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crítica: el espontaenismo
Para el positivismo, el orden, está al servicio del progreso. No se trata de un orden
teológico ni metafísico, es un orden concreto, cuya finalidad es el progreso material
de las naciones. De este modo, la nación, a fin de alcanzar su identidad, requiere
de un sistema educativo nacional al servicio de este proceso de orden y
homogeneización.
La necesidad de una sociedad más eficiente, más productiva y ordenada era la que
demandaba un sistema educativo. Efectivamente, el dogma positivista es el de
derrotar la ignoracina y el obscurantismo a través de la educación.
El caso argentino
Situación educativa:
Una vez agotado el romanticismo, en la segunda mitad del siglo XIX, una nueva
corriente lo sucede: el positivismo. Esta línea de pensamiento tiene como premisas
basarse en hechos observables que pudieran ser estudiados a través del método
científico.
La ley 1420 (1884), resumiendo los postulados del Congreso pedagógico de 1882,
establece que la educación ha de ser universal, común, mixta, gratuita, obligatoria
y neutra.
De este modo, tal como afirma Tedesco, podemos observar que la didáctica
positivista estuvo basada en un doble reduccionismo:
De este modo, era posible fundamentar una teoría conservadora sobre bases
científicas experimentales.
Por otra parte, la preocupación por el método, fue muy importante y estuvo
asociada a la formación docente. Se instrumentó así una fuerte articulación entre la
formación de maestros y la supervisión escolar que permitía asegurar coherencia
entre teoría, capacitación y práctica pedagógica. En definitiva, el centro del proceso
está en el maestro ya que los alumnos se suponía que tendían a la pasividad, lo
cual incluso, podía justificar el autoritarismo.
En definitiva, esta concepción pedagógica, que fue hegemónica a finales del siglo
XIX, se basaba en la presunción que el desarrollo de las habilidades humanas
dependía de la libertad otorgada por el ambiente para lo cual, la educación debía
facilitar una mejor "adaptación" a fin de que nuevas generaciones tuvieran una vida
mejor. El sello de Darwin se trasluce, evidentemente.
Observamos así, como sus ideas se contraponen a los principios vigentes y nos
permite comprender el fenómeno de autoritarismo pedagógico.
Dentro de este cuadro, el rol del maestro debe limitarse a crear un espacio en el
cual el alumno sea provisto de los elementos necesarios para qué por sí sólo pueda
desarrollarse despertando su propia potencialidad.
Una de las dificultades más evidentes del espontaenismo pedagógico es la que tiene
que ver con que se presenta una indeferenciación entre el vínculo pedagógico y el
vínculo social. Entonces, el riesgo del espontaenismo, termina siendo el dejar al
sujeto en la misma situación que en la que se encontraba en el momento de
iniciarse el proceso.
G.C.
Bibliografía: