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INTRODUCCIÓN
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MARCO TEÓRICO
Las huellas de la destrucción eran palpables en la agricultura, las minas, las fábricas
y el comercio; los caminos, los puentes, las vías de ferrocarril, los cables del
telégrafo, y muchas otras instalaciones.
Muchos soldados y civiles murieron en las batallas, o a manos de los bandidos que
aprovechaban el desorden, o por el hambre y las epidemias que provocó la lucha.
Muchos hombres y mujeres salieron del país, sobre todo a los Estados Unidos de
América, para buscar trabajo, o perseguidos por sus enemigos políticos.
Otros se fueron a vivir a las ciudades, en especial a la capital, porque eran más
seguras. En 1910 México tenía algo más de quince millones de habitantes; en 1921,
contaba con poco más de catorce millones. Entre muertos, desaparecidos y
exiliados, durante la revolución la población del país disminuyó en
aproximadamente un millón de personas.
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El General Álvaro Obregón es quien comenzó la etapa final. Con gran prestigio y
poder, trabajó afanosamente en otorgar derechos a obreros y campesinos, para
hacer crecer su base popular de apoyo y para asentar las bases de un esquema
político diferente.
La revolución mexicana significo una serie de pautas a seguir de una nueva nación
emergente, que propiamente tiempo atrás no gozaba si quiera de un
protagonismo de atenciones –digamos adecuadas—en comparación a las de la
burguesía y toda familia de renombre e influencias durante el mandato gobierno
del presidente Porfirio Díaz.
Salud, educación y vivienda, fueron los 3 ejes mediante los cuales la filosofía
revolucionaria se debía construir el nuevo México, una nación en donde la justicia
fuera una imagen fácil de distinguir día a día, donde la arquitectura generara
espacios dirigidos a la nueva sociedad, un estilo a partir de un pasado, que
involucrará el proceso de simbolización del proyecto cultural y urbano de los
regímenes derivados del triunfo de la lucha armada.
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Tras el antiguo régimen, si bien son importantes las medidas tomadas desde 1915
por el gobierno carrancista, los fundamentos explícitos de la nueva sociedad
cristalizan en la nueva constitución de 1917, cuyos contenidos más relevantes
respecto al territorio, los núcleos de población y la arquitectura a impulsar, se
encuentran en los artículos 27 y 123. (Méndez, 2002:6)
Artículo 27
“la nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privacia las
modalidades que dicte el interés público (...) Con ese objetivo se dictaran las
medidas necesarias para el fraccionamiento de los latifundios; para el desarrollo de
la pequeña propiedad; para la creación de nuevos centros de población agrícola
con las tierras y aguas que les sean indispensables; para el fomento de la
agricultura y para evitar la destrucción de elementos naturales”
Artículo 123
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rostro de México, con el cual recibiría más tarde a la bonanza petrolera que
comenzó a palparse entre los años de las décadas 30 y 40.
Salud, educación y vivienda fueron los tres ejes mediante los cuales la filosofía
revolucionaria construyó el nuevo México. El arquitecto Juan Legarreta, recuerda el
especialista Xavier Guzmán Urbiola, fue el “héroe de la vivienda”, pues no sólo
edificó construcciones para el trabajador, como el conjunto habitacional La
Vaquita, al norte de la ciudad, sino que pensó en la “madre de familia”.
“Entras a una de estas casitas y primero está la cocina, ¿por qué? Pues porque la
madre controla todo desde ahí, que los niños están jugando afuera. O que la sala-
comedor se convierte en un área para hacer un tallercito por las tardes. Los
arquitectos entonces, realmente se abocaron a dar respuestas a las necesidades de
la población de entonces”.
Guzmán Urbiola lo explica de esta manera: “Mientras que con Porfirio Díaz se hacía
una escuela con cierto presupuesto, O’Gorman construía 25 escuelas”.
Pero uno de los pilares y orgullos en este ámbito fue el arquitecto Pedro Ramírez
Vázquez con su modelo de Aula-Casa Rural, implementado también en países
como Italia, India y Brasil, y galardonado con el Gran Premio de la Trienal de Milán.
Con él, Ramírez Vázquez acercaba la educación en las comunidades más apartadas,
brindando a los maestros un lugar digno para vivir.
En cuanto a salud, fue el entonces secretario Gustavo Baz Prada quien reunió, por
primera ocasión, a médicos y arquitectos para buscar soluciones conjuntas y
funcionales a las enfermedades principales de la época.
A la mexicana
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Los especialistas consultados coincidieron en que la arquitectura de la Revolución
buscó su propio estilo. En este proceso, los arquitectos volteaban la mirada a las
revistas estadounidenses y europeas, principalmente. Pero hubo quien también
encontró su inspiración en la Unión Soviética, la cual, entonces se perfilaba como
potencia en el mundo.
Vargas Salguero ubica una primera etapa de la arquitectura mexicana, en los años
20 y principios de los 30, cuya esencia sería la búsqueda de una personalidad
propia, a través de la exploración de las nuevas tendencias y el distanciamiento con
la corriente porfirista.
Más tarde, asegura Vargas, entre los años 30 a 1942, la arquitectura se topa con
una visión más clara y unitaria: “Porque las posturas divergentes del primer
momento de búsqueda ya dejaron su simiente. Y ya muy centrada en que la
arquitectura debía resolver las modalidades de vivir del mexicano”, explica. “Antes
no le preguntabas a la gente cómo vivía aquí, sino que copiabas la obra de otro
país”.
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“Se da de manera más radical después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la
economía de México tuvo una mejoría notoria y los clientes han empezado a ver
ese tipo de arquitectura en otras partes del mundo y sienten que esta nueva
expresión, de los materiales del acero, el concreto, para muchos significa progreso,
modernidad y entonces comienzan a demandar ese tipo de arquitecturas”.
Presas
Ubicada en Sonora, la presa Álvaro Obregón es la más grande de la cuenca del río
Yaqui, ya que puede almacenar 3 mil 226 millones de metros cúbicos. Con su
construcción se generaron exportaciones de arroz, café, tomate y azúcar.
Carreteras
Industria
Turismo
Puertos
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costa michoacana denominado en su conjunto Cuarto Polo de Desarrollo, el cual
empezó a cristalizarse a partir de la década de los años 70.
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Todos los inicios tienen un alto porcentaje de búsqueda, incluso los más
planeados. La gran distancia que media entre desear algo y saber los caminos para
acceder a ello, dan lugar a virajes, a tanteos. El primer momento constructivo de la
Revolución, no fue la excepción. La fase armada contó y encontró los cuerpos de
mando adecuados para el enfrentamiento militar. El movimiento constructivo
carecía de ellos.
A ello se sumaba la falta de claridad que la sociedad civil tenía acerca de la forma,
las interrelaciones, el carácter y las dimensiones que debían tener los espacios que
estaba solicitando.
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El año de 1933 puede ser visto como aquél en el que convergieron las
circunstancias endógenas y exógenas que se venían gestando desde tiempo atrás y
que en ese momento coincidieron y anunciaron que la Arquitectura de la
Revolución había dejado su etapa de experimentación para advenir a una mayor
racionalidad.
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En este nuevo momento se dio cauce a la conciencia de la necesidad de injertar la
planeación como punto nodal y de principio a partir del cual deberían llevarse a
cabo todas las obras por venir. Fue también el de la expedición de leyes y
reglamentos atingentes y el de los grandes planes nacionales en dos campos
sustantivos: la salud y la educación.
Habían sido los arquitectos los que por primera vez hicieron ver al país la
importancia de la planeación como el instrumento más eficaz en que podía
pensarse para optimizar el resultado de las políticas nacionales. Entre las muchas
actividades que llevaron adelante los arquitectos, brilla con especial intensidad la
insistencia de planear las acciones urbanas.
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La Arquitectura de la Revolución, aquella que “conscientemente anteponía el fin
social a cualquier premisa esteticista o teórica” (Ricardo de Robina), fue el correlato
de la revolución social. Fue también producto del interés de los arquitectos por
acceder a una nueva arquitectura que se distanciara de los cartabones estilísticos.
Para lograrlo, se abocaron a la solución de los grandes problemas nacionales de
contar con espacios habitables idóneos para que el conjunto social dinamizara sus
potencialidades en ellos.
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El inmueble sede del Museo Casa Estudio fue construido como casa y taller de
Diego Rivera (1886-1957) y Frida Kahlo (1907-1954) por el pintor, muralista,
arquitecto y amigo de la pareja Juan O´Gorman (1905-1982), quien lo diseñó en
1931. Edificado conforme al estilo funcionalista, concepto arquitectónico por el que
el conjunto habitacional fue declarado monumento artístico el 25 de marzo de
1998, las casas llegaron a ser habitadas por Diego y Frida hasta principios de 1934.
A partir del 16 de septiembre de 1986 es administrado por el INBA.
Edificio Ermita
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Palacio Nacional de
México
En contraparte, en la
segunda mitad del
siglo XX, se inició un
proceso de sustitución
de las estructuras
virreinales por
vanguardistas
edificaciones de hierro
y vidrio.
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cuya junta directiva estaba formada por Manuel Fernández del Castillo y de Mier,
Lucas Alamàn, Miguel Illanes y el ingeniero José Mondragón.
El ingeniero Alberto Robles Gil dirigió las obras, cuyas características principales
fueron: estructura completa realizada en hierro y acero, piso de las lumbreras y del
tendido en cemento, redondel de 45 metros de diámetro y el callejón de dos
metros de ancho.
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Parque México o parque general San Martín
CONCLUSIONES
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Casas como la de Diego Rivera, unidades habitacionales como las de las
colonias la Vaquita y Moctezuma, escuelas, entre otros, son ejemplos del
estilo arquitectónico que sin duda alguna dominó la
época revolucionaria de México.
Otra cosa que nos parece importante resaltar es que
fue precisamente durante ésta época que México
comenzó a manifestar su propio estilo arquitectónico.
Lo anterior se debió a que durante el porfiriato
únicamente se le daba entrada a proyectos
arquitectónicos de profesionales extranjeros,
principalmente de Francia e Inglaterra, eso provocó
que la construcción porfirista careciera de un estilo
mexicano e innovador.
A partir de la Revolución todo da un giro y es cuando
se le da entrada a proyectos arquitectónicos y
urbanísticos de arquitectos mexicanos. Así fue como
se empezó a consolidar un nuevo estilo mexicano
inspirado en el funcionalismo.
Por último queremos reconocer el gran legado
histórico y cultural que todas estas construcciones
representan. Cuidémoslas y llevemos en nombre de
México en alto.
BIBLIOGRAFÍA
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LA ARQUITECTURA DE LA REVOLUCION MEXICANA: CORRIENTES Y ESTILOS
EN LA DECADA DE LOS VEINTE.
1ª Edición, UNAM, México, 2008.
ARQUITECTURA HABITACIONAL.
Plazola Anguiano, Guillermo.
Limusa, México.
http://www.arqhys.com/arquitectura-mexicana.html
http://arkisanchez.blogdiario.com/1275256214/
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