado y del futuro. Este proceso
de diferenciación facilita la conexión de nuevas adquisiciones evolutivas, a través
de un proceso simultáneo de cambio y de constancia.

La movilidad de los anteriores mecanismos se realiza gracias a dos dispositivos


con los que cuenta todo sistema: estructura y proceso. Como dice Luhmann (op,
cit., p.113), ambos se superponen, pues la estructuración es un proceso y los
procesos tienen estructuras; los dos se distinguen precisamente por su relación
con el tiempo, aunque sería erróneo concebir las estructuras como atemporales y
los procesos como temporales, u oponerlos como estáticas las unas y dinámicos
los otros.

Las estructuras detienen el tiempo de manera reversible, ya que dejan abierto un


reportorio restringido de alternativas de selección y de actuación del sistema. Los
procesos, por el contrario, están formados por acontecimientos irreversibles y
concretos.

En su relación con el entorno, procesos y estructuras actúan como filtros


selectivos para preservar la identidad del sistema y para regular su propia
autopoiesis, en el sentido de que el sistema tiene una relativa autonomía para
Intervención Psicosocial en la Familia | 37

utilizar la dimensión temporal como medio de adaptación a las secuencias. Es


decir, un sistema será más adaptativo si es capaz de introducir cambios en sus
patrones de relación según las exigencias externas e internas, como parte de una
dinámica producida endógenamente, que lo obliga a aprender estructuras
compatibles con ella. Porque un sistema estable, consta de elementos inestables,
cambiantes en el tiempo, y por lo tanto debe se estabilidad a sí mismo y no a sus
elementos, en la medida en que es autopoiético.

2. Autopoiesis, autoregulación y resiliencia.

Para Maturana (1980), la autopoiesis es la capacidad de los sistemas vivientes


para desarrollar y mantener su propia organización. Así, la autopoiesis identifica
procesos interactivos específicos entre los componentes del sistema, los cuales
producen a su vez el sustrato constitutivos de sí mismo. De hecho, el término
autopoiesis significa en griego “algo que se hace a sí mismo”.

Los sistemas autopoieticos son autónomos, determinan sus propias operaciones,


son autorreguladores y si fallan en ello se desintegran y mueren. De esta forma,
autonomía, autopoiesis y responsabilidad van juntos.

Esta perspectiva evolutiva de los sistemas, es evidentemente contraria a aquella


que pretende comprender el mundo de los hombres en términos del equilibrio
perfecto, la predeterminación, el control jerárquico, la permanencia y la
predictibilidad estructurales. Implica el reconocimiento de la imperfección, la
inestabilidad, la incertidumbre, la diferenciación y la ecodependencia como
condiciones de los procesos y de las estructuras transitorias que surgen de las
incesantes interacciones entre complejidades.

La flexibilidad en la adaptación y en la acción es otro principio básico inherente a


la evolución, tanto a nivel de los componente como del sistema total, sabiendo
como ya sea dicho, que la vida expresa su continuidad a través del cambio y de la
progresiva complejización. (Glandsdorff y Prigogine, 1971)
Intervención Psicosocial en la Familia | 38

Esta capacidad de los sistemas para persistir a través del cambio es lo que varios
autores han llamado resiliencia, para referirse a la posibilidad de absorber el
cambio cualitativo y mantener la integridad estructural a lo largo del proceso de
desarrollo (Jantsch &Waddington, 1976; Mccubbin, 1987).

La estabilidad, por el contrario, es la capacidad de volver al estado de equilibrio


después de una perturbación transitoria. Esto significa que, debido al rico acople
de los subsistemas, en sistemas humanos como la familia, es esperable que su
vida se caracterice por un estado de “metaestabilidad”, donde se asimilan las
grandes fluctuaciones de sus componentes, son estar forzados al régimen de
estabilidad, sino al de alta resiliencia.

3. Epigésis y desarrollo de las etapas.

Dice Batenson (1979) que epigénesis es la palabra preferida por el embriólogo


Waddington para referirse a que cada paso evolutivo es un acto de “llegar a ser”,
que debe ser construido sobre el statu quo inmediatamente anterior.

La esencia de la epigénesis es entonces la repetición predecible, es tanto que la


del aprendizaje y la evolución es el cambio como proceso que se alimenta del
azar. Es decir, la epigénesis no sólo no necesita de nueva información o cambio
de plan, sino que en su mayor parte, debe protegerse de la inclusión de nueva
información. Evolución y aprendizaje son necesariamente divergentes e
impredecibles, en tanto que la epigénesis debe ser convergente y predecible.

En los procesos epigenéticos se requiere poca información, mientras que en los


procesos del desarrollo la ausencia o la pérdida de información llevan a graves
distorsiones; no obstante, la epigénesis no puede empezar a actuar hasta tanto no
aparezca un indicador que marque la diferencia con las etapas anteriores,
condición que explica la fundación del hito y del rito en la evolución de los
sistemas humanos complejos.

Los procesos evolutivos contienen en consecuencia dos tipos de componentes o


de fenómenos contrastantes, necesarios para lograr una acción adaptativa, porque
Intervención Psicosocial en la Familia | 39

la evolución debe enfrentarse a movimientos en dos direcciones: hacia el interior,


en relación con las regularidades evolutivas de lo viviente, y hacia el exterior, para
afrontar las sorpresas y demandas del ambiente.

Dentro del campo de la psicología, las referencias más conocidas al principio


epigenético las hacen E. Erickson, H. Wallon y J. Piaget, para sustentar sus
propuestas sobre el desarrollo individual por etapas o estudios secuenciales y
graduales, que representan una progresiva diferenciación de las partes a través
del tiempo; para los dos primeros, diferenciación de las partes de la personalidad y
para Piaget de los procesos intelectuales.

LECCION 3 Características de familia como sistema evolutivo

Conforme los planteamientos de Morin en las dos primeras versiones del


«Método» y Jantsch y Waddington (op. cit.), las siguientes son características de
los sistemas evolutivos, aplicables por tanto a la familia como tal. Se diría
entonces que las familias:

1) Mantienen un alto grado de desequilibrio, tanto hacia dentro de ellas como


en sus relaciones como el ambiente.
2) Su estructura y su funcionamiento se determina mutuamente y son
complementarios.
3) Son sistemas complejos, entendiendo que el grado de complejidad se define
por el numero de interacciones entre los componentes del sistema y entre el
y su entorno.
4) Están sujetas a regulaciones dinámicas entre sus componentes estables y
gracias a las modificaciones que ellos sufren, las familias como unidad
conservan la capacidad para lograr cambios cualitativos.
5) La evolución implica una sucesión ordenada de transiciones y el principal
mecanismo para impulsar tal proceso es el auocatalisis, entendida como la
aceleración de reacciones por la presencia de una estructura que
permanece en apariencia intacta.
Intervención Psicosocial en la Familia | 40

6) La resiliencia o persistencia (metaestabilidad) es alta en las situaciones de


máximo desequilibrio, donde hay grandes fluctuaciones y baja estabilidad;
por el contrario, la excesiva estabilidad implica baja resiliencia, y en
consecuencia mayores riesgos para la supervivencia como sistema
«saludable».
7) El proceso evolutivo perece fomentar la flexibilidad y la complejizacion en
todos los niveles; esto implica que la supervivencia a largo plazo se facilita
por la adaptabilidad a corto plazo, dada la capacidad del sistema familiar
para afrontar lo inesperado en el tiempo irreversible de la cotidianidad.
8) En virtud de esa flexibilidad, la familia avanza por medio de la
experimentación evolutiva en los diversos niveles de un aprendizaje abierto,
probando direcciones y no lugares, hallando confirmación a posteriori a
través del efecto y no a priori a través de la certeza y la predicción.
9) El resultado de la evolución es un ajuste progresivo entre la familia y su
ambiente físico, social y cultural, con adaptación de cada familia en particular
a un nivel especifico del ambienten en una primera fase, y con adaptación
del ambiente de la familia en una segunda fase. Este ajuste progresivo se
caracteriza por un énfasis del progreso epigenetico (desarrollo por etapas,
construido sobre el statu quo inmediatamente anterior), a través del
intercambio entre sistemas, propio del aspecto lineal del desarrollo humano.
10) Un principio básico de este ajuste es la simbiotizacion de la heterogeneidad,
entendida como la convivencia equilibrada de demandas numerosas y a
veces opuestas; esta trae consigo la evolución como parte de una creciente
armonía entre la familia y su entorno, sabiendo además que cada sistema
evoluciona a su ritmo y en una forma asincrónica con su ambiente.
11) La alta resiliencia, a través del alto novel de fluctuación, implica una
capacidad inherente no solo para la persistencia del sistema familiar dentro
de un determinado régimen, sino también para la supervivencia a largo
plazo a través de la transformabilidad; porque un sistema saludable resiste y
afronta con éxito también los cambios cualitativos.
Intervención Psicosocial en la Familia | 41

12) Los procesos evolutivos implica una apertura hacia la autotrascendencia, y


por lo tanto imperfección, coraje e incertidumbre, en lugar de perfección
determinista, seguridad estática y certeza racional. Esto significa que la
familia, como los demás sistemas humanos, no puede prever su devenir ni
planearlo en forma lógica, pues siempre estará sujeta al interjuego entre lo
palpable, irreversible e inmediato, y lo inasible, aunque recurrente, del
tiempo circular.

LECCION 4 Transición y cambio

El cambio es un proceso que aprecia un observador como una diferencia


en el estado de un sistema en diferentes momentos; es una diferencia en el
valor de una variable en un periodo de tiempo. Como todo proceso, denota la
comparación de indicadores por un observador a través de un período de
tiempo e implica que el observador está en condiciones de conectar sus
apreciaciones con base en algún principio explicativo (Ruesch, 1951, pag. 119
en Btenson y Ruesch, 1984).

Por lo general, lo que promueve el cambio es la insatisfacción de una


persona o de un grupo, o la desviación con respecto a alguna norma y por
consiguiente resulta necesario para restablecer un orden, tanto por comodidad
como por la propia supervivencia. Ese estado alcanzado se mantiene hasta
cuando se crea una nueva e inevitable inconformidad.

LOS ESTADOS DE ORDEN Y DESORDEN SON INVENTADOS

Esto dice Heinz von Foerster (1984) en constancia con la idea de que el
cambio siempre será el resultado de una observación de alguien. Las
observaciones no son absolutas sino relativas al punto de vista de un
observador y afectan lo observado de modo tal que impiden toda esperanza de
predicción. La incertidumbre sobre la dirección del cambio es absoluta.
Intervención Psicosocial en la Familia | 42

El grado de desorden o de orden observado en un sistema, depende


totalmente del lenguaje que se use en las operaciones implícitas en su
observación y descripción. Puesto que el lenguaje no es algo que
descubramos sino que elegimos, orden y desorden son nuestras invenciones,
expresadas como descripciones lingüísticas.

En ese sentido, la información en un concepto relativo que adquiere


significado sólo cuando se relaciona con la estructura cognitiva del
observador-receptor y por lo tanto la información referente a un proceso de
cambio depende de la habilidad del observador para extraer inferencias de su
propia descripción.

Si alguien inventa algo, es responsable de una invención y en esa


medida su invención es un acto de ética. Para efectos de las explicaciones del
cambio en terapia, inevitablemente el terapeuta es responsable de elegir una
manera de ver el proceso que moviliza y de susténtalo y ajustarla según los
efectos que aprecie, así no pueda atribuir completamente a la terapia el
resultado obtenido.

Por esa razón, se presenta enseguida la noción de crisis como la


desencadenante del cambio y las diversas acepciones de cambio que se
conjugan en las intervenciones.

CAMBIO Y CRISIS

E Morin (1994, pag. 175-202) recuerda que, en su origen griego, crisis


significa el momento decisivo de la evolución de un proceso incierto que
permite el diagnóstico. Hoy en día, crisis significa indecisión; se la concibe
como un momento donde con la perturbación surgen las incertidumbres.

La crisis es un momento de “verdad”, de decisión y de transformación


que mueve a la acción, generando ruptura y discontinuidad. Es la
desencadenante del cambio a partir de una experiencia perturbadora que
puede provenir del interior o del exterior del sistema, aunque implica desorden,
Intervención Psicosocial en la Familia | 43

incertidumbre, bloqueo y desbloqueo de diversos mecanismos, potencialidades


y realidades antes inhibidas. Esto significa que la crisis es a la vez reveladora
de aquello que permanece oculto en las épocas ordinarias y efectora de
procesos de transformación.

Para Morin, el concepto de crisis está de hecho constituido por la


constelación de nociones interrelacionadas alrededor de las ideas de
perturbación y de bloqueo/desbloqueo:

1) La perturbación hace surgir la crisis. Puede haber unas perturbaciones del


exterior y otras resultantes de procesos aparentemente no perturbadores.
Algunas se producen por el incremento demasiado grande o rápido de un valor
o de una variable con respecto a otras. El incremento cuantitativo crea un
fenómeno de sobrecarga y el sistema se vuelve incapaz de resolverlo los
problemas que superan ciertos umbrales. Para ello tendría que transformarse,
pero en ese momento no pueden concebir ni efectuar esa transformación.
Otras crisis nacen de situaciones de doble vínculo, dentro de las cuales el
sistema, acorralado ente dos exigencias contrarias, se paraliza, se perturba y
se desorganiza. Enfrentando a un problema que no puede resolver, el sistema
vive la crisis como una ausencia de solución.
La verdadera perturbación causada por la crisis aparece a nivel de sus reglas
de organización, con lo cual contiene paradójicamente condiciones generativas
y regeneradoras. La confusión organizacional se traduce entonces en
disfunción ruptura y conflicto, donde antes había funcionalidad, continuidad y
complementariedad.
2) Bloqueo / desbloqueo: el desencadenamiento de los desórdenes se asocia
con la parálisis y la rigidez del sistema, contraria a su flexibilidad
organizacional, sus dispositivos de respuesta, de estrategia y de regulación.
Ese bloqueo de los dispositivos de la organización suscita o permite el
desbloqueo de potencialidades o de realidades inhibidas, el cual se manifiesta
en diversos aspectos tales como:
Intervención Psicosocial en la Familia | 44

· Desarrollo de retroalimentación positiva: las perturbaciones de la crisis ponen en


juego fuerzas que agravan las fluctuaciones en vez de corregirlas. Esas fuerzas se
manifiestan en la transformación rápida de las desviaciones en tendencias
opuestas y en procesos amplificados y de propagación.

· Transformación de las complementariedades en competencias y antagonismos.

· Incremento de las manifestaciones de rasgos polémicos: se multiplican los


conflictos no solamente a nivel de los individuos y de los grupos, sino entre los
dispositivos de control/regulación y los procesos neotendenciales.

· La multiplicación de dobles vínculos.

· El desencadenamiento de actividades de búsqueda: entre más dura es la crisis,


más suscita la búsqueda de soluciones radicales y fundamentales. Sin embargo la
crisis libera al mismo tiempo fuerzas de muerte y fuerzas de regeneración. De ahí,
su ambigüedad radical.

· Las soluciones míticas e imaginarias: se desencadenan los procesos mágicos


del mismo modo que las actividades intelectuales críticas.

La dialectización de todos estos componentes: la crisis es no solamente el


conjunto de todos esos componentes, sino también sus interacciones, sus
combinaciones, el juego a la vez complementario, competitivo y antagonista de
estos procesos y fenómenos, es decir su dialectización.

LECCION 5 Etapas del ciclo vital de las familiar

Acompañando el desarrollo individual, el sistema familiar crece y se adapta


a los sistemas externos, según las transiciones de una etapa a otra.

Formación de la Pareja. Etapa prefilial.


Intervención Psicosocial en la Familia | 45

Noviazgo cortejo – galanteo – compromiso.

Es el punto de partida de la formación de un sistema familiar, cuando dos


personas (generalmente de diferente sexo) provenientes de núcleos familiares
diferentes, establecen una relación afectiva sólida con perspectivas reales y
consientes de consolidar y creer hacia el futuro. No todos los intercambios
sentimentales pueden catalogarse como antesala a la conformación de nuevos
sistemas familiares.

Matrimonio o formación de la Pareja.

Los dos sistemas individuales se unen, aportando cada uno sus


experiencias y antecedentes de sus familias de origen, no importando el tipo de
vínculo, ceremonia civil, religiosa, unión libre u otros ritos. Presupone el interés en
constituir la familia con los parámetros universales de pareja con hijos.

Es el momento donde el díada define su relación y estructura un nuevo


sistema familiar, con las dificultades propias de dos personas que representan
valores, normas, creencias diferentes. Está asociado, sobre todo en las primeras
uniones, con los cambios naturales en la independencia del adulto joven, hacia los
20-35 años, el despegue de la familia de origen y la inserción en el mercado
laboral o la definición vocacional.

· Nacimiento o llegada de los hijos. Etapa filial.

Cubre desde el primogénito hasta el menor, aun con las diferencias


generacionales tan frecuentes en las familias simultáneas, y finaliza al ingresar
éste al sistema educativo formal. La pareja o díada se convierte en tríada que, de
acuerdo con las influencias culturales, puede generar interacciones particulares.

Las mayores dificultades tocan con crear espacios erótico-afectivos de


intimidad y desarrollo de la pareja, pero al mismo tiempo recibir al nuevo hijo, a la
vez que no descuidan las otras áreas: laboral, filial, social, personal, domestica.
Intervención Psicosocial en la Familia | 46

Se resalta que los hijos llegan a una pareja por diversos caminos:
biológicamente, adopción y procreación asistida (laboratorio, inseminación
artificial), independientemente del tipo de vinculo conyugal. Destacándose además
otras figuras existentes en el contexto latinoamericano, como los hijos de crianza o
de leche, que responden a formas de solidaridad frecuentes todavía en el campo y
barrios marginados de las grandes ciudades.

Ingreso de la familia a la escuela.

Coincide con todo el proceso de socialización secundaria. Implica cambios


en las relaciones familiares en tanto las normas y reglas ya no provienen sólo del
sistema familiar; hay que buscar una cierta autonomía en la que se equilibren las
relaciones intrafamiliares con las nuevas de otros grupos de pares (vecinos,
condiscípulos, deportes, recreación), aprendiendo a reconocer las diferencias con
los sistemas externos.

Compromete no sólo al hijo que inicia su salida parcial de la familia, sino a


ésta en su totalidad, y confronta el proceso de socialización primaria llevado hasta
el momento. Coincide con replanteamientos en la vida de pareja, acerca de las
necesidades de compartir el tiempo que dejan libres los hijos que ya empiezan a
independizarse y a redefinir los intereses recíprocos.

Familia con hijos adolescentes. Intermedio de la vida marital.

Período de máxima confrontación en las relaciones parento-filiales, en tanto


se requiere que dejen de ser complementarias, para constituirse en simétricas,
donde la autoridad paterna evite el choque generacional tan frecuente y acceda a
la autonomía y naciente genitalidad del hijo adolescente. Siendo también básico el
grupo de pares, sea el fraterno, el escolar o el social, al igual que para las
relaciones heterosexuales.

Es frecuente el replateamiento de la pareja como tal, y de cada uno de sus


miembros, en la recuperación de su espacio psico-afectivo y en asumir los
cambios de la edad madura.
Intervención Psicosocial en la Familia | 47

Este momento evolutivo es reseñado como uno de los más críticos, dados
los cambios en el ejercicio de la autoridad por parte de los padres y la asunción de
la autonomía en los hijos. Hay que propender a que la familia permita un
desarrollo progresivo de la independencia de todos los miembros: la pareja debe
propiciar un reencuentro como tal, libre de las funciones de crianza y atención
permanente y directa a los niños; fomentando el compañerismo y revitalizando la
relación.

El subsistema fraterno está en la capacidad de asumir funciones y


responsabilidades específicas, a través del proceso de separación –
individualización, negociándose las diferencias en el subsistema parental, pues ya
los progenitores empiezan a perder su investidura paterna y son confrontados
como adultos.

Familia plataforma de lanzamiento. Egreso de los hijos.

Señalada como la etapa donde se presentan más rupturas conyugales, en


razón de que la pareja que todavía subsiste, tiene a descuidar sus funciones
maritales para atender los compromisos parento-filiales de las etapas
precedentes; coincidiendo también con una confrontación en lo laboral, lo
individual, lo ocupacional. Las relaciones deben convertirse en adulto-adulto,
renegociando las funciones de cada subsistema.

Los hijos abandonan el hogar, se independizan afectiva y/o


económicamente y propugnan por la creación de nuevos sistemas familiares.
Dichas partidas debe ser facilitadas por los padres, redefiniendo sus funciones; así
hay una relación solida entre ellos, la crisis normal se supera: si no, aparece la
separación o divorcio, como lo mas frecuente.

Familia que envejece o en edad madia. Nido vacio. Retiro.

El sistema se abre a otros miembros, nueras, yernos, nietos, sobrinos,


cuñados, lo que amplia la red relacional, pero al tiempo conlleva dificultades que
pueden obstaculizar el desarrollo natural de todos los subsistemas. Se destaca
Intervención Psicosocial en la Familia | 48

como lo frecuente la interferencia en la nueva familia del hijo(a) y la no asunción


de los cambios propios de la jubilación o retiro laboral.

La pareja busca alternativas de convivencia, donde existan otras


ocupaciones extrafamiliares e intereses para compartir en el uso del tiempo libre.

Aunque todavía algunos hijos vivan con uno o ambos padres, en caso de
muerte o rompimiento, manejan una relativa autonomía y se proyectan
fundamentalmente a los sistemas externos. En este sentido es una etapa
postpaternal.

Familia anciana. Periodo terminal de la familia.

La proyección multigeneracional cumple su ciclo: los padres, creadores de


la familia, se vuelve dependiente, y generalmente un miembro de la pareja ha
muerto, y en este sentido, cambia la estructura familiar con dificultades para la
totalidad. En las crisis de desvalimiento o incapacidad del progenitor anciano, los
reajustes funcionales van desde atender las demandas físicas y emocionales,
hasta los crecientes gastos.

Las contradicciones y conflictos no resueltos emergen por resistencia de los


hijos, nietos, yernos para asumir la dependencia paterna; asociado todo con la
negación del progenitor anciano para aceptar sus renuncias vitales.

En resumen, se puede plantear que el Ciclo Vital es el desarrollo de la


familia de dos generaciones, padres e hijos, hacia tres o más generaciones,
creando y sosteniendo los patrones circulares de funcionamiento familiar.

En su devenir, la familia se entrecruza con los ciclos individuales de cada


uno de sus miembros y con el ciclo de la pareja que originó el sistema. La
circularidad de su dinámica asume el crecimiento individual, familiar y social.

La familia no muere: se transmite y transforma multigeneracionalmente


Intervención Psicosocial en la Familia | 49

CAPITULO 3 Terapias Familiares

En la actualidad, las terapias de familia constituyen uno de los enfoques más


empleados por muchos psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales. No
importa si su uso se inserta en un modelo psicodinámico, sistémico, conductual,
feminista o cognoscitivo, cada vez hay más interés y curiosidad en entrelazar los
aportes de dichas escuelas con un tipo de intervención que trascienda la postura
clásica individual. Debido a esta misma razón, los libros, artículos, seminarios e
institutos orientados a la intervención familiar han adquirido más popularidad.

En principio, debe quedar claro que no existe un monolito que podamos llamar
“terapia de familia”. En su lugar, nos encontramos con una diversidad
multifacético y heterogénea de terapias de familia. Cada una con sus pioneros y
sus premisas particulares, las cuales, en muchas ocasiones, parecen provocar en
el lector un pandemónium de variadas interpretaciones.

Como un ejemplo representativo de lo anterior, podríamos mencionar el


interesante estudio de Chasin, Grunebaum y Herzig (1990). En el mismo, más de
una docena de terapeutas de familia, cada uno representando escuelas
divergentes (psicodinámicas, sistémicas, feministas, contextuales, conductuales,
entre otras), discute a cabalidad el caso de una pareja que busca ayuda para sus
problemas maritales. Lo importante de este estudio consiste en demostrar que
cada terapeuta interpretaba el caso de la pareja de acuerdo con su formación
teórica, llegando, incluso, a recomendar y prescribir intervenciones y acciones que
se contradecían con las de otros colegas. El libro de Chasin, Grunebaum y Herzig
(1990) demuestra, fuera de toda duda, que el movimiento de terapias de familia es
pluralista tanto en su parte teórica como en su vertiente pragmática.

En este capítulo, el autor abunda en dos tendencias teóricas particulares: a) las


escuelas estructurales y estratégicas sistémicas; y b) las terapias de familia
conductuales-cognoscitivas. Esta selección no es arbitraria, pues se debe a que,
al día de hoy, tales posturas cuentan con mayor apoyo empírico y han sido
Intervención Psicosocial en la Familia | 50

evaluadas de manera más crítica; asimismo, sin duda, ambas vertientes han
creado un impacto considerable en el campo de las terapias de familia.

ANTECEDENTES

Muchos historiadores de tema ubican a los precursores de las terapias de familia


en los comienzos de la organización del trabajo social. Para finales del siglo XIX,
en varios países, se defendía la idea de que no era suficiente trabajar con las
personas problemáticas, removidas de su contexto familiar; el énfasis se dirigía a
la familia en su totalidad. Tal y como lo expresó Dubois en 1907: ”No debemos
limitar nuestros esfuerzos terapéuticos al paciente solamente, sino, además,
extender nuestro servicio a esas personas que viven con él también. Muchas
veces, ésta es la mejor manera de lograr resultados completos y duraderos”.
( citado en Broderick y Schrader, 1991:p.4).

No obstante, el movimiento de trabajo social y su interés en contextualizar las


intervenciones en un nivel más macro, no tuvo mucha resonancia dentro del
trabajo clínico con familias. Ello se ha atribuido a las diversas influencias
ideológicas que predominaban a principio de siglo y a que, eventualmente,
continuaron ejerciendo gran influencia durante las siguientes cinco o seis décadas.
Una de las más destacadas fue la constituida por la fuerte renuencia de los
psicoanalistas a trabajar con familias. Freud se mantuvo aferrado a la idea de que
resultaba contraproducente trabajar clínicamente con los familiares de los
pacientes (Freud, 1912,1915); por tal motivo, nunca efectuó trabajo clínico de
familia y evitaba involucrarse en terapia de parejas.

Tal y como ha sucedido con muchas otras posturas freudianas, las preferencias de
Freud se convirtieron con rapidez en cánones inflexibles, lo que trajo como
consecuencia que el trabajo clínico con familias se comenzara a ver, en el mejor
de los casos, como poco eficaz y como peligroso en el peor de ellos. Por ejemplo,
Glover (1955) realizó una encuesta en 1938 entre psicoanalistas británicos sobre
el uso de analizar miembros de la familia del paciente. Los resultados indicaron
Intervención Psicosocial en la Familia | 51

que, casi sin excepción, los psicoanalistas veían como muy inadecuada la
intervención de la familia.

Para la década de 1940, algunos psicoanalistas comenzaron a considerar con


seriedad la idea de incluir en el tratamiento al esposo (o esposa) del paciente,
pero de manera separada. Aunque esto era un avance, el mismo sólo era un paso
tímido en contra de toda una tradición dogmática que aseguraba de antemano lo
“peligroso” de dicho procedimiento.

Es en la década de 1950 cuando empieza a adquirir forma un movimiento


organizado que ya tenía como agenda prioritaria un enfoque de familia. Entre los
pioneros cabe mencionar a Bell (1967), Ackerman (1950), Midelfort (1957), Bowen
(1976), Wynne (1961) y Whitaker (1958). Debe hacerse un reconocimiento muy
especial a lo que llegó a conocerse cono el Grupo de Palo Alto (California) en
donde tuvieron la oportunidad de reunirse varias de las personalidades más
reconocidas del campo, como Gregory Bateson, Jay Haley, John Weakland, Don
D. Jackson y Virginia Satir.

Producto de este grupo, se llegaron a entretejer varias posturas y acercamientos


de vanguardia, como la teoría de Bateson del “doble nudo” (double-bind). Tal
teoría proponía que el origen y mantenimiento de la esquizofrenia se debía a que
los encargados del paciente esquizofrénico se comunicaban con él/ella de modos
contradictorios, ofreciendo casi en forma simultánea mensajes verbales que
cancelaban el anterior y que generaban patrones confusos de comunicación en
dichas familias (Bateson, Jackson, Haley y Weakland, 1956).

Factores como los señalados dieron margen para que en la década de 1960 se
creara la primera revista de terapia de familia titulada Family Process y varios
libros de texto que llevaban un mensaje claro y contundente: la familia es
importante y vital en el entendimiento y manejo de situaciones clínicas.
Intervención Psicosocial en la Familia | 52

LECCION 1 Desarrollo

Tal y como lo indicamos al comienzo, nuestro énfasis se dirige a cubrir dos


enfoques de familia en particular. En esta sección expondremos su desarrollo y
tesis medulares. Iniciaremos con las terapias de familia sistémicas de tipo
estructural y estratégico.

TERAPIAS DE FAMILIA ESTRUCTURAL Y ESTRATÉGICA

Aunque estas dos vertientes no son idénticas, sí guardan estrechas similitudes


entre sí para que puedan ser consideradas como modalidades de tipo sistémico.
La similitud esencial es que ambas parten de un paradigma sistémico. Un sistema
es una serie de unidades, organizadas e interdependientes. Que se relacionan
unas con otras. Todo sistema se compone de subunidades o subsistemas, los
cuales en su conjunto le dan configuración a la totalidad del sistema. Tales
subunidades suelen estar en relaciones continuas unas con otras y se organizan
alrededor de funciones esenciales que harán que el sistema en su totalidad
continúe.

En terapia de familia sistémica se propone que la familia es un sistema y que éste,


a su vez, se integra por diversos subsistemas (parental, de hijos, de hermanos, de
esposos).

Terapia de familia estructural

El exponente principal de la corriente estructural es Minuchin (1974, 1993),


aunque también cabe mencionar a Aponte (1974) y a Montalvo (1973). Dentro de
esta orientación, uno de los presupuestos básicos es que un sinnúmero de
psicopatologías y problemas familiares de deben a la manifestación disfuncional y
desadaptativa del sistema familiar. En lugar de centrar el problema de un niño en
un nivel individual y con énfasis en los procesos internos del mismo, el clínico
sistémico parte de la premisa de que el problema de ese niño, no es otra cosa,
sino la manifestación de un sistema familiar desadaptado. ¿Y qué es un sistema
familiar disfuncional? Básicamente uno que se caracteriza por su inhabilidad de
Intervención Psicosocial en la Familia | 53

poder negociar los cambios de ciclo de vida familiar y otros estresares internos.
Por ello, se alude a los cambios que son necesarios; por ejemplo, cuando un niño
entra a la adolescencia, o cuando una esposa tiene su primer bebé.

Por lo tanto, si un niño presenta una conducta problemática, la intervención del


terapeuta sistémico no debe dirigirse a él, sino a todo el sistema familiar. En este
caso, el niño es visto como el portavoz o el “chivo expiatorio” de la crisis de su
hogar.

Para que quede más claro, en el ejemplo de una adolescente de 14 años que
comienza a evidenciar convulsiones psicogénicas. Dentro del paradigma
sistémico, estas tienen la función de mantener a esa familia unida, ya que sin ellas
habría una crisis familiar. En este caso, se supe que los padres de la joven han
empezado a manifestar intenciones de renegociar su matrimonio o, incluso, de
separarse. Las convulsiones no tienen otra finalidad que restablecer que la madre
y el padre se unan en una causa común (su hija) y que posterguen de manera
indefinida los planes de separación. Así, la comunicación y acciones de dicha
familia comenzarán a girar alrededor de la “enfermedad” de la hija desligándose
de la crisis marital. Los clínicos sistémicos emplean el término de homeostasis
para significar que toda la familia debe lograr un balance de funcionamiento. En el
caso hipotético de esta joven, los ataques y convulsiones logran restablecer una
homeostasis en su familia. Claro está, el costo es muy alto, ya que la homeostasis
se consigue a través de un miembro de la familia que comienza a enfermarse.

Minuchin (1974) afirma que, por lo común, niños y jóvenes con trastornos
conductuales y psicosomáticos toman el papel de “chivo expiatorio”, cuando en
realidad lo que sucede es que las familias de éstos son muy disfuncionales en
términos de renegociar diversos cambios en el ciclo de vida familiar. Así lo
plantean Minuchin, Rosean y Baker (1978) en el trastorno de anorexia nerviosa y
Minuchin, Bake, Rosean, Liebman, Milman y Todd (1975) en jóvenes con ataques
de asma.
Intervención Psicosocial en la Familia | 54

Para el clínico familiar estructural, es vital entender cuatro categorías de


funcionamiento familiar, ya que las mismas brindan la clave para conceptualizar el
inicio de una disfunción familiar. El primero de ellos es conocido como problemas
de estructura jerárquica. Por jerarquías de poder se refiere a como se negocian
las decisiones dentro de una familia y quién o quiénes tienen poder de decisión
sobre las mismas. En las familias saludables, el poder jerárquico es representado
por el subsistema de los padres quienes son los encargados de velar por sus
hijos. En una familia disfuncional, es posible que una hija adolescente tome las
decisiones principales en su hogar junto con su madre, dejando desligado al
padre. Dentro del paradigma estructural, esta distribución de poder no es correcta
y traerá repercusiones sistémicas desfavorables. De acuerdo con los clínicos
sistémicos, estos desbalances de poder son muy comunes en familias en donde
existe un niño o adolescente con alguna dificultad física o mental, ya que, en
muchas ocasiones, los padres le han permitido un margen de poder decisional y
de otra índole.

La segunda causa común de disfunción se debe a peculiaridades en las fronteras


entre los subsistemas. Por fronteras entendemos que la familia es vista como una
micro unidad social. Las divisiones o fronteras entre los individuos que componen
tal unidad social son importantes en el funcionamiento de la familia. Las fronteras
son las que imponen las reglas tácitas del grado de permeabilidad entre los
diferentes subsistemas que componen una familia. Según Minuchin y
colaboradores, el subsistema de los padres y el de los hijos debe quedar
nítidamente delimitado. Estas fronteras entre los subsistemas son las que, a fin de
cuentas, definen quiénes participan del poder jerárquico y de qué manera. La
función de la frontera es asegurar la diferenciación y el buen funcionamiento
familiar.

Cuando existen fronteras claras y bien definidas, se propone que el


funcionamiento familiar propiciará una autonomía saludable entre sus miembros y
el propio crecimiento del sistema. Cuando las fronteras son muy difusas, poco
claras y muy permeables, suele ocurrir que padres e hijos transgreden los
Intervención Psicosocial en la Familia | 55

respectivos subsistemas y que se propicie un ambiente de sobreprotección y de


falta de separación psicológica y emocional entre sus miembros. Por otro lado,
cuando las fronteras se mantienen muy rígidas y cerradas, la familia a manudo
padece de dejadez y de poca comunicación entre sus propios miembros.

Como bien lo comenta Umbarger (1983):

“Mientras que en una familia con fronteras difusas un evento simple, como lo sería
el estornudo de un niño, es suficiente para producir una movilización inmediata de
parte de los padres para buscar ayuda médica, en la familia con fronteras rígidas
se pueden tolerar cantidades marcadas de patología en algunos de sus miembros
sin que los padres se preocupen por ello”.

En la figura 1 se puede apreciar de forma gráfica diversos tipos de fronteras.

M P

H H H

Tipo de frontera clara entre padres e hijos

M P
Intervención Psicosocial en la Familia | 56

H H H

Tipo de frontera difusa entre padres e hijos

M P

H H H

Tipo de frontera rígida entre padres e hijos

Figura 1. Tres tipos de fronteras entre padres e hijos.

Un tercer factor fundamental en el entendimiento sistémico de familias es lo que


se conoce como las alianzas o coaliciones. Sobresalen dos tipos de alianzas
disfuncionales: a) la de desvío del conflicto a través de un “chivo expiatorio” y b)
las coaliciones transgeneracionales. En la primera, se observa a la madre y al
padre uniéndose en común contra alguno de sus hijos. Esta estrategia suele
desviar el conflicto de la pareja, pero genera mucho estrés en los hijos. En la
segunda, por lo general, se crea una coalición entre uno de los padres y un hijo,
formando un frente antagónico contra el otro padre. Esto trae como consecuencia
Intervención Psicosocial en la Familia | 57

el alejamiento del padre y la unión transgeneracional de uno de los padres con


uno de los hijos. Desde el punto de vista sistémico, este tipo de acomodo suele
ser patológico.

El cuarto factor en la identificación de un sistema familiar, por lo regular, dos


miembros de la familia se unen contra un tercero. Minuchin (1974) y Umbarger
(1983) han identificado varios tipos de triangulaciones. Las más comunes son: a)
la de una madre que crea una alianza o coalición con su hija, aislando al padre del
sistema; b) la de un padre y madre que para evitar enfrentarse a sus conflictos
enajenan a uno de sus hijos y lo convierten en “chivo expiatorio” o el “enfermo” de
la familia (para observar varios tipos de triangulaciones, véase figura 2).

Una de las triangulaciones más comunes es la de un padre y una madre que,


para evitar enfrentarse a sus conflictos, enajenan a uno de sus hijos y lo
convierten en el “enfermo” de la familia.

Como el lector habrá notado, estas cuatro categorías mayores de patología


familiar tienden a traslaparse entre sí, pero suelen ser útiles al momento de
realizar una formulación sistémica de una familia.

Otro constructo esencial en las terapias sistémicas es el de causalidad recíproca.


En este caso, los problemas de los miembros de la familia no se interpretan en
términos de causalidad lineal o intrapsíquica, sino como procesos
interdependientes que logran el balance homeostático que explicamos con
anterioridad.

Asimismo, en las terapias sistémicas se utiliza el término resistencia para connotar


una tesis medular: toda familia se resistirá al cambio de las estructuras o
procesos sistémicos. Se entiende que esto es así ya que dichas familias se han
mantenido funcionando a través de una homeostasis particular y cualquier
desbalance en las mismas crearía una crisis sistémica. Por tal razón, el terapeuta
sistémico, de antemano, previene resistencias a realinear los subsistemas o a
cualquier tipo de intervención que socave el funcionamiento desadaptativo
Intervención Psicosocial en la Familia | 58

anterior. En la sección de técnicas expondremos cómo se las ingenia el terapeuta


para conseguir vencerlas.

M P

Triangulación en donde unos padres en conflicto le piden una alianza a su hijo.

Un triángulo
M P
donde existe
una coalición
de la madre e
hijo, en contra
del padre. M P

H
Intervención Psicosocial en la Familia | 59

Madre y padre crean una alianza que usan contra un hijo “enfermo” (chivo
expiatorio) de la familia.

Terapia de familia estratégica

Esta modalidad se identifica sobre todo con autores como Jay Haley (1976) y Cloe
Madanes (1981). La premisa básica en la cual se engrana esta terapia familiar de
corte sistémico consiste en conceptualizar un síntoma como un acto de
comunicación familiar o como una consecuencia de conducta que implican
mantener la homeostasis del sistema. Lo que todo terapeuta estratégico desea
hacer es interrumpir y desbalancear la homeostasis patológica anterior, lo que le
permitiría a la familia desarrollar y practicar nuevos estilos de comunicación.

En esta modalidad sistémica, no se intenta que los miembros desarrollen


intromisión de los patrones desadaptativos anteriores; lo que se pretende es usar
el síntoma del paciente para generar un nuevo sistema o una nueva estructura.
Sin embargo, y contrario a la escuela estructuralista, no se le da preeminencia ni
estudio a la estructura familiar; las familias son libres de reorganizarse como lo
prefieran. Asimismo, el terapeuta asume un papel muy activo, iniciando o
dirigiendo intervenciones estratégicas para cada problema o síntoma actual. Por
lo tanto, este es altamente pragmático y concede mayor importancia a los detalles
de los síntomas que al crecimiento o reestructuración sistemática de la familia.

Una de las características de los clínicos estratégicos es el énfasis en combatir la


resistencia proveniente de la homeostasis familiar patológica. Para contrarrestar
la resistencia, el terapeuta prescribirá síntomas o manejará técnicas paradójicas,
en donde se colocará en la posición de no perder no importa lo que suceda.
Abundaremos sobre esto en la sección de técnicas.

Al igual que otras escuelas sistémicas, los terapeutas de familia estratégicos ven
la familia como un sistema interpersonal análogo a otros sistemas cibernéticos. La
familia funcionaría mediante procesos circulares, en donde entrarían en función
Intervención Psicosocial en la Familia | 60

mecanismos complejos que, por su propia naturaleza, se influyen de manera


interdependiente, los cuales se repiten en secuencias regulares entre tres o más
personas. Por ejemplo, en uno de sus libros, Haley expone la siguiente
interacción circular: a) el padre se torna triste y se retira, b) el niño se comporta
mal, c) la madre no puede manejar al niño, d) el padre interviene con el niño y la
madre, e) esto ocasiona que el niño se comporte bien, f) la madre se torna más
efectiva, espera más del padre, g) el padre se torna triste y se retira.

Al igual que otras escuelas sistémicas, los terapeutas de familia estratégicos


ven la familia como un sistema interpersonal análogo a otros sistemas
cibernéticos.

Como el lector habrá notado, este ciclo se repite de modo continuo entre tres o
más personas. Para Haley, el terapeuta estratégico no descubre “causas” lineales
que expliquen los síntomas que una familia trae al consultorio. En lugar de ello, se
aboca a percibir a las familias como implicadas en un juego, el cual tiene la
función de conservar la homeostasis del sistema.

VERTIENTE CONDUCTUAL-COGNOSCITIVA

Contrario a muchos movimientos y escuelas de familia, este modelo no ha tenido


líderes carismáticos. En vez de ello, el terapeuta de familia conductual-
cognoscitivo se ha nutrido, más que nada, de varias teorías de aprendizaje y del
estudio minucioso y sistemático de las interacciones y transacciones familiares,
tanto de familias “normales” como de disfuncionales.

Gerald Patterson y sus innumerables colegas (Patterson, 1974; Patterson y


Brodsky, 1966) durante las décadas de 1960 y 1970 iniciaron toda una revolución
de estudios empíricos y de conceptualización teórica, los cuales dieron paso al
estudio de los procesos familiares. Dentro de esta vertiente, se trabaja con la
premisa de que las conductas disfuncionales son, en gran parte, aprendidas y otra
porción de ellas se adjudican a disfunciones de corte biológico. Un ejemplo de
estas últimas sería la conducta antisocial de un adolescente la cual podría
explicarse por un sistema nervioso central hipo activo (Parker, 1993).
Intervención Psicosocial en la Familia | 61

Durante las décadas de 1960 y 1970 el centro se dirigió a la búsqueda de


explicaciones de corte operante o respondiente (Patterson, 1974; Liberman, 1970;
Stuart, 1969). La tesis consistía en postular que las transacciones de los diversos
miembros de la familia se regían por contingencias de refuerzos y castigos,
modelaje, condicionamiento clásico, entre otros. Se desprende que, en una
familia desadaptativa, las transacciones entre sus miembros se enmarcan dentro
de patrones interactivos en donde se refuerza la conducta desadaptativa, se
castiga o se extingue la conducta pro social, hay un extenso modelaje de
conductas inadecuadas, etc. De hecho, los estudios empíricos de distintos
investigadores que se ubican dentro del paradigma del aprendizaje social,
comenzaron a encontrar que ése era el caso en familias desadaptativas
(Patterson, 1982).

En particular, el terreno de la investigación era muy fértil en lo que se refiere al


estudio y modificación de niños que son llevados a la clínica por conductas
inadecuadas. A mediados de la década de 1960 Wahler, Winkel, Peterson y
Morrison (1965) presagiaban correctamente lo que se convertiría en un enfoque
muy productivo. Citamos:

La mayoría de los psicoterapeutas asumen que los padres componen la


influencia principal dentro del medio ambiente natural del niño. Desde el punto
de vista del aprendizaje social, es probable que la conducta de los primeros
sirva la función de ofrecer una variedad de estímulos, los cuales controlan las
conductas respondientes y operantes de sus hijos. Por lo tanto, si alguna de
las conductas de ese niño son desviadas desde una edad temprana, sus
padres probablemente son la fuente de los estímulos y reforzadores que han
producido y mantenido dichas conductas. Un procedimiento lógico para lograr
la modificación de la conducta desviada de ese niño, implicaría cambiar la
conducta de sus padres. Dichos cambios deberían ser dirigidos a entrenarlos
para que eliminen las contingencias que actualmente apoyan la conducta
desviada del niño y proveerle a éste nuevas contingencias con el propósito de
Intervención Psicosocial en la Familia | 62

producir y mantener unas conductas más normales las cuales ahora


competirían con la conducta desviada (p.114).

Precisamente, a este enfoque se le conoce hoy día como “entrenamiento a


padres” (parent training), el cual ha sido estudiado y aplicado de manera extensa y
con un éxito resonante (Dangel y Polster, 1984). En el mismo, se les enseña a los
padres una variedad de técnicas e intervenciones conductuales y se les ofrecen
módulos psicoeducativos para que logren entender, de acuerdo con los modelos
de aprendizaje social, sus errores en la crianza anterior de su niño.

Al principio, estos modelos se presentaron en forma algo lineal y simplista, pero,


con el pasar del tiempo, y a tono con la complejidad de las interacciones de las
familias desadaptadas, los mismos tomaron un giro más circular, recíproco e
interdependiente. Por ejemplo, en los nuevos modelos de Patterson (1982;
Patterson, Reid y Dishion, 1992), a los cuales él ha denominado procesos
familiares coercitivos, se postula que gran parte de las dificultades entre hijos y
padres se deben a un ciclo repetitivo de interacciones coercitivas y de conductas
negativas que se retroalimentan entre ambos. Así, si la niña desea salir con sus
amigas tarde en la noche y su madre le contesta en la negativa, la niña comenzará
a protestar y a escalar una serie de conductas aversivas para la madre (gritar,
empujar muebles), las cuales concluyen cuando la madre no resiste más y le
indica a ésta que salga y se vaya con sus amigas. De esta forma, hubo un
refuerzo positivo para la conducta coercitiva de la niña y uno negativo para la
conducta permisiva de la madre, quien así terminó los gritos aversivos de su hija.
Por lo tanto, ambas empiezan a jugar papeles importantes en mantener este ciclo
negativo de transacciones interpersonales.

Por otro lado, durante la década de 1970 surge una literatura muy abundante
sobre terapia conductual de parejas (Jacobson, 1977; Jacobson y Margolin,
1979). Esta literatura ha seguido creciendo y ahora también abarca los procesos
cognoscitivos (Dattilio y Padesky, 1990). Aquí se parte de la premisa de que las
transacciones maritales o de pareja no están funcionando a cabalidad debido a
que los miembros de la pareja poseen deficiencias en habilidades de
Intervención Psicosocial en la Familia | 63

comunicación de sentimientos, presentan dificultades en destrezas de solución


efectiva de problemas, tienden a darle importancia y atención a las conductas
indeseables del otro y, de modo concomitante, extinguen o no refuerzan las
conductas deseables del otro.

Paralelo a esto, emerge todo un movimiento dentro de los enfoques conductuales-


cognoscitivos relacionados con las dificultades sexuales de la pareja conocido
como terapia sexual. En la misma, el interés se encamina a enseñarles a los
miembros de la pareja como comunicar gustos, intereses y sentimientos; como
emplear técnicas específicas que propicien una ejecución sexual más placentera y
de qué forma modificar cogniciones desadaptativas e irracionales que cohíban a
uno o a ambos miembros de la pareja (Heiman, LoPiccolo y LoPiccolo, 1981).

Entrada la década de 1990 las terapias de familia conductuales-cognoscitivas se


han alejado de modo considerable de los modelos de condicionamiento puro y se
han acercado a enfoques más circulares, sistémicos y de interacción recíproca.
Asimismo, las áreas de las cogniciones y del afecto están siendo integradas
paulatinamente (Epstein, Schlesinger y Dryden, 1988).

LECCION 2 Técnicas

TERAPIAS DE FAMILIA SISTEMICAS

A causa de las similitudes entre los enfoques estructurales y los estratégicos,


hemos decidido entrelazar las técnicas de ambas.

Tal y como se explico, dentro de las terapias sistémicas de familia se hace


hincapié en obtener cambios en la homeostasis familiar patológica. En el modelo
estructural se desea lograr cambios sustantivos en una estructura jerárquica en
donde existen triangulaciones o coaliciones entre hijos y padres que no son
apropiadas. Para alcanzar esto, es indispensable que el terapeuta lleve a cabo de
manera exitosa las siguientes tres acciones: a) se una a la familia en una
posición de liderazgo; b) realice un mapa de la estructura subyacente de dicha
Intervención Psicosocial en la Familia | 64

familia (coaliciones, triangulaciones, distanciamientos, enredos, fronteras), y c)


intervenga en forma activa para transformar tal estructura. Esta tarea es viable si
se emplean técnicas como las siguientes:

Acomodo y unión

Debido a que cada familia llega al consultorio con patrones rígidos y una
homeostasis inflexible, el terapeuta debe acomodarse como un experto empático
entre los demás miembros de la familia. Una vez que éste acomodo se efectúa,
es fundamental confrontar y retar los estilos y hábitos anquisolados de la familia.
Esta labor es posible sólo si el terapeuta le demuestra a la familia que él puede
desarmar sus defensas, pero de manera que no se sientan amenazados y cada
miembro sienta que el terapeuta lo acepta y lo entiende. Por lo tanto, éste no
debe aliarse de modo permanente con un solo miembro o con un solo subsistema,
sino que sus confrontaciones o alianzas temporales deben estar condicionadas de
manera estratégica para ir debilitando coaliciones disfuncionales y fortalecer
subsistemas deteriorados.

Realineamiento de fronteras

Por lo común, las familias disfuncionales presentan dinámicas en donde sus


fronteras son muy flexibles (o cerradas). Entonces, el terapeuta debe intentar
realinearlas incrementando la proximidad o la distancia entre los subsistemas
familiares. Si la familia está muy enredada, el terapeuta usará intervenciones que
irán creando fronteras donde no las había para ir generando la independencia de
sus miembros. Por ejemplo, en una familia con una joven de 25 años en donde
sus padres no le han permitido una vida de mujer adulta, el terapeuta fomentará
activamente el que ella vaya tomando sus decisiones sin consultar continuamente
sus acciones y tratará de unir más a su padre y a su madre, para que, de esta
forma, el subsistema marital se fortalezca, teniendo como resultado la constitución
de un subsistema de hijos con una frontera adecuada con sus padres.

Reinterpretar el síntoma
Intervención Psicosocial en la Familia | 65

Aquí, el terapeuta redefine el síntoma del paciente identificado (el “chivo


expiatorio”) otorgándole, al mismo tiempo, un nuevo significado, el cual el
terapeuta empleará para lidiar con algún problema estructural. Por ejemplo, si un
paciente de 30 años viene a terapia con sus padres quejándose de modo continuo
de depresión y de que no puede manejar su vida, se podría reinterpretar en
síntoma como que él, en realidad, no está deprimido. Se le explicaría a su familia
que lo que sucede es que la queja de la depresión le permite quedarse en la casa
de sus padres y así velar para que éstos no discutan o peleen. El propósito de
esta técnica no es sólo remover o desenfocar el síntoma de la depresión, sino,
mas trascendente aún, abrir nuevos canales que permitirán una nueva estructura
de subsistema en la familia. En el caso del joven deprimido, a éste se le libera de
vigilar que sus padres no peleen, tarea que, como es obvio, no le corresponde, y
rehacer su vida más independiente. Al quitarle todo ese peso de encima, la
depresión, probablemente, desaparecerá.

La reinterpretación del síntoma ayuda a eliminar problemas de depresión en los


hijos de matrimonios disfuncionales.

Crear desbalances

Para lograr una modificación en la jerarquía imperante de relaciones familiares, el


terapeuta, sistemáticamente, se afilia, en ciertos momentos, con algunos
miembros, puede que ignore a otros o, incluso, entre una coalición de unos
miembros contra otros. Dichas estrategias tienen el propósito central de
desbalancear y deshacer una estructura familiar sintomática e ir fomentando
nuevas relaciones de poder entre sus miembros.

Debido al espacio reducido con que contamos, no nos es posible detallar todas las
técnicas que el terapeuta de familia estructural emplea. En la tabla 1 se presenta
un bosquejo de algunas de las más importantes a la luz de los cambios sistémicos
y estructurales deseados. El lector interesado debe consultar las siguientes
referencias para más detalles: Aponte y VanDeusen, 1981; Colapinto, 1991;
Minuchin y Fishman, 1981; Nichols, 1984.
Intervención Psicosocial en la Familia | 66

TABLA 1. Técnicas importantes en terapia de familia estructural

CREACION DE UNIRSE CON LA REESTRUCTURANDO

TRANSACCIONES TRANSACCION LA TRANSACCION

Estructuralización Rastreo Añadir un nuevo sistema

Inducir transacciones Acomodación Sustraer sistemas

Problemáticas

Imponer tareas dentro Exagerar el síntoma


de la familia.

Minimizar el síntoma

Moviéndose a un nuevo
síntoma

Reenmarcar el síntoma

Reorganizar el sistema

En cuanto a las terapias de familia estratégicas, ya habíamos mencionado que las


mismas no tienen como meta preeminente realinear de un modo tan sistemático
las estructuras de la familia. Sí se desea desbalancear la homeostasis
prevaleciente y establecer nuevos patrones de relación, pero se utiliza para ello el
propio síntoma que se trae a la sesión. Al igual que otras terapias sistémicas, aquí
Intervención Psicosocial en la Familia | 67

se da por supuesto que los cambios importantes en los síntomas individuales del
paciente sólo ocurrirán cuando se consigan cambios sistémicos familiares. Para
ello, el terapeuta adquiere un papel muy activo, estableciendo directrices y
asignaciones constantes a la familia. Dichas directrices tienen el propósito
cardinal de cambiar las formas en que la gente se relaciona con otros y con el
terapeuta. Las directrices pueden ser de tipo conductual o paradójicas; pueden
ser proporcionadas a un solo individuo o a toda la familia a la vez. Asimismo, el
terapeuta es el responsable de planificar estrategias efectivas que resolverán el
problema o síntoma. La meta es mayormente pragmática. Entre las técnicas
usadas se hallan las siguientes:

Intervenciones paradójicas

A causa de que los clínicos estratégicos parten de la premisa, para ellos


inequívoca, de que todo cambio a la homeostasis implicará resistencia de parte
del sistema familiar, éstos se han ingeniado diversas estrategias para vencerla.
Una técnica muy empleada por los especialistas es la de intervenciones
paradójicas. Estas pueden ser definidas como la prescripción de tareas a la
familia que aparentan contradecir las metas de terapia. Ejemplos serían: a)
decirle al paciente identificado que exagere o que esté más pendiente de sus
síntomas; b) indicarle a la familia que no pueden o no deben cambiar; c)
prescribirle al paciente y a la familia la propia conducta o síntoma que se quiere
evitar.

La explicación detrás de las paradojas es la creencia de que la familia resistirá los


intentos del terapeuta al cambio. Al resistirlos, harán lo contrario de lo
recomendado, creándose, de este modo, la modificación que se desea. Por
ejemplo, si el terapeuta prescribe que al paciente continúe con su síntoma, éste y
su familia tratarán de sabotear el intento de ayuda del terapeuta. Pero este acto
de sabotaje no trae otra cosa que la mejoría o la pérdida del síntoma.

Reenmarcamiento (reframing)
Intervención Psicosocial en la Familia | 68

Esta técnica se aplica muy en especial para darle una connotación ingenua o
inocua a una conducta de algún miembro de la familia que, hasta ese entonces,
era vista como malévola. Por ejemplo, , si la esposa casi no es comunicativa y se
encierra en sí misma cuando su esposo le increpa algo, el terapeuta puede
reenmarcar la conducta de ella en términos positivos, tal como que ella ha hecho
esto porque ama mucho a su marido y no ha querido herirlo. Al redirigir sus
energías al cambio y menos a la crítica mutua, las familias pueden concentrarse
mejor en lograr una homeostasis más funcional.

Técnicas conductuales

Tanto los clínicos estructurales como los especialistas utilizan libremente una
amplia diversidad de técnicas conductuales. Por ejemplo, en su estudio, Minuchin,
Rosean y Baker (1978) emplearon técnicas de condicionamiento operante con
casi todas sus pacientes anoréxicas. Su uso es, más bien, para redirigir los
esfuerzos de la familia y para aminorar síntomas. Los clínicos sistémicos no
estarían de acuerdo con la postura de que tales técnicas son suficientes para un
cambio duradero. Estas son un medio para obtener una modificación de la
homeostasis. El lector interesado en profundizar sobre técnicas estratégicas
puede consultar las obras de Haley (1976) y de Madanes (1981).

TECNICAS CONDUCTUALES-COGNOSCITIVAS

Dentro de la vertiente conductual-cognoscitiva se pueden hallar docenas de


técnicas diferentes, por lo que aquí sólo bosquejaremos a grandes rasgos algunas
de las principales, en especial las que se aplican en un nivel de intervención
familiar.

Psicoeducativa

No importa si es en el tratamiento de la esquizofrenia, en trastornos de niños o en


trastornos de ansiedad, en este modelo se pretende garantizar que los miembros
de la familia o la pareja tengan un entendimiento claro de los principios del
aprendizaje social y de la condición de paciente. Estos módulos pueden incluir
Intervención Psicosocial en la Familia | 69

tópicos generales tales como teorías de condicionamiento, cognición,


características del desarrollo humano, manejo del estrés, hasta temas más
específicos del trastorno del paciente, como autismo infantil, hiperactividad,
esquizofrenia, entre otros. El propósito principal es que la familia despeje mitos o
malos entendidos acerca de la condición del paciente y que obtenga un bagaje
racional de las técnicas que se usarán.

Estrategias de condicionamiento operante

Estas se usan sobre todo en el manejo de niños y adolescentes. Por ejemplo, en


casos de niños con trastornos de conducta se recomiendan técnicas como el
aislamiento (time out) y la economía de fichas (token economy). En el primero, los
padres le enviarán sólo dos avisos al niño para que emita o deje de emitir una
conducta dada (por ejemplo, pelear con el hermano menor). Si al cabo de los dos
avisos el niño no responde, uno de los padres lo colocará muy sutilmente en una
silla, aislado de juguetes y otros entretenimientos, durante un lapso que varía de 5
a 10 minutos. En el caso de la economía de fichas, se utiliza un cartelón en donde
se apuntan seis conductas que los padres desean que el niño mejore.
Diariamente, las mismas van a ser monitoreadas con mucho cuidado. Al final del
día, los padres se reúnen con el niño y le entregan fichas de colores que equivalen
a diferentes puntos. Con estos puntos, el niño crea un menú de actividades
placenteras (comer mantecado, correr bicicleta, ir al teatro….) y canjeará los
puntos por las mismas. Para un listado de otras técnicas basadas en
condicionamiento operante, véase a Browning y Stover (1971).

Contrato conductual

Una variación del condicionamiento operante consiste en realizar un contrato


familiar (o marital) escrito en donde cada una de las partes se comprometa a
eliminar ciertas conductas indeseadas y a aumentar las deseadas. El propósito de
estos contratos es reemplazar los patrones hostiles y coercitivos anteriores por
conductas de cooperación y de satisfacción mutua. Estas técnicas suelen
aplicarse más en adolescentes y entre adultos con dificultades interpersonales. El
Intervención Psicosocial en la Familia | 70

lector interesado en la implementación de diversos tipos de contratos, puede


consultar a O’Leary y Turkewitz (1978).

Entrenamiento en comunicación

Diversas investigaciones han revelado el lamentable hecho de que en las familias


disfuncionales predomina un ambiente en donde lo que tiende a comunicarse y
expresarse son los afectos negativos. En éstas, en pocas ocasiones se conversa
o se ponderan manifestaciones como el compartir sentimientos positivos o
comunicar los aspectos positivos de cada miembro. En este tipo de modalidad, el
terapeuta trae a la sesión un asunto controversial en la familia y monitorea la
manera en que ésta discute, maneja y resuelve el mismo. Muchas veces se
utiliza una cámara de video para que posteriormente los miembros de la familia se
observen en ciclos coercitivos. El terapeuta debe promover poco a poco otras
prácticas de comunicación, partiendo de la premisa de que la familia no ha
desarrollado la habilidad de negociar y solucionar conflictos en una forma
adecuada. El terapeuta ofrece entrenamiento, retroalimentación y refuerzo
positivo a los nuevos estilos de comunicación, Para que tales destrezas se
generalicen al medio familiar, se han elaborado manuales escritos que se usan en
la casa, se efectúan sesiones en el hogar y se establecen tareas extraclínicas.

Entrenamiento en solución de problemas

No sólo los estilos de comunicación pueden ser deficientes en familias que buscan
ayuda, sino que también su modo de solucionar un conflicto. Para resolver o
modificar estos estilos anquilosados, el terapeuta expone a la familia a situaciones
problemáticas y les va enseñando y moldeando cómo manejar técnicas basadas
en solución de conflictos.

El modelo de D’Zurrilla (1986) es muy popular ya que es sistemático y


estructurado. Aquí, se toma un problema sin resolver y se aplica al sistema de
D’Zurrilla que consiste en los siguientes pasos: a) tormenta de ideas; b)
eliminar las alternativas o ideas ridículas o improbables; c) evaluar las ventajas y
desventajas de las alternativas o ideas que hayan quedado; d) identificar la
Intervención Psicosocial en la Familia | 71

alternativa con más ventajas a favor; e) exponer un plan sistemático para que
dicha idea se implemente de inmediato; y f) un periodo de seguimiento para
estudiar si la misma es viable y exitosa.

Utilización de técnicas cognoscitivas

Terapeutas conductuales de familia y de pareja (Baucom y Epstein, 1989;


Bedrosian y Bozicas, 1994; Dattilio y Padesky, 1990; Weiss, 1984) han
comenzado a incorporar estrategias provenientes de las terapias cognoscitivas ya
que han identificado que parte de los conflictos de pareja o familiares se deben a
que sus miembros muestran una marcada proclividad para interpretar diferentes
acontecimientos cotidianos como amenazantes o conflictivos, cuando en realidad
no lo son. Tales interpretaciones irracionales culminan en discusiones dañinas e
innecesarias. Para profundizar acerca de esta faceta se ha recomendado el uso
de la terapia cognoscitiva de Beck (1976), en donde se identifican los
pensamientos automáticos disfuncionales y las atribuciones gratuitas que
mediatizan las crisis familiares.

Por ejemplo, puede ser que una joven esposa presente un cuadro de inseguridad
y de celos injustificados con la figura de su esposo, lo que, a su vez, ha provocado
malestar en éste. Si se utiliza terapia cognoscitiva, el terapeuta identificaría los
pensamientos automáticos que llevan a la esposa a pensar que su esposo no la
quiere. Asimismo tratará de detectar qué tipo de errores atribucionales comete
ésta. Una vez que se tenga un cuadro o mapa más claro de su procesamiento de
información, el terapeuta ayudará a la paciente a que rete, cuestione y se enfrente
a sus miedos e inseguridades. En todo este proceso, se incorporará la figura del
esposo para que éste sea un agente de cambio en su esposa.

LECCION 3 Evolución de la Psicoterapia Breve

La psicoterapia breve sistémica tiene su origen hacia 1950, época en que la


posguerra abría un campo de estudio a modelos de acción rápida y eficaz en el
Intervención Psicosocial en la Familia | 72

tratamiento de urgencia en situaciones traumáticas así como de diferentes


problemas psicológicos que habían quedado como secuela. Aunado a ello, existía
un clima de inconformidad entre psiquiatras y otros investigadores de la “salud
mental”, con relación a la formación tradicional psicoanalítica que recibían y que
desde una postura crítica constituía una limitante en el proceso de cambio y
solución de los problemas actuales de la persona.

Tal desavenencia básicamente estaba orientada a cuestionar el carácter individual


de los síntomas, la naturaleza intrapsíquica de los problemas, la idea de causas
subyacentes y la necesidad de ir al pasado para buscar en la infancia los factores
determinantes, las raíces de los síntomas actuales que eran vistos como la
manifestación de una enfermedad o de algo que está oculto. Se fue generando un
cambio de mentalidad en el que la naturaleza de los problemas y el mismo
proceso terapéutico comenzaron a considerarse de índole interpersonal. Haley
(1991) destaca la influencia de algunos personajes que, dentro de la corriente
psicoanalítica, estaban experimentando este proceso de transformación, como por
ejemplo, la influencia que tuvo Harry Stack Sullivan sobre Don Jackson y de éste
sobre Haley entre otros muchos terapeutas iniciadores de la psicoterapia breve.

Desplazar el interés del individuo hacia la relación entre individuos requiere una
sustentación epistemológica que para entonces fue encontrada en los principios
que aportan a la ciencia la TGS, la cibernética y el constructivismo. No obstante,
dichos principios llegan a generarse a partir del cuestionamiento hecho al modelo
mecanicista, imperante en el campo de la ciencia a comienzos del siglo XX, que,
para explicar los fenómenos biológicos, psicológicos y sociales, recurría a los
principios de la física y de la mecánica, lo cual resultaba insuficiente e inadecuado.
Este modelo es conocido sobre todo en términos de la visión newtoniana del
mundo, en la que las partículas materiales establecen en mundo mecánico y
totalmente determinado. La única meta de la ciencia en tal modelo parecía ser
analítica: la división de la realidad en unidades cada vez menores, aislables y
actuantes según esquemas de causalidad lineal.
Intervención Psicosocial en la Familia | 73

Dicho cuestionamiento se hace en primera instancia desde la biología,


postulándose el modelo organicista, que señala como necesario estudiar no sólo
partes y procesos aislados, sino también resolver problemas decisivos hallados en
la organización y el orden que los unifican, resultantes de la interacción dinámica
de las partes y que vuelven diferente el comportamiento de éstas cuando se
estudian aisladas o dentro del todo. El organismo, como sistema abierto que es
debe considerarse en su conjunto, como un todo en el que existen relaciones
complejas, múltiples, circulares. En este modelo, se otorga mayor importancia a la
relación y a la organización de los elementos que integran un organismo, así como
a los mecanismos propios para mantenerse en equilibrio dinámico. Estos
primeros enunciados datan de 1925 con la obre de White Head y la formulación
hecha por Cannon en 1929 del concepto de homeostasis como un fenómeno
interactivo. Coherente con esta concepción organicista, Von Bertalanffy expuso la
TGS en 1937 y, más adelante, Wiener, en 1948, publicó sus trabajos en torno de
los mecanismos de retroalimentación en su magistral obre sobre cibernética
(Bertalanffy, 1986; Liliendfeld, 1991).

Posteriormente y ahora desde la sociología, surgió el modelo procesal el cual


sostenía que el modelo organicista resultaba insuficiente para explicar los
mecanismos presentes en los sistemas socioculturales, donde el nivel de
complejidad es mucho mayor, y donde los organismos no sólo intentan mantener
un equilibrio dinámico, sino que, en ocasiones, buscan romper la homeostasis y
desarrollar mecanismos morfogénicos en aras de cambiar o generar una nueva
estructura y desarrollarse a lo largo de su ciclo vital. Tal modelo sugiere dar
mucho más significado a estos últimos mecanismos y, en esa medida,
interesarnos por el cambio y los procesos que natural o deliberadamente tienen
que ver con el mismo.

Las premisas planteadas en los modelos mencionados tomaron fuerza en esa


época y los conceptos derivados de las mismas fueron trasladados al
entendimiento de las relaciones humanas, generando así una nueva corriente
epistemológica en la que varios personajes se involucraron. Uno de ellos es
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Gregory Bateson, antropólogo, quien establece contacto con estas ideas a partir
de las conferencias interdisciplinarias organizadas por la Fundación Macy’s, en el
año de 1942, con el objetivo de encontrar una “ciencia de control” de donde
emergió la cibernética. Estas conferencias, señalan Shalanger y Wazlawick
(manuscrito inédito), se realizaron desde 1942 hasta 1949 y en ellas participaron
casi siempre los mismos personajes, entre los que vale la pena destacar a Milton
Ericsson, quien presentó sus trabajos sobre hipnosis, y el cibernético-
constructivista, Heinz Von Foester.

El primer contacto de Bateson con la psiquiatría fue en 1948 cuando comenzó a


trabajar en San Francisco en un estudio sobre la comunicación en psicoterapia en
el que integró sus conocimientos acerca de lo sistémico. En 1952, recibió una
beca para estudiar comunicación, en particular el tema de las paradojas y su
relación con los distintos niveles de abstracción y clasificación. Más tarde en
1954, el Centro de Estudios Avanzados de las Ciencias del Comportamiento –en
Palo Alto, California- decidió apoyar la investigación relacionada con la TSG, para
lo cual el mismo Bertalanffy fue convocado. La irrupción de estos conceptos
introdujo un cambio en el que, en el mundo de los sistemas abiertos, la
información y la relación eran lo más importante., y por tanto, el objeto de estudio.

Así no es fácil comprender el poderoso atractivo que ejerció la investigación sobre


la familia en todo aquel ávido por explorar los problemas humanos desde la
perspectiva sistémica. Las pioneras en esta área fueron las del grupo de
Investigaciones Mentales de Palo Alto que, en 1959, con Don Jackson como
director y fundador, Gregory Bateson y un grupo de psiquiatras pioneros del
enfoque interaccional, como Jay Haley, John Weakland, Lyman C, Wynne y
Theodore Lidz, entre otros, iniciaron sus estudios acerca de algunas pautas de
interacción familiar que, de manera estable, se asociaban con la enfermedad
mental, adscribiendo a la interacción familiar y a la comunicación un papel
fundamental en el desarrollo de la esquizofrenia (Bateson et al, 1974).

Estas primeras investigaciones dieron origen al movimiento de terapia familiar


sistémica, que ha proliferado desde entonces no sólo en el grupo de Palo Alto,
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donde en 1976 se creó el Centro de Terapias Breves, con la presencia de Paul


Watzlawick, Richard Fish y John Weakland, quienes han desarrollado el modelo
estratégico; también surgieron otras escuelas como el grupo de Filadelfia, cuyo
principal representante, Salvador Minuchin, desarrolló el modelo estructural; la
escuela de Milán con Mara Selvini Palazzoli y su equipo; la escuela de Roma
representada, entre otros, por Mauricio Andolfi y Claudio Angelo; la escuela de
Milwaukee dirigida por Steve de Shazer; el Instituto Ackerman de Terapia Familiar
con Peggy Papp, Olga Silverstein y otros especialistas en la materia y la Escuela
Australiana con Michel White y David Epson.

Ahora bien, la pauta que vincula estas diferentes escuelas es la forma de


conceptualizar la problemática. Nardone (1992) lo resume como un paso en el
campo de la psicoterapia de lo intrapsíquico a lo racional, del análisis del pasado
al estudio de las reglas que gobiernan la interacción en el aquí y el ahora, de la
pregunta relativa al porqué del problema, al qué, cómo, cuándo y dónde el
problema es problema; de la extrema pasividad del terapeuta al activismo y el
empleo del influjo personal en la práctica clínica para promover el cambio de la
situación problemática. Este cambio presupone uno epistemológico fundamental.

EPISTEMOLOGIA SISTEMICA

1
Hacer la transición desde una epistemología lineal progresiva que es atomista
reduccionista, anticontextual y se atiende a una lógica analítica de procesos
aislados, a una recurrente, circular o sistémica, no resulta nada fácil puesto que
implica para el terapeuta un cambio en su propia concepción del mundo, de la
naturaleza, de los problemas, de la terapia y de su participación en ella. Para ello,
el clínico debe, en primer lugar, reconocer las premisas que subyacen en su

1
Siguiendo a Bateson y a Kenney (1991), se emplea la expresión “lineal progresiva” para
referirse a una secuencia de ideas o proposiciones que no vuelven, que van en una sola
dirección. Lo opuesto a “lineal progresivo” es “recursivo”, entendiendo por recursividad el
retorno al punto de partida y advirtiendo que, cada vez que se regresa, que un proceso vuelve
sobre sí mismo, puede indicarse una diferencia porque, en realidad, no es un retorno hacia el
mismo momento inicial.
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manera de actuar o, como señala Kenney (1991), en su particular “epistemología”,


que no es otra cosa que el estudio del modo en que las personas o sistemas
conocen cosas y la forma en que ellos piensan que conocen cosas.

Una idea básica para comprender la epistemología es que lo que cada cual
percibe y conoce se deriva en gran medida de las distinciones que traza; de esta
manera, el acto básico de la epistemología es la creación de una diferencia, ya
que sólo al distinguir una pauta de otra somos capaces de conocer nuestro
mundo. Para conocer, debemos hacer una distinción y ello, en sí mismo, sugiere
una opción o preferencia de quien la hace (Bateson, 1993). Por tal razón, para
comprender cualquier fenómeno, debemos empezar por apreciar cómo fue
construido; es decir, qué distinciones están en la base de su creación. ¿Qué
construcciones de la realidad tiene el observador, qué distingue esto de aquello?

Los planteamientos hechos por Maturana (1992) proporcionan una guía en cuanto
que afirman que nuestra percepción, más que depender de la agudeza de
nuestros sentidos, descansa en la comprensión de nuestros conceptos. Las
distinciones que el observador establece, surgen como producto de sus propias
distinciones en la repercusión de que éstas distinguen al que distingue.

Desde esta perspectiva, el terapeuta, en la medida en que se enfoca al estudio de


la totalidad y no de procesos aislados, lleva a cabo un procedimiento sistémico;
en la medida en que estudia el comportamiento recíproco, la regularidad, la pauta
y la organización, desarrolla un método cibernético.

Debido a la trascendencia que los conceptos de la TGS y de la cibernética tienen


para la comprensión de este cambio epistemológico, se exponen algunos de ellos;
para ampliar sus conocimientos acerca de los mismos, se recomienda al lector
recurrir a las fuentes originales.

El sistema es definido por Buckley (1982) como un complejo de elementos o


componentes directa o indirectamente relacionados en una red causal, de modo
que cada uno se relaciona por lo menos con algunos otros, en forma más o menos
estable, en un lapso dado.
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Un sistema no se comporta como un compuesto simple de elementos


independientes, sino como un todo coherente e inseparable. Cada una de sus
partes está ligada a las demás de tal manera que un cambio en una de ellas
provoca una en las demás y en el sistema total. Como corolario de la noción de
totalidad, se desprende la premisa de la “no sumatividad”, refiriéndose al sistema
como mucho más que la suma de sus partes, donde el “más que” señala la
organización que confiere al agregado características no sólo diferentes de las de
los componentes considerados en forma individual, sino que, a menudo, no
aparecen en estos últimos.

En un sistema, los elementos están interactuando y ello implica que se están


afectando mutuamente; por tal hecho, resulta imposible concebir que existan
relaciones unilaterales entre elementos (del tipo A afecta a B, pero a la inversa).
El concepto básico que se inserta en este principio es el de retroalimentación,
mecanismo por el cual la información retorna al punto de partida, cerrando el
círculo2.

Si bien en las cadenas progresivas de causalidad lineal tiene sentido hablar del
comienzo y del fin, tales términos carecen de sentido en los circuitos de
retroalimentación. En un círculo no hay comienzo ni fin. Sin embargo, este tipo de
puntuación lo emplean con frecuencia los participantes de cualquier interacción
cuando la persona A como la B afirman que sólo reaccionan a la conducta del
otro, sin comprender que influyen a la vez sobre él a través de su propia reacción.

En un sistema circular, los resultados - en el sentido de alteración de estado al


cabo de cierto periodo - , no están determinados tanto por las condiciones iniciales
como por la naturaleza de las relaciones, del proceso o de los parámetros del
sistema. En ese sentido, el principio de la equifinalidad señala que idénticos
resultados pueden tener orígenes distintos, mientras que la multifinalidad se
refiere a que condiciones iniciales similares pueden llevar a estados finales

2
Vale destacar que, cada vez que se regresa, que un proceso vuelve sobre sí mismo, que el
círculo se cierra, puede indicarse una diferencia porque, en realidad, no es un retorno hacia el
mismo momento inicial. En ese sentido, la imagen del círculo que se cierra quizás sea mejor
representada por la de una espiral.
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diferentes. En ambos casos se destaca la independencia entre estados iniciales y


finales, lo cual, en el campo de la psicoterapia, replantea el acento dado a las
causas iniciales, para ponerlo en lo que sucede en el aquí y el ahora, en términos
del patrón de relación que el sujeto vive con su entorno y de las atribuciones que
otorga en cuanto a valor, sentido y significado.

Conforme los sistemas abiertos adquieren complejidad, desarrollan procesos


mediadores de complejidad también creciente que posibilitan al sistema
autorregularse. El primero de ellos hace referencia a aquellos procesos de los
intercambios complejos entre el sistema y el ambiente que tienden a mantener o
preservar una forma, una organización o un estado del sistema, en tanto que el
segundo alude a aquellos procesos que tienden a elaborar o modificar la
estructura. Este doble proceso de continuidad y crecimiento ocurre por medio de
un intercambio dinámico entre dos funciones: la capacidad homeostática y la
capacidad de transformación que son el resultado, entre otros, de los mecanismos
de retroalimentación negativa y retroalimentación positiva, respectivamente. Cabe
señalar que, en cuanto caracteres funcionales del sistema, no son uno mejor que
el otro, sino que, estabilidad y cambio son dos caras de la misma moneda. Caras
con las que se enfrenta el terapeuta al evaluar tanto el sistema consultante, como
el nuevo sistema que se forma, es decir, el terapéutico, precisamente, cuando su
tema central es encontrar los mecanismos que bloquean el cambio y también
aquellos que lo generan para, entonces, promoverlo.

Ahora bien, en la medida en que el terapeuta presupone que las partes de un


sistema están interrelacionadas, es decir, que se comunican entre sí y se afectan
mutuamente, su interés cae en el ámbito de la pragmática de la comunicación,
ampliamente desarrollada por Watzlawick (1989) en la Teoría de la Comunicación
Humana. En esta teoría, se aplican los principios de la TGS y de la cibernética al
estudio de las relaciones humanas y se plantea que en una relación todo
comportamiento activo o pasivo, intencionado o no, tiene carácter comunicativo y
es, por tanto, comunicación. Puesto que es imposible no comportarse, también es
imposible no comunicar.
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En toda comunicación se pueden distinguir, por una parte, el aspecto referencial


del mensaje que transmite básicamente información y que corresponde al nivel de
contenido y, por la otra, el aspecto conativo que se refiere a qué tipo de mensaje
debe entenderse que es ( por ejemplo, es una orden, es un chiste, es una burla) y
que, como información acerca de la información misma, define la relación entre los
comunicantes: éste es el nivel de relación de la comunicación, que en última
instancia, es el que interesa principalmente al terapeuta. En las relaciones
humanas, a veces el contenido sólo es el pretexto para definir la relación y en esa
definición nos constituimos, desde antes de nacer, como personas. Somos en
relación con otro que nos define y se define a sí mismo en la relación. En esa
definición se dan procesos continuos de aceptación, rechazo, descalificación y
reafirmación, cuya categoría es fundamental para la salud y el bienestar
emocional.

Por último, en la dimensión en que el terapeuta contempla que sus observaciones


de la realidad – como las de cualquier observador, incluido el paciente - , tienen
como base sus propias construcciones y que, en ese sentido, la realidad no existe
como un hecho objetivo, su pensamiento es constructivista.

El constructivismo es una corriente epistemológica que analiza aquellos procesos


de percepción, de comportamiento y de comunicación a través de los cuales las
personas forjan sus propias realidades individuales, sociales, científicas e
ideológicas. En el transcurso de su vida y como parte de su proceso de
adaptación, el ser humano intenta edificar una estructura mental que le permita
ordenar su experiencia; en este proceso, construye para sí mismo y conforma con
otros un mundo al cual lama realidad. Todo este bagaje es el que se pone en
juego en el momento de la observación, haciendo que la mirada esté revestida de
todos estos engramas individuales y socioculturales que generan un determinado
mapa o fragmento de eso que llamamos realidad.

Como corriente epistemológica, el constructivismo fue desarrollado en su forma


más radical por Ernest Von Glaserfield quien plantea que no se necesita penetrar
con mucha profundidad en el pensamiento constructivista para comprender que el
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mundo en que parecemos vivir lo debemos sólo a nosotros mismos puesto que el
hombre es el único responsable de su pensamiento, de su conocimiento y de su
conducta. Es esto lo que, en última instancia, quiere afirmar el constructivismo y,
en su intento de hacerlo, pone de manifiesto aspectos de la teoría del
conocimiento que, de otra manera, pasarían inadvertidos.

La tesis fundamental es que el mundo que experimentamos lo construimos


nosotros mismos, de modo que nuestro conocimiento ha de interpretarse no como
imagen del mundo real, sino sólo como una llave que abre caminos posibles. Esta
idea plantea una diferencia en la relación entre saber y realidad. La concepción
tradicional de la teoría del conocimiento considera tal relación como un acuerdo o
correspondencia gráfica; el constructivismo radical interpreta dicha relación como
una adaptación o ajuste en el sentido funcional. No busca que este conocimiento
corresponda con la realidad, sino, más bien, que encaje en la misma. Una llave
“encaja” en la cerradura cuando la abre. Ese “encajar” describe una capacidad de
la llave, pero no de la cerradura.

En ese aspecto, se opone a la idea ampliamente difundida entre la ciencia de que


el saber sólo es saber si permite conocer al mundo tal como este es y de que sólo
tenemos derecho a llamar “verdad” a lo que corresponde con una realidad
independiente y “objetiva”. Para los constructivistas, toda concepción, todo saber
y toda comprensión son siempre construcción e interpretación del sujeto viviente.
Y aunque no podemos valorar a una como más verdadera o real que otra, estas
construcciones tienen consecuencias y producen resultados concretos de
naturaleza personal y social.

Parece oportuno retomar la distinción hecha por Watzlawick (1992) entre realidad
de primer orden, que se refiere a los hechos tal cual son, y la realidad de segundo
orden, que es construida por medio de la atribución de sentido, de valor y de
significado que se otorga a la realidad en cuestión de primer orden. La distinción
hecha entre estas dos realidades se expresa en la historia acerca de la diferencia
entre un optimista y un pesimista: mientras que el optimista dice que una botella
está medio llena, el pesimista asegura que está medio vacía. La misma realidad
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de primer orden, pero dos realidades diametralmente opuestas de segundo orden,


que tienen consecuencias concretas en el vivir de cada uno.

En el campo de la psicoterapia, asumir que una realidad se construye y no se


descubre (ya que este postulado presupondrá que exista una realidad a priori) nos
invita a reflexionar acerca de la comprensión de la situación como prerrequisito
nodal del cambio, y por tanto, confirmar que el “insight” no asegura la
transformación de la situación conflictiva. En la psicoterapia tenemos que ver
sobre todo con realidades de segundo orden, orientando la intervención para que
construya nuevos aspectos de la realidad que le permitan al paciente vivir de una
forma más placentera.

LA INFLUENCIA DE MILTON ERICKSON

La influencia clínica de Milton Erickson puede considerarse como fundamental


para la psicoterapia breve. Durante su asombrosa carrera como psicoterapeuta
especialista en hipnosis, preparó una gran cantidad de estrategias y técnicas de
intervención para la resolución en breve tiempo de problemas de orden emocional
y conductual. Su particular modo de hacer terapia, representó para el grupo
fundador de la perspectiva sistémica, un material clínico primordial. De manera
intuitiva y empírica había utilizado estrategias terapéuticas que venían a ser la
aplicación directa y antecedente de muchas de las formulaciones teórico-prácticas
que el grupo Bateson y Jackson habían formulado como modelos.

Es oportuno señalar que, dentro del proyecto de investigación de Bateson sobre


comunicación, él, junto con Haley y Weakland, estudiaron extensamente el tipo de
comunicación terapéutica de Erickson, impresionante por los cambios tan
sorprendentes que provocaba. Con un estilo indirecto y poco convencional,
asignando tareas, formulando sugestiones o contando cuentos y metáforas,
Erickson se orientaba a aflojar las “rigideces” de la persona en la medida suficiente
como para que ella descubriera otros modos de pensar y comportarse, capaces de
eliminar el síntoma.
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Las bases de la concepción ericksoniana constituyen, en esencia, supuestos


determinantes para la psicoterapia breve. De acuerdo con O’Hanlon (1989),
Erickson se caracterizó por tener una orientación naturalista centrándose en los
recursos de las personas más que en sus carencias, en sus posibilidades más que
en sus limitaciones, en la búsqueda de soluciones más que en los problemas.
Una orientación de presente y futuro considerando que la vida se vive en el
presente, para el mañana; el pasado no puede cambiarse y sólo se modifica la
interpretación y el modo que tenemos de verlo. Una orientación de uso en la que
el terapeuta recurre a todo, inclusive a las limitaciones, para promover el cambio.
Erickson utilizaba todo lo que los pacientes presentaban – síntomas, resistencias,
creencias, pautas de comportamiento - , y con su ejemplo, propuso el empleo
cabal de todos los recursos y limitaciones del terapeuta en la promoción del
cambio.

PREMISAS FUNDAMENTALES DE LA PSICOTERAPIA BREVE

Un aspecto central en la psicoterapia breve sistémica es el cambio, la forma como


tiene lugar espontáneamente y la manera de promoverse. Además, comparte las
siguientes premisas:

- Se enfoca en el aquí y el ahora y no en el allá y el entonces


- No busca causas subyacentes, que implican que aquello de lo que se
quejan las personas al iniciar la terapia no es el verdadero problema, sino
siempre la manifestación de algún problema más profundo. Se considera
que, en su mayoría, los problemas son de naturaleza interaccional.
- Es focalizada, centrada en los problemas y la búsqueda de soluciones
intentando con ello aliviar las quejas específicas que los pacientes llevan a
la terapia.
- Se considera que para resolver los problemas no es necesario hacer
conciencia de su naturaleza o de su origen, por lo que no se hace algún
intento deliberado por promover el insight o entendimiento.
- Los pacientes definen los objetivos de la terapia, por lo que deben
formularse para satisfacer la unicidad de las necesidades del individuo;
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dicho de otra manera: la terapia debe ser cortada a la medida y envuelta


como regalo para cada persona.
- El cambio es constante e inevitable. Una vez que se hace un pequeño
cambio positivo, la gente se siente optimista y con algo de confianza para
abordar nuevos cambios. Un cambio en una parte del sistema produce
modificaciones en otras partes del mismo, por lo que el cometido del
terapeuta es identificar y ampliar el cambio.
- Las personas tienen los recursos y capacidades para superar sus
dificultades y resolver sus quejas; es tarea del terapeuta acceder a esas
capacidades y lograr que sean utilizadas.
- La manera en que se etiqueta un dilema humano puede cristalizar un
problema y hacerlo crónico. Catalogar a un niño como autista o etiquetar a
un adulto como border line sólo contribuye a participar en la creación de un
problema mucho más difícil de solucionar.
- No hay una única forma “correcta” de ver las cosas; puntos de vista
diferentes pueden ser igualmente válidos y ajustarse igual de bien a los
hechos.

LECCION 4 Técnicas de la psicoterapia Breve

En ocasiones, un sistema, sea éste un individuo, una pareja o una familia, no


puede propiciar desde su interior las condiciones para su propio cambio, aun
teniendo los recursos necesarios para ello. Desde este punto de vista, los
problemas se desarrollan cuando se manejan mal las dificultades de la vida
cotidiana. Una dificultad se convierte en problema, como lo señala Watzlawick
(1986), en la medida en que las soluciones intentadas no consiguen resolverlo y
conducen a círculos viciosos, a juegos sin fin, que, como su nombre lo indica, son
interminables en el sentido de que no contienen en sí condiciones para su propia
terminación. En estos casos, el problema ya no es el problema, sino que éste
viene a ser la solución que se intentó para resolverlo.
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Entonces, se acude al terapeuta, quien, para contribuir a la solución del conflicto,


debe hacerse una idea clara de la naturaleza del mismo, la forma como se ha
enfrentado y las soluciones intentadas, la postura del paciente, las expectativas
respecto del cambio, los objetivos de la terapia, así como de las tácticas y
estrategias que ha de seguir para que ésta cumpla con su propósito.

Ello supone para el terapeuta realizar una planificación del caso, lo cual resulta
imprescindible para aplicar con eficiencia su capacidad terapéutica y resolver los
problemas con rapidez. Sino se le dedica el tiempo necesario a la planificación,
disminuyen notablemente las posibilidades de éxito y el tratamiento se convierte, a
menudo, en una aventura prolongada y errática, que termina porque el paciente
pierde el interés y abandona el tratamiento, o bien, porque el terapeuta termina
renunciando.

Planificar implica no preparar los temas de la sesión en la sesión misma, sino con
anterioridad, teniendo en cuenta el objetivo final de la terapia y los pasos que
deben seguirse para lograrlo. Esta no es una práctica común, no sólo porque
planificar es una tarea ardua, sino ya que buena parte de la terapia tradicional
induce al terapeuta a esperar la reacción del paciente y sólo entonces responder a
ella, debido, en parte, al hecho de considerar que casa sesión constituye una
entidad separada y no un segmento dentro de un proceso que se da en el
tratamiento global.

Naturaleza del problema: el terapeuta se centra en el aquí y el ahora, buscando


hacerse una idea clara acerca de cual es el problema y de cómo éste es un
problema para quién o quienes consultan. Si, por ejemplo, el paciente afirma que
su problema es una “mala comunicación” , el terapeuta tendrá que clarificar qué
entiende por “mala comunicación” y definir así un problema que sea tratable, en la
medida en que se determinan ciertos comportamientos sobre los cuales se espera
el cambio.

De igual manera, cabe recordar que la forma en que se etiqueta un dilema


humano puede cristalizarlo y hacerlo crónico. Todo empeño por descubrir una
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patología, contribuirá a reforzarla, de forma que podemos terminar perpetuando lo


que queremos cambiar. Por eso, al formular un problema es de suma utilidad
hacer preguntas relacionadas al qué sucede, cómo, cuándo, dónde, con quién,
preguntas que nos permitirán describir pautas de comportamiento así como las
secuencias repetidas de interacción en las que se insertan. Con ello, se evita usar
rótulos o etiquetas que sólo contribuyen a hacer del problema algo menos
solucionable. En ese sentido, puesto que participamos en la cocreación de la
realidad de los pacientes, el objetivo es reducir el tamaño del problema haciéndolo
parecer así mucho más manejable.

Ahora bien, así como podemos centrar la atención en las circunstancias en que
aparece el problema y detallar nuestra información sobre el mismo, también
podemos enfocarnos en las circunstancias de “no problema”; es decir, en lo que
sucede cuando éste no aparece, lo cual, en muchas ocasiones, ilumina la solución
de modo asombroso.

Para definir el problema, es de gran utilidad la técnica de externalización expuesta


por White (1993, 1994), que insta a las personas a cosificar y, a veces, a
personificar los problemas, de manera que una vez que el problema es puesto
fuera, como una entidad separada del sujeto, se puede hablar con facilidad de su
relación con el mismo. Para ello, se hacen preguntas al paciente acerca de la
influencia relativa del problema sobre su vida y sus relaciones – la manera como la
ha afectado - , así como sobre la influencia relativa que tienen él y otros con los
que se relaciona en la persistencia del conflicto.

Soluciones intentadas: una vez que una dificultad se vive como “problema”,
éste se mantiene o empeora con los intentos ineficaces de las personas para
resolverlo. En otras palabras, el problema es el intento de solución que se ha
dado y que, en la mayoría de los casos, constituye acciones de la misma clase,
que pueden diferir en la forma, pero que, en esencia, son lo mismo. Este patrón
de “más de lo mismo” es, entonces, un objetivo de la intervención terapéutica.
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El terapeuta debe examinar muy bien las soluciones intentadas, con el fin de que
no proponga “más de lo mismo” y así evitar colaborar con el mantenimiento del
problema. Por otra parte, esta información permite conocer la realidad construida
por la persona en cuestión, en la que esos intentos de solución son los únicos
posibles, significativos, lógicos o permitidos.

Ahora bien, así como se presta atención a las soluciones intentadas y que no han
sido exitosas, también es de gran utilidad preguntar al paciente si alguna vez ha
logrado vencer el problema o manejarlo en forma satisfactoria o, incluso, sobre la
manera en que ha solucionado otros problemas, haciendo alusión a éxitos
pasados que, aunque en apariencia no tengan relación alguna con el problema en
cuestión, el terapeuta pueda establecer un lazo de unión entre las dos situaciones
y generar información muy importante acerca de las fortalezas, las capacidades y
los recursos que la persona tiene y que puede emplear ahora para resolver el
problema.

Postura del paciente: en la psicoterapia breve sistémica se ha dado particular


atención al conocimiento del vivir cotidiano, los valores, las creencias, las
peculiaridades y circunstancias singulares del individuo. En otras palabras, la
postura del individuo en relación con su problema, con la terapia, con el terapeuta
y con las demás facetas de su vida. La psicoterapia convencional concede
importancia a escuchar el significado subyacente de lo que el paciente dice. Aquí,
la importancia radica en escuchar la formulación exacta de las frases de los
pacientes, puesto que es ahí donde éstos expresan sus posturas.

El hecho de conocer la postura de la persona nos permite alentar su colaboración


y eliminar resistencias al “cortar la terapia a la medida”. Esta idea es desarrollada
por Jefrey Zeig quien propone la utilización de algunas categorías diagnósticas
relacionadas con la forma en que el individuo percibe y elabora la “realidad”,
encontrando las directrices necesarias para encuadrar una sugerencia, formular
una tarea o, simplemente, presentar las ideas y motivar acciones concretas que
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puedan posibilitar el cambio (Robles, 1991). Una de las piedras angulares del
enfoque ericksoniano que ha influido en la psicoterapia breve es la aceptación y el
uso del lenguaje del paciente, de sus intereses y motivaciones, de sus creencias y
marcos referenciales, de su conducta, de sus síntomas y, aun, de su “resistencia”.

Objetivo de la terapia: en términos generales, se puede afirmar que el propósito


de la terapia es hallar la solución del problema que aqueja al paciente ya sea
porque la conducta problema haya cambiado o debido a que su evaluación de
dicho problema se modifica de modo que considera que ya no lo es. Para que tal
meta se cumpla, se debe evaluar las expectativas de cambio que el paciente tiene
respecto de la terapia, tratando de concretar los resultados que éste espera
obtener una vez que haya concluido la misma. Los terapeutas dificultan su propio
trabajo cuando, al principio, acepta objetivos ambiguos y, luego, siguen adelante,
asumiendo que saben lo que los pacientes quisieron decir.

Para ello, es necesario que el terapeuta pregunte acerca de esas expectativas y


se haga una idea clara sobre las mismas; si, por ejemplo, una persona nos
expresa que quiere tener “más comunicación” o “mejor autoestima” o “sentirse
más feliz”, la pregunta estará orientada a determinar cuales acciones concretas y
observables le indicarán que lo ha logrado. La técnica de la “bola de cristal”
desarrollada por Erickson es muy útil en tanto que proyecta a la persona a un
futuro, visualizando la solución del problema o la forma en que actuaría una vez
que la terapia haya terminado exitosamente. Preguntas acerca de cómo se daría
cuenta de que el problema se ha solucionado, qué cosas serían diferentes y quién
sería el primero en percatarse de ello ayudan a concretar los objetivos de la
terapia, pero, además, presuponen que ésta será exitosa, lo cual aumenta la
posibilidad de que lo sea.

Intervención terapéutica: En la psicoterapia breve sistémica, la idea heredada


del modelo médico que diferencia entre evaluación e intervención ha sido dejada
de lado puesto que la intervención del terapeuta empieza desde el mismo
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momento en que se pone en contacto con el paciente. Como terapeutas, influimos


desde el primer momento sobre las percepciones y la experiencia que los
pacientes tienen de su situación; en esa medida, que mejor que nuestra influencia
sea optimista, positiva, alentadora, buscando que se proyecte a la solución. Como
dice O’Hanlon, somos cocreadores de realidades con nuestros pacientes y, en ese
sentido, qué mejor que cocrear la idea de un problema solucionable.

Siempre buscamos indicadores que nos ayuden a sentir o a pensar acerca de una
situación; el niño, cuando se cae, mira a su alrededor para tener un indicio de
cómo tratar ese incidente. Si oye gran preocupación en su entorno, es muy
probable que se ponga a llorar. Si lo ayudan a levantarse y lo alientan a seguir
haciendo lo que está haciendo, es probable que lo haga sin quejarse. De la
misma manera, en la psicoterapia, desde el primer momento, el terapeuta emite
mensajes verbales y no verbales que le harán pensar al paciente de tal o cual
forma. Entonces, como es inevitable que influya, mejor que lo haga de modo
propositivo y ofrezca un marco en el que piense que dispone de todas las
capacidades y recursos para resolver el problema y que, con ello, va a tomar
contacto en el proceso.

En la psicoterapia breve, la intervención terapéutica se orienta a:

1. Cambiar la “forma de actuar” en la situación percibida como problemática,


buscando pautas de comportamiento nuevas o diferentes.
2. Modificar la “forma de ver” la situación percibida como problemática, ofreciendo
otros marcos de referencia.
3. Evocar los recursos y capacidades de la persona que se puedan aplicar a la
situación percibida como problemática.

A continuación, se enuncian algunos de los medios utilizados en la psicoterapia


breve para promover el cambio, recalcando que, como en cualquier arte, estos
medios requieren de la habilidad y la creatividad del terapeuta, especialista en el
uso de los mismos.
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Habitualmente, los pacientes reciben alguna variante de la sugerencia de dejar de


intentar resolver el problema de la forma en que lo han estado haciendo, lo que,
por lo general, se consigue con el empleo de su sistema de creencias, o también,
ofreciendo un nuevo marco de referencia dentro de ese sistema, técnica conocida
como reestructuración. Watzlawick (1986) establece como tal intervención
construye un nuevo aspecto de la realidad en lugar de anterior, de manera que
otorga a la situación un nuevo sentido y significado, más conveniente del que le
han venido dando hasta ahora. Un ejemplo tomado de la literatura que ilustra ésta
técnica, es aquella escena en la que Tom Sawyer está castigado por pintar una
pared la tarde del sábado, mientras que sus amigos tienen vacaciones y van a
nadar; ¿cómo preservar su imagen y afrontar la burla de sus amigos? Lo hizo
cambiando radicalmente el sentido de la situación, al plantear que lo que hace no
es un castigo, sino diversión, puesto que no todos los niños tienen la oportunidad
de pintar una pared todos los días. Al poco rato, un chico tras otro le habían
“comprado” el privilegio de poder pintar una parte de la pared.

De lo anterior se desprende que una forma valiosa de contribuir a la solución de


los problemas es ofrecer construcciones alternativas que conduzcan a una visión
de la realidad más flexible y pluralista; es comprender que no hay una sola
manera de ver un hecho, de hacer una lectura de la situación, de entender una
determinada actitud o comportamiento, sino que hay otras, igualmente válidas,
que pueden conducir a un mayor bienestar y desarrollo.

La prescripción del comportamiento es otra técnica utilizada para promover el


cambio y, como indica su nombre, se trata de la ejecución de acciones muy
concretas que el terapeuta propone a su paciente. Dichas prescripciones pueden
ser paradójicas, en la medida en que alientan a ejecutar en forma deliberada el
síntoma: si la queja es que no puede dormir, la prescripción podría ser, entonces,
que no duerma; si teme cometer errores, se le pedirá que cometa alguno; si
teme hablar en público, se le solicitará que advierta a su público acerca de lo que
esta situación le produce. A veces, todo lo que se requiere es que la persona
envuelta en la situación realice algo diferente, aunque esa conducta sea
Intervención Psicosocial en la Familia | 90

aparentemente irracional, inapropiada, extravagante o humorística ( De Shazer,


1991).

El terapeuta puede alentar a emprender ciertas acciones, abrir nuevos caminos,


intentar otras formas de interacción o verificar creencias, mediante tareas o
directivas que asigna abiertamente de manera clara y precisa para que se lleven a
cabo entre sesión y sesión (Haley, 1985). Por ejemplo, se le puede pedir al
paciente que elabore una lista de las ventajas y de las desventajas de continuar
con el problema, que determine en qué situaciones éste no ocurre, que observe lo
que quiere que siga sucediendo en su vida, que ante un determinado hecho – por
ejemplo, la aparente indiferencia del esposo - . responda de modo distinto a como
habitualmente lo ha hecho.

Algunas de estas intervenciones han sido presentadas por Steve de Shazer como
“tareas de fórmula”, puesto que han resultado útiles en el manejo de una amplia
gama de situaciones disfuncionales, iniciando cambios aun sin que medie una
comprensión detallada del terapeuta respecto de lo que está sucediendo. Por
ejemplo, la tarea de fórmula de la primera sesión en la que se solicita que desde
ese momento hasta el próximo encuentro el paciente observe lo que quiera que
siga ocurriendo en su vida en cuanto a un aspecto determinado relacionado con la
queja. Parecida a ésta es la tarea de ponerse los “lentes de buscar cosas
positivas” o la tarea genérica en la que se solicita a la persona que, una vez que
ha fijado su objetivo, observe las cosas que hace en la semana y que lo acercan a
esa meta. Las tres tareas se centran en lo positivo, en los recursos y en las
soluciones más que en los problemas favoreciendo de manera sorprendente el
cambio. La tarea de la sorpresa introduce en las relaciones un poco de azar y, por
tanto, rompe con rigideces preexistentes. En ella, se pide a la persona que haga
algo que sorprenda a otro (hijo, esposo, padre), que se comporte en forma distinta
respecto del problema o queja y que no lo advierta, ya que el otro debe percatarse
de qué fue lo que hizo. Sin duda, la tarea de “haga algo diferente” en la que se
demanda que desde ahora y hasta la próxima sesión haga algo distinto, es
Intervención Psicosocial en la Familia | 91

aplicable a una gran variedad de situaciones y, al igual que la anterior, posibilita


alterar las secuencias conductuales en las que el problema se inserta.

La creatividad del terapeuta y la comunicación que establece con su paciente le


permitirán diseñar diversas tareas que no sólo le aportarán información relevante,
sino que le permitirán modificar pautas existentes o establecer pautas nuevas de
comportamiento.

Para modificar pautas existentes, la descripción de la secuencia repetida en la que


se inserta el “síntoma” o de las circunstancias del problema proporcionan una
fórmula que indica dónde y cómo formular la tarea. Algunas modalidades
ericksonianas descritas por O’Hanlon (1989) para intervenir en la pauta y
modificarla son:

- Cambiar la frecuencia/velocidad del síntoma o de la pauta-síntoma


- Modificar el momento (del día, de la semana, del mes, del año).
- Cambiar la ubicación (en el cuerpo o en el mundo) del síntoma o de la
pauta-síntoma.
- Reformar la intensidad del síntoma o de la pauta-síntoma.
- Modificar alguna otra cualidad o circunstancia del síntoma.
- Variar la secuencia (el orden) de los acontecimientos que rodean al
síntoma.
- Modificar la duración del síntoma o de la pauta-síntoma.
- Crear un “cortocircuito” en la secuencia
- Interrumpir o, de algún modo, impedir que se produzca toda la secuencia o
parte de ella (descarrilamiento).
- Agregar o suprimir (por lo menos) un elemento de la secuencia.
- Fragmentar algún elemento completo en elementos más pequeños.
Ocasionar que se presente el síntoma sin la pauta-síntoma.
- Invertir la pauta.
- Vincular la aparición de la pauta-síntoma con otra pauta, por lo general una
experiencia indeseada o meta deseable, pero difícil de obtener.
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La utilización de rituales terapéuticos es otra práctica común en la psicoterapia


breve ampliamente descrita por Imber-Black (1991) . El ritual puede definirse
como un acto simbólico prescrito, que debe ejecutarse de un modo determinado
(lugar, tiempo, orden) y que se cumple con una buena dosis de compromiso. Al
usar un lenguaje simbólico, el ritual tiene la capacidad de acarrear múltiples
significados y unir fenómenos muy dispares que no pueden unirse por la lógica
formal o asociarse por su complejidad; por ejemplo, separación-unión, vida-
muerte, salida-entrada, comienzo-fin. En el proceso de cambio, se presentan
muchas de estas transiciones y para ellas el ritual ofrece la posibilidad de integrar
cognición, afecto y conducta en un acto simbólico.

Algunos de tales rituales pueden implicar acciones como quemar, arrojar al agua,
botar, enterrar recuerdos, cartas u otros elementos simbólicos. Asimismo, pueden
ser acciones de dar, recibir, exhibir o mostrar algunos objetos significativos o
hacer una ceremonia para celebrar o conmemorar algo. Los rituales terapéuticos
resultan especialmente eficaces para la elaboración de duelos que se dan como
proceso de aceptación de una pérdida, no sólo de la provocada por la separación
o muerte de un ser querido, sino por la pérdida ocasionada por cualquier otra
situación en la que tenemos que dejar, desprendernos de algo que queremos y
que forma parte de nosotros. No en vano se habla, por ejemplo, de la elaboración
de duelo en la adolescencia, en los procesos de migración, o en el mismo proceso
terapéutico en el que se van dejando recuerdos, expectativas fantaseadas o
modos de actuar, integrando pasado con presente y futuro.

Estas y otras técnicas son algunas a las que el terapeuta puede recurrir para
facilitar el proceso de cambio creativo, haciendo de la terapia un arte, como
acertadamente lo señala Kenney (1992), donde el psicoterapeuta, como artista
que es, emplea a cabalidad sus recursos y sus limitaciones personales, con el
objeto de generar un estilo único, propio, que es el retrato estético de su ser en el
contexto. Un estilo personal, en el que, con seguridad, reflejará su propia
concepción del mundo, de los problemas, de la terapia y de su participación en
ella o, en última instancia, su particular epistemología, que, en esta propuesta
Intervención Psicosocial en la Familia | 93

terapéutica, debería acercarse cada vez más a una epistemología cibernética y


alejarse cada vez más de la epistemología lineal, lo que represente una etapa de
transición nada fácil.

Sin embargo, sea cual fuere el estilo particular del terapeuta, incluso de la escuela
y teoría a la que se adscriba, existe acuerdo en que hay algo en común que hace
que unos terapeutas sean más efectivos que otros y que tiene que ver con el
desarrollo de una capacidad para la conversación profesional, la retórica
estratégica y el lenguaje del cambio. Dentro de este marco, gran parte de la
formación del terapeuta se centraría en el desarrollo de una capacidad artística
para la comunicación, para lo cual Milton Erickson fue un maestro genial. Por
medio de su método, la hipnosis ericksoniana, proporciona una serie de elementos
para utilizar consciente y creativamente el lenguaje con el fin de crear contextos
en los que se perciba el cambio como inevitable. Por ello, Jefrey Zeig, quien fue
su alumno y que ahora promueve estas ideas, afirma que la hipnosis es un modelo
de comunicación más que otra cosa. Un modelo de cómo presentar ideas con un
máximo valor terapéutico sin necesidad de usar un trance formal; es un modo de
tomar las ideas, envolverlas como regalo y presentarlas al paciente en forma muy
atractiva para ayudarlo a hacer surgir las potencialidades y recursos necesarios
para resolver los conflictos (Robles, 1991).

Para hacer de la comunicación terapéutica un arte y hacer uso deliberado de la


misma con la finalidad de promover el cambio, podemos partir del supuesto de
que no podemos conocer la realidad tal cual es, pero que sí interactuamos con ella
y al hacerlo construimos adentro de nosotros dos realidades con el lenguaje propio
de cada uno de nuestros dos cerebros. Vale la pena señalar que con la expresión
“dos cerebros” Robles (1990) destaca que existen dos formas de registro, dos
formas de aprehender el mundo dependiendo de cada hemisferio cerebral y no del
funcionamiento independiente de los mismos.

Nos enfrentamos, pues, con dos lenguajes. Uno de ellos correspondiente al


hemisferio cerebral izquierdo, que es verbal, digital, objetivo, definido, lógico y
analítico; es el lenguaje de la razón, de la ciencia, de la interpretación y de la
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explicación, y por consiguiente, el lenguaje de la mayoría de las terapias. El otro,


correspondiente al hemisferio cerebral derecho, es el lenguaje no verbal,
analógico, el lenguaje de la imagen, de la metáfora, del símbolo, de los aspectos
emocionales y sensitivos; es el lenguaje de la totalidad y no de la descomposición
analítica, y por tanto, es el lenguaje preferencial de la psicoterapia breve
sistémica.

Todos hemos tenido la experiencia de no poder explicar con palabras, en un


determinado momento, una apreciación, un recuerdo desagradable o un
sentimiento y de cómo naturalmente recurrimos a un símbolo o a una metáfora
para expresarnos. Es posible que también hayamos tenido la experiencia de
cambiar nuestra opinión acerca de algo o de influir en la percepción de alguien a
través de un cuento, una anécdota o un chiste. Quizá, después de salir de una
conferencia, no recordemos muy bien los principios teóricos expuestos, paro sí las
historias que usaron para ejemplificarlos.

Esta riqueza del lenguaje es aprovechada por la psicoterapia breve. Por ejemplo,
para alguien puede resultar difícil hablar de sus temores más profundos, pero
puede simbolizarlos y puede también simbolizar los recursos internos que tiene
para eliminarlos o transformarlos, reafirmando lo positivo que hay en él.
Asimismo, puede ir hacia atrás y reconstruir historias, dando un nuevo valor y
significado a sus vivencias; puede ir hacia delante, futurizando, e imaginarse libre
de esos temores, sintiéndose tan bien como se quiera sentir, actuando como
quiere actuar, logrando sus objetivos.

Alguien puede estar renuente a aceptar que con su comportamiento está


provocando determinadas reacciones, pero, si escucha una historia similar, es
probable que vea reflejada allí su propia realidad y pueda cambiar en
consecuencia; las anécdotas, refiere Zeig (1985), son útiles para ayudar a las
personas a reconocerse tal cual son, formular una opinión, sugerir soluciones,
sembrar ideas e intensificar motivaciones, reencuadrar o redefinir un problema y
reducir las resistencias puesto que, al ser un lenguaje indirecto, no implican
Intervención Psicosocial en la Familia | 95

amenaza; además, captan el interés del oyente y fomentan el sentimiento de que


el cambio proviene de su decisión y no de la directiva del terapeuta.

Existen algunas cuantas estrategias sencillas que se pueden aplicar para que
nuestra conversación favorezca el cambio; una de ellas consiste en emplear las
mismas palabras, expresiones idiomáticas o metáforas que usa el paciente; por
ejemplo, si nos habla del libro negro para referirse a algo que considera que debe
estar oculto en su vida, retomamos esta expresión para señalar esto que él quiere
expresar; si habla de discusión y no de pelea, entonces usamos en término
discusión; si habla de un “problema de actitud”, nos referimos a esa conducta con
sus palabras y detallamos qué entendería por actitud con preguntas como:
¿cómo notaría que su actitud ha cambiado?

De hecho, esta pregunta constituye otra forma sencilla de promover el cambio y


consiste en presuponer. En ella, se da por supuesto que habrá un cambio de
actitud y lo que se pregunta es cómo lo notará. La presuposición es una forma de
lenguaje en el que ciertas ideas o experiencias se dan por sentadas sin que se les
enuncie directamente. Así, si el terapeuta pregunta: ¿qué será diferente en tu
vida cuando la terapia termine exitosamente?, no sólo está demandando, sino que
está introduciendo de manera implícita, la idea de que la terapia tendrá éxito
(O’Hanlon, 1990).

Igual que es imposible no comunicar, es imposible hablar sin revelar las


presuposiciones que tenemos en la vida. Expresiones como: “no voy a encontrar
a alguien que me quiera”, “me va a ir mal”, “soy un tipo de malas”, son
construcciones de la realidad cotidiana que presuponen que las cosas siempre
van a salir mal y que terminan siendo profecías que se cumplen. Se trata del
poder creador de realidad que tienen los temores, las expectativas, las
suposiciones o las convicciones sobre acontecimientos futuros, que se cumplen
sólo porque su cumplimiento es fuertemente creído o esperado.

En esos casos, vale la pena introducir la duda sobre tales afirmaciones; al fin y al
cabo no todo es blanco o negro, sino que existen muchas gamas de grises. La
Intervención Psicosocial en la Familia | 96

búsqueda de excepciones es una técnica muy apropiada para ello que, en


términos sencillos, se basa en la idea de que nada ocurre siempre ni nada es
siempre lo mismo. Así por ejemplo, a alguien que enuncia que “nada le sale bien”,
podemos orientarle para que busque hechos en los que las cosas le hayan salido
bien y, por lo tanto, contradigan esta premisa, o ayudarle a encontrar algún éxito
pasado. Si argumenta que el hijo siempre se pone mal, podemos proponerle que
observe en el transcurso de la semana algunos comportamientos positivos que, en
forma ocasional, pueda hacer o preguntar si siempre es siempre y si acaso no
haya una que otra excepción, centrándonos, en todo caso, en atender a lo que
sucede cuando existe esa excepción.

Es tanto como buscar relatos alternativos para las historias que respaldan nuestra
vida y que han sido construidos a lo largo del tiempo, a través de la experiencia
vivida, sobre la base de un relato dominante. Sin embargo, gran parte de nuestro
bagaje de experiencia queda sin relatar y nunca es contado o expresado. Estos
aspectos de la experiencia vivida que quedan fuera del relato dominante,
constituyen una fuente llena de riqueza y fertilidad para la generación o
regeneración de relatos alternativos. Son los llamados por White (1994)
acontecimientos extraordinarios que incluyen una gama de sucesos, sentimientos,
intenciones, pensamientos y acciones que son dejados de lado y que pueden
transformar totalmente el significado y valor de un acontecimiento.

Resulta útil encauzar el lenguaje, alejándolo de la jerga que emplea etiquetas fijas
y negativas para llevarlo hacia descripciones de comportamientos que se
encuentran en el lenguaje cotidiano. Es mucho más sencillo tratar a una persona
si sabemos qué es lo que hace a que si la rotulamos como esquizofrénica,
obsesiva-compulsiva, fóbica o hiperactiva. Es más fácil manejar acciones que
características fijas. De igual manera, es más viable que se propicie el cambio si,
en lugar de hablar de que “soy un depresivo” se hable de que “estoy pasando por
un mal momento y estoy triste”.

La técnica de la externalización por medio de la cual el problema es puesto fuera


del individuo, puesto fuera como entidad aparte y separada, es de gran utilidad en
Intervención Psicosocial en la Familia | 97

estos casos. Se manejan preguntas que refuerzan esta idea, como por ejemplo, si
el paciente plantea que es miedoso, se le puede preguntar desde cuándo se le
metió ese miedo, manejando, de paso, la idea implícita de que si es algo que se le
ha metido, se puede salir, o si alguien dice que es un fracaso, se le puede
preguntar desde cuándo ha comprado ese rótulo y quién se la ha vendido,
buscando después acontecimientos extraordinarios que comprueben que no ha
sido siempre miedoso o un fracaso, que ha habido momentos de valentía o
exitosos y que contradicen esa historia que nos trae. Aquí, no sólo podemos
recurrir al lenguaje oral, sino al escrito, que tiene grandes ventajas y posibilidades
terapéuticas; por ejemplo, se puede pedir al paciente que busque y nombre
testigos que den fe acerca de esos momentos en los que fue exitoso o valiente y
pedirle que se escriba una carta a sí mismo desde esas personas destacando
esos recursos que tiene, que ellas vieron y que le permitieron en ese entonces
salir adelante. A alguien que está muy enojado con su madre por todo lo que
siempre le ha hecho, se le puede pedir que le escriba una carta expresándole su
coraje y luego, podemos solicitar que se conteste a sí mismo esa carta desde la
posición de la madre. Entre otros medios narrativos, las cartas ofrecen la
posibilidad de reescribir historias y de brindar nuevas construcciones que alienten
al cambio (White, 1993).

La utilización consciente y creativa del lenguaje es la principal herramienta del


terapeuta interesado en promover cambios, haciendo de la terapia un ejercicio
breve, creativo, agradable y divertido.

LECCION 5 Terapia sistémica Transgeneracional.

A continuación se presenta una descripción de los elementos que constituyen la


terapia de constelaciones familiares, así como su aplicación en el ámbito familiar,
social e institucional. La técnica de constelaciones familiares fue desarrollada por
el terapeuta alemán Bert Hellinger y está circunscrita en los marcos teóricos de la
Intervención Psicosocial en la Familia | 98

teoría psicoanalítica (Freud, 1980), la terapia sistémica familiar (Hernández, 1998)


y la terapia de la gestalt (Perls, 1976), entre otras.

La técnica da explicación a fenómenos relacionados entre las parejas, las familias


y los grupos sociales; aporta alternativas de solución a situaciones de conflicto, a
la violencia, el maltrato, asesinatos y suicidios así como también a problemáticas
de la salud física y emocional, trastornos alimenticios, adicciones y enfermedades
auto inmunes que aquejan a la población en general.

FUNDAMENTOS TEORICOS DE LA TERAPIA DE CONSTELACIONES


FAMILIARES3

Los órdenes del amor entre padres e hijos se presentan de la siguiente manera: el
primer orden es tomar la vida que los padres han dado a los hijos; segundo, lo
que los padres han dado es lo correcto; tercero, los padres cargan con sus
propias culpas y responsabilidades, así como con sus propios méritos; y cuarto,
los padres son grandes y los hijos, pequeños.

1. El orden del amor se inicia con la vida misma, con tomar la vida. Los padres
son quienes dan la vida a sus hijos, además del alimento, la protección, la
educación. Para el hijo, lo adecuado es que lo tome todo, tal como le es dado.
Cuando el hijo lo toma de buen modo, por regla general, eso es suficiente. Hay
excepciones, todos las conocemos, pero, por lo común, es suficiente. En este
contexto, el orden implica que el hijo les diga a los padres: “He recibido mucho.
Sé que es muchísimo y es suficiente. Lo tomo con amor”. Así, el hijo se siente
lleno y rico. Además, añade: “El resto lo hago yo mismo”.

Después, el hijo aún puede decirles a los padres: “Y ahora los dejo en paz”. El
efecto de estas frases llega muy hondo, ya que ahora el hijo tiene a sus padres, y
los padres tienen a su hijo, al mismo tiempo. Ambas partes están separadas y
libres.

3
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Intervención Psicosocial en la Familia | 99

Los padres han concluido su obra y el hijo es libre de vivir su vida, con respeto
ante los padres y sin dependencia.

2. Lo que los padres han dado es lo correcto; esto significa que un hijo nunca
puede decirle a sus padres: “Lo que me dieron, primero, fue lo equivocado y
segundo, muy poco. Aún me deben un montón”. Aquí encontramos que el alma
de este hijo sufre, ya que no acepta lo que ha recibido de sus padres. Al
rechazarlo, tampoco admite a sus padres y, por ende, tampoco se acepta él
mismo. Así, este hijo no puede desligarse de sus padres. El reproche y la
exigencia le ata a ellos, pero de manera negativa. Se siente vacío, pequeño y
débil.

3. El tercer lugar de los órdenes del amor entre padres e hijos comprende que se
respete aquello que personalmente les pertenece a los padres y lo que ellos saben
que tienen que hacer solos. Los hijos no pueden reclamar los laureles de sus
padres, ellos mismos tienen que labrarse su vida y ganar sus propios méritos. No
corresponde a los padres crear un falso talento sobre sus hijos. Por ejemplo, que
el padre o la madre sea muy importante en las ciencias o en las artes y que
imponga a sus hijos sus propios méritos. A los hijos mismos les corresponde
trabajar por descubrir sus dotes. Algo similar se aplica a la riqueza material de los
padres; por ejemplo, a la herencia. El hijo no tiene ningún derecho a reclamarla;
si recibe algo, se trata de un mero regalo.

De igual modo, sucede con la culpa personal de los padres. También ésta les
pertenece a ellos solos. En ocasiones, un hijo se arroga el derecho de cargar con
esta culpa, por amor y para llevarla en lugar de los padres. También esto
contradice el orden. De esta manera, el hijo se arroga algo que no le corresponde.
Por ejemplo, cuando los hijos pretenden expiar algo en lugar de los padres, se
elevan por encima de éstos. Entonces, los padres son tratados como hijos y los
hijos tienen que cuidarlos como su ellos fueran los padres.

4. Y, por último, el cuarto elemento que forma parte de los órdenes del amor entre
hijos y padres: los padres son grandes y los hijos pequeños. Por lo tanto,
Intervención Psicosocial en la Familia | 100

corresponde que los hijos tomen y que los padres den. Dado que el hijo recibe
tanto, siente la necesidad de compensarlo. Nos resulta difícil recibir algo sin
que nosotros mismos demos, pero con nuestros padres nunca podemos
compensar lo que recibimos; ellos siempre dan muchísimo más de lo que
nosotros podamos devolver.
Algunos hijos esquivan la presión de compensar, esquivan la obligación o la culpa
que sienten por recibir, sin tener la obligación de dar a cambio algo. En un caso
así dicen: “Prefiero no tomar nada, así tampoco siento alguna obligación ni
culpa2. El orden sería que dijeran: “Lo tomo todo con amor”. Esta es una manera
de tomar que al mismo tiempo compensa, porque los padres se sienten valorados
a través de este tomar con amor.

En el fondo, la compensación entre dar y tomar en la familia consiste en pasar lo


recibido a otros. Cuando el hijo dice: “Lo tomo todo, y cuando sea mayor, lo
pasaré a otros”, los padres se sienten felices. Así, pues, el hijo, al dar, no mira
hacia atrás, sino hacia delante.

Al fin y al cabo, los padres hicieron lo mismo: tomaron de sus padres para
pasarlo a sus propios hijos. Precisamente por haber tomado tanto, sienten la
presión de pasar mucho a otros y pueden hacerlo.

Como podemos deducir, el orden para cada persona es que tiene un padre y una
madre y que muchos tienen, además, hermanos menores o mayores o se es el
hijo único; ésta es la familia y debo responder a las exigencias que ella me hace a
mí. Más adelante explicaremos cómo se regula esto por medio de la conciencia
familiar; por el momento, estudiemos una situación actual: hoy en día, muchas
veces las mujeres se comportan como si pudieran tener hijos sin un hombre o sin
un padre. O los hijos se comportan como si pudieran tener su vida sin sus padres.
Esto es totalmente desproporcionado. Esta realidad tan sencilla puede
reconocerse; el hecho de tener padres y de que éstos son los únicos verdaderos;
que si ellos fueran distintos, yo también lo sería y que yo no puedo estar en
consonancia conmigo mismo si rechazo a mis padres porque rechazándolos a
Intervención Psicosocial en la Familia | 101

ellos me rechazo a mi mismo. Cuando reconozco estas cosas tan sencillas,


entonces, me he ganado el derecho de estar en la vida y entre los vivos.

Gracias a este antecedente, podemos ahora decir cuál es la razón de ser de la


terapia familiar sistémica en su presentación de constelación familiar. Con ella se
descubre el foco de enganche o entrampamiento en que se halla una persona en
el ámbito de la familia extensa; es decir, la persona en cuestión repite, porque
está identificada (Laplanche, 1987)4 con un miembro anterior de la familia quien
fue expulsado, olvidado o no tenido en cuenta. En otras palabras, se ignoró
alguno de los órdenes del amor. Al dar con ese foco de ¡enredo”, como lo llama
Hellinger (www.centroberthellingerdeargentina.com), o nudo sistémico, es decir
donde se ha producido una alteración en las leyes de pertenencia, equilibrio y
orden, de adelantan los cambios en la estructura familiar para así llegar a la
imagen solución.

Este proceso se lleva a cabo de una manera silenciosa y sin intención. Cabe
destacar que fue éste uno de los principales descubrimientos de la teoría
psicoanalítica. Freud hizo uso de la atención flotante o “no intención del
terapeuta”, en su propio análisis, en el análisis de los sueños y durante el tiempo
que realizaba sus investigaciones sobre la histeria en 1895.

Ahora explicaremos quiénes son los integrantes de la red familiar y por qué se
presentan los “movimientos interrumpidos” (Del Pozo, 1999) así como las
condiciones para el desarrollo de la red familiar.

Por regla general, pertenecen a la red familiar (sin tener en cuenta si aún viven o
han muerto):

- El hijo y sus hermanos


- Los padres y sus hermanos
- Los abuelos
- A veces alguno de los bisabuelos

4
La identificación es el proceso psicológico mediante el cual un sujeto asimila un aspecto, una
propiedad, un atributo de otro y se transforma, total o parcialmente, sobre el modelo de éste.
Intervención Psicosocial en la Familia | 102

- Todos aquellos que hicieron sitio para otros en el sistema; por ejemplo, un
primer marido o una primera mujer de los padres o de los abuelos, novios
anteriores, una mujer o un hombre con la/el que un miembro de la red
familiar tenga un hijo, y, por último, todos aquellos cuya desgracia,
desaparición o muerte hayan supuesto una ventaja para otros en el sistema
(quien dejó una herencia o regaló una casa).

La familia, como organismo vivo (A. Mahr, 2001; Sheldrake, 2004), tiene en su
haber una memoria o alma que es la encargada de velar porque cada uno de sus
integrantes mantenga su lugar allí; cuando por decisión de alguno de los
integrantes de la familia algún miembro es olvidado, entonces, esta alma familiar,
o inconsciente de la familia, busca equilibrar la familia. Luego, alguno de los
integrantes de la familia en una generación posterior, por lo general en la tercera
generación, representa para la familia a este personaje desplazado. Aquí, vemos
que, en la organización de la familia, como en la biología, es en la tercera
generación donde aparecen las problemáticas. Por ejemplo, un abuelo comete un
homicidio, pero él no asume su culpa por este asesinato, ya que lo llevó a cabo
bajo alguna convicción religiosa o política. Esta culpa sin asumir queda guardada,
almacenada en la memoria familiar, cual gen recesivo, y es en una tercera
generación cuando un nieto enferma gravemente o sufre de accidentes graves al
punto de peligrar la vida.

LA CONCIENCIA FAMILIAR

La conciencia familiar se ocupa de los excluidos, de los que no son apreciados


justamente, de los olvidados, de los no valorados y de los muertos por medio de la
verificación de las condiciones básicas como son el derecho a la pertenencia, la
ley del número completo y la ley de la prioridad de los anteriores y el
reconocimiento de que todo es pasajero. Además de que se encuentren las
condiciones básicas para las relaciones en general: la vinculación, equilibrio
entre tomar y dar y el orden (Weber, 1999).
Intervención Psicosocial en la Familia | 103

Explicaremos entonces, que existen tres clases de conciencia:

1. En el área del yo, la conciencia personal o del primer plano, que es la parte del
sujeto infantil que ama con intención, es decir, que busca pertenecer al grupo o
familia. Esta conciencia nos permite sentir lo que llamamos culpa o inocencia.
Culpa, si hemos transgredido las reglas internas del grupo e inocencia si, en
aras de pertenecer al grupo, hacemos lo que, de acuerdo con éste, está bien.
Por ejemplo, en una familia de atracadores, la conciencia familiar indica que lo
adecuado es engañar al transeúnte; si lo hacemos, obramos según sus reglas;
culpable sería si yo empezara a juzgar como deshonesto o ilegal este acto.
Como observamos, este sentido de conciencia nos la dicta el grupo del cual
somos parte; así, tenemos una conciencia en el lugar de trabajo, otra con
nuestros amigos, otra para la pareja, otra para el grupo religioso, otra para con
nuestros padres.
2. En el alma infantil, obra la conciencia sistémica u oculta: la conciencia del
alma familiar, la cual no tolera a los excluidos u olvidados; de este modo,
algún nieto representará a un abuelo olvidado o abandonado.
3. El alma tiene dimensiones distintas: también incluimos la instancia del alma
de un pueblo o un país (Lier, 2003). Así, muchas veces las conciencias se
encuentran en contradicción unas con otras, como dijo Hellinger en uno de sus
videos (Movement of the soul, 2001): “Uno no puede fiarse de la conciencia”
ya que ella busca el bien del grupo, no mira al individuo en particular. Las
condiciones por las que vela la conciencia son las siguientes:

a) La vinculación: o el derecho a pertenecer a una familia. En el caso del


infante, es la necesidad básica de relación con otro que nos contenga. En
principio, es la madre quien ofrece al niño la protección total; es en esta
etapa cuando se desarrollan los aspectos de conocimiento, confianza y
valoración. Es lo que llamaríamos yo receptivo (Otero, 2004). Debido a
este vínculo incondicional, se pueden presentar las capacidades nombradas
anteriormente; sin embargo, encontramos que es muy difícil hallar una
persona que no tenga carencias en este aspecto ya que, por ser tan
Intervención Psicosocial en la Familia | 104

dependientes y, debido a que las madres y cuidadores son personas con


vida normal, además de múltiples ocupaciones y problemas, es frecuente
que tengamos “baches” en el área de la confianza básica, como la llamaba
Guex (1963) y, por supuesto, estamos llenos de inseguridades, lo que nos
lleva, más adelante, a que nuestras propias relaciones de pareja y las
familias que establezcamos, nosotros como padres, estén también llenas de
dificultades. No podemos brindar apoyo y respaldo cuando nosotros
mismos no nos hemos sentido lo suficientemente apoyados en la infancia
que es cuando se forma la confianza básica. Es decir, si como hombre o
mujer no estoy bien edificado, no tengo forma de brindar una imagen
completa para mis propios hijos; si no tengo padre o madre interna, no
podré proporcionar una buena imagen de padre o madre para mis propios
hijos.
b) En la familia, es la conciencia familia quien verifica que, una vez que una
persona fue incluida en la familia, siempre conserve su lugar. Este derecho
de vinculación puede verse afectado por nuestros actos,, en la medida en
que lo que hagamos puede perjudicar nuestro derecho a la pertenencia, ya
sea porque vayamos en contra de los preceptos de nuestra familia o porque
queramos ser parte de otra familia y olvidemos los que son tenidos en
cuento en nuestra familia de origen. El derecho a formar parte del grupo
familiar se vive como inocencia por los actos cometidos, ya que están de
acuerdo con los preceptos básicos d esta familia. El otro sentimiento es el
de culpa, pues hicimos algo que nos expulsa de esta familia. Como
cualquiera en las interrelaciones, tal sentimiento de vinculación entraña
muchas dificultades. Por ejemplo, entra más seguridad se les proporcione a
los hijos, tanto más miedo se tiene ante la pérdida de dicha seguridad,
puesto que la seguridad no puede experimentarse sin el miedo a lo
contrario. Por lo tanto, se debe volver a ganar la pertenencia una y otra vez;
nunca es una propiedad segura. Dado que el vínculo del hijo con los padres
es más fuerte que el de los padres con los hijos, éstos también están más
fácilmente dispuestos a sacrificarse por sus padres.
Intervención Psicosocial en la Familia | 105

c) El equilibrio: con respecto al intercambio positivo entre dar y tomar,


experimentamos la culpa como obligación u la inocencia, como libertad de
cualquier obligación. Así, no hay “tomar” que no tenga su precio. El que
está exento de toda obligación, se siente ligero y libre, pero no conserva,
tampoco, alguna vinculación.
d) El orden: La conciencia está al servicio de las conveniencias sociales que
rigen entre unos y otros. Sentimos la culpa como infracción y como miedo
al castigo, y la inocencia como lealtad a la conciencia y como fidelidad..
Asimismo, percibimos las condiciones o leyes para el desarrollo de la red
familiar, estas moduladas por la conciencia familiar.
e) El derecho a la pertenencia: como se mencionó, toda familia posee
integrantes y cada uno de ellos tiene igual derecho a estar en ella; no tiene
más derecho a pertenecer a la familia el hijo mayor sobre el hermano
menor; incluso, un asesino entra a formar parte de la familia de su víctima y
en el corazón de él y de la familia de origen propia ya deja de formar parte
de ésta. Esto, por las órdenes del amor, o como lo ha explicado Hellinger,
porque el destino de perpetradores y víctimas se una, si no en lo humano, sí
en lo divino y en lo que está por encima de nosotros como es la muerte.
f) La ley del número completo: Esto tiene relación específica con el lugar que
ocupamos en la familia. Si, por ejemplo, por los nudos sistémicos que se
presentan, el hijo menor ejerce funciones de padre, es muy probable que
esta hijo caiga enfermo o no pueda formar su propia familia por dos razones
principalmente: la primera, porque es una tarea muy pesada para él ejercer
de padre y esto le acarreará más dificultades; y segundo, debido a que,
siguiendo el orden natural de la vida, quienes nacieron primero fueron los
padres; yo, como hijo, vengo después.
g) La ley de la prioridad de los anteriores: el ser se clasifica por el tiempo. Se
obtiene el rango y se estructura por el tiempo. Esta ley se halla muy
relacionada con la del inciso anterior: quien está primero tiene ciertos
derechos y privilegios que no se pueden usurpar, entre otros motivos, a
causa de que la conciencia familiar vela porque sean respetados. Así,
Intervención Psicosocial en la Familia | 106

como hijo mayor debo servir de apoyo a mis padres, pero no por encima de
alguno de ellos y yo, como hermano menor, le debo mi atención a mis
padres ya que es de suponer que recibí más atención de parte de mis
hermanos mayores. Entonces, como forma de equilibrar en el dar y recibir,
mis padres le dieron más a mi hermano mayor, éste del dio su apoyo al
segundo, yo, como hijo menor, recibí de mi hermano mayor y de mi
segundo hermano, en consecuencia, doy apoyo a mis padres en la vejez,
como gratitud por lo recibido.
h) Reconocer que todo es pasajero: esto implica aceptar que la vida tiene sus
ciclos y que nosotros no podemos impedir o alargar los ciclos o la vida de
los demás por más que lo queramos. Por ejemplo, si una pareja ha tenido
dificultades y desea empezar de nuevo, debe aceptar de corazón comenzar
de cero, sin reproches y sin “guardados” para la otra persona. “Lo que
pasó, pasó” y no nos aporta algo bueno traerlo al presente una y otra vez.

¿COMO SE REALIZA UNA CONSTELACION FAMILIAR?

En este punto, es muy importante explicar el nombre de la técnica. En alemán, se


denomina Aufstellum Families lo que quiere decir “poner en su lugar”. En español,
los primeros traductores le dieron el nombre de “constelar”, en el sentido de que
es toda la familia y sus implicaciones lo que se representa sin ser, por esto, una
obligación que tengan que sacar representantes para todos los miembros de la
familia, sino sólo y en aras de la mínima información, las personas implicadas de
modo directo con la problemática del paciente.

Por lo general, en los grupos de trabajo para realizar constelaciones se pueden


reunir desde 10 hasta 200 personas. Quien va a constelar su familia debe, ante
todo, tener una pregunta muy específica acerca de su problemática actual;
entonces le comunica al terapeuta su pregunta y elige de entre los demás
participantes del grupo a representantes para cada uno de los miembros de la
familia actual y para sí mismo. Es importante destacar que, aunque sabemos que
nuestras dificultades actuales vienen desde nuestra familia de origen, lo
Intervención Psicosocial en la Familia | 107

trascendente para el terapeuta y para el paciente mismo es reconocer la manera


como esta persona, en especial, se vincula con su pareja o hija o hermana y así
proceder hacia atrás. Sin embargo, depende de cada caso en particular la forma
como, finalmente, se desarrolle la constelación.

Después de que la familia ha seleccionado de entre el público a las personas con


las que tiene la vinculación cercana y ha elegido a un representante para él o ella,
en silencio y muy dedicadamente, debe colocarlas una a otras con relación a la
cercanía o distancia con respecto a los otros. Luego, la persona debe tomar
distancia y tanto el terapeuta como el paciente darán un tiempo, unos pocos
minutos, a quienes están representando para que ellos empiecen a manifestar en
sus cuerpos lo que sus representados sienten en la vida real y cambien de
posición, si es que ése es su sentir. Entonces, el terapeuta hará los análisis
pertinentes de lo que se va representando; es decir, explicará el nudo sistémico
que se está haciendo visible. Por último, el terapeuta presentará al paciente la
imagen solución o, lo que es lo mismo, la manera como deberían relacionarse las
personas respecto de cercanía o distancia entre unas y otras. En algunos casos,
el terapeuta solicita al paciente que ocupe su propio lugar en la constelación y
hace que éste repita algunas frases que buscan descargar o delegar las funciones
o responsabilidades en los personajes a quienes les corresponde, éstas con
frases y rituales sanadores. Cabe recordar lo que advierte Hellinger acerca de la
imagen solución de las constelaciones: son imágenes, estaciones en el camino y,
por tanto, no son estáticas y están sujetas a cambios por el desarrollo e
interacción de los miembros de la familia. De este modo, sacar conclusiones
definitivas de una constelación no necesariamente es constructivo. Es
fundamental recordar que el fin de la constelación es que quede impresa en el
corazón de la persona que la configuró, que no haga comentarios acerca de ella y,
más bien, la deje “flotando” en su interior. Aquí, volvemos a recordar a Freud y su
atención flotante. No debemos ponerle una intención a la constelación;
sencillamente, debemos verla, sentirla y dejarla para que haga su trabajo.
Intervención Psicosocial en la Familia | 108

Cuando se trabaja con constelaciones y, en general, en el quehacer


psicoterapéutico, se hace indispensable reconocer los sentimientos que afloran y
distinguir cuales son los que permiten a las personas elaborar los duelos, pues
favorecen la acción, y cuales provocan que el paciente se auto compadezca sin
permitirse alguna solución a su problemática.

De acuerdo con Lier (2003) , existen cinco distintos tipos de sentimientos:

1. Primarios o verdaderos. Son intensos, breves, se resuelven relativamente


rápido, sin drama.
2. Secundarios o de reemplazo. Se llaman de reemplazo porque le restan
vigor a la persona, le impiden resolver su problemática. La expresión del
dolor es exagerada, casi teatral. Esto porque lo que se intenta es
convencer al otro de que el dolor es superior a las fuerzas, pero, en
realidad, lo que muestra es que prefiere, inconscientemente, sentir la rabia
y no el dolor por una pérdida.
3. Sistémicos o sentimiento transmitidos o desplazados. Son aquellos que
provienen de algún miembro de la familia que ha sido olvidado y son los
que nos permiten dar cuenta de los nudos sistémicos.
4. Infantiles. Son los que no pudieron ser resueltos porque los niños que los
sintieron no contaron con el apoyo necesario y, luego, se quedan para ser
repetidos en el futuro, en el tiempo adulto.
5. Sentimientos meta. Son expresiones de nuestra conexión hacia la totalidad
superior y sostenida. El hombre se siente conectado con el otro y siente
compasión de su dolor.

¿COMO FORMAMOS PAREJA?

El hombre nace de la madre y tiene un vínculo de total dependencia; la presencia


del padre es necesaria para que estimule el desarrollo de la masculinidad, por
encima de la feminidad. Si el hombre se queda en el ámbito de la madre, la
experimenta como poderosa y no puede tomar al padre; entonces, lo masculino
Intervención Psicosocial en la Familia | 109

queda restringido y no puede ser un hombre adulto que forme pareja. Queda
invalidado de feminidad y termina compitiendo con la mujer. El hombre que no se
vincula con el padre es el favorito de las mujeres, el amante, el “Don Juan”, el
seductor, el héroe.

La mujer nace de la madre y asume la feminidad; luego, se acerca al padre con


quien conoce el mundo masculino. Este recorrido finaliza cuando vuelve a la
madre, quien se convierte en su modelo de identificación. La mujer que se queda
en el ámbito del padre se llena de masculinidad y no puede identificarse con la
madre, entonces, se convierte en la favorita, la amante perfecta, la seductora, pero
no en la mujer adulta que tiene una relación de pareja estable.

Cuando se hace el recorrido completo, se trata al otro sexo como un igual, no se


compite, ni se envidia a la pareja, se es complemento.

El hijo que está al lado del padre respeta a la madre y a la mujer; el que se queda
en la madre, domina, subyuga y abusa de la mujer. La hija que vuelve a la madre
respeta al padre y al hombre; la que se queda en el padre, manipula, controla,
domina y maltrata o explota al hombre.

A lo largo de su trabajo terapéutico, Hellinger muestra que la elección de pareja


depende de modo exclusivo de la manera en que nos hemos relacionado en
nuestro hogar y si estamos o no implicados en algún enredo familiar. Por
supuesto, esto lo ha afirmado también la terapia sistémica la cual lo explica de la
siguiente forma: cuando una mujer se casa con un hombre, éste la percibe con
su sistema, es decir, de acuerdo con la imagen interior de mujer que tiene en su
sistema. Lo mismo ocurre a la inversa.

Ahora bien, si ambos cónyuges configuran sus constelaciones, los dos poseen la
posibilidad de ver en qué aspectos percibían de manera diferente el otro; por
tanto, si esta imagen se corrige, la percepción del cónyuge se vuelve más real.

Así, si nos ha sido difícil establecer una pareja estable, ya sea porque somos
compulsivamente infieles o ya que a quien elegimos a la larga de muestra
Intervención Psicosocial en la Familia | 110

inadecuado, esto depende de la relación que establecimos con nuestra madre o


padre en la infancia y, de modo adicional, es importante considerar si estamos
suplantando una función de estos personajes.

El estar cumpliendo con una función que no nos corresponde debilita nuestra alma
y cuerpo, además de que nos mantiene muy ocupados; así, por ejemplo, para no
ser desleal con la madre y hermanas luego de que el padre ha muerto, el hijo,
inconscientemente, puede decidir que no formará pareja estable y, para evitar la
tentación, caerá en enredos emocionales aunque, por supuesto, esto lo deje vacío
e insatisfecho.

La profundidad del vínculo puede deducirse de sus consecuencias. La separación


del primer amor es la más difícil, es la que más duele. Vínculo no equivale a
amor. E amor puede ser escaso y el vínculo, profundo. O, por otra parte, el amor
puede ser profundo y el vínculo, ínfimo. Para que un nuevo vínculo pueda ser
llevado con éxito, el primero debe ser resuelto de una forma positiva. El vínculo se
resuelve reconociéndolo y valorando a la primera pareja. Quien rechaza y
desprecia el primer vínculo, impide el vínculo siguiente.

¿COMO LAS IMPLICACIONES SISTÉMICAS FAVORECEN LA PRESENCIA DE


ENFERMEDADES, SUICIDIOS O ACCIDENTES?

Hellinger recalca el orden como criterio de importancia en el análisis del sistema


familiar y asevera que, entre más desorden haya, más conflictos se dan. Cuando
no se consigue comprender un destino cambiar de lugar para sumir el que nos
corresponde, nos enfermamos. Ante la enfermedad, Hellinger encontró que se
siguen tres dinámicas de fondo, lo que significa los enredos o situaciones sin
resolver de las generaciones anteriores. De ese modo, las tres dinámicas son:

1. La tendencia de: “Te sigo a la muerte, o a la enfermedad, o a tu destino”;


por ejemplo, una hermana gemela muere muy pronto en el transcurso de la
vida y ella es olvidada. Su hermana sobreviviente no siente que tenga el
derecho de vivir con alegría ya que la otra ha muerto; inconscientemente,
ella misma se dice: “no tengo derecho a estar viva”.
Intervención Psicosocial en la Familia | 111

2. La tendencia de: “Prefiero morir yo antes que tú”, o “Prefiero marcharme yo


antes que tú”. Este caso lo hallamos, por ejemplo, cuando un abuelo, ya
sea por cuestiones políticas, participó en el asesinato de algún grupo étnico
o social; él, como tal, no asume la responsabilidad de estas muertes, pues,
como vimos, estaba cobijado bajo el manto de la conciencia de grupo (por
ejemplo, su grupo militar). Sin embargo, un nieto o una nieta,
posteriormente, padecerá una enfermedad grave o tendrá accidentes
graves que, muy probablemente, lo conducirán a la muerte.
3. La tendencia de la expiación de una culpa personal. Aquí por ejemplo,
detectamos el caso de mujeres que han abortado, paro nunca pudieron
relacionarse con este hijo muerto, no reconocieron el valor de la muerte de
este hijo para su propio bienestar. Más adelante, es probable encontrar
mujeres con depresiones graves o metrorragias (Ten Hovel, 1999).

LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR Y SOCIAL

La violencia es una consecuencia de alteraciones de la vinculación

EQUILIBRIO Y ORDEN DE LAS ESTRUCTURAS FAMILIARES

En este enfoque, se considera que las causas de la conducta se hallan en el


ámbito de la historia de los afectados y que la disminución o corrección de las
conductas violentas dependen del reconocimiento sobre la necesidad de poner en
orden algo en la psiquis o el alma de la familia de origen o en la familia actual de
uno de los integrantes de la pareja.

ELABORACION DE SITUACIONES TRAUMATICAS POR LA VIOLENCIA

La persona víctima de violencia, el desplazado, secuestrado, reinsertado, es


alguien que está en estado de deshumanización, no es reconocido, no tiene
miradas de comprensión y reconocimiento, no tiene un lugar; es decir, no es
nadie para el otro en un nivel social.
Intervención Psicosocial en la Familia | 112

El otro social me ayuda a definir quién soy, que seré mañana, qué quiere el otro
de mí. El vínculo establecido con el otro me construye o me deshace.

Es una lente desintegración del núcleo del yo o del sistema familiar o social.

Lo traumático es vincular, se en relación con otros y se repite generacionalmente.

El terror causa profundos desarreglos, rompo los vínculos de seguridad;


desapegados de los vínculos, se rompen los lazos de solidaridad y colaboración.
Si olvido los hechos de terror, estos se pueden convertir en fascinación.

El traumatismo acumulativo insensibiliza y acostumbra a esas situaciones de


sometimiento, maltrato o dolor.

El trabajo con grupos familiares afectados en diversos grados por la violencia


intrafamiliar, o intrasocial, debe estar libre de juicios morales o éticos.

No se trata de desmentir los hechos violentos, hay que hablarlos y pensarlos.


Deben ser vistos, incluido el perpetrador del maltrato, o el guerrillero, como niños
que obedecen estándares válidos que han sido legitimados en su familia de origen
o grupo sustitutivo de la familia y sin los cuales no hubieran sido aceptados dentro
del grupo. La mayor dificultad se presenta cuando dichos estándares no sólo se
presentan en la familia, sino en grupos sociales o comunidades más amplias;
entonces la presión por seguir esos estándares es aún mayor.

Es preciso estar conscientes de que la gente se identifica con los perpetradores,


entre sus antecesores, que fueron condenados sin reconocer que estaban
implicados sistemáticamente.

Ya explicamos que nunca las tres leyes internas de la familia podrán estar al
tiempo perfectamente equilibradas; no obstante, es el obrar en consonancia con
el orden y el amor lo que nos lleva a la paz y a la armonía.

En los casos de los grupos al margen de la ley, cualquiera que sea, las víctimas
deberán incluir en su grupo al grupo perpetrador, en especial, al personaje
violento. De lo contrario, algún miembro de la familia querrá buscar venganza por
Intervención Psicosocial en la Familia | 113

la muerte de su familiar. Pero, en el ámbito de la muerte, a los muertos no les


interesa la revancha, sino encontrarse unos a otros en esta dimensión donde
todos son iguales, las víctimas y los victimarios.

LA MUERTE

Frente a este caso particular, Hellinger nos advierte acerca de que el reino de los
muertos es más grande que el de los vivos y que la vida y la muerte es un
continuo. La vida viene de la muerte y hacia ella se dirige de nuevo. Sólo en la
medida en que reconozcamos que la muerte es parte de nuestra existencia
podremos elaborar con tranquilidad la muerte de nuestros seres queridos y
odiados, ya que, ambos, como hemos dicho, hallan su paz en el mundo de los
muertos y allí lo que interesa es que los sobrevivientes los mantengan en un lugar
en su corazón, que honren su memoria, reconociéndoles el lugar que les
corresponde en el núcleo familiar.

UNIDAD II
ACERCAMIENTO A UN PROCESO DE ATENCION

Capitulo I DEMANDA Y DIAGNOSTICO

LECCION 1 Afirmación

Introducción

“ARTÍCULO 4o. CAMPO DE ACCIÓN DEL PSICÓLOGO. El psicólogo


podrá ejercer su actividad en forma individual o integrando equipos
interdisciplinarios, en instituciones o privadamente. En ambos casos
podrá hacerlo a requerimiento de especialistas de otras disciplinas o
Intervención Psicosocial en la Familia | 114

de personas o instituciones que por propia voluntad soliciten asistencia


o asesoramiento profesional. Este ejercicio profesional, se desarrollará
en los ámbitos individual, grupal, institucional o comunitario. ARTÍCULO
5o. Dentro de los límites de su competencia, el psicólogo ejercerá sus
funciones de forma autónoma, pero respetando siempre los principios y
las normas de la ética profesional y con sólido fundamento en criterios
de validez científica y utilidad social.” 5

El requerimiento de intervención profesional del psicólogo (a) en una familia,


equivale a la manifestación del malestar personal de uno de sus miembros y
justifica la revisión de la dinámica del sistema, con el objeto de favorecer el mejor
posicionamiento de sus integrantes en vistas a su realización personal.

Objetivo específico:
Priorizar el requerimiento de intervención profesional del psicólogo (a), en función
de procurar las mejores condiciones familiares para la realización personal de sus
miembros.

El síntoma

“síntoma.

(Del lat. symptōma, y este del gr. σύμπτωμα).

1. m. Med. Fenómeno revelador de una enfermedad.

2. m. Señal, indicio de algo que está sucediendo o va a suceder.”6

En relación con la primera connotación, hay que recordar la observación de Gilles


Deleuze y Felix Guattari:

5
LEY 1090 DE 2006, (septiembre 6), Diario Oficial No. 46.383 de 6 de septiembre de 2006 CONGRESO DE LA
REPÚBLICA “Por la cual se reglamenta el ejercicio de la profesión de Psicología, se dicta el Código Deontológico y Bioético
y otras disposiciones.” http://www.secretariasenado.gov.co/leyes/L1090006.HTM

6
Diccionario de la lengua española. Vigésima Segunda Edición. http://buscon.rae.es/draeI/
Intervención Psicosocial en la Familia | 115

“Desde el siglo XIX el estudio de las enfermedades mentales está


prisionero del postulado familiarista y de sus correlatos, el postulado
personológico y el postulado yoico. Como hemos visto, siguiendo a
Foucault, la psiquiatría del siglo XIX concibió la familia a la vez como la
causa y el juez de la enfermedad, y el asilo cerrado como una familia
artificial encargada de interiorizar la culpabilidad y de provocar el
advenimiento de la responsabilidad, envolviendo la locura tanto como
su cura en una relación padre-hijo presente en todo lugar.”7

En esa perspectiva, no se puede salir de la lógica de medicalizar a los integrantes


de la familia que no se conformen al sistema. La alternativa es asignar al malestar
personal en el interior de una familia, el valor de síntoma de su disfuncionalidad.
Este es el caso.

La queja de una persona, su inconformidad con la vida familiar, son la indicación


de que lo que sucede en el sistema amerita una revisión, una reflexión y un
replanteamiento.

La atribución

¿A quién ó a qué se atribuye esa disconformidad o malestar personal?

En el relato de una queja, un elemento fundamental a discriminar es el relativo a


las atribuciones de causalidad por el relator. Usualmente estas atribuciones van
desde la personificación a ultranza (sindicación específica del cónyuge, los hijos o
parientes involucrados), pasando por la descripción decreciente de los niveles
motivacionales, hasta llegar a la caracterización de los elementos objetivos de los
que se deriva la disconformidad.

7
DELEUZE, Gilles y GUATTARI, Felix. El anti-edipo: Capitalismo y Esquizofrenia. Paidós: Buenos Aires,
1995. p. 369 y 370.
Intervención Psicosocial en la Familia | 116

Desde el punto de vista de la interpretación, las atribuciones de intencionalidad


(personificaciones), sólo son indicaciones del efecto del funcionamiento del
sistema en la subjetividad de sus integrantes. No pueden ser consideradas como
elementos efectivamente causales. La intencionalidad de los agentes no se refleja
directamente como efecto en la familia.

Los niveles de motivación de los agentes tampoco constituyen elementos


operativos del sistema, pero igualmente constituyen indicadores del
funcionamiento familiar y del cumplimiento de sus metas específicas.

Lo que en cambio constituye la operación basal de la familia, son los estilos de


comunicación que la reproducen. Es decir, las interacciones mútuamente
condicionantes entre el comportamiento de sus miembros, entre los cuales debe
considerarse, necesariamente, la consulta al experto.

La interpelación

La consulta a un agente externo calificado, puede ser considerada como un


recurso emergente del sistema familiar en la búsqueda de su supervivencia. No
obstante, dicha interpelación no necesita confundir, sino mas bien discriminar,
entre los motivos personales y la dinámica sistémica.

Si se entiende el sistema familiar como unas formas conversacionales específicas


que se reproducen, la apelación a un elemento externo indica la persistencia de
un modo de operar y la resistencia en algún sector particular, que posibilita la
inclusión de un nuevo agente. Este nuevo agente, para el caso autorizado
socialmente y requerido en tanto que psicoterapéuta, tiene en nuestra cultura un
papel mas bien mítico.

El desarrollo de la profesión en nuestro medio, atribuye al psicólogo (a) funciones


más bien similares a la de las brujas en la época medieval o chamanes en
Intervención Psicosocial en la Familia | 117

sociedades primitivas. Todo tiende a depender más de las calidades del


profesional, que del conocimiento disciplinar pertinente. El trabajo de intervención
debe tener en cuenta esta expectativa, para reorientarla en la forma de orientación
cognitiva. No se trata de que en el análisis de la situación familiar el
psicoterapéuta avale, legitime o difunda determinadas normas apropiadas de
comportamiento familiar; sino más bien que se constituya en un elemento que
posibilite la comunicación refleja del sistema, que de esa manera obtiene la
posibilidad de revisarse.

Conclusión:
El requerimiento al profesional de la psicología, se acompaña de la descripción de
una disfunción familiar y su correspondiente atribución. Esta situación, desde la
óptica del profesional, es considerada como síntoma susceptible de interpretarse
en el proceso de interpelación al sistema.

LECCION 2: Información

Introducción
El requerimiento necesita ser contextualizado con el conocimiento suficiente del
funcionamiento típico familiar y la situación particular de la que emerge. Por
consiguiente, se impone una estrategia de producción de información válida y
confiable, con apoyo en la cual se pueda realizar esta labor descriptiva.

Objetivo Específico:
Recopilar la información pertinente al funcionamiento típico del sistema familiar y
a la situación específica de la que se trata.

Situacional
Intervención Psicosocial en la Familia | 118

La situación familiar de la que emerge el requerimiento profesional, esta


determinada por condiciones espacio-temporales de las que es necesario
informarse suficientemente. El sistema familiar, aunque movil, generalmente esta
circunscrito territorialmente al lugar destinado como vivienda. Esta es, ¿propia?
¿alquilada? ó ¿ajena? ¿Cuales son sus características físicas? : ¿tamaño?
¿distribución del espacio? ¿disponibilidad del espacio por miembro?

¿Cuales son sus características socio-culturales? ¿Estrato del sector?


¿Destinación social (vivienda, actividades sociales, laborales, recreativas)?
¿Antigüedad de la familia en ella?

En cuanto a la dimensión temporal, cabe saber la edad y la posición social


(profesional, empleado, estudiante) de cada uno de sus miembros. Las
expectativas personales a corto, mediano y largo plazo. Y las condiciones de
salud en general.

Desde el punto de vista de su funcionamiento, la descripción situacional se orienta


por la verificación del cumplimiento de sus funciones básicas como sistema:
protectiva, reproductiva y realizativa. Y para cada función debe poder indicarse la
proporción en que se cumple respecto de cada integrante.

La protección objetiva alude a las necesidades básicas satisfechas y a la


sensación de seguridad percibida al interior de la familia por sus miembros. La
reproducción tiene que ver con la capacidad del sistema para mantenerse
económica, política y afectivamente. Y la función realizativa se refiere a las
posibilidades del sistema para proporcionar las condiciones suficientes en las que
cada uno de sus miembros pueda alcanzar sus metas personales de vida.

Estructural
Intervención Psicosocial en la Familia | 119

El sistema familiar se estabiliza en una estructura que garantiza la perpetuación de


sus procesos de protección, reproducción y realización. La estructura son
relaciones recursivas permanentes para cumplir funciones específicas. Y es
económica, política y afectiva.

La estructura económica de la familia es relativamente independiente de la


economía externa, aunque se sostiene permanentemente que esta es su
continuidad o viceversa, aquella continuidad de esta, como elemento del proceso
de socialización. Dependiendo del contexto sociocultural, hay unos insumos
básicos para la preservación del sistema, los cuales son distribuidos según lógicas
inmanentes que es útil caracterizar.

En el caso Colombiano, la unidad familiar ha sido célula de la economía en el


ámbito rural y en el industrial, principalmente. Aunque no se puede menospreciar
su participación en el comercio. Por ejemplo, el sector de los tenderos, ¿sería
posible su existencia sin el soporte fundamental de la familia?

Políticamente, la estructura familiar está generalmente asociada a relaciones de


tipo jerárquico, al nivel de la pareja y filial. No obstante los esfuerzos de
democratización que se realizan, predominan las relaciones jerárquicas de
autoridad entre padres e hijos, e incluso entre cónyuges. Lo cual probablemente
esté asociado al hecho de que en nuestra cultura el saber y el poder están
emparentados.

Por el lado de los vínculos afectivos, se puede decir que la familia es un grupo
incestuoso regulado, en el sentido en que promueve el afecto entre padres e
hijos, pero al mismo tiempo lo inhibe en su meta biológica.

“... el trabajo subjetivo abstracto tal como es representado en la


propiedad privada tiene por correlato al Deseo subjetivo abstracto, tal
Intervención Psicosocial en la Familia | 120

como es representado en la familia privatizada. El psicoanálisis se


encarga de este segundo término, y la economía política del primero.”8

Histórica

Respecto de la visión personal, la familia tiende a percibirse como una institución


natural. No obstante, la mirada sociológica devela su carácter histórico. Un
ensayo como el de Lenin9, a comienzos de siglo, sitúa el carácter diacrónico del
sistema familiar, emparentándolo con las transformaciones económicas de la
sociedad y asociándolo con el Estado como forma peculiar de organización social.

En su origen medieval, la familia es una institución de alianza, anclada al territorio


y a sus pretensiones de colonización. Los matrimonios se concretan entre la
aristocracia terrateniente en Europa y en la América Colonial como réplica, por
razones de expansión territorial y control político.

Con el paso a la modernidad y concretamente a la industrialización de la sociedad,


la familia se aburguesa y comienza a servir a la tarea de calificación del linaje. A
la burquesía le interesa más la descendencia que la ascendencia. Y este
dispositivo familiar también funciona como elemento de control social,
particularmente por las vías de la medicalización. Porque es en el interior de la
familia que se identifican los trastornos de la personalidad y todas las
psicopatologías asociadas a la anormalidad individual.

Contemporáneamente, la expansión de una sociedad del conocimiento y la


colonización de la cultura por los medios masivos de comunicación, han hecho de
la familia un sistema social altamente vulnerable y sensible a las necesidades
individuales. Contradictoriamente, se la defiende como la instancia básica de
8
DELEUZE, Gilles y GUATTARI, Felix. El anti-edipo: Capitalismo y Esquizofrenia. Paidós: Buenos Aires,
1995. p. 313.
9
La Familia, La Propiedad Privada y el Estado.
Intervención Psicosocial en la Familia | 121

socialización y se le atribuyen los principales trastornos individuales. Las


organizaciones productivas, el arte, la ciencia y la tecnología se disputan la
exclusividad de los individuos, dejándole a veces a la familia funciones residuales
de soporte y mantenimiento.

Ya se oyen voces, que incluyen al animal doméstico como miembro del sistema.
Lo que está indicando el nivel de indiferenciación en que se le ubica, con respecto
a otroras funciones socialmente primordiales.

Conclusión:
La producción de información en el sistema familiar es inagotable. Así que, para
el trabajo profesional, debe tenerse en cuenta la finalidad de una caracterización
estructural del sistema y una descripción coyuntural de la situación específica que
da lugar a la intervención.

LECCION 3: Comprensión

Introducción
En una sociedad capitalista, marcadamente individualista, la intervención del
psicólogo con la familia tiende a restringirse al plano de la normalización de sus
integrantes, aún cuando esa misma normalización esté en cuestión ó por lo menos
no tenga referentes exentos de polémica. ¿Qué es un padre? ¿Qué una madre?
¿Qué un hijo? ¿Cual es la función de la familia?

De ahí que plantearse el tema del trabajo profesional del psicólogo con la familia,
conlleva la responsabilidad de situarla en su contexto histórico-cultural concreto,
que permita igualmente clarificar la posición del experto al respecto, no sólo de la
situación específica objeto del requerimiento, sino de la situación crítica global de
la familia en la sociedad contemporánea.
Intervención Psicosocial en la Familia | 122

Objetivo Específico:
Plantear técnicamente el problema del funcionamiento familiar del que derivó el
requerimiento.

El compromiso terapéutico

Del ámbito de la terapia con familias, han surgido muchas de las críticas a la
psicoterapia convencional basada en la omnipotencia del experto. El abordaje de
la familia por el terapeuta, le ha develado su consistencia y el carácter sintomático
del malestar personal con respecto a aquella. Y también ha permitido replantear
el papel del terapéuta con relación a las personas y al sistema familiar.

Si una de las connotaciones más frecuentes de la psicoterapia de familia es la de


arreglar, cabe preguntarse qué se arregla: ¿el individuo para que se conforme al
sistema? ó ¿el sistema familia para que se conforme al individuo? Ese
planteamiento probablemente conduzca en el primer caso a la decepción del
consultante y en el segundo a la frustración del psicoterapeuta.

La noción de arreglo es de carácter técnico y normativa. Es limitada en sus


alcances con respecto a lo que acontece en un sistema de comunicación como la
familia, cuya función primordial es reducir la complejidad de su entorno, para
especializar sus funciones protectiva, reproductiva y realizativa de la persona. Y
además, ubica al experto en un papel instrumental inapropiado para el andamiaje
social del que se trata.

El psicólogo, como experto, es un agente social entre otros, con un determinado


capital simbólico en su haber, que lo habilita como actor social para realizarse a su
manera. Es cierto que en nuestro medio, el prestigio personal se mantiene como
criterio de valoración social y no puede desecharse impunemente. Pero es
igualmente cierto que los cientistas sociales sabemos de su cada vez mayor
Intervención Psicosocial en la Familia | 123

insuficiencia para operar la transformación de los procesos sociales,


particularmente familiares.

Por el contrario, en ocasiones el prestigio del experto puede ser contraproducente,


en la medida en que acrecienta la percepción de impotencia e incapacidad del
consultante. De ahí que sea conveniente precisar por anticipado, que el
conocimiento del que dispone el experto con respecto a la familia, es abstracto,
general y universalizante; mientras que el que se requiere para el proceso de
transformación y fortalecimiento de la familia, es concreto, particular y
singularizante.

El trabajo de intervención, implica de parte del psicólogo, el compromiso ético de


reconocer el saber alterno y pertinente del consultante, como regulador
permanente de su conocimiento científico generalizante.

La perspectiva profesional

La norma legal obliga al profesional de la psicología a corresponder al


requerimiento de las personas y sus respectivas familias. Las crecientes
dificultades de las familias actuales también demandan el apoyo necesario de los
expertos en ciencia social, particularmente la psicología, para tener mejores
criterios de decisión y acción frente a los cada vez más inesperados eventos
familiares.

En el caso de los eventos familiares, la contingencia de su emergencia, desarrollo


y consecuencia, hace imprevisible su cálculo tanto para el experto como para el
lego. Por lo que esa no puede ser la expectativa que se alimente.
Preferentemente, hay que sensibilizarse frente a la complejidad del sistema
familiar, delimitar los ámbitos de interés para la intervención y definir con criterio
compartido, los objetivos de dicha intervención.
Intervención Psicosocial en la Familia | 124

Ningún procedimiento terapéutico con las personas y su familia, puede excluir la


advertencia de su contingencia y el compromiso compartido de todos los
participantes. Tampoco cabe olvidar que se trata de un proceso de comunicación
susceptible de ser interpretado por otras partes del sistema social (p.e. otras
familias, las instituciones educativas a las que asisten los niños, las empresas
donde trabajan los padres, el vecindario donde reside la familia), lo que como
operación se refleja al interior de la misma familia, sin mayores probabilidades de
control exitoso.

La evaluación del servicio

Precisamente por la contingencia comunicativa a la que es inmanente el trabajo de


intervención con familia, resulta primordial precisar metas de trabajo a corto y
mediano plazo, lo mismo que los indicadores objetivos correspondientes, para que
dicho mecanismo se convierta en regulador interno del sistema y le ayude en su
proceso de fortalecimiento.

El sistema familiar no tiene una conciencia refleja de los acontecimientos de su


entorno, lo que si tienen los agentes que la conforman. Pero la conciencia de
dichos agentes, está limitada al ámbito de sus intereses personales y no hace
parte de la familia, sino de su entorno, incluyéndonos. De ahí el riesgo de caer en
concepciones filantrópicas para atender a las situaciones familiares.

En su lugar, las operaciones de la conciencia individual pueden animar la


transformación de los procedimientos habituales de la familia, cuyos
modificaciones también suelen afectarnos psicológicamente. Este principio de
reciprocidad, de interpenetración entre comunicación y conciencia, es
especialmente posible por la mediación del lenguaje.

“El lenguaje aumenta la irritabilidad de la conciencia por medio de la


comunicación y la de la sociedad por medio de la conciencia, la cual
Intervención Psicosocial en la Familia | 125

transforma los estados internos en lenguaje y comprensión (o falta de


comprensión).”10

Lo cual posibilita indicar con el recurso del lenguaje, los hitos correspondientes
que orienten la actividad tanto del experto como del lego y la mantengan, durante
la intervención, susceptible al trabajo de evaluación permanente por quienes la
realizan, controladamente, en lo que respecta al requerimiento.

Conclusión:
Reconociendo las posibilidades contingentes del sistema familiar, el profesional
interventor requiere limitar el espectro de su trabajo profesional, con el objeto de
comprometerse con metas específicas y clarificar expectativas de desempeño en
cuanto al servicio.

LECCION 4 : Diagnostico Situacional

Introducción
Entendido el requerimiento como sintomático, cabe hacer una exploración de la
situación específica de la que deriva, contabilizando los elementos básicos y
diferenciando los momentos críticos de los traumáticos.

Objetivo Específico:
Caracterizar suficientemente la situación de la que emerge el requerimiento de
intervención profesional.

Elementos

10
LUHMAN, Niklas. Complejidad y Modernidad. De la Unidad a la Diferencia. Trotta: Madrid, 1998. P.
62.
Intervención Psicosocial en la Familia | 126

Son elementos de la situación: 1) los episodios “críticos” o “traumáticos” referidos


por el requiriente, 2) los miembros directamente involucrados, 3) sus
correspondientes atribuciones y 4) la condición actual de la familia.

Los episodios son eventos desde la perspectiva del actor que alteran la estabilidad
del funcionamiento familiar. Esto es, generan confusión en cuanto al
comportamiento esperado, por lo que frecuentemente resulta inapropiado,
desadaptado ó disfuncional. Por ello, provoca en los miembros de la familia
esfuerzos integradores generalmente inconsistentes, que animan la discrepancia y
el conflicto.

El sistema familiar generalmente es capaz de asimilar tales episodios


integrándolos a su historia de reproducción y modificando gradualmente la actitud
de los familiares, para hacerla tolerable y comprensible. El requiriente apela al
psicólogo cuando ello no ocurre y su propia tolerancia le impide ceder y
comprender la dinámica del sistema.

Crítico

Un episodio es crítico para el sistema familiar, cuando su ocurrencia transforma


cualitativamente su funcionamiento y perturba la percepción que de ella tienen los
parientes. El sentido de esa transformación es contingente y los miembros de la
familia tienen alguna ingerencia en su determinación, lo cual justifica una
apropiada intervención.

Los aspectos críticos tienen que ver con el papel de los parientes, las pautas de
relación, las expectativas de retribución y/o el estado de bienestar. En cuanto al
papel de los parientes, el crecimiento del sistema en cuanto al número de
integrantes y la edad evolutiva por la que atraviesan, presiona cambios en sus
papeles. Una pareja jóven, enfrenta su primer embarazo y la crianza de su
Intervención Psicosocial en la Familia | 127

primogénito. Un matrimonio adulto medio, advierte la adolescencia de sus hijos


varones o hembras, y sus comportamientos emancipatorios del control parental.

Las pautas de relación interpersonal sufren cambios inmanentes a su propio


desarrollo y también a consecuencia de presiones externas. La pareja conyugal
cambia sus expectativas de vida a medida que confirman interdependencia
económica o su complementariedad afectiva. Cambios en la ocupación laboral
demandan atención en ese campo y distraen de las actividades familiares, lo cual
se interpreta alternativamente por los parientes.

Por otra parte, la conformación de una familia se hace por expectativas que se
frustran. Se requieren expectativas sustitutas que renueven la motivación al
vínculo y mantengan la intensidad afectiva, aunque cambie su contenido. Si a
esta dinámica se agrega la conformación afectiva de los hijos, la situación se
complejiza para los parientes.

Finalmente, dependiendo de la holgura con que se implican los parientes en la


reproducción del sistema familiar, habrá percepciones diversas sobre el grado de
satisfacción en la participación personal. Las tareas de cada miembro implican
diferentes grados de reconocimiento, gratificación, rutinización, emprendimiento y
apertura.

Traumático

Un episodio se constituye en traumático, bien porque implica el riesgo inminente


de fragmentación del sistema familiar ó porque su preservación se realiza al costo
del bienestar de uno o varios de sus parientes integrantes.

Generalmente tienen que ver con eventos externos al sistema como la muerte
natural, accidental ó trágica de uno de sus miembros. Enfermedades
inesperadas, crónicas o terminales. Cambios abruptos en la actividad económica
Intervención Psicosocial en la Familia | 128

o en la ocupación laboral. Defraudaciones emergentes sobre el comportamiento


parental.

Su carácter traumático se deriva de la imposibilidad para comprenderlo y actuar


consecuentemente. Resultando el comportamieto en reacciones aleatorias
perturbadoras e inquietantes, que difícilmente constituyen orientaciones
apropiadas para los demas miembros de la familia.

Conclusión:
La situación de la que emerge el requerimiento de intervención profesional puede
ser crítica o traumática. Una descripción suficiente de sus elementos básicos es
necesaria para que el profesional de la psicología defina su postura terapéutica en
ella.

LECCION 5: Estructural

Introducción
En el cumplimiento de sus funciones, el sistema familiar se estabiliza en una
estructura cuyas dimensiones, forma y características pueden describirse
adecuadamente, para entender mejor los procesos, las relaciones y las
situaciones que se ofrecen al análisis.

Objetivo Específico:
Describir la estructura familiar y sus procesos de mantenimiento.

Estabilidad

El sistema familiar se estabiliza en la estructura parental: conyugal y filial. No


obstante el impacto de la economía contemporánea en la familia, su estructura se
conserva, aunque se den fenómenos de cambio de conyuge, incorporación de
Intervención Psicosocial en la Familia | 129

hijos del otro conyuge ó persistencia del núcleo monoparental. En este sentido, la
estructura básica soporta los embates de la movilidad social, que implican la
sustitución en el rol, por diferentes agentes.

Dicho rasgo puede apreciarse como ventaja, como cuando se privilegia el nivel de
competencia de los agentes. Entonces alguien puede resultar mejor padre, madre
o hijo que otro. Lo cual plantea diversos temas de reflexión al interior del sistema
y a los observadores del sistema.

La capacidad de autoobservación que ha adquirido el sistema familiar de su propia


estructura, la ha despersonalizado significativamente. Hoy se evidencia que la
estructura familiar se soporta en las relaciones y no en las personas. Lo que
incrementa las libertades individuales respecto al sistema.

La familia romántica se soportó en la perdurabilidad de un sentimiento recíproco


de tolerancia, apoyado por la visión Cristiana de familia eterna. La familia
contemporánea separa las cualidades personales de las necesidades
estructurales, posibilitando la movilidad del individuo en diferentes sistemas
familiares: separación, divorcio, múltiples matrimonios, adopciones.

Flexibilidad

Del sistema familiar como reproductor de elementos sociales primordiales, puede


decirse que cumple un ciclo muy similar al de los seres vivos: nace, crece, se
reproduce y muere. Ese recorrido se hace posible gracias al carácter flexible de
su estructura, que en un comienzo incita a su conformación, luego motiva a su
conservación y reproducción, y finalmente desaparece por sustracción de materia,
siendo rápida e inadvertidamente sustituida en el campo social.
Intervención Psicosocial en la Familia | 130

Su flexibilidad es relativa a la indiferencia de la estructura con respecto a los


rasgos individuales, al rol de sus integrantes y a las posibilidades de realización
personal que ofrece.

Con respecto a los rasgos, la familia ha subsistido a los mestizajes étnicos y


culturales, a las disfuncionalidades personales, a las diferencias generacionales y
las distancias económico-sociales.

El rol de sus integrantes también ha variado históricamente muy de la mano con la


organización económico-productiva de la sociedad. Por ejemplo, se ha pasado
rápidamente de una familia industrial en la que el padre es proveedor y la madre
responsable de los oficios domésticos, a una familia en la sociedad postindustrial
de los medios de comunicación, en la que los roles de proveedor y asistente de
hogar se alternan entre conyuges e hijos.

Y finalmente, las oportunidades de realización personal que ofrece han ido


transformándose desde la edad media, donde se constituía en el principal medio
de salvación, pasando por la modernidad romántica en la que se instituye como
representación subjetiva del deseo, llegando a la actualidad, en la que se
configura como soporte indispensable del individualismo consumista.

Vulnerabilidad

“La vulnerabilidad de la población se genera por procesos


socioeconómicos y políticos que influyen en la forma como las
amenazas afectan a la gente de diversas maneras y con diferente
intensidad.”11

11
BLAIKIE, Piers y otros. Vulnerabilidad. El entorno social, político y económico de los
desastres. http://www.desenredando.org/public/libros/1996/vesped/vesped-cap01_EDDLDYNE_sep-09-2002.pdf.
Intervención Psicosocial en la Familia | 131

Y esas diferencias tienen que ver con las características específicas del
funcionamiento del sistema familiar, los cuales constituyen su perfil de
vulnerabilidad. El cual depende fundamentalmente de sus antecedentes, que
constituyen la forma específica en que se ha conformado como entidad.

Si se acepta concebir la familia como un sistema emergente del sistema societal,


hay que suponer condiciones de origen facilitadoras y condiciones de
mantenimiento que lo preservan de su tendencia entrópica. Aquí, la dimensión
temporal es esencial, toda vez que debe entenderse que a mayor cantidad de
tiempo, mejores oportunidades de asimilación y adaptación al entorno. Y
viceversa, a menor tiempo de experiencia, mayor vulnerabilidad a los
acontecimientos del entorno familiar.

Pero además de la dimensión cronológica, la situación de las familias


contemporáneas demuestra factores específicos de vulnerabilidad como: la
inserción económica de los padres, la pertenencia socioeconómica, los rasgos
socioculturales de las familias de procedencia y las características de personalidad
de los conyuges.

Cada uno de esos factores y su correspondiente interrelación con los demás,


conforman los diferentes gradientes de vulnerabilidad del sistema familiar.

Conclusión:
Una caracterización adecuada de la estructura familiar, permite al interventor y a
los miembros de la familia, identificar los criterios de su estabilidad, las
condiciones de su flexibilidad y las fuentes de vulnerabilidad.

Seccion 6: Funcional

Introducción
Intervención Psicosocial en la Familia | 132

Usualmente las funciones familiares pasan desapercibidas para sus miembros.


En momentos de crísis, hacer evidentes esas funciones contribuye a que los
integrantes de la familia revisen sus respectivas posturas.

Objetivo Específico:
Identificar las funciones familiares específicas.

Protectiva

Quienes consideran a la familia como el pilar fundamental de la sociedad, pueden


aducir entre sus argumentos, la función primordial de constituir la instancia básica
de protección individual, contra las amenazas del entorno social y natural.

El carácter biológicamente retardado de la maduración de la especie, hace de sus


crías organismos completamente indefensos e incapaces de subsistir
autónomamente en el entorno natural. Los progenitores organizados en tareas de
crianza, suplen los recursos necesarios a la subsistencia de sus crías, mientras
adquieren la fortaleza suficiente para hacerlo por propia cuenta.

Socialmente, los humanos se han caracterizado por su gregariedad y ello los ha


expuesto permanente a la agresión intergrupal. En las sociedades
contemporáneas, las funciones económicas, políticas e incluso filiales, son
extremadamente exigentes y competitivas. Para participar de ellas a plenitud, se
requiere que los individuos cuenten con ambientes familiares de apoyo confiable,
que les proporcionen protección afectiva, económica y política.

En la dimensión afectiva, la función de la familia es compensar los altos niveles de


inseguridad de la vida moderna (empleo variable y ocasional, relaciones sociales
ocasionales, estatus social permanentemente en riesgo), con un apoyo
incondicional para el individuo. La familia esta destinada a absorber los fracasos
Intervención Psicosocial en la Familia | 133

personales, las frustraciones en las relaciones interpersonales y la defraudación


en las expectativas de vida.

En la dimensión económica, además de constituir la prótesis necesaria del


individuo hasta alcanzar su independencia económica y su inserción productiva, la
familia constituye el soporte regulador de la economía contemporánea, asimilando
las diferencias de participación en el mercado laboral por gracia de la edad, la
especialidad, el talento y la oportunidad.

En el ámbito político, la institución familiar media los códigos de autoridad entre el


individuo y la sociedad. Se espera que las relaciones conyugales y las
relaciones filiales se constituyan en referencia básica para que las personas
comprendan los diferenciales de poder instituidos socialmente, para poder
funcionar integradamente. El sistema familiar también debe proporcionar las
pautas mínimas de afrontamiento y resolución de conflictos, definiendo los criterios
de autoridad y el carácter objetivo de las normas.

Reproductiva

No solamente desde la perspectiva biológica, sino particularmente sociocultural, la


familia es la célula fundamental de la reproducción social. Aun cuando se
incorporan rápidamente tecnología de reproducción in vitro, la reproducción
sexuada sigue prevaleciendo y la familia conserva el estatus de institución
principal en esta función. Ella ha ido demandando la conformación de prácticas y
pautas de crianza coherentes con la organización social y la consolidación de
valores orientadores.

En la perspectiva sociocultural, aunque la institución educativa absorbe cada vez


más rápidamente al individuo en su proceso de formación, la familia mantiene una
función primordial de legitimar y reproducir los valores sociales dominantes,
Intervención Psicosocial en la Familia | 134

replicar estilos de vida definitorios de la personalidad y mediar en la inserción


económica y política del individuo en la sociedad.

Aun cuando el término de reproducción puede inducir a creer en una función


pasiva de replicación social, la familia es un sistema activo en la construcción de la
realidad sociocultural, al modular las exigencias sociales y las necesidades
individuales. En las sociedades actuales esta función es cada vez más
importante, por la celeridad de los cambios sociales, la inestabilidad del entorno
socioeconómica y la fragilidad de las instituciones políticas.

Autorealizativa

En tanto que sistema, la familia tiende a mantenerse, pues agota su función en su


existencia. Sin embargo, su dependencia del entorno (los sistemas psíquicos de
los individuos que la integran), obliga a suponer que si éste se deteriora, acarreará
un correspondiente deterioro del sistema familiar. Por ende, hay que considerar la
funcionalidad del sistema psíquico de las personas que hacen parte de la familia.

El sentido del sistema psíquico (objetivo, temporal y social), se ha comprendido en


la psicología humanista como autorealización. Es decir, en primer lugar el
individuo se reconoce como singular, afirmándose frente a la comunidad de sus
semejantes, con quienes se identifica en temáticas, expectativas y
reconocimientos. Luego imagina sus posibilidades de realización. Y finalmente
enfoca su voluntad a la consecución de las metas personales, en el medio social.

La familia, en este contexto, juega papel primordial, permitiéndole al individuo


concretar sus aspiraciones y al mismo tiempo advirtiéndole sobre la banalidad de
sus intentos por realizarse al margen de la sociedad. No siempre se tiene éxito en
esa persuasión y los fracasos resultan en trastornos afectivos, de personalidad y/o
de comportamiento.
Intervención Psicosocial en la Familia | 135

Positivamente, la familia no es una referencia de la realización personal. Es decir,


difícilmente se pueda decir hoy día, que la realización de las personas esta en la
constitución de una familia. Si bien evidentemente ella continúa siendo la
representación subjetiva del deseo, la realización personal la trasciende de
diversas formas. Quizás sea el pivote actual de la familia en su transición de una
unidad integradora, independiente, autorealizativa; hacia un sistema articulador
entre el bienestar individual y la justicia social.

“En el primer caso se consideran grandes conjuntos molares, grandes


máquinas sociales – lo económico, lo político, etc. - con el riesgo de
buscar lo que quieren decir al aplicarlos a un conjunto familiar abstracto
que se considera que contienen el secreto de la libido: de ese modo
permanecemos en el marco de la representación. En el segundo caso
superamos estos grandes conjuntos, comprendida la familia, llegando a
los elementos moleculares que forman las piezas y engranajes de
máquinas deseantes. Buscamos de qué modo funcionan esas
máquinas deseantes, de qué modo catexizan y subdeterminan las
máquinas sociales que a gran escala constituyen.” 12

Conclusión:
En la medida en que el sistema familiar garantice la protección suficiente de sus
integrantes, se reproduzca con costos llevaderos y favorezca la autorealización de
sus miembros, puede decirse que es funcional. Si ello no ocurre, la
disfuncionalidad probablemente conduzca a su desintegración.

CAPITULO II INTERVENCION Y CAMBIO

LECCION 1 : Preventiva

12
DELEUZE, Gilles y GUATTARI, Felix. El anti-edipo: Capitalismo y Esquizofrenia. Paidós: Buenos Aires,
1995. p. 189.
Intervención Psicosocial en la Familia | 136

Introducción:
Toda ocasión de intervenir profesionalmente, puede aprovecharse
terapéuticamente para anticiparse a situaciones probables, dados los rasgos de
vulnerabilidad de la familia. De ahí que, fortalecer sus funciones, constituir
soportes alternativos y disminuir las situaciones de riesgo, se convierten en
objetivos terapéuticos permanentes.

Objetivo Específico:
Fortalecer una actitud terapéutica crítica y previsiva.

Fortalecimiento de las funciones

“ARTICULO 42. La familia es el núcleo fundamental de la sociedad. Se


constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión libre de un
hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la voluntad
responsable de conformarla.

“El Estado y la sociedad garantizan la protección integral de la familia.


La ley podrá determinar el patrimonio familiar inalienable e
inembargable. La honra, la dignidad y la intimidad de la familia son
inviolables.

“Las relaciones familiares se basan en la igualdad de derechos y


deberes de la pareja y en el respeto recíproco entre todos sus
integrantes.

“Cualquier forma de violencia en la familia se considera destructiva de


su armonía y unidad, y será sancionada conforme a la ley.

“Los hijos habidos en el matrimonio o fuera de él, adoptados o


procreados naturalmente o con asistencia científica, tienen iguales
derechos y deberes. La ley reglamentará la progenitura responsable.
Intervención Psicosocial en la Familia | 137

“La pareja tiene derecho a decidir libre y responsablemente el número


de sus hijos, y deberá sostenerlos y educarlos mientras sean menores o
impedidos.

“Las formas del matrimonio, la edad y capacidad para contraerlo, los


deberes y derechos de los cónyuges, su separación y la disolución del
vínculo, se rigen por la ley civil.

“Los matrimonios religiosos tendrán efectos civiles en los términos que


establezca la ley.

“Los efectos civiles de todo matrimonio cesarán por divorcio con arreglo
a la ley civil.

“También tendrán efectos civiles las sentencias de nulidad de los


matrimonios religiosos dictadas por las autoridades de la respectiva
religión, en los términos que establezca la ley.

“La ley determinará lo relativo al estado civil de las personas y los


consiguientes derechos y deberes. “ 13

Constitución de soportes

La subsistencia de un sistema familiar depende particularmente de su entorno.


Porque aun cuando sea autónomo en su funcionamiento, si el entorno no le es
propicio, la ley de entropia pugna por su aniquilamiento.

Y, ¿cual es el entorno del sistema familiar?

Los sistemas psíquicos de sus integrantes, que a su vez integran otros sistemas
sociales como el económico y el político. Por consiguiente, un soporte importante

13
Constitución Nacional de 1991.
Intervención Psicosocial en la Familia | 138

para la familia, lo constituye la inserción económica y política de sus miembros al


sistema societal general.

Al respecto, cabe hacer hincapié en la importancia de que las políticas públicas


garanticen el mínimo posicionamiento de quienes se deciden a conformar una
unidad familiar. Nuestra cultura suele considerar la conformación de una familia
como una cuestión del sector privado. No obstante, su relevancia para el orden
social, reclama el delineamiento de políticas públicas previsivas, mas bien que
coercitivas. Además de abogar por los requerimientos espirituales para la
conformación de una unidad familiar, los organismos del Estado (para el caso
Colombiano el I.C.B.F.) debieran considerar dentro de las condiciones formales,
un grado mínimo de posicionamiento económico y político de alguno de los
cónyuges, con tal de garantizar posibilidades de inserción social plena.

También es conveniente, en la medida que las unidades familiares van requiriendo


de mayores competencias específicas parentales, que se garantice la formación
particular en la gestión del hogar y se realicen los estudios de personalidad
necesarios para establecer probables compatibilidades e incompatibilidades. Hoy
por hoy, nuestra sociedad confía demasiado ingenuamente en el criterio del
“amor” espontáneo que surge entre los parientes, para aceptar y legitimar su unión
ante la Iglesia o el Estado. Los resultados y el estado actual de las familias
Colombianos esta demandando la conformación de soportes objetivos que
convaliden la atracción intersubjetiva.

Disminución de riesgos

El trabajo preventivo también incluye la cuestión de disminuir los riesgos a los que
están expuestos los sistemas familiares. En una sociedad que tiende a
incrementar la movilidad de su población, la inestabilidad de sus ocupaciones, el
cambio de sus actividades económicas y la fragilidad de sus estructuras políticas,
Intervención Psicosocial en la Familia | 139

el sistema familiar se convierte con frecuencia en insuficiente para absorber las


frustraciones individuales.

La movilidad de la población tiene que ver con el incremento del número de


relaciones sociales posibles y consiguientemente, el aumento de las posibilidades
de vinculación afectiva, ocasional, a corto, mediano o largo plazo. Así que, el
enamoramiento como criterio de exclusividad en la relación, probablemente no
corresponde a una sociedad como la nuestra, en la que las posibilidades de
enamoramiento se multiplican. ¿Alternativa? No es la atracción intersubjetiva la
que garantiza la estabilidad de la pareja, sino los vínculos objetivos: económicos,
políticos y culturales.

El incremento de la incertidumbre en el campo económico, en cuanto a posición y


ocupación, generalmente se refleja directamente en la estabilidad de la unidad
familiar. Como este es un rasgo que tiende a aumentar, la economía familiar
necesita ganar grados de independencia con respecto al entorno social, para que
aquel no la impacte directamente, sino que constituya una amortiguación
suficiente para soportar periodos de crisis.

La fragilidad política de nuestras sociedades modernas, también tiende a impactar


directamente la integración de la unidad familiar. Por lo que en este aspecto, es
igualmente necesario el diseño de estrategias evitativas, que tiendan a aminorar el
efecto de las convulsiones políticas, en la organización familiar.

Conclusión:
La intervención profesional debe incidir en el fortalecimiento de las funciones
familiares, la ampliación de sus soportes funcionales y la disminución de los
riesgos potenciales y actuales.

LECCION 2: Crítica
Intervención Psicosocial en la Familia | 140

Introducción

Una situación familiar de crísis, demanda cambios en el sistema. La intervención


oportuna del profesional de la psicología tiene como finalidad que el sistema
familiar se reconduzca hacia sus funciones protectivas, reproductivas y realizativas
básicas.

Objetivo Específico:

Facilitar la superación de situaciones críticas, fortaleciendo el sistema familiar.

Apoyo

Dada la naturaleza privada de la familia, el sufrimiento de sus miembros al interior,


tiende a aislarlos, deteriorando la función protectiva básica del sistema. La
psicoterapia como sistema de apoyo alterno, proporciona los siguientes recursos:

● Orientación cognitiva para aliviar la extrema tensión emocional


difusa.
● Estilos alternos de comunicación, para problematizar hábitos críticos
del sistema familiar.
● Técnicas particulares de afirmación y reconocimiento recíprocos.

En condiciones ideales, para un sistema societal industrial, la familia constituye el


resguardo emocional de las personas, que las habilita para el trabajo sistemático
y la actividad social competitiva. En esta época post-industrial, de gran influjo de
los medios masivos de comunicación, de diversificación de las ocupaciones y de
homogeneización de los estereotipos sociales, es frecuente que la familia se vea
afectada por la inestabilidad laboral y la movilidad social, que generan tensiones
emocionales (estrés) en algunos miembros más que otros (p.e. los padres
responsables de la seguridad económica, los hijos inquietos por el
posicionamiento social). Igualmente, si la persona no encuentra seguridad
emocional en su nicho familiar, también lo suelen invaden sentimientos de
angustia.
Intervención Psicosocial en la Familia | 141

Tanto el estrés como la angustia, requieren que el psicoterapéuta los explique en


función de los condicionamientos particulares del sistema, para que la
comprensión de la situación, sustituya la vivencia afectiva ó la canalice en
acciones orientadas objetivamente.

La psicoterapia también constituye la ocasión para ilustrar estilos alternativos de


comunicación interpersonal, que permitan revisar la ineficiencia de los estilos
imperantes al interior del sistema familiar. Lo cual puede derivar en la discusión
de técnicas concretas que contribuyan a la afirmación y el reconocimiento
apropiado de cada uno de los miembros del sistema familiar.

Control

Se tiende a creer que el sistema familiar espontáneamente se reproduce,


generando él mismo los mecanismos de subsistencia, fortalecimiento y expansión.
Sin embargo, en la actualidad ha demostrado ser uno de los sistemas sociales
más vulnerables a las transformaciones económicas y políticas contemporáneas.
De ahí que se pueda cuestionar su espontánea estabilidad.

La situación de las familias contemporáneas hace recomendable el ejercicio


explícito del control sobre sus funciones básicas, con el objeto de alertar sobre
sus eventuales tendencias.

● Control de la función protectiva.


● Control de la función reproductiva.
● Control de la función realizativa.

Proyección
Intervención Psicosocial en la Familia | 142

Con la complejización social, el sistema familiar se ha visto imbuido de la


competencia social por posicionamiento y capitalización (social, económica y
política). Los sistemas familiares ya no se estabilizan estática, sino
dinámicamente. Y cada vez son más las presiones sociales de protagonismo
familiar. La familia Perez no solamente debe participar de las actividades
escolares de sus hijos, sino de las acciones comunitarias del barrio de su
residencia y eventualmente en algún programa concurso de televisión.

En la sociedad contemporánea, la familia es con frecuencia una corporación o


esta constituida como empresa social, cuando menos económica. De ahí que
requiera de asistencia permanente para cualificar profesionalmente su proyección
social, con criterios de eficiencia y calidad similares a los del sector productivo.

¿Cuales son esos criterios?

Conclusión:
Una situación de crísis familiar tiene un desenlace abierto. Lo cual constituye una
oportunidad para que con la asistencia de una intervención profesional, resulte en
el fortalecimiento del sistema familiar: más y mejores apoyos, controles efectivos y
proyectos pertinentes.

LECCION 3: Constructiva

Introducción:

La intervención en el campo de la salud, aunque apunta a la cura, generalmente


tiene connotaciones destructivas: eliminación de los elementos nocivos, de las
situaciones peligrosas o de los ambientes agresivos. Probablemente por su
analogía con la medicina alopática occidental. En el campo de lo simbólico, es
más adecuado el concepto de construcción, dado que es dificil pensar en la
Intervención Psicosocial en la Familia | 143

eliminación o reducción de algún elemento. Es más factible indicar su


transformación, sustitución, reformulación u ocultamiento.

Objetivo Específico:
Fortalecer una postura terapéutica reflexiva.

Reflexión

“Hace unos diez años yo me sentía cada vez más preocupada por las
paradojas del poder que afectan a los métodos tradicionales de la
terapia familiar. Todos estos métodos se basaban en el secreto, la
jerarquía y el control. Aun en las versiones más flexibles,
representadas por muchos terapéutas ericksonianos, y también por el
respetuoso enfoque de los miembros de la Asociación de Milán, se
mantenía al cliente a distancia y no se compartía el pensamiento del
terapeuta. Había una buena razón histórica para ello. Desde sus
comienzos, la terapia familiar contenía en el meollo mismo de su acción
un espejo de una sola cara: los profesionales eran los observadores;
las familias, los sujetos observados. Nunca había una calle de doble
sentido. La mayoría de los terapéutas familiares de primera generación
parecían partidarios de la idea del control del terapéuta, ejercido
abiertamente o no. No sé qué me gustaba menos: si empujar a los
clientes directamente a hacer lo que yo quería que hicieran, o actuar
solapadamente y lograr con subterfugios que hicieran lo que yo quería
que hicieran.” 14

Conviene precisar que la reflexión a la que se apunta, no es de la conciencia, sino


del sistema familia, entendido como un sistema de comunicación, con sus temas,
expectativas y criterios de reconocimiento. En este sentido, la reflexión del
sistema implica:
14
HOFFMAN, Lynn. Una postura reflexiva para la terapia familiar. En: McNAMEE, Sheila y GERGEN,
Kenneth. La Terapia como Construcción Social. Paidós: Buenos Aires, 1996. P. 33.
Intervención Psicosocial en la Familia | 144

● Analizar los temas para distinguir los explícitos de los implícitos, los
manifiestos de los ocultos, los emergentes de los subyacentes.
● Diferenciar los medios simbólicamente generalizados y sus
implicaciones para las relaciones presentes y las esperanzas personales
y comunales.
● Reconocer las pautas de reconocimiento personal (privado) del
sistema y compararlas con las pautas de reconocimiento público.

Postura de ignorancia

“Los terapéutas posmodernos no creen en esencias. El conocimiento,


al que se llega socialmente, cambia y se renueva en cada momento de
la interacción. No hay significados previos escondidos en los relatos o
en los textos. Un terapéuta con este punto de vista esperará que
durante la conversación salga a la superficie una narración nueva y
posiblemente más útil, pero la considerará espontánea y no planificada.
La conversación, no el terapéuta, es el autor. Creo que es en este
sentido que el grupo Galveston usa la expresión “no saber”.15

No consiste en una posición fingida o amañada, para inspirar estratégicamente la


confianza del sistema familiar, sino en la actitud natural de atención frente a la
novedad de lo desconocido. Cada sistema familiar inventa códigos particulares de
comunicación y lógicas singulares de reproducción, que son el objeto de
indagación, cuando se les somete a un proceso de reflexión crítica.

La postura de ignorancia también indica el extrañamiento inherente del terapéuta


con respecto a la familia. El psicoterapéuta nunca se hace parte del sistema. Tan
sólo constituye un elemento ortopédico en el que las operaciones del sistema
pueden reflejarse y servir de artificio para la revisión del sistema por sí mismo.

15
HOFFMAN, Lynn. Una postura reflexiva para la terapia familiar. En: McNAMEE, Sheila y GERGEN,
Kenneth. La Terapia como Construcción Social. Paidós: Buenos Aires, 1996. P. 36.
Intervención Psicosocial en la Familia | 145

Con facilidad se incurre en la ingenuidad de que la representación consciente de


algunos de los miembros de la familia ó incluso el psicoterapéuta, podría ser
especialmente privilegiada, acertada o verdadera. Pero lo que aquí se plantea es
que “ninguna” representación consciente es “pertinente” para la reflexión del
sistema. Puesto que las operaciones del sistema son comunicaciones, la reflexión
sólo puede operar al nivel de las comunicaciones.

Es esta la razón por la que probablemente fracasan los diálogos bien


intencionados entre las parejas ó entre padres e hijos ó entre hermanos.
Usualmente se plantean al modo Socrático: el diálogo al servicio de la razón,
tendente a establecer “como son” las cosas en realidad. Y más vale plantearlo al
modo Geertziano: la razón al servicio del diálogo. Es decir, la pretensión se
traslada de establecer una determinada realidad, a garantizar la posibilidad de que
la interacción simbólica se mantenga, dando por supuesto la racionalidad de los
agentes participantes.

Validación

La validación tampoco debe entenderse cognitivamente, como los criterios de


razonamiento lógico que implicarían una determinada deducción; sino
interactivamente, como las acciones eficientes en términos de la funcionalidad del
sistema. No es el querer individual lo que valida una intervención específica, sino
su pertinencia en relación con el cumplimiento de las funciones protectiva,
reproductiva y autorealizativa del sistema familiar.

Este elemento es generador de muchos problemas en la intervención profesional,


dado que en general es la iniciativa de una de las personas de la familia la que
propicia el trabajo terapéutico. Por este motivo, es esencial plantear la diferencia
entre el trabajo terapéutico individual y el orientado con respecto al sistema
familiar. Y en este último caso, es recomendable precisar que la relación del
psicoterapéuta es con el sistema y no con ninguno de sus miembros en particular.
Intervención Psicosocial en la Familia | 146

Por consiguiente, la validación tampoco es el beneplácito del profesional, que


logra persuadir a las personas del grupo familiar o a alguna de ellas, sobre el
planteamiento de la situación. Es, más bien, la reiteración por parte del sistema,
de pautas de comunicación alternativas, que resultan exitosas y se generalizan
gradualmente, haciéndose eficientes en las funciones básicas protectiva,
reproductiva y realizativa de la familia.

Conclusión:
Con respecto al sistema familiar, el psicoterapéuta no es un elemento, toda vez
que la operación de este sistema es la comunicación. Mas bien, su posición de
ignorancia puede favorecer en el sistema un reflujo de comunicación alternativa,
que permita revisar estratégicamente su funcionamiento y alterarlo
convenientemente para sus miembros.

LECCION 4: El proceso de cambio: Situacional

Introducción:

Una situación familiar tiene un sentido social que usualmente escapa a la


conciencia de los integrantes, quienes le atribuyen su propio sentido personal. La
disonancia entre un sentido y otro, es aceptable en tanto que sea humanamente
soportable, de lo contrario necesita modificarse para que el sentido personal siga
siendo posible.

Objetivo Específico:
Conocer técnicas específicas de transformación del sentido de una situación.

Dimensión objetiva del sentido

Alude a los temas de los que habitualmente se trata en la comunicación cotidiana.


Con frecuencia, lo que algunos miembros de la familia vivencian como monotonía
Intervención Psicosocial en la Familia | 147

y aburrimiento, tiene que ver con la impertinencia y anacronismo de los temas, que
resultan de la evolución del sistema familiar.

Recién constituida, generalmente por un fuerte vínculo afectivo, el tema (relevante


en el periodo exploratorio del “noviazgo”) se entiende resuelto y da lugar a los
temas de la subsistencia económica e inserción social. Los cuales ocupan gran
parte de la atención del sistema, particularmente durante la crianza de los hijos.

Cuando la progenie alcanza la adolescencia, ya se vienen perfilando para esa


nueva generación, temas como el éxito y la realización personal, mientras que
para la generación constituyente surgen los temas de la jubilación y el retiro.

Esta visión panorámica de la evolución temática del sistema familiar, advierte


sobre su complejidad dinámica. Por supuesto, el mismo sistema familiar tiene los
mecanismos necesarios para asimilar los cambios temáticos emergentes,
absorbiendo el riesgo de desintegración. No obstante, dada la creciente
movilidad social y aceleración de las actividades sociales, cada vez se vuelve más
necesaria la intervención de expertos, para el trabajo de apoyo en estas
transformaciones obligadas.

Puesto que las dificultades radican fundamentalmente en las distancias de género


y generacionales, las técnicas apuntan básicamente a facilitar perspectivas
alternativas. Entre ellas se pueden citar:

● El juego de roles, en el que en un clima lúdico distensionado, los


actores tienen la oportunidad de asumir la posición del “otro” y,
recíprocamente, verse a través de sus ojos.
● El sociodrama (que para el caso se podría denominar
específicamente familiodrama), que permite a la familia representar y
recrear situaciones críticas en la perspectiva objetiva del observador.
● El modelamiento de los hábitos de comunicación, a través del cual el
psicoterapéuta ilustra estilos alternativos de eficiencia interactiva.

Dimensión temporal del sentido


Intervención Psicosocial en la Familia | 148

Tiene que ver con el ámbito de previsión de las rutinas mantenidas y emprendidas
por el sistema. Esta dimensión es igualmente sensible a la variación personal de
las expectativas individuales de los integrantes de la familia. Y se pone en
evidencia en descalificaciones recíprocas: “qué inmadurez la tuya”, “eso ya no se
usa”.

Es importante no confundir la dimensión de sentido temporal individual


(expectativa, esperanzas, ilusiones), con la dimensión de sentido temporal del
sistema (perennidad del vínculo o al menos sobrevivencia al ciclo individual de
vida, protección integral durante la crianza y la declinación orgánica). La
seguridad individual depende en gran medida de que el horizonte de sentido
temporal del sistema pueda acoger y absorber las expectativas, esperanzas e
ilusiones personales, durante todo el ciclo vital.

Es evidente que eso es cada vez más dificil. Mientras en una tradición católica-
Cristiana dominante, la perennidad del vínculo familiar se garantizada por el
sacramento eclesiástico que los creyentes consideraban sagrado, actualmente la
liberalidad de la cultura da por sentado que el vínculo es insostenible cuando
carece de soporte afectivo. Y como éste es lábil y expuesto a las vivencias
personales, la estabilidad familiar se hecho vulnerable.

De ahí que las técnicas de intervención tengan que asistir individualmente a los
integrantes de la familia y al mismo tiempo procurar mecanismos de apoyo social
a la familia que contrarresten su rápida disolución, por la directa exposición al
interés individual. Entre ellas se pueden citar:

● El retiro, consistente en un distanciamiento provisional y estratégico


de la rutina habitual, para dar oportunidad a su valoración adecuada para
el sentido personal de la vida, postergando decisiones individuales
inmediatas.
Intervención Psicosocial en la Familia | 149

● La orientación vocacional de las generaciones nuevas, para que


tengan un acercamiento gradual a las condiciones de inserción social y
económica, que les permitan valorar adecuadamente el soporte familiar y
ponderar sus expectativas de vida.
● El encuentro, que posibilite la integración familiar en un contexto
recreativo.

Dimensión social del sentido

Tiene que ver tanto con los criterios internos del sistema para conceder identidad
a cada uno de sus miembros, como con las condiciones de soporte que ofrece
para que los individuos sean socialmente reconocidos. A este nivel, el
individualismo contemporáneo también propone problemas críticos.

Las creciente cifras de abuso y violencia intrafamiliar, son indicativas del


decremento en los niveles de tolerancia interpersonal, que se corresponden
naturalmente con el acrecentamiento del individualismo. En líneas generales, la
reducción de la socialidad y el aumento de las telecomunicaciones, generan las
condiciones que elevan la intolerancia social. Si se agrega a ello que el sistema
familiar está intrínsecamente saturado de socialidad, habrá que deducir de ello los
motivos para el aumento proporcional de la violencia intrafamiliar.

Con respecto a los criterios externos de reconocimiento social, aunque la


legislación se ha flexibilizado para abarcar la cada vez mayor informalidad
(uniones libres, uniones por ritos no convencionales), la cultura conserva pautas
de discriminación social por razón de la filiación (estado civil como información
fundamental para la ocupación o para el ingreso de los niños en una institución
educativa). Nuestra sociedad fundamentalmente elitista, mantiene criterios de
adscripción a estatus por filiación. Mientras que en sectores populares prima la
creencia en el mérito, el talento y la dedicación.
Intervención Psicosocial en la Familia | 150

La transformación de estas condiciones internas y externas al sistema familiar,


pasa por la finalidad de aumentar los niveles de tolerancia interpersonal y
fomentar los procesos de socialidad intrafamiliar. Entre las técnicas
recomendables pueden citarse:

● El desarrollo de habilidades sociales para la convivencia.


● La formación de padres en pautas de crianza modernas
(democráticas y autónomas).
● Consolidación de movimientos culturales juveniles.
● Consolidación de instituciones de apoyo a la infancia.
● Consolidación de instituciones de apoyo a la adultez mayor.

Conclusión:
La dimensión social del sentido de la familia, trasciende el ciclo vital de las
personas que la integran. En cambio, el sentido personal necesita elaborarse
durante este ciclo. Aunque la psicoterapia se centra por consiguiente en este
sentido personal, el trabajo debe alimentar la crítica social al sistema, para
reformular su sentido colectivo.

LECCION 5: Cambio en lo Estructural

Introducción:

Una situación de inconformidad con la vida familiar debe abrir espacio para la
reestructuración del sistema en función de las necesidades individuales de sus
miembros. El interventor requiere conocer técnicas puntuales que sirvan a este
propósito, con el fin de facilitar cambios estructurales en el sistema familiar.

Objetivo Específico:
Conocer técnicas específicas de modificación estructural de la familia.
Intervención Psicosocial en la Familia | 151

Escenarios

Los escenarios determinan en gran medida los comportamientos. Así que una
estrategia apropiada en la re-estructuración familiar, pasa por la modificación y/o
innovación de sus escenarios operativos. Para efectos de discriminación, pueden
clasificarse en privados y públicos. Aquellos adscritos al ámbito de residencia y
los últimos relativos a las funciones educativas, económicas, culturales y políticas
de la familia.

En el nivel de la modificación, los escenarios pueden cambiarse en vistas a su


funcionalidad o con criterios estéticos. Bien sea para adecuarse o para
replantearse. Si se trata de adecuación, el análisis debe indicar en qué sentido es
inadecuada la constitución actual de los escenarios y como podría hacerse más
eficiente con su función ó más apropiado estéticamente. Si se trata de
replantearse, podría tratarse de alternar lo funcional por lo estético y viceversa.

En cualquiera de los casos, el trabajo psicoterapéutico implica una identificación y


descripción suficiente de los escenarios privados y públicos de realización familiar,
para lo cual se pueden citar como técnicas:

● El mapa mental, a través del cual se reconstruye la representación


subjetiva de la extensión, dando la posibilidad de cotejo y contraste entre
las distintas percepciones de los miembros de la familia.
● La imaginarización de escenarios alternativos, individuales y
familiares.
● La creación de escenarios públicos (parques, centros recreativos,
clubes) para protagonismo familiar.

Temas
Intervención Psicosocial en la Familia | 152

El cambio estructural temático, está asociado a la transformación histórica de la


familia. Tradicionalmente los temas del sexo, la propiedad y el orden son
inherentes al sistema familiar, aunque su tratamiento se haya considerado algunas
veces indirecto, por efecto de mecanismos represivos.

Contemporáneamente, la desinhibición propiciada por la liberalización de la


cultura, ha vuelto dichos temas explícitos, pero además ha traido a colación otros
nuevos, cuya competencia no siempre es definida. Por ejemplo, la religión, la
identidad sexual, la ocupación laboral, la posición social.

La explicitud de los primeros es ya conocida y es objeto de trabajo habitual en la


psicoterapia. Respecto de las nuevas temáticas, las técnicas sugeridas pasan
por:

● El análisis del discurso.


● El diálogo socrático.
● El análisis simbólico.

Mitos

La familia, como todas las instituciones sociales, se afianza en varios mitos como
el del “amor romántico”, el de la “indisolubilidad del matrimonio”, “cada hijo trae su
pan bajo el brazo”. En una época de desmitificación generalizada (lo cual a su
vez constituye también un mito), esos mitos se cuestionan, se debilitan o
fortalecen, y emergen otros nuevos, sobre los cuales cae rápidamente el trabajo
de desmitificación.

Conclusión:
Los cambios estructurales de la familia tienen que ver con la modificación de su
operación basal de comunicación. De ahí que la técnicas no apunten a una
Intervención Psicosocial en la Familia | 153

transformación subjetiva de los agentes, sino a una modificación objetiva de las


condiciones operativas de la familia.

Seccion 6 cambio en lo Funcional

Introducción

La disfuncionalidad de una familia no solamente tiene que ver con que no se


cumplan las funciones del sistema, lo cual regularmente es paradójico, por cuanto
implicaría su propia aniquilación; sino que su cumplimiento se haga a expensas de
un costo individual insoportable. En esos casos, mantener el sistema familiar
implica modificar su funcionamiento.

Objetivo Específico:
Conocer técnicas específicas de modificación funcional de la familia.

Fortalecimiento

Una de las fortalezas de la familia es el nivel de implicación de sus miembros, su


motivación para la acción cooperativa y las oportunidades que brinda para la
realización personal. Por consiguiente, fortalecer la familia supone:

● Incrementar los niveles de participación de sus miembros.


● Incrementar los niveles de motivación de sus miembros.
● Aumentar las oportunidades de realización personal de sus
miembros.

Consecuentes con el proceso de democratización social, el incremento de la


participación de los individuos en sus correspondientes familias, supone la
horizontalización de las relaciones, mecanismos conciliativos y objetivos de
resolución de conflictos.
Intervención Psicosocial en la Familia | 154

Puesto que en lo fundamental se trata de cambiar las pautas de crianza


controladoras, a pautas de crianza autoreguladoras e introducir mecanismos
objetivos de resolución de conflictos, se puede apelar a las técnicas de juego de
roles, discusión argumentada, encuentros periódicos para definir metas a corto y
mediano plazo, retiros ocasionales para dirimir crisis de vida.

Adicionalmente, cada miembro familiar, desde su perspectiva personal puede


tener la suficiente orientación vocacional para disponer de la familia como un
soporte necesario. Y eventualmente, descubrir en el sistema oportunidades
concretas de realización personal, complementarias a las del éxito social y laboral.

Sostenibilidad

El sistema familiar mismo encuentra los mecanismos para perdurar. Y ellos tienen
éxito o fracasan. Si fracasan, el sistema se desintegra. Si tienen éxito subsiste,
aun cuando no siempre con el mejor de los beneficios para sus integrantes. Lo
que a largo plazo implica la insostenibilidad del sistema.

Hacer sostenible el sistema familiar (entropía negativa) implica garantizar sus


insumos básicos: temas pertinentes, expectativas moderadas y accesibles y
reconocimiento suficiente, para todos sus miembros.

La pertinencia temática supone técnicas que habiliten a las personas para


conversaciones argumentadas, interacciones afectivamente tonificadas y
participaciones asertivas.

La moderación de las expectativas implica incrementar la frecuencia de revisión de


proyectos y toma de decisiones y el aumento de la participación en ellas.
Intervención Psicosocial en la Familia | 155

Mientras que las necesidades de reconocimiento exigen cualificar los eventos


sociales de marcaje: cumpleaños, carrera educativa, carrera laboral.

Autoregulación

Complementariamente a los recursos de sostenibilidad, el mecanismo de


autoregulación espontáneo a todos los sistemas, también puede verse favorecido
por una intervención experta. El propósito es que esos mecanismos de
autoregulación no se petrifican en hábitos sin sentido para los integrantes de la
familia, ni se diluyan por la presión de los procesos productivos y reproductivos.

Para el efecto se pueden recomendar:

● Técnicas de reconocimiento de los mecanismos autoregulatorios.


● Técnicas de redireccioamiento de los mecanismos autoregulatorios.
● Técnicas de replanteamiento de los mecanismos autoregulatorios.

Conclusión:
Un sistema familiar puede funcionar aun a expensas de los propios individuos que
lo integran. Cuando al menos para un integrante se vuelve insoportable la vida en
familia, el interventor requiere procurar los medios para ajustar su funcionamiento
a unas condiciones que posibiliten la realización personal de todos sus miembros.

Lectura:

El uso de la inteligencia emocional en la construcción de la terapia


por Juan Luis Linares (**)

La tradición sistémica no ha sido muy sensible a la importancia de las emociones.


Si Bateson ( 1973 ) llegó a considerar a las emociones un concepto dormitivo, no
puede extrañar que la teoría comunicacionalista las ignorara y que figuras como
Intervención Psicosocial en la Familia | 156

Virginia Satir fueran contempladas desde el mismo Palo Alto con reticencia
cuando no con desprecio. Por otra parte, Minuchin ( 1993 ) también ha evitado
cualquier explicitación de lo emocional en terapia, recurriendo al circunloquio de
"la utilización del sí mismo del terapeuta" para referirse a la evidencia de que las
reacciones afectivas de éste juegan un papel importante. Preguntar qué siente el
paciente o algún miembro del sistema ha sido considerado herético y descalificado
como banal por la ortodoxia sistémica, que ha enfatizado la conveniencia de
sustituirlo por qué piensa o qué hace, según se trate de la versión estratégica o de
la estructural de dicha ortodoxia.

Frente a esta realidad, se sitúa la evidencia de que la psicoterapia se realiza


trabajando con las emociones y, ciertamente, no sólo con las del paciente o la
familia, sino también con las del terapeuta. Los autores sistémicos europeos han
sido más sensibles a ello, quizás porque, al situarse lo fundamental de su obra en
fechas más recientes, no debieron pagar el tributo que pagaron sus colegas
americanos a la diferenciación respecto del psicoanálisis. De hecho, y por citar
sólo a algunos, autores como Cancrini ( 1984 ) y Andolfi ( 1977 ) han explicitado la
importancia del trabajo emocional y Elkaïm ( 1995 ), acuñando el concepto de
resonancia, ha aportado un útil instrumento como alternativa sistémica al juego
transferencia / contratransferencia.

La recuperación por Selvini ( 1987) del apego de Bowlby, así como la teorización
correspondiente a la última etapa de su pensamiento, la sitúa en la misma línea de
reconocimiento del espacio emocional que caracteriza a gran parte de la terapia
familiar europea.

Pero, no nos engañemos, la cuestión dista de estar resuelta, y en el panorama


actual de la psicología se esbozan posiciones sobre lo que podría ser una nueva
polémica en torno a las emociones. De una parte, quienes investigan la estructura
cognitiva del fenómeno emocional (Ortony, Clore y Collins, 1988) tienden a
Intervención Psicosocial en la Familia | 157

universalizarlo y a definirlo intrapsíquicamente, diferenciándolo radicalmente del


lenguaje.

Wierzbicka (1986) afirma al respecto que la ausencia en una lengua de un término


que designe la emoción específica a la que pudiera referirse una palabra en otra
lengua no significa que la gente de las culturas que usan la primera lengua no
pueda experimentar y no experimente esa emoción.

Por otra parte, para muchos autores, las emociones son inseparables del lenguaje,
puesto que son construidas socioculturalmente y sentidas en cuanto expresadas
en base a sistemas de creencias, órdenes morales y normas sociales propios de
determinadas comunidades ( Harré, 1986).
Los construccionistas sociales rechazan el carácter fisiológico de las emociones
(una idea, por otra parte, difícilmente sostenible en la actualidad desde cualquier
posición seria) y coinciden con los cognitivistas en reivindicar la importancia del
proceso cognitivo, en forma de valores y creencias. Pero ahí acaba el acuerdo,
puesto que lo que verdaderamente interesa al socioconstruccionismo son las
situaciones y los modos en que se utilizan las palabras que expresan emociones.
Éstas siguen condenadas a la condición batesoniana de concepto dormitivo o, en
la despectiva expresión de Hoffman (1992), a la de "vaca sagrada de la psicología
moderna".

Existen tres grandes espacios relevantes en el mundo relacional, y por ende en el


psicológico-individual, que son el cognitivo, el pragmático y el emocional. Con
respecto a ellos se han orientado los distintos modelos psicoterapéuticos,
combinando en ecuaciones, más implícitas que explícitas, diferentes proporciones
del qué pensar, qué hacer y qué sentir. Como vehículos privilegiados de expresión
han dispuesto del lenguaje y de la conducta, cauces idóneos para la comunicación
cognitiva y pragmática. Pero, ¿y la emocional? Más allá de la evidencia de que
existe una comunicación emocional, el comunicacionalismo de Palo Alto consiguió
Intervención Psicosocial en la Familia | 158

soslayarla refiriendo su distinción entre lenguajes digital y analógico a mensajes


de contenido y de proceso relacional.

Y, sin embargo, es perfectamente legítimo atribuir el lenguaje analógico a la


comunicación emocional en una vinculación preferente, al igual que el lenguaje
digital es el vehículo emblemático de la comunicación cognitiva y la conducta la
expresión más nítida de la comunicación pragmática.

El terapeuta sistémico ha poseído dos instrumentos técnicos valiosísimos para


moverse con comodidad en los espacios pragmático y cognitivo: la prescripción y
la reformulación.

Mediante la prescripción de comportamiento, el terapeuta sugiere a individuos, a


subsistemas o a la familia en su conjunto, determinadas conductas o ritos
tendentes a modificar su comunicación pragmática. Pretende con ello introducir un
germen de cambio independiente de cualquier insight (que sería, al fin y al cabo,
una elaboración cognitiva) y, desde luego, sin focalizar la reverberación afectiva.
Las prescripciones han caído en desuso en el universo de las terapias
postmodernas, y, en particular, en la rama conversacionalista del constructivismo,
en base a una interpretación sesgada y estrecha de ciertas ideas de Maturana
(1980) que descalificarían la directividad estructural como tendente a la
"interacción instructiva". En realidad, sugerir pautas de conducta a los demás
puede ser, dependiendo de múltiples circunstancias, o una intromisión intolerable ,
condenada al rechazo o, en el mejor de los casos, a la irrelevancia de una
imposible instrucción interactiva, o un recurso conversacional de primer orden, tan
oportuno como bien recibido y aceptado. Por no hablar de los inevitables
componentes cognitivo y emocional asociados a la prescripción, que pueden
operar como elementos perturbadores del equilibrio disfuncional con
independencia de la relativa banalidad que representa su cumplimiento.
Intervención Psicosocial en la Familia | 159

Mara Selvini demostró con la prescripción invariable la infinita complejidad de esta


modalidad de intervenciones, que en modo alguno deberían desaparecer del
patrimonio sistémico por un simple capricho de la moda.

Las reformulaciones constituyen el otro gran recurso tradicional de los terapeutas


sistémicos, firmemente anclado en el espacio cognitivo. Modificar la percepción, la
representación de las cosas, de individuos y familias, mediante la propuesta de
visiones alternativas en las que no tienen cabida los síntomas, es un importante
ejercicio, y basta con recordar la espectacularidad de los efectos de la connotación
positiva, capaz de presentar a las familias realidades radicalmente diferentes de
las que han estado culpabilizándolas y atenazándolas hasta el momento. Las
reformulaciones, dependientes en gran medida del lenguaje digital, han corrido
mejor suerte que las prescripciones en el panorama actual de las terapias
sistémicas, al encajar más su estructura conversacional en las expectativas
postmodernas. Incluso el narrativismo socioconstruccionista maneja con
comodidad complejas reformulaciones, dentro de sus propuestas de nuevas
opciones narrativas con las que contrarrestar la sobredeterminación ejercida por el
discurso del poder.

Pero resulta inimaginable un cambio cognitivo (o epistemológico, como ha


preferido llamarle históricamente el modelo sistémico) sin la correspondiente
vibración emocional, y ambos serían irrelevantes si no se acompañaran de
modificaciones pragmáticas. Por suerte, los tres espacios psicológico-relacionales
están intercomunicados, por lo que un cambio en cualquiera de ellos puede
extenderse a los otros, generando una oleada transformadora de imprevisibles
consecuencias. Imprevisibles… salvo para un terapeuta consciente de su poder y
capaz de controlarlo y valorarlo, quien sí podrá anticipar razonablemente la
evolución de los acontecimientos y amoldar a ella la continuidad de la terapia. Por
ello, un cambio mínimo acaecido en cualquiera de los tres espacios, dotado de la
suficiente capacidad perturbadora, es decir, capaz de generalizarse a los restantes
Intervención Psicosocial en la Familia | 160

de modo significativo, puede constituir un más que satisfactorio resultado de una


terapia.

Una pareja que sigue la sugerencia del terapeuta de realizar ciertas salidas
nocturnas, puede encontrarse, en medio de la aparente banalidad de su acción,
percibiendo aspectos, el uno del otro, que antes les pasaban desapercibidos. Por
primera vez en muchos años han salido de la rutina para pasar un rato agradable
juntos, y ello les ha permitido descubrirse perspectivas inéditas: lo que antes era,
para él, una insoportable y asfixiante afición de ella por el control, se convierte en
expresión de fragilidad y necesidad de apoyo; y lo que, para ella, era
irresponsabilidad y egoísmo de él, pasa a ser legítima necesidad de un espacio
propio. Ambos se hacen tolerantes, a la vez que experimentan una ternura ya
olvidada. El orden puede variar. La aparición de una visión novedosa en la que, a
instancias del terapeuta, un adolescente empieza a considerar a sus padres
torpones pero llenos de cariño, en vez de arbitrarios y represores, lo relaja y alivia,
haciendo que disminuyan sus conductas provocadoras y aumente su colaboración
en las tareas domésticas.

Y el clic del cambio puede producirse en el espacio emocional, en forma de un


sobrecogimiento inefable al sentirse la vergüenza del padre que pide perdón, la
angustia de la esposa que teme por su vida o la impotencia del hijo que se cree
fracasado. También entonces podrán seguir nuevas representaciones cognitivas y
nuevas maneras de comportarse. Todo ello, obviamente, si el ecosistema se
muestra favorable y si el terapeuta, como elemento significativo de éste, asume
sus responsabilidades de modo razonable.

Intervenir en el campo emocional significa un serio desafío para el terapeuta


sistémico formado en el culto de la prescripción y, sobre todo, de la reformulación
y la narrativa, cuando no, explícitamente, en el desprecio doctrinario de las
emociones. Y sin embargo, éstas poseen en el lenguaje analógico un refinadísimo
Intervención Psicosocial en la Familia | 161

instrumento, capaz de singularizar su expresividad hasta extremos inimaginables


en cualquier otro canal comunicacional.

La inteligencia emocional es un concepto acuñado recientemente para significar la


capacidad de las personas de utilizar sus emociones relacionalmente en modo
controlado (Goleman, 1995). Siempre se ha sabido que el éxito en el desempeño
de tareas concretas, así como en las más ambiciosas empresas, depende de algo
más que de la capacidad intelectual medida por el C.I., pero ahora se dispone de
un instrumento oportuno para conceptualizar ese fenómeno. La persona que
moviliza y pone en juego su inteligencia emocional tiene mayor poder de
convicción, resulta más creíble y aumenta considerablemente su capacidad de
influir a los demás. Cualidades todas ellas preciosas para un terapeuta. Veamos
algunos ejemplos:

Pablo: "Curar a su madre"

Pablo es un niño que no habla salvo en la más estricta intimidad familiar y, aun
así, lo mínimo posible. Sus padres se han ido preocupando progresivamente, a
medida que los silencios de su hijo han empezado a dificultarle la escolaridad y a
arrojar sombras sobre su futuro profesional y social. Lo sobreprotegen no
permitiéndole asistir a colonias "para evitarle situaciones difíciles" y liberándolo de
cualquier tarea que comporte contactos extrafamiliares. Pablo es un chico
inteligente, capaz de realizar brillantes ejercicios escolares siempre que no
impliquen relacionarse activamente con maestros o compañeros. Durante las
sesiones de terapia permanece mudo, contemplando el mundo con ojos grandes y
asustados y siguiendo con interés lo que ocurre a su alrededor. Los intentos del
terapeuta por modificar la situación sugiriendo a la familia pautas menos
rígidamente protectoras han tenido escaso eco.

Hasta que, un día, la madre cuenta un episodio de su vida que antes había
ocultado. Ella también fue muy tímida de pequeña, y hablaba casi tan poco como
Intervención Psicosocial en la Familia | 162

Pablo. Ya de mayor, tuvo varias depresiones que la hicieron sufrir mucho. A raíz
de la última, los médicos le aconsejaron que tuviera un hijo para curarse y ella, en
efecto, quedó embarazada y tuvo a Pablo. Desde entonces no ha vuelto a saber lo
que es una depresión y, de hecho, su carácter ha mejorado mucho, haciéndose
más abierta y sociable. A medida que relata estos hechos se emociona
visiblemente y lo mismo le ocurre a Pablo, mientras que el resto de la familia, el
padre y una hija algo mayor, los contemplan con comprensiva serenidad. El
terapeuta siente que también él se ha contagiado de la intensa atmósfera afectiva
reinante: sus ojos se humedecen ligeramente y un leve nudo tensa su garganta.
Despejándosela con un suave carraspeo, comienza a hablar con voz vibrante.
También él se ha emocionado, dice, debido a la honda impresión que le ha
causado la historia de esa relación tan privilegiada entre Pablo y su madre:

"Ahora puedo comprender mejor este silencio solidario de un hijo


aferrado a lo que cree su misión en el mundo: curar a su madre".

Siguen algunas reflexiones sobre la conveniencia de dar de alta a la enferma, ya


curada, y de tranquilizarse mutuamente a propósito de unos riesgos inexistentes.
Tampoco el chico corre peligro, aunque se parezca tanto a su madre, puesto que
ha cumplido con creces su misión y ello lo ha dotado de poderosos recursos.

El padre es, sobre todo, quien podrá tranquilizarlos, asumiendo las funciones de
cuidador de la madre en su convalescencia y mostrando al hijo cuántas otras
misiones fascinantes hay en la vida.

La familia marcha visiblemente reconfortada y el terapeuta explica al equipo que lo


que ha sentido durante esa sesión le ha sido de gran utilidad, puesto que siempre
que experimenta ese tipo de emociones sabe que está por producirse un cambio
positivo en la evolución de la terapia. "Ello me permite seguir la pista con toda
tranquilidad, porque se que voy en la buena dirección"
Intervención Psicosocial en la Familia | 163

Algunas señales en su cuerpo, la humedad de los ojos y el nudo en la garganta,


hacen saber al terapeuta emocionalmente inteligente que lo que está sucediendo
es bueno y que no debe avergonzarse, sino, antes bien, permitir que el lenguaje
analógico comunique a la familia un mensaje positivo. El canal emocional así
creado permite que los elementos cognitivos y pragmáticos, que en otras
ocasiones no habían sido registrados, tengan ahora una buena oportunidad para
procesarse.

La pareja "aburrida"

Una pareja está enzarzada en una enésima disputa, en esta ocasión en plena
sesión, en presencia del terapeuta. No se hablan apenas entre sí, pero ambos se
dirigen a éste argumentándole acalorados sobre la excelencia de sus respectivos
puntos de vista. La situación de fondo no es demasiado mala. Se quieren, desean
tener hijos juntos y aún no han tenido tiempo de acumular mucho rencor, pero una
feroz simetría los enfrenta continuamente por nimiedades. Cuando , como ahora,
atraviesan un mal periodo, ella sufre crisis de ansiedad y él tiende a beber en
exceso.

El terapeuta ha intentado destacar aspectos inéditos de cada uno, que podrían


ofrecerles nuevas perspectivas, pero sus sugerencias se han perdido en el fragor
del combate. El tiempo pasa sin que se produzca ningún progreso y el terapeuta
empieza a impacientarse. Mira discretamente el reloj y , ayudándose con la mano,
amaga educadamente un bostezo. La discusión se detiene y el marido dice con
tono sombrío: "somos aburridísimos, ¿verdad?" Ella corrobora: "mortalmente". El
terapeuta sentencia sonriente: "han alcanzado ustedes un notable acuerdo". A
partir de ese momento, la sesión cambia de signo y se hace posible avanzar en
una negociación.

Que el terapeuta no niegue, disimule u oculte sus emociones no quiere decir que
las exhiba o imponga desconsideradamente. La inteligencia emocional exige que
Intervención Psicosocial en la Familia | 164

la persona administre exquisitamente la expresión de sus afectos de manera que


informe sin violentar. Si, en el caso de la pareja discutidora, el terapeuta hubiera
soltado un estruendoso bostezo, habría corrido un riesgo excesivo de
descalificarse como maleducado, lo cual, probablemente, habría invalidado su
trabajo.

La familia Martínez

La familia Martínez está compuesta por el padre y la madre, en torno a la


cuarentena, y cuatro hijos de veinte a trece años. El motivo de la derivación a
terapia familiar es la violencia física que el padre ejerce sobre los hijos, a los que
ha venido maltratando sucesivamente por orden de edad. La víctima actual es
Carlos, el tercero, único varón de quince años. Durante la primera sesión se pone
de manifiesto una situación compleja: el padre y la madre, de aspecto cuidado y
atractivo, compiten duramente entre sí, sin disimular demasiado, por otra parte,
que existe entre ellos un juego de seducción y atracción intensamente sensual.
Sin embargo, el discurso explícito de la madre es muy crítico para con su marido y
defensivo y protector para con los hijos. Estimulado por esta farsa, Carlos inicia un
ataque al padre, al que acusa de dictador intentando ridiculizarlo ante todos
mientras la madre, risueña, observa a su marido de reojo.

El terapeuta experimenta primero un vago malestar, que va cediendo la plaza a


una sorda indignación a medida que el juego relacional va definiéndose y
cobrando significado. Finalmente, interviene interrumpiendo al chico: -"Carlos, ¿no
te das cuenta de que así es como acabas siempre cobrando? Tu padre y tu madre
discuten y tú te crees que eso te da derecho a intervenir atacando a tu padre.
Claro, como tu madre te está defendiendo con sus palabras … Pero si pudieras
controlarte un poco y mirarle a la cara, verías que, en esos momentos, ella sólo
tiene ojos para tu padre. Por eso eres tú el que termina recibiendo la paliza,
mientras que ellos se reconcilian al final …"
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Las palabras del terapeuta brotan firmes y cálidas, mientras sus ojos miran
intensamente al chico y su cuerpo se adelanta hacia él. Cuando alude a los
padres, su rostro se endurece. Al acabar el comentario, éstos se muestran
avergonzados, con la mirada clavada en el suelo, mientras que Carlos parece
sorprendido y desconcertado. Transcurridos unos minutos de silencio, el terapeuta
anuncia algunas sugerencias para ayudarles a cambiar ciertas cosas. Lo hace
serenamente, mirando a todos sucesivamente a los ojos y mostrándose amable
también con todos.

Si el terapeuta detecta alguna modalidad de abuso durante la sesión, entendiendo


por tal el empleo del poder de forma destructiva al servicio de los intereses de
quien lo ejerce, es normal que se enoje o irrite, y también lo es que lo exprese de
algún modo controlado. Si en las relaciones interpersonales en el sentido más
amplio se espera de la gente que reaccione de algún modo frente al abuso, no
puede ser de otra forma con el terapeuta, dotado de sensibles instrumentos para
detectarlo, en situaciones, como son las sesiones familiares, que lo facilitan
extraordinariamente. En tales circunstancias, sería artificioso ignorar que, dentro
de la complejidad, las relaciones humanas, y, en particular las familiares, incluyen
la desigualdad y, por tanto, la posibilidad del abuso.

El terapeuta debe saber que el poder abusivo puede ejercerse mediante la fuerza
física, pero también mediante la seducción, el chantaje emocional, la coacción y la
capacidad verbal de crear realidades amenazadoras, debiendo estar dispuesto a
reaccionar frente a cualquiera de estas formas. Si lo hace de modo controlado y
ponderado, estará testimoniando de una parte su ineludible testimonio ético como
profesional y como ciudadano y, a la vez, estará creando un canal emocional para
desarrollar su intervención terapéutica.

Existen múltiples situaciones en que el terapeuta puede usar su inteligencia


emocional. De hecho, tantas como momentos significativos en todo proceso
terapéutico, puesto que la vivencia emocional es una realidad continua. Así, podrá
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mostrar entusiasmo por un cierto proyecto expresado por algún miembro de la


familia, o admiración por una manera de hacer de alguien. Podrá mostrarse
decepcionado por un fracaso o esperanzado por una perspectiva de progreso,
abrumado por las dificultades o animoso por las posibilidades, enfadado por una
provocación o divertido por otra. Siempre deberá cuidar de no mistificar su
expresividad para protegerse de sus propios fantasmas, siendo honesto en el
manejo que haga de la misma.

En la tradición sistémica existen ya potentes recursos relacionados con las


emociones del terapeuta: declararse impotente, felicitar efusivamente, criticar y
reñir, hablar de la propia intimidad …De lo que se trata es de despojarlos de una
excesiva carga estratégica, devolviéndolos al espacio que les corresponde, que no
es otro que el legítimo e inevitable ejercicio de la inteligencia emocional.
Si el terapeuta puede usar indistintamente los canales cognitivo, pragmático y
emocional, recurriendo para ello, respectivamente, a su capacidad narrativa para
crear historias, a su espíritu práctico para montar estrategias y a su inteligencia
emocional para sintonizar afectos, es evidente que los individuos y las familias con
los que trabaja pueden también procesar su intervención en esos mismos
espacios.

Los individuos perciben y piensan a nivel cognitivo, actúan a nivel pragmático y


sienten a nivel emocional. Por su parte, las familias tienen valores y creencias
como equivalente cognitivo y realizan rituales como equivalente pragmático. En
cuanto al espacio emocional, es obvio que las familias no "sienten", puesto que no
son agrupaciones de individuos clonados, pero sí comparten emociones, de
distinto signo y en mayor o menor grado.

Por eso, si, trabajando con individuos, el terapeuta tiene la oportunidad de incidir
de modo directo sobre las representaciones cognitivas y sobre la conducta con
ayuda de las reformulaciones y de las prescripciones, si de familias se trata,
ambos instrumentos intervendrán sobre los valores y creencias y sobre los
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rituales. En cuanto a la inteligencia emocional, incidirá directamente sobre las


emociones de las personas, induciendo algunas y diluyendo o reforzando otras,
mientras que, a nivel familiar, modificará el espacio donde se comparten las
emociones cambiando su composición y la ecuación en que se combinan.

En cualquier caso, si las circunstancias ecosistémicas son propicias y la


intervención resulta exitosa, el cambio se generalizará a los tres espacios y
afectará, en mayor o menor medida, a individuos y familia. Es entonces cuando se
podrá afirmar que han cambiado las narrativas individuales y los mitos familiares
(Linares, 1996), y que, si en ese cambio carecen de lugar los síntomas y las
disfuncionalidades previos, la terapia ha alcanzado unos resultados razonables.

En definitiva, las intervenciones basadas en la inteligencia emocional no pueden


pretender ser una alternativa a las restantes, sino un complemento. Brindar un
marco conceptual a la utilización terapéutica de la inteligencia emocional, con
ayuda del cauce privilegiado que es el lenguaje analógico, supone facilitar el
empleo de unos recursos tan potentes como legítimos.

La psicoterapia, si desea tener credibilidad en el campo de la psicología y la


psiquiatría, debe huir de la arbitrariedad que representa el refugio en argumentos
justificadores como "yo lo vivo así " o "eso es lo que yo siento", usados, ahora sí,
de forma tautológica y dormitiva.

Sin embargo, en tiempos de complejidad y de incertidumbre, cuando resulta tan


difícil el consuelo de una objetividad imposible, se hace imprescindible reconocer
la validez de la subjetiva emocionalidad del terapeuta , inteligentemente
elaborada, como canal para su intervención.

Quizás resida en ello uno de los más claros marcadores de una psicoterapia
postmoderna.
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Notas
(*) Este artículo ha sido publicado en el nº 56 de Perspectivas Sistémicas
("Vínculos y Emociones"), Mayo- Junio 1999. Manténgase actualizado
suscribiéndose a Perspectivas Sistémicas por nuestro seguro y fácil medio de
suscripción on line en esta misma web o adquiéralo en cualquier quiosco.
(**) El Dr. Linares es Doctor en Psiquiatría, Presidente de la Asociación Europea
de Terapia Familiar, Director de la Escuela de Terapia Familiar del Hospital Sant
Pau de Barcelona, autor de numerosos libros y artículos.

BIBLIOGRAFÍA

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BATESON, Gregory (1973) .- Mind / Environment. Social Change, nº 1 pgs. 6-21.


Reeditado en "A Sacred Unit" (1991).

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MATURANA, Humberto and VARELA, Francisco. (1980) .- Autopoiesis and


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ORTONY, Andrew, CLORE, Gerald L. and COLLINS, Allan ( 1988) .- The


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Fran. : Les jeux psychotiques dans la famille. 1990. ESF . Paris.

WIERZBICKA, A. (1986) .- Human emotions: Universal or culture-specific?


American Anthropologist, n. 88 pp. 584-594.

En: Perspectivas Sistémicas. La Nueva Comunicación. Artículo On Line.


http://www.redsistemica.com.ar/linares.htm

CAPITULO III EVALUACION Y EXPERIENCIA

LECCION 1: Procesos

Introducción:

Establecer la eficacia de la intervención psicoterapéutica en la familia es condición


para su valoración social general y específica. El psicólogo (a) interventor debe
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disponer de las herramientas necesarias para el seguimiento de los procesos al


interior de la familia, cosa de que sus miembros puedan evaluarlos objetivamente.

Objetivo Específico:
Determinar los indicadores de los procesos familiares.

Pertinencia

La tradición psicoterapéutica ha sido preponderantemente academicista. Y


paradojalmente, algunos personajes exitosos en el oficio, tienden a rechazarlo.
Es muy seguro que ello tiene que ver con un conflicto de lógicas irreductible: la
lógica académica y la lógica cotidiana.

Una pauta importante en el desempeño profesional consiste en distinguir lo


especifico de la matriz disciplinar, de lo difuso del ámbito de vida común, del cual
hace parte el trabajo psicoterapéutico. De ahí que sea recomendable mantener la
atención sobre los procesos de intervención, en aras de enjuiciar su pertinencia,
no solamente desde la perspectiva disciplinar, sino particular y especialmente
desde la perspectiva de los demandantes. Pues esta última es la condición de su
sostenibilidad y por consiguiente, de su eficacia.

Ahora bien, evaluar la pertinencia del proceso psicoterapéutico, no es buscar


directamente el consentimiento de los demandantes, ni solicitar de ellos una
argumentación suficiente que la justifique. Es más bien, proporcionar a los
requirientes del servicio herramientas idóneas para que aumenten su poder de
decisión.

¿Qué tipo de herramientas?

● El plan de trabajo, que permita determinar a corto, mediano y largo


plazo, los objetivos terapéuticos, en los términos del requiriente.
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● Los indicadores objetivos del servicio, de tal manera que el


requiriente pueda obtener información precisa al respecto.
● El conocimiento suficiente de las normas legales, las condiciones y
costos del servicio.

Oportunidad

Una de las atribuciones al experto, es su capacidad de determinar cuando. Y muy


posiblemente, en otras disciplinas, esto es uno de sus aportes específicos. Pero
en el ámbito sociopsicológico, el criterio de oportunidad es uno de los elementos a
afianzar por el trabajo interventor.

Por consiguiente, la planificación, el desarrollo y la evaluación del trabajo


psicoterapéutico, debe hacerse teniendo en cuenta esta dimensión, desde la
perspectiva del requiriente. Es decir, el plan de trabajo convenido debe destacar
conveniente y suficientemente los momentos apropiados para la toma de
decisiones: iniciación, terminación, continuación, suspensión, postergación del
trabajo de intervención.

Y el profesional debe facilitar los recursos para que el requiriente pueda tomar
decisiones, que no estén sujetas a la descalificación como parte del objeto de
intervención. Lo que es muy usual.

Eficacia

Los criterios de eficacia son diferentes para la comunidad disciplinar y para la


persona requiriente, aun cuando la primera pretenda responder a la segunda. Es
necesario mantener esta diferencia, para que no se sustituyan los intereses de la
demanda, por la perspicacia del experto.

¿Cómo se mantiene la diferencia?


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Principalmente, evitando la traducción de la demanda. Y complementariamente,


creando las condiciones para que se discriminen adecuadamente los indicadores
de su cumplimiento.

Conclusión:
Evaluar los procesos familiares es necesario para establecer el costo de
reproducción del sistema. Sus integrantes y el psicoterapéuta emplean este
recurso para reasumir su posición en esa familia.

LECCION 2: Metas (Goals)

Introducción
Al concretarse una intervención profesional del psicólogo con una familia, la
definición de metas es el asunto que delimita el campo de intervención, al tiempo
que define costos, designa responsabilidades y adscribe tareas. Todo un trabajo
cooperativo que requiere planeación, previsión y seguimiento.

Objetivo Específico:
Identificar las metas de la intervención psicoterapéutica con la familia.

Discriminación

Un requerimiento debe ser atendido con la discriminación apropiada de las metas


de la intervención profesional. Y por supuesto, el trabajo psicoterapéutico esta
orientado por esas metas, suficientemente discriminadas por el requiriente. En
esta perspectiva, suelen identificarse en orden de prioridad, las metas de
realización personal al interior de la familia, las metas de funcionamiento
apropiado del sistema familiar y metas concernientes a su reproducción
sostenible.
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Para cada una de esas dimensiones, conviene establecer indicadores objetivos de


logro, informativos para el requiriente, quien por ese medio puede estar en
capacidad permanente de evaluar el avance, consecución o fracaso.

En la dimensión de la realización personal, pueden citarse como indicadores, el


nivel de satisfacción personal, el nivel de motivación, los índices de participación
en la actividades del sistema y los niveles de tolerancia al conflicto.

En la dimensión del funcionamiento familiar, son indicadores el estado de salud de


los miembros del grupo, los niveles de escolaridad alcanzados, los soportes
económicos, sociales y culturales, y el posicionamiento familiar en lo social.

En la dimensión de la reproducción sostenible del sistema, algunos indicadores


son el crecimiento económico y social del grupo familiar, su inserción alternativa
en la dinámica societal, su posicionamiento estratégico y el reconocimiento social
conseguido.

Definición

Por su procedencia académica, los profesionales tienden a definir las metas en


términos retóricos y técnicos del lenguaje disciplinar. El trabajo a este nivel
consiste en definirlas en el ámbito de sentido del requiriente, lo cual supone una
interpretación adecuada de sus códigos de comunicación.

En esta definición, puede ser relevante considerar las dimensiones objetiva,


temporal y social. Es decir, la precisión de las metas puede hacerse en el plano
objetivo, determinando que es lo que se quiere del trabajo psicoterapéutico; en el
plano temporal estableciendo límites en el tiempo a corto, mediano y largo plazo; y
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en el plano social, indicando el tipo de reconocimientos, identificaciones y


posicionamientos esperados.

De este modo, el requiriente queda habilitado para enjuiciar suficientemente el


nivel de logro de la intervención.

Logro

¿Qué tanto se avanza en el trabajo psicoterapéutico? Es una pregunta que el


demandante debe estar en capacidad de responder, para evaluar y tomar
decisiones apropiadas respecto de la intervención profesional.

El logro puede estimarse desde la perspectiva disciplinar, la profesional y la social.


Sin embargo, para efectos de sostener una relación de asistencia profesional,
debe prevalecer el logro desde la perspectiva de la demanda. El requirente debe
estar en capacidad de establecer los logros ó fracasos personales y familiares,
resultado de la intervención profesional. Para lo cual debe disponer de los
criterios objetivos suficientes, que para el caso están dados por los indicadores
definidos.

Conclusión:
Discriminar las metas y definirlas, es sustancial a la hora de determinar los logros
de una intervención profesional con una familia.

LECCION 3 Propósitos (Aims)

Introducción:

La intervención del psicólogo con una familia debe ser explícita en cuanto a sus
propósitos. Si un miembro del sistema demanda la intervención, queda por fuera
del contrato una decisión sobre su existencia. La existencia del sistema familiar
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no es cuestión que dependa de la decisión de uno de sus integrantes o del


terapéuta. El sistema subsiste autónomamente o se desintegra siguiendo la ley de
entropía.

Objetivo Específico:
Describir los propósitos específicos de la intervención del psicólogo con la familia.

Discriminación

A diferencia de las metas, los propósitos de la intervención profesional del


psicólogo en la familia, pueden indicarse de modo general como el fortalecimiento
personal, la consolidación del sistema familiar y la conformación de mecanismos
de apoyo que disminuyan la exposición a riesgos.

A este nivel, el requiriente también debe estar en capacidad de juzgar la


consecución de estos propósitos en los términos accecibles a su código de
comprensión.

Definición

Definir los propósitos de la intervención en la dimensión del fortalecimiento


personal, consolidación del sistema familiar y conformación de mecanismos de
apoyo, en los términos de significación para el requiriente, es lo que hace factible
una valoración apropiada de la intervención; que sirva al propósito de afirmarse ó
replantearse.

Logro

El requiriente debe tener las herramientas para poder contestar el interrogante:


¿Se logran o nó los propósitos de la intervención?
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Conclusión:
El propósito de la intervención del psicólogo con la familia, tiene que ver con la
transformación del sistema en función de las necesidades de realización personal
de sus integrantes. Y no con la existencia misma de la familia, que es un asunto
que excede tanto a los miembros como al terapéuta.

LECCION 4: LA DIMENSION ASISTENCIAL DE LA ETICA EN LA


TERAPIA FAMILIAR

Dr. Mario Suárez Marín


Esp. en Psiquiatría y Medicina General Integral
Prof. de Psiquiatría Facultad de Ciencias Médicas
”Dr. Enrique Cabrera “
Instituto Sup. de Ciencias Medicas de la Habana
Email: mariosm@infomed.sld.cu

MSc. Margarita Garcia Valdes


Especialista en Psicología de la Salud
Profesora Facultad de Ciencias Médicas
”Dr. Salvador Allende“
Instituto Superior de Ciencias Medicas de la Habana
Email: marpsi@infomed.sld.cu

Resumen

Presentamos un trabajo monográfico en el que realizamos un análisis de los


principales elementos que influyen desde el enfoque de la ética en el
ejercicio psicoterapéutico, durante la intervención psicoterapéutica en las
familias. Se plantea la necesidad de realizar reflexiones en cuanto a la
intersección entre dos campos del saber: la Bioética y la Terapia Familiar.
El análisis de la eticidad de la terapia familiar y lo realizamos a partir de un
enfoque que se basa en la existencia de tres dimensiones: institucional,
docente y asistencial, las cuales son fundamentadas aquí.
Nos planteamos la existencia de una dimensión asistencial en la intersección
entre la ética y la psicoterapia de familia y lo abordamos a partir de los
postulados que se han debatido en los últimos años en el seno de la ética
clínica como rama de especial aplicación en el sector de la salud.
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Palabras clave: Terapia familiar, ética clínica, dimensión asistencial.

La contemporaneidad nos ha llegado acompañada de amplios y profundas


transformaciones en todas las esferas de la vida, resaltando las de orden
tecnológico, social y político. Los cubanos nos insertamos hoy, en un mundo
convulso y confuso para muchos, donde afortunadamente se levantan, también
con mucha fuerza, otras voces que apuntan hacia la necesidad del debate ético en
el mundo científico.

La tradición subraya que nos es necesario precisar qué está bien y mal, es decir,
el contenido de la vida moral. Esta tarea de discernimiento que debemos realizar
constantemente como personas, la ponemos también en juego desde una
perspectiva científica, en el ejercicio de nuestras profesiones, tarea que viene
realizando casi desde siempre la Ética como ciencia, al teorizar sobre la moral. (1)

Consideramos que el debate ético contemporáneo debe abarcar cuestiones


relevantes a las profesiones de todos los sectores y muy en especial a las de la
salud. De el deben derivarse aportes concretos, sugerencias específicas de líneas
para la actuación y también para la formación de dichos profesionales. (2)

En la condición de psicoterapeutas y docentes de psicoterapeutas, en múltiples


ocasiones hemos reflexionado sobre numerosa aristas éticas en el campo de la
psicoterapia y específicamente en el de la Psicoterapia de Familia. Sobre algunas
de estas reflexiones queremos referirnos más ampliamente en este trabajo.

Deseamos proponer realizarlas a manera de apertura de un diálogo que facilite


el ponderarlas, refutarlas o transformarlas, adentrándonos en el tercer milenio
resulta realmente absurdo enfrentar situaciones complejas, partiendo de
postulados unipersonales.

Expresamos aquí la necesidad de iniciar el debate sobre un asunto que


difícilmente puede afrontarse sólo desde posiciones técnicas o instrumentales,
pues requiere de la toma en consideración de valores y no disponemos de
referentes válidos que nos orienten.
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En nuestra opinión la Psicoterapia de Familia adquiere significación ética


fundamentalmente en tres dimensiones :

Primero :Dimensión institucional: La necesidad de este método


terapéutico como opción para la atención a las familias disfuncionales.
(Implementación en el sistema nacional de salud).

Segundo :Dimensión docente: Formación de psicoterapeutas familiares


y fundamentación de los requisitos para el ejercicio profesional de
estos. (Competencia).

Tercero :Dimensión asistencial: La realización de la psicoterapia de


familia en su relación con la ética clínica.

Aceptar el desafío de escribir sobre el tema resulta válido sólo si está


condicionado por un debate posterior con los colegas y por la investigación sobre
el mismo.

La tercera dimensión ética de la psicoterapia de familia, la propiamente asistencial,


nos lleva a la búsqueda en el pensamiento ético psicoterapéutico, del universo de
reflexiones que deben acompañar aun terapeuta familiar a lo largo de cada
proceso psicoterapéutico.

En el orden deontológico, ocasión del 40 aniversario de la declaración de los


derechos humanos en las Naciones Unidas, fue publicada una Declaración de
los Derechos del Paciente en Psicoterapia, elaborada por terapeutas, pacientes
y otros trabajadores de la salud mental (3) y que enunciamos a continuación:

1.- Toda persona tiene derecho a recibir asistencia psicoterapéutica y a que esta
se le brinde dentro de las mejores condiciones posibles para la recuperación de su
salud o la prevención de la enfermedad.

2.- Todo paciente tiene derecho a que se respete su individualidad, sus creencias
religiosas, éticas, morales y políticas, sin que estas sean consideradas en sí
mismas patológicas o anormales
Intervención Psicosocial en la Familia | 179

3.- Todo paciente tiene derecho a ser informado que existen técnicas y ora
metodología de trabajo, distintas a la que se propone el equipo tratante.

4.- Todo paciente tiene derecho a que el terapeuta no se considere dueño


exclusivo del conocimiento y a que sus aportes sean estimados con paridad con
los del terapeuta.

5.- Todo paciente tiene derecho a que las comunicaciones entre profesionales,
acerca de su problema, se realicen con el debido respeto a su dignidad

6.- Todo paciente tiene derecho a discrepar con las intervenciones de su


terapeuta, sin que ello sea considerado ineludiblemente una forma de resistencia,
interferencia o ataque a su dignidad.

7.- Todo paciente tiene derecho a que se resguarde su intimidad, mediante el


secreto profesional.

8.- Todo paciente tiene derecho a que se le confirme la realidad de sus


percepciones, incluyendo aquellas que se refieren a sus terapeutas.

9.- Los pacientes tienen derecho a que todas las intervenciones técnicas sean
realizadas de tal modo que su autoestima no resulte dañada

10.- Todos los pacientes tienen derecho a expresarse libremente pero también a
guardar silencio en aquellos momentos que comunicarse pudiera resultar
humillante denigrante o peligroso.

11.- Todo paciente tiene derecho a la empatía, comprensión y paciencia de su


terapeuta.

12.- Los pacientes tienen derecho a una mirada de su terapeuta que tenga en
cuenta sus posibilidades de cambio y también sus limitaciones, que respete y
considere su tiempo personal, pero que también insista en que cambie hoy lo que
puede ser cambiado

13.- Los pacientes tienen derecho a un proceso diagnóstico que permita organizar
adecuadamente su tratamiento sin ser por ello etiquetados ni limitados
arbitrariamente en sus posibilidades de desarrollo.
Intervención Psicosocial en la Familia | 180

14.- Todo paciente tiene derecho a recibir información diagnóstica y pronóstica,


administrada de forma tal que permita la autonomía de sus decisiones sin dañar la
valoración de sí mismo.

15.- Los pacientes tienen derecho a que los terapeutas aporten todos los recursos
y métodos que sea necesario aplicar para la resolución o alivio de sus problemas.

16.- Los pacientes y los terapeutas tienen derecho a equivocarse y a tener razón.

17.- Los pacientes tienen derecho a que los terapeutas revisen los modelos y
teorías que sustenten sus prácticas, a fin de descubrir si estas los llevan
ineludiblemente a vulnerar los derechos enunciados.

Esta declaración no es propiamente un código internacional de ética profesional


de los psicoterapeutas, nos sirve al menos como referente, pero no podemos
valorar su uso en el mundo profesional, como regulador de la actividad de los
psicoterapeutas.

La sociedad exige a profesiones connotadas que establezcan normas particulares


de ejercicio profesional y en deontología referirse al “debe ser” señala la moral
interna de una actividad profesional especifica (4) En salud, ello se expresa,
generalmente, en códigos de ética profesional. Revisando la amplísima
compilación de estos que se hace en la publicación “Médicos, Pacientes,
Sociedad”, donde aparecen los documentos dictados por diversas organizaciones
al respecto (5), no se encuentra nada similar a un código de ética profesional para
los psicoterapeutas.

En el planteo ético de la práctica psicoterapéutica, el acápite de los códigos es aun


“camino por andar", lo cual es perfectamente comprensible si se compara la
práctica milenaria de algunas especialidades médicas, con la historia de poco más
de un siglo de existencia de la psicoterapia científica. Opinamos que el objetivo
rector de un código en este campo sería perfeccionar el actuar del psicoterapeuta,
para lograr elevar del estado de salud de la población

Para la modalidad familiar se añaden aquí consideraciones relevantes, pues la


familia tiene un enorme impacto en la formación social del ser humano y la tríada
Intervención Psicosocial en la Familia | 181

relacional Madre-Padre-Hijo, es el eje de la socialización en el sistema familiar, por


lo que la patología de este determina situaciones, donde las personas actúan
creando consecuencias irreversibles para los miembros involucrados y la reflexión
ética debe sugerir una visión más global evitando reduccionismos. (7)

No obstante revertir esta situación, es decir, intervenir psicoterapeúticamente en el


grupo familiar de manera tal que se produzcan modificaciones estructurales y
dinámicas en el mismo que le permitan recuperar su funcionalidad y garantizar un
mayor bienestar es sin lugar a dudas una actuación ética. Del ejercicio de esta
modalidad de tratamiento se derivan una serie de contradicciones que deben
concientizarse como interrogantes y que tiene relación con la ética clínica y con
las posiciones principalistas de la bioética.

La visión de la ética clínica para la terapia de la familia disfuncional, debe tener en


cuenta una especificidad, que esta no se basa en una relación diádica terapeuta-
paciente y ocasionalmente con algún otro miembro de la familia (como ocurre en
la mayoría de las especialidades médicas, la tradicional Relación Médico-
Paciente) sino que, siempre es una interrelación grupal en un nuevo sistema, el
terapéutico.
La dedicación a la labor de terapeuta deviene en una vocación de servicio que nos
lleva a estar siempre cerca de la “enredada madeja” del sentir, el saber y el actuar
de las personas y los grupos y lo que es un más complejo, de su modificación.

Cuando hablamos de tratar a una familia que acude a una psicoterapia de


familia ,estamos aceptando un presupuesto: que esta desea eliminar un problema
o malestar, y que debe realizar un cambio y que nosotros debemos incidir sobre
ella para que este cambio se dé. Para ello las concepciones sistémicas apuntan a
la necesidad de realizar intervenciones que profundicen el desequilibrio del
sistema familiar, para que este por sí mismo buque un momento de cambio y cree
solo una nueva manera de funcionar, para ello el terapeuta familiar se sirve de una
serie de técnicas que si bien su uso no se puede considerar riesgoso, la
certidumbre de su éxito no es mensurable con exactitud.
Intervención Psicosocial en la Familia | 182

El actuar de este en una sesión debe parecerse al de un jugador de ajedrez, él


hace un “movimiento” para que el grupo familiar haga otro. que tenga como
resultado un cambio y se estimula la realización de intervenciones paradojales
donde, si digo lo que espero que los miembros de la familia deben hacer para
mejorar, no logro que lo hagan por tanto en múltiples ocasiones indico lo contrario,
y el cambio esperado debe ocurrir mayormente fuera de la sesión, y sin que ellos
tengan conciencia de qué fue lo que lo provocó (por solo hablar de un técnica), el
fundamento es similar para el resto.

Entonces, ¿Hasta donde llega el consentimiento informado en este método


terapéutico? ¿Son éticas estas limitaciones de información de información? ¿Qué
es lo que hay que informar?

Inicialmente es imprescindible informar a la familia de los objetivos del tratamiento,


para que sus miembros puedan adecuar sus expectativas (generalmente
distorsionadas). Por ejemplo: “quiero cambiar a mi hijo, que está incontrolable”
(adolescente), cuando debe ser: “vamos a actuar sobre los roles, la jerarquía y los
afectos que determinan el funcionamiento de esta familia, para que esta cambie,
incluso cambie la conducta del muchacho” y esto muchas veces no puede
especificarse en la primera sesión, pues no se sabe aun.

Un aspecto para el que es básico solicitar consentimiento, es para permitir trabajar


con el equipo de supervisión, tras el espejo unidireccional o en la misma sala
cuando no se tiene cámara de Gessell, o para realizar grabaciones en caso que la
supervisión no se realice en vivo. Aunque se la explique lo necesario y ventajoso
de esta, debemos atenernos a la decisión familiar. Aquí existen dos posiciones, la
del mundo capitalista que no realizan sesión sin grabación por temor a las
demandas de daño y la nuestra que sólo se basa en obtener el mayor beneficio
para la familia, por lo que una negativa de este tipo nunca nos llevaría a
suspender un tratamiento. Consideramos que es absolutamente antiético ocultar o
informar insuficientemente sobre los supervisores por temor a una negativa.

Se plantea que estas técnicas encierran el peligro de ser manipulativas. En


psicoterapia, se modifica a los otros, la tarea del terapeuta y no es ayudar a las
Intervención Psicosocial en la Familia | 183

personas a comprenderse, ya no es un consultor como en los albores del método,


sino un modificador de personas. Como diría el genial Milton Erikson, un terapeuta
debe aprender muchas formas diferentes para cambiar a muchos tipos diferentes
de gentes o sino debería seguir otra profesión. (8) La psicoterapia no es
manipulativa, por definición es influencia y hacerlo teniendo en cuenta los
derechos antes expuestos es esencialmente ético.

En la manipulación se realiza una acción sobre los otros para obtener un beneficio
personal, en la influencia esta acción pretende lograr un cambio al servicio de los
demás. Cambios que se establecen como metas y se proponen a la familia,
pudiendo esta aceptarlas o rechazarlas, eligiendo su propio camino.

Enfatizamos que el análisis ético, debe ser paralelo al análisis clínico en cada
familia en particular que consultemos, pues la dificultad inherente al medio clínico,
de que cada caso es diferente (9),no es ajena a la psicoterapia de familia y un
método adecuado debe llevarnos por los caminos de la beneficencia (máximo
grado de excelencia terapéutica) y la no maleficencia (evitación de la yatrogenia)

En los últimos años el principio de la autonomía ha desplazado al de la


beneficencia como primer principio de la ética médica, cuya realización más
completa para os fundamentos de la bioética reside en la doctrina del
consentimiento informado (10)Este método favorece la autonomía del grupo
familiar al devolverle su funcionalidad por tanto la de cada uno de sus miembros.
La terapia exitosa elimina la dependencia hacia terapeuta y tratamiento,
devolviendo a ambos la responsabilidad sobre sí mismos.

Otro momento con implicaciones éticas en este campo es la confidencialidad, es


conocido que nuestra profesión basa su trabajo en la información generalmente
confidencial, reservada, que nos es aportada y el ejercicio del secreto profesional
tiene condicionantes de las que se trata pródigamente en la literatura científica.
La reserva con que ha sido tratada la información en la psicoterapia comenzó a
modificarse cuando en 1948, John Rosen hace la primera transcripción textual de
una entrevista psicoterapéutica y luego difundió el empleo de la cámara de Gessell
Intervención Psicosocial en la Familia | 184

para el estudio de las familias de esquizofrénicos y al resto de estas después, todo


un trasgresor para su época. (11)

El empleo actual de material de audio, video y cámaras de Gessell para la


investigación, supervisión y docencia, ha modificado significativamente este
planteo ético.

En este acápite quiero hablar de otro secreto que se potencializa en el tratamiento


del grupo familiar, la información que nos es trasmitida por uno o más miembros
con el pedido expreso, de que otro o todo el resto de la familia no llegue a
enterarse, solicitud que generalmente tratan de hacerla fuera de la sesión de
psicoterapia. Ejemplos comunes son: un hijo adoptado, o producto de una
infidelidad o la propia infidelidad, etc.

Defendemos la necesidad análisis e interpretación de todo lo que sucede con el


sistema terapéutico, en una situación así sería necesario preguntarnos, ¿Por qué
y para qué lo hacen?. El criterio para dirimir este conflicto es evitar confesiones
que limitan las posibilidades de intervención terapéutica, pero si las escuchamos
debemos comprometernos con su preservación y sólo violarla por iguales motivos
que nos obligan a romper al secreto profesional con un paciente individual.

Existe un aspecto muy vinculado a la ética en la clínica que es la calidad de vida,


término que tras múltiples intentos definitorios sigue cargado de subjetivismo y
riesgo de arbitrariedad que ha sido incomodo para la bioética y se ha relacionado
principalmente con la prolongación de la vida de los profundamente invalidados (6)

En la psicoterapia familiar este concepto nos plantea una contradicción, que


requiere de una posición teórica pero con implicaciones éticas, que se puede
plantear como una serie consecutiva de interrogantes: ¿Dónde finalizamos el
tratamiento? ¿Terminamos se resuelva el problema que los trajo a nosotros?
¿Continuamos las sesiones trabando sobre otras áreas disfuncionales y así
aumentar su calidad de vida?

Diferentes escuelas teóricas dan respuestas opuestas(10),los estratégicos dicen


que vasta con solucionar el problema, los estructuralistas que hasta arreglar la
“estructura familiar”, es decir, hasta el final. Consideramos que a esa altura del
Intervención Psicosocial en la Familia | 185

proceso terapéutico se le debe dar la opción al grupo familiar que este sea quien
tome la rienda de su elección y haga valer la autonomía que ha alcanzado durante
el tratamiento.

Otro tema que adquiere matices éticos es la coterapia. Muchos terapeutas deciden
compartir con otro la dirección directa de las sesiones. Puede adoptar diferentes
patrones, pero en mi experiencia se ha llevado a cabo a partir de un equipo de
más de cuatro miembros donde se rotan las funciones de terapeuta principal,
coterapeuta y supervisores, podríamos extendernos ampliamente sobre sus
ventajas, pero queremos señalar sus peligros(12), pues siempre existen
discrepancias entre los miembros de un equipo de trabajo, que en el caso de que
sea de terapia, si estas no se trabajan dentro de la supervisión pueden revertirse
al seno de las sesiones y dañar intensamente el curso de un proceso
psicoterapéutico (problema mayor sería la aparente ausencia de discrepancias).
Más que las diferencias objetivas entre los coterapeutas, lo que influye es el
manejo que se haga de ellas. De nuevo resalta la importancia del uso que hacen
(tengan o no conciencia de ello) de su propia personalidad como “herramienta” de
trabajo y el control que esta le permita de sus relaciones interpersonales, de la
importancia de que esta esté en condiciones de ser productiva es un objetivo del
entrenamiento, a lo que ya hice referencia en el análisis de la segunda dimensión.

Existe también un freno propiamente ético en nuestra interacción con la amplia


gama de sistemas familiares a que nos enfrentamos y es cuando aparecen
normas y conductas en la familia que atendemos que estén en absoluta e
irreconciliable contradicción con nuestros patrones, ello se acepta como una
contraindicación para tratar a una familia(13). Queremos resaltar que no debe
abusarse de esta contraindicación y debe resguardarse para casos excepcionales,
salvando esto con profesionalidad y a partir de una amplia cosmovisión que nos
permita ser empáticos.

No se agotan con este análisis los numerosos asuntos que se hallan en la


intersección entre ética y psicoterapia de familia, sólo proponemos un debate que
Intervención Psicosocial en la Familia | 186

lo enriquezca las vías fundamentales para promoverlo deben ser la investigación y


el intercambio científico profesional en diferentes foros.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

1. Colectivo de autores. Ética y moral. Teoría y práctica. Introducción a la Medicina


General Integral. Selección de temas. La Habana: Editorial Ciencias Médicas;
1999.

2. Castiñeira A, Lozano J P. ¿Qué puede aportar el debate ético contemporáneo a


los científicos? Temas contemporáneos. España: Editorial Proa; 2002.

3. Peyru, Graciela y Brusca Jorge "Los derechos de los pacientes en


psicoterapia", Revista Psicologías en Buenos Aires. Año 1 N°4, Marzo .1992

4. Barrios Osuna I. Pensamiento médico y ética clínica contemporánea. Lecturas


de Filosofía, Salud y Sociedad. La Habana: Editorial Ciencias Médicas; 2000

5. García Valdés M. Los factores curativos del proceso de grupo y la actividad del
terapeuta gestores de cambio en la psicoterapia de grupo. Tesis. Facultad de
Ciencias Médicas”Calixto García” I.S.C.M.H. La Habana; 1998.

6. Médicos, Pacientes, Sociedad. Derechos humanos y responsabilidad


profesional de los médicos. APAL. Buenos Aires; 1998. Kottow M. A.
Introducción a la bioética. Chile: Editorial Universitaria; 1995

7. Haley J. Conversations with Milton Erickson. Changing Individuals. New York:


Editorial Triangle Press; 1985.

8. Drave J.F. Métodos de ética clínica. Bioética. Temas y perspectivas. OPS. N°


527. Washington; 1990.

9. Pellegrino E. D. La relación entre la autonomía y la ética. Temas y


perspectivas. OPS. N° 527. Washington; 1990.

10. Fernández Moya J. Psicoterapia Familiar (soporte electrónico, s/p)


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11. Hofman L. Fundamentos de la Terapia familiar. Un marco conceptual para


el cambio. México: Fondo de Cultura Económica; 1987.

12. Ackerman N. Diagnóstico y Tratamiento de las relaciones familiares. 4°


edición , edit. Paidos, Buenos Aires; 1988

LECCION 5: La terapia desde el punto de vista del


construccionismo social ¿tiene algún sentido la terapia?

"Si uno sabe lo que hará, está limitado, pero si sabe mejor lo que no hará,
entonces habrá una enorme cantidad de cosas que podrá hacer"
Goolishian.

No nos relacionamos con la vida "misma" sino con nuestra comprensión de la


vida"
Tom Andersen

Introducción
Dentro del debate propuesto por el curso "Lenguaje, Conducta y Cognición", una
de las propuestas teóricas que más me llamó la atención fue la propuesta por
Kenneth Gergen en su teoría del construccionismo social y la posibilidad de
observar su aplicación en muchos campos aplicados, particularmente la
psicoterapia. Además, se percibía en dicha propuesta un "revolcón" no solo en las
ciencias sociales sino en otros aspectos del desarrollo cultural de la humanidad,
"revolcón" que ha recibido el nombre de posmodernismo. Por ello considere válido
unir estas temáticas de interés personal y tratar de presentar un abrebocas teórico
para entender como puede existir una psicoterapia construccionista o
posmodernista.

El construccionismo social: la opción ante el modernismo


La historia del conocimiento se ha organizado de manera muy particular a través
de la evolución del tiempo. Los cánones del conocimiento vigente en cada época
tienen un momento de total dominación y éxito ya que se consideran los discursos
mas acertados sobre la realidad existente. Sin embargo, en algún momento tal
discurso empieza a desmoronarse y empiezan a encontrarse fallos importantes
que hacen que se generen discursos alternativos muy antagónicos y competitivos
con respecto al dominante, hasta que finalmente le reemplazan, una tesis es
reemplazada por una antítesis y posteriormente sigue una especie de síntesis
Intervención Psicosocial en la Familia | 188

novedosa que a su vez vuelve a generar una nueva antítesis y así sucesivamente.
Sin lugar a dudas esta forma de interpretar la evolución del conocimiento es muy
dialéctica y también puede leerse con algunas diferencias en la propuesta
kuhniana (Kuhn, 1981) del desarrollo de la ciencia a través de paradigmas que
luchan y se establecen durante periodos determinados.
A este respecto la organización de la cultura a seguido patrones similares. Por
ejemplo, hace algunos siglos el movimiento vigente y dominante era la ilustración.
La visión del hombre ilustrado (siglos XVII y XVIII) era la de un hombre observador
y racional (Descartes, Spinoza, Hobbes y Newton) que desafiaba el derecho divino
(Gergen, 1992). Pero posteriormente fue reemplazada por el romanticismo (siglo
XIX), movimiento basado en los sentimientos morales, la solidaridad y el goce
interior de la vida, una visión, sin lugar a dudas, más hedonista y menos
pragmática que pone el acento en lo que no se ve. Y a su vez este fue seguido por
el modernismo, que reunía características propias de la ilustración pero
desarrolladas de una forma muy distinta. La visión del hombre moderno (propia del
siglo XX) concibe que los elementos claves del funcionamiento humano son la
razón y la observación.
Se ve en las ciencias, las actividades de gobierno y empresariales. Esta
convencida de que las personas son agentes racionales que tras examinar los
hechos toman las decisiones que corresponden. Es un neoilustracionismo pero
con la fuerza que le aporta la ciencia y la tecnología. El avance es un movimiento
en permanente ascenso hacia la meta, a través del perfeccionamiento, la
conquista y los logros materiales. Los argumentos centrales del modernismo son
el progreso, la búsqueda de la esencia de las cosas y el hombre máquina
(funcional y productivo).
Pero al movimiento modernista del siglo veinte que ha sido expresado en el arte,
el folclore, la música, la ciencia, la política, la moral y demás manifestaciones de la
cultura humana, le ha surgido una nueva antítesis, que pretende remover los
cimientos del modernismo y volver a reconstruir (o tal vez deberíamos decir
desconstruir) sobre sus ruinas una nueva forma de concebir la realidad. El
posmodernismo es una forma alternativa y por lo tanto, rompe con los esquemas
mas arraigados del modernismo en los diferentes campos de la cultura, lo que
lleva sin lugar a dudas a la generación en el mundo modernista del miedo, la
resistencia al cambio y la duda de que exista otra forma de ver el mundo que no
responda al patrón modernista.
El posmodernismo es el termino con el cual se trata de agrupar a una variopinta
manifestación de diferentes autores en diferentes áreas que tratan de soltarse de
la camisa de fuerza que es, para ellos, el modernismo. El posmodernista se
enmarca en una conciencia generalizada del agotamiento de la razón, tanto por su
incapacidad para abrir nuevas vías de progreso humano como por su debilidad
teórica para sortear lo que se avecina. La racionalización de la sociedad no
conlleva ninguna perspectiva utópica, sino que más bien conduce a un
aprisionamiento progresivo del hombre moderno en un sistema deshumanizado.
Intervención Psicosocial en la Familia | 189

La modernidad creía que existía un vínculo fuerte y necesario entre el desarrollo


de la ciencia, la racionalidad y la libertad humana, pero lo que sobrevino fue el
triunfo de la razón instrumental que no conduce a una realización concreta de la
libertad universal sino a la creación de una "jaula de hierro" de racionalidad
burocrática de la que nadie quiere escapar (Picó, 1992).
La posición posmoderna es escépitca, duda de la capacidad de la razón, y por
sobre todo del lenguaje, para representarnos o para informarnos "cuál es la
cuestión". Si el lenguaje esta dominado por intereses ideológicos, si su uso esta
regido por convenciones sociales y su contenido por el estilo literario en boga; no
puede reflejar la realidad, por lo tanto no hay descripción objetiva (Gergen, 1992).
Tal conclusión es uno de los golpes mas devastadores para la modernidad y sobre
todo para su reina: "la ciencia". En tal caso no hay motivo objetivo alguno para
sostener que una persona tenga pasiones, intencionalidad, razón, rasgos de
personalidad o cualquier otro elemento propuesto por las cosmovisiones
románticas o modernista. Todos estos conceptos están ligados a circunstancias
sociales e históricas, son el producto de fuerzas ideológicas y políticas, de
comunidades que se atrincheran y de las modas estéticas o literarias.
En este orden de ideas el centro en torno al cual gira nuestra sociedad modernista
que es el yo (yocentrista), cae de su pedestal en la sociedad posmoderna, ya que
el nuevo énfasis y centro de acción son las "relaciones" (relaciocentrista), que
serían el principal producto que permitiría la construcción del yo en la interacción
social y no al revés. Un individuo nace dentro de una relación y a la vez que es
definido por ella, la define. Cuando uno muere lo que perece es una pauta de
relaciones. Precisamente el movimiento que en ciencias sociales a tratado de leer
y expresar las ideas posmodernistas se denomina construccionismo social.
El construccionismo social (Hoffman, 1996) cree que las ideas, los conceptos y los
recuerdos surgen del intercambio social y son mediatizados por el lenguaje. Todo
conocimiento -sostienen los construccionistas- evoluciona en el espacio entre las
personas, en el ámbito del mundo común y corriente; y es sólo a través de la
permanente conversación con sus íntimos que el individuo desarrolla un
sentimiento de identidad o una voz interior.
Desde Wittgenstein hasta los teóricos contemporáneos de la literatura, los
estudiosos han establecido que el lenguaje de la vida mental cobra significado a
partir de su uso social. El significado de "un buen razonamiento", de "malas
intenciones" o "memoria precisa", está determinado según se empleen tales
expresiones en las relaciones que entablamos. Los individuos por sí mismos no
pueden significar nada: sus actos carecen de sentido hasta que se coordinan con
los otros (Gergen, 1992).
El construccionismo, por lo tanto apoya la idea de que no hay verdades sociales
incontrovertibles, sino sólo relatos del mundo, relatos que nos contamos a
nosotros mismos y que contamos a los otros. Y por ello, la mayoría de los
psicoterapeutas tienen un relato acerca de cómo los problemas se desarrollan y
como se resuelven o disuelven. Esta idea implica que el terapeuta entra en la
acción terapéutica con una idea preconcebida de la mejor intervención posible (la
Intervención Psicosocial en la Familia | 190

teoría que sustenta su terapia) para enfrentar los problemas y lo que se busca en
la relación terapéutica de forma implícita es una hipótesis que apoye el esquema
ya preconcebido. Es decir, si se es psicodinámico se buscará dentro de la
narración del cliente algún trauma o déficit en el desarrollo, mientras que si se es
conductista la explicación se centrara en patrones conductuales aprendidos que
se deben desaprender y reemplazar por otros más adaptativos. Si se es sistémico
se observará en las narraciones de los miembros de la familia patrones de
interrelación inadecuados que contribuyen a que el sistema este mal, si se es
logoterapeuta (un tipo de terapia existencial humanista) se buscara un déficit en la
posibilidad del paciente de encontrar un sentido a su existencia que le permita
abordar la problemática de forma distinta y así sucesivamente. Esto expresaría
que cuando el terapeuta se casa con un esquema particular, éste empieza a
constreñir su forma de ver la terapia y termina encuadrando la realidad dentro del
esquema.
Es necesario incorporar la duda, y una forma de hacerlo en la terapia es
estableciendo una situación en la que se favorezca la presencia de una pluralidad
de relatos y en la que los formatos de construcción conjunta superen los discursos
individualistas y deterministas de un yo aislado y en medio de su realidad. Para
entender esto pasaremos al siguiente apartado.
Los principios del construccionismo social aplicados a la psicoterapia.
Cuando observamos de cerca la terapia psicológica, nos damos cuenta que en los
últimos años dentro de ella se están gestando manifestaciones contrarias al punto
de vista modernista de la terapia. Estas manifestaciones se empiezan a gestar
sobre todo en el ámbito de la terapia familiar sistémica y son influenciadas por las
obras seminales, llenas de ideas sugestivas, de varios de los terapeutas que
componían la llamada Escuela de Palo Alto, personas como Watzlawick, Bateson,
Haley entre otros inspiraron a numerosos psicoterapeutas para desarrollar nuevos
estilos de terapia basados en nuevas filosofías "no modernas", que venían
articulándose con ideas provenientes de autores como Maturana, Varela o
Gergen. Este conjunto de propuestas que tratan de atacar los estandartes de la
psicoterapia científica moderna y que se agrupan o tratan de agrupar dentro de la
etiqueta de construccionismo social, representaría dentro de las ciencias sociales
al posmodernismo.
Los principios del construccionismo social en la psicoterapia se expresan de
diferentes formas, vamos a tratar de agrupar aquí las más importantes o
novedosas desde el punto de vista del autor.
1. Ante todo el primer compromiso construccionista propende por una ruptura
tajante de la tradicional y asimétrica relación entre terapeuta y paciente. Es más el
término paciente no debería ser utilizado en la nueva relación (se empieza a
masificar la utilización del termino cliente -que obviamente esta muy cercana a la
visión mercantilista del modernismo-) ya que su connotación médica esta
expresando una asimetría, entre el enfermo, el que no sabe, y el sabio, el sano, el
terapeuta. Este supuesto supone la desaparición del poder-control unilateral del
terapeuta y propone una dinámica de co-construcción sistémica. Asume la
Intervención Psicosocial en la Familia | 191

responsabilidad de su poder de construcción dentro de la relacional/social. El


terapeuta pierde su posición de experto, su estatus jerárquico desaparece.
2. Los trabajos posmodernistas suelen centrarse en ideas vinculadas al texto y la
narración. En este contexto la narración es una unidad de significado que brinda
un marco para la experiencia vivida. A través de las narraciones se interpreta la
experiencia vivida, como lo expresa Bruner (1986) citado por Epston y cols.
(1996): "Creamos las unidades de experiencia y significado a partir de una
continuidad de la vida. Todo relato es una imposición arbitraria de significado al
fluir de la memoria, porque destacamos ciertas causas y desestimamos otras, es
decir, todo relato es interpretativo".
El construccionismo apoya la idea de moldeamos el mundo en el que vivimos y
creamos nuestra propia "realidad", dentro del contexto de una comunidad con
otros individuos; comunidad que por medio de sus posibilidades y restricciones
económicas, políticas, sociales y culturales fija los límites de nuestras narraciones
y limita nuestra posibilidad de elección a determinados contextos. Volviendo al
contexto terapéutico, la mayoría de los terapeutas tienen un relato de cómo se
desarrollan los problemas y cómo se disuelven o resuelven. Lo mismo, sobra
decirlo, sucede en los clientes. Bajo esta perspectiva los relatos o narraciones en
los que situamos nuestra experiencia determinan el significado que damos a la
experiencia misma. Estos relatos son los que determinan la selección de los
aspectos de la experiencia que será expresada y la forma de dicha expresión,
determinando a su vez los efectos y orientaciones en la vida y las relaciones de la
persona.
El énfasis sobre la narración vincula necesariamente la terapia posmoderna con
las teorías de desconstrucción, dentro de la cual uno de sus principales
exponentes es Jacques Derrida. La propuesta del análisis desconstruccionista nos
obliga a mantenernos distanciados y escépitcos respecto de las creencias
concernientes a la verdad, el poder, el yo y el lenguaje, creencias que casi
siempre se dan por sentadas pero que no son absolutas sino completamente
relativas. La Desconstrucción aboga por dejar a un lado los juicios absolutos de se
es una cosa o se es otra "o...o", mas bien nos propone Derrida buscar siempre
otra visión posible mas allá de "o...o" , con el fin de desconstruir nuestro mundo tal
y como lo conocemos, buscando siempre lo inesperado que podría reemplazar
esta visión. Gergen llama a la construcción-desconstrucción, progresión-
pregresión. Un análisis progresivo de la utilización de un pesticida habla de sus
efectos sobre determinadas plantas como cocaína y amapola y su erradicación de
la naturaleza ya que generan la posibilidad de extraer drogas alucinógenas y
permite que una mafia organizada llamada narcotráfico construya su imperio de
ilegalidad, pero un análisis pregresivo permite ver que la utilización de pesticidas
también altera el desarrollo de otras cosechas y las contamina e incluso
envenena, produciendo a su vez alteraciones congénitas en las personas que
consumen dicha alimentación. Si seguimos el análisis también vemos que el dañar
otras cosechas impide que el campesino pueda sobrevivir vendiendo los productos
que cosecha lo que a la larga genera mas pobreza y la necesidad de emigrar a la
ciudad aumentando el desempleo, etc... y el análisis puede seguir así mirando
Intervención Psicosocial en la Familia | 192

diferentes aspectos político-socio-económicos que permiten desconstruir el


discurso inicialmente lineal de utilizar pesticidas contra la cocaína y la amapola.
El análisis desconstruccionista es muy importante para el proceso de reflexión en
terapia posmoderna que veremos más detenidamente en la siguiente sección.
3. El análisis del terapeuta a la situación del cliente nunca se puede considerar
objetivo. No hay descripciones más correctas que otras para la realidad. La
investigación social objetiva no existe, ya que no podemos saber que es la
realidad social, no hay una verdad única, objetiva y absoluta. Por lo tanto la
relación terapéutica co-construye una descripción de la realidad del cliente donde
ambos son responsables y activos en el proceso de solucionar el problema.
4. Los puntos de vista individuales se transforman y amplían en la interacción
social terapeuta-cliente. De hecho se propende por la ruptura con la idea de un
individuo que construye un yo diferenciado, autónomo e inmutable que maneja sus
actuaciones. Gergen en su libro "el yo saturado" (Gergen, 1992), manifiesta que
es una falacia que el yo sea una entidad autónoma e independiente. La identidad
individual es una ilusión modernista ya que el yo no esta dentro de la persona sino
que tiene un compuesto temporal construido a partir de la interacción social, el yo
no esta separado del otro por que es sólo a través de la relación social donde se
construye la idea de una personalidad. El yo no se concibe como una entidad
cosificada e intrapsiquíca sino como una entidad narrativa que se aborda dentro
de un contexto de significado social. Como dice el filósofo Emanuel Levinas
(citado por Lax, 1996) "el yo no empieza a existir en un momento puro de
autoconciencia autónoma, sino en relación con el otro, ante quien permanece
siempre responsable". En la terapia no se viene a imponer la realidad propuesta
por un individuo (el terapeuta) sino que se viene a co-construir entre terapeuta y
cliente una nueva forma de narrar la realidad del cliente.
5. Los terapeutas no pueden dejar de afrontar la cuestión de la construcción social
de sistemas de creencias y que por lo tanto, no pueden renunciar al estudio de
esos procesos en los que ellos también están profundamente involucrados.
6. Se define socialmente a la psicoterapia como un contexto para la resolución de
problemas, la evolución y el cambio. Los problemas son acciones que expresan
nuestras narraciones humanas, existen en el lenguaje y son propios del contexto
narrativo del que derivan su significado (Anderson y Goolishian,1996). El cambio
en la terapia por lo tanto es la creación dialogal de la nueva narración.
7. La patología en el construccionismo desaparece como tal. El meollo del asunto
no es la etiología de los síntomas sino los procesos sociales e interpersonales y la
dinámica que mantiene esos síntomas. El terapeuta podrá desencadenar un
proceso de cambio si logra interferir la repetición de la misma experiencia que
llevó al cliente a la terapia.
8. Del diagnóstico y la cura a la responsabilidad cultural. Gergen (1996) considera
que a medida que el acento se desplaza a la construcción lingüística de la
realidad, las enfermedades y los problemas pierden su privilegio ontológico ya que
no son independientes sino construcciones culturales. No hay problemas más allá
del modo en que una cultura los constituye como tales.
Intervención Psicosocial en la Familia | 193

9. Desaparecen los niveles y capas jerárquicas estructurales. No existen capas


jerárquicas donde unas son más importantes que otras y por lo tanto detentan en
última instancia la causa de la situación considerada "problema" (Hoffman, 1996).
Se propone un análisis de configuración lateral u horizontal que rompe con las
dualidades síntoma superficial vs causa subyacente, contenido manifiesto vs
contenido latente, comunicación abierta vs comunicación encubierta, etc. La
configuración horizontal permite entender que existen formas de análisis todas de
igual valor y que serán validadas y utilizadas para la intervención en la media en
que el contexto social lo exija.
El lenguaje cambia en el contexto de la terapia posmoderna, su aplicación y
utilización ya no son iguales a la que existía en la terapia modernista; ya que
manifiesta un cumulo de ideales filosóficos que deben hallar su expresión en la
relación terapeuta/cliente por medio de un nuevo lenguaje. Por ejemplo, La
entrevista hecha por el terapeuta consiste en recoger y dar información
simultáneamente con su cliente. Donde preguntas como: ¿Cuál es su problema?
se reemplazan por ¿cómo ve ud. la situación?. El lenguaje es menos directivo y
jerárquico, pretende convertir la situación relacional en democrática, basada en
una configuración de igualdad de poder y expresión del mismo. Sobre este punto
profundizaremos en la siguiente sección cuando hablemos de la terapia a partir de
la ignorancia.
¿Existe una terapia construccionista/posmoderna?
Después de lo expuesto surge la pregunta anterior, pues aunque se ve un gran
bagaje filosófico y epistemológico para ver la terapia, la práctica misma de la
terapia no se ve nada claro cuando cada autor trata de exponerla o termina
viéndose que se utilizan herramientas y técnicas psicológicas similares a las
utilizadas en otros marcos conceptuales. Pareciera que la visión posmoderna solo
quedará en el "bla bla bla".
Veamos que podemos poner en claro de las diferentes propuestas prácticas.
Empecemos por ver la opción terapéutica de Goolishian y Anderson (1996): "La
ignorancia como enfoque terapéutico". Estos autores plantean como núcleo de su
enfoque la posición no de experto del psicólogo sino de ignorante. El terapeuta
parte de una ignorancia deliberada, ignorancia que es entendida como "no saber",
ya que creen que no hay esencias que captar en las narrativas del cliente y por lo
tanto el terapeuta tampoco puede ofrecer al cliente el secreto infame de su
problema para que este pueda reemplazar sus viejas e ilusorias narraciones.
Como no hay significados previos escondidos, sólo en la medida que se narra e
interactúa en la terapia se forjan esos significados. El interrogatorio por lo tanto
parte de una genuina curiosidad no determinada por hipótesis previas. Un
elemento importante de la conversación terapéutica es los silencios y el manejo de
preguntas a medio hacer, la propuesta es que el terapeuta a veces no hable o
formule preguntas vacilantes a medio hacer y abiertas con largos períodos de
silencio, con el fin de fomentar la participación y la invención dialógica del cliente.
Esta propuesta implica introducirse en la narración del cliente sin prejuzgar,
analizar o dictaminar teórica o a priori el problema del cliente, implica meterse en
Intervención Psicosocial en la Familia | 194

su relato, preguntar y dialogar para saber su historia, no para dictaminar si es falsa


o verdadera.
Los autores narran como un paciente que había pasado por numerosos terapeutas
y no había superado su problema, entra en un nuevo contexto cuando el terapeuta
simple y llanamente atiende a su narración sin prejuzgarla como falsa. El cliente
temía tener una enfermedad contagiosa, cosa que medicamente no había sido
probado y que todos los terapeutas le negaban, por lo tanto la terapia se centraba
en hacer que dejara de creer en su supuesta enfermedad. El terapeuta que partía
de la ignorancia simplemente consideró que su narración era válida en si misma y
ello permitió generar un proceso altamente empático que poco a poco fue
redundando en una mejoría del paciente con respecto, no tanto a su enfermedad,
sino a su temor de estar gravemente enfermo.
Para Goolishian y Anderson los problemas son acciones que expresan nuestras
narraciones humanas, existen en el lenguaje y son propios del contexto narrativo
del que derivan su significado. El cambio en la terapia es la creación dialogal de la
nueva narración. Vivimos en y a través de las identidades narrativas que
desarrollamos en la conversación, ya que nuestro "yo" es siempre cambiante.
Por otro lado Hoffman (1996), considera que la esencia de la nueva terapia
posmoderna se centra en la palabra "reflexivo". Ya que el enfoque trata de
replegarse sobre sí mismo, ya sea utilizando equipos de reflexión para la terapia,
conversaciones reflexivas entre los componentes de la terapia, interrogatorios
reflexivos, etc.; que junto con la preponderancia del prefijo "co" describen la
conversación terapéutica (co-creación, co-autoría, co-evaluación), lo que indica un
proceso de influencia mutua y no de unidireccionalidad o jerarquía.
Veamos por ejemplo la propuesta de los equipos de reflexión. Andersen (1996) y
el grupo de Noruega crean un grupo terapéutico que delibera sobre la familia y la
familia ve como hace dicha deliberación, aplicándose luego el papel inverso.
Andersen y sus colaboradores le llaman "el equipo de reflexión abierta".
El grupo de Milán (Selvini y cols., 1980 en Andersen,1996) creo un procedimiento
y era un equipo que se reunía con la familia. Un miembro del equipo conversa con
la familia mientras los demás miembros los observan a través de un espejo de una
sola dirección. El terapeuta conversa con el equipo y luego trae a la familia las
ideas y aportes de intervención de estos para avanzar en la terapia.
El grupo de reflexión abierta es una variación de el grupo de Milán, con una serie
de aportes en cuanto a un lenguaje más democrático y co-creador que se debe
utilizar, por ejemplo: "además de lo que uds. entienden, nosotros entendemos
esto....". Y como vemos la diferencia sustancial es la bidireccionalidad del proceso
planteado inicialmente por los italianos. En la propuesta noruega, no sólo el equipo
tras el espejo ve a la familia con el terapeuta, sino que posteriormente la familia
con el terapeuta ven tras el espejo o en la misma habitación la conversación del
equipo de reflexión y en una tercera etapa volverían al estado inicial pero para
conversar y discutir sobre los aportes del equipo de reflexión.
Andersen resume así sus normas de acción lingüística para asumir la terapia
posmoderna:
Intervención Psicosocial en la Familia | 195

1. Las reflexiones del equipo deben basarse en algo expresado durante la


conversación "cuando escuche.... se me ocurrió....."
2. Los miembros del equipo al hablar públicamente deben tratar de no transmitir
connotaciones negativas. En vez de decir "no entiendo por que no intentan esto o
aquello", se dice: "me pregunto que pasaría sin intentarán hacer esto o aquello..."
3. Cuando familia y equipo están en la misma habitación y el equipo esta
reflexionando se pide a estos miembros que se miren entre sí, es decir, que no
miren a los que escuchan (clientes), con el fin de permitir que los oyentes se
sientan en libertad de no escuchar.

Después la conversación se centra en la familia y el entrevistador, y se ofrece la


oportunidad de que está discuta la charla del equipo. Conversar, ver
conversaciones sobre lo conversado y volver a conversar, abre posibilidades de
ver diferentes perspectivas de la misma situación. La conversación terapéutica en
última instancia busca nuevas definiciones de uno mismo, nuevas descripciones,
nuevos matices y comprensiones que permitan abordar el problema de una forma
distinta.
Como dice Cecchin (1996): "no hay una verdad sobre el problema sino hipótesis
que compiten en dar una explicación". Las posibilidades terapéuticas no pueden
predeterminarse en virtud de la validez o la superioridad teórica de un modelo. Sin
embargo, el construccionista no entabla una relación terapéutica despojado de
ideas, experiencia o construcciones privilegiadas. El terapeuta al igual que los
clientes acuden a la terapia provistos de ciertas versiones de la realidad. El
desafío está en la negociación y la construcción de maneras de ser viables y
sostenibles, que convengan a la familia, al terapeuta y a las formas de obrar
culturalmente aceptadas.
Finalmente esta la propuesta de Epston y sus colaboradores (1996), que se
denomina "terapia de re-escritura" y como su nombre lo indica es una terapia que
esta basada en sendas misivas escritas entre terapeuta y paciente, es decir, que
las posibilidades de reflexión después de la sesión personal donde se conversa,
se desarrollan por cartas escritas por el terapeuta y contestadas por su cliente. La
terapia centra su trabajo no tanto en la narración sino en el relato, y considera que
este es fundamental en la organización de la experiencia de cada persona.
Para Epston y sus colegas, los relatos en los que situamos nuestra experiencia
determinan el significado que damos a la experiencia. Estos relatos son los que
determinan la selección de los aspectos de la experiencia que se expresarán;
determinan la forma de la expresión que damos a esos aspectos de la experiencia
y finalmente determinan efectos y orientaciones reales en nuestra vida y en
nuestras relaciones.
Los autores ven la vida como una representación de textos y la oferta terapéutica
es diseñar nuevas formas textuales para interpretar y afrontar la vida. Su terapia
de re-escritura sigue las siguientes premisas:
Intervención Psicosocial en la Familia | 196

1. Permitir separar sus vidas y relaciones de los conocimientos/relatos que sean


empobrecedores.
2. Ayudándoles a cuestionar las prácticas del yo y de las relaciones que sean
opresoras.
3. Alentando a las personas a re-escribir sus vidas según conocimientos/historias
y prácticas del yo y de las relaciones alternativas, que tengan mejores desenlaces.
Un punto importante que resaltan los autores es que el nuevo relato debe
expresarse en la cotidianidad para permitir superar el problema, no basta con
cambiar privadamente nuestra propia imagen personal, además debe
desarrollarse una descripción convincente para exhibirla ante los demás, el nuevo
relato debe hallar expresión en la interacción con el otro de lo contrario no hay un
verdadero cambio.
Estas serían algunas de las técnicas terapéuticas que distinguen el nuevo
movimiento en psicología clínica. Ahora veamos un análisis más detallado de las
mismas y sus posibilidades.

Críticas, preguntas y posibilidades


Pero ¿es esto todo?, ¿realmente si es la terapia posmoderna una nueva opción?,
o ¿es acaso la antigua terapia con un nuevo ropaje, supuestamente más
democrático y activo por parte de los clientes? Podría simplemente ser una
rebuscada técnica llena de "chachara" epistemológica y nada más.
¿Acaso la utilización de cartas, las preguntas vacilantes, la supuesta ignorancia
del terapeuta y los equipos de reflexión marcan en sí la nueva terapia del
posmodernismo?
En resumen, podríamos decir que más allá de sí el ejercicio terapéutico se
desarrolla dentro de narración/conversación, o en el relato/escritura o por medio
de equipos de reflexión, hay algunas generalidades que siempre se mantienen y
que son las que traté de expresar en el tercer apartado, las diez características de
la terapia construccionista o posmoderna, que finalmente no hablan de una técnica
en particular sino de unas formas básicamente comunicativas para enfrentar la
terapia, recapitulando: el lenguaje cambia de uno con expresión de poder y
autoridad a uno altamente democrático, se dejan de lado las descripciones
personales como verdades absolutas y se invita a discutir diferentes descripciones
válidas para afrontar el problema. El terapeuta no propone soluciones, sólo ofrece
alternativas pero invitando siempre a los clientes para que participen activamente
en la generación de las mismas. Las preguntas del terapeuta no están ya hechas
ni parten de un estricto marco preconcebido, sino que utilizan vacilaciones y
silencios para fomentar la participación activa.
En este orden de ideas es importante aclarar que la terapia posmoderna no es una
técnica en si o una serie de técnicas altamente especializadas reunidas en un
contexto terapéutico, sino más bien, es una filosofía que contextualiza la forma de
Intervención Psicosocial en la Familia | 197

hacer terapia. Esta definición le da mayor flexibilidad y libertad al enfoque


terapéutico.
Veamos lo que a este respecto nos aportan Efran y Clarfield (1996). Ante todo
esta la crítica obvia del argumento construccionista y es que nunca surgiría un
método construccionista "aprobado", ya que en el espíritu mismo del
construcccionismo está considerar todas las posturas igualmente válidas, y si
acaso se diera primacía a una sobre otra estarían traicionando su principio de no
realidad-objetiva. Crítica contundente que en apariencia explicaría las dispares
técnicas ya enseñadas en el apartado anterior. A esto Efran y Clarfield contestan
que es un error tal crítica, puesto que en honor a la verdad nunca ningún terapeuta
por más construccionista que sea puede dejar de tener ciertas convicciones
acerca de los problemas que tiene la gente y que puede hacer la terapia por ellos.
Tal postura no quiere decir que este traicionando su principio de que no hay
objetividad o que una postura sea más valida que otra, simplemente todas las
personas tienen preferencias personales, y tiene derecho también a expresar
dichas preferencias y esas elecciones no deben "disfrazarse" de realidades o
verdades objetivas, puesto que una "verdad" es un conjunto de opiniones
ampliamente compartidas. Con ello lo que el construccionista no puede olvidar es
que sus puntos de partida no son más verdaderos que otros; y en tal sentido tiene
derecho a expresar preferencias por ciertas alternativas terapéuticas y no por
otras, y expresar clara preferencia acerca de lo que considera que esta "bien" o
"mal". Sin embargo, sus preferencias no tiene por que ser superiores a las de los
demás -y esto nos deja ante una relativización, que personalmente me parece
desgastante-. Para el movimiento construccionista es muy difícil crear una unísona
posición y forma de articular la terapia. Sin embargo, lo que sí es rescatable de
esta posición es la responsabilidad que tanto terapeuta como cliente deben asumir
por sus elecciones o preferencia personales y sus consecuencias.
Sigamos con las ideas de Efran y Clarfield. Es un error para el psicoterapeuta
construccionista/posmoderno pretender que la terapia no tiene una suerte de
influencia sobre el cliente, es decir, trata de huir de la producción de efectos en la
idea de obviar objetivos que determinen a priori su actuar. Esto es un error, ya que
por su ambivalencia con respecto a producir efectos, su asesoramiento termina
siendo vago, abstracto y desvaído. Atrincherarse en una niebla de abstracciones
prácticamente impenetrable no sirve para construir la terapia. Hablar de "múltiples
conversaciones, "producir situaciones imprevistas" o "elaborar lo inexpresado",
puede llenar mas de confusión que de aclaración. Además, se convierten en listas
de principios que supuestamente sigue el terapeuta, como si ellas delinearan su
accionar, cosa que puede ser muy lejana de la realidad, una cosa es lo que hace
el terapeuta y otra lo que dice que estuvo haciendo. Esta confusión en su
terminología y en su accionar hace que muchos clínicos desestimen aprender un
enfoque de este tipo y prefieran otros enfoques altamente operacionalizados y
muchos más sencillos en su exposición, como la terapia cognitivo- conductual, por
ejemplo.
Otro punto a tener en cuenta es que la "terapia como conversación" es una
metáfora descripitva de lo que es la terapia, no un mandato o prescripción. La
Intervención Psicosocial en la Familia | 198

conversación no es un instrumento que el terapeuta se vea obligado a utilizar, ya


que todas las terapias, sean del tipo que sean, son analizadas como procesos
conversacionales con algún nivel de co-construcción. Al construccionista se le
puede distinguir por su preferencia por la metáfora conversacional, pero otras
preferencias terapéuticas se pueden utilizar dependiendo del contexto de la
situación, y en algunos momentos es deseable utilizar foros de opinión, equipos de
reflexión, diagnósticos del DSM-IV, tener en cuenta las explicaciones genéticas del
alcoholismo o de la esquizofrenia o hacer predicciones sobre ciertas
problemáticas, sin que por ello se deje de ser construccionista.
El otro elemento es el cuidado que implica no caer en lo contrario que se quiere
profesar, generando tantas dificultades como las que se critican. Por ejemplo, al
romper con la imagen jerarquizada del terapeuta como experto, muchos
terapeutas están cayendo en una postura tan antidirectiva que pueden generar
mas problemas que soluciones. Pero lo esencial para Efran y Clarfield, es que
esta posición blanda antidirectiva, defendible como todas, no puede ser
identificada como la esencia del enfoque construccionista. Lo esencial de la
terapia construccionista no es la pasividad y la celebración del cambio imprevisto y
azaroso, sino su epistemología participativa; que requiere obviamente de la
participación tanto de terapeuta como paciente asumiendo la responsabilidad de
las elecciones tomadas, puesto que todo construccionista no debe concebir que
tiene prohibido tener o expresar preferencias, esperanzas u opiniones, lo que no
debe pretender es que sus elecciones deriven de un acceso privilegiado a una
realidad objetiva externa.
Un terapeuta construccionista no puede obviar que su rol de por sí, le determina
con un nivel de experto y con una cierta jerarquía, el hecho de que el encuentro
terapéutico tiene lugar en el terreno del terapeuta y sea pagado, implica de por si
el establecimiento de una cierta jerarquía en nuestra sociedad.
Finalmente, los terapeutas quieren huir de la jerarquía generando una postura
totalmente neutra, idea falaz por si misma, ya que no existe la neutralidad, y el
hecho de asumir que su cliente quiere un terapeuta neutral sin consultar esto
nunca con el cliente, esta dejando ver a todas luces una posición jerarquizada, no
habitual, distinta pero nuevamente jerarquizada. La pretensión de neutralidad ya
obvia toda neutralidad. La neutralidad es una quimera y actuar como si todas las
opiniones son iguales y como si los terapeutas no tuvieran preferencias es socavar
la base misma del intercambio franco que debe existir con los clientes.
Y aquí volvemos a la idea expuesta en el tercer párrafo con el que inicie esta
sección. Las técnicas utilizadas son tangenciales, no se puede prescribir que la
terapia construccionista tenga un numero determinado de observadores, que sea
esencial que haya un equipo de reflexión, o que siempre se deba utilizar cartas
para desarrollar el proceso de reflexión o que siempre sea útil el interrogatorio
circular o reflexivo -donde cada persona de la familia por riguroso turno tiene que
comentar las reacciones de los otros-. Todo ello sólo indicaría el triste triunfo de la
técnica sobre el contenido. La terapia para ser eficaz debe continuamente
recrearse dentro del contexto de interacción, la técnica o pregunta que en una
ocasión funciona triunfalmente, en otra ocasión -por desgracia- no sirve para nada
Intervención Psicosocial en la Familia | 199

(Efran y Clarfield, 1996). El construccionismo para Efran y Clarfield no es ni un


nuevo tipo de terapia, ni un conjunto de técnicas caprichosamente reunidas, sino
un contexto dentro del cual aprehender y moldear el contrato terapéutico,
elaborando diseños mejores y más claros para la interacción cliente-terapeuta.
Pero sobre todo, y aquí me parece particularmente importante la postura de Efran
y Clarfield, la psicoterapia no es un conjunto específico de procedimientos sino
una forma de educación, que difiere de las empresas tradicionales educativas en
nuestra cultura, pero esencialmente persigue el mismo fin. Los objetivistas
estipularían que la terapia repara el motor emocional, mejora la salud mental o
elimina el pensamiento irracional, pero los construccionistas en cambio, piensan
que están cumpliendo simplemente tareas educacionales en los términos
estipulados en un contrato entre maestro y alumno, donde el énfasis de la
instrucción se pone en la organización de la manera de vivir y en las
satisfacciones de la vida. El medio natural de la terapia -como en la mayoría de las
actividades educativas- es el lenguaje. El contexto es básicamente filosófico, no
médico, y constructivo en vez de meramente curativo.
Finalmente, Efran y Clarfield sugieren que la clave para el cambio terapéutico esta
en un proceso denominado Interacción Ortogonal, término originario de Maturana
y que se ejemplifica de la siguiente manera: Si un mecánico advierte que el coche
que conduce no funciona bien, se detiene, saca la bujía, ajusta la abertura con una
herramienta y vuelve a ponerla en el motor. Como consecuencia de ese leve
cambio en la estructura de la bujía, ésta desempeña su papel de un modo
diferente y todo el sistema funciona mejor.
La interacción entre el mecánico y la bujía era ortogonal (perpendicular) respecto a
lo que habitualmente sucede con la bujía como elemento constitutivo del motor.
Una vez modificada, la bujía se relaciona de un modo distinto con los otros
componentes del sistema y éste funciona mejor. Los terapeutas y otros
educadores están en situación de actuar ortogonalmente sobre los sistemas de
sus clientes y de modificar las formas de interrelación de sus sistemas. Como
podemos intuir la interacción ortogonal implica un nivel de jerarquización, un
objetivo y una capacidad de influencia del terapeuta, que los construccionistas
radicales no estarían dispuestos a aceptar, pero para estos autores, ello no impide
que sigan siendo construccionsitas.
Como vemos este modelo es muy sistémico, pues la solución siempre implica una
contradicción aparente y la única forma de salir de ella es abarcando un contexto
más amplio para ver el problema desde afuera, con un nuevo marco -más amplio
que permita incorporar antiguos elementos positivos a las nuevas organizaciones
de la relación. Por ejemplo, muchas veces una persona se muda para vivir
separada de su familia, pero vuelve a su hogar todos los domingos para la cena
familiar como de costumbre.
En definitiva, a pesar de lo sugerente de las ideas de Efran y Clarfield, muchos
construccionsitas consideraría que ellas no hacen justicia al movimiento en
gestación, y con ello sólo queda algo patentemente claro: el movimiento
posmodernista ha incursionado ya en las esferas de las ciencias sociales y
Intervención Psicosocial en la Familia | 200

aplicadas -como la psicoterapia- pero es todavía prematuro considerar que se


encuentre ya articulado como una postura totalmente coherente y clara. Es tan
cierta esta afirmación que Gergen, uno de los teóricos más importantes del
construccionismo social llama la atención a muchos de los terapeutas que se
autodenominan construccionistas. El último desafío para la terapia no es tanto
sustituir una narración impracticable por otra útil, sino permitir a los clientes
participar en el proceso continuo de creación y transformación del significado, y
una vez logrado este objetivo tener cuidado para no quedarse, en lo que Gergen
llama la reconstrucción narrativa individual.
La terapia posmoderna debe ir más allá de la reconstrucción narrativa individual,
ya que la narración alcanza su utilidad en el seno del intercambio social. Elemento
clave dentro del construccionismo, por lo tanto; las narraciones actúan para crear,
sostener, o modificar mundos de relación social. Resulta insuficiente que cliente y
terapeuta gestionen en una urna virtual de cristal (contexto terapéutico) una nueva
forma de autocomprensión que parezca realista, estética e inspirada en el seno de
la díada. No es la danza del nuevo significado en el contexto terapéutico lo que
esta en juego, sino más bien si la nueva forma de significación es útil en el ámbito
social fuera de esos confines. Es decir, esa narración sólo es eficaz en la medida
que se traduzca en acciones nuevas para enfrentar antiguas relaciones generando
un cambio en el sistema y superando la situación considerada antes como
problema.
El discurso construccionista/posmoderno es provocativo, nos llama a la reflexión
sobre antiguas supuestas verdades en el accionar de la psicoterapia y esto debe
ser tenido en cuenta por todos los que en verdad se preocupan por saber si su
accionar profesional es realmente eficaz o solamente responde a necesidades
puntuales y respuestas miopes, vestidas del ropaje del lenguaje intrincado y
objetivo que supuestamente la defienden de toda invalidez.
¿Tiene algún sentido la terapia? La terapia debe generar resultados, resultados
reales en el accionar de las personas y de los sistemas sociales a los cuales
pertenecen, de lo contrario no estamos mas que perpetuando los males de los
cuales nos quejamos todos los días. El discurso provocativo del construccionismo
social es importante tenerlo en cuenta, aun no sabemos si ganara la batalla de los
paradigmas, aun no sabemos que consecuencias trae para nuestra cultura y para
la ciencia, pero sin lugar a dudas, esta ahí y vale la pena escuchar unas cuantas
"verdades" que no queremos oír y rascarnos la comezón que no queremos sentir.
Tal vez todos en el fondo nos ilusionamos con saber que la realidad no es tan real
como lo pensábamos..., pero por sobre todo el discurso de la terapia posmoderna
basado en la ética de la participación, favorece la creación de una postura crítica
que nos permita tomar conciencia de las relaciones de poder que se ocultan
dentro de los "supuestos de verdad" de todo discurso social, incluso la terapia
misma.
Tal vez la paradójica frase de Whitehead tenga mas de cierto que cualquier otra:
"todas las verdades son verdades a medias".
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