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ALTA COSTURA, PRÉT-Á-PORTER Y CONFECCIÓN

La alta costura nace en el siglo XIX, y durante mucho tiempo, fue


sinónimo de moda. A mediados del siglo XX esta moda elitista ya no interesaba
a nadie, y en este contexto, apareció el prét a porter Tanto el concepto como
el término se tomaron de un precedente americano. Se trata de una expresión
francesa que significa ‘listo para llevar’. De hecho, el prét a porter significó la
plena incorporación del diseño industrial al mundo de la moda, donde introdujo
o reforzó conceptos como la economía de producción, funcionalidad o consumo.
El término tuvo su origen en la industria textil de Gran Bretaña y
Estados Unidos (donde se empleaba el equivalente inglés ready to wear), pero
fue en Francia, hacia el año 1950, donde el concepto se incorporó, en plena
posguerra, a la cultura de la moda de calidad. Desde entonces, apoyado por el
despegue económico de Occidente, la eclosión de la nueva clase media
consumista, la democratización de los usos sociales y el imperio de los medios
de comunicación de masas, el prét a porter se ha convertido en el principal
sistema de producción para la moda universal. Hoy en día representa el sector
económico más importante de las grandes casas de moda que, aunque esté
creada por diseñadores, se produce y comercializa industrialmente y en
grandes cantidades.

Charles Frederick Worth - El inicio de la alta costura


Hasta mediados del siglo XIX, la confección de cada prenda se realizaba
según las medidas y deseos individuales de la clientela. Es en este momento
donde el inglés Charles Frederick Worth creó la alta costura parisina, con la
que transformó drásticamente la moda conocida hasta entonces. En vez de
confeccionar los vestidos según los deseos de la clientela, diseñaba colecciones
individuales que presentaba a las damas de la alta sociedad, y éstas sólo tenían
que elegir la selección de telas que Worth les enseñaba en la que se
encontraba un sinfín de calidades y modelos que se combinaban con exactitud
con el corte. De carácter muy individualista, Worth trasladó a la realidad sus
visiones sobre la belleza y la elegancia. Así consiguió hábilmente convertir al
modisto en diseñador y al sastre en artista. Dejó de confeccionar vestidos
para pasar a diseñar moda El gusto de Worth servía como canon entre la alta
sociedad y sus diseños, siempre conformes a la época, siguieron siendo
determinantes en la alta costura hasta entrado el siglo.
A pesar de la renovación estética e incluso pragmática que introdujo
Worth en el mundo de la moda, se mantuvo el tradicional ideal de la belleza de
la mujer con “cintura de avispa”. En realidad, sólo el corsé garantizaba esa línea
en forma de S en el cuerpo de mujer. Hasta principios del siglo XX, desde una
perspectiva en perfil, la dama elegante parecía estar dividida en dos partes:
por un lado, el pecho y por el otro, la parte inferior del cuerpo, separados por
una mitad casi imperceptible y la cintura, el es estómago y las caderas
quedaban recogidos fuertemente.
Tuvieron lugar fuertes protestas contra esta convención del vestir, que
entroncaron con los intentos reformadores sociales y artísticos del 1900. Los
reformadores —médicos, pedagogos, artistas y sociólogos- criticaron la moda
femenina de la época no sólo por razones de salud, sino porque tampoco la
consideraban natural: el corsé arqueaba el cuerpo de la mujer, imposibilitaba
cualquier movimiento natural y hacia que el cuerpo se deformara.

Paul Poiret. Artista y renovador


A principios del siglo XX, el modisto francés más importante de la época
de preguerra coincide con los movimientos de reforma mencionados en su
aversión contra el corsé. Poiret tenía la determinación de renovar la moda
desde el punto de vista puramente estético.
Creó una línea de moda totalmente innovadora, que se oponía por
completo a la ostentación solemne de la época pero, aun así, poseía un brillo
extraordinario. Suprimió definitivamente el corsé, ya que para él el cuerpo
femenino sólo requería un sujetador y una faja. El apogeo de la moda de Poiret
se produjo entre 1908 y 1914, el estallido de la 1º guerra mundial truncó su
éxito, ya que después de la guerra sus diseños parecían anacrónicos y
desvinculados del espíritu de la época. Sin embargo, al principio resultó ser
muy vanguardista.
Sus vestidos caían sobre el cuerpo de la mujer de tal modo que le
proporcionaban libertad de movimiento. Su corte recuerda al estilo Imperio de
principios del siglo XIX: ropas no entalladas que se ceñían bajo el pecho, desde
donde el vestido parecía deslizarse hasta el suelo. A Poiret le encantaban las
túnicas, introdujo los pantalones de odalisca, utilizó el corte del kimono en
abrigos y chaquetas.
El influjo oriental en los diseños de Poiret es inconfundible. Las telas son
elegantes y suaves, utilizó el terciopelo, la seda y delicadas muselinas.
Asimismo, se prodiga en colores: rosas y rojos luminosos, verdes y amarillos, a
veces también tonos marrones muy intensos. Los vestidos de Poiret son una
verdadera explosión de color, especialmente en una época en la que las damas
acostumbraban a llevar tonalidades muy discretas. Los adornos a base de
bordados con lanas de color, lentejuelas, perlas, hilos de oro y plata completan
la imagen de suntuosidad oriental y confieren a los diseños de Poiret una nueva
femineidad sensual.

La pausa de la guerra
La primera guerra mundial no sólo interrumpió las aspiraciones artísticas
en el mundo de la moda, como muchos literatos y pintores, los diseñadores
tuvieron que alistarse o lo hicieron voluntariamente. Pero incluso para los que
pudieron proseguir con su trabajo, éste se vio alterado por la tensión de las
circunstancias y la escasez de materiales, al menos en la moda diaria. En
cambio en el sector de la alta costura, casi no se tuvo en cuenta la nueva
situación y se siguió diseñando moda, independientemente de la política y la
confusión de las condiciones económicas.
La ropa de mujer se tomó más seria y funcional, una silueta más delgada y las
faldas algo más cortas componían la imagen. El corte de muchos abrigos y
chaquetas de mujer se basaba en elementos extraídos del vestuario militar.
Los sombreros se volvieron más pequeños y discretos, y los peinados más
sencillos. Luego, durante unos años, apareció la denominada crinolina de guerra,
que no era otra cosa que una falda larga con enaguas fuertes, a la altura de la
pantorrilla, porque las mujeres debían moverse libremente.
En los años veinte, esta tendencia hacia lo recto y sencillo evolucionó
hasta convertirse en un estilo propio.

Europa tras la guerra: Los felices años veinte


Tras la experiencia de la primera guerra mundial, no se podía volver
sencillamente a llevar el estilo tradicional. Demasiadas cosas habían cambiado,
tanto en el aspecto económico, como en lo social y psicológico. La inflación
conllevo cambios sociales: la clase media se empobreció y el desempleo
ascendió de manera alarmante, hecho que perjudicó, sobre todo, a los pequeños
burgueses y a los trabajadores. Simultáneamente también proliferaban las
fortunas descomunales. Aparecieron los imperios financieros gigantescos, pero
sobre todo se ha de destacar el lugar que ocuparon los medios de comunicación
de esta estructura económica. Se produjo el “boom” de la industria del
espectáculo. Tanto la industria cultural como el sector de la moda descubrieron
las grandes masas como consumidores y, en consecuencia, aumentaron la
producción. De este modo, a diferencia de la época anterior a la guerra,
muchas más personas de amplias capas sociales podían vestir a la moda y pasar
sus ratos de ocio. El cine se convirtió en una importante influencia cultural
durante los años veinte. Se puede hablar de una verdadera internacionalización
de la cultura. París, Berlín y Nueva York fueron las ciudades donde se fijó la
expresión de los “dorados años veinte”. La arquitectura, la pintura, la moda y la
música se liberaron de los ornamentos y quedaron claramente estructuradas; a
su vez se volvieron más dinámicas y se adaptaron al ritmo de los nuevos
tiempos. La gente se abrió a una nueva vida, se sentía liberada del hermetismo
de la preguerra, del corsé, así como de las limitaciones sexuales.

La moda y la modernidad
En los años veinte la moda realiza el paso decisivo hacia la modernidad.
Las líneas precisas y el funcionalismo que impregnan la arquitectura, el diseño y
la pintura durante estos años, también se reflejan en la moda.
La moda alteró de manera esencial todas las modas posteriores. Líneas
rectas y precisas, estructuras visibles, funcionalidad vinculada a un valor
estético propio, se encargan de que esta moda perdure en la moda cotidiana
actual.
Para sus numerosas ocupaciones, la mujer necesitaba otro tipo de
indumentaria que le aportara libertad de movimiento y que también reflejara
su nueva conciencia individual. Las mujeres ya no debían destacar sus curvas, y
en cambio, debían parecer altas y delgadas. Estaban de moda las caderas
estrechas, una cabeza y pecho pequeños, así como las piernas largas. Por
primera vez, las piernas femeninas se consideraron eróticas, en detrimento del
pecho y caderas.
En los años veinte tuvieron mucho éxito los vestidos de una pieza que, al
principio, tenían muy poca forma. Posteriormente se fueron estrechando y
ciñendo al cuerpo. A medida que avanzaba el decenio, el talle se iba situando
cada vez más abajo, hasta llegar a la altura de la cadera. Las mangas de los
vestidos estaban muy elaboradas y servían de contrapunto a la forma sencilla
del resto de la pieza. Era muy frecuente llevar distintas piezas superpuestas,
por ejemplo, una túnica transparente sobre un vestido corto o bien un vestido
bordado con caída sobre un “viso” monocromo.
El vestido de noche seguía la misma línea que le vestido de diario: casi
siempre de una pieza, estrecho, con una hechura recta y, en muchas ocasiones,
corto. Se elaboraba con telas exquisitas, y requería un escote atrevido, ya
fuera en la parte delantera como en la espalda. A pesar de la precisión de las
líneas, resultaba bastante común que los tejidos de punto, elaborados y
transparentes, los bordados plateados y dorados, tas lentejuelas, las plumas y
los flecos confieran al vestido de noche el encanto de la indumentaria
fantástica de las hadas.
El peinado revolucionario de los años veinte fue el peinado a la garçonne,
se caracterizaba por un pelo liso que llegaba a la altura de la barbilla y que
solía acabar en un flequillo recto y corto. Por la noche se adornaba con
penachos, plumas o brillantes o bien turbantes de telas refinadas.

Coco Chanel
Gracias a ella la moda se vuelve realmente moderna. La sencillez de los
diseños hizo furor en una época en la que la mayoría de las mujeres seguían
engalanadas y encorsetadas.
Coco Chanel rompió con esta tendencia mediante la creación del furró
negro, un vestido negro corto que, aunque austero a primera vista, siempre
resultaba elegante, así como el denominado traje Chanel. La contribución de los
diseños resultó decisiva para formar la imagen de la mujer en sociedad. La
diseñadora deseaba contribuir a la emancipación de la mujer, como reflejan sus
diseños, caracterizados por la ropa cómoda, para cualquier ocasión. Trabajaba
para las mujeres modernas e independientes como ella misma.
Coco Chanel no recurrió al pasado ni al exotismo para crear sus diseños,
como era el caso de su coetáneo Paul Poiret. Principalmente se inspiró en la
ropa de caballero. La libertad de movimientos se convertiría en uno de sus
principios al crear la ropa para la mujer moderna.
La tendencia de Chanel empezó con faldas monocromas, jersey o
chaquetas que se decoraban únicamente con un pañuelo o algunas joyas, aunque
también se combinaban con una blusa blanca formal.
En los años 50 y 60, el furró negro vivió su máximo apogeo por última vez
y hasta entonces no apareció el traje Chanel, que en la actualidad simboliza la
esencia de la moda de Chanel.
Siempre fue fiel al principio de diseñar ropa básicamente funcional.

MODA EN ÉPOCA DE CRISIS 1930-1945


Ya en 1929 se empezó a implantar un cambio de formas, que iría
evolucionando en el transcurso de la década siguiente. La figura femenina
seguía siendo delgada, pero adquirió otros contornos. El talle se volvió a
deslizar a su lugar “natural” y siguió siendo estrecho, pero se realzó con
cinturones delgados. Las faldas se ciñeron en las caderas y muchas veces
presentaban un movimiento oscilante debido a su forma acampanada. El largo
oscilaba entre la rodilla y la pantorrilla. En comparación, la parte superior
tendía a ser estrecha y se adhería bastante al cuerpo, y las mangas tampoco
eran anchas.
El denominado vestido princesa contribuyó a extender el nuevo ideal de
figura. Era un vestido de una pieza, estrecho y cerrado hasta arriba, que
llegaba a la pantorrilla, con costuras a lo largo y adornado con lazos o con un
cuello pequeño. Si se llevaba por la noche, podía tener escote profundo.
Junto al vestido se impuso la combinación de falda y blusa, porque
resultaba muy práctica durante el día. También apareció el bolero, aunque los
trajes se completaban con una chaqueta entallada más larga, con solapa rígida y
un cinturón.
A finales de la década, la línea de la moda para la indumentaria cotidiana
se había vuelto más seria y funcional. Esto venía condicionado por la escasez de
materiales durante la guerra, pero también por la influencia de la ropa militar.
Con el estallido de la guerra, muchos de los salones de moda franceses
que gozaban de más prestigio cerraron sus puertas, y una vez finalizada la
contienda todo volvió a ser distinto. Pero ya en los años 30 y a pesar de esta
situación, algunos de los grandes diseñadores fueron capaces de establecer las
bases para obtener fama mundial.
Entre los más conocidos se encontraba el maestro en efectos dramático
Marcel Rochas, quien fabricó los primeros pantalones para señora. Por otro
lado la italiana Nina Ricci, se instaló en París en 1939, y obtuvo éxito de forma
inmediata, gracias a unas creaciones muy femeninas, juveniles, elegantes y con
un corte perfecto. No era amiga de provocaciones temerarias y experimentos.
De hecho, se correspondía con una elegancia discreta y la seguridad en el
estilo.

Madeleine Vionnet
Nunca diseño la ropa en forma de dibujo bidimensional, sino que la
concebía como una dimensión corpórea en el espacio. Realizaba el corte en una
tela de algodón que probaba en un maniquí de madera y después lo pasaba a
modelos de carne y hueso. Solía recurrir a la silueta de estatuas griegas,
tendencia que marcó a las creaciones de sus contemporáneos.
Muchos de sus vestidos se drapeaban mediante un proceso ingenioso, que les
daba un aspecto animado y permitía redefinirlos en todo momento.
A mediados de los años 30 la línea de Vionnet se transformó y adoptó un
estilo más romántico. Entonces empezó a diseñar vestidos con faldas anchas,
de gasas y tules.
Madame Gres
Compartía con Vionnet la admiración por la escultura y la indumentaria griega
que le sirvió de inspiración, confeccionaba los modelos directamente sobre el
cuerpo humano. La moda de Gres muestra una elegancia intemporal y se
caracteriza por los colores oscuros por el empleo de telas vaporosas como el
punto de seda o la muselina, que plisaba o cortaba en diagonal.

EL NEW LOOK 1946-1959


En 1947, Christian Dior revoluciona la moda en Europa. Presentó la
primera colección de alta costura con unos diseños que la prensa americana
bautizó con “new Look “. Se trataba de una moda femenina en todos los
aspectos, ostentosa, que destacaba las curvas y, además, elegantísima, por
todo lo que se ganó un éxito rotundo y se empezó a imitar en todas partes. Los
rasgos de la nueva femineidad venían determinados por largos que llegaban a la
altura de las pantorrillas, faldas anchas, cinturas de avispa con parte superior
estrecha, caderas acolchadas y hombros estrechos y con caída.
El lujo que ostentaba la moda de Dior representaba todo lo nuevo, la vida
distinta que todos anhelaban. La gente tenía ganas de olvidarse de la miseria, la
degeneración y la muerte de los años anteriores. Junto a esta moda,
resurgieron los valores burgueses y los roles tradicionales de cada sexo, que
tras la destrucción ocurrida, parecían restablecer cierta seguridad a la
situación.
El rasgo más sorprendente de la nueva moda era que la línea había
cambiado por completo. Los hombros de la mujer volvieron a ser estrechos y
seguían su contorno natural, ya que se evitaban las hombreras. Comparada con
la moda de los años de guerra, esta característica sugería fragilidad y
femineidad. La parte superior era muy ceñida y la cintura se destacaba mucho
más. El corte estrecho volvía a requerir rellenos y corpiños.
El vestuario de noche recobró importancia, eran largos vestidos con
faldas amplísimas y escotes profundos, que dejaban los hombros al descubierto
y constaban de ballenas en la parte superior.
Apareció una nueva clase de vestido, el vestido de cóctel. Resultaba más
elegante que un vestido de tarde, pero menos formal que un traje de noche, ya
que nunca llegaba al suelo, y además, el proceso de confección no era tan
costoso.
Moda cotidiana
La silueta del new look también se reflejaba en la ropa de diario. Los
trajes volvían a ser la parte fundamental del ropero de muchas mujeres. La
mayoría de las faldas eran estrechas y llegaban a media pierna las chaquetas
eran entalladas y presentaban un faldón, así como una solapa muy marcada,
pero que no era muy larga. Los vestidos también formaban el atuendo estándar
de las mujeres. Presentaban la misma silueta que los trajes: altura a media
pierna, con falda tipo tubo o bien con una falda ancha y oscilante, que solía ser
plisada., la parte superior iba muy ceñida y modelaba el busto, por lo que
requería un corpiño fuerte. Generalmente las mangas eran estrechas y largas o
llegaban hasta medio brazo. En verano, muchos vestidos no tenían mangas y
presentaban profundos escotes, ya que estos volvían a estar de moda.
El rasgo característico de los años 50 es la imagen de la dama elegante y
seguidora de la moda, quizás joven, pero en cualquier caso muy madura. En este
periodo la mujer toma conciencia de sí misma y se presenta sin rodeos ante el
espectador. Suele aparecer individualmente y representa una obra maestra
perfecta, con una elegancia fresca e inaccesible. El movimiento ya no en vuelve
la imagen, sino que la tranquilidad monumental de la belleza estilizada e
impenetrable caracteriza a las imágenes de la época.
A mediados de los años cincuenta aparecieron las famosas y admiradas “líneas”
de Dior. Entre ellas se encontraba la línea lirio de los valles (1954), que se
caracterizaba por un talle estrecho y una falda plisada. La línea A (1955), con
hombros estrechos, caderas realzadas, una cintura desplazada hacia abajo y
una falda con mucho vuelo. La línea H (1954-1955), que se basaba en cortes
princesas ligeramente entallados, con faldas caídas sujetas con un cinturón,
cuerpo ceñido y caderas estrechas. La línea lápiz (1947) se caracterizaba por
una falda ceñida y recta, que se estrecha progresivamente hasta llegar al
dobladillo. La línea Y (1955- 1956) se distingue por los escotes del cuelo, que
presentan amplias solapas, así como las partes superiores en forma de “v” y los
vestidos ceñidos con faldas estrechas. Todo el conjunto perfila una silueta en
forma de “y”.
Muchos de los creadores de los años 20 habían sido mujeres. En cambio
en los años 50 volvieron a predominar los hombres en este campo, hecho que
respondía al clima social de la época.

Pierre Balmain
Se describen a las creaciones de Balmain como vestidos femeninos que
realzan la figura, con un lujo minimizado”, si bien no eran tan espectaculares
como los de Dior, fueron del agrado del público por su elegancia, por su
comodidad y por la belleza de sus colores. El mismo Balmain comparaba su obra
con la de un arquitecto: este último trabajaba con la piedra, él con la muselina,
así que la moda era coma la arquitectura en movimiento. Los rasgos típicos son
las líneas ceñidas al cuerpo, el realce de la cintura y los hombros ligeramente
anchos.

Jacques Fath
En 1948 comenzó a fabricar moda prêt a porter, de este modo se mostró
más visionario que muchos de sus colegas, que se dedicaban exclusivamente a la
alta costura y despreciaban la posibilidad de abrirse a un mercado más amplio.
Los diseños de Fath se mueven “siempre justo al borde de lo demasiado osado”.
Elegantes y sexis en partes iguales, estos modelos iban dirigidos a una clientela
juvenil con ganas de exhibir un glamour ligeramente provocativo. Al igual que
Chanel o Madame Grés, también trabajaba con modelos de carne y hueso cosa
que le permitió desarrollar un sentido espacial para la ropa en movimiento. Los
pliegues y las asimetrías, así como las líneas quebradas o en zigzag, realzaban
el dinamismo de sus prendas, al igual que lo hacían los colores y los estampados
de la telas.

Hubert de Givenchy
Inauguró su propio salón en 1952. Adquirió una gran fama casi de
inmediato, a lo que también contribuyó que diseñara para Andrey Hepbrun, el
modisto podía tocar todos los registros de su arte en las películas y, así,
demostraba un dominio magnífico e insuperable para crear toda clase de
modelos, desde los pantalones de pirata, pasando por el vestido de cóctel,
hasta sugerentes trajes de noche.
Los colores luminosos y los estampados alegres se convirtieron en el
distintivo de la marca. Creó una marca propia, elegante y delicada.

Cristóbal Balenciaga
En 1937 decidió marcharse de Madrid para radicarse en Paris, donde
tuvo un éxito fulminante, gracias a su estilo elegante, orientado al futuro, a la
vez que muy dramático. Se llevó consigo las tonalidades luminosas del rojo y del
negro, así como la inspiración nacida de la solemnidad dramática de la pintura
española.
Para Balenciaga siempre fue muy importante que no pereciera el
carácter artístico de la moda. En su opinión, el diseñador no debía estar al
servicio de la mujer, sino que su deber consistía en unir el arte y el sentido de
la arquitectura del cuerpo con exactitud artesanal y armonía exquisita.

LOS 60 Y SUS REVOLUCIONES

La juventud como ideal de la sociedad


En la Europa de los años 60, llegó a la madurez la primera generación
nacida después de la guerra, lo que supuso unos cambios que rompieron con las
concepciones que habían sido válidas hasta bien entrados los años 50. Jamás se
había visto que la cultura juvenil irrumpiera de tal modo en todos los ámbitos
de la vida: en el mundo occidental, los jóvenes se convirtieron, sin más, en el
espejo absoluto de la moda y en el ideal de la sociedad. Se había formado un
potente sector de consumidores juveniles, que no tenían ninguna relación con la
alta costura, pero que deseaban una moda que se ajustara a su estilo de vida y
que además, estuviera a su alcance. Así fue como la moda perdió su carácter
elitista y se convirtió en un fenómeno de masas y en un sector orientado a los
jóvenes.
La consigna era ser joven y sexy a cualquier precio, como lo atestiguan
las blusas transparentes y las minifaldas brevísimas.

Estética lineal
Los años 50 no solo legaron el new look caracterizado por las cinturas
estrechas y las faldas anchas o tipo tubo, también introdujeron otras líneas en
la moda: la línea A, la línea Y. La línea decisiva de loa años 60 fue la trapezoidal,
que diseño Yves Saint Laurent en 1958 como director artístico de la casa
Dior. Se caracterizaba por unos vestiditos o abrigos holgados y sin talle,
estrechos en la parte superior y que se iban ampliando a medida que
descendían, casi siempre eran cortos y llegaban hasta la rodilla. Parecía un
vestidito infantil. Casi no presentaba detalles decorativos o un corte
especialmente refinado. De hecho, se solía confeccionar con fibras (sintéticas)
rígidas, a las que se les realizaba un corte recto o con vuelo. Conseguían causar
impresión gracias a los patrones gráfico de grandes dimensiones o bien a los
estampados florales, en cualquier caso siempre con colores intensos. Eran
mucho más cortos que los de los años 50, y, en conjunto producían un efecto
muy estridente.
Ya no se podía hablar de la elegancia (distinguida) tradicional, ante todo,
los nuevos vestidos debían ser jóvenes, anti convencionales, ingeniosos e
irreverentes, sin tener en cuenta la edad real de la mujer que los lucia.
La moda hippie
Debido a la ruptura con la generación de los padres, pero también a
causa de los complicados conflictos internacionales de la época, los jóvenes
desarrollaron una marcada actitud política. Tanto en Estados Unidos como en
Europa surgieron movimientos contrarios al endurecimiento de las posiciones
por parte de las potencias durante la guerra fría. Los partidarios de dichos
movimientos de protesta se reconocían por su aspecto externo, ya que crearon
la moda hippy en signo de oposición. Tanto los hombres como las mujeres
andaban descalzos, llevaban el pelo largo, bisutería, vaporosos vestidos,
vaqueros y camisas con estampados florales multicolores.
La ropa hippy se convirtió rápidamente en una moda, incluso para las
personas que no tenían nada que ver con el trasfondo ideológico de dicho
movimiento. Grandes tiradas a buen precio de faldas largas hasta el suelo,
chales vaporosos, cintas para el pelo, blusas de encaje, invadieron los grandes
almacenes. Durante un tiempo determinaron el aspecto de la juventud
norteamericana y europea. Se produjo un fenómeno recurrente en el mundo de
la moda: creada por un grupo minoritario de la sociedad, esta ropa se convirtió
en moda gracias al factor de masas y, de este modo, perdió casi todo el
componente ideológico al que se encontraba ligado en un principio.

Estructuras nuevas en la industria de la moda


Cada vez más personas iban vestidas a la moda, independientemente de
su situación económica. Debido a los contactos comerciales con países que
pagaban salarios bajos, la ropa se producía, enviaba y vendía cada vez más
barata. La ropa se había convertido en una mercancía efímera que se compraba
y consumía compulsivamente y, con igual afán, se volvía a desechar para
sustituirla por otra.
Los grandes salones de moda intuyeron las consecuencias de todas las
transformaciones. Algunos incluyeron prét –á- porter ya que se confeccionaba
industrialmente y en grandes cantidades. No obstante, la confección era obra
de un determinado diseñador y presentaba una gran calidad, cosa que se
reflejaba en un elevado precio. En la segunda mitad de los años 60, se podía
decir que no existía ninguna casa que no haya presentado su colección de prét-
á-porter.
El nuevo público joven necesitaba ropa a un precio asequible en vez de
unas prendas que estuvieron por las nubes. La industria de la moda se avino a
estos deseos y se dedicó a lanzar tendencias que cada vez variaban más
rápidamente.
El fenómeno de la moda de masas hace patente que también había
cambiado la imagen de los productores de moda. Ya no la confeccionaban los
grandes salones franceses ni son estos los únicos que estipulan los dictados a
seguir.

Yves Saint Laurent


Cuando Dior falleció, Saint Laurent fue nombrado diseñador jefe de la
casa Dior, con 21 años recién cumplidos. Ya con la primera colección de alta
costura, la línea trapezoidal, se te rindió homenaje coma nueva estrella de la
moda parisina en el año 1958. Sus diseños resultaban tan proporcionalmente
equilibrados y opulentos como los de Olor, la organiza y los bordados
ostentosos recordaban la tradición de la firma. No obstante renuncio al forro y
al almidón pero prestó mucha atención a la ligereza y a la elegancia.
Saint Laurent decidió crear su propia firma y en 1962 presentó su
primera colección. Sus diseños marcarían las pautas de la moda de los 60: los
vestidos amplios con grandes diseños al estilo Mondrian en 1965, el esmoquin
femenino en 1966; la colección marcada por la estética de Andy Warhol en
1966; el polémico vestido transparente, cuya blusa de seda y chufan sólo
presentaba una pluma de avestruz; así como las alusiones a las protestas
estudiantiles con las trencas y las chaquetas con flecos en el verano de 1968.
Se convirtió en un revolucionario de la moda parisina, ya que enriqueció
las tendencias actuales de la alta costura con la moda que se veía en las calles.
Su fama no se basa únicamente en las habilidades artesanales y en la
intuición de sus diseños, que solían ser tan avanzados a la época. La reputación
del modisto también se alimentaba por el enorme interés artístico, que, desde
los años 50 lo llevo a trabajar para el cine. El teatro y la opera.

Moda futurista
El polo opuesto al estilo hippy nadé con la moda de aire futurista. Quizás
aun se apreciaba alguna semejanza con el estilo flower power en la fantasía de
los diseños, pero les separaban abismos en cuanto a las formas.

André Courréges se disputaba con Mary Quant el honor de haber inventado la


minifalda.
Pero sin lugar a dudas se le debe a él el hecho de haberla elevado a la
categoría de alta costura. Sus cortos vestidos severamente geométricos, los
confeccionaba con materiales fuertes y no solían adaptarse al cuerpo ni estar
entallados. Convirtió el pantalón en la prenda básica femenina. Ya no se basaba
en los patrones para caballero, sino que diseñó estrechos pantalones tubulares,
que se ajustaban a la cadera y se combinaban con una parte superior corta y
angulosa, que dejaba la cintura al descubierto. Su estilo resulta inconfundible,
por la sencillez del diseño y su funcionalidad, por los colores y los estampados
sencillos y precisos: rayas amplias, cuadros y flores insinuadas.
En 1965, Paco Rabanne presentó los vestidos de plástico y metal que le
permitieron introducir materiales extraordinariamente nuevos en la moda, que
daban un aspecto actual y futurista, pero que no pudieron imponerse con esta
forma. El rasgo distintivo de sus vestidos eran placas o aros metálicos, y los
vestidos prensados de metal o plástico.

Pierre Cardin por su lado fue uno de los primeros diseñadores que supo
interpretar los signos de la época. Creó un imperio de la moda gigantesca que
vendió mucho más que ropa y accesorios.
El esplendor de sus diseños de ropa decayó en los 50 y 60, se abandonó
al look sideral y diseño vestidos con mirillas redondas negras, cortes y
aperturas en la ropa que servían para resaltar las telas de colores
contrastantes. Los colores y el aspecto puramente funciona! de los diseños,
ponen de manifiesto las semejanzas con las ideas futuristas.
Empleó materiales nuevos como el vinillo y aplicó atrevidos dibujos en
zigzag sobre las minifaldas y los vestidos.

FLOWER POWER 1970-1979

Los años 70 se caracterizaron por una fuerte politización de la vida


pública, que sobre todo concernía a la generación más joven. En este contexto
tas drogas, el amor libre y las comunas desempeñaron un papel destacado. El
feminismo vivió un impulso decisivo.
En esta época la moda se perfiló como un medio democrático para
expresar las opiniones personales. Aun así, también se produjeron interesantes
innovaciones en la alta costura, como lo demuestra el hecho de que muchos de
los diseñadores actuales más importantes empezaran su carrera en esta
década: Kenzo, Thierry Mugler, Vivienne Westwood o Ralfh Laurent. De todos
modos, hasta bien entrado los ochenta los rasgos del movimiento hippy fueron
tos que se encontraban con más frecuencia en la moda, que se caracterizaba
por romper con lo establecido y transmitía la conciencia sobre el medio
ambiente. El feminismo consideró la moda como un exponente más del sistema
patriarcal y muchas mujeres prefirieron seguir la antimoda.
Regreso a la naturaleza: ésta fue la expresión clave que provocó, al inicio
de la crisis del petróleo, que muchos se pusieran a hacer punto y ganchillo.
Toda la ropa que lo permitiera se confeccionaba de este modo y tas labores se
hicieron extensivas a la decoración de la vivienda.
La tendencia a realizar labores de punto también dejó su rastro en la
alta costura: Sonia Ryldel, la diseñadora francesa más importante en la
actualidad, se hizo famosa en esta época gracias a unos modelos de punto muy
elegantes, femeninos y delicados.
El Patchwork se fue imponiendo, pues proporcionaba un acabado rústico,
muy parecido al del ganchillo, a través de sus colores vivos y el aire sencillo,
improvisado y descuidado, también hizo su incursión en el mundo de la alta
costura. Yves Saint Laurent lo utilizó infinidad de veces en la colección zíngara
y creo abrigos de piel con Patchwork
En esta época también irrumpió el estilo nostálgico: blusas como la de la
abuela, faldas largas como la de las campesinas, faldas de gitana, chales indios,
atuendos beduinos y chaquetas afganas. El resultado fue una mezcla coloristica
de estilos, ya que no se adoptó uno solo sino elementos de todos ellos. El
eclecticismo también fue muy prolífico en te alta costura. Las colecciones de
colores vivos de Yves Saint Laurent, ennoblecieron la mezcla de estilos y la
elevaron a la categoría de lujo. Presentó una colección en 1976 inspirada en los
ballets rusos, las faldas ostentosas provistas de ribetes dorados, los cosacos y
las chaquetas de boyardo se confeccionaban con terciopelos, brocatos de oro
y cálidos tonos luminosos como de piedras preciosas. Las orlas de piel, los
gorro, los borlones dorados completaban el lujo orientalizante de un modo muy
francés.
En los 70, la variable más sencilla para el adolescente con poco poder
adquisitivo era el folk indio: vestidos ligeros hechos de batista de seda, blusas
con bordados o reminiscencias indias, chales con estampados orientales y
bisutería de plata.
Estos préstamos de épocas pasadas o de otras culturas ponían de
manifiesto que se vivía una época de transición, también desde un punto de
vista de la moda. Los 70 no crearon ninguna silueta nueva: más bien continuaron
las tendencias de los años 60, que se desarrollaron hasta llegar a las formas
típicas de los 80, de rasgos muy distintos a los de épocas anteriores.
Faldas y Vestidos
En los 70, la falda y la blusa, se convirtieron en el atuendo más
corriente, ya que resultaban adecuadas para todas las ocasiones En un
principio la blusa casi siempre eran muy sencillas y estrechas, aunque con el
transcurso de los años se introdujeron modelos de inspiración romántica.
En 1970 las faldas eran muy cortas como nunca lo habían sido, solían
cubrir apenas las nalgas. Pero muy pronto se empezó a extender un movimiento
contrario: aparecieron en el mercado las primeras faldas de longitud media, las
denominadas midi. La mayoría de las veces se trataba de faldas con cuatro
costuras y mucho vuelo, o sea que no tenían nada que ver con el corte recto de
las de los 60.
Entre las adolescentes de la época se extendió el uso de faldas largas
hasta el suelo, tenían forma circular o bien presentaban mucho vuelo y cuatro
costuras. Más tarde, aparecieron las faldas de varios volados que estaban
fruncidas y cosidas entre si y hacían que la prenda se fuera ensanchando a
medida que descendía. Las preferidas eran las que presentaban estampados
florales o de Patchwork y que a veces tenían encajes.
Tuvieron éxito los vestidos camiseros con cinturones. Hacia la mitad de
la década se vieron desplazados por los vestidos de punto. Este material suave
no se ceñía, no requería cuidados especiales y permitía realizar cortes con
caída suave y fruncidos, por lo que resultaba práctica y elegante.
Las blusas camiseras y los polos eran la prenda superior más habitual. A
finales de la década se complementaban con camisetas y blusas de estilo
romántico, El cuello alto, podía estar hecho de la misma tela o de encaje. Las
mangas terminaban con un puño ancho.
En los años 70, el traje pantalón para la mujer fue aceptado en la
sociedad definitivamente. Los de día se confeccionaban con pana aterciopelada,
tweed o punto, mientras que para la noche se reservaban el crespón georgette
y otras fibras sedosas. Yves Saint Laurent volvió a romper esquemas con el
esmoquin femenino, sin el que hoy sería imposible concebir ninguna de sus
colecciones
Los pantalones quedaban ceñidos en las caderas y solían presentar
perneras con mucho vuelo o acampanadas. A finales de la década los pantalones
acampanados fueron retrocediendo hasta la aparición de perneras más
estrechas. Esta línea empezaba a anticipar la forma de los pantalones de los
80. Los vaqueros se habían convertido en la prenda de moda, cuyo corte
simplemente se iba adaptando a la tendencia del momento.
A principios de los 70, las mujeres jóvenes y delgadas se apoderaron de
los mini shorts y los convirtieron en los pantalones extremadamente cortos y
ajustados.
Los colores llamativos de los 60 (verde, naranja y amarillo chillones) se
siguieron considerando modernos durante un tiempo, aunque presentaban una
variante. Paulatinamente se fueron sustituyendo por tonos más oscuros y
neutros. El marrón predominaba en todas las graduaciones posibles.

La alta costura
Los 70 no se caracterizaron por ser la década de la alta costura.
Existían muchas tendencias efímeras. Algunos de los salones de modas
establecidos se mantuvieron un poco al margen de toda serie de recién
llegados, consiguieron hacerse de un nombre gracias al pret – á – porter, por
ejemplo, Georgio Armani, Kenzo, etc.

El Punk
El verdadero punk de la época se puede apreciar en los diseños de
Viviene Westwood de aquellos años. Manifestó que el punk en verdad no
constituía un movimiento de calle, sino que desde un principio se había tratado
de un acontecimiento de la moda. No obstante, se hartó del movimiento cuando
se dio cuenta de hasta qué punto se había comercializado esta moda
revolucionaria.
De todos modos, se puede afirmar que originariamente es un movimiento
de la calle, independientemente de que recibiera el interesado empujón de los
diseñadores. Estaba muy extendido entre los elementos, los punks de ambos
sexos demostraban una actitud de protesta ante la situación de precariedad
que vivían y, de hecho, no solo su estética resulto chocante, sino que durante
mucho tiempo también lo fue su activismo político.
El punk era la música de calle y sus seguidores se vestían de acuerdo con
esta premisa. Las camisetas sujetas con alfileres de gancho y los pantalones
estrechos con cuadros escoceses constituían los distintivos de esta moda, así
como el pelo de punta y la indumentaria de cuero, provista de consignas
anarquistas.
LA VARIEDAD POSTMODERNA. LOS 80

Si la moda de los setenta se distinguía por buscar la autenticidad, la


naturalidad y la realización personal, los ochenta se caracterizan por el culto al
éxito y a la factibilidad, tal y como se manifiesta en todos los otros ámbitos de
la sociedad. La imagen se enriquece con la entrada en escena de tendencias
subversivas como el punk, pero también como el estilo para el tiempo libre,
típico de la ropa deportiva.
La moda se vuelve más lúdica y la posmodernidad irrumpe en el diseño:
con ironía, se recuperan elementos distintivos de las tendencias de antaño y,
así, se demuestra un conocimiento exacto de la historia de la moda y de las
técnicas utilizadas antiguamente. Nació una especie de historicismo híbrido, se
trató de buscar lo más adecuado entre todos los estilos para combinarlo de
nuevo y darle un aire muy actual. La predilección por el pasado se pone de
manifiesto en la tendencia de los ochenta de filmar ostentosas películas de
época, casi siempre situadas en el siglo XVIII, el último periodo de modas
opulentas tanto para hombres como para mujeres.
Pero la debilidad por el pasado, no se limitaba al siglo XVIII y a los
primeros años del siglo XIX, también a épocas anteriores y épocas recientes
les sirvieron de fuente de inspiración.
En la vida cotidiana, la moda tenía un aspecto totalmente distinto, ya que
predominaba la tendencia hacia la elegancia sencilla y funcional. Se impone la
variedad de estilos, la moda adquiere una originalidad artística, recurriendo a
elementos muy evocadores.

Ideales Nuevos
Para describir como los elementos más dispares se combinan formando
un conglomerado con carácter propio, existe un ejemplo perfecto y que ha
marcado un determinado estilo: la estrella de pop Madonna. Ella juega con
todos los estereotipos y tabúes existentes. Así, presenta su cuerpo como un
elemento tan altamente sexual como domesticado. Esta anatomía no es la de un
cuerpo “femenino natural”, sino que es el resultado del aeróbic, el bodybuilding
y las dietas. Y es que Madonna encarna mejor que ninguna otra estrella el
credo de los 80, según el cual todo individuo puede transformarse en lo que
desee. El ideal de belleza de los 80, se inclina por una mujer deportiva,
delgada, musculosa y ambiciosa, que triunfa en la vida profesional y en la
privada.
Desde los mediados de ésta década, Madonna ha influido en la moda. Su
primera imagen parecía inscribirse en los últimos coletazos de la estética punk,
y aparecía como una “chica mala” con el pelo embrollado y con una mezcla
colorística de estilos sobre el cuerpo, como crucifijos, chaquetas y muñequeras
de cuero y camisetas. Después se tendió a marcar más la anatomía, irradió más
glamour, pero sobre todo acentuó la faceta sexy. Aquí las prendas de su
vestuario son los corpiños, el cuero y el látex negro, las medias de red y el
stretch ajustado.
Mientras Madonna extendía una feminidad fuerte, las estrellas
masculinas de la misma época cultivaron un estilo sexualmente ambiguo. Así,
cantantes como Boy George, Prince o Michael Jackson presentaron la parte
femenina de su personalidad: voces agudas y suaves, y mucho maquillaje. Con
ropas vaporosas o con atuendos de seda o cuero estrecho y muy decorado y con
la expresividad del baile, exhibían una imagen nueva cargada de erotismo
masculino.

Estilo para el tiempo libre


En los 80 irrumpió la ola de fitness. El aeróbic se convirtió en el deporte
de moda y requería una indumentaria específica. La moda deportiva se
introdujo rápidamente en la moda de diario. Ya no se requería realizar ninguna
actividad deportiva ni poseer una figura atlética para llevar este tipo de ropa.
El calzado deportivo también paso a ocupar una posición privilegiada como
zapato para el tiempo libre, y lo mismo ocurrió con los jeans.

Vestidas para el éxito


Además de la ropa deportiva, ya no solo para el tiempo libre, y el glamour
de la ropa de noche, apareció otra variante de la moda dirigida a la mujer
poderosa. Se fue convirtiendo en algo natural que las mujeres estuvieran
presentes en el mercado laboral, y ellas también querían ascender en sus
carreras profesionales. Se adaptaron ciertas formas de la ropa masculina, que
permitían dejar de lado la falda sexual de la mujer y acentuaban su capacidad
para competir con el Nombre. Prefería vestir con trajes: un blazer largo y
ancho con hombreras, una falda estrecha hasta las rodillas y unos sencillos
zapatos de tacos altos.

La nueva silueta
Los hombros del vestuario femenino cada vez eran más anchos y para
muchos observadores esto sólo era un indicio de la masculinización de la moda.
Las líneas rectas se moderaron empleando telas suaves y las proporciones,
asimismo, quedaban mejor que en la época de preguerra. Sin duda, el cuerpo
humano quedaba envuelto por unas prendas enormes y muy anchas. De todos
modos, existía e! contrapunto de la moda de noche que realzaba la anatomía con
faldas y corpiños provistos de cortes, las chaquetas entalladas, así como la
moda deportiva que también acentuaba las distintas partes del cuerpo y que ya
coexistía con las otras modas.

Calvin Klein
Desde mediados de los setenta está dentro de los diseñadores
americanos más prestigiosos del mundo. Tras los éxitos iniciales que le
reportaron la ropa deportiva y los jeans, en los ochenta irrumpió con trajes de
negocios elegantes, deportivos y clásicos, de lino, seda y tejidos finos de lana.
Las chaquetas rectas y bien proporcionadas, los blazers de hombros anchos, las
blusas, los trajes, pantalones y abrigos elegantes y a la vez deportivos también
caracterizan su estilo.

Christian Lacroix
Es uno de los pocos recién llegados a la alta costura de los ochenta.
Abrió su casa en 1987 y sedujo al público de inmediato con sus diseños
coloristas, un poco exaltados, pero muy femeninos, de aspecto teatral y
recargado. También se caracterizan por las alusiones al folklore provenzal y
español.

Jean Paul Gaultier


Aprendió el oficio en las casa Cardín y Patou y, en 1976, presentó unos
ornamentos electrónicos y la primear colección propia. Casi siempre, las
colecciones masculinas de Gauttier juegan con estereotipos acerca de la
feminidad, lo hace suyo y les acaban dando vuelta.
Casi ningún otro diseñador se atreve con lo que comúnmente se entiendo
por mal gusto o vulgar, ningún otro juega con los sexos de un modo tan
desenvuelto y consigue un efecto tan refrescantemente nuevo. El proceso de
Gauttier consiste en reunir, transformar y mezclar las influencias de la alta
costura, de la calle y los mercadillos. Los corpiños de Madonna en la gira de
1990 eran obra de él, encima llevaba un traje de caballero, lo que para el
diseñador representaba la “expresión perfecta de la moda contemporánea”.
Karl Lagerfeld
Diseña para un gran número de flemas: Chloé, Chanel, Fendi y, desde
mediados de los ochenta, para una línea propia que lleva su nombre. Rejuveneció
el estilo aburrido de Chanel, conservando los elementos tradicionales típicos de
esta casa. Recortó el largo de las faldas, utilizó el cuero, combinó corpiños
brillantes con chaquetillas ceñidas de Chanel y adornó los modelos con
bordados y accesorios.
La elegancia divertida, el perfeccionismo exhaustivo en los modelos más
ligeros, la agudeza y la intuición para captar el espíritu de la época son algunos
de los rasgos que caracterizan los trabajos tan diversos que Lagerfeld ha
realizado para las distintas casas.

Giorgio Armani
Desde hace veinte años, diseña ropa inconfundible para las mujeres
modernas y profesionales, consiguió salvar el abismo que separaba el uniforme
para los negocios de la moda para el tiempo libre. Los blazers sin forro no
tienen rigidez y muestran una elegancia inimitable. Se combinan con falda o
pantalones de caída suave, de material delicado como las lanas de alta calidad o
las sedas pesadas. Presta especial atención a que las creaciones sean cómodas
y de una elegancia sencilla. No se guía por las tendencias en boga y, como
siempre, ofrece una moda de calidad excelente caracterizada por un diseño
impecable, al más puro estilo de la tradición italiana.

Gianni Versace
En 1975 presentó las primeras colecciones de prêt a porter para señoras
y caballeros con su propio nombre. En los 80 se convirtió en una de las figuras
de la vanguardia de la moda internacional, Versace contaba que muchas de sus
ideas le venían a la mente mientras observaba las mujeres de un burdel vecino.
Así, diseñó muchos vestidos ceñidos y desenfadados, llamativos y con muchos
colores, de aspecto casi vulgar y que sólo podían llevar mujeres muy jóvenes y
delgadas.
Los escotes pronunciados forman parte del más puro estilo Versace,
igual que los cortes hasta la cadera y los estampados típicamente barrocos que
él mismo confeccionaba. Los retratos de las estrellas del pop, las imitaciones
de la piel de leopardo, los angelotes, las pechinas y otros elementos extraídos
de la fastuosidad del barroco adornan los vestidos de Versace que, por otro
lado, contrastan por su estrechez y la caída de la seda.
La moda de Versace es hija de su tiempo. Mezcla los estilos de muchas
épocas y nunca se sabe si se ríe de su propia persona o bien de las portadoras
de sus diseños, puesto que éstas se entregan ciegamente al diseño de prestigio
con el fin de tener la certeza de que van bien vestidas, hecho que a la vez, les
impide darse cuenta de que entran en el juego de Versace disputa con el mal
gusto. Vulgar e irónica esta moda muestra que, desde hace tiempo, ya no son
válidos los límites entre el buen gusto y el mal gusto.

¿El ocaso de la alta costura?

En los 80 la alta costura no tenía mucha relevancia para crear nuevas


líneas, colores y formas. El prét á porter tomó el relevo como creador de
nuevos estilos. La alta costura no consiguió el volumen de negocios necesarios
porque ya no le bastaba con unas pocas clientas acaudaladas. Para ganar dinero
debían obtenerse licencias para comercializar el nombre de una casa
importante en línea de cosméticos, accesorios, zapatos o bolsos. Pero dado que
la alta costura es uno de los soportes publicitarios más importantes para una
firma, se celebran los desfiles.

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