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BENEMÉRITA VNIVERSIDAD AVTÓNOMA DE PVEBLA

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES.


DOGMATICA JURÍDICA PENAL
MAESTRO: MALDONADO CISNEROS
TRABAJO DE INVESTIGACIÓN

POR:
MUÑOZ RODRÍGUEZ ISRAEL

OTOÑO 2008




 

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BENEMÉRITA VNIVERSIDAD AVTÓNOMA DE


PVEBLA
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES.
LICENCIATURA EN DERECHO.
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Los principios de derecho penal o de la dogmática jurídica penal como se estudia y profundiza
en la cátedra del Maestro Maldonado Cisneros son la base de los estudios las materias de
derecho penal I y derecho penal II y para el derecho procesal penal porque como se observa
son primordiales para el derecho penal y la jurisprudencia que se aplica, en el presente
documento presentaré los principios y la jurisprudencia que me fue accesible consultar para su
comprensión más práctica.

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Principio de legalidad. A nadie se le impondrá pena o medida de seguridad, sino por la


realización de una acción u omisión expresamente prevista como delito en una ley vigente al
tiempo de su realización, siempre y cuando concurran los presupuestos que para cada una de
ellas señale la ley y la pena o la medida de seguridad se encuentren igualmente establecidas en
ésta.

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En nuestro sistema punitivo el ³principio de legalidad´ es de capital importancia , en


virtud de que evita la indebida aplicación del ius puniendi que impide el abuso del poder
político jurisdiccional y se fundamenta en la Constitución en el artículo 14, al disponer que
queda prohibido imponer pena alguna que no esté decretada por una ley exactamente aplicable
al delito de que se trata; de este principio se deriva, inmediatamente, el que una conducta
humana sólo pueda castigarse cuando esta prevista por un precepto que describa completa,
clara, precisa y procedimentalmente la acción prohibida o exigida mediante la conminación de
la pena, deduciendo de aquello que si alguna descripción legal tipo debe contemplar los
contenidos y elementos necesarios para considerarla penal.
Así el tipo, la descripción del delito que contiene una ley penal, para objetivarse en el
proceso penal requiere de la tipicidad, describiendo, el tipo como figura básica de nuestro
sistema penal es el enunciado legal que, conteniendo todos sus elementos, permite averiguar si
con una conducta existe o no la tipicidad y, consecuentemente, ya en la realidad si en la
averiguación previa o en el proceso penal existe el cuerpo del delito y la probable
responsabilidad del inculpado.

Este principio de legalidad corresponde al conocido apogtema nullum crimen nullum


poena sine lege.

Delito es la acción típica, antijurídica y culpable que sanciona la ley penal. Nuestro
derecho constitucional y la dogmática penal han sometido la legislación y el juzgamiento del
delito al principio de legalidad, al mismo tiempo se ubica dentro de la axiología requerida para
la continuidad de un gobierno sin corrupción ni exceso en el ejercicio del poder. De esta forma
el apogtema nullum crimen sine lege es su expresión legal.

El concepto de delito se definirá a continuación y en tal empresa habremos de partir de


lo que la dogmática y la jurisprudencia señalan como elementos del delito.

Jurisprudencia

EXACTA APLICACIÓN DE LA LEY EN MATERIA PENAL, GARANTÍA DE SU


CONTENIDO Y ALCANCE, ABARCA TAMBIEN A LA LEY MISMA. La interpretación
del tercer párrafo del artículo 14 constitucional, que prevé como garantía la exacta aplicación
de la ley en materia penal, no se circunscribe a los meros actos de aplicación, sino que abarca
también a la propia ley que se aplica, la que debe estar redactada de tal forma que los términos
mediante los cuales especifique elementos respectivos sean claros, precisos y exactos. La
autoridad legislativa no puede sustraerse al deber de consignar en las leyes penales que expida,
expresiones conceptos claros, precisos y exactos, al prever las penas y describir las conductas
que señalen como típicas, incluyendo todos sus elementos, características, condiciones,
términos y plazos, cuando ello sea necesario para evitar confusiones en su aplicación o
demérito en la defensa del procesado. Por tanto, la ley que carezca de tales requisitos de

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certeza, resulta violatoria de la garantía indicada prevista en el artículo 14 de la constitución


general de la República.

P.IX/95. Amparo directo en revisión 670/93. Reynaldo Álvaro Pérez Tijerina. 16 de


marzo de 1995. Mayoría de seis votos. Ponente Juan Díaz Romero. Secretario: Jorge Carenzo
Rivas.

El Tribunal Pleno en su sesión privada celebrada el quince de mayo en curso, por


unanimidad de ocho votos de los señores ministros Sergio Salvador Aguirre Angiano, Mariano
Azuela Guitrön, Juventino V. Castro y Castro, Juan Díaz Romero, Genaro David Góngora
Pimentel, José de Jesús Gudiño Pelayo, Humberto Román Palacios y Olga María Sánchez
Cordero, aprobó, con el número IX/95 (9ª.) la tesis que antecede. México, Distrito Federal,
quince de mayo de mil novecientos noventa y cinco.

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El artículo 14 de la Constitución Federal consagra el conocido apotegma nullum crimen


sine poena, nullum poena sine lege certa traducible como el que no puede haber delito sin pena
ni pena sin ley específica y concreta para el hecho de que se trate; de ello deriva la importancia
que la dogmática jurídico-penal asigna al elemento del delito llamado tipicidad, entendido
como la constatación plena del encuadramiento exacto entre los componentes de una hipótesis
delictiva descrita en la ley y un hecho concreto acontecido y probado en el mundo fáctico. La
tipicidad es un presupuesto indispensable del acreditamiento del injusto penal que se entiende
como la desvaloración de un hecho sin ponderar aun el reproche posible a su autor, y
constituye la base fundamental del principio de legalidad que rige, con todas sus derivaciones,
como pilar de un sistema de derecho penal en un estado democrático de derecho. Así, del
propio principio podemos encontrar como derivaciones los de taxatividad o exigencia de un
contenido concreto y unívoco en la labor de tipificación de la ley, es decir, que la descripción
típica no debe ser vaga ni imprecisa, ni abierta o amplia al grado de permitir la arbitrariedad;
de igual forma, el principio de plenitud hermética en cuanto a la prohibición de analogía o
mayoría de razón en la aplicación de la ley penal, traduciéndose en la exigencia de exacta
aplicación de la ley que se contiene de manera expresa, en el caso mexicano en el actual
párrafo tercero del artículo 14 constitucional que dice: "En los juicios del orden criminal queda
prohibido imponer, por simple analogía y aun por mayoría de razón, pena alguna que no esté
decretada por una ley exactamente aplicable al delito de que se trata."

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL SEGUNDO


CIRCUITO.

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Amparo directo 137/2005. 6 de octubre de 2005. Unanimidad de votos. Ponente: José Nieves
Luna Castro. Secretario: Fernando Horacio Orendáin Carrillo.

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Para que la acción u omisión sean consideradas delictivas, se requiere que lesionen o al
menos pongan en peligro, sin causa justa, al bien jurídico tutelado por la ley penal.

En los Estados de derecho como el nuestro, se considera a la función represiva del


derecho penal como la expresión más drástica del poder político del Estado, que corresponde al
imperativo de proteger a la sociedad de manera eficaz y justa, aunque por ratio legis,
únicamente en casos extremos; por ello si bien es cierto se acepta y se tolera tal forma de
sancionar, también lo es que el Estado en primer término debe tratar de evitar se llegue a
dichos extremos mediante la prevención de la delincuencia y, en segundo lugar, si no hubiera
otro remedio que el penal, no debe intervenir punitivamente ante cualquier fenómeno alterante
de la vida social, debiendo en este sentido limitarse a la tutela de bienes de la vida
fundamentales de la comunidad que así lo requieran por su trascendencia y valor.

De esta manera el ius puniendi no debe reaccionar contra cualquier acto que perturbe el
seno de la comunidad, sino que debe restringirse a la protección de los bienes jurídicamente
tutelados, considerando así como acciones u omisiones delictivas únicamente las que lesionen
o pongan en peligro a dichos bienes jurídicos sin causa justa situación que suele llamarse
principio del bien jurídico.

De conformidad con esto, la ley penal no se aplicará mientras no se hubiera producido


por lo menos un peligro para un bien jurídico protegido o, al menos, se le pone en peligro; las
infracciones de una norma que no resultaren peligrosas para un bien jurídico o que no
alcanzarán a producir una lesión de aquel, no serán relevantes como presupuesto de una pena,
dado no serán consideradas delictivas. Por el principio de legalidad, ello también implica que
en todo tipo de la parte sustantiva del código punitivo artículo 3 del D. F. se debe precisar cual
es el bien jurídico tutelado, y cual es su lesión o puesta en peligro del mismo ³«para que la
omisión o la acción sean consideradas delictivas« ³ o sea que cuando menos, en toda
consignación, orden de aprehensión, auto de formal prisión o sentencia definitiva, se debe
hacer esta precisión, so pena de vulnerar los artículos 14 y 16 constitucionales e incurrir en
posible responsabilidad, ya que este es un precepto terminante de la ley.

PRINCIPIO DE TIPICIDAD Y PROHIBICIÓN DE LA APLICACIÓN RETROACTIVA,


ANALÓGICA Y POR MAYORÍA DE RAZÓN. No podrá imponerse pena o medida de
seguridad alguna, si no se acredita la existencia de los elementos de la descripción legal del

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delito de que se trate. Queda prohibida la aplicación retroactiva, analógica o por mayoría de
razón de la ley penal en perjuicio de persona alguna.

La ley penal sólo tendrá efecto retroactivo si favorece al inculpado, cualquiera que sea la etapa
del procedimiento, incluyendo la ejecución de la sanción. En caso de duda, se aplicará la ley
más favorable.

Este precepto contempla diversos principios que son vitales en su observancia dentro de
nuestro sistema penal. La descripción legal referida en este precepto corresponde a la idea del
tipo penal.

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Derecho penal de acto y no de autor.

El derecho penal solo debe sancionar al sujeto ³por lo que hace´ y no por ³quien es´.
Lo anterior es intitulado por la doctrina tradicional como ³derecho penal de acto y no derecho
penal de autor´

La reforma del Código Penal en 1984 deja el derecho penal de autor y se define por el
derecho penal de acto en el artículo 7 que dice: delito sólo puede ser un acto u omisión
realizado dolosa o culposamente.

A continuación una jurisprudencia de hechos y no de autor como verbigracia:

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Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
III, Junio de 1996
Página: 791
Tesis: VI.2o.73 P
Tesis Aislada
Materia(s): Penal

   
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Conforme a lo dispuesto por el artículo 19 constitucional, el requisito de la probable


responsabilidad para dictar auto de formal prisión, se cumple cuando en la causa penal existen
datos suficientes para acreditar la imputación de un hecho delictuoso, correspondiendo en todo
caso al Ministerio Público aportar los elementos de convicción que hagan probable la
responsabilidad del inculpado; por tanto, el auto de formal prisión que se sustenta en la falta de

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pruebas del indiciado para desvirtuar la !+&$!-!+'&!*+ que se le hace, infringe la disposición
constitucional mencionada, ocasionando violación de garantías individuales.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEXTO CIRCUITO.

Amparo en revisión 104/96. David Eduardo Ramírez Juárez. 9 de mayo de 1996. Unanimidad
de votos. Ponente: Magistrado por ministerio de ley José Mario Machorro Castillo. Secretario:
Gonzalo Carrera Molina.

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No podrá aplicarse pena alguna, si la acción o la omisión no han sido realizadas


culpablemente. La medida de la pena estará en relación directa con el grado de culpabilidad del
sujeto respecto del hecho cometido, así como de la gravedad de éste.

Igualmente se aplicará la acreditación de la culpabilidad del sujeto para la aplicación de


una medida de seguridad, si esta se impone accesoriamente a la pena, y su duración estará en
relación directa con el grado de aquélla. Para la imposición de las otras medidas penales será
necesaria la existencia, al menos de un hecho antijurídico, siempre que de acuerdo con las
condiciones personales del autor, hubiera necesidad de su aplicación en atención a los fines de
prevención del delito que con aquellas pudieran alcanzarse.

El principio establece varios principios que rigen la materia penal de nuestro país. El
principio de culpabilidad presupone la imputabilidad del inculpado, o sea que debe referirse a
un sujeto con capacidad suficiente para querer lo que hace y entender lo que quiere; habida
cuenta el principio general de que los inimputables no son sujetos de proceso penal. Pero
además, alude que pudiendo haberse motivado el sujeto para no realizar su conducta delictiva,
aún así no renuncio a aquella e, incluso, a sabiendas de la existencia de una pena por su
realización, la ejecuta en tratándose de los delitos dolosos, o bien, en los culposos, la realiza sin
los cuidados debidos, despreciando así el respeto que debe a los bienes jurídicamente tutelados
por el Estado, PRINCIPIO DE BIEN JURÍDICO TUTELADO.

Al respecto suele decirse que quien actúa así, se hace merecedor de un juicio de
reproche que hará el juzgador al sentenciar, o sea, según el grado de su culpabilidad, éste le
impondrá la pena que le corresponda de acuerdo con los máximos y mínimos que para delito
establece cada uno de los tipos penales de la parte especial de este código. Esto implica
naturalmente que en el proceso penal relativo se hubieran recabado las pruebas necesarias para
conocer las peculiaridades del inculpado, como lo establece el artículo 289 del vigente Código
de Procedimientos Penales del D.F., pues si careciera de estas pruebas, no podría tenerse por
demostrada la culpabilidad ya que está, lógica y jurídicamente presupone la prueba de las
peculiaridades del inculpado en términos del precepto procesal aludido.

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Así la culpabilidad, que es ante todo personal, responde a la idea de reprochabilidad. En


este sentido como asienta Bacigalupo, es reprochable el que pudiendo obrar de otra manera lo
ha hecho en forma típica y antijurídica, es decir al que no tuvo capacidad para obrara de
acuerdo a derecho. La capacidad de obrar de acuerdo a derecho, a su vez, depende de los
presupuestos procesales que la condicionan: a) Capacidad de comprender la antijuricidad del
hecho y la capacidad de dirigir las acciones de acuerdo con esa comprensión; b) la posibilidad
de conocer la antijuricidad del hecho. En consecuencia, importan aquí las facultades mentales
del inculpado, la llamada imputabilidad o capacidad de culpabilidad, el conocimiento por parte
del procesado del carácter antijurídico del acto y la exigibilidad a éste de un comportamiento
distinto.

El párrafo segundo se refiere a medidas de seguridad, las cuales tienen como


presupuesto cuando menos de un hecho antijurídico y más bien penalmente relevante, pues de
otra forma no tendría competencia el juzgador para su imposición, si bien en todo caso las
mismas estarían en razón directa del estado personal de quien hubiera intervenido en el delito,
y no sólo como actor, como limitada y parcialmente señala este párrafo segundo en cuestión.

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Igualdad ante la ley

La igualdad ante la ley es impracticable cuando se supone (un prejuicio que abarque
todos los ámbitos del derecho) que ciertos hombres se hallan investidos, por mandato supremo,
de calidades que los demás no comparten. Esto ocurrió inclusive, en las cartas de derechos del
régimen medieval cartulario, entre ellas la famosa Carta Magna.

El individualismo humanista afirmó que todos los hombres nacen iguales en derechos
son iguales ante la ley, lo mismo cuando esta ordenada que cuando faculta o sanciona.

Al analizar el surgimiento del principio de igualdad durante el pensamiento ilustrado


del siglo XVIII establecíamos que éste partía del principio: ³Todos los hombres son iguales y
por lo tanto deben ser tratados igual por la ley´ con ello se quería evitar las injusticias del
sistema de aquel tiempo. Por tanto la idea de igualdad que guio el pensamiento ilustrado fue:
³Todos deben responder por igual ante la justicia´.

En México el constituyente de 1917 reconocería los derechos sociales, conforme a los


cuales la idea de justicia parte de la idea de tratar a los iguales de forma igual y a los iguales de
forma desigual´ lo que da a la idea de igualdad un desequilibrio entre nosotros.

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Fundamentare el principio de Ultima ratio en la prohibición de la responsabilidad


objetiva del artículo 3 del Código Penal para el D. F.

Prohibición de la responsabilidad objetiva. Para que la acción o la omisión sean


penalmente relevantes, deben realizarse dolosa o culposamente.

Aunque el precepto no lo indique debe entenderse que para ser penalmente relevantes ±
punibles ± la acción o la omisión, se necesita: a) que su realización sea típica; b) que su
ejecución no este permitida por la ley, o sea deben ser antijurídicas; c) que sin causa autorizada
por el derecho vulneren o pongan en peligro de lesión algún bien jurídico tutelado en la ley
penal, así como d) que sean cometidos culpablemente por el autor o participe que corresponda.

Naturalmente los tipos penales comprenden prohibiciones o mandatos; vedan


determinadas conductas o bien ordenan realizar acciones. Las prohibiciones se violan, desde
luego, realizando la conducta proscrita, o sea mediante comportamientos positivos. Los
mandatos por su parte se infringen no haciendo lo ordenado en la norma, esto es, omitiendo.

Por el principio de legalidad, la referencia a lo penalmente relevante encuentra su


basamento en las leyes penales que son equivalentes aquí a tipos penales, como descripciones
concretas de la conducta (acción u omisión) vedada por aquéllas (prohibiciones o mandatos).
El tipo es la materia de la prohibición de la norma. Así que el que concrete con su conducta un
tipo penal, o sea, el que se comporte de la manera descrita por la materia de la norma, obrará
en forma contraria a esta. Dignifica que quien realice

La acción prohibida u omita cumplir el mandato, se adecuará en lo establecido en el


tipo y, por tanto, obrará en forma contraria a la norma. Sin embargo, ello no significa todavía
que el agente haya obrado de manera antijurídica, dado, que en situaciones determinadas por
la ley, una acción contraria a la norma puede ser autorizada por una proposición permisible o
causa de justificación, como ocurre con aquél que lesiona a otro actuando en legítima defensa.
En tanto la adecuación típica establece la contradicción de una acción con una norma
particular, la antijuricidad equivale a la oposición de la realización del tipo con respecto al
ordenamiento jurídico en su totalidad.

El precepto taxativamente acota las conductas ± acciones u omisiones ± delictivas, al


indicar que éstas solamente pueden realizarse dolosa o culposamente. Ello implica que la
conducta penalmente relevante que interesa solo es aquella que se realiza cono dolo o intención
o culpa o imprudencia; este último supuesto además se requiere, por el principio numerus
clausus.

Obra dolosamente el que, conociendo los elementos objetivos de la descripción legal


del delito de que se trate, previendo como posible el resultado típico, quiere o acepta su
realización. Actua culposamente quien produce el resultado típico, que no previó siendo

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previsible o previó confiando en que no se produciría por virtud de la violación de un deber de


cuidado que objetivamente era necesario observar.

Por lo mismo el puro resultado dañoso de una conducta de acción u omisión, sin dolo o
culpa, sólo dará lugar a pretensiones de carácter civil pero no penal, máxime porque el último
párrafo del artículo 17 constitucional indica que nadie puede ser aprisionado por deudas de
carácter puramente civil.

La expresión de este artículo refiere el sentido humanista de circunscribir el derecho


penal a las conductas socialmente dañosas que lo requieran, o sea, la protección de bienes
jurídicos penalmente relevantes, o si se prefiere, a la exigencia de que para castigar penalmente
una de esa conductas no deben existir otros medios que sean eficaces y menos gravosos que el
ius puniendi para combatirla, dado que, cuando sea socialmente adecuado, el Estado debe
preferir todas aquellas medidas del derecho privado o público que puedan evitar mayores
afectaciones o alteraciones a la comunidad, o que tengan para el inculpado consecuencias
menos negativas. O sea, sólo en tratándose de delitos culposos y dolosos cabe legislar y aplicar
el derecho penal, sin que quepa aplicarse éste sólo por situaciones de mera responsabilidad
objetiva. Este principio suele expresarse con el apogtema de que el ius puniendi ha de ser la
ULTIMA RATIO de la política criminal. Se dice entonces que el derecho criminal es
subsidiario respecto de las demás posibilidades de regulación de los conflictos, ya que
únicamente se debe acudir a aquél cuando todos los medios legales metapenales hubieran,
probadamente en la sociedad, fracasado. El fundamento de este principio radica en que el
castigo penal pone en peligro la existencia de la vida social, pues vulnera las garantías
individuales de todo aquél que se viera involucrado como inculpado.

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El vocablo Non bis in idem, término de origen latino, significa ³no dos veces sobre lo
mismo´ es decir, que no recaiga duplicidad de sanciones por un hecho ilícito, en los casos que
se aprecie a un mismo sujeto, es decir, nadie puede ser culpado dos veces por el mismo delito.
Para Trayter la figura de Non bis in idem posee un doble significado:

De una parte, su aplicación impide que una persona sea sancionada o castigada dos
veces por la misma infracción (vertiente vertical). Por otra, es un principio procesal en cuya
virtud un mismo hecho no puede ser objeto de dos procesos distintos o si se quiere 2 no dos
proceso con el mismo objeto´

Para Rafael Márquez Piñero, con la citada expresión se quiere indicar que una persona
no puede ser juzgada dos veces por los mismos hechos que se consideran delictuosos, a fin de

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evitar que quede pendiente una amenaza permanente sobre el que ha sido sometido a un
proceso penal anterior.

El non bis in idem garantiza a toda persona que no sea juzgada nuevamente por el
mismo delito o infracción, a pesar de que en el juicio primigenio fue absuelto o condenado por
los hechos que se pretenden analizar por segunda ocasión.

El principio non bis in idem tiene una doble configuración: Por un lado, una versión
sustantiva y una connotación procesal.

El contenido material del non bis in idem implica la interdicción de la sanción múltiple
por lo mismo, y ajuicio de la doctrina mayoritaria rige cuando concurre la llamada triple
identidad: De sujeto, de hecho y de fundamento.

Se ha destacado la estrecha relación entre el non bis in idem y la cosa juzgada, pero la
cosa juzgada no agota los alcances del principio de non bis in idem, el cual se extiende incluso
a las sanciones administrativas, aunque no exista una sentencia judicial firme.

Los antecedentes de este principio se remontan a la Constitución francesa de 1791 y a


la Quinta enmienda de la Constitución estadounidense; en México apareció por primera vez en
las Constituciones centralistas (1836 y 1843) luego figuro en el Estatuto Provisional de
Comonfort (1856) y en el artículo 24 de la Constitución de 1857.

Se ha relacionado el fundamento constitucional del non bis in idem procesal con la


doctrina norteamericana del jeopardy, que se erige en V enmienda a la Constitución de los
Estados Unidos adoptada en 1791, según la cual ³tampoco se pondrá a persona alguna dos
veces en peligro de perder la vida o algún miembro con motivo del mismo delito´ Elocución a
raíz de la cual se interpreta jurisprudencialmente que todo ciudadano, al margen de su
inocencia o responsabilidad, no puede ser sometido múltiples veces el riesgo de la pretensión
punitiva estatal. Lo contrario significaría tolerar una ilimitada intromisión pública sobre la
esfera de libertad y seguridad de la persona. El Estado tiene una sola oportunidad para
perseguir y sancionar a un ciudadano por la realización de un injusto ³si la pierde, ya no puede
ejercerla, así se invoquen defectos técnicos o diferentes perspectivas para resolver el caso´

La Suprema Corte de los Estados Unidos ha afirmado que esta garantía protege al
individuo contra procesamientos y castigos múltiples por el mismo delito, con lo que, en
estricto, el doublé jeopardy se relaciona con el non bis in idem procesal como el material. En el
caso Green contra los Estados Unidos (1957) señalo:

La idea subyacente, de profundo arraigo por lo menos en el sistema


angloestadounidense de jurisprudencia, es que no se debe permitir que el Estado, con todos sus
recursos y autoridad, emprenda intentos repetidos de condenar a un individuo por un presunto

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delito, exponiéndolo a la vergüenza, gastos y molestias además de obligarlo a vivir en una


condición permanente de ansiedad e inseguridad y de que con ello aumenta la posibilidad de
que, aun siendo inocente se le declare culpable.

En México el articulo 23 de nuestra Constitución Política: ³Nadie puede ser juzgado


dos veces por el mismo delito´. El principio en latín non bis in idem se define en
jurisprudencia:

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Sexta Época
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Segunda Parte, VI
Página: 194
Tesis Aislada
Materia(s): Penal



Las sentencias firmes sobre el fondo, no pueden atacarse por un nuevo proceso, de tal manera
que el condenado injustamente, queda condenado; en tanto que el absuelto injustamente, queda
absuelto. Así pues, la pendencia de un proceso obstaculiza otro sobre el mismo objeto ante el
mismo y otro tribunal, en razón de que dos procesos sobre un mismo objeto son evidentemente
inconvenientes y llevan anexo, además, el peligro de dos resoluciones contradictorias. Este
principio puede enunciarse con el lema latino "non bis in ídem", pero se limita normalmente su
alcance a la prohibición de un segundo proceso sucesivo, no extendiéndola a la de un segundo
proceso simultáneo, por diverso delito.

Amparo directo 5083/56. Reginaldo Morales Uribe. 18 de septiembre de 1957. Unanimidad de


cuatro votos. Ponente: Luis Chico Goerne.

 

Para la conclusión del presente documento diré que los principios de derecho penal en su
nombre más propio de Dogmatica Jurídico Penal nos dan principio a profundizar y movernos
apropiadamente y bien jurídicamente en los diferentes Códigos penales y de procedimientos y
en la jurisprudencia respectiva para hacer de nuestros estudios universitarios más
profesionales.

BIBLIOGRAFÍA

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Orellana Wiarro, Octavio Alberto, Curso de Derecho Penal, Parte General Edit. Porrúa 1999

Díaz Aranda Enrique Derecho Penal, Parte General Edit. Porrúa 2003

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