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Tema 10.

KANT : EL PROBLEMA DE LA METAFÍSICA Y LA TEORÍA ÉTICA.

0.- CONTEXTO CULTURAL Y FILOSÓFICO

Inmanuel Kant, filósofo alemán del siglo XVIII, cierra el ciclo de la filosofía
moderna con un sistema que se puede considerar vinculado a dos raíces fundamentales,
la Ilustración y la corriente gnoseológica de la filosofía moderna. Además su teoría ética
formal se opone a las éticas formales tradicionales y al emotivismo imperante en la
filosofía británica del XVIII:

1. Kant y la Ilustración. El pensamiento de Kant está vinculado con muchos de


los elementos propios de la Ilustración. En primer lugar, Kant defiende el ejercicio
crítico de la razón como forma de eliminar los prejuicios y supersticiones en los ámbitos
moral, religioso o político. Dentro de este marco se inscribe su crítica a la superstición
religiosa1, por ejemplo. Kant es seguidor del ideal ilustrado de dejarse conducir por las
"luces de la razón", de la clarificación racional, en los distintos ámbitos en que se
desenvuelve la vida humana (moral, social, político, religioso...);defensor de la
autonomía y libertad de la razón. Expresión de su voluntad es su máxima "atrévete a
pensar por ti mismo" y su crítica a la forma de pensar propia de gran parte de la
población de su tiempo, que él considera como minoría de edad (falta de clarificación
racional, dejarse dominar por las ideologías fomentadas por del poder político o
religioso, dejarse llevar por la superstición...)

2. KANT Y LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO DE LA FILOSOFÍA


MODERNA. Kant se enfrenta a Racionalismo y a Empirismo construyendo en la CRP
un sistema original. Kant se encontró con dos concepciones antagónicas de la razón que
no le convencían. Para el Racionalismo, "sueño dogmático", la razón, al margen de la
experiencia y de lo dado, es capaz de deducir e interpretar la estructura y el sentido de la
realidad (mediante este método pretendió Descartes desarrollar su ontología,
concibiendo la realidad como formada por tres tipos de sustancia) El verdadero
conocimiento es producto de la espontaneidad del entendimiento que produce ciertos
conceptos, sin derivarlos de la experiencia, y mediante ellos puede conocer la estructura
de la realidad, sin recurrir a la experiencia ni a la sensibilidad. El empirismo, sin
embargo, considera que nuestra mente es una "tabula rasa" en la que la experiencia se
encarga de escribr. El entendimiento se encuentra incapacitado para ir más allá de la
experiencia, de los productos de los sentidos. Nuestro conocimiento no puede pretender
extenderse más allá de la experiencia .En la versión escéptica del Empirismo que realiza
Hume se intentó reducir el pensamiento a lo dado en la experiencia sensible. Kant
desarrollará la crítica de la razón mediante la propia razón (la razón se critica a si
misma)con el fin de descubrir los principios que rigen el conocimiento y sus límites. La
posición racionalista le parece dogmática, y la humeana, una derrrota de la razón. Kant
1La ilusión de poder, con actos de culto, trabajar la propia
justificaión delante de Dios es superstición religiosa, la ilusión de
poder llegar a este objetivo con la aspiración a una pretendida
comunicación con Dios, es fantasmagoría religiosa. No condena las
prácticas de culto, pero no deben nunca ocultar el puesto del culto
verdadero, que es la conducta moral

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concede al Racionalismo que nuestra razón actúa espontáneamente en el proceso de
conocimiento y que hay conceptos y elementos que no proceden de la experiencia, sino
que son a priori. Pero afirma, siguiendo al empirismo que nuestro conocimiento no
puede pretender extenderse más allá de la experiencia. Kant llegó, basjo la influencia de
Hume (según él le "despertó del sueño dogmático"), a la conclusión de que, aunque hay
conceptos que no provienen de la experiencia, su aplicación debe extenderse
únicamente al ámbito de la experiencia.
3. KANT Y LA TEORÍA MORAL. Kant pretende desarrollar una ética formal,
crítica con las éticas materiales, pues están no le valen para fundamentar el
comportamiento moral, pues son empíricas, fundan juicios hipotéticos y las considera
heterónomas por cuanto la norma moral se ajusta a los posibles beneficios de la acción.
La acción moral no ha de tener en cuenta las consecuencias empíricas de nuestros actos,
y debe basarse en el imperativo categórico, a priori. Esto excluye, pues, a las teorías
éticas tradicionales, como la aristotélica o las hedonistas. Pero el emotivismo moral
tampoco le sirve a Kant. Shaftesbury entendía que los actos morales se basaban en
sentimientos naturales que nos llevan a distinguir de manera afectiva lo que es bueno de
lo que es malo, fundando así el emotivismo moral. Este camino siguió Hume con su
teoría emotivista. Para Kant sin embargo, el sentimiento no debe ser la fuente de la
moral, sino que la buena voluntad es la que es determinada en su actuar por el respeto al
imperativo categórico.

SUS OBRAS:

Crítica de la Razón Pura, Crítica de la Razón Práctica, Critica del juicio, La


religión dentro de los límites de la mera razón, Sueños de un visionario, La paz
perpetua, Metafísica de las costumbres.

1.-LA POSIBILIDAD DE LA METAFÍSICA COMO CIENCIA.

Hasta 1770 (periodo precrítico) Kant se había interesado por cuestiones


científicas relacionadas con la física y las matemáticas, interesándose cada vez más por
Newton. Poco a poco se fue centrando en el problema de la metafísica que, en aquel
momento se encontraba en Alemania en una grave crisis. Solucionar el problema de la
metafísica le lleva a Kant diez largos años. En 1781 aparece la Crítica de la razón pura,
y comienza el periodo crítico. La problemática de este periodo se resume en cuatro
preguntas:

-¿Qué puedo saber?, es la pregunta por la Metafísica.


-¿Qué debo hacer?, es la pregunta por la Moral.
-¿Qué me está permitido esperar?, es la pregunta por la Religión.
-¿Qué es el hombre?, es la pregunta por la Antropología.

Pero, el mismo Kant afirma que, en realidad las tres primeras se refieren a la última, a la
Antropología.

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Esta forma de realizar las preguntas (¿qué puedo…?) implica que Kant se
pregunta al mismo tiempo por los límites puesto que la capacidad de la razón no es
ilimitada, contra el dogmatismo racionalista) y por las posibilidades (puesto que algunas
tenemos, contra el escepticismo). El método que Kant utilizará para enfrentarse con
estas preguntas es nuevo: el método trascendental o crítico.

El problema al que Kant trata de dar respuesta es si la metafísica puede


convertirse en ciencia. Para ello pare de un hecho: las matemáticas y la física ya son
ciencias desde Tales. Y desde Galileo y Newton, en cambio, la metafísica no parece
haberlo conseguido, encontrándose en inferioridad respecto de las otras ciencias, que
están constituidas como tales. Hay que preguntarse, por tanto, cómo son posibles, es
decir, en qué se basa su posibilidad real de ser ciencias; en cambio en la metafísica hay
que preguntarse primero si es posible, para, en caso afirmativo, preguntarse después
cómo es posible.

Kant entiende por Metafísica lo que se entendía en aquel momento: un


conocimiento de objetos no empíricos (Dios, alma y mundo como totalidad). Para
responder a la pregunta sobre la posibilidad de conocimiento científico de tales
objetos, Kant va a utilizar un método crítico: entendiendo por crítica, un tribunal que
garantice las pretensiones legítimas de la Razón pura, de tal manera que se pueda,
mediante la crítica de la Razón hecha por la razón misma, decidir acerca de la
posibilidad o imposibilidad de una metafísica, sus fuentes, su extensión y sus límites.
En definitiva, como el mismo Kant dice, la crítica (de la razón pura) es la
ciencia de los límites, una ciencia de carácter propedéutico que versa sobre la
posibilidad de toda ciencia en general y de la metafísica en particular.

1.2.-CONDICIONES DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO:

Kant fue racionalista en sus comienzos y como él mismo reconoce, Hume le


despertó de su “sueño dogmático”, que es como se caracteriza a la teoría gnoseológica
moderna (racionalismo).

Kant, bajo la influencia de Hume, llegó a la conclusión de que nuestro


conocimiento no puede pretender extenderse más allá de la experiencia, y aunque hay
conceptos que no provienen de la experiencia (como lo que Kant llama categorías, por
ejemplo la causalidad, y esto es de influencia racionalista) no pueden utilizarse
legítimamente para referirse a algo de lo que no tenemos experiencia sensible.

Realiza, pues, una síntesis entre racionalismo y empirismo:


Por un lado, sin la sensibilidad me es imposible tener noticia da nada ajeno a mi propio
yo. Por otro lado, descubrimos en nosotros una serie de conceptos y elementos
independientes de la experiencia, que vertebran y dan sentido a lo que no sería más que
un caos fenoménico, convirtiéndolo en auténtico saber.
La experiencia sin conceptos es caótica, los conceptos utilizados al margen de la
experiencia son vacíos. Son, entonces, dos las condiciones del verdadero conocimiento:
-Condiciones empíricas, o elemento material del conocimiento, procedente de
la experiencia.

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-Condiciones a priori o elemento formal del conocer, aportadas por el sujeto, al
margen de la experiencia, son universales y necesarias y previas a la experiencia.
Pertenecen a la estructura del sujeto, por ejemplo el espacio y el tiempo. Son
condiciones trascendentales que hacen posible el conocimiento.

Teniendo en cuenta esto, Kant afirma que para que un juicio sea científico, tiene
que ser un juicio que él llama (y esta es una de las grandes novedades de la filosofía
kantiana) juicios sintéticos a priori.

Si analizamos los tipos de juicios que tenemos hasta ahora, podemos


clasificarlos de la siguiente manera:

Tipos de juicios:

1.- Analíticos: El predicado está comprendido en el sujeto. Son universales y necesarios,


pero no aumentan nuestro conocimiento.
2.- Sintéticos: El predicado no está incluido en el sujeto, pero son extensivos porque
amplían nuestro conocimiento.
3.- A priori: Previos a la experiencia. Independiente de ésta.
4.- A posteriori: Su verdad depende de la experiencia.

Novedad de Kant: Los juicios científicos, deben ser sintéticos a priori. Es decir, que
aumenten nuestro conocimiento (extensivos) y sean universales y necesarios
(independientes de la experiencia).

Según Kant, este tipo de juicios son posibles en la matemática y en la física,


pero no en la metafísica.

Para justificar esto, Kant realiza un análisis crítico de nuestras dos fuentes
o facultades de conocimiento: Sensibilidad y Entendimiento.

1.- Crítica a la sensibilidad: La capacidad de recibir representaciones de los


objetos, se llama sensibilidad. Cuando intuimos objetos, los representamos ocupando un
espacio y un tiempo. Según Kant, el espacio y el tiempo no son propiedades de las
cosas, no nos son dados. Al contrario, son las condiciones subjetivas a priori que
hacen posible la experiencia. Son algo puesto por nosotros, por nuestra sensibilidad, en
el acto de conocer. No son conceptos, sino INTUICIONES PURAS.
Así, en la sensibilidad hay: un material empírico, que son las sensaciones y
unas formas a priori que son el espacio y el tiempo. El resultado de esta unificación y
ordenación de las sensaciones en el especio y el tiempo es el FENÓMENO, que es
objeto de nuestra experiencia.

2.- Crítica al entendimiento: La capacidad de pensar el objeto se debe al


entendimiento. El entendimiento es la facultad de pensar el objeto dado en la intuición

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empírica, es decir, el fenómeno. Como pensar es lo mismo que juzgar, también se puede
definir el entendimiento como la facultad de juzgar. La “crítica del entendimiento”
consistirá en descubrir las formas a priori el entendimiento que hacen posible el
pensamiento.
Pensar o juzgar supone el uso de conceptos bajo los cuales se subsumen los
fenómenos, que adquieren así unidad y significación (el mundo fenoménico es, en sí,
caótico e ininteligible).
Hay dos tipos de conceptos:
- Conceptos empíricos: son generalizaciones tomadas de la experiencia (casa,
hombre).
- Conceptos a priori: son puestos por el entendimiento. Kant los llama
CATEGORÍAS: constituyen las estructuras o leyes a priori del pensamiento.
Gracias a ellas podemos pensar, es decir, construir juicios acerca de los
fenómenos. Así unificamos y damos sentido al caos fenoménico.

CATEGORÍAS JUICIOS

Según la cantidad.
Unidad Universales: “(Todo) S es P”.
Pluralidad Particulares: “(Algún) S es P”.
Totalidad Singulares: “(Un solo) S es P”.

Según la relación:
Sustancia Categóricos: “S es P”.
Causa-efecto Hipotéticos: “Si S, entonces P”.
Comunidad Disyuntivos: “”S es P o Q”.

Según la cualidad:
Realidad Afirmativos: “S es P”.
Negación Negativos: “S no es P”.
Limitación Infinitos: “S no es P”.

Según la modalidad:
Posibilidad Problemáticos: “S es (posiblemente)P”.
Existencia Asertóricos: “S es (realmente) P”.
Necesidad Apodícticos: “S es (necesariamente)
P” .

Ejemplo 1: Un juicio del tipo hipotético es un juicio que tiene la forma lógica “Si S,
entonces P”. Un ejemplo de juicio hipotético puede ser: “Si llueve, la calle se moja”.
Pues bien, la categoría que permite que tal enlace se produzca (entre el “que llueva” y
que “se moje la calle”) es la categoría de causalidad, ya que la relación que
establecemos entre “llover” y “mojarse la calle” es una relación de causalidad (la lluvia
es “causa” de que se moje la calle).

Ejemplo 2: Un juicio negativo es un juicio de la forma lógica “S no es P”. Un ejemplo


sería “Algunas aves no vuelan “. La categoría que establece el enlace entre “aves” y

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“vuelan”, es la de negación. La negación será, por lo tanto, otra de las categorías del
entendimiento.

Ejemplo 3: Un juicio categórico es un juicio del tipo “S es P”. Un ejemplo concreto


puede ser: “la mesa es verde”. Pues bien, la categoría que establece la relación entre
“mesa” y “verde” es la de sustancia, ya que implícitamente está afirmando que hay un
sustrato (la mesa) que tiene una propiedad (ser verde).

La correlación entre sensibilidad y entendimiento es perfecta: La sensibilidad


aporta el contenido del pensamiento (la materia); el entendimiento aporta la estructura
(la forma). Ambos se necesitan: no puede haber verdadero conocimiento si una
intuición sensible (un fenómeno) no es pensada mediante una categoría.

Los juicios sintéticos a priori son posibles en las matemáticas, porque las
proposiciones de las matemáticas se construyen sobre las intuiciones a priori del espacio
(en geometría) y el tiempo (en aritmética). Es a partir de esas intuiciones como las
matemáticas construyen , también, intuitivamente, sus teoremas. Ello explica que tales
teoremas, construidos independientemente de la experiencia, tengan, sin embargo, valor
para el mundo de la experiencia, de los fenómenos.
Por ejemplo:
En geometría el juicio “La línea recta es la distancia más corta entre dos puntos” es
sintético, porque en el concepto de línea recta no entra para nada la idea de distancia,
por tanto amplía nuestro conocimiento, y es a priori, porque no hace falta recurrir a la
experiencia para ser verdadero (no hace falta tener que medir todas las distancias).

Los juicios sintéticos a priori son posibles en la física, porque la naturaleza es


el conjunto de los fenómenos y éstos se encuentran sometidos a las condiciones de
posibilidad de la experiencia, es decir, a las categorías. Por eso, las reglas de uso de las
categorías (por el entendimiento) son también leyes de la naturaleza.

Si las leyes físicas se tomaran de la experiencia, no podrían ser leyes necesarias,


sino únicamente probables. Pero sucede exactamente al revés: son impuestas a la
experiencia y a la naturaleza, por el entendimiento, y a priori, es decir, con carácter
necesario. Sin embargo, sólo tienen valor en el mundo fenoménico. Cuáles sean las
leyes de las cosas en sí mismas, nos es absolutamente desconocido.
Por ejemplo
En física el juicio “Todo lo que empieza a existir tiene una causa” (el principio de
causalidad) es sintético, porque en la idea de que algo comienza a existir no está
incluida la idea de causa (luego, el predicado añade algo que antes no sabíamos) y es a
priori porque no necesito observar cada caso de la experiencia, es universal y necesario.
(Esto es una crítica implícita a Hume, para quien el principio de causalidad se
basaría en nuestra experiencia sobre el hábito de observar cómo dos fenómenos se dan
contiguos, y a uno lo llamamos causa, y al otro efecto. Para Kant, la causalidad es una
categoría anterior a la experiencia, que nosotros aplicamos a los hechos concretos. Por
ejemplo, puede que un día la lluvia no moje el suelo, pero es innegable que ese hecho
también tendrá una causa).

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,Así, que si tenemos posibilidad de construir juicios sintéticos a priori (juicios
científicos) es porque no todo nuestro conocimiento procede de la experiencia, aunque
tenga que aplicarse sólo a ella . Para Kant, el objeto que conocemos procede de la
elaboración del material empírico que nos proporcionan los sentidos, mediante las
formas o estructuras cognoscitivas del sujeto. Sólo podemos conocer gracias a las
formas a priori que ordenan el material caótico de las impresiones sensibles; esas
formas o estructuras cognoscitivas son las condiciones de posibilidad del conocimiento
de la realidad, no son innatas, sino formas independientes de la experiencia. Kant utiliza
el adjetivo “trascendental” para aludir a todo aquello que se refiere a las condiciones a
priori del conocimiento.
Las matemáticas construyen juicios sintéticos a priori porque tratan sobre el
espacio y el tiempo, que son las formas a priori de la sensibilidad. La física formula
leyes sintéticas y a priori porque ordena el mundo en base a los principios puros del
entendimiento, esto es, las categorías.

Ahora bien, respecto de la metafísica Kant concluye lo siguiente:


Es imposible un conocimiento científico de Dios, alma y mundo, porque no
poseemos intuición sensible de tales seres y la experiencia sensible es el límite de
todo conocimiento posible, como afirmarían los empiristas.
Además, cuando la metafísica procede a hacer demostraciones aplicando las
categorías, como el principio de causalidad, comete un grave error: el uso ilegítimo
de las categorías, al aplicarlas a algo que no es un fenómeno (que no es objeto de
experiencia).

2.- TEORÍA ÉTICA: ¿QUÉ DEBO HACER?

Que de los objetos de la metafísica no pueda haber un conocimiento científico,


no quiere decir que no tengan sentido, que no merezca la pena ocuparnos de ellos. Al
contrario, precisamente adquieren sentido dentro del campo de la Razón práctica, dentro
de la moral. Es más, según Kant son los postulados de la moral, es decir, ellos son la
condición de posibilidad de la existencia de la moral. Sin ellos la moral sería imposible.

Vamos a ver qué quiere decir Kant con esto.

¿Qué debo hacer?. Kant responde a esta pregunta fundamentalmente en dos de


sus obras: La fundamentación de la metafísica de las costumbres y la Crítica de la
razón práctica.
Kant afirma que el ser humano, además de una actividad teórica (científica),
desarrolla una praxis en convivencia con los demás. La razón práctica nos ayuda a
establecer cuáles son las condiciones que hacen posible una praxis rigurosa en
nuestro trato con los demás hombres, en otras palabras, una praxis moral.
El problema fundamental es averiguar qué condiciones tiene que cumplir un
principio práctico para ser una ley objetiva, universal y necesaria.

2.1. LAS ÉTICAS MATERIALES:

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¿De qué se ocupa la moral? Se ocupa de lo que está bien (para hacerlo) y de lo
que está mal (para evitarlo). Las corrientes éticas que entienden la moral como de
terminación de lo bueno y lo malo en el ser humano se llaman, en terminología kantina,
éticas materiales. Te dicen qué es lo bueno (la felicidad, el placer) y establecen normas
para conseguirlo. Esto es, parten de determinados contenidos (por eso son materiales) y
luego buscan el modo de acceder a ellos.

Las características de las éticas materiales, en función de su comprensión del


contenido de la moral, son las siguientes:

-Son empíricas: Sus principios se determinan a posteriori. Afirman que lo que


está bien es el placer o la felicidad y para saber cómo conseguirlos es necesaria la
experiencia. Ahora bien, la experiencia no puede ser el fundamento de leyes morales
universales (que obliguen a todos los hombres por igual) ni necesarias (que obliguen en
todo tiempo y lugar), que son las que le interesan a Kant (a mí me puede resultar
placentero lo que a otro le aburre).

-Son hipotéticas: Esto significa que no son válidas para todo el mundo (lo que
ratifica la crítica anterior) porque sus principios establecen deberes, imperativos, no por
sí mismos, sino como condición para conseguir otra cosa.
Los imperativos hipotéticos expresan una condición y sólo se deben cumplir si se quiere
conseguir lo que el imperativo enuncia, por ejemplo “Si quieres ser millonario, invierte
en bolsa”, como no todo el mundo quiere ser millonario, este principio sólo obliga a
aquellos que quieren conseguir esa finalidad.

-Son heterónomas: Cuando nos dejamos llevar por el placer o la felicidad y


hacemos cosas que nos llevan a conseguirlos, no estamos actuando de manera
autónoma, sino que nos dejamos mandar por otra cosa: es heterónoma. Nuestra voluntad
deja de estar regida por sí misma y pierde libertad.

2.2. RESPUESTA DE KANT: ÉTICA FORMAL:

Frente a la concepción que las éticas materiales tienen de la moral como


determinación de lo que está bien o está mal, Kant la entiende como conciencia del
deber. Considera que la naturaleza de la moral se revela en la experiencia del “conflicto
moral”, conflicto que consiste en ser conscientes de que debemos cumplir con nuestro
deber aunque nonos guste, no resulte placentero o no proporcione felicidad., pues el
deber se nos presenta como necesario y universal.

Una ética formal es aquella que no nos da contenido, sino sólo la forma de la
ley. Las éticas anteriores nos dan leyes con contenidos ( por ejemplo, el cristianismo
con los diez mandamientos). Por ser las éticas formales sin contenido, sus preceptos son
a priori,. No dependen de la experiencia y, por tanto, son universales; válidas para
siempre y para todos los hombres. Sus preceptos son categóricos y son autónomas, lo
que quiere decir que la Razón de da a sí misma los preceptos con total independencia de
la experiencia; esto implica que, en último término, el individuo ha de guiarse

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exclusivamente por su razón; con lo que alcanza un punto culminante en la liberación
de los individuos de la tradición, la autoridad y la fe.

2.2.1. El imperativo categórico y la buena voluntad:

La ética formal está regida por la ley moral que se enuncia en imperativos
categóricos, esto es, imperativos que no expresan condición, no están condicionados a
conseguir ningún objetivo determinado, valen por sí mismos al margen de cualquier otra
consideración.
Por ejemplo: “no debes robar”. En este caso se entiende que no debes robar bajo
ninguna condición. Ahora bien, supongamos el caso de alguien que tiene ocasión de
robar y no lo hace ¿Podemos decir que su acción es moral? Kant dirá que no, que no
basta con eso.
De hecho él distingue entre dos tipos de acciones:

- Conformes al deber: son aquellas que se ajustan a la norma (no robar), pero que
lo hacen por razones que no tienen nada que ver con la moral, sino con las
consecuencias. Al hacerlo así, el imperativo deja de ser categórico para
convertirse en hipotético. “no debes robar” pretende tener validez por sí mismo,
pero si el individuo no roba para no ir a la cárcel, en el fondo la norma que está
siguiendo es :”Si no quiero ir a la cárcel, no debo robar”.

- Por deber: son aquellas en las que se cumple la norma, simplemente por el deber
de cumplirla, sin tener en cuenta otras consideraciones.

En toda ley moral hay que distinguir lo que es el contenido o materia de la ley, de lo
que es la forma. Kant llama materia de la ley a lo que dice la ley, al hecho concreto
de robar o no robar, y llama forma de la ley a la voluntad con la que se realiza la ley.
Una buena voluntad es aquella que actúa por puro respeto a la ley, sin pensar en
las consecuencias. Sólo por DEBER.
La voluntad es la que nos pone en movimiento; es ésta la que mueve al ser
humano hacia algo determinado que es la finalidad de nuestro comportamiento. Esta
representación del movimiento es lo que Kant denomina máxima, o lo que es o mismo,
principio subjetivo de la volición. Todos nos movemos a partir de máximas, pero no
todas son iguales. Las hay que representan fines particulares y no necesarios, como las
máximas relativas al placer y la felicidad de las morales materiales: quien se mueve para
conseguir placer o felicidad lo hace de acuerdo con fines particulares, no necesarios, y
que conllevan la heteronomía de la voluntad. Ya no somos libres.
Y hay máximas que representan fines en los que todos los hombres coinciden,
fines universales y necesarios, son las llamadas leyes morales. Es entonces cuando la
voluntad obra libremente, pues, al obrar, el ser humano movido por la ley, por la razón
lo hace de acuerdo con lo que encuentra en sí mismo: la voluntad y la razón son del
hombre. Este obrar de acuerdo con la ley que hay en nosotros es autonomía. Y quien
obra de acuerdo a su propia ley actúa libremente. En consecuencia, el cumplimiento del
deber descubre la dimensión fundamental de la voluntad humana: la libertad.

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Así se consigue la VIRTUD: actuando por la obligación (el deber) que se
impone a sí misma (autónomamente) la voluntad.
Kant no elimina el concepto de bien, pero sí afirma que no es la búsqueda del
bien lo que mueve a la voluntad; al contrario, es la ley moral (a través del imperativo
categórico) la que determina lo que es bueno.

La ley moral que debe cumplir la buena voluntad la enuncia Kant en dos
versiones del imperativo categórico:
“Obra de modo que quieras que la máxima de tu voluntad se convierta en ley
universal”.
“Obra de modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de
cualquier otro, siempre como un fin y nunca como un medio”.

Ninguno de estos imperativos expresa contenido alguno, sólo nos dicen con qué
voluntad debemos obrar. No nos dicen qué hacer, sino cómo actuar.
Aunque la ética kantiana se centra en cómo debemos actuar y no en los fines, sin
embargo, su puesta en práctica deberá conducirnos a un tipo de fin: a lograr una
comunidad humana en la que sea fundamental el respeto a la DIGNIDAD.

2.3. POSTULADOS DE LA RAZÓN PRÁCTICA: CONDICIONES DE


POSIBILIDAD DE LA MORAL:

La primera condición que ha de darse para que la moral sea posible es que el
campo de la experiencia tenga límites, que no lo abarque todo. La razón es la siguiente:
el mundo de la experiencia es el mundo ordenado por el espacio y el tiempo y las
categorías. Es el mundo regido por las relaciones causa-efecto, donde, en consecuencia
todo está determinado de antemano. Si ese fuese el único mundo no habría un campo en
el cual el hombre pudiese determinarse libremente. No habría un campo moral fuera del
mundo de la ciencia. Pero existe otro mundo, otro ámbito, aparte del mundo de la
experiencia, donde el hombre es libre, porque sino no sería posible la moral.

Por tanto, se necesitan una serie de condiciones para que la moral sea posible: La
libertad, la inmortalidad del alma y Dios. Estos son los POSTULADOS de la razón
práctica: ideas no demostrables, pero necesarias como condición de posibilidad de
la moral, que la razón misma deduce o descubre. Es decir, Las REALIDADES
METAFÍSICAS no son evidentes, pero hay que admitirlas para que sea posible la
moral.

- Si la libertad no existiese todo se regiría por el principio de causalidad, pero


entonces, ¿Qué sentido tendría la voluntad moral si todo se sujetara a las
condiciones que marca el mundo de la experiencia? No habría imperativos
categóricos, todos serían hipotéticos.
- La inmortalidad del alma: Hemos visto que el hombre debe ser libre para que
exista la moral (sino no cabría condenar ni aplaudir a nadie por sus actos porque
todos actuaríamos necesariamente y no seríamos responsables de nuestros
actos). Si el hombre sólo fuese cuerpo, estaría sometido, como todos los cuerpos
a las relaciones causa-efecto y no podría ser libre. La moral no tendría sentido si
no tuviéramos alma.

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El deber y la felicidad no van unidos para Kant. De hecho, concibe el
cumplimiento del deber como una renuncia a la felicidad. La virtud no garantiza
la felicidad. ¿Puede el hombre cumplir verdaderamente la ley moral?. Kant
llama voluntad santa a aquella en la que el querer y la ley moral coinciden. Pero
la humana no es una voluntad santa. Nos vamos acercando a la santidad, pero
para acabar de poseerla por entero necesitamos la eternidad. Sólo la eternidad
proporciona al hombre el tiempo necesario para cumplir su tarea moral del
cumplimiento de la ley. Por consiguiente, si las personas hemos de cumplir
necesariamente la ley, tenemos que tener alma y que esta sea eterna, inmortal.
- Dios: ¿Qué hace falta para que el hombre sea feliz en el cumplimiento de su
deber? Hace falta un poder supremo que lo haga posible?: Dios. El Dios eterno,
omnisciente y omnipotente, y la inmortalidad del alma constituyen la condición
de posibilidad de que podamos realizar la esperanza que tenemos de ser
virtuosos y felices en otro mundo diferente del presente.

Afirma Kant que existe el Dios eterno, omnisciente y omnipotente, así como el alma
humana inmortal y el mundo como lugar de reconciliación, que hacen posible la
esperanza del hombre de conciliar virtud y felicidad.

-. Los postulados son exigencias de la razón práctica, pero no conducen a un


conocimiento, sino a una “fe racional”. Los postulados no permiten decir “yo sé” (por
que la fe no es certeza del conocimiento), pero permiten decir “yo quiero”: “El hombre
honesto puede decir: quiero que exista Dios, que mi existencia en este mundo sea una
existencia en un mundo puro del entendimiento (aparte de la vida natural) y, finalmente,
que mi duración sea infinita. Me adhiero firmemente a ello y no me dejo arrebatar mi
creencia”.

El “yo quiero” remite a la tercera pregunta: ¿QUÉ ME CABE ESPERAR?. El


esperar se refiere al futuro y, por eso, desborda el marco de la ciencia y de la moral, que
sólo se ocupan “de o que es” y de ”lo que debe ser”, pero no de lo que se espera que
será. El hecho de esperar presupone el concepto de finalidad. La finalidad aquí es la
esperanza, pero ésta entra dentro del ámbito religioso.
Sólo de Dios podemos esperar el bien supremo que viene representado en la ley
moral como deber. Por consiguiente, la moral no es propiamente la doctrina de cómo
hacernos felices, sino de cómo debemos hacernos dignos de la felicidad. Sólo cuando la
religión se añade a ella, aparece también “la esperanza de llegar un día a ser partícipes
de la felicidad, en la medida en que nos hayamos cuidado de no ser indignos de ella”.

La religión significa aquí “fe racional” o “religión natural”. La moral conduce a


la religión. Ahora bien, esta religión se encontrará “dentro de los límites de la mera
razón” y, coincidirá con la moral, salvo que esclarece o que debe ser el resultado o fin
de la moral: el triunfo del bien, con la constitución de una “comunidad ética” que puede
ser llamada “pueblo de Dios” o “Iglesia”.

Por último, Kant hace una crítica de la religión positiva y de las diversas
iglesias, especialmente su culto y sus instituciones: “fuera de una buena conducta, todo
lo que los hombres creen poder practicar para hacerse agradables a Dios es pura ilusión
religiosa y falso culto”. (“La religión dentro de los límites de la mera razón “).

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