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LA RECUPERACIÓN DE ESPAÑA EN LA

ARQUITECTURA DE PUERTO RICO, 1900-1950.

Enrique Vivoni Farage

Cuando el polvoriento mundo de lo construido se asienta, la arquitectura revela la inmensidad de su


gesto como texto cultural.
Al estudiar la arquitectura de manera interdisciplinaria, ésta muestra, no solamente las preferencias
estéticas y estilísticas del arquitecto o del cliente, sino también las aspiraciones, luchas de poder y la
cultura material de una sociedad.
El ambiente construido se convierte en texto cuya lectura ilumina las inquietudes colectivas. En otras
palabras, Se puede decir que un edificio es arquitectura siempre y cuando sirva de una metáfora visual,
declarando en su propia forma algo (aunque nunca todo) del tamaño, permanencia, poder, protección y
estructura organizacional de la institución que representa (pero que no necesariamente cobija).26
Podemos establecer que la manera en que el "edificio-idea" adquiere su presencia física, es un lenguaje
que valida determinados imaginarios y dispositivos de poder. El estilo es la concreción de un magma
de significaciones culturales y políticas que requieren instaurarse.27
�Cómo se puede interpretar la arquitectura desarrollada en Puerto Rico durante la primera mitad del
siglo XX, período que estuvo marcado por una incisiva intervención colonial? En particular, �cómo
entender la recuperación de lo español en la arquitectura puertorriqueña en medio de contextos a
primeras luces adversos?
Esta ponencia tratará de atender estas interrogantes por medio de las siguientes hipótesis:
lo neoclásico en nuestra arquitectura intentó darle continuidad a un sistema de gobierno colonial,
los estilos pertenecientes al vocabulario del resurgimiento o revival español responden a estrategias
culturales y políticas que intentaron legitimar y mitigar la dominación colonial de Estados Unidos
sobre Puerto Rico;
el resurgimiento español fungió eventualmente como significador de puertorriqueñidad; y
el abandono del revival español se asocia con la introducción del estilo internacional y con
modificaciones en los paradigmas políticos y culturales de la posguerra.

La arquitectura como gestualidad del poder: lo neoclásico en nuestra arquitectura

La arquitectura del siglo XX en Puerto Rico sirve como un vehículo privilegiado para entender la
situación única que surge cuando una sociedad se convierte en espacio de conflictividad de dos culturas
fuertes y distintas: la hispánica y la norteamericana.
Por cuatro siglos, Puerto Rico estuvo sujeto a la dominación española cuyo interés primordial en la isla
fue de índole militar.
Como consecuencia de esta caracterización, la construcción de la ciudad murada ocupó la actividad
edilicia entre el dieciséis y el diecinueve. Los cánones arquitectónicos militares exigían al diseñador
seguir unas fórmulas rígidas para cumplir con la función y las estrategias castrenses de la época. Por tal
razón, estas obras podrían considerarse como enormes máquinas defensivas, con un propósito
primordial y con la mínima desviación estilística. Esta austeridad militar en Puerto Rico se transfiere,
en gran medida, a la arquitectura pública civil.
A partir del último tercio del siglo XVIII, toda arquitectura oficial en Puerto Rico debía ser diseñada o
aprobada dentro de los criterios de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid.
Conservadora por definición, la Academia auspiciaba el uso del neoclásico sobrio. Ejemplos de esta
arquitectura son la Real Intendencia de 1852 y el Palacio de Santa Catalina, La Fortaleza según
alterado en 1845. María de los Ángeles Castro sugiere que esta simplicidad racional del neoclásico,
donde cada elemento es una parte integral y proporcionada del todo, también reflejaba la situación
política y social impuesta por los bandos policíacos durante el régimen militar español.28
Como resultado de la Guerra Hispanoamericana en 1898, Estados Unidos de América tomó posesión
de la Isla de Puerto Rico. Durante los primeros años de ocupación norteamericana, la construcción de
edificaciones públicas aumentó vertiginosamente. Para cumplir con las exigencias del enorme número
de diseños requeridos para reconstruir la nueva colonia dentro de parámetros norteamericanos se
utilizaron firmas de arquitectos en Estados Unidos y el gobierno contrató arquitectos provenientes de
varios estados para ayudar a los profesionales locales. Con estos arquitectos, una arquitectura nueva se
introdujo a la Isla en la forma de resurgimientos o "revivals". Entre éstos, la tradición neoclásica
norteamericana, como se evidencia en la Escuela Superior de Fajardo y la Escuela Rafael Labra en
Santurce. La arquitectura oficial utilizada por el nuevo poder colonizador era, una vez más, el
neoclásico con sus imperativos de institucionalización y orden.
Las connotaciones negativas que el estilo tenía para el puertorriqueño se evidenció en una controversia
que se suscitó por el diseño del Capitolio en 1907. Para el diseño de este importante edificio se
convocó a un concurso de diseño a nivel internacional. Para seleccionar los tres primeros premios entre
135 concursantes, se nombró un jurado compuesto por tres arquitectos norteamericanos. La
recomendación del jurado fue rechazada por la Comisión del Capitolio integrada por políticos locales
que argumentaban que el diseño ganador debería ser uno en el estilo del renacimiento francés,
específicamente el diseñado por el puertorriqueño Rafael del Valle Zeno.
Este estilo para los políticos puertorriqueños de la época, y según publicado en La Correspondencia,
representaba la modernidad utilizando con respeto los más bellos elementos de los órdenes clásicos y
conservando estos en toda su pureza de proporciones, a manera de sagradas reliquias de épocas del
antiguo arte, rompe, sin embargo, el cofre adusto en que eran encerradas, y los distribuye en un
ambiente más libre, donde la fantasía encuentra mayor campo, donde los gustos y necesidades del
presente y aun los sueños del futuro tienen su reflejo en un conjunto armónico...Y en verdad, para un
pueblo que, como Puerto Rico, nace a la vida de la libertad y el progreso, semejante estilo responde
mejor que ningún otro a su situación y carácter.29
Sin embargo, el jurado insistió en la selección de un Capitolio que imitáse el modelo de Washington y
finalmente se llegó a un compromiso y se le adjudicó el primer premio al arquitecto de Nueva York
Frank Perkins por su diseño neoclásico. A pesar de que el primer premio consistía de una suma
considerable de dinero, $5,000.00, a los políticos puertorriqueños nunca les gustó el diseño y éste,
nunca se construyó.
Eximida de toda connotación ilustrada, la arquitectura neoclásica fue utilizada por ambos poderes
coloniales como instrumento de propaganda y domesticación. De la misma manera que el estilo le
sirvió a España para significar el orden policial opresivo, durante las primeras décadas del siglo XX, el
neoclásico significó la intención directa del gobierno de Estados Unidos de darle continuidad al sistema
colonial e insertar a Puerto Rico en el American way of life.
Coincide con el neoclásico el uso del revival español en la arquitectura oficial en Puerto Rico. A
principios del siglo, las diversas expresiones de este resurgimiento fueron de inspiración
norteamericana. Los arquitectos norteamericanos importaron a la Isla las expresiones arquitectónicas
de las Californias hispánicas, que se había popularizado debido a la fascinación con La Alhambra y con
lo clásico del arte del norte de España que dominaba la escena arquitectónica norteamericana de cierre
de siglo. Durante estas décadas, los puertorriqueños, en medio de un relevo colonial, no podían aún
asumir y restaurar un pasado dominado por la España del atraso, del componte y de los bandos de
policías y buen gobierno. Sin embargo, al pasar de las décadas, el resurgimiento de lo español en la
arquitectura se convirtió en un dispositivo cultural que iluminó la crítica zona de la identidad del
puertorriqueño.
El revival español en la arquitectura es entonces susceptible a dos lecturas. La primera establecería el
resurgimiento como un mecanismo de norteamericanización cónsono con el nuevo proyecto
panamericano de Estados Unidos y en el cual habría una apropiación del elemento hispánico por parte
de la propia cultura norteamericana. La segunda, lo interpretaría como una propuesta contestataria de
parte de los sectores preocupados activamente en la defensa de la raíz hispánica como eje de la
puertorriqueñidad. Por ser instrumento de la estructura de poder en Puerto Rico, la arquitectura oficial
parece estar más asociada con la primera lectura.
Una primera lectura: el revival español como vehículo de americanización de Puerto Rico.
El California Mission Style
La guerra Hispanoamericana convirtió a Puerto Rico en la frontera sureña más remota de Estados
Unidos. En 1900, un congresista norteamericano definió esta frontera de la manera siguiente: "Puerto
Rico pertenece a Estados Unidos pero no es Estados Unidos, ni parte de Estado Unidos."30 La Isla se
utilizó convenientemente como una tienda de canje, donde el expansionismo norteamericano tendría un
"mercado cautivo, una gran colonia que se gobernaría sola, ondeando nuestra bandera y en comercio
con nosotros."31
La condición de frontera trajo consigo la primera modalidad del resurgimiento español: el utilizado por
los españoles en las misiones de California, o como se le conoce, el estilo de las misiones. Fue el
preferido en el diseño de iglesias protestantes, institución nueva en un Puerto Rico tradicionalmente
católico, por las corporaciones norteamericanas que habían establecido operaciones en la Isla y las
escuelas. Por ejemplo, Antonín Nechodoma, arquitecto checo quien llegó a Puerto Rico procedente de
Chicago, usó este estilo en el diseño de la iglesia metodista en Ponce y en el proyecto para la YMCA,
una asociación de jóvenes protestantes, en Fajardo, ambos de 1907.32 También diseñó, para las
corporaciones azucareras norteamericanas, la residencia del administrador de la Central Fajardo y las
oficinas para una compañía de electricidad en Mayagüez, en 1914. Nechodoma se refirió a estos
diseños en el estilo de las misiones como el "estilo hispano-americano" que "ha evolucionado de las
más primitivas formas de los edificios originales, casi españoles, de esta sección..."33 Muchos otros
diseños en el estilo de la misión californiana fueron realizados por arquitectos con oficinas en Estados
Unidos. Un ejemplo de esto es la firma Clarke, Howe y Homer de Rhode Island la cual, en 1908,
diseñó 14 escuelas, entre estas, la Escuela José Julián Acosta en San Juan y la Modelo en Río Piedras.
La fascinación con este revival perduró en la arquitectura pública y privada en Puerto Rico hasta
comienzos de la década de los veinte. En 1922, Ramón Lavandero sentencia su desaparición cuando
publica en el Puerto Rico Ilustrado :
Logias de hermandades con tortas de merengue en la fachada y baratos atributos simbólicos; palacios
de millonarios que parecen templos tutancaménicos, y sobre todo búngalows, búngalows, búngalows!
�Easy mission style� estilo misión barato, se llama eso por Norte América. Y aun agregan que estamos
atravesando �the bungalow crazy era�: la era loca del chalet. Chalet confortable que es la aspiración de
todo doméstico burgués porque la casa solariega, el �home�, es algo más serio y trascendente. Si al
menos se construyera en madera habría la esperanza de un fuego purificador, pero en cemento...34
Simultáneamente en Estados Unidos el uso del estilo de las misiones también decayó. Aquella romance
con la arquitectura simple de las misiones caía víctima de los impulsos de la nueva Academia que se
entronaba en las escuelas de arquitectura norteamericana.35 El sencillo e idílico estilo fue sustituido
por una estética más elaborada y ornamentada arraigada en los tradicionales cánones arquitectónicos
europeos y expresado por medio del estilo del renacimiento español.36

El Renacimiento español

En la tercera década del siglo XX otra forma del revival, el estilo del renacimiento español, se
popularizó en la arquitectura oficial de Puerto Rico. Este no fue un fenómeno aislado. La
profesionalización de la carrera en Estados Unidos, por medio de los postulados academistas apuntaba
hacia una sustitución de una arquitectura inspirada en las regiones fronterizas a una fundamentada en
formas probadas desde los albores del renacimiento europeo. Los futuros arquitectos puertorriqueños
se formaron en esta nueva academia norteamericana y su incursión en la práctica puertorriqueña alteró
por siempre la calidad y cantidad del quehacer arquitectónico en la Isla.
No obstante estas razones de índole profesional y académica, los eventos políticos, tanto en la
metrópoli como en la Isla, apuntaron hacia una arquitectura de mayor presencia y ornamentación
inspirada en la España dorada, la intelectual.
En 1921, el Presidente de Estados Unidos, Warren Harding, nombró a E. Montgomery Reilly
gobernador de Puerto Rico. Este gobernador nunca estuvo cómodo en el trópico e insistió en
norteamericanizar la Isla para lo cual sustituyó a la mayoría de los puertorriqueños en el gobierno por
sus compueblanos de Kansas. Montgomery Reilly, a quien los puertorriqueños caricaturizaron con el
nombre de "Moncho Reyes" auspició diseños en el estilo del renacimiento español para varios edificios
oficiales. �Cómo se puede explicar que una persona, por un lado, rechace lo puertorriqueño y por el
otro adopte una arquitectura inspirada en lo hispánico?
Una posible contestación a esta interrogante puede buscarse en el desarrollo de la política exterior de
Estados Unidos respecto a América Latina.
El resurgimiento del vocabulario arquitectónico del renacimiento español se popularizó en los Estados
Unidos a raíz de la Guerra Hispanoamericana. Aunque se había utilizado en California y Florida desde
fines del siglo XIX,37 se le confiere a este "estilo" pertinencia nacional en la Pan-American Exposition
(PAX) celebrada en Búfalo, Nueva York en 1901. El uso de este vocabulario arquitectónico en los
edificios de esta feria internacional intentaba evidenciar que los Estados Unidos tenía intenciones
amistosas hacia México, Centro y Sur América.
Fue tan exitoso el uso propagandístico de la arquitectura inspirada en el renacimiento español que los
edificios de la feria llevaron a un periodista del rotativo The Nation a exclamar: "Hoy, nuestro
arrepentimiento [de la negligencia comercial con América Latina] asume la forma de la belleza
arquitectónica en Búfalo."38
En dos ferias subsiguientes, la Panama-Pacific International Exposition (1915) en San Francisco y la
Panama-California Exposition (1915-1916) en San Diego organizadas para celebrar la apertura del
Canal de Panamá, se consolidó el uso y la popularidad del estilo renacentista español en la arquitectura
norteamericana. Sin embargo, la crónica de la época semantizó el uso del estilo arquitectónico de una
manera distinta a la de 1901. Ya no reclamó la necesidad de una política de amistad, más bien las ferias
celebraron la conquista darwinista de la raza norteña sobre la sureña.
...aquí en San Diego... el débil fue absorbido por el fuerte; pero al pasar el débil, dejaron el legado de
su arte y cultura, que el sobreviviente tomó gustosamente para embellecer y decorar el propio. Nos
dejaron su tradición, su romance...Hemos recibido esta tradición gustosamente; hemos hecho de este
romance el trasfondo de nuestra propia historia...39
De ahí, que al igual que en la era clásica europea, el conquistador es conquistado por la estética del
derrotado y una especie de tradición hispánica fue asimilada a la concepción arquitectónica
norteamericana de la época. Diseñar en un vocabulario reminiscente de España validaba las raíces
europeas de la arquitectura estadounidense y por ende, aseveraba la superioridad de la cultura
anglosajona, por su heterogeneidad, en América. Por lo tanto, a diferencia de los primeros intentos de
adoctrinación directa y agresiva que ocurrieron durante la primera y segunda década del siglo XX, ya
no era necesario eliminar lo español de la cultura puertorriqueña para aceptar el American way of life.
Lo importante era consolidar en Puerto Rico el nuevo sistema norteamericano en cuya historia se había
descubierto un trasfondo hispánico.
Un segundo diseño para el Capitolio Insular refleja esta conversión en Puerto Rico. En 1920, Adrián
Finlayson, arquitecto del estado, produjo un nuevo diseño en el estilo del renacimiento español. En un
artículo publicado al año siguiente en la revista Architectural Record, Sylvester Baxter, crítico
norteamericano de arquitectura, comentó:
El diseño admirable del Sr. Finlayson, digno y bello, habla por sí mismo...es un cambio oportuno de la
cúpula convencional de los capitolios en Estados Unidos. Ademas, en países de tradiciones hispánicas,
la cúpula generalmente se asocia más con la arquitectura eclesiástica que con la arquitectura seglar.40
Posterior al diseño del Capitolio, surgieron otros edificios públicos importantes en el mismo estilo,
entre estos: la Escuela Central Superior en Santurce (1921) y la Escuela de Medicina Tropical en
Puerta de Tierra (1924). También el Hospital Psiquiátrico en Río Piedras (1924) y el Edificio Janer en
la Universidad de Puerto Rico (1925). Finalmente, se utilizó este estilo en el edificio de Aduanas del
gobierno federal en San Juan diseñado por el arquitecto Albert Nichols en 1929.
El proceso de norteamericanización que cooptaba el elemento hispánico fue apropiado por el
puertorriqueño educado en las escuelas de arquitectura norteamericanas. Es durante esta década que los
primeros egresados de estas escuelas comenzaron sus prácticas en Puerto Rico. Entre ellos, Pedro de
Castro quien se graduó de la Universidad de Syracuse en el estado de Nueva York en 1918.
De Castro tenía un gusto particular por el resurgimiento español y lo utilizó en la mayor parte de su
obra pública y privada. Recién graduado, fue empleado por la oficina de Edificios Públicos del
gobierno y junto a Finlayson y Francisco Roldán diseñó el proyecto para el segundo Capitolio. Al dejar
su empleo con el gobierno, De Castro estableció su propia oficina en 1921 y por medio de su vasta
producción arquitectónica popularizó la arquitectura del revival español.
Sus clientes fueron los ricos azucareros, como Juan Eugenio Serrallés y Jacobo Cabassa, ambos de
Ponce para quienes le diseñó sendos palacios. Sus clientes también fueron de la emergente clase
profesional en Puerto Rico, tal como el historiador oficial de la Isla, Don Adolfo de Hostos y la
propuesta para la sede del Colegio de Abogados. De Castro fue instrumental en la densificación de los
sectores de Santurce y San Juan. Fue responsable del diseño de los primeros edificios altos de
apartamentos en estos sectores, todos en un estilo del revival español.
Una de las últimas obras de De Castro fue la Casa de España en Puerto Rico. Al inaugurarse, la prensa
local la clasificó como "gala y ornato de la ciudad de San Juan"41 De Castro había generado un
delicado diseño para un edificio con patio central, farolas, múltiples torres, azulejos en abundancia y
tejas policromadas. El diseño es muy parecido a un cortijo sevillano, a instancias del presidente de la
Casa de España, Miguel Such.42 Ubicada al lado occidental del Capitolio, la Casa de España completó
el marco hispanófilo de la casa de las leyes que al otro lado tenía la Escuela de Medicina Tropical. Este
monumento a la hispanofilia hizo exclamar a la Hija del Caribe:
Hoy añoramos a España, �cómo olvidarla...? Lo que hay de puro en nuestra sangre, de nobleza en
nuestro corazón, de cultura en nuestro entendimiento es de ella. Las nobles obras, grandes y heroicas,
el culto a las artes, el perdonar agravios, el hacer memoria de sus héroes, de sus artistas, de sus
mártires... No, no podemos, sintiendo sinceramente los latidos del corazón, negarla.43
Como ejemplo de la segunda lectura sobre el resurgimiento de lo español en Puerto Rico, que lo
interpreta como eje de la puertorriqueñidad, está la obra de Francisco Roldán. En 1923, su ejecutoria
profesional fue considerada como "cuidadosa, sabia y ascendente."
Sus diseños, la mayoría para instituciones asociadas con círculos españoles tradicionales o elementos
puertorriqueños hispanizantes, muestran una preferencia por el estilo mudéjar. Ejemplo de su obra en
Puerto Rico son el Ateneo de 1923, sede de ideólogos independentistas y el edificio para el periódico
El Mundo en el Viejo San Juan también de 1923. También diseñó el pabellón de Maternidad del
Hospital Auxilio Mutuo construido en 1925, uno de los pocos bastiones españoles en Puerto Rico y, la
Penitenciaría Estatal de 1926, última de sus obras en Puerto Rico.
Para fines de la década de los treinta, sectores de la clase media adoptaron también el estilo del revival
español para sus casas y apartamentos. En 1937 se desarrollan urbanizaciones como Ocean Park y
se reconstruyen sectores como la calle Loiza en Santurce. La mayor parte de estos diseños
representaban un símbolo de movilidad social para la clase media dislumbrada por las grandes
mansiones construidas por la clase alta. De acuerdo a George Holliday en artículo publicado en
la revista de la Cámara de Comercio de Puerto Rico en 1938, el crecimiento del suburbio tenía un
aura hispanizante que escondía lo barato de la construcción y las habitaciones mal iluminadas y
ventiladas que no se adaptaban al trópico.44
Pero es quizás la Universidad de Puerto Rico la máxima expresión del revival del renacimiento español
en la Isla. Diseñado durante el período de 1935 a 1939, este conjunto monumental, construido en el
apogeo de la Depresión, sintetiza la compleja situación puertorriqueña: mientras los intelectuales
albergados en las aulas de la Universidad de Puerto Rico buscaban las raíces hispánicas de nuestra
identidad, los cursos en las escuelas públicas y en la misma universidad se dictaban en inglés.

La modernización y el rechazo del revival español

La amenaza de una Segunda Guerra Mundial y la modernización del estado en Puerto Rico produjo la
muerte del revival español en la arquitectura puertorriqueña. Rexford G. Tugwell, el último de los
gobernadores norteamericanos en Puerto Rico y un nuevo proyecto populista llevaron la economía de
la isla hacia la industrialización.
Esta transformación en el modelo económico y político bajo el rubro de la modernización contribuyó al
rechazo de cualquier arquitectura inspirada en estilos históricos. Se estableció el Comité de Diseño de
Obras Públicas que se colocó bajo la tutela de arquitectos alemanes, entre ellos, Richard Neutra y
Henry Klumb.
La producción arquitectónica de este Comité revolucionó la arquitectura pública y aseguró la inclusión
del movimiento moderno en la práctica de la arquitectura en Puerto Rico.
Los nuevos planes de modernización para Puerto Rico asignaron un rol principal al turismo. Para hacer
de esta industria una exitosa se inició un programa para atraer compañías hoteleras.
En 1945, luego de asegurar la participación de Conrad Hilton como administador del hotel, Teodoro
Moscoso, director de Fomento Industrial, convocó a un concurso de diseño para construir el primero de
los nuevos hoteles. El gobierno invitó a cinco firmas de arquitectos a que sometiesen propuestas de
diseño. Tres de estas firmas eran locales y dos de la Florida. Los diseños sometidos por las firmas
norteamericanas de Frederick Seelman de Palm Beach, y Robert Swartburg de Miami, evocaron lo que
se había convertido en lo idílico y romántico de Puerto Rico con un diseño en el estilo del renacimiento
español. Por otro lado, las tres firmas radicadas en Puerto Rico sometieron diseños en el estilo del
movimiento moderno. El diseño ganador fue el de la firma de Toro, Ferrer y Torregrosa. Esta produjo
un edificio, para la época controversial, fundamentado en los principios más radicales de la arquitectura
europea. El diseño cumplió con lo que Teodoro Moscoso tenía en mente: un hotel que enfatizaría los
apectos del �good old USA� de la situación puertorriqueña-lo moderno y lo eficiente-más que lo
curioso y lo pintoresco."45
De 1948 en adelante, luego de que se le permitiera a los puertorriqueños elegir su propio gobernador, el
papel de la isla como �puente entre dos Américas� se transformó en el �de la vitrina de las
Américas�, prueba fehaciente de los efectos positivos que una potencia mundial tenía sobre un país
subdesarrollado. Como resultado de esta nueva política pública, la arquitectura en Puerto Rico siguió
los principios del estilo internacional y rechazó de forma explícita el rol de la historia en el proceso de
diseño arquitectónico. Henry Klumb expresó este sentir magistralmente:
No existe verdadera arquitectura de los trópicos en Puerto Rico. Todo es de un estilo español bastardo.
De todos modos, España nunca fue la herencia de más del 10% de los puertorriqueños. Los españoles
encerraban todo detras de muros guesos y rejas. Sus mujeres no eran para admirarse, todo estaba
protegido. Entonces a eso se le imponen unas tradiciones anglosajonas y el resultado es la más
miserable arquitectura imaginable.46
No hay duda que para el 1949, cuando el Caribe Hilton inauguró sus suntuosas facilidades, el
movimiento moderno se encontaba inserto en la práctica de la arquitectura. El gobierno se sentía
cómodo con el anónimo estilo internacional, donde identidades y diferencias regionales se podían
ignorar. De aquí en adelante las instituciones abandonaron por completo los estilos del resurgimiento
español.
El énfasis que el gobierno le dió al movimiento moderno afectó abruptamente la práctica de la
arquitectura en Puerto Rico. Las oficinas que existían antes y las que se establecieron posterior a la
segunda guerra mundial, todas, sin excepción, abrazaron los principios del movimiento moderno.
Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que esto causó la muerte del revival español en los
quadrantes del poder y la academia, �pero desapareció la necesidad del puertorriqueño en asociarse
con formas hispanófilas? No. La ruta subterránea del revival emerge de forma contínua y consecuente
en la vida cotidiana del puertorriqueño y en la expresión pública de esta: la fachada de su casa de
urbanización. La regla para medir este fenómeno no está en las manos del arquitecto, sino en las del
albañil y maestro de obras, autores de las infinitas variaciones de tres elementos consubstanciales en la
conjura de lo español en el Puerto Rico de la posguerra: la columna salomónica, los arcos y las tejas.

26 Norris Kelly Smith, Frank Lloyd Wright: a Study in Architectural Content. Nueva Jersey: Prentice-Hall, Inc., 1966, 10.
27 Cornelius Castoriades. Crossroads in the Laberynth. Cambridge, Mass.:The MIT Press, 1984.
28 María de los Ángeles Castro. "San Juan tras la fachada", Op. Cit. no.1, 1985, 36.
29 "Concurso para el Capitolio de Puerto Rico", La Democracia 27 de abril de 1908, 2.
30 Congressional Record, 56th Congress, 1st Session, March 8, 1900, 2642; citado en Ronald Fernández, The Disenchanted Island,, Puerto
Rico and the United States in the twentieth century. New York: Praeger, 1992, 2
31 Daniel Boorstin and Brooks M. Kelly, A History of the United States. Lexington, Mass.: Ginn and Co., 1986, 408.
32 Para una discusión a fondo sobre la obra de Antonín Nechodoma ver Enrique Vivoni Farage, ed.. Antonín Nechodoma: umbral para
una nueva arquitectura caribeña, Río Piedras: AACUPR, 1989. También Thomas Marvel, Antonin Nechodoma, Architect, 1877-1928,
Florida: University Press of Florida, 1994.
33 Antonin Nechodoma, "Architecture and Architects in Porto Rico", El Libro Azul de Porto Rico. San Juan: The Blue Book Publishing
Co., 1923, 793.
34 Ramón Lavandero, "Causerie arquitectónica". Puerto Rico Ilustrado, 8 de diciembre de 1923, páginas 24-26.
35 Joan Draper. "The Ecole des Beaux-Arts and the Architectural Profession in the United States: the Case of John Galen Howard". En
Spiro Kostof, ed. The Architect. Chapters in the History of the Profession, New York: Oxford University Press, 1977, 209.
36 Alan Gowans. The Comfortable House. North American Suburban Architecture 1890-1930. Cambridge, Mass.: The MIT Press, 1986,
114.
37 Para una discusión de este "estilo" en California y Florida ver David Gebhard. "The Spanish Colonial Revival in Southern California
(1895-1930)", Journal of the Society of Architectural Historians, (mayo 1967), 131-147; y Rafael A. Crespo. "Florida�s First Spanish
Renaissance" (Tesis doctoral, Harvard University, 1987).
38 Robert Rydell. All the World�s a Fair, 128.
39 Ibid., 209.
40 Sylvester Baxter, "Porto Rico�s New Capitol," Architectural Record, 179.
41 "La bendición e inauguración de la Casa de España", Puerto Rico Ilustrado, 23 de febrero de 1935, 37.
42 Al mismo tiempo que Such le pedía a De Castro que le produjese un diseño netamente español para la Casa de España, le solicitó a
Pedro Méndez unos diseños netamente norteamericanos para las casas de Suchville.
43 La Hija del Caribe. "La Casa de España y Puerto Rico", Puerto Rico Ilustrado, 23 de febrero de 1935, 6.
44 George L. Holliday. "Resurgimiento de las modernas construcciones en Puerto Rico." Revista Económica (junio 1938), 7-35.
45 David F. Ross. The Long Uphill Path (AHistorical Study of Puerto Rico�s Progress of Economic Development). San Juan: Talleres
Gráficos Interamericanos, 1966, 103-104.
46 Henry Klumb citado en "Designs for the Tropics", Interiors, mayo 1962, 116.
47 Recogido en PEREZ MERINERO, David y Carlos, "Cine y control", Castellote Editor, Madrid, 1975, pág. 25.
48 PEREZ MERINERO, David y Carlos, op. cit., pág. 29.
49 SANZ de SOTO, Emilio, "1940-1950", en VARIOS, "Cine Español, 1896-1983", Ministerio de Cultura, Dirección General de
Cinematografía, Madrid, 1984, pág. 103.
50 BIESCAS, José Antonio y TUÑON de LARA, Manuel, "España bajo la dictadura franquista", Editorial Lábor, S.A., Madrid, 1980,
pág. 26.
51 GALLO, Max, "Historia de la España franquista", Ruedo Ibérico, París, 1971, pág. 64.
52 TAMAMES, Ramón, "La República. La Era de Franco", Alianza Editorial, Madrid, 1973, pág. 578.
53 RIDRUEJO, Dionisio, "La vida intelectual española en el primer decenio de la posguerra", en Triunfo, núm. especial, 507, Madrid,
1972. Recogido en BIESCAS, José Antonio y TUÑON de LARA, Manuel, op. cit., pág. 449.
54 Archivo Leopoldo O�shanahan Rodríguez de la Sierra.
55 MILLARES CANTERO, Agustín, "La política en Canarias durante el siglo XX (Anotaciones para su estudio)", en Varios, "Canarias,
siglo XX", Edirca, S.L., Editora Regional Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1983, pág. 54.
56 Véase Varios, "Canarias: las vanguardias históricas", Andrés Sánchez Robaina (Ed), Centro Atlántico de Arte Moderno,
Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, 1992.
57 RODRIGUEZ PADRON, Jorge, "Ochenta años de literatura (1900-1980), en Varios, "Canarias, siglo XX", Edirca S.L., Editora
Regional Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1983, pág. 125.
58 RODRIGUEZ PADRON, Jorge, op. cit., pág. 126.
59 NAVARRO SEGURA, M� Isabel, "Arquitectura del Mando Económico en Canarias (1941-46). La Posguerra en el Archipiélago",
Aula de Cultura del Excmo. Cabildo Insular de Tenerife, 1982, pág. 96.
60 CASTRO, Fernando, "El Museo Imaginado: creación y crítica", en Varios, "El Museo Imaginado. Arte Canario, 1930-1990", Centro
Atlántico de Arte Moderno, Las Palmas de Gran Canaria, 1991, pág. 39.
61 GARCIA ESCUDERO, José M�, "Los problemas económicos del cine español", Primeras Conversaciones Cinematográficas
Nacionales, Salamanca, 1955, edición multicopiada, pág. 1. Recogido en TAMAMES, Ramón, "Estructura económica de España",
Biblioteca Universitaria de Economía, Guadiana de Publicaciones, Madrid, 1971, pág. 436.
62 GUBERN, Román, "Mensajes icónicos en la cultura de masas", Editorial Lumen, Barcelona, 1988, pág. 283.
63 Palabras de Robert J. Flaherty recogidas en LOPEZ CLEMENTE, José, "Cine Documental español", Ediciones Rialp, S.A., Madrid,
1960, pág. 15.
64 La Tarde, Santa Cruz de Tenerife, jueves 22 de febrero de 1945, pág. 3.
65 El Día, Santa Cruz de Tenerife, domingo 21 de abril de 1946, pág. 3.
66 No tratamos aquí de los Noticiarios y Documentales (NO-DO), suficientemente estudiados en CAMPUZANO MEDINA, M� Carmen,
"Canarias y el noroeste de Africa en los noticiarios cinematográficos españoles (NODO), 1943-1956", III Aula Canarias y el Noroeste de
Africa, Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1993, págs. 111-144.
67 Palabras de Grierson recogidas en LOPEZ CLEMENTE, José, op. cit., pág. 20.
68 GUBERN, Román, "Historia del cine", Editorial Lumen, Barcelona, 1973, Vol. I, pág. 343.
69 Op. cit., pág. 114.

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