You are on page 1of 15

Hipertexto

La convergencia de la teoría crítica


contemporánea y la tecnología
.,.

Hipermedia
George P. Landow

1. P. Quéau. Lo virtual
2. G. P. Landow, Hipertexto
Hipertexto
La convergencia de la teoría crítica
contemporánea y la tecnología

~ Ediciones Paidós
Barcelona-Buellos Aires-México
¡,
j,

1,

~:

Título original: HiperText. The convergence afcontemporary crirÍcal rhe­


01) and techllology
Publicado en inglés por The Johns Hopkins University Press

Traducción de Patrick Ducher

Cubierta de Mario Eskenazi

Para Shoshana, Serena y Moali

1. a edición, J995

© 1992 by TheJohns Hopkins University Press, Baltimore y Londre~


© de todas las ediciones en castellano
Ediciones Paidós Ibérica, S.A.,
Mariano Cubí, 92 - 08021 Barcelona
y Editoríal Paidós, SAICr,
Defensa, 599 - Buenos Aires

ISBN: 84-493-0186-6

Depósito legal: B. 40.274·1995

Impreso en Grafiques 92, S.A"

Torrassa, 108 - Sant Adrül de Besós (Barcelona)

Impreso en España - Primed in Spain


~

.,i,
'1

~.!

..

HIPF.RTEXTO
1111

I :omo esta exposición deja bien claro, la «autoría» de los tex­ 4. Reconfigurar la narrativa
11I~ IIldíviduales en un entorno hipertextual resulta aún más pro­
hh'lIi.ltÍca que en el mundo de la imprenta. «Autoría» va más allá
de 1"" comillas cuando se considera The DZckens Web en conjun­
to: t'!l la portada del manual de usuario sólo consta: «IRIS In­
termt.dial The Dickens Web ! Manual de usuario y guía de íns­
talaci¡'IO». En la contraportada, donde figuran las obligadas
mem.jones sobe derechos de autor y prohibiciones de copias no
autorizadas, se acredita a la Henry y Albert A. Berg Collectlon de
la Ncw York Public Library'" por la autorización de reproducir
las ilustraciones de W. Pailthorpe para Great Expectations. En la
págin¡¡ de los derechos propiedad no se menciona <.l. ningún au­
tor. En lugar de ello, pone lo siguiente: «Desarrollado por Geor­
ge P. Landow / Editado por Julie Launhardt y Paul Kahn I Dise­
ño Gráfico de Ronnie Peters». Esta solución, a la que llegaron El hipertexto y la concepción aristotélica de trama
Launhardt y Kahn tras consultar a otrOS miembros del IRIS, con­
dene UDa verdad importante acerca de los escritos en un entorno El hipertexto, que pone en entredicho la narración y todas
hipertextual. El hipertexto no tiene autores en el sentido tradi­ formas literarias basadas en la linealidad, también pone en tela de
cional. Si el hipertexto como herramienta pedagógica convierte al las ideas de trama e hilo narrativo corrientes desde Aristó­
profesor de un líder en una especie de tutor o compañero. el hi­ De] examen de la Poética en el contexto de una discusión
l~ertC!xto como medía de escritura transforma al escritor en editor sobre hipertexto se desprende una de las dos cosas siguientes: o
y Clllltborador. El hipertexto, como el cíne y el video o ]a ópera, bien no se puede en absoluto escribir ficción en hipertexto (y la
hUI,llcil trabajo en equipo. Poética muestra por qué podría ser el caso) o bien defíniciones
y descripciones aristotélícas de trama no rigen para historias es­
critas y leídas en un entorno hipertextual. Al principio de este
estudio, sugerí que el hipertexto ofrece un medio partículatmen­
te eficaz de a prueba las teonas literaria y cultural. Éste es
un buen ejemplo. Aunque la ficción hipertextual sea muy recien­
te, las muestras que he podido ver ya cuestíonan algunos de los
puntos claves de Aristóteles respecto a ]a trama y la historia.
el capítulo síete de la Poética, Aristóteles ofrece una
ción trama en la que la secuencia fija desempeña un papel esen-
cial:
Un todo es aquello que tiene principio, medío y Un prÍn­
cipio es aquello que en sí no es necesarÍamente precedido por otra
C059 y que nawralmente tiene rugo después. Un fin es aquello que
'almente vÍene a continuación de otra cosa, como su conse­
cuencia necesaria o habitual; un medio es aquello que por natura­
* Colección Albert A. Berg de la Biblioteca Públíc,l de Nueva York. T. leza está de algo y que tiene algo después, ¡

,I

132 'rl.JI'ERTEXTO RBCONflGURAR LA NARRATIVA


133
Además, AÚsLóteles concluvt: «Una trama bien construida, de tener algo en común con una nueva ficción en el nuevo medio.
pues, no puede empezar o terminar donde uno quiera; principio Este primer enfoque equipara el híperrexto a unas lentes, un
y fin deben presentar las formas recién Jescritas, Una vez más, nuevo agente de percepción, que revela algo en que no se había re~
para ser bello, el ser vivo, o cualquier ente hecho de partes, no parado o en que no se podía reparar, y luego extrapola los resulta­
sólo ba de presentar cierto orden en la disposición de las partes dos de esta investigación para predecir futuros desarrollos. Como
sino que también debe alcanzat cierta magnitud definida» (1462). este enfoque sugiere que la nueva tecnología informática tiene ra­
Así, el hipertexto cuestiona Ola secuencia fija, 2) un principio y íces en prestigiosos escritos canónicos, tendrá evidentemente la
un fin determinados, 3} «cíerta magnitud definid~l» de la historia, ventaja pOlltÍca de parecer menos Ilmenazador a los estudiantes de
y 4) la noción de unidad o totalidad asociada a dichos conceptos, literatura y de teoría literaria. Al mismo tiempo, situar el hipertex­
En la ficción hipertextual, por lo tanto, es de esperar que to en un línaje legitimador de «grandes obras» proporcíona nue­
cambien las formas individuales como trama, caracterización y vas lecturas críticas de los textos impresos y hace que estos textos
ambientación, como tambíén cambiarán los géneros o tipos lite­ canónicos parezcan especialmente atractivos, ya que pueden ser
rarios. La radícal novedad de eSEe tema se manifiesta en el hecho percibidos como entradas de un futuro de la literatura diferente e
de que a la hora de escribit este libro, muchas fuentes que cito. de inesperado. Todos estos análisis genealógicos me resultan atracti­
hecho casi todas ellas, todavía no han sido publicadas, o las están vos y hasta convincentes, pero me doy cuenta de: que si el hiper­
publicando o han aparecido en novedosas formas electrónÍcas: texto realmente rÍene el grado de poder que sugieren los capitulos
estas fuentes incluyen las notas 110 publicadas sobre hipertexto y anteriores, entonces sí que amenaza a la literatura y él sus institu­
ficción de un destacado novelista estadounidense, capítulos de li­ ciones tajes y como las conocemos. Uno debería sentírse amenaza­
bros a punto de salir y primeras versiones de ficción hipertextuiilL do por el hipertexto, como debieron de sentirse amenazados los
Hasta la fecha, las discusiones de los efectos del hipertexto so­ autOl'es romances y épica por la novela y los escritores venecia­
bre las formas literarias o bien han intentado identificar una casi nos de tragedias en latín por la Divina comedia y su texto en italÍa­
hipettextualidad en los textos impresos para sugerir lit continua­ no. Después de todo, aunque los descendÍentes aseguren la conti­
ción cómo podría resultar la ficción en hipertexto o bíen han de­ nuidad con el pasado. 10 hacen a costa de sustituido.
ducido las normas de la narración hipertextual de sus principios segundo enfoque en la consideración de la narración hiper­
básicos, y en particular el que rechaza la linealidad como principio textual, igualmente interesante, consiste en deducir las cualidades
dominante, Las primeras tentativas de predecir la forma en que el hipertexto de sus características definidoras como la no lineali­
hipertexto podría afectar las formas literarias apuntan hacia Tris­ dad o la linealidad múltiple, la diversídad de voces y la inevitable
tram Shandy, in Mcmoriam, Ulúel~ y l·..innegans Wake y a ficción mezcla de medios y modos, en particular su tendencia a emparejar
reciente francesa, estadounídense y de América Latina, en parti­ lo visual y 10 verbaL No obstante, la mayoría de Jos que han espe­
cular Michel Butor, Mare Sapona, Robert Coover y Jorge Luís culado sobre la relación entre la hipertextuaJídad y la ficcÍón se con­
Borges (Bolter, Writing Space, 132-139). Estos textos tal vez no centran en los efectos que tendrá en la narración lineal, Para com­
precisen del hipertexto para ser comprendidos plenamente, pero prender la mezcla de promesas y peligros que supone el hipertexto
a los lectores familiarizados C(ln él, les revelan nuevos principios para la narración, conviene recordar que la ciencia de la narratíva
de organización y nuevas maneras de leer. Según la nueva argu­ requÍere que la narración resulte intrínsecamente lineal y que dicha
mentación, el hipertexto hace que destaquen por primera veZ linealidad desempeña un papel central en el pensamiento.2 Como
ciertos elementos de esas obras. Lo:'. ejemplos de estos textos muy alega Barbara Herrnsrein Smith, «hay muy pocos casos en que pue­
dispares sugieren gue los poemas y novelas que más incumplan da sostenerse ]a noción de un conjunto y secuencia de eventos a la
lmu o varias características de la líteratura asociada con la impr~n- vez anteriores e independientes del discurso que los relata».l
yen particular la narración línecl, denen grandes probabilidades Hayden White sólo emite una versÍón particularmente enfáti­

'-\.\

134 HIPERTFXTO RECONFIGURAR LA NARRATIVA


135

ca de una premisa de puro común al afirmar que «cuestio­ califica de «episódica una trama que no alberga en sus episodios
nar la naturaleza de la narración a reflexionar sobre la natu­ ni necesidad ni posibilidad de secuencia» (1464).
raleza mif;ma de la cultura y, posiblemente, de la humanidad mis­ Una a Aristóteles estaría en el hecho de que la su­
ma. Lejos de ser un código entre muchos que una cultura pueda presión probable o necesaria» de acontecí­
utilizar para dar sentido a una e},:períenda, la narración es un me­ toda la línealídad. No obstante, la linealidad
tacódigo, una proposición universal de la humanidad gracias a la se ahora en una faceta de la experiencia del lector indi­
cual pueden transmitirse los mensajes transculturales acerca de la vidual en una o trayecto dados, aunque vuelva sobre Sus pa­
naturaleza de una realidad compartida».4 ¿Qué tipo de cultura po­ sos o se dirija en direcciones. Robert Coover asegura
dría, o quisiera, tener una narración hipertextual, que tanto ensalza que, con el hipertexto, «la linealidad de la experiencia de leer» no
la no linealidad o la linealidad múltiple? ¿Y qué le sucedería a la desaparece del todo, «pero las unidades narrativas dejan de se­
que escogiese esta narración si, como afirma Jean­ guirse unas a otras en una inevitable cadería de páginas que se pa­
Franc;ois Lyorard, de acuerdo con muchos otros expertos en el san. El hipertexto ha hecho que la trama Sea ahora mu]tidímen­
tema, «la narración es la del conocimiento general» sional en teoría, infinita, con una posibilidad también infinita
(Portmodern Condition condición posmoderna], l8)? Nos su­ de nexos o bien programados, fijos y variables, o bien
giere una respuesta 1a definición del propio Lyotard del posmoder­ aleatorios o una combinación de ambos~>.6 Inspirándose en la no­
nismo como la «incredulidad hacia la metanarracÍóm. 6oav): hipertexto activo, Coover vislumbra algunas de
quier autor o cultura que adopte la ficción hipertextual o bien ya ha el lector puede contribuir a la historia. Al nÍ­
rechazado el consuelo y la seguridad de la narración lineal o bien más del encuentro con el hipertexto, «el lector pue­
está a punto de descubrir que sus lazos con ella se están aflojando. de escoger la ruta que desea recorrer en el laberinto, por
Lyotard insiste en que «lamentar "la pérdida de sentido" en la pos­ síguíendo algún una imagen, una acción, etc.», Coover
modernidad se reduce a llorar por el hecho de que el conocimien­ añade que el lector convertirse en lector-escritor no sólo
to ha dejado de ser sobre narrativm> (26); sugíere varias expli­ escogiendo su camino por el texto, sino también leyendo más ac­
caciones tecnológicas posibles para explicar esta pérdida tivamente, con ]0 cual quiere decir que «Íncluso puede interferir
de fe en la narración, cuales la más importante es que la cien­ con la historia, introducir nuevos elementos, nuevas estrategias
cia, que «síempre se ha opuesto a la narración», se vale de otros me­ narrativas, abrir nuevos caminos, interactuar con personajes e m­
dios para «legitimar las reglas de su propio juego» (XIII).': cluso con el autor.. , o autores». Aunque algunos autores y públi­
Incluso sin plantear cuestiones más fundamentales o genera­ cos estremecerse ante unos mundos narrativos tan des­
les como la relación entre la narración y la cultura, se ve en segui­ concertantes v aspecto tan potencialmente caótico, Coover, un
da qlle el hipertexto, con su rechazo de la organización lineal, re­ endona <Jo atractívo que pueden resultar los
plamea nociones básicas respecto a la historia y la trama. Las esas fabulosas redes, esos jardínes, cuidado-
definiciones y descripciones convencionales de historia y trama con caminos divergentes, a los artistas de la na­
algunos casos, el pasado, Aristóteles señaló que una mtClOn» que la oportunidad de «sustituír la lógica por el
trama lograda «una secuencia, probable o necesaria, de carácter o la metáfora, la erudición por el cotlage y el ingenio ver­
acontecimientos» 1465). Este comentario aparece en bal, y de liberar la historia en un espacio donde todo lo posible es
medio de una peripetet"a (0, según la traduccíón necesarIo».
de Bywater, en la discusión anterior sobre tramas epi­ El rechazo del texto fijo no necesariamente destruye del todo
sódicas, que considera como «las peores», explica que la linealidad ni elimina toda coherencia formal, aunque éstas pue­
bajo formas nuevas e inesperadas. Bolter señala:
'" Pcnpctv, T
-

136 lIlPERTEXTO
RECONF1GURA..R LA NARR!\.TlVA 137
eS[)aClO electrónico, los escritores necesita­
rán un nuevo estructura unicaria; deberán aprender a Aunque la poesía y la ficción hipcl'tcxtuaJes no lineales pue­
concebir sus textos como una estructura de posibles estructuras. dan ofrecer formas de organización muy paralelas, en algunos as­
E] escritor una especie de escritura en otra di­ a las que ofrece el texto impreso, aún queda un problema
mensión, crear coherentes que el lector pueda descubrir sin potefllClfllrncente crucial al respecto. Dado que algunos especíalis­
cerrar, prematura o arbitrariamente, ninguna posibilidad. Esta es­ sostienen que la moralidad, en última instancia,
critura en segunda dimensión será la contribución especial del me­ la unidad y coherencia de un texto fijo lineal, cabe
dio electrónico a la bibtoria de la Iítcratura (\'(!riting Space, 144).
si el hipertexto puede implicar una moralídad en
W'illiam Dickey, un poeta que trabaja en hipertexto, sugiere '-U;"-lI.lIUH~J. forma significativa o si será condenado a la
que los autores estructuran sus hipertextos creando nexos que perpetua. White está convencido de que la unidad de una narra­
ofrezcan varios conjuntos de trayectos de lectura; «El poema pue­ ción lograda es una cuestión de ideología: «la narración tiene qu~
de diseñarse como un motivo de cuadros anidados, un grupo de ver, por no decir que es su función principal, con el impulso de
una trenza de dístintos temas Visuales y moralizar la realidad, es decir, de identificarla con el sistema so­
gráficos. una doble También puede presentar una sola se­ dal, fuente de cualquier moralidad que podamos imaginar, y ello
cuencia príncipal la cual asociacíones de palabras o de imá­ con toda seguridad en su vertiente de relato verídico y muy pro-
7
genes conducen a :mbsecuencias y luego 'v'Uelven» En los siste­ en su vertiente de relato ficción» (<<Value of Na-
mas de hipertexto con nexos de una sola dirección en vez de dos. Escribiendo como historiador e historiógrafo,
este típo de resulta más fácil, por supuesto, aunque esta presión ideológica se mJnífíesta con toda
1 los sistemas más completos y abiertos hacen posible, e incluso clarídad en «el valor asignado a la narración en la representación

I
I
inevitable, esta organización casi musícal. El requisito princípal hechos reales», ya que ese valor revela el deseo de dotar los
j consiste entonces, según Paul Ricoeur, en «la facilidad de segui­ «hechos reales» de una «coherencia, integridad, plenitud y
¡ miento» de una historia, y esta facílidad con que se sigue aporta nación» necesariamente imaginarias y sólo posibles en la ,'. ,
un principio que muchas opciones y permutaciones,~ Whíte añade también que <da noción misma de que las secuencias
posible de organi:¡;acÍón literaria hipertextual con- de hechos reales posean los atributos formales de las historias que
más de la repetición que de la contamos acerca de hechos imaginarios sólo pudo originarse en
secuencia, Barbara Herrnstein Smith explica que, en las obras li­ ensoñacÍones y quimeras» (23), ¿Significa o sugiere esto
terarias que se valen una organización lógica o temporal, «la la cultura contemporánea, o al menos su avanzadilla de la tec­
dislocación u omisión de cualquier elemento tenderá a volver in­ nología de punta, rechaza esos deseos, ensoñaciones y quimeras?
comprensible la secuencia como un todo, o cambiará completa­ conexión entre trama y moralidad de White señala varias líneas
mente sus efectos. Sin embargo, en una estructura paratáctica (en Debería plantearse si es bueno o no que la na­
la que el principio de generación no exige que un elemento "siga" rraelDn uneal encarne inevitablemente una moralidad o ideología,
a partir de otro), pueden añadirse, omitirse o intercambiarse uni­ pero, antes, cabría determinar si el rechazo de la linealidad impli­
dades sin la coherencia o efecto de la estructu­ ca, necesariamente, el rechazo de la moralidad. Después de todo,
UUt:HlcV>. Según Smíth, «las "varíaciones sobre un
cualquíera que tome en serio las posibilidades del hipertexto en la
es una de dos formas más obvias que puede adoptar la ficción querrá saber si no acabará produciendo una variante más
parataxis. La otra es la "lista''.>. El principal obstáculo que la pa­ de ficción posmodernísta que críticos como John Gardner,
rataxís y el representan para la narración t:S que cual­ raid Graff y Charles Newman atacarán por moralmente corrom­
quier «principio generador que genere una esnuctura paratáctica pida y corruptora, !O Si 10 que se pretendía era líberarse de la ideo­
pi

l' no puede, por sí solo, determínar un punto de l' 9

logía, suponiendo que fuese posible, entonces la narración no


! ideológica servÍria perfectamente. Pero antes de llei:\ar a la con­
!i!
¡i·
,~¡ I

138 HIPERTEXTO RECONFIGURAR lA NARRATIVA


139

dllsión de que el hipertexto obra milagros, o provoca pesadillas, da principal de la teoría moderna de la narrativa -así como en
carentes de ideología, convendría cxamínar las pruebas disponi­ historiografía y fílosofía de la historia- consiste en «deshacer la
bles. En particular. convendría examinar los intentos anteriores cronología» de la narración, y estos dos noveJísta ilustran una vic­
de crear formas literarias no lineales y evaluar sus resultados, Ob­ toriosa «:lucha contra la representación líneal del tiempo» (Time
viamente, es lo que me propongo hacer a continuación. and Narrative [Tíempo y narracú5n], 1:30). Pensando en la posibi.
Una ojeada a las anteriores tentativas para evitar la linealidad lidad de escribir una historia del mundo, la heroína de Lively re­
del texto impreso sugiere que en el pasado los autores ya recha­ chaza la historia lineal y secuencial que, en virtud de su experien­
zaron la linealidad porque falseaba su experíencia de las cosas. cia, considera falsa y carente de autenticidad:
Tennyson, como vimos antes, creó una poesía de fragmentos en
un intento de escribir con una mayor honestidad y fidelidad sobre La cuestión es: ¿será o no será hístoria lineal? Síempre he pen­
sus vivencias. Además, como varios críticos ya ban señalado, des- sado que una visión calídoscópica podría ser una herejía intere­
sante. Agítese el tubo y véase lo que sale. La cronología me irrita.
Laurence Stern ha habido novelistas que han intentado esca­
No hay cronologia dentro mi cabeza. Estoy compuesta de una
par a las potenciales limitaciones y falsificaciones de la narrativa
mirfada de Claudias que dan vueltas y se mezclan y se aleían como
líneal. reflejos del sol en e.l agua. Las cartas de mi baraja están mez­
No hace falta remontarse al pasado para encontrar ejemplos. cladas y bien mezcladns pata siempre; no hay secuencia, todo ocu­
En el comentario de Robert Coover de Dictionary o/Ihe Khazars rre a la vez. 12
(Diccionario jázaro), una obra del yugoslavo Milorad Pavíé que
Coover califica de novela hipertextual, afirma: «Como en la vida, Como el MarceI de Proust, Claudia descubre que una simple
en la narrativa hay una tensión entre la percepción del tiempo, sensación puede traer de vuelta el pasado por encima del presen­
por un lado. como experiencia lineal-las cosas se suceden unas te, burlándose de la separación y de la secuenda. Volviendo a El
a otras (causalmente o no) en secuencía- y, por otro, como una Cairo a la edad de sesenta y tantos años, encuentra la ciudad a la
estructura en la que se reflejan experiencias relacionadas entre sí, vez diferente e igual, Explica; «El lugar parecía cambiado pero yo
como si tuviese una disposición susceptible de ser consignada en Jo sentía igual; las sensaciones se despertaron y me transforma­
un mapa».1 ~ Que guste o no a los lectores o incluso que sea o no ron». Cuenta que, encontrándose al lado de un moderno edificio
posible en la práctica, la forma no lineal surgió de íntentos de ser de hormigón y vidrio, «cogí un puñado de hojas de eucalipto de
más veraces y no de alguna inmoralidad. Muchas obras contem­ una rama, las aplasté con la mano, las olí, y las lágrimas me vÍnie­
poráneas de ficción exploran esta tensión entre una percepción ron a los ojos. Claudia, con sus sesenta y siete años ... lloraba, no
neal del tiempo y otra más espacía!, que menciona Caover. El Wa­ de pesar sino de asombro de que nada se pierde para siempre, de
terland (1983) de Graham Swift, por ejemplo, cuestiona toda la que todo puede recuperarse, de que llila vida no es lineal sino ins­
narrativa basada en la secuencia y, con ello, coindde con otras no­ tantánea». Su lección para la ciencia de la narrativa es que «en la
velas de su década. Como en Moon riger (1987) de Penelope Li­ cabeza, todo ocurre a la vez» (68). Como Claudia, el Tam Crick
vely, otra novela en forma de autobiografía de un historiador, de Swift toma narracíones históricas y autobiográficas, cuya esen­
Waterfand asocia los sucesos de una vida individual con las prin­ cia es la secuencia, y las esparce o teje de forma no secuencial.
cipales corrientes de la historia contemporánea. La diferencia entre estas ficciones casÍ hipertextuales y las
Utilizando casi el mismo método para la autobiografía que electrónicas radica sobre todo en la mayor libertad y poder del
para la historia, el protagonista de la novela de Swift congeniaría lector de hipertexto. Swift quien decide cuándo la narración
con la Claudia Hampton de Lively, cuya profunda desconfianza de T om Crick ha de desviarse así como es Live1y la que decíde en
hacia la cronología y la secuencia proviene explícítamente de su el caso de la narración de Claudia, pero, en la versión hípenextual
experiencia de la simultaneidad. Ricoeur sugiere que «la tenden- de «Forking Paths» de Borges y de A/ternoon de Michael ]oyce,
-

140 HIPER1'IDCfO RECONFlGVRAR LA NARR,\T¡VA


L41

es el lector quien decide, Otro de los más famosos casos de autor duclorio (Fig. 8}. hace púr motivos técnicos, l'ctórÍcos y otros.
que apodera al lector se da en «The Babysitter», donde Robert La mayoría de los autores que escriben con Hypercard, Guide y
Coover, como todo un escritor de hipertexto electrónico, ofrece Storyspace no utilizan estos entornos en que puedan distri­
al lector varias posibilidades. auténticos finales múltiples, con dos buü- los textos propios a otros lugares de Para diseminar
efectos,11 Primero, es el lector, que asume parte del papel y los escritos propios, el autor debe copiarlo desde su máquina en
ción de autor, quíen debe decidir qué posibilidad elegir y, segun­ un disquete y luego dárselo a alguien que tenga ordenador. El uso
al encontr<lrse con esta necesidad de elegir, el lector se da máquinas aisladas hace que los escritores tiendan a producir
cuenta que no hay ninguna narración que sea la principal o la hístorias y poemas lo bastante autónomos y reducidos como para
«buena» y que la lectura tradicíonalle ha lavado el cerebro caber en un solo disquete. Por otra parte, como algunos los
hacerlo esperar y exigir una única respuesta correcta con un primeros sistemas de hipertexto no ofrecian la posibilidad de es­
co hilo narrativo. La historia de Coover no sólo aclara un punto tablecer nexos, los autores en dichos sistemas sOllan considerar
esencialmente moral arerca de la naturaleza de la ficción, SIDO sus obras autónomas en el sentido tradicional. Otra razón del en­
que otorg<l más responsabilidad al lector. En otras palabras, se foque «empiece aquÍ» se debe a un temor obvio a desoriemlir al
puede decir del texto de Coover 10 que BoIter del hipertexto lector en su primer contacto con Ja narración; también se debe a
interactivo de «No hay una historia la que cada lectura que algunos escritores están convencidos que la ficción hiper­
sea una versión, porque cada lectura determina la historia a me- textual necesariamente ha dI:! cambiar nuestra experiencia de la
:l
que avanza. Podría decirse que no hay historia en absoluto; parte central pero no del principio de la narración,
i¡ solo hay lecturas» (Writing Space, 124). En cambio, a William Dickey, que ha escrito poesía hipertex­
!'
tua! con el HyperCal'd de Apple, le parece una faceta útil la
poesía hipertextual eJ hecho de «se puede empezar en cual.
!:
t<
f'
Principio y finales en la narrativa de sus partes, estrofa o imagen, que a su vez podrá ser se-
,!
1; por cualquier otro fragmento del poema, Este de
" Como ya observamos en el capítulo 2, los problemas que los organización requiere que la parte del poema representada en
desvíos del hipertexto causan en la narración se manifiestan con cualquier momento sea autónoma además de capaz evocar un
F, la mayor claridad en el principio y el final de las hísrorias. Si real­
ji sentido poétÍco a pesar de ir precedida. o seguida l)or cualquier
l
i mente, como lo reivindica Edward Said, se designa un principio otro fragmento del poema». 14 No obstante, referirse más bien a la
para indicar, aclarar o definir un momento, lugar o acto ulteriores estructura de la poesía que' a la de la ficción, Dickey propone
(Beginnings, 5), ¿cómo puede decirse que la ficción hipertextual unos principios de organización que pueden aplicarse a ambas,
'11 , :
comience o acabe? Además, como prosigue Saíd de forma con­ Un principio implica un final, y un fínal requiere algún tipo
1: '
I
vincente: «si lo que queremos decir al señalar el comíenzo de conclusión forma] y temática. Rleoeur, valiéndose de la ima­
una novela... es que este comienzo, en principio, viene seguido gen de «seguimiento» que convencionalmente se aplica a la na­
de esta novela» (5) ¿cómo podemos detenninar qué novela seguirá rrativa y que los escritores en hipertexto también emplean para
el comienzo que escoja cada lector? a la activación de un nexo, explica que «seguir una his­
:11
'"
"1 Hasta el momento, la mayoría de las obras de ficCÍón en toria es moverse hacia adelante en medio de acontecimientos for­
fl; ¡
pertexto que he leído o de las que me han hablado, y tambíén mu­ tuitos y peripecias siguiendo una expectativa que llega a su cul­
:¡!
"
j" chos conjuntos de material didáctico, adoptan un enfoque más minación en la "conclusión" de la hístoria». La conclusión «da a
!i bien cauteloso respecto al problema del principio ofreciendo al la historia un "punto que a su vez se convierte en el pumo
!.I
lector una lexia con una etiqueta del estilo ~~empiece aquí», que de vista desde el cual la historia puede percibírse como un todo».
combina las funciones de portada, introducción y párrafo Íntro- En otras palabras, la comprensión de una historia supone la com­
..

HIPERTEXTO
142 RECONF1GURAR LA NARRATIVA 143

prensión previa de «cómo y por qué los sucesivos episodios lleva­ alistas, sugieren que hace ya tiempo que Jos escritores de ficdón
ron hasta la conclusión, que, lejos de ser previsíble, ha de resultar vienen encontrándose con problemas muy similares a aquellos
aceptable y coherente con los episodios unidos por la historia con que se enfrentan los escritores de ficción en hipertexto y que
(Time and Narrative, 1:66-67). han desarrollado toda una gama de solucíones formales y temáti­
En su estudio dásico de cómo el poema desemboca en un fi­ cas. De hecho, la tendencía a dejar al lector sin apenas sentido de
nal satisfactorio, Smith aporta pruebas que podrían ]]evar a los es­ conclusión -que sea porque no se le descubre el desenlace «fi­
tudiantes de hipertexto a pensar que éste o bien origina proble­ nal» de una narracÍón dada, o porque deja la historia antes de que
mas fundamentales en la narración y otros tipos de textos ocurra níngún desenlace- que se da en muchas obras nuestro
literarios o bien les abre formas de textualidad completamente sjglo demuestra que hace ya tiempo que los escritores y los lecto­
nuevas. Explica que, como «un poema no puede durar indefini­ res han aprendido a conviVIr (y a leer) con un final abierto mucho
damente» (Poetic Closu"e, 33), tiene que emplear recursos que mejor de lo que sugieren los debates sobre la narrativa.
preparen al lector para un final en lugar de una continuación. Es­
tos recursos provocan en dIector «una sensación de equilibrada
terminación y finalidad, de "cierre" ... a la que nos referimos aquí Afternoon, de Michael Joyce: la experiencia
como conclusión... Que se percíba espada] o temporalmente, una del lector como autor
estructma parece "cerrada" cuando se la experimenta como inte­
gral: coherente, completa y estable» (Poetic Clorure, 2); cualida­ Michael Joyce, un autor de hipertexto, desconfía de la con­
des que despiertan una «especie de compostura última que apa­ clusión. En su Afternoon una ficción en hípertexto de 538lexias,
rentemente valoramos al sentir una obra de arte» y a la que la sección acertadamente titulada «obras en curso» avisa al lector:
ponemos la etiqueta de «estabilidad, resoluóón y equílibrio» «Como en cualquier ficción, la conclusión es un atributo sospecho­
(34). A diferencia de los textos manuscritos o impresos, los del so, aunque se manifiesta aquí. Cuando la historia ya no progresa, o
pertexto, al parecer, sí pueden durar indefinida y, tal vez, ínfinita­ lo hace en círculo, o cuando uno se cansa de los trayectos, con­
mente, por lo cual cabe preguntarse si podrán proporcionar con­ cluye la experiencia de la lectura». Dicho de otro modo, Joyce
c1usíones satísfactorias. 1; O bien, orientando la investigación deja al lector toda la responsabilidad de la conclusión, de acabar.
según las líneas sugerídas por el análisis de la conclusión de Cuando el lector se ha cansado y decide dejar de leer, pues, se
Smíth, cabría preguntarse qué técnicas podrían aportar algo aná­ acaba la historia. No obstante, Joyce prosigue: «Incluso así, habrá
logo a esa deseable «sensadón de equilibrada termÍnación y fina­ muchas más posibilidades de lo que podría pensarse a primera
lidad, de "cierre".>. vista. La palabra que no ]0 convenza ]a primera vez que un pa­
Siguiendo un indicio que nos brinda la ficción concebida saje podrá llevarlo a donde quiera la próxima vez que encuentre
para la publicación impresa, puede apreciarse que muchas narra­ dicho pasaje; y lo que a veces parece ser un bucle, como la me­
ciones de antes del hipertexto presentan casos finales múlti­ moria, arranca en otra dirección». Leyendo el muy alusivo A/ter­
ples y de conclusíones unidas a nuevos comienzos. Tanto las no­ noon, que presenta una multitud de puntos de partida dentro de
velas de Dickens, escritas específicamente para publicaciones cada Jexia así como nexos en perpetuo cambio, se ve en seguida
mensuales, como las de otros escritores del siglo XIX concebidas lo que Joyce quiere decir.
para su primera publicación en la entonces convencional estruc­ Las lexias sucesjvas que uno se encuentra parecen formar ca­
tura en tres volúmenes, recurren a la conclusión parcial seguida denas narrativas, y, a pesar del hecho de que uno va cambiando
de una continuacÍón. Además, las series de Trollope Palliser, el de ambientación y de narrador, las elecciones personales van pro­
Cuarteto de Alexandria, de Lawrence Durrell, las obras de Faulk­ duciendo unos conjuntos narrativos satisfactorios. Al ir pasando
ner y un sinfín de trilogías y tetralogías, tanto fantásticas como re­ de sección a sección, se producen desconcertantes cambios de
----- -_.- --_ .. ­

fORKIN6 PATHS

011 lnterfllt'Uun anar Jurge Luis Dorglts

structure and addlUonal texl by Sluart MovUhTOP

Depertment of E"gUSh, Yale Untversity

New Haven, COllnecUcut 06520

verston 1.0: June, 1967

{PTen enl keg te be,jn}

figura 8. La entrüda de una obra de tkcJón hipcnexlua1. La primera vcmaua de texto de h versión electrónica
de «Forking Paths» de Borges, realizada pOI' Stuart Moulthrop, se pal'ece a la portada de un hbJ'O imp~~o. En la par­
te inferior de 11 ventana hay varios botones: «Yes (SO, No (No), Back (Atrás), Up (Arriba), Dn (Ahajo), Left (iz­
quierda), Rght (Derecha)>> con los que el usuario puede contestar a las preguntas que le hace el sistema o cambiar de
dirección en el hiperespacio de la obrl!. Hay otros botones que permiten otras acciones como imprimir pantallas o
salir del entorno. El recuadro de diálogo a la derecha de los botones es una forma adicional de navegar por la ficción
hipenextual: la inrroducdón de una o más palabras hace que el sistema abra una lexia en la que aparece la palabra o
expresión introducida. Debaío de la ventana de texto, se ve ..1 mapa general que Storyspflí:e genera.
..

146 H1PEllTEXTO RECONFIGURAR. LA NARRAT1VA


147

ambientación, de narrador, de tema o de cronología, y ocurren capta en parte la experiencia que tiene el lector de la capacidad de
dos cosas. Después de haber leído durante un rato, uno empieza interconexión de A/ternoon y de las obras de ficción en hipertex­
a elaborar esquemas narrativos en los que asigna secciones parti­ to, su descripcÍón de la temporalidad en Prousr expresa la expe­
culares a lugares provisionalmente convenientes, aunque algunas riencia del encuentro con las disyunciones y saltos de la narratíva
lexÍas supongan obviamente diversas relaciones de rivalidad o ex­ hipertextua1. Citando la observación de George Pou]et de que en
clusividad. Tras haber asignado secciones dadas a secuencias o A la recherche du temps perdu (En busca del tiempo perdIdo), el
trayectos de lectura, muchos de los cuales, aunque no todos, pue­ tiempo no se manifiesta como una duración bergsoniana sino
den deshacerse luego, se llega a un punto en que desaparece la di­ como una «sucesión de momentos aislados», Genene señala que
sonancia cognoscitiva, o desconcierto, y uno se siente satisfecho. «los personajes (y grupos) no evolucionan: un día, se dan cuenta
¡Se ha alcanzado -o creado-la conclusión! de que, han cambiado, como si el tiempo se limitara a hacer emer­
Podría describirse la ficción hipertextual de Joyce de la ma­ ger una pluralidad que ellos mismos contuviesen in potentia des­
nera en que Gérard Genette describe «10 que se llama una obra de de siempre. En efecto, muchos personajes asumen simultánea­
Stendhab: mente los papeles más contradictorios» (216). En otras palabras,
en A la recherche du temps perdu, los lectores se encuentran dan­
un tí.:xto fragmentado, elíptico, repetitivo aunque infinito, sin que do zancadas y saltos entre distintos tiempos y dístintos persona­
ninguna de sus partes pueda :;epar¡¡rse del todo. Quien empiece :l jes. En una narración en hipertexto, es el autor quien proporcio­
tírar de un hilo se llevará toda la tela, con sus agujeros y ausencias
na múltiples posibilidades, con las que los lectores construyen
de bordes. Leer a Stendhal es leer todo Stendhal, pero leer todo lo
una sucesión temporal y escogen la caracterización -aunque se­
Je Stel1Jhal es. imposible, por la muy válida razón, entre otras, de
que todo lo de StendhaJ aún no ha sido publicado ni descifrado, guro que los lectores lo harán como siempre hacemos en la vida
ni descubierto y ní siquiera escrito: e ínsisto, toda la obra stend­ real: basándonos en una información inadecuada o incluso com­
haJiana, porque los blancos, las interrupciones en el texto no son pletamente errónea.
meras ausencias, un no texto puro, sino una carencia, activa y per­ Se entrecruzan y entretejen tantos contextos diferentes que
ceptible como tal carencia, como no escritura, como texto no es­ supone trabajo situar a los personajes que uno se va encontrando.
crito. 16 El mundo de Joyce, que inevitablemente índuye al otro Joyce, tie­
ne muchos centros de interés m óvnes , como el matrimonio y las
Me atrevería a decir que 10 que describe Genette es la forma re1aciones erótícas, la política sexual, la psicoterapia, la publici­
en que e1Iector se encuentra la trama completa de la narrativa hi­ dad, la dirección de películas y la historÍa de1 cine, la informática.
perrextual de Joyce. Incluso entrando en un punto determinado los mitos y la literatura de todo tipo. Los hábitos de lectura ad­
por el autor, el lector escoge uno u otro camino y dispone de va­ quítídos con los libros impresos desempeñan un papel en cómo el
rias opciones para actívar una u otra lexía; luego repíte el proceso lector organiza esa información. Sí uno se encuentra con la men­
hasta encontrar un hueco o blanco. Tal vez en este momento deba ción por parte de un personaje de su matrimonio, y si luego, en
volver atrás y tomar otra dirección. Incluso podría escribir algo, o una lexia posterior, Jo encuentra en el lugar de un accidente de
visualizar un pasaje de otro autor que acabara de recordar, como tráfico del que los heridos ya han sido evacuados, podría tomarse
un lector de libro que empezara a leer un poema de Stevens, se el accidente como un acontecimiento del pasado reciente; la car­
acordara de repente de un verso similar de Swinbume, o de un ga emocional que conlleva interviene en la organízacíón de otros
pasaje en un libro de Helen Vendler o de Harold Bloom, sacara pensamientos y acontecimíemos, durante la cual algunos de eUos
ese libro del estAnte, encontrara el pasaje y volviese luego al poe­ se convertirán inevitablemente en escenas retrospectivas y los
ma de Stevens. otros, en exposiciones. A la inversa, ese acontecimíemo podría
Si bien la caracterización de Genette de la obra de Stendhal considerarse como algo que ocurrió en el pasado. un momento
-
148 HIPBRTlOCfO RECON HGUAAR LA NAltltA"11VA 149

especialmente signíficatívo, y luego utílizarlo como origen que lle­ apropiada a la hipertextualidaJ. Si se acepta que la trama es un fe­
ve a otros acontecimientos o cuya importancia confiera a aconte­ nómeno creado por el lector-escritor con los materÍales que le
cimientos que no provocó un signíficado creado por explicación, ofrecen las lexías en lugar de un fenómeno propio y exclusivo
contraste o analogía. Nuestra colaboración al relato y creación de texto, entonces puede aceptarse que la lectura de Afternoon y
la hístoría no es completa ni específicamente aleatoria, ya que Joy­ otras obras de ficción en hipertexto produce una experiencia muy
ce proporciona muchos ganchos donde sujetar nuestros pensa­ similar a la que produce la lectura de una trama unitaria descrita
mientos, pero nos convertímos de verdad en lectores-escritores y por los especialistas en narrativa desde Aristóteles hasta White y
ayudamos a relatar el cuento que estamos leyendo. Rieoeur. White, por ejemplo, defiende una trama como «una es­
De todos modos, como J. Hí1lis Milier señala, no queda más tructura de relaciones por la cual los acontedmíentos contenidos
remedio: tenemos que crear significado a medida que leemos. en el relato se ven dotados de signifícndo al resultar identificados
«Una historia puede leerse cuando puede organizarse en una ca­ cOmO partes un todo integral» (<<Value ofNarratívity», 9). A su
dena causaL. Una secuencia causal siempre es una narración vez, Ricoeur define la trama «en el nivel más formal, como un
plícita organizada alrededor del supuesto de que lo que ocurra namismo integrador que dibuja una historia unificada y completa
luego ha sido provocado por 10 que ocurrió antes, post hac, prop­ a partir de una variedad de incidentes, o ,mejor dicho, que trans­
ter hac. Cuando se me presenta una serie de acontecimientos dis­ forma dicha variedad en una historia unificada y completa. E~t~1
pares y desconectados, tiendo a verlos como una cadena causal. O definición formal abre un campo autónomo de transformaciones
mejor dicho, si Kant y tienen razón, tengo que verla como digno de llamarse trama siempre que podamos discernir todos
una cadena causal.»17 Milier, que sin decir nada intercambia un temporales que produzcan una síntesis de lo heterogéneo entre
modelo lineal de explícación por otrO más apropiado a la narrati­ circunstancias, metas, medios, interacciones y resuhados dese­
va hípertextual, añade luego; «No podemos evítar imponer algún ados o no» (Time and Narrative, 2:8). Según Ricoeur, la imagina­
tramado de conexiones, como una telaraña fantasmal, sobre ción metafórica produce la narrativa mediante un proceso que
acontecimientos que símplemente ocurren, sin más» llama «asimilación predicativa»., que ~<"sujeta juntos" e integra
Las ideas de MilIer sobre la lectura del texto impreso, al pa­ en una historia total y completa múltiples sucesos aislados, y es­
recer muy influidas por las teorías de la percepción construccío­ quematiza así el significado inteligible asociado ti la narrativa
nista de la psicología Gestalt, describen exactamente allector-au­ como un todo» (1 :x). A esta observación añadiría, de acuerdo con
tor que precisan el Afternaon de Joyce y obras de ficción en Milier, que como lectores nos vemos obligados a fabrical' un todo
hipertexto. IR Según MilIer, la lectura es siempre «una especie de o, como dice él, a «integrar en una historia tot~1 y completa múl­
escritura o reescritura que constituye un acto de prosopopeya, tiples acontecimientos aislados» y elementos dispares.
como Pigmalión dando vida a la estatua» (186).19 Esta construc­ En su capítulo sobre Heinrich von KleÍst en Versions
ción de un ente evanescente o totalidad ocurre siempre en la lec­ malian, MilJer nos proporciona un modelo inesperadamente re­
pero en hipertexto abarca además la construcción, por muy lacionado con una especie de construcción de sentido sobre la
provisionalmente que sea, de textos propios a partir de fragmen­ marcha. Menciona la afirmación de KleÍst de que Mírabcau «no
tos, de lexias autónomas. Dicho otro modo, parece un caso de estaba seguro de qué decir» cuando empezó su famoso discurso
bricolage'~ según Léví-Strauss, ya que todo lector-escrítor de hi­ que acaba «creando una nueva nación francesa y una nueva asam­
pertexto se convierte en bricQleur .,,1 blea parlamentaria>~ (105). Kleist dice que el orador propone un
Sugiero que este bricolage aporta una nueva clase de unidad «fragmento sintácticamente incompleto, sin tener idea ... de dón­
de va a termínar la frase, [y] el pensamiento se va "elaborando"
'" En francés en el T. progresivamente»; Kleist sostiene que las emocÍones del orador y
* 1. En francés en el aficionado al U"'.UI"I". la situación general producen, de algún modo, las oraciones. Mí­
-
HIPERTEXTO RECONFIGURAR LA NARRATJVA 151
150

Iler, en desacuerdo con él, defiende, a la manera de Barrhes, que que McLuhan y Ong habían predicho. Sí bien dleetor de ficción
el pensamiento revolucionario de Mirabeau «se elabora no tanto en hipertexto comparte algunas experiencias, o así se supone. con
en flWcÍón de la sítuadón o de las emociones del orador», como un auditorio que escuche poesía oral, ese lector-autor activo, ine­
10 sugiere Kleist, «sino por la necesidad de completar la gramáti­ vitablemente, tiene más en común con el bardo, que elaboraba
ca v sintaxis de1a frase que empezó a ciegas» (104). Hace ya tíem­ significados y narraciones con fragmentos aportados por otra
po· que los estructuralistas y los posesrrueturalistas describen el persona, por otro autor o índuso por muchísimos autores.
pensamiento y el escribir en términos de esa generación de signi­ Como Caover, que enfatiza la inevitable conexión entre la
ficado jmprO\~sada y sobre lit marcha; y dicha posidón ha contri­ muerte y la narrativa, Joyce parece entrelazar ambas. Como lo
buido enormemente a la debilitación de las concepciones tradi­ subraya Brian McHale, en parte se trata de autores de vanguardia
cionales de personalidad y de autor. La ficción hipertextual nOs que se valen de temas con una fuerte carga emocional (la sexuali­
obliga a ampliar esta ídea de generación de sentido sobre la mar­ dad, la muerte) para retener el interés del lector, que, de otro
cha hasta que incluya la elaboración de la narración por ellecror. modo, podría extravíarse en unos modos narrativos desconcer­
Nos fuerza a reconocer que el autor-lector actívo fabrica texto y tantes y extraños. En parte, también se trata de un asumo de
signíficado a partir de textos de «ajenos» del mismo modo que el nales: cuando dleetor decide dejar de leer Afternoon, acaba la
orador elabora frases individuales, e incluso discursos enteros, historía, la mata; cuando dlector activo, el lector-autor, deja de
con una gramática, un vocabulario y una sintaxis «ajenos». leer, la historia se detiene, muere, llega a su fin. Como parte de di­
Vladlmir Propp, siguiendo los pasos de Veselovsky, fundó cha cesación, de este deseo de dejar de crear y de ímerpretar la
hace mucho tiempo «el estudio estrucruralísla de la trama», y con historia, algunos de sus episodios o sucesos se convierten en
ello la moderna ciencia de la narrativa aplicando nociones 2
de muertes porque así cobran más sentido; al dejar de leer, e1lector
combinación lingüística al estudio de los cuentos popuJares. °Mi­ impide que lleguen a existír otras alternativas.
lIer, que se inspira en esta tradición, nos recuerda que los cuentos Tal veZ esa responsabilidad del lector sea lo que quiere decir
populares elaborados, los discursos orales y la lectura interpreta· Caover cuando proclama que los finales tienen que producirse y
tiva de la narrativa impresa síguen un proceso esencialmente sí­ se producirán, incluso en el híperdocumento expansible, cambia­
rniJi¡r que implica una elaboración de significado inmediata y ble y combinable hasta el infiníto:
sobre la marcha. Las observaciones de MHler nos permiten com­
~render que deben aplicarse las mismas nociones a 10 que hace el Todavía hay movimiento, pero, en el hiperespac1o, es una mo­
Jedor de Hcción hípertextuaI. Resumiendo, el hipertexto requie­ ción de expansión infinita. El punto A es, o tal veZ sea, una multi­
re que se aplique también al Ieetor la definición estructuralísta de tud infinÍta de puntos de partida; el punto B, una «B» entre pa­
orador y escritor, ya que en hipertexto el lector es un lector-autor. réntesis, esrá en algún lugar, más allá de 10 más allá, o en el
interior, y, sin embargo, claramente dibujado, señalado~ algo me­
De esta teoría del lector y de la experiencia de leer en hípertexto, nos definido, dígámoslo de una vez, que la muerte. Que no puede
saCO las conclusiones siguientes, quizás obvias pero importantes:
dejarse de lado ní por todas las maniobras con la red ni por todos
en un entorno hipertextual, la ausencia de linealidad no destruye °
los espejos de atracción de feria. Tarde temprano, sea cual sea el
la narrativa. De hecho, puesto que los lectores siempre constru­ juego, suena el silbato. Incluso en el hiperespado, ha)' descone­
yen sus propias estructuras, secuencias y significados, y más aún xión. Un último trayecto sin ventana (<<Endíngs»).
con el hipertexto, no debe sorprendernos que no les cueste leer
\.ln relato o leer para el relato. Evidentemente, partes de la expe­ La ficción hipertextual siempre termina porque uno siempre
riencia de leer parecen muy distintas de la lectura de una novela o termina de leer, pero puede acabar eon una sensación de cansan­
de no relato corto impresos, y la experiencia de leer ficción hiper­ do o una de terminación satisfactoría. Refiriéndose al texto im­
te:<tual proporciona parte de la experiencia de la nueva oralidad preso, Barbara Herrnstein Smith nos recuerda que «el fin de una
-

HlPliKTllXTO
152
5. Reconfigurar la educación literaria
novela o una obra de teatro no parecerá un corte arbitrario si
nos deja en un punto en que, respecto a los demás temas de la
sentimos que 10 sabemos todo o todo lo que haya de saber­
Sí las lexias individuales proporcionan
una experiencia de conclusión formal y temática, puede
que producirán la satisfacción que Smith describe
como requísito del sentido de terminación.
Por muy entusiasta que sea Coover de las posibilidades de la
escritura en el medio electrónico, describe vados «problemas
,
:1 fundamentales con que se enfrentarán los futuros creadores de
ficción hipertextual», entre los cuales uno de los más importantes
es que «la "narración" .., corre el riesgo de distenderse demasiado
,1
y de desanollarse torpemente hasta el punto de perder su fuerza
de atracción, dejando paso a una especie de lirica estática y con Amenazas y promesas
poca carga, como aquella sensación de ensueño, de ingravidez,
de estar perdido en el espacio típica de las primeras películas de Como otros muchos investigadores de las relaciones entre la
ficción». Además de encontrarse con la «naturaleza posi­ tecnología de la información y la enseñanza,Jean-Fran~ojs Lyotard
lICO""""'- reductora de la fícción interactiva», los autores en hí­ percibe que «la miniaturízación y comercialízación de los equipos
tendrán que temer «la pérdida de visión en un ya está transformando el modo en que el saber es adquirido, clasi­
""""'I,..irl" por .1 desconocidos... " )~, ficado, facilitado y explotado. No resulta descabellado suponer
que la proliferación de los equipos para procesar información esté
Se producirán guerras de teniendo ya, y teniendo, tantas repercusiones en la circula­
recerá] la necesidad de mantener la línca líl11pia y abierta... Pero, ción del saber como los avances en círculación de las personas (los
sobre todo, tal vez la libertad del autor llevar la historia a don­ transportes) y, más tarde, en la circulación de los soni­
¡I: de sea, cuando sea, en la dirección que él o ella desee... se con­
lmligeneS (los medíos de comunicación de masa»> (PO~"f­
) vierta en la obligación de hacerlo: al final, puede

:[
Uno de los principales efectos del hiper­
zante... Se sentirá la necesidad de luchar, incluso cuando se
:1 esté utilizando, contra esas inmensas redes, esos principios aleato­ electrónico es la forma en que cuestiona las nociones
"
rios e hilos narrativos en expansión, así como se lucha ahora con­ enseñante, estudiante y de la institución en que
tra las obligaciones lineales del libro ¡mpreso (<<Endings»). se deSenvuelven. Mecta las funciones del enseñante y del estu­
diante la manera en que afecta las dd lector y del escri­
Incluso en la ínmensidad del hiperespacio, tanto el autor tor. Así como en un lector activo y dotado de prerrogativas
como el lector-autor se toparán con límites que se convertírán en que cuestionara la esencia misma de los textos y las nociones gene­
causas por las que luchar_ rales de lectura y escritura, ahora pone en entredicho la ensei1anza
literaria y las instituciones que tan directamente dependen de los
textos. Gary Marchioníni, que elaboró procedimientos de evalua­
ción en el Proyecto Perseo, nos recuerda que «cada vez que una
nueva tecnología se aplica a la enseñanza y al aprendizaje, surgen
I
uestlo:nes acerca de los principios y métodos fundamentales». El

You might also like