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o DESCARTES
r 1.EL AUTOR EN SU CONTEXTO
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r Descartes es el primer gran filósofo de la Edad Moderna, así como el iniciador de una
. de las dos corrientes fundamentales que la caracterizan, el racionalismo. Nació en
Francia, en la Haye, en 1596. Recibió una educación esmerada en el colegio jesuíta de
la Fleche y se licenció en Derecho por la universidad de Poitiers en l6l6. Tras un
Y período de estancia en el ejército y luego de continuos viajes, en 1625 establece su
residencia en París, pero en 1629 se marcha a Holanda, donde se instaló
e definitivamente. En 1649, por invitación de la reina Cristina de Suecia, se trasladó a
s Estocolmo, y allí muere en 1650.
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o 1.1 Contexto histórico

s La filosofía de Descartes se desarrolla en una época de crisis, como fue el siglo XVII.
e Esta crisis se manifiesta en el campo demográfico con un descenso importante de la
población, en el campo económico con el inicio de un período de inestabilidad, en el
campo social con el estallido de múltiples revueltas de campesinos, que protestan por
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la introducción de los impuestos reales, en el campo político con la caída de la
o monarquía absoluta en Inglaterra (revolución de 1642, que decapita al rey Carlos I, y
n revolución de 1688, que instaura definitivamente la monarquía parlamentaria), y en el
s campo ideológico con las guerras de religión, la más significativa de las cuales fue la
i Guerra de los Treinta Años en lo que hoy es Alemania- Resisten por ahora las
g monarquías absolutas continentales, sobre todo Francia, con el reinado del Rey Sol,
u aunque tiene que soportar algún episodio revolucionario, como la revuelta de la
e Fronda. El resultado de rodo esto fue la aparición del hambre y las enfermedades,
especialmente la peste, que asoló a Europa.
p La explicación de esta crisis se encuentra desde el campo económico en el desarrollo
de un capitalismo comercial demasiado vinculado a la producción (si caía la
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producción y no se podía realizar el intercambio comercial, se producía la crisis),
t desde el campo político en el centralismo y uniformación del estado que pretende el
e absolutismo monárquico, y desde el campo religioso en el esfuerzo de recristianización
n que practicarán tanto los protestantes como los católicos. Por oua parte, el siglo XVII
c es el siglo de la manufactura, que es un modo de producción de transición entre el
i feudalismo y el capitalismo plenamente desarrollado. En un taller manufacturero el
a proceso técnico de producción sigue siendo el mismo que en los talleres anesanales
n de la época feudal, pero han cambiado las relaciones sociales de producción, que son
d plenamente capitalistas (el obrero no es propietario de la materia prima ni del
o producto manufacturado). Se sigue produciendo con herramientas, no con máquinas,
que es lo que hace el capitalismo industrial, pero el trabajo está más organizado,
primero reuniendo en un solo taller a los obreros de una misma especialidad, y luego
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estableciendo una división del trabajo, que exigía que cada obrero o conjunto de
a obreros se especializara en una fase del proceso de producción.
Para proteger la producción propia, de cada estado, surge la teoría económica
e llamada "mercantilismo". Para ésta la riqueza de una nación reside en la cantidad de
x oro y plata que puede atesorar. Y esto se consigue potenciando la exportación de
p productos propios y dificultando la importación de productos de fuera.
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r 1.2 Contexto Cultural
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a Desde el punto de vista cultural el siglo XVII sufre las consecuencias de la reforma
protestante. Aunque Lurero vivió en la primera mitad del siglo XVI. la reforma luterana
c
no participa de los ideales del Renacimiento. Lulero no cree en la libertad y la dignidad
i
humana, ni el mundo es algo bello y placentero. Como monje agustino que fue,
ó regresa a una concepción volunrarisra de Dios, según la cual el hombre por sus
n propíos medios no es capaz de elegir el bien, ni tampoco puede evitar el mal. La

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p
voluntad humana está viciada por el pecado original.
La teología luterana exalta los elementos negativos del hombre, su debilidad, su
flaqueza, su ignorancia. Dios determina lo que es el bien y la verdad. La razón humana
nada puede sin la ayuda divina. La salvación humana no depende del hombre ni de
sus obras, sino de Dios. El optimismo renacentista se sustituye por el pesimismo. La
postura antirrenacentista anterior contrasta, sin embargo, con la que Lulero mantiene
hacia las Sagradas Escrituras, cuya lectura propone siguiendo las más típicas tesis
humanistas. Las Sagradas Escrituras son la fuente principal de información para el
cristiano, y deben leerse sin ningún intermediario. Indirectamente eso trajo consigo la
pérdida de la autoridad pontificia y de los concilios. Sólo vale la interpretación
personal. Es la teoría del "libre examen". La reacción católica no se hizo esperar. En
1542 el papa Paulo III creó la "Sagrada, Romana y Universal Inquisición", más conocida
por el "Santo Oficio", con el fin de combatir a luteranos y calvinistas. Esta institución
ejercerá un efecto nefasto sobre el pensamiento, condenando a Galileo y la nueva
astronomía, mandando a la hoguera a Giordano Bruno y atemorizando a todos los
pensadores de la época, incluido el mismo Descartes, cuyas obras, ya muerto, fueron
incluidas en el "índice de Libros prohibidos". Este control ideológico se completa,
durante todo el siglo XVII, con una fuerte recristianizacíón por ambos bandos (Reforma
y Contrarreforma) en una población, la europea, que vivía inmersa en un cristianismo
medieval, bastante inculto y plagado de elementos mágicos. En este contexto el
pensamiento de Descartes, muy crítico con la filosofía escolástica, que era la filosofía
aceptada por la Iglesia católica, y que además negaba el principio de autoridad, fue
mal recibido. También fue una de las razones por las que trasladó su residencia a
Holanda, el país de mayor libertad intelectual de la época. Otro elemento cultural
relevante es el Barroco. Frente al equilibrio y a la armonía renacentistas, el Barroco
exalta el exceso y la desmesura. Los edificios se hacen más dinámicos curvando sus
líneas, las imágenes adoptan posturas forzadas y la pintura resalta el contraste de
colores. Todo sucede como si no hubiera orden ni necesidad. Todo es cambio,
mutación; no hay nada estable. La realidad se reduce a apariencia, no hay esencia; o
esa esencia está oculta, no se ve. La vida se representa como un sueño o como un
teatro, pero no como un sueño placentero, ni como un teatro alegre, sino como una
pesadilla o una gran farsa. Todo esto influye en Descartes, haciéndole desconfiar del
conocimiento sensible, que es simple apariencia. Como los sentidos nos engañan con
frecuencia, es necesario construir un conocimiento basado en la razón y en las leyes
de la razón, que es la única capaz de penetrar en la estructura profunda de la
realidad, o sea, su esencia.Además del Barroco hay otra corriente artística y literaria
que debe tenerse en cuenta. No influye en Descartes, porque empieza a desarrollarse
a partir de la segunda mitad del XVII, y Descartes ya ha muerto. Más bien es
Descartes quien influye en ella- Se traía del neoclasicismo. El Barroco muestra la crisis
con sus distorsiones y excesos; el neoclasicismo la intenta dominar por la imposición
de una ley y un orden racional, que era el que buscaba Descartes. Frente a la
desmesura del Barroco, el neoclasicismo establece el orden, la claridad y la sencillez
como formas de organizar la variedad de las cosas, aunque sea un orden impuesto y
una claridad y sencillez pensadas, no naturales. Un último elemento cultural,
importantísimo, es la revolución científica, que se inicia por la astronomía. Desde la
Antigüedad hasta el Renacimiento había estado vigente una concepción del mundo de
carácter geocéntrico. Nicolás Copérnico la sustituye por otra heliocéntrica, que, a
medida que se fue perfeccionando, sobre todo por la labor de Kepler y sus tres leyes,
provocó la adhesión de los mejores pensadores, entre ellos Descartes- Pero la
revolución científica no quedó ahí. Al unificar el doble mundo, supralunar e infralunar,
toda la realidad podía ser estudiada de la misma manera, con el mismo método. La
observación, que antes se dirigía al mundo infralunar, el de nuestra experiencia, ahora
se generaliza (aparece el telescopio). Las matemáticas, que antes se aplicaban al
mundo supralunar, el único que era perfecto, ahora también se aplican a la
experiencia ordinaria. Y éstos son dos de los tres ingredientes que forman parte del
nuevo método científico, cuyo creador fue Galileo Galilei: observación y
matematización (tanto del fenómeno como de la hipótesis explicativa), a los que se
añade la comprobación experimental (de esa hipótesis explicativa). De las tres fases
que componen el nuevo método científico conviene destacar la segunda, la
matematización, tanto por la intervención que ejerce sobre tas otras dos
(matematización del fenómeno y comprobación de la hipótesis formulada en lenguaje
matemático), como por su influencia decisiva en el pensamiento de Descartes. Pero
las matemáticas no hubiesen podido realizar esa labor, si previamente, durante los
siglos XVI y XVII, no se hubieran desarrollado de manera tan espectacular. Durante el
siglo XVI el avance se revolucionario, como la revuelta de la Fronda. El resultado de
todo esto fue la aparición del hambre y las enfermedades, especialmente la peste, que
asoló a Europa. La explicación de esta crisis se encuentra desde el campo económico
en el desarrollo de un capitalismo comercial demasiado vinculado a la producción (si
caía la producción y no se podía realizar el intercambio comercial, se producía la
crisis), desde el campo político en el centralismo y uniformación del estado que
pretende el absolutismo monárquico, y desde el campo religioso en el esfuerzo de
recristianización que practicarán tanto los protestantes como los católicos. Por otra
parte, el siglo XVII es el siglo de la manufactura, que es un modo de producción de
transición entre el feudalismo y el capitalismo plenamente desarrollado. En un taller
manufacturero el proceso técnico de producción sigue siendo el mismo que en los
talleres artesanales de la época feudal, pero han cambiado las relaciones sociales de
producción, que son plenamente capitalistas (el obrero no es propietario de la materia
prima ni del producto manufacturado). Se sigue produciendo con herramientas, no con
máquinas, que es lo que hace el capitalismo industrial, pero el trabajo está más
organizado, primero reuniendo en un solo taller a los obreros de una misma
especialidad, y luego estableciendo una división del trabajo, que exigía que cada
obrero o conjunto de obreros se especializara en una fase del proceso de producción.
Para proteger la producción propia, de cada estado, surge la teoría económica llamada
"mercantilismo"-Para ésta la riqueza de una nación reside en la cantidad de oro y piara
que puede atesorar. Y esto se consigue potenciando la exportación de productos
propios y dificultando la importación de productos de fuera.
1.3 Contexto filosófico

El Discurso del Método, en su edición original de 1637, no constituye una obra


independiente. Su publicación fue acompañada de tres tratados científicos. La
Dióptrica, Los Meteoros y La Geometría. A esos tres tratados Descartes antepuso una
extensa introducción en francés, que viene a ser una especie de autobiografía
filosófica, con el título de Discurso del Método para dirigir bien la razón y buscar la
verdad en las ciencias. Le puso el nombre de Discurso y no de Tratado del Método para
indicar que no se proponía enseñarlo, sino sólo hablar de él. Y a los tres tratados
científicos los llamóEnsayos, porque con ellos quería mostrar la validez de ese
método.El Discurso del Método consta de seis partes- Pese a su título, no es una obra
que tenga una unidad temática, porque cada una de esas partes toca cuestiones
diferentes. La primera parte hace referencia a la época de formación de Descartes, a
su estancia en el colegio de la Fleche y a la insatisfacción que le produjo la enseñanza
recibida. Es la parte más autobiográfica. La segunda parte viene a ser la parte central,
en la que habla del método, de su importancia para la ciencia y la filosofía, y expone
unos breves preceptos metódicos de carácter muy general. La tercera parte habla de
la moral y expone tres reglas que él llama provisionales, pero que nunca modificó
sustancialmente. Son reglas que considera imprescindible practicar mientras aplica su
método y que traslucen un fondo estoico. Estas reglas son: "obedecer las leyes y
costumbres de mi país", "ser lo más firme y decidido que pudiera en mis acciones" e
"intentar siempre vencerme a mí mismo antes que a la fortuna". La parte cuarta hace
un resumen de su metafísica, que resulta bastante escasa e incompleta. Quizás la
introduce porque considera que la física, de la que va a hablar a continuación, no
podía quedar sin una fundamentación filosófica. La parte quima habla de física y
fisiología, indicando con ello que va a estudiar con el mismo método (mecanicista)
tanto los fenómenos físicos como los biológicos. En ella habla de la circulación de la
sangre, aunque su explicación no sea totalmente correcta. En la parte sexta se
Justifica la publicación de la obra y se establecen algunas precisiones metodológicas
para aplicar bien el método, entre ellas la importancia que tienen las suposiciones y
las experiencias en la investigación científica. Descartes se dio cuenta de la dispersión
temática del Discurso del Método y, con el fin de buscarle una cierta unidad, presentó
como núcleo básico la parte segunda (el método), tomando todas las demás, excepto
la primera, como aplicaciones de ese método. Pero eso no es verdad. El método que
tan esquemáticamente se expone en la parte segunda no encaja con las precisiones
metodológicas de la parte sexta. Las reglas provisionales de moral de la parte tercera
no parecen constituir una aplicación de los preceptos metódicos, ni tampoco las
diversas cuestiones científicas tratadas en la parte quinta. La unidad de la obra no se
encuentra en la temática que toca sino en el proyecto que formula. Un proyecto
global, filosófico y científico a la vez, que Descartes ofrece a un amplio público con el
fin de sustituir el modelo que todavía dominaba en su época: el aristotelismo
escolástico. Es esto lo que más ha valorado la posteridad, hasta el punto de publicar
con frecuencia el Discurso del Método como una obra independiente. El Discurso del
Método se sitúa dentro de las obras innovadoras de Descartes. Es frecuente distinguir
entre un Descartes conservador y un Descartes innovador. Descartes es el primer
filósofo verdaderamente original de la época moderna; y como todo innovador,
todavía arrastra en su pensamiento algunos elementos tradicionales de la filosofía
escolástica que tanto atacó. Tras el Discurso del Método, en l64l, Descartes publicó su
obra filosófica fundamental, Meditaciones de Filosofía Primera, más conocida con el
nombre de Meditaciones Metafísicas.Esta obra tiene la originalidad de incluir las
críticas que le hicieron algunos de sus contemporáneos, como el inglés Hobbes o los
franceses Gassendi y Arnauld, así como las réplicas del mismo Descartes. En 1644
publica Los principios de la filosofía, que, a diferencia de las dos anteriores, es su obra
más tradicional- La última obra que publicó en vida rué Las pasiones del alma, en
1649. A los escritos anteriores hay que añadir la obra póstuma, que por diversas
razones nos da el Descartes más genuino. Está constituida por el Tratado del Mundo y
su continuación, elTra t a d o del Hombre; y por un escrito inconcluso, llamado Reglas
para la dirección de la mente.El Tratado del Mundo es el escrito que retiró Descartes a
punto de publicación, cuando se enteró de que Galíleo había sido condenado por la
Iglesia por defender el mismo copernícanismo que él defendía en elTra t a d o . En su
lugar publicó los tres tratados científicos de los que antes hablamos, con la famosa
introducción que constituye el Discurso del Método. El otro escrito, Reglas para la
dirección de la mente, es extraordinariamente interesante para conocer el proyecto
intelectual de Descartes, que no pudo terminar. Aunque la filosofía de Descartes
destaca por su originalidad, su pensamiento registra diversas influencias del ámbito
filosófico de la época. La primera influencia viene de aquellas filosofías de la
antigüedad griega que resurgieron en el Renacimiento, y más concretamente, del
escepticismo, que rechaza, y del estoicismo, que admite en sus reglas provisionales
de moral. El escepticismo renacentista no es una simple repetición del helenístico. Los
temas clásicos de la relatividad y variabilidad de las opiniones costumbres, la
subjetividad y el engaño de los sentidos o los errores de muchos razonamientos se
plantean con un nuevo enfoque, determinado por las disputas religiosas, los
descubrimientos geográficos, que traen consigo el conocimiento de culturas muy
diferentes, y la pervivencia del dogmatismo escolástico medieval. Escépticos
importantes fueron Miguel de Montaigne, al que leyó Descartes, Fierre Charron y
Francisco Sánchez. La segunda influencia viene del agustinismo, reactualizado por la
reforma luterana. Descartes se asemeja a S. Agustín en la importancia dada al sujeto,
en la demostración de Dios a partir del sujeto {res cogtíans), aunque el análisis que
hace de éste no sea psicológico sino metafísico- La misma expresión agustiniana si
fallar, sum (si me equívoco, existo), se parece bastante al famoso cogito, ergo sum
(pienso,luego existo) de Descartes. En fecha mucho más cercana el médico español
Gómez Pereira hizo una formulación parecida en su obra Antoniana Margarita. Por otra
parte, conviene resaltar la postura de Descartes ante la filosofía escolástica. Aunque la
descalifica abiertamente, no es capaz de superar por completo algunos de sus
conceptos y planteamientos. Es lo que se ha llamado el Descartes tradicional. Sigue
usando la noción de sustancia{res) para referirse al yo, como si el yo fuera una simple
cosa, al modo del realismo. El sistema filosófico que pretende es de carácter
metafísico, organizado deductivamente en ¡torno a las tres nociones metafísicas
fundamentales, Alma, Dios y Mundo. Y sobre todo, está muy preocupado por la
"noción de cosa en sí", necesita demostrar la existencia de Dios para Justificar que la
mente no se engaña, que las ideas que son objeto de la mente son verdaderas (Dios
no nos ha construido mal), que ese mundo concebido por la mente como res extensa
(sustancia extensa) existe en la realidad. A pesar de lo anterior, el pensamiento de
Descartes no pudo penetrar en las universidades que, dominadas por la escolástica,
se cerraron a su influencia. No obstante, su pensamiento tuvo una gran resonancia.
Gran parte del siglo XVII en Francia será una lucha entre cartesianos y escolásticos.

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