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Trabajo presentado en
el Seminario Teórico
del Col.legi de Clínica
Psicoanalítica de
Valencia, sobre el texto
"La dirección de la
cura" de J. Lacan.
Escritos 2. En AbrilLo que el sujeto pone en un primer plano al articular la
2004
cadena significante es precisamente la carencia de
ser, carencia a la que trata de sustraerse en un
llamado al Otro que obturaría precisamente lo que es
más imprescindible al sujeto, a cualquier suje to: el
deseo. Lo que ese Otro es llamado a colmar con lo
que no tiene, --pues ese Otro, lugar de la palabra,
también implica esa carencia--, es precisamente el
amor, pero también el odio y la ignorancia.

Así pues, el deseo evoca la carencia de ser bajo tres


presencias del vacío. Son las que constituyen el fondo
de la demanda de amor, del odio que viene a negar el
ser del otro y de lo indecible que se ignora en la
petición al semejante.

Y por eso, clínicamente se advierte que cuando el


Otro se entromete y en lugar de lo que no tiene,
atiborra al sujeto con la papilla asfixiante de lo que
tiene, es decir confunde los cuidados (necesidad) con
el don del amor (demanda) podemos encontrar tanto
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sobre las pasiones del ser: ?
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A nivel fenomenológico, lo observamos en la clínica


con niños, cuando el niño al negarse a satisfacer la
demanda de la madre la obstaculiza con sus
síntomas. ¿No exige acaso que la madre tenga un
deseo fuera de él, porque es éste el camino que le
falta hacia el deseo?. Y por otra parte, no advertimos
lo que ocurre respecto a los amantes cuando uno trata
de obturar la demanda con lo que tiene, en lugar de
ofrecer lo que no tiene.

J. Lacan en el texto,  

?  , nos dice
que para que surja el deseo, la necesidad tiene que
pasar por los desfiladeros del significante. También
nos aproxima conceptualmente a la consideración de
que el deseo del hombre es el deseo del Otro y que es
la dialéctica de la transferencia la que abre el lugar del
Otro (otra escena) como lugar de la palabra.

Estas premisas son determinantes para entender que


en el análisis se progresa en contra de la 
  
  , pues no se trata de la asunción por el sujeto
de las insignias del otro, sino de encontrar la
estructura constituyente del deseo mismo en la misma
hiancia abierta por los efectos de los significantes que
representan al Otro, pues la demanda del sujeto esta
sujeta a esos significantes del Otro.

Es decir, Lacan parte de la premisa contraria a la


posición de los postfreudianos que tenderían a una
normativización del deseo y a su acoplamiento a la
norma social, ignorando así el efecto de lo pulsional y
la agresividad resultante de la realización fantasmatica
que proporcionan esos "objetos milagrosos o
prohibidos" destinados a relanzar el deseo mismo, de
los que nos habla Freud desde la    
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. Lacan desplaza el acento desde los efectos
de extrañeza que produce la realización del fantasma
hacia su atravesamiento, y en ese sentido es ejemplar
el texto de Freud sobre la Acrópolis, que trabajó el otro
día Amparo Ortega y donde se detiene Freud respecto
a los elementos fundamentales que darían cuenta del
final de la cura. Algo en Freud nunca fue analizado, lo
que no es obstáculo para que sea a través de su
enseñanza que podamos orientarnos.

Por eso Lacan articulando el deseo en el lugar del


Otro, puede decir desde una posición discursiva cuya
gramática empezó a enunciar Freud: el deseo del
sueño no es asumido por el sujeto. Un sueño es un
sueño contado, transmitido vía significante y donde el
anhelo se transmite en la enunciación misma del texto
que escribe para el sujeto.

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el sueño entre el contenido manifiesto y el contenido
latente que diría Freud,
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Aquí, lacan nos recuerda en una nota del texto citado,


de nuevo, su referencia a los psicoanalistas ingleses y
su concepción del yo, ahondando en el sentido de que
el progreso de un análisis va en dirección contraria a
las identificaciones.

1.- En dirección contraria a la identificación al padre


que normativiza el deseo, que tiene que ver con el
Ideal del yo y por eso, en dirección contraria a la
tensión entre el yo y el ideal donde se juega la
agresividad del sujeto.

2.- En el sentido de la asunción vía significante de la


identificación narcisista que pide el reconocimiento de
la excepcionalidad del sujeto por el camino de la
repetición. Identificación que si bien está vinculada a
la constitución del objeto del deseo, también plantea
su aniquilamiento cuando el yo es amenazado.

3.- Y por el reconocimiento fenomenológico de la


identificación histérica que sirve al mecanismo de la
formación de síntomas y que hace desear al sujeto por
procuración.

Estas identificaciones hacen obstáculo al fin del


análisis y enmascaran la estructura del deseo mismo.
Y para aproximarnos a la estructura del deseo, J.
Lacan nos pone en primer plano la condición del
deseo en el obsesivo: el contrabando.

En pocas páginas J. Lacan nos da cuenta del punto de


impasse en el final del análisis de un neurótico
obsesivo y como ese impasse, el contrabando, hunde
sus raíces en la aniquilación del deseo del otro que se
verificó en la relación entre sus padres y la posición
que adoptó un paciente concreto en ese real edipico.

Es impresionante como lo cuenta J. Lacan, es una


obra maestra de transmisión clínica. Aún cuando
debamos incluir el texto en la diacronía de la obra de
Lacan y considerar con él otros textos y seminarios
posteriores, pues aquí fundamentalmente tiene cono
interlocutores a los postfreudianos, a los
psicoanalistas del momento, en un intento de devolver
a las curas la eficacia freudiana.

Lejos de la identificación primaria a la que tendería la


estandarización analítica de una cura yoica, como he
dicho antes, Lacan plantea que no es sin atravesar
esta identificación que el fin del análisis se puede
verificar, incluso sin dar cuenta de este mínimo para el
sujeto obsesivo para el cual lo discursivo no le librara
de los efectos de su posición en el Edipo donde se
jugó su responsabilidad en relación a las pasiones del
ser: amor, odio, ignorancia. Pasiones rectoras del
modo de estar en el mundo, de encontrar los
resquicios de esa obra que el obsesivo representa
para si mismo, para el Otro y donde desdoblado de si
mismo, en el momento de la verdad se escabulle. No
se trata simplemente no poder concluir, sobre los tres
momentos del tiempo lógico: instante de ver, tiempo
de comprender, momento de concluir, pues aquí
Lacan nos dice que la escena, la otra escena va más
allá y el analista no lo puede ignorar.

El síntoma en dos tiempos del obsesivo hace notar


sus efectos en este caso que nos presenta Lacan. Se
trata del fin del análisis de un obsesivo. Un final de
análisis en el cual Lacan va más allá de analizar la
agresividad del sujeto (en los análisis de esos años,
en la literatura analítica del momento, la agresividad
es un elemento privilegiado y vinculado al yo), y se
interrogó sobre el lugar que tomo en el juego de
destrucción del deseo de uno de sus padres sobre el
otro. (El sujeto ±el paciente que menciona Lacan - está
en ese impasse: impotente para desear sin destruir el
deseo del Otro y por ende su deseo mismo en tanto
que es deseo del Otro). Es decir, se trata de un
análisis donde se interroga la responsabilidad del
sujeto frente a los rasgos de identificación edipica
aceptados como propios, vehiculizados vía significante
y repetidos en las respuestas habituales de este sujeto
a las contingencias de su vida. Concretamente La can
nos hablará del lugar de su deseo frente a su amante
y un sueño de ésta, contado por el propio paciente en
su análisis.

El sujeto agota en la transferencia todos los artificios


de una verbalización que distingue al otro del Otro y
que le lleva a juego s malabares entre el yo y el , en
un intento de proteger al Otro. Esa es su estrategia
para no arruinar su propio deseo, estrategia siempre
fallida pero que la transferencia logra poner en un
primer plano y por tanto, poner en disposición de
traspasar en el fantasma. Pues el obsesivo, siempre
por recovecos y laberintos se debate en esa
combinatoria general.
Lacan es claro al respecto: 

  
  

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Y es entonces, cuando el neurótico obsesivo, del que


nos habla Lacan, hace un juego d e prestidigitación
que revela la estructura del deseo. Digamos que de
edad madura y de espíritu desengañado, nos
engañaría gustoso con una menopausia sobrevenida,
para cualquier contingencia donde la consideración
del otro esté en juego, y por ende, su bie nestar. Es
cómica ésta forma de plantear las cosas por parte de
Lacan, es cómica pero al mismo tiempo pone en juego
lo real, pues es esta sustracción la que revela las
características de su deseo, lo que explica que en el
obsesivo las redistribuciones de la libido no se hagan
sin costarles a algunos objetos su puesto, incluso si
ese lugar es inamovible para el sujeto mismo y para el
otro.

En resumen: el paciente de Lacan es impotente con


su amante y le pide a ésta que se acueste con otro
hombre (homosexualidad reprimida, dice Lacan). Aún
así, ella permanece allí por la concordancia que ha
realizado con los deseos del sujeto y con los
postulados inconscientes que los sostienen.

Entonces ella sueña: tiene un falo. También una


vagina y además desea que ese falo se introduzca
ahí.

Del lado de ella, el sueño está hecho para satisfacer el


deseo de él más allá de su demanda. Llega a su lugar
y tiene efectos. Ella sueña, él habla de ello a su
analista.

¿Qué efecto tiene este sueño sobre nuestro paciente?


Que el rechazo de la castración, si hay algo que se le
parezca, es en primer lugar rechazo de la castración
del Otro.

Es el momento de hacer captar al paciente la función


de significante que tiene el falo en su deseo. Si ella se
presenta como poseedora de un falo ¿es eso lo que le
devuelve su valor erótico? Tener un falo no basta para
restituirle una posición de objeto que lo apropie a una
fantasía, por la cual nuestro obsesivo pueda mantener
su deseo en un imposible que conserva sus
condiciones de metonimia.

Las condiciones de la metonimia que gobiernan sus


elecciones, pero el análisis ha venido a perturbar su
juego hasta que la mujer restaura sus condiciones de
goce anteriores.

Para él de nada sirve tener ese falo (como hombre)


puesto que su deseo es serlo (como mujer). Y el
deseo de la mujer cede al suyo, mostrándole lo que
ella no tiene.

Nuestro sujeto tenia una madre castradora,


recalcitrante, dice Lacan, que enseñó a nuestro sujeto
a limitar un deseo demasiado ardiente que le venia de
la imagen del padre y eso no fue sin consecuencias.

¿Qué hacer como analista? Si convocamos a esa


madre lo haremos mal, si convocamos el Edipo peor.
En cualquier caso, siempre estaríamos por debajo de
lo que le dice ella: Tener un falo, no impide desearlo.
En lo cual es su propia carencia de ser la que es
alcanzada.

Y es alcanzada en el punto donde el neurótico


obsesivo siempre se escabulle: el neurótico obsesivo,
su ser, está siempre en otra parte. Su deseo es de
dificultad y lleva la marca misma del contrabando.


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Freud, lector de la obsesión.

La primera cuestión a esclarecer respecto a la obsesión, es que lo que ella nos enseña
está estrechamente vinculado con el descubrimiento freudiano del inconsciente y de los
términos y las leyes que allí supo articular.

Si bien la podemos encontrar mencionada , antes de Freud, en la historia de la psiquiatría,


descripta por distintos autores, aquella de la que vamos a ocuparnos, es la neurosis
obsesiva, tal como Freud la encontró.

Para decirlo con toda claridad, el " obsesivo freudiano" estabilizó de modo aparentemente
duradero a partir de su aislamiento por Freud en los años 1894-96, un significante del cual
ninguna clínica- lo reconozca o no lo reconozca, lo sepa o no lo sepa- puede desde
entonces prescindir.

Antes de Freud y según la feliz expresión de Georges Lantéri- Laura, "la palabra obsesión
flotó realmente mucho". Si bien la obsesión es un asunto ya antiguo, podemos encontrarlo
en Pinel, Esquirol y autores más modernos, reducido a la presencia extraña de un
pequeño numero de elementos que sitian al enfermo, a una convivencia de lo extraño con
la lucidez del enfermo, o inclusive, encontramos el acento puesto sobre la "lucha
obsesiva", tan dolorosa como ineficaz y reconocen alli mil y una "artimañas" y mil un
"hallazgos" del combatiente impotente.

Se aislo también como el "delirio de contacto" y "la locura de la duda",(Falret), y ligada a


una enfermedad mental separada , insistiendo en el hecho masivo que lo esencial está
constituido por las obsesiones.

Esta somera pincelada histórica, que pueden examinar más exhaustivamente en los textos
de Psiquiatría, viene a corroborar que la obsesión, tal como Freud la encontró, es una
invención que no estaba antes,

Si seguimos la pista de la investigación freudiana de la obsesión, encontramos un primer


momento a situar en "La Herencia y la etiologia de las neurosis" (1896), " El Hombre de las
Ratas" (1909) e "Inhibición, sintoma y angustia" (1926).

En 1896, en un contexto donde domina la concepción de la herencia como causal de las


enfermedades mentales, Freud pone en evidencia la fuerza de un recuerdo que actua
como si fuese un acontecimiento actual. Un recuerdo que tiene la caracteristica de
relaciionarse con la vida sexual, concernir a la primera infancia, e implica una abuso
infligido por un otro. Caracteristicas que comparte con la histeria, pero con una diferencia
condicionada por la naturaleza de los síntomas: si la histeria tiene como etiología
especifica una experiencia de pasividad sexual, una experiencia sufrida con indiferencia,
con despecho o temor, en la obsesión se trata, por el contrario, de un acontecimiento que
generó placer y en el cual el sujeto fue activo.

Esta es una de las notas que se convirtio en un clásico: el más de goce experimentado en
el encuentro con lo sexual.

Esta primera investigación freudiana permitio que se volviesen inteligibles los rituales y las
obsesiones proponiendo una lectura, un desciframiento posible de los síntomas, tras el
abandono de la teoria de la seducción infantil.

En "El Hombre de las Ratas", que examinaremos y también en "Las lecciones


Introductoias al psicoanálisis" (1916-l917), Freud descubre la regresión en la obsesión,
que, a diferencia de lo que ocurre en la histeria, que muestra una regresión a los primeros
objetos sexuales pero no una regresión hacia una fase anterios de la organización sexual,
que sí se halla en la obsesión.

Esta regresión hacia la fase preliminar de la organización fálico-anal, es a la que


responsabiliza de las "manifestaciones sintomáticas como son: que el imp'ulso amoroso se
presenta entonces bajo la máscara del impulso sádico" y es a ese efecto en el que
reconoce , lo que hace que no solo se vuelva un neurótico, sino un neurótico " horrorizado"
por las representaciones que surgen en él y apresado en una lógica del deber pagar por
esos síntomas. Si se fijan, estamos de lleno en el historial del Hombre de las Ratas.

El obsesivo de la segunda tópica, de "Más Allá del Principio del Placer" y de "Inhibición,
síntoma y angustia", revela más profundamente el papel del erotismo anal, afina los
rasgos obsesivos y van a aparecer cuestiones como el masoquismo primario o la
compulsión a la repetición.

No es en modo alguno arbitrario afirmar que es el examen de la neurosis obsesiva lo que


abre el descrubrimiento de la compulsión de repetición, incluso lo empuja a introducir en la
doctrina psicoanalitica, la segunda tópica y lo que allí se articula en relación a la pulsión
de muerte, dada la singular presencia y valor que toma la figura de la muerte, en la
estructura de la obsesión. Es la exigencia , entonces, de responder a las preguntas que
se habría planteado Freud a raíz de los problemas en zigzag de la "zwangneurose"

Ligado a esta cuestión, aparece la formación de un superyo feroz, como resultado de un "
desarrollo que no se opera normalmente..." Para Freud, como él lo explica, la neurosis
obsesiva sigue siendo "el objeto más interesante y fecundo de la investigación analitica".
Cuestión que Lacan no cesa de subrayar, cada vez que puede, y especialmente, cuando
al referirse a la observación del Hombre de las ratas dijo, en 1969, que " es el caso de
donde proviene todo lo que sabemos de la neurosis obsesiva" (Reseña de enseñanza de
"El Acto analitico", Ediciones Manantial, p. 57)
Desde el punto de vista de Lacan, la descripción del síntoma obsesivo fue hecha por
Freud, de modo ejemplar y completo y no tiene nada que agregarle. Es decir, no hay
nuevos sintomas que añadir a la obsesión.

Lacan, lector de Freud

Conviene acentuar, a la vez, que la actualización de la clínica lacaniana de la obsesión, se


muestra como más importante que la de la histeria en un punto preciso: el de que la
estructura de la histeria fue trabajado muchas veces en los seminarios de Lacan, hasta
finalmente ser eleveda a la altura de un discurso.

En la actualidad, es necesario reconocer que si se dejan de lado los aportes de Lacan para
estructurar, articular los fundamentos de la clínica freudiana, el resto del movimiento
analitico da mas bien la impresión de saber más bien poco de lo que Freud descubrio allí.

Por eso, Lacan lector de Freud nos enseña con su lectura sobre la observación freudiana
del Hombre de las Ratas, a extraer de alli cuestiones esenciales en lo que respecta al
deseo , al goce y también todo aquello que atañe a la clínica misma de la obsesión.

Se sabe que dos años antes de comenzar su seminario en Saint-Anne, en 1953, Lacan
reunía regularmente en su casa a sus alumnos. Uno de esos años fue consagrada al
Hombre de las Ratas, es decir, muy pronto en la enseñanza que empezaría Lacan, y fue
de ese trabajo que va a surgir lo que se conoce como "El mito individual del neurótico",
que fue pronunciado en el Colegio de Filosofía de Jean Wahl y que evoca, sin lugar a
dudas a La Novela familiar del neurótico" de Freud (1909).

A qué apunta allí? Pues bien , al proponer la noción de mito individual ,- donde toma el
mito en referencia explicita a los trabajos de Lévi- Strauss, antropologo estructuralista a
partir de quien la antropología encuentra su rigor- introduce éste como el único modo de
expresar, bajo una forma discursiva ese punto de fractura, de desgarramiento entre las
generaciones y a la vez, de continuidad, lo que no se puede decir y a la vez, solo se puede
decir por el medio de mito. Es algo del orden discursivo que organiza la constelación
familiar para el sujeto desde antes de su nacimiento.

Y la usa para leer el Hombre de las Ratas, es decir, hacer un seguimiento de los distintos
reordenamientos de las formulas en las que esta preso el sujeto, hasta la gran obsesión de
las ratas. Nos ofrece así, a través de esos reordenamientos, desde la prehistoria del sujeto
hasta su trance obsesivo, los diferentes términos y escenas que intervienen, produciendo
esos efectos en esa estructura. La desarrollaremos en ocasión de trabajar el caso.

Lo que es un hecho , es que para Lacan , la referencia a la clínica freudiana de la neurosis


obsesiva recae en los "Escritos", sobre el caso del Hombre de las Ratas. La encontramos
en "Funcion y campo de la palabra y el lenguaje, en las "Variantes de la cura.tipo" (1953) y
en 1958, en "La Dirección de la Cura".
Destaca en esos tres textos, entre otras cosas, ocupado como está por precisar y
fundamentar la relación del sujeto con la palabra y el lenguaje, y en lo que ésta se vincula
con la verdad , el modo de operar de Freud en tanto nos dirá, que no se trata de imitar a
Freud sino de volver a encontrar el efecto de su palabra, en tanto que Freud recurría - y las
interpretaciones que hace a su paciente lo muestran- a los principios que gobiernan esa
palabra y es en eso, dirá, que la interpretación freudiana, es portadora de un efecto de
verdad que se traduce en la resolución del enigma del suplicio de las ratas.

Una vez hecha esta pequeña presentación de la obsesión en la historia, antes de


psicoanálisis , y con el psicoanálisis . es decir, la invención que hace Freud a partir de su
encuentro en la expeeriencia clínica de los síntomas bajo los que se presenta, vamos a
introducirnos , con los instrumentos quer nos aporta Lacan a tratar de situar una particular
relación que establece el obsesivo con el deseo. en este sentido, y a diferencia de la
histeria, la relación que el sujeto de la obsesión mantiene con el deseo se presenta con la
modalidad de lo imposible.

Si en la histeria el deseo se caracteriza por ser un deseo insatisfecho, como una manera
de mantener en reserva el deseo, lo cual es bien ilustrado por el sueño de la bella
carnicera que Freud examina en la Interpretación de los Sueños, lo que más bien
encontramos en la obsesión, es un deseo evanescente . Tanto en un caso como en el otro,
lo propio de la relación con el deseo en la neurosis, en ambos se trata de dos modos de
sostener el lugar del deseo como tal, en la medida en que aproximarse a esa zona
amenaza al sujeto con la propia desaparición.

Propongo que lo investiguemos a partir de lo que Lacan desarrolla en el seminario 5 "Las


formaciones del Inconsciente", en el apartado que dedica a la dialectica del deseo y de la
demanda en la clinica de la neurosis.

Durante ese seminario Lacan va construyendo lo que será el grafo del sujeto, que alcanza
su culminación en el texto "La Subversión del Sujeto".

Como uds. saben, la escritura del grafo del deseo , escribe unas relaciones muy precisas y
cuya compleja articulación es lo que el seminario de las Formaciones del inconsciente, va
a articular.

En este seminario Lacan va a estudiar la relación entre demanda y el deseo, en términos


de una relación diálectica. Tema que estructura el grafo del deseo y da título a su escrito
Subversion del Sujeto y diálectica del deseo. En este momento de su enseñanza, el deseo
se articula en una relación diálectica , en la medida que está debidamente concebido a
partir de lo que se introduce como diálectica en la función de la palabra. Y lo continua con
una interrogación clínica sobre la relación entre el deseo y la demanda, estrictamente
articulada a partir de problemas clínicos. Y es interesante considerar como opera Lacan:
es a partir de diferencias teoricas con otros analistas con el fin de establecer una
demarcación esencial entre lo que es psicoanálisis y lo que no lo es.

Es decir, diferenciarlo de esa enorme marea de prácticas de la palabra, que, en el fondo,


desconocen esta radical diferencia entre lo que implica la demanda y lo que es el deseo,
tal como lo definió Freud.
Recordemos esa afirmación, celebre, que el deseo no es articulable, es decir , no es
posible enunciarlo bajo el modo de " yo deseo esto o aquello", Esta formulación responde
más bien a la expresión de anhelos que son formulados, articulados en la demanda,
sienda ésta sí articulable. Y es justamente en la articulación de la demanda donde el
deseo puede articularse. Entre lo que se dice, entre significante y significante, es donde el
deseo encuentra el lecho donde se desliza, repta como un hurón, al decir de Lacan. No es
articulable pero está articulado a la demanda.

Si Uds. observan el grafo, el lugar de la demanda que escribe el cruce entre los
significantes que inscribe al sujeto en el lugar del Otro, y la pulsión, sujeto tachado losange
D, no se confunde con el lugar del deseo, que escribe con una d minúscula. Pero tampoco
debe confundirse ese lugar , el que escribe la relación con el Otro de la demanda, ese Otro
primordial de la dependencia, con ese otro plano del grafo que podemos ejemplificar con la
serie sin fin de demandas que por ejemplo, piden los niños: dame agua, quiero una
golosina, vamos a jugar, quiero ese juguete... etc. Tras esa suma de demandas de objetos,
se abre, en otro plano, el que escribe en el lugar de la pulsión, una demanda incondicional,
es decir, que ningún objeto podrá colmar . Es la demanda de amor. Es una indicación muy
precisa .

Pero volviendo a cómo opera Lacan, en este momento el debate es con Bouvet, un
representante de una corriente de la "relación de objeto", en relación a un caso de una
neurosis obsesiva , en una mujer, a partir de cuya critica sistematica, no sólo de la
dirección de la cura, sino de las preguntas que el autor mismo se va haciendo a medida de
los obstaculos que encuentra, Lacan va a terminar mostrando que no se trataba de
interpretar la envidia al pene, la posesion del falo, sino más bien tratar el estatuto del
deseo, que en ese caso , se declina como un deseo de muerte.

Un análisis que no ha tocado para nada lo que estaba en el fantasma de la paciente y


por tanto, en sus identificaciones. Un análisis cuya dirección de la cura es correlativo de
la concepción que se tiene del inconsciente , según una afirmación de Lacan y que aen
este caso, reduce el deseo al plano de la demanda, de las demandas.

Los valores del grafo, que Lacan exhaustivamente trabaja a lo largo del seminario, nos
permiten considerar lo que nos ofrece al nivel de la clinica de la neurosis obsesiva.

Encontramos que en el obsesivo se trata de una relación con el deseo que traduce lo que
Freud llamo un desligamiento de las pulsiones y que hace que el obsesivo esté en su
relación con Eros, en serias dificultades, en la medida que esta relación está amenazada
por el aspecto destructivo. Uno debe preguntarse porqué el obsesivo tiene que
presentarse ante todo, como no deseando nada.

Es paradigmatico: el que desea siempre es el otro, el semejante pero eso mismo, es de


aquello de lo que se queja y se traduce en síntoma. En todo caso, la clinica lo muestra
cada día, presenta su deseo bajo una forma negativa: " no es que yo quiera tal cosa" o el
tipico " no vayas a creer tú que quiero tal cosa" o aún , otra versión más sofisticada " no es
eso lo que quiero, pero debo hacerlo". En esta última versión, se hace evidente como el
imperativo - ya sea que responda a la moral que dice sostener o que se imponga como
una formula de mandato- ocupa de un modo disfrazado, el lugar que no es sino el del
deseo, y así , escabulle esa responsabilidad que implica su relación con el deseo, con el
objeto de su deseo.

Esta denegación que no apunta sino a lo que Lacan llamó la anulación del deseo, es lo
que Freud muy pronto reconoció y examinó en su trabajo "La Negación", donde nos trae
un formidable ejemplo, justamente de un obsesivo quien cuenta un sueño y le dice: " no
vaya a creer ud. que la mujer de mi sueño es mi madre." A lo que Freud inmediantemente
agrega que la afirmación en el obsesivo se presenta bajo el modo de la negación.

En ese justo lugar donde algo del deseo puede presentarse, el obsesivo coloca el
significante que lo anula, el significante que intenta borrar toda emergencia de los signos
del deseo. Es eso lo que acentuo Freud y que Lacan precisa: esa anulación por medio de
la negación, supone en la suspensión simbólica que afirma - " no es eso"- la plaza
simbólica de lo que es negado, ya que poner entre parentesis es indicar que hay algo
escrito.

Cuando Lacan , en la pp. 477 , si no me equivoco, habla de la histerica y nos dice como se
las arregla para sostener su deseo enigmático- deseo ,x.- , pues bien: emplea el a
minuscula, como artificio para ese sostén, es decir, construye por un lado un ideal y por
otro, se identifica con un otro (i(a). En el caso de Dora que ya han visto: se identifica al Sr.
K. porque el deseo es fundamentalmente deseo del Otro y ella no sabe que valor tiene ese
deseo.

Como no sabe el valor que tiene su deseo, tiene que pasar por el circuito de un deseo
masculino, para resolver la ecuación de lo que una mujer vale.

El obsesivo no toma , nos dice ahi , el m ismo camino pero entonces ¿ cómo se las arregla
con el problema de su deseo? Bueno, es el caso que parte de un lugar distinto y con otros
elementos. En primer lugar Lacan señala una "precoz y particular relación con su demanda
(SlosangeD) para que sea posible, y desde lejos, asegurar ese deseo que está, en el
fondo, anulado, devaluado pero esa es su manera de mantenerlo". El lugar del deseo está
instituido. Esa es una diferencia estructural con la psicosis.

Esa relación precoz con la demanda es " un primer rasgo de la relación del obsesivo con
su deseo." Es decir, que privilegia la demanda para asegurar el deseo. Y como se
presenta esta modalidad? Si el deseo esta directamente vinculado a la demanda, esto lo
observamos en ese no pedir nada, es necesario que el Otro le pida y esta condición se liga
a que hacer de la demanda del Otro un objeto, le evita el encuentro con ese punto de entre
los significantes, ese intervalo vacío que es el deseo quien lo ocupa , para que nada del
Otro venga a molestar como índice del deseo. Se trata de un verdadero tormento en el que
se embrolla: ni puede pedir ni permite que le pidan, porque esa demanda del Otro lo
transforma en un objeto, que supone que el Otro quiere destruir, hacer desaparecer. Bajo
estas maniobras, se defiende amurrallandose en su yo.

Este parapeto que constituye su yo, es lo que hace dificil hacerlo entrar en análisis, pues
ello implica una cesión por un lado del goce que no sabe y una división , entre un S1 y un
S2, Y también por eso es quizás que se aviene mejor a las `prácticas de la palabra que no
convocan el sujeto del inconsciente, porque consolidan esa plaza fuerte del yo al precio de
dejar anulado su deseo.

Esto es lo que hace que el circuito del deseo sea más complejo de tratar en la neurosis
obsesiva, aunque Lacan nos indica que éste está mejor parado respecto a su deseo.
Porqué? porque el partenaire no es el otro de la identificación imaginaria como sucede en
la histeria, sino que el partenaire con quien juega la partida es directamente el gran Otro.
No es que no tenga juego con el otro imaginario, todo lo contrario este toma una función
central en cuanto al papel que juega en su economía.

Pero en relación al deseo , que estamos examinando, en vez de tener que jugar con un
deseo enigmático , el obsesivo tiene que ver con un deseo que está indexado con un cero,
es decir, es un deseo anulado. No es el enigma, la pregunta, es fundamentalmente
desaparición, anulacíon. Pero una anulación que comporta una destrucción. Aunque es a
la vez, el modo de preservarlo. Esta es su complejidad.

Ahora viene lo que Lacan nos dice como segundo lugar, en relación a ese camino
diferente que toma respecto a la histeria.

Lo introduce preguntando que es la obsesión? De entrada, destaquemos que es un


síntoma y como tal, comporta un ciframiento de sentido y un porta un goce.

Destaca como de gran importancia , la fórmula verbal. La obsesión está siempre


verbalizada, por la cual la conocemos y es posible llegar a descifrarla. Participa por tanto
de las leyes del lenguaje y sometida a las condiciones de la palabra; significante y
emergencia del significado.

Freud lo demuestra en el desciframiento del deliro del Hombre de las Ratas. Es más, una
estructura obsesiva, solo se revela cuando adquiere la forma de una obsesión verbal. De
lo que se trata en todas las fórmulas obsesivas, es de una destrucción completamente
articulada, como lo muestran . ya lo veremos- todas las fórmulas de anulación en el H- de
las ratas. Y Lacan, acentúa algo que es a considerar :que "todo lo que le da ese valor
angustiante para él sujeto, es que se trata de una destrucción mediante el verbo, mediante
el significante. En la clinica de la obsesión, encontramos el temor de hacerle daño al otro.
Con qué? con pensamientos, que es lo mismo que decir con palabras, ya que son
pensamientops hablados". (.479). Basta aquí evocar la tesis freudiana, muy temprana de la
época del Proyecto de Psicología cuando investiga qué es el pensamiento, a raíz
justamente de esa aparición absurda y "patólogica" de las obsesiones que no ceden ani a
la voluntad ni a lo razonable, y dice que el pensamiento es el resultado de algo anterior
que son las marcas del lenguaje, donde no interviene una voluntad. Es decir , el trabajo, la
acción misma del significante sobre el viviente, de acuerdo a como nos lo formula Lacan.

Es muy ilustrativo el episodio del paciente de Freud, quien a los 4 años es presa de un
ataque de cólera hacia su padre. Se tira por el suelo mientras lo llama : "Tu mantel , tú
lampara, tu plato, etc". Se trata, nos dice Lacan, de una verdadera colisión del Tu con el
Otro, " que trae ese efecto venido a menos que se llama un objeto que toma el valor de
equivalencia. Lo importante, continua Lacan, es que (...) en esa cólera se trata de hacer
descender al Otro a la categoría de objeto y destruirlo".
Esta es la trama y el drama del mundo del obsesivo, porque estas maniobras por las que
rebaja al Otro a la categoria de un objeto y además , a destruir, al primero al que apunta,
es a sí mismo ya que como sujeto, por logica, no puede tener sustento si el Otro
desaparece. Asi que lo vemos en esa empresa angustiante- ya que ahí es donde se
presenta la angustia- de destruir al Otro, para volverlo a reconstruir ya que depende de
él.Y esto lo hace con significantes, por eso Lacan dirá que el "obsesivo vive en el
significante" (p.480) allí está solidamente instalado, por eso no hay que temer nada en
cuanto a la psicosis. En todo caso, conviene distinguiir la estructura obsesiva de la fachada
obsesiva, bajo la que a veces se presenta la psicosis.

En la obsesion, se trata de una relación obsesiva con el Otro. Por eso a ese lugar puede
advenir tan comodamente el objeto de amor , al que dirige su devoción que no es sino esa
faz de su maniobra de reconstruir al Otro, pero siempre

a condición de que esté a distancia, inaccesible, para preservar su deseo.

Es en esa maniobra que funda la relación y que al mismo tiempo que la cierra con la
destrucción, es con la que la hace subsistir.

Como se puede observar, es un continuo no y si, construir y destruir, el de separar y de


unificar. Escabullir todo aquello que podría atentar contra su unidad imaginaria, su plaza
fuerte.

Ahora bien, en la enseñanza de Lacan , el Otro que en principio es el lugar del tesoro de
los significantes al que, por una elección forzada, el sujeto debe alienarse - como primera
operación de constitución de la subjetividad- implica una segunda operación: la de la
separación y éste momento lógico , implica que el sujeto debe experimentar la falta de un
significante para absorber todo lo que no pertenece al campo del significante, de lo
simbólico.

Es por tanto un Otro al que le falta. Punto donde debe apostar su deseo, Donde cada
sujeto debe admitir que si algo se inscribe, es algo del orden de una falta, donde falta un
significante. Sin duda, es este Otro dificil, complejo con el que tiene que verselas el
obsesivo. Es el lugar donde estamos obligados a admitir que no hay una verdad unica y
universal, sino distintas versiones de la verdad.

Y es esto lo que el obsesivo, que es un cruzado de la defensa del Uno y del Todo, sin
división, sufre. Por eso, se lo ve en esa tarea de hacer pasar la inconsistencia del Otro del
lado de la consistencia, del lado de lo que Lacan en la última enseñanza, ha denominado
la logica del Uno y del Todo, ligada a la logica que extrae de las fómulas de la sexuación
donde pone en juego el Todo y el No-Todo, que dice de la sexuación femenina. Es una
indicación que no voy a desarrollar.

Respecto a la relación precoz que el sujeto mantiene con su demanda, como nos señala
Lacan, quizás convenga recordar que el valor que tiene ese lugar que se escribe como el
lugar de la demanda, es que allí justamente es donde situa la pulsión. Conviene
enfatizarlo ya que esa singular relación con la demanda, vehicula algo que no es sin
relación a la pulsión. Lo insoportable , que el obsesivo liga a los pensamientos que lo
horrorizan, no es en verdad asunto de representaciones, sino más bien, como Freud lo
reconoce en las primeras entrevistas con el Hombre de las Ratas, lo insoportable es la
emergencia de un goce, que el sujeto experimenta en su cuerpo y procede de esas
pensamientos, o que esos pensamientos portan. No es lo mismo.

Sin la aparición de esos pensamientos, nada sabríamos del goce. Por eso, cuando Lacan
en el seminario 5 nos dice "el conjunto del comportamiento neurótico, se presenta como
una palabra, como una palabra plena , pero enteramente criptográfica, y desconocida por
y para el sujeto en primer lugar en cuanto al sentido, aunque lo repita cien veces y con
todo su ser, no entregará su cifra sin esa intervención llamada análisis. "

Y sigue " es una palabra pronunciada por el sujeto tachado, tachado para sí mismo y que
llamamos el inconsciente" (p.485).

Respecto a las estrategias del obsesivo en relación al deseo, decíamos que una de ellas
es la de colmar la demanda para anularla, para hacer callar en la medida que toda palabra
, es una demanda. Querer colmar la demanda, no para complacer al Otro, sino para que
no encontrarse con el vacío del intervalo.

Es decir, encontrarse con lo que no se aviene a la palabra, al significante cuando él "vive


en el significante" , es decir, pretende que todo pueda decirse.

Si permitimos que crea que todo puede decirse ¿ que alentamos? alentamos que anule su
deseo y se pierda en los laberintos, - que es justamente uno de las formas más tipicas que
toma su síntoma - hechos para escabullirse del hecho estructural, de que hay falla en el
Otro. De allí , esa anulación permanente del intervalo entre un significante- S1 y otro
significante- S2. La operación analitica, por el contrario, interviene para hacer aparecer
este intervalo, o lo que dicho de otro modo, corta este inflamiento del sentido, desnuda
esta articulación . Es una manera de romper el sentido que petrifica al sujeto , pero
tambien petrifica al Otro y empuja a la repetición.

El acto analitico de Lacan implica esta desunión del lazo entre S1 y S2. Implica producir
la equivocidad que es propia del significante, y solo a partir de la cual ese sentido,
petrificado, puede presentarse en su sinsentido y hasta en su contingencia.

Mientras la histeria, que se presenta dividida entre entre un S1 y un S2 y la encontramos


plegándose a cuantos significantes encuentra que le permitan encontrar un refugio a esa
falta en ser que exalta, ¿ que encontramos

en la obsesión? un sujeto aferrado a un S1, a punto de querer hacer coincidir,


petrificándose, el significante que lo representa en su división para otro significante, con el
sujeto tachado. Es decir con ese lugar, que no es sino un vacío.

Por ello, la operación analitica, al apuntar al corte entre un significante y otro,


contrariamente a lo imaginariza el obsesivo, conmueve esa relación con el Otro.

Esto es lo que permite que ese esfuerzo en dar consistencia, - un significante mas, y otro
y otro - deje paso al predominio de la inconsistencia , a partir de la cual el obsesivo pueda
deshacerse de esa defensa con respecto al deseo y al Otro, y pueda ir articulando cual
es el verdadero imposible que está en juego.

Si en la histeria , su relación al deseo es más bien del orden de una pregunta por el
deseo, en la obsesión encontramos que toda la cuestión del deseo queda bajo la forma de
preservarlo de la amenaza de destrucción y por eso, ese discurso al modo de
fortificaciones amuralladas que impiden todo acceso a él.

En el afán de sostener esta consistencia del Otro, el obsesivo se impone una serie de
proezas para demostrar lo que es capaz de hacer, con lo cual volvemos a encontrar esa
exigencia de hacer existir un Otro que tiene que reconocer las proezas: se hacen para
alguien .

No es caprichoso decir alguien , ya que supone que es un pequeño otro quien va a


oponerse a su afán. Lo que caracteriza a este pequeño otro, es como nos dice Lacan,
"que el acento recae en la imagen del otro, siendo este otro de más prestigio, de mayor
potencia. Formas que responden a lo imaginario y que cumplen toda su función a nivel del
narcisismo. Porque a la vez, el engaño en el que se sostiene es que con esa imagen más
fuerte que él mismo - imaginariamente- el obsesivo se complementa".

( viñeta clínica del paciente y su socio, más potente y todo el retorno del odio , a la vez que
esa dependencia a la autorización que espera de allí)

Allí nos advierte Lacan es fundamental tener en cuenta la función que adquiere la relación
fantasmatica del sujeto con el otro imaginario que es su semejante, pero sin olvidar que
este juego, esta pantomima imaginaria no es sin la presencia del Otro, con mayúsculas".
Dicho de otro, modo es con un otro pequeño con quien juega estas proezas, pero que
encarna el valor del Otro absoluto de la muerte.

Mientras está tan ocupado con la muerte, no vive, todo toma la dimension de un trabajo
forzado y queda excluido toda una dimensión del amor. Porque el amor lo confronta,
nuevamente con tener que dar lo que no tiene, segun una de las definiciones del amor que
nos ofrece Lacan.

La clinica nos enseña cómo el obsesivo erige un Otro cruel, quien no reconoce ni sus
sacrificios ni sus méritos y que se interpone, impidiendole gozar.

Pero lo paradojico que este Otro cruel, de quien se queja, al mismo tiempo es él quien va a
ser el cruel de los crueles, especialmente con su partenaire y ante el cual, se experimenta
como una víctima sacrificial que exige su pérdida y que no le deja vivir. Es en ello que el
caso de Freud es ejemplar.

De manera tal que hace existir un Otro a quien dota de una demanda que es una demanda
de muerte. Lo dota de una demanda de desaparición.

Por eso Lacan, cuando en el Seminario de las Formaciones del Inconsciente, cuando
analiza la diálectica del deseo y la demanda en la neurosis y se dedica a explorar cuál es
la modalidad del deseo en el obsesivo , nos machaca con este esfuerzo de parte del
sujeto, quien para evitar el encuentro con ese vacío del intervalo, que no es sino el lugar
donde va alojarse el deseo, se afana en intentar colmar la demanda. Trabajo que, por
lógica, está destinado a saturar el intervalo entre un significante y otro, de escapar , en el
fondo , del encuentro con la angustia que implica un encuentro con un deseo fabricado de
este modo.

Colmar la demanda, para no encontrarse con aquello que , en el Otro no conocemos y que
nos separa de él, de ese lugar Otro, "es lo que se llama su deseo. No es sino esto."
(p.485).

Esta indicación es clave, porque aquello que del Otro no responde - en el momento de la
constitución de la subjetividad - a la satisfacción de nuestra demanda, no solo torna opaco
ese lugar del Otro - ¿que soy para el Otro?-, sino que devendrá, como marcas del sujeto,
en una relación que el sujeto mantiene con su propia demanda.

Toda esta cuestión, relativa a la presencia que toma la figura de la muerte no es sino para
apuntar, a lo que en otro momento de su enseñanza cuanto va a empezar a formalizar lo
real, lo pulsional, - que comienza con el Seminario de La Etica, el seminario 7- y va a ser
articulado como el goce. La muerte no es sino las distintas figuras imaginarias que toma el
goce. Es una indicación que hago.

Hay dos cuestiones que no quiero dejar de considerar y que encontramos en la clínica de
la obsesión, ya señaladas por Freud. Una es la presencia de la figura del padre y que lo
llevó a Freud , en su encuentro con el síntoma de la obsesión y esta modalidad del deseo,
a escribir Totem y Tabú, investigando que relación tiene el deseo con la prohibición y , más
fundamentalmente . esa pregunta que atraviesa toda su reflexión y su pensamiento y que
no es otra que la ¿qué es un padre?

Es lo que Lacan formaliza precisando que en el Mito freudiano ese padre de la horda
primitiva , ese padre gozador es el que volvemos a encontrar en la obsesion. Pero ese no
es, logicamente, el padre simbólico.

El padre simbólico es aquél, que, cumpliendo la función de nombrar el goce, el da un


significante para pasarlo al inconsciente y desde allí operar , marcando el goce, es decir,
subordinándolo a la ley del deseo,y por ese mismo acto, permitiéndo un goce fálico
posible

Es el padre en tanto que opera poniendo de acuerdo la ley misma con el deseo, es decir ,
aceptar que hay falta.

La neurosis obsesiva quiere decir que algo ha fallado en esa transmisión para que en su
lugar veamos aparecer toda esa exigencia del superyo , que ordena gozar, bajo esas
formas imperativas, bajo esos mandatos, esa insensatez que tan bien muestra el Hombre
de las Ratas: a falta de someterse a la ley del deseo, es entregado a tener que hacer
frente a un goce que le retorna , ya sea como modo "delirante" en el suplicio de las ratas ,
ya sea como obsesiones, ya sea como inhibición o como síntoma en el amor, es decir , en
la relación con los objetos de amor.
Dicho aún de otro modo y esto me permite introducir la última cuestión, aunque no la
agota, eso que lo podría separar de la relación exclusiva que mantiene con la madre,
como objeto primordial, que es la de no poder sino ocupar el lugar del falo imaginario de la
madre.

Esa crueldad que se pone en juego ,. que hace recaer sobre el partenaire imaginario, esta
vinculada con querer destruir la significación del deseo del Otro y que no reposa sino en la
identificación imaginaria a ser el falo de la madre. Por tanto , cualquiera que se interponga
allí, se interpone a título de apagar el brillo fálico que se esfuerza por obtener y por tanto,
hace recaer, sobre ese otro imaginario, su "agresividad".

Esta es una queja que escuchamos con hartofrecuencia , expresada por las mujeres que
devienen su partenaire.

En estos momentos de la enseñanza de Lacan, un final de análisis para el obsesivo es


concebido en términos de una separación de este ser el falo . No lo es, pero puede asumir
la posesión, el tener.

He introducido un poco rápidamente esta cuestión del falo, apoyándome en que Uds. ya
han hecho un recorrido por las vicisitudes del falo y la castración en estas reuniones de
trabajo.

Diciembre 17 de 2004

NODVS. Dipòsit legal B-24256-2010. ISSN 2013-8539.


a predisposición a la neurosis
L obsesiva

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Trabajo leído por Freud en el 4º Congreso Psicoanalítico Internacional realizado en Munich los
días 7-8 de septiembre de 1913.

Freud plantea en este texto el problema de la elección de neurosis, tema que ya le había
preocupado anteriormente. La correspondencia con Wilhelm Fliess (1887-1904) esta repleta de
referencias. Los factores constitucionales y de la herencia trabajados en los Estudios Sobre la
histeria(1895) ya habían sido abandonados. Un caso clínico le servirá para añadir una nueva
fase a la organización genital infantil y estudiar a través de la N. Obsesiva la elección de
neurosis. Será Lacan quien a través del significante Goce dé un giro más a estas primeras
investigaciones freudiana en donde lo que se pone en juego es cómo una determinada
"satisfacción" marca una zona erógena en el cuerpo, compromete una elección de neurosis, en
un intento de restauración, a través de la producción de un síntoma.

Teoría traumática: Una teoría sobre la actividad (N. obsesiva) - pasividad (histeria), en el
vivenciar infantil sexual traumático, enlazadas luego a femenino y masculino. Una teoría
cronológica, en la carta a Fliess 98 (30 de mayo 1896) en una conferencia que Freud da ante la
Asociación de Psiquiatría y Neurología hace un cuadro diferenciando cuatro edades de la vida
marcadas por un periodo de transición entre ellas, en los que ocurre la represión, preparando lo
que después será el periodo de latencia, (-4 años) N. Histérica, (-8 años) N. Obsesiva (-14
antes-pubertad) o en (-x ). La época de la represión es aquí indiferente para la elección de
neurosis, siendo lo principal el momento en que ocurrió el suceso traumático.. En "Nuevas
Observaciones sobre las neuropsicosis de defensa" (1896) las dos neurosis de defensa
(histeria-Neurosis obsesiva) son consecuencia de influencias sexuales nocivas que han
actuado antes de la madurez sexual.

Freud abandona en "Tres ensayos para una teoría sexual" (1905) la teoría cronológica para
pasar a una teoría de "lugares de fijación" a los que es posible que haya una regresión en caso
de dificultades ante la vida. Dos factores autoerotismo y periodo de latencia "Formulaciones
sobre los dos principios del acaecer psíquico" (1911) tienen como consecuencia que la pulsión
sexual quede suspendida en su plasmación psíquica. Las causas de las neurosis dependen de
las predisposiciones y estas se encuentran en las funciones yoicas por un lado y las funciones
sexuales por otro. Alternancia entre "El devenir otro" y "lugares de fijación" por una
perturbación exterior". Predisposición es pues una "inhibción del desarrollo. Una parte esencial
de la predisposición psíquica a la neurosis esta dada por el retardo con que la pulsión sexual
puede tomar nota de la realidad. La elección de neurosis (la forma que adquiere después la
enfermedad) va a depender del desarrollo del yo y de la líbido en la cual sobrevino aquella
inhibición del desarrollo.

La pregunta que Freud se plantea es entonces dónde se halla la inhibición y qué predispone a
una neurosis u a otra. Para contestar recurre a una caso clínico que le plantea dificultades, una
vez más elige un caso que en principio "no le cuadra" con lo teorizado hasta el momento,
aprovechando la clínica para seguir las investigaciónes teóricas. Se trata de una enferma cuya
neurosis había pasado por una "insólita mudanza". Había empezado como una histeria de
angustia para mudarse en una neurosis obsesiva grave. El caso plantea varias cuestiones: 1º
la posibilidad de un bilingüismo entre histeria y obsesión, un contenido idéntico es expresado,
en las dos neurosis en lenguas diferentes; 2º amenaza con contradecir la teoría de la
predisposición por inhibición del desarrollo, 3º se puede adoptar el supuesto de que una
persona pudiera traer consigo más de un lugar endeble en su desarrollo. En el curso del
análisis de esta paciente aparece una segunda vivencia que desvaloriza por completo a la
primera. Una excepción a la teoría ya abandonada del vivenciar. Entonces, el caso: Esposa
feliz (casi plenamente satisfecha) que desea tener hijos (fijación del deseo infantil) enferma
cuando sabe que eso no va a ser posible. Frustración (Versagung: "denegación"), histeria de
angustia, causada por una fantasía de tentación en la que se ve que no ha abandonado el
deseo de tener un hijo. El marido comprende el porqué ha enfermado su esposa y reacciona
neuróticamente denegándose (por vez primera), al comercio conyugal. La mujer lo creyó
aquejado de impotencia permanente (empieza el malentendido) y produjo los primeros
síntomas obsesivos, formaciones reactivas, compulsión a lavarse las manos, medidas
protectoras, de extrema energía, frente a dañinas influencias que otros tendrían que temer de
ella, unas mociones (impulsos) anal-eróticas y sádicas. De esta manera se exterioriza su
necesidad sexual.

Es en este punto donde Freud anuda su "pequeño fragmento de teoría" A través de este y otros
casos de N. Obsesiva el desarrollo de la función libidinosa adquiere una nueva interpolación. Al
Autoerotismo ( pulsiones parciales, aisladas y sin conexión, que buscan su satisfacción de
placer en el propio cuerpo), Estadio de narcisismo (se ha consumado la elección de objeto,
pero el objeto coincide todavía con el propio yo) es en este punto donde Freud ve la necesidad
de añadir una nueva fase anterior al primado de los genitales. Las pulsiones parciales ya se
han reunido en la elección de objeto, el objeto es un objeto ajeno al yo, pero todavía no esta
instituido el primado de las zonas genitales. Las pulsiones parciales que gobiernan esta
organización pregenital son anal-eróticas y las sádicas. Bajo este nuevo primas pasamos a
estudiar el "orden sexaul pregenital". En el curso del análisis aparece en esta paciente "una
fantasía sádica de paliza" tras su sofocación se produce el periodo de latencia, en el que se
produce un gran desarrollo moral sin despertar al sentir sexual femenino. Casamiento.
Frustración. (denegación Versagung) Neurosis histérica. Desvalorización de la vida genital, su
vida sexual recae en el estadio infantil del sadismo. Masculino-femenino no están aun
presentes encontrándose en su lugar "meta activa" "meta pasiva"; la pulsión de apoderamiento,
que llamamos sadismo cuando se halla al servicio de la función sexual, pasividad alimentada
por el erotismo anal, cuya zona erógena corresponde a la antigua cloaca indiferenciada, la N.
obsesiva no era pues una ulterior reacción frente al mismo trauma anterior.

En el carácter vemos las misma fuerzas pulsionales que en la neurosis con una diferencia, falta
el fracaso de la represión y el retorno de lo reprimido. En el campo del desarrollo del carácter
tropezamos con una analogía con el caso clínico descrito, una ratificación de la organización
pregenital sádico-anal-erótica., se trata en ambos casos de una regresión, plena en el caso del
carácter, mientras que en la neurosis hay conflicto, empeño por no permitir la regresión. Hay
formación de síntoma por vía de compromiso. Escisión de las actividad psíquica conciente-
inconsciente. División del sujeto dirá Lacan.

A través de un interlocutor inventado que nos incita a desmentir la existencia de una


organización pregenital de la vida sexual y hacerla coincidir con la función genital reproductora,
Freud nos advierte que quien así procede se ha salido del psicoanálisis. El psicoanálisis
requiere admitir las pulsiones sexuales parciales, las zonas erógenas y la extensión, así
ganada, del concepto de "función sexual" por oposición a la "función genital" más estrecha.

Lo expuesto hasta ahora sobre la organización sexual pregenital es incompleto en dos


aspectos. No atiende a la conducta de otras pulsiones parciales y se contenta en poner de
relieve el primado del sadismo y erotismo anal. Si bien Freud nos añade aquí la pulsión de
saber como sustitución del sadismo en el mecanismo de la Neurosis obsesiva, brote
sublimado, elevado a lo intelectual, de la pulsión de apoderamiento, y su rechazo, en la forma
de duda.

Para que la predisposición histórico-genética de una neurosis quedara completa tendríamos


que tener en cuenta la fase del desarrollo yoico en que sobrevino la fijación, a la vez que la
fase del desarrollo libidinal. Nuestro postulado sólo se refiere a esta última. Freud admite que
los estadios yoicos nos resultan muy poco familiares. Puede que un apresuramiento
(importancia del tiempo lógico) en el tiempo del desarrollo yoico respecto del libidinal ha de
anotarse a la predisposición a la neurosis obsesiva. Esto deriva en una elección de objeto
desde las pulsiones yoicas, cuando la pulsión sexual no ha alcanzado su plasmación última,
produciéndose una fijación en el estadio pregenital. A cierto grado del desarrollo yoico típico de
la naturaleza humana y en la hipermoral que los obsesivos desarrollan para proteger su objeto
contra la hostilidad, hallaremos fundada la aptitud para la génesis de la moral en la
circunstancia de ser el odio, en la serie del desarrollo el precursor del amor. El odio y no el
amor sería el vinculo primario de los seres humanos.

Estas dificultades también aparecen en el caso de la histeria en donde las lagunas del
desarrollo yoico son mayores todavía. En cuanto al desarrollo libidinal también la histeria hace
una regresión. La época de la pubertad remueve la sexualidad masculina (clitoridiana) la mujer
ha de cambiar de zona erógena hacia la vagina, derivada de la antigua cloaca. La neurosis
histérica lleva a una reactivación de esta sexualidad masculina reprimida.

Elección de neurosis, elección siempre forzada por los avatares libidinales del sujeto que llevan
(-) (+) de goce, es este goce en exceso "pegan a un niño" fantasma primordial encontrado por
Freud en el análisis de muchas mujeres, el que introduce a un padre castigador, padre
castrador de la sexualidad femenina.

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Referencia para el Seminario del Campo Freudiano. Junio de 2004.


è    

La neurosis es una alteración mental caracterizada por la presencia de un alto grado de


ansiedad. El miedo y las obsesiones, relacionadas con factores conflictivos personales o
ambientales, dominan al afectado y le provocan un verdadesro sufrimiento psíquico.

Si bien es cierto que todas las personas sufren miedos y obsesiones en mayor o menor
medida, la mayor parte de la gente consigue dominarlos sin que afecten en demasía su
actividad diaria ni su estructura mental.

No obstante en algunas personas predispuestas, la ansiedad adquiere una intensidad


considerable y llega a marcar sus pensamientos y su comportamiento. Existe cierta
predisposición a sufrir una neurosis en las perosnas hipersensibles, con una emotividad
superior a la normal, por lo general con un acusado sentido de culpabilidad, y que se sienten
muy afectadas por las tensiones emocionales y por los hechos impactantes, como disgustos,
peleas o accidentes, o por hechos o circunstancias banales a los que ellos otorgan mayor
importancia de la que en realidad tienen y que les causan una fuerte alteración psicoemocional.

Causas por lo general, una neurosis se desarrolla o parece en un individuo debido a


situaciones o hechos que crean en él fuertes tensiones emocionales, pero casi siempre a esto
se suma una cierta predisposición caracterológica. Esta comprobado que la emotividad
jexagerada se puede adquirir a traves de la educación de unos padres también muy emotivos.
El individuo crece y se educa en un ambiente familiar proclive a las reacciones neuróticas ante
situaciones tensas jo emotivas y, por imitación subconsciente de los comportamientos
paternos, se desarrolla de este modo una personalidad potencialmente neurótica, que se
desencadenará de fuerte tensión emocional.

Tipos Existen diversos tipos de neurosis, pero de ellos cabe destacar los más frecuentes. Las
fobias consisten en un miedo desproporcionada a determiadas situaciones, com el miedo a la
oscuridad, a los espacios abiertos (agorafobia) o a los lugaes cerrados (claustrofobia); también,
el miedo a determinados objetos, de hecho, inofensivos, y a algunos animales (gatos, arañas o
pajaros). La persona afectada se da cuenta y acepta de modo racional la inocuidad del objeto
de su miedo insuperable a estar enfermo, cree padecer enfermedades imaginarias y se
preocupa de un modo obsesivo por su salud, más allá de todo razonamiento.

Las neurastenias, en las que el individuo muestra una fatiga y una debilidad crónica, y una
irritabilidad continuada. Lla neurosis de ansiedad se presenta en aquellas personas que
manifiestan una continuada sensación de exaltación física y psíquica, que puede ser tolerada y
deseada por el sujeto casi como forma habitual de vida, hasta que, al ocurrir algún suceso que
les produce una tensión amocional añadida, la ansiedad se hace insoportable. La neurosis
histérica es una forma de neurosis en la que el paciente puede sufrir sonambulismo, amnesia,
parálisis o anulación de algunos sentidos (ceguera o sordera histérica), de forma temporal e
impredecible, sin que exista ninguna lesión orgánica que lo justifique. En estos casos, las cosas
ocurren como si el subcosnsiente del individuo actuara para defenderse de una situación
insoportable, negandose a ver, oír o sentir aquello que le resulta doloroso.

Obsesiones. Las obsesiones constituyen una forma especial de neurosis. La neurosis obsesiva
consiste en la formulación de un pensamiento que se presenta de forma repetitiva y persiste,
sin que el individuo pueda apartarlo de su mente. El pensamiento obsesivo puede adoptar
diferentes formas.
La duda obsesiva aparece cuando el individuo no puede convencerse de haber realizado un
acto determinado, tal como cerrar la llave del gas o la puerta del piso, y de forma reiterada se
siente obligado a cerciorarse de ello una y otra vez.

El pensamiento obsesivo es aquel en el que la persona afectada realiza un discurso


interminable, y con frecuencia cíclico, de forma reiterada, sin que ello le permita llegar a
ninguna conclusión práctica ni desviar su atención del tema, cl que le impide concentrarse en
otros pensamientos o acciones. Cuando el individuo afectado se halla en un estado depresivo,
con frecuencia los pensamientos obsesivos giran en torno al tema de la muerte y del suicidio.

Compulsiones. La compulsión es un acto que se realiza con frecuencia y de manera repetitiva,


a modo de ritual, con el fin de reducir la tensión emocional y aliviar la ansiedad.En muchas
ocasiones, los actos compulsivos son, en sí, actos normales y habituales, como el hecho de
lavarse las manos o de colocar en orden los objetos que se hallan encima de una mesa, pero lo
que los convierte en compulsión es el hecho de de presentarse de forma reiterada, con una
frecuencia anormal, y que sean vividos por el sijeto como algo cuya realización es ineludible.

Tratamiento. Casi todas las personas tienen un comportamiento neurótico en algún aspecto de
su conducta: el orden o la limpieza exagerados, la preocupación excesiva por la salud o la
alimentación, la tendencia a preocuparse, y a polarizar la atención en ciertos hechos o
circunstancias, entre otros. El problema se presnta cuando la neurosis alcanza tal grado de
desarrollo que imposiblita al afectado para realizar los actos cotidianos más habituales, o bien
cuando compromete su relación y convivencia con otras personas; en tal caso, es aconsejablej
que se someta a tratamiento.

En principio, casi todas las neurosis reponden bien a un tratamiento. Este se orienta sobre todo
a reducir el grado de tensión emocional de la persona afectada, enseñándose a relajarse y a
adoptar actitudes constructivas. Asimismo, puede ser útil la administración de medicamentos
sedantes o ansiolíticos, y una psicoterapia.

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