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José Andrés Albuja

Mal de altura (SOROCHE)


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III nivel

¿QUÉ ES EL MAL DE ALTURA?

El mal de altura (también conocido como el mal de montaña agudo) es el


nombre dado a las reacciones fisiológicas del cuerpo humano (respuesta),
que se producen como consecuencia de la exposición a la baja presión de
oxígeno que existe a gran altitud.

El mal de altura es el nombre dado a las reacciones fisiológicas del cuerpo


humano que se producen con la exposición a la baja presión de oxígeno que
existe a gran altitud.

A medida que ascendemos, se produce una disminución progresiva de la


presión atmosférica y también de la presión parcial de oxígeno en el aire
que inspiramos. El oxígeno es esencial para la vida y su disminución brusca
produce importantes alteraciones que, de mantenerse durante un tiempo
excesivo, pueden llevar incluso a la muerte. Por este motivo, los deportistas,
han de someterse a un periodo de aclimatación con el fin de que su
organismo se vaya adaptando a estas bajas presiones de oxígeno.

¿DÓNDE SE PRODUCE EL MAL DE ALTURA?

Los primeros síntomas del mal de montaña pueden empezar a sentirse a


partir de los 2.500-3.000 metros por encima del nivel del mar. En personas
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sensibles, pueden aparecer incluso a menores alturas. A partir de los 5.000


metros, ya no hay ninguna vivienda habitada permanentemente por el
hombre, ya que acabaría por morir debido a los problemas que se presentan
a estas alturas. Por tanto, el riesgo de padecer mal de altura en áreas
turísticas, que pueden estar a una altura entre los 3.000 y 4.000 metros, es
completamente real. Cada año se producen al menos siete muertes
relacionadas con la altitud entre los 50.000 viajeros.
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FACTORES FAVORECEDORES

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La incidencia del mal de altura varía mucho de un individuo a otro
(variabilidad individual). Hay personas que soportan mejor que otras las
ascensiones rápidas. Otros factores que influyen son la velocidad de
ascenso (cuanto más rápida, mayores son las probabilidades de aparición),
la duración de la estancia a una altura determinada, el ejercicio continuado
a gran altura y la edad (los más jóvenes y los ancianos presentan mayor
predisposición). El mal de altura no depende de la forma física de la persona
y puede afectar incluso a los atletas más experimentados.

ACLIMATACIÓN

Al disminuir la presión de oxígeno en el aire inspirado y, por tanto, en la


sangre, el organismo pone en marcha una serie de mecanismos destinados
a aportar una mayor cantidad de oxígeno a las células. Aumentan la
respiración y el pulso, así como la eficacia de bombeo del corazón y el
número de glóbulos rojos (las células de la sangre responsables de la
capacidad transportadora de oxígeno). Sin embargo, la reducción de
oxígeno tiene una serie de consecuencias no deseadas: aumento de presión
en la circulación pulmonar (hipertensión pulmonar), cambios de los valores
del pH sanguíneo (acidez), alteraciones del equilibrio entre
líquidos/electrolitos (sal), así como paso de sangre o líquido a tejidos
colindantes (extravasación de líquido o edema).

El estado de forma o la preparación física, por excelentes que éstos sean, no


previenen el MDA en absoluto. Éste puede producirse a cotas de tan solo
2500 m de altitud y se sabe que la susceptibilidad al mismo es
inversamente proporcional a la edad del sujeto, probablemente debido a la
madurez del sistema nervioso y la actividad que practique. Tampoco se
recomienda el empleo de fármacos para prevenir el MDA sino adaptarse
progresivamente a la hipoxia de altitud mediante un proceso denominado
aclimatación.

Un esquema típico de aclimatación puede ser el siguiente:


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Pasar al menos dos noches entre los 2.500 y los 3.000 msnm.
Por encima de 2.500 msnm no sobrepasar 600 m de desnivel diarios a la
hora de acostarse, aunque durante el día se haya alcanzado altitudes
superiores.
Cada 1 km de desnivel se debería pasar una segunda noche a la misma
altitud que la noche anterior.
Por encima de 3.500 m se debe subir calmadamente, sin realizar esfuerzos
intensos, sin sobrepasar los 300 o 400 m de desnivel diarios y descansando
un día por cada dos de subida.
Por encima de 5 km de altitud no hay garantía de que una adecuada
aclimatación impida la aparición del MDA e incluso edema pulmonar o
cerebral, embolias etc.
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Es muy importante tener en cuenta que, a pesar de seguir


escrupulosamente un calendario de aclimatación, el MDA puede presentarse
en cualquier momento. Ante cualquiera de sus síntomas es necesario dejar
de realizar la actividad y, si los síntomas no mejoran, perder altitud lo antes
posible, al menos hasta la cota donde no se presentaban síntomas. También
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es muy importante mantenerse perfectamente hidratado (beber al menos 4
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o 5 L de líquido diarios) y una dieta variada rica en hidratos de carbono.

El mal de altura se produce al ascender rápidamente de una altura


determinada a otra mayor, y permanecer a esa altura sin una aclimatación
previa adecuada.

¿CÓMO SE PUEDE EVITAR EL MAL DE ALTURA?

• Haciendo un ascenso gradual. Lo primero y más importante es subir


relativamente despacio, realizando periodos adecuados de
aclimatación de 2 a 3 días a una altura determinada (empezando
desde los 2.000 m) antes de pasar la noche a una altura mayor. Es
decir, escalar durante el día, durmiendo dos noches consecutivas en
el campamento inferior. Son aconsejables los siguientes ritmos de
ascenso: hasta los 5.000 metros ascender un promedio de 340- 400
metros como máximo, a partir de los 5.000 m y hasta los 6.000 m,
ascender 250 metros por día; y por encima de los 6.000 m, ascender
un máximo de 150-200 m por día.

• En caso de aparecer problemas, es fundamental descender a una


cota inferior a la que estaba aclimatado y descansar durante 24 ó 48
horas antes de reanudar el ascenso. Si los síntomas son graves,
iniciar el descenso inmediatamente, siempre acompañado.

• Beber mucho líquido (al menos 3 ó 4 litros diarios).

• Evitar beber alcohol.

• Dieta hiperglucídica: rica en azúcares y féculas sobre todo.

• Evitar quedarse frío.

• El mal de altura se puede evitar, hasta cierto punto, con una medicina
llamada Acetazolamida, a dosis de 250 mg/12 horas o 500 mg, en
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dosis única nocturna. Algunos expertos sugieren que para conocer los
posibles efectos secundarios del medicamento es mejor darle 2 días
de prueba antes del viaje. Los posibles efectos secundarios incluyen
náuseas, alteración del gusto, hormigueo en manos y pies, orina
frecuente y abundante, alteraciones visuales y sarpullido en la piel.
Tomar este medicamento no significa que se pueda ignorar el consejo
de subir despacio.

SEÑALES DE PELIGRO PARA EL MAL DE ALTURA


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Las señales de peligro se desarrollan generalmente en las primeras 36


horas. Afectan a más del 50% de los viajeros por encima de los 3.500
metros y casi al 100% de las personas que suben rápidamente a 5.000
metros sin aclimatarse.
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• Un dolor de cabeza leve que desaparece con analgésicos
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(paracetamol, aspirina, etc.)

• Náuseas y malestar general

• Ligeros mareos

• Dificultades para dormir

Si aparecen estos síntomas a alturas por debajo de los 3.000 metros se


debería parar y descansar un par de días antes de continuar subiendo. A
alturas de 3.500 metros, se debe intentar bajar de 300 a 500 metros, y
quedarse allí durante 2 días antes de otros ascensos permanentes.

SÍNTOMAS GRAVES DEL MAL DE ALTURA

• Un dolor de cabeza intenso y grave, que no desaparece con


analgésicos corrientes; vómitos.

• Náuseas marcadas

• Mareos, descoordinación, alteraciones visuales

• Presión en el pecho, respiración y pulso rápidos, sensación de


dificultad respiratoria

• Hinchazón o edema, generalmente alrededor de los ojos y, en algunos


casos, en tobillos y manos

• Disminución de la cantidad de orina

• Confusión, desorientación

• Cambios psicológicos (indiferencia, pérdida del sentido del peligro,


etc.)
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• Convulsiones.

Cuando se presenten estos síntomas se debe buscar ayuda médica de


inmediato e iniciar rápidamente el descenso a la menor altura posible.

FORMAS GRAVES DEL MAL DE ALTURA

Existen dos formas graves del mal de altura. Pueden ir precedidas de


síntomas leves (dolor de cabeza, insomnio, falta de apetito, aturdimiento
leve) o bien aparecer bruscamente en un alpinista previamente sano, a
causa de un ascenso de gran desnivel o realizado con gran rapidez. Las dos
tienen un alto índice de mortalidad y pueden ocurrir cuando ya ha pasado
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un día o un día y medio, a demasiada altura (normalmente, por encima de


3.500 metros). Son los siguientes:

• HAPE - Edema pulmonar de gran altura (líquido en los pulmones).


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• HACE - Edema cerebral de gran altura (líquido en el cerebro).
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EDEMA PULMONAR DE GRAN ALTURA (HAPE)

Los síntomas de HAPE son graves, e incluyen dificultad respiratoria


importante, tos seca, expectoración sanguinolenta, presión o dolor en el
pecho, palpitaciones y fatiga. Se puede oír un ruido de burbujeo durante la
respiración (edema pulmonar). Los labios, bordes externos de las orejas y
uñas pueden parecer azuladas (cianóticas), debido a la falta de oxígeno.

EDEMA CEREBRAL DE GRAN ALTURA (HACE)

Es la forma de presentación más grave y rápida del mal de altura. Los


síntomas de HACE son fundamentalmente: náuseas, vómitos, dolores de
cabeza, alteraciones visuales, irritabilidad, descoordinación, distracción,
confusión, posible pérdida de conciencia, convulsiones e incluso coma.

TRATAMIENTO
Si los síntomas son leves, el reposo sobre el mismo terreno durante 24 - 48
horas, junto con una buena hidratación y con una dieta hiperglucídica,
suelen ser suficientes. Debe prohibirse el ascenso a personas que padecen
síntomas de mal de altura -aunque sean leves- ya que pueden evolucionar
hacia formas más graves.

Si los síntomas son más graves o empeoran, debe iniciarse inmediatamente


el descenso del afectado a la menor altura posible, y siempre acompañado.
A veces, un descenso de 400 metros suele ser suficiente para notar una
mejoría.

Otra medida es administrar oxígeno a través de mascarilla, una cantidad de


3 a 5 litros por minuto a una concentración no inferior al 40%. Para el
tratamiento del dolor de cabeza se pueden usar analgésicos menores
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(paracetamol, aspirina, etc.) En cuanto al insomnio de altura, sobre todo si


es provocado por pausas periódicas de la respiración, debe tratarse con
Acetazolamida, pero nunca con fármacos hipnóticos o sedantes como los
que se usan para dormir, ya que pueden empeorar aún más la respiración.

Si hay un médico disponible, podrá administrar los medicamentos que crea


necesarios. La medicación no sustituye al descenso.
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¿QUIÉN NO SE DEBE EXPONER NUNCA A GRAN ALTURA ?

• Las personas con enfermedades cardiacas/pulmonares crónicas (Ej.:


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angina de pecho, bronquitis crónica, enfisema, y algunas personas
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con asma grave).

• Las personas con anemia, incluida la anemia drepanocítica (bajo


contenido de hemoglobina en sangre).

• Las personas con trastornos de coagulación sanguínea sin


tratamiento y con un historial de trombosis (coágulos).

• Las personas que han tenido HAPE o HACE con anterioridad.

¿Quién debe tener cuidado a grandes alturas?

• Las personas con enfermedades cardiacas/pulmonares tratadas con


éxito.

• Mujeres embarazadas

• Niños

• Personas con presión sanguínea elevada

• Personas con tendencia a la apnea durante el sueño.

• Personas que han tenido HAPE o HACE con anterioridad.

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José Andrés Albuja

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Bibliografía
• Mal de altura. Prevención y tratamiento. Javier Botella de Maglia.
Ediciones Desnivel. ISBN 84-95760-73-8

• Revisado por Dra. Beatriz Esteban Benavides, especialista en


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Medicina Aeroespacial

• Dr. Charlie Easmon , especialista en Medicina del Viajero.

• Última revisión: 2003-09-01

• http://www.netdoctor.es/XML/verArticuloMenu.jsp?XML=000206

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