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TABERNÁCULO BÍBLICO BAUTISTA “AMIGOS DE ISRAEL”

COLEGIO DE BAUTISTA TEOLOGÍA DE EL SALVADOR

MATERIA

VIDA DE JESÚS

VISIÓN SIGLO XXI

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Programa de Asignatura

Nombre de la asignatura: VIDA DE JESÚS


Año académico Ciclo II - 2011

Duración del curso: 20 semanas

Día y hora: Sábado - 3:00 - 5:30 p.m.

DESCRIPCIÓN DE LA ASIGNATURA

En esta materia se estudiará minuciosamente toda la vida y obra de nuestro Señor


Jesucristo, enmarcada dentro de su contexto histórico, geográfico, político, religioso y
social de la época en que Él estuvo aquí en la tierra.

OBJETIVO GENERAL
Conocer la base doctrinal que fundamente la deidad y humanidad de Jesucristo.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

 Analizar a la luz de los evangelios la vida y obra de Jesucristo.

 Aprender a defender doctrinalmente la deidad de Cristo.

 Conocer e interpretar el panorama político, social y religioso en que se


desarrolla el cristianismo.

 Fundamentar la historia socio-política bíblica con los hechos seculares.

METODOLOGÍA

 El método utilizado es el expositivo combinado con el de participación


personal, con la ayuda de material didáctico tales como: folleto guía de la
materia, videos, retro-proyector, etc.

 Lectura dirigida de las referencias bibliográficas.

 Desarrollo de laboratorios como control de lectura.

 Debates para analizar y discutir temas importantes.

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CRONOGRAMA DE CLASES DE LA MATERIA VIDA DE JESÚS - CICLO II – 2011 - Lic. Rosmeri de Reyes

ENERO FEBRERO MARZO ABRIL MAYO TAREAS


FECHA Y
ACTIVIDADES
CLASES 8 15 22 29 5 12 19 26 5 12 19 26 2 9 16 23 30 7 14 21

1) El comienzo del evangelio


2) El cumplimiento de la venida del Mesías
3) El Nacimiento de Jesús N° 1 y 2
4) El bautismo y tentación de Jesús
(Ver Pág. 4)
PRIMER EXAMEN PARCIAL

5) La preparación para su ministerio


6) El primer ministerio en Judea y Galilea
7) Los milagros de Jesús N° 3 y 4
8) El sermón del monte
(Ver Pág. 4)
SEGUNDO EXAMEN PARCIAL
9) Viajes de Jesús en Galilea
10) Las parábolas
11) La enseñanza a los 12 N° 5 y 6
12) 2° ministerio en Judea y viaje a Perea
(Ver Pág. 6)
13) El ministerio en Jerusalén
TERCER EXAMEN PARCIAL
14) Cristo y la profecía V N° 7 y 8
15) La Santa Cena y despedida
16) La pasión y muerte de Cristo (Ver Pág. 4)
17)La resurrección de Cristo

EXAMEN FINAL

V= Semana Santa
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TAREAS Y ACTIVIDADES DE VIDA DE JESÚS – CICLO II - 2011

Libro de texto: La vida de Jesucristo (Autor: Francisco Cook)

N° TAREA O ACTIVIDAD FUENTE DE INFORMACIÓN FECHA PUNTAJE

1 Laboratorio escrito realizado en Investigar este tema en


clase del tema: La encarnación y biblioteca y el libro de 29 30%
Nacimiento de Cristo texto enero

Folleto guía de la materia


2 PRIMER EXAMEN PARCIAL y anotaciones 5 70%
febrero

3 Laboratorio escrito realizado en Investigar este tema en


clase del tema: Los milagros de biblioteca y el libro de 5 30%
Jesús texto marzo

Folleto guía de la materia


4 SEGUNDO EXAMEN PARCIAL y anotaciones 12 70%
marzo

5 Laboratorio escrito hecho en clase Investigar este tema en


del tema: Las parábolas biblioteca y el libro de 9 abril 30%
texto

6 TERCER EXAMEN PARCIAL Folleto guía de la materia 16 abril 70%


y anotaciones

7 Laboratorio escrito hecho en clase Investigar este tema en


del tema: Las profecías cumplidas biblioteca y el libro de 14 mayo 30%
en Cristo texto

Folleto guía de la materia


8 EXAMEN FINAL y anotaciones 21 70%
mayo

NOTA:
Es importante que usted observe periódicamente esta hoja para estar preparado
para las actividades y para los exámenes, en la fecha indicada.

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EVALUACIÓN

LABORATORIOS: Control de lectura de referencias bibliográficas 30%

EXÁMENES: 4 Evaluaciones escritas 70%

CONTENIDO:

Primera Unidad:

1. El comienzo del evangelio

2. El cumplimiento de la venida del mesías

3. Nacimiento de Jesús

4. El bautismo y tentación de Jesús

Segunda Unidad:

5. Preparación para su ministerio

6. El primer ministerio en Judea

7. El primer ministerio en Galelea

8. Los milagros de Jesús

9. El sermón del monte

Tercera Unidad:

10. Viajes en Galilea

11. Las parábolas

12. La enseñanza a los doce

13. El segundo ministerio en Judea

14. El viaje a Perea

15. El ministerio en Jerusalén

5
Cuarta Unidad:

16. Cristo y la profecía

17. La institución de la Santa Cena

18. Los discursos de despedida

19. La pasión y muerte de Cristo

20. La resurrección de Cristo

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

BEECHER KEYES, NELSON


“El fascinante mundo de la Biblia” Editorial Mundo Hispano, España 1979.

EDERSHEIM, ALFRED
“La vida y los tiempos de Jesús el Mesías”
Tomo I, talleres-gráficos M.C.E. Horeb, España 1988

HOFF, PABLO
“Se hizo Hombre”
Editorial Vida, florida 1992

STALKER, JAMES
“Vida de Jesucristo”
Editorial Caribe, Miami Florida 1973

FRANCISCO COOK
“La vida de Jesucristo”
Editorial Portavoz, Michigan EE.UU. A.1999

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INTRODUCCIÓN

La vida de Jesús sobre la tierra puede dividirse en dos grandes períodos: Su vida
privada, hasta que cumplió los treinta años de edad; y su vida pública, la cual duró
cerca de tres años. Los Evangelios son testimonios de las palabras y obra de
Jesucristo en muchos aspectos diferentes. Para comprender adecuadamente la vida
de Cristo es necesario saber algo del mundo en que Él vivió cuando estuvo en la
tierra. Así podemos entender mejor los eventos en su vida y sus enseñanzas.

Títulos usados para Jesús durante su vida


El nombre Jesús, no es estrictamente un título. No obstante, es un nombre con
significado; es la forma griega del nombre hebreo “Josué”, que significa “Jehová es
salvación”. Por lo tanto, este nombre indicaba la función que se le atribuía a Jesús, lo
que más tarde encontró expresión en el título Salvador; que al principio era
simplemente una descripción de la función de Jesús (Hch. 5:31; 13:23; Fil. 3:20), pero
que posteriormente se convirtió en parte de su majestuoso título (2 Ti. 1:10; Tit. 1:4; 2
Pe 1:11). Los escritores neotestamentarios conocían bien este significado (Mt. 1:21).
Este nombre era uno de los más populares entre los israelitas. Entre los personajes
bíblicos que lo llevaron también están: JOSUÉ, Jesúa y Jesús llamado Justo (Col 4:11).
Aunque resulta significativo que a fines del siglo I d.C. este nombre estaba empezando
a desaparecer completamente; era demasiado sagrado para que lo emplearan como
nombre personal los cristianos, y para los judíos era inaceptable.

El título “Cristo, significa “ungido”, lo mismo que la palabra hebrea “Mesías”. Cristo
es el título oficial de nuestro Señor, el cual se menciona aproximadamente 1,514
veces en el Nuevo Testamento. Denota que Jesús fue ungido o consagrado a su gran
labor y dignidades como profeta, sacerdote y rey de su pueblo. Él es Jesús, el Cristo
(Hch. 17:3; Mt. 22:42), el ungido. Él es de quien habló Isaías (Is. 61:1) y Daniel (Dn.
9:24-26) quien lo describe como "el príncipe Mesías".

El Mesías, es la misma persona conocida como "la simiente de la mujer" (Gn. 3:15),
"la simiente de Abraham" (Gn. 22:18), "el profeta a la imagen de Moisés" (Deut.18:15),
"el sacerdote según el orden de Melquisedec" (Sal. 110:4), "el retoño de Isaí" (Is.
11:1,10), "Emanuel", (Is. 7:14). Él es de quien Moisés y los profetas habían escrito. El
Antiguo Testamento está lleno de declaraciones proféticas acerca del gran libertador y
la obra que Él realizaría. Jesús el Cristo es el gran libertador, el Ungido, el Salvador de
los hombres. Este nombre denota que Jesús fue divinamente escogido, comisionado y
acreditado como el Salvador de los hombres (Heb. 5:4; Is. 11:2-4; 49:6; Jn. 5:37; Hch.
2:22).

Se le atribuye a Jesús el nombre de JESUCRISTO, quien es el ungido de Dios. A fin


de distinguir a Jesús, el Cristo, de otras personas del mismo nombre se le conocía
como Jesús de Nazaret o Jesús nazareno. Como resultado de su actividad
característica se conocía a Jesús como Maestro, y la gente se dirigía a él con dicho
título, como era el caso con cualquier otro maestro judío (Mr. 4:38; 9:17, 38).

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Fuentes de Información de la vida de Jesús:

Aunque Jesús de Nazaret no dejó ningún escrito, mucho se sabe de su vida y


enseñanza.

Hay dos fuentes de información:

1. Fuentes seculares o no cristianas:


De fuentes no cristianas obtenemos muy pocos datos, debido a que los
escritores gentiles (griegos y romanos) tenían poco interés por los
acontecimientos de Palestina y hacia los judíos solo sentían desprecio.
Los historiadores romanos Suetonio y Tácito se refieren a los seguidores de
Cristo (o «Cresto», como algunos suponían); y Plinio el Joven, gobernador de
Bitinia, escribió una carta al emperador para consultarle con respecto a cómo
tratar a los cristianos. Entre los testimonios de origen judío, hay ciertas
tradiciones aceptables acerca de Jesús y sus seguidores, pero es evidente en
muchas de ellas un barniz anticristiano que las desfigura. Los escritos de
Flavio Josefo mencionan a Juan el Bautista y al sumo sacerdote Anás.

2. Fuentes cristianas

Las fuentes cristianas más antiguas son las cartas de Pablo, quien, sin
conocer personalmente a Jesucristo, se familiarizó con sus actividades y sus
dichos, de acuerdo con la TRADICIÓN ORAL. Los datos acerca de Jesucristo
que nos proporcionan sus cartas son muy escasos y se concentran en la
pasión y resurrección, pero revelan la estabilidad de la tradición aun antes
de consignarse por escrito. Solamente lo que Pablo indica en I Cor. 11:23-26 y
Hch. 20:35 y el relato de la ascensión en Hch. 1:1-11, nos cuenta algo de su
vida y palabras aparte de los evangelios. Así es clara la importancia de estos
libros históricos.

Las fuentes más completas son los cuatro EVANGELIOS, que se fundamentan
en el testimonio de los discípulos inmediatos a Jesucristo. Aunque el propósito
de los evangelistas no fue en primer término biográfico, nos proporcionan
relatos históricamente fidedignos (Lc 1:1–4).

¿Por qué es importante estudiar la vida de Jesús?

Porque toda la historia gira alrededor de los pocos años de la existencia


terrenal del Hijo de Dios.

Por el lugar sobresaliente que ha tenido la persona de Jesucristo.

Porque en Él radica toda la esperanza del mundo perdido y pecador.

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1 - EL COMIENZO DEL EVANGELIO

TRASFONDO HISTÓRICO

El Antiguo Testamento provee el escenario para el Nuevo Testamento. Sin embargo,


el Antiguo, termina en el siglo IV a.C. y el Nuevo, comienza 400 años después.

¿Qué fue lo que ocurrió durante los 400 años que intervienen entre los dos
testamentos?

Muchas cosas sucedieron en ese período intertestamentario. La Palabra de Dios no


guarda silencio absoluto durante ese período; Dios permitió ese tiempo principalmente,
por dos razones:

 En este período se cumplieron casi completamente dos profecías de Daniel: la de la


imagen de Nabucodonosor (Dn. 2), y la de las cuatro bestias (Dn. 7).
 En este período, Dios preparó el escenario mundial para la venida de su amado
Hijo. Cuando se observa el curso de los acontecimientos mundiales, especialmente
los relacionados con el imperio griego y la helenización, y también con el imperio
romano, podemos ver claramente la mano de Dios que ordena el escenario para la
venida del Señor Jesús y la propagación del evangelio a todo el mundo.

Cuando dominaba el Imperio Griego, al terminar el Antiguo Testamento, parte de los


judíos exiliados en Babilonia habían vuelto a Palestina. Vivían en paz en su propia
tierra, habían reedificado el templo y habían reanudado las ceremonias religiosas.

Durante el Imperio Griego, bajo Alejandro Magno, hubo bonanza en la tierra de


Palestina; pero al morir él en el año 323 a.C., el Imperio se dividió en cuatro partes:
Casandro tomó Macedonia y Grecia; Lisímaco, Tracia y Asia menor; Seleuco, Siria y
el medio oriente y Ptolomeo, Egipto y Palestina. Entonces vino el sufrimiento para los
judíos, por medio de los seléucidas, en especial por Antíoco IV Epífanes, rey de Siria,
descrito en el libro de Daniel, que profanó el templo sacrificando un cerdo (algunos
dicen que fue una cerda) y mató a miles de judíos. Los judíos sufrieron mucho en
aquel tiempo; ya que Antíoco Epífanes quería destruir la religión de los judíos e
imponer sobre ellos la religión y cultura griega.

Surgimiento de los Macabeos.

A raíz de lo que hacía Antíoco Epífanes, surge un grupo de judíos encargados de velar
por la conservación y restauración de los actos religiosos. Comenzó la insurrección
con un anciano llamado Matatías, luego se unieron otros judíos y sus hijos, entre ellos
Judas, conocido como Macabeo (Martillo), le siguió su hijo Simeón Macabeo y otros
más, de ahí el nombre de Macabeos. Después de muchas luchas, lograron purificar el
templo y restablecieron los sacrificios y los actos religiosos. En el año 165 A. C.
limpiaron y consagraron el templo de nuevo y renovaron el culto allí. La Fiesta de
Dedicación fue establecida para conmemorar esa victoria (Jn. 10:22).

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PALESTINA BAJO EL PODERÍO DEL IMPERIO ROMANO

La dominación romana comenzó en el año 63 a.C. El general romano Pompeyo se


apoderó del país y depuso al gobernador de la familia Macabea, Aristóbulo II
respetaban las cuestiones religiosas pero los judíos tenían que someterse al Imperio.
En el año 40 a.C. Herodes el idumeo consiguió que el senado romano lo nombrara
rey de Judea. Herodes profesaba la religión judía, aunque era de raza idumea. Tuvo
que agradar a un pueblo compuesto de tres razas hostiles entre sí: judíos, árabes y
griegos. Sus dominios abarcaron mucho territorio, pues Roma le había otorgado
nuevas posesiones: Samaria, Perea e Idumea. Se le llamaba Herodes el Grande.

Herodes el Grande trató de ganar favor de los judíos construyendo en Jerusalén un


magnífico templo para reemplazar al que había sido dañado por la guerra, el que
Zorobabel había restaurado después del exilio babilónico. Jesús nació poco antes de
la muerte de Herodes el Grande en el 4 o 6 a.C. (Mt. 2.1, 13–15); no ha sido posible
determinar la fecha exacta.

Hacía alrededor de sesenta años que Palestina se encontraba bajo ocupación romana
cuando nació Jesús. Fue una dominación indirecta por medio de príncipes locales, de
los cuales Herodes el Grande fue el más famoso. La división de su reino entre sus
hijos produjo tres gobernantes regionales, de los cuales Herodes Antipas, tetrarca de
Galilea y Perea, ejerció sus funciones durante todo el ministerio de Jesús; este es el
Herodes que vemos en los evangelios, aparte de los relatos de la infancia de Jesús.
Arquelao, que se hizo cargo de Judea y Samaria, fue depuesto después de diez años
de mal gobierno, y se impuso un gobierno directo en ambas regiones, en la persona
de un prefecto romano, llamado Poncio Pilato.

Los idiomas de la Palestina del siglo I d.C. eran el arameo, el hebreo y el griego. Lo
más probable es que el arameo fuera la lengua usada por el Señor Jesús, pero casi
seguramente los galileos también tendrían un conocimiento práctico del griego; y el
hebreo bien puede haber sido la lengua en que el Señor llevaba a cabo sus debates
con las autoridades religiosas en Jerusalén.

2. EL CUMPLIMIENTO DE LA VENIDA DEL MESÍAS


Dios había dado la promesa a Adán y a Eva, de que mandaría un Salvador, el cual
sería el Redentor de la raza humana. A través del Antiguo Testamento, se repiten en
una forma u otra las profecías y alusiones a este evento trascendental, como es el
cumplimiento del tiempo (Gal.4:4). Estas palabras muestran que el advenimiento del
Señor Jesucristo no fue casual ni improvisado, sino que Dios lo había preparado y
planeado de antemano.

SITUACIÓN POLÍTICA, SOCIAL Y RELIGIOSA EN ESE TIEMPO

El escenario sobre el cual se desarrolló el cumplimiento del tiempo, era un tanto


problemático para la nación que recibiría al Mesías. Era el imperio romano quien
dominaba el mundo conocido.

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Aunque a dominación romana trajo verdaderos beneficios a la nación vasalla; sin
embargo, no gozaba de popularidad. Un motivo especial de descontento fue el
sistema de impuestos bajo el cual las tasas oficiales, que ya eran elevadas, fueron
aumentadas por los recaudadores de impuestos (publicanos), que se convirtieron así
en un grupo temido y odiado, tanto por extorsionadores como por ser colaboradores
del poder de ocupación. Pero la principal causa de resentimiento fue el simple hecho
de la sujeción política, posición que muchos encontraban incompatible con la
condición de Israel como pueblo de Dios.

Las diferentes reacciones judías ante esta situación se reflejan en las actitudes de los
“partidos” que surgieron en esa época dentro del judaísmo.

Había sectas religiosas entre los judíos en la época de Jesús:

LOS FARISEOS:

Eran los ortodoxos y conservadores. Su nombre viene de una palabra hebrea que
quiere decir “separado”. Eran el partido popular porque eran ortodoxos y contrario a
los extranjeros. Tenían la mayoría en el sanedrín, el concilio mayor de los judíos.
Creían en la resurrección de los muertos, la vida futura y la ayuda de la providencia
actuando lado a lado con la voluntad libre del hombre. Aceptaban todo el Antiguo
Testamento, y creían en los ángeles. En cuanto a la vida moral, eran los mejores
aunque dejaban mucho que desear. Pero daban mayor importancia a la “ley moral”
que era un compendio de las tradiciones de los judíos.

Esto muestra su compromiso con la formación del pueblo sencillo en el conocimiento y


práctica de la Ley de Moisés, que incluye la Torah oral. Diferían de los saduceos
principalmente en su aceptación del concepto de la inmortalidad. Creían en la
inmortalidad del alma, lo cual implicaba la resurrección del cuerpo y en la existencia de
ángeles y espíritus (Hch. 23:6-8). Recalcaban el uso de la razón en la comprensión del
deber religioso. Los fariseos se proponían alcanzar una perfecta obediencia a la Ley
de Moisés tal como la interpretaba la tradición oral (Mr. 7:13). Los fariseos se
opusieron a Cristo, y él tuvo que condenarles muy severamente por su legalismo, su
dureza de corazón y principalmente por su hipocresía.

Los fariseos organizados en pequeñas comunidades, se dedicaban a la docencia y


promovían el desarrollo de la religión de la SINAGOGA.

LOS SADUCEOS:

Los saduceos eran los “libres pensadores” de su día. Negaban las creencias de los
fariseos, especialmente la autoridad de la ley oral, la resurrección de los muertos y el
galardón o el castigo futuro. Aceptaban solamente los cinco libros de Moisés como
Palabra de Dios. Aunque eran la minoría en el sanedrín, los puestos principales,
incluyendo el sumo sacerdocio, estaban en manos de ellos. Estaban propensos a
colaborar con los romanos y los reyes nombrados por Roma.

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Jesús no tuvo mucho que ver con ellos, con excepción de los hechos de su arresto,
proceso y condenación a la muerte.

LOS ESENIOS:

Grupo de judíos sectarios que se apartaron de la corriente principal de la vida judía;


florecieron desde el año150 a.C. hasta 70 d.C.

Los esenios se consideraban como el pueblo escatológico de Dios, el de un nuevo


pacto. Extremadamente escrupulosos, creían que su cumplimiento de la Ley traería la
intervención divina, en forma de guerra, que pondría fin al mundo. Por tanto, para la
admisión a la secta se requería un noviciado de dos o tres años, la renuncia a la
propiedad privada, en muchos casos al matrimonio y un juramento de obediencia
incondicional a los superiores. Una vez aceptado, el nuevo miembro trabajaba en
agricultura, artes manuales, etc., pero sobre todo se dedicaba al estudio de las
Escrituras y participaba en las discusiones comunitarias. Abluciones diarias y
exámenes de conciencia garantizaban su pureza levítica.

Para ese entonces, los judíos ya habían superado, despojándose de la idolatría que se
había practicado en la antigüedad, y se habían adherido a la verdadera fe de sus
antepasados. Ellos ya tenían un segundo templo, el reconstruido por Herodes, y los
que vivían lejos viajaban a la ciudad Santa en ocasiones de fiestas solemnes.
Además, se produjo un fuerte movimiento popular hacia el activismo político, los
Zelotes, nombre de uno de los grupos aparecidos posteriormente en ese siglo.

LOS ZELOTES:

Era un movimiento político religioso entre los judíos. Se les llamaba zelotes porque
seguían el ejemplo de Matatías y sus hijos y seguidores, que manifestaron celo por la
ley de Dios cuando Antíoco IV intentó suprimir la religión judía. A uno de los doce
apóstoles se le llama Simón el Zelote (Lc. 6:15; Hch. 1:13), ya sea a causa de su
temperamento celoso o apasionado o por alguna asociación con el partido de los
zelotes.

En cualquier lugar donde había un grupo de judíos, ahí se establecía una sinagoga,
que era el lugar donde se reunían para celebrar cultos religiosos.

SINAGOGA:

En el AT el vocablo “sinagoga” solamente aparece en el Sal. 74.8 (“lugar de reunión” o


“asamblea”). La LXX utiliza frecuentemente el término griego: para la
asamblea de Israel, y aparece 56 veces en el Nuevo Testamento. El sentido básico es
lugar de reunión, por lo que llegó a significar lugar de culto judío.

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En las Escrituras se refiere a una reunión de individuos de una localidad para el culto o
la acción en común (Lc. 12:11; 21:12). Posteriormente sirvió para hacer referencia al
edificio en el cual se llevaban a cabo tales reuniones.
El origen de la sinagoga:

La Biblia no ofrece información concreta sobre el origen de la sinagoga. Antes del


cautiverio babilónico el culto se centraba en el templo de Jerusalén. Durante el exilio,
época en la que fue imposible mantener el culto en Jerusalén, apareció la sinagoga
como lugar de oración y de instrucción en las Escrituras.
Propósito y prácticas en la sinagoga:

La sinagoga servía al triple propósito de ofrecer educación, culto y gobierno de la vida


civil de la comunidad. Aunque estaba sujeta a la ley del país, la sinagoga tenía su
propio gobierno. La congregación estaba bajo el gobierno de ancianos que estaban
autorizados a ejercer disciplina y castigar a los miembros. Para el castigo se empleaba
el azote y la excomunión. El principal de la sinagoga era el que ejercía su gobierno
(Mr. 5:22; Hch. 13:15; 18:8).

Supervisaba el servicio para controlar que se realizara de acuerdo con la tradición. El


ministro o ayudante (Lc. 4:20) presentaba los rollos de las Escrituras para ser leídos,
los colocaba de nuevo en el arca, azotaba a los miembros que hubieran cometido una
ofensa, y enseñaba a leer a los niños. Finalmente, se necesitaba un intérprete
competente para parafrasear la Ley y los Profetas en la lengua vernácula, o sea el
arameo.

La sinagoga era el lugar de la reunión cada sábado de los judíos. Había por lo menos
una sinagoga en cada pueblo judío y más en las ciudades más grandes. También
había una sinagoga en cada ciudad del Imperio Romano donde había suficiente judíos
residentes para mantenerla.

Su propósito mayor era la instrucción en la ley de Dios, pero también servía como
lugar de adoración. Siempre se leía una porción del Pentateuco y otra de los
profetas. Después de la lectura, se daba lugar a la predicación. Muchas veces se
permitía que una persona capaz que visitaba leyera la Escritura y diera el sermón.
Siempre había dos oficiales. El primero tenía la responsabilidad del culto, saber
mantener el orden, nombrar a las personas para leer las Escrituras y orar e invitar a
alguien a dar el sermón. El segundo debía cuidar los edificios y especialmente cuidar
la copia de las Escrituras que guardaban en un cofre especial para ese propósito.
Muchas veces había escuelas en conexión con la sinagoga para los niños. Es
imposible exagerar la importancia de la sinagoga en la vida judía.

En sus celebraciones los judíos recordaban que se les había prometido un Redentor,
quien les libraría del yugo de sus opresores; en este caso, los romanos. Ellos
anhelaban la llegada del Mesías. Sin embargo, “A lo suyo vino, y los suyos no lo
recibieron” (Jn.1:11).

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LA ENCARNACIÓN DE JESÚS
La palabra encarnación viene del latín “in carne”, que significa: Acto de humillación
por el cual Jesucristo siendo Dios se hizo hombre de CARNE y hueso (Jn 1:14).
El cristianismo es único en cuanto a su anuncio de cómo Dios se revistió de carne
humana, mediante la concepción virginal, el nacimiento y el desarrollo del niño Jesús.
Cristo se identifica plenamente con el género humano (Ro 8:3; Heb 4:15) y conserva
su perfecta divinidad durante su permanencia en el mundo (Col 2:9).

Las palabras “encarnación” y “encarnado” no aparecen en la Biblia, pero el


equivalente griego, del latín “en sarki” (en carne) se encuentra en algunos pasajes
importantes relativos a la persona y obra de Jesucristo. 1 Ti 3:16 habla de que “Dios
fue manifestado en carne”. Juan atribuye al espíritu del anticristo toda negación de que
Jesucristo “ha venido en carne” (2 Jn 7). Pedro afirma que Cristo murió por nosotros
“en la carne” (1 Pe. 3:18; 4:1). Todos estos textos refuerzan, desde diferentes ángulos,
la misma verdad: que fue precisamente por su venida y su muerte “en la carne” que
Cristo aseguró nuestra salvación. La teología llama encarnación a su venida, y
expiación a su muerte.

SIGNIFICADO DEL TÉRMINO:


En la Biblia el término “carne” significa en hebreo , en griego, ;
teniendo fundamentalmente un significado fisiológico: “carne” es la materia sólida que,
junto con la sangre y los huesos, compone el organismo físico de hombres y animales
(Gn. 2:21; Lc. 24:39; 1 Co. 15:50). Como el pensamiento hebreo relaciona los órganos
físicos con las funciones psíquicas, encontramos que en el AT “carne” puede abarcar
tanto los aspectos psicológicos como los físicos de la vida personal del hombre. Por
ejemplo: el paralelismo entre “carne” y “corazón” (Sal. 73:26) y entre “carne” y “alma”
(Sal. 63:1).

“Carne”, en este sentido teológicamente formulado, no es en consecuencia algo que el


hombre tiene, sino algo que él es. Su marca es la debilidad y la fragilidad como
criatura, y en este sentido contrasta con “espíritu”, la energía eterna e inconmovible
que es de Dios y es Dios.
Por lo tanto, decir que Jesucristo vino y murió “en la carne” equivale a decir que vino y
murió sujeto al estado y las condiciones de la vida física y psíquica creadas: en otras
palabras, que el que murió era hombre. Pero también afirma el NT que el que murió
era y sigue siendo eternamente Dios.
La fórmula que encierra la encarnación, entonces, es la de que en algún sentido
Dios, sin dejar de ser Dios, fue hecho hombre.

Esto es lo que Juan afirma en el prólogo de su evangelio: “el Verbo” (el agente de Dios
en la creación, que “en el principio”, antes de la creación, no solamente “era con Dios”,
sino que él mismo “era Dios”, Jn. 1:1–3) y “fue hecho carne” (Jn. 1:14).

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Cuatro puntos resumen la importancia de la encarnación de Jesucristo:

La encarnación es el medio supremo de revelación divina. Cristo es el VERBO, la


Palabra viva del Padre (Jn 1:1–14). Quien le ha visto a Él ha visto al Padre (Jn
14:9). La manifestación de Dios por medio de la flaqueza humana encierra el
mismo procedimiento que entrevemos en la INSPIRACIÓN de los autores de las
Sagradas Escrituras, y en la evangelización del mundo por medio de la IGLESIA,
el CUERPO DE CRISTO.

La encarnación es esencial al cumplimiento del PACTO de Dios con los


hombres. Jesucristo encarnado asumió el papel del “segundo ADÁN”
representante del género humano (1 Co 15:21–22, 47). Solo en calidad de
Dios-Hombre pudo mediar entre Dios y los hombres (1 Ti 2:5), y únicamente
mediante su encarnación podía morir por los pecados del mundo.

Por su encarnación el Salvador experimentó y comprendió nuestra humanidad,


y así estuvo apto para ser nuestro Abogado y Sumo Sacerdote a la diestra de
Dios (Heb 4:14–16).
Solamente por la encarnación el Señor experimentó la muerte física como el
castigo que merecían nuestros pecados, y también resucitó de entre los
muertos por el poder del Espíritu Santo (Ro 8:11). El apóstol Pablo presenta la
RESURRECCIÓN corporal de Cristo como la primicia de nuestra resurrección,
dándonos una esperanza segura (1 Co 15:20-22).

LA NATURALEZA DE LA ENCARNACIÓN:

Cuando el Verbo “se hizo carne” no abandonó su deidad, ni la redujo o contrajo, ni


tampoco dejó de ejercer las funciones divinas que había ejercido anteriormente. Se
nos dice que él es quien mantiene el orden en la creación, y quien da y mantiene la
vida (Col. 1:17; He. 1:3), y por cierto que estas funciones no quedaron en suspenso
durante el tiempo que vivió en la tierra.

Cuando vino al mundo “se despojó a sí mismo” de la gloria exterior (Fil. 2:7; Jn.
17:5), y en ese sentido “se hizo pobre” (2 Co. 8:9), pero esto no significa en absoluto
una reducción de sus poderes divinos, como pretenden sugerir las supuestas teorías
de la kenosis. El NT recalca más bien que la deidad del Hijo no se redujo coma
consecuencia de la encarnación. En el hombre Cristo Jesús, dice Pablo, “habita
corporalmente toda la plenitud de la deidad” (Col. 2:9; 1:19).

La encarnación del Hijo de Dios, por lo tanto, no significó una disminución de la


deidad, sino la adquisición de humanidad. No es que Dios Hijo vino a morar dentro de
un ser humano, como haría posteriormente el Espíritu. (La equiparación de la
encarnación con una simple morada es la base de la herejía nestoriana) Más bien se
trata de que el Hijo de Dios en persona comenzara a vivir una vida plenamente
humana.

15
No se trata de que simplemente se envolvió en un cuerpo humano, ocupando el lugar
de su alma, como sostenía Apolinario, sino de que tomó para sí un alma humana
tanto como un cuerpo humano, o sea que ingresó en la experiencia de la vida psíquica
humana a la vez que física. Su humanidad fue completa; se hizo “Jesucristo hombre”
(1 Ti. 2:5; Ga. 4:4).

Para lograr la encarnación del Hijo de Dios, Jesús, tuvo que hacer de una virgen
(Isa. 7:14) por la acción del Espíritu Santo. El pasaje habla de un nacimiento virginal,
así como una concepción virginal.
El texto hebreo de Is. 7:14 utiliza una palabra almah que denota una joven casadera o
virgen; mientras que la traducción griega del mismo versículo emplea “partenos” sin
vacilaciones para la palabra virgen. Cualquiera que sea su significado histórico, Mateo
ve cumplida la profecía de Isaías con el nacimiento de Jesús de la virgen María.
El nacimiento virginal satisface tres requisitos respecto a Jesús:
1) La única manera de nacer como ser humano era que naciera de una mujer.
2) La única manera de ser hombre sin pecado era que fuera concebido por el
Espíritu Santo.
3) La única manera de ser divino era que tuviera a Dios por Padre.
Como resultado su concepción no fue por medios naturales sino sobrenaturales. Por
eso Jesucristo se revela como una persona divina con dos naturalezas: una divina y
una humana sin pecado.

3. EL NACIMIENTO DE JESÚS
Los dos relatos del nacimiento de Jesús en Mateo y Lucas son claramente
independientes entre sí, y ambos registran el hecho de que nació por acción directa
del Espíritu Santo, sin padre humano (Mt. 1:18–25; Lc. 1:34-35).

LOS ANTEPASADOS DE JESÚS:

Hay dos genealogías detalladas de Cristo en el Nuevo Testamento (Mt. 1:1–17; Lc.
3:23–38), y ambas ofrecen la ascendencia humana de Jesús el Mesías.
Mateo inicia su relato, con lenguaje que recuerda al libro de Génesis, con las palabras
“libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham”, y luego traza la
línea de descendencia a través de cuarenta y dos generaciones desde Abraham hasta
Cristo (1:1–17).
Lucas inmediatamente después de su relato sobre el bautismo de Cristo, dice que
“Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se
creía, de José”, y luego retrocede desde José, a través de más de setenta
generaciones, hasta “Adán, hijo de Dios” (Lc. 3:23–38).

16
Ambas genealogías hacen descender a Jesús de David; su descendencia davídica era
cuestión de dominio público durante su ministerio (Mr.10:47) y recibe confirmación por
el testimonio apostólico (Ro. 1:3). Pero ambas listas trazan su descendencia davídica
a través de José. La genealogía de Lucas reconoce esto mediante la frase “según se
creía” en Lc. 3:23; de modo semejante, el texto más seguro de Mt. 1:16 dice que José
era “marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo”.

Al comparar Mateo y Lucas, se concluye que:

Mateo provee la línea legal del Mesías por medio de José


Lucas provee la línea de sangre natural de Jesús por medio de la línea
ancestral de María.

Los padres de Jesús:


Nuestra información sobre la madre de Jesús se limita principalmente a los relatos de
su infancia en Mateo y Lucas. Allí vemos que cuando se produjo la anunciación
angelical del nacimiento de Jesús, María vivía en Nazaret, Galilea, y estaba
comprometida con José, el carpintero (Lc. 1:26).

José y María eran descendientes del rey David. El Antiguo Testamento está lleno de
profecías que anuncian que el Mesías nacería de la línea real de David (Is. 11:1; Jer.
33:15; Ez. 37:24; Os. 3:5).

José acepta a Jesús como su hijo; requirió una revelación divina para persuadir a
José de que lo hiciera, aceptando a María como su esposa estando ella encinta, en el
período de desposamiento.
El nombre Emanuel proclama la presencia de Dios en medio de su pueblo de una
manera completamente nueva.

El Mt.1:25, indica que María y José iniciaron sus relaciones maritales normales
después del nacimiento de Jesús. En las Sagradas Escrituras la relación sexual se
describe como “conocer”, (Gn 4:1, 17, 25; 24:16; Jue. 11:39) Se habla de la relación
sexual íntima como el acto de conocer a un hombre o una mujer.

El término primogénito (Luc. 2:7) sugiere que posteriormente nacieron otros hijos.
(Comparar con el “hijo” único de Luc.7:12).
La concepción de Jesús tuvo lugar por la intervención directa del Espíritu Santo, “el
poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (Luc.1:35) La misma palabra utilizada
para la nube de la cual salió la voz que habló durante la Transfiguración. Ambos usos
se refieren a la nube que manifestó la gloria de Dios (Éx 40:34–38).

El nacimiento de Jesús es mencionado con más detalles en el Evangelio de


Lucas. La información que proporciona, explica por qué José y María se encontraban
en Belén cuando Jesús nació, en lugar de Nazaret, su ciudad de origen.

17
En el evangelio de Mateo, en realidad su nacimiento no se narra directamente, sino
una serie de escenas diseñadas para mostrar cómo el propósito de Dios, declarado en
el AT, se estaba cumpliendo.

Belén de Judea fue profetizado como el lugar de


nacimiento del Mesías. Por el decreto de Augusto
César, Jesús nació en ese pueblo a pesar de que
sus padres no vivían allí. (Miq. 5:2).

El decreto del César de que se realizara un censo


en todo el Imperio Romano obligó a María y a José
a salir de Nazaret y recorrer 112 km hasta Belén.

Lucas establece meticulosamente las


circunstancias históricas que rodean el nacimiento
de Jesús, relacionándolo con los acontecimientos
ocurridos en el Imperio Romano.

Augusto César fue emperador desde el año 30


a.C. hasta el año 14 d.C.
La realización del censo tenía que ver con los
impuestos. Cirenio era gobernador de Siria entre
los años 10–7 a.C. y de nuevo desde los años 6 al
9 d.C. Herodes el Grande era el rey de Judea en
los años 37–4 a.C.

¿Cuándo fue el nacimiento de Jesús?


No se puede determinar la fecha exacta del nacimiento de Jesús. No sabemos cuándo
y por qué la Iglesia escogió el 25 de diciembre, la cual es una fecha incorrecta; puesto
que en aquella época era invierno y la escritura nos dice que los pastores velaban y
guardaban las vigilias de la noche sobre su ganado en el campo (Lc.2:8), lo cual indica
que debe haber sido en un clima caliente La primera celebración que se conoce de la
Navidad tuvo lugar en Roma en el año 354 d.C.

La historia cuenta que Herodes reinó durante los años 37–4 a.C. Juan el Bautista y
Jesús nacieron, pues, algunos años antes del año 1 de nuestra era cristiana. Por lo
tanto el año más probable de su nacimiento es el 5 ó 6 a.C. La discrepancia de fechas
se debe a un cálculo equivocado al establecer el calendario cristiano en el siglo VI.
Su nacimiento fue en un pesebre:

Esta mención del pesebre es la base de la creencia tradicional de que Jesús nació en
un establo. A menudo, los establos eran cuevas con depósitos cavados en las paredes
rocosas (pesebres) para dar de comer a los animales. Esta no era la atmósfera que
los judíos esperaban para el nacimiento del Rey Mesías. Pensaban que el Mesías
prometido nacería en un ambiente real.

18
4. EL BAUTISMO Y TENTACIÓN DE JESÚS

LA PREDICACIÓN DE JUAN ( Mt. 3:1–12; Mr. 1:1–8 y Lc. 3:1-18)

Como los primeros predicadores cristianos, Lucas consideró que el verdadero


comienzo de los hechos que formaban la base del evangelio, estuvo en la aparición de
Juan el Bautista (Hch. 10:37). Su testimonio sobre Jesús marcó el fin de la antigua era
de la ley y la promesa, y el comienzo de una nueva era de cumplimiento.

Según Lc. 3:1-2, los gobernantes de ese tiempo eran:

Tiberio fue emperador romano entre los años 14 y 37 y su año quince era el
27–28 o el 28–29 (los diferentes modos de cálculo de fechas aun en tiempos
romanos provocan una ligera incertidumbre).

Pilato era gobernador de Judea entre 26 a 36 d.C.; una inscripción en Cesarea


le da el título oficial de “prefecto” (más bien que procurador).

Los gobernantes de las otras regiones del que fuera el reinado de Herodes
como tetrarca de Galilea, son mencionados también Felipe y Lisanias.

Aunque sólo un sumo sacerdote ejercía el cargo en un momento dado, se


nombra a dos: Caifás (que lo fue del año 18 al 37 d.C.) y su suegro Anás (que
lo había sido entre el año 6 y el 15 d.C. y continuaba ejerciendo influencia).
Ya habían pasado casi treinta años desde el nacimiento de Jesús. Ahora Juan el
Bautista aparece en la escena. Su tema era: “Arrepentíos de vuestros pecados y
volveos a Dios”. Su llamamiento al arrepentimiento a la luz del juicio que se
avecinaba era un llamado claro de que Israel, como había sucedido tantas veces en
tiempos anteriores, no llevaba una conducta conforme a su llamado como pueblo de
Dios. Algunos iban a Juan, probablemente, movidos por la curiosidad y terminaron
arrepintiéndose de sus pecados al oír su mensaje poderoso.

Arrepentimiento: El término aquí significa una pena interna que da lugar a un “giro”
en la vida. Se le dice a los publicanos y los soldados que deben cambiar su
comportamiento anterior dentro de su esfera de actividad (Lc. 3:11-14).
Juan no fue sólo uno que descorría el telón para la llegada de Jesús; él ya estaba
lanzando la misión que Jesús desarrollaría; él era el precursor, como lo cita Is. 40:3.
El profeta Isaías era uno de los grandes profetas del Antiguo Testamento y uno de los
más mencionados en el Nuevo. Como Isaías, Juan fue un profeta que instó a que la
gente confesara sus pecados y viviera para Dios.
La profecía de Isaías compara a Juan con un heraldo real que ordena reparar los
caminos como preparativo para la llegada del Rey.

19
La proclamación de Juan abarca tres breves secciones:

I. En la primera (Lc. 3:7–9) advirtió al pueblo que no había valor en ser


bautizado sin un verdadero propósito de dejar atrás el pecado,
expresándose en acciones. El arrepentimiento era necesario aun para los
judíos; el hecho de que descendieran de Abraham no era una defensa ante
el inminente juicio. De hecho, el hacha ya estaba levantada, lista para
derribar los árboles infructíferos, pero aún había una oportunidad de
arrepentirse antes que fuera demasiado tarde.

II. Un segundo párrafo (Lc. 3:10–14) indica específicamente cómo debían vivir.
Las multitudes de personas comunes debían mostrar generosidad hacia los
demás en sus necesidades, algo así como una “obra de amor” que fuera
más allá de los requisitos mínimos de la ley. Los publicanos y los soldados
que vigilaban el país, debían actuar honesta y justamente. Juan no abogaba
por un levantamiento social radical, pero insistía en los principios morales
que llevarían a la transformación de la sociedad desde dentro más bien que
por medio de una revolución violenta.

III. Un tercer párrafo (Lc.15–17; Jn 1:19–34) lleva al punto vital. Durante la vida
de Juan y aun después, mucha gente preguntaba si él era el Mesías. Sea lo
que fuere que pensaban sus seguidores, Juan estaba seguro de su propia
posición. El que es más poderoso vendría después de él. Juan sólo podía
limpiar a la gente con la señal del bautismo en agua, pero el que vendría
purificaría al pueblo con fuego.
Juan enfatizó que el que había de venir los bautizaría con el Espíritu Santo y fuego.
¿En qué sentido el Señor bautizaría con el Espíritu Santo y Fuego?
A lo largo de toda la historia de Israel, los judíos habían estado esperando el tiempo
en que había de venir el Espíritu (Ez. 36:26-27; 37:14; 39:29; Jl.2:28).
La palabra hebrea para “espíritu” es “ruaj”, y en griego “pneuma”; ambas no solo
quieren decir espíritu, sino también “aliento”; y el aliento es “vida”. Por lo tanto la
promesa del Espíritu es la promesa de la vida eterna.
La palabra “ruaj” también quiere decir “viento”, el cual denota “poder”. El Espíritu de
Dios es el Espíritu de poder. Cuando el Espíritu de Dios entra en el hombre, su
debilidad se reviste del poder de Dios. Para un judío, el Espíritu traía la verdad de Dios
a las personas. Es por eso que el Espíritu capacita a las personas a reconocer y ver la
verdad de Dios.
Con relación al bautismo de fuego, hay tres ideas:
1. La idea de iluminación
2. La idea del calor del amor hacia Dios
3. La idea de purificación

20
La proclamación de Juan es resumida positivamente como buenas nuevas (Lc.3:18).
Está estrechamente ligado con la venida de Jesús, que era aquel más poderoso. Pero
antes que apareciera en escena, la historia de Juan es redondeada con su arresto
debido a su valiente predicación (Mr. 6:17–29), un indicio deliberado de lo que le
podría ocurrir a Jesús.

El bautismo de Juan
Bautismo: La acción del bautismo se expresa en el Nuevo Testamento con el verbo
griego Baptízo que significa introducir en el agua, sumergir o lavar con agua.
Los baños y LAVAMIENTOS sagrados eran comunes en las religiones vecinas a Israel
a.C., pero el bautismo del Nuevo Testamento tiene sus antecedentes inmediatos en el
Antiguo Testamento y el judaísmo intertestamentario. La Ley prescribía varios
lavamientos con agua (Éx. 30:20; Lv.16:26; 22:6; etc.)

El bautismo se prescribió a los prosélitos (quizás a.C.) para incorporar a los gentiles
en la comunidad judaica. También lo practicaron los ESENIOS. Los judíos bautizaban a
los gentiles que querían convertirse en judíos (prosélitos). Los candidatos gentiles no
sólo eran bautizados, sino que se circuncidaba a los hombres, y ellos ofrecían
sacrificios. El hecho de que Juan bautizara a los judíos era algo inusitado; o sea, se
les consideraba tan necesitados como los gentiles. Ser descendiente de Abraham no
era suficiente.

Su práctica de bautizar a aquellos que respondían, tal como los gentiles que querían
unirse a Israel tenían que bautizarse, los marcó como el “remanente” que
representaba al verdadero pueblo de Dios. Cristo lo instituyó en obligatorio para todos
sus discípulos (Mt 28:19).

El ministerio profético de Juan alentó las esperanzas mesiánicas del pueblo. Juan era
tanto el que cumplía la profecía como el último de los profetas antes de Cristo. Por lo
tanto, se lo describe de la misma manera que a un profeta del AT. Su venida se
cumplió (Is. 40:3–5) y su misión especial era la de proclamar una ceremonia religiosa
de lavamiento que prometía el perdón de los pecados.

El bautismo de Jesús por Juan ( Mt. 3:13–17; Mr.1:9–11; Lc. 3:21, 22)
Juan el Bautista insistió en que se bautizaran los judíos. El que Jesús se haya
sometido a un bautismo de arrepentimiento fue causa de dificultades para los
primitivos cristianos. Cuando menos habrá representado para Jesús una expresión de
su dedicación a la voluntad de Dios y al ministerio, quizás también una expresión de
su entera identificación con su pueblo ante Dios.
Cristo se sometió al bautismo con el que inició su identificación pública con los
pecadores, identificación que culminó en la cruz.

21
Lucas menciona el bautismo de Jesús casi de paso. Quiere que sus lectores noten
que Jesús estaba orando en ese momento y sobre todo que recibió una revelación
divina con dos elementos:

Primero, el Espíritu Santo vino


sobre él a fin de equiparlo para
su función profética (Is. 61:1,
citado en Luc. 4:18) y como
Mesías (Is.11:1–5) y Siervo del
Señor (Isa. 42:1).
Segundo, una voz del cielo
confirmó su papel como Hijo de
Dios (Sal. 2:7 sobre las palabras
usadas). El punto esencial de la
historia es cómo Cristo recibió el
poder para lo que debía
enfrentar.
Luego de ser bautizado, el Espíritu
descendió sobre Jesús (Mt. 3.16; Mr.
1.10; Lc. 3.21). Esta revelación
remarcó a Jesús como el Mesías,
ungido por el Espíritu, según lo
predicho en Isaías. De esta manera
Jesús fue comisionado como el rey
mesiánico, y su condición de Hijo de
Dios fue declarada sobre la base de
una autoridad no menos que la de Dios
mismo.

Las tentaciones de Jesús (Mt. 4:1–11; Mr. 1:12, 13; Lc. 4:1-13)
Como resultado inmediato después de haber recibido el Espíritu, Jesús fue enviado al
desierto para enfrentarse a los ataques del demonio. Las tentaciones fueron intentos
de engañar a Jesús para que obrara mal. Lo comprendió y resistió gracias al poder del
Espíritu y salió sin tacha.
Esta tentación de Satanás sirvió para mostrarnos que Jesús era humano y
proporcionó a Jesús la oportunidad de reafirmar el plan de Dios para su ministerio.
Fue tentado y no cedió a la tentación.
Las tentaciones de Satanás se enfocan en tres cosas: Deseos físicos, Posesiones y
poder, así como también el Orgullo. En 1 Juan 2.15, 16 se halla una lista similar. Heb.
4.15, 16 dice que Jesús fue tentado como nosotros lo somos, pero que Él no cedió ni
una vez y no pecó.

22
La primera tentación instó a Jesús a apelar a su recién confirmada posición para
cumplir un acto de poder y así satisfacer el hambre.

La tentación realmente fue dirigida contra la obediencia de Jesús al Padre y le sugería


que la satisfacción de sus necesidades físicas era más importante que la
experiencia espiritual que lleva a un carácter fuerte (Rom. 5:3). Jesús respondió
citando el principio escritural de que la verdadera vida de una persona no depende de
la satisfacción del hambre física. El punto central de la cita es que el demonio hizo a
Jesús una sugerencia atractiva pero él rehusó aceptarla porque iba en contra de la
Escritura.
Entonces Jesús fue llevado a un punto alto desde el cual podía verse todo el mundo.
Como su aparente gobernante (Juan 12:31), el demonio ofreció entregarle el dominio
sobre él si admitía su autoridad superior. Finalmente (9–12), el demonio, derrotado por
la Escritura, trató de citarla para su propio provecho.
Sugirió que el Sal. 91:11, 12 justificaba que Jesús saltara desde el alto pináculo del
templo al valle del Cedrón que corría abajo. El demonio hizo de ello una demostración
de la confianza de Jesús como Hijo de su Padre. Haber cedido a esa sugerencia
hubiera sido de hecho dudar de que él fuera realmente el Hijo de Dios y que su padre
era digno de confianza. De ese modo, el diablo fue rechazado cada vez y se retiró de
la lucha por el momento.

Todas las tentaciones fueron dirigidas contra Jesús como Hijo de Dios. No fueron
dirigidas específicamente contra su obra como Mesías, alentándolo a dominar a la
gente por medio de milagros espectaculares, sino contra su relación íntima con Dios
sobre la cual descansaba su posición como Mesías. Así como Israel desconfió y
desobedeció a Dios en el desierto (Deut. 6–8), su Mesías confiaba y obedecía.

LA TENTACIÓN: COMPARACIÓN DE LOS DOS ADANES (4:1-2)


Tanto Adán como Cristo enfrentaron tres aspectos de la tentación. Adán sucumbió a ella,
trayendo sobre la humanidad pecado y muerte. Cristo resistió, para darnos justificación y vida.

GÉNESIS 3.6 LUCAS 4.1–13


1 JUAN 2.16 EL PRIMER ADÁN EL SEGUNDO ADÁN: CRISTO
“Los deseos de la carne” “EL ÁRBOL ERA BUENO PARA “DI A ESTA PIEDRA QUE SE
COMER” CONVIERTA EN PAN”

“Los deseos de los ojos” “ERA AGRADABLE A LOS “EL DIABLO…LE MOSTRÓ…TODOS
OJOS” LOS REINOS DE LA TIERRA”

“La vanagloria de la “ÁRBOL CODICIABLE PARA


vida” ALCANZAR “ÉCHATE DE AQUÍ ABAJO”
LA SABIDURÍA”

Jesús fue capaz de resistir todas las tentaciones de Satanás porque no solamente
conocía las Escrituras, sino que las obedecía. Efesios 6.17 dice que la Palabra de
Dios es un arma, espada de dos filos, para ser usada en combate espiritual. El diablo
también conoce las Escrituras, pero no los obedece. Conocer y obedecer la Biblia es
cumplir los deseos de Dios antes que los de Satanás.

23
5. LA PREPARACIÓN DE JESÚS PARA SU MINISTERIO (Mt. 4:12-25)
Jesús se trasladó de Nazaret, donde vivía, a Capernaum, unos 32 km al norte. En
Capernaum estuvo su centro de operaciones durante su ministerio en Galilea.

Probablemente se trasladó para:

Mantenerse al margen de la oposición intensa y de la apatía en Nazaret.


Impactar en la población más numerosa; ya que Capernaum era una ciudad
activa y el mensaje de Jesús pudo llegar a mayor cantidad de personas y
esparcirse más rápidamente.
Valerse de mayores recursos y apoyo a su ministerio.

El traslado de Jesús cumplía la profecía de Is. 9:1-2 que señalaba que Jesús, el
Mesías, sería la luz resplandeciente a la tierra de Zabulón y Neftalí, la región de
Galilea; la cual resulta ser el escenario de las actividades de Jesús hasta su último
viaje a Jerusalén en el cap. 21.
En Galilea la misión de Jesús crecería y prosperaría. Jerusalén, por el otro lado,
llegaría a ser el lugar de rechazo y muerte. Este contraste se destaca cuidadosamente
a través de todo el Evangelio, culminando en el regreso de Jerusalén a Galilea para
lanzar la misión cristiana posterior a la pasión, muerte y resurrección del cap. 28.
Jesús empezó su ministerio con la misma frase que la gente había oído de Juan el
Bautista: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”.
Para desarrollar su ministerio Jesús necesitaría colaboradores; es por eso que Mateo
muestra a Jesús seleccionando los hombres que serán sus ayudantes y asistentes.
Los declara pescadores de hombres. Esto es muy importante, porque uno puede ser
pastor, evangelista, misionero, maestro, diácono etc.; pero si no se está esforzando
por llevar a otros a Cristo, no está haciendo la obra de Dios.
Jesús pronto desarrolló un ministerio de predicación poderoso y con frecuencia
hablaba en la sinagoga. La mayor parte de los pueblos que tenían diez o más familias
judías tenían una sinagoga. El edificio servía para reunirse los sábados y como
escuela durante la semana. El líder de la sinagoga no era un predicador sino más bien
un administrador. Su tarea consistía en invitar rabinos para que enseñaran y
predicaran. La costumbre incluía invitar a rabinos visitantes como Jesús a hablarles.
Los tres aspectos más sobresalientes de su ministerio fueron: predicar, enseñar y
sanar.
Al enseñar mostraba su interés de que entendieran; al predicar mostraba su interés
en una entrega, y al sanar mostraba su interés en la persona total. Sus milagros de
sanidad autenticaban sus enseñanzas y su predicación, demostrando que de veras
venía de Dios, y que el reino de los cielos se había acercado a ellos.

24
LOS PRIMEROS DISCÍPULOS (Jn.1:35-51)
Estando Juan el bautista con sus discípulos, vio a Jesús y dio testimonio de Él
diciendo: “He aquí el cordero de Dios”. Inmediatamente dos de los discípulos de Juan,
le dejaron y siguieron a Jesús reconociendo que él era el Mesías.
Estos discípulos eran Juan y Andrés, aunque Juan no se menciona a sí mismo por su
nombre. Andrés llevó a su hermano Simón, al cual llamó el Señor: Pedro. Luego se
agregaron al grupo, Felipe y Natanael (conocido como Bartolomé en los otros
evangelios). Se debe analizar este pasaje con los evangelios sinópticos en cuanto al
llamado de estos discípulos en el Mar de Galilea.
La afirmación sobre el Cordero de Dios (v.35) tiene el propósito de dar a entender
que los dos discípulos que siguieron a Jesús habían captado algo del significado en
cuanto a aquel a quien Juan había señalado. No hay nada en la narración que sugiera
que Juan el Bautista esperara que alguno de sus discípulos lo dejara; al contrario, lo
que se deduce es que vio que esto era parte de su propia misión al anunciar a Jesús.
El hecho de que se dé sólo el nombre de uno de los discípulos, puede significar que el
otro era Juan el autor. La idea de siguieron en el v. 37 sin duda no tiene el sentido
pleno que adquiriría después como discipulado. Su respuesta a la pregunta de Jesús y
el que se hayan dirigido a él como rabí muestran sus serias intenciones al seguirle.

EL PRIMER MILAGRO (Jn. 2:1-12)


El propósito de este milagro según Jn. 2:11 fue:
Para manifestar su Gloria
Para que los discípulos creyeran en Él.
Las bodas en los días de Jesús eran fiestas de una semana de duración. Los
banquetes se preparaban para muchos invitados y la semana se la pasaban
celebrando la nueva vida de la pareja. Muchas veces se invitaba a todo el pueblo y la
gente iba, ya que se consideraba un insulto rehusar la invitación a una boda. Para
atender a tanta gente, se necesitaba una planificación cuidadosa. Era una vergüenza
que se acabara el vino, pues rompía las leyes tácitas de la hospitalidad. Jesús quiso
resolver un verdadero problema. En este Evangelio hay un cierto número de señales y
la transformación del agua en vino es la primera.
La mayoría de las señales mencionadas por Juan lleva a un discurso sobre un tema
relacionado. Estas señales son claramente una parte integral de la estructura del
Evangelio. Como resultado de la primera, Juan menciona especialmente que la gloria
de Cristo fue vista y esto señala el camino para una comprensión del resto.
Debe notarse que tanto esta señal como la siguiente (Jn.4:54) fueron realizadas en
Caná de Galilea. Esta población estaba a unos tres días de camino desde donde
Juan bautizaba.

25
La referencia en el v. 1 al tercer día es significativa porque junto con las demás
referencias a días en el cap. 1 es posible ver el milagro en Caná como algo que
ocurrió al final de un período de siete días. Quizá Juan está pensando en los hechos
de la primera semana del ministerio de Jesús.

En la conversación entre Jesús y su madre debe recordarse que María vio el hecho de
que se agotara la provisión de vino como un motivo serio de vergüenza para los
dueños de la casa, mientras que Jesús se concentró en su principal misión, que aquí
se indica en el término hora, o sea su tiempo. El tema de la “hora” de Jesús corre a
lo largo de todo el Evangelio de Juan, culminando en la historia de la pasión.

María tal vez no pedía que Jesús hiciera un milagro, sino que le ayudara a resolver
este problema tan importante hallando un poco de vino. La tradición dice que José,
esposo de María, ya había fallecido, de modo que acudió a su hijo para que le ayudara
a salir del problema. La respuesta de Jesús a María no es fácil de entender y quizás
ese es el punto. A lo mejor María no logró entender lo que Jesús pensaba hacer, pero
confió en lo que Él haría.

Las seis tinajas de piedra para agua en el v. 6 eran usadas en los ritos de los judíos
para la purificación. La capacidad de las seis tinajas era de más de 450 litros. No se
aclara si fue cambiada en vino toda el agua o sólo la que había sido extraída para la
fiesta. El encargado del banquete puede haber sido uno de los invitados que había
sido designado para actuar como maestro de ceremonias, pero que habría sido la
responsabilidad del novio de proveer el vino y la comida.

Esto puede explicar por qué él no sabía el origen del vino (Jn.2:9). La costumbre
general era servir primero el mejor vino. El texto sugiere que esta costumbre era
debido a que algunos de los invitados podían embriagarse un tanto y no reconocerían
el vino de menor calidad. Pero en este relato el punto principal parece ser la
superioridad del vino que proveyó Jesús como precursor de lo que será provisto en la
fiesta mesiánica.

El episodio se concluye subrayando el hecho de que éste era el principio de señales


(Jn. 2:11). Nótese que Juan usa la palabra señales, mientras que los Evangelios
sinópticos prefieren hablar de maravillas y obras poderosas. Una señal siempre
apunta hacia alguna verdad más profunda que la trasciende.
Jn.2:12 Capernaum se convirtió en sede de su ministerio en Galilea. Localizada en
una importante ruta comercial, era una ciudad importante en la región que contaba con
una guarnición romana y un puesto aduanero. En Capernaum, Mateo recibió el
llamado a ser un discípulo (Mt. 9:9). En esta ciudad vivieron también muchos otros
discípulos (Mt. 4:13–19) y un oficial del rey (Mt. 4:46). Tuvo al menos una sinagoga
principal. A pesar de que Jesús hizo de esta ciudad su base de operaciones en
Galilea, la atacó por su gente incrédula (Mt. 11:23; Lc. 10:15).
Jn. 2:13 La Pascua se celebraba todos los años en el templo de Jerusalén. Cada judío
debía hacer un peregrinaje a Jerusalén durante esta época (Deut. 16:16). Era una
fiesta que duraba una semana.

26
La Pascua se realizaba un día y la Fiesta de los Panes sin Levadura duraba el resto
de la semana. Toda la semana conmemoraba la liberación de los judíos de la
esclavitud de Egipto (Éx. 12:1–13).

6. EL PRIMER MINISTERIO EN JUDEA Y GALILEA

EL PRIMER MINISTERIO EN JUDEA

El viaje a Jerusalén (Lc. 9:51-19:10)


Lucas pasa por alto los episodios registrados
en Mr. 9:42–10:12. No vuelve a esa línea de
hechos de Marcos hasta 18:15. La sección
intermedia nos da una cantidad de material
que no tiene paralelo en Marcos. Da la
impresión de un viaje a Jerusalén que dura a
través de esta sección, mucho más
brevemente Mr.10, pero es imposible que todo
lo que ha sido registrado aquí ocurriera en ese
viaje.
Algunos de los incidentes y dichos aquí
pueden corresponder a Galilea o Jerusalén
(Lc.10:38).
Probablemente Lucas reunió material de varios
períodos del ministerio de Jesús y los agrupó
aquí porque se adecuaban a algunos temas.
Podemos comparar cómo Mateo hizo algo
similar con los “grandes discursos” de Jesús.
Por Juan sabemos que Jesús hizo varias
visitas a Jerusalén y puede ser que Lucas
refleje detalles de varios viajes.

LA LIMPIEZA DEL TEMPLO (Jn. 2:12-25)

Ha habido mucha discusión de si hubo una o dos limpiezas, dado que los Sinópticos
colocan el hecho al final del ministerio de Jesús (Mt. 21:12–17; Mr. 11:12–19; Lc
19:45–48). Generalmente se supone que Juan lo puso antes por motivos simbólicos.
Pero no es imposible que haya habido otra limpieza después de dos o tres años. Las
referencias específicas al tiempo aquí favorecen eso. Pero Juan parece más
preocupado con los significados profundos en los hechos del ministerio de Jesús y
ordena su material para echar luz sobre ellos; en este caso, la misión de Jesús era
limpiar los abusos del judaísmo. El v. 17 muestra que sólo después los discípulos
vieron la importancia del pasaje del Sal. 69:9 en relación con este pasaje.

27
Jn.2:12–17 Jesús echa fuera a los mercaderes del templo. Capernaúm fue la
ciudad que Jesús eligió para vivir durante su ministerio en Galilea. El hecho de que él
se quedara allí sólo unos pocos días muestra que la Pascua estaba cerca. El látigo era
necesario para controlar los animales más que para castigarlos.
Jn.2:19, 20 Los judíos interpretaron que Jesús se refería al templo del cual expulsó a
los mercaderes y cambistas. Aquel era el templo de Zorobabel construido unos 500
años antes y que Herodes comenzó a remodelar, haciéndolo más espacioso y mucho
más hermoso.
Aunque habían transcurridos unos 46 años desde iniciada la remodelación (20 a.C.),
todavía no se había concluido el trabajo, por lo que las palabras de Jesús de que
podría destruirse y reedificarse en tres días fueron desconcertantes.

Jn.2:21, 22 Jesús no hablaba del templo hecho de piedras, sino de su cuerpo. Sus
oyentes no podían darse cuenta, pero Jesús es más grande que el templo (Mt. 12:6).
Sus palabras cobraron significado en los discípulos luego de la resurrección. Aquel
Cristo cumplió a la perfección lo predicho y eso fue una prueba contundente de que
era Dios.

LA CONVERSACIÓN CON NICODEMO (Jn. 3)


Nicodemo era fariseo y miembro del concilio o Sanedrín judío, un grupo de líderes
religiosos que Jesús y Juan el Bautista criticaron a menudo por su hipocresía. Muchos
fariseos estaban celosos de Jesús porque socavaba su autoridad y rebatía sus puntos
de vista. Pero Nicodemo indagaba y creía que Jesús tenía respuestas. Aunque era un
erudito, fue a Jesús para instruirse.
La importancia de la entrevista de Jesús y Nicodemo aumenta por el hecho de que se
trataba de un miembro del Sanedrín. Un hombre así debería estar bien informado de
las enseñanzas judías y haber entendido las alusiones hechas por Jesús. Aunque a
menudo Juan menciona a los fariseos en sentido negativo, aquí se concentra en un
fariseo que tenía un motivo serio al buscar a Jesús.
No es seguro por qué fue a verlo de noche. Puede haber sido para eludir la publicidad.
Por el otro lado, el comentario puede ser una nota incidental de la hora sin ningún
significado especial, o puede haber sido simbólico y relacionado con el estado
espiritual de Nicodemo. La primera es la explicación más simple.
Nicodemo fue a Jesús pese a que pudo haber enviado a uno de sus asistentes. Quiso
examinar a Jesús personalmente para distinguir entre hecho y rumor. Quizás temía
que sus colegas, los fariseos, criticaran su visita, y por eso fue cuando ya era de
noche. Más tarde, cuando entendió que Jesús era en realidad el Mesías, habló
abiertamente en su defensa (Jn. 7:50, 51).
La necesidad del nuevo nacimiento era un desafío al derecho de Nicodemo de hacer
una afirmación sobre Jesús en un plano puramente humano. Las palabras a menos
que uno nazca de nuevo podrían ser entendidas en el sentido de ser nacido de arriba
o de dirigir la atención al carácter espiritual del nacimiento.

28
Como es claro Nicodemo las entendió en el primer sentido, y rechazó la posibilidad de
un nuevo nacimiento. Pero Jesús se refería a ello en el segundo sentido, o sea a un
tipo totalmente distinto de nacimiento.
¿Qué sabía Nicodemo acerca del Reino? Por las Escrituras sabía que Dios lo regiría,
que lo restauraría en la tierra y que pertenecería al pueblo de Dios. Jesús reveló a su
devoto fariseo que el Reino sería para todo el mundo (Jn.3:16), no solo para los
judíos, y que Nicodemo podía pertenecer a él si personalmente nacía de nuevo
(Jn.3:5).
Este era un concepto revolucionario: el Reino es algo personal, no nacional ni étnico, y
para entrar en él se requiere arrepentimiento y renacimiento espiritual. Jesús más
tarde anunció que el reino de Dios está en el corazón de los creyentes mediante la
presencia del Espíritu Santo (Lc. 17:21).

EL PRIMER VIAJE EN GALILEA

La elección de los doce apóstoles (Mt. 10:1–4)

Apóstoles significa “enviados” y así es apropiado aquí. Esta es la única vez que Mateo
emplea esta palabra; normalmente él llama a los seguidores de Jesús “discípulos” o
“los doce”. Jesús llamó a sus discípulos; no los presionó, ni los forzó ni les pidió que
fueran voluntarios. Eligió personas de diferentes oficios: pescadores, activistas
políticos, recaudadores de impuestos, etc. Eran personas normales y corrientes, no
tenían una educación especial y los escogió, no solo por lo que eran, sino también por
lo que podrían llegar a ser bajo su influencia y por su poder.
En esta lista, Bartolomé es quizás Natanael el que aparece en Juan 1:45–51. Tadeo
es además conocido como Judas, hijo de Santiago. Simón el cananista era zelote.
Los zelotes eran un partido político radical que luchaba por librar a Israel del yugo
romano. Los discípulos también son dados a conocer en Mr. 3:16–19; Lc. 6:14–16; y
Hch. 1:14.

Los discípulos no siempre se les nombran de la misma manera. Por ejemplo, Pedro a
veces se le llama Simón o Cefas. A Mateo también se le conoce como Leví. Jesús dio
a varios de sus discípulos nombres nuevos. Bartolomé, se piensa que puede ser
Natanael (Juan 1.45) y Judas, hermano de Jacobo, se cree que sería Tadeo.

Jesús delega en sus doce discípulos el poder que Él mismo poseía; esto es, la
autoridad de llevar adelante el ministerio mesiánico, a través de la sanidad de todo
tipo de dolencias y la expulsión de demonios.

Jesús es rechazado en Nazaret (Mat. 13:53–58; Mar. 6:1–6 Lc. 4:16–30).

Probablemente Lucas destacó este episodio antes de su posición histórica (ver Mr.
6:1–6), ya que significa un resumen de apertura ideal del mensaje de Jesús. El
servicio de la sinagoga consistía en oraciones, lecturas de la ley y los profetas y un
sermón.

29
El líder del servicio se ponía de pie para orar y leer, pero se sentaba para enseñar.
Cualquier persona competente que estuviera presente podría ser invitada a participar.
En esa época había una lista establecida de
lectura para la “primera lección” de la ley, pero
probablemente había libertad para elegir la
“segunda lección” de los profetas. Jesús leyó de
Is. 61:1, 2 y dio un discurso (que obviamente está
muy abreviado aquí) relativo al cumplimiento de
esta profecía.

La sorpresa inicial se tornó en hostilidad, cuando


el auditorio captó que uno de ellos (conocido
localmente como hijo de José, pero ver Mar. 6:3)
declaraba pretensiones tan impresionantes sobre
sí mismo. Querían alguna prueba visible de sus
reclamos, hecha ante sus propios ojos, como las
obras poderosas que, según rumores, había
hecho en Capernaum. En cualquier caso, no
lograron reconocer a Jesús como profeta y él
sólo podía decirles que, cuando los profetas de
Israel enfrentaron una incredulidad similar,
realizaron sus obras maravillosas fuera de Israel.

7. LOS MILAGROS DE JESÚS


¿Qué es un milagro? Es cualquier acto del poder divino, superior al orden natural y a
las fuerzas humanas. Existen diferentes palabras en hebreo, arameo y griego para
expresar el concepto de milagro, siendo éste: una maravilla, señal, poder, prodigio,
portento, etc.
En el Nuevo Testamento se emplean tres palabras distintivas para referirse a los
milagros:

Maravilla: Palabra que indica el asombro que el milagro produce en los espectadores.
Se repite muchas veces por su profundidad de significado en cada hecho milagroso
(Mr. 2:12; 4:41; 6:51; 7:37). Además, “maravilla” siempre aparece unida con la palabra
“señal” (otro vocablo empleado para expresar milagro, por ejemplo, Mt. 24:24).

Señal: Esta palabra indica una prueba de la cercanía de Dios y de su obra (Jn. 3:2;
7:31). Los milagros son “señales” de algo más importante oculto detrás de ellos
mismos. Testifican del poder dado a la persona que los realiza (Mr. 6:20). Los judíos
demandaron señal de Jesús (Jn. 2:18; Mt. 12:38). Pero una “señal” no es
necesariamente un milagro; por ejemplo, el anuncio de los ángeles a los pastores
tocante al nacimiento de Jesús incluyó una señal no milagrosa (Lc. 2:12).
Otra característica de esta palabra es su unión frecuente con la palabra “prodigio”,
tanto en el Antiguo Testamento como en Nuevo Testamento.

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Poderes u obra portentosa: El “poder” reside originalmente en el mensajero divino
que Dios faculta directamente. En Mt. 7:22 los milagros son “obras poderosas”.

Naturaleza de Los Milagros

Cuando se dice que los milagros alteran el orden de los fenómenos naturales, no
significa la ruptura de las leyes que rigen la naturaleza. Cada milagro tiene un
propósito e interrumpe la regularidad superficial de una Ley en obediencia a otra más
alta y más sutil. No hay razón para afirmar que los milagros rompen la ley natural y la
unidad orgánica por la que Dios actúa. Para entender los milagros es necesario
distinguir entre la constante providencia soberana de Dios y sus actos extraordinarios.

Los evangelios destacan la autoridad ejercitada por el Señor en acción y no sólo en


palabras, sino con milagros. Mateo presenta una serie de milagros que demuestran la
autoridad de Jesús. Algunas secciones más largas son compiladas con una estructura
balanceada; Mateo relata las historias mucho más brevemente que Marcos, dejando a
un lado la mayoría de los detalles pintorescos y enfocando la atención en Jesús
mismo.

La impresión que deja es de una autoridad irresistible, vista tanto en el poder de Jesús
sobre la enfermedad, el poder demoníaco y las fuerzas naturales, y en la respuesta
radical que él requería de aquellos que le seguían.

Clasificación de Los Milagros

1. La encarnación de Cristo: el milagro central del cristianismo.

2. Milagro de fertilidad: por ejemplo, la conversión del agua en vino en las


bodas de Caná de Galilea. Este milagro proclama que el Dios de la
naturaleza está presente. Hace caer la lluvia, produce las uvas y hace el
vino todos los años como parte del proceso normal de la fertilidad; pero
Cristo, el Dios encarnado, en una sola ocasión acorta el proceso natural y
hace el vino en un instante (Jn 2:1–12).

3. Milagro de sanidad: estos revelan que en Cristo se personifica el poder que


estaba siempre detrás de todas las sanidades.

4. Milagro de destrucción: de esta clase solo se registra uno entre los


milagros de Jesús: la maldición de la higuera.

5. Milagro de dominio sobre las fuerzas naturales: por ejemplo, la


tempestad calmada (Mt 8:24–26).

6. Milagro de transformación total: revelan el poder de Dios sobre la muerte.


La resurrección de Lázaro y especialmente la de Jesús corresponden a este
grupo (Jn. 11:44; Mt. 28:6).

31
MILAGROS DE SANIDADES

Tres milagros particulares de sanidad (Mt. 8:1–17)


Estos tres relatos se agrupan como para conducir a la profecía que aclara su
significado en el Mt. 8:17. Además, se ligan por el hecho de que los que han sido
sanados pertenecen a un grupo excluido de una vida plena en esa sociedad: Un
leproso, un gentil y una mujer
Jesús sana a un leproso (Mt. 8:2-4)
El hecho de que Jesús tocó a un leproso era una demostración poderosa de buena
voluntad al poner su interés cariñoso por encima del tabú social. La orden de “ve,
muéstrate al sacerdote”, era para cumplir lo que la ley requería (Lev. 14:10–32) y sirvió
como “testimonio a ellos” tanto del respeto que Jesús tenía de la ley como de su poder
sanador como Mesías. La orden equilibrante de “no lo digas a nadie” nos recuerda el
peligro de atraer el entusiasmo popular por razones erradas.

La sanidad del siervo de un centurión (Mt. 8:5-13)

El centurión y su criado eran soldados no judíos en el ejército de ocupación. Detrás


de la actitud vacilante del hombre de ser visitado por Jesús estaba el problema de las
relaciones entre judíos y gentiles: no se podía esperar que un maestro judío se
contaminase entrando en una casa de gentiles.

Su sencilla aceptación, sin embargo, en lenguaje militar, de la autoridad práctica de


Jesús sobre la enfermedad es evidencia de una fe mayor que la de ninguno en Israel.

La suegra de Pedro es sanada (Mt. 8:14-17)

La historia sencilla de la sanidad de la suegra de Pedro nos introduce a un resumen


general del ministerio de sanidad de Jesús en Capernaúm (base de operaciones de
Jesús durante su ministerio en Galilea). La casa de Pedro probablemente sirvió de
hogar para Jesús en Capernaúm.

Otros milagros de sanidad sobresalientes:

Dos ciegos (Mt. 9:27–31)

Este breve relato tiene paralelo con Mt. 20:29–34. La apelación a Jesús como hijo de
David, eso es, el Mesías, ocurre frecuentemente en los escritos de sanidad de Mateo.
Señala una fe que Jesús pone a prueba con su pregunta en el Mt. 9:28 y que sirve de
base para su sanidad.

La orden de mantener en silencio la sanidad era mucho pedir: ¿Cómo se esconde la


sanidad de un hombre ciego? Pero, aparentemente, éstos ni siquiera intentaron
callarse.

32
Hay una tensión inevitable entre el deseo de Jesús de evitar una publicidad
inapropiada y el poderoso testimonio que ofrecían sus milagros acerca de quién era él.

Jesús sana al hijo de un noble (Jn.4:46-54)

La mayor parte de lo registrado por Juan se centra en Jerusalén, pero los pocos
relatos de Galilea son de gran significado. Las primeras dos señales ocurrieron en
Galilea, como también la multiplicación de los panes en Jn.6. Pero la mayor parte de
las señales que Juan registra ocurrieron en Judea.

Sin embargo, la segunda señal significativa que Jesús hizo fue realizada en Galilea,
en Caná, o sea el mismo lugar que vio la primera. El oficial mencionado en el v. 46 sin
duda era del servicio de Herodes Antipas. El v. 47 muestra el grado de
desesperación del padre por su hijo.

Sanidad y perdón (Mt. 9:1–8)

La respuesta de Jesús a la fe de los amigos del paralítico, demuestra su efectividad en


beneficio de otros. Mateo no menciona la casa abarrotada de gente y el hueco en el
techo, como lo hacer Marcos y Lucas; su interés está en el diálogo. El enlace entre la
enfermedad y el pecado no lo hace por casualidad; pero el poder para dar la sanidad
física se usa como evidencia de una autoridad mayor que otorga liberación espiritual.

MILAGROS SOBRE LOS ELEMENTOS NATURALES

Jesús calma la tempestad (Mt. 8:23–27)

Este es el primer “milagro en la naturaleza” registrado en Mateo, demostrando que


Jesús ejercía el mismo poder sobre la naturaleza que Sal. 107:28–30 asigna a Dios.

MILAGROS SOBRE EXPULSIÓN DE DEMONIOS (Mt. 8:28–34)

En sus milagros, Jesús con frecuencia ataca el poder de Satanás y los demonios. Uno
de los propósitos claros de Cristo al venir a la tierra fue atar a Satanás y librar a los
que él tiene esclavizados. Jesús ató a Satanás en parte, mediante la expulsión de
demonios y de modo más completo en su muerte y resurrección (Jn.12:31), y así
quebrantó el poder del dominio de Satanás y restauró el poder del reino de Dios.

La mención que hace Mateo de “dos endemoniados”, en oposición a “uno” del cual
hablan Marcos (5:2) y Lucas (8:26), es difícil de entender; parece que de ambos, uno
era más prominente, y a él se refieren en detalle Marcos y Lucas, quienes mencionan
solamente a un hombre poseído de los demonios, pero Mateo aquí (como en 20:30 y
9:27) dice que había dos, posiblemente porque el relato se escribe como un testimonio
al poder de Jesús, y en la ley judía hacía falta tener dos testigos.

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La liberación de un endemoniado (Lc. 4:31-37)

La gente se maravillaba al ver la autoridad de Jesús para echar fuera demonios, los
espíritus malignos que Satanás gobierna y envía para acosar a la gente y tentarla a
pecar. Como su líder, quizás sean ángeles caídos que se le unieron en rebelión contra
Dios.
Los demonios pueden lograr que una persona enmudezca, sea sorda, ciega o pierda
la razón. Jesús enfrentó a muchos demonios durante su estancia en la tierra y siempre
impuso su autoridad sobre ellos. Según nos relata Lucas, no solo el demonio salió de
este hombre, sino que lo hizo sin siquiera dañarlo.

MILAGROS DE RESURRECCIÓN

Jesús resucita a una niña (Mt. 9:18–26)

Aquí encontramos otra intensificación de la autoridad de Jesús; aun la muerte está


sujeta a él. Escondido en ese relato hay otro milagro de sanidad, el de un desorden
menstrual incurable. El deseo de la mujer de tocar su vestido podría sugerir un punto
de vista mecánico del poder sanador de Jesús, sin embargo, surgió de una fe
suficiente para que Jesús la elogiara, y la sanara.

8. EL SERMÓN DEL MONTE (Mt. 5 – 7)


El primer gran discurso que Jesús dio es denominado generalmente como el “Sermón
del monte” porque Jesús lo pronunció en una colina cercana a Capernaum. En él,
Jesús proclamó su actitud hacia la Ley, enseñando que la posición social, la autoridad
y el dinero no son importantes en su Reino; lo que importa es la obediencia fiel del
corazón. Tiene el mismo bosquejo general que el sermón que se halla en Luc. 6:20–
49; pero es mucho más extenso, incluyendo tanto material que se encuentra en otros
lugares de Lucas. En el Sermón del Monte, Jesús bosqueja los atributos primarios de
la gente que recibe el Reino.

LAS BIENAVENTURANZAS
El discurso se inicia con un cuadro completo del verdadero discípulo que son las
“bienaventuranzas”. Cada bienaventuranza incluye una bendición, una descripción de
quienes se consideran bendecidos, y una explicación de la bendición.
El adjetivo “bienaventurados” viene del griego ) de la raíz “mak” que indica
algo grande o de larga duración. Se trata de un adjetivo que denota felicidad, alguien
muy bendecido, digno de ser congratulado. Es una palabra de gracia que expresa un
regocijo y una satisfacción especiales, concedidos a la persona que experimenta la
salvación.

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La frase clave, que abre y cierra las series, es: “porque de ellos es el reino de los
cielos”. Esto se refiere a aquellos que reconocen a Dios como Rey y quienes, por lo
tanto, ven con anticipación el cumplimiento de su propósito en sus vidas.
Es importante notar que en la primera parte de cada bienaventuranza no hay ningún
verbo, según nuestra gramática; el cual debería de ser “bienaventurados son los…”,
como aparece en la Biblia inglesa en cursiva para indicar que se ha añadido.
¿Por qué es así?
La razón es que Jesús no dijo las bienaventuranzas en griego; Él hablaba arameo,
lengua emparentada con el hebreo; ambas tienen una forma de expresión muy
corriente, que es en realidad una exclamación, y que quiere decir: “¡Oh, la
bienaventuranza de…!” Esa expresión en hebreo es “ashre”, que es muy común en el
Antiguo Testamento. Por ejemplo, en Sal. 1:1, en hebreo empieza: ¡Oh la
bienaventuranza del hombre que no anda…”, que es la forma que Jesús usó en las
bienaventuranzas. Es decir que las bienaventuranzas no son simplemente
afirmaciones, sino exclamaciones que denotan una felicitación de algo que ya se es en
realidad; algo en presente y no en futuro, es algo que se disfruta aquí y ahora.
Los pobres en espíritu (Mt. 5:3)
Sabiendo que las bienaventuranzas no se dieron originalmente en griego, sino en
arameo, se puede tomar en cuenta que los judíos tenían una manera especial de usar
la palabra “pobre”, que en hebreo o arameo es “aní o ebyon” usada para describir a la
persona humilde e indigente que pone toda su confianza en Dios (Sal:68:10; 107:41).
En el griego la palabra “pobre” es “ptojos”, e indica al hombre totalmente indigente,
que no tiene absolutamente nada.
Ahora tomemos los dos lados, el griego y el arameo y juntémoslos y veremos que los
pobres son los que reconocen su pobreza espiritual y, dejando a un lado toda
autosuficiencia, buscan la gracia de Dios. Así pues, esta bienaventuranza quiere decir:
¡Ah, la bienaventuranza del que es conciente de su propia y total indefensión y que ha
puesto toda su confianza en Dios; porque sólo así puede rendir a Dios aquella perfecta
obediencia que le hará ciudadano del reino del cielo!
Los que lloran (Mt. 5:4)
La palabra llorar que se usa aquí es la más fuerte que existe en griego; se usa para
hacer duelo por los difuntos más queridos, como el llanto de Jacob por José
(Gn.37:34), es un dolor en el corazón, que hace incontenibles las lágrimas y da la idea
de estar contrito. Esta bienaventuranza expresa que la persona está
desesperadamente dolorida por su propio pecado e indignidad (Sal.51:17). No se
refiere necesariamente a los agraviados, sino a los que experimentan la pena del
arrepentimiento. Entonces la bienaventuranza quiere decir:
¡Ah, la bienaventuranza de la persona que tiene el corazón destrozado ante el
sufrimiento del mundo, y por su propio pecado; porque en su dolor encontrará el gozo
del Señor!

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Mansos (Mt. 5:5) La palabra Manso en griego es praüs y la palabra mansedumbre es
praotes que indica la verdadera humildad que destierra todo orgullo.
Una persona sólo alcanza su verdadera humildad cuando sabe que Dios es su
Creador, y que sin Él no puede hacer nada. Praotes describe la humildad, la
aceptación de la necesidad de aprender y de la necesidad de ser perdonados; no
significa debilidad, sino fortaleza sujeta a control. La palabra lleva la idea de humildad
y autodisciplina. Moisés era un hombre manso (Num.12:3). Esta bienaventuranza
quiere decir:
¡Ah, la bienaventuranza del que tiene la humildad de reconocer su propia ignorancia,
debilidad y necesidad; y que tiene bajo control, porque él mismo está bajo el control de
Dios; porque tal persona es soberana entre los seres humanos!
Los que tiene hambre y sed de justicia (Mt. 5:6)
Este es uno de los versículos más importantes del sermón del monte, porque el
requisito fundamental para todos los que viven piadosamente es tener “hambre y sed
de justicia”. Moisés, David y Pablo tuvieron tal hambre. La condición espiritual del
creyente durante toda su vida dependerá de su hambre y sed de: La presencia de
Dios, la palabra de Dios, la comunión con Cristo, la comunión del Espíritu, la justicia, el
poder del reino, y el retorno del Señor. Esta bienaventuranza sería así:
¡Oh, la bienaventuranza del que anhela una integridad total; porque tal persona
alcanzará una completa satisfacción!
Los misericordiosos (Mt. 5:7)
La palabra griega para misericordioso es “eleemon” y en hebreo es “jésed” y quiere
decir “la capacidad de ponerse uno en el lugar del otro de manera que ve con sus
ojos, piensa con su mente y siente con sus sentimientos”. Eso es precisamente lo que
hizo Dios; vino a la humanidad, no como el Dios soberano, sino como un hombre.
El ejemplo supremo de la misericordia, Jásed, es la venida de Dios al mundo en
Jesucristo. Sólo los que muestren esta misericordia, recibirán misericordia. Así que la
quinta bienaventuranza sería:
¡Ah, la bienaventuranza de la persona que se pone hasta tal punto en el lugar de los
demás, que puede ver con sus ojos, pensar con su mente y sentir con su corazón;
porque el que es así con los demás, descubrirá que los demás hacen lo mismo con él
y sabrá que eso es lo que Dios ha hecho en Jesucristo!
Los de limpio corazón (Mt. 5:8)
La palabra griega de “limpio” es katharós, que tiene una variedad de usos: como ropa
limpia, el trigo limpio de polvo y paja, leche o vino no adulterado, etc. Los de limpio
corazón son los que han sido liberados del poder del pecado por la gracia de Dios y
que se esfuerzan por agradar y glorificar a Dios y ser como Él. Únicamente los de
limpio corazón verán a Dios, lo cual significa ser su hijo y morar en su presencia, tanto
ahora como eternamente. La bienaventuranza sería:

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¡Ah, la bienaventuranza de la persona cuyos motivos son absolutamente puros,
porque algún día estará capacitada para contemplar a Dios!
Los pacificadores (Mt. 5:9)
Son los que se han reconciliado con Dios, han hecho la paz con Él mediante la cruz y
que se esfuerzan mediante su vida y testimonio por guiar a los demás, incluso a sus
enemigos, a estar en paz con Dios. Esta bienaventuranza se podría decir:
¡Ah, la bienaventuranza de los que producen relaciones como es debido entre las
personas para traerlas a Jesucristo, porque están haciendo algo que recuerda a Dios!
Dios es el supremo pacificador, y sus hijos siguen su ejemplo.
Los que padecen persecución por falta de la justicia (Mt. 5:10-11)
Todos los que procuran vivir en armonía con la Palabra de Dios por causa de la
justicia les espera la persecución, sufrirán el rechazo y la crítica. Experimentarán la
persecución, la oposición del mundo y el sufrimiento; pero cuando esto suceda el
creyente se debe alegrar porque a los que sufren más, Dios les da mayores
bendiciones. La bienaventuranza sería:
¡Ah, la bienaventuranza de los que sufren por causa de la justicia, porque recibirán
recompensas celestiales!
Esta última bienaventuranza recalca la persecución que resulta de seguir a Jesús y
que coloca a sus discípulos en la sucesión de los fieles siervos de Dios. El cambio a la
segunda persona les da una aplicación directa a los oyentes de Jesús.
Lucas 6:20–22 sólo contiene cuatro bienaventuranzas, balanceadas por cuatro “ayes”.

Están expresadas en la segunda persona y tratan de las condiciones materiales y


sociales de los discípulos, en vez de las cualidades espirituales presentadas aquí en
Mateo.
Lo distintivo que los hace objeto de la persecución se ilustra con dos objetos: sal y
luz; cada uno es esencial, pero tiene su efecto necesario en el ambiente sólo si se
mantiene distinto de él y, a la vez, plenamente involucrado en él. Cualquiera de las
dos funciones de la sal, como sabor o como preservativo, cumple la figura. Los
rabinos usaban la sal como un símbolo de la sabiduría (si pierde su sabor, lit., “se
vuelve necio”). La luz da la figura de una ciudad bien iluminada sobre una montaña, y
representa el efecto unido de la combinación de “luces” de los discípulos individuales.

JESÚS Y LA LEY (Mt. 5:17–48)


Esta sección larga trata un solo tema; lo importante es que sus partes no deben
interpretarse aisladamente de las demás. El tema es el “cumplimiento de la ley por
Jesús”, lo que se expresa por medio de declaraciones generales seguidas de una
serie de seis ejemplos contrastando las enseñanzas de Jesús con lo que se aceptaba
como la ley del AT (V. 21–47), terminando con un resumen final (V.48).

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Jesús coloca la Ley lado a lado con los Profetas hallando el cumplimiento en él
mismo. El cumplir es realizar aquello a que las Escrituras señalan, y eso es lo que él
ya ha hecho.

En los V. 21–30) Jesús está evitando literalmente el homicidio y el adulterio no llega


a la médula del problema. Debajo de estos actos exteriores están las actitudes
fundamentales del odio y la lujuria. Donde el corazón no esté limpio, hace falta una
acción drástica para corregirlo antes que resulte en pecado abierto.

V. 31- 32 muestra que una apelación literal a Deut. 24:1–4 había llevado a sancionar
el divorcio con tal de que la certificación correcta se observara, pero Jesús reafirma el
propósito original de Dios en cuanto a la permanencia del matrimonio. (En Mt.19:3–12,
el Señor explica detalladamente este tema).

V. 33–37, Jesús descarta la discusión acerca del peso relativo que tienen diversos
juramentos (23:16–22) a favor del ideal de una veracidad sencilla, lo que hace que los
juramentos y votos sean innecesarios. Aquí, como con el asunto del divorcio, Jesús se
niega a permitir que los reglamentos de la ley, que estaban diseñados para controlar la
pecaminosidad humana, pudieran tener precedencia sobre la intención original de
Dios.

V.38–42, Jesús enseña el amor a los enemigos y muestra que el deseo natural de
venganza y retribución podría ser justificado convenientemente por los reglamentos
del AT, que tenían el diseño original de limitar los alcances de la retribución legal (ojo
por ojo, etc.). Pero el extender este principio a la ética personal le da paso a los
intereses egoístas.
Enseñanzas de Jesús sobre la religión y sus recompensas (Mt. 6:1–18)
El resumen general del V. 1 es seguido por tres ilustraciones paralelas y específicas
de lo errado y de lo correcto en cuanto a prácticas religiosas y sobre cómo nuestra
práctica de la piedad debe ser diferente de las prácticas externas de los fariseos.
El principio general válido para los cristianos es que el motivo de las observancias
religiosas es agradar a Dios y no recibir alabanzas de los demás.
El Señor se refiere a nuestra justicia en tres acciones: dar, orar y ayunar (6: 2–4; 5, 6;
16–18). El dar a los pobres, las oraciones y los ayunos eran elementos centrales en la
religión judía, y se asume que todos sean válidos para los discípulos de Jesús. El
asunto no es si se deben practicar, sino cómo y por qué. Al contrario de los
hipócritas, los cristianos no deben hacer alarde de sus dádivas.
Jesús no critica la oración en público, pero sí condena la oración pretenciosa y
ostentosa que atrae la atención. El enfoque está en el asunto de la recompensa; la
recompensa para una religión de ostentación es el reconocimiento humano que se
busca; pero ahí termina (ellos ya tienen su recompensa). La religión íntima, por otro
lado, que se hace para Dios y no para la aprobación humana, puede esperar una
recompensa celestial.

38
La continuidad de las tres ilustraciones se interrumpe con una discusión extensa sobre
la oración, lo que aclara la manera incorrecta (7, 8) y la manera correcta (9–15).
El Señor muestra esta oración no como una forma litúrgica prescrita, sino como un
modelo de lo que la verdadera oración debiera ser. La versión de Mateo del
Padrenuestro es más larga que la de Lucas 11:2–4.
Jesús enseña sobre las posesiones y la seguridad (Mt. 6:19–34)
En contraste con los intereses materiales que ocupan nuestra atención la mayor parte
del tiempo, Jesús llama a sus discípulos a que pongan primero a Dios; tanto por
medio de dar prioridad a los asuntos eternos, como también por confiar en nuestro
Padre celestial para suplir nuestras necesidades materiales aquí sobre la tierra. Jesús
no prohíbe las posesiones materiales, ni su disfrute (1 Ti 6.17), pero sí prohíbe el
materialismo egoísta y extravagante que ata a las personas a este mundo.

El V. 24 refuerza el mismo punto. Riquezas es la traducción del término arameo


mamón, que se refiere a las posesiones materiales y que alude a Mammón, el dios
del dinero.

Hay una simplicidad hermosa en los versículos 25–33, con el ejemplo de las aves y a
las flores para ilustrar el cuidado pródigo de Dios por todas sus criaturas. Lo que aquí
se prohíbe es la preocupación, no la provisión responsable para las necesidades de
uno mismo y las de su familia.
Jesús resume el tema de la devoción absoluta a Dios, y trata de una actitud
relacionada con esta: estar libre de ansiedad por las necesidades diarias.

Las últimas enseñas del sermón del monte (Mt. 7)

V.1–6 El juzgar a otros, Aquí el Señor advierte en contra de la crítica de otras


personas sin considerar lo vulnerables que nosotros mismos podemos ser ante la
crítica; seáis juzgados bien puede referirse al juicio de Dios, al igual que al de otras
personas. Pero el V. 6 indica que existe el juicio correcto que al discípulo le toca
ejercer (además V.15–20).

V.7–11 Aquí se ve la persistencia en la oración. Los imperativos griegos pedid,


buscad y llamad están en tiempo presente, lo que sugiere una petición continua,
buscar, llamar, y no una sola vez. Se puede esperar una respuesta no por la técnica
que se haya usado, sino por el Dios a quien se le habla. Aun si a los padres humanos,
quienes son malos, se les puede confiar que harán lo mejor que puedan para sus
hijos, ¿cuánto más podrá Dios?

V.12 La regla de oro. Este versículo concluye y resume las instrucciones de Jesús
para vivir como discípulo. La Ley y los Profetas continúa lo que iniciamos en 5:17.
Otros maestros habían dado instrucciones similares en formas negativas: “no traten a
otros como no quisieran ser tratados”; la forma positiva de Jesús demanda más.

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V. 13–27 Discipulado verdadero o falso. Estos cuatro contrastes entre lo verdadero
y lo falso concluyen el discurso.
Primero, los versículos 13, 14, dan un franco contraste entre los que son salvos y los
perdidos; las dos puertas y los dos caminos conducen respectivamente a la perdición
y a la vida. El verdadero discipulado es un asunto de deliberadamente tomar la opción
de no andar con la corriente, sino que es un asunto de vida o muerte.

Segundo, en los versículos 15–20, sigue una división más sutil, que cae dentro del
grupo de los que profesan ser discípulos. Los falsos profetas se presentan como
aquellos que pertenecen al grupo (están vestidos de ovejas), sin embargo, su
intención es destruir (como lobos rapaces). Los falsos profetas son conocidos tanto en
el AT como el NT.

Tercero, V.21–23, aquí el Señor presenta a aquellos que aparentemente se creen


discípulos genuinos y que apelan a sus actividades carismáticas para comprobarlo,
pero que resultan no tener una verdadera relación con el Señor ante quien apelan.
“Señor” se traduce hasta aquí usado sólo como un título para Dios. En el
vocabulario diario griego era un término normal para saludar cortésmente, y así se usa
comúnmente en los Evangelios.

Aquí, sin embargo, se usa claramente como una señal de lealtad, aun de adoración.
Los profetas falsos del V. 15 eran engañadores, pero éstos se engañan a sí mismos.
Finalmente V.24–27, aquí sale otra división basada en la conducta.
Tanto los prudentes como los insensatos se describen como el que oye mis palabras;
la diferencia está en hacerlas.

Además, esta división abarca a los que


pertenecen al círculo de Jesús. Toda esta
sección final del discurso nos deja incómodos
ante la demanda de considerar no sólo lo que
profesamos, sino si se basa en una relación
genuina con Jesús que resulta en una vida de
verdadero creyente.

9. VIAJES DE JESÚS EN GALILEA


JESÚS CONTINÚA SU MINISTERIO EN GALILEA
Fueron muchos milagros los que ocurrieron
durante el recorrido que hizo el Señor en la
provincia de Galilea. El ministerio de Jesús
crecía día a día, y como estas ciudades
quedaban muy cercanas las unas a las otras, la
noticia de lo que estaba pasando corría
rápidamente hasta llegar a Judea. Por lo tanto
estas noticias llegaron a oídos de Juan.

40
Los mensajeros de Juan el bautista (Mt.11:1-19)
Juan fue encarcelado en la fortaleza de Macairo, por Herodes, el que se había casado
en forma ilegal con su cuñada. Juan criticó en público su pecado. Herodes era un
“tetrarca”, uno de los cuatro gobernadores que tenían bajo su responsabilidad igual
número de distritos en Palestina.
Su territorio incluía las regiones de Galilea y Perea. Fue hijo de Herodes el Grande, el
que ordenó dar muerte a los infantes en Belén (Mt.2:16). También es conocido como
Herodes Antipas, y juzgó a Jesús antes de que fuera crucificado (Lc. 23:6–12).
Al ser encarcelado, Juan tuvo algunas dudas acerca de si Jesús era el Mesías. Si el
propósito de Juan era preparar a la gente para la venida del Mesías, y si Jesús lo era
en realidad. Mientras languidecía en la prisión, necesitaba asegurarse otra vez que
Jesús era el Mesías.
Aunque reconoció su identidad evidentemente esperaba algo más. El juicio que Juan
esperaba no era para ese tiempo, sino que tendrá lugar durante la consumación en la
era por venir.
Entonces, Juan envía mensajeros con una pregunta a Jesús.
La pregunta de Juan sugiere que éste estaba sorprendido por el estilo del ministerio
de Jesús. Parece que desde la prisión él seguía el progreso de aquél para quien él
había preparado el camino.

Como respuesta, el Señor entretejió textos del AT (Is. 35:5-6 y 61:1-2), que se vieron
cumplidos clara y visiblemente en sus acciones escritas en Mt.8 - 9. Por más que a
Juan le hubiera parecido inesperado, estos actos de misericordia eran en verdad los
“actos del Mesías”; actos de sanidad en favor de ciegos, paralíticos, sordos y leprosos,
y a la resurrección de muertos y el anuncio de las buenas nuevas acerca de Dios. Con
estas evidencias, la identidad de Jesús quedó aclarada.

A pesar de la duda de Juan, Jesús prosiguió a felicitarlo como un verdadero profeta, y


más. Jesús ensalzó a Juan como un hombre de valor, de consagración y de grandeza.
A su manera tosca, no convencional de predicación, las gentes mismas habían
reconocido la voz auténtica del mensajero de Dios. Pero, por más grande que fuera,
Juan seguía siendo el precursor (Mal. 3:10), el último y mayor de los profetas, el Elías
que volvía para inaugurar los últimos días (Mal. 4:5-6).
Una prueba del comienzo de la era cristiana se halla en la identificación de Juan el
Bautista con Elías. De todas las personas, ningún hombre cumplió el propósito de Dios
mejor que Juan.

En todo este pasaje (Mt.11:1-19) no sólo vemos el veredicto de Juan acerca del
ministerio de Jesús, sino también el veredicto de Jesús acerca de Juan y sus
comentarios acerca de cómo ambos habían sido recibidos por la población en general.

41
Los que rechazan a Jesús (Mt.11:20-24)
Los ayes que se anuncian a las ciudades sirven de advertencia a una generación que
no responde. Jesús no sólo condena a los malvados, sino también a los indiferentes,
insistiendo en que mayores oportunidades para creer suponen mayor condenación a
quien lo rechaza.
Tiro, Sidón y Sodoma eran ciudades antiguas con reputación de inicuas (Gn. 18–19;
Ez. 27–28). Dios las destruyó por su maldad. Los habitantes de Betsaida, Corazín y
Capernaum. Estas tres poblaciones mencionadas estaban cercanas unas a otras al
extremo norte del lago de Galilea, la zona donde hasta ese momento se había
enfocado la misión de Jesús. Sus habitantes vieron a Jesús en persona y con todo, no
quisieron arrepentirse de sus pecados ni creer en Él.
Jesús dijo que si alguna de aquellas famosas ciudades pecadoras lo hubiera visto, se
hubieran arrepentido. Por el hecho de que Betsaida, Corazín y Capernaum vieron a
Jesús y no creyeron en Él, sufrirían un mayor castigo que las ciudades malvadas que
no lo vieron. En forma similar, aquellas naciones y ciudades que tienen iglesias en
cada esquina y Biblia en cada hogar no tendrán excusa en el día del juicio si no se
arrepienten y creen.

Los que aceptan a Jesús (Mt.11:25–30)

Los que respondieron no fueron las personas importantes, sino los niños pequeños y
los fatigados y cargados. La razón radicaba en la relación especial de Jesús con Dios,
como Hijo con Padre. Jesús sostiene una relación única e incomparable con el Padre.
La iniciativa está de parte del Padre, quien revela el significado del ministerio de
Jesús, y con el Hijo, quien revela al Padre.

El yugo tenía el propósito de aliviar la incomodidad al llevar una carga pesada. Pero
también simbolizaba la obediencia y la aceptación de la responsabilidad.
Los rabinos con frecuencia hablaban de asumir “el yugo de la ley”, y bajo la dirección
de éstos la carga se podía hacer pesada. El yugo de Jesús, en cambio, es fácil, no
porque su llamamiento al discipulado sea menos exigente, sino porque nos hace
discípulos de uno que es manso y humilde de corazón. La clave radica en la invitación
personal: Venid a mí.

La mujer pecadora (Lc. 7:36-50)

Esta historia ilustra la acusación hecha en Lc. 7:34. Jesús había sido invitado a la casa
de un fariseo llamado Simón, probablemente para comer después de la reunión en la
sinagoga. No era raro que aparecieran personas no invitadas en un banquete y entre
ellas había una mujer bien conocida como prostituta.

Como la gente se reclinaba en alfombras en vez de sentarse en sillas para comer


formalmente, a ella le fue fácil llegar hasta Jesús.

42
Procedió a ungirle con perfume, muy posiblemente pagado con ganancias de su vida
inmoral, pero las lágrimas le impidieron terminar la tarea. Sin duda, esas acciones
eran indecorosas, pero ella estaba bajo una gran tensión emocional como para
cuidarse de lo que pensaba la gente.

El fariseo se sintió muy molesto por la forma en que Jesús aceptó el respeto que le
daba una persona tan indeseable y de modo tan embarazoso. La percepción de que
Jesús era un profeta se contradijo porque aparentemente él no tenía conciencia de
que la persona que le estaba tocando era una pecadora y por ende “impura”. Pero
Jesús sabía lo que estaba pasando y lo hizo notar a Simón por medio de una parábola
con un mensaje muy claro: el amor es la prueba de que una persona ha recibido
perdón, y que cuanto más se le perdone más amará.

EL SEGUNDO VIAJE POR GALILEA


El Señor continuó su ministerio enseñando el evangelio de Reino de Dios. Mientras
caminaba le trajeron un endemoniado que era ciego y mudo. Esto ocasionó una
oposición de parte de los fariseos.

La blasfemia contra el Espíritu Santo (Mt.12:22–37)


En este pasaje se acusa a Jesús de estar en liga con Satanás. Con esto la oposición
se vuelve más “teológica”. Reconociendo en Jesús su poder sobrenatural, la oposición
se le atribuye no a Dios sino a Satanás. Primeramente, Jesús responde haciendo ver
la inconsecuencia del cargo, y luego remarca lo serio que era, como blasfemia contra
el Espíritu.

Los fariseos habían rechazado a explicación del Señor, tenían que hallar otra que, de
igual manera, pudiera explicar su autoridad sobrehumana, y la hallaron en la supuesta
coalición con Satanás (Beelzebú).

¿Cuál fue la respuesta de Jesús?


1. En la primera contestación Jesús sencillamente señaló lo ridículo de tal idea:
¡Satanás no atacaría a su propio ejército! (Mt 12:25-26).

2. Segundo Él les recuerda que no era la única persona que estaba expulsando
demonios; ¿Estarían todos ellos en liga con Satanás?

3. Tercero, y aún más positivamente Él demostró que, al contrario, su ataque


contra la maldad espiritual era una marca de la llegada del reino de Dios y la
derrota de Satanás. Esta es una de las declaraciones más claras de que en el
ministerio de Jesús el reino de Dios no sólo era inminente, sino ya presente y
visiblemente activo. (Mt. 12:28-29).

Por lo tanto, no es una señal del poder diabólico, sino de la obra del Espíritu de Dios
en acción.

43
Existía, pues, una división radical entre aquellos que reconocían a Dios en acción, y
que, por lo tanto, estaban con Él, y aquellos que al atribuir la obra de Dios a su gran
enemigo se comprobaban estar en contra de Él. Por medio de esta blasfemia contra el
Espíritu se ponían deliberadamente del lado contrario y fuera del alcance del perdón.

Blasfemia: El Antiguo Testamento designa como blasfemia toda expresión o acción


injuriosa e irreverente contra Dios o sus representantes.
En el Nuevo Testamento se concibe la blasfemia con la misma seriedad que en el
Antiguo Testamento. La más grave acusación contra Jesús fue la de blasfemia (Mt.
9:3). En cambio, para los primeros creyentes, era blasfemia despreciar a Cristo (Hch.
13:45; 18:6). El mayor pecado que la Biblia registra es la blasfemia contra el Espíritu
Santo, llamado el pecado imperdonable (Mt. 12.31).

¿Cuál es el pecado imperdonable? (Mt. 12:31)


El concepto de un pecado imperdonable ha sido fuente de dificultad para muchos,
debido a que parece contradecir las enseñanzas bíblicas acerca de la gracia.
Sabemos que la gracia de Dios perdona todo pecado, pero el Señor mencionó un
pecado que no puede ser perdonado. Los líderes religiosos fueron a escuchar al
Señor, pero se opusieron virtualmente a todo lo que éste decía. Cuando expulsaba
demonios alegaban que lo hacía utilizando medios satánicos.

Estaban tan ciegos espiritualmente, que atribuían a Satanás la obra del Espíritu Santo.
Aún más, rechazaban la acción del Espíritu Santo en sus propias vidas.
En esencia, el Espíritu Santo estaba dando testimonio de que Jesús es el Hijo de Dios,
que es Dios, mientras ellos repetían “no es Dios”, “es agente de Satanás”.

Fue entonces cuando Jesús dijo: “Todo pecado y blasfemia será perdonado a los
hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada”.

Obviamente, el pecado imperdonable no consiste en decir algo desagradable sobre el


Espíritu Santo. Los líderes religiosos de que se habla rechazaron completamente la
revelación de Dios. Habían ido tan lejos en su impiedad, que rechazaron no sólo a
Jesús, sino también al Espíritu Santo.

Confundían el bien con el mal y el mal con el bien. Llamaron Satanás al Espíritu de
Dios. Al rechazar a Jesús, la única fuente de perdón, nada se podía hacer por ellos.
Una persona que rechaza a Jesucristo no puede recibir perdón, y esto es lo que ellos
habían hecho.

La blasfemia contra el Espíritu Santo es el rechazo continuo y deliberado del


testimonio del Espíritu Santo respecto a Cristo, de su Palabra y de su obra
convincente de culpa en cuanto al pecado.

Los fariseos difamaron al Espíritu Santo atribuyéndole al diablo conscientemente su


obra, cometiendo así “el pecado imperdonable”.

44
Los fariseos no sabían que Satanás fue derrotado por el Señor.

Cristo ha derrotado a Satanás:

1. Al nacer Jesús, el poder de Satanás y su control se vieron trastornados.

2. En el desierto, Jesús salió airoso de la tentación.

3. En la resurrección, anuló el arma final de Satanás: la muerte.

4. Al final Satanás será atado por mil años (Ap. 20:1-3).

5. Jesús tiene poder y autoridad total sobre Satanás y sus fuerzas, lanzándolo al
lago de fuego eternamente (Ap.20:10).

Advertencia para “una generación perversa” (Mt. 12:38–45)

Otra evidencia de la ceguera y oposición de los líderes religiosos, es la demanda a


Jesús para que éste desplegara sus poderes sobrenaturales, a fin de acreditarse así
como el Mesías. Ellos ya habían sido testigos de muchas de esas señales. El
problema no era la ausencia de ellas, sino su propia incredulidad ante Dios. Más tarde,
rechazaron la mayor de todas las señales, la de la resurrección (Mt.28:11–15).

La demanda de tener una señal reaparece en Mt.16:1–4. Aquí sigue con toda
naturalidad del debate anterior; si Jesús pretende que su poder es de Dios, tiene que
comprobarlo.

El hecho de que Jesús rehusara dar una señal, se basa en un concepto más amplio
de su autoridad como uno mayor que Jonás o Salomón.
Si aun los paganos podían reconocer la presencia de Dios en los grandes hombres del
AT, ¿por qué no podía esta generación (judía) aceptar la autoridad de uno en quien
todas las formas de la autoridad (profeta, sacerdote, rey, sabio) hallaban su
cumplimiento? El rechazar el llamado de alguien así, conduciría sólo al juicio.

El escape milagroso de Jonás autenticó su predicación; la resurrección de Jesús hará


lo mismo. Tres días y tres noches era un modismo judío para expresar un periodo que
abarcaba partes de tres “días y noches”.

La familia de Jesús (Mt.12:46–50)

Mateo no nos dice cómo la madre y los hermanos de Jesús respondieron a su


enseñanza, pero describiéndolos como fuera del círculo de los discípulos sugiere que,
por lo menos, no estaban comprometidos. Al contrastar los lazos naturales de familia
con la “familia” mayor de aquellos que hacen la voluntad de mi Padre que está en los
cielos, Jesús recalca la demanda radical de su llamamiento al discipulado, como
también su recompensa.

45
La gama amplia de respuestas hacia Jesús dada en Mt. 11 y 12 concluyen con un
vistazo animador de su “nueva familia” que ahora se había establecido en su derredor.
Jesús no estaba eludiendo a su familia terrena, sino que extiende su círculo familiar
para incluir las relaciones espirituales.

EL TERCER VIAJE POR GALILEA

El segundo discurso de Jesús (Mt. 9:35 - 10:42)

Mateo resume el ministerio de Jesús en Galilea y presenta la comisión que dio a sus
discípulos.

Obreros para la mies

Antes de dar el segundo discurso, Jesús al ver las multitudes que lo seguían se refirió
a ellas como un campo listo para la siega. (Mies es sinónimo de cosecha o siega).
Todas esas personas eran como ovejas perdidas que necesitaban un pastor y alguien
que los guiara a la salvación.

La necesidad era demasiado grande para cumplirla Él solo, así que pidió ayuda a
algunos de sus seguidores más íntimos. Entonces elige a doce que serían sus
colaboradores. Él necesitaba obreros que supieran enfrentar los problemas de la
gente; quería que ellos libraran la batalla contra las fuerzas del mal echando fuera a
los espíritus inmundos y sanando a los enfermos.

Se deduce entonces que la clase de obreros que Cristo desea en su reino son los que:

1. Enseñan y predican el evangelio del reino

2. Sanan a los enfermos

3. Echan fuera a los demonios

La idea de la palabra mies, como la de pescar en Mt.4:19, sugieren también el


llamamiento a ganar nuevos discípulos. Este es el interés de Dios, como Señor de la
mies.

LA MISIÓN DE LOS DOCE DISCÍPULOS

Instrucciones para la misión (Mt. 10:5–16)

Aquí es donde comienza el “segundo discurso”. Jesús instruye a sus discípulos


sobre el alcance de su misión, la sustancia de su mensaje, las obras que van a
realizar, lo que han de llevar consigo, y los procedimientos a emplear.

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¿Por qué Jesús no envió a los discípulos a los gentiles o a los samaritanos?

Un gentil es uno que no es judío. Los samaritanos eran una raza mixta entre judíos y
gentiles, después de las cautividades en el Antiguo Testamento. Jesús pidió a sus
discípulos que fueran sólo a los judíos porque Él vino primero a los judíos.

Dios había elegido a los judíos para que hablaran de Él ante el mundo. Y eso es lo
que en realidad sucedió: discípulos y apóstoles judíos predicaron las buenas nuevas
del Cristo resucitado en todo el Imperio Romano y muy pronto los gentiles se
añadieron a la Iglesia.

Los judíos estaban esperando que el Mesías estableciera su reino. Esperaban un


reino político y militar que los libertara del gobierno romano y que los hiciera volver a
los días de gloria bajo el reinado de David y Salomón; pero Jesús hablaba de un reino
espiritual.

Mt. 10:8–10 aplica el principio de Mt. 6:25–34 a la misión. Si los discípulos de Jesús
están ocupados en la obra de Dios, pueden esperar su provisión (el obrero es digno
de su salario) y no necesitan hacer preparativos elaborados en cuanto a sus
necesidades materiales para el camino; la tarea es demasiado urgente. Los discípulos,
desprovistos de bienes, debían confiar en la provisión de Dios a través de la
hospitalidad de otros.

En la narración de Mr.6:8-9 permitía tanto sandalias como bordón, y en Mateo y Lc.


9:3, dice que no. El verbo que se traduce “proveáis” aquí en Mateo, por lo general,
significa “obtener”. ¿Sería que la prohibición, por lo tanto, no era la de usar equipo
normal y esencial para viajar, sino la de no comprar nada extra?

Jesús pudo haber querido decir que no llevaran un par extra de sandalias, ni bastón ni
bolsa. Sea como fuere, el principio era que debían salir, listos para la tarea y para el
viaje, sin trabas por el exceso de bienes materiales.

Mt.10:14 ¿Por qué dijo Jesús que debía sacudirse el polvo de los pies si una ciudad u
hogar no los recibía?

Era costumbre judía que cuando los judíos piadosos salían de las ciudades gentiles,
con frecuencia se sacudía el polvo de los pies para mostrar su separación de las
prácticas gentiles. Si los discípulos se sacudían de los pies el polvo de un pueblo
judío, indicaban que se separaban de los judíos que habían rechazado a su Mesías.
Este gesto demostraba a la gente que estaban eligiendo mal, que la oportunidad para
escoger a Cristo no se presentaría otra vez.

El rechazo, en algunas ocasiones, sería de esperarse y debería aceptarse; pero el


sacudir el polvo de sus pies tenía el propósito de marcar dicha casa o ciudad como
una que había rechazado a los mensajeros del Mesías, y por lo tanto estaba maduro
para el juicio.

47
Advertencias con relación a conflictos y persecuciones (Mt. 10:17–39)

Los discípulos en una sociedad hostil son tan vulnerables como ovejas en medio de
lobos. Para sobrevivir y poder cumplir su misión tenían que ser astutos y sencillos.

Al llevar a cabo su misión los discípulos deben estar preparados para enfrentar la
persecución y el martirio. Sigue el enfoque sobre la misión galilea de los doce
(Mt.10:23), pero el discurso continúa con principios que se aplicarían más
generalmente a discípulos que enfrentaban oposición. Dicha oposición puede tener
respaldo oficial, pero dado que ocurriría por mi causa, provee una oportunidad para
testimonio. Jesús dijo a sus discípulos que cuando fueran arrestados por predicar el
evangelio, no se preocuparan de lo que deben decir en su defensa: el Espíritu de Dios
hablaría por medio de ellos.

10. LAS PARÁBOLAS DE JESÚS

PARÁBOLA viene del griego que significa literalmente “poniendo cosas a


la par” o “comparación”.

La Septuaginta traduce el término hebreo , que quiere decir: un símil elaborado


donde el relato, aunque ficticio, es verosímil, en contraste con la fábula.

Etimológicamente, por lo tanto, está muy cerca de la “alegoría”, que por derivación
significa “diciendo cosas de modo diferente”. Tanto las parábolas como las alegorías
han considerado generalmente como formas de enseñanza que presentan al oyente
ilustraciones interesantes, de las que pueden obtenerse lecciones morales y
religiosas; la “parábola” es un símil más bien largo o un cuento descriptivo corto,
generalmente destinada a inculcar una verdad única o a responder una pregunta
única, mientras que la “alegoría” denota el cuento más completo en el que todos los
detalles, o la mayoría de ellos, entran en la interpretación.

El las enseñanzas del Señor Jesús, es común el uso de parábolas usando


ilustraciones de lo siguiente:

1. De la naturaleza: como en las diversas parábolas acerca de las semillas y su


crecimiento (Mt. 13:24–30; Mr. 4:1–9, 26–29, 30–32)

2. De las costumbres familiares y los incidentes de la vida diaria, como en las


parábolas:

De la levadura (Mt. 13:33),


La oveja perdida y la moneda perdida (Lc. 15:3–10),
El hombre inoportuno (Lc. 11:5–8),
Las diez vírgenes (Mt. 25:1–13).

48
3. De acontecimientos recientes (Lc. 19.14)

4. De lo que podría considerarse como acontecimientos ocasionales o


contingencias no improbables, como en las parábolas:

Del juez injusto (Lc. 18:2–8),


El mayordomo injusto (Lc. 16:1–9),
El hijo pródigo (Lc. 15:11–32).

El estilo variaba entre el símil o la metáfora breve (Mr. 2:21; 3:23) y la descripción de
un acontecimiento típico, o un relato completo relacionado con algún hecho particular.

Muchas de las parábolas de Jesús se relacionan específicamente con “el reino de


Dios” (Mr. 4:26, 30), y en general las parábolas se relacionan con el carácter, la
venida, el valor, el crecimiento, los sacrificios que exige, etc., de dicho reino.
Es muy natural que la interpretación de las parábolas dependa de la perspectiva que
del reino tengan los intérpretes individuales, y viceversa.

Los teólogos de la escuela escatológica “totalista”, tales como A. Schweitzer, que


pensaban que Jesús entendía la venida del reino de Dios como un hecho sobrenatural
que tendría lugar súbitamente y catastróficamente en el futuro cercano, encontraron
aquí la clave para el significado de las parábolas del reino. Se referían a la crisis
inminente profetizada por Jesús. Hasta las parábolas que hablaban de crecimiento o
progreso eran interpretadas de este modo. Por ejemplo, en la forma súbita en que se
levanta la levadura, y no en la lentitud de sus efectos, debía encontrarse el significado
de la parábola (Mt. 13.33).

Los teólogos de la escuela de la escatología “realizada”, tales como C. H. Dodd, que


sostenían que el reino se había hecho presente plenamente en el ministerio de Jesús,
interpretaban las parábolas en función de cumplimiento. La cosecha para la cual se
habían hecho los preparativos en épocas pasadas ya había llegado; la semilla de
mostaza plantada hacía mucho tiempo se había convertido en árbol (Mr. 4.26–32).
A veces Jesús mismo da a conocer la conclusión, ya sea al término del relato (Mt.
18.23), o en respuesta a un subsiguiente pedido de aclaración (Mt. 15.15). Pero es
más frecuente que el relato se dé sin agregados, y se espera que los mismos oyentes
lleguen a la conclusión correspondiente. Así en Mr. 12.12 está claro que los dirigentes
religiosos comprendieron que Jesús había relatado la parábola de los labradores
malvados en contra de ellos.

El uso que hace el Señor de las parábolas:

La parábola es un método llamativo de enseñanza indirecta que provoca el


pensamiento; es de fácil asimilación y las aplicaciones que el oyente hace resultan
inolvidables.

49
La discusión entre Jesús y los discípulos en Mt 13.10ss revela el propósito del método.
El fin de Jesús no es esconder sino revelar (Mc 4.33), pero los misterios solo pueden
percibirse cuando la mente está abierta hacia Dios (Mt 11.25). David comprendió su
falta cuando Natán le contó un (2 S 12.1–13). Siempre en la parábola hay un
elemento sorpresivo y novedoso que llama a la reflexión e inspira la decisión. Muchas
parábolas se proponen entablar la discusión.

La interpretación de las parábolas

Cada parábola contiene un mensaje central, que se toma de la vida cotidiana y se


replantea de tal manera que nos permite entender una experiencia humana básica
más allá de la comprensión intelectual. Por ejemplo, ¡cuánta alegría nos causa
encontrar algo valioso que se nos ha perdido! Volver a ver a una persona amada
después de una ausencia nos mueve a celebrar, en especial si esa persona estuvo
durante tal ausencia en peligro de muerte o enferma.
Esto es lo que pasa cuando Lucas 15.1ss nos cuenta tres parábolas en donde, en un
orden que va cambiando la cantidad en cualidad, pasa de la perdida de una oveja (1
de 100), a la de una moneda (1 de 10), y al fin, a la de un hijo (1 de 2).

Esta experiencia de encontrar lo perdido cobra valor teológico en Lucas 15. Según la
narración de Lucas, Dios es como un padre que celebra la vida de sus hijos, pero que
sufre y se angustia cuando estos se alejan para andar quizás en malos pasos. Cuando
el hijo regresa, el padre se alegra, como se alegra Dios por cada pecador que regresa
a su familia.

Si vamos a ver, Lucas no tiene que explicarnos lo que se siente cuando perdemos
algo que consideramos importante. Eso lo sabemos, tenemos la experiencia
acumulada de años de pérdidas y encuentros. Tampoco nos tiene que explicar cuánta
alegría nos da encontrar lo que perdimos, pues lo hemos vivido muchas veces. Lo que
Lucas nos dice, y que probablemente no sabíamos o nunca lo hubiésemos pensado
así, es que los mismos sentimientos cruzan el corazón de Dios.
No debemos caer en la trampa de alegorizar las parábolas, es decir, tratar de
encontrar un mensaje oculto detrás de cada palabra del relato. Al estudiarlas,
debemos buscar el punto central y comprender a partir de allí la totalidad del relato

¿Cómo operan las parábolas? (13:10–17)

Al explicar las parábolas a sus discípulos Jesús les abrió los misterios del reino de los
cielos. Tiene su propia lógica, que el razonamiento humano no puede penetrar; su
verdad debe ser revelada. Es necesario pedir al Señor la revelación de lo que está
escrito en su Palabra.

Los que no tienen este don, como lo había predicho claramente Is. 6:9-10, nunca
recibirán más que un oír superficial del mensaje de Dios, y no les hará ningún bien.

50
Jesús no está diciendo aquí que las parábolas están diseñadas para esconder la
verdad, y de esa manera cerrar la entrada a tales personas al reino de los cielos, sino
que en realidad no todos tienen la habilidad de penetrar su significado. Esta habilidad
es algo dado a los discípulos, en vez de ser el resultado de la habilidad humana.

¿Hay Parábolas en el Evangelio de Juan?

En Jn. 10:6 se usa la palabra (otra traducción de , generalmente


vertida como “proverbio”, por ejemplo Pr. 1.1, para describir la alegoría de los pastores
falsos y los verdaderos.

Al Evangelio de Juan aparentemente le faltan parábolas del tipo de las que se


encuentran en los otros evangelios, pero C. H. Dodd y A. M. Hunter han llamado la
atención a un número de parábolas breves que yacen casi escondidas en este
evangelio (Jn. 3.8, 29; 4.35–38; 5.19s; 8.35; 10.1–5; 11.9s; 12.24, 35s; 16.21).

No deberíamos tampoco pasar por alto las muchas descripciones “figuradas” que usa
Jesús sobre sí mismo en este evangelio, por ejemplo: “el buen pastor”, “la vid
verdadera”, “la puerta”, “la luz del mundo”, y “el camino, la verdad, y la vida”.

Parábolas que solamente aparecen en el Evangelio de Mateo:

 El trigo y la cizaña (13.24–30)

 El tesoro escondido (13.44)

 La perla de gran precio (13.45–46)

 La red (13.47–50)

 El siervo inmisericorde (18.21–35)

 Los obreros en la viña (20.1–16)

 Los dos hijos (21.28–32)

 Las bodas (22.1–14)

 Las vírgenes prudentes y las insensatas (25.1–13)

 Los talentos (25.14–30)

Parábolas que solamente aparecen en el Evangelio de Marcos:

 La semilla que crece (4.26–29)

51
 El portero vigilante (13.32–37)

Parábolas que solamente aparecen en el Evangelio de Lucas:

 Los deudores y el acreedor (7.40–47)


 El buen samaritano (10.25–37)
 El amigo que vino a medianoche (11.5–8)
 El rico necio (12.13–21)
 El siervo fiel y el siervo malvado (12.35–48)
 La higuera estéril (13.6–9)
 La torre incompleta (14.25–34)
 La moneda perdida (15.8–10)
 El hijo perdido (15.11–32)
 El mayordomo injusto (16.1–13)
 El amo condescendiente (17.7–10)
 La viuda persistente (18.1–8)
 El fariseo y el publicano (18.9–14)
 Las minas (19.11–27)

Parábolas que aparecen en Mateo y Lucas:

 Los dos constructores (Mt 7.24–27; Lc 6.47–49)

 La levadura (Mt 13.33; Lc 13.20–21)

 La oveja perdida (Mt 18.10–14; Lc 15.1–7)

Parábolas que aparecen en Mateo, Marcos y Lucas:

 La lámpara y el almud (Mt 5.15–16; Mc 4.21; Lc 8.16)

 Remiendo nuevo en vestidos viejos (Mt 9.16; Mc 2.21; Lc 5.36)

 Vino nuevo en odres viejos (Mt 9.17; Mc 2.22; Lc 5.37–39)

 Una casa dividida contra sí misma (Mt 12.25–29; Mc 3.23–27;


Lc 11.17–22)

 El sembrador (Mt 13.1–23; Mc 4.1–20; Lc 8.4–15)

 La semilla de mostaza (Mt 13.31–32; Mc 4.30–32; Lc 13.18–19)

 Los labradores malvados (Mt 21.33–41; Mc 12.1–12; Lc 20.9–18)

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 La higuera (Mt 24.32–35; Mc 13.28–31; Lc 21.29–33)

Parábolas que aparecen solamente en el Evangelio de Juan:

 El pan de vida (Jn 6.32–58)


 El pastor y las ovejas (Jn 10.1–18)
 La vid y las ramas (Jn 15.1–8)

11. LA ENSEÑANZA A LOS DOCE


El Señor busca retirarse de Galilea a lugares apartados con los discípulos para
enseñarles en privado.

La confesión de Pedro (Mt. 16:13–20)

Pedro hace la declaración definitiva de que Jesús es el Mesías, el Hijo del Dios
viviente. Este incidente, que tuvo lugar seis meses antes de la Crucifixión, marcó un
viraje en el ministerio de Jesús, y señaló el clímax de sus enseñanzas con respecto a
su propia persona. También aquí Jesús comenzó a preparar a sus discípulos para su
próxima muerte.
La roca no es Pedro como individuo, porque Cristo sustituyó la palabra "petra" (una
roca colocada en el fundamento de una edificación) por "petros", un fragmento de
"petra". Cristo expresó que Él mismo era la Piedra (petra) sobre la cual descansaba la
iglesia, y que la iglesia se construye con estas piedras que participan de la naturaleza
de "petra", a través de la confesión de fe en él (1 Pe. 2:5). Pedro, por lo tanto, es la
primera de muchas piedras utilizadas en la edificación de la iglesia.

La iglesia sería edificada por Jesús, no por Pedro.


Hacer alusión a ella como mi iglesia era reclamar algo extraordinario, ya que el griego
“iglesia” es la palabra del AT para el pueblo de Dios. Las puertas del Hades es una
expresión para muerte; entonces, esta nueva comunidad de los que siguen a Jesús
nunca morirá.
Las llaves denota autoridad y los líderes religiosos pensaban que tenían las llaves del
Reino e intentaron excluir a algunos. No podemos abrir o cerrar el reino de los cielos
para otros, pero Dios nos usa para ayudarles a encontrar la puerta de entrada. Para
todos los que creen en Cristo y obedecen sus palabras, las puertas del Reino están
totalmente abiertas.
Jesús está traspasando a su iglesia la autoridad para atar y desatar sobre la tierra. La
construcción griega sobre la que descansa la frase será atado y será desatado,
indica que Jesús es Aquel que ha activado la provisión divina por medio de su Cruz; la
iglesia ha sido entonces encargada de llevar a cabo lo que el Señor ha manifestado a
través de su vida, su muerte y resurrección.

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De origen claramente rabínico, la imagen atar y desatar tiene que ver con prohibir o
permitir. En otras palabras, Jesús está diciendo que la iglesia recibirá la potestad de
continuar ejerciendo la privilegiada responsabilidad de esparcir por la tierra el fermento
del poder y la provisión de su reino.
¿Por qué razón Jesús pidió a los discípulos que no dieran a conocer la confesión de
Pedro?
Porque estos no habían entendido por completo el tipo de Mesías que era. Jesús no
era un paladín militar, sino un siervo sufriente. El público anuncio de que Jesús era el
Mesías hubiese creado un indeseable fervor nacionalista.
Primero debían tener un pleno conocimiento de Jesús y de su misión como discípulos
antes de darlo a conocer a otros en una manera que no originara una rebelión.
Les iba a estar costando muchísimo trabajo entender la razón de su venida hasta que
su misión terrenal terminara.

La profecía en cuanto a su muerte (Mt. 16:21- 28)


Mientras que el escenario sigue cerca de Cesarea de Filipo y el relato es continuo
desde los versículos 13–20, la frase: Desde entonces, Jesús comenzó, marca el
comienzo de una fase nueva y decisiva de la misión de Jesús.
El enfoque geográfico sería Jerusalén, y su carácter sería dominado por la cruz. El v.
21 es la primera de las tres veces en que Jesús predijo su muerte (las restantes están
en 17:22-23; 20:18).
Este pasaje corresponde a las profecías de Daniel: el Mesías sería quitado (Dn. 9:26);
vendría un período de crisis (9:27); y luego el Rey vendría en gloria (7:13-14).
Los discípulos enfrentarían el mismo sufrimiento de su Rey, y como Él, serían
premiados al final.
La reacción de Pedro
Pedro, amigo de Jesús y seguidor devoto, el que acababa de proclamar en forma
elocuente su identidad verdadera, procuró protegerlo del sufrimiento que profetizó.

Como otros judíos del momento, él entendía la obra del Mesías en términos
primordialmente terrenales o políticos; en esto él expresó las cosas de los hombres, y
en tanto que los discípulos de Jesús compartían esta perspectiva puramente humana,
la misión de Jesús, es decir, las cosas de Dios, nunca tendrían sentido para ellos.
El mismo mensaje que Jesús oyó en las tentaciones del desierto, que no tendría que
morir, las escucha ahora de Pedro.
Éste acababa de reconocer a Jesús como el Mesías; ahora, sin embargo, desecha la
perspectiva de Dios y evalúa la situación desde el aspecto humano. Satanás siempre
intenta que pongamos a Dios a un lado. Jesús reprendió a Pedro por esta actitud.

54
Quítate de delante de mí, Satanás: Las palabras son idénticas a las de Mt. 4:10.
Jesús reconoció en las palabras de Pedro la misma tentación diabólicamente inspirada
que le sugería evitar el sufrimiento como parte de su vocación mesiánica.
Cuando Jesús usó esta figura de sus seguidores, “tome su cruz, y sígame”, los
discípulos sabían lo que significaba. La crucifixión era un método romano común de
ejecución y los criminales condenados tenían que llevar su cruz por las calles rumbo al
sitio donde cumplían su sentencia.
Seguir a Jesús, por lo tanto, implica una entrega verdadera, con riesgo de muerte y sin
posibilidad de retroceso (ver 10:39).

Cualquier idea de compartir la gloria del Mesías tuvo que dar lugar a la de compartir la
humillación y el rechazo de Jesús. Jesús explica la paradoja del discipulado: Perder la
vida es encontrarla; morir es vivir. Si uno trata de librar su vida física de la muerte,
el dolor o la incomodidad, puede terminar arriesgando la vida eterna.

Mt. 16:28 Tomando en cuenta que todos los discípulos murieron antes del regreso de
Cristo, hay viarias posiciones:
1. Que las palabras de Jesús aquí se cumplieron en la transfiguración cuando
Pedro, Santiago y Juan vieron su gloria (17:1–3).
2. Otros manifiestan que se refiere al Pentecostés (Hch. 2) y al comienzo de la
Iglesia.
3. Muchos sostienen que este versículo se refiere a Juan el amado, quien pudo
ver en visión al Señor viniendo en su reino, en la isla de Patmos (Ap.1:1 ; 19:11-
16).

La transfiguración (Mt. 17:1-13)


La transfiguración fue una vislumbre de la gloria del Rey. Fue una revelación especial
de la divinidad de Jesús a tres de los discípulos y una ratificación divina de Dios de
todo lo que Jesús había realizado y estaba por realizar.

Más allá de la muerte está la gloria; y Pedro, Santiago o Jacobo y Juan tienen el
privilegio de ver el telón corrido. Son tres los elementos que se suman para dar una
afirmación extraordinaria de Jesús como más que un Mesías meramente humano:

 Primero, su aspecto cambiado (transfigurado), en una luz brillante y una nube


brillante, confirma que él no es solamente un portavoz de Dios, sino que es
diferente en sí mismo de otros profetas.

 Segundo, está ligado con Moisés y Elías, dos de los más grandes por medio de
los cuales Dios salvó y habló a su pueblo en tiempos pasados; aunque ambos,
como Jesús, sufrieron el rechazo del pueblo de Dios.

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Se esperaba popularmente que volvieran para inaugurar la edad mesiánica, de
manera que su aparición aquí proclama a Jesús como el Mesías.

 Tercero, como en el bautismo de Jesús, Dios mismo lo confirma como su Hijo.


Si esto es cierto, sus discípulos deben oírle, a pesar de que hubieran
encontrado sus palabras intimidantes en 16:21.

Moisés y Elías fueron dos de los más grandes profetas en el Antiguo Testamento.
Moisés representa la Ley. Escribió el Pentateuco y predijo la venida de un gran profeta
(Deut. 18:15–19). Elías representa a los profetas que anunciaron la venida del Mesías
(Mal. 4:5-6).
La presencia de ambos con Jesús confirma su misión mesiánica: cumplir la ley de
Dios y las palabras de los profetas de Dios.
De igual forma como la voz de Dios en las nubes sobre el monte Sinaí dieron
autoridad a la ley (Éx. 19:9), la voz de Dios en la transfiguración dio autoridad a las
palabras de Jesús.
Era demasiado para comprenderlo. La proposición inapropiada de Pedro de construir
enrramadas para Jesús y sus visitantes sobre la montaña fue ignorada atinadamente.
Pedro puede haber estado sugiriendo la prolongación de aquella visita. Lucas dice que
Pedro habló "no sabiendo lo que decía" (Lc 9:33).

V.10–13 Los discípulos seguían tratando de descifrar el significado de lo ocurrido:


¿Sería esta breve visión el retorno prometido de Elías (Mal. 4:5-6)? Jesús señaló que
el verdadero cumplimiento de esa profecía ya había ocurrido en la predicación y
sufrimiento de Juan el Bautista. Así mismo declaró “Y si queréis recibirlo, él es aquel
Elías que había de venir” (Mt.11:14).
El poder de la fe (Mt. 17:14–20)
Después de la gloria sobre el monte Tabor o probablemente el monte Hermón, Jesús
volvió a la escena del sufrimiento y la incredulidad. El sufrimiento parece ser un caso
de epilepsia. Un lunático se traduce literalmente: “es afectado por la luna”; pero Jesús
lo trató como un caso de posesión por un demonio.
A los discípulos se les había dado autoridad para sanar, pero no habían aprendido aún
cómo apropiarse del poder de Dios. El propósito de Jesús no fue criticar a los
discípulos sino estimularlos a que ejercieran la fe.
Los discípulos fueron incapaces de echar fuera a aquel demonio, y por eso le pidieron
a Jesús una explicación. Este se refirió a su falta de fe. Es el poder de Dios, y no
nuestra fe, lo que mueve montañas, pero la fe debe estar presente.
La semilla de mostaza es más pequeña de lo que uno se puede imaginar. Una fe
pequeña hubiera sido suficiente. Tal vez ellos procuraron sacar al demonio con su
propia capacidad en lugar de hacerlo con el poder de Dios.

56
La segunda predicción de la muerte de Jesús (Mt. 17:22-23)

El contenido es similar al 16:21, aunque ahora se agrega la nota de la traición. Como


antes, y como en el 17:9, Jesús habló de la resurrección tanto como de la muerte,
pero la reacción de los discípulos sugiere que sus pensamientos no se concentraron
en esa parte de la predicción.

El impuesto del templo (Mt. 17:24–27)


Mientras que la mayoría de los judíos se resentían por los impuestos romanos. Todos
los varones judíos tenían que pagar cada año, un impuesto al templo para cubrir los
gastos de mantenimiento. Sólo Mateo registra este incidente, quizá porque él había
sido un cobrador de impuestos.

El pago anual de dos dracmas de impuesto para el mantenimiento de templo y sus


dependencias era un asunto de orgullo nacional. La pregunta del recolector infiere que
ahora Jesús tenía una reputación de no ajustarse a las expectativas sociales.

Pedro contestó la pregunta sin saber de veras la respuesta, poniendo a Jesús y a los
discípulos en una situación incómoda. Jesús usó esta experiencia, sin embargo, para
enfatizar su rol soberano. Así como los reyes no pagan impuestos ni cobran impuestos
de sus familias, Jesús, el Rey, no debía nada.
Jesús, como Hijo de Dios él estaba exento: “uno mayor que el templo está aquí” (12:5-
6); pero Jesús proveyó para el pago de los impuestos en favor suyo y de Pedro para
no ofender a los que no entendían su reino. Cristo le mostró dónde obtener el dinero,
pero Pedro tuvo que ir a buscarlo. El estatero que encontró en el pez equivale a
cuatro dracmas.

12. SEGUNDO MINISTERIO EN JUDEA Y EL VIAJE A PEREA


(Jn. 7:11 - 10:21)

Jesús en la fiesta de los Tabernáculos (Jn. 7:1-8:59) La fiesta de los


Tabernáculos era una fiesta popular y nadie que quisiera entrar en contacto con el
mayor número posible de gente podía hacer algo mejor que aparecer en Jerusalén en
aquel momento.
Ese fue el razonamiento de los hermanos de Jesús. Quizá habían oído que
recientemente muchos de los discípulos de Jesús lo habían abandonado. Pero el v. 4
muestra que no alcanzaban a captar el carácter de la misión de Jesús. Su propósito
no era el de estar a la vista del público. Para él no era más probable que el mundo
creyera en él que sus hermanos.
En ese caso, Jesús no estaba negando que iría a la fiesta, sino que estaba negándose
a hacerlo tal como querían sus hermanos en una demostración pública. Esto es
apoyado por la afirmación en el v. 10.

57
Jesús como el pastor (Jn.10:1-18)

La ilustración del pastor en esta sección es en forma de alegoría en la cual se aplican


varios aspectos de una manera espiritual. Es similar a las parábolas de los Sinópticos,
pero en una forma más desarrollada. Es importante no poner énfasis en los detalles.

Probablemente se quiere establecer una conexión estrecha entre el tema del cap. 9 y
la ilustración del pastor y esto se enfatiza en las palabras de cierto, de cierto os digo
del v. 1. El contraste es entre el mal pastoreo de los fariseos (como se vio en su
actitud hacia el ciego) y el buen pastor.
Los rediles orientales tenían una sola puerta, que el mismo pastor cuidaba cuando
había un solo rebaño, o un portero cuando estaban encerrados varios rebaños. En el
último caso, el portero conocía a los pastores. Los ladrones se veían obligados a
entrar por otros medios. Es probable que no se quiera mostrar una diferencia entre un
ladrón y un asaltante.

V. 7–10 Ahora cambia la metáfora, pues Jesús mismo se ve como la puerta. Declaró
su derecho exclusivo de permitir la entrada.
El v. 8 ha presentado dificultades si se supone que ninguno de los que vino antes de
Jesús fuera sino ladrón o asaltante, lo que claramente sería incompatible con el AT.

El significado más lógico es que los que vinieron antes de Jesús y declaraban ser el
único camino de entrada eran falsos; una referencia a los muchos falsos mesías que
abundan en la historia de ese período.

11–18 Ahora se introduce otro contraste entre el buen pastor y el asalariado. La


primera cualidad del pastor es la disposición a sacrificarse por las ovejas. Habiendo
prometido antes vida abundante a otros, Jesús habla de dar la suya propia.

La misión de los setenta (Lc. 10)


Más de doce personas seguían a Jesús. Ahora designa un grupo de setenta para
preparar algunas ciudades que Él visitaría más tarde. Estos discípulos no poseían
calificaciones únicas.
No eran los más educados, ni los más capaces, ni los de más alto nivel social que
otros seguidores de Jesús. Lo que los capacitó para su misión fue su conocimiento del
poder de Jesús y su visión para llegar a toda la gente.

Jesús envió treinta y cinco parejas para alcanzar las multitudes. No intentarían cumplir
su tarea sin ayuda. En cambio, pedirían a Dios que enviara más obreros.
Jesús les dijo que aceptaran la hospitalidad cortésmente porque su tarea los calificaba
para ello.

Jesús dio dos normas a los discípulos para el viaje. Debían comer lo que les pusieran
delante, o sea, aceptarían la hospitalidad sin críticas, y sanarían los enfermos.

58
EL VIAJE A PEREA

La resurrección de Lázaro (Jn.11:1-


54)

Este es uno de los hechos más sobresalientes


en la vida de Jesús, el escenario fue en
Betania, a dos kms de Jerusalén, lugar donde
el Señor acudía a visitar a María, Marta y
Lázaro, cuando estaba en Jerusalén. Aunque
los Evangelios sinópticos no registran este
milagro, el de Lucas contiene la historia del
levantamiento del hijo de la viuda (Lc. 11:25).

Juan aclara la identidad de Lázaro y


especialmente su relación con María quien
ungió a Jesús, aunque no relata este episodio
sino más adelante (Jn. 12). Asume que sus
lectores están familiarizados con aquello o
bien que leerían el Evangelio más de una vez.

Cuando registra el pedido de las hermanas


usa la palabra fileo para “amor”, pero en el v. 5
se usa la más fuerte agapao. Algunos eruditos
han deducido de esto y de evidencia similar que Lázaro era el “discípulo amado”,
quien escribió el Evangelio.

Enseñanza sobre el divorcio (Mt. 19:1–12)

En la ley judía el varón tenía el derecho de divorciarse de su mujer, con una


declaración sencilla; no había juicio ni apelación; lo hacían “por haber hallado en ella
una cosa indecente” (Deut. 24:1–4).

En el NT era una práctica común, apoyada por algunos rabinos, que resultaba
virtualmente asunto del capricho del esposo, por cualquier razón, incluso por servirle
comida ligeramente quemada.

Jesús otra vez, como en 5:32, declaró que el divorcio, por la razón que fuere, era
incompatible con el propósito de Dios para el matrimonio. Al hacerlo, restableció el
intento original del Creador al decir que “al principio no fue así” expresado en Gn.
1:27; 2:24, como superior a la provisión de Deut. 24, que se dio por la dureza de
corazón.

59
Moisés había hecho todo lo que estaba en su poder para oponerse al divorcio. Fue
solamente por la dureza del corazón del pueblo, que Moisés concedió que se podían
divorciar; ya que el esposo hace duro su corazón para no perdonar a la esposa por
su falta.

Las normas del divorcio, según el Señor, eran concedidas para tratar con el resultado
del pecado, no una expresión de la intención original de Dios. El divorcio podría
parecer necesario, pero nunca puede ser bueno.

El principio de que serán los dos una sola carne se puede cumplir solamente en un
matrimonio sin disolución.

Esta posición firme, sin embargo, es la que Mateo modificó aquí y en 5:32, por la frase
a no ser por causa de fornicación.

Ni Marcos ni Lucas incluyen esta parte muy debatida, y a veces se piensa que es un
esfuerzo por parte de Mateo de ablandar una prohibición total sobre el divorcio.

Sin embargo, es más probable que Mateo esté sencillamente declarando lo que
cualquier lector judío hubiera dado por sabido, que la infidelidad matrimonial,
automáticamente anularía un matrimonio creando otra unión de “una sola carne”.

En los tiempos del AT, el adulterio era castigado con la muerte; pero en los tiempos
del NT una anulación formal era la respuesta aceptable. Este no era un “divorcio”
voluntario, sino el reconocimiento necesario de que el matrimonio ya estaba finalizado.

Jesús declara que el que se divorcia de una esposa infiel, y suma a su pecado
casándose con otra, haciendo de este modo imposible la reconciliación con la mujer
con que había estado casado, comete adulterio, cosa que sólo Dios puede juzgar
(He.13:4) y no nosotros.

13. EL MINISTERIO EN JERUSALÉN


La entrada triunfal en Jerusalén (Mt. 21:1-22)
Esta es la primera y última visita de Jesús a Jerusalén en el relato de Mateo. Desde
16:21 ésta ha sido la meta; el Señor se aproxima a la ciudad capital de Israel cuyo
templo era el centro de la adoración terrena del único y verdadero Dios.

Entre las multitudes de peregrinos galileos que llegaban a pie a Jerusalén para la
fiesta de la Pascua, Jesús eligió entrar ilustremente sobre un pollino de asna. Sólo
Mateo menciona el pollino y también la asna. Mientras que el idioma del v. 5 no hace
alusión a dos animales.

El segundo “ellos”, por supuesto, no significa que Jesús cabalgó sobre ambos
animales, sino que se refiere a los mantos.

60
Dado que no tenemos otro caso de Jesús cabalgando, éste debe haber sido un acto
deliberado, con el fin de ser notado. Las instrucciones en los versículos 1–3 sugieren
que todo había sido preparado cuidadosamente.

Fue, según lo aclara Mateo, una alusión dramatizada de la profecía Zac. 9:9-10, de la
llegada del Rey mesiánico. Fue hasta en este momento que los discípulos y la multitud
galilea reconocieron la alusión, y convirtieron la llegada en una procesión triunfal. Sus
gritos en el v. 9 no escondían su creencia de que Jesús era el Mesías largamente
esperado, llegando para establecer su reino en la capital de Israel.

La población de Jerusalén, sin embargo, se asombró, y toda la ciudad se conmovió,


no con entusiasmo, sino con preocupación: ¿Quién es éste? Para ellos Jesús era un
hombre desconocido, un extranjero proveniente de la remota provincia de Galilea.
Pero las multitudes respondieron aseverando el reclamo de su profeta, de Nazaret de
Galilea.

Con esto vemos la polarización de las actitudes hacia Jesús que durante la semana
siguiente contaría con algunos apoyando a Jesús, mientras que otros gritaban
pidiendo su crucifixión.

La higuera seca (21:18–22)


Esta acción poderosa, aparentemente sin propósito, se comprende generalmente de
su contexto, y de la manera que Marcos la entreteje con el relato del incidente en el
templo, como teniendo un propósito simbólico. La higuera que produce hojas y, por lo
tanto, promete fruto sin ofrecer nada para comer es el cuadro del culto sin contenido
del templo.

La sequedad del árbol es la señal visible de la suerte que habría de correr el templo
que Jesús predijo en 23:38; 24:2. Fue el vivo poder de la palabra de Jesús que
impresionó a los discípulos, y Jesús usó el incidente como un modelo del poder
disponible a la fe, como en 17:20.

La autoridad de Jesús (21:23–27)


Después de las acciones de provocación de Jesús, una reacción oficial era inevitable.
Esta llegó de los principales sacerdotes y los ancianos, los oficiales responsables
del templo, que constituían la mayor parte del Sanedrín.
Jesús estaba, implícitamente, atribuyéndose una autoridad que amenazaba la
supremacía de ellos y que Él tendría que justificar si le fuera posible, como en el caso
de la demanda de señales. Sin embargo, nuevamente rehusó involucrarse. Al
contestarles con su pregunta acerca de Juan el Bautista los acorraló muy eficazmente.
Pero esto no era una evasiva ingeniosa, ya que infería una continuidad entre la misión
de Juan y la de Jesús. Si Juan era verdaderamente el mensajero de Dios, lo que ellos
no se atrevían a negar, entonces Jesús no era menos.

61
14. JESÚS Y LA PROFECÍA (Mt. 24-25)
Este es el último sermón dado en el Monte Los Olivos por el Señor, dos días antes de
Su muerte; es un sermón profético en el cual se ve la autoridad y el conocimiento del
futuro que Él tenía, en cuanto a la tribulación, incluyendo el día de Su segunda venida.

Uno de los objetivos del Señor a realizarse en la tribulación, es la preparación de


Israel para el reino que ha de instituirse a Su regreso en cumplimiento de los pactos
con Israel. Es decir, traer conversión a la multitud de judíos, que entrarán en las
bendiciones del reino y experimentarán el cumplimiento de todos los pactos de Israel.

Las buenas nuevas de que el “Rey ya viene” serán predicadas (Mt.24:14) de manera
que Israel se vuelva a su libertador. Así como Juan el Bautista predicó tal mensaje
para preparar a Israel para la primera venida del Mesías, Elías predicará para preparar
a Israel para Su segunda venida.

El ánimo del Señor estaba admirablemente preparado para pronunciar este sermón
apocalíptico, debido a que dentro de breve tiempo iba a ser crucificado.

En este mensaje el Señor se refirió a la degeneración y corrupción que predominaba


en el pueblo, la cual era sumamente mala. Él denunció severamente a los líderes
religiosos, y declaró que iban a recibir un fuerte castigo, a través de dos
circunstancias: La destrucción de la ciudad de Jerusalén y mediante Su segunda
venida.
En Mt. 24 y 25 se narran los juicios contra Israel y contra los gentiles, dando una
cronología de la forma siguiente:

1. La destrucción del templo y de la ciudad de Jerusalén (Mt.24:1-2)


2. El comienzo del quinto discurso (Mt.24:3)
3. El período de la tribulación (Mt.24:4-26)
4. La Segunda Venida de Cristo (Mt.24:27-30)

5. La reunión de Israel (Mt.24:31)

6. Indicaciones complementarias para esperar la venida de Cristo (Mt.24:32-


51)

7. El juicio contra Israel (Mt.25:1-30)

8. El juicio contra los gentiles (Mt.25:31-46)

En esta cronología de eventos desarrollada cuidadosamente, el juicio contra Israel


seguirá a la Segunda Venida de Cristo a la tierra y la consecuente reunión de Israel
como nación.

62
Todo el pasaje de Mateo 24 y 25 demuestra que el Señor está dando el curso del fin
de la era, antes del establecimiento del reino en su relación con Israel y con el
programa de Israel. Este programa se desarrolla en estricto orden cronológico.

Jesús predice la destrucción del templo (Mt.24:1-2)

En cuanto a esto, el Señor dijo: “¿Veis todo esto? De cierto os digo que no quedará
piedra sobre piedra que no sea derribada”, para luego continuar con la tremenda
declaración en Mt.24:37-39 diciendo: “Mas como en los días de Noé, será la venida
del Hijo del Hombre…”
En cuanto a la destrucción de Jerusalén en Mt.24:15-22 con los pasajes paralelos de
Mr.13:14-20 y Lc.21:20-24, se refieren a la destrucción de la ciudad, y es interesante
observar que los cristianos que vivían en palestina en el año 70 d.C. pudieron ser
testigos cuando la ciudad y el templo fueron destruidos por los romanos bajo la
dirección de Tito Flavio Vespasiano.

Las señales antes del fin (Mt. 24:3 – 25:46)


Con el versículo 3 comienza el quinto discurso (profético) el cual fue dado como
respuesta a la siguiente pregunta de los discípulos:
¿Cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?

La respuesta de la primera parte de la pregunta no la registra Mateo, sino que se


encuentra en Lc.21:20-24.
El sermón se resume de la siguiente manera:

1. Señales generales de la historia del mundo hasta los últimos días (Mt.24:4-14)

2. Señales especiales que indican los días finales del mundo en la gran tribulación
(Mt.24:15-28)
3. Señales espectaculares que ocurren en su segunda venida triunfante con poder y
gran gloria (Mt.24:29-31)
4. Advertencia a los santos de la tribulación para que estén alerta a las señales que
indicarán la esperada venida de Cristo inmediatamente después de la tribulación
(Mt.24:32-35).

5. Advertencia a los creyentes a que estén preparados para el momento inesperado


de su venida (Mt.24:36-51)
6. Descripción del juicio de Israel y el juicio de las naciones inmediatamente después
de Su segunda venida aquí en la tierra (Mt.25:1-46).
El Señor Jesús no dio un plan detallado de todos los acontecimientos que
acompañarían Su segunda venida, acerca de los cuales se habla en las Epístolas y en
Apocalipsis, sino que trató de dar, a grandes rasgos, una idea de las señales que
precederían tanto la destrucción de Jerusalén como a Su segunda venida.

63
El Señor dio tres órdenes claras y terminantes:

1. “Mirad que nadie os engañe” Porque:

a) Habrá quienes digan que son el Cristo (Mt. 24:5)

b) Habrá falsos profetas (Mt. 25:11 y 24)

c) Cristo no vendrá secretamente (Mt. 24:23, 26-28)

d) Nadie puede fijar la fecha (Mt. 24:36)

2. “Mirad que no os turbéis”

Porque:

a) Habrá muchas guerras (Mt. 24:6-7)

b) Habrá señales físicas (Mt. 24:7)

c) Habrá gran aflicción (Mt. 24:9-10,21)

d) El amor de muchos se enfriará (Mt. 24:22)

e) Habrá grandes señales en los cielos (Mt. 24:29-31)

f) Será un tiempo de retribución para los que han rechazado a Cristo (Mt.
24:51).
3. “Vosotros estad preparados”

Porque:
a) Nadie sabe la hora de su venida (Mt. 24:36)

b) Será un tiempo de regocijo para los escogidos (Mt. 24:31)

c) Será un tiempo de retribución para los que han rechazado a Cristo (Mt.
24:51)

La exhortación a velar, está acompañada por una serie de parábolas que confirman
esta necesidad imperiosa, tales son:

La parábola de la higuera (Mt. 24:32-34)

La parábola del siervo (Mr.13:33-37)

64
La parábola del padre de familia (Mt. 24:43-44)

La parábola del siervo fiel (Mt.24:45-51)

La parábola de las diez vírgenes (Mt.25:1.13)

La parábola de los talentos (Mt. 25:14-30)

Todas y cada una de estas parábolas tiene como fin enfatizar la necesidad absoluta
de estar apercibidos para la venida de Cristo.
En Mt. 24:4-14 el Señor da las señales que caracterizarán todo el curso histórico de
los últimos días y que se intensificarán a medida que se acerca el fin, las cuales son:

1. Aumentarán los falsos profetas y engañarán a muchos (Mt. 24:4-5,11)

2. Aumento de guerras, hambre, terremotos, lo cual será principio de dolores (Mt.


24:6-8)

3. Al acercarse el fin, la persecución del pueblo de Dios será más severa y muchos
abandonarán su lealtad a Cristo (Mt. 24:9-10)

4. Aumentará la violencia y el crimen y disminuirá el amor (Mt.24:12)

5. Se predicará el evangelio del reino en todo el mundo (Mt. 24:14)

Mt. 24:15-28 Toda este pasaje describe las señales extraordinarias que ocurrirán
durante la gran tribulación, es decir, en la 2ª mitad de la última semana de Daniel.
La señal más importante es “la abominación desoladora” (Dn.9:27); un
acontecimiento visible que les avisa a los fieles que estén vivos durante la tribulación,
que la venida de Cristo a la tierra al final de los tiempos ocurrirá muy pronto.
Los santos de la tribulación podrán saber con bastante certidumbre cuándo terminará
la tribulación y vendrá el Señor a reinar en la tierra (24:33); ya que el tiempo que
transcurre entre la abominación desoladora y el fin, se revela en la Escritura como tres
años y medio: tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo; o mil doscientos sesenta días;
o cuarenta y dos meses (Dn.12:7; Ap.11:2; 12:6; 13:5-7).

La venida del Hijo del Hombre (Mt.24:29-51)


El quinto sermón, continúa con la segunda venida de Cristo. Puede ser que algunas
partes se hayan referido a la destrucción de Jerusalén, y si aceptamos que fue así, de
todas formas solo se cumplieron parcialmente, de manera que el resto se cumplirá
plenamente en la segunda venida de Cristo.

65
Inmediatamente después de la tribulación ocurrirán señales cósmicas que precederán
a la venida de Cristo y darán una clara advertencia de su inmediato regreso (v.30).

El retorno de Cristo a la tierra con poder y gran gloria no tomará por sorpresa a ningún
creyente de la tribulación que presta atención a la Palabra de Dios y observa las
señales relacionadas con el sol, la luna y las estrellas y el sacudimiento de los poderes
del cielo (Is.13:6-13).

V. 37 La venida del Hijo del Hombre tiene una doble referencia: la primera es la etapa
de su regreso en un momento desconocido e inesperado, el cual es el arrebatamiento
de la iglesia.
La segunda etapa de su venida después de la tribulación, se refiere cuando Él
destruirá a los malos y reunirá a todos los justos en su reino (Ap.19:11-20:4).
La segunda venida de Cristo será una manifestación completa y visible del Hijo de
Dios a la tierra, por lo que no debe confundirse con la venida por su iglesia en las
nubes, la cual será inesperadamente, cuando menos lo esperemos, como ladrón en la
noche.

15. INSTITUCIÓN DE LA CENA DEL SEÑOR Y DISCURSO DE


DESPEDIDA (Mr.14:12-25)
Esta era la última cena pascual que celebraba el Señor, con todo el simbolismo
histórico y teológico que incluía. Con esto se le daba un nuevo significado por medio
de su muerte, que desde este momento haría de esta cena el modelo para el acto
central de la adoración cristiana.
Jesús prosiguió usando el pan y el vino de la cena pascual como ayudas visuales para
explicar el significado de su próxima muerte.

Si el pan partido representaba su cuerpo, la realidad de su próxima muerte quedó


clara. Pero al decirles tomad, comed les indicaba que de alguna manera estaban
involucrados en su muerte.

Las palabras pronunciadas al momento de la copa aclaraban más la idea, ya que su


sangre sería derramada para el perdón de pecados para muchos. Al comer y al beber
los seguidores de Jesús serían identificados con su muerte, y así experimentarían el
perdón que él otorgaría con su muerte.

En esta forma el Nuevo Pacto profetizado en Jer. 31:31–34 sería establecido por
medio de la sangre de Jesús. Así como la primera pascua había establecido un pacto
que señalaría a Israel como el pueblo de Dios, así ahora un nuevo pueblo de Dios se
estaba formando. El viejo pacto fue una figura del nuevo (Jer. 31.31; Heb. 8-10), y
apuntaba al día en que Jesús sería el último y final sacrificio por el pecado. En lugar
de un cordero sin mancha sobre el altar, el Cordero perfecto fue levantado en la cruz.

66
La Pascua abarcaba una noche y una cena, pero la Fiesta de los Panes sin Levadura,
que se celebraba simultáneamente, seguía por una semana más.

Según los evangelios sinópticos, la “Santa Cena” de Jesús fue instituida en la primera
noche de la Pascua (Pésaj), mientras que Jn 13:1-4 dice que fue el día anterior. Esto
explicaría por qué los Evangelios no mencionan un cordero, normalmente el elemento
central de la comida pascual, ya que no se podría sacrificar antes de la fecha oficial.

Los Evangelios sinópticos supuestamente están en desacuerdo con las fechas dadas
por Juan, pero no es cierto necesariamente. Desde que el día judío comenzaba al
ponerse el sol, una comida servida el primer día de la fiesta de los panes sin levadura
se daría en la tarde en la que ese día comenzara; la siguiente tarde, la comida pascual
oficial, sería el “día” siguiente en términos judíos.

Es posible que el himno que cantaron los discípulos se tomara de los Salmos 115–
118, eran los salmos tradicionales que se cantaban como parte de la cena de Pascua.

Discurso de despedida del Señor Jesús (Jn. 14:15 – 17:26)

El Señor quiso alentar a sus discípulos y prepararlos para cuando Él se fuera, y para
el tiempo que venía.

Aunque en repetidas ocasiones el Señor les había dicho a sus discípulos que era
necesario que Él muriera, ellos no habían llegado a comprenderlo y no se sentían
preparados para tan triste suceso. En este discurso de despedida, les declaró que iba
a ser glorificado a través de la obra que iba a cumplir. Junto con esto les enseñó que
el distintivo de los discípulos era el amor entre ellos y para con los del mundo.
Sin embargo, el Señor les recordó que cuando él se fuera, no les dejaría solos, sino
que enviaría al Espíritu Santo, el cual vendría a enseñarles y recordarles lo que Él les
había dicho.
El Señor les enseñó antes de ir a Getsemaní, la figura de la vid y los pámpanos. Si
estamos en Él, entonces el Padre celestial, quien es el labrador, cuidará de nosotros.
Así llevaremos más fruto; lo cual glorifica al Padre y hace que nuestro gozo sea
cumplido.

Deberes para con los creyentes:

Luego continúa el discurso hablándoles de los deberes para con aquellos que son de
la familia de Dios. Durante el tiempo de su ministerio, había llegado a conocer
íntimamente a sus discípulos, de modo que sabía que la inestabilidad podía llevarlos
al fracaso. Era necesario que se amaran, como Él les había amado.

Deberes para con el mundo:

Finalmente, para terminar este mensaje, Cristo habla acerca de los deberes de los
discípulos para con el mundo.

67
Hace hincapié en el hecho de que el mundo le aborrece a él y también a todos los que
son de Él.

Mensajes sobre el porvenir:

El Señor les dijo las cosas que iban a acontecer una vez que él hubiese sido quitado
de en medio de ellos:

1. Sufrimientos

2. Serán echados de la sinagoga

3. Irán tras ellos para quitarles la vida.

Todo esto sucedería a través de hombres impíos que no conocían a Dios ni a Cristo.

Por lo tanto, el Señor hace una oración por sí mismo, por los discípulos y por la iglesia.

16. LA PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS

Preparación para la pasión (Mr. 14:1-42)


V.1–2 Aquí se establece la escena para prender a Jesús con engaño y matarle;
faltando dos días para la fiesta de la pascua, la cual conmemoraba el rescate de la
esclavitud en Egipto, que Dios obró por su pueblo, y en particular el sacrificio del
cordero pascual para protegerlos de la muerte (Ex. 12:1–30). Hay un simbolismo obvio
en el hecho de que Jesús sería crucificado en esta fiesta.
Este fue un complot deliberado para dar muerte a Jesús. Sin esta conspiración, no
hubiera habido sentimiento popular en contra de Él. Es más, la popularidad de Jesús
era tanta que los líderes religiosos temían arrestarlo durante la Pascua. No querían
que sus acciones incitaran un alboroto.

La presencia de Jesús en Jerusalén, por primera vez en el relato de Mateo, dio a los
principales sacerdotes y ancianos la oportunidad de matarle, tal como los fariseos lo
habían propuesto previamente en Galilea (Mt.12:14). Sin embargo, Jesús tenía
bastantes partidarios, y un alboroto en el pueblo sería un problema si Jesús fuera
arrestado públicamente. Pero surgió una solución inesperada a este dilema, por medio
de Judas Iscariote, al entregarlo él mismo (Mt. 26:14–16).
Caifás fue el sumo sacerdote que gobernó durante el ministerio de Jesús. Era yerno
de Anás, el sumo sacerdote anterior. El gobierno romano había asumido el proceso de
nombrar todos los líderes políticos y religiosos. Caifás sirvió por dieciocho años,
mucho más que otro sumo sacerdote, lo que sugiere que colaboraba bien con los
romanos. Fue el primero en recomendar la muerte de Jesús a fin de “salvar” la nación
(Jn. 11:49-50).

68
El ungimiento en Betania (Mr.14:3-9)

El ungimiento sugiere el papel de


Jesús como el Mesías, palabra que
significa “el ungido”, pero, a la vez,
presagia su muerte. El acto
extravagante de la mujer simboliza el
sufrimiento mesiánico de Jesús que se
avecinaba. Fue un acto de amor y
devoción y una buena obra. Pero los
discípulos sólo podían ver el
desperdicio. Los discípulos estaban
indignados pero el Evangelio de Juan
hace una alusión especial a Judas
Iscariote (Jn 12:4). La respuesta de
Jesús no tuvo la intención de minimizar
el cuidado de los pobres. Los actos
individuales de caridad pueden ser
olvidados pronto, pero lo que esta
mujer ha hecho permanecería como un
modelo de devoción dondequiera que
este evangelio sea predicado.

Betania era el hogar de Marta, María y


Lázaro, y Juan 12:3 dice que la mujer
era María. Este Simón es un
desconocido; quizá Jesús lo había
curado de su lepra. No era que estaba
leproso, sino que era un ex-leproso; ya
que según la Toráh, ningún rabino judío podía entrar a la casa de un leproso.

El vaso de alabastro era tallado a partir de un yeso traslúcido. Se usaba para guardar
aceites perfumados. El perfume era de nardo, un aceite importado de la India, que a
veces se usaba para ungir a los muertos, pero también era valorado como un
cosmético de lujo.

Mateo y Marcos ubican este hecho antes de la última cena, mientras que Juan lo hace
una semana antes, casi antes de la Entrada Triunfal. De los tres, Juan ubica este
acontecimiento en el orden cronológico más probable. Se debe recordar que el
propósito principal de los escritores de los Evangelios fue dar un informe exacto del
mensaje de Jesús, no presentar una relación cronológica exacta de su vida.
Mateo y Marcos pudieron haber optado por ubicar este acontecimiento aquí para
hacer un contraste con la devoción completa de María y la traición de Judas, los
próximos acontecimientos en ambos Evangelios.

69
La traición de Judas (Mr. 14:10-11)

El conocimiento íntimo que Judas tenía de los movimientos de Jesús y su grupo


durante su estadía en Jerusalén le permitió señalar a las autoridades cuándo y dónde
Jesús podría ser arrestado discretamente.

Treinta piezas de plata era la cantidad de compensación a un dueño por la pérdida de


un esclavo (Ex. 21:32), y la frase se usa para el “sueldo” del pastor rechazado (el
Mesías) en Zac. 11:12, al cual alude Mateo en 27:9-10. Esta era una cantidad
considerable, casi un sueldo anual. Sólo Mateo narra la cantidad exacta del dinero que
Judas recibió por vender a Jesús. Los líderes religiosos habían planeado esperar
hasta después de la Pascua para apresar a Jesús, pero la oferta inesperada de Judas
aceleró sus planes.

¿Por qué decidió Judas traicionar a Jesús?

Judas, esperaba que Jesús iniciara una rebelión política y echara a los romanos.
Como tesorero, seguramente esperaba que le fuera dada una posición importante en
el nuevo gobierno de Jesús. Pero cuando Jesús elogió a María por haber derramado
el perfume, equivalente a un gran precio, Judas pudo haber deducido que el reino de
Jesús no era físico o político sino espiritual.
Sus ansias de dinero y posición social no podrían hacerse realidad si seguía a Jesús,
de manera que lo traicionó a cambio de dinero y el favor de los líderes religiosos.
Es probable que Judas ya estuviera por dejar a Jesús, y decidió hacer efectiva esta
oportunidad. Quizás porque él era el único no galileo entre los doce y puede haberse
sentido fuera de lugar, especialmente cuando el grupo galileo marchó al sur, hacia
Jerusalén. Posiblemente, puede haberse sentido desilusionado por el estilo del
ministerio de Jesús, en especial si él había tenido esperanzas nacionalistas. El puede
haber concluido que Jesús era un Mesías falso, de modo que era su tarea religiosa
detenerlo.

Jesús ora en Getsemaní (Luc. 22:39-46)

El huerto de los Olivos llamado Getsemaní, un poco afuera de los límites de la ciudad,
era el “campamento” regular del grupo durante esta semana en Jerusalén. La mayoría
de los peregrinos que venían a celebrar la Pascua tenía que dormir afuera, ya que la
ciudad estaba extremadamente apiñada durante la fiesta. Si hubiesen cambiado de
lugar esa noche podrían haber echado a perder el plan de Judas, pero nuevamente
Jesús eligió no evadir lo que él había predicho.

Los sufrimientos físicos y espirituales de Cristo comienzan en Getsemaní. Su sudor


era como “grandes gotas de sangre” (Lc.22:44).

Bajo mucha presión, los vasos capilares de las glándulas sudoríparas pueden
romperse y mezclarse así la sangre con el sudor.

70
Lo que el Señor quiso decir “pasa de mí esta copa” ha sido un tema de mucha
discusión:

1. No puede ser que Cristo estuviera orando para que se le salvara de la muerte
física, porque Él estaba resuelto a morir por el pecado de la humanidad.

2. Es más probable que Él estuviera pidiendo el ser liberado del castigo de la


separación de Dios, la pena máxima por el pecado. Cristo pidió que su muerte
física fuera aceptada como el pago total por el pecado de los hombres.
Sin embargo, le dijo al Padre: “pero no sea como yo quiero, sino como tú”. Él se
entregó para sufrir tanto la muerte física como la separación espiritual de su
Padre celestial a fin de alcanzar la salvación de toda la humanidad.

Es algo tierno notar que en su aflicción él ansiaba el compañerismo humano; aunque


aun eso se le negó por el sueño que sentían los discípulos.
Todo el pasaje es un testimonio poderoso de la realidad de la naturaleza humana de
Jesús. Esto deja una impresión aun mayor de que, a la postre, no había ninguna duda
de que la voluntad del Padre tenía que ser prioritaria, sin importar el precio.

El arresto y el juicio de Jesús (Mr. 14:47-15:20)

La mucha gente que Judas trajo a Getsemaní era un destacamento de la “guardia”


provisto por el Sanedrín. Los discípulos no preparados eran menos en número que los
atacantes y ofrecieron poco más que una resistencia simbólica. Pero en todo caso,
Jesús no permitiría resistencia; de nuevo permitió que los eventos siguieran su curso
según lo predicho. No fue asunto de que no tuviera poder para prevenirlos, sino que
escogió no resistir, para que se cumpliese la Escritura.
De allí su estilo de la no violencia, en contraste con los dirigentes de los zelotes. Así,
mientras que parecía que la iniciativa estaba de parte de Judas y de los hombres
armados, en realidad fue Jesús quien estuvo a cargo de la situación y el propósito de
Dios que se estaba cumpliendo.
Judas había dicho que debían arrestar al hombre a quien él saludara. El arresto no lo
hacían soldados romanos bajo la ley romana, sino los líderes religiosos.
Judas identificó a Jesús no porque fuera difícil de reconocer, sino porque había
aceptado ser el acusador formal en caso de que fuera llamado a juicio. Judas supo
conducirlos a uno de los lugares de retiro de Jesús donde no hubiera personas que
interfirieran con el arresto.

El hombre que le cortó la oreja al siervo fue Pedro (Jn 18:10). Pedro trató de impedir lo
que para él era una derrota. No concebía que Jesús tuviera que morir para obtener la
victoria. Pero Jesús demostró que su entrega a la voluntad de Dios era perfecta. Su
Reino no sería promovido con espadas sino con fe y obediencia.

71
El juicio judío (Mr.14:53-65)

Este concilio, también llamado Sanedrín, era el cuerpo político y religioso más
poderoso del pueblo judío. A pesar de que los romanos gobernaban a Israel, daban
poder a la gente para tratar disputas religiosas y civiles, de modo que el Sanedrín
tomaba muchas decisiones locales que afectaban la vida diaria.

Pero la pena de muerte tenía que ser aprobada por los romanos (Jn 18:31), así que
otro juicio, ahora romano, sería necesario (Mt.27:11–26). Pero esta audiencia ante el
Sanedrín, llegó al límite de la confrontación.

Durante la audiencia Jesús declaró abiertamente su propia autoridad, y los miembros


del Sanedrín despreciativamente lo repudiaron, cumpliendo de esta manera la
predicción de Jesús en Mt.16:21.

No se dice cuál fue la acusación contra Jesús de parte de los testigos falsos. Pero la
supuesta expresión de Jesús: Puedo derribar el templo de Dios y edificarlo en tres
días… fue para ellos dura, porque una amenaza al templo era amenazar todo lo que
era más precioso en la vida y culto de Israel.

Jesús declara quién era Él verdaderamente. Él es el Cristo, el Hijo de Dios. Aunque


en su respuesta cuidadosa: Tú lo has dicho, Él prefirió usar el título que él mismo
había escogido, el Hijo del Hombre, y al combinar palabras tomadas del Sal. 110:1 y
de Dn. 7:13 demostró la verdadera naturaleza de la autoridad del Hijo del Hombre.

El sumo sacerdote acusó a Jesús de blasfemo: ¡estaba diciendo que era Dios! Para
los judíos, era un delito que se pagaba con la vida (Lev. 24:16). Los líderes religiosos
ni se detuvieron a pensar que las palabras de Jesús pudieran ser ciertas. Habían
decidido oponerse a Jesús y matarlo.

Pedro niega a Jesús (Mr.14:66-72)


Jesús predijo este fracaso de Pedro. Al entretejer los relatos de Jesús y Pedro en la
casa de Caifás, Mateo nos invita a comparar a los dos hombres que estaban bajo
presión. Mientras que Jesús se mantuvo firme, Pedro respondió a la presión en
aumento con negaciones violentas y crecientes, negando conocer a Jesús el galileo, a
Jesús de Nazaret, aunque no pudo esconder su acento galileo.
La historia termina con el llanto amargo de Pedro, pero no su restauración. Mateo no
lo menciona más por nombre, aunque existe un amplio indicio en la mención de los
“once discípulos” de 28:16.

El juicio romano (Mr.15:1-20)

Los romanos habían quitado a los líderes religiosos la autoridad para aplicar la pena
capital. Políticamente, esto les parecía mejor a los líderes religiosos a pesar de todo,
más aún tratándose de responsabilizarse de la muerte de Jesús.

72
Querían que la responsabilidad recayera sobre los romanos de manera que la gente
no les echara la culpa a ellos. Habían arrestado a Jesús basándose en el terreno
teológico: blasfemia; pero tomando en cuenta que este cargo no tendría validez en el
tribunal romano, tenían que buscar una razón política para dar muerte a Jesús. Su
estrategia tendría que consistir en presentar a Jesús como rebelde, aquel que
pretendía ser Dios y más importante que el César.
El juicio se realizó en público, enfrente de la residencia del gobernador. Únicamente
Pilato tenía autoridad para decidir tales casos, sin embargo, el juicio lo muestra
manipulado por otros y, a la postre, renunciando a su responsabilidad en favor de los
dirigentes judíos.
El rey de los judíos fue el supuesto título que los dirigentes judíos acusaban a Jesús
de asumir.
Era un título más cargado políticamente que el de “Mesías”, y por consiguiente uno
que el gobernador no podía ignorar; acusaba al hombre de ser potencialmente el líder
de una rebelión. Fue por este cargo que Jesús fue ejecutado finalmente.

Pilato, aunque tenía el deber de hacer justicia, demostró estar más interesado en la
política que en la justicia. Tuvo varias oportunidades de tomar la decisión correcta.
La conciencia le decía que Jesús era inocente; la ley romana decía que un inocente no
debía morir; y su esposa había tenido un sueño perturbador. Pilato no tenía excusa
para condenar a Jesús, pero temía a la turba.

Barrabás había tomado parte en una rebelión contra el gobierno romano (Mr. 15:7).
Era enemigo de Roma, pero para los judíos era como un héroe, un líder nacionalista
popular quien tendría más seguidores en Jerusalén que el “profeta galileo”.
Probablemente no fue muy difícil a las multitudes incitadas a elegir según la opinión de
los principales sacerdotes y los ancianos. No es necesario asumir que estas personas
fueran las mismas como los peregrinos galileos que dieron la bienvenida a Jesús en
Jerusalén en Mt.21:8-9; más bien éstos eran habitantes de la ciudad (Mt.21:10-11).
Pilato tuvo que dar el veredicto formal, lavándose las manos intentó quitarse la
responsabilidad de la muerte de Jesús y transferirla a la multitud.

La crucifixión de Jesús (Mt.27:27-56)


Los soldados gentiles tenían a su merced a un “rey” judío, e hicieron teatro con una
coronación burlesca, usando cualquier cosa que les viniere a la mano: el capote rojo
de un soldado como ropaje imperial, una caña como cetro real y una corona hecha de
espinas.
De esta manera el “rey de los judíos”, ya maltratado por su propia gente, fue
deshonrado igualmente por los gentiles.

Mateo dice muy poco acerca del horror físico de una crucifixión; el énfasis en esta
sección vuelve a caer sobre el rechazo y la burla, esta vez por el mismo pueblo de
Jesús.

73
Pero aun dentro de este marco improbable, salen a relucir algunos de los títulos
mesiánicos más grandes, a pesar de que eran en mofa. Por lo tanto, dentro de la
misma burla se puede vislumbrar algo del verdadero significado de la muerte de
Jesús. Y ecos frecuentes de las palabras de los Sal. 22 y 69 recuerdan que en el
sufrimiento y la muerte de Jesús las Escrituras se estaban cumpliendo.

El Gólgota era un lugar


donde se hacían ejecuciones
con regularidad, estaba
situado justo fuera de la
ciudad. Los soldados forman
una parte importante de la
escena ya que durante su
turno de guardia ocurrió una
confesión crucial.

A Jesús se le ofreció vinagre


mezclado con hiel o ajenjo,
era un narcótico para calmar
el dolor de los moribundos;
pero Jesús lo rechazó, habría
de sufrir totalmente
consciente y con mente
lúcida.

La costumbre era que los


soldados tomaran las
vestimentas de los que eran
crucificados. Estos soldados
echaron suerte y se
repartieron las vestimentas de
Jesús, cumpliendo así la
profecía de David en el Salmo
22, el cual es un paralelo de la crucifixión.

La burla la hicieron los judíos de diversas clases. Los dos ladrones, probablemente
eran insurgentes políticos, Josefo usa la frase “ladrones” para designar a los que
luchaban por la libertad de los judíos; de manera que Jesús murió, irónicamente, en la
misma compañía de los zelotes que él había procurado evitar cuidadosamente.

Los que pasaban eran judíos término medio, que sabían algo de Jesús y de sus
pretensiones concernientes al templo, y que habían oído de su reclamo de ser el Hijo
de Dios. Finalmente, los principales sacerdotes junto con los escribas y los ancianos
repitieron similar sarcasmo, pero también en burla agregaron el precioso título de rey
de los judíos. El rechazo total de Jesús por parte de su pueblo no podía haber sido
más obvio.

74
La muerte de Jesús (Mt.27:45–56)

Hasta este momento Jesús había guardado silencio, siendo objeto de la burla. Ahora
Mateo vuelve a enfocar a Jesús mismo, y al leer de su muerte, se nos permite
observar algo del significado de lo que estaba ocurriendo.

Jesús siguió con vida sobre la cruz desde el mediodía hasta como las 3 de la tarde. La
oscuridad de esas horas era una señal del desagrado de Dios. El grito extraordinario
de Jesús en la oscuridad citando Sal. 22:1, revela la profundidad de su sufrimiento al
dar su vida en rescate por muchos (Mt.20:28).
Esta es la única vez que Jesús no llamó “Padre” a Dios, indicando que por un tiempo
aun la íntima relación de Padre e Hijo (Mt.11:27) había sido quebrantada.

La supuesta apelación a Elías descansa en el sonido de la palabra Elí, “mi Dios”.


Algunos judíos creían que Elías podía ser invocado para proveer ayuda en momentos
de necesidad.

Los crucificados normal y gradualmente caían en la inconsciencia después de muchas


horas, aun días de agonía. Sin embargo, la muerte de Jesús se describe como si él
mismo estuviese en control pleno: entregó el espíritu es una expresión inusual,
sugiriendo un acto de voluntad e indicando que ésta no era una muerte cualquiera.

El enorme velo del templo separaba efectivamente el lugar santísimo, de modo que su
destrucción no fue sólo un acto de poder divino, de arriba abajo, presagiando la
destrucción mayor por venir, sino que también fue un símbolo del acceso a Dios por
medio de la muerte de Jesús.

El terremoto también ilustraba el poder y el juicio de Dios. El efecto de levantar


muchos cuerpos de hombres santos que habían muerto, sugiere que la resurrección
de los últimos días halló sus comienzos en la resurrección de Jesús; ya que estos
santos salieron de sus sepulcros después que Jesús había resucitado (Mt.27:53).
Ahora era el momento para que todas las esperanzas del pueblo de Dios fueran
cumplidas.

17. LA RESURRECCIÓN DE JESÚS (Mt. 27:57-28:15)

Normalmente, a los cuerpos de los crucificados se les daba un entierro deshonroso en


un sepulcro público. Pero al sepultar a Jesús en su sepulcro nuevo, José de Arimatea
demostró su devoción como discípulo.
Muchos sepulcros familiares de aquella época todavía se pueden ver en los
alrededores de Jerusalén, labrados en piedra, con una pequeña entrada, cubierta con
una gran piedra, y espacios para varios cuerpos.

El sepulcro nuevo en este caso, indica que no habían colocado otros cuerpos allí
todavía. Sólo un hombre rico podía costearse un sepulcro así, tan cerca de la capital.

75
La colocación de la guardia (Mt.27:62–66)

Solamente Mateo menciona la guardia. Tuvo que hacerlo con el fin de contradecir un
informe falso que estaba en circulación (Mt.28:15). La presencia de la guardia también
aumenta nuestra conciencia de la magnitud del milagro de la resurrección de Jesús.

El día siguiente, esto es, después de la preparación, significa el sábado. Al visitar a


Pilato y sellar la tumba los principales sacerdotes y los fariseos estaban quebrantando
sus propias leyes del sábado en su deseo de estar seguros de que se estaba
disponiendo de Jesús como convenía. Los fariseos estaban tan temerosos de las
predicciones de Jesús relacionadas con su resurrección que se aseguraron de que
sellaran la tumba y la custodiaran. Probablemente Judas les había advertido de las
repetidas predicciones de Jesús de que después de tres días resucitaré.

Debido a que la tumba estaba labrada en la roca en un lado de la colina, había una
sola entrada. Para sellarla, pasaron una cuerda sobre la piedra que cerraba la entrada,
y sellaron con arcilla los extremos de la cuerda. Pero los líderes religiosos tomaron
una precaución mayor: solicitaron que hubiera guardias en la entrada de la tumba.
Una guardia de soldados romanos ofrecía la seguridad máxima. Con estas
precauciones, la única forma en que la tumba podía quedar vacía era que Jesús
resucitara. Lo que los fariseos no entendían era que ni la roca, ni el sello, ni los
guardias, ni todo el ejército romano podrían impedir que el Hijo de Dios resucitara.

La tumba vacía y el Señor resucitado (Mt. 28:1–10)

Este no es un relato de cómo resucitó Jesús de los muertos, sino de cómo se supo de
su resurrección. La remoción milagrosa de la piedra no fue con el fin de dejar salir a
Jesús, sino para dejar entrar a las mujeres para ver la tumba vacía. Cada uno de los
Evangelios presenta un relato diferente acerca de cómo se supo del asunto, pero
ninguno de estos describe el evento propiamente.

En contraste con los dirigentes judíos, las mujeres habían descansado correctamente
el sábado. Ahora podían volver a ver el sepulcro; Mateo no menciona ninguna
intención de entrar. Pero la aparición de un ángel del Señor cambió todo. El ángel
había llegado para mostrarles que Jesús ya había resucitado, y para ese fin él había
removido la piedra y les había mostrado el interior de ese ambiente vacío donde
estaba puesto.

El informe de la guardia (Mt. 28:11-15)

Mientras que la mirada está puesta en Galilea y en el triunfo del Señor resucitado,
aquí se da un último vistazo a la ciudad, Jerusalén, con sus autoridades totalmente
desconcertadas, haciendo un desesperado arreglo para encubrir los hechos.
Requeriría mucho dinero para persuadir a los soldados a hacer correr el relato del
encubrimiento, ya que el dormir durante su turno de guardia sería un delito capital.

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Pero la reputación de Pilato era bien conocida; si el relato llegaba a sus oídos, él se
satisfaría con otro soborno. Justino Mártir menciona que tales relatos seguían
oyéndose en el siglo II para desacreditar el hecho de la tumba vacía.

La gran comisión (Mt.28:16 – 20)


Para los discípulos un alivio volver a Galilea, es allí donde la misión cristiana tiene su
lugar de comienzo, en una reunión con el Jesús resucitado. Con base a esa
autoridad, Jesús ahora envía a sus discípulos a extender su gobierno entre todas las
naciones por medio del hacer más discípulos. La naturaleza de ese discipulado se
amplía con dos participios más, bautizándoles y enseñándoles.

Jesús dejó a sus discípulos estas últimas instrucciones: estaban bajo su autoridad,
debían hacer más discípulos, bautizarlos y enseñarles que hay que obedecerlo a Él; Él
estaría con ellos siempre. En misiones previas Jesús había dicho a sus discípulos que
fueran sólo a los judíos. A partir de ese momento su misión tendría alcances
mundiales. Jesús es Señor de la tierra y murió por los pecados de toda la humanidad.

La ascensión de Jesús (Lc. 24:50-53)

La ascensión del Señor es una parte integral y necesaria en el plan divino para la
salvación del hombre. El Señor vino a este mundo, se humilló y se encarnó para dar
su vida muriendo en la cruz.
Resucitó para ascender nuevamente a la diestra del Padre; y lo hizo desde el monte
de Los Olivos a la vista de sus discípulos. El Señor llevó a sus discípulos a las afueras
de Betania, y ahí les dio las últimas instrucciones. Después de bendecirles, fue
recibido por una nube del cielo.
Este suceso se complementa en Hch.1:9.11 diciendo: “Este mismo Jesús, que ha sido
tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”. El Señor
vendrá por segunda vez a establecer su reino aquí en la tierra.

Conclusión
Hemos llegado al final de este maravilloso estudio de la Vida de Jesús. Juntos hemos visto
cómo el mundo fue preparado para recibirle; cómo vino naciendo humildemente en un pesebre
de Belén. Paso a paso seguimos sus viajes en tierra santa; hemos visto y examinado sus
milagros y hemos recibido sus enseñanzas. Con gozo sabemos que el sepulcro está vacío y
que ha resucitado. Luego vimos cómo ascendió al cielo, el lugar que había abandonado para
venir a salvarnos.
Realmente no se ha dicho todo cuanto pudiera decirse de nuestro Salvador; ya que nos
unimos a la misma opinión del apóstol Juan, quien dijo que no cabrían los libros en el mundo
entero que podrían escribirse sobre Él (Jn.21:25).

¡GRACIAS DIOS, POR HABER ESTUDIADO LA VIDA DE SU HIJO JESUCRISTO!

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