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Las señales de Dios.

“Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando


la palabra con las señales que la seguían. Amén. Marcos 16:20”

Lucas 10:1-9

Tengo una hermosa novia que es nutricionista. Ella mi hizo una dieta muy simple que me
ayudó a bajar mucho de peso. Como la dieta era para bajar de peso, era baja en calorías. Dicho en
otras palabras, baja en “comida”. Cuando me enteré de que los deportistas tienen una dieta mucho
más interesante (esto es más comida) le dije que necesitaba una dieta para deportistas. Su respuesta
fue clara y contundente: para darte una dieta de deportistas, primero tenemos que conseguirte un
deporte.

Muchos queremos ver las señales y milagros que seguían a los apóstoles (palabra que
significa “enviados”) antes de haber ido o antes de haber sido enviados. No olvidemos que las
señales seguían a los apóstoles y no los precedían. Consideremos dos puntos sobre esto:

1. Las señales vendrán siempre después de la obediencia: cuando Jesús envió a los setenta (Lc.
10) les dio de su autoridad para echar demonios y sanar enfermos. Pero, para ver los
prodigios de Dios que confirmaron la palabra de los enviados, tuvieron primero que haber
ido y predicado que el reino de Dios se había acercado. Las señales siguieron la predicación
del evangelio y la confirmaron, no la precedieron.

2. Las señales confirmarán la obra de Dios: la obra de Dios no es simplemente alimentación ni


sanación. La obra de Dios es la salvación de las almas perdidas. Vemos el claro énfasis de la
misión de los enviados en Lc. 10:20, cuando Jesús les recuerda que debían alegrarse porque
sus nombres estaban escritos en el libro de la vida y no porque los espíritus se les sujetaban.

Vivimos rodeados de milagreros, personas que hacen “maravillas”, “sanaciones” y que se


vuelven famosos en todas partes. Preguntémonos: ¿es glorificado el nombre de Dios en lo que
hacen? ¿Hay vidas transformadas y personas siendo salvas de sus pecados por la gracia del Señor
Jesús?

Busquemos el verdadero milagro que Dios quiere obrar en nuestras vidas: salvación de
almas. Hagamos nuestra parte: vayamos al campo porque la mies está lista para la siega. Entonces
veremos las señales de Dios.

Raúl Salazar

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