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El desvanecimiento de lo público: Los usos del espacio público como espacio

colectivo

Ezer R. May May

Introducción
En el arduo trabajo de analizar, comprender, entender y pensar la ciudad se ha
posicionado distintas formas de verla, es decir algunos se han enfocado a ciertos
aspectos que se encuentran dentro de la gran amplitud a la que alude la ciudad real.
De igual forma, ha sido un gran objeto de estudio en el cual se ha producido un
inmenso bagaje teórico. Entonces podemos pensar que el estudio de la ciudad tiene
dos naturalezas que en primera vista parece ser contradictorio, que es la importancia
en cuanto a la abstracción y concreción.
Este trabajo se muestra humilde tomando en cuenta lo mencionado antes, la
amplitud. Entonces, abordaré la temática del espacio social urbano, el cual posee
también una gran generalidad, por eso se limitará a lo que se le denomina espacio
público. Esta problematización del espacio público ha sido trabajado desde los años
sesenta del siglo XX con la preocupación de la perdida de los atributos originarios del
mismo (Duhau, 2003). Estos problemas de la pérdida de características son tópicos de
importancia, por un lado es un trabajo en la que las ciencias sociales tienen «tela que
cortar» teóricamente; por otro, es tema que permite resolver problemas de interés
social y realidad, de la cual los académicos forman parte.
El concepto de espacio público como veremos más adelante tiene una gran
variedad de connotaciones, desde mi punto de vista, ninguna contradictoria sino
complementaria. Uno de los problemas que trataré es la pérdida del atributo de público
del espacio público y su transformación, a lo que llamamos espacio colectivo. Veremos
que este tipo de espacio colectivo, tiene una forma de presentarse en la realidad
urbana, como espacios privados y cerrados.
Se reconoce que estos tipos de espacios sociales urbanos son relevantes para
la antropología y sociología urbana, porque es en donde se reproducen prácticas
2

sociales, vidas consuetudinarias, sociabilidad, representaciones, imágenes e


imaginarios, grupales e individuales. Los procesos sociales mencionados, varían
dependiendo del tipo de espacio a que nos refiramos. De igual forma se reconoce la
dialéctica espacio-sociedad; es decir, que las prácticas y usos sociales son las que
dotan de sentido al espacio y que la configuración física condiciona en muchas
ocasiones estos procesos.
Sin embargo, este trabajo tiene presente que todos estos procesos sociales
variados se ejecutan dentro de un marco de políticas públicas urbanas e
institucionales. Entonces, se pretende mostrar la importancia del Estado y de la misma
sociedad en la configuración física y de usos de los espacios públicos y que en la
situación actual de la ciudad estos cambios no tornan agradables para el público, sino
que se convierte en espacios colectivos, que se traducen a espacios privados y
cerrados Cabe mencionar, que este trabajo toma la posición que tienen ciertos
autores con respecto al tema mencionado (Ramírez Kuri, P.; Borja, J.; Duhau, E.;
Giglia, A.), las cuales me estaré refiriendo en el camino; sin embargo, no serán los
únicos.
Para delinear este escrito, abordaré primero sobre lo qué es el espacio público
en términos conceptuales y ubicar sus características tomando en cuenta que se
encuentra dentro de un espacio más complejo, la ciudad. Después me referiré a las
implicaciones del Estado y su incidencia en la desestructuración del espacio público,
es decir a los cambios en los usos, prácticas y representaciones que se dan en él por
parte de grupos sociales específicos.

El espacio público en la ciudad


Siguiendo la pretensión de este trabajo, me es conveniente mencionar la idea que
tiene Sabatier (2002) sobre lo público, que remarca el tipo de concepción
grecorromana de lo público, esta refiere a la relación con el poder y organización
política, que dice que “El legado romano se consagró así en la distinción capital entre
derecho público y derecho privado entre dominio público del Estado y dominio privado
de los particulares” (Citado por Portal, 2007: 7). Podemos decir que el Estado tiene
una relación cercana con los ciudadanos con respecto a la noción de lo qué es público.
3

Entonces, nos lleva a pensar que todo el espacio que esté en manos del Estado tiene
el carácter democrático, es decir de accesibilidad. Y la parte contraria, sería un
dominio del espacio de un particular. Esta idea de la legitimidad de lo público por parte
del Estado aún sigue vigente, pero este sólo es un tipo de distinción de lo qué es lo
público.
Otra forma de concebir lo público son en las esferas personales, como son en
las relaciones personales de la vida cotidiana, en la familia y amigos, es decir de la
intimidad. En este sentido podemos ver que ya no nos referimos a algo político. En
este sentido podemos ver más notoria la contraposición entre lo público-privado.
Entonces, aquí lo público trata de lo que se puede ver, lo que es permitido que la gente
vea, es decir lo visible, lo abierto a todos.
La apertura no sólo radica en la visibilidad, sino también en lo accesible. Esta
accesibilidad permite el beneficio a todos, es decir el uso es para todos, lo que
contribuye a la diversidad y heterogeneidad de los usos (Fuentes Gómez, 2003). Este
punto de la accesibilidad ya se había mencionado de manera superficial en el primer
punto, el del Estado; de igual forma, podemos relacionarlo con el segundo punto
(visibilidad), pues en cuanto es un espacio accesible para todos, la intimidad se pierde
y por tanto es visible.
Estas son las características de lo que es lo público, y como mencioné en el
inicio, estos se complementan. Pero en esta complementación se pueden reconocer
tres puntos: el primero es que lo público es del interés de todos, lo que es de utilidad y
común a todos, es decir lo general y también sinónimo de político. El segundo, es la
visibilidad, lo manifiesto, lo que se reproduce a la luz, lo que todos podemos ver y oír.
Por último, es la accesibilidad al espacio, es decir, donde todos podemos entrar, salir,
regresar y usar, pues es un lugar abierto al público (Rabotnikof, 2003). Entonces, se
dice que el espacio público es un espacio común, visible, audible y accesible a todos.
El espacio público con estas características parece muy amplio y complejo.
El espacio público como todo espacio social tiene dos dimensiones, el físico y
social (cultural). El primero refiere a la concreción y materialización del lugar, que en
cierta forma acota los usos y prácticas dentro de la misma, punto que tocaremos en los
apartados posteriores. El segundo, es el más complejo por ahora, este refiere como
4

mencionamos antes a los procesos sociales que suceden en ella como son las
prácticas heterogéneas, colectivas e individuales. El espacio público por el carácter de
accesible, visible y social es fuente de procesos sociales, interrelaciones diversas y
heterogéneas, de actividades planeadas y espontáneas, es punto de encuentro para la
sociabilidad, de intercambio simbólico y entrecruce de distintas vidas cotidianas.
Entonces, vemos que los espacios públicos son dotados de sentido por lo que sucede
dentro del espacio, las acciones y prácticas; en términos de Simmel se «llena» el
espacio vacío (físico). Pero, veremos que el espacio público es más de lo que hemos
dicho.
Recordemos que no sólo hablamos de un espacio social aislado, pues se
encuentra dentro de una estructura social que se llama ciudad. Esta estructura social
urbana —la ciudad— tiene una organización espacial, que en cierta medida está en
manos del Estado. Pero al hablar de ciudad implica una gran división social del trabajo,
por tanto de multifuncionalidad. Esta división social imbrica una división espacial,
destinada para la producción de los distintos tipos de acciones. La ciudad por tanto es
heterogénea social y espacialmente, este es el tipo de estructura social llamada
urbana. Una parte de la estructura social urbana es el espacio público, éste como
vimos anteriormente debe ser un punto de unión entre la diversidad social y
organizacional, pero dada la heterogeneidad urbana el espacio público es lugar en
donde se da la concordia, convergencia, armonía, hostilidad y disputa. Este punto
reconoce que la estructura, en donde se ubica el espacio público —la ciudad— es
lugar de diferenciación social, incluso de segregación social.
Con base en lo caracterizado del espacio público alude que éste se encuentra
en contacto directo y constante con la vida cotidiana, es decir el espacio público es
lugar para desarrollo de la vida social. En la que sirven para conexión entre nuestros
diversos ámbitos, como puede ser el traslado del hogar hacia el trabajo, del hogar a la
escuela, de la escuela a los servicios comerciales. En términos de Giddens, el espacio
público es un factor activo para el orden y la conducta social (Fuentes Gómez, 2003).
Entre los espacios públicos están las calles, parques, alamedas, mercados,
vialidades, plazas, centros históricos, a estos se les denomina espacios “tradicionales”.
En estos convergen, personas con distinta pertenencia, como la económica, política,
5

ideológica, incluso étnica, o al menos así ha sido idealmente. Hemos dicho sobre la
importancia de los espacios públicos para el mantenimiento del orden social urbano,
incluso de su estructura.
La calle es una de las más importantes, pues la calle es lugar de tránsito tanto
de automóviles como de transeúntes. Marshall Berman (1998) señala dos puntos de
importancia de la calle cuando describe las calles de San Petesburgo, la primera es el
lugar de fluidez humana y tecnológica, la segunda es el espacio de reunión diversa
cultural y subculturalmente1 y que al mismo tiempo permite el acceso a otros espacios
públicos (Citado por Rojas Alcayaga, 2007). La calle también posee sub-espacios, por
así decirlo, que están construidos para ciertos usos. En la calle está la pavimentación y
delimitación para que los automóviles que transitan sigan ciertas reglas, cuál es el
espacio que el conductor debe tener si se dirige al norte y cuál es si se dirige al sur. En
la calle también existe el espacio para el peatón, que son las banquetas en donde el
transeúnte puede caminar, pues el flujo del automóvil tiene su espacio designado, y de
igual forma existen momentos para que los conductores le den la oportunidad al
peatón para que se traslade de una banqueta a otra. Podemos ver que la calle, no sólo
se queda en el transito del automóvil particular, sino también sirve para que los
microbuses, camiones repartidores de servicio como el del gas, de basura, de servicio
eléctrico puedan ejercer sus funciones. Las personas pueden hacer uso de las calles
para sus manifestaciones y ejercer sus libres opiniones y exigencias y que en muchas
ocasiones estas protestas están ligadas a las carencias de los servicios públicos. La
calle es el ejemplo más claro, que cumple con las características del espacio público,
el de accesibilidad, en cuanto para automóviles de distintas funciones y personas con
objetivos diferentes de uso, pueden y tienen libertad de hacerlo; el de visibilidad, pues
es el espacio más adecuado para hacer estas protestas, en cuanto se pueden ver y
ser escuchadas fácilmente por la gente que ha accedido a éste. Mientras el Estado
tenga propiedad de este espacio cualquiera puede usarlo, como ya se mencionó con
los puntos anteriores, pero también es el que ha asignado los sub-espacios para cada
tipo de actor social, como lo vimos con las banquetas y vialidades. Pero estos usos

1
Con este término me refiero a los distintos grupos sociales que surgen en la ciudad como los cholos, emos,
hippies, Los dark, entre otros.
6

irán variando, algunos espacios públicos incluso algunas calles se han expropiado al
acceso público, esto lo trataremos en el siguiente apartado.
Esta heterogeneidad a la que hicimos mención antes, es la que condiciona —no
únicamente— la forma de apropiación del espacio y usos, cuando decimos apropiación
y usos aludimos cuando la persona entra al espacio con distintos fines, objetivos 2,
estos pueden ser individuales o colectivos, sus acciones muchas veces teleológicas o
no. Inclusive se puede decir que es lugar para establecer puentes entre el sentido de
continuidad individual y colectiva (Ramírez Kuri, 2003), es decir las distintas formas de
relaciones, como colectividad-individualidad, colectividad-colectividad y individualidad-
individualidad. Pero estos tipos de apropiación varían según el factor del imaginario
que se posee del espacio. Un imaginario de un espacio, en muchas ocasiones se
obtiene por el conocimiento que se tiene de las mismas actividades que se realizan en
ese espacio, sea por medios de comunicación masivos o vistos desde lejos por si
mismos3. Uno sería cuando se sabe que en cierto lugar se ejerce la delincuencia,
mercado negro, entonces eso determina mucho para decidir como será el acceso a
ese espacio. En muchos de los casos este imaginario no sólo es individual, sino que el
mismo imaginario lo posee un grupo social determinado. Lo que hace importante
analizar este fenómeno del imaginario, es que dependiendo de cómo se entre al
espacio determina en muchas ocasiones la imagen e imaginario que se obtiene, lo
más interesante es que el “cómo” se entra al espacio tiene una infinidad de formas y
también de imaginarios, y estos al mismo tiempo sirven para la socialización. Pero otro
punto importante, es que puede revelar las formas de concepción de la ciudad, incluso
su definición. Este punto nos importa mucho en este trabajo, pues es la que en
muchas ocasiones determina la configuración física, el uso y apropiación del espacio,
o mejor dicho la expropiación del espacio público, pero esto lo hablaremos después.
Un problema que presenta el espacio público en cuanto pertenece a la ciudad,
es la segregación social. La heterogeneidad muchas veces se torna a la intolerancia, a
diferenciación, marginalización, exclusión, y muchos de estos escenarios se presentan
en los espacios públicos. Estas situaciones desagradables nos muestra como diría

2
Con esto se confirma la naturaleza del espacio público de la calle, que mencionamos en el párrafo anterior.
3
Este tipo de imaginario que se obtiene por una mirada de lejos, se puede ver en el término que desarrolla Canclini,
“viajes de metropolitano”.
7

Manuel Delgado “intuir y vislumbrar la dimensión inestable de las sociedades


modernas” (Citado por Fuentes Gómez, 2003: 43). Pero esto se debe a la organización
espacial, en el sentido que muchas de ellas se encuentran separadas uno del otro,
ubicados en ciertas zonas de la ciudad; pero estas circunstancias no les quita el
sentido de los llamados “lugares” y de espacios colectivos (Augé, 1992 Citado por
Giglia, 2003: 345).
El término de espacio colectivo resultará paradójico por el sentido negativo que
se le dará en este trabajo. Manuel Cerasi (1990), lo define como “el sistema unitario de
espacios y edificios englobados en la estructura urbana que tiene incidencia sobre la
vida colectiva […] y que constituyen la sede y los lugares de su experiencia colectiva”
(citado por Fuentes Gómez, 2003: 40-41). Esta definición puede ser usada para poder
reconocer cuáles serían las razones de las luchas de los espacios por parte de
algunos sectores sociales y por tanto de la segregación.
Entonces, se coincide que el espacio público en primera instancia forma parte
de un entramado más complejo que es la ciudad 4 y no puede entenderse sin ella.
Ahora veamos cómo el Estado y algunos grupos sociales se apropian (o expropian) los
espacios públicos.

¿Todavía se puede hablar del espacio público?


En este último apartado queremos hacer notar que el Estado tiene una gran incidencia
en las reconfiguraciones de los espacios públicos, en lo físico y en los usos de los
mismos. El efecto del Estado hacía los espacios públicos y la sociedad, lo divido en
dos caminos. El primero, es que el Estado no posibilita la apropiación de los espacios
públicos. El segundo, es que el Estado y sus políticas han coadyuvado a la
apropiación del espacio público como uso de espacio colectivo5.
El Estado en tiempos recientes ha tenido una desatención del espacio público,
olvidándose que es responsable de la misma. Esta desatención ha hecho que le
espacio público decaiga y que «cabe su propia tumba», es decir por las mismas

4
Cabe mencionar que el espacio público no es exclusivo de la ciudad, pero nos referimos de esta forma por el
objetivo de este trabajo.
5
El sentido del espacio colectivo sigue siendo el mismo que hemos mencionado en el apartado anterior y seguiré
usándolo en ese sentido, el negativo.
8

características del espacio público. El punto que tocamos al final de este apartado
anterior es uno de ellos, la exclusión social y espacial.
La sociedad en un marco de modernidad y globalización que tiende más a una
diversidad y no a una pluralidad, es la que ha afectado al espacio público. Pues, el
espacio público es lugar de encuentro y de desarrollo de la interacción social, que en
estos procesos de globalización y diferencia han fortalecido la exclusión, xenofobia,
pero sobre todo segmentación social con los connacionales. Estas luchas por el
espacio aunado a la aparición de nuevos actores sociales que se superponen en los
significados que tradicionalmente se han definido, pero se reconoce que en estos
procesos interviene factores políticos-culturales que ayudan al debilitamiento de lo que
idealmente debe ser el espacio público (Ramírez Kuri, 2003), como el rechazo por
parte de las clases populares a las clases medias, las cuales Daniel Hiernaux (2005)
nos muestra esta dinámica por medio de los imaginarios. La autora Ramírez Kuri
(2003), señala una tendencia a la individualización y semi-privatización de algunos
sectores del espacio público por parte del uso intensivo para el comercio, los cuales
convoca a una más diversidad de gente y grupos sociales. Entonces, esta explotación
comercial que se hace de los espacios públicos, ocasiona un punto de repliegue del
comercio informal y del trabajo precario, por tanto el espacio público ha sido tomado
como un espacio de comercio informal y de ambulantaje para la supervivencia. Estas
situaciones han ocurrido en los Centros Históricos del D.F. y del Estado de México.
Pero no sólo los Centros históricos han sido victimas de estas apropiaciones semi-
privadas, sino también el espacio público primordial, la calle. Las calles de la
denominadas megaciudades han sido lugar de trabajadores informales como los
lavacoches, acomodadores (“Los viene viene”), cuidadores y vendedores de múltiples
productos. Pero la calle no sólo es victima del comercio informal, sino también de los
establecidos, como los restaurantes, bares, centros nocturnos y anuncios de todo tipo.
Las calles con usadas sin regulación alguna, se usa como cada quién quiere, sin
sujetarse a reglas (Duhau, 2003: 160-162). Y este problema puede también ser visto
en los restaurantes y heladerías del mismo pasillo donde se encuentra el Palacio de
Gobierno y el Pasaje Pichetas de Mérida.
9

Lo que podemos rescatar de este punto es que la apropiación del espacio


público como espacio para todos ya no es visible, tanto en la práctica como en lo
simbólico. Las prácticas de los sectores populares son los “dominantes”, con algunas
excepciones, en la calle y en los espacios públicos tradicionales, mientras las clases
altas se desentienden de ellos en la medida en qué sólo operan como lugares de
transito (en automóvil) entre enclaves y locales de usos especializados y socialmente
homogéneos” (Duhau, 2003: 163 [Cursivas mías]) El Estado ha sido incompetente
para la solución de estos problemas de la regulación del comercio en los espacios
públicos, o al menos no ha creado espacios destinados para el comercio; por lo que la
ciudadanía se ha visto en la necesidad de apropiarse el espacio público para el
comercio y segregar para su defensa del espacio, como puede ser visto por medio de
los imaginarios provenientes de cada sector social (Hiernaux, 2005: 18). No existe una
integración social, lo que ha provocado una manera de ser ciudadano en el espacio
público, pues, “los cambios en la manera de consumir y usar los espacios han alterado
las posibilidades y las formas de ser ciudadano” (García Canclini, 1998: 13) [cursivas
mías].
Otro problema, que no ha posibilitado la apropiación del espacio público es la
inseguridad, aún siendo imaginarios, no le quita lo real del problema. Este punto esta
vinculado en cierta manera con el anterior, en el sentido que puede ser expresado
como mercado informal e ilegal. El mercado negro, la venta de armas, tráfico, venta y
consumo de drogas, asaltos, robos habitacionales, entre otros. La presencia de
pandillerismo en la ciudad es cada vez más frecuente y omnipresente. Las bandas
“cholas” como vimos se identifican más con los espacios públicos, los parques; que
son vistos como punto de reunión, como territorio propio 6. Los cuales existen una
defensa del espacio por parte de las bandas “delictivas”. Pero, la exclusión no sólo
sucede del lado de las bandas, sino también de los mismos vecinos, que por
considerarlo como lugar peligroso, prefieren redondear el parque y de esta manera
evitarlo. Podemos ver que aún existe la apropiación y exclusión del espacio físico,
disolviendo la accesibilidad al espacio público. Se sigue cuestionando la capacidad de
las instituciones. Un ejemplo claro, es la campaña del Presidente Felipe Calderón que
6
Como lo demuestra el trabajo de Quiroz Carranza, Roxana (2004). “Bandas cholas: una forma de vivir la ciudad”
en Ciudades, num. 63
10

prometió la recuperación de los espacios públicos, por la problemática del narcotráfico


en los parques, plazas y afueras de las escuelas, que aún no se ha logrado. El
Presidente con el afán de contrarrestar las críticas del pueblo, emprende una “lucha”
contra el narcotráfico que sólo ha ocasionado expandir el temor, ya no sólo se teme
salir por el narcotráfico, sino también por “las balas perdidas” de los enfrentamientos
entre policías y delincuentes. Lo peor es que el problema no sólo se quedó en el
parque, plaza, sino en todas las calles. Ahora el peligro ya no sólo está cuando asistes
al parque o a la plaza, sino con el simple hecho de tener un pie fuera del hogar. El
simple hecho de recibir mensajes de que sucederá otra “balacera” por los medios de
comunicación masivos las calles, las plazas, los servicios comerciales quedan como
“pueblos fantasmas”7. En términos generales todos estos eventos son una razón de lo
que Canclini llamaría, desurbanización. Algunos científicos sociales le llaman sociedad
de riesgo, sinónimo de sociedad moderna, desgraciadamente.
Un factor más es la baja calidad del espacio público, el Estado no da
mantenimiento a estos espacios. Éste refleja un deterioro de la imagen urbana, “del
entorno físico y natural, del estado de conservación del patrimonio histórico-
arquitectónico, en problemas urbanos como la saturación vial, la contaminación
ambiental y visual, la salubridad y los servicios públicos deficitarios” (Ramírez Kuri,
2003: 50). Las calles, o no son mantenidas o no son construidas como deberían ser,
como puede ser la falta de banquetas, en donde el peatón no tiene su sub-espacio que
debería tener, lo cual no permite que se apropie del espacio, porque peligra que un
automóvil arrolle al peatón. Podemos pensar que el peatón ya no tiene un espacio
donde transitar, el flujo de transeúntes no es el mismo. La calle como el espacio
público primordial, pierde la esencia de fluida para todos8. Y parece que el Estado de
desembaraza de todo deber.
Pero el problema de la baja calidad del espacio público, no sólo puede ser vista
en el deterioro físico de los espacios públicos, sino también en las nociones que se
tienen de espacios públicos, es decir el tipo de espacios públicos las cuales se
prioriza. “El movimiento moderno de la primera mitad del siglo XX y las políticas
7
Este es el ejemplo de lo que sucedió en Sonora, en la que el procurador del Estado arguye que son falsas dichas
advertencias y amenazas del crimen organizado sobre las escuelas y otros espacios.
http://www.masmedio.com/verNota.php?nota=8708 Consultado: 7 de Marzo del 2011
8
La esencia de la calle fue la que describimos en las últimas líneas de la pagina 4 y en la pagina 5.
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públicas de la segunda mitad configuraron un urbanismo confundido con la vivienda y


con las obras públicas (vías, puentes, accesos, etcétera, es decir, comunicaciones). La
ciudad como producto integral e integrador quedó olvidada y con ella el espacio
público, o por lo menos relegado a un papel secundario” (Borja, 2003: 68). Lo que este
autor nos ofrece, refiere a que el Estado ha implementado ideas erróneas de espacios
públicos, y a retribuir los espacios sectoriales con la creación de viviendas. El Estado
ha construido puentes, que para Borja no tiene un sentido de fuerza mezcladora de
grupos y de comportamientos que estimulen la identificación simbólica y de integración
cultural (Borja, 2003: 67).
Hemos mencionado los factores que han contribuido en la difícil apropiación de
los espacios públicos como públicos, en los que el Estado no ha ayudado demasiado.
Estas expropiaciones de los espacios públicos, se han visto en constante lucha por
superponer las prácticas e imaginarios de tipo semi-privados o también cabe la
característica de usos como espacios colectivos siendo espacios públicos. Pero,
además de los factores mencionados existe otro tipo de apropiación (expropiación) de
los espacios públicos, que son el surgimiento de lo que Ángela Giglia llama espacios
cerrados, otra forma de espacio colectivo.
Los espacios cerrados son consecuencia de un proceso detrás, las políticas
públicas y del crecimiento constante de la ciudad de manera horizontal y consumiendo
todos los territorios circundantes. El estado permite la expansión del territorio, por
medio de leyes que facilitan la especulación de tierras. “En las ciudades del mundo
global, la gestión urbana está mucho más preocupada en estimular el papel de
mercado y del capital privado en la configuración de la ciudad, que en establecer
regulaciones sobre el uso del suelo o financiar la construcción de los servicios urbanos
y los equipamientos para el consumo colectivo” (Bolio Osés, 2006: 185). Para Bolio el
término de gobernabilidad sólo paso a ser un discurso, que es manipulado para
conveniencia del sector privado. De nuevo las políticas del Estado contribuyen a
formar espacios privados sobre tierras de especulación.
Por tanto, con este tipo de expansión urbana “el espacio público […] se obtiene
a medida que se puede comprar y consumir” (Giglia, 2003). Las empresas privadas
ven en este tipo de expansión una forma de sacar provecho y beneficio para si
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mismos, promoviendo la segregación social, pues los inmuebles que ponen en venta
sólo puede ser adquirida por los sectores sociales altos. Para aquellas clases sociales
que quieren escapar de la ciudad congestionada. Son tres objetivos para la aparición
de los espacios cerrados, el primero es la inseguridad, punto que hemos mencionado.
El segundo es la distinción respecto al exterior, pues ahí afuera se encuentra la ciudad
que no es identificable con un “nosotros”, queriendo dar un carácter de exclusividad la
que ayuda a la distinción del “otro”. El tercero es la homogeneidad sociocultural hacía
dentro, este alude al reconocimiento entre vecinos, con los que se puede identificar,
pues poseen las dos características anteriores dentro del imaginario de ciudad (Giglia,
2003).
Los espacios cerrados, es una nueva forma de segregación social, pues es una
muestra de exclusividad en los usos de los espacios que se encuentran dentro de las
residenciales cerradas. Sin embargo, la autora Giglia reconoce que existe una
sociabilidad dentro de las residenciales, en cuanto se identifican con sus vecinos. Pero
el punto que se quiere llegar es que dentro de los espacios residenciales cerrados,
también existen espacios públicos, como las calles, vialidades que son usados de
manera exclusiva por los residentes. Otro punto es que la existencia de estos espacios
cerrados genera una privatización y reducción del espacio público en el sentido que se
obstruye el libre transito que resulta imposible y prolonga la distancia. Para terminar
con los espacios cerrados quiero recalcar que en los espacios cerrados se gestan
distintas formas de vivir y de concebir la ciudad (Giglia, 2003: 362). Por tanto, dentro
del espacio cerrado se da un sentido de espacio colectivo, en cuanto la estructura
urbana (cerrada) tiene influencia sobre la vida y experiencia colectiva. Al parecer el
espacio público se ha ido desvaneciendo, por los usos colectivos.

A manera de conclusión
Este trabajo tuvo el objetivo de mostrar que la participación (no participación) del
Estado incide a la imposibilidad de la apropiación del espacio público. En su falta de
intervención en cuanto a la regulación y mantenimiento material, conlleva a problemas
sociales, como es la segregación social. En esta pérdida del espacio público se puede
avizorar la obstrucción de una vida urbana en la que la heterogeneidad sea respetada,
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es decir de que no sólo sea una diversidad, sino que exista la pluralidad9. Este es un
peligro para la dinámica de la sociedad urbana, pues sólo crea un impacto negativo en
la vida pública, mientras se refuerza el poder privado. Estos se apropian de los
espacios públicos preexistentes para su beneficio y que estos mismos creen más
segregación por medio de sus inmobiliarias dirigidas a cierto sector social, la opulenta.
Los espacios cerrados, además de ser representantes de las inmobiliarias
privadas, reducen el espacio público rompiendo su fluidez, sólo para brindar un sentido
colectivo seguro a unos cuantos, sólo a los que pueden pagar por ello.
Otro de los puntos que queremos resaltar es que el espacio público aún tiene
que ser visto como parte del Estado y sus instituciones, las cuales da la accesibilidad a
todos, es decir un valor democrático. De igual forma, el espacio público da voz y
presencia al ciudadano.
De este modo vemos que es un problema que proviene de «arriba», el Estado.
El cual debe tomar cartas en el asunto y hacer una re-ingeniería socio-espacial en la
que el espacio público y su regulación sean la prioridad, y la ciudadanía tenga
espacios donde reproducirse socialmente y en la que todos puedan participar y ningún
grupo superponerse. El Estado le compete crear espacios en donde la gente pueda
apropiarse e identificarse, como dicen Holston y Appardurai (1996), “un ámbito público
de mejor calidad precisamente porque los vínculos sociales se fortalecen en la medida
en que las personas dispongan de lugares de comunicación y de encuentro, de más
zonas de contacto, y de experiencias compartidas” (citado por Ramírez Kuri, 2003: 39).
Entonces, es trabajo del Estado contribuir para que la ciudadanía sea mejor; y a la
ciudadanía le compete exigírselo en donde sea visible y audible, es decir en lo público
y de esta manera comenzar a apropiarnos de los espacios como tales; o conoceremos
lo público sólo como un concepto teórico.

9
El sentido de pluralidad que se toma en este trabajo es la que se usa en: Pablo O’Farrell (Coord.) (2003)
Pluralismo, tolerancia y multiculturalismo. Reflexiones para un mundo plural.
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Bibliografía

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