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San Juan de Pasto, 22 de marzo de 2.

011

Doctor
HERNANDO TORRES CORREDOR
Presidente
Sala Administrativa
CONSEJO SUPERIOR DE LA JUDICATURA
Bogotá D.C.

Referencia: Análisis y propuestas de la Rama Judicial – Distrito Judicial


de Pasto (Nariño) y Mocoa (Putumayo) frente al Acuerdo No. 7636 de
2.010 que reglamenta el sistema de evaluación de los servidores de
carrera.

De su consideración:

En acatamiento a lo dispuesto en el Acuerdo No. PSAA11-7909 de 2 de


marzo de 2.011 expedido por la Sala Administrativa del Consejo
Superior de la Judicatura y dentro del término legalmente establecido,
se procede a recopilar y a remitir las respectivas observaciones y
proposiciones respecto al Acuerdo No. 7636 de 2.010 realizadas por los
funcionarios del Distrito Judicial de Pasto (Nariño) y de Mocoa
(Putumayo) respectivamente.

En primer lugar el Colegio de Jueces y Fiscales de Nariño y Putumayo,


remitió el Acuerdo vía correo electrónico con el fin de someterlo a su
estudio y consideración.

Se realizó una primera reunión con la Colegiatura tendiente a conformar


mesas de estudio para que por jurisdicciones y especialidades se
formulasen las observaciones pertinentes.

Los señores jueces y juezas penales del Circuito y Municipales, el 10 de


marzo de 2.010 y convocados por el señor Juez Coordinador del Centro de
Servicios Judiciales adelantaron el estudio correspondiente.

El H. Tribunal Administrativo de Nariño, Colegio de Jueces y Fiscales


de Nariño y Putumayo y la Representación de los Funcionarios y
Empleados ante la Comisión Seccional Interinstitucional, el día jueves,
17 de marzo del año en curso, realizaron sesión de Sala Plena
conjuntamente con representantes de los jueces administrativos y
Asamblea General respectivamente.

En segundo lugar las observaciones y propuestas que por jurisdicción y


especialidades se formularon se plantean en los siguientes términos:
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OBSEVAVACIONES Y PROPOSICIONES
ACUERDO PSAA10-7636 DE 2.010 – CALIFICACIÓN DE SERVICIOS
RAMA JUDICIAL DISTRITOS PASTO Y MOCOA

I.- JURISDICCION DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO

El acuerdo No. 1392 de 2.002 fue aplicado a los Jueces administrativos


en 1 oportunidad, con resultados nefastos ¨mas del 50% de los mismos
resultaban calificados insatisfactoriamente¨ a raíz de estos resultado se
emprendieron acciones administrativas y judiciales, que demostraban
las deficiencias del sistema de evaluación especialmente en los factores
de eficiencia y rendimiento.

El asunto fue objeto de pronunciamientos reiterados por parte del H.


Consejo de Estado lo cual conllevó a adoptar medidas parciales que se
constituyeron en un paliativo e impidieron hacer efectivas las
consecuencias, es decir un eventual retiro masivo del servicios de los
funcionarios judiciales de la jurisdicción administrativa. (Acuerdo que
restó tres meses del periodo a evaluar)

Sin embargo, ante la ausencia de una respuesta de fondo por parte de


la Sala Administrativa del C.S de la J, se instauraron acciones judiciales
que dieron lugar a la suspensión de dicho acuerdo, hasta tanto dicha
corporación realice una revisión y profiera decisiones que resuelvan las
observaciones de las que fue objeto dicho acuerdo, a saber:

• El desconocimiento de la naturaleza de la especialidad para fijar


las metas de desempeño y la contabilización de las decisiones
que implicaba egreso efectivo.

• No se reconocía que los Juzgados administrativos nacieron


congestionados.

• La inequidad en las plantas de personal frente a despachos


judiciales de igual categoría.

• La ausencia de estadísticas históricas que permitan fijar metas


de desempeño.

• El desconocimiento de las estadísticas elaboradas por el propio


CSJ, que incluso dio lugar a la publicación del Dr. Marín quien
finalmente establecía una estadística real de inventarios,
ingresos, egresos definitivos, pero que la Sala administrativa del
CSJ se negaba a reconocer dichos resultados (antecedente
recurso de apelación frente a la calificación propuestos por
Jueces administrativos).

Así entonces la revisión y modificación del sistema de evaluación de


funcionarios y empleados de la Rama no fue el resultado de una
iniciativa propia, sino de una orden judicial, de ahí entonces que el
acuerdo que se expida en tal sentido debe resolver las preocupaciones
e inquietudes de los funcionarios judiciales, del Consejo de Estado y de
la decisión judicial.
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OBSEVAVACIONES Y PROPOSICIONES
ACUERDO PSAA10-7636 DE 2.010 – CALIFICACIÓN DE SERVICIOS
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PROBLEMAS IDENTIFICADOS

El Acuerdo no recoge o resuelve los problemas y preocupaciones


planteadas por los funcionarios judiciales, el Consejo de Estado y la
decisión que motivó la suspensión del acuerdo de calificación 1392 de
2002.

Tampoco se ajusta al marco Jurídico vigente, señalado en la


Constitución Política de 1991 y la ley estatutaria de administración de
Justicia, Ley 270 de 1996.

Establece sanciones sin que al Consejo Superior de la Judicatura –


Sala Administrativa, legalmente le haya sido atribuído tal función.

Razones:

• A sabiendas de que el nuevo acuerdo de calificación debía


responder a las inquietudes y preocupaciones de los funcionarios
judiciales frente al acuerdo 1392, no se adoptó una metodología
que al menos garantice profundizar en las temáticas objeto de
cuestionamiento por parte de los operadores judiciales,
realmente se socializó un proyecto en condiciones deficientes y
en la antesala de aprobación del acuerdo 7636 de 2010.

• Desconoce los principios y objetivos de la carrera judicial


consagrados en el art. 156 de la ley 270 de 1996, esto es en la
garantía de igualdad y mérito como fundamento principal para el
ingreso, la permanencia y la promoción en el servicio, el acuerdo
solo hace referencia a la justificación en la permanencia en el
cargo.

• Se constituye en un sistema adicional sancionatorio, por vía de


descuento de puntaje frente a situaciones como vigilancia
judicial, por aplicación de medidas descongestión confundiéndola
con la mora la cual tiene su propio trámite en materia disciplinaria
y penal, invadiendo incluso la órbita de estas jurisdicciones, por
redistribución de procesos, por inexactitud en el reporte de
información estadística, en el incumplimiento del plan de
mejoramiento, en la realización del cálculo del complemento al
tener en cuenta el máximo de respuesta en el desempeño, y la
contenida en el art. 9 de la ley 1395 de 2010, esto viola el
principio de competencia general que le asigna el art. 150
numeral 23 al Congreso de la República ¨Le corresponde expedir
las leyes que regirán el ejercicio de la función publica y la
prestación de los servicios públicos.

• Indeterminación en los criterios de evaluación, especialmente en


lo relacionado a la capacidad máxima de respuesta, aspecto que
viola el principio de legalidad y debido proceso, habida cuenta
que se trata de aspectos que deben estar claramente definidos
antes de iniciar el periodo a evaluar.

• El parágrafo transitorio del art. 43 que fija las escalas de


evaluación, demerita la incidencia en el desempeño judicial de
tutelas, procesos ejecutivos y el grado jurisdiccional de consulta,
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así como decisiones especificas de la jurisdicción contenciosa


que conllevan a un egreso definitivo (rechazos, por caducidad,
falta de legitimación por activa, requisitos de procedibilidad,
acción indebida, lo cual constituye un castigo al Juez que realiza
un control temprano al proceso)

• Desconoce una serie de actuaciones judiciales que inciden


directamente en el desempeño del funcionario, por ejemplo el
tiempo que se dedica a las audiencias de conciliación, pactos de
cumplimiento, recepción de pruebas y para dictar sentencia,
actuaciones que requieren necesariamente de la presencia del
Juez y que incide en su productividad y calidad de la decisión,
concediendo un trato desigual frente a la evaluación de
funcionarios del sistema oral.

• El criterio aplicado no es la eficiencia que establece el art. 7 de


la ley 270 de 1996, sino el de eficientismo con perjuicio de la
calidad de los fallos y de la administración de Justicia, creando
un paradigma de eficientismo sin derechos.

• Los efectos adversos de la calificación del Juez frente a la


calificación de los empleados se hacen extensivos al reconocerle
un porcentaje del 75%, art. 93 literal, esto conlleva a la pérdida
de los derechos de carrera a todo el equipo, desconociendo la
naturaleza de derecho personal e individual.

• En la calificación del factor de calidad se establece como criterio


en el análisis de la decisión el reconocimiento de la
jurisprudencia y de la doctrina constitucional, bloque de
constitucionalidad y de género. Lo cual en la práctica genera un
problema frente a temas en los cuales no hay unidad de criterio
en las astas cortes, aún existen desacuerdos entre la
Jurisprudencial del Consejo de Estado y la Corte Constitucional,
por ejemplo en el retiro discrecional.

• El acuerdo presenta una situación de discriminación frente al


descuento señalado para la jurisdicción penal y las demás
jurisdicciones, tratamiento que no se justifica jurídicamente de
acuerdo al ordenamiento legal vigente.

• La ineficiencia que se tiene como sustento para la aplicación de


sanciones no tiene en cuenta que la misma en ocasiones es el
resultado de la ineficiencia de las oficinas de apoyo y que no
corresponde a actos propios del Juez

• El sistema de calificación del desempeño no considera la


incidencia de la reforma en materia administrativa, la cual
conlleva a un sistema de oralidad.

PROPUESTAS

La calificación debe responder a la carga real de cada despacho


judicial.
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Los despachos judiciales deben contar con una misma estructura


administrativa y tecnológica.

Eliminar el tratamiento de egresos por acciones de tutela con una


incidencia del 30%, grado jurisdiccional de consulta y procesos
ejecutivos que no hayan tenido oposición con una incidencia del 15%;
para consagrar en un 100% el egreso por estos conceptos.

Eliminar los alcances sancionatorios del Acuerdo dejando que sea el


Juez Penal o disciplinario quien determine la consecuencia.

Eliminar el Plan de Mejoramiento como una medida supeditada a la


facultad de autorización de la Sala Administrativa del Consejo Seccional
de la Judicatura.

Adecuar el sistema de evaluación a partir de las circunstancias


especificas de la prestación del servicio dependiendo de la especialidad
y modalidad (sistema oral y sistema escrito, congestión, plantas de
personal) lo anterior de conformidad con la información estadística total
que permita identificar criterios mas ajustados a la realidad para
determinar la capacidad de respuesta de la administración de justicia.

Mantener la escala de calificación anterior (excelente 85 a 100, buena


60 a 84 e insatisfactoria inferior a 60 puntos) por cuanto la nueva
escala remplaza la categoría de buena con aceptable, es decir
demeritando lo anterior, sin justificación y afectando la autonomía e
independencia del Juez a través del plan de mejoramiento y
seguimiento. Sin distinguir las razones del desempeño que pueden ser
atribuidos a factores estructurales que no están al alcance del
funcionario (congestión, tecnología, logística) obsérvese que desde ya
incluso muchos funcionarios y servidores tienen que aportar recursos y
equipos.

Consagrar recursos en la vía gubernativa para los resultados de los


factores de la calificación en forma individual o parcial y/o de la
calificación integral. Consagrar estos recursos solo para la calificación
integral remite a una revisión de la operación matemática más no a las
razones sustanciales de la evaluación, lo cual hace de estos recursos
un trámite meramente formal y no de fondo.

En el factor calidad el análisis jurisprudencial debe cimentarse en el


precedente conforme lo establece la sentencia C - 836 del 2001.

Dado que las deficiencias del acuerdo son estructurales por cuanto
viola flagrantemente principios de orden constitucional y legal, se
considera que es mejor la derogatoria del Acuerdo para efectos de
adelantar un proceso en debida forma que permita la expedición de un
acuerdo Adecuado que se ajuste a la Constitución y la ley de
conformidad con las preocupaciones de los funcionarios judiciales,
Consejo de Estado y la decisión judicial que suspendió el sistema de
evaluación., lo anterior coadyuvando la posición adoptada en el mismo
sentido por el H. Tribunal Superior de Cundinamarca.
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II.- JURISDICCION ORDINARIA

Como desarrollo fundamental del derecho al debido proceso


consagrado en el articulo 29 Superior, se estatuye el principio de
legalidad, según el cual toda competencia ejercida por las autoridades
públicas debe estar previamente señalada en la ley, como también las
funciones que les corresponden y el trámite a seguir antes de la
adopción de determinadas decisiones

El Acuerdo de calificación viola flagrantemente el anotado principio


constitucional, toda vez que los parámetros con base en los cuales se
surtiera la respectiva evaluación se fijarán con posterioridad al
desarrollo de la actividad evaluable. De conformidad con el artículo 36
del Acuerdo, la capacidad máxima de respuesta, que es el parámetro
de la evaluación del factor eficiencia o rendimiento de los funcionarios
judiciales, se determinará para cada jurisdicción, especialidad o sección
y categoría, con base en una cifra promedio de los mayores egresos
dentro del período; cifra que se establecerá con anterioridad a la
consolidación de la evaluación, con base en las estadísticas del
período de calificación, a más tardar, el primer día hábil del mes de abril
siguiente a su vencimiento. Lo cual significa que se va a trabajar sin
conocer cuáles son las metas que se deben alcanzar, lo que a su vez
impide organizar y planificar el trabajo de acuerdo con esos
parámetros.

De otra parte, la capacidad máxima de respuesta se fija con base en


un exiguo porcentaje del total de despachos judiciales de una misma
categoría (10%), sin tener en cuenta las grandes deficiencias
estructurales que existen en la gran mayoría de Juzgados: ausencia de
equipos, congestión, falta de personal y capacitación, espacio físico
insuficiente, etc. circunstancia que de por si indican disparidad y que
impiden hacer generalizaciones, las cuales deben tener como cimiento
los postulados del principio de igualdad consagrado por el artículo 13 de
la C.P. Capacidad de respuestas que tampoco consulta la carga de los
Juzgados según la categoría de la ciudad donde se ubican, ni la
complejidad de los asuntos que de ello se deriva.

Las condiciones reales de la gran mayoría de despachos judiciales del


país, especialmente los de las capitales: los alto de congestión, el
escaso suministro de herramientas tecnológicas, la ausencia de
suficiente personal, la falta de capacitación continua y de calidad, etc.
no se tiene en cuenta para determinar variables como el porcentaje de
demanda de justicia no atendida, el ajuste por capacidad de egresos y
la propia calificación final del factor rendimiento. En sentido contrario,
tales circunstancias son motivo de “sanción” reflejada en disminución de
puntaje en la calificación, que incluso se traducen en la imposición de
un plan de mejoramiento, que muy seguramente conducirán a una
calificación insatisfactoria, cuando el complemento alcance el 90%.

La congestión judicial que no afecta desde hace tantos años y que se


ha calificado como un problema estructural de la justicia colombiana, no
puede convertirse en causa de sanción para el funcionario judicial. El
solo formar parte de una medida de descongestión hace que al
funcionario se le descuente punto de la calificación integral, sin que se
establezca la oportunidad y el procedimiento para definir y explicar las
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causas de la congestión en ese determinado despacho judicial, violando


con ello el debido proceso y todas las garantías procesales
constitucionalmente consagradas.

Uno de los principales logros de la C.P. de 1991 fue la acción de tutela.


A través de ella se ha protegido y dotado de efectividad los derechos
fundamentales de muchos ciudadanos; su importancia no puede ser
desconocida, al punto que es la propia carta superior la que le otorga un
estatus especial de preferencia y prevalencia en su trámite, cuyo
incumplimiento constituye falta disciplinaria e incluso se tipifica
penalmente. Así entonces, resulta un contrasentido que mientras las
Constitución enfatice en su importancia, el Acuerdo le otorgue un
tratamiento de proceso intranscendente o segunda clase, al atribuirle
un exiguo porcentaje frente a la calificación de rendimiento. Tampoco
resulta lógico que el proceso si cuente como carga efectiva, pero para
el egreso se le reste importancia, dejando de un trabajo que en muchos
Juzgados se constituye en más del 80% de los ingresos, sometiendo al
funcionario a una encrucijada: cumplir los términos constitucionales
para resolver el amparo constitucional, lo cual no será tenido en cuenta
para su calificación, o dedicarse a resolver asuntos que no tiene
prelación constitucional pero son fundamentales para lograr las metas
de productividad, aunque ello con el riesgo de ser sancionado penal y
disciplinariamente por no decidir acciones de tutela.

El derecho de acceso efectivo a la administración de justicia, exige de


los funcionarios judiciales el que se de igual tratamiento absolutamente
a todos los procesos que ingresan al despacho judicial, por lo que no
tiene explicación que se categoricen como si fueran de menor valía los
procesos ejecutivos sin oposición, pues ellos también demandan
atención y recursos; las decisiones que en ellos también requieren una
labor intelectual y jurídica que debe surtirse con la misma
responsabilidad que en el más complicado asunto, toda vez que
conlleva las mismas consecuencias para los usuarios y para el propio
funcionario, como mayor razón cuando de por medio se encuentran
medidas cautelares que ante un error, comprometen incluso la
responsabilidad patrimonial del Estado y por contera del funcionario.

Existe doble sanción cuando se descuenta puntaje adicional en la


calificación integral por el incumplimiento de un plan de mejoramiento, o
por la necesidad de nuevos planes, desconociendo de paso que cada
calificación corresponde a un período determinado anual o bianual.

Plan de mejoramiento que demandará la atención y control permanente


y puntual del funcionario, quien no contará con tiempo suficiente para el
efecto, sin sacrificar el necesario para sus funciones judiciales y
administrativas de despacho y parece como una imposición
desproporcionada frente a una calificación menor a 74 puntos, cuando
esta se aprueba con 60 puntos, siendo razonable que solo tal plan se
imponga ante calificaciones inferiores a 65 puntos y solo una vez
escuchado al funcionario y establecido que ello no se deriva de los
reconocidos problemas estructurales de la rama judicial.

El Acuerdo desconoce el derecho del debido proceso, al no señalar de


manera previa como, cuando y ante quien podrá rendir explicaciones un
funcionario que no satisfaga la capacidad máxima de respuesta o que
no obtenga una calificación superior a 74 puntos, a efectos de
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establecer si existe causa justificativa de ello o que su rendimiento


insuficiente es producto de los problemas estructurales de la Rama
Judicial.

No resulta coherente, el hecho de que hoy, cuando la ley 1395 de 2010


prevé para la oralidad un término de dos horas para proferir sentencia,
el acuerdo de calificación, contraviniendo la ley (art. 304 del C. de P.C.),
modifique la estructura de la sentencia, imponiendo mayores exigencias
argumentativas que en tan limitado tiempo será difícil cumplir, además
de ir en contravía de la “cultura de la concisión” que muy bien impulsa la
Escuela Judicial “Rodrigo Lara Bonilla”.

Las visitas para verificación de información estadística (art. 13 del


Acuerdo), parten del supuesto errado de que el funcionario judicial falta
a la verdad cuando diligencia el formulario de estadística.

Se impone al Juez, como calificador de los empleados un seguimiento


trimestral al desempeño de los mismos. No se puede negar que el Juez
cumple con ese seguimiento de manera permanente, verbal y
concertada, pero el exigir la presentación de formularios diseñados para
tal efecto, implica una carga adicional, que demanda un tiempo valioso
si se considera el promedio de empleados que existen en cada juzgado.

Se sancionará a los funcionarios cuando profieran la sentencia dentro


de los plazos que para la oralidad prevé la Ley 1395 de 2010 en su
artículo 9°, sin establecer previamente cuáles fueron las razones por la
cuales no se pudo cumplir con un término tan perentorio, que no
consulta ni la carga laboral de los Juzgados ni la complejidad de los
procesos.

El Acuerdo refiere de manera general unos tiempo mínimos de


evacuación de diligencias, que en la medida en que se alejen de la
media nacional se traducirán en menos puntos en la calificación,
mecanizando la labor del Juez, al no considerar que cada proceso es
diferente y que la complejidad de los mismos no puede estandarizarse.

No existe un solo incentivo a favor de funcionarios y empleados, lo


único que redunda en el Acuerdo son sanciones violatorias del debido
proceso, pues para ninguna de ellas se previó la audiencia previa del
funcionario o empleado sancionado, como si la única satisfacción que
pudiera encontrar el sujeto calificado es que no le bajaron puntos en su
calificación o que al menos no debió someterse a un plan de
mejoramiento.

En general el Acuerdo pareciera partir de la premisa de que los


inveterados problemas de la Rama Judicial que además de todos los
enunciados, deriva también de una legislación paquidérmica y
formalista que es obligación aplicar, son causado por el Juez, amén de
que olvida que la función de administrar justicia no sólo se traduce en
rendimiento sino también en soluciones de conflictos que, en muchos
casos, requieren de estudios complejos y profundos.
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ESPECIALIDAD PENAL

Importante destacar que la H. Sala Administrativa del Consejo Superior


de la Judicatura, anuncia que el aspecto de mayor trascendencia dentro
de su gestión es la consolidación y fortalecimiento de la carrera judicial,
dentro de los criterios de eficiencia, eficacia, independencia,
profesionalización, idoneidad y bienestar de los funcionarios y
empleados judiciales. No obstante a través del Acuerdo 7636 de 2010
que reglamentó la calificación de servicios de los funcionarios y
empleados de carrera de la Rama Judicial, los criterios enunciados no
se cumplen por los siguientes argumentos:

I.) CALIFICACIÓN SEGÚN LA DURACIÓN DE LAS AUDIENCIAS EN


EL SISTEMA ORAL PENAL ACUSATORIO: Se esta en desacuerdo
que sea objeto de calificación el control de duración y suspensión de
audiencias; y que exista un tiempo promedio estándar para cada una
de ellas, so pretexto de eficiencia y eficacia en el servicio. Las
audiencias penales no pueden someterse a un tiempo estándar
previamente establecido, pues ello acarreará violación para los
derechos fundamentales de las partes e intervinientes consagrados en
los tratados internacionales y en el artículo 29 de la Constitución
Nacional, tales como el debido proceso y el derecho de defensa,
sometiendo al funcionario judicial a eventuales denuncias penales y
disciplinarias.

Es claro que la duración de cada audiencia depende de factores que


muchas veces son ajenos al funcionario judicial, tales como la
complejidad de ellas, el número de procesados y defensores, la
cantidad de delitos y las situaciones propias de cada una de ellas que
pueden aparejar extensos debates en derecho, sin que ello pueda
considerarse como un factor adverso para la calificación del funcionario.

II.) CALIFICACIÓN PARA LOS FUNCIONARIOS QUE ATIENDEN


LEY 600 Y LEY 906: Referente a la calificación para funcionarios de
competencia mixta, en los que se toman la ponderación de los
indicadores para cada actividad de acuerdo a los respectivos
procedimientos para cada caso, es importante manifestar que por
calidad, profesionalismo e idoneidad no debería existir este tipo de
funciones mixtas, pues el trabajo se complica enormemente para el
Juez que debe atender los dos sistemas, uno, el de la ley 600 de 2000,
un procedimiento inquisitivo en donde el Juez tiene facultades oficiosas,
y el otro, de la ley 906 de 2.004 de tendencia acusatoria, con un
funcionamiento totalmente diferente al anterior. Sin duda esta mixtura
complica en gran medida la actividad del Juez, pues lo obliga a trabajar
con dos esquemas procesales totalmente distintos, generando
confusión y no pocos errores por la entremezcla de legislaciones
procesales, siendo además que el trámite de asuntos de ley 906
reclama del funcionario judicial su presencia de “cuerpo presente” en
todas y cada una de las audiencias, y siendo, como es obvio, que el
Juez no ostenta el “don de la ubicuidad”, cabría preguntarse entonces
en que momento se espera que atienda el cúmulo de procesos de ley
600 y acciones de tutela, si durante toda la jornada laboral debe
permanecer en el estrado atendiendo las audiencias orales?. Sin duda
que este interrogante sólo tiene una única respuesta, atinente a que
uno debe ser el juez de ley 600 y otro el de 906, pues la combinación
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de los dos sistemas en un mismo funcionario resulta perniciosa para la


administración de justicia, en detrimento sobre todos de los asuntos de
ley 600, pues el funcionario judicial ante el escaso tiempo con que
cuenta para atender los asuntos, obviamente está dando prioridad a los
de ley 906 por tratarse de asuntos nuevos y con personas privadas de
la libertad.

Además, la emisión de una decisión reclama del funcionario judicial el


estudio previo del caso, labor que puede llevar horas y en algunos
casos, días o semanas, dependiendo de la complejidad del mismo,
factor este que jamás es tenido en cuenta para la calificación, pues esta
depende tan sólo de la fría comparación entre los asuntos ingresados y
los egresados, sin ponderar todas estas cuestiones que
indefectiblemente inciden en el rendimiento del funcionario.

III.) MÍNIMO VALOR A LAS ACCIONES DE TUTELA: Resulta inaudito,


por decir lo menos dar un valor de tan sólo el 30% a las acciones
constitucionales de tutela, pues ello significa degradar la importancia y
el valor que el Constituyen de 1991 le entregó a estas acciones bajo el
prurito de que ellas son de trámite expedito, sin reparar que tal carácter
se lo otorgó la propia Constitución Política. Además debe tenerse en
cuenta que el hecho de que las acciones de tutela sean preferentes, no
significa que ellas no demanden una ardua labor para su trámite y
decisión, al punto que en los juzgados ha debido destinarse al menos
un empleado, sino más, para la atención de esta acciones. Una
decisión como la de otorgar un valor de sólo el 30% a las acciones de
tutela, perjudica enormemente a los funcionarios del área penal, pues
conocido es que la mayoría de acciones de amparo están dirigidas a
ellos, quienes no por voluntad propia, sino por exigencia constitucional y
legal, deben abandonar la atención de los asuntos ordinarios para
atender este tipo de acciones. Por tanto, los jueces están abocados a
una sin salida que evidencia la intención de perjuicio a través de la
calificación de servicios, pues si se atienden las acciones
constitucionales que llegan para conocimiento, se obtendrá una
bajísima calificación ante el nimio valor que se les entrega a ellas,
y si deja de atenderlas para asumir de manera preferente los
asuntos ordinarios, será objeto de sanciones penales y
disciplinarias como claramente se prevé por la Constitución y la
ley.

Cabe señalar que el gran cúmulo de acciones de tutela que a diario


inundan los despachos judiciales (tanto de primera como de segunda
instancia) no depende del querer del juez, y por el contrario, éste se ve
impelido a tramitarlas con detrimento, incluso, de su tiempo de
descanso en aras de evacuarlas en término. Por ello, resulta
contradictorio que los asuntos que en mayor cantidad llegan a los
despachos judiciales y que mayor servicio prestan a la comunidad, sean
tratados de manera tan despectiva a efectos de su calificación. Basta
leer la página web de la Rama Judicial, para constatar como un juez fue
sancionado con destitución a raíz de una acción de tutela; por tanto, ¿si
para deducir sanciones de este tipo las acciones de tutela tienen un
valor tan alto -como en realidad lo tienen-, porque para su calificación
se les otorga un valor intrascendente? Por ello la propuesta es que las
acciones de tutela al igual como ahora ocurre, tengan un valor del 100%
en la calificación de servicios y no sólo del 30%.
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IV) PLAN DE MEJORAMIENTO: Sobre el plan de mejoramiento


cuando la calificación se encuentre entre 60 y 74 puntos, se considera
que está en contravía con la Ley 270 de 1.996 - Estatutaria de
Administración de Justicia, pues entratándose de una calificación
satisfactoria, no tiene porqué ser objeto de reproche a través de planes
que apuntan a un supuesto mejoramiento como si la calificación hubiera
sido insatisfactoria. Además, tal plan parte de la equivocada idea de
que el funcionario judicial es quien ha omitido cumplir sus deberes, sin
consultar la realidad que se vive al interior de los despachos judiciales,
en los cuales existe una congestión inveterada que data de treinta o
cuarenta años atrás y que no se le puede cargar al funcionario actual,
tampoco consulta las condiciones en que se desarrolla la función, con
falta de empleados, de equipos y demás, que no son cuestiones cuya
responsabilidad recaiga en el Juez. Por tanto, el pretendido plan de
mejoramiento sólo debe darse en la medida que exista una calificación
insatisfactoria y no como una especie de sanción frente a una
calificación que en la detentan gran cantidad de despachos judiciales
del país.

V.) PERMISOS: Los permisos deben descontarse como días no


trabajados fuere cual fuere la causa que lo motivó, porque donde la ley
no hace distinciones no le es dable hacerla a través de una norma de
categoría inferior. Además, limitar el descuento de días no laborados
por los motivos expresamente dispuestos a su antojo por el Consejo
Superior de la Judicatura, privará al funcionario de un derecho que si
bien no puede ser ilimitado, en muchas ocasiones se ve obligado a
tomarlo por circunstancias propias de su vida privada y frente a las
cuales no puede interferir un acuerdo de calificación. De otro lado,
debe advertirse que al no contabilizarse como días no trabajados los
empleados para capacitación por entidades distintas a la Escuela
Judicial Rodrigo Lara Bonilla, se está coartando el derecho de todo
funcionario de capacitarse para cumplir de mejor manera su labor.

VI) FALTA DE SOCIALIZACIÓN DEL ACUERDO: Surge evidente que


el acuerdo de calificación de servicios de funcionarios y empleados fue
elaborado por personas que carecen en absoluto del conocimiento
acerca de cómo funciona un juzgado y de lo que representa emitir una
sentencia, lo cual demanda ponderación, análisis y estudio; por tanto,
mal puede pensarse que si por ejemplo, diariamente ingresan cinco
asuntos a un despacho, esa misma cifra debe evacuarse para poder
alcanzar una calificación satisfactoria, pues le resulta imposible a
cualquier funcionario judicial emitir esa cantidad de sentencias por día;
por ello, el acuerdo de evaluación de funcionarios debe hacerse por
personas que conozcan la realidad de los despachos judiciales de
nuestro país, con sus problemas y sus limitaciones, y no desde la fría
óptica de un empleado de escritorio en la ciudad de Bogotá. La
supuesta socialización del acuerdo es un sofisma, pues el mismo fue
dado a conocer apenas unos días antes de su entrada en vigencia, y
como era de esperarse, las múltiples críticas y propuestas que en torno
a él se hicieron, ni siquiera fueron tenidas en cuenta.

Por lo anterior se expresa que se considera que el Acuerdo 7636 de


2.010 cuenta con visos de inconstitucionalidad e ilegalidad, siendo una
forma soterrada de acabar con la carrera judicial, pues ante la
imposibilidad de cumplir con las altísimas metas que se imponen,
muchos serán los funcionarios que perderán su cargo aparentemente
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OBSEVAVACIONES Y PROPOSICIONES
ACUERDO PSAA10-7636 DE 2.010 – CALIFICACIÓN DE SERVICIOS
RAMA JUDICIAL DISTRITOS PASTO Y MOCOA
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OBSEVAVACIONES Y PROPOSICIONES
ACUERDO PSAA10-7636 DE 2.010 – CALIFICACIÓN DE SERVICIOS
RAMA JUDICIAL DISTRITOS PASTO Y MOCOA

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