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DE ESTUDIOS TEOLÓGICOS
FLET
ENSAYO:
FLET
Septiembre/2010
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………………………………………………………. 2
1. David lo testifica.
2. Isaías lo testifica.
3. Jeremías lo testifica.
4. El apóstol Pablo lo testifica.
5. El médico y evangelista Lucas lo testifica.
6. Elisabet lo testifica.
CONCLUSIÓN……………………………………………………………………………………………………………………… 13
BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………………………………….……………….……… 13
CÓMO LLEGUÉ A CREER QUE EL ABORTO ES UN PECADO. ENSAYO FLET, DARÍO GONZÁLEZ - 1
INTRODUCCIÓN
Muchos años han pasado desde cuando comencé a dudar que el aborto, en las primeras semanas de
embarazo, fuera un pecado. Hasta llegué a creer con convicción que la vida humana no comienza en el
momento de la concepción, todo esto como resultado de mi estudio personal y de mi instrucción bíblica.
Llegar a cambiar de opinión no ha sido fácil de mi parte, porque cuando he llegado a convencerme de
algo lo he confesado y defendido hasta las últimas consecuencias. Sin embargo, no sucedía así con el tema
del aborto. Con el tiempo llegué a darme cuenta que era muy importante definir mi posición, especialmente al
confrontarme con dos situaciones: una era la de debatir sobre las posiciones “pro-life” o “pro-choice”, y la
otra era tener que aconsejar a mujeres embarazadas que querían abortar. Debatir sobre las posiciones “pro-
vida” o “pro-libre elección” siempre me dejaba con un gusto amargo. Por un lado aceptaba y apoyaba las
acciones y manifestaciones “pro-vida”, porque mi esposa servía en uno de sus ministerios aconsejando a
señoritas para que eligieran no abortar. Por el otro lado, sostenía que las personas deberían hacer su propia
elección sin temor a ser condenadas por ello.
Pero en nuestro ministerio nos confrontábamos con casos reales y no con simples debates sobre
teorías filosóficas o teológicas. Así que cuando me tocaba aconsejarlas a mí, les aconsejaba que eligieran no
abortar y que lucharan por la vida. Al hacer esto me daba cuenta que mi conciencia estaba tranquila, pero no
así mi integridad intelectual, porque no lo estaba haciendo creyéndolo, sino más bien sintiéndolo. Con el
tiempo creí que llegaría a acostumbrarme a sobrellevar eso que yo consideraba una paradoja, un conflicto en
mi integridad de fe personal, el creer algo que no podía sostener y confesar abiertamente. Y por otro lado, el
hacer algo sobre lo que no solo dudaba, sino que no lo creía, pero que dejaba en paz mi conciencia espiritual,
aunque no así a mi conciencia intelectual, produciendo una carga de responsabilidad moral al respecto*1 y
una necesidad de estar persuadido bíblicamente, porque información ya he tenido suficiente.
Alberto Mestre dice los siguiente: “Junto a todo esto hay que añadir la enorme cantidad de información
indiscriminada a la que el hombre de hoy puede acceder, con la consiguiente dificultad de elaborar una síntesis
personal satisfactoria, por lo que en muchas ocasiones queda suspendido el propio juicio sobre los temas en discusión
buscando más bien adherirse a opiniones y respuestas prefabricadas por otros.”*2
El tiempo pasó, y se llego el día de confrontarme de nuevo con ese tema sin temor a debatirlo y sin
temor a salir vencido, o mejor dicho convencido. Esto sucedió al comenzar a leer el libro de “Ética
Cristiana”, de Gerald Nyenhuis y James P. Eckman, con muchas de mis predisposiciones y prejuicios
sostenidos con base bíblica mucho más convincente que las presentadas por los autores. Al llegar al capítulo
cuatro, sobre el aborto, decidí hacer el ensayo sobre dicho tema, con la intención de debatir y por primera vez
manifestar abiertamente mis convicciones, sostenidas exclusivamente con la Biblia, que la vida no comienza
en el momento de la concepción, sino que en el momento del nacimiento, así como también concluir que el
aborto no es un pecado.
Conforme avanzaba en el estudio de la Biblia y a escribir mis argumentos, comencé a darme cuenta
de lo inconsecuente y peligroso de mis creencias. Así que, el debate fue conmigo mismo, con los mismos
textos, pero con más compresión, luz bíblica, biológica y ética. Al terminar el estudio y de escribir el ensayo,
me sorprendí a mi mismo persuadido de lo contrario que buscaba.
Así que, a continuación presento mi ensayo, como un esfuerzo de mi estudio bíblico personal, y
como un testimonio del proceso que tome para llegar a creer que, de hecho la vida humana comienza en el
momento de la concepción, que el embrión tiene un propósito de vida, y que por tanto el aborto en cualquiera
de su estadios es un pecado.
1- “En muchas ocasiones también parece el término responsabilidad sinónimo de conciencia, por lo que parece se
pueden intercambiar con facilidad dichos términos.” La ética de la responsabilidad según Robert Spaemann, Alberto
Mestre, Profesor del Instituto Superior de Ciencias Religiosas en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum. El Concepto
de la responsabilidad. pag. 5. Leer un extracto del libro en:
http://mail.ups.edu.ec/universitas/publicaciones/universitas/contenidospdf//laetica10.pdf
2-ibid. La vivencia de la responsabilidad en el mundo de hoy. pag 4.
CÓMO LLEGUÉ A CREER QUE EL ABORTO ES UN PECADO. ENSAYO FLET, DARÍO GONZÁLEZ - 2
I. EL COMIENZO DE LA VIDA Y
SUS IMPLICACIONES BIOLÓGICAS Y MORALES
Según la Biblia, el ser humano se convierte en “ser viviente” con el soplo de aliento de vida:
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de
vida, y fue el hombre un ser viviente.” Génesis 2:7.
Tomando primeramente en cuenta los tres elementos que dan testimonio de la vida, mencionados en
la Escritura, como son: el Espíritu, el agua y la sangre (1Juan 5:8). Y segundo, los tres elementos
que forman al ser humano: cuerpo, alma y espíritu (1Tes. 5:23; Job 7:11). Veremos que la
concepción está representada por todo el proceso creativo que comienza por la constitución de los
elementos del “polvo de la tierra” y “la sangre”, los cuales son combinados por el poder de la
palabra creativa de Dios, “el agua”. La activación o animación de dicha materia prima viene a través
del “soplo divino”, “el espíritu”. Y es la participación de todos estos elementos juntos, el que lo
convierten en un “ser viviente”, con personalidad y espiritualidad; a la imagen y semejanza de Dios.
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Por lo tanto, la combinación del polvo de la tierra y la sangre convierten o dan a luz, a lo que
el Apóstol Pablo dio en llamar “el cuerpo animal” (1Cor. 15:44), enfatizando claramente que “lo
espiritual no es primero, sino lo animal, luego lo espiritual”. Así que donde hay sangre, hay vida.
Aunque esto, por supuesto, podría ser valido solamente después de la caída de Adán en pecado, pues
originalmente, antes de la caída, su cuerpo fue creado para vivir, para ser inmortal, así que
seguramente su cuerpo no necesitaba de la sangre para vivir. Como ejemplo podemos considerar el
cuerpo de Jesucristo después de la resurrección, el cual tenía carne, huesos, y podía comer, pero no
menciona su sangre. ¿Por qué? Porque su sangre ya había sido derramada y su nuevo cuerpo, uno
glorificado, no necesitaba de la sangre para poder vivir (Lucas 24:39-43).
El cuerpo humano como consecuencia de la corrupción del pecado no puede ser restaurado o
santificado en vida, tiene que sufrir la muerte para poder ser redimido, porque como dice el Apóstol
Pablo, “la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios”, para ello necesitamos de un
cuerpo glorificado (1Cor. 15:50-54).
Las aguas están muy relacionadas con lo espiritual, con el alma, con la
personalidad. Así que, sin el agua no habría alma, no existiera personalidad. Lo Alma
que naciera solamente sería carne, cuerpo con vida biológica, sin alma, sin vida
psicológica. En toda la Biblia el agua se compara con la vida del alma, con el
corazón (Lam. 2:19); así como con la vida espiritual (Juan 4:14; Apoc. 21:6). Es
el alma la que llega a tener sed de Dios, la que desea las “corrientes de aguas”
(Salm. 63:1). En el Evangelio de Juan, Jesucristo dijo: “El espíritu es el que da Cerebro
vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son
espíritu y son vida” (Juan 6:63).
Es interesante notar que, aunque el alma del ser humano ha sido corrompida por el pecado,
puede ser santificada y renovada durante la vida terrenal por el agua de la Palabra de Dios (Efes.
4:23; Rom. 12:2; Col. 3:10; Tit. 3:5; Efes. 5:26).
4-(El 70% del cuerpo humano, el 90% de la sangre, el 85% del cerebro y el 95% de los ojos. En el momento de la
concepción, el cigoto (la unión entre el espermatozoide y el óvulo) es 99% agua. http://www.ener-gie.com/h2o-
water_molecule.html; http://www.evolutionhealth.com/bragg_h20.html
http://www.saludmed.com/Salud/Nutricion/Agua.html
5-http://www.aula2005.com/html/cn3eso/17elprocesreproductiu/17elprocesreproductiues.htm
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“Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas,
sin faltar una de ellas.” Salmo 139:16 (Ver nota de pie de página de la página 12).
6-http://usuarios.multimania.es/hispataxia/FOLLFA/07-LEYES.htm
7-http://www.bebes.sutterhealth.org/babygrowth/fetaldev/bg_fetaldev-1.html
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B. EL SOPLO DE ALIENTO DE VIDA, EL ESPÍRITU Y LA CONCIENCIA
Así que, el ovulo y el esperma, elementos que bien podrían estar representados en Génesis
por el “polvo de la tierra” o por la “costilla de Adán”, se procesan luego por el “agua”, que está
representada por la participación activa y acción volitiva de la palabra de Dios (Efes. 5:26; 2Ped.
3:5; 1Jn. 5:8), para luego venir la intervención del Espíritu, el aire, el respiro divino, el aliento de
vida. Así es como se forma el ser humano viviente, con cuerpo, alma y espíritu (1Tes. 5:23).
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Así que, de igual manera como Adán adquirió dichos atributos posterior a su formación
física, biológica y psicológica; así también podría ser que desde entonces, nosotros sus
descendientes, recibiéramos o adquiriéramos dichos atributos en el momento de nuestro nacimiento
y no en el momento de nuestra concepción biológica. No hay ninguna duda que es por medio de la
sangre que heredamos el mapa genético de la corrupción biológica y la muerte física, como
consecuencia del pecado. Pero podría ser que la corrupción moral, el pecado, sea transmitido por
nuestro espíritu humano que adquirimos al momento de nacer (Rom. 5:12).
Siguiendo el mismo patrón, constatamos que el “aliento de vida” ya no se recibe por un
soplo divino, sino que por un respiro o inhalación al momento de nacer, con el primer llanto, cuando
el bebe respira por primera vez y se convierte en un ser independiente, en un ser viviente.
Mientras que el bebe se encuentra en el vientre materno, es sustentado física y
espiritualmente por la madre, el bebe vive a través de su madre, “respira” a
través de ella, siente a través de ella, es dependiente de ella y expuesto a la
muerte. Es un ser humano sin la habilidad de ejercer sus potencialidades.
Así que, de acuerdo a todo lo anterior expuesto, podríamos llegar a la
conclusión, que el bebe solo llega a ser un “ser viviente” al momento de
nacer, cuando por la voluntad de su madre es sacado al mundo, cuando se le
da a luz. Sería en ese preciso momento, cuando él se separa de su madre y
respira por sí mismo, que recibe los atributos que lo convierten en un “ser
viviente”, moral y espiritual, a imagen y semejanza de Dios, en un ser humano en ejercicio de todos
sus atributos personales, en un pecador necesitado de redención (Rom.5:12).*9
Entonces, si así fuera, ¿cuáles serían las implicaciones éticas y los límites morales que
protegerían a la criatura humana antes de nacer?
Nuestra obligación moral estaría en proteger a la vida humana y al ser humano aunque este
no esté en ejercicio de su personalidad, ya sea antes de nacer o después de haber nacido.
9- Son millones los abortos naturales o espontáneos, y muchos en estado embrionario. Uno de cada cinco embarazos termina en
aborto espontaneo en los primero tres meses. http://kidshealth.org/parent/en_espanol/medicos/miscarriage_esp.html, Sept.2010.
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B. LAS RELACIONES SEXUALES SE TIENEN CON PROPÓSITO
Aún el coito, el acto sexual en sí, fue diseñado y ordenado con propósito y finalidad, el de la
satisfacción y el bienestar. Dicho propósito se logra ya sea a través de un acto sexual exclusivo o
inclusivo, así es como yo los defino. El acto sexual exclusivo tiene como finalidad el placer, y el
acto sexual inclusivo tiene como finalidad la reproducción.
El propósito natural o biológico siempre existe, aun cuando dicho proceso sexual sea
limitado a su propósito exclusivo, con la única finalidad del placer sexual, ya sea bloqueando o
evitando el proceso reproductivo; sin importar si se hace por medios lícitos o ilícitos, responsable o
irresponsablemente, dentro o fuera del matrimonio. Y no importa si se utilizan métodos
anticonceptivos naturales o artificiales, no abortivos o abortivos, el propósito natural o biológico
siempre seguirá latente, aunque a veces inactivo.
La práctica lícita y legitima del sexo por placer, aun cuando es excluyente (evitando la
reproducción) y exclusiva (solo por placer), en ninguna manera cambia, invalida o elimina el
propósito biológico para el cual fue diseñado todo el organismo y proceso sexual. Sino que,
simplemente lo desactiva, lo evita o lo supera, como evitamos o superamos a la fuerza de la
gravedad. Por cierto, así como no existe medio ilícito o inmoral de superar la fuerza de la gravedad,
así tampoco debería de considerarse ilícito o inmoral ningún medio que ayude a evitar la
concepción, no así para interrumpirla.
Todo ser humano, cada persona, debería alabar a Dios, porque es El quien nos otorgó los
atributos y potencialidades de la procreación. Es Dios quien en su sabiduría y poder creó al hombre
y a la mujer con la capacidad de concebir y procrear a través del acto sexual. Es Dios quien
prácticamente, gracias a los atributos genéticos que nos ha otorgado como especie, es el que
“entreteje” en el vientre de cada madre las fibras de cada ser humano, ofreciéndonos así la
oportunidad de la vida. (Salmo 139)
Job y otros escritores bíblicos lo tenían bastante claro cuando se referían a un no nacido, aunque lo
consideraban la obra de Dios, ellos no lo consideraban consciente de su existencia, sino por el
contrario, como si no hubiera existido. Esto igual si moría aun inmediatamente después de haber
nacido. Esto solo confirma la ausencia o inactividad de ciertos atributos sicológicos y espirituales,
como los de la conciencia antes del nacimiento.
1-Leamos algunos versículos de Job.
Capítulo 3:
-3:11 ¿Por qué no morí yo en la matriz, O expiré al salir del vientre?
-3:13 Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría; Dormiría, y entonces tendría descanso,
-3:16 ¿Por qué no fui escondido como abortivo, Como los pequeñitos que nunca vieron la luz?
-10:18 ¿Por qué me sacaste de la matriz? Hubiera yo expirado, y ningún ojo me habría visto.
-10:19 Fuera como si nunca hubiera existido, Llevado del vientre a la sepultura.
Pero al mismo tiempo notamos la claridad con la que se afirma en la Biblia, ya sea explícita
o implícitamente la participación divina activa en la concepción individual de cada ser humano. O
sea que, ningún embrión pasa desapercibido delante de Dios, sino que goza del beneficio de la
intervención divina. De hecho, la fecundación conlleva no solamente la concepción del embrión,
sino también la concepción del propósito divino activo y pasivo para dicho embrión.
1-David lo testifica:
-Salmo 22:10 Sobre ti fui echado desde antes de nacer; Desde el vientre de mi madre, tú eres mi
Dios.
-Salmo 71:6 En ti he sido sustentado desde el vientre; De las entrañas de mi madre tú fuiste el
que me sacó; De ti será siempre mi alabanza.
-Salmo 139:13 Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre.
-Salmo 139:15 No fue encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fui formado, Y entretejido
en lo más profundo de la tierra.
-Salmo 139:16 Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas
Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas.*10
2-Isaías lo testifica:
-Isaías 49:5 Ahora pues, dice Jehová, el que me formó desde el vientre para ser su siervo, para
hacer volver a él a Jacob y para congregarle a Israel (porque estimado seré en los
ojos de Jehová, y el Dios mío será mi fuerza);
6-Elisabet lo testifica:
-Lucas 1:44 Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de
alegría en mi vientre.
10- En este texto, cuando David menciona, “Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar
una de ellas”, personalmente creo que la expresión “en tu libro” se está refiriendo a lo que Dios ya ha escrito en el mapa genético de
cada ser humano, su ADN aún desde su estado embrionario.
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CONCLUSIÓN
Por tanto, quedo persuadido que desde el mismo momento de la concepción, el ovulo
fecundado tienen un propósito divino para el cual fue concebido y que nuestra obligación moral es
la de ayudarlo a alcanzar su feliz término hasta el nacimiento. La interrupción de dicho proceso bajo
cualquier forma constituye un despropósito moral a lo determinado por Dios para dicha criatura, y
por tanto un pecado.
Dicha participación divina en la concepción trae consigo una responsabilidad moral para con
los progenitores, la sociedad y el Estado. La madre y el padre se constituyen, especialmente la
madre, en tutores divinos, con la obligación moral de ayudar a la finalización o feliz cumplimiento
del designio divino para dicho cigoto, embrión, feto o bebe.
El aborto debe considerarse un acto delictivo, ya sea en el caso del aborto asistido o auto
inducido, cuando este es efectuado sin ningún otro motivo que el de la irresponsabilidad. No he
entrado en detalles sobre las excepciones o penalizaciones de los casos porque no ha sido la
intención del presente ensayo.
Mi propósito ha sido el de persuadirme y persuadirnos sobre la gravedad moral del aborto en
cualquier momento después de la concepción, y del por qué debe ser considerado como pecado
desde el punto de vista bíblico. Especialmente, considerando el argumento de aquellos que sostienen
que mientras esta en el vientre materno en cualquiera de sus estados antes del nacimiento no se trata
del aborto de una “persona”, término que he evitado en lo posible, por considerarlo
contraproducente desde el punto de vista bíblico, prefiriendo el término bíblico “ser viviente”, pero
en ningún caso como substituto de “ser humano”, sino como complemento y cumplimiento
espiritual de este.
Nuestra sociedad debería de tomar todas las medidas precisas para instruir al respecto,
advirtiendo de la gravedad de dicho acto delictivo y ayudar a prevenirlo por todos los medios a su
disposición, incluyendo la legislación respectiva.
Interesante sería ver a los protectores de la naturaleza pronunciándose ante lo que es una
fragante violación contra la naturaleza, el aborto, pues interrumpe el desarrollo natural del embrión
hasta su nacimiento, negándole la vida. Muchas instituciones se preocupan de los animales y del
medio ambiente, pero pasan por alto una de la violaciones más graves a la naturaleza, y a veces
hasta lo promueven, la privación de ser un “ser viviente”, negándole el derecho a la vida humana.
Así que éticamente el aborto es un acto inmoral, un pecado delante de Dios y un delito
contra la humanidad.
El Espíritu Santo testifica así del propósito de cada hijo de Dios:
“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la
imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.” Romanos 8:29
BIBLIOGRAFÍA
-Gnesler, Henrry J. Spurgin, Earl W. Spurgin. Swindal, James C. ETHICS, Contemporary readings. New York and
London: Routledge, 2004. (Especialmente la sección, “A defence of Abortion”, pag. 266)
-Lacueva, Francisco. Cursos de formación teológica cristiana, ETICA CRISTIANA. Barcelona: Editorial CLIE, 1975.
-McDowell, Josh. Mitos de la educación sexual. Terrassa: Editorial Clie, 1992.
- Nyenhuis, Gerald y Eckman, James P. Ética Cristiana. Miami: Logoi In., 2002.
- Reina, Valera. Santa Biblia, Revisión 1960.
-Yahya, Harun. The miracle of human creation. New Delhi: Goodword Books, April 2003. (Excelente presentación
científica desde la perspectiva del Corán).
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