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FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

CARRERA DE SOCIOLOGÍA

El Genocidio en
Uruguay
(1973 – 1985)

ANÁLISIS DE LAS PRÁCTICAS SOCIALES GENOCIDAS


Cátedra: Dr. Feierstein, Daniel

Práctico: Lic. Levy, Guillermo; Lic. Molinari, Lucrecia


Año de cursada: 1er. Cuatrimestre 2008
Año de entrega: diciembre-2010

“No, no aceptes lo habitual como cosa natural.


Porque en tiempos de desorden,
de confusión organizada,
de humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural.
Nada debe parecer imposible de cambiar”
BERTOLT BRECHT
Alumna:
SAMANES, GRACIELA CECILIA (DNI: 13.319.336 – mail: ceciliasamnes@yahoo.com.ar)
Entrega: 7 de diciembre de 2010
Defensa: 21 de diciembre de 2010
La foto es del “Memorial de los Detenidos-Desparecidos”, ubicado en el Parque Vaz Ferreira, cerro de
Montevideo. Inaugurado el 10 de diciembre de 2001. Premio obtenido por los arquitectos Kohen y Otero.
I. ACLARACIÓN PRELIMINAR
Gaston Bachelard plantea que la ciencia se enfrenta a una serie de obstáculos
epistemológicos, en particular dificultades psicológicas que no permiten una correcta
apropiación del conocimiento objetivo, y encuentra elementos en el interior del intelecto que
dificultan el conocimiento certero de lo real. Por lo tanto sería necesario abandonar los
hábitos analíticos de la experiencia que en general son propios de todo espíritu pre-científico.
Bachelard justifica este concepto con su propuesta de que la ciencia se opone a la opinión,
porque la opinión “piensa mal; no piensa; traduce necesidades en conocimientos” y continúa
que “es precisamente este sentido del problema1 el que sindica el verdadero espíritu
científico... Si no hubo pregunta, no puede haber conocimiento científico. Nada es
espontáneo. Nada está dado. Todo se construye.2”
El “sentido del problema” que guía este trabajo es fundamentalmente político, como
compromiso social. Por esta razón hacemos aquí el esfuerzo de seguir la propuesta de
Bachelard intentando una ruptura con el primer obstáculo epistemológico de la “experiencia
básica” para no caer en la banalización del término ni de los fenómenos genocidas y observar
el caso uruguayo desde un “espíritu científico que se forma reformándose”.
Asimismo, el siguiente desarrollo se realiza con la plena convicción de que la
característica cuantitativa no es el factor determinante de un fenómeno como el genocidio,
sino mas bien el sentido de la matanza y hacia quién/es va dirigido.

Ahora sí, el Genocidio en Uruguay (1973-1985). . .

1
Cursiva en el original
2
Cursiva propia
2
II. INTRODUCCIÓN
“(...) práctica social genocida: aquella tecnología de poder cuyo objetivo radica en la destrucción
de las relaciones sociales de autonomía y cooperación y de la identidad de una sociedad, por medio del
aniquilamiento de una fracción relevante (sea por su número o por los efectos de sus prácticas) de
dicha sociedad, y del uso del terror producto del aniquilamiento para el establecimiento de nuevas
relaciones sociales y modelos identitarios” 3

“El asesino fue el mayordomo” sería la última frase de un libro de suspenso. Sin
embargo, en este trabajo, el título es la conclusión. En Uruguay se perpetró una práctica
social genocida donde el dispositivo de poder utilizado fue la prisión prolongada.
El tema se plantea porque en los materiales consultados (sean institucionalizados por el
Estado; de organizaciones no gubernamentales o libros de los familiares o de las mismas
víctimas) no se caracteriza como genocidio lo sucedido en el período dictatorial. Si, por
ejemplo, en el Informe “Uruguay Nunca Más” y documentos del Movimiento Nacional de
Liberación-Tupamaros (MLN-T) definen los hechos como “guerra” (interna), ello no implica
que internalicen la violencia represiva del Estado como una práctica social genocida.
No se incluyen los exiliados por ser cifras muy difusas, pero si se toman en cuenta los
muertos y desaparecidos en términos absolutos, el número de víctimas en Uruguay es bastante
inferior a Chile, Argentina o el proceso guatemalteco y en términos relativos las cifras de los
asesinados con respecto a la población de cada país son: para Argentina un 0,125%; Chile
alrededor del 0,036%; y Uruguay con un valor cercano al caso argentino de 0,011%4. Sin
embargo, se considera en esta investigación que en Uruguay tuvo lugar una “destrucción de
las relaciones sociales de autonomía por medio del aniquilamiento de una fracción relevante
(por los efectos de sus prácticas)”.
Las hipótesis que guiaron el estudio monográfico son: por un lado, que el objetivo
común a las dictaduras latinoamericanas era el aniquilamiento del otro negativizado en su
condición de militante revolucionario, convertido en enemigo por el discurso -como lugar de
lucha- minucioso, simbólico y permanente de los grupos de poder; y, que para lograr aquel
objetivo la tecnología de poder que enmarcó a los procesos dictatoriales de Latino América
fue la práctica social genocida, aunque los dispositivos de aniquilamiento utilizados sean
3
Feierstein, Daniel, “El genocidio como práctica social. Entre el nazismo y la experiencia argentina”, FCE,
Buenos Aires, 2007, pág. 83
4
Según cálculos propios como resultado de búsquedas demográficas en internet: Chile tenía una población
estimada en 1970: 11.000.000 de personas, víctimas de la dictadura pinochetista: 4.000. Para Argentina: sobre
una población de 24.000.000 de personas hubo 30.000 desparecidos. Guatemala con sus cifras supera los límites
del horror: 250.000 muertos, 1.500.000 mayas y 450.000 campesinos desplazados al exilio.
3
diferentes en cada país de la región.
El objetivo de esta monografía es explorar y describir las características y
particularidades de las prácticas sociales genocidas en el caso específico de Uruguay. Para
ello se recurre -como soporte rector- a la periodización de las prácticas sociales genocidas que
realiza Daniel Feierstein para el caso Argentino, y que a su vez sirve como elemento de
referencia.
Se emplea una estrategia metodológica cualitativa creando series analíticas para
interrogar los documentos históricos y por este medio indagar sobre los niveles discursivos y
extra-discursivos que dan cuenta de las rupturas en la linealidad de la historia (contada por los
historiadores) y examinar las condiciones de posibilidad que permitieron la implantación de la
dictadura uruguaya5. Los documentos son:
Servicio Paz y Justicia, Uruguay Nunca Mas, Informe sobre las represiones de los
Derechos Humanos (1972 - 1985), Montevideo, Uruguay, 1989.
http://www.memoriaenelmercosur.educ.ar/?p=145, consulta marzo 2009.
Realizado por fuera de las instituciones estatales, éste es el primer informe sobre la
dictadura con características de investigación. Este informe toma como ejemplo el Juicio a las
Juntas de Argentina y el informe de la CONADEP.

Universidad de la República, Comisión de Investigación Científica (CSIC), Facultad de


Humanidades y Ciencias de la Educación, Centro de Estudios Interdisciplinarios
Uruguayos (CEIU), Investigación histórica sobre la dictadura y el terrorismo de estado
en el Uruguay (1973-1985), Tomo I, Tomo II y Tomo III, Montevideo, Uruguay, 2008.
http://www.universidadur.edu.uy/bibliotecas/publicaciones_2009.htm, consulta enero
2010.
El presidente Tabaré Vázquez, en el año 2005, a través de un convenio entre la
Universidad de la República y la Presidencia, encarga la primera investigación del proceso
dictatorial. El resultado fueron cinco volúmenes editados en 2007. El material consultado
para la presente investigación data de la edición de 2008 y es información adicional a aquellos
originales. El Tomo I se refiere a las muertes perpetradas por la dictadura; el Tomo II relata la
violencia y hostigamiento sobre la sociedad en general; y el Tomo III se refiere a la represión
a los gremios y partidos políticos y hace un análisis del avance en la búsqueda por la verdad y
la justicia. En la bibliografía de esta investigación se incluye el libro de Daniel Feierstein: “El

5
Foucault, Michel, Introducción a “La arqueología del saber”, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 1991.
Introducción.

4
genocidio como práctica social. Entre el nazismo y la experiencia argentina”.

Madres Y Familiares De Uruguayos Detenidos Y Desaparecidos, “A todos ellos”,


Ediciones de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, Montevideo, Uruguay,
2004.
Texto que recopila toda la información acumulada y detallada sobre cada uno de los
desaparecidos.
Gatti, Gabriel, El detenido desaparecido. Narrativas posibles para una catástrofe de la
identidad, Ediciones Trilce, Montevideo, Uruguay, 2008
Gabriel Gatti es Doctor en Sociología y coordina el Centro de Estudios sobre la
Identidad Colectiva, este libro es un ensayo de tipo exploratorio sobre las ausencias de los
desaparecidos. Su padre, Gerardo Francisco Gatti Antuña, fue desaparecido el 9 de junio de
1976 en Argentina, detenido en Automotores Orletti y Coordinación Federal, visto por última
vez en julio del ‟76

Leyes consultadas en http://www.parlamento.gub.uy/leyes 6

La historia de la guerrilla se consultó en la página de Movimiento de Liberación Nacional


Tupamaros
http://www.archivochile.com/America_latina/html/americalatina_jcr_tupa.html

6
Según detalle en Bibliografía “Material de investigación para el estudio de caso”
5
III. MARCO TEÓRICO
“(la excepción es) la forma legal de lo que no puede tener forma legal.” 7

Para analizar las dictaduras es necesario enmarcarlas en el conjunto de países del Cono
Sur, observando las semejanzas entre ellas y las particularidades de cada proceso individual.
Para ello se considera que es preciso sustentar el análisis empírico desde diferentes
ángulos teóricos.
Este trabajo dará cuenta de que el proceso dictatorial en Uruguay desde 1973 a 1985 fue
un genocidio, a partir de categorías tales como práctica social genocida y la periodización en
el estudio de casos de Daniel Feierstein; genocidio e historización en Arendt, Bauman,
Lemkin, Traverso, acción colectiva y repertorio de lucha de Charles Tilly (1978); de acción
directa de Juan Carlos Marín (1973); autoidentificación y autoconciencia que realiza Gino
Germani (1999); autonomía moral de Piaget (1983); clase social en Marx y Engels (1975,
1980); y de guerra civil y genocidio de Inés Izaguirre (2009).
A pesar de utilizar aquellos conceptos, el principal sustento teórico son las nociones de
Foucault que atraviesan toda la investigación y el análisis de las prácticas sociales genocidas
desarrollado por Daniel Feierstein.
Hay un doble sistema de relaciones sociales: las relaciones de producción en el ámbito de
la producción y reproducción de las mercancías y las relaciones de poder en el ámbito de la
producción y reproducción del orden social. Por lo tanto, se hace necesario analizar las
relaciones de poder para desentrañar cómo se presentan las relaciones asimétricas de
dominación. En este sentido se entiende que hubo una lucha de clases abierta y extendida a
varios países no sólo del Cono Sur americano, que devino en guerra de clases y finalizó con el
asesinato de todo opositor político llevado a cabo por los aparatos represivos del Estado en
tanto y en cuanto ejecutores del bloque dominante de poder conformado por las burguesías
nacionales y transnacionales, la Iglesia y las FFAA.
Para Foucault la modernidad necesita de hombres sanos para poder explotarlos. El
capitalismo necesita de los individuos (que en conjunto forman una masa a ser explotada)
como productores de mercancías. Por lo tanto, el capital debe regular la vida y no la muerte.
Esto implica que el Estado, como entidad abstracta pero representante de la ideología
dominante, ejerza su poder cuidando y controlando la salud a través de la bio-política, éste es

7
Agamben, Giorgio, “Homo sacer I. El poder soberano y la nuda vida”. Pre-Textos. Valencia. España. 1998,
pág. 24
6
el nuevo modo que adquiere la vigilancia por sobre los hombres. En el mecanismo de
disciplinamiento se encuentran dos momentos pero que, si bien convivientes, siempre hay uno
que prevalece en su función y eficacia. Con la revolución industrial -donde se necesitan más
brazos para producir y espaldas sobre las que cargar las miserias de la producción- se hace
indispensable que el hombre viva y se reproduzca como sujeto económicamente útil y
políticamente dócil. Entonces, el Estado, como ente regulador, gestiona la vida por medio de
la natalidad, la mortalidad, la salud, el cuidado en el trabajo. En el período anterior la fórmula
estaba invertida, el Rey hacía morir y dejaba vivir, era el momento de la anatomo-política
donde el cuerpo era el objeto a castigar.
Avanza sobre esta vía en “Seguridad, Territorio, Población”, establece una nueva forma
de orden social y es el pasaje de la sociedad disciplinaria a la sociedad de control. Distingue
“pueblo” de “población”. En el primero los sujetos son construidos por el contrato social, son
quienes pueden violar las leyes penales en cuanto delincuentes, y la disciplina funciona aquí
concentrando y controlando; mientras que la “población” es el nuevo sujeto colectivo a ser
administrado por el “arte del buen gobierno”. La multiplicidad de individuos que “no son
pertinentes” queda fuera de la población, se convierten en sujetos resistentes a las
regulaciones de la población, y por lo tanto son pasibles de ser castigados.
El nuevo dispositivo de poder utilizado es la seguridad que “deja hacer”, pero hasta lo
que se considera permitido según las normativas establecidas. Aquí la ley es regulatoria de la
población, mientras que la disciplina prescribe y la ley prohíbe.
Por otro lado, para entender la persecución a determinados grupos subalternos, se hace
necesario retomar a Piaget, para quien “hay autonomía moral cuando la conciencia considera
necesario un ideal independiente de toda presión exterior. ... La autonomía, pues, aparece con
la reciprocidad cuando el respeto mutuo es lo bastante fuerte para que el individuo
experimente desde dentro la necesidad de tratar a los demás como él querría ser tratado” 8.
Justamente este atributo de los individuos, y más aun cuando se relacionan en grupos
subalternos, les permite crear lazos de autoidentificación con sus pares. Esto les permite, de
manera inconsciente, asumir una posición de enfrentamiento con los mandatos heterónomos
de la sociedad y del orden social establecido por determinados grupos de poder.
Charles Tilly define acción colectiva como una “acción discontinua y contenciosa: no
está construida sobre rutinas diarias y tiene implicancias para los intereses de personas
distintas al grupo que actúa así como para los propios intereses compartidos de los actores.
Cuando las implicancias son negativas se puede hablar de conflicto; cuando son positivas se

8
Piaget, Jean, “El criterio moral en el niño”. Ediciones Fontanella, Barcelona, España, 1983. Pág., 165

7
puede hablar de cooperación.”9. Hay cuatro aspectos de la acción colectiva a tener en cuenta
para identificarla: ocurre como interacción entre personas; dentro de límites impuestos y
entendimientos compartidos; se aprende y se construye en la misma práctica de la acción; y,
por último, la forma de cada acción se dirige a usos subsecuentes, porque cada acción tiene
una historia distinta y refleja las relaciones sociales de un momento determinado.
Igualmente útil a este trabajo es su concepto de repertorio como la característica propia
de cada acción con sus actores particulares, lugares, formas y con objetos definidos y
limitados, y que se encuentra aplicado en la descripción que realiza Juan Carlos Marín, en el
Chile de los años 70, de las “tomas” como forma clasista de lucha y las “huelgas” como
forma corporativa, estos son los diferentes repertorios con sus características específicas que
asume la lucha antes de que la Unión Popular asumiera el Gobierno.
Para este autor la acción directa es el esquema utilizado para transgredir los canales
institucionales de procesamiento del conflicto cuando aquellas acciones “permitidas” para
solucionar el enfrentamiento entre clases no satisfacen los reclamos, y es entonces que los
grupos subalternos eligen formas que chocan contra la legalidad del sistema de negociación.
Siguiendo esta lógica de análisis, Germani explica que la categoría de clase tiene para la
sociología una existencia real y se construye su definición a partir de criterios estructurales y
psicosociales. Dentro de los fenómenos estructurales que determinan una clase hay que
observar el ordenamiento de las “ocupaciones económicas” según tres criterios objetivos: el
poder real; el tipo de existencia dado por la relación cultural y material de cada grupo y el
nivel económico (según Marx es la clase en sí). En el ámbito de lo psicosocial establece que
hay, por una parte, una “autoidentificación” de cada individuo en su pertenencia a un grupo
con una clase determinada (para Marx es clase para sí) y, por otra, el “sistema de actitudes”
que son las normas y valores distintivos de cada clase. Pero la pertenencia de cada sujeto a
una u otra clase no se presenta de manera franca, por lo tanto hay que buscar cierta
combinación de criterios que se de con mayor frecuencia estadística. Explorar la
autopercepción que tienen los individuos de su nivel socio-económico permite observar la
relación con una predisposición de luchas más radicalizadas.
Siguiendo a Marx, se debe establecer que cada clase social es la personificación de
determinadas relaciones e intereses en pugna; no es cada individuo el que confronta, sino que,
por el contrario, cada clase es portadora del conjunto de ideologías que se desprenden de sus
intereses económicos y valores comunes. En El Capital, Marx indica que en el mercado los
individuos no son más que personificaciones de las relaciones económicas de las que son

9
Tilly, Charles, “Acción Colectiva, Apuntes de investigación”. Pág., 10. El subrayado es nuestro
8
portadores.

Se puede definir positivamente las clases sociales como relaciones sociales entre
individuos en dos dimensiones: la económica o de estructura como expresión de las relaciones
sociales de producción y de la situación en las relaciones de propiedad; y la dimensión
superestructural como ámbito de lo político-ideológico, como expresión de la posición de
clase en una sociedad dada. Marx deja en claro, desde una definición por la negativa, qué no
son las clases, y aclara que no son una casta, no son un grupo profesional, no se las puede
dividir por el ingreso, ni hábitos de consumo, ni tradición, etc.

Corresponde indicar que en las clases hay una situación objetiva (la situación material de
existencia) que deviene en clase en sí (para Germani son los criterios estructurales) y que hay
una situación subjetiva (la mutación o el salto cualitativo a sujeto político) que deviene en
clase para sí (para Germani es el aspecto psicosocial). Este pasaje es un proceso y un
desarrollo en la historia de las contradicciones y antagonismos de clases. De la contradicción
entre clases se llega a la confrontación, a la lucha entre bandos que se convierte en guerra en
la última fase. Una clase se constituye en cuanto tal en oposición a otras clases.

Al calor de la lucha, las clases conforman fuerzas sociales políticas por medio de alianzas
que permiten una potenciación de la fuerza de cada clase o fracción. No es la suma de fuerzas
de distinto tipo, sino una fuerza social de nuevo tipo que se concreta en la acción misma. Hay
una equivalencia entre la cooperación en las fuerzas sociales productivas en el ámbito de las
relaciones sociales económicas y las alianzas en las fuerzas sociales políticas en el ámbito de
la lucha de clases.

En este punto es necesario retomar a Juan Carlos Marín quien, en Los Hechos Armados,
(investigación sobre la acumulación primitiva del genocidio en Argentina), se pregunta: “¿Por
qué la lucha de clases asumió una forma de guerra?”, y señala que así como las clases no
dependen de la voluntad subjetiva, sino de condiciones económico-sociales, la guerra
tampoco, ya que ésta sólo expresa la realidad que asume la relación entre las clases en un
determinado período histórico. Las FFAA aniquilan al “delincuente subversivo” y éste se
organiza en “ejército popular” como estrategia de lucha en este período 10. Inés Izaguirre
comparte este enfoque diciendo “imaginar la lucha de clases como grandes combates frontales
entre burguesía y proletariado es una falacia: tales batallas son históricamente excepcionales.
Lo cotidiano, en cambio, son los infinitos espacios de confrontación de clases a los que
asistimos permanentemente, y donde cada clase va constituyendo, o perdiendo, territorio: allí

10
Marin, J. C., “Los hechos armados”, Ediciones P.I.Ca.So./La Rosa Blindada, Buenos Aires, 2007. Pág. 96
9
donde un grupo o un individuo, articula una relación solidaria, y aparece la competencia; allí
donde se proclama la participación democrática, y aparece la autoridad burocrática; allí donde
se postula la igualdad, y se discrimina a los diferentes... y así siguiendo.”11
Se rompe y se descarta por completo la teoría de los dos demonios porque no hay dos
bandos “irracionales” sino clases sociales antagónicas que defienden intereses contrapuestos.
La visión de los dos demonios constituye un obstáculo epistemológico para dimensionar
lo sucedido en la etapa observada. La sustancia de esta investigación está en la tesis que en
Uruguay y en el Cono Sur, en los años ‟60 y ‟70, hubo una lucha de clases abierta que asumió
diferentes modalidades según el contexto y momento histórico, y que no fue sólo el
enfrentamiento de aparatos armados (en el sentido clásico hubieron pocos), sino un
enfrentamiento de las fuerzas sociales en su totalidad. Diversos actores sociales subalternos se
asumen como bando, se organizan de manera autonómica generando una acción colectiva con
diferentes repertorios de luchas en una confrontación abierta de clases.
En esta lucha, el poder dominante, para implementar una política económica de mayor
desigualdad social, debía ejercer el control sobre los sujetos, y para ello era preciso destruir
los lazos de solidaridad y autonomía, quebrar las relaciones de cooperación, clausurar toda
articulación social contestataria, y, sobre todo, doblegar a aquellas fuerzas sociales que
disputaban el poder del Estado, destruyendo el orden social anterior para construir uno nuevo
acorde a las necesidades del neoliberalismo económico.
Con el propósito de aniquilar cualquier resistencia era necesario modelar a los sujetos a
través de sus cuerpos como portadores de la resistencia. Los dispositivos utilizados variaron
según la co-relación de fuerzas en cada país: en Brasil se alternaba el funcionamiento de los
partidos políticos con mayor o menor represión en las calles; en Chile el dispositivo utilizado
fue la muerte; en Argentina fue la desaparición y en Uruguay12 fue la prisión prolongada.
Aunque se combinó su utilización, éstas eran las tácticas y estrategias que prevalecieron en
cada país.
Los voceros de las FFAA expresaron la decisión de utilizar la prisión prolongada, por
ejemplo el Cnel. Dr. Federico Silva Ledesma presidente del Supremo Tribunal Militar, el 28
de setiembre de 1979:

11
Izaguirre, Inés y colaboradores, “Los desaparecidos. Recuperación de una identidad expropiada”. Versión
digital en http://www.iigg.fsoc.uba.ar/conflictosocial/libros/izaguirre/losdesaparecidos/index.htm. Cap. 4
12
El informe Nunca Más, Capítulo 1 Detenciones, págs. 62 y 63, da una suerte de explicación del dispositivo
carcelario utilizado por la dictadura. La base teórica se afirma en que es la tradición democrática, con un modelo
social de convivencia armoniosa bajo el imperio de la ley y el derecho. Apelan a la teoría de los dos demonios
expresando que a pesar de lo manifiesto de las tensiones sociales de los años ‟60, en un país donde la sociedad es
pacífica y todos se conocen no era posible eliminar físicamente a los opositores, ni siquiera a la guerrilla.
10
"Esto lo Interpretaron nuestras Fuerzas Armadas con espíritu humanitario cuando
recibían una granada y no estallaba. Nuestros soldados hacían prisioneros, no había
muertos en este país. El Uruguay tiene en este momento 1600 problemas porque no
tiene 1600 muertos."
Teniendo en cuenta la estrategia estadounidense con proyección global para la región
enunciada como prescriptiva en los documentos de Santa Fe I –de los años 70, con la
Doctrina de la Seguridad Nacional (D.S.N.) donde el enemigo es el comunismo y los Estados
deben hacer seguridad al interior de sus fronteras- y Santa Fé II –de la década del ‟80 en el
marco del Consenso de Washington en lo económico como estrategia neocolonial que guiará
los cambios para los años ‟90-, se implementó lo que se conoció como el Plan Cóndor en los
países de la región.
La ideología de la seguridad nacional puesta en marcha por los Estados en el Cono Sur,
permitió, a través de la estrategia contra-revolucionaria, difuminar los límites entre la
violencia y la no violencia estatal en el curso de la destrucción de las garantías
constitucionales; entre la política interna y externa porque el enemigo está dentro y fuera de
los límites territoriales (la policía y el ejército emparentan sus funciones); entre violencia
preventiva y violencia represiva dado que la seguridad interna permite la represión violenta a
todo acto que ponga en riesgo el orden social. 13 Estas fueron las condiciones de posibilidad de
carácter superestructural que habilitaron la ejecución del genocidio.
En este contexto regional en las décadas de los sesenta y setenta el diagrama de poder
aplicado fue la instauración de sucesivas dictaduras: 1964-1985 Brasil; 1968-1980 Perú;
1971-1982 Bolivia; 1972-1978 Ecuador; 1973-1990 Chile; 1973-1985 Uruguay; 1976-1982
Argentina, todas ellas con el objetivo de aniquilar la resistencia “no pertinente” para el control
de la “población”.
Es fundamental el concepto de dispositivo14 de Foucault: “Lo que trato de situar bajo ese
nombre es, en primer lugar, un conjunto decididamente heterogéneo, que comprende
discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes,
medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales,

13
J. Comblin, “A ideología da Seguranca Nacional”, Brasil, 1980. Citado en “La Ideología de la Seguridad
Nacional”, El Cid Editor, Buenos Aires, 1983, págs. 22 y 23
14
Agamben amplia este concepto diciendo: “Llamaré literalmente dispositivo a cualquier cosa que tenga de
algún modo la capacidad de capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos,
las conductas, las opiniones y los discursos de los seres vivientes. No solamente, por lo tanto, las prisiones, los
manicomios, el panóptico, las escuelas, la confesión, las fábricas, las disciplinas, las medidas jurídicas, etc., cuya
conexión con el poder es en cierto sentidos evidente, sino también la lapicera, la escritura, la literatura, la
filosofía, la agricultura, el cigarrillo, la negación, las computadoras, los celulares, y –por qué no- el lenguaje
mismo, que es quizás el más antiguo de los dispositivos, en el que millares y millares de años un primate, -
probablemente sin darse cuenta de las consecuencias que se seguirían- tuvo la inconciencia de dejarse capturar.”
11
filantrópicas; en resumen: los elementos del dispositivo pertenecen tanto a lo dicho como a lo
no dicho. El dispositivo es la red que puede establecerse entre estos elementos.”15 Es el lugar
donde se ejerce la tecnología de poder, es decir, aquella acción concreta y consciente que se
ejerce sobre el cuerpo para lograr el objetivo de moldear al sujeto.
Para finalizar se hace fundamental hablar de la categoría de genocidio.
Raphael Lemkin, judío de Polonia, a partir de su estudio sobre el genocidio armenio
perpetrado por los turcos en 1915, acuña el término genocidio de la raíz griega genos (familia,
tribu, raza) y cidere de raíz latina (matar). Lemkin se refiere a las matanzas por motivos
raciales, religiosos o nacionales16. Pero hace referencia no sólo a la destrucción de un grupo
determinado sino que, ampliando el concepto, aclara que el opresor impone sobre el oprimido
su forma de organización política, territorial, legal, social.
El Estado a la vez necesita de una excusa para poder matar y ejercer su poder de policía
por sobre los hombres que “cuida” y preserva, y encuentra el racismo como la forma
civilizatoria de diferenciar a los “otros” que se puede aniquilar. El racismo es funcional a los
estados modernos dice Foucault, coincidiendo con Bauman, y el genocidio es una de las caras
de la modernidad.
Para Zigmunt Bauman la expresión más cruenta del genocidio fue el Holocausto. Señala
que genocidio y modernidad son las dos caras de la moneda. El genocidio, como rostro oscuro
de la sociedad, es funcional al capitalismo ya que las condiciones sociales y económicas que
lo sustentan siguen existiendo y, peor aún, se profundizan. Con esta hipótesis desarrolla sus
justificativos y propone tratar el Holocausto como una de las posibilidades ocultas de las que
se vale la sociedad moderna. El exterminio nazi no fue un hecho irracional o emocional, sino
que la civilización fue su “condición necesaria” brindándole su burocracia y su racionalidad
como herramienta y vehículo. Bauman sintetiza afirmando que “esto es la civilización”.
En este sentido, realiza un paralelo con la organización moderna de la sociedad donde la
“administración” permitió la planificación burocrática; el “ejército” aportó su máquina de
matar, su organización, su disciplina y su insensibilidad; la “industria” aportó su experiencia
para la eficiencia de los procesos; y el “partido” aportó la ideología necesaria para que toda la
sociedad se sintiera partícipe del gran momento histórico. La burocracia permitió que la
racionalidad de la muerte no entrara en conflicto con la subjetividad de los ejecutores. Era
necesario resolver eficientemente los problemas que se suscitaban porque la sociedad es un
objeto a administrar, y con ese criterio se fueron zanjando los problemas. Los burócratas nazis
no eran seres extraterrestres, eran profesionales normales y formados al servicio de la
15
Foucault: http://www.con-versiones.com/nota0564.htm, Con-versiones, julio 2006
16
http://es.wikipedia.org/wiki/Genocidio, consultado sept-2010
12
comunidad con altos objetivos morales: salvaguardar la raza aria del resto.
La maquinaria del nacionalsocialismo permitió inhibir la moralidad contra las atrocidades
del crimen porque pudo generar los pilares fundamentales: autorización para la violencia; las
acciones estaban dentro de la rutina del trabajo y bajo normas gubernamentales y las víctimas
fueron “deshumanizadas” y, por lo tanto, al hacer invisible su humanidad, podían ser tratados
como objetos y no como sujetos.
Para Arendt: “el imperialismo habría necesitado la invención del racismo como la única
explicación posible y la única excusa de sus hechos, aunque no hubiera existido el
pensamiento racial en el mundo civilizado”. Este pensamiento es compartido por diversos
autores, para quienes la modernidad necesitó de los genocidios en diferentes formas e
intensidades para su desarrollo y expansión y el Holocausto sólo es la expresión más siniestra
de la mente humana.
Según Traverso, para el nazismo la utilización de la eugenesia y del racismo fue el
“motor” de su expansionismo territorial; éstos no fueron solamente los elementos que dieron
un sentido ideológico a sus acciones, sino la acción misma con bases biológicas y raciales
para lograr el dominio alemán por sobre los territorios conquistados. Esta es la misma lógica
que utiliza el imperialismo en su expansión territorial hacia nuevos mercados y apropiación
de los recursos naturales basándose en la superioridad racial y en el iluminismo de su
racionalidad.

Se puede volver a Vigilar y Castigar para sintetizar el objetivo represor del aparato de
control estatal. El aparato legal y científico aplica un castigo “no sólo sobre las infracciones,
sino sobre los individuos; no ya sobre lo que han hecho, sino sobre lo que son, serán y pueden
ser”. A través del castigo sobre los cuerpos se buscó “juzgar otra cosa distinta de los delitos:
el “alma” de los delincuentes” 17. Lo que se ejecutó con el plan represivo en el Cono Sur fue la
destrucción del alma de los luchadores, de aquellos que no se normalizaron y que enfrentaron
al orden social impuesto.
En esta lógica es necesario retornar a Feierstein. Lo característico del genocidio en la
modernidad es su objetivo: la reorganización de las relaciones sociales y reestructuración
del orden social, donde la muerte es sólo un medio. Se hace ineludible, entonces, prestar
atención la intencionalidad de las prácticas genocidas

17
Foucault, Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión, Siglo XXI, Buenos Aires, 2006. Pág. 26

13
IV. GENEALOGÍA DEL GENOCIDIO URUGUAYO

UN POCO DE HISTORIA 18
Se diferencian cuatro etapas, que se pondrán en concomitancia con los períodos
históricos argentinos para proponer una mirada en clave regional.

Consolidación de la democracia política, reforma social y prosperidad económica (1903-


1930):
En el marco de una prosperidad económica se consolida la democracia política, se
establece una profunda reforma social. José Batlle y Ordoñez, dos veces presidente, expresa
el ascenso social de las clases medias, como su par argentino Hipólito Yrigoyen. En lo
económico se crean nuevas industrias, fundamentalmente en relación a las carnes. Aparece un
Estado presente con una fuerte intervención en la gestión financiera a través de la creación de
los bancos de la República, Hipotecario, de seguros; en la industria combustible, petróleo,
empresa de teléfonos y electricidad. En lo político: ampliación de los derechos civiles con el
voto secreto, reforma y modernización de la Constitución en 1917; se buscó homogeneizar a
la opinión pública. En lo social: se legisla el trabajo con protección a los obreros y a los
sectores populares; hay una baja en la tasa de mortalidad; se expande la enseñanza secundaria
y desciende el analfabetismo; secularización de la Iglesia; ley de divorcio y la mujer en 1932
accede al voto.

Crisis económica y política y restauración democrática (1930- 1958):


El segundo período comienza con la crisis mundial del ‟29, que repercute en Uruguay
desde 1930-31, la que implica una baja de la demanda mundial de carne y se refleja en la
economía local con alza de desocupación y la caída en el ingreso de los trabajadores. Las
corporaciones de estancieros y comerciantes sindican a Batlle de populista. En 1930 Golpe de
Estado en Argentina por José Uriburu representando a la alianza de terratenientes, Iglesia y
FFAA. Volviendo a Uruguay, en 1931 gana las elecciones Terra que muestra su originalidad
(que luego se repetirá en 1972) dando un autogolpe en 1933 con la disolución de la
Legislatura y el Consejo Nacional de Administración. Se tiene entonces un presidente civil
con la anuencia -pero no con la participación- de las FFAA, y que con una política represiva

18
Consulta en http://www.rau.edu.uy/, Real Academia Uruguaya, Universidad de la República. Documento
elaborado por José Pedro Barrán
14
provoca el retroceso en las conquistas logradas en las décadas anteriores. A partir de la II
Guerra Mundial la lenta recuperación de la economía global, las tradiciones democráticas, y el
alineamiento del Uruguay con los Aliados, determinaron la recuperación de la vida
institucional democrática. Se reabre una etapa de populismo nacionalista. Como en el
peronismo argentino de 1945 también en Uruguay el Estado vuelve a intervenir activamente
en la economía, se vigoriza la Industrialización por Sustitución de Importaciones; se
nacionalizan empresas; se reforma la Constitución en 1952 que permite una estructura
colegiada de nueve miembros para el Poder Ejecutivo; el analfabetismo casi desaparece.

Estancamiento económico, atomización de los partidos políticos tradicionales,


crecimiento de la izquierda, dictadura militar (1959-1985):
Esta etapa se caracteriza por la crisis y el estancamiento económico y un subperíodo
entre 1973 y 1985 con la instauración de la dictadura militar y la clausura de las instituciones
democráticas. Inmerso en una economía similar a la Argentina, Uruguay sufre las mismas
consecuencias de la posguerra: las modificaciones de la economía mundial, el cierre del
mercado europeo a los productos agropecuarios y la sustitución de la hegemonía británica por
la estadounidense en América Latina, dejaron a las producciones exportables a la deriva, y,
sobre todo, la dependencia financiera de EEUU (que posee una economía competitiva y no
complementaria de la suya) provocaron el estancamiento de la ganadería y el fin del proceso
de industrialización, lo que se tradujo en una disminución permanente del ingreso de los
trabajadores e implicó el aumento de las luchas reivindicativas gremiales y sociales por una
equitativa distribución del ingreso.
Durante la primera parte de este período, frente a un acelerado deterioro social, se va
construyendo la otredad negativa hacia todos los opositores políticos del régimen.
En el aspecto político hay una alternancia de los partidos tradicionales en el poder, con
un funcionamiento dentro de esquemas autoritarios, con la suspensión de las garantías
individuales.
La izquierda comienza a unificarse en dos claras tendencias que no son contrapuestas
sino complementarias en la lucha de clases. Por un lado, a mitad de los ‟60, el Movimiento de
Liberación Nacional-Tupamaros encabeza a los que descreen del sistema democrático e
impulsa la lucha armada, definiéndose como marxistas no ortodoxos. Otro sector conforma el
Frente Amplio en 1971 como ala política que lucha dentro de los canales legales. En
Argentina en esos años surgen varios grupos con ambas modalidades de lucha: Montoneros,
Ejército Revolucionario del Pueblo, Fuerzas Armadas Revolucionarias, Fuerzas Armadas

15
Peronistas, Juventud Trabajadores Peronistas, Partido Revolucionario de los Trabajadores.
En 1971 se crea el Departamento de Operaciones Psicológicas con el objetivo de
“planificar las operaciones psicológicas, sociológicas y políticas (de las FFAA); investigar y
planificar el uso de los medios de comunicación de ideas para influir en las actitudes,
emociones y acciones de los grupos blancos”. A partir de 1972 se estable el “Estado de guerra
interno” y en 1977 se crea la Dirección Nacional de Relaciones Publicas con el fin de
“establecer sistemas de control sobre la difusión de las noticias (...) y neutralizar la difusión
ideológica de los intereses antinacionales y/o marxistas”.
Este proceso de deterioro institucional culminó con el Golpe de Estado que las Fuerzas
Armadas protagonizaron el 27 de junio de 1973. Bordaberry firma el Decreto presidencial Nº
464/973 de disolución de las Cámaras Legislativas:
“1º ) Declárese disueltas la Cámara de Senadores y la Cámara de Representantes;
2º ) Créase un Consejo de Estado, integrado por los miembros que oportunamente
se designarán; 3º ) Prohíbase la divulgación por la prensa oral, escrita y televisiva
de todo tipo de información, comentario o grabación que, directa o indirectamente
mencione o se refiera a lo dispuesto por el presente decreto atribuyendo propósitos
dictatoriales al Poder Ejecutivo, o pueda perturbar la tranquilidad y el orden
públicos; 4º ) Facúltese a las Fuerzas Armadas y Policiales a adoptar las medidas
necesarias para asegurar la prestación ininterrumpida de los servicios públicos; 5º )
Comuníquese, etc.”

En un primer momento, tal como en 1933, bajo la cobertura del presidente civil Juan
María Bordaberry (1972-1976), se disuelven las cámaras legislativas y cercenan libertades
civiles, sociales y políticas, se implementa la etapa de hostigamiento y aislamiento paulatino
hacia los grupos políticos y un aislamiento autoimpuesto como forma de preservación. Y por
último, en el artículo 4° se habilita a todas las fuerzas estatales de seguridad para ejercer la
represión abierta.
Las FFAA asumen la totalidad del poder público en 1976 y lo sostienen hasta febrero de
1985, lo autodenominan con gradilocuencia “proceso revolucionario”. Las características de
este Golpe de Estado son también similares a las del proceso de reorganización nacional
argentino, implantado desde Julio de 1974, en el cercenamiento de derechos, en el objetivo de
reorganización social y la persecución de los luchadores populares. Desde este momento es
relevante el período de debilitamiento sistemático y aniquilamiento material que, en Uruguay,
bajo la forma de prisión prolongada pretende destruir la resistencia y lucha de los sectores de
vanguardia. Período signado por la represión abierta de las fuerzas políticas, particularmente

16
las de izquierda, por el encarcelamiento de todos los dirigentes sindicales y la prohibición de
la actividad gremial a obreros y empleados, y por la expulsión de los funcionarios públicos
sospechados de cualquier inclinación izquierdista, especialmente los docentes asimilados
como portadores y reproductores de ideologías.
La necesidad de aniquilar a todo opositor resultaba de establecer una economía
neoliberal con irrestricta apertura a la economía exterior, limitando la intervención estatal y
atrayendo capitales extranjeros. Esto tuvo como consecuencia el deterioro salarial que
provocó una profunda miseria de amplios sectores sociales. Aquel ascenso social de los años
‟20 quedó en el recuerdo y nostalgia de los mayores.
Las centrales sindicales ocuparon un lugar predominante en la resistencia a la dictadura.
En noviembre de 1980 logran el rechazo a la propuesta de reforma de la Constitución: "el
NO" recogió el 57,2% del total de sufragios en medio de una censura casi completa de los
medios de comunicación.
Harto conocida es la crisis financiera y económica de 1982 que aceleró la inflación y
sobre todo la desocupación, al mismo tiempo que las resistencias sociales permitieron la
reorganización del movimiento sindical. Esta situación fuerza a los militares a realizar un
acuerdo con la sociedad civil que se concreta en el Pacto del Club Naval firmado el 3 de
agosto de 1984 para una salida democrática decorosa.

Restauración democrática y la entrada del Uruguay al Mercosur (1985-).


Sobre el final de la etapa anterior y hasta el presente, el período de la realización
simbólica de las prácticas sociales genocidas selló a la dictadura uruguaya como genocida en
concordancia con el resto de los países de la región. El mantenimiento de la Ley de
Caducidad, consolidada con el referendum de 1989 y de 2009, así lo demuestra.
En 1985 con elecciones restrictivas, Julio Sanguinetti del Partido Colorado, asume
como presidente constitucional. Su función principal, como Alfonsín en Argentina, fue
fortificar las instituciones democráticas, renovar el clima de tolerancia recíproca. Aparece un
país políticamente dividido en tercios: colorados, blancos y frenteamplistas. En 1991 se
integra como miembro fundador del Mercosur (alianza económico-aduanera, junto a Brasil,
Argentina y Paraguay).
A partir de la apertura democrática se dictan numerosas leyes, algunas muy tardíamente,
sobre los Derechos Humanos, nunca puestas en práctica para el castigo a los responsables
civiles y militares del genocidio.

17
EL SALDO DE LA DICTADURA EN CIFRAS (siempre crudas y reveladoras):
Población total a 1970: 2.808.42619
Población total a 1985: 3.008.27020
En 15 años la población sólo creció en 199.844 personas (incremento demográfico
de 7,11% para el período). A la baja tasa de natalidad de la población se sumó en esos años un
evidente proceso de emigración política.
Exiliados: 169.50021 uruguayos a diferentes países, sobre todo a Suecia y Brasil22.
Presos políticos: 4.933 personas según el informe Nunca Más23. Según la consulta a
diferentes documentos institucionales y testimonios que hizo la Investigación Histórica los
presos fueron 5.92524.
Desaparecidos25: 203 personas.
Muertos: 116 personas26.
Niños Desaparecidos (nacidos en cautiverio o secuestrados junto a sus padres): 11 hijos
de uruguayos desaparecieron en la Argentina y una niña argentina desapareció en Uruguay27.
En cifras globales, alrededor del 6% de la población de 1970 sufrió las consecuencias del
accionar represivo institucional del Estado.

19
Ver Anexo: Tabla1: Evolución de la población, por sexo. Lo que interesa aquí es la población total
20
Ver Anexo: Tabla2.
21
Tabla 2, Anexo I. Suma de migrantes en el período 1970-1985
22
Investigación histórica, Tomo II, apartado 4 Listado general, pág. 67
23
Nunca Más, Cap. 1, Detenciones. Pág. 65
24
Investigación histórica, Tomo II, apartado 4 Listado general... pág. 66
25
Datos que ofrece el libro “A todos ellos” en la pág. 532. Las cifras de desaparecidos son elocuentes sobre el
accionar conjunto de las fuerzas armadas en Latinoamérica. Según el informe “Uruguay, nunca más” de 1989:
140 uruguayos desaparecidos conformado por: 34 en Uruguay, 98 en Argentina, 6 en Chile, 2 en Paraguay. “El
informe de la Comisión para la Paz” abril de 2003 da cuenta de 233: 38 desaparecidos en Uruguay de los cuales
32 son uruguayos y 6 argentinos, 182 en Argentina, 8 en Chile, 2 en Paraguay, 1 en Brasil, 1 en Colombia y 1 en
Bolivia.
26
Investigación histórica, Tomo I, apartado Presentación, pág. 49. Detalla la pertenencia política: 55 integrantes
del MLN-T; 25 del PCU; 5 de UJC; 2 de GAU; 2 de ROE; 2 de OPR”33”; 2 de “Nuevo Tiempo”; 2 del Partido
Nacional; 3 Montoneros (de Argentina); y 1 muerto por cada una de las organizaciones: PS, JPS, PCR, FAU,
FDEL, PDC, PGP, CNT, Partidor Tradicional; 6 personas que no se conoce filiación.
27
Nunca Más, Cap. 7, Desapariciones forzadas, apartado 5
18
V. LA PERIODIZACIÓN

Se entiende por periodización las etapas dentro de un proceso histórico amplio, éstas no
están establecidas como secuenciales y lineales, son construcciones analíticas, algunas de las
cuales se superponen e inclusive pueden permanecer en paralelo hasta el final del proceso
estudiado. El período entonces estará signado por aquella característica dominante en cada
momento histórico.
Sí hay dos dimensiones bien diferenciadas: la realización material que es la represión
estatal en sí misma, y la simbólica cuando el conjunto de la sociedad incorpora como propios
los discursos, la ideología del dominador-perpetrador, convirtiéndose en un nodo más de las
redes del poder opresor.

CONSTRUCCIÓN DE LA OTREDAD NEGATIVA


“Este proceso remite a la ruptura inicial, a la marcación del sujeto social a ser exterminado. El
poder retoma símbolos y características existentes en el imaginario colectivo, construye nuevos
símbolos y mitos, refuerza los prejuicios latentes a fin de construir un sujeto social como
negativamente diferente. Intenta delimitar dos campos: los iguales, los sujetos cotidianos,
mayoritarios, como distintos cualitativamente de los otros, de aquellos que no quieren ser como todos
y, por lo tanto, que no deben ser.”28

Para poder analizar la historia de la locura, Foucault considera que lo que busca la cultura
es el “límite”, cómo se establece la relación de las cosas para dar orden (clasificación) a las
semejanzas. La historia de la locura es entonces la historia del “Otro”, de las diferencias, del
sujeto a excluir, de la “peligrosa alteridad”; y, por otro lado, el conocimiento científico
colabora para establecer la historia del orden de las cosas, la historia de lo “Mismo”, lo que
puede estar “incluido”29
El sujeto es resultado de una construcción socialmente establecida, por lo tanto su
caracterización depende del contexto histórico-político. De esta manera se contraponen los
sujetos “normalizados” de aquellos que no pueden ser clasificados porque no responden a las
normas impuestas por los aparatos ideológicos del Estado 30 que instaura y sostiene un orden

28
Feierstein, Op. Cit., pág. 218
29
Foucault, Michel, “Las Palabras y las Cosas”, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, pág. 9
30
Althusser denominó “aparatos ideológicos de Estado” aquellos dispositivos que permiten mantener y
reproducir las relaciones de poder y ejercer la dominación, es fundamentalmente el sistema escolar pero se
acompaña con los medios masivos de comunicación, sectores de los partidos políticos, la religión.
19
social dado. Esta escisión de la sociedad permite que a los “no normalizados” se los coloque
en una alteridad negativizada con un discurso del tipo “delincuente subversivo”. Esto habilita
a que la “violencia se exprese a través de las imágenes; es la legitimación, la construcción
teórica de la necesidad de un exterminio. ….. si bien el poder las tolera, las marca, las
distingue, construye y reconstruye” “hace viable una solución genocida” 31
Admitiendo teóricamente que las identidades sociales son construcciones políticas, es
visible en el caso uruguayo que la personificación de ese “otro”, tal como está relatada en la
Investigación histórica, esclarece cómo son estigmatizados los luchadores populares como
“delincuentes comunes”32. Para el informe Nunca Más el concepto de “enemigos de la Patria”
era muy amplio, se aplicaba a todo aquél que estuviera en contra de la D.S.N. Es decir, que la
categoría genérica de subversivo recaía sobre un vasto y heterogéneo grupo de la sociedad 33.
En el libro A todos ellos se afirma que “para “justificar” el crimen hubo que inventar
enemigos y guerras, (...), al tiempo que se decía actuar en nombre de la patria, de la
civilización, la libertad, la democracia y la paz.”34. Las FFAA distinguen dos tipos de
enemigos: los grupos guerrilleros en la guerra y los grupos políticos marxistas en el plano
ideológico. Así se construye un discurso de “normalidad” que homogeiniza a la sociedad para
volverla previsible, por lo tanto se convierten en discursos de verdad y quienes los enuncian
portadores absolutos de la misma.
Los “mismos” son los que defienden la patria y los “otros” son los enemigos de la patria,
y, por lo tanto, de la sociedad toda. Para terminar con el flagelo de la enfermedad y sostener
un cuerpo funcionalmente sano debe ser exterminado el mal. En el desarrollo de la
modernidad, los dóciles son explotados, los rebeldes conquistados y los “otros” aniquilados.
Los sujetos, como personificaciones, pasan a ser objeto del odio de clase 35.
La filiación política-partidaria de los muertos, según la Investigación Histórica en la
página 49 del Tomo I (citado en la nota al pie Nro. 23), da cuenta que la coalición en el poder
tenía muy en claro quiénes disputaban el poder del Estado y a quiénes debían considerar
enemigos. Hubo un crecimiento en la organización social y política, un alto grado de
participación y de enfrentamiento por reivindicaciones en lo económico pero también de
31
Feierstein, Op. Cit., pág. 220
32
Investigación histórica, Tomo II, apartado 1. pág. 13
33
Nunca Mas, cap. 1, Detenciones. pág. 62
34
A todos ellos, 2004, pág. 20
35
Foucault, Arendt, Herf, Traverso y Bauman realizan una búsqueda del devenir de la modernidad con una
hipótesis coincidente en que genocidio y modernidad son pilares que en algún momento se tocan en hechos
sobresalientes como el holocausto pero están como sostén en la explotación del hombre por el hombre. Primero
fueron las guerras coloniales con que el capitalismo se abrió paso buscando nuevas materias primas, mas tierras
fértiles, mas riquezas de los subsuelos y, sobre todo, nuevos mercados consumidores. Pero en este afán de
dominio no caben otras culturas por lo tanto la Revolución Industrial devenida en imperialismo se abasteció no
solo de la tierra sino de la sangre de quienes la habitaban. (Síntesis del material de la cátedra)
20
enfrentamiento político en la disputa por convertirse en el bloque hegemónico.
Esta etapa se desarrolla exclusivamente en el plano de lo simbólico, no obstante cuando
la tolerancia tiende a cero el discurso habilita un pasaje progresivo al plano de lo material.

HOSTIGAMIENTO
“(…) se comienza a construir el camino de la reflexión a la acción (…) la existencia de una
fracción “no normalizada” atenta contra la propia normalización y, por lo tanto, el ataque a la misma
es una necesidad para la socialización exitosa del resto. En este sentido, la negativización de la
alteridad no puede quedar ubicada tan sólo en el plano de los simbólico”36

De tanto repetir los discursos del poder (por medio de diferentes agentes como los
voceros de las “Fuerzas Conjuntas” (FFCC), los políticos o los medios de comunicación) se
convierten en discursos de verdad. Este discurso de poder-verdad es la condición de
posibilidad para la emergencia del sujeto que se parece a su crimen antes de cometerlo, de
esta manera, al estigmatizar al “delincuente subversivo” se personifica a todo aquel con
determinadas características, sean físicas (pelo largo, barba, ropa desalineada) o actitudinales
(posiciones contestatarias) en un “Otro” donde se condensa lo peligroso y la perversidad, por
lo tanto pasible de ser perseguido.
Foucault, en Los Anormales, desarrolla la historia de la criminalidad y establece tres
figuras: el monstruo, el incorregible y el onanista. Para normalizar a estas figuras el poder
aplica dos modelos: la exclusión del leproso y la inclusión del apestado.
La relación con nuestro caso de estudio es que al establecer desde el discurso como
monstruos a los luchadores populares o acciones monstruosas a las acciones colectivas
llevadas a cabo por las organizaciones políticas los constituían en sujetos susceptibles de ser
“excluidos” y había que aislarlos por medio del encierro o del exilio. Esto permitía aplicar
sobre el resto de la sociedad una tecnología positiva del poder que cuida y administra la vida,
que observa, que se multiplica, que produce saber. En cambio el modelo de la “inclusión del
apestado”, permite el control minucioso y un poder continuo sobre cada individuo dejando
muy pocos resquicios de resistencia.
El hostigamiento tiene dos aspectos bien diferenciados, la acción física con grupos de
vanguardia organizados por la fuerza social dominante (como lo fueron en Argentina la Triple
A y en los años ‟20 la Liga Patriótica). En el caso analizado no se presenta esta forma de
accionar con grupos parapoliciales pero, desde las FFCC, hay un permanente acoso a toda la

36
Feierstein, Op. Cit., pág. 221
21
población con un control estricto en los lugares de trabajo, la mirada vigilante y panóptica en
la calle, la sociedad sentía el control sobre sus cuerpos y “almas”. Hubo un cercamiento
sistemático a las organizaciones políticas y sociales, las operaciones de clausura atravesaban
todos los intersticios de la red social.
El otro aspecto es el legal de carácter estatal institucional, creándose leyes que legitiman
el accionar de las fuerzas represivas. A partir de 1968, en Uruguay, las Medidas Prontas de
Seguridad imponen el “estado de excepción permanente” que permite una política para
reprimir y prevenir los conflictos internos. Ya con Bordaberry (1972) se continúa con un
“estado de guerra interno” suspendiendo todas las garantías individuales. Estas medidas
siembran un clima autoritario previo al golpe de Estado. Se aplica una amplia censura, está
prohibida toda referencia a la guerrilla, la prensa utiliza el término “los innombrables”.
En el Informe Nunca Más se describe este período como “una represión callada,
progresiva en su gradación, „dosificada‟, perfectamente selectiva hasta llegar a un control
perfecto y total de la población. Logró clasificar a los tres millones de habitantes en tres
categorías: A, B y C, según el grado de peligrosidad que les asignaban las FFCC. Nuestro país
estaba ocupado por nuestro propio Ejército. Todos estábamos fichados, clasificados y
vigilados. Un „Certificado de Fe Democrática‟ conseguido según la categoría o casillero en
que cada uno estaba, regla los destinos de esa persona para conseguir empleo o perderlo, salir
o entrar del país, tener más o menos vigilada su vida y sus pasos... Llegó un momento en que
hasta para celebrar una reunión familiar de cumpleaños había que pedir permiso a la autoridad
competente hasta llegar a un control perfecto y total de la población.”37
Las personas de la Categoría A estaban totalmente habilitados para ejercer los cargos
públicos, quienes estaban en la Categoría B permanecían en el cargo si lo disponía
discrecionalmente su jefe, pero siempre mantenía el estigma de ser ciudadano de segunda, los
de la categoría C debían presentarse en el Servicio de Información de Defensa para conocer
las causas que se les imputaban. Los educadores fueron quienes más sufrieron este tipo de
hostigamiento, dada su función formadora eran especialmente controlados y el plantel fue
decididamente depurado según los criterios dictatoriales. La presión y el acoso los forzaban a
renuncias compulsivas.
En la función pública el clima era de terror y tensión. Había listas negras con pases a
disponibilidad que significaban la pérdida del empleo; aquellos empleados que eran
perseguidos optaron por el exilio o la clandestinidad; la policía era la encargada de dar un
certificado de “apto” para ocupar los cargos públicos.

37
Informe Nunca Más, pág. 2. El subrayado es nuestro
22
La persecución y encarcelamiento a los militantes comenzó con anterioridad al inicio de
la dictadura en junio de 1973. Según el Informe Nunca Más hubo dos oleadas temporales. La
primera desde 1972 a 1974, fundamentalmente contra los militantes del MNL-Tupamaros, y
la segunda entre 1975 y 1977, contra los militantes del Partido Comunista Uruguayo (PCU).
Esos primeros años dejaron sus huellas en el resto de la sociedad. La memoria colectiva
se iba completando con el terror, el ejemplo de la represión cerraba toda posibilidad de
solidaridad, continúa el relato del Nunca Más “Todos los uruguayos fuimos sometidos al
doloroso sentimiento de estar impotentes e inermes ante una voluntad despótica y sin control.
Hasta los actos de solidaridad y humanitarios llegaron a ser pasibles de condena por
subversivos. Ayudar a una víctima de la tortura, procurar aliviar a un familiar de un
desaparecido o de un prisionero político podía tildarse de „asistencia a la asociación para
delinquir‟”.
La persecución entonces era ejecutada directamente desde el aparato estatal en sus dos
dimensiones.
Gradualmente la tolerancia hacia el otro se agota, el objetivo pasa a ser la exclusión, la
sociedad en conjunto asume un rol de autocontrol, el terror se apodera de la subjetividad y
anula hasta las mínimas formas de acción recíproca y de solidaridad.

AISLAMIENTO
“El acento va a desplazarse al nivel del ordenamiento, pero esta vez de uno de tipo cartográfico
espacial. (…) el objetivo ha permanecido intacto: delimitar el espacio (social, geográfico, político) por
el que puede transitar esta fracción “diferente” y, al mismo tiempo, quebrar los lazos sociales entre la
fracción negativizada y el conjunto social.” 38

El aislamiento geográfico adquiere la forma de exilio. Algunos se autoexilian dentro del


territorio y pasan a la clandestinidad en otras localidades. Mientras que en su mayoría se
trasladaron a Argentina hasta que también se fueron cerrando los canales de protección y
avanzó la represión conjunta de los países del Cono Sur. El exilio adquirió una enorme
dimensión desde diferentes aspectos, no sólo numérica.
Algunos sólo miran el aspecto doloroso y de resquebrajamiento de los lazos sociales y
familiares. “El exiliado económico se va para quedarse, el exiliado político se va soñando
volver. Huyendo, al exiliado político le cabe el término de desterrado obligado a irse y sin
poder volver. No eligió irse, lo expulsaron o fue la opción que le quedó: huir antes que caer

38
Feierstein, Op. Cit., pág. 226
23
preso o morir. Y los que debieron marcharse son de los que más amaban a su tierra. Parten en
medio del dolor y el amor. En su patria quedan los otros, insiliados. Si aquellos son
desterrados, éstos quedan soterrados, enterrados, todos aterrados, desolados.”39
Sin embargo, otros rescatan su valor positivo como bandera de lucha “fue una diáspora
que se insertó en el mundo, con su modalidad especial, por más de una década y conmovió al
país al punto que el derecho al retorno se incorporó a las banderas nacionales de la lucha
antidictatorial. Es posible afirmar que la dictadura no pudo lograr su objetivo al desterrar a los
uruguayos. El exilio fue activo, creador, militante y solidario, ganó voluntades y amigos y
recibió el respeto del mundo entero y prestigió al país. Los uruguayos supieron insertarse en
el país que los recibió, producir y desplegar su imaginación, solidaridad y compromiso
político con el país y su gente.”40
Se pretende rescatar aquí esta última dimensión del aislamiento a que fueron sometidos
millares de personas. A pesar del exilio y del autoexilio, a pesar de la ruptura de los lazos
sociales y de que la dictadura logró operar sobre la voluntad de una buena franja de la
sociedad convirtiéndola en agentes de control de sus conciudadanos, hay una cantidad
significativa de sujetos que resistieron y sumaron solidaridades para hacer un frente de
contención al embate represivo y romper el “cerco” impuesto. En el exterior, a pesar de correr
todo tipo de riesgos, fue fundamental la tarea de denuncia y de búsqueda de solidaridad
internacional para los que quedaron en las cárceles uruguayas.

DEBILITAMIENTO SISTEMÁTICO41
“(…) permite establecer un clivaje entre aquellos que deben ser exterminados según la lógica
genocida y los que pueden ser exterminados según las circunstancias sociales, políticas y técnicas, y
las relaciones de fuerzas que rodean al proceso.” 42

Feierstein explica que el proceso de aislamiento espacial se completa con las acciones de:
resquebrajamiento físico que es el deterioro de las condiciones de existencia objetivas; el
resquebrajamiento psíquico que menoscaba las condiciones de existencia subjetivas; y la
selección, éste es el objetivo de la etapa de debilitamiento, en este proceso se diferencian los
que mueren por el deterioro de las condiciones físicas o son asesinados y los que se adaptan
perdiendo su subjetividad y asumiendo los valores de los genocidas. Este período, en
39
Viñar, Maren y Marcelo, “Fracturas de memoria. Crónicas para una memoria por venir”, Ediciones Trilce,
Montevideo, Uruguay, 1993. Pág. 10
40
Informe Nunca Más, Apartado Exilio y solidaridad internacional, pág. 241.
41
Este período está en plena relación y superposición temporal con el siguiente de Aniquilamiento Material, se
deberán leer como una unidad.
42
Feierstein, Op. Cit., pág. 229
24
Uruguay, se cumple en los lugares de encierro.
Se utilizaron cárceles comunes y en menor medida Unidades Militares. Los lugares
donde se ejerció el horror más grande fueron dos predios que organizaron las FFAA como
Establecimiento Militar de Reclusión (EMR) que funcionaron hasta marzo de 1985, lugares
de máxima seguridad y estrictas normas de aislamiento y hostigamiento:
El Penal De Libertad (EMR 1) fue construido como cárcel modelo para “reformar” a los
reclusos y se convirtió en la casa del terror dictatorial. Destinado a los hombres, funciona
como EMR a partir del 1o. de octubre de 1972, allí son trasladados presos políticos
provenientes del Penal de Punta Carretas y se calcula que pasaron por él unas 2873 personas;
en ciertos momentos llegó a alojar 1.400 reclusos a la vez. El lugar de aislamiento y castigo
se conocía como “La Isla”.
Para las mujeres destinan el Penal De Punta De Rieles (EMR 2). En ese predio había
funcionado anteriormente un noviciado religioso. Las FFAA lo adquirieron en 1968 y
comenzó a ser usado como lugar de reclusión para personas detenidas bajo el régimen de
Medidas Prontas de Seguridad, aquéllos que no eran procesados por la justicia pero quedaban
a disposición del Poder Ejecutivo. En enero de 1973 se produjo el traslado y concentración en
este penal de las mujeres procesadas por delitos políticos. Es una cárcel de alta seguridad. El
lugar de castigo o sala de disciplina era llamada "La Casita" y contaba con nueve calabozos.
En el año 1972 es creada la Policía Militar Femenina para proveer personal especializado que
maneje a las mujeres presas en todas las unidades de encierro.
Estas prisiones militares funcionaban como los Centros Clandestinos de Detención
argentinos en cuanto al tratamiento de los prisioneros y el objetivo que cumplían. Los EMR
eran el lugar de tortura, apenas ingresaban los presos se efectuaba una rutina de
despersonalización: se lo recibía con golpes; se le quitaba la ropa; se le cortaba el pelo; se lo
higienizaba con agua fría; se lo identificaba por un número; la requisa era vejatoria y la
bienvenida eran unos días en la celda de aislamiento. De esta manera se quebraban sus
condiciones materiales de existencia, se los resquebrajaba físicamente, se los deshumanizaba
para que perdieran todo contacto con su mundo habitual exterior. El relato de un detenido
hace referencia a los dichos de un director del EMR 1:
“Queremos que al ingresar al Penal, el preso sienta el terror de lo que le puede
pasar, cosa que se achique y se someta de entrada”43
Las fuerzas represivas tienen en claro el objetivo a conseguir sobre los sujetos, aplicando
el terror, someter su subjetividad, es decir, cumplir el resquebrajamiento psíquico.

43
Informe Nunca Más, Apartado La prisión prolongada, pág. 132
25
ANIQUILAMIENTO MATERIAL44
“es el punto de llegada de la construcción montada previamente: la desaparición material de los
cuerpos que encarnan determinadas relaciones sociales. Su realización definitiva implicaría la
extinción física, psiquica e histórica de aquella fracción social que tiene la capacidad de pensarse
como tal, de asumir su condición de para sí, el control de su propio cuerpo, su autodeterminación. Esta
extinción, para ser definitiva, no sólo debe implicar la extinción material de los cuerpos, sino su
desaparición simbólica: las formas en que ese “haber sido otro” podrá ser pensado o reapropiado” 45

“El cuerpo: superficie de inscripción de los sucesos”, se presenta como portador del saber
constituido por las pujas dadas en cada período histórico, el “cuerpo” es el lugar donde se
“enraiza” la procedencia y sobre el cual se ejerce la emergencia de las rupturas procesuales de
la historia46. Establecer el cuerpo como lugar de un saber autonómico de lo social fue la
condición de posibilidad para el exterminio físico-psíquico, ambas formas se alcanzaron en
algunas de las personas.
En Uruguay hubo dos métodos claros de aniquilamiento físico: la desaparición forzada y
la prisión prolongada. Este último fue el dispositivo de poder utilizado como distintivo en
este caso, y si bien no implicó una muerte efectiva, en el presente trabajo se lo considera
aniquilamiento material porque era una forma de “extinción psíquica”.

La prisión prolongada
En el apartado anterior se describieron los dos Establecimientos Militares de Reclusión,
aquí se hará un detalle más exhaustivo de las condiciones de encierro en que los presos
tuvieron que sobrevivir. Algunos no lo lograron. Algunos se suicidaron, otros murieron en las
cárceles y otros en libertad pero por enfermedades que portaban de su época de encierro.
El personal afectado pertenecía a las FFCC, es decir FFAA (Aérea, Ejército y Marina) y
la Policía, la rotación era cada dos meses para que no se establecieran relaciones entre el
perpetrador y las víctimas. El personal militar era variable tanto en las torres de vigilancia,
como en la aplicación de las torturas y los traslados de los detenidos, de esta manera la
responsabilidad se vuelve difusa. Todos saben y todos participan. A pesar de la alternancia del
personal se llevaba un registro minucioso, estricto y detallado de cada detenido. La

44
El detalle que se realiza en este período es un resumen del Informe Nunca Más y de la Investigación histórica,
por esto son escasas las citas a las fuentes.
45
Feierstein, Op. Cit., Pág. 235
46
Foucault, Michel, Microfísica del poder, Ediciones de La Piqueta, Madrid, 1992. Pág. 14

26
administración burocrática de la muerte.
Las condiciones del encierro oscilaba entre “aprietes y aflojes”, pero siempre en un
contexto de máximo hostigamiento, esto no permitía a los detenidos “descansar” ni
“relajarse” porque no sabían cuándo sería el próximo apriete, el objetivo era la
deshumanización y que sintieran la inestabilidad permanente de su situación. El hacinamiento
en las celdas y pabellones era absoluto, con escasa ventilación y calefacción. La ubicación de
los presos en el predio era según el grado de peligrosidad. Los días de visita eran durante la
semana laboral, se ejercía un minucioso control sobre los familiares, las conversaciones eran
grabadas, y cualquier acto era utilizado como excusa por las FFCC para aplicar severos
castigos. Los niños podían visitar a las presas en un lugar especial sólo una vez al mes y bajo
la vigilancia de personal armado. A fin de año les permitían una visita de adultos y de los
niños en el mismo lugar de recreación.
Las celdas eran compartidas por dos presos, como único lugar donde podían contactarse,
los trasladados a otras celdas eran constantes para quebrar las relaciones humanas entre ellos.
A veces alguno de ellos era un enfermo mental o estaba en condiciones deplorables como
resultado de la tortura.
La alimentación se consideraba “aceptable”, las autoridades permitían que los familiares
lo complementaran con frutas y queso cuando iban de visita. El agua era escasa, razón por la
cual la higiene era solamente con una ducha colectiva, esto provocaba epidemias sobre todo
durante el verano. La asistencia médica no existía y no servía para mejorar la salud.
Había un horario establecido paraa dormir, no podían hacer ningún ruido. Sin embargo,
las alteraciones del sueño eran planificadas de manera que los presos no tuvieran un régimen
de descanso continuado.
Se les permitía de manera muy restringida hacer manualidades y leer, pero toda actividad
estaba sujeta a sortear varios obstáculos, como la censura, y, sobre todo, la arbitrariedad del
personal de turno. Las actividades culturales fueron limitadamente permitidas desde el año
1978, luego de la presión internacional en apoyo a Miguel Ángel Estrella, preso en el Penal de
Libertad. Tenían prohibido estudiar y hacer ejercicio físico. Se les permitía la correspondencia
aunque la filtraba la censura y el criterio del personal militar.
Se utilizaba el trabajo como forma de denigrar a los presos. Las tareas eran, por ejemplo,
construir un cerco de seguridad, es decir de colaboración con su perpetrador. Solo a un 30%
se le permitía trabajar. Las condiciones y el ritmo de trabajo impuesto por las autoridades
militares implicaban una explotación superlativa que, obviamente, era sin remuneración
alguna. Había trabajos forzados, otros carecían de sentido. Tardíamente los presos

27
descubrieron que los represores intercambiaban el permiso para trabajar por información.
Las requisas era el momento de mayor regocijo del personal militar ya que lo hacían con
saña, rompían aquellos elementos que intuían significaba algo preciado para el preso,
insultaban a quienes veían en las fotos, algunos presos se refieren a esos momentos como el
de “allanamiento” que habían vivido en sus casa cuando fueron apresados.
La disciplina era la militar, pero existía otro código no dicho ni escrito que las víctimas
no conocían. Como era un código variable las fuerzas de seguridad lo aplicaban a discreción,
para los presos significaba vivir en el terror y la incertidumbre de no saber cuándo se estaba
violando la regla. El objetivo era desestructurar psicológicamente al detenido. Uno de los
presos lo define como que “el régimen disciplinario estaba más constituido por sanciones que
por órdenes”

La disciplina era la militar, pero existía otro código no dicho ni escrito y variable con el
cual las autoridades podían castigar a los presos pero que éstos no conocían, significaba vivir
en el terror y la incertidumbre de no saber cuándo se estaba violando la regla. El objetivo era
desestructurar psicológicamente al detenido. Uno de los presos lo define como que “el
régimen disciplinario estaba más constituido por sanciones que por órdenes”
El aumento de la actividad política y social en las calles, significaba un incremento
desproporcionado en las represalias dentro de los EMR por medio de golpizas, torturas,
castigo psicológico y aumento en los simulacros de fuga.
El informe de la Cruz Roja, luego de la visita en 1980 a algunas cárceles de Uruguay y
de Argentina, es contundente: “el Penal de Libertad tiene la reputación de triturar en algunos
años física y moralmente a los detenidos”, más adelante agrega: “La prisión de 'Libertad' es
sin embargo el lugar en el que este sistema es llevado más allá de lo que se acostumbra a ver,
tanto en el dominio de la seguridad como en el de la búsqueda de todo lo que pueda perjudicar
al hombre encarcelado” y, por último, como para cerrar el cuadro de resquebrajamiento
psíquico dice: “(...) El tratamiento aplicado en 'Libertad' es diferenciado, lo que ha creado
divisiones, tensiones y una competencia en la degradación. El detenido tiene dos
posibilidades: tentativa de arraigamiento en ese medio por reacción, o tentativa de suicidio
por absorción de medicamentos. De todos modos, si él sale, saldrá diferente de lo que era
antes de su encarcelación.”47
En entrevistas realizadas a ex-presos, ellos señalan como aspectos torturantes: acoso e
invasión del espacio individual, aislamiento de la realidad en los niveles material y social que

47
Informe Nunca más, Apartado La prisión prolongada, pág. 149
28
implicó ruptura de los lazos sociales; ningún reglamento valedero, ausencia de ley-poder que
tornaba imprevisible la autoridad; negación de la mínima posibilidad de libre albedrío;
ausencia de afectos de todo tipo. La despersonalización está vinculada a la falta de intimidad
y a la supresión del espacio físico privado.
Sólo queda por resumir la condición de “rehenes” que tuvieron un grupo de diecisiete
presos políticos en cárceles clandestinas. Dirigentes del MLN-Tupamaros fueron presos en los
primeros meses del Golpe y objeto de condiciones infrahumanas de encierro y maltrato
durante más de diez años. Las condiciones de reclusión los podía llevar a la locura o al
suicidio. Normalmente estaban encapuchados y esposados, debían hacer sus necesidades en
un balde dentro de la celda. Recurrentemente se los encerraba en un pozo de agua en desuso.
Tuvieron severas secuelas físicas y algunos presentaban alteraciones psíquicas pero no
recibían ninguna atención. Ante el reclamo de asistencia médica que los abogados de oficio
(que les permitieron tener ya avanzada la dictadura) hacían, los médicos que los visitaban
sólo habilitaban la continuidad del encierro. Recién en abril de 1984 trasladan a los hombres
al Penal de Libertad bajo estrictas normas de seguridad.
Muchos de los presos buscaron la salida por medio del suicido, otros murieron a causa de
enfermedades o no pudieron sobrevivir a las torturas y otros, luego de haber recobrado la
libertad, murieron por secuelas de las condiciones a las que fueron sometidos. De esta manera
queda en claro que también se perpetró un aniquilamiento material del sujeto.

La desaparición forzada
En el Informe Nunca Más, afirman que la desaparición y las torturas es un caso límite
“porque el desaparecido es considerado como un no-ser; el Estado de Seguridad Nacional no
quiere reconocerle su carácter de humano. Más aún, en el esquema del "enemigo
permanente", los desaparecidos no son considerados ni siquiera como delincuentes (que en
toda sociedad democrática siguen siendo personas), porque no tienen derecho a ser
procesados ni juzgados; a tener públicamente la condición de "presos"; a conocer su
sentencia... La condición de los desaparecidos es un caso extremo de alteridad: la sociedad
les quitó toda cualidad humana. ¡Se les niega su condición humana! Se procura suprimirles el
último lazo que tenían con la sociedad, se les niega hasta el derecho de estar en un lugar y
fecha. Y sus familiares viven en la penumbra, habitada de dudas y fantasías. Se les mantiene
en un estado de crueldad y tortura permanente. En el caso extremo (que no es el de los niños

29
desaparecidos) no podrían ni enterrar a sus muertos que no están y, por lo tanto, tampoco
pueden elaborar el proceso de duelo” 48
La Investigación Histórica reconoce cinco formas que adquiere la desaparición forzada:
detenidos desaparecidos (fueron detenidos por agentes del Estado y recluidos en centros
clandestinos, torturados y nunca aparecieron); asesinados desaparecidos (las personas que
fueron asesinadas y sus cuerpos no aparecieron nunca, enterrados como NN o en el osario
común, en algunos casos se pudo identificar a la persona muerta por los registros de la policía
o de los cementerios, pero no se hallaron sus restos); cuerpos NN aparecidos en las costas
uruguayas entre 1975-1979 (personas desaparecidas que fueron arrojadas al mar se
encontraron en los departamentos de Montevideo, Colonia, Maldonado y Rocha); Niños y
adolescentes desaparecidos (nacidos en cautiverio o desaparecidos junto con sus padres, aun
permanecen desaparecidos 3 niños, el resto fueron restituidos a sus familias de sangre); y
desaparecidos temporarios (luego del período de interrogatorios –por medio de la tortura- las
FFCC decidían la reaparición)49.
La modalidad de desaparición forzada fue el modus operandi por excelencia de la
dictadura en Argentina, con iguales características de las formas detalladas para Uruguay.
Esto señala de nuevo el plan conjunto tan siniestro como sistemático de las dictaduras.
Sobre la última forma que adquiere este dispositivo, los desaparecidos temporarios, en
Argentina los Ex-Detenidos Desaparecidos dicen que hay que preguntarle a los perpetradores
la razón por la cual algunos “reaparecieron”, fueron ellos quienes decidieron sobre la vida y la
muerte de los detenidos. Pero sí se puede inducir que un efecto que tuvo sobre la población en
general fue el de implantar aún más el terror, porque las atrocidades que, de a poco, pudieron
verbalizar los “reaparecidos” eran de tal magnitud que paralizaba cualquier intento de
resistencia.

A modo de cierre del Aniquilamiento Material es interesante rescatar el análisis de los


psicólogos Viñar, que se preguntan e intentan una respuesta
“¿Cuál es el nexo entre exilio y tortura? ¿Por qué reunirlos en un mismo
texto? Porque uno y otra son los ejes con que "el orden político se ofrece la
alternativa de volverse amo de la mente del otro, o en su defecto, de su cuerpo,
para colocar allí alguna cosa del pensamiento y del cuerpo social, que suprime esta
alteridad" (citan a Major, René, “L’agonie du jour”, Aubier Montaigne, París,
1979. pp. 59-60).

48
Informe “Nunca Más”, Prefacio, Pág. 3. La cursiva es nuestra.
49
Investigación histórica, Tomo I, Modalidad de la desaparición forzada de personas. Págs. 774 y 775
30
En un mundo donde se tortura y se seguirá torturando, por necesidad
intrínseca de una cierta lógica de poder político y económico, el interés y la
comprensión del fenómeno es pertinente en la diversidad de sus consecuencias,
tanto para la vida ulterior del torturado –si sobrevive– en un trabajo individual de
rehabilitación o readaptación, cuanto en las dimensiones subjetivas de una lucha de
liberación. Porque los núcleos humanos que de una y otra manera luchan contra
una tiranía, transitan imaginariamente, con el torturado, esa instancia de ritual
sacrificial que culmina en la dignidad de la esperanza o en la decepción de la
catástrofe. En otros términos, la tortura opera en el espacio social como un
referente simbólico de punición, cuyos efectos trágicos apuntan no sólo a las
víctimas directas, sino que la resultante buscada en eco es el amedrentamiento y la
parálisis del grupo social.
El poder utiliza la tortura como instrumento para obtener la apropiación y
sujeción del oponente. Su objetivo es provocar el estallido de las estructuras
arcaicas constitutivas de la persona, es decir, la destrucción de la articulación
primaria de cuerpo y lenguaje. Es ya conocido que la tortura conduce por la vía del
aislamiento, el castigo, la sed y el agotamiento a perturbaciones orgánicas y
psíquicas profundas que se manifiestan en cuadros alucinatorios y confuso-
oníricos. Pero poco se ha insistido sobre la naturaleza de la producción psíquica
resultante y por qué caminos ella desemboca a veces en la coherencia consigo
mismo y otras en la entrega al enemigo.
El testimonio de torturados es concordante: es en la alucinación y en el
estado oniroide que cada quien preservará o claudicará de sus valores éticos. El
solo hecho de constatar que el desenlace se lleva a cabo a través de la alucinación y
no en la opción lúcida de un sujeto consciente, plantea un desafío a la reflexión
psicoanalítica. La ruptura de la relación conocida con el cuerpo y la función de
llamado inherente a la alucinación, son dos momentos cruciales que están en el
origen de la conducta que se organiza como respuesta al aniquilamiento”. 50

REALIZACIÓN SIMBÓLICA DE LAS PRÁCTICAS SOCIALES GENOCIDAS


“El aniquilamiento material (…) debe obligatoriamente realizarse, para lograr sus objetivos, en el
campo de las representaciones simbólicas, a través de determinados modos de narrar –y, por lo tanto,
de re-presentarse- la experiencia de aniquilamiento” 51

De nuevo en el plano de lo simbólico se analizan las re-representaciones sobre el pasado


50
Viñar, Maren y Marcelo, “Fracturas de memoria. Crónicas para una memoria por venir”, Ediciones Trilce,
Montevideo, Uruguay, 1993. Pág.61. La cursiva es nuestra
51
Feierstein, Op. Cit., pág. 238
31
que realiza la sociedad uruguaya posdictatorial.
Feierstein plantea que resulta necesario problematizar “los modos con que las estructuras
de asimilación simbólica de las sociedades posgenocidas suelen narrar los hechos, que (…)
aparecen como una recalificación conceptual que desvincula el genocidio del orden social que
lo produjo, (…) en el trastocamiento del sentido, la lógica y la intencionalidad atribuidos a los
mismos.”52
Problematizando, entonces, en el caso investigado se encuentra un doble discurso desde
las instituciones del Estado, lo cual, como ya se dijo, se convierten en discursos de verdad que
cubren la subjetividad de la sociedad en su conjunto, salvo honrosas excepciones, claro está.
Las leyes que se detallan y analizan a continuación fueron firmadas por el presidente
constitucional Julio María Sanguinetti.
Como primera medida adoptada se publica la Ley N° 15.737 “Ley de amnistía” del 8 de
marzo de 1985 que en su artículo 1° dice: “Decrétase la amnistía de todos los delitos políticos,
comunes y militares conexos con éstos, cometidos a partir del 1º de enero de 1962”. En el
caso Argentino las FFAA, en su desprolija salida, quisieron imponer lo que se conoció como
ley de Autoamnistía que la sociedad en su conjunto no permitió que se aplicara, sin embargo,
en Uruguay esta legislación la creó el presidente democrático y continúa vigente.
Luego, el 22 de diciembre de 1986, se firma la Ley n° 15.848 bajo el eufemístico título
de “Funcionarios militares y policiales. Se reconoce que ha caducado el ejercicio de la
pretensión punitiva del Estado respecto de los delitos cometidos hasta el 1º de marzo de
1985”, dice:
“Artículo 1º.- Reconócese que, como consecuencia de la lógica de los hechos
originados por el acuerdo celebrado entre partidos políticos y las Fuerzas
Armadas en agosto de 1984 y a efecto de concluir la transición hacia la plena
vigencia del orden constitucional, ha caducado el ejercicio de la pretensión
punitiva del Estado respecto de los delitos cometidos hasta el 1º de marzo de 1985
por funcionarios militares y policiales, equiparados y asimilados por móviles
políticos o en ocasión del cumplimiento de sus funciones y en ocasión de acciones
ordenadas por los mandos que actuaron durante el período de facto.”
Por un acuerdo entre los partidos políticos y las FFAA –que recordemos ostentaban el
poder estatal aun en agosto de 1984- no se podrá juzgar el accionar del personal de las
fuerzas de seguridad en el período 1973-85. Se conoce como Ley de Caducidad y fue
ratificada por la sociedad en su conjunto mediante dos referendum.
Cabe destacar que la última vez que se realizó la consulta el “NO” a la derogación de la

52
Feierstein, Op. Cit., pág. 239
32
Ley de Caducidad obtuvo sólo el 47%, a la par que Mujica llegaba a la segunda vuelta con un
cómodo 48,13% de los votos. El terror había calado hondo, el modelaje de las almas, los
cuerpos rotos, tienen su máxima expresión en estas raras dualidades de las representaciones
simbólicas de la sociedad. El “Pepe” Mujica, dirigente junto con Raúl Sendic del MNL-
Tupamaros, podía llegar a ser presidente, pero un 53% de la población dice que no se puede
juzgar los crímenes cometidos por las FFAA.
Para el SERPAJ es preciso “Cerrar heridas y reconciliarse no es olvidar. El olvido es
signo de debilidad y de miedo al futuro. Quienes tienen „los ojos en la nuca‟ son quienes
pretenden tender el „manto de olvido‟ sobre los crímenes aberrantes que se han cometido. Los
crímenes sucedieron, están impunes y están en la memoria colectiva nacional. Nuestra historia
se hace con lo que el pueblo conserva en su memoria. Tendrá que conservar el hecho
inocultable de los crímenes, de ellos está hecha ya nuestra historia. Pero no le sumemos la
impunidad a esa historia, sino la capacidad de perdón y reconciliación. Esta investigación
procura colaborar en la creación de esas condiciones.”53
El Informe apela a una función de proveedores de verdad y búsqueda de la historia de las
“víctimas” del terrorismo de Estado, el objetivo no es hacer justicia sino reconciliar a la
sociedad. En esta lógica continúan “No podemos sumar a los errores del pasado y sus
consecuencias la ingenua creencia de que sin tocar esta herida purulenta que viene del proceso
anterior consolidaremos el Estado de Derecho. La consolidación institucional y democrática a
la que todos aspiramos luego de la ruptura tan traumática de todo el edificio social y legal,
pasa por restablecer la actitud ética en todos sus niveles y en todas sus instituciones.”54
Gatti es crítico de esta posición de “cuasi” olvido, plantea que “Lo que es radicalmente
diferente es la manera de administrar las consecuencias de este horror allí y acá, aquí y allí,
pues, si en Argentina el grado de elaboración colectiva de la figura del detenido-desaparecido
ha llegado a cimas altas, en Uruguay parece a veces, muchas veces, que no existe siquiera
una imagen clara de qué es de lo que se trata.”55, parecería que en Uruguay la figura del
Desaparecido no tiene una entidad conceptual en la sociedad, el Desaparecido no logra “ser”
entre ellos. Quienes más lucharon por la reivindicación y la justicia sobre los desaparecidos y
los presos políticos fueron los exiliados tanto en Europa como en Argentina. De hecho los
uruguayos exiliados dieron origen a la Comisión que se congrega alrededor del centro
clandestino “Automotores Orletti” por ser el lugar donde mayoritariamente llevaron a los

53
Informe “Nunca Más”, Prefacio, Pág. 4. La cursiva es nuestra
54
Idem anterior.
55
Gatti, Gabriel, El detenido desaparecido. Narrativas posibles para una catástrofe de la identidad, Ediciones
Trilce, Montevideo, Uruguay, 2008, pág. 162. La cursiva es nuestra
33
Uruguayos que hacían desaparecer en ambas márgenes del Río De La Plata. Cabe destacar
que los Centros Clandestinos de Detención en Uruguay albergaron sólo a Presos Políticos.
Siguiendo a Gatti, se diferencia la forma de represión para Uruguay como la figura de
horror medio, porque el modelo aplicado es de Preso-torturado y exiliados, y para Argentina
se empleó la figura de horror extremo a través del detenido-desaparecido y los campos de
exterminio.56
Doble discurso, decíamos, porque a la vez que se mantienen las leyes de impunidad, los
presidentes constitucionales firman leyes que adscriben a Pactos Internacionales de DDHH,
Tratados contra la tortura y los malos tratos, Estatuto de Roma de la Corte Penal
Internacional, Tratado de imprescriptibilidad para los crímenes de guerra57.
Inclusive, en un intento de reconstrucción de la memoria, Tabaré Vázquez establece el 19
de junio como el día del "Nunca Más", señalando que "no significa poner punto final a las
investigaciones ni implica borrar el pasado", sin embargo no hay juicios ni intenciones
judiciales ni, sobre todo, políticas para llevar a cabo un verdadero esclarecimiento de los
hechos.
En Argentina pasó algo similar. Se debe recordar que Antonio Domingo Bussi, quien
fuera el responsable de las masacres en la Provincia de Tucumán, fue electo Gobernador de
esa provincia en 1995 y ya había sido Senador de la Nación. Luis Abelardo Patti fue
intendente de Escobar también en 1995. Años de Saúl Menem y neoliberalismo cruento.

Volviendo a Uruguay, la Ley de ausencia por desaparición forzada Nro. 17.894,


aprobada el 14 de setiembre de 2005, establece en su artículo 1º:
“declárese ausentes por causa de desaparición forzada a las personas cuyo
desaparecimiento dentro del territorio nacional resultó confirmado en el Anexo 3.1
del Informe Final que produjo la Comisión para la Paz, creada por resolución de la
Presidencia de la República Nº 858/000, de 9 de agosto de 2000, de 16 de abril de
2003. Asimismo, estarán comprendidos aquellos casos iniciados por la Comisión
para la Paz que el Poder Ejecutivo resuelva, previo informe de la Secretaría de
Seguimiento creada por resolución de la Presidencia de la República de 10 de abril
de 2003. La declaración de ausencia precedente implica la apertura legal de la
sucesión del ausente (artículo 1037 del Código Civil).”
Esta ley prevé en caso de uruguayos declarados ausentes por la legislación de Argentina
y /o Chile que sus familiares podrán solicitar a la Secretaría de Seguimiento el certificado

56
Idem anterior, pág. 162
57
Detalladas en el capítulo de “bibliografía”, apartado “Material de investigación para el estudio de caso”
34
previsto para aquellos incluidos en el Anexo 3.1, esto habilitará la inscripción en el Registro
de Estado Civil de la calidad de ausente por desaparición forzada de la persona en él
mencionada (Art. 5º) a los fines de la sucesión, es decir sólo con objetivo económico no
político de juicio a los perpetradores de las desaparición.
Está presente el discurso de las “víctimas inocentes” y la teoría de los dos demonios, el
Informe Nunca Más lo expresa de esta manera: “(...) no era posible a una sociedad legalista y
creyente en el valor de la vida, en un país pequeño donde todo queda cerca y todos se
conocen, eliminar físicamente a los opositores aun cuando se les mostrara dotados de los
peores atributos y algunos pudieran creérselo. Ni siquiera era factible en el caso de los
guerrilleros, de quienes se recibió una enérgica declaración de guerra que fue aceptada”, los
guerrilleros plantearon la guerra, este Informe no reconoce que había una lucha de clases
previa y permanente dada la desigualdad fundante del sistema y además se los coloca en el
lugar de provocadores de la situación dictatorial.
Esta no es la posición de la Asociación de Madres y Familiares de Detenidos
Desaparecidos, que repudiaron enérgicamente las declaraciones de reconciliación del
presidente José Mujica58 y consideran que mientras las Fuerzas Armadas (FFAA) "no
reconozcan su responsabilidad institucional en el proceso dictatorial", la ciudadanía "las
tolerará, pero no las respetará e integrará", para ellos no hubo guerra ni dos demonios.
Marcelo y Maren Viñar en su libro “Fracturas de la memoria” expresan su oposición de
esta manera “No pudimos, por motivos diversos, hacer que se cumpliera la verdad y la
justicia, pero eso no hace que haya que declinar la verdad y la memoria, porque éste era el
gran objetivo de las luchas contra la ley que bajo un cínico eufemismo recibió el nombre de
„Ley de caducidad de la pretensión punitiva del Estado‟”.

Es interesante de este período del caso uruguayo que siendo una ciudadanía que, en lo
económico, no permitió las privatizaciones (como sí se llevaron a cabo en Argentina en los
‟90), que tiene una tradición de luchas sindicales importantes, que el presidente anterior era de
la coalición de centro izquierda “Frente Amplio” y el actual viene de extracción guerrillera,
no puedan romper con la figura de las FFAA como garantes de la patria y no accionen
judicialmente para lograr el castigo efectivo a los genocidas.

58
29-04-2010. diario La República: http://www.larepublica.com.uy/politica/408483-en-uruguay-no-hubo-guerra-
ni-dos-demonios
35
VI. A MODO DE CONCLUSIÓN
Ellos aquí trajeron los fusiles repletos
de pólvora, ellos mandaron el acerbo exterminio,
ellos aquí encontraron un pueblo que cantaba,
un pueblo por deber y por amor reunido,
y la delgada niña cayó con su bandera,
y el joven sonriente rodó a su lado herido,
y el estupor del pueblo vio caer a los muertos
con furia y con dolor.
Entonces, en el sitio
Donde cayeron asesinados,
Bajaron las banderas a empaparse de sangre
Para alzarse de nuevo frente a los asesinos.
Por estos muertos, nuestros muertos
Pido castigo.
Para los que de sangre salpicaron la patria,
Pido castigo.
Para el verdugo que mandó esta muerte,
Pido castigo,
Para el traidor que ascendió sobre el crimen
Pido castigo.
Para el que dio la orden de agonía,
Pido castigo.
Para los que defendieron este crimen,
Pido castigo.
No quiero que me den la mano
Empapada con nuestra sangre.
Pido castigo.
No los quiero de embajadores,
Tampoco en su casa tranquilos,
Los quiero ver juzgados,
En esta plaza, en este sitio.
Quiero castigo.
LOS ENEMIGOS. PABLO NERUDA

Las dictaduras del Cono Sur no son resultado y respuesta al accionar autónomo y
colectivo de grupos subalternos –sean guerrillas o partidos legalizados-, sino que, por el
contrario, son el brazo armado que necesita la clase dominante para exterminar a aquellos que
los enfrentan, con el objetivo de mantener su privilegios de clase.
En los años ‟60 y ‟70 del siglo pasado había un clima de convulsión política y social en
el mundo entero, había esperanza de que con la lucha efectiva se rompería la lógica
explotadora del sistema de producción capitalista, en ese contexto surgen múltiples grupos
subalternos que desde diferentes modalidades de acción enfrentan y disputan la hegemonía.
“La "guerra" en Uruguay no tuvo la espectacularidad de la Casa de Gobierno
bombardeada por Pinochet en Chile, ni el genocidio cometido por las juntas militares en
Argentina con miles de desaparecidos. Pero se caracterizó por una sofisticación sin par. Fue
una represión callada, progresiva en su gradación, "dosificada", perfectamente selectiva hasta
36
llegar a un control perfecto y total de la población. Logró clasificar a los tres millones (...)
Fábrica de sufrimiento para Imponer un dogma político y nada más. Y la fábrica operaba de
manera eficaz e Impunemente.”59
Más allá de las cifras y de la metodología represiva utilizada, con los datos expuestos en
el desarrollo de la periodización y fundamentalmente en el apartado de “debilitamiento
sistemático” y “aniquilamiento material”, se demuestra que en Uruguay, por medio de la
prisión prolongada, se perpetró una práctica social genocida.
Hasta aquí se dejó de lado el primer obstáculo epistemológico de los saberes previos,
pero por todos los luchadores populares muertos y presos, Pido Castigo para mis enemigos de
clase.

59
Informe Nunca Más, Prefacio. Pág. 2
37
VII. BIBLIOGRAFÍA

Material de investigación para el estudio de caso


Gatti, Gabriel, El detenido desaparecido. Narrativas posibles para una catástrofe de la
identidad, Ediciones Trilce, Montevideo, Uruguay, 2008

Leyes consultadas en http://www.parlamento.gub.uy/leyes


Ley N° 15.737. Ley de Amnistía. 22-03-1985. Amnistía de todos los delitos políticos,
comunes y militares conexos con éstos, cometidos a partir del 1º de enero de 1962
Ley N° 15.848. Ley de Funcionarios militares y policiales. 28-12-1986. Conocida como
ley de caducidad.
Ley Nº 13.482. Delito de Genocidio. El Estado aprueba y suscribe la Convención para la
prevención y sanción del 9-12-1948.
Ley Nº 13.751. Derechos Humanos. Se aprueban los Pactos Internacionales y el
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diciembre de 1966 y suscritos por el Uruguay el 21 de febrero de 1967.
Ley Nº 15.798. Aprobación de la "Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas
Crueles, Inhumanos o Degradantes", adoptada por la Asamblea General de las Naciones
Unidas en su XXXIX Período Ordinario de Sesiones y suscrita por la República el 4 de
febrero de 1985.
Ley Nº 16.294. Aprobación de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar
la Tortura, adoptada por la Organización de Estados Americanos, el 6 de diciembre de 1985,
en su XV Período de Sesiones.
Ley Nº 16.724. Aprobación de la Convención Interamericana sobre Desaparición
Forzada de Personas, adoptada durante la Asamblea General de la Organización de los
Estados Americanos que tuviera lugar en la ciudad de Belén, República Federativa del Brasil,
el día 9 de junio de 1994, y suscrita por nuestro país el 30 de junio del mismo año.
Ley Nº 17.347. Aprobación de la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los
Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad. Adoptada en la Asamblea
General de las Naciones Unidas, el 26 de noviembre de 1968. Montevideo 5 de junio de 2001.
Ley Nº 17.510. Se aprueba el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional,
adoptado en Roma, República de Italia, el 17 de julio de 1998 y suscrito el 19 de diciembre de
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40
VIII. ANEXO

Datos demográficos consultados en septiembre 2010 de:


http://www.eurosur.org/FLACSO/mujeres/uruguay/demo-1.htm

Tabla 1: Evolucion De La Poblacion, Por Sexo


Año Ambos sexos Hombres Mujeres /Total
1950 2.238.505 1.132.284 1.106.221 49,4
1955 2.372.025 1.193.073 1.178.951 49,7
1960 2.537.802 1.270.116 1.267.686 50,0
1965 2.693.381 1.343.360 1.350.021 50,1
1970 2.808.426 1.396.407 1.412.019 50,3
1975 2.828.543 1.401.443 1.427.101 50,5
1980 2.913.656 1.430.946 1.482.710 50,9
1985 3.008.270 1.469.065 1.539.205 51,2
1990 3.094.214 1.508.425 1.585.789 51,3
2000 3.274.470 1.595.437 1.679.033 51,3
Fuentes: CELADE, Boletín Demográfico, Año 23, Nº 45, Santiago de Chile, 1990 y Año 24,
Nº 47, Santiago de Chile, 1991.

Tabla 2: Cambios En Los Factores De Poblacion Segun Sexo, 1950-1995


1950-55 1960-65 1970-75 1980-85 1990-95
Ambos sexos
Nacimientos 244.707 286.581 297.869 288.627 290.693
Migrantes netos 10.000 -6.000 -136.000 -33.500 -8.250
Muertes 121.186 125.002 141.753 151.396 164.057
Crecimiento total % 6,0 6,1 0,7 3,6 3,8
Mujeres
Nacimientos 119.369 139.796 145.302 140.794 141.801
Migrantes netos 5.500 -2.600 -67.200 -15.000 -3.750
Muertes 52.138 54.863 63.021 69.299 77.157
Crecimiento total % 6,5 6,5 1,0 4,4 3,8
Hombres
Nacimientos 125.338 146.785 152.567 147.833 148.892
Migrantes netos 4.500 -3.400 -68.800 -18.500 -4.500
Muertes 69.048 70.139 78.732 82.097 86.900
Crecimiento total % 5,3 5,7 0,4 3,3 3,7
Fuentes: CELADE. Boletín Demográfico, Año 21, Nº 42, Santiago de Chile, 1988.

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