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Pero la victoria de Barack Obama fue más allá de los racistas –que
influyeron sin ninguna duda- y de las bondades de una campaña
publicitaria. Porque en estas elecciones se produjo un fenómeno histórico;
no fue un éxito del marketing político o de una estrategia publicitaria
contundente.
Desde la otra carpa, un spot mostraba a Obama en fotos que compartía con
Paris Hilton y Britney Spears, mientras en off se decía: “Es la más grande
celebridad en el mundo. ¿Pero estará listo para gobernar?”. Al hablar de esa
pieza, un asesor de McCain machacaba sobre el mismo yunque: “La
campaña de Obama está enfocada en una enorme imagen de status de
celebridad. En cambio, McCain ofrece un movimiento basado en ideas para
el pueblo americano. Porque él es más un líder global que una celebridad
global”.
El ‘roadblock’
“No ganó por eso, pero tuvo un alto impacto en la gente”, definió un
veterano del marketing político en Nueva York. Lo más probable es que ese
gran spot haya remachado definitivamente la adhesión de los votantes
seguros, y decidido a una cierta cantidad de indecisos, que tal vez alguna
encuesta futura ayude a cuantificar con precisión. Fue todo lo contrario a un
aviso negativo: no se mencionó allí a ningún candidato del otro partido; sólo
se mostraron historias humanas de quienes formaban parte del target
principal del Partido Demócrata: los trabajadores al límite, los desposeídos,
los desplazados. “Debo reconocer que lo miré con muchas prevenciones,
pero al final terminó conmoviéndome”, confesó Barbara Lippert, la habitual
crítica de spots publicitarios de la revista especializada Adweek.
Pero estuvo en juego. Por eso el aviso más reflexivo de la campaña apareció
el penúltimo día en vía pública, mostrando una foto de Obama con la piel
blanca junto a otra de McCain con la piel oscura. El texto (Let the issues be
the issue, deje que los temas sean el tema) invitaba a votar por las ideas,
no por la raza. Uno piensa que el mensaje no apareció antes para no
parecer demasiado defensivo. En todo caso, el timing fue también una
virtud de la campaña de Obama.