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Desde que tengo uso de razón me he visto rodeada del mismo contraste que
exponen los locutores de esta nota. Me dicen que vivo en un país rico y
privilegiado, bañado por dos mares, cruzado por enormes y frondosas
montañas que albergan una de las faunas más exóticas del mundo y cantidad
más variada de flora de todo el globo; que la gente es más amable aquí que en
cualquier parte, son felices sin motivos y tan pujantes que han aguantado
durante más de 200 años una serie de males que los aquejan pero que aun no
se pueden resolver.
Que irónico resulta, tienen toda la razón, como en un mismo espacio noticioso
se contrastan noticias sobre el acenso económico y la vez la de cientos de
familias pobres que acaban de perder lo poco que tenían y que llamaban
hogar, lo peor de todo es que es tan cierto lo primero como lo segundo y que
aunque parezca ilógico, al país si le está yendo mejor en materia económica
pero eso no significa que a sus habitantes también. Esto tiene varias
explicaciones.
Eso explica él porque cada vez percibimos más pobreza aunque las cifras nos
demuestren lo contrario, la plata está en manos de los mismo, así funciona el
sistema capitalista que adopto nuestra nación hace ya cientos de años, en los
cuales sean demostrado fehacientemente que cada vez los ricos se hacen más
ricos y los pobre se hacen más pobres basados en una sola frase "Dale dinero
a un rico y producirá más dinero, dale dinero a un pobre y será dinero perdido"
No es en vano que los últimos ocho años hayan sido los de más grande
crecimiento económico en el país pero a la vez los de la más grande injusticia
social, los dos periodos de gobierno del señor Álvaro Uribe Vélez y su política
de seguridad democrática en la cual la mayor parte de los recursos del estado
fueron dedicados a la guerra internet en contra del terrorismo, permitieron
generar un ambiente de seguridad en el país que atrajo a su vez grandes
inversionistas extranjeros que dinamizaron la economía local, por otra parte el
descuido del sector social se ha visto reflejado en el empeoramiento de los
servicios públicos de salud, educación y vivienda, fallas que se vieron
reflejadas en la pasada ola de invierno.
Finalmente solo queda reitera que definitivamente si somos un país rico y que
indiscutiblemente nos encontramos en un buen momento económico,
lamentablemente el mal que nos ha perturbado sigue presente en cada
momento y la corrupción de nuestros líderes y mandatarios en los que prima su
bien particular sobre el bien común y solo nosotros somos responsables pues
somos quién periodo tras periodo votamos por los mismos, nos dejamos
comprar con promesas e ilusiones y no votamos a conciencia, pues por comer
el día de las elecciones arriesgamos la comida de los próximos cuatro años.