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“Pero ahora voy a Jerusalén para el servicio de los santos, pues Macedonia y Acaya han
tenido a bien hacer una colecta para los pobres de entre los santos que están en Jerusalén.
Sí, tuvieron a bien hacerlo, y a la verdad que están en deuda con ellos. Porque si los
gentiles han participado de sus bienes espirituales, también están obligados a servir a los
santos en los bienes materiales” (Rom. 15:25-27, LBLA).
En la anterior porción de carta dirigida a los creyentes gentiles en Roma, el apóstol Pablo
expresaba la importancia de un viaje que estaba pensando hacer a Jerusalén. Éste sería su
último viaje a la Ciudad Santa, lugar donde nació la Iglesia Cristiana, aunque
probablemente no lo sabía en el momento. Su trabajo entre los gentiles conversos
prosperaba, pero Pablo permanecía profundamente arraigado a sus raíces judías y al
cuerpo de creyentes judíos que componía la Iglesia en Jerusalén. El bienestar de los
creyentes allí le preocupaba enormemente, y estaba entusiasmado con hacerles un regalo
como expresión del fruto de su labor en otras tierras.
Era muy importante realizar dicho viaje a Jerusalén para que las crecientes demandas de
su ministerio a la Iglesia gentil no le distanciaran de su propio pueblo. También
comprendía que el componente judío de la Iglesia sería superado numéricamente, y
posiblemente fuese borrado de la memoria.
Un Principio Bíblico: Siendo Pablo el principal apóstol durante el primer siglo entre las
naciones, se preocupaba por esa situación. ¿Qué se podría hacer para solidificar las
relaciones entre los judíos y los gentiles de la nueva Iglesia? ¿Qué podría hacer para
sembrar en el corazón de los griegos y demás gentiles la misma carga que él sentía hacia
sus hermanos judíos?
Pablo concluyó que la respuesta se podría hallar en una demostración práctica de amor y
respaldo hacia la iglesia madre en Jerusalén a través de un regalo para los pobres. Él tenía
buena razón por pensar de esa manera. Yeshúa (Jesús) había enseñado en Su Sermón del
Monte: “…porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mat. 6:21).
En Romanos 15, Pablo presentó como un principio básico de fe que los creyentes no-
judíos en Yeshúa tienen una deuda hacia el pueblo judío por causa de todos los
maravillosos regalos que habían dado al mundo. Ese principio se encuentra en otra parte
de su epístola a los romanos, declarando que en la medida que se expanda el ministerio,
el primer esfuerzo se debería hacer “al judío primeramente” (Rom. 1:16; 2:9-10).
Un Patrón Bíblico: Pablo estaba familiarizado con la historia de la formación de la
primera iglesia. Los cristianos vendían sus casas y terrenos, y entregaban las ganancias
para propagar la Iglesia en Jerusalén, que se componía casi exclusivamente de judíos.
Bernabé, un levita de Chipre, vendió su terreno y puso el dinero a los pies de los
apóstoles (Hech. 4:36-37). En esos días, el número de creyentes se multiplicaba
enormemente por la manifestación del poder de Dios.
El regalo que Pablo quería entregar en esa última ocasión era semejante a la ayuda que
Bernabé y él habían entregado por parte de la Iglesia en Antioquia, según leemos en
Hechos 11:27-30: “Por aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a
Antioquía. Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu,
que ciertamente habría una gran hambre en toda la tierra. Y esto ocurrió durante el
reinado de Claudio. Los discípulos, conforme a lo que cada uno tenía, determinaron
enviar una contribución para el socorro de los hermanos que habitaban en Judea. Y así lo
hicieron, mandándola a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.” También Pablo
dijo en Hechos 24:17: “Y, después de varios años, he venido para traer limosnas a mi
nación y a presentar ofrendas.”
Otros escritos de Pablo revelan que las limosnas que recogía para Jerusalén eran de gran
prioridad en su ministerio entre los gentiles. Instruyó a los creyentes en Corinto, como lo
había hecho a la Iglesia en Galacia, que deberían recoger semanalmente unas
contribuciones para ser enviadas por mensajero a Jerusalén (1 Cor. 16:1-4). Lo enfatizó
nuevamente en su segunda epístola a los corintios (2 Cor. 8:1-9, 15). Pablo también relató
a los gálatas que, cuando primero fue comisionado desde Jerusalén para predicar a las
naciones, los apóstoles exigieron: “que nos acordáramos de los pobres, lo mismo que yo
estaba también deseoso de hacer” (Gál. 2:10). Esa es otra referencia a su genuina
preocupación por los pobres en Jerusalén, una carga que también tenían Jacobo, Pedro y
Juan. De esa manera vemos que cuando Pablo regresaba a Jerusalén, acostumbraba llevar
donativos que había recogido entre las iglesias gentiles. Ese hecho es poco enseñado hoy
día, pero es un dinámico principio central en la teología y énfasis de Pablo a la primera
Iglesia.
Según los comentarios de Pablo en Romanos 15:27, había dos razones importantes para
hacer y enviar una colecta, y así sufragar el trabajo en Jerusalén. Ambas son de suficiente
peso para demostrar el amor de Yeshúa a los judíos en la ciudad y a la congregación de
creyentes allí. Primero, era una ofrenda de amor: “tuvieron a bien hacerlo,” y, segundo:
“están en deuda con ellos.”
En Romanos 9:4-5, Pablo nos explica la magnitud de esa deuda: “que son israelitas, a
quienes pertenece la adopción como hijos, y la gloria, los pactos, la promulgación de la
ley, el culto y las promesas, de quienes son los patriarcas, y de quienes, según la carne,
procede el Cristo, el cual está sobre todas las cosas…”
EL ÉNFASIS ESTÁ CLARO:
La adopción como hijos vino “al judío primeramente.” Dios se reveló primero a
Abraham, para entonces bendecir a todas las demás naciones. No fueron escogidos
porque eran algo especial; eran especial por ser escogidos.
•La ‘shekiná’ (gloria) vino “al judío primeramente.” Israel era la única nación en
tener la manifestación continua y la presencia visible de Dios.
•Los pactos vinieron “al judío primeramente.” Dios hizo unos pactos eternos,
incondicionales y unilaterales con Abraham, Isaac, Jacob y David basados
enteramente en la soberanía de Dios.
•La Ley llegó “al judío primeramente” para que Israel pudiera visualizar un poco el
carácter de Dios y conocer acerca de Sus caminos.
•El culto a Dios fue establecido “al judío primeramente.” Dios dio el patrón para la
adoración a los hijos de Israel en el desierto antes de entrar a la Tierra Prometida,
con instrucciones para construir el Tabernáculo.
•Las promesas, muchas de ellas todavía sin cumplir, fueron dadas “al judío
primeramente.” Abraham fue justificado por su fe en esas promesas, y esa fe dio
lugar a las Sagradas Escrituras como revelación para todo el mundo.
•El Mesías (el Cristo) vino “al judío primeramente.” Jesús dijo en Mateo 15:24: “No
he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.”
•Los judíos bendijeron a las antiguas naciones: a Egipto por medio de José, a los
asirios por medio de Jonás, a Babilonia por medio de Daniel, y a Persia por
Esdras, Nehemías y Ester.
•En tiempos más modernos, su simple presencia en las naciones donde eran aceptos
producía bendición de Dios en términos económicos y políticos. Por ejemplo,
después que los judíos fueron expulsados de España en 1492 y recibidos por el
Impero Otomano, el imperio experimentó el clímax de su poderío y expansión, no
terminando hasta finalizada la Segunda Guerra Mundial.
•Durante los siglos 19 y 20, muchos judíos llegaron a ser nombres comunes en cada
hogar: en el área de los negocios- Levi Strauss, Sears Roebuck, Gimbels, Mays,
Strauss, Macy’s, Kuppenheimer, y Armand Hammer (Arm & Hammer); en el
entretenimiento- Samuel Goldwyn y Louis B. Mayer (MGM), Irving Berlin,
George Gershwin, Benny Goodman, y Leonard Bernstein; en las ciencias- Albert
Einstein, Hyman Rickover (primer submarino nuclear), y Dr. Jonas Salk (vacuna
de polio); en las finanzas- Rothschild.
•Otros judíos que no son tan famosos han bendecido al mundo con sus inventos: la
máquina de “fax”, la aguja para vacunar, el metro para medir electricidad, la
incubadora, el transistor, la pulidora de diamantes, el microscopio de electrones,
el control remoto, la holografía, la vacuna para Hepatitis B, las baterías de
mercurio Duracell, el carrito de compras, y el primer equipo de láser, para
nombrar algunos.
•Han ganado 40 veces más premios Nobel de la que podría esperarse en tan pequeña
población. Entre 1901 y 2005, recibieron 22% de todos los premios mundiales, o
37% de todos los premios estadounidenses. En las áreas de química, economía,
medicina y física, los porcentajes fueron 26% de entre los premios mundiales y
39% de entre los estadounidenses.
Wilfredo Torres
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Jacksonville, Florida 32225