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¡Viva la gloriosa lucha estudiantil por una cultura nacional,

científica y de masas!*

1. ¡Viva la lucha Revolucionaria del Movimiento Estudiantil!

Por más de cuatro meses el movimiento estudiantil colombiano ha desarrollado una


prolongada y valiente lucha contra la dominación cultural del imperialismo yanqui y sus
lacayos nacionales, la gran burguesía y los grandes terratenientes. Ha enfrentado a la
agresión cultural neocolonial del imperialismo norteamericano y a la reaccionaria cultura
feudal, la nueva cultura democrática y nacional de las amplias masas populares dirigida
por la ideología proletaria, el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung.

El Programa Mínimo de los Estudiantes Colombianos es el programa revolucionario que


recoge los intereses de las amplias masas estudiantiles y de las masas populares en
general, frente a los planes y a las políticas reaccionarias del imperialismo y el gobierno
títere.

La claridad en los objetivos y la decisión en la lucha han hecho posible que en esta batalla
participen ampliamente los universitarios de toda Colombia, los estudiantes de
secundaria, los profesores y sectores progresistas de las directivas, y que el movimiento
recoja el respaldo incondicional de los obreros, de los campesinos y del resto del pueblo.

Es en suma, el más grande movimiento de las masas estudiantiles, antiimperialista y


democrático, de la historia de Colombia. El más denodado, masivo, claro, firme,
consciente y prolongado movimiento democrático y revolucionario contra la agresión
cultural imperialista yanqui, registrado en el país. Y el más rico también en experiencias,
enseñanzas, acciones heroicas de las masas y victorias.

Todo el pueblo colombiano tiene que aprender de la valerosa lucha de los estudiantes,
acogerla con inmensa simpatía y apoyarla.

El movimiento estudiantil se ha enfrentado a la doble política del imperialismo y el


gobierno fascista de Pastrana, de utilizar la represión desenfrenada y la violencia
reaccionaria de un lado, y la política del engaño y la demagogia, por el otro. Y ha
combatido sin temor, enfrentando la violencia revolucionaria de las masas a la política
represiva de la reacción; los estudiantes caídos, los miles de heridos, los miles de
estudiantes y gentes del pueblo hechos prisioneros, los allanamientos de Universidades,
las violaciones de compañeras estudiantes, etc., son la manifestación de la brutalidad, la
ferocidad, la esencia criminal y represiva del gobierno fascista y proimperialista de
Pastrana. Pero, lo fundamental y decisivo ha sido la combatividad, heroísmo, valentía y
abnegación de las masas estudiantiles, que han derrotado en la práctica todas las medidas
represivas del enemigo, realizando miles de asambleas, movilizándose en multitudinarias
manifestaciones, golpeando certeramente a los instrumentos de la represión oficial,
tomando la calle como tribuna de denuncia y agitación, organizándose de múltiples

*
Sustentación de la ponencia de la JUPA ante el VI Encuentro Nacional Estudiantil
formas, aprendiendo en la lucha, ganándose amplios sectores democráticos y marchando
firmemente sin vacilación hacia adelante.

Ante la política demagógica del Gobierno tratando de engañar la opinión pública y dividir
el movimiento, los estudiantes han respondido con unidad, organización y una clara
posición revolucionaria. Las masas han entendido claramente, por experiencia propia, de
su fortaleza cuando, con claridad en los objetivos, luchan unidas y organizadas; y además,
han conocido de la catadura reaccionaria del enemigo, pero lo que es más importante, de
su debilidad y su esencia de "tigre de papel". La organización nacional estudiantil y la
insurrección general de las bases contra las direcciones burocráticas y por una
organización democrática ha sido una gran victoria de los estudiantes revolucionarios.

Así como ha enfrentado al Gobierno, también en su seno el movimiento estudiantil ha


tenido que combatir a las tendencias oportunistas de derecha e "izquierda" que han
pretendido entregar la lucha. Estas tendencias de esencia reaccionaria y claudicante han
planteado que no se puede pedir sino lo alcanzable, y que como "la represión golpea"
debe entregarse la lucha. Sin embargo, la práctica, el desarrollo del movimiento, ha dado
un duro golpe a estos sectores, y las masas han de desenmascarar a dichos oportunistas
disfrazados de revolucionarios.

El Gobierno ha afirmado que el movimiento es "subversivo", y que se debe a la


infiltración de "agitadores profesionales" que sólo buscan la turbación del "orden
público"; plantea que son "minorías subversivas" las que originan el movimiento,
mientras que las "mayorías silenciosas" no participan ni están de acuerdo con el
movimiento. Y ha llevado a cabo la más brutal represión contra las masas estudiantiles.

Ciertos grupos oportunistas en el movimiento estudiantil, sosteniendo posiciones que


responden a los intereses de determinados sectores "revolucionarios", han afirmado que
el movimiento es reformista (y que hay que vincularle la política, la revolución), que su
esencia es pequeño-burguesa, y que dizque porque "la educación sirve al Estado y no se
puede transformar", las reivindicaciones del movimiento estudiantil actual son
"liberal-burguesas" y le sirven solamente a la burguesía y al imperialismo. Esto es, que el
movimiento es una especie de maniobra de la burguesía para conseguir ciertas "reformas"
en apariencia democráticas que sólo sirven al enemigo. Además, hacen toda una apología
de la estructura de la dominación ideológica y política de las clases dominantes, de la
función intocable de la educación en nuestra sociedad, del poderío y la fortaleza militar y
política del Estado, etc. tratando de desmovilizar a las masas y atemorizarlas. Y todo esto
lo disfrazan con frases ultrarrevolucionarias, con falsas peroratas sobre que "lo impor-
tante es la toma del poder político y la revolución", con sofismas como "la vinculación de
la reforma a la revolución" o que hay que "vincular al movimiento estudiantil la lucha de
clases".

En todas estas declaraciones y posiciones, que coinciden en esencia con las políticas
reaccionarias del gobierno y el imperialismo, se refleja una determinada posición ante la
lucha de las masas, de desprecio de éstas al calificarlas de "reformistas", de "miedosas",
de "atrasadas"; y de otro lado, la falsa postura de "pontífices", de "maestros de las masas",
de "revolucionarios" que han de vincular las masas atrasadas y reformistas, a la política, a
la lucha de clases y a la toma del Poder". Pero realmente las masas han sido las que han
desbaratado todas estas especulaciones oportunistas y han dado una gran lección, tanto a
la reacción como a las fuerzas revolucionarias.
La actitud ante la lucha de las masas marca una línea divisoria entre los revolucionarios
por una parte, y los oportunistas y reaccionarios por otra. "Frente al actual gran
movimiento revolucionario, todos los partidos revolucionarios y todos los
revolucionarios, tienen que optar entre las siguientes alternativas: ¿Ponerse al frente de
las masas y dirigirlas? ¿Quedarse a su zaga gesticulando y criticándolas? ¿O salirles al
paso y combatirlas? Los auténticos partidos marxista-leninistas y todos los
revolucionarios deben apoyar las acciones revolucionarias de las masas populares,
ponerse firmemente al frente del movimiento de masas y dirigirlas en su avance"1.

Pues, las dos últimas posiciones han sido las de los reaccionarios y oportunistas, mientras
los verdaderos revolucionarios se han puesto al lado de las masas y al frente de ellas,
aprendiendo modestamente de sus enseñanzas.

Esa misma posición oportunista que acusa a las masas de "reformistas" y "atrasadas", y
"víctimas de una maquinaria " de la burguesía, para utilizarlas en su favor, coincide con la
idealista, metafísica y reaccionaria del Gobierno, ante los movimientos de masas. Las
masas luchan y combaten, porque existen condiciones objetivas de opresión y
explotación, porque tienen intereses reales por los cuales lanzarse a la pelea, y es ésta la
única interpretación científica y marxista del origen de la lucha de las masas. Y aunque en
el seno de las masas se presentan distintas tendencias y posiciones, en lo fundamental
éstas no se equivocan en su lucha, identifican al enemigo y aciertan en la defensa de sus
intereses. Es por el contrario, metafísico creer que las revoluciones, los movimientos
populares, se dan por la influencia de agitadores o por pretendidas "máquinaciones" del
enemigo de clase, y sólo persigue esta teoría aplacar el ánimo revolucionario de los
estudiantes, desmoralizarlos y elogiar las "virtudes todopoderosas" del enemigo.

Guiados por estos principios, los revolucionarios hemos aprendido de este movimiento de
los estudiantes colombianos. Y lo que a continuación esbozamos, es un resumen de
algunos de los principios que, en el papel de ser modestos alumnos de las masas, hemos
extraído de la presente lucha. A pesar de qua muchas de estas cosas estaban ya explicadas
en obras marxistas, producto de la experiencia revolucionaria de otro pueblos, fue
necesario que se presentara este gran movimiento revolucionario del estudiantado para
que verdaderamente tomáramos conciencia de una serie de planteamientos y principios
revolucionarios. Esto nos ha confirmado una vez más en la posición marxista de que los
conocimientos se desarrollan en base a la práctica y que son las masas las que hacen la
historia.

En cuanto a las experiencias extraídas, que tratamos de sintetizar, devolviéndolas


sistematizadas, luego de recogidas de la experiencia práctica, hacemos referencia
fundamentalmente al problema general del papel de la cultura en el marco de la
revolución social, y más específicamente a la Revolución Cultural de Nueva Democracia,
que corresponde a la presente etapa de la revolución colombiana.

II. Sobre la Cultura Nacional Científica y de masas

Vivimos actualmente la fase imperialista del capitalismo, donde predomina el capital


monopolista en el mundo capitalista. Es también la época de la revolución mundial

1
Viva el triunfo de la Dictadura del Proletariado (Folleto). En conmemoración del centenario de la
Comuna de París. Pekín. 1971. p. 14.
socialista, en la cual la clase obrera avanza a nivel mundial en la lucha por imponer la
dictadura del proletariado y por la construcción del socialismo. Más específicamente,
como lo señala Lin Piao, es "la época en que el imperialismo se precipita hacia la ruina
total y el socialismo avanza hacia la victoria en el mundo entero"2

“Desde el punto de vista económico, el imperialismo (o época del capital financiero, no se


trata de palabras) es el grado superior de desarrollo del capitalismo, precisamente el grado
en que la producción se hace tan grande y gigantesca que la libertad de competencia es
sustituida por el monopolio. En esto consiste la esencia económica del imperialism”3.
“...el capitalismo se trocó en imperialismo capitalista únicamente al llegar a un grado
determinado muy alto de su desarrollo, cuando algunas de las características
fundamentales del capitalismo comenzaron a convertirse en su antítesis, cuando tomaron
cuerpo y se manifestaron en toda la línea los rasgos de la época de transición del
capitalismo a una estructura económica y social más elevada. Lo que hay de fundamental
en este proceso, desde el punto de vista económico, es la sustitución de la libre
competencia capitalista por los monopolios capitalistas”4. Este proceso de desarrollo del
monopolio que se inició a fines del siglo pasado, se impone definitivamente desde 1900.

"El viraje de la democracia a la reacción política constituye la superestructura política de


la nueva economía, del capitalismo monopolista (el imperialismo es el capitalismo
monopolista). La democracia corresponde a la libre competencia. La reacción política
corresponde al monopolio"5. "En este sentido resulta indiscutible que el imperialismo es
la "negación" de la democracia en general, de toda la democracia, y no sólo, en modo
alguno, de una de las reivindicaciones de la democracia..."6.

"Particularmente se intensifica, así mismo, la opresión nacional y la tendencia a las


anexiones, esto es, a la violación de la independencia nacional..."7, debido a que "la
subordinación más beneficiosa y más 'cómoda' para el capital financiero es aquella que
trae aparejada la pérdida de la independencia política de los países y de los pueblos
sometidos"8.

En Resumen:

1. El imperialismo es la fase superior y última del capitalismo, en la cual predomina el


monopolio, lo cual constituye su esencia económica;

2. La superestructura política del imperialismo la constituye la reacción política, la


tendencia a la opresión y no a la libertad, la negación de la democracia en general;

3. La negación de la democracia en general por el imperialismo, cobija también la


democracia en el problema nacional, intensificándose la tendencia a la opresión
nacional; y

2
Prefacio a la segunda edición de Citas del presidente Mao Tsetung.
3
V. I. Lenin. Sobre la caricatura del Marxismo y el Economismo imperialista. (1916). Ed. Progreso,
Moscú. p. 18.
4
V. I. Lenin. El imperialismo, fase superior del capitalismo. Obras escogidas en un tomo. Ed. Progreso,
Moscú. p. 237. 1969.
5
V. I. Lenin. Sobre la caricatura…. p. 18.
6
Idem
7
V. I. Lenin. El imperialismo.... p. 265.
8
Idem. p. 232.
4. El imperialismo es la etapa de "agonía" del capitalismo, una etapa de "transición", a
un sistema económico-social superior, la antesala del socialismo".

En la época del imperialismo, en vastas regiones del mundo las tareas históricas de la
revolución democrático-burguesa —como las nacionales— no se han realizado. Allí el
imperialismo "se alía, en primer término con las capas dominantes del régimen social
precedente —los señores feudales y la burguesía comercial-usurera—, contra la
mayoría del pueblo. En todas partes, el imperialismo intenta preservar y perpetuar todas
aquellas formas de explotación precapitalistas (particularmente en el campo), que son la
base de la existencia de sus aliados reaccionaríos"8A.

En los países coloniales y semicoloniales, señala Lenin, "los movimientos


democrático-burgueses, en parte acaban de empezar, en parte están lejos de haber
terminado"9. De ahí que allí "existan todavía, por regla general, naciones oprimidas y no
desarrolladas desde el punto de vista del capitalismo. En tales naciones hay todavía
objetivamente tareas nacionales generales, a saber: tareas democráticas, tareas de
derrocamiento del yugo extranjero" 10 . Es por tanto en esta situación "una idea
reaccionaria buscar la salvación de la clase obrera en algo que no sea el mayor desarrollo
del capitalismo". Pues "la revolución burguesa es extremadamente beneficiosa para el
proletariado. En cierto sentido, la revolución burguesa es más beneficiosa para el
proletariado que para la burguesía"11.

Desde la Primera Guerra imperialista mundial y el triunfo de la Revolución Socialista de


Octubre de 1917 el mundo ha entrado en una nueva etapa: la revolución mundial
socialista; ha finalizado la época de la revolución mundial burguesa. La burguesía
mundial se ha pasado al campo de la reacción en toda la línea, y las tareas históricas que
como clase impulsó antes, ahora no sirven a sus intereses. La revolución nacional y
democrática, aunque cuente en el plano nacional, inclusive con la participación de la
burguesía, no beneficia ya al capitalismo mundial, hace parte de la revolución mundial
socialista. Aparte de esta situación histórica concreta es idealista y metafísico cualquier
análisis sobre la democracia burguesa en abstracto, o sobre el contenido burgués de la
lucha nacional o de defensa de los intereses nacionales.

"En esta era, toda revolución emprendida por una colonia o semicolonia contra el
imperialismo, o sea, contra la burguesía o capitalismo internacional, ya no pertenece a la
vieja categoría, a la de la revolución democrático-burguesa mundial, sino a la nueva ca-
tegoría; ya no forma parte de la vieja revolución burguesa o capitalista mundial, sino de la
nueva revolución mundial: la revolución mundial socialista proletaria.

Estas colonias y semicolonias en revolución no pueden ser consideradas como aliadas del
frente de la contrarrevolución capitalista mundial; se han convertido en aliadas del frente
de la revolución socialista mundial"12. La lucha democrática y nacional en los países
8A
Cita de la tesis "Sobre el movimiento revolucionario en los países coloniales y semicoloniales"
adoptadas por el VI congreso de la Internacional Comunista. Tomado de: Mao Tse Tung Sobre la Nueva
Democracia, Obras Escogidas. t. II, p. 322.
9
V. 1. Lenin. La revolución Socialista y el derecho de las naciones a la auto-determinación. Obr. Esc. p.
164.
10
Sobre la caricatura.... p. 35.
11
V. I. Lenin. Dos tácticas de la Social-democracia en la revolución democrática. Obr. Esc. pp. 72-73.
12
Mao Tse Tung. Sobre la Nueva Democracia. Obr. Esc., t. II. p. 359.
oprimidos, hace parte entonces en esta nueva época de la revolución socialista mundial, y
es éste el único punto de vista marxista para analizar la cuestión nacional y la revolución
democrática. De tal manera que: "Sean cuales fueren las clases, partidos o individuos de
una nación oprimida que se incorporen a la revolución, tengan o no conciencia de este
punto, lo entiendan o no en el plano subjetivo, basta con que luchen contra el imperia-
lismo para que su revolución sea parte de la revolución mundial socialista proletaria, y
ellos mismos, aliados de ésta"13. Es por tanto ésta una revolución democrático-nacional
de nuevo tipo, una revolución de nueva democracia que hace parte de la revolución
mundial proletaria y que conduce al socialismo.

Debido además a que luego de la segunda guerra imperialista mundial la dominación


colonial imperialista —de nuevo tipo— se ha agudizado, y la contradicción principal del
mundo contemporáneo es la que existe entre los pueblos revolucionarios de Asia África y
América Latina y el imperialismo encabezado por los Estados Unidos, el problema
nacional tiene una significación de primera importancia.

La cuestión nacional, y la cuestión de la cultura nacional, como una parte de aquella, no


pueden desligarse de esta formulación. La lucha por una cultura nacional en los países
oprimidos hace parte de la revolución mundial socialista, y esta cultura nacional por su
forma, es de contenido democrático y antiimperialista y hace parte de la revolución
cultural socialista del proletariado mundial. "La lucha nacional es, en último término, un
problema de la Iucha de clases"13A.

Qué es la revolución cultural de nueva democracia? ¿Qué papel juega en la revolución, y


que ocurre en la educación, como parte de la cultura?

Es éste un tema central que ha permitido aclarar el actual movimiento estudiantil, en gran
parte. Antes de exponer estos puntos, es preciso enunciar la posición reaccionaria y
aparentemente marxista que el oportunismo de todos los pelambres, pero especialmente
el de "izquierda" ha sostenido tradicionalmente en el país, y con mayor elaboración
actualmente, cuando se ha revitalizado con las teorías antiproletarias del Trotskismo y de
la "academia" europea de "profesores" seudomarxistas al estilo de Althusser, Poulantzas,
Marcusse y cía., que no son más que modernos metafísicos burgueses.

Estas "teorías" son fieles exponentes de las divagaciones metafísicas de que "dos se
integran en uno"; que su único objetivo es borrar las contradicciones antagónicas
existentes en la cultura y en otros campos de la sociedad actual. Para el caso de la
educación, dichos "teóricos" se han convertido en verdaderos apologistas de la
dominación burgués-terrateniente en este campo. Según ellos, la educación y la cultura en
nuestra sociedad no puede servir sino para el dominio de las clases dominantes, y la
transformación de la cultura sólo puede realizarse con la toma previa del poder público
por el proletariado. Esta es una interpretación mecanicista y burguesa de la relación entre
la economía y la política, de un lado, y la cultura, en una sociedad dada, por el otro.
Afirman además que los estudiantes y profesores no tienen intereses propios opuestos a la
dominación imperialista-oligárquica, y son simples agentes de la dominación ideológica
de las ciases dominantes, así como la educación simple "productora de trabajo calificado"
para el sistema. Con ello pretenden confundir las cosas y poner lo blanco como negro:

13
Mao Tse Tung. Idem., p. 361.
13A
Mao Tse Tung. Citas del presidente Mao Tse Tung. p. 10.
borrar las contradicciones e "integrar" dos contrarios antagónicos en una unidad, en una
"comunidad de intereses" entre explotados y explotadores, entre dominantes y
dominados.

"Una cultura dada (como forma ideológica) es el reflejo de la política y la economía de


una sociedad determinada y, a su vez, influye y actúa en gran medida sobre éstas; la
economía es la base, y la política, la expresión concentrada de la economía. Este es
nuestro punto de vista fundamental sobre la relación entre la cultura, por una parte, y la
política y la economía, por la otra, y sobre la relación entre la política y la economía"14.
Este principio marxista funda-mental debe ser interpretado y aplicado al análisis
concreto, a la manera marxista, y no a la burguesa. Porque si en los países dominados por
el imperialismo, como el caso de nuestro país, existe una cultura reaccionaria dominante
—la cultura imperialista en alianza con la cultura oscurantista y supersticiosa del atraso
feudal— que se basa en las viejas economía y, política del país, esto es, la dominación
imperialista yanqui y los rezagos feudales que como consecuencia se mantienen en el
país, también es cierto que en lucha frontal con esa cultura, con base en unas nuevas
economía y política, se levanta una nueva cultura.

Con el surgimiento del capitalismo en el país, se empieza a romper la economía feudal.


"Simultáneamente con la nueva economía capitalista, han surgido y crecido nuevas
fuerzas políticas: las de la burguesía, la pequeña burguesía y el proletariado. Y la nueva
cultura es el reflejo en el plano ideológico, de estas nuevas fuerzas económicas y
políticas, y está a su servicio. Sin la economía capitalista, sin la burguesía, la pequeña
burguesía y el proletariado y sin las fuerzas políticas que representan a estas clases, no
habría podido surgir ni la nueva ideología, ni la nueva cultura"15. Sin embargo, la nueva
cultura, por la etapa histórica que vivimos, sin la dirección del proletariado —organizado
políticamente y con la ideología comunista al mando—, no puede asestarle golpes e
infringirle derrotas serias a la cultura reaccionaria. La dirección de la ideología comunista
en el frente de la nueva cultura, es lo que convierte a esta cultura, de cultura burguesa de
viejo tipo en cultura democrática de nuevo tipo, y a la revolución cultural, de revolución
cultural de viejo tipo dirigida por la burguesía en revolución cultural de nueva
democracia dirigida por el proletariado. Esta nueva fuerza cultural es "tan importante y
poderosa que resulta invencible allí donde llega"16.

Esta lucha, entre la vieja y reaccionaria cultura feudal, de una parte, y la cultura de nueva
democracia de las clases revolucionarias dirigidas por el proletariado, de otra, no puede
ser ocultada con ningún artificio "teórico" por los modernos servidores de la reacción, los
oportunistas disfrazados de marxistas. Y esa lucha se presenta también, y de manera
aguda, en el campo de la educación, en donde las fuerzas antagónicas se disputan la
hegemonía, la fuerza nueva, democrática y antiimperialista, (incluyendo estudiantes,
profesores y directivas demócratas), contra las fuerzas de la agresión cultural imperialista
y la oligarquía. La nueva fuerza, avanza incontenible y asesta duros golpes al enemigo.

Además, de que la nueva cultura tenga explicación material en el hecho del surgimiento
de una nueva economía y de nuevas fuerzas sociales y políticas, la cultura y la
superestructura en general, ejercen también su influencia sobre la base económica. Puede

14
Mao Tse Tung. Idem., p. 354.
15
Mao Tse Tung. Idem., p. 385.
16
Mao Tse Tung. Idem., p. 387.
desempeñar el papel principal en determinadas circunstancias. "Algunos estiman que esta
tesis no es aplicable a ciertas contradicciones. Creen, por ejemplo, que los aspectos no
cambian sus respectivas posiciones en la contradicción entre las fuerzas productivas (que
constituyen el aspecto principal) y las relaciones de producción; o en la contradicción
entre la práctica (que constituye el aspecto principal) y la teoría; o en la contradicción
entre la base económica (que constituye el aspecto principal) y su superestructura. Este
punto de vista no corresponde al materialismo dialéctico, sino al materialismo
mecanicista. Es verdad que las fuerzas productivas, la práctica y la base económica
desempeñan por lo general el papel principal y decisivo. Quien niegue esto no es un
materialista. Pero hay que admitir también que en ciertas condiciones, aspectos tales
como la relación de producción, la teoría y la superestructura constituyen, a su vez, el
factor principal y decisivo.

Cuando las superestructuras, tales como la política, la cultura, etc., impiden el desarrollo
de la base económica, las reformas políticas y culturales pasan a ser los factores
principales y decisivos. Al manifestar esto, estamos acaso contradiciendo al
materialismo? No. La razón es que, mientras reconocemos que en el desarrollo de la
historia en su conjunto son las cosas materiales las que determinan las cosas espirituales y
la existencia social, la que determina la conciencia social, al mismo tiempo reconocemos,
y tenemos que hacerlo, la reacción de las cosas espirituales, la reacción de la conciencia
social en la existencia social y la reacción de la superestructura sobre la base económica.
Lejos de contradecir al materialismo, esto significa evitar el materialismo mecanicista y
sostener firmemente el materialismo dialéctico"16A. La afirmación de la validez del
aspecto principal a nivel histórico general no niega sino que presupone el cumplimiento
del papel decisivo que en circunstancias con-cretas puede tener el otro aspecto.

Y más que las especulaciones vacuas, han sido los hechos mismos, la práctica
revolucionaria de miles de seres, la que ha puesto de manifiesto esta gran verdad. La
demostración de la misma tesis del marxismo-leninismo, pensamiento Mao Tse-Tung:
"Para derrocar el Poder político, es siempre necesario ante todo crear la opinión pública y
trabajar en el terreno ideológico"17. Como también lo ha dicho el camarada Mao: "La
cultura revolucionaria es una poderosa arma revolucionaria para las grandes masas del
pueblo. Antes de que se produzca la revolución, prepara ideológicamente el terreno, y
durante ella, constituye una parte necesaria e importante del frente general de la
revolución"17A. Es necesario ganarse la mente, la conciencia de las amplias masas
populares para poder derrotar al enemigo; y a la vez este cambio de concepciones no se da
sino en la lucha misma contra los explotadores. Esa es la dialéctica de la revolución. Sin
la lucha revolucionaria de las masas, éstas no pueden transformar sus concepciones; pero,
a la vez, sin cambiar sus concepciones las masas no pueden desarrollar su lucha
revolucionaria. En este sentido. las elucubraciones baratas de los oportunistas de que "no
se puede cambiar la cultura, la superestructura, sin la toma del Poder político
previamente" quedan hechas añicos. No son más que elogios a la "omnipotencia" de la
dominación cultural del ene-migo y llamamientos a la desmoralización de las masas, al
desarme del pueblo frente a la agresión de los explotadores.

16A
Mao Tse Tung. Cuatro tesis filosóficas "Sobre la contradicción". Pekín. 1966. p. 64.
17
Mao Tse Tung. Decisión del Comité Central del Partido Comunista de China sobre la Gran Revolución
Cultural Proletaria, Pekín 1967. p. 1.
17A
Mao Tse Tung. Sobre la nueva democracia. p. 397.
Lo realmente decisivo son las masas y su lucha; y esto tiene total validez en el problema
de la cultura. En la contradicción entre la cultura dominante reaccionaria, y la nueva
cultura revolucionaria del pueblo, el papel fundamental y decisivo, lo desempeña el
segundo aspecto que es el principal en la contradicción. La cultura reaccionaria pierde
fuerza con cada día que pasa y está en bancarrota; la nueva cultura revolucionaria
—nacional, científica y de masas— se alza imponente, avanza y asesta duros golpes al
enemigo. La primera muere, la segunda nace. Destacar el aspecto principal en la
contradicción, mirar el lado positivo de la cuestión, esa es la posición consecuente y
revolucionaria. Alabar al enemigo, mostrar la "monumentalidad" de su dominación, y al
mismo tiempo denigrar de las masas y su potencial revolucionario: esa es la posición, y
ese es el papel de los falsos revolucionarios, de los agentes gratuitos de los explotadores.

Asimismo los oportunistas denigran de las masas y las presentan como dóciles
instrumentos del enemigo de clase, como simples "servidores" de su dominación. En este
aspecto, pretenden también "integrar dos en uno. Para ellos, las directivas universitarias,
los profesores y los estudiantes son meramente "agentes de la dominación ideológica de
la burguesía" sin contradicciones con los explotadores. Haciendo extensiva esta "teoría",
los oportunistas para ser consecuentes deberían afirmar que el proletariado también es un
"agente del capital", pues le produce plusvalía a los capitalistas, y por ello es un
"servidor" de la burguesía. Igual deberían afirmar de los campesinos respecto a los
terratenientes.

Es ni más ni menos que la defensa ardiente de la explotación, la negación de las


contradicciones entre explotados y explotadores. Pero las cosas no son como las pintan
los oportunistas. Existen contradicciones objetivas, antagónicas, entre el pueblo y las
clases dominantes, nacidas precisamente de la dominación que éstas ejercen. Y esas
contradicciones las oponen, y conducen a las masas explotadas a la lucha contra sus
enemigos: y precisamente ese es el aspecto que los revolucionarios deben destacar, pues
es el aspecto principal de la contradicción.

No menos cierto que para la clase obrera y los campesinos, es lo afirmado para vastos
sectores de la intelectualidad como los estudiantes y los profesores. De resto, ¿dónde está
la explicación de su valiente y denodada lucha, y del avance de su conciencia
revolucionaria? Ya lo decía el camarada Mao, para el caso de China: "Para servir las
necesidades de su agresión, el imperialismo preparó en China a varios millones de
grandes y pequeños intelectuales de nuevo tipo, diferentes de los literati de viejo tipo y de
los letrados burócratas. Pero el imperialismo y sus lacayos, los gobiernos reaccionarios de
China, pudieron controlar sólo una parte de estos intelectuales y, finalmente, sólo un
puñado...; todos los demás escaparon de su control y se volvieron contra ellos.
Estudiantes, profesores, catedráticos, técnicos, ingenieros, médicos, hombres de ciencia,
escritores, artistas y empleados públicos, todos se han rebelado o no quieren seguir más al
Kuomintang" 18 . Igual cosa ocurre en nuestro país a pesar del imperialismo, la gran
burguesía, los terratenientes y todos sus agentes disfrazados de revolucionarios.

"Cultura nacional, científica y de masas: tal es la cultura antiimperialista y antifeudal de


las amplias masas populares, la cultura de nueva democracia..."19.

18
Mao Tse Tung. Sobre el Libro Blanco de los EE. UU. (1949). Pekín, 1968. p. 4.
19
Mao Tse Tung. Sobre la nueva democracia. p. 398.
III. La Revolución Cultural de nueva Democracia y el Movimiento Estudiantil actual.

Al proceso histórico de la revolución nacional democrática en nuestro país, corresponde


también una serie de transformaciones revolucionarias en el terreno de la cultura,
transformaciones que abarcan diversos períodos históricos de nuestra historia nacional y
que se enmarcan hasta el siglo pasado en la era de revolución burguesa mundial, y desde
las primeras décadas de este siglo, en la época de la revolución socialista mundial.

En la segunda mitad del siglo XVIII se produce en nuestro país un importante


movimiento cultural revolucionario cuyo contenido estaba constituido por las ideas
avanzadas de la burguesía mundial, por la concepción revolucionaria
democrática-burguesa en lucha mortal contra el viejo orden feudal, contradicción
fundamental a escala mundial en esta época histórica. Este importante movimiento
cultural revolucionario ocurrido en el nuevo reino de Granada a finales del siglo XVIII y
comienzos del XIX, tomaba por tanto, parte de la revolución burguesa mundial y
contribuía decisivamente a desarrollar en un sentido revolucionario, la contradicción
principal de nuestra sociedad en esa época, la contradicción entre las fuerzas
democráticas nacionales y la opresión colonial ejercida sobre ellas por la reaccionaria
monarquía española, baluarte de la reacción feudal europea. Esta ofensiva revolucionaria
de la cultura democráticoburguesa atacó todas las posiciones de la cultura colonial: la
ciencia natural, las artes, les concepciones económicas y políticas de la sociedad, la
ciencia militar, etc. La base social de este movimiento cultural revolucionario lo
constituían las fuerzas y clases sociales internas de nuestra sociedad colonial, a quienes
objetivamente interesaba la revolución democrática y su tarea inmediata, la
independencia nacional: los comerciantes criollos, que fueron la fuerza dirigente, los
pequeños productores, los artesanos y las masas aborígenes reducidas a la servidumbre,
así como los esclavos negros. Influyeron en esta lucha revolucionaria en el terreno de la
cultura las corrientes democráticas de la sociedad española, especialmente las derivadas
de las importantes luchas de las fuerzas burguesas de España contra el orden feudal y el
absolutismo. Así lo demuestran las ideas democráticas de cuño castellano, esgrimidas
como arma ideológica por el movimiento popular de la insurrección comunera, a finales
del siglo XVIII. Pero fueron las ideas democráticas del siglo de las luces, el materialismo
enciclopedista Francés y el empirismo inglés, el arsenal ideológico con que se armaron
los sectores más avanzados que dirigieron la revolución de independencia nacional.
Manifestaciones principales de esta subversión del orden colonial feudal fueron la
aplicación completa del moderno método experimental de las ciencias naturales en la
Expedición Botánica y la creación del primer observatorio astronómico del país, que
constituyeron el inicio del desarrollo de la ciencia nacional; en la política la utilización de
la idea roussoniana de la soberanía popular (Nariño y otros próceres) y la limitación
constitucional del poder del rey (Camilo Torres) la creación de los círculos políticos y
literarios santafereños de carácter democrático; en economía el rechazo del
entrabamiento colonial español al comercio, la agricultura y la industria artesanal espe-
cialmente en el ensayo de Nariño sobre el particular, a fines del siglo a que nos referimos.
En la educación las importantes reformas que tendían a sustituir el sistema educacional
medieval del "trivium" y el "cuadrivium" de orientación escolástica, por la moderna
enseñanza basada en la observación de los hechos y la experimentación; en las artes, entre
otras manifestaciones importantes está la fundación del primer teatro en Santa Fe y el
estreno de obras de Calderón de la Barca, la nueva temática de la pintura que comenzó a
reproducir la naturaleza, la geografía física y humana de nuestro país, contrariamente a la
orientación religiosa y monárquica-colonial que había tenido hasta entonces. Así, este
importante movimiento cultural preparó las condiciones ideológicas necesarias para la
derrota política y militar de la opresión colonial española sobre nuestro país, que culminó
en la revolución de independencia nacional.

Durante el siglo XIX las fuerzas democráticas nacionales siguieron esgrimiendo las ideas
de la cultura burguesa avanzada, como su arma ideológica de combate contra los grandes
terratenientes, el clero reaccionario y la burguesía compradora, representantes y base de
la dominación semicolonial (inglesa principalmente) sobre nuestro país en este período.
Aunque en último término en estas batallas patrióticas de las fuerzas nacionales
terminaron siempre en la frustración de las tareas democráticas fundamentales, sus luchas
hacían parte de la corriente mundial de la revolución burguesa y su ideología y su cultura
de la revolución cultural burguesa mundial.

En el siglo XX y en el marco de una nueva situación histórica mundial, la de la época del


imperialismo y de la revolución proletaria mundial, que ya señalamos en sus rasgos
esenciales anteriormente, nuestra nación sufre importantes transformaciones en su
economía y en su política y consecuentemente en su cultura. El avance del desarrollo del
capitalismo nacional, a pesar de la opresión imperialista extranjera, produce el
surgimiento como consecuencia del proceso interno de acumulación originaria del capital
nacional, de una industria nacional, plasmando definitivamente las clases sociales nuevas
en nuestro país y propias del régimen capitalista de producción: la burguesía nacional
industrial, el proletariado industrial y la pequeña burguesía. Este período que se inicia en
las primeras décadas y aprovechando la coyuntura favorable de la crisis económica del
capitalismo para el fortalecimiento de la industria nacional en Colombia es el comienzo
de la más importante lucha de clases, de los más violentos choques de las fuerzas
democráticas nacionales dirigidas ahora, sucesivamente por las nuevas clases sociales
surgidas en Colombia contra la dominación imperialista ejercida a través de sus aliados
nacionales.

El proletariado colombiano comienza a conformarse ya antes del fortalecimiento


señalado a la industria nacional en 1930 alrededor de los centros de la pequeña industria
que se conforma en diversas ciudades del país y como consecuencia de la dominación im-
perialista se constituye un proletariado del sector de los servicios públicos (construcción
de vías de comunicación y obras públicas) y de plantaciones imperialistas. De
importancia y significación histórica es la batalla de clase antiimperialista que los
trabajadores de la zona bananera de Santa Marta, libraron contra la opresión y
explotación ejercida por la compañía imperialista norteamericana United Fruit Company.
En esta batalla librada en defensa de los intereses de la nación colombiana contra el
imperialismo yanqui, el proletariado de las plantaciones bananeras saltó a la palestra de la
lucha antiimperialista con la decisión y firmeza de la clase más consecuentemente
revolucionaria de la sociedad colombiana.

Las nuevas clases sociales conformadas por el desarrollo del capitalismo nacional
constituyen la base social de la cultura de clase correspondiente a estas fuerzas sociales.
Se creó así, entonces, en nuestro país la base social, el proletariado, de la cultura
revolucionaria más avanzada de la era contemporánea: el socialismo. Con ello, en el
marco mundial de la fase imperialista del capitalismo y la época de la Revolución
Socialista Mundial, comienza en nuestro país el período de la revolución democrática de
nuevo tipo, la Revolución de Nueva Democracia. Las fases iniciales de este proceso han
estado bajo la dirección de la burguesía nacional y la pequeña burguesía sucesivamente y
a estas clases ha correspondido, en consecuencia, la dirección de la cultura democrática
antifeudal y antiimperialista.

Sólo en los últimos años el proletariado revolucionario comienza a imprimir su sello de


clase de vanguardia a la cultura revolucionaria antiimperialista. En este proceso, las
amplias masas campesinas que constituyen la fuerza social principal de la nación
colombiana, han jugado un papel altamente revolucionario, han combatido con tenacidad
desafiando con las armas en la mano el poder de los terratenientes y las fuerzas represivas
del Estado a su servicio. De 1925 a 1933 la expresión principal de esta lucha democrática
por la tierra es la recuperación de tierras improductivas de los terratenientes y la negativa
a pagar los elevados arriendos en los departamentos del Tolima y Cundinamarca
especialmente. Posteriormente, desde 1945 y de manera agudizada, desde 1948 hasta
1957, los grandes terratenientes utilizando la fuerza armada del Estado desatan una
sangría contrarrevolucionaria contra las masas campesinas contándose por centenares de
miles las víctimas del pueblo; con este período de reacción conocido como "la violencia"
que revistió caracteres de una guerra civil, el campesinado se da formas de organización
para resistir revolucionariamente la violencia reaccionaria terrateniente, originando
movimientos guerrilleros que persistieron aún después de terminado el período de la
violencia y constituyeron los núcleos de donde han partido los actuales movimientos
guerrilleros.

La lucha democrática de los campesinos por la tierra es la lucha por la realización de la


tarea democrática fundamental de la revolución colombiana, la revolución agraria y la
liquidación de los rezagos feudales en el campo; esta lucha hasta el momento actual no ha
recibido la dirección de la clase obrera revolucionaria, única clase capaz de llevar hasta el
fin la revolución agraria. El intento frustrado de la burguesía nacional, su inconsecuencia
y su capitulación posterior frente al imperialismo y sus lacayos nacionales hacia la tercera
y cuarta décadas de este siglo, hacen que la bandera de la lucha antiimperialista sea
tomada por sectores revolucionarios cuya base social es la pequeña burguesía,
influenciados por la corriente internacional preconizada por la revolución cubana. Sin
embargo el desarrollo de la lucha revolucionaria y el avance de la tendencia proletaria
hacia la segunda mitad de la década del 60, pone al descubierto la naturaleza de clase
pequeño-burguesa de estos movimientos revolucionarios y su imposibilidad para ser
consecuentes con la lucha antiimperialista y ponerse al frente de ella. El proletariado, que
desarrolla desde la gran huelga de las bananeras, importantes batallas contra el
imperialismo, comienza en los últimos años a emerger en el escenario de la lucha política
nacional como una fuerza independiente y consecuentemente revolucionaria. Extiende su
influencia sobre los sectores democráticos y antiimperialistas como el movimiento
estudiantil, y en el seno de éste libra una batalla contra las tendencias pequeño-burguesas,
de derecha e "izquierda", por la dirección de este importante movimiento nacional de
masas.

Este período de intensa lucha de clases en la etapa de la revolución de nueva democracia


ha ido acompañado de un proceso revolucionario en el terreno de la cultura, el proceso de
la revolución cultural de nueva democracia en Colombia, que toma parte de la revolución
proletaria mundial. Con los movimientos de masas desatados en las ciudades y la
agitación en el movimiento obrero, con el movimiento democrático general bajo la
dirección de la burguesía nacional durante la década del treinta, se operan cambios im-
portantes en la superestructura ideológica de la nación colombiana. Ya en la década
anterior, con el influjo mundial de la revolución socialista de octubre, comienza en
Colombia la difusión de las ideas socialistas que son conocidas en los círculos avanzados
de los intelectuales antiimperialistas; en 1924 se realiza el primer Congreso Obrero
importante del país en el que la división la impulsa una corriente influida por el
socialismo. Hacia 1936 surgen transformaciones importantes en el régimen jurídico y
constitucional colombiano: se incluye en la constitución nacional el famoso Título III,
que consagra los derechos democráticos fundamentales, derecho de huelga, de opinión,
de reunión, de organización; se expiden los códigos laboral y penal, y lo que es más
importante, la Ley 200 de este año se convierte en la formulación de una política agraria
de contenido democrático (Artículo 69), que la burguesía nacional es incapaz de aplicar
cabalmente y de llevar adelante como lo demostró más tarde la Ley 100 de 1945,
expresión de su capitulación frente al poder ultra-reaccionario de los grandes
terratenientes. Las décadas del 20 y del 30 son de particular agitación revolucionaria de
ideas democráticas en el movimiento estudiantil colombiano (los tres congresos
estudiantiles realizados entre 1922 y 1928, y la muerte del estudiante Gonzalo Bravo
Pérez ocurrida en este último año) que a la postre implicaron avances democráticos
aunque inconclusos en el seno de la vieja universidad confesional; las ideas de la
autonomía universitaria y de la libertad de cátedra e investigación científica fueron armas
ideológicas de la burguesía nacional contra la hegemonía clerical conservadora en la
educación universitaria.

Pero la burguesía nacional se muestra más tarde inconsecuente en esta tarea de la


democratización de la universidad y la cultura colombiana. La acción de la pequeña
burguesía revolucionaria se muestra posteriormente en la década del 57 al 67 impotente
para dirigir con eficiencia y resumir correctamente las experiencias de las luchas de las
masas estudiantiles de modo acertado, y consecuentemente para comprender
acertadamente el papel estratégico del movimiento estudiantil colombiano como
destacamento avanzado en la lucha por la cultura democrática y antiimperialista, por la
revolución cultural de nueva democracia. Este problema sólo puede ser resuelto
correctamente por la influencia política del proletariado en el seno del movimiento
estudiantil, influencia desarrollada en el proceso de construcción del partido político de la
clase obrera revolucionaria. Al mismo tiempo, sólo con el avance de la lucha de las masas
estudiantiles puede ser asimilado correctamente el problema de la lucha en el terreno de la
cultura, el problema de la revolución cultural de nueva democracia.

En la situación actual, la lucha de los estudiantes colombianos por el programa mínimo,


marca el momento en que la influencia de la cultura socialista del proletariado asume la
dirección de la nueva cultura antifeudal y antiimperialista del pueblo colombiano.

Este contenido fundamental de la cultura revolucionaria que combate al imperialismo y a


sus lacayos nacionales es el que define esta lucha como democrática y la orientación del
proletariado como la guía segura para los estudiantes colombianos. La revolución de
nueva democracia está en marcha y nuevas y más grandes batallas se aproximan en este
terreno para el movimiento estudiantil colombiano.

Medellín, junio de 1971

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