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¿Quién puso este muro aquí?

El hombre joven y vigorosa llegaba con su esposa de la luna de miel a estrenar su casa.
Ambos estaban emocionados de la nueva vida que tendrían y por entrar en la casa que sería su
refugio en tiempos malos y el lugar del gozo de la intimidad familiar. Introduce la llave, presiona el
picaporte y se dispone a entrar con su esposa en brazos cuando se da cuenta de que ¡la puerta estaba
bloqueada por un muro de ladrillos! Todavía con la sorpresa en la cara van a la ventana para ver el
interior y ¡sorpresa!: la ventana estaba cerrada también con otro muro. En el instante tomaron el
celular y llamaron al arquitecto quien solo pudo decir: sí, lo sé y lo siento mucho. Yo tenía los
planos y las mejores intenciones, pero los albañiles no quisieron escuchar mis instrucciones.

La iglesia de Cristo es como esta casa. Jesús, como gran Arquitecto, tiene todas las
instrucciones para lograr que sea edificada como un edificio con Cristo mismo como la base y firme
cimiento, de manera que todos puedan entrar, refugiarse en el amor de la comunión, recuperar
fuerzas y salir a enfrentar al vil mundo que nos rodea y necesita del Salvador. ¿Por qué muchas
veces la iglesia no es el cuerpo vivo del Cristo amante que nos apoya en los momentos difíciles?
1. Orgullo: cuando creemos que somos buenos y no necesitamos la reprensión pastoral, de los
hermanos y de Dios mismo estamos en problemas.
Si alguno de ustedes, al oír las palabras de este juramento, se cree bueno y piensa: “Todo me saldrá bien,
aunque persista yo en hacer lo que me plazca”, provocará la ruina de todos. (Deut 29:19)
2. Heridas y enojos sin resolver: Dios hablando a los falsos profetas dice:
Curan por encima la herida de mi pueblo, y les desean:
“¡Paz, paz!”, cuando en realidad no hay paz. (Jer 6:14)
El rencor sin perdonar y los pleitos sin resolver en la iglesia son suficientes para destruir la
obra de Dios en cualquier parte del mundo. Estas pueden ser las causas. Pero, ¿y la solución?
1. Buscar la reconciliación entre todos.
Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos.
(Rom 12:18)
2. Jesús es nuestra paz: Si Cristo fue capaz de unir dos pueblos distintos, ¿no podrá hacer más
con nosotros?
Porque Cristo es nuestra paz: de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando mediante su sacrificio el
muro de enemistad que nos separaba. (Ef. 2:14)
3. La obra divina en nuestras vidas de manera real y medible.
De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.
(Juan 13:35)
La paz de Dios no es solo un concepto ni una idea que admirar: es nuestro estilo de vida y
nuestro testimonio más importante para un mundo pecador. Si la gente no lo percibe, la paz de Dios
no está en nosotros.
¡Busquemos la paz y el amor en Cristo!
Apártate del mal, y haz el bien; busca la paz, y síguela.
(Sal 34:14)

Raúl Salazar

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