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preciso seguir a veces opiniones que se sabe son muy inciertas, como si fueran indudables, pero dado que entonces
sólo deseaba entregarme a la investigación de la verdad, pensé que era necesario que hiciese todo lo contrario, y que
rechazase como absolutamente falso todo aquello en que pudiera imaginar la menor duda, a fin de ver si después de
esto, no me quedaría alguna cosa en mi creencia que fuera enteramente indudable. Asi, puesto que nuestros sentidos
en ocasiones nos engañan, quise suponer que no había nada que fuese tal como ellos nos lo hacen imaginar. Y como
hay hombres que se equivocan al razonar, incluso sobre las cuestiones más simples de geometría, y cometen en ellas
paralogismos, juzgando que estaba expuesto a errar como cualquier otro, rechacé como falsas todas las razones que
antes había aceptado por demostraciones. Y, en fín, considerando que los mismos pensamientos que tenemos estando
despiertos pueden también sobrevenirnos cuando dormimos, sin que entonces haya ninguno que sea verdadero,
resolví fingir que todas las cosas que hasta entoces habían entrado en mi espíritu no eran más verdaderas que las
ilusiones de mis sueños. Pero inmediatamente después advertí que, mientras quería pensar así que todo era falso, era
preciso necesariamente que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa. Y, reparando que esta verdad: pienso, luego soy,
era tan firme y tan segura que todas las suposiciones más extravagantes de los escépticos no eran capaces de
conmoverla, juzgué que podía aceptarla, sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía que buscaba.
Luego, al examinar con atención lo que yo era y al ver que podía fingir que no tenía cuerpo alguno, y que no había
mundo ni lugar alguno en el que yo me hallase, pero no podía fingir por eso que no era nada, y que, por el contrario,
de esto mismo que pensaba de dudar la verdad de las demás cosas, se deducía muy evidente y ciertamente que yo
era,......conocí por esto que yo era una sustancia cuya esencia o naturaleza es pensar y que, para ser, no necesita de
lugar alguno ni depende de ninguna cosa material. De modo que este yo, es decir, el alma por la cual soy lo que soy,
es enteramente distinta al cuerpo, e incluso más fácil de conocer que él y que, aunque él no fuese, (el alma) no dejaría
en modo alguno de ser todo lo que es.
Descartes. Discurso del método. 4ª parte
A continuación, reflexionando sobre el hecho de que dudaba y que por consiguiente, mi ser no era del todo perfecto,
pues advertía claramente que era mayor perfección conocer que dudar, traté de indagar de dónde había aprendido a
pensar en algo más perfecto de lo que yo era.....Respecto a los pensamientos que tenía de muchas otras cosas fuera de
mí, como el cielo, la tierra, la luz, el calor y otras mil, no me era tan difícil saber en modo alguno de dónde procedían,
porque, no observando en ellos nada que pareciera hacerlos superiores a mí, podría creer que, si eran verdaderos,
dependían de mi naturaleza en tanto que ella posee la perfección del pensamiento.....Pero no podía ser lo mismo sobre
la idea de un ser más perfecto que el mío;....y puesto que no hay menos repugnancia en que lo más perfecto sea
consecuencia y dependencia de lo menos perfecto que la que hay en que de la nada proceda alguna cosa, tampoco
podía proceder (tal idea) de mísmo. De suerte que sólo restaba el que ésta (idea) hubiese sido puesta en mí por otra
naturaleza que fuera verdaderamente más perfecta que yo lo era, es decir, para decirlo con una palabra que fuese
Dios.
Descartes. Discurso del método. 4ª parte
A lo cual agregaba que, puesto que conocía algunas perfecciones que no tenía en modo alguno, no era yo el único ser
que existía (usaré libremente aquí, si os parece bien, los vocablos de la Escuela), sino que era preciso de necesidad
que existiese algún otro (ser) más perfecto, del cual yo dependiese y de quien hubiese adquirido todo lo que tenía.
Pues si hubiese tenido por mí mismo lo poco que participaba del ser perfecto, por la misma razón hubiera podido
tener por mí mismo todo lo demás que sabía me faltaba, y así, ser yo mismo infinito, eterno, inmutable, omnisciente,
todopoderoso, y, en fín, poseer todas las perfecciones que podía admitir en Dios.
Descartes. Discurso del método. 4ª parte.
Asi pues, siguiendo los razonamientos que acabo de hacer, para conocer la naturaleza de Dios, en tanto que la mía
era capaz de ello, me bastaba sólo considerar, de todas las cosas que encontraba en mí alguna idea, si era perfección o
no el poseerlas, y estaba seguro de que ninguna de las que manifiestan cierta imperfección estaba en Él....Así advertí
que la duda, la inconstancia, la tristeza y cosas semejantes no podían estar en Él, puesto que yo mismo me hubiera
alegrado mucho de verme exento de ellas.....Además, dado que había conocido en mí muy claramente que la
naturaleza inteligente es distinta de la corporal, considerando que toda composición denota dependencia, y que la
dependencia es un defecto, de aquí deduje que el estar compuesto de estas dos naturalezas no podía ser una perfección
de Dios y que, por consiguiente, no lo estaba; pero que, si había algunos cuerpos en el mundo, o algunas
inteligencias, u otras naturalezas que no fuesen del todo perfectas, su ser debía depender de su poder (divino), de tal
modo que no podrían subsistir ni un solo momento sin Él.
Descartes. Discurso sobre el método. 4ª parte
Despues de esto quise indagar otras verdades y, habiéndome propuesto el objeto de los geómetras, que concebía como
un cuerpo continuo, o un espacio indefinidamente extenso....recorrí algunas de sus proposiciones simples. Y, al
advertir que esa gran certeza que todo el mundo le atribuye sólo se fundamenta en que se las concibe con evidencia,
según la regla que he dicho antes, tambien advertí que no había nada en ellas que me asegurase la existencia de su
objeto. Pues, por ejemplo, veía bien que, suponiendo un triángulo, era necesario que sus tres ángulos fuesen iguales a
dos rectos: pero no por eso veía nada que me asegurase que hubiese en el mundo triángulo alguno. Por el contrario,
volviendo a examinar la idea que tenía de un ser perfecto, encontraba que la existencia estaba incluida en ella, del
mismo modo que en la de triángulo está comprendido que sus tres ángulos son iguales a dos rectos......; y que, por
consiguiente, es por lo menos tan cierto que Dios, que es este ser perfecto, es o existe, como lo pueda ser cualquier
demostración de la geometría.
Descartes. Discurso del método.4ª parte
Pero lo que hace que haya muchos que estén persuadidos de que hay dificultad en conocerle, e incluso tambien en
conocer lo que es su alma, es que no elevan nunca su espíritu por encima de las cosas sensibles y que están de tal
modo acostumbrados a no considerar nada que no puedan imaginar, lo cual es un modo particular de pensar en las
cosas materiales, que todo lo que no es imaginable le parece se ininteligible. Incluso es bastante manifiesto aquello
que los filósofos tienen por máxima, en las escuelas, que nada hay en el entendimiento que no haya estado primero en
los sentidos, cuando, sin embargo, es ciertos que las ideas de Dios y del alma jamás lo estuvieron. Y me parece que los
que quieren usar de su imaginación para comprenderlas, obran exactamente lo mismo que si, para oir los sonidos o
sentir los olores, quisieran servirse de sus ojos, aunque con esta diferencia, que el sentido de la vista no nos asegura la
verdad de sus objetos menos que lo hacen los del olfato o del oido; mientras que ni nuestra imaginación ni nuestros
sentidos jamás podrían asegurarnos nada si no intervinieran en ella nuestro entendimiento.
En fín, si todavía hay hombres que, por las razones que he expuesto, no estén bastante convencidos de la existencia de
Dios y de su alma, quiero que sepan que todas las demás cosas de las que tal vez se crean más seguros, como tener un
cuerpo, que hay astros y una tierra, y cosas semejantes, son menos ciertas. Pues, aunque tengamos una certeza moral
de estas cosas tan grande que parece no se pueda dudar de ellas, a menos de ser un hombre extravagante, sin
embargo, también a menos de ser poco razonable, cuando es cuestión de una certeza metafísica, no puede negarse que
sea un motivo suficiente para no estar completamente seguro de ellas el haber advertido que se puede del mismo modo
imaginar, estando dormidos, que se tiene otro cuerpo, que se ven otros astros y otra tierra, sin que nada de eso sea.
Porque, ¿cómo se sabe que los pensamientos que vienen en sueño son más falsos que los demás, dado que a menudo
no son menos vivos y precisos? Y aunque los mejores espíritus lo estudien tanto como les plazca, no creo que puedan
dar razón alguna que sea suficiente para desvanecer esta duda si no presuponen la existencia de Dios. Pues, en
primer lugar, eso mismo que he tomado antes como regla, a saber, que las cosas que concebimos muy clara y
distintamente son todas verdaderas, no es seguro más que a causa de que Dios es o existe...... De donde se deduce que
nuestras ideas o nociones sobre cosas reales proceden de Dios en todo cuanto son claras y distintas, y, por ello, no
pueden en eso ser sino verdaderas. De manera que si tenemos (ideas o nociones) que contienen falsedad, esto sólo
puede provenir de aquellas que tienen algo de confuso y obscuro, puesto que en eso participan de la nada, es decir,
que en nosotros son así de confusas porque no somos del todo perfectos.
Ahora bien, despues de que el conocimiento de Dios y del alma nos ha garantizado de este modo la certeza de esta
regla, es muy fácil conocer que las fantasías que imaginamos cuando estamos dormidos no deben de ningún modo
hacernos dudar de la verdad de los pensamientos que tenemos estando despiertos, pues si ocurriera que, incluso
durmiendo, se tuviera alguna idea muy distinta, como, por ejemplo, que un geómetra inventara alguna nueva
demostración, su sueño no le empediría ser verdadera. Y en cuanto al error más frecuente de nuestros sueños, que
consiste en que nos representan diversos objetos de la misma manera como lo hacen nuestros sentidos externos, no
importa que nos dé ocasión de desconfiar de la verdad de tales ideas, puesto que tambien pueden engañarnos con
frecuencia sin que durmamos: como cuando....los astros u otros cuerpos muy lejanos nos parecen más pequeños de lo
que son. Porque, en fín, bien que estemos despiertos bien que durmamos, no debemos nunca dejarnos persuadir más
que por la evidencia de nuestra razón. Y adviértase que digo de nuestra razón y no de nuestra imaginación ni de
nuestros sentidos. Así, aunque veamos el sol muy claramente, no por ello debemos juzgar que sea del tamaño con que
lo vemos..... La razón es quien nos asegura que todas nuestras ideas o nociones deben tener algún fundamento de
verdad, pues no sería posible que Dios, que es totalmente perfecto y verdadero, las hubiese puesto en nosotros sin eso.
Y dado que nuestros razonamientos no son nunca tan evidentes ni tan completos tanto en el sueño como durante la
vigilia...............en nuestros pensamientos, lo que tienen de verdad debe hallarse de modo infalible en los que tenemos
estando despiertos más que en los de nuestros sueños.
Descartes.Discurso del método.4ª parte.
COSTUMBRES En la 3ª parte del Discurso del Método, Descartes, deja claramente
establecido que sobre cuestiones de moral se pueden seguir opiniones dudosas.
Concretamente en la segunda máxima de la moral provisional, Descartes, considera lo
probable como cierto.
PIENSO, LUEGO SOY Je pense, donc je sui o cógito, ergo sum, sive existo se le revela a
Descartes como la verdad indubitable que andaba buscando. Conviene notar, sin
embargo, que esta verdad unicamente le da seguridad a Descartes de que tiene
pensamientos, de que es una cosa que piensa. Sobre su cuerpo, y todo lo demás que
no sea su pensamiento, sigue presente la duda.
DISTINTA DEL CUERPOEl alma y el cuerpo son dos substancias diferentes y no una
sola substancia ( compuesta de materia y forma ) tal como mantenía la filosofía
aristotélico-tomista.Texto2
1. Esas cosas no parecen ser superiores a mí, afirma Descartes. Por lo tanto,
no sería absurdo suponer que mi propia naturaleza (más perfecta que
las cosas) pudiera ser la causa de la veracidad de tales cosas.
2. Si de las ideas, de las cosas que existen en mí, yo no fuera la causa de su
verdad, entonces estarían en mi debido a mi imperfección, que me
hace dudar de las cosas exteriores, y, entonces, tales ideas
provendrían de la nada o tendrían su base en la idea del ser perfecto
que tengo en mí
3. Nótese que, tanto en un caso como en otro, las ideas podrían provenir del
mismo Descartes.Texto3
SOBRE LAS IDEAS Según Descartes el pensamiento piensa siempre ideas, es
decir, el pensamiento no recae directamente sobre las cosas sino sobre las
ideas. Pensamos no en el mundo sino en la idea de mundo. Por ello,
diferencia en la idea los aspectos siguientes:
SER MÁS PERFECTO Además de ideas que se refieren a cosas que existen fuera de él
mismo, Descartes, dice poseer tambien una idea que representa a un ser perfecto.
¿De dónde procede tal idea? De uno mismo parece que no, ya que esta idea implica
perfección y yo soy un ser imperfecto. Tampoco tiene sentido afirmar que proceda de
la nada.
DIOS EXISTE Si yo mismo, afirma Descartes, fuera causa de mi existencia con la idea
de Dios en mí, entonces debería poseer las perfecciones atribuidas a Dios. Sin
embargo no las poseo. Por lo tanto, es necesario que mi ser dependa, y deba mi
existencia, a otro ser más perfecto. Ese ser es Dios. Por lo tanto, Dios existe. En las
Meditaciones metafísicas podemos encontrar desarrollada con más detalle esta
prueba.Texto3
NO PUEDEN ESTAR EN ÉLDescartes utiliza aquí un método propio del tomismo. Según
Tomás de Aquino, entre los mecanismos que nos pueden permitir saber algo sobre lo
que Dios es, existe uno al que denomina via remotionis o vía negativa. Consiste en
negar en Dios aquellos atributos que observamos en la criaturas y así poder saber
algo de como Dios es. Descartes hace aquí algo parecido. Dado que uno mismo duda,
es inconstante o está triste, podríamos decir de Dios que es todo lo contrario, ya que
estas imperfecciones no pueden estar presentes en un ser perfecto.
CUERPOS DEL MUNDOEl cuerpo humano es como una máquina acoplada al espíritu.
Esta unión, como ya hemos visto, es solo de composición. Pero la composición
implica dependencia y ésta implica subordinación e imperfección. Por eso no puede
decirse que los cuerpos subsistan por sí mismos.Texto3
SER PERFECTODel mismo modo que tiene una idea de triángulo, como cosa que no
parece existir en el mundo, Descartes, afirma tener tambien una idea que se
refiere a un ser perfecto, algo que tampoco es capaz de de ver como existente en
el mundo exterior.
DIOS EXISTEA pesar de que el ser perfecto no es algo visible a través de los
sentidos, la lógica nos lleva a tener que aceptar necesariamente su existencia. Es
evidente que si aceptamos la idea de un ser perfecto, la existencia tiene que estar
incluida en su esencia, ya que, de lo contrario no sería un ser perfecto. Descartes
desarrolla aquí la prueba, denominada desde Kant, como argumento ontológico.
Esta prueba ya había sido formulada por San Anselmo, el cual vive en los años
( 1033-1109 ), en el capítulo tercero del Proslogium. Descartes la desarrolla más
ampliamente en la 5ª Meditación Metafísica.
LAS COSASSe refiere a las ideas que tenemos tanto de las cosas que proceden del
exterior ( ideas adventicias ) como de las ideas que tenemos de nuestro propio
cuerpo. En las Meditaciones Metafísicas, Descartes, en la duda métodica, analiza
con detalle las razones que le llevan a cuestionar la certeza de las cosas percibidas
por los sentidos, tanto en lo lejano como en el ámbito de lo cercano.
LOS MEJORES ESPÍRITUSSe refiere a las mentes más preclaras de su época. Les
sería imposible, según Descartes, poder demostrar por qué es más cierto el mundo
de la vigilia que el mundo de los sueños a no ser que presupongan la existencia de
Dios.Texto5
REGLASe refiere al criterio general de certeza: todas las cosas que concebimos de
modo claro y distinto son todas verdaderas.Texto5
IDEAS SOBRE LAS COSASLas ideas que tenemos sobre las cosas dejan de ser
dudosas desde el momento en que Dios se convierte en garantía de la verdad. Dios
garantiza la verdad de las ideas claras y distintas, luego las ideas claras y
distintas, las ideas innatas de substancia finita e infinita, provienen de Dios.
FALSEDADSi cometemos errores y tenemos ideas falsas ello se debe a que las ideas
sobre las cosas participan del algún modo de la nada y a que nosotros somos
imperfectos. Para Descartes, el ser fundamenta la verdad. En este sentido, la
verdad no puede proceder de la nada. Por su parte, el error equivale al no-ser y,
por tanto, no puede provenir de Dios. Este principio deriva de la teoría escolástica
en torno a las propiedades del ser, que es uno, verdadero y bueno (trascendental).
La carencia de alguna de estas propiedades implica la ausencia del ser. En el Libro
IV de las Meditaciones Metafísicas, trata Descartes, con más detalle, acerca del
por qué nos equivocamos y cometemos errores.Texto5
CONOCIMIENTO DE DIOS Y DEL ALMAAl llegar a este punto, Descartes, ya sabe con
certeza de la existencia de su alma ( res cogitans ) y de la existencia de Dios. Es,
sin embargo, el conocimiento de Dios el que se convierte en garantía de certeza
sobre la verdad y la existencia de las cosas materiales.
ERROR MÁS FRECUENTEUno de los errores más frecuentes de los sueños es que
nos llevan, según Descartes, a dudar de la veracidad de los sentidos tanto en lo
referente a lo lejano, como, por ejemplo, cuando veo y me formo una idea del sol,
como a lo cercano, como por ejemplo, cuando contemplo que estas son mis manos
o que estoy sentado junto al fuego. Y es, señala Descartes, que tambien he
soñado que estaba viendo el sol o contemplando mis manos y leyendo un libro
sentado junto al fuego. ¿Por qué afirmar que el sol, las manos y el cuerpo que está
sentado junto al fuego, en estado de vigilia, son los verdaderos y lo que se
presentan en sueños son los falsos? Esta duda desaparece, ahora, al convertirse
Dios en garantía de verdad.
DIOSDios se nos muestra aquí, de modo definitivo, como el genio benigno, es decir,
como un ser perfecto y veraz fundamento y origen de toda verdad. En este sentido
no nos puede engañar lo que garantiza la verdad de nuestras ideas claras y
distintas, de la ciencia, y suprime toda duda.