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Área Afectividad

1. Logro y mantengo un estado de libertad interior, equilibrio y madurez emocional.

¡ Qué fuerte que suena esto!

Pero, ¿qué es la libertad interior?

La búsqueda de la libertad interior es uno de los desafíos más importantes de nuestra vida.
No basta con tener libertad política, económica o religiosa; de expresión, o física, etc. Para
lograr desarrollo y felicidad, aunque lleguemos a gozar de todos estos tipos de libertad, si
no nos sentimos libres en nuestro interior, verdaderamente libres de pensar sin sentirnos
culpables, libres de idear, aunque lo que queremos parezca imposible, libres de querer,
aunque no podamos expresarlo como deseamos. Si no somos libres en esa manera vivimos
permanentemente con la sensación de ser prisioneros de nosotros mismos.

La libertad interior es el resultado de una búsqueda permanente de la identidad propia, del


pensar nuestro, sin intervenciones. De la aceptación de toda nuestra historia tal cual como
es, porque es nuestra, porque ella nos hizo y el un asumir constante de sus consecuencias. La
libertad interior entonces es fruto de la verdad con que nos miramos a nosotros mismos y
de la humildad que nos permite reconocer quienes somos en este momento de nuestra vida,
con todas nuestras virtudes y potencialidades, y también como nuestros límites y defectos.

De esta libertad surge la paz que permite vivir ante los otros con autenticidad, cada día con
menos caretas, y con el equilibrio necesario para expresar emociones y afectos sin temor y
sin dañar a los demás. De igual manera podemos recibir de los otros sus sentimientos,
afectos y deseos sin sonrojarnos ni avergonzarnos.

Para acercarnos al logro de esta meta podríamos:

• Demostrar en nuestras acciones que sabemos controlarnos y equilibrar nuestras


emociones y sentimientos.
• Esforzarnos por alcanzar nuestro equilibrio para definir nuestra identidad como
persona.
• Aprender de éxitos y fracasos para proyectarnos y enfrentar nuevos desafíos.
• Establecer relaciones interpersonales basadas en la confianza, valorándolas como una
fuente de apoyo y afecto.

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2. Soy asertivo en mi trato manteniendo una actitud afectuosa hacia los demás sin
inhibirme ni ser agresivo.

Ya son demasiadas personas las que hablan de asetrividad y cada día parece que son menos
las que saben de qué se trata.

Asertividad es tener la capacidad de comunicación justa sin tener la intención de hacer que
el otro haga lo que nosotros queremos, es decir, decir las cosas como nos salen pero sin
agresividad.

Aveces ocurre que tratamos de decir una cosa y decimos otra. Incluso hay oportunidades en
las que se puede herir con palabras o los gestos a alguien sin tener la más mínima intención.
Es como si por momentos no pudiéramos comunicarnos. Esto produce frustración,
incomprensión y finalmente distanciamientos.

Sin embargo cuando nos comunicamos con claridad y sinceramente, sin agresividad, en
forma constructiva, lo más probable es que nos den las gracias por esa sinceridad, aunque
duela.

Esto es posible de lograr si antes de hablar nos damos un segundo para pensar en el otro,
ver como se encuentra y como es probable que le afecte lo que le queremos decir,
orientando así nuestros sentimientos y emociones para lograr ser asertivo al hablar. Este es
quizás el espacio privilegiado para aprender y desarrollar la amistad. El tener amigos no solo
es bueno y entretenido, sino que entrega espacios de confianza e intimidad que nos
permiten expresarnos en forma abierta y confiada porque estamos seguros de que el otro
escucha y acoge. La amistad es una ventana que permite mirarnos y mirar al otro tal cual
cada uno es, aprendiendo a querer por lo que el otro es.

Ya hablamos de tener claras las propias ideas, ahora para poder comunicarlas es preciso
hacerlo en la forma correcta, aquella que permita que el otro perciba el pensamiento sin
sentirse forzado a actuar de acuerdo con nuestra opinión. Sin que nuestra opinión no sea
más que eso, una expresión de lo que pensamos, mas que una orden o una agresión
descalificadora.

La invitación es a ejercitar esta habilidad cada vez que sea posible, en cada uno de los
medios en los que nos comunicamos con los demás.

Para acercarnos al logro de esta meta podríamos:

• Tener auctúar libre de agresividad y temores al compartir nuestras opiniones.


• Expresarnos abierta y claramente con los demás, en forma segura y afectuosa.
• Integrar en nuestra vida el valor de la amistad, procurando estrechar vínculos con
otros.

Afectividad Caminantes 2
3. Construyo mi felicidad personal basada en el amor por los demás, valorándolos
por lo que son y sirviendo sin esperar recompensa.

La Ley dice que todo caminante sirve sin esperar recompensa. Pero ¿qué significa esto? Se
trata de una invitación para que asumamos el servicio como una forma concreta de expresar
nuestra solidaridad por los demás. Al vivir así el servicio nos damos la oportunidad de
expresar amor, preocupación e interés por los otros y a la vez, ponemos a prueba nuestra
generosidad.

Ahora bien, el amor es apertura, entrega, compromiso, lealtad, autenticidad, es ver en el


otro a alguien verdaderamente válido en la convivencia. Es por eso es que el amor por los
demás se transforma en una palanca clave para la propia realización y en un aporte
fundamental al sueño común de todos los seres humanos de construir una sociedad más
buena y justa.

Así también, el servicio permite encontrarse con los otros, trabajando codo a codo, viviendo
y conociendo desde su realidad, de su verdad. Resulta ser forma hermosa de compartir, de
descubrir quienes son las personas que nos rodean, que piensan, que sienten, valorándolos
tal como son.

El servicio hace crecer en nosotros la fe por el hombre, comprendiendo su dignidad


intransable y asumiendo una igualdad que va más allá del discurso.

Pero aún hay más: Al vivir el servicio de esta manera, podemos descubrir que a través del
encuentro con el otro, conocemos realidades distintas de la nuestra y hacemos cosas que de
otra forma no haríamos.

Cuando sentimos que el otro crece gracias a nuestra colaboración, la alegría interior nos
embarga y aunque parezca increíble, lo que hemos ido haciendo es construir nuestro propio
camino de realización y felicidad personal.

El conocer las realidades ajenas desde adentro nos hace sentirlas como propias,
descubrimos un mundo nuevo, vemos el mundo desde una perspectiva distinta, descubrimos
que las personas valen porque existen y somos capaces de defenderlos a ellos y a sus
intereses como si fueran los nuestros.

Cuando vivimos experiencias intensas con personas de “otro mundo” es cuando nos damos
cuenta que el mundo es uno solo y que lo nuestro no es más que una parcela.

Para acercarnos al logro de esta meta podríamos:

• Asumir el servicio como expresión del amor.


• Demostrar que somos capaces de valorar y defender a las personas con realidades
diferentes a la nuestra.

Afectividad Caminantes 3
4. Conozco, acepto y respeto mi sexualidad y la del sexo complementario como
expresión del amor.

“¿Sexo? ¿Amor? ¡Eso es para los viejos! El mundo ya cambió y las cosas se miran ahora de
una ángulo distinto.”

No salgamos ahora con frases cliché que, como todas, le sirven sólo a los que nos son
capaces de pensar y actuar por sí mismos.

El ser humano es un ser que tiene la conciencia de su sexo. Este hecho que parece tan obvio
termina siendo determinante en todas nuestras vidas porque nos define como mujer o como
hombre.

Esta condición nos cruza transversalmente y se expresa en todo lo que pensamos, sentimos,
decimos y hacemos. Es decir, es parte fundamental de nuestra identidad, y desde que
nacimos hemos ido conociendo, desarrollando una sexualidad propia y preparándonos para el
encuentro con el sexo complementario.

Nos miramos como mujer y como hombre y ello nos permite reconocer al otro genero como
valioso, aceptándolo y respetándolo. Así las mujeres o los hombres resultan ser
complementarios de nosotros mismos. En esta forma de ver las cosas cobra sentido la
igualdad de participación ya que la naturaleza de la sexualidad es complementaria. Por ser
hombre o mujer, o por formación cultural unos son más hábiles para unas cosas y otros para
otras. En definitiva somos distintos pero es esta diferencia la que crea la riqueza que nos
permite alcanzar metas.

Pero ocurre que regularmente no es esa es la motivación para acercarse al otro sexo.
Ocurre que priman las necesidades y intereses propios de la energía y apetito sexual.

Ablando claro. Una relación de amor requiere de dos seres que se encuentran en un dialogo
muy profundo, íntimo y tierno. Nuestra preocupación por el otro, el considerarlo como otro
verdaderamente válido, cobra ahora verdadera importancia.

El cuento es simple, si decimos creer en algo, vivir de acuerdo con una ley, hagámoslo, lo
demás es farsa.

Para acercarnos al logro de esta meta podríamos:

• Reconocer en la sexualidad humana una expresión de amor.


• Reconocer que nuestras relaciones afectivas con el sexo complementario son
manifestación de un amor responsable.
• Reconocer y respetar la sexualidad del sexo complementario.
• Propiciar espacios o actividades de crecimiento en favor de la igualdad entre
personas de ambos sexos.

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5. Reconozco el matrimonio y la familia como la base de la sociedad, proyectando
el mío como una comunidad de amor de pareja, de padres e hijos, y entre
hermanos.

¡Esto sí que pueden parecer palabras de viejo!

Pero paremos un poquito. Querámoslo o no la familia es la célula fundamental de la sociedad,


los primeros años de nuestra existencia son condicionantes para todo lo que somos
posteriormente.

Aunque lo que escuchamos muchas veces, siempre expresado desde una perspectiva egoísta
y fácil, sea distinto; que “el amor es puro cuento”, que “el matrimonio es cosa de viejos”, que
“si así no más nos arreglamos”.

Las manifestaciones cotidianas y permanentes de egoísmo toman las más variadas formas y
las más clásicas son aquellas que ayudan a evitar todo tipo de responsabilidad. ¿Y no
trabajamos nosotros exactamente en sentido contrario?

Si logramos una familia bien estructurada y estable, generaremos personas serenas y


estables, personas íntegras que se incorporan a la sociedad para hacer un aporte verdadero.

Nuestra opción por lograr un mundo mejor la que nos llama. Es nuestra consecuencia con los
valores personales y espirituales la que nos plantea desafíos a los que no podemos escapar.

¿Y que hacemos entonces?

Podemos empezar por mantener un diálogo abierto y sincero con nuestros padres, asumir
los valores que son un aporte para la construcción de una sociedad más humana y
profundizar la relación afectiva con nuestros hermanos en base al respeto y al apoyo
mutuo.

Pero eso no basta, se trata también de tomar el pololeo en serio, buscando verdaderos
afectos y estabilidad en él. Al fin y al cabo no es cuento que sólo enfrentándolo en esta
forma podremos proyectar nuestra vida en una relación de verdadero amor conyugal.

Para acercarnos al logro de esta meta podríamos:

• Mantener un diálogo abierto y sincero con nuestros padres.


• Identificar y asumir aquellos valores que son un aporte para la construcción de una
sociedad más humana.
• Profundizar la relación afectiva con nuestros hermanos sobre la base del respeto y
el apoyo mutuo.
• Buscar estabilidad en nuestro pololeo.

Afectividad Caminantes 5
• Proyectar nuestra vida en una relación de amor conyugal.

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