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ARQUITECTURA NEOCLASICA

El término Neoclasicismo surgió en el siglo XVIII para denominar de forma peyorativa al


movimiento estético que venía a reflejar en las artes, los principios intelectuales de la
Ilustración que desde mediados del siglo XVIII, se venía produciendo en la filosofía y que
consecuentemente se había transmitido a todos los ámbitos de la cultura.

Orígenes

Con el deseo de recuperar las huellas del pasado se pusieron en marcha expediciones para
conocer las obras antiguas en sus lugares de origen. La que en 1749 emprendió desde
Francia el arquitecto Jacques-Germain Soufflot, dio lugar a la publicación en 1754 de las
Observations sur les antiquités de la ville d'Herculaneum, una referencia imprescindible
para la formación de los artistas neoclásicos franceses. En Inglaterra la Society of Dilettanti
(Sociedad de Amateurs) subvencionó campañas arqueológicas para conocer las ruinas
griegas y romanas. De estas expediciones nacieron libros como las Antigüedades de
Herculano (1757-1792) financiada por el Rey de Nápoles (luego Carlos III de España), que
sirvieron de fuente de inspiración para los artistas de esta época.

También hay que valorar el papel que desempeñó Roma como lugar de cita para viajeros y
artistas de toda Europa e incluso de América. En la ciudad se visitaban las ruinas, se
intercambiaban ideas y cada uno iba adquiriendo un bagaje cultural que llevaría de vuelta
a su tierra de origen. Allí surgió en 1690 la llamada Academia de la Arcadia o Arcades de
Roma, que con sus numerosas sucursales o coloniae por toda Italia y su apuesta por el
equilibrio de los modelos clásicos y la claridad y la sencillez impulsó la estética neoclásica.

La villa romana se convirtió en un centro de peregrinaje donde viajeros, críticos, artistas y


eruditos acudían con la intención de ilustrarse en su arquitectura clásica. Entre ellos
estaba el prusiano Joachim Winckelmann (1717-1768), un entusiasta admirador de la
cultura griega y un detractor del rococó francés; su obra Historia del Arte en la Antigüedad
(1764) es una sistematización de los conocimientos artísticos desde la antigüedad a los
romanos.

En Roma también trabajaba Giovanni Battista Piranesi (1720-1778); en sus grabados,


como Antichitá romana (1756) o Las cárceles inventadas (1745-1760), y transmite una
visión diferente de las ruinas con imágenes en las que las proporciones desusadas y los
contrastes de luces y sombras buscan impresionar al espectador.

El trabajo está cargado de simbolismo: la figura en el centro representa la verdad rodeada


por una luz brillante (el símbolo central de la iluminación). Dos otras figuras a la derecha,
la razón y la filosofía, están rasgando el velo que cubre verdad.
La Ilustración representaba el deseo de los filósofos de la época de Razón (filosofía)
racionalizar todos los aspectos de la vida y del saber humanos. Vino a sustituir el papel de
la religión (como organizadora de la existencia del hombre) por una ética laica que
ordenará desde entonces las relaciones humanas y llevará a un concepto deísta de la
verdad.

La arquitectura puede ser analizada como una rama de las artes social y moral; La
Enciclopedia le atribuyó la capacidad de influir en el pensamiento y en las costumbres de
los hombres. Proliferan así las construcciones que pueden contribuir a mejorar la vida
humana como hospitales, bibliotecas, museos, teatros, parques, etc., pensadas con
carácter monumental. Esta nueva orientación hizo que se rechazara la última arquitectura
barroca y se volvieran los ojos hacia el pasado a la búsqueda de un modelo arquitectónico
de validez universal. Nacen movimientos de crítica que propugnan la necesidad de la
funcionalidad y la supresión del ornato en los edificios. Francesco Milizia (1725-1798) en
Principi di Architettura Civile (1781) extendió desde Italia las concepciones rigoristas a
toda Europa. Mientras, en Francia, el abate Marc-Antoine Laugier (1713-1769) propugna
en sus obras Essai sur l'Architecture (1752) y Observations sur l'Architecture (1765) la
necesidad de crear un edificio en el cual todas sus partes tuvieran una función esencial y
práctica y en el que los órdenes arquitectónicos fueran elementos constructivos y no sólo
decorativos, todo ello para hacer una arquitectura verdadera: la construida con lógica.

Todos los arquitectos parten de unos supuestos comunes como son la racionalidad en las
construcciones y la vuelta al pasado. Los modelos de los edificios de Grecia y Roma e
incluso de Egipto y Asia Menor se convierten en referentes que todos emplean aunque
desde puntos de vista distintos.

Los modelos greco-romanos dieron lugar a una arquitectura monumental que reproduce
frecuentemente el templo clásico para darle un nuevo sentido en la sociedad civil. El perfil
de los Propileos de Atenas le sirvió al alemán Carl Gotthard Langhans para configurar su
Puerta de Brandeburgo en Berlín (1789 a 1791),[1] un tipo muy repetido como atestigua la
entrada al Downing College de Cambridge (1806) obra del inglés William Wilkins o la
posterior Gliptoteca de Múnich de Leo von Klenze.[2]

También el inglés James Stuart (1713-1788), un arquitecto arqueólogo al que se ha


llamado el Ateniense, en su monumento a Lisícrates en Staffordshire, reprodujo el
monumento corágico de Lisícrates en Atenas. Los hermanos Adam extendieron por toda
Inglaterra un modelo decorativo para interiores con temas sacados de la arqueología; una
de sus obras más representativas es Osterley Park, con una notable estancia etrusca y un
clásico hall de entrada (1775-80).

Italia prefirió recrear sus modelos antiguos ya bien avanzado el siglo XVIII y en los
comienzos del siglo XIX. El modelo del Panteón de Agripa en Roma se repite en un gran
número de templos, como el de la Gran Madre de Dio en Turín y San Francisco de Paula
en Nápoles, ambos terminados en 1831, que reproducen el pórtico octástilo y el volumen
cilíndrico del Panteón.

Otros arquitectos, los llamados utópicos, revolucionarios o visionarios, plantearon


edificios basados en las formas geométricas. No despreciaron la herencia del pasado
clásico y, aunque respetaron las normas de simetría y la monumentalidad, sus edificios
son a veces el resultado de la combinación caprichosa de las formas geométricas. Étienne-
Louis Boullée (1728-1799) y Claude-Nicolas Ledoux (1736-1806) encabezaron esta
postura; entre la gran cantidad de proyectos no construidos merece la pena mencionar el
Cenotafio para Isaac Newton concebido por Boullée como una esfera, representación del
modelo ideal, levantada sobre una base circular que había de cobijar el sarcófago del
científico. Ledoux ha dejado edificios construidos, entre ellos una parte de la utópica
ciudad industrial de las Salinas de Arc-et-Senans, de planta circular en el Franco Condado
o el conjunto de la Villette en París.

...Entre uno y otro grupos aparece una tercera categoría, la arquitectura pintoresca, a
partir de la creación de jardines ingleses en el siglo XVIII, ordenados de forma natural lejos
del geometrismo del jardín francés. En esta arquitectura se valora la combinación de la
naturaleza con lo arquitectónico, la inclusión en el paisaje natural de edificios que
remedan las construcciones chinas, indias o medievales. Este juego de formas caprichosas
y el aprovechamiento de la luz buscan suscitar sensaciones en el espectador. Horace
Walpole (1717-1797) construyó en Londres (Inglaterra), Strawberry Hill (1753-1756) una
fantasía gótica de la que su autor dijo que le había inspirado para escribir una novela
gótica, una expresión del efecto inspirador de la arquitectura. También William Chambers
(1723-1796) creó un conjunto pintoresco en los Jardines de Kew (Londres) (1757-1763)
con la inclusión de una pagoda china que reflejaba su conocimiento de las arquitecturas
orientales

La arquitectura neoclásica es un estilo arquitectónico que produjo el movimiento


neoclásico que comenzó a mediados del siglo XVIII, por una reacción contra el estilo
barroco de ornamentación naturalista así como por el resultado de algunos rasgos
clasicistas nacidos en el barroco tardío. Se prolongó durante el siglo XIX, confluyendo a
partir de entonces con otras tendencias, como la arquitectura historicista y el eclecticismo
arquitectónico. Algunos historiadores denominan el periodo de la arquitectura neoclásica
de la primera mitad del siglo XIX como clasicismo romántico, a pesar del oxímoron
(oposición de términos), dado que, además de coincidir en el tiempo con el romanticismo,
estilísticamente comparte rasgos con la estética romántica, al añadir cierta expresividad y
espíritu exaltado a la sencillez y claridad de las estructuras clásicas grecorromanas.[1]

Factores fundamentales que influyeron en la creación de la arquitectura neoclásica fueron


los determinantes en el contexto político, social y económico de la época, en que se
incluyen destacadamente la revolución industrial, la crisis del Antiguo Régimen, la
Ilustración, el enciclopedismo, la fundación de las Academias, el despotismo ilustrado, etc.
La revolución industrial modificó profundamente el ritmo de vida, influyó en adelantos
técnico constructivos, empleo de nuevos materiales. El concepto de economía relacionado
con el funcionamiento cambió algunos esquemas de organización espacial y aun de
relación entre vanos y macizos.

El enciclopedismo, espíritu precursor de la revolución francesa, trajo consigo una


concepción romántica de la Grecia Antigua. La Ilustración sostenía que la infelicidad del
hombre, se debía a la ignorancia e irracionalidad y que por lo tanto el único camino viable
para conducirlo a la felicidad era llevarle la luz de la razón por medio de la educación. En
cuanto a arquitectura la educación implicaba el conocimiento y fuentes antiguas tales
como Vitrubio, Palladio, Vignola; por lo que ésta hizo uso de los repertorios formales
griegos y romanos.

Se buscó dar un carácter más científico a las artes, por lo que los artistas debieron ser
técnicos más que inventores, e imitadores más que creadores. Este espíritu científico llevó
a considerar al arte clásico como un arte progresista, porque estaba desprovisto de
adornos sin sentido y buscaba la perfección de las leyes inmutables sin depender de las
impresiones subjetivas e imperfectas del artista.

Las Academias para el estudio de las artes surgieron en Italia desde el siglo XVI; las
fundadas en el siglo XVIII ya estaban matizadas por la Ilustración, lo que les dio un carácter
distinto. La Academia fungió como transmisora de los conceptos en contra del barroco y a
favor del neoclasicismo y los diversos tratados clásicos y renacentistas de las Tres nobles
artes, así como de obras de carácter técnico y científico que racionalizaban au práctica y
ejecución. Entonces el arte comienza a sufrir las consecuencias de una crítica libre,
fundada en los principios académicos

Otros arquitectos, los llamados utópicos, revolucionarios o visionarios, plantearon


edificios basados en las formas geométricas. No despreciaron la herencia del pasado
clásico y, aunque respetaron las normas de simetría y la monumentalidad, sus edificios
son a veces el resultado de la combinación caprichosa de las formas geométricas. Étienne-
Louis Boullée (1728-1799) y Claude-Nicolas Ledoux (1736-1806) encabezaron esta
postura; entre la gran cantidad de proyectos no construidos merece la pena mencionar el
Cenotafio para Isaac Newton concebido por Boullée como una esfera, representación del
modelo ideal, levantada sobre una base circular que había de cobijar el sarcófago del
científico. Ledoux ha dejado edificios construidos, entre ellos una parte de la utópica
ciudad industrial de las Salinas de Arc-et-Senans, de planta circular en el Franco Condado
o el conjunto de la Villette en París.

Arquitectura pintoresca

Entre uno y otro grupos aparece una tercera categoría, la arquitectura pintoresca, a partir
de la creación de jardines ingleses en el siglo XVIII, ordenados de forma natural lejos del
geometrismo del jardín francés. En esta arquitectura se valora la combinación de la
naturaleza con lo arquitectónico, la inclusión en el paisaje natural de edificios que
remedan las construcciones chinas, indias o medievales. Este juego de formas caprichosas
y el aprovechamiento de la luz buscan suscitar sensaciones en el espectador. Horace
Walpole (1717-1797) construyó en Strawberry Hill (Londres, 1753-1756) una fantasía
gótica de la que su autor dijo que le había inspirado para escribir una novela gótica, una
expresión del efecto inspirador de la arquitectura. También William Chambers (1723-
1796) creó un conjunto pintoresco en los Jardines de Kew (Londres, 1757-1763) con la
inclusión de una pagoda china que reflejaba su conocimiento de las arquitecturas
orientales.

"Neo-romano" y "Neo-griego"

Marcadamente historicista en su búsqueda de las fuentes clásicas, el neoclasicismo


arquitectónico se encontró con dos posibles vías, que fueron exploradas alternativamente
en Francia y Alemania. En Francia, especialmente a partir del Imperio Napoleónico se
encontró en el arte imperial romano el modelo idóneo para sus fines propagandísticos y
de enaltecimiento personal de la figura del emperador (Templo a la Gloria de la Grande
Armée (hoy Iglesia de la Magdalena), de Pierre Alexandre Vignon, proyectado por el
propio Napoleón. En el Reino Unido y en Alemania fueron los modelos griegos los que
predominaron (Altes Museum de Berlín, de Karl Friedrich Schinkel, el primer edificio del
mundo concebido como un museo desde su construcción).

Francia

Plantas sobrias como la Plaza de la Concordia de París y el Petit Trianon de Versalles,


ambos de Ange-Jacques Gabriel, de mediados del siglo XVIII, se relacionan tanto con el
neoclasicismo como con la tradición anterior del clasicismo francés.</ref> Las siguientes
generaciones se dirigieron a un concepto más severo y clásico de la arquitectura. Marie-
Joseph Peyre (1630-1785) ganó un concurso de la Accademia di San Luca en Roma, y de
vuelta a Francia proyectó el Hôtel de Neubourg (hoy destruido), una villa para Mme
Leprêtre de Neubourg en los alrededores de París, el primer edificio francés
auténticamente neoclásico En 1763, Peyre se dedicó al Hôtel de Condé, una planta menos
austera con una interesante columnata. Junto con Charles De Wailly proyectó el Teatro
del Odeón de París (1779-1782), reconstruido tras sucesivas destrucciones por incendios.

En ese clima de renovación, se construyeron numerosos teatros por toda Francia, incluso
en ciudades de relativamente menor importancia, como Amiens y Besançon. En Burdeos,
en los años setenta se levantó el Grand Théâtre, considerado el más bello de la época, con
proyecto de Victor Louis, constituido por un bloque rectangular y una fachada precedida
de dos grandes columnas corintias.

Jean Chalgrin, con su Escuela de cirugía de París (considerada por Quatremère de Quincy
la obra clásica de su época, sala semicircular con gradería y semicúpula de casetones
inspirada en el Panteón de Roma y que sirvió de modelo para posteriores salas de reunión
-por ejemplo, las diseñadas por el estadounidense Benjamin Latrobe) o Jacques Gondouin,
también se incluyen entre los principales exponentes del estilo clásico de finales del XVIII.
Étienne-Louis Boullée y Claude-Nicolas Ledoux se caracterizarán por su visionaria.

En edificios religiosos, una de las primeras reacciones contra el rococó fue la fachada de la
Iglesia de Saint Sulpice, del florentino Giovanni Niccolò Servandoni, muy alterada después.
El mayor ejemplo fue el Panteón de París, originalmente iglesia de Ste-Geneviève y
posteriormente transformado en mausoleo nacional, proyectado por Jacques-Germain
Soufflot y construido entre 1757 y 1791, con cúpula inspirada en la de la Catedral de San
Pablo de Londres. La ligereza de su construcción se debió a investigaciones sobre las
características de resistencia y elasticidad. De Jean Chalgrin, la iglesia de Saint-Philippe-du-
Roule (1772-1784), también en París, es remarcable por su nave cubierta por bóveda de
cañón decorada con casetones e impostada sobre columnas jónicas. A pesar de las
modificaciones (apertura de ventanas) en el siglo siguiente, el esquema ejerció cierta
influencia.

Ya en el siglo XIX, en época napoleónica, la iglesia de la Madeleine se incluye en el


denominado estilo Imperio. Destinada inicialmente a iglesia de planta basilical, en 1806
Napoleón impulsó su transformación en un Templo de la Gloria, modificando radicalmente
el proyecto original para asimilarlo a un colosal templo romano. Mientras en el exterior
esa relación es evidentísima, en el interior se limitó a articular el espacio mediante una
serie de bóvedas inspiradas vagamente en la modularidad de las termas romanas. En 1806
se comenzó la construcción del Arco de Triunfo de París por Jean Chalgrin; en el mismo
año François-Joseph Bélanger cubría con una cúpula de hierro fundido la Bolsa de París
(Halle aux Blés, diseñada por Alexandre-Théodore Brongniart). Entre ese mismo año y
1810, se erigió la Columna Vendôme. La principal intervención urbanística de la época fue
el planeamiento de la Rue de Rivoli (1801, Charles Percier y Pierre-François-Léonard
Fontaine). Consistía en un largo planteamiento rectilineo uniformado y continuo de
edificios porticados, que no se llegó a terminar hasta la época del Segundo Imperio
Francés, momento en el que se modificó el diseño original con la adición de grandes
mansardas.

Con la restauración borbónica, los arquitectos franceses se encontraron sin una guía
segura. Las nuevas tendencias surgieron de la Académie des beaux-arts y del Conseil
Génèral des Bàtiments Civils. Antoine Chrysostome Quatremère de Quincy (1755-1849),
secretario de la Académie durante veintitrés años y convencido defensor del arte clásico
fue la figura dominante de esta nueva época. Los límites de su gusto, debidos a la excesiva
rigidez de sus ideales doctrinarios, emergieron en numerosos edificios, como el Palacio de
Justicia de Lyon iniciado en 1835 por Louis-Pierre Baltard y caracterizado por una severa
fachada de veinticuatro columnas corintias. Algunas innovaciones se debieron a Jakob
Ignaz Hittorff, sustentador de la teoría según la cual la arquitectura griega debió haber
sido rica en colores. Sus obras principales, todas en París, son la iglesia de San Vicente de
Paúl, la ordenación de la Plaza de la Concordia y la Gare de Paris Nord (Estación de París
Norte, 1859). En esa iglesia, construida en la década de 1830, demostró cómo el
neoclasicismo podía variar los modelos antiguos: en el exterior, un pórtico jónico y un
frontón quedan flanqueados por dos torres cuadradas; mientras en el interior, dividido en
naves de dos órdenes de columnas, se decora rica y polícromamente, de una forma más
afín a la arquitectura paleocristiana que a la clásica.

Alemania

Los modelos greco-romanos dieron lugar a una arquitectura monumental que reproduce
frecuentemente el templo clásico para darle un nuevo sentido en la sociedad civil. El perfil
de los Propileos de Atenas le sirvió a Carl Gotthard Langhans para configurar su Puerta de
Brandeburgo en Berlín (1789 a 1791), un tipo muy repetido como atestigua la entrada al
Downing College de Cambridge (1806) obra del inglés William Wilkins o los Propyläen de la
Königsplatz (que cierran el conjunto de la plaza junto con la Gliptoteca de Múnich y el
Staatliche Antikensammlungen) de Leo von Klenze.En Viena, Pietro Nobile construyó dos
complejos neogriegos: el Theseustempel (1820-1823) y el Äußeres Burgtor (1824).

Reino Unido

También el inglés James Stuart (1713-1788), un arquitecto arqueólogo al que se ha


llamado el ateniense, reprodujo el monumento corágico de Lisícrates de Atenas en su
monumento a Lisícrates en Staffordshire. Los hermanos Adam extendieron por toda
Inglaterra un modelo decorativo para interiores con temas sacados de la arqueología; una
de sus obras más representativas es Osterley Park, con una notable estancia etrusca y un
clásico hall de entrada (1775-80).

Italia

Italia prefirió recrear sus modelos antiguos ya bien avanzado el siglo XVIII y en los
comienzos del siglo XIX. El modelo del Panteón de Agripa en Roma se repite en un gran
número de templos, como el de la Iglesia de la Gran Madre de Dios (Turín) y Iglesia de San
Francisco de Paula (Nápoles), ambos terminados en 1831, que reproducen el pórtico
octástilo y el volumen cilíndrico del Panteón.

España
En España, el barroco del siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII, en todas sus
expresiones, dejaba una sorprendente serie de monumentos religiosos y de palacios,
residencias y colegios. El contraste entre la arquitectura churrigueresca y la modalidad
académica o neoclásica fue tan rudo, que parecían fenómenos artísticos en dos mundos
opuestos. En la segunda mitad del siglo XVIII, se impuso el gusto neoclásico impulsado por
la Academia de Bellas Artes de San Fernando. En Madrid se desarrollaron grandes
proyectos de modificación urbana, el principal diseñado por Juan de Villanueva en torno al
Salón del Prado y sus inmediaciones (el Real Observatorio Astronómico, el Hospital de San
Carlos, el Jardín Botánico, el actual Museo del Prado -para gabinete de ciencias-), y otros
importantes, como San Francisco el Grande (Francisco Cabezas, Francesco Sabatini -autor
también de la Puerta de Alcalá). Fuera de Madrid destaca la obra de Ventura Rodríguez
(catedral de Pamplona, capilla de Nuestra Señora del Pilar), que también diseñó las
fuentes monumentales del Prado madrileño (fuente de Cibeles, fuente de Neptuno.

Escandinavia

Con influencia alemana o francesa, los países nórdicos desarrollaron una arquitectura
neoclásica desde el último tercio del XVIII. En Dinamarca, a partir de los años 1760.
Nicolas-Henri Jardin diseñó una sala en el Palacio de Amalienborg (1755-1757) que se
considera "la más antigua estancia decorada en estilo neoclásico por un arquitecto
francés". Más tarde, Caspar Frederik Harsdorff trabajó en la Catedral de Roskilde (capilla
fúnebre de Federico IV de Dinamarca). Seguidamente se afirmó el estilo neogriego, con la
figura de Christian Frederik Hansen (1756-1845), que realizó el diseño de la Catedral de
Copenhague, con la gran bóveda de cañón sostenida por una columnata dórica que
recuerda al proyecto de Boullée para el interior de una biblioteca.

A comienzos del siglo XIX se realiza la planificación de Helsinki, por entonces (1809) un
gran ducado ruso. Los mayores edificios públicos de la ciudad se deben a Carl Ludwig
Engel (plaza del Senado, Catedral de Helsinki, Palacio del Senado -entre 1818 y 1822- y la
Universidad de Helsinki).

Estados Unidos

En Estados Unidos, triunfó el palladianismo en el diseño de villas rurales. Entre los


arquitectos estadounidenses de finales del XVIII y comienzos del XIX destacan Benjamin
Latrobe (penitenciaría de Richmond, Banco de Pennsilvania, Capitolio de Washington
-muy ampliado en la segunda mitad del XIX-) y el político Thomas Jefferson (Monticello -la
casa de su propiedad-, Capitolio de Richmond, Universidad de Virginia). El propio Latrobe
sugirió a Jefferson la solución de la Rotonda para la Universidad de Virginia.

El estilo neoclásico estadounidense se consolidó en la primera mitad del siglo XIX con
Robert Mills (iglesias de planta centralizada en Filadelfia, Columna de Washington en
Baltimore, edificios de severos pórticos en la ciudad de Washington y, para la misma
capital, el diseño inicialmente escogido para el Monumento a Washington) y William
Strickland (Second Bank of the United States, Bolsa de Filadelfia y Capitolio de Nashville).
A mediados del siglo XIX trabajaron Ithiel Town (Capitolio de New Haven) y Thomas
Walter (Capitolio de Ohio en Columbus, 1838, y el Girard College de Filadelfia).

Ya a finales del XIX destaca la Biblioteca de la Columbia University de Nueva York (1893),
de Charles Follen McKim y asociados.

Iberoamérica
A los imperios americanos de España y Portugal llegó el estilo neoclásico a través de
proyectos diseñados en Europa o bien realizados localmente por arquitectos europeos o
criollos formados en las academias de las metrópolis.

También hay ejemplos de la adaptación al lenguaje arquitectónico local, que durante los
siglos anteriores había realizado una síntesis o sincretismo de los elementos europeos y
precolombinos en el denominado barroco colonial. Un ejemplo de ello es la Catedral de
Tulancingo, México (1788, José Damián Ortiz de Castro).

Véanse también: Arte colonial hispanoamericano y Arte de la Edad Moderna#Arte


colonial, hispanoamericano o indiano e hispanofilipino

A criterios más clásicos pertenecen el Palacio de Minería (1797-1813, Manuel Tolsá) y el


Hospicio Cabañas de Guadalajara (1804-1810, del mismo arquitecto), ambos en México, o
el Palacio de Gobierno de Quito (también llamado de Carondelet, 1790 o 1801, Antonio
García).

Ya tras la independencia de Hispanoamérica, se desarrollaron programas constructivos en


para las nuevas repúblicas. En Colombia se construyó el Capitolio Nacional de Colombia en
Bogotá (1847, Thomas Reed, formado en la Academia de Berlín); en Perú la Catedral de
Arequipa (1844, Lucas Poblete).

Brasil, que se convirtió en la sede de la corte de la monarquía portuguesa,


independizándose de su metrópoli como Imperio del Brasil, también utilizó los recursos de
la arquitectura para la glorificación del poder político, y se optó por recurrir a arquitectos
formados en la Real Academia de París. A esta época pertenece la portada de la Academia
de Bellas Artes de Río de Janeiro o Academia Imperial (1822) y el Palacio Imperial de
Petrópolis (década de 1840).

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