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El domingo pasado, según los medios se paralizó el Perú para ver, escuchar y
apreciar el llamado debate de los candidatos a la presidencia del Perú para el período
2011-2016.
¿Qué parte del Perú se paralizó? Sin duda la capital y algunas regiones del interior,
pero la gran mayoría no prestó mayor atención a esta presentación de personajes que
tienen sin duda méritos para poder aspirar a la presidencia nacional. Sin embargo la
gran mayoría los siente tan lejanos y los recuerda no por sus enseñanzas, sino porque
pasaron por sus pueblos rompiendo la monotonía. Tantas veces pasaron en otro
tiempo, que los tiene sin cuidado. ¿Campaña electoral? ¿Qué será pues?, ¿Cómo
será pues? Al día siguiente pasó la caravana y la vida sigue igual de rutinaria, con las
urgencias de siempre en el trabajo, en la educación, en la salud.
Casi tres horas de duración tuvo el llamado debate. Cada unos de los candidatos
debió en dos minutos y medio, presentar el tema central y en seguida venían las
preguntas de 30 segundos plateadas por los candidatos elegidos para tal fin. Los
temas tratados fueron: Lucha contra la pobreza, generación de empleo y seguridad y
narcotráfico. Tiempo escaso para poder transmitir lo sustantivo del tema.
Una opinión aparecida en un diario expresa: “los candidatos tuvieron problemas para
comunicar su mensaje con solvencia y, salvo excepciones, no supieron utilizar el
debate para poner en aprietos a sus rivales. Resaltaron la falta de preparación de los
postulantes que, en algunos casos, tuvieron problemas para hacer preguntas y para
salirse de un libreto definido con anterioridad. En resumen, adoptaron, salvo
excepciones, estrategias conservadoras, de bajo riesgo, que les dificultó diferenciarse
claramente de sus oponentes.( EL COMERCIO.05.04.11)
Finalmente, casi todos los expertos coincidieron en que el formato del debate no
ayudó ni a los candidatos ni a los votantes que buscaban formarse una opinión más
clara de las personas por las cuales van a votar. Para el lingüista y semiólogo Eduardo
Zapata, en vez de fomentar la discusión, el formato permitió “tener no un debate sino
cinco muñecos de ventrílocuo, o sea cinco muñecos de los asesores de imagen sobre
el escenario”. (EL COMERCIO.05.04.11).
Quien tuvo la oportunidad de ver o escuchar el debate puede sacar sus conclusiones,
sin apasionamientos, siendo tolerantes con las opiniones de otros.
El afán de estos días también es una prueba de qué poco se han planificado las
campañas de acuerdo a los candidatos y sus recursos. Muchos invierten recursos
económicos para poner avisos en la TV, en las radios nacionales, regionales, locales,
en las paredes, en los cartelones. Todos en un afán de captar voluntades y con ello el
voto de personas que les permitirán encabezar la votación a sabiendas de que tendrán
que ir a la segunda vuelta.
Los jefes de campaña y los candidatos mismos, los responsables de los Planes de
Gobierno se han preocupado de la imagen, de las apariencias para impactar y
olvidaron que la comunicación es una de las conductas más importantes, complejas y
permanentes en la vida humana. También que la comunicación es un proceso
constante y una herramienta que adopta diversos códigos, pues debe penetrar
distintas áreas del quehacer social.
Tenemos autoritarios que quieren ser demócratas y a populistas que quieren ser
autoritarios. Así estamos y por ello hay desconcierto. Por eso han proliferado los
“correos de brujas” con resultados de encuestas según las conveniencias, sabiendo
que ya no es posible conocer los resultados pues la ley no lo permite.
Una jornada electoral muy débil, que no fortalecerá mucho la democracia. Todo lo
contrario, la debilitará y dará señales de lo que no debe ser. ¿Qué pasó con mis
cabellicos maire, que uno a uno se los lleva el aire? podrán decir muchos candidatos
al ver que las cifras no les son favorables. Al igual que esta frase de Carbajal estos
candidatos perciben al pasar de las horas que van llegando al descarte final. Dos de
ellos pasarán a una segunda vuelta. ¿Quién? El acertijo aún no lo resuelven las
pitonisas, ni los videntes.