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LAS REDES SOCIALES MEJORAN LA PRODUCTIVIDAD

Hace 20 años comenzaron las conversaciones acerca de la "paradoja de la


productividad" a raiz de una publicación de Steven Roach que mostró que las
inversiones en tecnología (que gracias a la Ley de Moore incrementaron
enormemente la capacidad y el poder computacional de los "empleados de
cuello blanco") no se tradujeron en un aumento de productividad de ese sector
de la economía. Sobre este fenómeno, observado en los años 70 y 80 del siglo
pasado, el premio Nobel de Economía Robert Solow dijo que "nos
encontramos computadores por todas partes, menos en las estadísticas de
productividad".

Esta paradoja empieza a ser dilucidada por Enrique Dans, quien plantea en el
año 2000 que los beneficios de introducir tecnologías de información en una
empresa nunca se perciben de manera inmediata porque es necesario un
período de adaptación a dicha tecnología, lo que incluye la capacitación del
personal y la modificación de los métodos de trabajo para adaptarlos a la nueva
tecnología.

Posteriormente, hace unos pocos días, Juan Freire da por resuelta la paradoja
de la productividad en su artículo "La empresa 2.0 resuelve la paradoja de la
productividad: no es la tecnología, es la información", donde expone las
razones de porqué las tecnologías de la información efectivamente pueden
incrementar la productividad cuando se comienzan a medir los usos de la
tecnología y no la infraestructura tecnológica.

Basándose en las investigaciones de Erik Brynjolfsson, Freire concluye en


que "En la empresa 2.0, los trabajadores más conectados son los más
rentables".
¿Y qué sucede cuando en las empresas se pone trabas a la conectividad en
las redes sociales de sus empleados? Eso nos lo explica el joven Pau Llop,
responsable del periódico ciudadano Bottup, de España:

Productividad 2.0 en la empresa

De poco sirve gastarse miles de euros en tecnología si luego no se


permite que los empleados la usen socialmente

Escrito por Pau Llop Franch


martes, 04 de marzo de 2008

Durante años se ha puesto el énfasis en que la tecnología, por sí misma, hace


aumentar la productividad de las empresas. Esto puede ser así en las
compañías que trabajen con materias primas o bienes de equipo, pero está
demostrado que no ocurre en el resto (PDF). Cada vez más trabajadores son
'brokers de la información', como los llama Juan Freire en un post donde nos
descubre, con su profundidad y fino análisis habitual, cuál es el verdadero
'truco' de la productividad.

Freire explica que los analistas han dejado de medir los tangibles -la
tecnología- para preocuparse por los intangibles -los flujos y gestión de
información en las organizaciones-. Y es entonces cuando se percatan de que
un empleado no produce más y mejor por tener un magnífico ordenador y el
último modelo de Blackberry, sino la capacidad de dicho empleado en usarlos
para establecer y explotar al máximo sinergias con sus compañeros de trabajo
y, por qué no, colegas de profesión aunque sean de otras empresas o centros
de investigación.

Como resume Freire en un artículo en paralelo, "más y más diversas


relaciones sociales mejoran las habilidades para la gestión de la información y
esto se traduce en incrementos en la productividad".

En definitiva: de poco sirve gastarse miles de euros en tecnología si luego los


empleados no la emplean socialmente, algo que a veces no hacen por miedo a
la reacción de la empresa, que les restringe el uso del e-mail o el teléfono. Sin
duda un enorme error, que cimenta la relación empleado-patrón en una
desconfianza que, en la era de las 'redes-sociales-para-todo', no tiene pinta de
ser la fórmula de la productividad.

La desconfianza suele manifestarse fruto de otro sentimiento quizá peor aún, la


prepotencia. El creerse por encima de alguien sólo por una cuestión de cargos.
Una verdadera cortapisa al cambio, a la innovación.

Un buen amigo, que con sus 28 años y cursando un caro master de Marketing
ha entrado a trabajar como becario en una gran empresa de comunicación por
400 y pico cochinos euros al mes, me contaba el otro día una triste historia que
estoy seguro que se repite en tantas otras oficinas españolas. Una compañera
de trabajo, más joven que él y con el ínfimo nivel de 'junior' -que ella debe
considerar muy superior al de becario- ni siquiera le escucha cuando él
propone una idea nueva de cómo enfocar un evento o promoción, usando, por
ejemplo, el networking o las redes sociales.

Es un problema de cultura empresarial que, mientras no cambie, seguirá


lastrando la innovación y la productividad de todas aquellas empresas cuya
materia prima sea la información y el conocimiento.

*Los artículos de Nodo Libre sólo representan el punto de vista de su autor.


Bottup es una comunidad de centenares de periodistas ciudadanos con su
propio criterio, que la Redacción nunca puede coartar.
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Fuente: Productividad 2.0 en la empresa
Imagen: Social Platform Wars

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