Algunos reflejos de la vida amorosa y de la vida política mexicana;
Reseña de Morir en el Golfo
Aldo García Castro
Profra: Patricia Janette Góngora
Gpo: SH02S
La novela da un penetrante significado indirecto, a mi parecer, en
su afán de dar un doble significado, de borrar cualquier posible contorno o frontera de la vida privada y pública, de la realidad mexicana de la década de los 70.
En un contexto de la “petrolarización” de la economía
mexicana en manos de López Portillo. La afronta de las crisis económicas y las escisiones burocráticas, un contexto de crisis, cambiado por uno de “abundancia” y vuelto a uno de crisis. Huelga decir que es la situación muy similar a la vivencia amorosa de nuestro personaje el Negro.
La historia consiste en una doble vivencia del personaje
principal, un periodista que nos permite conocer su amor por Anabela, una vieja conocida, junto con su marido, por él. Él había dejado atrás ese capítulo en su vida pero regresa con bríos desmesurados. Rojano, su conocido y esposo de la mujer que ama, un día, como muchos otros se le aparece y le cuenta un asunto tenebroso acerca de unas muertes llevadas a cabo por un semi- cacique, delegado de la sección 35 del sindicato petrolero de PEMEX, que según él han sido ejecutadas con el móvil de apoderarse de la tierra de los ejecutados.
En sí la historia nunca es desvelada al 100%, cualquier lector
del libro pudiera dar una conclusión de los detalles y de lo que pasó y en qué momento le proporcionaron información falsa. De lo único que nadie podría dudar sería de dos cosas: que el héroe de la trama tomó partido fácilmente, como el más candoroso de los novatos en el “asunto del amor” y que Anabela sólo buscaba y era siempre fiel a su marido, aún cuando hacía el amor periódicamente con el periodista o cuando el mismo iba con el marido a frecuentar prostitutas y lo observaba fornicando, ellos se amaban y el corresponsal sólo era una pieza con relación a fines de sus intereses y objetivos.
Sin embargo dentro de toda esta historia podemos observar,
aunque sea in passant, la manera de hacer política del Estado mexicano. El principal elemento que debe aparecer en este análisis indirecto de la sociedad mexicana, algo así como el cuento “Rosa” de José Victoriano Lastarria, una combinación de realismo con romanticismo, mutatis mutandi, con la diferencia de la posición geográfica, uno se desarrolla en Chile y el presente en Veracruz, es el contacto del periodista en gobernación.
Este personaje nos demuestra, al ejercer el papel de centro
indispensable para el buen funcionamiento de la maquinaria política, la cual consiste en pactos establecidos por las facciones que tienen los medios para imponerse. Este “paisano”, como lo nombraban, era el encargado de limpiar lo sucio, el intermediario en los conflictos de las facciones mencionadas, el representante de gobernación destinado a garantizar la estabilidad política y limpiar la superficie, con tal de evitar conflictos y hacer funcionar el corporativismo. Muchas veces estas negociaciones y “estabilidades” se llevaban a cabo en detrimento de la población.
Nos muestra el autor el estrecho vínculo entre los poderes y
la prensa, pero sobre todo, la manera en que la prensa se desarrolla y funciona. Entre la clase y dirigente y los periodistas conformaban una clase social que no era baja, más bien media- alta, que se daban una gran vida, materialmente, fiestas, mujeres, lujos, los mejores restaurantes, viajes, etc. El destino del país está, en la novela, en manos de esta gente vacua, nada comprometida, corrompida y sobre todo moralmente devastada.
Otro elemento a considerar, muy importante, es la formación
de discursos que a postre también cumplen su función de estabilidad y de paliativo a la población. Específicamente me viene a la mente el discurso generado por el gran rival de Rojano, Pizarro, acerca de la comunidad obrera, de la clase trabajadora y comprometida. Tanto este personaje como el paisano en gobernación tenían toda una filosofía de vida montada. Éste llegaba a un punto culminante al tener lemas que se habían convertido en axiomas tanto para él como para sus protegidos.
Pizarro era dueño de inmensas tierras, alabado y aclamado
por una cantidad ingente de individuos que lo coreaban y le amaban. La mayoría de ellos ignorantes, que difícilmente tenían una educación de calidad. En la provincia, en este caso Veracruz, donde la modernidad se ha tardado en llegar, donde se vive en condiciones pre modernas con un atraso increíble, con una ignorancia y una necesidad de carisma de un líder fuerte, muchos de ellos sin hablar español, es donde tienen cabida estos líderes, realidad del país y de Latinoamérica.
Nos dirían algunos objetores, que la visión epistemológica
colonialista, que un análisis de esta naturaleza es impositivo de clase, si criticáramos que un niño de 15 años, Echeguren, decida trabajar y casarse a esa edad, sin considerar ni siquiera como una opción el estudio ni otras realizaciones personales, pero es difícil no hacer esto al ver que los hijos de la clase que se ha posicionado en el poder, gracias a artimañas monopolísticas, tan coreadas por estos “líderes” de izquierda, proteccionistas, tienen casas en Cuernavaca, comen en restaurantes franceses, sus hijos estudian en escuelas donde la inscripción alcanza los 100 mil pesos, familias que emigran a Estados unidos, no como los ilegales que a diario cruzan en busca de oportunidades que esa misma gente les despojó, sino a comprar una casa en los suburbios, viven sin problemas (materiales).
Pizarro, el que nuestro Negro encontró como enemigo, se
asemeja al Doctor Moreau, al ser al que calma y ordena a las bestias ignorantes de su isla, o en este caso de su cacicazgo, pero también se parece mucho a Marlon Brando en “Apocalipsis ahora”, en haber adoptado un terreno para él solo y sus seguidores, con huertos, producción, trabajadores, un subsistema social dentro de uno más grande, pero sobre todo, con su propia filosofía.
Parte de lo que mueve a este discurso sindical es que hay
beneficiados, gente que percibe ingresos, aunque desconozca por completo, incluso leer. Al ser estos líderes sindicales los que se han hecho dueños de medios de violencia con posibilidad de exigir participación en el gobierno, que dicho sea de paso, es característico en cualquier sociedad, capitalista, feudalista, socialista, los que proporcionan a la gente de un empleo decente, casas, escuelas, hospitales, centros de recreo, es lógico que los vitoree la gente. Lo que la gente no sabe ni le interesa saber es el mecanismo de corrupción que hace posible que estos líderes “benévolos” cumplan su función y peor aún el porqué que estos líderes tengan que hacerse de medios para matar para poder aunque sea, cumplir esa función, huelga decir que por demás análoga al estado de bienestar del que la izquierda se jacta tanto pero que tiene orígenes del partido cristiano y que funciona como legitimador de las relaciones de explotación del capitalismo.
La respuesta es fondos desviados, compadrazgos, cero
compromiso con la República, desconocimiento entre clases sociales, corrupción, desinformación, etc. Para nada se insinúa en este ensayo un estatismo ni esas grandes “soluciones” que la izquierda brinda con “discursos”, que a la postre, como los hechos lo demuestran, sólo funcionan para mantener un equilibrio social, fungen como válvula de escape ante la furia generalizada; para nada se da por sentado nada, lo anterior es sólo una hipótesis, que no obstante es más consistente con cualquiera que nos pudieran brindar alguno de estos intelectuales, ora de izquierda ora de derecha. En primer lugar porque de parte del autor de este ensayo no hay intereses detrás.
Por último, como historia de amor, la novela le aplicaría más
a un niño de quince a diecinueve años que a un periodista de cuarenta o debería decir de “cuatro cuarenta”. Nunca vio venir los engaños de ninguna de las contrapartes, sólo era una piececilla, crédulo de la persona que menos debió creer; Anabela. Es conmovedor el final, más la parte donde ella reconoce que lo utilizó y le pide perdón. Aunque después de usar los recursos del país a su antojo es difícil, aunque es una novela (sólo el autor sabe qué tan ficticio es el relato), tener alguna consideración para con ella, Pizarro, el periodista, Chanes, el paisano de gobernación, etc.
Podríamos decir que esta clase al tener la vida resuelta con
millones de dólares en los bancos, en especial el Negro, podría darse el lujo de acuñar la siguiente frase como un axioma más de los cimientos de su filosofía: “Yo no tenía necesidad de nada, ni siquiera de vivir, mi vida, fue siempre una aventura”.
Bibliografía
Aguilar Camín, Héctor, Morir en el Golfo, México, Océano, 1985.