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RESUMEN
PALABRAS CLAVES
1
¿La Civilización Occidental? Bueno, sería una excelente idea.
INTRODUCCIÓN.
I
LA CIVILIZACIÓN COMO CONCEPTO.
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sociedad civilizada difería de una sociedad primitiva en que era urbana, alfabetizada y
producto de un acuerdo”2. Esta caracterización del concepto del siglo XVIII y XIX, con
claros ribetes darwinistas, sustenta el discurso legitimante del eurocentrismo. En
detrimento de nuevas potencias socio-culturales, la teoría evolucionista significó una
condena, una diferenciación, donde lo civilizado era lo bueno y lo incivilizado era lo
malo, con el reparo de que debía civilizarse. Frente a esto, el positivismo no innovará
cualitativamente, sin embargo, de manera paralela, Karl Marx y Friedrich Engels
presentarán nuevos elementos, que no se alejan demasiado del evolucionismo, pero que le
dan una dimensión mucho más objetiva al problema: el materialismo histórico.
Engels, tomando como base los trabajos del viejo Morgan, señala en su Origen de la
Familia, la Propiedad Privada y el Estado:
4 Ibidem, p. 64.
tanto tecnológico como cultural y político. Un ejemplo concreto de esto es cuando Claude
Lévi-Strauss desecha toda posibilidad de evolucionismo al manifestar que:
“para que esta hipótesis fuera legítima sería necesario estar en condiciones de
probar que uno de los tipos es más primitivo que el otro; que, dado el tipo
primitivo, se produce necesariamente una evolución hacia la otra forma; por
último, que esta ley opera más rígidamente en el centro de la región que en su
periferia. Faltos de esta triple e imposible demostración, toda teoría de las
supervivencias es inútil”5.
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civilización medieval de Occidente; en segundo lugar, el proceso histórico que determina
aquel discurso; y, finalmente, el conflicto establecido, en o por, la civilización.
II
LA CIVILIZACIÓN EN EL DISCURSO: LA PRETENSIÓN DE LA EUROPA MEDIEVAL.
Erigir el discurso civilizatorio, hacia los siglos X, XI y XII, tenía una clara intención
de ordenamiento social, especialmente, si, como dice Duby, “el siglo XI europeo está
mandado por ese sistema de valores, fundado enteramente en el gusto de rapiñar y de dar,
en el asalto”11. Y como no iba a ser de esta manera, si los cristianos medievales vieron como
su ideología civilizadora se degeneraba tras las invasiones germanas (siglo V), que, más
que civilizar al bárbaro, barbarizaron al cristianismo. De aquí que se desplegaran una serie
de reformas, que buscaron retomar el sendero de la paz, el orden y la abundancia. En este
sentido, la creación de alfabetos, la fundación de monasterios y la importancia de la Ley
Escrita fueron los mecanismos de disciplinamiento. Por un lado, con el alfabeto, se buscaba
la unidad y la enseñanza de la doctrina, y por otro, con el monasterio, se buscaba insertar la
norma benedictina (ora et labora) enseñando la noción del trabajo, de la comunidad y del
evangelio, estableciendo células civilizatorias que fueran creciendo y reformando esta
sociedad desviada. Finalmente, la Ley Escrita, que representaba el marco de desarrollo de
la buena sociedad, en cuanto establecía normas de conducta e instituciones de las cuales
dependía el ser o no ser civilización.
9 Ibídem, p. 17.
10 Ibídem.
11 Ibídem, p. 19.
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Papado Romano, que apeló a una reestructuración del orden social en torno a la Iglesia de
Cristo, disputándole el poder al Sacro Imperio con la Reforma Gregoriana o Querella de las
Investiduras; y por el monasterio de Císter, que buscó un retorno a los valores del origen: la
pobreza, el trabajo y la obediencia, dándole gran valor al trabajo manual, la abundancia, al
Capítulo General Anual, la paz, a la autonomía y el modo de filiación, la unidad y a la
imitación de Cristo y su primera comunidad, el orden.
III
¿CIVILIZACIÓN MEDIEVAL OCCIDENTAL?: EL PESO DE LA HISTORIA.
En gran medida, la pesada carga de Roma o Aquisgrán sirve de paralelo para desafiar
a la historiografía, ya que la gran diversidad del mundo feudal no fue más que la evidencia
de un mundo en colapso, de un orden destruido, que durante el Medioevo se fue
rearmando, para aparecer en el renacimiento, sin embargo, la Edad Media no pudo ser
constitutiva de una civilización, ya que, a diferencia de Roma y Aquisgrán, la Edad Media
Occidental, como proceso histórico, careció de unidad, la cual debió ser reclamada por los
monasterios, las órdenes militares, las órdenes mendicantes y las reformas eclesiásticas.
Careció también de paz, ya que, al ser un mundo en transformación, el hombre no fue
capaz siquiera de mantener buenas relaciones con su Dios, dándose el caso de, incluso,
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torcer su propio orden del cosmos14. Se vivió con el miedo a la muerte15. Adoleció de la
abundancia, que bien ilustrara Fossier16 y Duby17. Había hambre. Y menos aún hubo un
orden, ya que la excesiva heterogeneidad hizo que este mundo se caracterizara por el
nacimiento de ideales con espíritu local, especialmente visibles en la Querella de las
investiduras y el ulterior proceso de diferenciación social que culmina en la construcción
de un nuevo ordenamiento.
IV
LA CONFIGURACIÓN DEL NUEVO ORDEN: LA CONSTRUCCIÓN DE LA
CIVILIZACIÓN DEL CAPITAL.
15 Vide Fossier, R. (2008). Este fenómeno también es posible de apreciar en la película “El séptimo sello”
(1957) de Ingmar Bergman.
17 Vide Duby, G. (1986: 13). Duby es categórico al señalar: “Hay hambre. Cada grano de trigo sembrado no da
más que tres o cuatro, cuando es verdaderamente bueno”.
mares del norte, y en las ferias (cuya influencia declina en el s. XIV). Este último punto
resulta trascendente, ya que, como plantea Le Goff:
“La decadencia de las ferias de Champaña se halla unida, sobre todo, a una
transformación profunda de las estructuras comerciales, que da lugar a la
aparición de un nuevo tipo de comerciante: el mercader sedentario en lugar del
mercader errante”18.
19 Ibídem.
11
en la Edad Moderna21, de hecho, como nos define Le Goff, “indudablemente, vale más
considerar al gran mercader como un precapitalista”22. Sin perjuicio de lo anterior, es
preciso definir que los mercatores de los cuales hablamos, resultan un punto de inflexión,
ya que ellos contribuyen a romper el marco de las estructuras feudales23.
REFLEXIONES FINALES.
22 Ibídem, p. 51.
23 Ibídem.
Finalmente, es posible sostener la incivilidad del occidente europeo a través del
parámetro comparativo de la civilización oriental. Europa envidiaba la civilidad de los
chinos, de hecho, siempre se buscó una alianza efectiva24, que les permitiera alimentarse de
su modus operandis, lo que se hizo carne en la cosmovisión de los movimientos de reforma,
por ejemplo, y que no se logró consolidar sino con la integración surgida en el seno del
mundo rural que permitió el desarrollo del espacio urbano.
24 Cabe mencionar el caso de Marco Polo, que fue funcionario estatal de la dinastía Yuan (1271-1368), como
ejemplo de una constante y fuerte interacción. Vide Colección China (1984: 72).
13
BIBLIOGRAFÍA.