educación
Luisa Pinto Cueto
Educadora, Presidenta de Foro Educativo
LA EDUCACIÓN DEL SIGLO XXI.
DEL ASISTENCIALISMO AL DESARROLLO DE
CAPACIDADES PARA ENFRENTAR LA POBREZA.
DE LA FILANTROPÍA A LA RESPONSABILIDAD SOCIAL.
D
esde su fundación en Foro Educativo se vie-
ne trabajando por el derecho a una educa-
ción de calidad para todos y todas, a través
de la consolidación de un espacio plural de
propuesta y debate, así como, de la participación con
otras instituciones en el mismo propósito. Una educa-
ción de calidad, en el contexto del siglo XXI presenta
aspectos importantes a considerar:
La dimensión planetaria en la que se mueve la convi-
vencia humana. El panorama del presente siglo pone el
peso de toda reflexión y análisis de situación de vida y
por lo tanto de elaboración de propuesta en una dimen-
sión muy grande: pasa lo nacional, pasa lo internacio-
nal entendido como relación entre naciones y adquiere
una dimensión planetaria; todos en corresponsabilidad
con el medio que nos cobija. Edgard Morin, educador
y filósofo francés plantea en un estudio preparado por
iniciativa de UNESCO, “Los siete saberes necesarios
para el siglo XXI”, una reflexión del papel de la edu-
cación para este siglo. De los saberes planteados por
Morin, resalto dos: Enseñar la identidad terrenal y la
ética del género humano. Nos dice, la educación debe
conducir a una ántropo-ética que considere el carácter
ternario de la condición humana-individuo, sociedad y
especie- y de esta manera preparar para entender y
actuar frente a los grandes problemas que este siglo
plantea: Adaptación al cambio climático y enfrentar el
problema político de la no comprensión de nuestra rea-
lidad multicultural.
La globalización de los diferentes aspectos de la inte-
racción económica marca las relaciones internaciona-
les. Este fenómeno va creado nuevos horizontes que
surgen de la desnacionalización de los espacios eco-
nómicos, políticos y culturales y provocando problemas
en la afirmación de identidades. En el campo educati-
vo, un aspecto a tomar en cuenta es si el patriotismo
32
tradicional es una fuente suficiente para la afirmación
de identidad o si ha de reformularse hacia un cosmopo-
litismo más acorde con el nuevo horizonte.
El proceso de la reforma del Estado y la descentraliza-
ción política conforman un gran reto a la educación en
el plano nacional. El proceso de descentralización y
la transferencia de competencias educativas a los go-
biernos regionales es un tema que ha creado una gran
expectativa en la lucha contra la pobreza, el camino al
desarrollo y la justicia social. Sin embargo, es también
evidente una situación de desaliento cívico en la po-
blación, generado por el reiterado mensaje de un cre-
cimiento económico sostenido y la angustia cotidiana
de vivir la experiencia de un crecimiento que no tiene
efecto sustantivo en las situaciones más críticas de su
cotidianeidad: como las condiciones de vida (servicios
básicos, vivienda, transporte) y el ejercicio de los dere-
chos fundamentales de la persona humana (educación,
salud, trabajo) sobre todo en el espacio rural; y en este
espacio, el que corresponde a la población indígena.
Este es el panorama que la discusión educativa tiene
que incorporar. Toda esta situación pone en tela de jui-
cio las dinámicas de actuación tradicionales de parte de
las instituciones públicas y privadas, de parte del Esta-
do y de la sociedad civil. Las respuestas a esta situa-
ción no sólo comprometen al campo de la educación,
de ahí nuestro interés por convocar a profesionales de
otros campos de conocimiento y actuación frente a la
producción y al desarrollo. Este diálogo debe ubicarse
en la base de dos propósitos ya en camino, por parte
del Estado pasar del asistencialismo al desarrollo de
capacidades para enfrentar la pobreza, lo que requiere
una discusión seria y propositiva sobre los programas
sociales del Estado; y por parte de la sociedad civil el
movimiento empresarial que avanza de la filantropía a
la responsabilidad social.