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Bolívar, Ricaurte y las manipulaciones de la historia
En nuestras clases de historia nos enseñan con emoción el acto heroico del Capitán Antonio
Ricaurte en San Mateo. Ante la posibilidad de que las tropas realistas tomaran las armas y
municiones que almacenaban los patriotas en la “Casa Alta” de San Mateo, Ricaurte
decidió volar el depósito, sacrificando su vida y las de los [...]
Por Angelus | 9 de Septiembre, 2009

En nuestras clases de historia nos enseñan con emoción el acto


heroico del Capitán Antonio Ricaurte en San Mateo. Ante la posibilidad de que las tropas
realistas tomaran las armas y municiones que almacenaban los patriotas en la “Casa Alta”
de San Mateo, Ricaurte decidió volar el depósito, sacrificando su vida y las de los que lo
acompañaban. Eso fueron los hechos que se enseñan en los salones de clase y en los que
creímos hasta leer la novela “El Mariscal que vivió de prisa” del periodista y escritor
colombiano Mauricio Vargas Linares. En la premiada novela (ganó el Premio Bicentenario
Planeta y Telefónica 2009), Vargas Linares describe el conocido episodio de San Mateo
con un giro que seguramente planteará polémica:
“Pero a pesar de tantas bajas y del sacrificio del propio capitán Ricaurte, San Mateo
marcó una victoria y legó un héroe que se esfumó rumbo al cielo gracias a la explosión
inmoladora. Sólo encontró en el espacio sepultura suficiente para su talla, dirían los
poetas. No hubo entierro ni procesiones, no había cadáver, no podía haberlo si había
volado en átomos, o quizás si lo hubo. Catorce años después, mientras conversaba con su
amigo francés Luis Perú de la Croix en la estancia del galo Bucaramanga, el Libertador
terminó por confesarlo. Ricaurte murió mientras bajaba de la casa alta con sus hombres,
cayó por una bala y algún infernal lo remató de un lanzazo, yo mismo reconocí su cuerpo
atravesado por la vara y tendido boca arriba, el sol le había tostado la piel en las horas
que siguieron al desalojo del polvorín que ya era muy escaso tras un mes de combates. Yo
soy el autor del cuento, amigo Luis, lo hice para animar a mis hombres. El parte del
secretario de Guerra sobre la batalla, escrito a las pocas horas, nada dijo de la explosión
ni del sacrificio del mártir, ni una palabra del suceso llamado a convertirse en el más
notable del mes casi completo de lucha por San mateo.

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Pero en aquel entonces, la leyenda cumplió su cometido. Los soldados patriotas vivaban al
capitán Ricaurte una semana después, en Bocachica, mientras se lanzaban contra las
columnas de Boves que los doblaban en número.(…)”
No fuimos los únicos sorprendidos con la versión que maneja Vargas Linares; la periodista
colombiana María Isabel Rueda entrevistó al autor para el periódico El Tiempo y le
preguntó:
A mí en el colegio me enseñaron que Antonio Ricaurte murió como un héroe en San Mateo,
“en átomos volando”. En el libro, usted pone en boca de Bolívar que eso se lo inventó
para darle ejemplo a su tropa. ¿Lo dice su imaginación o lo sacó del ‘Diario de
Bucaramanga’, de Perú de Lacroix?
Eso lo dice Perú de Lacroix, y Germán Arciniegas escribió todo un ensayo para
desmentirlo. Pero no pudo, porque era un testimonio directo de Bolívar y porque no existe
en las memorias de esa batalla que Ricaurte hubiera volado el depósito.
Aunque el libro no es una biografía, el autor manifiesta que la mayoría de los hechos
relatados tienen base histórica, como lo demuestra la respuesta que le da a la pregunta de
María Isabel Rueda. El tema tiene diversas aristas, pero hay una pregunta que me asalta:
¿Es Ricaurte un héroe según lo aprendimos en nuestro tránsito por la escuela o su muerte
fue una leyenda inventada por Bolívar?

Comentarios (35)
alfredo
9 de Septiembre, 2009
Vale la pena preguntarse si de verdad es relevante la interrogante final. La forma en que
murió Ricauter no le quita ni le agrega nada a su heroísmo. Tal vez sea menos romántico
caer por un tiro y luego ser rematado por un lanzazo, pero no es menos heroico. Lo que me
parece interesante es el ingenio de Bolivar de ser cierto lo que cuenta Perú de Lacroix, la
leyenda de Ricauter me parece más seductora si fue un invento suyo. Un verdadero
cojonudo el Libertador.
Alberto Pineda
9 de Septiembre, 2009
Cada vez que pasaba de niño por la autopista a la altura de San Mateo, mis padres me
repetían la historia de Ricauter. Cuando vuelva a pasar por allá, ya no la veré igual. No creo
que el trasfondo de la pregunta sea si Ricauter fue un héroe o no por la forma como murió
-aunque si creo que hay una diferencia bárbara entre inmolarse y morir en combate ¿A
cuántos capitanes del ejército libertador conocemos por su nombre que murieron por un
balazo? – o si Bolívar es un digno heredero de Maquiavelo. Para mí, el tema es la
manipulación de la historia por el poder, los peligros de la historia oficial, y quizá algo más
de fondo, cómo sabemos si algo es verdad “históricamente”. Saludos
Sesaru
9 de Septiembre, 2009
no se, por lo menos yo nunca creere algo que diga un colombiano, menos si se trata sobre
venezuela y MENOS si se trata de bolivar, podemos facilmente recordar que los
neogranadinos ahora colombianos, traicionaron a bolivar, lo difamaron y ridiculizaron,
aparte nunca se demostro que la muerte de nuestro liberador en territorio neogranadino
fuera veridico y haci tambien ahy teorias no comprovadas de que pudo facilmente ser
asesinado.
volviendo al tema de este autor, como dice en el articulo
“el autor manifiesta que la mayoría de los hechos relatados tienen base histórica”
es una tactica que se ve a simple vista, tipico del amarillismo, si se descubre que es mentira
esta frase lo salva.
esa es mi opinion, muy bueno el articulo, gracias por publicarlo.
Virginia Rosales López
9 de Septiembre, 2009
Gracias por compartir esta información tan interesante. ¿Con cuántas otras cosas que hemos
estudiado y damos por ciertas pasará lo mismo? Un saludo.
Milonga
9 de Septiembre, 2009
Sesaru, el tema no es si la evidencia histórica proviene de una nacionalidad o no. Recuerda
que la base para cuestionar la versión oficial de los hechos es nada más y nada menos que
“El Diario de Bucaramanga” de Luis Perú de la Croix”. El tema es interesante: ¿Cómo
podemos estar seguros de hechos que ocurrieron hace tanto tiempo? Bueno, es el trabajo de
los historiadores, pero los mitos, leyendas y prejuicios se seguirán interponiendoante la
verdad.Gracias.
Sesaru
9 de Septiembre, 2009
Milonga, solo escribia lo que se me pasa por la mente, y es verdad lo que dices nunca
estaremos seguros, me gustaria leer ese diario, y ¿quien me puede hablar de ese diario? no
se nada sobre ese diario por lo que yo no puedo estar seguro de veracidad.
es muy bueno sacar un tema que provoca polemica ¿no?
quien lo lleva a la luz se hace famoso rapidamente
soy algo desconfiado, pero me considero algo abierto y quisiera saber mas de esto, ahora no
dormire hasta estar seguro de algo XDDDD
julieta salas de carbonell
9 de Septiembre, 2009
En mi infancia, cada vez que, viajando por la carretera del centro pasabamos por San
Mateo, papá nos contaba la historia de Ricaurte y añadía: “Esos son cuentos que inventaba
el Libertador para animar a la gente”. Igualmente cuando llegabamos a Bárbula y se
distiguía el monumento a Girardot, otra historia y el mismo comentario. Así que parece que
“antes” era vox populi que el Libertador fabulaba.
Lenis Martínez
9 de Septiembre, 2009
No me parece muy real esta declaración. Prefiero quedarme con la versión de la historia…
Nadie antes se había dado cuenta jajaja ni tú lo crees lo haces para vender más o qué?
andrés boersner
9 de Septiembre, 2009
Las mentiras a veces son más reales que la verdad, o merecerían serlo. Para alguien que
demostró valentía y apego a los ideales libertarios le va bien la anécdota. ¿Fué que acaso
Páez le dijo a sus corajudos llaneros algo tan delicado como “vuelvan caras”? Negro
Primero, herido de muerte, ¿Se regresó donde el “táita” para informarle “vengo a decirle
adios, Mi General, porque estoy muerto”?
En el caso del libro de Mauricio Vargas, siendo novela y refiriéndose a un episodio que
siempre ha sido discutido, creo que le asiste el mismo derecho que a Gabo cuando relata las
“anécdotas” de Bolívar en “El General en su Laberinto”.
Lo importante es que la idea de sacrificio por el prójimo y por una causa ha pervivido en el
tiempo, lo mismo que el coraje o la fidelidad, llámese Ricaurte, Páez o Pedro Camejo. De
frases y anécdotas maquilladas está llena la historia de todos los pueblos cuando se busca
resaltar ideales pre-existentes. Malo es cuando la historia
se utiliza para falsear, en nombre de principios contrarios al original, cuando desea eregir
cortinas de humo o perjudicar a terceros, cuestión que observamos también con frecuencia.
Pero en esos casos el tiempo se encarga de mostrar las costuras y poner las cosas donde
corresponde.
Vargas, como hábil novelista, nos ha enfrentado a la historia oficial, haciéndonos dudar.
Ojalá los señores de Editorial Planeta de Venezuela no duden y nos traigan la novela.
Sophie
9 de Septiembre, 2009
Una historia salpicada de leyendas para subirnos los ánimos!! Ojo, lo mismo pasa con la
historia contemporánea. ¿Quién será el de la Croix del siglo XXI?.
Angel Alayón
9 de Septiembre, 2009
Gracias a los buenos oficios de Andrés Boersner, transcribo aquí la parte del Diario de
Bucaramanga de Delacroix, en la que se describe, en voz de Bolívar, el episodio de San
Mateo:
“Ricaurte, otro militar granadino, figura en la historia como un mártir voluntario de la
libertad; como un héroe que sacrificó su vida para salvar la de sus compañeros, y sembrar
el espanto en medio de sus enemigos; pero su muerte no fue como aparece: no se hizo saltar
con un barril de pólvora en la casa de San Mateo, que había defendido con valor: yo soy el
autor del cuento; lo hice para entusiasmar mis soldados, para atemorizar a los enemigos y
dar la más alta idea de los militares granadinos. Ricaurte murió el 25 de marzo del año 14,
en la bajada de San Mateo, retirándose con los suyos; murió de un balazo y un lanzazo, y lo
encontré en dicha bajada tendido boca abajo, ya muerto y las espaldas quemadas por el
sol.”
Suniaga
9 de Septiembre, 2009
…A ver amigos…La nacionalidad del Capitán Ricaurte era Neogranadina, es decir,
colombiana (Valle de Neiva, si no me falla el recuerdo), fueron muchos los granadinos que
se destacaron en nuestro suelo, como Girardot, por ejemplo.
Tomar a Perú de la Croix al pie de la letra es un error…varias veces he leido su diario, (de
paso, no recuerdo haber leido nada del episodio de San Mateo, deberé volverlo a leer)…
bueno, el punto es que Perú de la Croix manipula mucho la información sobre el
Libertador, los episodios de su vida, y la gente que le rodeó, sobre todo, si esa persona le
era adversa al mismo La Croix.
De la misma manera,y tomemos por ejemplo el siguiente ejemplo, La Croix, sirvió a las
ordenes de Napoleón I,al cual admiraba, y en el Diario, pone en boca del Libertador
palabras de admiración y respeto por el Corso, cuando es sabido el desprecio que sintió por
el cuando se coronó Emperador. El Diario de Bucaramanga sirve como referencia leve, más
no como un testimonio confiable
Abel Gali
9 de Septiembre, 2009
Es impresionanante lo falso de nuetros maestros, nos han enseñado un historia que nunca
existio, hoy gracias a la contratacion que se hace de losd socumentos bolivarianos y otros
no, podemos esclarecer la historia patria.
Juan Carlos Chirinos
9 de Septiembre, 2009
De todo esto a lo único que se le puede dar algo de crédito es a esta cita final del Diario de
Bucaramanga; una novela no es, ni lo quiere -ni lo puede- ser, un documento histórico
digno de generar ningún tipo de polémica: una novela es una novela. Punto. Un historiador
o una persona interesada seriamente en la Historia no toma una novela como un documento
“formal” para la historia, salvo, como ocurre con las novelas de Balzac o la Pardo Bazán, o
Clarín, como documentos especialmente interesantes para hurgar en el espíritu de la época
que las produjo (Lucien Goldman, etc.). Y aunque una novela se presente con el adjetivo
“histórica”, nunca puede sustituir al documento y demás recursos de que la historiografía
echa mano para tratar de buscar la veracidad de un acontecimiento. Recuerden que una cosa
es lo veraz y otra cosa muy distinta la verosimilitud de que hacen gala las buenas novelas.
En todo caso, el testimonio de De La Croix es solo un testimonio, y supongo que deben de
haber documentos, cartas, partes, memorias, etc., con los que contrastar. ¿Hay algún libro
sobre este tema?
Por otro lado, ¿qué pasó en la Guerra de Independencia?
Esto de lo que tratamos aquí puede señalarnos una cosa que a mi modo de ver es importante
e iluminadora: que la guerra también se desarrolla (ayer como hoy) en el terreno de la
propaganda y la mitologización. El que tenga más “soldados Ryan” es el que al final se
puede llevar la victoria: recuerden “Los Persas”, a Calístenes, a Humphrey Bogart en
“Casablanca”: ¿por qué la muerte atomizada de Ricaurte (como el vuelvan caras, como la
muerte del negro primero) no se puede considerar como parte esencial de esa guerra que
también se libraba en el papel? (Recuerdo ahora una divertidísima película con Robert de
Niro y Dustin Hoffman, “Wag the dog”, que va de esto mismo).
Me queda la sensación, que he leído en otros lugares ya, de que la Historia llama más la
atención a los lectores en Venezuela que lo novelístico en sí mismo; Andrés, ¿es idea mía o
van por ahí los tiros?
Saludos a todos.
JCCH
Angel Alayón
9 de Septiembre, 2009
Otro aspecto interesante: en el “Diario de Bucaramanga” aparece la siguiente nota al pie en
la edición de José Agustín Catalá/editor/EL CENTAURO, en la página 159:
“En el trabajo que sobre el Diario de Bucaramanga publicamos en el N° 24 del Boletín de
la Biblioteca Nacional, y luego con adiciones en el 55 de la Academia de la Historia, al
manifestar nuestra conformidad con las razones que da El Libertador para justificar su
extraordinario decreto en honor de Girardot consignamos también que teníamos por
apócrifo el que se le hace decir acerca de la muerte de Ricaurte y el lugar y modo como lo
encontró: el voluntario sacrificio del Capitán granadino es generalmente aceptado y en su
contra no hay argumento digno de tomarse en cuenta. (J.E. Machado, ed. cit”
Y en la introducción a dicha edición, dice José Agustín Catalá, en 1973:
“Una de las objeciones más violentas que ha tenido el diario desde su publicación inicial ha
sido precisamente la de que las ideas expresadas allí por Bolívar están, la mayor parte de
las veces, en amplio contraste con las que son aceptadas como verdades históricas. El
ejemplo más claro lo representa la versión del Libertador sobre los sucesos de San Mateo
que dieron gloria póstuma a Ricaurte no fue tal, sino una historia inventada por el propio
Bolívar para fortalecer el sentimiento patriótico de las masas. Indudablemente
aseveraciones como ésta, encontraron -y encontrarán-opositores que trataron de comprobar
su falsedad, atribuyéndoselas a maquinaciones malignas de Perú de Lacroix.
Cierto o no, la polémica suscitada entre quienes niegan y quienes afirman, sólo sirve para
impedir el florecimiento de un juicio crítico, que yendo más allá de los odios y los amores
históricos, permita ver con ojos lúcidos la enseñanza de la historia, y, por cierto, la
enseñanza que la vida y obra de Bolívardejó para todos los latinoamericanos, y que todavía
no ha sido bien asimilada. Dicho sea de paso, una personalidad como la de Bolívar
ilumnina con mayor intensidad a medida que nos acercamos a ella desde un punto de vista
más humano; y es posible aquí hablar de glorias y defectos.”
Disculpen lo largo de este “comentario”.
andrés boersner
10 de Septiembre, 2009
La novela histórica sigue gustando mucho en Venezuela y más que las obras que se centran
en laboratorios del lenguaje o las que trabajan lo netamente ficcional. Confiamos en los que
ficcionalizan a Miranda o Diógenes Escalante pero no apostamos todavía a los Larsson o S.
Meyer (a los policiales y de corte fantástico) que puedan existir. Los libros de auto-ayuda
criollos funcionan bien. Las novelas experimentales jamás han tenido buena respuesta de
mercado y eso no es algo típico de acá sino generalizado. Más allá del prestigio de un Juan
Benet o Julian Ríos en España, sus índices de venta no dan para un buen veraneo.
Si hablas con un editor local te dice que no tenemos suficientes escritores o que no
interesan. Estos dirán lo mismo de los editores y ambos, cuando firman el contrato, se
lamentan de lo poco que se lee en el país. En resumidas cuentas: la confianza y la noción de
esfuerzo a mediano y largo plazo no existe.
Los libros de historia, que “echan el cuento” funcionan bien y son el enlace ideal para
llevar a la ficción o viceversa. Si te gustó una novela sobre Miranda es probable que acudas
a su Colombeia o su diario o la biografía de Picón Salas. Los libros de historia que se
refieren a la vida cotidiana, al estudio de las mentalidades, han sido bien acogidos por el
público. Los anecdotarios también y en este segmento observamos a mucho aficionado. En
cambio los libros que se centran en el estudio de procesos, con lenguaje técnico y dirigido a
colegas, se queda en el aparato.
El mercado editorial venezolano crece; el interés del lector hacia sus escritores también.
Los libros por encargo han aumentado en los últimos años. Nada indica que esto se vaya a
revertir a corto plazo. Una de las tareas a las que deberían apostar es la diversificación.
La pregunta de Juan Carlos no tiene respuesta tajante. Lo que apunta Suniaga ecerca del
Diario de Bucaramanga como testimonio poco confiable de nuestra historia es cierto. A eso
se añade que muchos conocen la edición censurada de los años cincuenta, que borra pasajes
“inconvenientes”. La edición que maneja el amigo Angel (de editorial Centauro) es la más
confiable.
Por culpa del señor Alayón se han planteado temas de gran interés que deberían seguirse
discutiendo:
-La relación siempre conflictiva entre ficción y realidad y las connotaciones éticas que
tiene.
-El interés del lector y la orientación o respuesta del mercado.
-Los libros por encargo
-Los invasores de oficio, que igual escriben un libro sobre fauna venezolana, una historia de
la masonería o una crítica al formalismo ruso, después de haber abandonado la carrera de
ingeniería.
Dantesol
10 de Septiembre, 2009
Bueno, como Historiador me permito opinar al respecto: Esto es “historia vieja”, en cuanto
que se sab … Leer másía desde años atrás esta versión según el Diario de Bucarmanga. Ya
Vicente Lecuna había dejado claro que aunque Perú de Lacroix era un fiel bolivariano,
también tendía a cambiar y distorsionar las cosas, y el caso del testimonio sobre lo de
Ricaute es una de ella. Hay que tener presente que no es sólo el testimonio de Bolívar el
que explica lo que ocurrió en San Mateo: hay más versiones que confirman lo hoy tan
conocido en el Polvorín (una de ellas es de José Trinidad Morán). Igualmente Delacroix
dijo que la Batalla de Mucuritas fue un invento propagandistico de Bolívar para asustar a
los españoles en el llano, pero la batalla si se dió y Paéz fue su protagonista. Asi que, sin ser
hagiagráfo bolivariano ni cultor de la “Historia Patria Heróica”, si pienso que es válido
creer como verdadera la historia de la muerte de Ricaute.
Juan Carlos Chirinos
11 de Septiembre, 2009
Excelente respuesta-orientación, Andrés; nos has puesto al día en cuanto a tendencias se
refiere, verdadero vademécum del mundo editorial venezolano. ¿A que aplico estos
consejos y me lanzo un best-seller histórico-vampírico-milleniumnesco? Hoy esta muy de
moda aquí en España eso de combinar géneros y hacer remakes: Jane Austen y los zombies,
un nuevo Cid campeador en prosa y cosas así.
Por otro lado, me gustaría preguntarle al señor que firma Dantesol (Daniel Terán-Solano) o,
mejor, sugerirle, que escriba un texto que aclare el estado de la cuestión: ¿qué hay de cierto
en la anécdota de Ricaurte y qué forma parte de la hagiografía o demonología histórica?
Por lo poco que he leído de Historia de Venezuela me da la impresión que 1) no hay -o no
se difunden- manuales que divulguen a los legos estos temas, y 2) que todavía la historia de
Venezuela no se ha estudiado con la cabeza fría que merece. Pero ojo: aclaro que no soy
especialista y seguramente hay un montón de libros que no conozco, lo que me devuelve al
punto 1.: que no se difunde bien el asunto. Busco aquí y salvo por el diccionario de historia
de la Polar y la historia de Morón, conzoco pocos rabajos nuevos sobre la historia
venezolana y sobre los siglos XVIII y XIX. Ah, y el sabrosos libro de Carlos Duarte sobr
ela vida cotidiana en la Venezuela colonial. Por todo esto que comento, sería ilustrador para
los interesados como yo que un historiador escribiera con rigor del asunto.
Y por último, digo algo sobre el primer tema que propone Andrés Boersner:
La relación siempre conflictiva entre ficción y realidad y las connotaciones éticas que
tiene.
“Mimesis conflictiva” creo que la llamaba Cesáreo Banderas en aquel libro tan usado.
Creo que la relación entre realidad y ficción tiene lugar justo enel borde de nuestros ojos,
en el limbo de nuestros pensamientos: todo lo que vemos es ficción; todo lo que
imaginamos, también. Sólo que en un caso podemos “patear” la realidad, y en e otro quizá
no, la volvemos símbolo. Es un tema fascinante para todo escritor porque siempre ocurre.
Madame Bovary no existe, pero habla de personas que sí existieron. La Batalla de
Waterloo, en Tolstói, no existe, pero sí los soldados muertos en ese campo de batalla; y
desde luego, el Ricaurte de la novela del colombiano que ha dado lugar a este tema, es puro
papel, pero en San Mateo tuvo lugar la explosión del polvorín.
En lo que no estoy muy seguor es en las ” las connotaciones éticas que tiene” esto. Porque
cuando, en literatura, escucho la palabra ética, me entran ganas de invadir las fábulas. La
literatura, creo yo, no tiene ética. O, mejoro, la ética de la literatura no es la étioca del
mundo y mucho menos la de la sociedad. Esto, sin desmedro de los libros que usan la
ficción para verter las ideas éticas de sus autores. Pero en este caso suelo recordar que José
Martí decía que no escribía novelas porque no tenía tiempo para eso, que eran tiempos para
la pedagogía de los pueblos.
Temas interesantes, sin duda, Andrés.
Saludos a todos.
JCCH
andrés boersner
11 de Septiembre, 2009
Al hablar de connotaciones éticas no me refería a la ficción sino a los que supuestamente
manejan la realidad y hacen historia. Perú de La Croix sería un buen ejemplo pero también
el que mandó guillotinar pasajes “inconvenientes” de su diario. De acuerdo contigo, Juan
Carlos, en lo referente a las libertades de la ficción. La literatura trae la ética incorporada
pero no es un asunto que tenga que desvelar al autor o donde tenga que pararse cada tanto a
dar explicaciones. Cuando los textos de ficción se vuelven explicativos ya no hay nada que
hacer. Eso me recuerda la novela de un excelente escritor que, después de relatar una
sublime experiencia de sexo salvaje con una muchacha que conoció pocas horas antes, nos
aclara que ama a su esposa y que lo anterior sólo fué fruto de su imaginación. Es el polvo
más triste que haya leído.
Juan Carlos Chirinos
11 de Septiembre, 2009
A ver si algún día descubro cuál novela es esa…
Ya entiendo, Andrés, pensé que se refería a la ficción. Desde luego, la ficción en la Historia
hay que tratarla con mucho cuidado: sobre todo con textos comos los de La Croix que
cuentan desde cierta perspectiva e interés.
El segundo tema:
Los libros por encargo.
Haberlos, haylos. Pero no es lo mismo La Eneida, ese gran encargo de Augusto (o el
Poema de Mio Cid, que ahora parece haber sido un encargo del Campeador a un poeta
musulmán de Valencia), que un periodista escribiendo apresuradamente el próximo premio
Planeta, o alguien que va a rebufo de las efemérides. En todo caso, elmejor encargo es el
que te hacen sobre un tema e el que te has metido desde antes porque te gusta.
No son malos los libros por encargo; lo malo es quién los escribe.
¡Salud!
JCCH
Juan Carlos Chirinos
11 de Septiembre, 2009
Me salté sin darme cuenta el verdadero segundo tema:
-El interés del lector y la orientación o respuesta del mercado..
tema en el que me confieso inútil. ¡Ojalá supiera qué quiere leer la gente! Montaba una
librería, o una editorial o escribía el próximo “Harry Potter que en el crepúsculo no amaba a
las mujeres”
talogo.
JCCH
andrés boersner
11 de Septiembre, 2009
Los libros por encargo dependerían, en buena medida, del interés del lector y la orientación
o respuesta del mercado. Formulé la pregunta porque sé que algunos de los que se pasean
por Prodavinci han tenido esa experiencia y la han asumido con éxito. Pienso que los libros
“por encargo”, póstumos o textos que no nacieron pensados como volúmen pueden
convertirse en el mejor título del escritor. Nombres tan dispares como Enrique Bernardo
Nuñez, Pamuk, Henry Miller, Hemingway, Vázquez Montalban o títulos como “La
Eneida”, “Diario del año de la peste” o “Los hombres duros no bailan” me vienen a la
mente. Tal vez Kake (que no Caque) y Juan Carlos nos quieran regalar algún comentario.
Las respuestas de Chirinos, aparte de inteligentes revelan una sinceridad poco usual en
escritores de su talento. Lo corriente es que hablen pestes del mercado o que, tratando de
situarse en la barrera,proclamen como Savater: “los intelectuales son como las putas: viven
de gustar”.
Rafael Arráiz Lucca
11 de Septiembre, 2009
Vale, estupendo tema: los libros por encargo.Coincido con Chirinos: si conoces el tema, lo
has estudiado y, encima, te proponen escribir sobre él, no veo cuál es el problema. El
resultado puede ser óptimo o no, pero no dependerá de que haya sido encargado o no,
dependerá del autor. Denigrar de una obra de arte porque ha sido encargada es confesar una
profunda ignorancia. Centenares, miles de obras pictóricas han sido encargadas y son hitos
de los que la mayoría ignora que fueron solicitadas. Volvemos a lo mismo: importa quien
escribe o pinta, no si la obra fue encargada o no. La prueba que ofrece Boersner es clara:
esos autores y tantos otros le deben su mejor libro a un encargo. Yo he escrito algunos
trabajos porque me han sido encargados, pero evidentemente los temas me son cercanos y
me interesa desarrollarlos. Me han propuesto otros que he dicho que no, y he sugerido el
investigador-escritor indicado para hacerlo.Esto último me ha pasado mucho últimamente,
incluso ha habido casos en que me hubiera gustado decir que sí, pero no he podido por falta
de tiempo. Estoy sumamente comprometido, mido las horas y minutos para que me
alcancen para todo lo que quiero hacer. Un escritor profesional puede aceptar un encargo,
pero está claro que estamos hablando de investigadores, profesores etc, no de novelistas ni
de poetas ni de cuentistas, esto sí sería muy raro hoy en día que se encargara. Se hizo
mucho antes: abundan odas bolivarianas encargadas por el general Gómez o cualquier otro
dictador latinoamericano de su tiempo. Está el caso documentado por Gustavo Guerrero de
Cela-Pérez Jiménez y La Catira. En fin esa es harina de otro costal, muy interesante, por
cierto.
andrés boersner
11 de Septiembre, 2009
Instructivos los razonamientos de Arraiz. Cabe agregar que dentro de la literatura por
encargo debemos incluir los que nacen de ciertos contratos, similares a los que un
beisbolista firma por cinco años. Me refiero a los escritores que se comprometen a entregar
dos novelas en tres años y con claras especificaciones; número de páginas o formato, por
ejemplo. Hasta allí bien. Pero a veces son tan específicos, incluso con la temática, material
de apoyo y locación que el producto final cae de perlas dentro de la literatura por encargo.
Eso no sucede en nuestro mercado, a nivel ficcional, pero si en el anglosajón (King,
Grisham), en el español (Ruiz Safón) y en otros. En nuestro país, donde lo novelesco se
maneja en las más altas esferas, es probable que aparezcan novelas zamoranas o imperiales
con sistema de “pre-pago”. La literatura por encargo no siempre tiene fines mercantilistas
y, como bien sugiere Rafael,hay un fantasma que recorre Venezuela y que se parece a
Camilo José Cela.
Juan Carlos Chirinos
11 de Septiembre, 2009
¡Qué bien que nombran “La catira” de cela (con ‘c’ muy minúscula) y el trabajo de Gustavo
Guerrero!: Todo venezolano interesado en la literatura debe leer este libro profundo y
entretenidísimo: hacía falta alguien que le diera sus buenos cuerazos como se los merecía a
este personajillo miserable y, dicen, con talento. Y creo que Guerrero en este libro cierra (y
aclara) todo el embrollo y la indignidad de tema.
Por otra parte, debo decir que las cuatro biografías que he escrito las he hecho por encargo,
con la suerte de que me han dejado escoger al personaje: Miranda, Einstein, Olimpia y
Alejandro; y sin ser historiador, ni filólogo clásico, ni historiador de las ciencias, creo que
tuve la gran oportunidad de poner en papel la vida de los personajes que obsesionan mis
lecturas. Que haya gente que disfrite de es libros es suficiente para mí.
Y debo agradecer la invitación de Antonio López Ortega a participar en “Las voces
secretas”, porque eso me impulsó a escribir “Un ataque de lentitud”, pues él me pidió un
inédito y como no tenía no tuve más remedio que escribir uno. Y es un cuento que todavía
me sigue gustando. Así que lo considero un semi-encargo.
Considerop a S. King un gran escritor, de los mayores vivos. Sus cuentos son referencia
obligada para mí; y creo que todo lo que ha escrito lo ha hecho para comer. Algunas de sus
novelas sus excelentes, otra regulares; pero no olvidemos que “Carrie”, “El resplandor” y
“Misery” son películas basadas en historias suyas. Y tener esa imaginación solo les ha sido
dado a Poe, Lovecraft y él (bueno, y a Ewers y a Machen et al.).
Hay un problema con los contratos por dos o tres novelas: dan la libertad para escribir,
porque te pagan por anticipado para que lo hagas, y generalmente se trata de cantidades
como mínimo que sirven para pagar las cuentas; pero como es trabajo pago los editores
presionan y presionan y si el escritor no tiene la fuerza, la entereza y el talento suficientes
entrega cosas inferiores a sus capacidades por cuestioón de tiempo y estrés. he visto cómo
desciende en calidad la obra de autores que emergen en el panorama español de repente y
que una editorial grande los “chupa” para sacrales partido. Ahora mismo leo la nueva
novela de Sam Savage y debo decir que me está decepcionando mucho, quizá porque
“Firmin” es una cumbre, quizá porque la ha escrito en poco tiempo porque el mundo
esperaba un nuevo trabajo, quizá porque yo esperaba un “Firmin” nuevo. En todo caso,
llevo 60 páginas que leo con mucha pena y cariño, como el que ve perder a su equipo a
casua del cansancio. ¿Fue un encargo de la editorial?
(Y, además, habría que agregar a los encargos célebres a que hacen mención Rafael y
Andrés, los “Conciertos de Brandeburgo” y la “Ofrenda musical” de nuestro abuelo Bach.)
Último tema que propone Andrés:
-Los invasores de oficio, que igual escriben un libro sobre fauna venezolana, una
historia de la masonería o una crítica al formalismo ruso, después de haber
abandonado la carrera de ingeniería.
Los hay “a puñaos”, como dicen aquí. Pero el nuestro es de los pocos oficios en los que no
se le pueden poner puertas al campo, porque no existe, y ojalá que no exista nunca, la
policía de la metáforas, así que cualquier imbécil que sepa teclear o esgrimir un bolígrafo
puede lanzarse a escribir poesía, ensayo, novela y demás. Son los lectores los que lo
censurarán leyéndolo o no. Quizá por eso se dice que los libros más famosos de una época
hablan del nivel cultural de la misma: dime que están leyendo tus ciudadanos y te diré en
qué clase de país vives (¿Suerte y ‘Gaceta hípica’?).
¡Zape pallá, fantasma de cela!
¡Saludos!
JCCH
Andrés Boersner
12 de Septiembre, 2009
Creo que los libros por encargo tienen un encanto adicional, ya que ejercen una presión que
de otro modo podría mantenerte indefinidamente frente a la página en blanco o hacerte caer
en empastelamientos narcicistas. Un célebre artista decía que el dibujante tenía que
practicar sobre cualquier superficie, “ganarse el material” antes de llegar al papel fabriano o
las mejores marcas de grafito. Los libros por encargo, con temas que no asumiríamos
corrientemente, pueden significar un ejercicio creativo de primer orden. Y un libro por
encargo permitiría también financiar el que teníamos en mente.
Nos hemos alejado de Ricaurte para acercarnos a lo de Echeto. Creo que los historiadores,
que también merodean Prodavinci, guardan un discreto silencio.
Rafael Arráiz Lucca
12 de Septiembre, 2009
Leì hace poco una entrevista a Grisham, de quien no he leído ninguna novela, y él afirmaba
que su compromiso con el editor era entregar todos los años una novela en septiembre, pero
que nadie le imponìa el tema ni siquiera le hacían observaciones a lo escrito. ¿Será verdad?
Me pregunto si no se habrá ido formando un mito con esto de la narrativa de laboratorio.
¿Será cierto que los editores le dicen al autor lo que quieren que haga, los temas, los
personajes? No conozco a fondo este mundo, pero si alguien tiene testimonios directos sería
interesante que los colocara aquí, es importante esclarecer este paraje neblinoso.
Mi experiencia local es muy clara: escribo un artículo semanal en EL Nacional desde hace
trece años y jamás me han censurado nada, ni siquiera me han dicho que cambie una coma.
Mi editor, Ulises Milla de Alfa, es más respetuoso que un monje con el caliz en la mano, de
modo que por mi parte no cuento con testimonios, pero habrá otros que sí.
Andrés Boersner
12 de Septiembre, 2009
Leí la entrevista a Grisham, que con el sugerente título de “Sé que lo que yo hago no es
literatura” publicó El País de España el 31 de agosto del 2008. En su caso la única presión
del editor son los plazos y lo que diga el contrato. Pero él sabe cual público tiene y lo que
espera, “sin salirse del guión”. Su experiencia, cuando quiso explorar otras posibilidades
del oficio, no fué buena. Un Raúl Amundaray de la literatura (me acerco otra vez a
Ricaurte). Norman Mailer y Ernest Hemingway, por nombrar sólo dos escritores canónicos,
mencionaron varias veces las presiones que sus contratistas (creo que es la palabra
adecuada)les hicieron para borrar o cambiar pasajes de sus libros o cuentos, alguno de los
cuales fué hecho por encargo (“El viejo y el mar” o “Los hombres duros no bailan” que
Mailer tuvo que escribir en dos meses para no devolver el dinero que ya se había comido).
El mercado venezolano es pequeño; seguramente se han hecho precisiones de parte del
editor en algunos libros de no ficción, como los que escribe Rafael Arráiz. Pero no creo que
a los narradores locales se les presione todavía para sacar una novela romántico-vampiresca
o que reclamen la reconversión de Panchito Mandefuá en Harry Potter.
Andrés Boersner
12 de Septiembre, 2009
Acaba de temblar en Caracas. ¿Qué les parece si analizamos las palabras de Bolívar cuando
el terremoto de 1812?
Angel Alayón
12 de Septiembre, 2009
Al menos Bolívar aspiraba hacer que la naturaleza le obedeciera -versión oficial todavía no
contrariada en una novela-, pero hay algunos por allí que prometieron que ni en mil años
volvería a temblar en Caracas. Desafortunadamente, la naturaleza se encarga de desmentir a
los futurólogos de turno! Ahora, regresemos al “nihilismo histórico” y al mercado editorial.
Saludos.
Andrés Boersner
12 de Septiembre, 2009
Este debate ha sido próspero y nos ha hecho recordar viejas lecturas o episodios de nuestra
infancia. Sobre historia y ficción, periodismo y narrativa, el prólogo y epílogo del libro de
Vargas Llosa, “La verdad de las mentiras” es un clásico. Sobre episodios que estan sólo en
el imaginario del colectivo pero sirven para reafirmar principios o intereses de cualquier
tipo hay varios textos que se recrean en la anécdota. Las fuentes de nuestra historia colonial
pertenecen a nuestros primeros fabuladores, los cronistas de Indias. El Diario de
Bucaramanga o las memorias de O´Leary tienen sus detractores. Toda versión posée su
contraparte. Creo que aquí opera la documentación adicional, los testimonios y la situación
del autor con respecto a su objeto de estudio. Si el episodio de Ricaurte lo inventó Bolívar
aplaudamos su imaginación y capacidad de manipular la historia. Y si fué verdad sigamos
honrando al héroe neogranadino. En todo caso la anécdota merece pertenecer a la realidad.
Angel Alayón
12 de Septiembre, 2009
Hace algún tiempo leí algunos capítulos de un libro de Pío Moa, Los Mitos de la Guerra
Civil (Ed. La esfera de los libros). Allí desmonta inteligentemente una serir de creencias
sobre hechos y personajes de la guerra civil española. Creo que nos hace falta un libro así,
que sistematice los diversos episodios de nuestra historia y presente sus diferentes
versiones. También me llamó la atención -pude al menos hojearlo- un libro de Jorge Volpi
y Denise Dresser titulado México: Lo que todo ciudadano quisiera (no) saber de su patria,
en la que hacen una revisión sarcástica de la historia contemporánea mexicana. Esperemos
que algún historiador venezolano se anime a la tarea.
romer
12 de Noviembre, 2009
totalmente sorprendido con esta informacion, pero quien es el dueño de la verdad
manuel ponce
31 de Diciembre, 2009
la historia tiene mucho de fantasias de acuerdo al pensar de cada escritor
gato pardo
28 de Abril, 2010
Alguien puede aclararme si desde entonces existen los falsos positivos?

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