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LA ESCOLARIZACIÓN DE LOS MÚLTIPLES

La frecuencia de los nacimientos gemelares se sitúa en torno al 1%. Incluso en los hospitales más pequeños, las
posibilidades de encontrar una pareja de gemelos existe. Los gemelos fascina, especialmente los gemelos
monocigóticos o idénticos, y a menudo ponen en aprietos a los adultos que les rodean: padres, en primer lugar, por
supuesto, pero también enseñantes. Este dossier no está aquí para aportar la purga de Benito de la escolaridad
exitosa de múltiples. Igual que nuestros hijos son individuos completos y únicos, existe el mismo número de
soluciones que de múltiples escolarizados. Esperamos al menos que encontraréis ciertas respuestas a vuestras
preguntas en este informe realizado en colaboración con especialistas reconocidos de la psicología de múltiples.

¿Cómo hemos vivido nosotros, padres de múltiples, la escolarización de nuestros hijos?

Para comenzar, vamos a haceros un pequeño un pequeño resumen de los diferentes estudios realizados sobre la
escolarización de los múltiples desde hace veinte años.

1. Un poco de historia…

Recordemos los conocimientos de no hace tanto tiempo. Los artículos reproducidos a continuación, aunque
antiguos, nos parecen lo suficientemente interesante y siempre de actualidad para integrarlos en nuestro informe
sobre la escolarización de gemelos.

Extracto de una entrevista, del 28 de octubre de 1986, realizada por Gisèle Mangiavillano (de la asociación
de partos múltiples ADEPNM de Bouches du Rhône, que fue más tarde la asociación Jumeaux et Plus) con el
Profesor Zazzo, psicólogo especialista en gemelaridad, autor del libro “Los gemelos, la pareja y la persona”

Pregunta: ¿Hay que separar a los múltiples en el colegio?

Respuesta: Sí, porque tenemos que garantizar que no se avergüencen de su autosuficiencia. Los
principios generales para los padres y educadores hacen que se deba proteger contra el aislamiento
de la pareja. La pareja es un obstáculo que les hace felices. La experiencia muestra que este tipo de
separaciones se arregla siempre: tienen la posibilidad de reencontrarse en el recreo. Hay que ayudar
a los gemelos monocigóticos a diferenciarse. El problema es distinto en los dicigóticos, del mismo o
de diferente sexo. También optamos por la separación, pero por otras razones completamente
distintas. Hay que evitar crear una jerarquía escolar en la misma clase y sobre todo entre mellizo y
melliza. En la mayoría de los casos, la niña rinde mejor que el niño, incluso cuando son igual de
inteligentes. Esto produce, sobre todo dentro de la misma clase, un complejo de inferioridad y una
humillación en el niño que tiene menos facilidad.

Pregunta: Si nos referimos a sus estudios sobre el informe entre el peso de nacimiento y el cociente
intelectual de los gemelos, ¿no debería disponer el colegio de un dossier completo sobre el
nacimientos de estos niños (parto, peso, talla, lugar de llegada al mundo…)?

Respuesta: el peso al nacimiento es un factor menor en cuanto al desarrollo intelectual. De todos


modos, no interviene más que si es por debajo de un cierto umbral (probablemente por debajo de
los dos kilos). También, no es el peso de nacimiento lo que cuenta, sino el grado de excesiva
prematuridad y lo que ello conlleva: problemas al nacer, muy bajo peso, incubadora… No soy
partidario de informar a los profesores de los antecedentes de los escolares. Se arriesga a que las

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informaciones se interpreten con un espíritu “determinista” demasiado estricto. La cuestión se
plantea, además, para todos los niños, no solamente para los gemelos (esto concierne al pediatra,
no al profesor). Y salvo por los casos más graves, los factores educativos son mucho más
importantes que los factores psicopatológicos.

Pregunta: ¿Quiere esto decir que cuando se tiene a un gemelo o a la pareja en una clase, se les
considera como a los otros niños, pero que además debemos tener en cuenta la dinámica de esa
pareja para comprender al individuo? (un poco como si funcionáramos a dos niveles).

Respuesta: Sí, hay que considerar a los gemelos como a los otros alumnos. Asegurando al mismo
tiempo el desarrollo de la individualidad de cada gemelo y neutralizar, sin embargo, en la medida de
lo posible, una rivalidad jerárquica entre ellos.

Pregunta: El Sr. Sieye profesor de psicología y sociología de la Universidad de Niza, afirma que los
niños nacidos en un parto múltiple y en el mismo contexto socio profesional, son menos eficientes
desde un punto de vista escolar y social que el resto de los niños. ¿Qué explicación le encuentra a
este fenómeno?

Respuesta: la conclusión de este profesor es exacta, pero se trata de dar una explicación exacta. Yo
mismo he publicado tablas que a menudo han sido interpretadas de otra manera. Según estas
tablas, el cociente intelectual de la población de gemelos es ligeramente inferior a la media (de 93,
cuando la media es 100). Entonces, dos puntualizaciones: la primera es que no es necesario decir
que los gemelos tienen un retraso en su inteligencia. El retraso indicado por la cifra de 93 no es más
que una verdad a medias. La mayoría de los gemelos tienen una inteligencia normal, incluso superior
a la normal. Segundo: para aquellos que están claramente por debajo de lo normal, he encontrado la
razón: es la jerga gemelar (criptofasia) que los gemelos pueden crear en su primera infancia, si no se
tiene cuidado. A partir de la criptofasia, se observa a menudo un encadenamiento de consecuencias:
retraso en el lenguaje, retraso del desarrollo intelectual y de la sociabilidad, retraso escolar. Pero
este encadenamiento no es fatal. La criptofasia no está escrita en la gemelaridad, en el patrimonio
genético de los gemelos. Se debe, repito , a su situación particular. Es suficiente que los padres estén
informados, que hablen a sus jóvenes gemelos como a otros niños cualesquiera. Que no cultiven la
confusión gemelar, como se hace a menudo, por el orgullo de tener gemelos.

Extractos de artículos “Padres-Profesor, cooperación para ayudar a los gemelos en la escuela” de enero de
1987 y junio de 1988.

Es algo digno de ver cuando dos adultos gemelos se visten de la misma forma y van juntos al trabajo.
Puede que el aspecto más chocante sea el sentimiento de que ellos son una unidad y que de hecho,
si se les separa, cada parte se verá “disminuida”. Es una forma extrema de relación de gemelos
adultos. En el lado opuesto, hay gemelos que funcionan como individuos, sin ninguna referencia al
otro. Puede que aprecien tener una relación particular con su gemelo, pero lo contrario es también
posible.

El objetivo de este trabajo es proporcionar una base para la cooperación entre padres y profesores a
fin de dar a los gemelos las mismas oportunidades que tienen los hijos singulares de desarrollar
plenamente en el colegio su potencial y su individualidad. Los múltiples son un hecho bastante raro,
incluso aunque las cifras vayan en contaste aumento, como para que los profesores hayan tenido

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una experiencia limitada para tratar sus necesidades especiales. Estas necesidades van a depender
sobre todo de la intimidad de su relación, de sus parecidos, de sus diferencias y de la forma en que
se les haya animado a ser autónomos.

Los padres desean dar a cada uno de los múltiples las mismas oportunidades que un hijo singular
tiene a su disposición, para desarrollar su potencial y poder aprender a funcionar solos y finalmente
ser tratados como adultos. Cuando comienzan a ir al colegio, algunos múltiples pueden muy bien no
haber tenido ninguna experiencia en comportarse en tanto que individuos en la sociedad. Una
cooperación estrecha entre padres y profesores puede alertar tanto a los unos como a los otros
sobre toda dificultad que pueda dificultar su aprendizaje o su desarrollo social.

Cuando se toman decisiones por los hijos, los padres de los niños “singulares” se plantean
únicamente la cuestión de qué es lo mejor., mientras que los padres de múltiples se plantean
necesariamente la pregunta “¿qué es lo mejor para B solamente?” “¿esto es lo mejor para A y B
juntos o para A, B y C?”. Es una decisión más compleja. Mientras que la mayoría de los padres
prefieren que sus múltiples vayan a clases distintas en secundaria, muchos por el contrario no saben
demasiado sobre si hace falta separarles antes. Esto depende mucho del colegio y de la forma en
que se comporten los múltiples. Es comprensible que se dude de separar a múltiples que estén
particularmente unidos. ¿Por qué contrariarlos sin necesidad? O ¿es útil esto? De la misma manera
que un niño tiene necesidad de separarse de sus padres, los múltiples también tienen necesidad de
liberarse el uno del otro si quieren hacerse adultos autónomos. No hay que dramatizar esta
separación en la medida en que será gradual si, desde la más tierna infancia, han sido incitados a ser
individuos completos, a lanzarse solos de vez en cuando, a tener sus propios amigos. Cuando los
múltiples muy unidos son separados en el colegio, la pena puede ser tan grande, si no lo es más, que
cuando les separan de su madre. Durante una temporada pueden estar tristes y desorientados pero
es necesario en un determinado momento si quieren trazar su propio camino en la vida.

La individualidad

Verdadero o falso, a los múltiples les gusta generalmente:

- Que se les reconozca


- Que se les llame por su nombre
- Que se les quiera por ellos mismos
- Que se les trate en tanto que individuos
- Tener sus propios amigos e intereses

Normalmente no les gusta:

- Que se les compare


- Que se hagan risas con su parecido

Es muy útil que los profesores se aseguren de que el resto de los miembros de la comunidad escolar
(profesores, niños, personal del comedor…) conozcan todos estos detalles y se les recomiende desde
el comienzo del curso que considere a los múltiples como individuos. Hay que desalentar con
firmeza toda referencia al hecho de que son “múltiples”. En el caso de gemelos idénticos, será más
fácil que el personal, el equipo educativo y el resto de los niños los reconozcan si se les viste de

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forma distinta. Cuando los gemelos idénticos estén en la misma clase, los profesores deben
preguntar a los padres para conocer la forma de pensar de cada niño y sus preferencias, cualquier
cosa que contribuya a identificarlos rápida y fácilmente, ayudando así a establecer su individualidad.

Juntos

Los múltiples que comienzan el colegio en la misma clase tienen a menudo menos dificultades para
adaptarse que otros niño, por lo que sería imprudente no contar con ello. Una vez instalados, se les
puede colocar en mesas distintas y recomendarles que hagan cosas de forma separada en el aula.
No hay necesidad de agruparlos para las excursiones o actividades, excepto cuando se trata de niños
particularmente inquietos. Padres y profesores a menudo no pueden evitar comparar a los múltiples
cuando están en la misma clase, la solución es discutir los progresos de cada uno por separado. Los
múltiples, igual que todos los niños, progresan si se les anima y se les felicita. A veces, pero no
siempre, puede ser prudente esperar a que uno de ellos no pueda oír lo que se dice para felicitar al
otro. Por supuesto, lo mismo se aplica a las reprimendas.

Separados

A menos que los múltiples funcionen de forma independiente el uno del otro en todos los ámbitos
de la vida escolar (lo que es raro) es bueno para ellos que se acostumbren a funcionar de forma
separada durante los primeros años, colocándolos, en lo posible, en clases distintas. Los padres y los
profesores tienen que colaborar estrechamente para saber cuando y cómo es el momento de
separarlos. Cuando se piensa en separarlos en el colegio, no hay que olvidar tener en mente algunas
cuestiones:

- ¿son verdaderamente competitivos entre ellos?


- ¿lo que hacen por gusto es demasiado parecido?
- ¿Uno de ellos no tiene confianza en sí mismo en un cierto trabajo mientras que el otro
es muy capaz?
- ¿Uno de ellos persiste en supervisar y organizar al otro?
- ¿Uno de ellos busca la aprobación del otro?
- ¿Toma uno de ellos de forma lógica la iniciativa en todo, incluso cuando se trata del
dominio intelectual o del desarrollo social?

En todas las casas con múltiples se sabe que uno se apoya en el otro para contar las cosas a los
profesores, saber lo que se espera de ellos, hacerse amigos y protegerse. Los profesores pueden
identificar y apreciar la influencia que uno tiene sobre otro cuando uno de los dos está ausente
algunos días o semanas. Si los niños han sido preparados para esta separación y si pasa en un colegio
donde el entorno es “protector”, es poco probable que esto causa grandes problemas. Los múltiples
que, desde su más tierna infancia, han sido animados a vivir como individuos, a salir de forma
separada, a tener amigos distintos, se habituarán sin problemas a encontrarse solos en clase.

Los múltiples que son muy dependientes del uno del otro pueden encontrar que la separación difícil,
confusa al principio. En la medida en que los padres y los profesores son conscientes de que esta
situación pude ser vinculante para los niños y que admitan los signos de tensión, incluyendo un
comportamiento desagradable, los múltiples deben encontrar el equilibrio bastante rápido. Cuando
los pequeños son separados por primera vez, particularmente si comienzan el colegio en clases

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separadas, es útil que cuando vayan al comedor, estén sentados el uno al lado del otro y se les
permita estar juntos cuando las clases se junten para una actividad particular. Una vez
acostumbrados, no es ya necesario acordar con ellos “favores” o un “régimen” especial.

Desarrollo del lenguaje

Ciertos múltiples se toman un poco más de tiempo que sus compañeros en controlar ciertas etapas
del lenguaje. Este retraso en el desarrollo es debido en gran parte al hecho de que han tenido que
compartir el tiempo y la atención de sus padres, incluso antes de ir al colegio. Los que van “un poco
por detrás” recuperan este terreno perdido durante el primer y segundo año escolar. Para algunos,
hará falta, tal vez, un apoyo complementario por parte de su tutor o de un logopeda. Cuando se
sienta que uno o los dos tienen dificultades, se puede aconsejar a los padres que los lleven a ciertos
profesionales.

Hoy las preguntas siguen siendo las mismas, a pesar de los años, incluso si los estudios más recientes nos han
llevado a moldear un poco las propuestas de la época.

2. Los múltiples y la escuela

Por Fabrice Bak, psicólogo cognitivista (encargado de la asignatura en la Universidad de Savoie, director del
IFEPCA), 2006

La gemelaridad ha sido considerada siempre como un fenómeno fuera de norma, y esto también
pasa ahora que el número de embarazos gemelares ha aumentado de forma significativa desde la
aparición de la reproducción asistida. Todas las civilizaciones del mundo y en la historia han estado
fascinadas por los múltiples. En nuestra época, los medios de comunicación a través de la literatura,
los comics o el cine, se han hecho eco de este tema que fascina, da curiosidad y asusta. Como
prueba, la difusión regular de emisiones sobre los gemelos en las diferentes cadenas de televisión, y
los niveles de audiencia importantes, que participan en lo que podríamos llamar los “ciclos”
gemelares. Además del interés colectivo, desde 1859, fecha de la primera investigación, se han
realizado una multitud de trabajos científicos cuyo objeto de estudio son los múltiples. Si en el
pasado los múltiples sólo eran considerados como vectores para verificar el impacto de lo genético y
de lo aprendido en el hombre, desde los años 30 su estudio ha permitido centrarse en ellos mismos
en tanto que individuos. Y esto, hasta considerarlos como dos seres que tienen relaciones diferentes
de aquéllas que uno se encuentra habitualmente, como lo había definido René Zazzo.

¿Es normal abordar la cuestión de la separación desde la escuela infantil?

Hasta el presente, sólo se han empleado aspectos psicoafectivos y psicométricos con el fin de igualar
a estos niños a una norma: la de los hijos singulares. Socialmente, nos encontramos ese mismo
funcionamiento partiendo del hecho de que siempre queremos comparar el desarrollo de los
gemelos con el de un niño singular, por el bienestar de su persona y por su autonomía. Así, muy
pronto, demasiado pronto, el colegio toma esta problemática solicita a los padres que separen a los
niños con el fin de favorecer el buen desarrollo individual de éstos. Pero, realmente ¿es lógico que se
aborde esta cuestión en la escuela infantil? ¿Cuáles son los criterios objetivos que apoyan el
desarrollo de este desarrollo precoz de la autonomía? ¿A qué cosas hay que prestar atención para
que la separación sea un éxito? Nuestro trabajo concentra la problemática gemelar al nivel de las

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alianzas de unificación y de fusión que les unen. Nuestro acercamiento parte de una elaboración
teórica del modelo de desarrollo gemelar. Así, estableceremos que estos niños presentan un
desarrollo que les es propio y que no puede en ningún caso ser considerado desde el punto de vista
de una simple multiplicación de dificultades. No basta con retomar las bases de una psicología del
niño y aplicarla a la población gemelar. En efecto, en ese caso nos perdemos la especificidad de la
relación gemelar puesto que la pareja gemelar no es solamente una pareja paroxística (que lleva los
afectos al extremo), tal y como Zazzo la había considerado.

Tampoco hay ya que considerar a los múltiples como individuos fuera de la normas, necesitados de
procedimientos de “desmultiplicación” a ultranza con el fin de luchar contra una relación de fusión
que corre el riesgo de volverse problemática. Así, la fusión gemelar no es más que una etapa del
desarrollo natural de los múltiples. Sabemos hoy que las etapas que hasta el presente eran
consideradas como parte de las dificultades para la génesis del individuo a través de la gemelaridad,
son de hecho etapas que proceden del desarrollo natural de los gemelos. Estas etapas deben ser
respetadas con el fin de permitir una autonomía real de cada niño con respecto del otro al cabo de
los años.

La fusión gemelar no es más que una etapa en el desarrollo normal de los múltiples.

La idea esencial que restituimos en el seno de este trabajo es la interacción que un sujeto establece
con el medio en el que evoluciona y que implica su evolución. El colegio participa de esta evolución y
juega un papel decisivo. Este aspecto de la interacción está en el centro de nuestras preocupaciones.
Nos situamos en el plano de la génesis de la autonomía de los gemelos, nuestro trabajo tiene como
objetivo definir las modalidades que participan en el desarrollo de los niños a lo largo de muchos
años, llevándoles a poder existir no tanto como un individuo con una patología, la gemelaridad, sino
como un individuo con una relación fraternal con otro individuo nacido de la misma fecundación. Y
por lo mismo, cómo acompañarlos a lo largo de sus vidas para ayudarles a volverse más autónomos.

El colegio, especialmente la escuela infantil, se ha sentido demasiado pronto con la necesidad de


participar en eso que podría llamarse la “desgemelización”, compartiendo su deseo de permitir una
buena inserción social de los niños.

Deseamos aportar ya una precisión sobre este punto: el término “desgemelización” fue utilizado por
primera vez por René Zazzo con el fin de luchar contra esta versión de dominante/dominado, que
etiquetaba de forma patológica entre ciertos gemelos. La sociedad, en su angustia existencial por la
diferenciación de los gemelos, se ha amparado en este término que se encuentra con frecuencia en
el lenguaje de los medios de comunicación, de los pedagogos y de otros profesionales de la infancia.
Desde fuera, este término sacado de su contexto específico es totalmente inapropiado para
caracterizar la autonomía de un gemelo respecto del otro. Así, consideramos que este término
vendría prácticamente a negar esa relación fraternal que une a estos niños. No se puede
“desgemelarizar”, no se puede negar la existencia de esa relación específica que une a estos niños
que han pasado prácticamente nueve meses pegados dentro del útero, relación que persistirá toda
su vida, relación que hace del hermano o de la hermana el compañero de juegos ideal, el confidente
favorito. Esta característica es parte integrante de la identidad de estos niños. Querer suprimirla
sería como amputar a estos niños una parte de su personalidad.

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Los padres van a toparse contra ciertas ideas preconcebidas, en el colegio y con los pedagogos.

Nos parece mucho más sabio tener en cuenta esta característica y hacerla evolucionar hacia una
autonomía mutual de los niños, siempre intentando preservar esta característica. Toda la dificultad
en tanto que padres va a ser ayudar al buen desarrollo del potencial de cada uno, permitiéndoles
utilizar esta característica de los gemelos, que les es propia, como algo efectivo para su desarrollo.
Pero si un buen número de padres son conscientes de ello, desde los primeros años de
escolarización, se van a topar con ciertas ideas preconcebidas ligadas a la separación de los gemelos
por parte de los maestros y los pedagogos.

¿Cuántos de estos padres se han encontrado un día con un profesor, un director o una directora de
colegio, que el día de la inscripción de los niños comienza a evocar la necesidad de separarlos para
favorecer el buen desarrollo de cada uno de ellos? ¿Cuántos de estos padres se han encontrado
perdidos al afrontar el sentido de culpa que les entraba por querer que sus hijos fueran juntos?

Es fascinante constatar hasta qué punto esta idea de la separación de los niños está extendida en la
comunidad escolar. Y esto a pesar de que muy pocos enseñantes son capaces de explicar el por qué
de la cuestión, si no es sumergiéndose en explicaciones sobre el desarrollo individual de cada niño
(de nuevo, el desarrollo de los gemelos es llevado al de los hijos singulares). O también por el hecho
de que ya han tenido gemelos en clase y que por ello saben cómo hacerlo (como si la práctica
empírica permitiera el acceso al conocimiento genérico).

¿Hay que ver en ello una incompetencia del cuerpo de enseñantes? No, lejos de eso, puesto que por
trabajar durante muchos años con ellos, preferiría hablar de desconocimiento. Los enseñantes,
como buen número de otras personas, están “contaminados” por la errónea representación social
de la gemelaridad que de ella hacen los medios de comunicación. Estos últimos están fascinados por
esos gemelos fusionados que viven todavía juntos a los 50 años, por esos gemelos que no pueden
vivir a más de 500 metros el uno del otro, por aquéllos que tenían tal vez percepciones
extrasensoriales de premoniciones de lo que va a vivir el otro (no puedo ni recordar hasta qué
punto esta última pregunta me ha sido hecha por numerosos periodistas). También muy a menudo,
los medios olvidan contar que estos casos concretos son “exquisitos”, sólo son raros y relevan una
relación gemelar realmente patológica.

Los profesores están “contaminados” por la representación social de la gemelaridad. Así, un


profesor que ve una emisión en la tele interioriza rápidamente el carácter patológico y malsano de lo
que está hablando, simplemente porque le parece lógico. Este mismo profesor, frente a gemelos en
su colegio o en su clase, no tendrá más que una idea en la cabeza: la de favorecer el buen desarrollo
de los niños, siendo la separación parte de este proceso. Hace un siglo la gente moría de la rabia…
¿esto era porque la medicina de entonces era mala o porque los médicos eran malos médicos? Sería
aberrante pensar esto. Lo mismo sucede con la separación de gemelos en el contexto escolar. Muy a
menudo se propone sin maldad, sino por simple ignorancia del desarrollo de los gemelos.

Los gemelos pasan por cuatro etapas específicas de desarrollo

Este modo de desarrollo es sin embargo muy específico. Así, hemos podido definir que los gemelos
pasan por cuatro etapas específicas de desarrollo:

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- Una etapa de fusión gemelar, entre el nacimiento y los dos años
- Una etapa de complementariedad, entre los dos años y los seis o siete.
- Una primera etapa de autonomía a partir de los siete y hasta los once o doce
- Una segunda etapa de autonomía a partir de los doce años.

La fusión gemelar: el desarrollo de los gemelos es específico si partimos del hecho de que integra
una etapa de desarrollo suplementaria que no tienen los hijos singulares. Así, esta fusión gemelar
que fue tan descrita y de la que tanto se desconfía, es una etapa de desarrollo del todo normal. El
desarrollo que comienza es más el de la entidad gemelar que el de cada uno de los niños en su
individualidad. Así que hay un cambio en la estructuración de la realidad en comparación con un solo
niño, los gemelos tienen un paso adicional en el desarrollo de su carácter. ¿Por qué la presencia de
esta fusión gemelar? Los padres de gemelos saben cómo es de difícil ocuparse de gemelos de corta
edad, cómo es de difícil prestarles la misma atención, las mismas solicitudes por separado. Así, es
muy complicado, cuando los dos niños llorar, considerar que pueden llorar por cosas distintas. Muy
a menudo, cuando cambiamos al uno, cambiamos al otro también, si le damos de comer a uno, al
otro también. Entonces es por necesidad vital y no por negligencia por lo que los padres ponen a sus
hijos en esta situación de fusión gemelar. Y hemos podido constatar la frecuencia de este modo de
interacción en familias con dos o más bebés.

Podemos incluso ir más allá al precisar que querer favorecer el desarrollo de la individualidad de los
bebés puede llevar a que los padres endurezcan las relaciones establecidas con sus hijos y por lo
tanto a no ser espontáneos en la respuesta que implica la crianza de los hijos. Deseando poner en
práctica estrategias desarrolladas para centrarse demasiado en la autonomía de los niños puede
causar que los padres se pierdan la parte de ser padres y que se vuelvan terapeutas de la autonomía.

La complementariedad: (de 2 a 6-7 años) Donde hay gemelos este periodo está caracterizado por un
desarrollo cognitivo parasitario de uno de los niños respecto del otro. Uno de los gemelos se
desarrolla de una forma bastante eficiente, pero su hermano o su hermana no desarrollaría más que
procedimientos bastante menos eficientes, algunos incluso totalmente inadecuados. René Zazzo
había hablado de un desarrollo gemelar bajo la forma de una relación “dominante-dominado”.
Sabemos hoy en día que esta relación no es fija en ningún caso y no deja de fluctuar. Por necesidad
de diferenciar a los gemelos entre ellos, los padres y el entorno buscan atribuirles características que
les son específicas. Así, el afecto de la madre por sus gemelos se hará en función de quien ella crea
que es el más dependiente del adulto y el menos competente. Las solicitudes más frecuentes le
serán entonces atendidas.

La construcción del pensamiento y la personalidad sólo se puede lograr a través de


peticiones hechas a los niños, lo que les lleva a un proceso de equilibrio de la respuesta y la
demanda. Sin embargo, dentro de este período de complementariedad, se les pedirán cosas
a uno después que al otro, produciendo una posibilidad reducida de acción sobre la
realidad. De hecho, cuando se pide algo a uno de los gemelos, y por lo tanto inicia la
construcción de nuevas formas de organización del pensamiento, su hermano o hermana
estará en una posición de espectador, no actor. Sólo cuando se le pida lo mismo al otro, lo
que había observado antes tendrá sentido en su pensamiento. Este procedimiento se
reactiva a expensas esta vez del desarrollo de su gemelo. Los esfuerzos nunca son

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exactamente idénticos con respecto a uno u otro niño, por lo que encaja bien en una
organización de crecimiento dinámico, y de desarrollo de la personalidad en etapas
sucesivas. La génesis de la personalidad se produce "a tropezones" causando el desarrollo
que nosotros desde fuera llamamos “complementario” pero que es un "parasitismo
cognitivo" en términos de la persona.

Este modo de estructuración “a tropezones” es un elemento esencial que nos permite


explicar el retraso que tienen las parejas de gemelos en su desarrollo. Aunque las
estructuras que desarrollan les permiten adaptarse a la realidad e integrar toda su
complejidad, el tiempo que tardan en construirlas es bastante más largo que el de los hijos
singulares.

El desarrollo de la autonomía (primera etapa: entre los siete y los doce años): el medio en
el que evolucionan los gemelos implicados en el segundo estadio del desarrollo en el
proceso de “parasitismo” cognitivo por complementariedad, va a poder, en la etapa
siguiente, atenuar las repercusiones de un cierto modo de interacciones. Así, cada uno de
los gemelos va a su vez a encontrarse en el centro de las interacciones que el medio
establece con la pareja gemelar. Los gemelos van a tener entonces la posibilidad de
desarrollar estructuras más eficientes, liberándose de la relación gemelar que les aprisionan
en esta complementariedad de la etapa anterior.

Una cierta forma de autonomía podrá entonces ser atendida en el curso de esta tercera
etapa. Las peticiones se van a diversificar en el curso de este periodo del desarrollo y van a
tocar a cada niño en tanto que individuo y no ya como entidad gemelar, o como uno de los
gemelos por referencia al otro. La escolarización y la separación que es efectiva en el seno
de este nuevo entorno aporta un reequilibrio de las peticiones estructurales. Así, el retraso
iniciado en los periodos precedentes disminuye.

Podríamos pensar que esta etapa de autonomía podría iniciarse en el seno de los periodos
de desarrollo anterior, gracias a los reequilibrios interno de la pareja gemelar, que el niño
menos competente sería capaz de subsanar su falta de desarrollo por la intermediación de
su gemelo, viniendo éste a suplir las carencias interactivas inducidas por el entorno. Esta
hipótesis no parece que pueda ser considerada en la medida en que incluso si los niños
tienen una relación de cooperación privilegiada debido a su proximidad, no tienen de
ninguna manera consciencia de cómo se comportará su compañero. Sólo un mediador
externo a la hermandad gemelar puede poner a funcionar este proceso y jugar el rol de
regulador.

Estas etapas del desarrollo gemelar son etapas de integración en el sentido de que los niños
no pueden alcanzar la primera etapa de autonomía sin haber pasado la etapa de la
complementariedad. Cada etapa se sucede e integra con la precedente. Así, no tenemos
una superposición de etapas unas detrás de las otras, en la que los padres modifican
inconscientemente su comportamiento en los momentos precisos del desarrollo de los

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niños. Las modificaciones de peticiones no se producen en un contexto interactivo. Así, son
los mismos niños lo que piden las modificaciones de comportamiento con respecto a ellos y
quienes van a permitir la desaparición de las solicitudes unificadoras para que sean
reemplazadas por solicitudes al nivel de la complementariedad. En efecto, la evolución
natural de su organización cognitiva les lleva a activar comportamientos que van a implicar
la modificación interaccional del uno con respecto al otro, pero también con el entorno. La
complementariedad establecida va a permitir reestructurar la relación gemelar de una
manera equilibrada, en el sentido de que el niño no entra en un funcionamiento patológico
de comparación y dependencia con su gemelo. La etapa anterior de unificación va a permitir
atenuar este elemento con el fin de no encontrarse en una situación de conflicto
permanente.

Así, la etapa inicial de unificación en el seno de la identidad gemelar aparece como


fundadora de lo que será la relación gemelar que une a los niños entre ellos. Es esencial
comprenderla en este sentido y no como parte de un estado patológico del desarrollo
gemelar. Si de hecho podría considerarse bajo esta forma con respecto al desarrollo individual,
estos niños por su nacimiento están bajo el signo de los gemelos. La segunda etapa, que hemos
calificado como de complementariedad, no puede existir ni puede ser superada si no ha finalizado la
de identidad gemelar. En efecto, este periodo es fundamental en el sentido de que permite a los
niños pasar por un nivel de transición antes de acceder a la autonomía completa.

La relación gemelar no representa una patología, sino una relación fraternal específica.

El acceso a la autonomía va a poder efectuarse a partir de la superación de la complementariedad


gemelar, lo que permite también situar las aptitudes propias de cada uno de los niños. Esta
autonomía no se considera una negación de la gemelaridad o una “desgemelización” a ultranza, sino
más bien la toma en cuenta de la capacidad de vivir su propia vida, de tener sus propias necesidades,
aparte de la aprobación o de la presencia de su gemelo. La relación gemelar está siempre presente
pero no representa una patología, es una relación fraternal específica.

La toma en cuenta del desarrollo gemelar nos lleva entonces a identificar que a autonomía de los
niños de uno con respecto al otro puede ser considerada antes de los seis-siete años, es decir, antes
de la entrada en primaria, en la mayoría de los casos. Cae por su propio peso que ciertos padres
pueden pedir una autonomía más precoz pero hay que estar vigilante en cuanto a su puesta en
marcha. Esta última debe comprenderse y ser analizada en función del sufrimiento que pueden
padecer a menudo los niños. Esta información puede ser vital y puede en todo caso ser explicada a
los enseñantes con el fin de considerar la separación, más que como un hecho necesario e impuesto,
como un paso más de crecimiento bien definido en el desarrollo de los niños.

Planteado esto, nos hace falta sin embargo, tomar un cierto número de precauciones en lo que
concierne a esta separación de los gemelos en el contexto escolar. En efecto, viendo lo que
acabamos de exponer, parecería que todos los gemelos acceden a esta etapa de la autonomía a los
seis o siete años. Desagraciadamente, y por diversas razones, nuestra experiencia nos ha
demostrado que ciertos niños no atraviesan todas las etapas definidas anteriormente.

10 Traducido por Marisol García Izquierdo para www.criandomultiples.info


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Todas las parejas de gemelos no tienen un desarrollo teóricamente perfecto como el que hemos
definido.

El encierro en la complementariedad

Nos encontramos a veces con niños que, fuera ya del periodo de complementariedad, no habrían
alcanzado la primera etapa de autonomía, a causa de un medio que habría favorecido un desarrollo
cognitivo parasitario. La relación gemelar que une a estos niños y su dependencia emocional
encontrarían su fuente en términos de una etapa superior. Nos vamos a encontrar a niños que
presentan por una parte un retraso en el plano de su desarrollo cognitivo, pero deberíamos darnos
cuenta de que uno de los gemelos tiene un retraso mayor que el otro.

En efecto, en la problemática gemelar, será establecido el sistema de preferencia de uno de los


niños, lo que implica que todas las peticiones son hechas a uno en detrimento del otro. La diferencia
entre los dos niños debería ser entonces muy marcada, uno sería mucho más competente y eficiente
que el otro. En la edad adulta, uno de los gemelos sería entonces potencialmente autónomo, pero lo
sería menos de hecho que su hermano o hermana en un una posición de autonomía parcial. La
relación que uniría estos dos adultos sería pues de naturaleza psicoafectiva para el gemelo más
eficiente, y el segundo presentaría una falta da autonomía flagrante, debiéndose hacer todo baja la
mirada de su hermano o hermana.

Está claro que, en este contexto, la primera idea que viene a la cabeza es la de separar a los dos
niños a fin de favorecer el florecimiento del que será menos competente. Pero démonos cuenta del
hecho de que la separación psíquica no será suficiente para favorecer el desarrollo de las
potencialidades en casa de este niño que ha sido el más tocado por este modo de relación. En
efecto, el vínculo gemelar que une a estos niños entre ellos implica que uno de los gemelos es más
competente que el otro. Antes de pensar en una separación, es necesario poder favorecer el
desarrollo de las competencias de aquél que está más retrasado. Así, el acceso a la autonomía será
logrado como un hecho evidente por cada uno de los niños. En el caso contrario, el niño menos
competente se sentirá perdido sin su regulador externo, sin su gemelo que estaba ahí para ayudarle.
De la misma forma, el que es más autónomo se inquietará enormemente por su hermano o
hermana, que sabe que es menos competente que él.

La permanencia de la fusión gemelar

Nos pasa todavía, incluso si esto es cada vez más raro, que nos encontramos con gemelos que no
han superado jamás la unificación en una entidad gemelar que estaba presente desde el principio de
sus vidas.

La etapa de la complementariedad no se habría afirmado, o lo habría hecho muy levemente, sin


haber dejado ninguna posibilidad de alcanzar la etapa de la autonomía. Tendríamos entonces
gemelos que habrían estructurado su realidad según procedimientos poco elaborados, y casi
idénticos, lo que les habría llevado por consiguiente a seguir caminos similares. Los problemas
encontrados en estos niños son por estar muy cercanos el uno del otro y son muy importantes. En
efecto, estos gemelos presentan un retraso de desarrollo muy marcado, que implica patologías en
sus relaciones. El principal problema que encontramos por este tipo de fusión gemelar va a ser la

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incapacidad de separarse de su hermano o hermana, la escasez de desarrollo de la personalidad de
cada uno de los niños, que implica un refuerzo del vínculo gemelar que les une.

Una vez más, y quizás aún más que antes, toda persona enfrentada a esta situación tendrá en la
cabeza el hecho de separar a los niños con el fin de hacerles salir de esta etapa de fusión gemelar.
Pero aquí también hay que proscribir la separación inmediata. En efecto, una separación impuesta
en primaria mientras que los gemelos están en plena fusión no traerá más que un mantenimiento de
esta fusión gemelar. Una búsqueda sin fin de este estado que los gemelos considerarán como
bendecido por una total fusión del uno con el otro. Este vínculo será entonces interiorizado y
participará totalmente en el desarrollo futuro de los niños.

Así pues, es importante llevarlos progresivamente a la etapa de la complementariedad antes de


acceder a la de autonomía. Aquí se sitúa el rol esencia de los que quieren ayudar a estos niños en su
desarrollo.

La cuestión de la separación debe ser afrontada con mucha precaución

Tal y como nosotros lo hemos visto, la cuestión de la separación de los gemelos está lejos de ser tan
evidente como algunos puedan pensar, y debe ser afrontada con mucha precaución. Si debiéramos
definir los criterios que permiten minimizar los riesgos tomados con el desarrollo de los niños, habría
que tener en cuenta:

- La etapa del desarrollo gemelar en la que están (etapa que puede ser definida por un
especialista en el desarrollo de los gemelos, y de forma científica a través de chequeos)
- El acompañamiento que pueden ofrecer el colegio y los profesores en este proceso
- La voluntad de los niños de verse separados y de tener la posibilidad de desarrollar, cada
uno, su propio círculo de amistades.

Una vez más, hace falta poder acompañar dulcemente en su voluntad de ayudar a los niños a
desarrollar su propia personalidad y sus propias capacidades. La separación física no es LA respuesta
para el buen desarrollo de los gemelos. Es una acción precisa y cargada de consecuencias que debe
ser bien pensada antes de llevarla a cabo, tomándose tiempo para analizar correctamente la
situación que se haya encontrado. Sin querer ir demasiado deprisa (la separación de los niños no
comienza a ser discutida hasta primaria), con el fin de preservar ese vínculo que es suyo y que
puede, en cualquier caso, ser el motor de su desarrollo. Siempre puede existir una competitividad
benevolente entre los gemelos, lo que les lleva a superarse recíprocamente bajo la mirada benévola
de sus padres. Y no es un mito encontrar gemelos que se llevan bien en la vida adulta y se llaman
con frecuencia, teniendo un interlocutor privilegiado (su hermano o hermana) más importante que
su propio cónyuge. Pero efectivamente, esto no interesa a los medios, que lo encontrarán
demasiado “normal”.

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