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Universidad de Costa Rica

Facultad de Ciencias Sociales


Escuela de Historia
Curso: Historia Contemporánea de Costa Rica (1950-1990)
Profesor: Francisco Rojas
Estudiante: Joshua Serrano

Análisis crítico de las lecturas de la semana última semana: Autores: Patricia Alvarenga, Iván
Molina y Carlos Sandoval

Antes de iniciar este análisis es importante retomar el título de Iván Molina Costarricense por
Dicha, sin embargo, luego de una lectura de los y la autora es probable que el nuevo título para
referirnos a la condición de la identidad costarricense en el presente sea Costarricense (pesimismo,
desesperanza e incertidumbre) por dicha. ¿Por qué empiezo mi análisis con esta frase? Tal vez sea
porque encuentro como eje común en los autores que para referirse a la identidad nacional
costarricense haya que hacer un antes y después de 1950, periodo clave para observar con claridad
que la forma de ser del tico cambio de acuerdo a los distintos procesos vividos, como la
capitalización del agro o la creación de un Estado Benefactor, procesos que afectaron de manera
directa a la población costarricense, además los autores fijan en la crisis de 1980 el año en que es
difícil asimilar los nuevos contenidos de la identidad nacional, tan distante de la propuesta por los
liberales a finales del XIX, y en donde ocurre un fenómeno interesante y consiste en aferrarse a la
idea una identidad social, nacional que permite encontrar por decirlo de algún modo esperanza en
las clases bajas o condicionadas a una vida de carencias, que encuentra frente al otro nicaragüense
un rival en su lucha por sobrevivir, ya que estas sectores de la sociedad costarricense no pudo
vincularse de forma exitosa a una clase amparada en el consumo, que valora primeramente el logro
fundamentado en lo material e individual antes que cualquier principio o valor social, como los que
describe Alvarenga de solidaridad o bondad. Actualmente es una identidad que gracias al aporte de
investigaciones del tema reconoce los problemas sociales en cuestiones de género, geográficos,
étnicos y generacionales, pero que no ha encontrado las herramientas para encontrar soluciones
eficientes frente al discurso neoliberal que no está interesado en atender estos problemas.
Para comenzar con el análisis debo decir que me parece interesante el observar como la
identidad nacional propuesta por los liberales a finales del siglo XIX se transforma ante los ojos de
todas y todos los costarricenses, pero que incapaces de poder identificar este proceso como una
amenaza frente a los principios comunales, comienzan a adoptar un discurso contradictorio,
valorando más la cultura de masas y el consumo atado a ella, y encontrando rivales para descargar
el peso de su realidad en sus ofensas encabezadas por insultos como “muertos de hambre”, ya que
según Molina la población costarricense se caracterizaba a mediados de 1950 por el conocimiento
personal entre sus moradores…dentro de los diminutos universos urbanos, para Molina esta
población costarricense de mediados del 50 obtenía sus ingresos ante todo de la agricultura y el
comercio; su nivel de escolar era limitado, el conservadurismo, el catolicismo y el anticomunismo los
caracterizaba y eran poco cosmopolitas. Sin embargo, en la década del 60 con el crecimiento de la
expansión urbana, y en este periodo extendido hasta el 80 con la ampliación de las comunicaciones
1
y los transportes se facilitó el contacto con la capital y sus comunidades circundantes, razón por la
cual la creciente población urbana comenzó a carecer de una política de planificación y se
empezaron a perder las áreas verdes, aumentar el ruido y el aire cada vez era más contaminado 1.
Debido a una progresiva pérdida del sentido local se optó por una relación de identidad con el
Estado, esto se explica a partir de las políticas sociales en las que comenzó la expansión del Estado,
como los programas para ampliar y mejorar los servicios educativos, de salud, de electricidad, de
agua, de telefonía entre otros. Este aspecto sumado al deterioro de las condiciones de vida en las
ciudades se asociara a una segregación social. Perdiendo la convivencia entre los ciudadanos que
alguna vez compartieron lazos de semejanza por una política de distribución de la riqueza, llegando
a cambiar la vida en comunidad.
En los 80`s la crisis y las políticas neoliberales contribuyeron como factores de aislamiento entre
la población, fomentando valores individuales e incluso el desinterés por lo que exceda el umbral de
la familia. Según los autores ya la identidad colectiva venia en detrimento por una serie de
condiciones que asociadas prepararon el terreno para la individualización en la sociedad, uno de
estos factores fue el consumo y la creciente industria publicitaria, quienes promovieron la obtención
del bien material incluso como parte de la satisfacción personal, asociado este hecho la expansión
del servicio eléctrico, un mercado de artículos de segunda y el consumo de información de medios
escritos, radiales y televisivos, entre otros. Por tal motivo según los autores el consumo comienza a
ser percibido como una forma que permite hacer distinción y crear identidad.
Con la globalización y las políticas de ajuste estructural es importante el concepto de
competencia, porque considero que es otro factor que causa separación dentro de una identidad
común, tal vez sea uno de los puntos por los cuales, la población costarricense de clase baja o atada
en la miseria ve en los extranjeros principalmente nicaragüense una amenaza. Ya que compiten con
ellos por oportunidades laborales y espacio territorial, entre otros, sin embargo, luego de una
exhaustivo análisis son solo aspectos generados por un discurso amarillista provenientes de los
medios de comunicación y un mal manejo de las políticas del estado para mediar en la condición de
los inmigrantes nicaragüenses contrarrestando la exclusión y la desigualdad. Es curioso observar
como esta población diseña estrategias de sobrevivencia para garantizarse su estadía en el país y
lograr mezclarse con la población costarricense, ya sea imitando un acento guanacasteco o
vallecentralino o rompiendo su relación con otros nicaragüenses para ser aceptado, pero la mayor de
ellas es la “amista” enfocada en la solidaridad y la bondad de coterráneos para mantenerse mientras
se estabilizan en un trabajo. Sin embargo, como concluye Alvarenga mientras continúe la crítica
situación económica y mientras que los nicaragüenses reciban salarios inferiores al mínimo será
difícil convencer a los costarricense de los barrios marginales que los inmigrantes no constituyen una
amenaza para ellos y que solo estamos frente a un discurso en donde predomina un orgullo
construido y sin fundamento.
Es interesante observar como la crisis del 80 y las políticas neoliberales afectaron la vida
cotidiana del costarricense y se da una ruptura con la identidad creada por un grupo de intelectuales
que buscaban la unión de la población, sin embargo, donde los valores del mercado y la
competencia parecen ser los nuevos valores de la sociedad costarricense, que aun no perfila un
modelo de desarrollo cultural ni económico que le permita generar una mejor calidad de vida para
sus habitantes.

1
Molina, Iván. Costarricense por dicha. Pág. 85
2

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