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Notas:
1 Ponemos el título en castellano, puesto que existe versión castellana:
Fontanella, 1970.
2 Por la misma razón de la nota anterior utilizamos el título castellano.
1
tanto no exige alboroto. No es argüible ni criticable que el
comportamiento es un dato armonioso, controlado, sensible a las
circunstancias de quien produce el comportamiento; es
simplemente un hecho que ha sido ampliamente confirmado.
2
observación). Finalmente, y creo que se debe decir, probablemente
la razón de más peso por la que nadie ha replicado a la crítica, es
su tono. Es duro hasta la ofensa; humillante, intransigente, obtuso y
resentido. Por ejemplo, a la palabra «respuesta», perfectamente
bien definida, se la llama consistentemente una «noción», lo cual
crea, al avanzar en la lectura, una abrumadora atmósfera de
incertidumbre con respecto a la palabra. La única palabra amable
que le dirige está en una nota a pie de página (Chomsky, 1959, pág.
32). Es casi imposible replicar a cualquiera de los puntos funda-
mentales que la crítica debiera haber expuesto, sin que al mismo
tiempo suene a tono defensivo y apologético, o a algo tan truculento
como el estilo del crítico. He estado dudando hasta ahora porque
soy uno de los directores de la Colección en la que se publicó
Verbal Behavior. Caveat lector. Creo que, de hecho, se puede
responder por completo a la crítica. A pesar de su longitud es
sumamente redundante; casi toda la aparente abundancia de crítica
que Chomsky hace al conductismo básico de Skinner, se reduce, de
hecho, a sólo tres, que se pueden despachar en limitados, aunque
necesariamente algo extensos, espacio y tiempo, y uno puede
evitar la provocación de una réplica ad hominem. Esta exposición
se basará en estos tres puntos, seguidos por una observación muy
breve concerniente a las críticas de Chomsky sobre la aplicación al
comportamiento verbal per se.
3
consiguiente, las críticas de Chomsky a Skinner son,
necesariamente, metodológicas. El desacuerdo es
fundamentalmente epistemológico, un «conflicto de paradigmas»
como Katahn y Koplin lo han llamado (Katahn y Koplin, 1968). Por
lo tanto es de lo más peculiar que Chomsky. en ningún sitio, se
refiera al anterior libro de Skinner Ciencia y Conducta Humana1
(Skinner, 1953), la fuente a la que Skinner, específicamente, remite
al lector de Verbal Behavior para el desarrollo de los temas
metodológicos generales (Skinner, 1957, págs. 11, 23, 130, 145 y
sgs.). Se puede ver ahí y en Registro Acumulativo2 (Skinner, 1959,
1961), que Skinner nunca ha sido reticente sobre sus convicciones
metodológicas, ni vago en sus razones para mantenerse en ellas.
Omitiendo toda referencia a estos argumentos, Chomsky crea la
impresión sumamente errónea de que Skinner ha metido la pata,
inocente e impulsivamente, además de olvidarse de las dificultades
inherentes a lo que estaba haciendo. Esto, simplemente, no es así.
Su aplicación del modelo operante básico al comportamiento verbal,
ha ido desarrollándose desde 1934 (Skinner, 1957, vii). Ha sobrevi-
vido a la explicación y a la crítica de estudiosos informados, pero no
del todo convencidos, intermitentemente desde entonces, tanto en
las aulas como en las Conferencias William James, en Harvard en
1947. El libro de 1957 difícilmente es, en tal caso, el resultado de un
entusiasmo momentáneo. Se merece un oído más considerado.
Crítica 1
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cuantitativa de resultados experimentales rigurosos» (Skinner,
1957, pág. 11). Y esto, por supuesto, es una hipótesis. Los datos
para explicarla están fácilmente al alcance de quien los quiera
conseguir. Como Skinner dice: «Los hechos básicos que se han de
analizar [el comportamiento verbal] son bien conocidos por
cualquier persona culta y no es necesario justificarlos estadística o
experimentalmente al nivel de rigor que aquí se intenta» (Skinner,
1957, pág. 11). El aparato explicativo que él invoca difiere,
ciertamente, del que se utiliza en la mayoría de las hipótesis
psicológicas, ya que no contiene ningún hecho ni mecanismo ficticio
o hipotético, constando, en su lugar, de leyes del comportamiento
bien comprobadas, basadas en la observación de organismos no
verbales que emiten respuestas no verbales. La hipótesis de Verbal
Behavior es, simplemente, que los hechos del comportamiento
verbal pertenecen al terreno de los hechos a partir de los cuales se
ha construido el sistema. La estratagema de Skinner es encontrar
unos referentes plausibles, en el episodio del lenguaje, para las
leyes y términos de su sistema explicativo: estímulo, respuesta,
reforzamiento y motivación. La relevancia de estas leyes y sus
variables componentes para los hechos verbales, solamente se
formula como hipótesis; no es reclamada dogmáticamente (Choms-
ky, 1959, pág. 43). Es posible que se pruebe que la hipótesis es
errónea, pero nuestra confianza previa en su exactitud se ve, por lo
menos, reafirmada por el hecho de que las leyes básicas que
invoca han llegado a ser muy cultivadas e impresionantemente bien
investigadas (ver Honig, 1966). También se ha demostrado que
están «sorprendentemente libres de restricciones de especie.
Trabajos recientes han demostrado que los métodos se pueden
aplicar al comportamiento humano sin modificación importante»
(Skinner, 1957, pág. 3). En otro sitio, Skinner también enuncia el
punto lógico de que «sería arriesgado afirmar, en este momento,
que no hay diferencia esencial entre el comportamiento humano y el
de otras especies inferiores; pero hasta que se haya intentado
referirse a ambos en los mismos términos, sería igualmente
arriesgado afirmar que sí la hay» (Skinner, 1953, pág. 38). Verbal
Behavior es este intento para el caso del lenguaje.
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empíricos y por tanto la hipótesis que los contiene es, en principio,
plenamente comprobable y posiblemente no se pueda confirmar.
Una razón de más peso para evitar la palabra es, sin embargo,
probablemente, que «hipótesis» puede llevar, curiosamente, a
implicar la posibilidad de verificación experimental, algo que Skinner
no ha realizado y que no parece considerar factible, aunque Verbal
Behavior sea rico en datos de observación. De acuerdo con esta
hipótesis, el lenguaje es el producto de la convergencia de muchas
variables concurrentes e interactuantes en el ambiente natural, lo
que no acepta el aislamiento experimental ni la detección de las
variables componentes. De no producirse la concurrencia y la
interacción de muchas variables, de acuerdo con la hipótesis, no se
generaría el lenguaje. La situación de Skinner se parece a la del
astrónomo que «explica» las mareas como los resultados de
muchas atracciones interactuantes. Nadie ha probado nunca
experimentalmente y directamente, ni una ni otra hipótesis, aunque
es sumamente plausible y apoyada por abundantes datos de
observación, lo cual, probablemente, sea la conclusión más firme a
la que nunca podamos llegar.
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Aún más enigmática es la velocidad vertiginosa con la que el
argumento parte de su conjetura de que los términos de la hipótesis
son, por ahora, metafóricos y analógicos, llega hasta la posibilidad
de que esto puede probar que eso es todo lo que son, y concluye
llanamente con el veredicto de que los términos técnicos que usa no
describen el comportamiento verbal. ¡Esto es ir demasiado de prisa!
Esto está por ver. Hasta que la hipótesis sea sometida a prueba, la
aplicabilidad literal (no-metafórica, no-analógica) de sus términos
explicativos permanece en duda, en el peor de los casos. El único
argumento real de Chomsky para su conclusión de que los términos
de la teoría no son aplicables, de hecho, al comportamiento verbal
está expuesto en la cita anterior. Depende de la sorprendente
posibilidad de que el comportamiento de la «vida real» y del
laboratorio puede ser diferente, como si, de algún modo, la
naturaleza mantuviera dos juegos de leyes naturales, uno para los
laboratorios y el otro para el resto del mundo, de tal forma que
cualquier ley observada en el laboratorio sería, en principio,
sospechosa al ser aplicada a hechos de fuera. Por fascinante que
parezca esta idea no parece viable. Realmente esto no parece
propio de la naturaleza.
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del mundo físico exterior; han sido devueltos al interior del
organismo» (Chomsky, 1959, pág. 32). Esto es un non sequitur. Los
estímulos son «libres para el que pregunta» sólo en hipótesis. Su
quid pro quo es pagadero mediante demostraciones empíricas del
poder suscitador de los estímulos en cuestión. Ninguno de los
pretendidos estímulos reseñados antes parece descaradamente
improbable para esas respuestas y hasta que no haya fallado una
prueba empírica de su control suscitador, nadie tiene derecho a
concluir que estos no son estímulos para esas respuestas. La
conclusión de Chomsky de que un estímulo supuesto ha perdido su
objetividad porque ocurre en una hipótesis, es simplemente tonta.
Skinner no hipotetizó un (hipotético) estímulo. El estímulo es tan
real como siempre. El hipotetizó que hay una relación de control
entre el estímulo real y la respuesta real. En cuanto a su conclusión
de que el estímulo en una hipotética relación estímulo-respuesta ha
sido, de alguna forma, «devuelto al interior del organismo», resulta
bastante difícil reconstruir su base. Leyendo lo que Chomsky dice
sobre el tema del estímulo, aquí y en cualquier otra parte de su
crítica, se suscita una creciente sospecha de que él imagina que
designando un estímulo para una respuesta verbal, designamos su
único estímulo y que un estímulo, en cierto modo, anticipa una
respuesta. Critica la descripción de Skinner de las respuestas
«Eisenhower» y «Moscú» como nombres propios, controladas por
el hombre o la ciudad, porque, frecuentemente, uno dice
«Eisenhower» y «Moscú» cuando el hombre y la ciudad no están
presentes (Chomsky, 1959, pg. 32). Realmente uno lo hace así,
pero esto sólo muestra, como Verbal Behavior repetida y
claramente insiste, que una respuesta verbal puede estar
controlada por estímulos diferentes en ocasiones diferentes. El
comportamiento verbal no obedece a ninguna regla «una respuesta
— un estímulo» y no tiene sentido hablar del estímulo de algo.
«Eisenhower» y «Moscú» se dicen por muchas razones, entre las
que se encuentran la presencia del hombre y de la ciudad. Quizá la
conclusión de Chomsky de que los estímulos de Skinner para las
respuestas verbales se han retirado a la mente del hablante, se
basa en este punto: si yo digo «Eisenhower» cuando no está
presente Eisenhower, entonces él debe estar en mi mente. ¿Es ésta
la dificultad? Sólo si uno está desatinadamente decidido a
conservar a Eisenhower como el único estímulo para Eisenhower,
Realmente es imposible estar seguro. Sin embargo, está claro en
sus conclusiones; la crítica de Chomsky no es de demasiada ayuda
en los asuntos de explicación causal.
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Reforzamiento. Inevitablemente, Chomsky encuentra insatisfactoria
la definición funcional de Skinner da reforzador (que aumenta la
fuerza de cualquier operante que le precede), diciendo que es
«perfectamente inútil ... en el estudio del comportamiento de la vida
real [sic], a menos que, de alguna forma, podamos describir los
estímulos que son reforzantes ...» (Chomsky, 1959, pág. 36). Se
queja porque los reforzadores sólo se pueden identificar a partir del
hecho del reforzamiento, puesto que no se pueden «describir» en
términos de una propiedad correlacionada independientemente
reconocible, universal, tal como el poder de reducción del drive.
Muchos psicólogos comparten esta desaprobación. Pero la culpa, si
es de alguien, es de la naturaleza, no de nuestras teorías.
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comportamental real y poderosa. Su inclusión en una teoría del
comportamiento verbal se decide sobre la base de su propio papel;
llega a ser una necesidad tanto si es «útil» al analizar un trozo
concreto de conversación casual como si no lo es.
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como el tono en unas y en otras no). Todos estos hechos son
compatibles con una interpretación basada en el reforzamiento de
los orígenes ecoicos.
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lingüístico, mientras que los cambios de la probabilidad
momentánea son, en cierto sentido, el punto clave del problema del
psicólogo, puesto que reflejan la relación entre el lenguaje y sus
variables de control. ¿Bajo qué condiciones emite un organismo un
ítem de los de su repertorio? El simple hecho de conocer el
repertorio no nos dice absolutamente nada sobre esto. Si Chomsky
realmente no vio, de hecho, esta diferencia, es imposible imaginar
qué pudo significar para él el resto de Verbal Behavior y no hay que
extrañarse de que lo juzgara con tal asombro y consternación.
Crítica 2
12
una especie de premisa, según la cual el vocabulario técnico
skinneriano, simplemente, da un nombre nuevo a una noción vieja,
de una forma nueva pero más prestigiosa. Yo creo que esto,
obviamente, es completamente falso. La segunda es una conclusión
en el sentido de que, siendo una paráfrasis, el término técnico no
es, por tanto, más objetivo que su contrapartida tradicional, lo cual,
yo creo, no es ni una consecuencia de la primera premisa, ni es
correcto. Ambas nociones se ligan a través de las siguientes frases
de la crítica, aunque se pueden encontrar también en otros
ejemplos: «Su análisis es, fundamentalmente, el mismo que el
tradicional, aunque expresado con mucho menos cuidado. En
especial, difiere solamente por la paráfrasis indiscriminada de no-
ciones tales como denotación (referencia) y connotación
(significado), que en las formulaciones tradicionales han sido
dejadas claramente aparte, en términos del vago concepto "control
por el estímulo" (Chomsky, 1959, pág. 48). Veamos qué se puede
decir a esto.
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Referencia y estimulación también difieren diametralmente en la
dirección de su influencia: un estímulo actúa desde el ambiente
sobre el hablante para controlar su comportamiento verbal, mientras
que en la referencia la respuesta del hablante actúa sobre el
ambiente para particularizar los componentes del estímulo.
Tenemos una analogía en la vieja teoría de la visión según la cual
se suponía que los vapores emanaban del ojo para entrar en
contacto con el ambiente, como en la dinámica de referencia, y
como opuesto a la moderna opinión según la cual los objetos son
vistos cuando la luz que emana de ellos (o es reflejada por ellos)
controla el ojo, como en el papel del estímulo. Para completar del
todo el catálogo de la no equivalencia, sólo debemos darnos cuenta
de que muchas respuestas verbales que están controladas por
estímulos no tienen referentes en absoluto (por ejemplo
«¡Maldición!») y también que el concepto de «control por el
estímulo» implica causalidad, que no está implicada en
«referencia». Referencia es simplemente una relación entre el
mundo y un ítem del lenguaje (como opuesto a un ítem del
comportamiento real de un hablante, distinción que Chomsky se
obstina en eludir).
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Cada término, en la explicación
Crítica 3
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función; tiene muchas variables y por lo menos tantas funciones
como variables. En el análisis científico se acostumbra reducir los
fenómenos complejos a sus procesos componentes, cada uno de
los cuales parece sencillo cuando se define aisladamente por medio
de las técnicas de control del laboratorio. En el ambiente natural
(curiosamente llamado vida «real» por Chomsky) los componentes
se recombinan e interactúan para originar propiedades que ninguno
de ellos, aislado, explica por completo. De acuerdo con la hipótesis
de Verbal Behavior, una de esas propiedades que parece emerger
es la gramática, de la que hablaremos más tarde. Es suficiente decir
que una teoría del comportamiento verbal que no tiene leyes
especiales generadoras de la gramática puede, a pesar de todo, ser
capaz de generar productos que tengan propiedades gramaticales.
La relación general del campo del comportamiento verbal con las
leyes del comportamiento general es reduccionista; lo complejo se
explica en términos de lo simple. Un sistema de leyes sencillas que
pueden originar productos complejos, se dice, tiene elegancia
científica. Conforme vamos pasando del comportamiento no-verbal
al verbal, es más económico suponer que la naturaleza no nos ha
dado un nuevo y completo juego de leyes del comportamiento
justamente para este nuevo aspecto del mismo; ni siquiera las
mutaciones genéticas explican tamaña ficción. Esta suposición de
que las leyes del comportamiento son, de este modo,
suficientemente generales como para explicar el caso verbal, no es
una pretensión de que son suficientes; es una hipótesis de trabajo
en favor de que probarán serlo.
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En ningún área de la Psicología es más claro y agudo el contraste
entre la «simplicidad» y la «confusión» que en el caso del
comportamiento verbal. El psicólogo S-R se encuentra realmente en
el extremo simple de las cosas, suponiendo, como él hace, que el
comportamiento verbal se puede reducir a sus procesos
constituyentes, que éstos serán funciones más simples que el len-
guaje y que serán familiares. Esta es la Psicología del no más que
(nothing-but). De hecho, si su análisis no revela relaciones simples
y unívocas en un nuevo campo, el psicólogo S-R tiende a
sospechar que ha especificado unas variables erróneas en la parte
del input o unas dimensiones equivocadas en el output, y entonces
lo intentará de nuevo en otra parte. La alternativa a la simplicidad es
la confusión, que encuentra inconcebible que la complejidad pueda
estar formada por cosas simples y abandona la posibilidad de
explicaciones sencillas por considerarlas «triviales», «muy poco
esclarecedoras» o «no interesantes», ansiando una teoría
compuesta de algo más, y estando en la certeza de que tal cosa es
necesaria. La historia de la ciencia, probablemente, se encuentra en
el lado de la simplicidad. En el caso del comportamiento verbal, en
este momento es el método de la ignorancia el que tiene éxito,
como puede ocurrir siempre en una confrontación simplicidad-
confusión. Skinner plantea la hipótesis de que probará ser el
lenguaje como cualquier otro comportamiento operante, cuando lo
entendamos, y que puede descomponerse en procesos
componentes (parciales). Chomsky encuentra en sus misterios no
analizados una justificación para presuponer innovación y comple-
jidad causal. Dice: «En el momento actual de nuestros
conocimientos, debemos atribuir una abrumadora influencia sobre el
comportamiento real a los factores mal definidos de atención,
tendencia, volición y capricho» (Chomsky, 1959, pág. 30; el
subrayado es nuestro). Esto es una afirmación muy notable.
Animamos al lector a que se proponga esto como base para la
construcción de una teoría; he aquí un sustituto para el
conocimiento.
TÉRMINOS MEDIADORES
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decir, él no invoca otros hechos, procesos o mecanismos que se
hayan hipotetizado o creado con el propósito de mediar entre el
comportamiento y sus determinantes empíricos. Esta omisión, a
veces, se interpreta erróneamente como una negación de que
existan mecanismos mediadores; obviamente existen, obviamente
son neurológicos y asimismo obviamente están ellos mismos
sujetos a leyes (ver Skinner, 1953, pág. 28; 1957, pág. 435). Puesto
que están sujetos a leyes, estos hechos, procesos y mecanismos
mediadores generan y mantienen covariaciones funcionales sujetas
a leyes entre las variables de control del conductismo molar y el
comportamiento que controlan. El argumento en sí es sencillo y
Skinner ha hecho un amplio uso de él (ver especialmente Skinner,
1959, 1961, págs. 39-69). Dicho autor considera innecesarios tales
términos teóricos; pueden originar una investigación cuya única
utilidad sea negar la entidad mediadora o redefinirla sin incrementar
nuestro conocimiento sobre las variables que controlan el
comportamiento; pueden llegar a ser el foco absorbente de una
indagación y así desviar la atención del comportamiento mismo; y
pueden llegar a ser un «refugio huyendo de los datos», como ha
tendido a pasar con la motivación en psicología. A menudo, es
simplemente «lo que varía de forma que explique de otra manera la
variabilidad inexplicada del comportamiento».
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existentes fueran más ciertas, ni podría demostrar que son falsas.
Por supuesto, es simplemente falso que uno no pueda predecir con
precisión el comportamiento, incluso el comportamiento complejo,
sin saber y sin tener en cuenta la estructura y los procesos internos
del que actúa; lo hacemos continuamente. En realidad, nuestro
conocimiento actual de las leyes funcionales del comportamiento
precede bastante y sobrepasa a ambos, a nuestro conocimiento e
incluso a nuestras teorías, sobre los mecanismos mediadores
implicados. Por ejemplo, hasta donde yo puedo decir, los hechos
comportamentales del reforzamiento son, actualmente, tan bien
conocidos y seguros que las teorías sobre los detalles de su
mediación ya no son de gran interés. Cuando se mantiene el interés
por las estructuras mediadoras, son los datos comportamentales
quienes las iluminan, y no a la inversa.
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comportamiento. Dejando aparte su condescendencia, los hechos y
la lógica de la afirmación de Chomsky son, ambos, equivocados.
Los hechos son que no estamos meramente intentando «es-
pecificar» el comportamiento en términos de su historia pasada y de
las circunstancias actuales (el «input» al que se refería); lo estamos
haciendo así, y con creciente exactitud. La ley (funcional) del
reforzamiento es un recurso predictivo (¿especificador?)
enormemente poderoso. Por lo menos lo es para el comportamiento
no verbal; y nadie puede decir que no sea poderoso también para el
comportamiento verbal. La lógica, como vimos en la sección ante-
rior, es que se puede establecer completamente una ley funcional
válida sobre la base de los únicos datos disponibles y no necesita
«datos independientes» neurofisiológicos». La ley funcional del
reforzamiento, además de ser potente, es un hecho empírico
establecido. No es una teoría que espera la validación neurológica.
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ecoico, y una ley funcional que se refiera solamente a tales
estímulos y al comportamiento, se puede escribir sin hacer
referencia al cerebro y a su «programa». Segundo: si la
preprogramación genética es una característica de los «procesos
reales implicados» en la respuesta ecoica, este hecho se revelará a
través de la «consideración» del comportamiento del organismo, no
de su estructura, y normalmente aparecerá como un parámetro del
reforzamiento. El comportamiento determinado genéticamente es el
que no se ha de aprender. Aunque a un cierto nivel, el cerebro
explica el comportamiento, en las tácticas de los descubrimientos
científicos es el comportamiento lo que nos explica el cerebro. Y
todavía una vez más, desde el punto de vista del psicólogo, los
procesos «reales» implicados en lo ecoico son la presentación de
un «estímulo fonológicamente relevante» y la ocurrencia de una
respuesta ecoica.
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duda de que el cerebro humano ha evolucionado hasta el punto en
que tiene capacidad para mediar en la adquisición del
comportamiento gramatical. Esto, en sí mismo, no dice nada sobre
si el proceso de adquisición implica el tipo de aprendizaje por
imitación u observación, supuesto en el ejemplo, o, en lugar de ello,
el aprendizaje por reforzamiento. La capacidad de aprender por
imitación u observación no es ciertamente un síntoma diagnóstico
peculiar o único de un avance evolutivo y, como hemos visto, la
posibilidad de algún proceso de adquisición distinto del
reforzamiento, no es negada en el sistema de Skinner.
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común (lo cual es así). Cualquier limitación en la variedad
comportamental sugerida por los universales del comportamiento
puede, simplemente, reflejar una limitación impuesta por el proceso
de reforzamiento y, posiblemente, algunas características
estructurales del cerebro tales que sólo pueda aprender a ordenar
las respuestas verbales en un número claramente limitado de
formas, debido, ciertamente, a la simplicidad del proceso de re-
forzamiento y a la fijeza del cerebro.
23
comportamentalmente es lo que aumenta las oportunidades de
supervivencia, o, en términos generales, lo que refuerza.
COMPORTAMIENTO GRAMATICAL
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oyentes probablemente aprenden a discriminar ciertos tipos de
frases, pero en estas discriminaciones no hay nada exclusivo de los
estímulos gramaticales, no hace falta ningún mecanismo perceptivo
especial, independiente, o un proceso perceptivo nuevo por parte
del que escucha. La discriminación de frases, que llega a ser
altamente sofisticada en la lingüística, agota, probablemente, la
base empírica a partir de la cual se pueden hacer las inferencias
sobre la estructura de la construcción subyacente de la gramática
del hablante. Es decir, nuestro conocimiento de la «competencia»
de cualquier hablante, necesariamente, será un producto de nuestra
percepción de sus frases emitidas realmente, con la adición de
algunas otras inferencias empíricas.
Pero ¿qué puede decirnos el lenguaje por sí solo sobre las causas
reales del lenguaje, incluidos sus determinantes gramaticales?
Nada inequívoco: el hecho de que en el comportamiento verbal
observado de un individuo, haya una dimensión del estímulo
identificable como «gramática», no implica, de ningún modo, que
haya alguna variable causal única llamada «gramática» que esté
actuando en la producción de su comportamiento verbal. Un
sistema causal sencillo que no tenga axiomas de estructuración
puede generar unos resultados altamente estructurados, en los
cuales la estructuración sólo aparezca representada como tal en el
resultado, aunque predecible a partir de la comprensión de los
componentes y de las interacciones de las variables causales no
estructuradas.
25
ordenándolo y comentándolo conforme aparece en su lenguaje. En
términos del análisis de Skinner, este comportamiento es,
simplemente, una clase compleja de tact. El tact mismo, sin
embargo, no es en absoluto genéricamente un proceso gramatical,
e incluye muchas cosas que no son gramática. La gramática no es
lo primero, sino los elementos del lenguaje. Estos incitan al lenguaje
en el que la gramática emerge como la forma en que estos
elementos se ordenan literalmente ellos mismos.
26
algo. A menos que se acepte algún input externo, uno debe suponer
que la construcción gramatical se regula a sí misma, lo cual es una
noción aberrante. Nadie habla pura gramática. Todas las frases
tienen propiedades gramaticalmente irrelevantes; además, tratan
sobre algo. Chomsky, en otra parte de la crítica, con mucha
seguridad, niega el control por variables de estímulo y
motivacionales, como hemos visto. Uno espera, con la respiración
contenida, para ver qué es lo que queda. El comportamiento de la
construcción de la gramática se debe explicar ahora. Hasta que tal
cosa se haga no estamos más allá de donde estábamos.
Simplemente es «lo que controla el comportamiento gramatical».
Pero, por supuesto, esta es la pregunta, no la respuesta. Las cogni-
ciones del hablante no lo harán, ya que son también construcciones
teóricas y, por tanto, se deben explicar a su vez. Antes o después,
algo se debe introducir en el sistema. Guthrie se quejaba de que
Tolman había dejado a la rata «perdida en el pensamiento» porque
no había proporcionado una relación entre lo esperado y el com-
portamiento. Chomsky deja al hablante perdido en el pensamiento,
sin nada en absoluto que decir.
27
específica. De todas formas, deberíamos resaltar unos cuantos
detalles que tienen que ver, sobre todo, con la interpretación
errónea de hechos psicológicos o con una lectura equivocada del
texto de Skinner.
EL MAND
28
es automáticamente inefectivo y la respuesta se extinguirá debido al
estado inmotivado, agudizando así el control motivacional. El me-
diador del reforzamiento no necesita preocuparse por la motivación
del hablante; la psicología se preocupará de ello.
EL TACT
29
defecto.
30
paráfrasis no es «el análisis igualmente inadecuado propio»
(Chomsky, 1959, página 48) de Skinner. Es meramente una
paráfrasis dentro del léxico operante de cómo serían analizados los
hechos, en el ejemplo de Russell, si ocurrieran. No se intentó
sugerir que tales hechos sean plausibles y, de hecho, no lo son.
EL ECOICO
EL TEXTUAL
31
no exige ninguna competencia lingüística o comportamiento
gramatical, pero que con seguridad es verbal y generalmente más
gramatical que ningún otro comportamiento verbal del mismo
hablante, no se discute en la crítica.
EL INTRAVERBAL
CONCLUSIÓN
32
causas del comportamiento verbal. Su crítica rechazó en principio
los productos de la metodología de Skinner sin haber llegado a
captar las relaciones con sus presupuestos, especialmente en lo
que se refiere a la necesidad de variables mediadoras teóricas. La
crítica parte de una extrapolación de ciertos hallazgos de laboratorio
lo que llevaría a la metodología de cualquier científico a un punto
muerto. Rechazó sin discusión la lógica del reduccionismo. Criticó
Verbal Behavior por no haber sido algo más, es decir, una teoría
sobre el comportamiento verbal más que el comportamiento verbal
en sí. Redefinió el comportamiento verbal igualándolo
exclusivamente con los ítems del repertorio comportamental, más
que con la respuesta verbal del momento del hablante, una
distinción obvia y crucial para la psicología.
33
lo investiguen para satisfacción de sus corazones, con cualesquiera
métodos y teorías que gusten; no necesita que lo derroten antes de
que ellos lo hagan.
34
encontrar en ellos bastantes ejemplos muy útiles de análisis lingüís-
tico, muchas observaciones interesantes y penetrantes sobre el
comportamiento del lenguaje y muchos argumentos mal formulados
e incompletamente elaborados sobre las teorías del aprendizaje del
lenguaje» (Suppes, 1968, páginas 1-2).
Eso es todo.
35
REFERENCIAS
36
LOVAAS, O. I., BERBERICH, J. P., PERLOFF, B. F. y SCHAEFFER, B. Acquisition of
imitative speech by schizophrenic children. Science, 1966, 151, 705-707.
SALZINGER , K.
Experimental manipulation of verbal behavior: a review. Journal of
Genetic Psychology, 1959, 61, 65-94.
37