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Orígenes
Con el deseo de recuperar las huellas del pasado se pusieron en marcha expediciones para
conocer las obras antiguas en sus lugares de origen. La que en 1749 emprendió desde
Francia el arquitecto Jacques-Germain Soufflot, dio lugar a la publicación en 1754 de las
Observations sur les antiquités de la ville d'Herculaneum, una referencia imprescindible
para la formación de los artistas neoclásicos franceses. En Inglaterra la Society of Dilettanti
(Sociedad de Amateurs) subvencionó campañas arqueológicas para conocer las ruinas
griegas y romanas. De estas expediciones nacieron libros como las Antigüedades de
Herculano (1757-1792) financiada por el Rey de Nápoles (luego Carlos III de España), que
sirvieron de fuente de inspiración para los artistas de esta época.
También hay que valorar el papel que desempeñó Roma como lugar de cita para viajeros y
artistas de toda Europa e incluso de América. En la ciudad se visitaban las ruinas, se
intercambiaban ideas y cada uno iba adquiriendo un bagaje cultural que llevaría de vuelta
a su tierra de origen. Allí surgió en 1690 la llamada Academia de la Arcadia o Arcades de
Roma, que con sus numerosas sucursales o coloniae por toda Italia y su apuesta por el
equilibrio de los modelos clásicos y la claridad y la sencillez impulsó la estética neoclásica.
La arquitectura puede ser analizada como una rama de las artes social y moral; La
Enciclopedia le atribuyó la capacidad de influir en el pensamiento y en las costumbres de
los hombres. Proliferan así las construcciones que pueden contribuir a mejorar la vida
humana como hospitales, bibliotecas, museos, teatros, parques, etc., pensadas con
carácter monumental. Esta nueva orientación hizo que se rechazara la última arquitectura
barroca y se volvieran los ojos hacia el pasado a la búsqueda de un modelo arquitectónico
de validez universal. Nacen movimientos de crítica que propugnan la necesidad de la
funcionalidad y la supresión del ornato en los edificios. Francesco Milizia (1725-1798) en
Principi di Architettura Civile (1781) extendió desde Italia las concepciones rigoristas a
toda Europa. Mientras, en Francia, el abate Marc-Antoine Laugier (1713-1769) propugna
en sus obras Essai sur l'Architecture (1752) y Observations sur l'Architecture (1765) la
necesidad de crear un edificio en el cual todas sus partes tuvieran una función esencial y
práctica y en el que los órdenes arquitectónicos fueran elementos constructivos y no sólo
decorativos, todo ello para hacer una arquitectura verdadera: la construida con lógica.
Todos los arquitectos parten de unos supuestos comunes como son la racionalidad en las
construcciones y la vuelta al pasado. Los modelos de los edificios de Grecia y Roma e
incluso de Egipto y Asia Menor se convierten en referentes que todos emplean aunque
desde puntos de vista distintos.
Los modelos greco-romanos dieron lugar a una arquitectura monumental que reproduce
frecuentemente el templo clásico para darle un nuevo sentido en la sociedad civil. El perfil
de los Propileos de Atenas le sirvió al alemán Carl Gotthard Langhans para configurar su
Puerta de Brandeburgo en Berlín (1789 a 1791),[1] un tipo muy repetido como atestigua la
entrada al Downing College de Cambridge (1806) obra del inglés William Wilkins o la
posterior Gliptoteca de Múnich de Leo von Klenze.[2]
Italia prefirió recrear sus modelos antiguos ya bien avanzado el siglo XVIII y en los
comienzos del siglo XIX. El modelo del Panteón de Agripa en Roma se repite en un gran
número de templos, como el de la Gran Madre de Dio en Turín y San Francisco de Paula
en Nápoles, ambos terminados en 1831, que reproducen el pórtico octástilo y el volumen
cilíndrico del Panteón.
...Entre uno y otro grupos aparece una tercera categoría, la arquitectura pintoresca, a
partir de la creación de jardines ingleses en el siglo XVIII, ordenados de forma natural lejos
del geometrismo del jardín francés. En esta arquitectura se valora la combinación de la
naturaleza con lo arquitectónico, la inclusión en el paisaje natural de edificios que
remedan las construcciones chinas, indias o medievales. Este juego de formas caprichosas
y el aprovechamiento de la luz buscan suscitar sensaciones en el espectador. Horace
Walpole (1717-1797) construyó en Londres (Inglaterra), Strawberry Hill (1753-1756) una
fantasía gótica de la que su autor dijo que le había inspirado para escribir una novela
gótica, una expresión del efecto inspirador de la arquitectura. También William Chambers
(1723-1796) creó un conjunto pintoresco en los Jardines de Kew (Londres) (1757-1763)
con la inclusión de una pagoda china que reflejaba su conocimiento de las arquitecturas
orientales
Se buscó dar un carácter más científico a las artes, por lo que los artistas debieron ser
técnicos más que inventores, e imitadores más que creadores. Este espíritu científico llevó
a considerar al arte clásico como un arte progresista, porque estaba desprovisto de
adornos sin sentido y buscaba la perfección de las leyes inmutables sin depender de las
impresiones subjetivas e imperfectas del artista.
Las Academias para el estudio de las artes surgieron en Italia desde el siglo XVI; las
fundadas en el siglo XVIII ya estaban matizadas por la Ilustración, lo que les dio un carácter
distinto. La Academia fungió como transmisora de los conceptos en contra del barroco y a
favor del neoclasicismo y los diversos tratados clásicos y renacentistas de las Tres nobles
artes, así como de obras de carácter técnico y científico que racionalizaban au práctica y
ejecución. Entonces el arte comienza a sufrir las consecuencias de una crítica libre,
fundada en los principios académicos
Arquitectura pintoresca
Entre uno y otro grupos aparece una tercera categoría, la arquitectura pintoresca, a partir
de la creación de jardines ingleses en el siglo XVIII, ordenados de forma natural lejos del
geometrismo del jardín francés. En esta arquitectura se valora la combinación de la
naturaleza con lo arquitectónico, la inclusión en el paisaje natural de edificios que
remedan las construcciones chinas, indias o medievales. Este juego de formas caprichosas
y el aprovechamiento de la luz buscan suscitar sensaciones en el espectador. Horace
Walpole (1717-1797) construyó en Strawberry Hill (Londres, 1753-1756) una fantasía
gótica de la que su autor dijo que le había inspirado para escribir una novela gótica, una
expresión del efecto inspirador de la arquitectura. También William Chambers (1723-
1796) creó un conjunto pintoresco en los Jardines de Kew (Londres, 1757-1763) con la
inclusión de una pagoda china que reflejaba su conocimiento de las arquitecturas
orientales.
"Neo-romano" y "Neo-griego"
Francia
En ese clima de renovación, se construyeron numerosos teatros por toda Francia, incluso
en ciudades de relativamente menor importancia, como Amiens y Besançon. En Burdeos,
en los años setenta se levantó el Grand Théâtre, considerado el más bello de la época, con
proyecto de Victor Louis, constituido por un bloque rectangular y una fachada precedida
de dos grandes columnas corintias.
Jean Chalgrin, con su Escuela de cirugía de París (considerada por Quatremère de Quincy
la obra clásica de su época, sala semicircular con gradería y semicúpula de casetones
inspirada en el Panteón de Roma y que sirvió de modelo para posteriores salas de reunión
-por ejemplo, las diseñadas por el estadounidense Benjamin Latrobe) o Jacques Gondouin,
también se incluyen entre los principales exponentes del estilo clásico de finales del XVIII.
Étienne-Louis Boullée y Claude-Nicolas Ledoux se caracterizarán por su visionaria.
En edificios religiosos, una de las primeras reacciones contra el rococó fue la fachada de la
Iglesia de Saint Sulpice, del florentino Giovanni Niccolò Servandoni, muy alterada después.
El mayor ejemplo fue el Panteón de París, originalmente iglesia de Ste-Geneviève y
posteriormente transformado en mausoleo nacional, proyectado por Jacques-Germain
Soufflot y construido entre 1757 y 1791, con cúpula inspirada en la de la Catedral de San
Pablo de Londres. La ligereza de su construcción se debió a investigaciones sobre las
características de resistencia y elasticidad. De Jean Chalgrin, la iglesia de Saint-Philippe-du-
Roule (1772-1784), también en París, es remarcable por su nave cubierta por bóveda de
cañón decorada con casetones e impostada sobre columnas jónicas. A pesar de las
modificaciones (apertura de ventanas) en el siglo siguiente, el esquema ejerció cierta
influencia.
Con la restauración borbónica, los arquitectos franceses se encontraron sin una guía
segura. Las nuevas tendencias surgieron de la Académie des beaux-arts y del Conseil
Génèral des Bàtiments Civils. Antoine Chrysostome Quatremère de Quincy (1755-1849),
secretario de la Académie durante veintitrés años y convencido defensor del arte clásico
fue la figura dominante de esta nueva época. Los límites de su gusto, debidos a la excesiva
rigidez de sus ideales doctrinarios, emergieron en numerosos edificios, como el Palacio de
Justicia de Lyon iniciado en 1835 por Louis-Pierre Baltard y caracterizado por una severa
fachada de veinticuatro columnas corintias. Algunas innovaciones se debieron a Jakob
Ignaz Hittorff, sustentador de la teoría según la cual la arquitectura griega debió haber
sido rica en colores. Sus obras principales, todas en París, son la iglesia de San Vicente de
Paúl, la ordenación de la Plaza de la Concordia y la Gare de Paris Nord (Estación de París
Norte, 1859). En esa iglesia, construida en la década de 1830, demostró cómo el
neoclasicismo podía variar los modelos antiguos: en el exterior, un pórtico jónico y un
frontón quedan flanqueados por dos torres cuadradas; mientras en el interior, dividido en
naves de dos órdenes de columnas, se decora rica y polícromamente, de una forma más
afín a la arquitectura paleocristiana que a la clásica.
Alemania
Los modelos greco-romanos dieron lugar a una arquitectura monumental que reproduce
frecuentemente el templo clásico para darle un nuevo sentido en la sociedad civil. El perfil
de los Propileos de Atenas le sirvió a Carl Gotthard Langhans para configurar su Puerta de
Brandeburgo en Berlín (1789 a 1791), un tipo muy repetido como atestigua la entrada al
Downing College de Cambridge (1806) obra del inglés William Wilkins o los Propyläen de la
Königsplatz (que cierran el conjunto de la plaza junto con la Gliptoteca de Múnich y el
Staatliche Antikensammlungen) de Leo von Klenze.En Viena, Pietro Nobile construyó dos
complejos neogriegos: el Theseustempel (1820-1823) y el Äußeres Burgtor (1824).
Reino Unido
Italia
Italia prefirió recrear sus modelos antiguos ya bien avanzado el siglo XVIII y en los
comienzos del siglo XIX. El modelo del Panteón de Agripa en Roma se repite en un gran
número de templos, como el de la Iglesia de la Gran Madre de Dios (Turín) y Iglesia de San
Francisco de Paula (Nápoles), ambos terminados en 1831, que reproducen el pórtico
octástilo y el volumen cilíndrico del Panteón.
España
En España, el barroco del siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII, en todas sus
expresiones, dejaba una sorprendente serie de monumentos religiosos y de palacios,
residencias y colegios. El contraste entre la arquitectura churrigueresca y la modalidad
académica o neoclásica fue tan rudo, que parecían fenómenos artísticos en dos mundos
opuestos. En la segunda mitad del siglo XVIII, se impuso el gusto neoclásico impulsado por
la Academia de Bellas Artes de San Fernando. En Madrid se desarrollaron grandes
proyectos de modificación urbana, el principal diseñado por Juan de Villanueva en torno al
Salón del Prado y sus inmediaciones (el Real Observatorio Astronómico, el Hospital de San
Carlos, el Jardín Botánico, el actual Museo del Prado -para gabinete de ciencias-), y otros
importantes, como San Francisco el Grande (Francisco Cabezas, Francesco Sabatini -autor
también de la Puerta de Alcalá). Fuera de Madrid destaca la obra de Ventura Rodríguez
(catedral de Pamplona, capilla de Nuestra Señora del Pilar), que también diseñó las
fuentes monumentales del Prado madrileño (fuente de Cibeles, fuente de Neptuno.
Escandinavia
Con influencia alemana o francesa, los países nórdicos desarrollaron una arquitectura
neoclásica desde el último tercio del XVIII. En Dinamarca, a partir de los años 1760.
Nicolas-Henri Jardin diseñó una sala en el Palacio de Amalienborg (1755-1757) que se
considera "la más antigua estancia decorada en estilo neoclásico por un arquitecto
francés". Más tarde, Caspar Frederik Harsdorff trabajó en la Catedral de Roskilde (capilla
fúnebre de Federico IV de Dinamarca). Seguidamente se afirmó el estilo neogriego, con la
figura de Christian Frederik Hansen (1756-1845), que realizó el diseño de la Catedral de
Copenhague, con la gran bóveda de cañón sostenida por una columnata dórica que
recuerda al proyecto de Boullée para el interior de una biblioteca.
A comienzos del siglo XIX se realiza la planificación de Helsinki, por entonces (1809) un
gran ducado ruso. Los mayores edificios públicos de la ciudad se deben a Carl Ludwig
Engel (plaza del Senado, Catedral de Helsinki, Palacio del Senado -entre 1818 y 1822- y la
Universidad de Helsinki).
Estados Unidos
El estilo neoclásico estadounidense se consolidó en la primera mitad del siglo XIX con
Robert Mills (iglesias de planta centralizada en Filadelfia, Columna de Washington en
Baltimore, edificios de severos pórticos en la ciudad de Washington y, para la misma
capital, el diseño inicialmente escogido para el Monumento a Washington) y William
Strickland (Second Bank of the United States, Bolsa de Filadelfia y Capitolio de Nashville).
A mediados del siglo XIX trabajaron Ithiel Town (Capitolio de New Haven) y Thomas
Walter (Capitolio de Ohio en Columbus, 1838, y el Girard College de Filadelfia).
Ya a finales del XIX destaca la Biblioteca de la Columbia University de Nueva York (1893),
de Charles Follen McKim y asociados.
Iberoamérica
A los imperios americanos de España y Portugal llegó el estilo neoclásico a través de
proyectos diseñados en Europa o bien realizados localmente por arquitectos europeos o
criollos formados en las academias de las metrópolis.
También hay ejemplos de la adaptación al lenguaje arquitectónico local, que durante los
siglos anteriores había realizado una síntesis o sincretismo de los elementos europeos y
precolombinos en el denominado barroco colonial. Un ejemplo de ello es la Catedral de
Tulancingo, México (1788, José Damián Ortiz de Castro).